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556 REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO

LA LITERATURA COLOMBIANA 557


LA LITERATURA COLOMBIANA
indestructibles, antes desconocidas, a la organización
social Y política de lo_s pÚeblos. Este descub�imien_to lo
(Continuación)
debe el mundo científico al señor doctor E�equtel Ro1as. »
Eti el campo filosófico, la luch a se entabló, desd
e El propio apologista condensa así la doctrina de su
_
los tiempos del general Santander, entre • maestro: "La felicidad consiste en las sensaciones agra­
los secuaces
del utilitarismo benthamista y los defensor dables; y la desgracia, en las sensaciones penosas.
es de la fi­
losofía espiritualista y cristiana. Bentham Como los actos .humanos tienen la propiedad de pro­
-como lo ob­
serva don Ignacio Gutiérrez Ponce en la
preciosa bio­ ducir sensaciones agradables y penosas, é•;; claro que
grafía de su padre-era admirado en el tienen la propiedad de ocasionar la felicidad Y la des­
Nuevo Reino
desde antes de la revolución, no precisam
ente como gracia. En tal virtud el bien es la sens aci�n agradable
_
filósofo, sino como tratadista liberal avanzado y el mal la sensación pe�osa. » L� apltcac1ón de est�
, y esta .
admiración se convirtió en culto entre polít
icos como principio al Derecho públtco constttu1a �I gra? descu
Santander, que conocieron personalmente al brimiento del doctor Rojas y era el cammo mas seguro
célebre pen­
sador y recibieron de él muestras de para garantizar la felicidad de los pueblos. El doctor
consideración. .
Santander, católico practicante, fue el gran .Rojas era expositor claro y seco, y como escritor no
propagan­
dista de un sistema contrario a la mora se apartaba de la inamena tradición de su escuela, pues
l cristiana, y
esta preferencia doctrinal vino a mezclarse no brillaron tampoco por su estilo don Ramón Salas,
con las cues­
tiones políticas, caracterizando, por largo
s años, a la ni Dumont, ni el propio patriarca británico. C�n todo,
escuela liberal. El más notorio expositor del justo es recordar, en honor de nuestro compatnota, �ue
utilitarismo
en Colombia fue el doctor Ezequiel Roja
s, natural de el insigne literato español don José Amador de los Rto�,
Miraflores, departamento de Boyacá, refiriéndose al libro del doctor Rojas, reconoce que el
en donde nació
en 1801. Ocupó distinguidos puestos revela « las raras y brillantes dotes de dialéctico pen­
en el profesorado
y en la diplomacia y vivió rodeado sador y controversista de que ha hecho larga muestra
de las considera-­
ciones de sus copartidarios y disc durante su vida literaria.•
ípulos, que acataban
reverentemente su magisterio. Uno En contra de las enseñanzas utilitarias se alzó un
. de ellos, el más elo­
cuente, don José María Rojas Gar pensador que era al propio tiempo un grandísimo es­
rido, con esa exage­ _
ración tropical que tánto daflo ha critor. en prosa y en verso. Este fue don José Eusebio
hecho a estos países,
llegó a escribir, con referencia a la Caro. Nació en Ocaña en �817, y se formó en la pr?­
Filoso/la de la moral:
«No más aplauso que el autor de pia escuela utilitarista que él mismo debía refuta� mas
este libro merecen
Jorge Cuvier .... , Roberto Fulton adeÍante de manera tan elocuente. Porque su genio lu­
.... , ni Willian Herschell ....
... Estos .... han magnificado minoso no podía conformarse con esa moral basada
la ciencia; pero incompa­
rablemente es má s fecundo sobre el cálculo de las probabilidades de placer Y de
en bienes para nuestro li­ _
naje el descubrimiento de la 'l)ena ni mirar impasible la invasión de un nuevo ep1-
doctrina, moral q�e da bases
cureí�mo. Su talento generalizador se había enamorado


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del idealismo de Platón, y en nombre del filósofo de lecto lírico que éstos usaban escribió sus primeros ver­
las ideas _puras, condenaba el rastrero· materialismo de sos. Pero aún en éstos la genialidad de Caro rompe los
Bentham y de Tracy. Su Carta a don Joaquín Mosquera lazos <;le las convenciones literarias y _se manifiesta en
sobre el principio de utilidad es una de las grandes pá­ rasgos de extraña y soñadora poesía. El alma del poeta
ginas filosóficas de Colombia; allí compiten la penetra­ estaba lista a recibir las impresiones de una nueva
ción del pensador, la precisión del matemático, la ele­ musa, la que babia dictado sus hondas y varoniles que­
vación del poeta. Recuerda, por el pensamiento y por jas a Childe Harold; la que había dado alas angélicas
el estilo, la insigne escuela neo-católica francesa, la de a las etéreas meditaciones de Lamartine. Todos los
Bonald y de Maistre, y algo también del brío, de la grandes sentimientos tuvieron eco en el corazón de Caro,
arrogancia, de la elevación filosófico-poética del Ensaya quien halló palabras inflamadas para hablar de Dios,
de Donoso Cortés. de la libertad, de la patria; para eternizar los sufri­
Hemos nombrado a José Eusebio Caro, y condu­ mientos y deliquios de la pasión amorosa. Los versos
cidos por este nombre célebre volvemos a entrar en el de Caro suelen tener cierta dureza, que no procede de
campo de la poesía. Ht:mos visto que ni durante la falta de oído musical en el poet_¡¡, sino de la natura­
revolución ni en los tiempos de la Oran Colombia, la leza indómita del cantor, que se revela hasta en el
poesía. granadina había tenido acentos dignos de los broncíneo timbre de sus estrÓfas. Cantó temas eternos,
épicos acontecimientos que entonces se desarrollaban pero de manera tan personal, que, comparadas con sus
en el suelo americano. La poesía seudo-clásica tímida poesías las demás de la escuela romántica española,
y aun encogida de nuestros líricos parecía propia más parecen proceder de otra fuente de inspiración. Fue
bien de -una época de calma pastoril e idílica. Este pro­ poeta filósofo, con precisión de conceptos y rigor de
pio contraste se observa en Francia en el período de expresión, a diferenci:1 de los grandes románticos es­
la revolución y en esos mismos años del siglo XIX ilus­ p�ñoles, cuyo penSamientq flota indeciso, mostrándose
trados por la epopeya napoleónica; la poesía, honda, alternativamente místicos e incréqulos, .cristianos o ado­
humana, sublime, estaba en- los hechos históricos, y rct.dores del Profeta. Nadie ha expresado su vida íntima
no hallaba resonancia en los pálidos versos de los con más austera verdad; y si en ocas-iones parece que
poetas académicos, secuaces de una escuela agotada, su ardiente idealismo lo arranca a la vida real, pode­
Pero después de las conmociones políticas vino la re­ mo� estar ciertos de_que Caro en esos instantes, creía
volución literaria,. y casi a un tiempo resonaron los. y afirmaba co.mo hombre lo que expresaba como poeta.
cantos de los más grandes líricos que ha producido El cantor de Héctor, el que !lizo, h�blar al último Inca
Francia. 0tro tanto ocurrió en la Nueva Granada.· en estrofas dignas de Carducci, el vate civil de La li­
. José Eusebio Caro es el colombiano que con su bertad y el socialismo, el divino poeta de los romances
vida y con sus obras, deja, de modo más evidente, la amorosos y de la lágrima de felicidad, figurará siempre
impresión del genio. Formóse · en la escuela poética de entre los líricos más originales, pui:os y enérgicos de
Martfnez de la Rosa y de Quintana, y en el noble día- la América española.
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Compañero de Caro fue Julio Arboleda, nacido, tima mano. Si se juzga a Arbotega por lo� más cl,ébil,es,
como él, en '1817. Su vida fue una leyenda romántica� · puede considerársele, según. lo ha hecho Cejador� como
y si hubiera florecido en el siglo XVI figuraría al lado un frío versificador seud�clásieo; peto si. se tienen en
de los Garcilasos y Ercillas. Hijo de ilustre familia, cuenta los grande cuadros, aquellos que, podrían h�­
clásicamente formado en Inglaterra e Italia, de educa­ ber ser_vido de tema al ph1cel fantástico de Gustavo
ción y gustos refinadísimos, poseedor de una gran for­ Doré, debe reconocerse, c0,n iusticia que un poeta de
tuna, Arboleda se vio arrebatado' por el torbellino po­ · esa irnaginación, de ese brío,, de esa artogancia de dic­
lítico de su tiempo; y fue periodista y orador, general ción, de ese arranque varonil y magnánimo, · no es in­
y hombre de estado, terminando su gloriosa y breve digno. de figurar en el eoro que Hustran Los autqres del
carrera víctima de aleve emboscada en montaña sinies­ Moro Expósito y de Granada.
tra. Como orador, subyugó a amigos y adversarios por Al lado de Ca:ro y de Atboleda,, que bFillaron como
la br_illantez y elegancia de su palabra, como lo testi­ relám,pagos en. e,l cielo. de la patria, se clestaca la pro­
fica otro gran maestro de la tribuna, don José María cera fi;gura de don José Jqaq1,1ín Or.ti,z, a quien su larga
Samper. Y nos dejó insigne muestra de esa elocuencia \\ida y preclaros merecimientos le asegyrarn,n la r-e-pre­
en el discurso con que dio posesión al presidente Ma­ sentación de patriarca de n\le,stras le1tras. Nadó, en Tt:1,Dja
llarino. No era Arboleda un lírico por el estilo de Caro , en 18.14 y falledó en Bog0tá en· 1892� Consagró su
'
sino más bien un cultivador del romanticismo histórico, existencia a� servicio die la rebiigi@n Y/. al cu-ltiv� de la
un poeta épico y objetivo. Hijo de Popayán, la ciudad literatura. Con José Eusebio Caro redactó• La. Estrefla
de las grandes tradiciones coloniales, se enamoró de nacia11al, primer periódie,0, e:ICiciiU!Stvam�nt,e Htera¡io que
, ·sus leyendas, y trasladó a siglos remotos y encarnó en hubo en la Nu�va G(anaict� Sus en.say•QS i"ve-niles,
creaciones de su fantasía los sentimientos y las pasio­ ya [email protected], com01 Hr11Fas de ri:.es,e<t,l).SQ, ya drana, · á¡Heos, co­
. nes que eran alimento de su vida. Perdura en la forma -m.o: la tragedia Su:.AlllM, 80:mJ d:é�He& 1iet¡J¡J¡ed0S de 1,a poe­
de sus versos algo de la tradición clásica del siglo an­ sía del ,siglo XVUI,, y· apena$ ainun:ciaa al gran e.aintor­
,,terior, como vive también en los poemas juveniles del q11e Viilil()¡ des�. No ftJ� {lr.H'A prO!l).iarneute i:om4nti�,.
,,,duque de Rivas; pero el espíritu de su poesía es fran­ ·sin_ p.©e.ta et.e, la es.cuef;a � Q.u·i� 'JI Obt\ed�; pero
. camente romántico, y si sus paisajes ofrecen, a veces, no. se sustnaj'0 a lá infllli,en(tia. ti.e C�aul111iand;;, y si
la armonía de lineas y colores del arte clásico, otras sus. Qdas son dásioos por la: �1:rna,.,. slS,eJ�f:l te;iter <rie.lita
tienen la grandiosidad almtpta y trágica, los violentos vaga y· solemne· melanc.�a q¡u� l,la:e.e: ft a;lguna d� e.Itas
· contrastes de 'líneas y de sombras propios de la nueva v-erdadei;as-, Meditaeiv1t..e.s,._ Stll pr<il6a e.& cprre.cta y, de corte
escuela. Y en cuanto a los personajes, nadie negará castellano,, pou l;t ampliittl!@ y; s.0nori0� del period@,
• que Pubenza es de la familia de Atala y que Alvaro per0t demue.stca. t.a inil,u�cia de leetu,tas constante� de
, de Oyón es. de la estirpe de Giaour y del Corsario. El El genio dd c,;istiaoiiSmo i de la$ �b,a& de DonpaC:> C.os­
"-0onzalo de Oyon es obra que sólo conocemos por frag­
,. mentos, a algunos de los cuales no dio el autor la .úl-
tés. Ol!tiz· es: eh poeta de: ta. patria� el �anfor d.e- Bolívar;
"
'

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el que supo unir amorosamente en sus versos recuer­ de entonces, en quien las aficiones poéticas compiten
dos de España y de la Gran Colombia; el que celebró con el entusiasmo por los estudios económicos, políH-­
a Los colonos en versos dignos de Bello; y en La go­ cos y sociales, fue el doctor José María Samper, el más
londrina, Los sepulcros de la aldea tY La última luz, ha­ fecundq de nuestros esc!'itores, y que en vida gozó de,
tiló de la brevedad de la vida y de la majestad de la una reputación continental como expositor apasionado
muerte en versos de elevación bíblica y de hondo y y elocuente de las doctrinas democráticas y de las as­
humano sentimiento. Ortiz tuvo numen poderoso y fuerte, piraciones- a veces confusas-de los pueblos ameri­
que se explaya en grandes y resonantes estrofas; po­ canos. Hoy su reputación está un -poco decaída, con
seyó, como ningún colombiano, el os magna sonaturum;· injusticia notoria, pues su labor fue inmensa, variados
fue un poeta civil de la escuela de Píndaro; sublime, sus conocimientos y grande su inteligencia. Lo perju­

• cuando la inspiración hincha pujante las velas de su


nave; desmayado, cuando se halla entregado a sus so­
dicó su misma fecundidad irrestañal1fe, que hacía bro­
tar de su taller libros sobre libros, sin darle tiempo a
los recursos técnicos. Como poeta íntimo y subjetivo, decantar el pensamiento y a dar a la forma esa perfec­
como cantoJ del hogar, su personalidad se esfuma. Ha­ ción sin la cual las obras litera"rias no pueden sobre­
bía nacido para el ágora, para la plaza pública. Aun vivir a su época. Todo lo suyo lleva el sello de la im­
en sus polémicas periodísticas de la inolvidable Cari­ provisación atropellada y brillante, y este defecto se
dad, se presentaba revestido de la toga y hablaba con patentiza más en su obra poética, por ser más exigente
majestad consular. y aristocrático el lenguaje del verso que el de la prosa.
El romanticismo no limitó su influjo a la literatura, Varias son las colecciones poéticas de Samper, y en
sino que invadió también el campo político, por imita­ todas ellas se revela su extrema facilidad para versi­
ción directa de Francia, que hechizaba a estos países ficar, que dilata su inspiración en gran número de ver­
con la magia de una revolución que derribaba dinastías, sos incoloros, en vez de concentrarla en unas pocas
y hacia un dictador republicano del maravilloso poeta estrofas de forma acabada y pulcra. En cambio, en prosa
, de las Meditaciones y las Armonías. Siempre ha influido dejó páginas magníficas, que hacen honor al pensador
Francia de una manera decisiva en todas las manifes ­ y al literato; pues· si no ofrecen gran primor artístico,
taciones de nuestra vida política, social y literaria; pero están animadas por el fuego de una sincera elocuencia.
hacia mediados del siglo, en época de crisis revolu­ En su inquieta juventud, Samper se exhibió en primera
cionaria y de violentas transformaciones, cuando Fran­ línea entre los sostenedores del l iberalismo anticlerical,
cia anunciaba al mundo el credo de la democracia por y con folletos como el titulado El clero ultramontano,
la voz elocuente de sus publicistas y pensadores, , esa,. publicado en 1857, dio ocasión a la hermosa réplica
influencia no se mantenía · en el campo de las ideas, de las Cartas de un sacerdote católico, de don José Ji:íá.­
-sino que procuraba convertirse en hechos, transformando quín Ortiz. Por entonces sus maestros eran Michelet,
.lá sociedad y el régimen político y preparando el ad- Quinet, Oirardin y el Lamennais de lá época de la re­
�·venimiento de la n�eva Colombia. Tipo del publicista beldía. La vida parlamentaria de Samper es de las más
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largas y completas que recuerdan nuestros anales, y Se formaron al lado de Caro dos escritores fecun­
tuvo ocasión de medirse con todos nuestros grandes disimos, que en parte siguieron su dirección política y
oradores y con personajes de la talla del general Mos- filosófica y sus huellas poéticas, aun cuando el maestro
. quera. Tenia voz robusta, arrogante presencia, aliento no hubiese podido participarles su inspiración excelsa.
infatigable, que le permitía hacer uso de la palabra Y sin embargo, uno de ellos, hombre de rara fortuna,
--durante sesiones enteras sin sentir enflaquecimiento. No iuvo la suerte-no compartida por ningún otro pueta
era uno de esos oradores que vencen al adversario con de su país, ni quizá de toda la América-de que uno
el rigor inexorable de su razonamiento; pero sí de los de sus tomos de versos llevase una carta-prólogo de
que lo postran con violentos golpes de maza. En la Lamartine. Llamábáse ese compatriota don José María
la edad viril, su conciencia sufrió una transformación. Torres Caicedo, y había nacido en Bogotá en 1830. En
profunda, y sin romper con todas sus ideas liberales, La Civilización de Caro publicó artículos de ardi'ente
se declaró fervoroso católico, y por esta causa sufrió política y largas composiciones en verso sobre temas
persecuciones. Esos cambios tan hondos y radicales, y siempre elevados, pero con escasa inspiración poética..
.al propio tiempo tan sinceros; esa perpetua agitación Herido en un duelo memorable, emigró a Europa pobre
-de pensamiento; esas luchas violentas del periodismo y con una bala entre el cuerpo; y en Francia, con su
y del parlamento, alternadas con fraternales y sencillas actividad de periodista y sus recursos de hombre de
reuniones literarias, pintan bien la vida colombiana en mundo, se formó una posición envidiable, que culminó
gran parte del siglo anterior. En la inmensa galería de en los años de oro del segundo imperio y en los pri­
las producciones de Samper, son dignos de leerse, como meros de la tercera re;:iública. Representó a su país y
\
reflejo de una época y como documentos útiles para a otras naciones americanás. Presidió conferencias in­
qu�en quiera hacer un estudio sociológico de la Amé­ ternacionales sobre propiedad literaria, en algUrlá de las
r-\i;a espaAola, libros como los titulados Apuntamientos cuales tomó asiento entre Víctor Hugo y Tuurgeneff.
pqrq �-a historia social y política de la Nueva Granada, Fue miembro del instituto de Francia y de otras cor­
e,nsqY,o sobre las rev,olucio,nes políticas, Curso elemental poráciones sabias. Su nombré aparece citado en el De­
qe cienciq d,e la legislación, Gªl,ría nacional de hombres recho internacional codificado, de Blunschií. Otros de
.ilustres, Historia de l.lfl alma,. El Libertador Simón Bo­ sus libros llevan prefac/os de Castelar y de Jules Janin.
#var, y su precioso comentarfo a la Constitueión de A tal punto llegó su prestigio, que el ilustre venezolano
1886. Si hubiéramos de escoger algunos de sus trabajQS don Cecilio Acosta, tan superior a él en todo, escribía
goétlcos, no acudiríamos a sus poesías líricas, sino a en 1879: « Es cosa fuera de duda hoy en el mundo ci­
s4s i;omedias, por ejemplo, a la titulada Un alcalde a vilizado que mi noble amigo el señor don )osé María
la antigua y (iqs primos a la moderna, cuadro de cos­ Torres Caicedo pertenece al número de las notabilidades
tunJbres mucho. más apreciable que los dramas román­ más encumbradas del mundo. » Y Tortes Caicedo no
ticos de �1:itoncés. Samper nació e-n Honda, en 1828, y tenía cualidades intelectuales dé orden superior, pero sí­
muriQ en 18,88. un espíritu generoso, animado por ferviente ainericanismo,
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Y supo hacerse propagandista desde la tribuna universal ,con una sola excepción. Tu vo u n momento de inspi­
de París de ideas simpáticas en todo el continente. S us ración le gítima y compuso el canto Al Magdalena, ori­
libros han envejecido mucho, como todas las obras de ginal, brioso, selvático bajo su vestidura netamente cas­
ocasión que no están avaloradas por insignes méritos ieliana, poesía qu e refleja los p ais ajes de la tierra tro­
de e stilo; pero son interesantes para conocer el movi­ pical como el gran río copia mágnificamente en sus
miento de las ideas en un importante período del siglo agu as los bosques de la ribera. Si Madiedo hubiera
pasado. Merecen especial recuerdo sus Ensayos bio­ explotado esta vena de poesía americana, figuraría entre
gr_áficos Y de crítica literaria sobre los principales publi­ los mejores vates colombianos.
cistas, historiadores, poetas y literatos de la América La segunda generación romántica tu vo tres grandes
latina. Sus poesías carecen de significación, no obstante figuras poéticas: Rafael Núfíez, Rafae l Pombo Y J orge
el juicio lfsonjero del eminente crítico itali ano Cesáreo isaacs . En todos tres se advierte la influe ncia de la li­
en la Nuova Antología, hecho que comprueba cuán di­ teratura inglesa. En el primero por caus a de su larga
fícil e s la apreciación j usta de versos escritos en extraño residencia en ese país; en los dos últimos , porque lle­
idioma. vaban en sus venas sangre s ajona. Núñez es la perso­
El otro publicista a que nos referimos fue el doc­ nalidad más grande de la política colombia na en los
tor Manuel María Madiedo. No tuvo éste la pcsición ,últimos cincuenta años; rehizo con el poder de su pluma
internacional de Torres Caicedo; pero f ue, en su tiempo , lo que Mosquera había derribado con su es pada triun­
conocido y apreciado e n la América española. Era na­ fadora. Sus escritos constan en dos volúmenes : Ensayos
tural de Cartagena, en donde nació e n 1815. Falleció de crítica social, publicado en Inglaterra, Y la Reforma
en Bogotá en I 888. Era espiritualista -Y cristiano ; pero política en Colombia. Hay allí páginas dig nas de un
su pensamiento solía flotar al infl uj o de teorías extrañas, gran sociólogo por la profundidad con que anaHza los
Y e n alguna época de su vida fue secu az de Allan Kardec. fe nómenos políticos y sociales y la alteza de pensa­
Tenía un estilo cortado a la francesa, en donde brillan miento con que convierte el i n cidente pasajero en mo­
rasgos de ingenio en medio de expresiones efectistas y '{ivo de reflexiones de interés p erman ente. La obra po­
arranques de declamación. Los mismos títulos d e sus lítica de Núñez es y sera materia de h_onda controversia;
libros suelen ser extraños: Una gran revolución o la pero nadie puede discutir la alteza de su genio, s u
razón del hombre juz![ada por sí misma; Lumbres, flores admirable intuició n de los hombres y de las cosas Y
Y armonías, etc. Su Tratado de Derecho de gentes, pu­ es a maravillosa agilidad de pluma con que sortea las
_
�hcado en 1874, goza todavía de estimación en América. -dificultades, p araliza de un solo golpe al adversario,
No está escrito en forma didáctica: discute con cal or coloca las cuestiones en puntos de vista ,nuevos e ines­
Y tono de periodista las cuestiones, acomodándolas perados y fascina al lector, haciendo brillar la I uz en
s iempre a las soluciones má s generosas. Las numerosas las facetas de sus frases diamantinas. Es el prosista
poesías de Madiedo versan sobre altos asuntos religiosos colombiano de estilo más conciso y denso, más lleno
filosóficos y patrióticos ; -pero no pasan de la medianía: -de expresiones que sorprenden y sacuden la inteligencia.
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La Reforma política es uno de los libros capitales de este poeta romántico Hene cierta vagued-ad musical, como
nuestra füeratura. Pero este gran 1uchador era también de sinfonía modernista: Sideral es una de sus mejores
un gran poeta, y como poeta se hizo célebre en su ju­ inspüaciones. Núñ'ez nació en Cartage-na, en IS25, y
ventud. Sobresalió en dos géneros: el filosófico y el m'Uri-ó en la misma ciudad eA 1894.
amoroso. Su apasionado Todavía tiene vibraciones de la Rafael Pombo, hijo de Bogotá, en donde nació en
\
lira de Byron. El Que sais-je? y Dulce ignorancia expre­ 1833, es el más completo y quizá el má'S grande de los
san el hondo desencanto de quien vanamente busca en poetas <:olombianos. La poesía llenó casi por completo
el mundo la explicación del destino humano, y no pu­ su farga existencia, pues empezó a escribir versos siendo
diendo arrancar a la cie'rlcia la élave dei enigma, levanta un niño y continuó escribiéndolos hasta sus últimos
al cie1o los brazos con gesto de desolación infinita. Entre días, a la avanzada edad de setenta y nueve afíos. Cul­
los poetas que fueron víctima de la duda en el siglo tiv•ó ,todos los géneros lírkos, y su musa tuvo todos
pasado, Núfíez es uno de fos que han expresado su los tonos; desde el 'Si,ib'lime de la oda hasta el sencUlo
tortura interior con rigor lógico más implacable y con y fácH del ,cuento infantil. Sintió la naturaleza como la
más hondo sentit'ñiento humat10. Don Juan Valera extra­ han sentido los poetas del norte, y la pasión amorosa
ñaba que un hombre que parecía dudar de todo hubiese con el <:alor y la exuberancia de los t, tópicos. La mujer,
llegado a ser jefe de partido y presidente de la Repú­ como recuerdo, como aspiración, como realidad suprema,
blica. Pero hay que tener en cuenta que el escepticismo an1ma casi todas I s grandes fospiraciones de Pombo.
no represénta sino una faz del pensamiento de Núñez, El ,poeta célibe vivió rodeado de las ideales figuras a que
el cual, después de reducir a polvo, con ánálisis cruel, dio cuerpo y sér su fantasía. Escribió en su juventud),
ilusiones y creencias, siente et horror del vacío; y, reu• coJ11. el seudónimo de Edda, varios fragmentos de un
niendo los rotos fragmentos, se esfuerza por levantar poema, el primero de los cuales, titulado Mi amor, re­
con ellos un nuevo ideal, ett cuya cima luce el fulgor corrió la América entera como obra de una poetisa des­
del espiritualismo cristiano. Así surgieron Sursum, {deales, conocida, a quien se dio 'el título de « Safo cristiana. »
Psiquis, Véspero y tántos otros cantos de inspiración Edda es �a primera figura de la bella galería femenina
tan profunda como serena. Faltó a Núí'iez, como poeta, q
- u-e luce en los vers�s de Pombo y en fa cual alteman
el dominio acabado de la forma; 'no poseía oído muy seres reales, como Elvha Tracy y ila gran pianista Te­
fino; y así, al lado de versos admirables dejó escapar resa Carreño, la Eva de los aires, con las creaciones
· otros de áspe1 a y rocallosa factura, como si fuera un de la fantasía del poeta, como la Virglnal Angelina y la
gran poeta extranjero que escribiera versos en castellano. tentadora Paula. Los versos de' Pombo nos permiten
En ocasiones, el pensamiento filosófico aparece desnudo penetrar en las interioridades de un alma apasionada
de galas poéticas. En cambió, cuando acierta, nos ofrece y turbulenta, de un temperamento de fuego, en donde ·
ideas profundísimas, como pocos poetas castellanos tie­ las tempestades se formaban con tanta rapidez y esta­
nen, expresadas en fórmulas de insuparable concisión llaban con tanta violencia como en cíertas 'regiones de ·
y de lapidaria belleza. Uno de los últimos cantos de los trópieos. Así brotó la tremenda Hora de tinieblas,
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en un rapto de desesperación y de m!santropía, como nacimiento, de raza española por su madre e hijo de
se desprende el rayo de un cielo súbitamente conmovido un inglés de raza judía. Nació en Cali, en el valle del
por la tormenta. Ardía en. el alma de Pombo la llama Cauca, en 1837, y murió en !bagué, en 1895. Muy
del deseo y no se extinguió ni aun con los hielos de joven aún, surgió en una noche a la celebridad con la
la ancianidad: testigo, el soneto Abisag. Cultivó con lectura que hizo de sus poesías líricas en la tertulia lite­
suma originilidad ciertos géneros, como la elegía, la raria de El Mosaico, de que luégo hablaremos. Poco
meditación erótico-descriptiv:1; poemas como ·el Preludio tiempo después, en 1867, publicó la María, la novela
de primavera y Decíamos ayer, tienen la riqueza pano­ más popular de la América esp.iñola. En esos dos
rámica, la profundidad de sentimiento, la belleza sin­ libros encerró lo mejor y más puro de su inspiración.
fónica de las grandes elegías francesas y de las de Ten­ Hay en las obras de lsaacs un vago perfume oriental,
nyson y Longfellow. En cambio, al cantar El bambuco como el que se exhala de un antiguo cofre familiar;
derrama en sus estrofas fodo el calor y la exuberancia .,una melancólica nostalgia, como la de los hebreos que
de la naturaleza en el valle del Cauca. El aristocrático colgaban sus arpas en los sauces a orillas de los ríos
•. cantor de las rwrteamericanas, el misantrópico y su­ de Babilonia; una delicada fantasía ctescriptiva que,
blime poeta de El Niágara se inspira en motivos de empleando unas veces tonos esfumados y tenues, ha­
poesía popular al celebrar la alborada de El torbellino ciendo uso en ocasiones de pinceladas vívidas. y lumi­
a misa, y crea, para regocijo de ifuaginaciones infan­ nosas, nos presenta bellos y románticos panoramas.
tiles, las figuras de Rin-Rin-Renacuajo, Simón el bobito, Pero en Isaacs, al lado de la poesía del· ensueño, que
Doña Pánfaga, que perduran en el olimpo de los niños produce joyas como Rlo Moro y la Oración, vemos la
al lado de Ratoncito Pérez y de la cenicienta. En medio poesía de la realidad, que se manifiesta en composi­
de su fuerza creadora tuvo Pombo genialidades de excén­ ciones de vivac y de costumbres aldeanas llenas de
trico, y entre el concierto de voces de su arpa inmensa inspiración popular, v. gr., Amores de Soledad, la reina
resuenan a veces notas ásperas y duras; tributo rendido del campamento, El cabo Muñpz, etc. En María se mez­
. por el numen a su caprichoso y despótico dueño. Los �lan la inspiración idealista, que es el alma del virgi­
grandes cantos de Pombo pueden caracterizarse por nal idilio, con la poesía familiar,. que le da como fondo
aquella vibrante estrofa de Declamas ayer: escenas humildes de la vida diaria. Isaacs compuso a
Esas trombas de lírica armonía, María renovando, con el reactivo del arte, los recuer­
Infiernos de pasión divinizados, .dos de sus años de adolescente pasados en una de las
En que nos arrebatan a porfía más bellas haciendas del Cauca. Su heroína, real o fan­
Todos los embelesos conjurados. tástica-que éste es punto no resuelto,-es una her­
mana de Atala y de Virginia. Y si Efraín es un auto­
Poeta de índole muy diversa fue Jorge Isaacs, en ·
retrato, no puede decirse que en esta ocasión el pincel
.quien se unieron, como en Enrique Heine, varias y
-se mostrara esquivo para con su dueño. La parte des­
opuestas influencias atávicas, pues. era colombianf) de
:eripti va tiene en María singular importancia. Isaacs dio
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carta de naturaleza en el arte a los paisajes del Cauca, :Santiago Pérez. Era natural oe Zipaquirá, en donde
como Chateauhriand lo habiá hecho con tos bosques y -nació en 1830. Sus Ensayos líricos representan la nota
llanuras del Canadá. Ambos esctitores rellejaron en su falsa del sentimentalismo romántico, tan contrario a la
imaginación originales aspectos de la naturaleza vir� índole literaria del autor, que éste mirab� con enf�do
gen del Nuevo Mundo, realzando los ra-sgos pintores­ aquellos inocentes pecados de. la adolescencia. No era
cos con e! poder de sugestión que posee la palabra igualmente inofensivo el drama Jacobo Molay, escrito,
humana. Márlá ha sido traducida a varios idiomas, !ha -en 1�51, en el breve espacio de diez tardes, como dice
merecido el homenaje del gran püblico y et fallo favo­ su prologuista el doctor Lleras y que en, carna·muy bien
rable de los jueces de gusto más delicado. Es obra las tendencias de la escuela de los discípulos de Du­
maestra de arte espontáneo: esto explica sus lunares mas, aficionados a los temas seudo-históricos, a la pre­
'J constituye, por otro lado, su mayor hechizo. En su .sentación de escabrosos conflictos morales, a lances de
e'dad madura publicó Isaacs el primer canto de un poe­ asesinatos, _suicidios, raptos, torturas y reconocimientos
ma titulado Saulo, obra oscura e incoherente, que pár­ imprevistos de personajes; en suma, a cuanto pudiera
rece preludiar ciertas producciones enigmáticas ·del sim­ excitar los nervios. De la absurda concepción de /a<;obo
bolismo. En cambio, su canto en honor de Antioquia, Molay dio buena cuenta don Mariano Ospina en un ar­
titulado. La tierra de Córdoba, tiene bellas estrofas des­ tículo célebre, que fue como toque funeral del roman­
criptivas. Queda de Isaacs un libro en prosa: La revo-- ticismo decadente. En 1853 publicó el sttñor Pér-ez el
lución radical en Antioquia, testimonio del desdichado drama El castillo de Berkeley, d-el mismo género qe.l
paso por la polftica tle aquel cisne del Norte que vino anterior, pero de concepción moral m�s sana. No faL­
a mojar sus blancas plumas en las ondas azules de los tan las forzosas escena� d� sub\errélneo,, PU.ñí!.l y tra.ns­
ríos del Cam:a. :fo.i;niación (.lEil un per.sonaje; pero tiene pasajes,, como
Si ·en la poesía tuvo el romanticismo tan rico flo­ la escena décima d�l acto cuarto y la s�g\lnda del úl­
recimiento; si en la no'VeJa nos dio un modelo de idilio timo, que e�tán escdtos en el tono �ol;>..r.i.Q y levantado
amoroso) no tuvo igual ni parecida fortuna en el gé­ -de 1� ver(.lade�a tragediél y revel�� la ráp\Qé\. evolución
nero dramático, no obstante el ejemplo triunfador de ,q¡ge se iba verificando en la m.�-A¡t� ju"14�nil de� auto_¡;.
los grandes dramaturgos espafíoles. Sucedióle al drama · Es lástima que don Sa,ntiago P��ez hubiq&e abanr;to­
romántico lo que antes le había acontecido a la trage­ .nado ¡¡>ar-a siempre el t�atH>,, P"-�· habría podido �cti­
dia clásica: no halló terreno propicio en donde arrai­ bir dr<!im.as, �aballerescqs d-igr,¡_o� de- figl\raf �ntr� los (.le
gar, y apenas dio muestras de sí en débiles e intermi­ l.@S; buenQ& poetas espafiole(?,. P-e-ro s,i, como poet<\ �u
tentes ensayos. Vése esto claramente en las obras de obra es fr�gmen\aria, en ca:ml>io cq.mo 1-.o�ist� ocupó
un ilustre varón, que por su gran precocidad fue lla­ d:ou Santiago p.ue$to de noi:ior e'1,\�· los p;i¡imeros es­
mado «portentoso» por sus maestros, y que entre los -crttores. colombianos, �l ctes�uig�dq. rorná,fi);tí<;o $� l.J,ab.\a
veinte y los veinticinco afíos publicó una colección de -eon'{ertiqo en un ar:tist4 del gustQ mi� pt.Jro e inta.cha-
poesias líricas y dos dramas otiginales. Llamábase don., ble, y S1.J$ �rtícul )S de p,�rió.clico &gn modelo � prosa
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castellana, clara, enérgica, rotunda, con reflejos y vi­ nos indígenas. Por lo demás, la fama de don Felipe
braciones de acero. Redactó, en unión de otros dos. Pérez no reposa en sus versos, sino en sus campañas
eminentes publicistas-don Felipe Zapata y don Tomás periodísticas en El Relator, en donde mostró, si no dotes
Cuenca-El Mensajero, y es célebre en !os anales det de grande estilista, sí de hábil y diestro luchador, que
país la campaña de este periódico contra la dictadura· sabía manejar todos los recursos de la prensa mo,­
del general Mosquera. Dejó algunos discursos acadé­ derna con discreción, decoro y, en ocasiones, con ele­
micos, que figuran entre las páginas de oro de la prosa vada imparcialidad.
colombiana, como mosfelo de alto pensar, de noble sen­ Otros dos poetas menores del romanticismo, don
tir, de expresión transparente y diam�ntiria, abrillan­ Germán Gutiérrez de Piñeres y don Lázaro María Pé­
tada con el fulgor de magníficas imágenes. El señor rez, cultivaron el teatro, a par de la poesía lírica: Uno
Pérez fue presidente de la República. y otro escribieron poesías melódicas y sentimentales, y
El segundo de esta familia-cronológica y espm­ vive su recuerdo en algunas gallardas estrofas. Piñeres
tualmente-don Felipe Pérez, ocupa puesto muy distin­ escribió el drama El Oidor, cuya acción pasa en la San­
guido entre los polígrafos colombianos; y, en el género tafé colonial y en donde es figura principal el célebre oi­
de que ahora tratamos, dejó un ensayo de drama his­ dor Cortés de Mesa. Pére� prefirió asunt_ os europeos para
tórico, con el título de Gonzalo Pizarro. Los temas de sus dramas E/vira y La cordelera. El primero siguió la
la antigua historia del Perú interesaron especialmente tradición romántica de presentar a los monarcas-en
al señor Pérez, quien los explotó igualmente en narra­ este caso se trata del rey Felipe IV-moralmente humi­
ciones novelescas, de género también romántíco, como llados y vencidos por sus vasallos. La cordelera pasa en
las tituladas filma, Los Pizarros y Atahualpa. En el Italia, patria predilecta da._ los asuntos trágicos. De esta
prólogo del drama escribió el eminente doctor Manue� pieza hizo Joaquín Pablo Posada una cruel crítica en ver�
Ancízar: «Desde el momento en que el poeta elige por so, que es otro síntoma de que el gusto buscaba nueva
tema un suceso histórico, ya no es ni debe ser libre orientación. Y efectivamente, a mediados del siglo, el
en el desempeño, pues tiene que consultar y seguir el romanticismo estaba agotado: en poesía lírica sus culti­
espíritu de la época, la realidad de los hechos que vadores adocenados habían abusado del falso sentimen­
quiere traer a la escena, el carácter de los personajes talismo, de las leyendas lúgubres, de la imitación zorri­
actores y las circunstancias en que se encontraron.,; llesca y de las octavas con finales agudos. En el tea­
Teoría muy sensata,· análoga a la que habia desarro­ tro, los pocos dramas que hemos citado, además de de­
llado, con profunda crítica, el gran poeta Manzoni en fectos intrínsecos, tienen el pecado capital de carecer de
su carta a Mr. Chauvet sobre las unidades dramáti­ verdadera poesía y de no ofrecer méritos de estilo: de­
cas. El señor Ancízar declara que el autor de Gonzalo­ ficiencias imperdonables en una escuela que supo reves­
Pizarro se atuvo a esa prescripción y se empapó en el tir sus concepciones, no siempre lógicas ni humanas,
espíritu de las crónicas, y puede agregarse que quiso con el manto de la más esplendorosa poesía. Dramas
dar a su pieza color local con el uso de ciertos térmi- tan célebres como El trovador y Don Juan Tenorio ofre-
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' cen asidero a observaciones de fondo de una crítica


imparcíal; pero nadie que sienta la armonía de la ver-
sificación castellana podrá permanecer indiferente y frío /
ante la arrulladora música de las escenas de amor de RE.VIST�
ambos poemas.
del
. Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
En 1851 se publicó EL Doctor Temis, obra juvenil .
y única del doctor José María Angel Gaitán (1819-1851). ·
Esta novela ha gozado de cierta reputación tradicional; Publicada baJo la dirección de la Conslliatura
y Lave.rde Amaya escribió «que muchos años pasarán
/
antes d:e que desaparezcan por completo la novedad y ACTOS OFICIALES DEL COLEGIO.-FILOSOFIA.-CIENCIAS.
el aliciente que tiene para los bogotanos.» El autor es­ LITERATURA, ETC.
cog�ó una época que ha dejado trágico recuerdo: aque­
Se publica un número de 64 páginas el día primero
lla en qu.e Bogotá fue víctima de la cuadrilla de ladro­
de cada mes, excepto enero y diciembre.
nes de Russi. Tenia el malogrado joven condiciones para Sólo se canjea con revistas y publ'icaciones análogas.
novelista de costumbres; pero descarriado por la lectura Número suelto .............................. ........... $ · 0,20 oro
de los no,velones de folletín que estaban de moda, hizo Suscrición por ano. (adelantada)............. 2,00 »
una obra semiromántica llena de lances absurdos y de Número atrasado ......... .•......... ;.................. 0,30 »
· tip.os falSOtS, qwe, a pesar de los episodios de robos, Para todo lo relativo a la REVISTA, dirigitse al
raptos, Cf¡lnciliábuJo.s en horribl.es antros, muertes, etc., Administrador, sefíor don Carlos Lozano y Lozano,
,uo interesa, y¡ que no está realzada poc Q1éritos. de com­ apartado de correos número 72.
posición oi de es.tilo. Bien es cierto que,. c,omo lo ex;­ Se envían por correo números y suscrictones fuera
pusoj su p;itner p;rologuist�. el d0,�t-01.1 Ma.ldonadQ Cas­ -de la ciudad, siempre que venga el valor de'l pedido.
trQ, El1 Doctor Tem.is fue escritQ en unos pocQs días de
·vacaciones. •
(Co11tim.1ar:á)
,(\
ANTONIO QOMEZ: RESTREPO

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