Sociedad de Un Solo Socio AA

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 17

La Sociedad de un solo Socio en el Derecho Paraguayo

Alfredo D. Argüello Bóveda

RESUMEN

El objeto de este breve trabajo es realizar un análisis legal y doctrinario


sobre la viabilidad –o no– de la sociedad de un solo socio en el derecho paraguayo a
la luz de varias disposiciones del Código Civil que, aparentemente, permiten que
–siquiera transitoriamente– la sociedad pueda estar conformada por un solo socio.
Para realizar un análisis de estas cuestiones es menester iniciar con el
concepto mismo de sociedad y su naturaleza jurídica, además de permitirnos
esbozar algunas cuestiones de interés que hacen al análisis retrospectivo de la
distinción entre sociedades civiles y comerciales y su situación actual en el derecho
nacional y comparado.
Ulteriormente nos abocaremos ya a la difícil tarea de realizar una
interpretación de varias normas del Código Civil que aparentemente abren la puerta
–o si quiera la ventana– a la posibilidad de la existencia de sociedades de un solo
socio.
Finalmente nos ocuparemos de analizar sistemáticamente dichas normas
con reglas legales interpretativas a fin de dar una respuesta –siquiera provisoria– a
la interrogante planteada.
Palabras claves:
Asociación -Sociedad- Unificación-Contrato-Persona Jurídica- Sociedad de un
solo Socio-Socio Aparente.
ABSTRACT
The purpose of this essay is to carry out a legal and doctrinal analysis of the
viability -or not- of a single shareholder company under Paraguayan law, in light of
several provisions of the Civil Code that, apparently, allow -even temporarily- a
company composed of only one partner.
To carry out an analysis of these issues, it is necessary to start with the very
concept of company, its legal nature, in addition to allowing us to outline some
issues of interest that make the retrospective analysis of the distinction between
civil and commercial companies and their current situation in national and
comparative law.
Subsequently, we will turn to the difficult task of making an interpretation
of several provisions of the Civil Code that apparently open the door -or at least a
Abogado, Notario y Escribano Público por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNA. Especialista en Didáctica Universitaria
por la Facultad de Filosofía de la UNA. Diplomado en Derecho Civil y Procesal Civil por el Centro de Investigaciones René Cassin.
Maestrando en Derecho Civil y Comercial de la UNA. Profesor Auxiliar de Derecho Civil (Personas), Derecho Mercantil II (Derecho
Bancario) y Derecho Civil Obligaciones (Transmisión) en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNA.

143
window- to the possibility of the existence of single shareholder companies.
Finally, we will systematically analyze these rules with interpretative legal
rules, in order to give an answer -even provisional- to the question posed.

Keywords:
Association-Company-Merging-Contract-Legal Entity- An apparent Single
Shareholder Company.

1. La Sociedad. Noción

La sociedad ha sido, desde su aparición en el campo del derecho, un


instituto jurídico conformado por un conjunto de personas.
Si bien las sociedades que conocemos en la actualidad recién fueron
apareciendo a partir de la Edad Media, ya anteriormente existieron algunos
primeros vestigios de sociedades.
En el Derecho Romano, dice Villegas, “se contemplaban dos tipos de
sociedades, la societas ómnium bonorum y las societas unius negotiationis, nacidas
al parecer en distintas épocas y derivadas de diferentes exigencias de la realidad” .
Para Torres Kirmser, el antecedente inmediato de nuestra sociedad
colectiva, es la “onmium bonorum”, primer esbozo de sociedad en el derecho
romano .
La societas ómnium bonorum, prosigue Villegas, parece vincularse al
grupo familiar y fue en principio una sociedad de familia, de hermanos, a la que
luego se permitió la incorporación de extraños .
“La societas unius negotiationis nace, según parece, del comercio
internacional, y sirve para realizar, en comunidad de fuerzas, una o más operaciones
de comercio, como la compraventa de esclavos, o el préstamo a interés…” .
En la Edad Media, como adelantamos, fueron apareciendo las primeras
sociedades con las características que conocemos hoy en día, siendo la primera de
ellas, la commenda marítima, antecedente directo de la actual sociedad en
comandita.
Esta sociedad nació en una circunstancia fáctica muy particular: la Iglesia
Católica había prohibido la usura, motivo por el cual se recurrió a este tipo
societario con el fin de disfrazar el préstamo con intereses usurarios.
Carlos Gilberto Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya (Asunción, Paraguay: Emprendimientos
Nora Ruoti S.R.L., 2012), 32.
José Raúl Torres Kirmser, La Sociedad, en Derecho Mercantil Parte General, Coordinadores Bonifacio Ríos Ávalos y Fernando Andrés
Beconi (Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya, 2009), 254
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya, 32.
Ibid.

144
La sociedad en comandita es un tipo societario en el que un socio,
denominado capitalista, aporta a la sociedad una suma de dinero; mientras que el
otro socio, denominado comanditario, aporta su trabajo.
En aquella época, el socio capitalista era el prestamista o usurero, que
aportaba la mayor parte del capital, mientras que el socio comanditario, mercader
y/o capitán del buque, aportaba una mínima parte del capital y su trabajo, el cual
consistía en una expedición marítima. Ambos asumían los riesgos propios de la
actividad en la proporción de sus aportes, aunque si el negocio redituaba en
ganancias, el capitalista recuperaba su capital y una parte de las ganancias,
disfrazándose de esa manera los intereses del capital que el prestamista había
entregado al mercader.
De esta manera podemos notar que la sociedad no fue producto, realmente,
de un ingenio del hombre para que este, consciente de no poder alcanzar ciertos
objetivos individualmente, busque la asociación de intereses comunes para el logro
de sus fines de lucro para todos sus asociados, sino que fue producto de la necesidad
de darle un disfraz jurídico lícito a una operación prohibida.

2. Sociedad. Concepto y Naturaleza Jurídica

En torno al concepto de sociedad prácticamente no existen divergencias,


pues en general se la entiende como la agrupación organizada de personas con un fin
de lucro.
Sobre lo que sí existe divergencia es con respecto a la naturaleza jurídica
de la sociedad, que es entendida por algunos como un contrato, mientras que otros
niegan la naturaleza contractual.
Si bien la naturaleza jurídica es una cuestión de trascendental importancia
en cuanto a sociedades se refiere, la extensión misma del presente trabajo no nos
permite adentrarnos a su estudio, motivo por el cual dejamos ese arduo análisis para
una próxima ocasión en la que abordemos con mayor amplitud el tema.
No obstante, podemos limitarnos a decir que en la doctrina nacional y
comparada actual es aceptada mayoritariamente la naturaleza contractual de la
sociedad.
De hecho, de las disposiciones de nuestro Código Civil resulta evidente
que se reconoce la naturaleza contractual de la sociedad, o por lo menos, del acto
constitutivo, ya que este tiene por efecto crear un nuevo sujeto de derecho, es decir,
una persona jurídica.
En efecto, el Art. 959 del Código Civil Paraguayo dice que “Por el contrato
de sociedad dos o más personas, creando un sujeto de derecho, se obligan a realizar
aportes para producir bienes o servicios, en forma organizada, participando de los
beneficios y soportando las pérdidas”.

145
Si bien algunos autores consideran a esta norma como la definición legal
de la sociedad, en puridad ello no es así debido a que nuestro Código ha seguido la
técnica legislativa de no definir los institutos que regula, dejando ello en campo de la
doctrina, por lo que la citada norma es más bien una enunciación de los elementos
esenciales para la existencia de una sociedad en nuestro ordenamiento jurídico.
En cuanto a las definiciones doctrinarias, podemos iniciar con la del ilustre
maestro César Vivante, quien definía a las sociedades comerciales diciendo que
“son personas jurídicas constituidas mediante un contrato para obtener un beneficio
del patrimonio social con el ejercicio del comercio” .
Torres Kirmser, transcribiendo la definición de Omeba, dice que “La
sociedad, empleando el término como denominación genérica, es en esencia el
medio o recurso técnico que posibilita la acción colectiva dentro del marco de una
actividad económica organizada y duradera” .
Villegas, por su parte, define a la sociedad comercial como “el medio
técnico creado por el derecho y puesto a disposición de los seres humanos para su
actuación asociada como empresa económica…” .
Finalmente, Manuel Ossorio, refiriéndose a las sociedades civiles y
comerciales nos dice que “Dentro del concepto civil, (la sociedad) es el contrato por
el cual dos o más personas se obligan mutuamente con una prestación de dar o de
hacer, con el fin de obtener alguna utilidad apreciable en dinero, la que dividirán
entre ellos en la proporción de sus respectivos aportes o de lo que hubieren pactado.
En una definición comercial, la compañía o sociedad mercantil es un
contrato por el cual dos o más personas se unen, poniendo en común sus bienes e
industrias, o alguna de estas cosas, para practicar actos de comercio, con ánimo de
partir el lucro que pueda corresponder y soportar asimismo las pérdidas en su
caso” .

3. Sociedades Civiles y Comerciales

Una última cuestión que merece destaque antes de adentrarnos netamente


al tema principal de este breve trabajo es la distinción existente entre las sociedades
civiles y comerciales.
En este punto seguiremos las ideas de Villegas, quien hace un análisis
retrospectivo de la cuestión para explicar el porqué de la distinción.
La distinción entre sociedad civil y comercial, dice Villegas, que fuera
ignorada por el Derecho Romano, comenzó a gestarse a partir de la Edad Media,
César Vivante, Derecho Mercantil (Buenos Aires, Argentina: Valetta Ediciones S.R.L., 2005), 52.
Enciclopedia Jurídica Omeba, Tomo XXV (Buenos Aires, Argentina: 1980) 713, citado en José Raúl Torres Kirmser, La Sociedad, en
Derecho Mercantil Parte General, Coordinadores Bonifacio Ríos Ávalos y Fernando Andrés Beconi (Asunción, Paraguay: La Ley
Paraguaya, 2009), 253.
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya, 59.
Manuel Ossorio, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales (Buenos Aires, Argentina: Heliasta, 2013) 897-898.

146
cuando tuvo lugar el crecimiento del tráfico mercantil, su carácter regional e
internacional, y la aparición de una clase social que se dedicaba “profesionalmente”
al ejercicio del comercio.
Esos comerciantes que se reunían en las Ferias que tenían lugar en
determinadas ciudades de Europa, requirieron primero de una jurisdicción propia,
separada de los jueces comunes y luego, de una regulación jurídica diferenciada del
derecho común .
Es por ese motivo que, a partir del modelo francés, varios países fueron
promulgando Códigos Civiles y de Comercio, separando netamente el derecho civil
del derecho comercial, creándose institutos paralelos e incluso jurisdicciones
distintas.
La diferenciación de materias a partir de la distinción entre actos civiles y
“actos de comercio” y en la caracterización del “comerciante” como sujeto típico
del derecho mercantil, trajo como consecuencia la regulación diferenciada de la
sociedad civil de la sociedad comercial. La diferenciación se centró primero en el
carácter profesional de la sociedad comercial, integrada por comerciantes y
dedicada a realizar en masa “actos de comercio”.
No obstante, con el Código Federal Suizo de las Obligaciones y el Código
Civil Italiano de 1942 comenzó la unificación de las obligaciones civiles y
comerciales. El Paraguay, primeramente, y la Argentina, recientemente, siguiendo
el modelo del Código Civil italiano de 1942 han eliminado sus Códigos de
Comercio y han unificado sus disposiciones en un solo Código, denominado
simplemente Código Civil en Paraguay y Código Civil y Comercial en la Argentina.
Sin embargo, a pesar de la unificación de las normas e incluso de la
jurisdicción, el Código Civil Paraguayo, que regula a las sociedades en su Libro
Tercero, no ha unificado a las sociedades civiles y comerciales, subsistiendo un
tratamiento distinto para cada una de ellas.
La Argentina, por su parte, aparentemente sí lo ha hecho, puesto que la Ley
26.994 ha modificado parcialmente la antigua Ley 19.550 “de Sociedades
Comerciales”, la que a partir de dicha ley, vigente desde el 1 de agosto de 2015, pasó
a denominarse “Ley General de Sociedades”, eliminándose de esa manera la
distinción entre sociedades civiles y comerciales, o por lo menos, creando un
régimen legal único aplicable a ambos tipos de sociedades.
Lo sucedido en Argentina encuentra algunos antecedentes
latinoamericanos, ya que por Ley 222/95 se reformó el Código de Comercio
Colombiano, unificando las regulaciones de las sociedades civiles y comerciales,
pues se ha sometido a las sociedades civiles a las normas que regulan a las
sociedades comerciales.
En Paraguay, como adelantamos, las sociedades civiles y comerciales aún
están reguladas por distintas normas. En efecto, la sociedad civil en el Código Civil
Paraguayo es la sociedad simple, la que según el Art. 1013 no debe tener por objeto
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya, 61.

147
una actividad comercial.
No obstante, el hecho de que esta sociedad no tenga por objeto la
realización de actos de comercio, no significa que ella no tenga por finalidad la
búsqueda del lucro, como erróneamente se piensa, sino que esta sociedad civil,
denominada por el Código Sociedad Simple, busca el lucro sin dedicarse a realizar
acto alguno de comercio.
Los típicos ejemplos de esta sociedad podrían ser, si existieran, las
sociedades de los profesionales liberales, quienes se unen con fines de lucro aunque
sin realizar actos de comercio, limitándose a desempeñarse en sus profesiones. Sin
embargo, si estos profesionales liberales que se dedican al ejercicio de sus
profesiones realizaran actos de comercio, deberían transformarse a uno de los tipos
de sociedades comerciales previstos en el Código Civil e inscribirse en el Registro
Público de Comercio.

4. La Sociedad de un solo socio en el Derecho Paraguayo. Diversas


Situaciones.

Si bien hemos visto que la sociedad, histórica y conceptualmente, implica


una colectividad de personas con fines lucrativos comunes, encontramos en el
Código Civil Paraguayo algunas normas que, aparentemente, abren la puerta a la
existencia o subsistencia de sociedades de un solo socio.
A continuación nos referiremos brevemente, dada la extensión del
presente trabajo, a cada uno de los supuestos para luego hacer una interpretación
sistemática y determinar su viabilidad o no en el derecho paraguayo y las
alternativas legales, aunque no societarias, para la existencia de empresas
conformadas por una sola persona.

4.1 El Socio con participación insignificante. El Socio Aparente y el Socio


Oculto.

Uno de los casos más usuales es el de una sociedad constituida por dos
socios, aunque uno de ellos solo figura como tal para cumplir con el requisito de la
pluralidad exigida por el Art. 959 del Código Civil, aunque de la simple lectura de
los estatutos se puede apreciar de que un socio cuenta con casi la totalidad de las
cuotas o acciones mientras que el otro solo tiene un ínfima participación en el capital
social, lo que revela que, en puridad, el socio mayoritario es el único socio y el
“socio” minoritario es un socio aparente o simple prestanombre del socio
mayoritario.
Ante esto, el Art. 968 del Código Civil establece que “No se tendrá como

148
socio a quien sólo hubiere prestado su nombre, aunque los socios le reconocieron
algún interés en la sociedad, ni será considerado como tal con respecto a los
terceros, sin perjuicio de su derecho al resarcimiento por lo que hubiere pagado a los
acreedores de la sociedad…”
De esta manera la ley desconoce el carácter de socio al prestanombre, ya
sea ante los demás socios como con relación a terceros, sin perjuicio de su acción de
regreso por el pago a los acreedores sociales.
Detrás de este socio aparente, que solo presta su nombre, se encuentra el
socio oculto, que es el que realmente ha cumplido con las obligaciones exigidas para
ser un socio pero que, sin embargo, no desea figurar como socio, por lo que actúa por
medio del socio aparente.
El in fine del Ar. 968 dice que “El socio no ostensible revestirá ese carácter
con relación a los consocios, pero no frente a terceros, aunque estos hubieran
conocido el contrato social”, es decir, la ley le reconoce al socio oculto el carácter de
socio con respecto a los demás socios, sin embargo, no con respecto a terceros ni
aunque estos hubiesen conocido los estatutos sociales.
Al parecer el legislador no ha considerado que el socio oculto puede
realmente ser un socio ostensible y normalmente es el socio mayoritario, que
necesita de un socio aparente para constituir la sociedad cumpliendo el requisito de
la pluralidad de socios.
En el mismo orden de cosas, Pablo Troche Robbiani, refiriéndose al socio
aparente, dice que “Sería el típico caso del individuo que integra la sociedad para
cumplir con el requisito de que para que haya sociedad se requieren dos o más
socios…” .
En este caso la sociedad funcionaría como si fuese una sociedad de un solo
socio, ya que el socio mayoritario no necesita el concurso del otro socio que, dicho
sea de paso, es simplemente su prestanombre.
Si bien esta práctica es muy común, el problema surge cuando el socio
mayoritario pierde la confianza en el socio aparente y quiere excluirlo para integrar
a la sociedad a otra persona de confianza en los mismos términos.
El Art. 992 del Código Civil permite que se excluya al socio por justa
causa, sin embargo, si ello sucediera en una sociedad de dos socios ello causaría la
disolución de la sociedad, ya que, en principio, la sociedad no puede estar formada
por un solo socio, por lo que el socio mayoritario deberá convencer al socio aparente
de que este ceda sus derechos a la persona de confianza del socio mayoritario, lo que
podría ser aprovechado por el socio aparente para buscar algún beneficio que, por lo
general, sería económico.
Por estos motivos es que la práctica ha buscado otras maneras de excluir al
socio aparente sin causar un perjuicio al socio mayoritario, las cuales
examinaremos seguidamente.
Pablo Troche Robbiani, Comentario al Art. 968 en Código Civil de la República del Paraguay Comentado, director Antonio Tellechea
Solís (Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya,2017), Tomo VI, pág. 344.

149
4.2 Retiro coactivo del socio

Una de las obligaciones de los socios es realizar aportes, ya sea que los
mismos consistan en bienes o en trabajo. En el mismo acto constitutivo los socios se
obligan a cumplir con sus aportes para lo cual, según el tipo societario y la
naturaleza de los bienes, aportan la totalidad o un porcentaje de los bienes en el
momento de suscribir el acto constitutivo y tienen un plazo determinado para
integrarlos completamente.
Siguiendo con el tema central de este trabajo, si ambos socios, en una
sociedad de dos socios, hubieren suscripto e integrado completamente sus aportes,
pero el socio mayoritario hubiere perdido la confianza en el socio aparente, el
mayoritario podría valerse del Art. 983 del Código Civil para excluir al socio
aparente.
En efecto, el Art. 983 del Código Civil establece que “Ninguno de los
socios podrá ser obligado a nueva prestación si no la hubiere prometido en el
contrato, aunque lo reclamare para dar más impulso a los negocios; pero si no
pudiere lograrse el fin de la sociedad sin aquel aumento, el disidente podrá retirarse,
y deberá hacerlo, cuando sus consocios lo exigieren”.
Entonces, por aplicación de esta norma, el socio mayoritario podría
solicitar nuevos aportes al socio aparente que, si no lo hiciere, deberá retirarse de la
sociedad a solicitud del socio mayoritario, lo que nos lleva a la interrogante ¿Qué
sucedería con la sociedad? ¿Subsistiría, siquiera transitoriamente, con un solo socio
hasta que el mayoritario integre a la sociedad a un nuevo socio aparente de su
confianza o quedaría disuelta desde el retiro del otro socio?

4.3 La Renuncia del Socio en la Sociedad de dos socios

Conforme al Art. 989 del Código Civil, “Los socios podrán: c) Renunciar
en cualquier tiempo cuando la sociedad fuere por plazo indeterminado, a no ser que
dicha renunciar sea de mala fe o intempestiva”.
Por ende, la renuncia de los socios es un derecho que debe reunir los siguientes
requisitos:
a) La sociedad debe ser constituida por plazo indeterminado; y
b) La renuncia no debe ser de mala fe o intempestiva.
Ambos requisitos son condicionantes del derecho de renuncia del socio, y
en la práctica la concurrencia de ambos es prácticamente imposible debido a que, en
la gran mayoría de los casos –sino en todos– las sociedades siempre se constituyen

150
por un plazo determinado, de modo que en estos casos el socio no puede renunciar a
su calidad de socio, lo que es claramente un absurdo.
En cuanto a la renuncia de mala fe o intempestiva, el Art. 990 del Código
Civil dice que “La renuncia será de mal fe cuando se hiciere con la intención de
obtener para sí algún provecho o ventaja que hubiere de pertenecer a la sociedad.
Será intempestiva, la producida sin estar consumado el negocio que constituye su
objeto, en cuyo caso el socio deberá satisfacer los perjuicios causados”.
La sanción legal al socio que renuncia de mala fe se encuentra en el Art.
991 del Código Civil, el cual establece que “La renuncia de mala fe es nula respecto
de los socios. Lo ganado en la operación que se tuvo en mira al separarse, pertenece
a la sociedad, pero el renunciante soportará las pérdidas”.
Entonces, si bien la renuncia del socio está permitida, la misma está
condicionada a la concurrencia de los dos requisitos previamente vistos, siendo el
primero de ellos muy complicado.
Finalmente, en lo que nuestro tema central se refiere, cabe preguntarnos: Si
concurrieran los dos requisitos ¿podría un socio renunciar en una sociedad de dos
socios? ¿Qué consecuencias tendría? ¿Subsistiría la sociedad o quedaría disuelta?

4.4 La Exclusión del Socio por Justa Causa en la Sociedad de dos socios. La
Affectio Societatis.

El Art. 992 del Código Civil dispone que “Ningún socio puede ser excluido
de la sociedad sin justa causa…”, de modo que haciendo una interpretación a
contrario sensu, podemos concluir que la exclusión de un socio está permitida
siempre que exista justa causa.
El mismo Art. 992 enumera las justas causas de exclusión del socio entre
las que se encuentran la cesión de derechos a terceros a pesar de la prohibición, el
incumplimiento de las obligaciones sociales, la incapacidad sobreviniente y la
pérdida de confianza de los demás socios por diversos motivos.
En cuanto al caso que venimos analizando, la cuestión sería que el socio
mayoritario excluya al socio minoritario por alguna de estas “justas causas”, a fin de
quedar como único socio, siquiera transitoriamente, hasta que se incorpore a la
sociedad otro socio aparente de su confianza.
Para dicha exclusión el socio mayoritario podría alegar el incumplimiento
de las obligaciones o la pérdida de confianza, o como frecuentemente se la
denomina en doctrina, la pérdida de la affectio societatis.
Si estas justas causas fueran probadas, el socio aparente sería excluido y
nuevamente cabe preguntarnos ¿Qué sucedería con la sociedad? ¿Subsistiría
transitoriamente con un solo socio o quedaría disuelta desde el momento de la

151
exclusión?
Estas interrogantes que generan dudas en el derecho paraguayo, están
totalmente claras en el derecho argentino debido a que el Art. 93 de la Ley 19.550,
modificado por la Ley 26.994 , establece claramente que “En las sociedades de
dos socios procede la exclusión de uno de ellos cuando hubiere justa causa, con
los efectos del Art. 92; el socio inocente asume el activo y el pasivo sociales, sin
perjuicio de la aplicación del Art. 94 bis”.

4.5 La Muerte del Socio en la Sociedad de dos socios. Efecto.


El Art. 1003 del Código Civil dispone claramente que “La sociedad se
extingue: e) si fuere de dos personas, por la muerte de una de ellas…” de modo que
cierra toda posibilidad a que, muerto uno de los socios en una sociedad constituida
por dos socios, la sociedad subsista con el otro socio.
Sin embargo, en las Sociedades de Responsabilidad Limitada
encontramos una norma que, aparentemente, está en contradicción con esta. En
efecto, el Art. 1172 del Código Civil establece que “Para la transferencia de las
cuotas del socio fallecido se aplican las disposiciones que rigen la cesión
convencional, pero si el contrato social prevé la continuación de la sociedad con
los herederos, el pacto será obligatorio para todos, y la incorporación de los
sucesores se hará efectiva acreditando su calidad”.
Esta aparente contradicción nos lleva a plantearnos las siguientes
interrogantes ¿Qué artículo es aplicable al caso que nos ocupa? Si se optare por
continuar la sociedad con los herederos del fallecido como lo establece el contrato
social ¿La sociedad estaría conformada por un solo socio hasta tanto los herederos
presenten su sentencia declaratoria de herederos que acredite su calidad de
sucesores del socio fallecido?
Analizando nuevamente las modificaciones al régimen societario
argentino encontramos que, como en el supuesto anterior, en el vecino país la ley ya
establece claramente la solución al caso planteado en su Art. 94 bis, el cual establece
que “La reducción a uno del número de socios no es causal de disolución,
imponiendo la transformación de pleno derecho de las sociedades en comandita,
simple o por acciones, y de capital e industria, en sociedad anónima unipersonal, si
no se decidiera otra solución en el término de tres meses”.
Es decir, la muerte de un socio no es causal de disolución en Argentina y la
sociedad se transforma en una sociedad anónima unipersonal, la cual fue creada por
esta Ley 26.994.

Esta Ley ha puesto en vigencia el Nuevo Código Civil y Comercial argentino y modificó la Ley 19.550, anteriormente denominada “Ley
de Sociedades Comerciales”, pasando a denominarse desde su promulgación “Ley General de Sociedades” y, como nota resaltante, ha
creado la Sociedad Anónima Unipersonal.

152
4.6 La Adquisición de Acciones en la S.A.

El Art. 1072 del Código Civil, que se encuentra dentro de las disposiciones
que regulan específicamente a la sociedad anónima, prevé la posibilidad de que la
sociedad adquiera sus propias acciones siempre que sea autorizada por la asamblea,
aunque limita esta facultad a que la adquisición se realice con sumas provenientes
de las utilidades líquidas y realizadas y que las acciones ya se encuentren totalmente
pagadas.
Pablo Troche Robbiani, comentando dicho artículo, dice que “El Código
ha acogido el criterio restrictivo imperante en la legislación comparada para admitir
la adquisición de sus propias acciones por la sociedad emisora. Dicha posición
restrictiva, se fundamenta en la circunstancia de que una sociedad no tiene por
objeto ni es su negocio, el de adquirir las participaciones de sus accionistas…Por tal
motivo, en forma excepcional, se permite que la sociedad pueda adquirir sus propias
acciones, siempre que lo haga con utilidades líquidas y realizadas, y siempre que las
acciones estén totalmente pagadas” .
Troche Robbiani prosigue diciendo que “Durante el periodo en que las
acciones adquiridas por la sociedad se encuentren en su poder, estas quedan en
estado inerte en el que no se computarán en las asambleas, ni para la formación del
quórum…” .
Finalmente concluye manifestando que “La Ley no establece plazo para
que el Directorio vuelva a enajenar las acciones adquiridas. En la Ley argentina se
estableció el plazo de un año, salvo prórroga de la asamblea” .
Ahora bien, relacionando esta norma con el tema central de este trabajo,
cabe analizar si el socio mayoritario podría, debido a que tiene mayoría en la
asamblea, adquirir las acciones del socio aparente para excluirlo y que
posteriormente las enajene a favor de un nuevo socio aparente de su confianza.
Esto nos lleva nuevamente a plantearnos algunas interrogantes ¿Puede la
sociedad adquirir las acciones de un socio sin que este quiera venderlas? En caso
afirmativo, si la sociedad está formada solo por dos socios ¿Qué sucedería cuando la
sociedad adquiera las acciones de uno de ellos? ¿Quedaría disuelta desde la
adquisición o subsistiría transitoriamente con un solo socio hasta la enajenación de
las acciones a un nuevo socio?

4.7 La Adquisición de Cuotas en la S.R.L.

Un caso similar al de la adquisición de las acciones por la misma sociedad

Pablo Troche Robbiani, Comentario al Art. 1072 en Código Civil de la República del Paraguay Comentado, director Antonio Tellechea
Solís (Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya,2017), Tomo VI, pág. 524.
Ibid. 525.
Ibid.

153
está previsto para la sociedad de responsabilidad limitada, aunque salvando las
marcadas diferencias entre ambos tipos societarios.
En primer término, la representación del capital en ambos tipos societarios
es distinto, ya que en las S.A. el capital se representa por medio de acciones,
mientras que en las S.R.L. se da por medio de cuotas de participación.
Además, en las S.A. la cesión de acciones a socios y terceros es libre,
mientras que en las S.R.L. se debe seguir un procedimiento previsto por la ley para
que las cuotas puedan ser cedidas a terceros.
Para entender la cuestión debemos recordar que la S.R.L., conforme al Art.
1160 del Código Civil, puede tener veinticinco socios como máximo, y la cesión de
cuotas entre los socios es libre, mientras que para ceder las cuotas a terceros debe
contarse con el acuerdo de los demás socios.
Si la sociedad cuenta con más de cinco socios se requiere la aprobación de
los socios que representen las tres cuartas partes del capital y si la sociedad tiene
hasta cinco socios se requiere la unanimidad.
Cuando un socio desea ceder su cuota a un tercero primeramente debe
comunicar a los demás socios, quienes tienen derecho de preferencia para adquirir
las cuotas por el plazo de quince días.
Transcurrido el plazo de preferencia sin que éstos hayan hecho uso de su
derecho, el Art. 1169 del Código Civil dispone que “En defecto de los socios, la
sociedad podrá adquirir la cuota ofrecida con utilidades líquidas o reduciendo el
capital, debiendo ejercer la opción dentro de los diez días de vencido el plazo
otorgado a los socios”.
De esta manera nos percatamos que la norma prevé otro derecho de
preferencia, ya no a favor de los socios, sino a favor de la sociedad, la que
cumpliendo con ciertos recaudos, también puede adquirir la cuota de uno de sus
socios.
Ahora bien, analizando nuevamente el tema principal de este trabajo con
relación a esta norma cabe preguntarnos ¿Podría la S.R.L. conformada solo por dos
socios adquirir las cuotas del socio aparente sin que este quiera venderlas? Si lo
hiciera ¿Qué sucedería con la sociedad? ¿Quedaría disuelta o subsistiría con un solo
socio hasta que se integre otro socio en lugar de aquel cuyas cuotas fueron
adquiridas por la sociedad?

4.8. La Sociedad constituida en el Extranjero.

Las sociedades constituyen personas jurídicas de derecho privado y, como


tales, también tienen atributos de la personalidad que determinan sus derechos y
obligaciones.

154
En lo que a nosotros respecta en esta oportunidad, analizaremos lo atinente
a su domicilio a fin de determinar su ley aplicable, o dicho de otra manera, las
disposiciones de derecho internacional privado aplicables al régimen societario.
El Art. 26 del Código Civil dice que “La existencia y capacidad de las
personas jurídicas de carácter privado constituidas en el extranjero, se regirán por
las leyes de su domicilio, aunque se trate de actos ejecutados o bienes existentes en
la República”.
En concordancia, el Art. 101 del Código Civil expresa que “La existencia y
capacidad de las personas jurídicas privadas extranjeras, se rigen por las leyes de su
domicilio…”.
Por su parte, el Art. 1196 del Código Civil refiere que “Las sociedades
constituidas en el extranjero se rigen, en cuanto a su existencia y capacidad, por las
leyes del país de su domicilio…”.
Como podemos notar, estas normas siguen una misma línea en cuanto a
que las sociedades extranjeras están reguladas por las leyes del país de su domicilio.
Ahora bien, como en este trabajo estamos analizando la viabilidad de la
sociedad de un solo socio en el derecho paraguayo, debemos analizar la posibilidad
de que, a partir de estas disposiciones del Código Civil, pueda existir en Paraguay
una sociedad de tal característica.
Habíamos dicho que en Argentina, a partir de la Ley 26.994, que modificó
la Ley 19.550 denominada desde entonces “Ley General de Sociedades”, permite la
existencia de la sociedad anónima unipersonal, motivo por el cual quien desee tener
una sociedad de tales características en Paraguay podría constituir la sociedad en
Argentina con arreglo a sus leyes y luego trasladarse a Paraguay, quien a pesar de no
regular dicho tipo societario ni uno siquiera similar, no podría negarle validez y
capacidad para operar en nuestro país, siempre y cuando se ajusten a ciertos
requisitos.
El mismo Art. 1196 del Código Civil dice que“…para el ejercicio habitual
de actos comprendidos en el objeto especial de su institución, se ajustarán a las
prescripciones establecidas en la República”.
Finalmente dice que “Los establecimientos, agencias o sucursales
constituidas en la República se consideran domiciliados en ella en lo que concierne
a los actos que aquí practiquen, debiendo cumplir con las obligaciones y
formalidades previstas para el tipo de sociedad más similar al de su constitución”.
Esta disposición es concordante con el Art. 1197 del Código Civil según el
cual “A los fines del cumplimiento de las formalidades mencionadas, toda sociedad
constituida en el extranjero que desee ejercer su actividad en el territorio nacional
debe: b) acreditar que la sociedad ha sido constituida con arreglo a las leyes de su
país…”.
Asimismo, el Art. 1198 del Código Civil confirma lo expuesto cuando dice
que “Los artículos anteriores se aplicarán a las sociedades o corporaciones

155
constituidas en otros Estados aunque el tipo de sociedad no esté previsto por
nuestra legislación”.
En conclusión, los establecimientos, las sucursales o agencias de una
sociedad de un solo socio constituida en un país en el que está expresamente
permitido por su legislación, son perfectamente válidas en Paraguay y no se les
puede negar personería jurídica ni capacidad para celebrar actos jurídicos en todo el
territorio de la República.
Sin embargo, cabe destacar que si la sociedad de un solo socio constituida
en el extranjero tiene su domicilio en Paraguay o su objeto principal está destinado a
cumplirse en nuestro país, será considerada como una sociedad local conforme al
Art. 1199 del Código Civil y, por ende, deberá cumplir con las leyes paraguayas.

5. La viabilidad de la Sociedad de un solo socio en el Derecho Paraguayo.


Interpretación Sistemática.

Tras habernos ocupado ya del análisis de las distintas disposiciones del


Código Civil que, al parecer, permiten la existencia –siquiera provisoria– de la
sociedad de un solo socio en el derecho paraguayo, es momento de realizar una
interpretación sistemática de dichas normas con algunas otras del Código Civil a fin
de determinar si realmente es viable la existencia de las mismas en nuestro
ordenamiento jurídico.
Para iniciar debemos partir del vocablo viabilidad, que según Moreno
Ruffinelli “es una expresión que viene del latín vita habile, que significa tener
aptitud para la vida” .
Por ello, nosotros analizaremos si una sociedad de un solo socio puede
vivir legalmente en nuestro ordenamiento jurídico, es decir, si puede nacer y
subsistir sin inconvenientes.
Para iniciar nuestro análisis debemos partir de la idea de que en nuestro
Código Civil no existe duda de que la sociedad tiene naturaleza contractual por dos
motivos:
a) La sociedad se encuentra dentro del Libro Tercero, el cual regula a los
Contratos y otras fuentes de las obligaciones; y
b) El Art. 959 del Código Civil establece con claridad que “Por el contrato de
sociedad…”.
Entonces, debido a que nuestra legislación entiende a la sociedad como un
contrato, está claro que le son aplicables las disposiciones del Código Civil que
regulan a los contratos y a los actos jurídicos. Además, también le son aplicables las
disposiciones generales aplicables a todas las sociedades.

José A. Moreno Ruffinelli, Derecho Civil: Parte General-Personas (Asunción, Paraguay: Intercontinental Editora, 2017), 173.

156
En ese orden de cosas podemos decir que, a la luz del Art. 959 del Código
Civil, la sociedad solo puede estar conformada por “dos o más personas”, y no por
una sola persona, ni siquiera temporalmente, ya que en dicho caso se alteraría la
naturaleza sustancial del contrato en general y del contrato de sociedad en
específico.
Además, un contrato no puede ser celebrado por una sola persona ya que
este tiene como elemento esencial el consentimiento de las partes y con una sola
persona no existiría consentimiento sino simplemente una voluntad unilateral, la
cual si bien también es fuente de obligaciones , no puede crear una sociedad.
El mismo Villegas, refiriéndose a la pluralidad de personas como elemento
de la sociedad nos dice que: “Es un elemento esencial para que nazca la sociedad y
para que ella subsista. De modo que se requiere la participación de dos o más
personas en el acto constitutivo y durante la vida de la sociedad, ya que al
desaparecer tal situación se produce una causal de disolución (Art. 1003, inc. e) .
Asimismo, debido a que la sociedad es un contrato, le son aplicables las
reglas de interpretación de los contratos y de los actos jurídicos, que son utilizadas
en casos como el que nos ocupa, es decir, cuando existe ambigüedad con respecto a
la correcta interpretación de las leyes.
En efecto, el Art. 301 del Código Civil dispone que “Los actos jurídicos
producen el efecto declarado por las partes, el virtualmente comprendido y el que
les asigne la ley”, y como en este caso la ley, a través del Art. 959, otorga los efectos
de una sociedad al contrato celebrado por dos o más personas, el incumplimiento de
ese requisito hace que, en puridad, no exista contrato de sociedad.
Siguiendo con las interpretaciones encontramos que el Art. 712 del Código
Civil establece que “Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los cuales
resultaría la validez, y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el primero. Si
ambos dieren igualmente la validez al acto, deben tomarse en el sentido que más
convenga a la naturaleza de los contratos y a las reglas de la equidad”.
En otras palabras, conforme al Art. 712 la interpretación de las cláusulas
del contrato de sociedad debe realizarse con el fin de preservar o conservar el
contrato de sociedad y entenderse en el sentido más conveniente conforme a la
naturaleza del contrato y según las reglas de la equidad, es decir, debe hacérselo
entendiendo a la sociedad como un contrato de dos o más personas, ya que hacerlo
en el sentido de viabilizar una sociedad de un solo socio es contrario a la naturaleza
misma del contrato de sociedad.
Además, el Art. 1003 del Código Civil dice claramente que si la sociedad
es de dos socios y uno de ellos muere, la sociedad queda extinguida, con lo cual
demuestra que el espíritu de la ley es que la sociedad esté siempre conformada por
dos o más personas.

Art. 673. Son requisitos esenciales del contrato: a) el consentimiento o acuerdo de las partes;…
Véanse al respecto Arts. 1801 y ss.
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya,77.

157
Entonces, interpretando sistemáticamente las normas que aparentemente
viabilizan la sociedad de un solo socio en los casos analizados a lo largo del trabajo
con estar reglas legales de interpretación y las normas generales de las sociedades
podemos decir que con nuestra legislación actual no es viable la sociedad de un solo
socio, salvo en el caso de que la sociedad haya sido constituida en el extranjero.
Ahora bien, el hecho de que esas normas no puedan ser tomadas en el
sentido de viabilizar una sociedad de un solo socio no significa que las mismas estén
de relleno o no tengan un fin en sí mismos, ya que esas normas otorgan facultades
legales a los socios y las sociedades en todos los casos en que la sociedad no esté
conformada por dos socios y siempre que no reduzcan a uno el número de socios.
No puede negarse que el socio puede legalmente renunciar a la sociedad,
puede ser excluido por justa causa o por negarse a entregar nuevos aportes, así como
también la sociedad anónima puede adquirir sus propias acciones o la sociedad de
responsabilidad limitada puede adquirir sus propias cuotas, pero todas estas
cuestiones no son aplicables para el caso de que la sociedad esté conformada por dos
socios ya que de esa manera quedarían con un solo socio, lo cual es inadmisible dada
la naturaleza contractual de la sociedad y por la expresa disposición el Art. 959 del
Código Civil en concordancia con los artículos 301, 712 y 1003 del mismo cuerpo
legal.
En cuanto al caso de la sociedad de dos socios, uno de los cuales es el
mayoritario y el otro es su prestanombre para cumplirse con el requisito de la
pluralidad de asociados, la misma es una sociedad conforme al Art. 959 y ante el
caso de que el mayoritario quiera excluir de la sociedad al socio aparente debe
acordar con este para que ceda sus acciones a un tercero, caso en el que seguiría
existiendo una sociedad conformada por dos socios, por lo tanto, si bien el socio
mayoritario maneja prácticamente a su antojo la sociedad, el otro socio existe y por
lo tanto, no puede hablarse de una sociedad de un solo socio.
Finalmente, en el caso de la sociedad de un solo socio constituida en el
extranjero conforme a las leyes de ese país –como el caso analizado de la legislación
Argentina–esa es la única posibilidad viable de que en Paraguay exista una sociedad
de un solo socio, aunque para ello deberán cumplir con todas los recaudos expuestos
precedentemente al referirnos a dicha situación.

158
Bibliografía

Moreno Ruffinelli, José A. 2017. Derecho Civil: Parte General-Personas.


Asunción, Paraguay: Intercontinental Editora.

Ossorio, Manuel. 2013. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales.


Asunción, Paraguay: Editorial Heliasta.

Torres Kirmser, José Raúl. 2009 “La Sociedad”, en Derecho Mercantil Parte
General, Coordinadores Bonifacio Ríos Ávalos y Fernando Andrés Beconi.
Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya.

Troche Robbiani, Pablo. 2017. Código Civil de la República del Paraguay


Comentado, Director Antonio Tellechea Solís. Asunción, Paraguay: La Ley
Paraguaya.

Villegas, Carlos Gilberto. 2012. De las Sociedades Civiles y Comerciales en la


Legislación Paraguaya. Asunción, Paraguay: Emprendimientos Nora Ruoti S.R.L.

Vivante, César. 2005. Derecho Mercantil. Buenos Aires, Argentina: Valetta


Ediciones.

159

También podría gustarte