Sociedad de Un Solo Socio AA
Sociedad de Un Solo Socio AA
Sociedad de Un Solo Socio AA
RESUMEN
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window- to the possibility of the existence of single shareholder companies.
Finally, we will systematically analyze these rules with interpretative legal
rules, in order to give an answer -even provisional- to the question posed.
Keywords:
Association-Company-Merging-Contract-Legal Entity- An apparent Single
Shareholder Company.
1. La Sociedad. Noción
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La sociedad en comandita es un tipo societario en el que un socio,
denominado capitalista, aporta a la sociedad una suma de dinero; mientras que el
otro socio, denominado comanditario, aporta su trabajo.
En aquella época, el socio capitalista era el prestamista o usurero, que
aportaba la mayor parte del capital, mientras que el socio comanditario, mercader
y/o capitán del buque, aportaba una mínima parte del capital y su trabajo, el cual
consistía en una expedición marítima. Ambos asumían los riesgos propios de la
actividad en la proporción de sus aportes, aunque si el negocio redituaba en
ganancias, el capitalista recuperaba su capital y una parte de las ganancias,
disfrazándose de esa manera los intereses del capital que el prestamista había
entregado al mercader.
De esta manera podemos notar que la sociedad no fue producto, realmente,
de un ingenio del hombre para que este, consciente de no poder alcanzar ciertos
objetivos individualmente, busque la asociación de intereses comunes para el logro
de sus fines de lucro para todos sus asociados, sino que fue producto de la necesidad
de darle un disfraz jurídico lícito a una operación prohibida.
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Si bien algunos autores consideran a esta norma como la definición legal
de la sociedad, en puridad ello no es así debido a que nuestro Código ha seguido la
técnica legislativa de no definir los institutos que regula, dejando ello en campo de la
doctrina, por lo que la citada norma es más bien una enunciación de los elementos
esenciales para la existencia de una sociedad en nuestro ordenamiento jurídico.
En cuanto a las definiciones doctrinarias, podemos iniciar con la del ilustre
maestro César Vivante, quien definía a las sociedades comerciales diciendo que
“son personas jurídicas constituidas mediante un contrato para obtener un beneficio
del patrimonio social con el ejercicio del comercio” .
Torres Kirmser, transcribiendo la definición de Omeba, dice que “La
sociedad, empleando el término como denominación genérica, es en esencia el
medio o recurso técnico que posibilita la acción colectiva dentro del marco de una
actividad económica organizada y duradera” .
Villegas, por su parte, define a la sociedad comercial como “el medio
técnico creado por el derecho y puesto a disposición de los seres humanos para su
actuación asociada como empresa económica…” .
Finalmente, Manuel Ossorio, refiriéndose a las sociedades civiles y
comerciales nos dice que “Dentro del concepto civil, (la sociedad) es el contrato por
el cual dos o más personas se obligan mutuamente con una prestación de dar o de
hacer, con el fin de obtener alguna utilidad apreciable en dinero, la que dividirán
entre ellos en la proporción de sus respectivos aportes o de lo que hubieren pactado.
En una definición comercial, la compañía o sociedad mercantil es un
contrato por el cual dos o más personas se unen, poniendo en común sus bienes e
industrias, o alguna de estas cosas, para practicar actos de comercio, con ánimo de
partir el lucro que pueda corresponder y soportar asimismo las pérdidas en su
caso” .
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cuando tuvo lugar el crecimiento del tráfico mercantil, su carácter regional e
internacional, y la aparición de una clase social que se dedicaba “profesionalmente”
al ejercicio del comercio.
Esos comerciantes que se reunían en las Ferias que tenían lugar en
determinadas ciudades de Europa, requirieron primero de una jurisdicción propia,
separada de los jueces comunes y luego, de una regulación jurídica diferenciada del
derecho común .
Es por ese motivo que, a partir del modelo francés, varios países fueron
promulgando Códigos Civiles y de Comercio, separando netamente el derecho civil
del derecho comercial, creándose institutos paralelos e incluso jurisdicciones
distintas.
La diferenciación de materias a partir de la distinción entre actos civiles y
“actos de comercio” y en la caracterización del “comerciante” como sujeto típico
del derecho mercantil, trajo como consecuencia la regulación diferenciada de la
sociedad civil de la sociedad comercial. La diferenciación se centró primero en el
carácter profesional de la sociedad comercial, integrada por comerciantes y
dedicada a realizar en masa “actos de comercio”.
No obstante, con el Código Federal Suizo de las Obligaciones y el Código
Civil Italiano de 1942 comenzó la unificación de las obligaciones civiles y
comerciales. El Paraguay, primeramente, y la Argentina, recientemente, siguiendo
el modelo del Código Civil italiano de 1942 han eliminado sus Códigos de
Comercio y han unificado sus disposiciones en un solo Código, denominado
simplemente Código Civil en Paraguay y Código Civil y Comercial en la Argentina.
Sin embargo, a pesar de la unificación de las normas e incluso de la
jurisdicción, el Código Civil Paraguayo, que regula a las sociedades en su Libro
Tercero, no ha unificado a las sociedades civiles y comerciales, subsistiendo un
tratamiento distinto para cada una de ellas.
La Argentina, por su parte, aparentemente sí lo ha hecho, puesto que la Ley
26.994 ha modificado parcialmente la antigua Ley 19.550 “de Sociedades
Comerciales”, la que a partir de dicha ley, vigente desde el 1 de agosto de 2015, pasó
a denominarse “Ley General de Sociedades”, eliminándose de esa manera la
distinción entre sociedades civiles y comerciales, o por lo menos, creando un
régimen legal único aplicable a ambos tipos de sociedades.
Lo sucedido en Argentina encuentra algunos antecedentes
latinoamericanos, ya que por Ley 222/95 se reformó el Código de Comercio
Colombiano, unificando las regulaciones de las sociedades civiles y comerciales,
pues se ha sometido a las sociedades civiles a las normas que regulan a las
sociedades comerciales.
En Paraguay, como adelantamos, las sociedades civiles y comerciales aún
están reguladas por distintas normas. En efecto, la sociedad civil en el Código Civil
Paraguayo es la sociedad simple, la que según el Art. 1013 no debe tener por objeto
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya, 61.
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una actividad comercial.
No obstante, el hecho de que esta sociedad no tenga por objeto la
realización de actos de comercio, no significa que ella no tenga por finalidad la
búsqueda del lucro, como erróneamente se piensa, sino que esta sociedad civil,
denominada por el Código Sociedad Simple, busca el lucro sin dedicarse a realizar
acto alguno de comercio.
Los típicos ejemplos de esta sociedad podrían ser, si existieran, las
sociedades de los profesionales liberales, quienes se unen con fines de lucro aunque
sin realizar actos de comercio, limitándose a desempeñarse en sus profesiones. Sin
embargo, si estos profesionales liberales que se dedican al ejercicio de sus
profesiones realizaran actos de comercio, deberían transformarse a uno de los tipos
de sociedades comerciales previstos en el Código Civil e inscribirse en el Registro
Público de Comercio.
Uno de los casos más usuales es el de una sociedad constituida por dos
socios, aunque uno de ellos solo figura como tal para cumplir con el requisito de la
pluralidad exigida por el Art. 959 del Código Civil, aunque de la simple lectura de
los estatutos se puede apreciar de que un socio cuenta con casi la totalidad de las
cuotas o acciones mientras que el otro solo tiene un ínfima participación en el capital
social, lo que revela que, en puridad, el socio mayoritario es el único socio y el
“socio” minoritario es un socio aparente o simple prestanombre del socio
mayoritario.
Ante esto, el Art. 968 del Código Civil establece que “No se tendrá como
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socio a quien sólo hubiere prestado su nombre, aunque los socios le reconocieron
algún interés en la sociedad, ni será considerado como tal con respecto a los
terceros, sin perjuicio de su derecho al resarcimiento por lo que hubiere pagado a los
acreedores de la sociedad…”
De esta manera la ley desconoce el carácter de socio al prestanombre, ya
sea ante los demás socios como con relación a terceros, sin perjuicio de su acción de
regreso por el pago a los acreedores sociales.
Detrás de este socio aparente, que solo presta su nombre, se encuentra el
socio oculto, que es el que realmente ha cumplido con las obligaciones exigidas para
ser un socio pero que, sin embargo, no desea figurar como socio, por lo que actúa por
medio del socio aparente.
El in fine del Ar. 968 dice que “El socio no ostensible revestirá ese carácter
con relación a los consocios, pero no frente a terceros, aunque estos hubieran
conocido el contrato social”, es decir, la ley le reconoce al socio oculto el carácter de
socio con respecto a los demás socios, sin embargo, no con respecto a terceros ni
aunque estos hubiesen conocido los estatutos sociales.
Al parecer el legislador no ha considerado que el socio oculto puede
realmente ser un socio ostensible y normalmente es el socio mayoritario, que
necesita de un socio aparente para constituir la sociedad cumpliendo el requisito de
la pluralidad de socios.
En el mismo orden de cosas, Pablo Troche Robbiani, refiriéndose al socio
aparente, dice que “Sería el típico caso del individuo que integra la sociedad para
cumplir con el requisito de que para que haya sociedad se requieren dos o más
socios…” .
En este caso la sociedad funcionaría como si fuese una sociedad de un solo
socio, ya que el socio mayoritario no necesita el concurso del otro socio que, dicho
sea de paso, es simplemente su prestanombre.
Si bien esta práctica es muy común, el problema surge cuando el socio
mayoritario pierde la confianza en el socio aparente y quiere excluirlo para integrar
a la sociedad a otra persona de confianza en los mismos términos.
El Art. 992 del Código Civil permite que se excluya al socio por justa
causa, sin embargo, si ello sucediera en una sociedad de dos socios ello causaría la
disolución de la sociedad, ya que, en principio, la sociedad no puede estar formada
por un solo socio, por lo que el socio mayoritario deberá convencer al socio aparente
de que este ceda sus derechos a la persona de confianza del socio mayoritario, lo que
podría ser aprovechado por el socio aparente para buscar algún beneficio que, por lo
general, sería económico.
Por estos motivos es que la práctica ha buscado otras maneras de excluir al
socio aparente sin causar un perjuicio al socio mayoritario, las cuales
examinaremos seguidamente.
Pablo Troche Robbiani, Comentario al Art. 968 en Código Civil de la República del Paraguay Comentado, director Antonio Tellechea
Solís (Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya,2017), Tomo VI, pág. 344.
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4.2 Retiro coactivo del socio
Una de las obligaciones de los socios es realizar aportes, ya sea que los
mismos consistan en bienes o en trabajo. En el mismo acto constitutivo los socios se
obligan a cumplir con sus aportes para lo cual, según el tipo societario y la
naturaleza de los bienes, aportan la totalidad o un porcentaje de los bienes en el
momento de suscribir el acto constitutivo y tienen un plazo determinado para
integrarlos completamente.
Siguiendo con el tema central de este trabajo, si ambos socios, en una
sociedad de dos socios, hubieren suscripto e integrado completamente sus aportes,
pero el socio mayoritario hubiere perdido la confianza en el socio aparente, el
mayoritario podría valerse del Art. 983 del Código Civil para excluir al socio
aparente.
En efecto, el Art. 983 del Código Civil establece que “Ninguno de los
socios podrá ser obligado a nueva prestación si no la hubiere prometido en el
contrato, aunque lo reclamare para dar más impulso a los negocios; pero si no
pudiere lograrse el fin de la sociedad sin aquel aumento, el disidente podrá retirarse,
y deberá hacerlo, cuando sus consocios lo exigieren”.
Entonces, por aplicación de esta norma, el socio mayoritario podría
solicitar nuevos aportes al socio aparente que, si no lo hiciere, deberá retirarse de la
sociedad a solicitud del socio mayoritario, lo que nos lleva a la interrogante ¿Qué
sucedería con la sociedad? ¿Subsistiría, siquiera transitoriamente, con un solo socio
hasta que el mayoritario integre a la sociedad a un nuevo socio aparente de su
confianza o quedaría disuelta desde el retiro del otro socio?
Conforme al Art. 989 del Código Civil, “Los socios podrán: c) Renunciar
en cualquier tiempo cuando la sociedad fuere por plazo indeterminado, a no ser que
dicha renunciar sea de mala fe o intempestiva”.
Por ende, la renuncia de los socios es un derecho que debe reunir los siguientes
requisitos:
a) La sociedad debe ser constituida por plazo indeterminado; y
b) La renuncia no debe ser de mala fe o intempestiva.
Ambos requisitos son condicionantes del derecho de renuncia del socio, y
en la práctica la concurrencia de ambos es prácticamente imposible debido a que, en
la gran mayoría de los casos –sino en todos– las sociedades siempre se constituyen
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por un plazo determinado, de modo que en estos casos el socio no puede renunciar a
su calidad de socio, lo que es claramente un absurdo.
En cuanto a la renuncia de mala fe o intempestiva, el Art. 990 del Código
Civil dice que “La renuncia será de mal fe cuando se hiciere con la intención de
obtener para sí algún provecho o ventaja que hubiere de pertenecer a la sociedad.
Será intempestiva, la producida sin estar consumado el negocio que constituye su
objeto, en cuyo caso el socio deberá satisfacer los perjuicios causados”.
La sanción legal al socio que renuncia de mala fe se encuentra en el Art.
991 del Código Civil, el cual establece que “La renuncia de mala fe es nula respecto
de los socios. Lo ganado en la operación que se tuvo en mira al separarse, pertenece
a la sociedad, pero el renunciante soportará las pérdidas”.
Entonces, si bien la renuncia del socio está permitida, la misma está
condicionada a la concurrencia de los dos requisitos previamente vistos, siendo el
primero de ellos muy complicado.
Finalmente, en lo que nuestro tema central se refiere, cabe preguntarnos: Si
concurrieran los dos requisitos ¿podría un socio renunciar en una sociedad de dos
socios? ¿Qué consecuencias tendría? ¿Subsistiría la sociedad o quedaría disuelta?
4.4 La Exclusión del Socio por Justa Causa en la Sociedad de dos socios. La
Affectio Societatis.
El Art. 992 del Código Civil dispone que “Ningún socio puede ser excluido
de la sociedad sin justa causa…”, de modo que haciendo una interpretación a
contrario sensu, podemos concluir que la exclusión de un socio está permitida
siempre que exista justa causa.
El mismo Art. 992 enumera las justas causas de exclusión del socio entre
las que se encuentran la cesión de derechos a terceros a pesar de la prohibición, el
incumplimiento de las obligaciones sociales, la incapacidad sobreviniente y la
pérdida de confianza de los demás socios por diversos motivos.
En cuanto al caso que venimos analizando, la cuestión sería que el socio
mayoritario excluya al socio minoritario por alguna de estas “justas causas”, a fin de
quedar como único socio, siquiera transitoriamente, hasta que se incorpore a la
sociedad otro socio aparente de su confianza.
Para dicha exclusión el socio mayoritario podría alegar el incumplimiento
de las obligaciones o la pérdida de confianza, o como frecuentemente se la
denomina en doctrina, la pérdida de la affectio societatis.
Si estas justas causas fueran probadas, el socio aparente sería excluido y
nuevamente cabe preguntarnos ¿Qué sucedería con la sociedad? ¿Subsistiría
transitoriamente con un solo socio o quedaría disuelta desde el momento de la
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exclusión?
Estas interrogantes que generan dudas en el derecho paraguayo, están
totalmente claras en el derecho argentino debido a que el Art. 93 de la Ley 19.550,
modificado por la Ley 26.994 , establece claramente que “En las sociedades de
dos socios procede la exclusión de uno de ellos cuando hubiere justa causa, con
los efectos del Art. 92; el socio inocente asume el activo y el pasivo sociales, sin
perjuicio de la aplicación del Art. 94 bis”.
Esta Ley ha puesto en vigencia el Nuevo Código Civil y Comercial argentino y modificó la Ley 19.550, anteriormente denominada “Ley
de Sociedades Comerciales”, pasando a denominarse desde su promulgación “Ley General de Sociedades” y, como nota resaltante, ha
creado la Sociedad Anónima Unipersonal.
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4.6 La Adquisición de Acciones en la S.A.
El Art. 1072 del Código Civil, que se encuentra dentro de las disposiciones
que regulan específicamente a la sociedad anónima, prevé la posibilidad de que la
sociedad adquiera sus propias acciones siempre que sea autorizada por la asamblea,
aunque limita esta facultad a que la adquisición se realice con sumas provenientes
de las utilidades líquidas y realizadas y que las acciones ya se encuentren totalmente
pagadas.
Pablo Troche Robbiani, comentando dicho artículo, dice que “El Código
ha acogido el criterio restrictivo imperante en la legislación comparada para admitir
la adquisición de sus propias acciones por la sociedad emisora. Dicha posición
restrictiva, se fundamenta en la circunstancia de que una sociedad no tiene por
objeto ni es su negocio, el de adquirir las participaciones de sus accionistas…Por tal
motivo, en forma excepcional, se permite que la sociedad pueda adquirir sus propias
acciones, siempre que lo haga con utilidades líquidas y realizadas, y siempre que las
acciones estén totalmente pagadas” .
Troche Robbiani prosigue diciendo que “Durante el periodo en que las
acciones adquiridas por la sociedad se encuentren en su poder, estas quedan en
estado inerte en el que no se computarán en las asambleas, ni para la formación del
quórum…” .
Finalmente concluye manifestando que “La Ley no establece plazo para
que el Directorio vuelva a enajenar las acciones adquiridas. En la Ley argentina se
estableció el plazo de un año, salvo prórroga de la asamblea” .
Ahora bien, relacionando esta norma con el tema central de este trabajo,
cabe analizar si el socio mayoritario podría, debido a que tiene mayoría en la
asamblea, adquirir las acciones del socio aparente para excluirlo y que
posteriormente las enajene a favor de un nuevo socio aparente de su confianza.
Esto nos lleva nuevamente a plantearnos algunas interrogantes ¿Puede la
sociedad adquirir las acciones de un socio sin que este quiera venderlas? En caso
afirmativo, si la sociedad está formada solo por dos socios ¿Qué sucedería cuando la
sociedad adquiera las acciones de uno de ellos? ¿Quedaría disuelta desde la
adquisición o subsistiría transitoriamente con un solo socio hasta la enajenación de
las acciones a un nuevo socio?
Pablo Troche Robbiani, Comentario al Art. 1072 en Código Civil de la República del Paraguay Comentado, director Antonio Tellechea
Solís (Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya,2017), Tomo VI, pág. 524.
Ibid. 525.
Ibid.
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está previsto para la sociedad de responsabilidad limitada, aunque salvando las
marcadas diferencias entre ambos tipos societarios.
En primer término, la representación del capital en ambos tipos societarios
es distinto, ya que en las S.A. el capital se representa por medio de acciones,
mientras que en las S.R.L. se da por medio de cuotas de participación.
Además, en las S.A. la cesión de acciones a socios y terceros es libre,
mientras que en las S.R.L. se debe seguir un procedimiento previsto por la ley para
que las cuotas puedan ser cedidas a terceros.
Para entender la cuestión debemos recordar que la S.R.L., conforme al Art.
1160 del Código Civil, puede tener veinticinco socios como máximo, y la cesión de
cuotas entre los socios es libre, mientras que para ceder las cuotas a terceros debe
contarse con el acuerdo de los demás socios.
Si la sociedad cuenta con más de cinco socios se requiere la aprobación de
los socios que representen las tres cuartas partes del capital y si la sociedad tiene
hasta cinco socios se requiere la unanimidad.
Cuando un socio desea ceder su cuota a un tercero primeramente debe
comunicar a los demás socios, quienes tienen derecho de preferencia para adquirir
las cuotas por el plazo de quince días.
Transcurrido el plazo de preferencia sin que éstos hayan hecho uso de su
derecho, el Art. 1169 del Código Civil dispone que “En defecto de los socios, la
sociedad podrá adquirir la cuota ofrecida con utilidades líquidas o reduciendo el
capital, debiendo ejercer la opción dentro de los diez días de vencido el plazo
otorgado a los socios”.
De esta manera nos percatamos que la norma prevé otro derecho de
preferencia, ya no a favor de los socios, sino a favor de la sociedad, la que
cumpliendo con ciertos recaudos, también puede adquirir la cuota de uno de sus
socios.
Ahora bien, analizando nuevamente el tema principal de este trabajo con
relación a esta norma cabe preguntarnos ¿Podría la S.R.L. conformada solo por dos
socios adquirir las cuotas del socio aparente sin que este quiera venderlas? Si lo
hiciera ¿Qué sucedería con la sociedad? ¿Quedaría disuelta o subsistiría con un solo
socio hasta que se integre otro socio en lugar de aquel cuyas cuotas fueron
adquiridas por la sociedad?
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En lo que a nosotros respecta en esta oportunidad, analizaremos lo atinente
a su domicilio a fin de determinar su ley aplicable, o dicho de otra manera, las
disposiciones de derecho internacional privado aplicables al régimen societario.
El Art. 26 del Código Civil dice que “La existencia y capacidad de las
personas jurídicas de carácter privado constituidas en el extranjero, se regirán por
las leyes de su domicilio, aunque se trate de actos ejecutados o bienes existentes en
la República”.
En concordancia, el Art. 101 del Código Civil expresa que “La existencia y
capacidad de las personas jurídicas privadas extranjeras, se rigen por las leyes de su
domicilio…”.
Por su parte, el Art. 1196 del Código Civil refiere que “Las sociedades
constituidas en el extranjero se rigen, en cuanto a su existencia y capacidad, por las
leyes del país de su domicilio…”.
Como podemos notar, estas normas siguen una misma línea en cuanto a
que las sociedades extranjeras están reguladas por las leyes del país de su domicilio.
Ahora bien, como en este trabajo estamos analizando la viabilidad de la
sociedad de un solo socio en el derecho paraguayo, debemos analizar la posibilidad
de que, a partir de estas disposiciones del Código Civil, pueda existir en Paraguay
una sociedad de tal característica.
Habíamos dicho que en Argentina, a partir de la Ley 26.994, que modificó
la Ley 19.550 denominada desde entonces “Ley General de Sociedades”, permite la
existencia de la sociedad anónima unipersonal, motivo por el cual quien desee tener
una sociedad de tales características en Paraguay podría constituir la sociedad en
Argentina con arreglo a sus leyes y luego trasladarse a Paraguay, quien a pesar de no
regular dicho tipo societario ni uno siquiera similar, no podría negarle validez y
capacidad para operar en nuestro país, siempre y cuando se ajusten a ciertos
requisitos.
El mismo Art. 1196 del Código Civil dice que“…para el ejercicio habitual
de actos comprendidos en el objeto especial de su institución, se ajustarán a las
prescripciones establecidas en la República”.
Finalmente dice que “Los establecimientos, agencias o sucursales
constituidas en la República se consideran domiciliados en ella en lo que concierne
a los actos que aquí practiquen, debiendo cumplir con las obligaciones y
formalidades previstas para el tipo de sociedad más similar al de su constitución”.
Esta disposición es concordante con el Art. 1197 del Código Civil según el
cual “A los fines del cumplimiento de las formalidades mencionadas, toda sociedad
constituida en el extranjero que desee ejercer su actividad en el territorio nacional
debe: b) acreditar que la sociedad ha sido constituida con arreglo a las leyes de su
país…”.
Asimismo, el Art. 1198 del Código Civil confirma lo expuesto cuando dice
que “Los artículos anteriores se aplicarán a las sociedades o corporaciones
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constituidas en otros Estados aunque el tipo de sociedad no esté previsto por
nuestra legislación”.
En conclusión, los establecimientos, las sucursales o agencias de una
sociedad de un solo socio constituida en un país en el que está expresamente
permitido por su legislación, son perfectamente válidas en Paraguay y no se les
puede negar personería jurídica ni capacidad para celebrar actos jurídicos en todo el
territorio de la República.
Sin embargo, cabe destacar que si la sociedad de un solo socio constituida
en el extranjero tiene su domicilio en Paraguay o su objeto principal está destinado a
cumplirse en nuestro país, será considerada como una sociedad local conforme al
Art. 1199 del Código Civil y, por ende, deberá cumplir con las leyes paraguayas.
José A. Moreno Ruffinelli, Derecho Civil: Parte General-Personas (Asunción, Paraguay: Intercontinental Editora, 2017), 173.
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En ese orden de cosas podemos decir que, a la luz del Art. 959 del Código
Civil, la sociedad solo puede estar conformada por “dos o más personas”, y no por
una sola persona, ni siquiera temporalmente, ya que en dicho caso se alteraría la
naturaleza sustancial del contrato en general y del contrato de sociedad en
específico.
Además, un contrato no puede ser celebrado por una sola persona ya que
este tiene como elemento esencial el consentimiento de las partes y con una sola
persona no existiría consentimiento sino simplemente una voluntad unilateral, la
cual si bien también es fuente de obligaciones , no puede crear una sociedad.
El mismo Villegas, refiriéndose a la pluralidad de personas como elemento
de la sociedad nos dice que: “Es un elemento esencial para que nazca la sociedad y
para que ella subsista. De modo que se requiere la participación de dos o más
personas en el acto constitutivo y durante la vida de la sociedad, ya que al
desaparecer tal situación se produce una causal de disolución (Art. 1003, inc. e) .
Asimismo, debido a que la sociedad es un contrato, le son aplicables las
reglas de interpretación de los contratos y de los actos jurídicos, que son utilizadas
en casos como el que nos ocupa, es decir, cuando existe ambigüedad con respecto a
la correcta interpretación de las leyes.
En efecto, el Art. 301 del Código Civil dispone que “Los actos jurídicos
producen el efecto declarado por las partes, el virtualmente comprendido y el que
les asigne la ley”, y como en este caso la ley, a través del Art. 959, otorga los efectos
de una sociedad al contrato celebrado por dos o más personas, el incumplimiento de
ese requisito hace que, en puridad, no exista contrato de sociedad.
Siguiendo con las interpretaciones encontramos que el Art. 712 del Código
Civil establece que “Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los cuales
resultaría la validez, y del otro la nulidad del acto, deben entenderse en el primero. Si
ambos dieren igualmente la validez al acto, deben tomarse en el sentido que más
convenga a la naturaleza de los contratos y a las reglas de la equidad”.
En otras palabras, conforme al Art. 712 la interpretación de las cláusulas
del contrato de sociedad debe realizarse con el fin de preservar o conservar el
contrato de sociedad y entenderse en el sentido más conveniente conforme a la
naturaleza del contrato y según las reglas de la equidad, es decir, debe hacérselo
entendiendo a la sociedad como un contrato de dos o más personas, ya que hacerlo
en el sentido de viabilizar una sociedad de un solo socio es contrario a la naturaleza
misma del contrato de sociedad.
Además, el Art. 1003 del Código Civil dice claramente que si la sociedad
es de dos socios y uno de ellos muere, la sociedad queda extinguida, con lo cual
demuestra que el espíritu de la ley es que la sociedad esté siempre conformada por
dos o más personas.
Art. 673. Son requisitos esenciales del contrato: a) el consentimiento o acuerdo de las partes;…
Véanse al respecto Arts. 1801 y ss.
Villegas, De las Sociedades Civiles y Comerciales en la Legislación Paraguaya,77.
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Entonces, interpretando sistemáticamente las normas que aparentemente
viabilizan la sociedad de un solo socio en los casos analizados a lo largo del trabajo
con estar reglas legales de interpretación y las normas generales de las sociedades
podemos decir que con nuestra legislación actual no es viable la sociedad de un solo
socio, salvo en el caso de que la sociedad haya sido constituida en el extranjero.
Ahora bien, el hecho de que esas normas no puedan ser tomadas en el
sentido de viabilizar una sociedad de un solo socio no significa que las mismas estén
de relleno o no tengan un fin en sí mismos, ya que esas normas otorgan facultades
legales a los socios y las sociedades en todos los casos en que la sociedad no esté
conformada por dos socios y siempre que no reduzcan a uno el número de socios.
No puede negarse que el socio puede legalmente renunciar a la sociedad,
puede ser excluido por justa causa o por negarse a entregar nuevos aportes, así como
también la sociedad anónima puede adquirir sus propias acciones o la sociedad de
responsabilidad limitada puede adquirir sus propias cuotas, pero todas estas
cuestiones no son aplicables para el caso de que la sociedad esté conformada por dos
socios ya que de esa manera quedarían con un solo socio, lo cual es inadmisible dada
la naturaleza contractual de la sociedad y por la expresa disposición el Art. 959 del
Código Civil en concordancia con los artículos 301, 712 y 1003 del mismo cuerpo
legal.
En cuanto al caso de la sociedad de dos socios, uno de los cuales es el
mayoritario y el otro es su prestanombre para cumplirse con el requisito de la
pluralidad de asociados, la misma es una sociedad conforme al Art. 959 y ante el
caso de que el mayoritario quiera excluir de la sociedad al socio aparente debe
acordar con este para que ceda sus acciones a un tercero, caso en el que seguiría
existiendo una sociedad conformada por dos socios, por lo tanto, si bien el socio
mayoritario maneja prácticamente a su antojo la sociedad, el otro socio existe y por
lo tanto, no puede hablarse de una sociedad de un solo socio.
Finalmente, en el caso de la sociedad de un solo socio constituida en el
extranjero conforme a las leyes de ese país –como el caso analizado de la legislación
Argentina–esa es la única posibilidad viable de que en Paraguay exista una sociedad
de un solo socio, aunque para ello deberán cumplir con todas los recaudos expuestos
precedentemente al referirnos a dicha situación.
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Bibliografía
Torres Kirmser, José Raúl. 2009 “La Sociedad”, en Derecho Mercantil Parte
General, Coordinadores Bonifacio Ríos Ávalos y Fernando Andrés Beconi.
Asunción, Paraguay: La Ley Paraguaya.
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