Anibal Faúndes - El Drama Del Aborto
Anibal Faúndes - El Drama Del Aborto
Anibal Faúndes - El Drama Del Aborto
En busca de un consenso
Agradecimientos ...................................................................................................... 6
Primer prefacio ......................................................................................................... 8
Segundo prefacio ................................................................................................... 10
Introducción ............................................................................................................ 13
2
Complicaciones físicas ......................................................................................... 69
Consecuencias psicológicas ................................................................................ 71
Consecuencias sociales ....................................................................................... 74
Consecuencias económicas ................................................................................. 75
Factores que influyen en la gravedad de las consecuencias del aborto .............. 77
Legalidad y acceso al aborto seguro .................................................................... 77
Estatus socioeconómico ....................................................................................... 81
Capítulo 5 - ¿Por qué las mujeres se embarazan cuando no lo desean? .......... 83
Falta de conocimiento de los métodos anticonceptivos........................................ 84
Falta de acceso a los métodos anticonceptivos ................................................... 89
Falla de los métodos anticonceptivos................................................................... 93
Falta de control en sus relaciones sexuales ......................................................... 94
Capítulo 6 - ¿Por qué un embarazo es tan poco deseado .................................. 98
que termina en un aborto? .................................................................................... 98
Falta de un padre ................................................................................................. 99
Limitaciones económicas ....................................................................................100
Incapacidad de ser una buena madre / Interferencia con proyectos de vida.......101
Conflicto con las normas sociales .......................................................................102
Razones de salud ................................................................................................103
Falta de apoyo social...........................................................................................103
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Agradecimientos
Queremos comenzar por agradecer la inesperada y profunda influencia que tu-
vo sobre este libro nuestra residencia conjunta en el Bellagio Study and Conference
biente del Centro y las personas que conocimos en él hicieron posibles varias cosas.
En primer lugar, aun cuando somos amigos desde hace décadas. el ambiente nos
libro Esto fue esencial, tanto durante nuestra estadía en Bellagio como después,
chos tópicos sobre los cuales nuestros puntos de vista diferían en aspectos menores
pero significativos. En segundo lugar, las personas que conocimos en Bellagio, mu-
chas de las cuales estaban muy interesadas en el tema y dispuestas a discutir sus
opiniones personales, contribuyeron a darnos una mejor idea del modo de estructu-
rar el libro. En particular, queremos agradecer a Lou Stein y a Ruth Macklin que nos
beth Dawson, Raul Faundes, Christine Gudorf, Ellen Hardy y Stephen Isaacs.
Pons, quien tradujo al castellano, del ingles, una versión casi final de este libro, lo
el dedicado y competente apoyo técnico de Cecilia Barros, que coordinó las nume-
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rosas versiones del texto y las referencias, en sus viajes de ida y vuelta a través del
Por último, deseamos agradecer el aporte de las muchas mujeres que, durante
los cincuenta años pasados de nuestra vida profesional, han compartido sus expe-
riencias con nosotros, nos confiaron sus historias y nos enseñaron, con sus propias
palabras, qué significa realmente el aborto para ellas. Este libro está dedicado a to-
das esas mujeres, sin las cuales habría sido imposible escribirlo.
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Primer prefacio
un aborto tuvo sobre mí cuando era un joven interno en un hospital público de San-
res jóvenes y mayores, escuchar sus historias, verlas sufrir durante semanas y ob-
para consagrar una gran parte de mi vida profesional a encontrar un modo de mitigar
sus padecimientos.
Durante muchos años creí que la planificación familiar era la única respuesta, y
llegué a ser uno de esos escasos obstetras (más que ginecólogo) con experiencia
riencia me mostraron que por sí sola la planificación familiar era insuficiente. Com-
prendí que otras iniciativas sociales eran de igual importancia para reducir la canti-
dad de mujeres que ven en el aborto la única salida: la promoción de un mejor equi-
librio de poder entre los géneros, la educación sexual para adolescentes de ambos
sexos y la protección social de las mujeres que quieren continuar con su embarazo,
dos, casi desde el comienzo me fue difícil aceptar la injusticia social que representa
la penalización de las mujeres que abortan. Es imposible escuchar sus historias sin
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llegar a la conclusión de que, lejos de ser criminales, son víctimas del modo de or-
ganización de la sociedad. Su principal pecado es ser pobres, porque las ricas tie-
nen los medios para pagar un aborto limpio y seguro, sin correr el riesgo de enfren-
mayoría de la gente tiene una visión parcial del problema y que esa falta de informa-
Este libro, por lo tanto, tiene la intención que alguinas persoanas pueden con-
tar y executar iniciativas sociales que han demostrado su eficacia en la reducción del
políticos, sin embargo, se mueven en consonancia con la opinión pública y por eso
este libro también ha sido escrito con la esperanza de que llegue a una audiencia
más amplia que contribuya a influir en quienes tienen la capacidad de hacer realidad
los cambio sociales necesarios para resolver o aliviar el drama del aborto.
Aníbal Faúndes
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Segundo prefacio
Siendo estudiante de medicina, y luego como médico de un hospital universita-
rio de Chile entre fines de la década de 1940 y la década de 1960, yo también fui
de trabajo era la medicina interna, de modo que no tuve la experiencia obstétrica del
coautor de este libro. Sin embargo, atendía personalmente a muchas de las mujeres
que padecían las complicaciones tardías de mayor gravedad, a causa de las cuales
muchas morían semanas después de un aborto realizado con torpeza. Como la ma-
yoría de mis colegas, me consternaba ver que las mujeres que llegaban a nuestros
hospitales para tener un parto normal debían compartir una cama y volver a su casa
pocas horas después de haber dado a luz, porque la mayor parte de las camas es-
pobres comenzaban a encontrar trabajo en las fábricas, lo que les permitía contribuir
a aumentar los ingresos y el estatus de sus familias como nunca antes habían podi-
do hacerlo. Ese nuevo estatus femenino demandaba como norma una familia más
Nacional de Salud.
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Las mujeres que abortaban sabían que arriesgaban la vida, de modo que adop-
taron los métodos anticonceptivos tan pronto como éstos estuvieron a su alcance.
últimos veinte años, cayó un cincuenta por ciento en cinco años y luego siguió ba-
jando, mientras que las muertes por aborto se redujeron a una sexta parte de su ni-
ocupadas por pacientes con complicaciones relacionadas con el aborto hizo que ya
del país se consideraron satisfechos con esos resultados tan alentadores, aunque
sistieron en los esfuerzos por tratar el problema del aborto inseguro. El aborto aún
se consideraba pecaminoso e inmoral y, por lo tanto, seguía siendo ilegal. Las trági-
cas consecuencias que afectaban casi exclusivamente a las mujeres más pobres
tes de la ilegalidad del aborto en Chile no desaparecieron y, si bien son hoy de mu-
cha menor magnitud, siguen constituyendo hasta nuestros días un importante pro-
más importante aún, que es posible reducirlo en gran medida si se abandonan los
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La intención de este libro es extraer lecciones de nuestra experiencia, nacional
aborto en un solo volumen, cuya lectura esté al alcance de personas que no son es-
gumentos apasionados y que exige una mayor integridad intelectual y respeto mutuo
José Barzelatto
12
Introducción
En años recientes se han publicado muchos libros excelentes sobre el aborto.
¿Por qué dedicar tanto tiempo, energía y esfuerzo en escribir otro volumen sobre el
mismo tema? Sentimos la urgente necesidad de escribirlo porque creemos que los
crucial para una mejor comprensión de este problema personal y social, que afecta a
Más importante aún: nos parece evidente que sin esa comprensión será casi impo-
sible encontrar una solución al problema, que tiene tantas y tan profundas conse-
días.
pecto del problema y se dirigen a una audiencia ya conocedora de los enfoques fi-
losóficos, religiosos, sociales o sanitarios del debate del aborto. El gran público tiene
siones públicas. Pensando que esta es una barrera que afecta prácticamente a todo
el mundo; escribimos este libro con la intención de que fuera accesible a cualquier
persona que se interese por este tema. Hay una imperiosa necesidad de contar con
prevalecientes en torno de esta cuestión. Nos parece que, cuando la mayoría “silen-
ciosa” esté mejor informada, los cambios culturales indispensables para alcanzar un
ser de ayuda también para los líderes de opinión y para los planificadores de políti-
esta situación podría experimentar una notoria mejoría si la opinión pública y los pla-
¿Por qué intentamos asumir la responsabilidad de una tarea tan difícil? Como
indican los prefacios, somos dos médicos de un país en desarrollo, con amplia expe-
tros estudios universitarios. Ambos hemos vivido durante varias décadas fuera de
humano del aborto de diversas maneras y en muchos países del mundo. Este libro
refleja lo que hemos aprendido por experiencia personal a lo largo de nuestras vidas.
“Aborto” es una palabra que suscita profundas emociones en casi todos, cual-
quiera sea su nivel de relación con el tema e independientemente del grado de pre-
ocupación mostrado por las sociedades en que viven. El siglo XX fue testigo de una
caldeada confrontación retórica entre dos posturas extremas, cada una de las cuales
cional. Postulamos que quienes adoptan esas posiciones extremas son una minoría
relativamente pequeña, aun cuando afirmen representar a grupos mucho más gran-
mayoría menos radical no aborda la cuestión con la pasión de los extremistas y, por
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consiguiente, sus expresiones tienen una menor repercusión pública. En conse-
cuencia, las discusiones sobre el aborto han sido dominadas, tanto en el pasado
como, más aún, en años recientes, por los dos extremos radicalizados.
absoluta sobre las decisiones personales de la mujer y parecen ignorar por completo
y parece hacer caso omiso de cualquier valor posible del embrión o el feto. Estos
“pro elección”. Algunos activistas “pro vida” parecen hacer referencia únicamente al
derecho a la existencia del feto, sin tomar en cuenta el dilema de la mujer, las cir-
cunstancias y la calidad de su vida, sus otros hijos o el futuro del propio bebé. Los
partidarios radicalizados “pro elección”, por su parte, parecen ignorar o negar cual-
quier valor del embrión o el feto. Ninguno de estos dos extremos está dispuesto a
prestar atención a los argumentos del otro. Cualquier indicio de querer escuchar al
fortalecer los argumentos del “enemigo”. Esta controversia es tan caldeada y las pa-
siones son tan intensas que resulta muy difícil evitar la polarización de la opinión
pública. A nuestro entender, estamos ante un falso dilema y la gran mayoría de los
muestra indiferencia ante la suerte del feto y ve cualquier aborto como una pérdida.
La idea de que la gente está dividida entre quienes estan a favor y quienes
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riencia, la inmensa mayoría de las personas está “contra el aborto” en sí mismo. En
otras palabras, la gran mayoría de la gente cree que un mundo sin aborto sería un
mejor lugar para todos, pero al mismo tiempoo acepta que un aborto inducido puede
Por otra parte, nos parece que si estos grupos antagónicos comprendieran
de los puntos más importantes. Sostenemos que, una vez brindada la posibilidad de
un diálogo racional y civilizado, todo el mundo, incluidos los elementos menos radi-
sociales que han demostrado reducir la incidencia y las consecuencias de los abor-
tos inducidos. Creemos que la tarea es difícil pero no imposible. La meta de este
El libro debería ser de interés, además, para quienes se ocupan de los dere-
así como para los grupos dedicados a la educación sexual, la vida familiar y la reli-
gión y los problemas de salud pública. Lo que es más, su lectura podria ser de inter-
las que hemos sido testigos en diferentes países, con el fin de ilustrar nuestros ar-
gumentos. Aunque todos los acontecimientos ocurrieron tal como se relatan, hemos
narlas. Agradecemos a todas las personas cuyas historias nos han enseñado tanto,
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y esperamos que esas historias ayuden a los lectores comprender mejor el drama
El libro tiene cuatro partes. La primera, “El drama humano del aborto”, describe
los principales aspectos de este muy complejo problema personal y social. Comen-
zamos escuchando a las mujeres explicar por qué decidieron hacerse un aborto y
Sigue a ello una revisión del problema en el plano mundial, su alarmante magnitud y
sus trágicas consecuencias. Terminamos esta primera parte analizando por qué las
mujeres se embarazan cuando no lo desean y por qué el embarazo puede ser inde-
La segunda parte, “Los valores involucrados”, comienza por describir los valo-
res conflictivos enfrentados por los profesionales de la salud que se ocupan del
aborto. Pasa luego revista a los valores religiosos y éticos que influyen en el compor-
han demostrado su eficacia para disminuir el número de abortos y reducir sus costos
humanos, sociales y económicos. Esta sección del libro termina con la descripción
lucha contra el aborto pero se oponen a muchas de las intervenciones que han pro-
mer lugar la necesidad de que las sociedades lleguen a un acuerdo político sobre el
con puntos de vista generales muy diferentes pueden identificar y ampliar algunas
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ideas y valores comunes y llegar asi a un cierto consenso basico. Con este fin, y
sobre la base de las evidencias presentadas en las primeras tres partes del libro,
los diversos grupos sociales abordar con mayor eficacia este drama humano. Para
terminar, hacemos un breve comentario sobre los pasos necesarios para alcanzar
18
Primera parte
19
Capitulo 1
abortar
Sólo las mujeres saben exactamente por qué terminan por tomar la difícil deci-
que oyendo sus historias, presentadas aquí tal como las escuchamos de sus propios
labios a lo largo de los años. Ricas y pobres, jóvenes y maduras, analfabetas o uni-
versitarias, el relato de cada mujer es único y sirve para ilustrar la diversidad de cir-
queña parcela. Habían tenido seis hijos, uno tras otro; el intervalo entre ellos sólo
cumplir dos años. Aunque sólo tenía 31 años, Rosa parecía mas vieja y cansada.
Siempre era la primera en levantarse para preparar el desayuno y procurar que los
niños estuvieran listos para ir a la escuela. No quería que pasaran por la dura y dolo-
rosa experiencia que ella había vivido tantas veces cuando la comida no alcanzaba,
sobre todo durante aquellos dos años de sequía en que hasta la vaca había estado
El hijo mayor, un varón de doce años, era el orgullo del padre pero no ayudaba
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menores era la hija de diez años. A esa altura de su vida Rosa ya sabía con claridad
que cinco hijos eran más que suficientes. Sólo Dios sabía lo difícil que le resultaba
decía que los hijos eran una bendición que Dios daba a las mujeres y que debía es-
tar agradecida por recibirlos. Su influencia, empero, perdió mucho de su vigor luego
del nacimiento del séptimo hijo de Rosa. Como de costumbre, ésta dio a luz en su
casa. La placenta quedó retenida dentro del útero y comenzó a sufrir una intensa
hemorragia. Por fortuna, el único vecino que tenía un auto estaba en su casa y pudo
una masiva transfusión sanguínea para salvarle la vida. Antes de darle el alta, el
médico que la había salvado le explicó que no debía tener más hijos porque el si-
guiente embarazo podría matarla. Olvidó, sin embargo, decirle qué tenía que hacer
para evitar un nuevo embarazo. Rosa había escuchado hablar de las píldoras pero
no tenía dinero para comprarlas todos los meses. En la iglesia, una persona le en-
taba abstenerse durante el período fértil, y ella no se atrevía a contrariar sus deseos.
La idea de quedarse embarazada otra vez y dejar a seis niños sin su madre la
vaginales con hierbas luego de tener relaciones, pero finalmente volvió a tener un
ningún resultado. Le dijeron que esas hierbas y drogas dañarían al feto, que sufriría
Rosa decidió ir a ver a la abortera del lugar, que manipuló sus genitales con algun
objeto que ella no identificó y le causó una hemorragia uterina. Al día siguiente tuvo
fiebre y la llevaron al hospital con una seria infección, de la que se recuperó al cabo
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de algunos días. Esta vez, el médico decidió no correr más riesgos y le propuso una
un banco y ganaba un buen sueldo. La familia vivía en una casa confortable, pero a
medida que los niños crecían los gastos aumentaban. La educación pública no era
buena y María y su esposo querían que todos sus hijos llegaran a la universidad; sin
embargo, la escuela privada a la que asistían resultaba cada vez más onerosa. La
pareja había querido tener sólo tres hijos, pero como María se cansó de tomar la
método fracasó: la mujer quedó embarazada y tuvo su cuarto hijo, cinco años des-
bre, pero una vecina le dijo que ese método causaba un pequeño aborto todos los
meses. A María no le agradaba la idea, por lo cual continuó con la píldora mientras
sin embargo, se demoró tres días en comenzar un nuevo ciclo de pastillas. Sólo su-
po que ese atraso en comenzar cada ciclo era importante cuando la menstruación
no llegó cuando la esperaba. Era una tragedia: María no podía tener otro hijo bajo
ningún concepto. Siempre había rechazado la idea del aborto e incluso criticaba a
las mujeres que recurrían a él. Ahora, sin embargo, no veía otra alternativa para pro-
sabía qué hacer. María acudió al médico que la había atendido en todos sus partos.
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Aunque amistoso como siempre, el profesional trató de disuadirla de hacerse un
aborto. Ella insistió, diciendo que aun su último hijo –que Dios lo bendiga– ya era
demasiado. Apenas podían brindar una educación decente a los cuatro que ya ten-
ían. Si llegara el quinto, sería imposible hacerlo. Su médico entendía el dilema pero
no hacía abortos porque eran ilegales en el país. Tras muchos ruegos de María, que
no tenía la menor idea de dónde ir, el médico le anotó un teléfono y una dirección en
un papel.
María llamó esa misma noche. El aborto sería bastante costoso pero, al mar-
dinero a mano y la clínica sólo aceptaba efectivo, pero la mujer no quería esperar
más. Con gran renuencia, puso a su madre al tanto de toda la situación. Para su
sorpresa, la madre se mostró más solidaria de lo que ella jamás habría imaginado y
solo entonces supo que su madre también había pasado por la misma experiencia.
No sólo le dio el dinero necesario sino que, cuando el marido planteó toda clase de
excusas para no ir con ella, la acompañó a la clínica. El aborto se realizó sin incon-
emocional de María.
Blanca era la primogénita de un agricultor adinerado que tenía otras dos hijas.
La madre había muerto cuando ella tenía apenas seis años y el padre la cuidó celo-
única manera de llegar a ser independiente era tener una carrera y ganar su propio
dinero. Como la causa de la muerte de su madre había sido un error médico, decidió
estudiar medicina, carrera que tenía la ventaja adicional de permitirle dejar su casa y
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vivir con independencia en la gran ciudad, donde logró sin problemas, ingresar a la
universidad. Fue una buena estudiante y dedicó la mayor parte del tiempo libre a los
deportes. Desde pequeña le había encantado correr por las colinas, al parecer sin
los cuales siempre era la más rápida. La joven había heredado de su madre una ca-
clase y conocidos, pero aunque solía salir con algunos, en realidad nunca se ena-
Para realizar su año de práctica médica, Blanca escogió un lugar aislado y con
carencias extremas. Era muy sensible al sufrimiento de los pobres de su país y quer-
llermo, un joven dirigente del sindicato campesino, bien parecido y muy atractivo,
luz una hermosa niña, Camila, en un parto casero realizado con la ayuda de una
comadrona tradicional, porque quería que todo fuera natural y rechazaba cualquier
privilegio que fuese inalcanzable para quienes la rodeaban. No todo resultó perfecto,
sin embargo. Durante los últimos meses del embarazo y luego del nacimiento, su
adorado esposo comenzó a prestarle cada vez menos atención. Siguieron mante-
niendo relaciones sexuales, pero Blanca ya no sentía que hicieran el amor. Com-
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Guillermo. La distancia entre ambos se ahondó durante los meses siguientes al na-
futuro. No lamentaba haber vivido esos años con su esposo y se sentía muy feliz
con su hija, pero ahí terminaba todo. Necesitaba consagrarse a su carrera para po-
der seguir ayudando a la gente, como siempre había querido. Sin embargo, poster-
la protegiera al menos en parte y hacía todo lo que podía para evitar las relaciones
sexuales durante el período fértil. Solía poner a Camila entre Guillermo y ella misma
rido en esos momentos. Sin embargo, cuando él insistía en ejercer sus derechos
que hubiera querido evitarlas. Para su desazón, la lactancia resultó una protección
insuficiente y volvió a quedar embarazada. No tuvo duda alguna sobre lo que debía
hacer. Ya había decidido que su vida con Guillermo había terminado y debía seguir
tener otro hijo. Sabía exactamente dónde ir: se hizo un aborto antes de completar las
una nueva vida dedicada a Camila y su trabajo. Blanca estaba muy consciente de
que su decisión de rechazar ese embarazo era para ella tan acertada como habia
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Una médica madura de buena situación económica
con un abogado exitoso, diez años mayor que ella. La pareja tenía dos hijos preado-
como método anticonceptivo. Cristina dudaba que ella o su marido todavía fueran
fértiles, ya que en sus dos embarazos había necesitado ayuda médica. La monoton-
Antonio, un colega extranjero algunos años más joven, que la hizo sentirse atractiva
otra vez. Ella recibió con agrado un flirt que parecía inocente y realmente disfrutó de
conversar con este hombre. Nunca había sido infiel a su marido, por quien sentía un
imaginó que esa relación “profesional” tuviera ulteriores consecuencias. Seis meses
después, sin embargo, aceptó una invitación a dar una conferencia en un seminario
se registraba en el hotel, Cristina se encontró con Antonio. Era obvio que éste se
Durante los días siguientes, Antonio se las ingenió para estar casi siempre cer-
ca de ella. La invitó a cenar y Cristina aceptó. Sin darse cuenta fue sientiendose en-
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De vuelta en su casa, Cristina atesoró sus recuerdos a la vez que trataba de
de que estaba embarazada. Por fortuna, debido a sus escasos encuentros sexuales,
bio. Cristina no tenía dudas de que, por el bien de la familia y su propio futuro, no
podía permitir que el embarazo siguiera adelante. Inventó una visita a su madre, re-
sidente en otra ciudad, y se hizo un aborto caro pero seguro. Terminado el episodio,
hijos de una familia de clase media baja. Su padre trabajaba en una fábrica y cobra-
Luisa se desempeñaba como vendedora en una elegante tienda del mejor centro
propietaria del comercio la había elegido por su buena presencia y su sonrisa, muy
aceptar este empleo, pero ahora acababa de reanudarlos a la noche, luego del tra-
bajo.
to con su madre. Aunque apenas cruzaron algunas palabras, su voz suave y cálida y
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lo sin importancia y la invitó a tomar un helado después del trabajo. Ella aceptó en-
familia acaudalada, que le había regalado un automóvil y le daba más dinero del que
cuestión de tiempo. Luisa sabía qué protección usar y comenzó a tomar la píldora
tan pronto como comprendió que las relaciones sexuales serían algo inevitable.
dejar de tomar la píldora y le dio un diafragma. Ella aprendió a usarlo y las jaquecas
ción. Esperó dos semanas más y volvió a la clínica. Le hicieron un análisis de orina y
mismo tiempo feliz de esperar un bebé del hombre a quien tanto amaba. Se daba
cuenta de que, en realidad, era algo que había deseado inconscientemente. Podría
la misma asignación mensual, podrían llevar una vida razonablemente digna hasta
que él terminara sus estudios y consiguiera un buen trabajo. Luisa comprendía que
sería imposible proseguir con su educación luego de tener su hijo, pero no le impor-
El sábado siguiente el joven pasó a buscarla después del trabajo y fueron di-
ansioso de estar con ella. Luego de hacer el amor, y mientras estaban abrazados,
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Luisa le contó la novedad. Carlos pareció estremecido. “¿Estás segura? ¿Cómo pu-
do pasar esto, si estabas tomando la píldora?” Ella le explicó el cambio por el dia-
fragma y le dijo que ocasionalmente éste podía fallar. Para su sorpresa, Carlos se
mostró furioso por primera vez desde que lo conocía. “¿Cómo podía haberle hecho
eso? Él le había brindado tanta dedicación, incluso había abandonado a sus viejos
amigos por ella y ahora Luisa le hacía eso; era terrible”. Con gran dificultad, la joven
le detalló sus planes. Carlos la miró como si nunca antes la hubiera visto. “¿Estás
loca? ¿Por qué me vienes a hacer eso? ¡Si quieres seguir conmigo tienes que des-
hacerte de ese embarazo ahora mismo!” Luisa no podía creer lo que escuchaba y su
única reacción posible fue llorar. ¡La respuesta de Carlos era tan enormemente dife-
rente de lo que ella había esperado! Él trató en vano de calmarla. Se separaron sin
algo muy malo. Tras algunas vacilaciones, la joven le contó todo. Dijo que quería
tener al niño y esperaba contar con el apoyo de sus padres. Su madre, sin embargo,
hizo todo lo posible por desalentarla. Su padre no lo aceptaría. Esto pondría fin a su
sabía dónde ir para que le hicieran un aborto y encontraría el dinero para pagarlo.
Luisa no quería aceptar el consejo materno. Deseaba ese bebé. Creía que era
una parte de su gran amor que podría conservar para siempre, y quizá Carlos cam-
biara de opinión una vez nacido su hijo. Decidió pedir ayuda a su jefa. La dueña de
la tienda era una mujer de mentalidad abierta que había apoyado su intención de
estudiar de noche. Una vez más, sin embargo, Luisa sufrió una gran desilusión. La
mujer se mostró comprensiva y solidaria, pero también señaló con toda claridad que
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ía la ley protegía a Luisa del despido a causa de su embarazo, su empleadora tenía
buenos abogados que se las arreglarían para eludir las disposiciones legales. Su
empleo era el único sostén económico posible para Luisa y el bebé. La joven intentó
Podríamos contar muchas otras historias reales como las recién presentadas.
Todas las mujeres que las protagonizaron provienen de América Latina y sus cir-
cunstancias no son necesariamente iguales a las de sus pares de otras regiones del
Latina pueden contarse muchas otras historias de vida diferentes. Las que hemos
relatado son meros ejemplos del tipo de situación que lleva a las mujeres a decidir
abortar.
Estos relatos muestran con claridad que, a despecho de muy distintas circuns-
de otra alternativa que poner fin a su embarazo. Es indudable que las mujeres no
optan por el aborto porque disfrutan de esa experiencia. Todas las que conocimos y
habrían sido mucho más felices si hubiesen podido evitar la necesidad de hacerlo.
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zar por qué abortaron las mujeres de las historias presentadas, podemos distinguir
dos dimensiones diferentes: las razones que las llevaron a decidir que no podían
tener un hijo en ese momento en particular y las circunstancias que las condujeron a
un embarazo que no querían. Examinaremos cada uno de estos aspectos por sepa-
31
Capítulo 2
Salud, que deseaba reunirse conmigo. No sólo me sentí obligado a aceptar, sino que
inició un discurso de veinte minutos sobre los males del aborto inducido. Expuso con
normal, entre ellos su probable efecto sobre la salud y la familia, pero puso especial
énfasis en destacar las nocivas connotaciones morales y religiosas del aborto indu-
cido. Se mostró tan convincente que no tuve duda alguna de que se oponía por
completo al aborto.
tenía nada que ver con ese tema. Mientras él hablaba, yo me preguntaba por qué
insistía tanto en hacerme entender que cualquier iniciativa para facilitar el aborto se-
guro en su país motivaría un categórico rechazo del gobierno. No sabía cuál de mis
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cuando el funcionario terminó su diatriba contra el aborto y comenzó a aludir a lo que
menstrual”. El lector podrá imaginar mi sorpresa, pues para mí, como para la mayor-
mente obligatorio separar la “regulación menstrual” del aborto más tardío, y que su
El aborto suele definirse como la interrupción del embarazo y puede ser es-
puede ser causado por enfermedades de la madre o defectos genéticos del embrión.
La expresión “aborto inducido” se utiliza cuando esa interrupción se debe a una in-
que afecta la salud de una mujer, aunque también puede tener consecuencias socia-
les y psicológicas para ella y su familia. El aborto inducido, por su parte, es un pro-
éticas, políticas y psicológicas. Este libro se ocupa con exclusividad de los proble-
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Por lo común, los términos médicos son definidos por la Organización Mundial
niciones, ya sea de manera inadvertida o por razones políticas, sobre todo si la con-
fusión contribuye a una manipulación del debate sobre el aborto. Aunque frecuente-
que existen varias y se aclara cuál es la que se emplea, es posible evitar muchos
malentendidos.
El proceso reproductivo
Es de conocimiento general que luego de una relación sexual, la mujer con fre-
cuencia queda embarazada y que en la mayoría de los casos nueve meses mas
tarde nace un nuevo individuo. Sin embargo, hasta que falta la menstruación en la
conocimiento científico explica qué elementos deben intervenir para que la relación
mento de inicio.
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El proceso reproductivo comienza mucho antes de la relación heterosexual,
difieren de todas las demás células del cuerpo por el hecho de contener sólo la mi-
tad de los cromosomas. Las células humanas tienen 23 tipos diferentes de cromo-
somas, enumerados del 1 al 23. Cada célula tiene dos unidades de cada uno de
esos 23 tipos –es decir, un total de 46 cromosomas–, con la excepción de los game-
tos, que sólo tienen uno de cada tipo, esto es, un total de 23 cromosomas.
de una célula que contiene 23 pares de cromosomas (un total de 46), la mitad pro-
cedentes de la madre y la otra mitad, del padre. Esta nueva célula llamada zigoto,
los gametos, a fin de permitir a aquéllos viajar desde la vagina, a través del cuello
del útero, hasta la cavidad uterina y luego a lo largo de las trompas de Falopio que
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terminan cerca de los ovarios. En las trompas, un espermatozoide puede encontrar
día de la siguiente regla se llama ciclo menstrual. En alrededor del noventa por cien-
to de los ciclos menstruales de las mujeres normales, uno de los ovarios deposita un
común, ésta se produce en la mitad del ciclo, pero puede suceder en cualquier mo-
mento entre los días 10 y 24, a partir del primer día de sangrado menstrual.
menstrual, el día en que la mujer ovula. Por otra parte, los espermatozoides pueden
penetrar y fecundar un óvulo hasta seis días después de haber sido depositados en
relación sexual ocurrida hasta cinco días antes del día de la ovulación (Wilcox et al.,
1995).
alcanzan las trompas en pocos minutos, pero los experimentos con animales mues-
tran que no son capaces de fecundar un óvulo (Chang, 1984). Cientos de miles per-
vos grupos prosiguen su viaje hacia el útero y luego hacia las trompas durante las
horas o días a células especiales ubicadas en las trompas, donde adquieren la ca-
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servan la “capacidad” de fecundar un óvulo durante unas pocas horas o minutos.
tal, sigue multiplicándose (Ortiz et al., 1990). Hacia el séptimo día, cuando hay alre-
pleta al cabo de unos días. Todas las células del blastocito tienen idéntica informa-
ción genética, pero sólo algunas de las células centrales constituirán el futuro em-
brión; el noventa por ciento restante formará la placenta y las membranas que en-
volverán al feto.
ridad que en su interior hay un nuevo individuo en desarrollo, porque algunas de las
células implantadas comienzan a producir una hormona denominada HCG que in-
ducción de las hormonas ováricas, los estrógenos y la progesterona, al final del ciclo
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Vale la pena señalar que todas estas complejas circunstancias explican la rela-
mes sin protección, sólo unas 25 mujeres se embarazarán durante el primer mes.
Entre las 75 mujeres restantes alrededor de otro 25%, o sea, unas 19 mujeres se
mismo ritmo en meses siguientes. Esto se debe a que cada mes la fecundación no
del cincuenta por ciento de los huevos fecundados no se implantan o son eliminados
las células que formarán el propio feto y las encargadas de alimentarlo y protegerlo,
como la placenta y las membranas que lo rodean. Pocos días después de completa-
damente con la falta del primer período menstrual, 14 o 15 días después de la fe-
cundación.
forman dos surcos primordiales, de los cuales pueden desarrollarse gemelos idénti-
cos. La división en gemelos puede ocurrir antes, pero ésta es la última etapa en que
pueden producirse gemelos durante el proceso reproductivo. Por otra parte, es tam-
38
bién posible que en esta fase no se desarrolle ningún surco primordial y por lo tanto,
vo ciego”. Por todas estas razones, antes de la aparición del surco primordial el pro-
llamarse embrión.
embrionario comienza a latir y aparecen los rudimentos de lo que serán las extremi-
dades. Por lo común, tanto los médicos como los legos aluden a la duración del em-
Hacia el fin de las diez semanas de embarazo, el embrión mide cerca de tres
centímetros y posee los esbozos de todas las estructuras internas y externas esen-
ciales. En ese momento, los biólogos comienzan a referirse a las fases ulteriores
como desarrollo fetal. Hacia el final del primer trimestre de embarazo (12 a 13 sema-
feto alcanza viabilidad, es decir, cuando puede sobrevivir fuera del cuerpo de la ma-
39
dre. La viabilidad no es fácil de definir y se ha modificado con el progreso de la neo-
acepta que ningún niño nacido antes de las 23 semanas de embarazo será capaz de
1977) a definir que el período perinatal comienza una vez completadas las 22 sema-
nientos gramos. Esto significa que los embarazos interrumpidos antes de ese mo-
mento pueden definirse como abortos, mientras que los interrumpidos a partir de la
y sostuvo además que las etapas de desarrollo transcurridas entre las semanas 22 y
pero antes de la vigesimoctava, cuando el recién nacido pesa menos de un kilo, exi-
supervivientes sufren con frecuencia graves discapacidades que suelen ser la causa
de una aflicción constante y duradera de los padres (Duggan, 2002; Kitchen et al.,
1985). Si no existe un centro especializado, todos o casi todos los bebés nacidos
durante este período mueren, en particular si han nacido antes de cumplirse las 26
a lo largo del resto del embarazo, pero aun después de un parto de término esa su-
pervivencia requiere como mínimo los cuidados maternos. Los fetos anormales, con
40
del cerebro), mueren casi inmediatamente después del nacimiento, aun cuando se
sentes en el proceso reproductivo, en todas sus etapas, desde los gametos en ade-
lante, son humanos y están vivos. Resulta más pertinente definir cuándo comienzan
ción.
en el pasado la palabra “concepción” se utilizó para referirse al acto sexual que daba
entra al nuevo individuo. Por lo tanto, para ser precisos y evitar la confusión, no utili-
individuo.
41
Las definiciones son acuerdos arbitrarios basados en el pensamiento lógico. La
logía y Obstetricia (FIGO) (Schenker y Cain, 1999) han definido que el embarazo
zo es algo que ocurre a la mujer, y el cuerpo de ésta parece ignora la presencia del
pre-embrión antes de la implantación. Además, las fases anteriores del proceso re-
una cubeta de laboratorio, seguida por las primeras etapas del desarrollo del pre-
die acepta que este proceso in vitro corresponda a un “embarazo”. En otras pala-
existir células con una nueva identidad cromosómica. En ese caso, la respuesta ser-
sor Croxatto, “una semilla puede llegar a ser un árbol y los huevos pueden convertir-
2001a). Una razón adicional para rechazar la idea de que el individuo se inicia con la
42
tes señalamos, esta capacidad de dividirse en gemelos es posible hasta dos sema-
Sobre la base de los hechos descritos arriba, muchos biólogos y hasta un pro-
minente teólogo católico (Ford, 1988) sostienen que sólo puede hablarse de los co-
eso que las primeras etapas del proceso reproductivo reciben el nombre de desarro-
Otro hito en la evolución del feto se da cuando el sistema nervioso central co-
mienza a integrar las funciones corporales lo que le permitirá mas tarde sentir dolor
propuestas hechas por médicos, teólogos y otros filósofos, un destacado filósofo ca-
tolico, Hans-Martin Sass, recomendó que la protección jurídica de la vida del feto
43
corteza cerebral. Reconoce que los neurocientíficos coinciden en que no hay una
actividad cerebral constante y bien organizada por lo menos hasta después de las
permanente sólo es detectable luego de 30 semanas (Clancy et al, 2003). Sass pre-
más amplio.
Este autor también establece un paralelo entre muerte inminente y vida inmi-
milar, considera que antes de que la actividad cerebral sea posible, el feto sólo tiene
una vida inminente, aun cuando ya se manifiesten los latidos cardíacos y otras fun-
ciones biológicas.
Embarazo ectópico
anormales, por lo común como resultado de una obstrucción parcial de las trompas,
les son tan excepcionales que en la jerga médica habitual la expresión “embarazo
ectópico” se utiliza para describir un embarazo tubario, mientras que los otros dos
minal.
44
En un pequeño porcentaje de embarazos tubarios, el pre-embrión no crece y
puede ser objeto de una reabsorción espontánea (Yao y Tulandi, 1997). En la ma-
yoría de los casos, el crecimiento del embrión dilata la trompa hasta que la rompe.
Esa ruptura provoca una hemorragia interna que es una causa bastante frecuente de
mortalidad materna, sobre todo en los lugares que carecen de acceso a una cirugía
hace con metothrexato en inyección intramuscular, con una tasa de éxito próxima a
80% (Ory et al., 1986; Pisarska et al., 1998). El tratamiento quirúrgico conservador
trompa.
el aborto inducido como “la interrupción del embarazo mediante el empleo de medi-
(Schenker y Cain, 1999). Tal como antes se dijo, la OMS fijó la viabilidad en las 22
45
que una vez superado dicho umbral se la considera como el nacimiento de un bebé
prematuro.
“Aborto seguro” y “aborto inseguro” son dos expresiones de uso frecuente, so-
bre todo en los documentos internacionales. La OMS define el aborto inseguro como
“un procedimiento para poner fin a un embarazo no deseado, sea realizado por per-
(WHO, 1992). En contraste, un aborto médico o quirúrgico llevado a cabo por un pro-
por cada cien mil intervenciones, y las complicaciones también tienen una incidencia
La mayoría de los abortos inseguros son ilegales. Sin embargo, algunos se rea-
lizan en países donde el aborto es legal, pero las condiciones en que se llevan a ca-
bo son inadecuadas. Por otra parte, muchos abortos seguros se hacen en países
donde el aborto es ilegal. De modo que es necesario utilizar las expresiones “aborto
ilegales.
46
Métodos para la interrupción del embarazo
de métodos para inducir el aborto, desde procedimientos muy primitivos hasta las
través del cuello del útero, que provoca la ruptura de la membrana protectora del
embrión (o el feto) y por lo común produce una infección (Prada e cols., 2005). Esa
infección hace que el cuerpo mismo de la mujer expulse el embrión o feto infectado.
cia. Otro popular método tradicional, usado principalmente en Asia, consiste en ma-
La enorme mayoría de las muertes causadas por el aborto inducido son la con-
secuencia del uso de los métodos primitivos recién descritos, a los que se suman las
cabo mediante procedimientos más modernos, que pueden clasificarse en dos cate-
llo, sea por “dilatación y raspado”, sea, preferiblemente, por “aspiración intrauterina
nación quirúrgica del feto a través del abdomen (microcesárea), utilizados hasta
hace poco, han sido practicamente abandonados a causa del mayor riesgo de com-
47
El procedimiento de dilatación y raspado, o D & R, fue el más común y, en ri-
gor, prácticamente el único método utilizado hasta la segunda mitad del siglo pasa-
do. Hoy se usa en general cuando el embarazo tiene entre seis y catorce semanas e
cuchara ahuecada con bordes cortantes. Hay curetas de muchos tamaños, medidos
por el diámetro de la cuchara, que oscila entre dos o tres milímetros y alrededor de
cureta en el útero, se raspan las paredes de la cavidad uterina con el borde afilado
similar, de dilatación y evacuación o D & E. Este método exige una mayor dilatación
cervical para permitir el uso de una cureta de diámetro más grande y de pinzas o
fórceps, a fin de eliminar las partes fetales. Su utilización exige mayor habilidad e
ción cervical cuando se recurre a ella en un embarazo de hasta seis semanas, por-
que el tubo plástico introducido a través del cuello es de pequeño diámetro y el con-
tenido uterino es mínimo y blando. Para abortos de entre seis y doce semanas, la
aspiración al vacío exige dilatación cervical, pero la evacuación uterina es más rápi-
48
la D & R (Tietze y Lewit, 1972; Edelman et al., 1974; Cates et al., 1977; Hart y Ma-
charper, 1986). El vacío puede producirse con la ayuda de una bomba eléctrica, pe-
aspiración al vacío manual, con una jeringa descartable y un tubo plástico. La simpli-
este último instrumental permiten que prestadores no médicos bien entrenados pue-
dan llevarlo a cabo con seguridad y eficacia. En la actualidad hay coincidencia gene-
graron desarrollar la RU486, una molécula muy similar a la progesterona que blo-
embarazo. Esta droga con acción anti-progesterona, hoy recibe el nombre de mife-
ciento de los embarazos si se toma dentro de las primeras siete semanas (Baulieu,
horas después, lo que eleva a un 96% la eficacia del método, definida como la capa-
cidad de provocar un aborto completo (Peyron et al., 1993; Ulmann y Silvestre, 1994;
Hollander, 1995). Las prostaglandinas ablandan y dilatan el cuello, a la vez que es-
1971), pero tienen una serie de efectos secundarios desagradables que han limitado
49
inestabilidad a temperatura normal, por lo cual requieren refrigeración. A fines de la
nar y preparar. Muchos estudios clínicos han mostrado que es al menos tan eficaz
al., 1998; Schaff et al., 2000; WHO, 2000; Schaff et al., 2001; WHO, 2006).
Además, el misoprostol solo, administrado en dosis de 800 mcg por vía vaginal, de-
90% (Carbonell et al., 1999; Bugalho et al., 2000; Jain et al., 2002.). Algunos estu-
dios sobre aceptabilidad sugieren que las mujeres prefieren una vía de administra-
ción diferente de la vía vaginal (o rectal) (Tang et al., 2002; Arvidsson et al., 2005).
En caso que la vía vaginal sea rechazada, se puede utilizar la vía sub-lingual (Tang
y requiere dosis más bajas a medida que el embarazo avanza, a punto tal que sólo
ligeramente menor, pero también una frecuencia algo menor de algunos efectos
secundarios, como náuseas y vómitos (Jain et al., 1999; Jain et al., 2002, Jain et al,
50
Inicialmente se pensaba que la combinación de mifepristona y misoprostol era efec-
tiva sólo hasta las nueve semanas. Actualmente se acepta que agregar el uso previo
semanas, mientras que el método de D & R no debe usarse más allá de las 14 se-
gran problema, dado que la mayoría de los abortos se realizan dentro de las prime-
sobre todo en los casos de malformación fetal grave o cuando hay un riesgo para la
prostol ofrece la gran ventaja de ser sumamente eficaz luego de las 12 semanas,
pues induce abortos con características que remedan el aborto espontáneo. Aunque
no siempre el aborto sea completo, tratar un aborto incompleto con aspiración o ras-
pado es mucho más fácil y requiere menor habilidad y experiencia que hacer el va-
51
parcial” nombre inventado en 1995 para sancionar una ley que pretendía restringir
en muy raras ocasiones, en etapas muy tardías del embarazo y en lugares sin facili-
parto, en que la cabeza no puede avanzar por una deformación de la pelvis, lo que
puede terminar con la rotura del útero y la muerte tanto del feto como de la madre.
la pena hacer notar que los casos en que seria necesario utilizar este procedimiento
El rechazo del empleo de ese método en un feto normal viable se utilizó con el
expresión “aborto de nacimiento parcial” fue durante años una enseña ideológica,
aunque nunca se la definió con precisión. La implicación era que la ley sólo pretend-
ía prohibir este terrible procedimiento, pero la vaguedad del lenguaje utilizado permi-
tiria iniciar acciones legales contra muchos de los abortos practicados en etapas an-
teriores del embarazo. La llamada ley de prohibición del aborto de nacimiento parcial
“fue vetada dos veces por el presidente Clinton” y “la Corte Suprema de Estados
52
tipo de engaño consciente del público con información incorrecta desvirtúa la verda-
dera cuestión. Desgraciadamente, en 2003 esa propuesta legal fue reactualizada por
una mayoría política diferente en el Congreso de Estados Unidos y una nueva admi-
nistración comprometida con lo que el New York Times llamo en un editorial “una
guerra contra las mujeres” (New York Times, 2003). En noviembre de ese año el
presidente Bush promulgó esta nueva versión de la ley que prohíbe el “aborto de
Nada había cambiado desde la decisión opuesta, cuando había sido juzgada la ley
de Nebraska seis anos antes. No había nuevas evidencias que justificaran aplicar un
Regulación menstrual
tenido uterino de una mujer con un breve retraso en la menstruación (por lo común,
53
exámenes de laboratorio que permitieran el diagnóstico temprano del embarazo. En
la mayor parte de estos casos, la mujer está embarazada pero prefiere mantener la
sólo se trata de un retraso menstrual (Nations et al., 1997). Tanto el médico como la
mujer pueden preferir también esta intervención por conveniencias legales en los
países con legislación restrictiva. Como exige poca o ninguna dilatación cervical, es
posible llevarla a cabo en el consultorio del profesional, sin anestesia, una condición
de gestación, siempre que puedan realizarse con aspiración al vacío y anestesia lo-
cal. En esas etapas tardías, tanto el médico como la mujer saben que existe un em-
gia política, sobre todo en algunos países musulmanes donde el aborto es formal-
cionadas.
54
Capítulo 3
año en el mundo, debido a que sólo existen datos confiables para una cantidad rela-
mundial del aborto, publicado por Henshaw et al. (1999), identificó sólo 28 países
La falta de datos sobre los abortos es fácil de entender en los países donde la
práctica es ilegal, dado que su divulgación puede tener serias consecuencias para la
mujer y para quien lo realiza. En esos países no hay estadísticas oficiales y las esti-
res con complicaciones relacionadas con ellos que han sido tratadas por el sistema
de salud. En muchos países, sin embargo, las estadísticas sobre complicaciones del
ma de salud pública, donde también suelen registrarse números menores que los
reales.
través de entrevistas personales son muy inferiores a los números reales (Jones &
Forrest 1992; Barreto et al., 1992; Anderson et a.l, 1994; Osis et al., 1996; Udry et
al., 1996; Fu et al., 1998; Jagannathan, 2001; Moreau et al., 2004; Jones y Kost,
2007). Los investigadores en esta área han desarrollado varios métodos innovado-
res para obtener datos más completos sobre el aborto, pero hay buenas razones
para suponer que aun los mejores de ellos no consiguen obtener una información
55
correcta sobre el número de abortos (Barreto et al., 1992; Figa-Talamanca et al.,
Las informaciones más fehacientes son las obtenidas en países donde el abor-
pero, suelen ser incompletas, aun en países como Estados Unidos (Henshaw et al.,
1998a). Otros países muy grandes donde se lleva a cabo un importante porcentaje
de los abortos del mundo, como la Federación Rusa, la India y China, también tienen
el problema de informar cifras menores que las reales. Los mejores datos de Rusia
son los proporcionados por el Ministerio de Salud, pero no incluyen los abortos reali-
al. (1999), los datos de China no abarcan los abortos farmacológicamente inducidos
por medio de mifepristona, que pueden llegar a ser un millón por año. A nuestro jui-
cio, los datos de la India también están muy por debajo de las cifras reales, pues es
bien sabido que sólo una pequeña fracción de los abortos se realiza dentro del mar-
co legal establecido por la ley de interrupción médica del embarazo (Khan et al.,
1996).
Estimaciones mundiales
El análisis efectuado por Henshaw et al. (1999) calculó que en 1995 hubo en
total 46 millones de abortos. Nueve años más tarde, investigadores del Alan Gutt-
macher Institute estimaron que el número total de abortos se había reducido a 41,6
se mantenían próximos a los 20 millones (Sedgh et al., 2007ª; Singh et al., 2009)..
56
La Organización Mundial de la Salud acepta esos números como las mejores esti-
De acuerdo con el estudio de Henshaw et al. (1999), el 26% de todos los em-
barazos mundiales, sin incluir los abortos espontáneos y los partos de fetos muertos,
terminan anualmente en un aborto. Esto significa que uno de cada cuatro embarazos
es objeto de una interrupción voluntaria, cifra que ilustra la enorme dimensión del
problema.
somete a un aborto inducido durante un año. Aunque las mujeres pueden embara-
zarse y hacerse abortos antes de los 15 y después de los 44 años, la posibilidad del
embarazo es mucho más baja fuera de ese lapso, por lo cual los demógrafos utilizan
fértil”.
rededor de 35 por cada mil mujeres de entre 15 y 44 años. En otras palabras, signifi-
ca que una de cada 28 mujeres de ese rango de edad se hacía un aborto cada año
en el mundo.
En los años siguientes hubo una reducción progresiva de la tasa de abortos in-
ducidos, del 35 /1000 en 1995 para 26 por mil mujeres de 15-44 años en 2003, una
reducción de 17% en 8 años. Como señalamos más arriba, esta reducción ha ocu-
rrido principalmente entre los abortos seguros, que disminuyó de 20 para 15 por
57
mantenido prácticamente constante, en alrededor de 14 por 1000 mujeres de 15 a
dad del problema por la distribución desigual de la población. Asia tiene el número
más grande de abortos porque también es la región más poblada del mundo. Por
eso, se obtiene una mejor idea del riesgo en diferentes regiones del mundo si se
comparan las tasas de aborto inducido, en vez de referirse a las cantidades totales.
La tasa más alta de abortos en 1995 correspondía a Europa, con 48 por cada mil
mujeres en edad fértil (48/1000), seguida por América Latina (37/1000), Asia y África
(33/1000), Oceanía (22/1000) y América del Norte (20/1000), Los índices regionales,
sin embargo, ocultan enormes diferencias dentro de cada continente. El mayor con-
traste era el existente entre Europa oriental y Europa occidental, que presentaban
edad fértil en 1995. Esta elevada cifra se debía en parte a una cultura de familias
y fácil disponibilidad de los abortos (David, 1982; Amy, 2009). En el período de ocho
años, entre 1995 y 2003, la tasa de aborto en Europa Oriental disminuyó dramática-
2007b). Esa toda seguía siendo, todavía una de las más altas del mundo
La situación es la opuesta en Europa occidental, con las tasas más bajas del
mundo, 11 abortos inducidos por cada mil mujeres de entre 15 y 44 años (Henshaw
et al., 1999). En esta región hay cuatro países con datos confiables, que hasta 2003
mantenían tasas por debajo de 10/1000: Alemania, Bélgica, Holanda y Suiza (Sedh
et al., 2007b).
abortos inducidos son legales. Las excepciones son ciertos países de la ex Unión
parlantes del Caribe. Más recientemente cambios en la legislación ha hecho que los
la legalidad hizo que el aborto seguro fuera fácilmente accesible. En cambio en Co-
lombia, hasta el momento de actualizar este capítulo (Diciembre 2010) todavía era
muy difícil conseguir un aborto legal y seguro en los servicios públicos de salud.
50/1000. La tasa más alta de América Latina, sin embargo, se observaba en Cuba,
con casi 78 abortos por cada mil mujeres en edad fértil, según datos de Henshaw et
al. (1999). Cuba padece condiciones muy similares a los ex Estados soviéticos,
agravadas por el bloqueo comercial establecido por Estados Unidos. Por consiguien-
te, las mujeres tropiezan con dificultades para conseguir acceso a métodos anticon-
59
ceptivos de buena calidad, mientras que no es difícil someterse a la regulación
menstrual o a un aborto más tardío (Hardy et al., 1990; Álvarez, 1992). Estadísticas
oficiales del Ministerio de Salud de ese país indican, empero, que el número y la ta-
índice de 50,6 cada mil mujeres en edad fértil, pero en 2001 se había reducido a
menos de la mitad, con cifras de 70.000 abortos y tasa de 21,2 por 1000, respecti-
vamente (Cuba, 2001). Es preciso tener en cuenta que estas cifras no incluyen las
tos, la tasa actual de Cuba no sería, con seguridad, más alto que la de otros países
ras restricciones.
La tasa más alta de abortos de Asia se constataba hasta 1995 en la región del
sudeste (40/1000). A esta región pertenece Vietnam, un país que parece tener el
índice más elevado del mundo, probablemente de 110/1000, incluyendo los abortos
mada para el este asiático, que abarca China, Japón, Mongolia, Hong Kong, Corea
del Norte y Corea del Sur, es semejante a la de América Latina (36/1000). Contactos
personales de los autores con funcionarios de salud y demógrafos chinos les permi-
ten estimar que la tasa de abortos en ese país pueda estar en rápida declinación, de
cerca de 30/1000 hace seis u ocho años atrás a alrededor de 20/1000 en los últimos
años. Las estimaciones mas recientes citan cifras de 29/1000 en 1995, y de 23/1000
en 2003 (Sedgh et al., 2007b). Esa caída puede atribuirse en parte a la reciente sus-
método de anticoncepción más usado por las mujeres (Kaufman, 1993; Sedh et al,
60
2007b)). La tasa estimada de abortos para el centro y el sur de Asia, región que in-
cluye países grandes como la India, Pakistán y Bangladesh, es el más bajo del con-
con Asia, donde la mayoría de la población vive en países en los cuales el aborto es
legal, el aborto inducido está legalmente restringido en la mayor parte del territorio
servaba en el este, que abarca Burundi, Etiopía, Kenia, Madagascar, Malawi, Mauri-
aborto más baja, 22/1000, se observa en el norte de África, que incluye Argelia,
Egipto, Libia, Marruecos, Sudán y Túnez. Este último es uno de los pocos países
africanos donde el aborto es legal y también es la nación con la tasa de abortos más
bajo, sólo 11 cada mil mujeres en edad fértil. Tenemos aquí otro buen ejemplo de la
falta de correlación entre legalidad y tasa de aborto. El sur de África, que es la región
24/1000, mientras que el aborto también es legal en el más grande de los países
que la integran, la República de Sudáfrica (Singh et al., 2009). Los otros países de
(Henshaw, 1998b) y de 21/1000 en 2003 (Singh et al., 2009), bastante por encima
61
mientras que es limitada y se ve sometida a restricciones ideológicas en Estados
Unidos.
mayoría de los abortos ilegales son inseguros y la mayoría de los abortos legales se
realizan en condiciones seguras, pero hay una serie de excepciones a esta regla,
como veremos en el próximo capítulo. Por eso los términos “seguro” e “inseguro” se
utilizan para distinguir los diferentes riesgos que corren las mujeres en el momento
Estimaciones de la OMS para años más recientes muestran que ese número dismi-
nuyó para 19,7 millones en 2003 y volvió a aumentar levemente a 20,6 millones de
abortos inseguros por año en el mundo en 2008 (Shah & Åhman, 2010). Este leve
de mujeres en edad fértil y por lo tanto expuestas a un aborto, que se observó prin-
cipalmente en África.
62
Por otra parte, la proporción de los abortos que son inseguros no muestran una
distribución homogénea en las diferentes regiones del planeta. Los países desarro-
llados tienen más del veinte por ciento de la población mundial pero menos de dos
por ciento de los abortos inseguros (Shah & Åhman, 2010). Esto se debe a que en
ellos el aborto suele ser legal y seguro, mientras que en los países en desarrollo,
con la excepción de China, la mayoría de los abortos son ilegales e inseguros. India
es otro país de alta densidad demográfica donde el aborto es legal, pero la mayoría
de los abortos inducidos aún se llevan a cabo al margen del sistema oficial y en con-
diciones de inseguridad (Chhabra, 1996; Jain, 2001; Ministry of Health & Family Wel-
muestran que la incidencia más elevada, por cada mil mujeres de entre 15 y 49
años, se observa en América Latina (31/1000), seguida por África (28/1000) y Asia
(11/1000), esta última influida por la inclusión de China (WHO, 2004). Si se conside-
ran las regiones dentro de cada continente, la tasa más alta se encontrará en África
oriental y Central (36/1000), América del Sur (32/1000), seguida por Centro America
abortos inseguros en las regiones más desarrolladas es próximo a 1/1000 (Shah &
Åhman, 2010 ).
dad de los abortos explican un desequilibrio muy amplio en el efecto de este proble-
63
Capítulo 4
que su madre era un ama de casa completamente iletrada, ambos padres querían
una vida mejor para sus dos hijas y estaban empeñados en darles la mejor educa-
ción posible.
Cuando Roberta tenía apenas 15 años, su hermana mayor, de 18, quedó em-
con rapidez la boda antes de que el embarazo fuera notorio. Los padres del mucha-
dad del matrimonio. El joven era hijo único y tenía más espacio en su casa que la
hermana de Roberta, quien compartía su dormitorio con ésta. De modo que la nueva
pareja decidió vivir con la familia del marido adolescente. La hermana de Roberta
amor y compasión, y trataban al niño como a un nieto muy querido. Sin embargo, su
antigua vida de la escuela, los amigos y las fiestas ocasionales había desaparecido
para siempre.
mismo error que su hermana. No imaginaba que muy pronto iba a enamorarse. Ri-
64
cardo era dulce y tierno. La hacía sentirse importante, hermosa y amada, y ella es-
taba dispuesta a hacer cualquier cosa por él. Aunque se había hecho la promesa de
evitar las relaciones sexuales, una tarde de verano fue con su novio a dar una cami-
nata por un cerro de las cercanías; llegaron así a un lugar bastante apartado en me-
ganaron en intimidad y los jóvenes terminaron haciendo el amor por primera vez en
profunda de sus cuerpos y almas. No pudo dejar de repetir la experiencia una y otra
vez en los siguientes fines de semana. Trató de evitar el período fértil pero no sabía
con seguridad cuándo era; además, era tan difícil resistir el deseo que los acercaba
uno a otro…
Cuando quedó embarazada, como era inevitable, Roberta supo que no podia
hacer lo mismo que su hermana. Esta vez, ni sus padres ni los de su novio lo acep-
tarían. La joven no quería ser un motivo de preocupación para sus padres, que ya
habían sufrido bastante con su otra hija. Ni siquiera enteró de la novedad a su novio
encargaría de resolver su problema por poco dinero. La experiencia fue muy, muy
ía otra alternativa que ir a su casa, donde intentó evitar a su madre diciendo que ten-
ía un fuerte dolor de estómago. Sin embargo, siguió sangrando y sus dolores abdo-
minales se hicieron tan intensos que la hermana advirtió la situación y avisó a la ma-
dre. Llevaron a Roberta al hospital, ya muy anémica. Tenía el útero perforado y ne-
cesitaba cirugía de emergencia. Como era muy joven, el cirujano decidió preservar
65
permaneció algunos días en la unidad de terapia intensiva y recibió varias transfu-
de una semana, la enviaron al pabellón reservado para los abortos normales. Allí,
algunas damas voluntarias muy agradables le hablaron de los peligros del aborto y
los diferentes tipos de anticonceptivos que podía usar. Roberta apreciaba su com-
pañía y la jovialidad que transmitían sus rostros, pero no les prestó mucha atención.
Tenía casi 17 años y ya había decidido que nunca más volvería a tener relaciones
sexuales. Ricardo había desaparecido sin explicación alguna durante todo el episo-
dio y ella no iba a enamorarse nuevamente. Sus padres habían sido muy compren-
cambios; en esta oportunidad, sin embargo, padeció una infección mucho más gra-
ve. Otra vez, en razón de su juventud, los cirujanos trataron de preservar el útero y
al menos una trompa y un ovario. La muchacha tuvo que pasar por tres operaciones
y terminó perdiendo el útero y ambos ovarios. Adelgazo veinte kilos y durante casi
dos meses no hizo más que entrar y salir de terapia intensiva. Aunque hubo momen-
tos en que todo el mundo creyó que moriría, logró sobrevivir. Su sonrisa triste le
ganó la admiración del personal del hospital, que aprendió a querer su dulce rostro
decidido que sería médica o enfermera. Sabía que nunca podría tener hijos y proba-
blemente tampoco encontrara un marido. Por lo tanto, resolvió dedicar su vida a cui-
66
dar a otros. Por desgracia, perdí contacto con ella,* pero todos esperábamos que
La historia de Roberta ilustra a las claras los graves costos humanos, sociales
y económicos de los abortos inseguros. El costo humano está representado por las
complicaciones físicas, que pueden resultar en la muerte de la mujer, y por las se-
cuelas nada infrecuentes de ese tipo de intervenciones. El costo social puede ser la
mujer que aborta. Por último, el costo económico para los países en desarrollo don-
Mortalidad materna
La consecuencia más dramática de los abortos inseguros es sin duda que nu-
deseado, debido a las condiciones de inseguridad en que se llevan a cabo esas in-
tervenciones. El drama, vivido por esas mujeres y sus familias, queda oculto bajo las
íodo de embarazo y hasta 42 días después del parto, a raíz de causas relacionadas
mundo había unas 585.000 muertes maternas anuales, y que el 13% de éstas son el
*
Habla Anibal Faúndes.
67
resultado de abortos inseguros (WHO, 1997). Una estimación mas reciente compara
tra que el número de muertes maternas bajó de 546.000 en a 358,000, lo que co-
margen de error es muy grande, variando entre una razón mínima de 200 y una
máxima de 370/100.000 (WHO et al., 2010). Esto significa que en los últimos
años mueren entre 38.000 y 66.000 mujeres como consecuencia de un aborto indu-
cido, si los abortos continúan siendo responsables de 13% de las muertes maternas.
tanto inseguras, en contraste con la mayor seguridad con que se efectúan los abor-
por cada cien mil en Estados Unidos, ese mismo riesgo se eleva a 100 y hasta 1.000
por cada cien mil abortos cuando se trata de intervenciones ilegales realizadas en
es entre cien y mil veces más grande que para una mujer que toma la misma deci-
sión en Estados Unidos (WHO, 1997). Aun dentro de los países en desarrollo el
770 en África Oriental y 820 en África Occidental (WHO, 2007). Dicho de otra mane-
68
ra, las mujeres africanas se someten a abortos con frecuencia semejantes a las lati-
noamericanas, pero sufren mucho más muertes relacionadas con esa intervención.
Complicaciones físicas
Las muertes relacionadas con el aborto son sólo la punta visible de un témpano
de amplia base. Los abortos inseguros provocan con frecuencia otras complicacio-
nes inmediatas o de largo plazo. Entre las complicaciones inmediatas se cuentan las
otros órganos y las reacciones tóxicas a productos ingeridos o aplicados en los geni-
tales.
exige una transfusión sanguínea de emergencia, que en países con una elevada
propaga a las trompas, los ovarios y la cavidad abdominal, causando la llamada “en-
sangre y generar una sepsis y un “shock” séptico. Estas graves complicaciones pue-
den provocar la muerte. De hecho, en algunos países africanos, entre las mujeres
aborto, el siete por ciento –una de cada 14– puede morir (Adewole, 1992).
Las mujeres que sobreviven a las complicaciones inmediatas de los abortos in-
seguros suelen sufrir consecuencias a mediano y largo plazo, a través de dos meca-
implica a menudo la extirpación de las trompas, los ovarios y/o el útero, como en el
69
caso de Roberta. Un estudio realizado en Sudáfrica comprobó que el 5,4% de las
las trompas conduce con frecuencia a su obstrucción. Las trompas obstruidas pue-
que son, reiterémoslo, una causa frecuente de muerte si no hay posibilidades inme-
quirúrgicas no sólo causan infertilidad y embarazos tubarios sino también, y con fre-
cuencia, dolor pélvico crónico. Las mujeres en cuestión sufren un continuo dolor en
la parte baja del abdomen, que se exacerba con los movimientos o cuando cargan
algo pesado. El dolor puede ser particularmente molesto durante la relación sexual,
cuando el pene del hombre toca el cuello o penetra demasiado en la vagina. La limi-
tación resultante de las actividades diarias de la mujer y la interferencia con las rela-
ciones sexuales pueden tener también graves consecuencias sociales para ella (La-
aquellas que viven en área rural (Prada y cols, 2005), lo que se constituye en un in-
dicador más de cómo el problema del aborto tiene marcadas dimensiones de injusti-
cia social.
70
Por otra parte, el aborto inducido en si mismo, parece estar asociado con un le-
casi 250 000 primíparas se encontró que la tasa de parto prematuro fue 6,5% entre
las sin historia de aborto, de 7,8 entre las que tuvieron un aborto y de 8,5 entre las
con dos o más abortos. El gran número de casos permitió que esas pequeñas dife-
blicado ese mismo año confirmó esos resultados (Shah & Zao, 2009)
4700 nulípara sin historia de aborto y a un numero igual que habían realizado aborto
Consecuencias psicológicas
Durante los últimos veinte años, los grupos opuestos al derecho de las mujeres
(Speckhard y Rue, 1992), pero un cuidadoso análisis de los datos lleva a la conclu-
sión de que esta afección es más un mito que una realidad (JAMA, 1992).
las consecuencias psicológicas del aborto inducido (David et al., 1978; Rogers et al.,
1989). Aunque sus hallazgos muestran algunas variaciones, todas las publicaciones
cuencias son mucho más grandes entre las mujeres a quienes se niega un aborto, y
los niños nacidos como resultado de esa imposibilidad de abortar también se ven
71
afectados (David et al., 1978; Handy, 1982; Romans-Clarkson, 1989; Dagg, 1991;
David, 2006).
Por otra parte, estudiosos de este tema relatan que la mayor parte de las muje-
res que exhibían síntomas psicológicos –depresión, entre ellos– a raíz de abortos
inducidos eran las que habían sufrido el mismo problema antes de la intervención o
aquellas que no habían tomado la decisión de abortar por propia iniciativa sino como
seado se interrumpe tras el diagnóstico de una malformacion fetal grave (Adler et al.,
1990; Zeanah et al, 1993). Además, las presiones religiosas, sean de tipo cultural o
confesional, que asignan una fuerte connotación negativa al aborto también se aso-
inducido (Zolese y Blacker, 1992; Russo y Dabul, 1997; Major et al., 1998).
ción, y comprobó que este problema era mucho más frecuente tras el nacimiento de
un bebé que después de un aborto (Brewer, 1977). El autor sugiere que los cambios
Si bien algunos estudios han señalado una incidencia más elevada de los
síntomas psicológicos entre las mujeres más jóvenes (Zolese y Blacker, 1992), una
escalas psicológicas, encontró que el impacto psicológico del aborto inducido no era
72
2001) También se constató un incremento de las emociones positivas luego del
grandes entre las mujeres que han tenido o no han tenido un hijo anteriormente, ya
que diferentes estudios muestran resultados contradictorios (Payne et al., 1976; Zo-
cuencias psicológicas negativas para las mujeres que toman la decisión por cuenta
propia y sin presiones externas. Tal fue la conclusión unánime de un panel de exper-
tos convocados por la American Psychological Association para discutir el tema del
aborto legal en Estados Unidos (Adler, 1989). Si bien hay descripciones anecdóticas
de depresiones graves e incluso de psicosis muchos años después del aborto (Bu-
tler, 1996), no resulta claro si las mismas mujeres no hubieran tenido las mismas
(Handy, 1982; Dagg, 1991). Por otra parte, un análisis más reciente de los datos de
encontró una asociación entre historia de aborto y una variedad de desordenes si-
cen, sin embargo, que no se puede establecer una relación causa efecto y que se
precisan más estudios para aclarar esta asociación (Coleman et al, 2009).
concluyó que la consecuencia psicológica más habitual del aborto “era, con mucho,
el alivio” (David et al., 1978). Además, también deben considerarse las consecuen-
deseado hasta el nacimiento de un bebé puede tener repercusiones aún más graves
73
para la mujer y el niño. Entre los niños nacidos como consecuencia de esos emba-
Consecuencias sociales
vas que negativas para la mujer, cuando se lo compara con la continuación del em-
barazo no deseado. Las adolescentes que no son madres y han abortado embara-
zos no deseados tienden a proseguir sus estudios, mientras que quienes optan por
dió con la hermana de Roberta en el relato con que iniciamos este capítulo (Bailey et
rente, no tanto como consecuencia del acto de abortar sino de las complicaciones
res que sufren de infertilidad o dolor pélvico crónico, como consecuencia de una in-
fección genital postaborto inseguro, tienen serias dificultades para cumplir las fun-
ciones que la sociedad les asigna. Esto significa en la práctica que su rol social se
ve muy limitado, lo que las lleva a vivir marginadas de sus comunidades y a la des-
74
Consecuencias económicas
que un parto normal, mientras que la atención de una mujer con complicaciones de-
bidas a un aborto inseguro puede significar una gravosa carga económica sobre el
sistema de salud. Las complicaciones por abortos inseguros consumen una gran
proporción de los recursos del sistema sanitario: camas de hospital, tiempo de uso
de salud pública y obstetricia de Chile, uno de los primeros países donde este pro-
ron el impacto del aborto en el sistema de salud. En 1963, alrededor del veinte por
ciento de las camas de obstetricia eran ocupadas por mujeres con complicaciones
debidas al aborto, que representaban el ocho por ciento de todos los pacientes da-
dos de alta de los hospitales chilenos (Plaza y Briones, 1962). Una o dos décadas
después, casi el treinta por ciento de las camas de hospitales asignadas a la aten-
ción obstétrica y ginecológica en América Latina eran ocupadas por mujeres con las
calculada como porcentaje del número total de pacientes dados de alta de los hospi-
tales, es un mal indicador del verdadero efecto del aborto sobre los recursos del sec-
tor salud. Esto se debe a que cada aborto complicado consume más tiempo del per-
sonal, exige una internación más prolongada y utiliza más recursos quirúrgicos,
75
médicos y de laboratorio que los dedicados a cualquier otra paciente obstétrica o el
cliente promedio de los hospitales. Como ejemplo, el costo de la atención por com-
1993 nueve veces más alto que el correspondiente a la atención hospitalaria de una
interrupción segura del embarazo y cinco veces máyor que el costo de un parto. Las
que la internación era 15 veces más prolongada que la correspondiente a las muje-
1995).
Todos los análisis descritos arriba se refieren solamente al costo del tratamien-
completo del costo del aborto inseguro en los países en desarrollo, incluyendo no
de salud que estimó en cerca de 500 millones de dólares , sino también el costo que
tendría atender a las mujeres que hasta ahora no reciben esa atención (US$ 373
millones), el costo de gasto personal que solo para África al Sur del Sahara se es-
US$400 millones. Todo esto sin considerar lo que costaría tratar todos los problemas
esterilidad provocados por los abortos que se estima en US6.000 millones (Vlassoff
et al., 2008).
te los últimos veinte años, en paralelo con un mayor acceso a los métodos anticon-
ceptivos, pero aún sigue siendo un serio problema. En nuestros días, el África sub-
76
sahariana parece remedar la situación latinoamericana de las décadas de 1960 y
1970.
aborto
nes, también hay otros factores relevantes. Entre ellos se incluyen la edad gestacio-
nal en que se produce la interrupción, el tiempo transcurrido hasta tener acceso a las
Todos estos factores médicos que no discutiremos aquí, se ven afectados por
de la abortante. En los países donde el aborto es admitido por la ley y goza de acep-
restrictivas y donde hay un rechazo público de las mujeres que abortan y de quienes
tes factores no médicos influyen en la gravedad de las consecuencias del aborto in-
ducido.
relacionada con el aborto es más alta en los países donde éste sufre restricciones
77
legales y los servicios de salud reproductiva son insuficientes o inexistentes (New
York Times, 2006). En contraste, en un país donde el aborto es legal y los servicios
son adecuados, ninguna mujer que decida abortar tiene que poner en riesgo su sa-
En Rumania encontramos la demostración más clara, tanto del efecto del acce-
relacionada con el aborto era de menos de veinte por cada cien mil nacimientos vi-
vos hasta 1966, cuando una ley liberal sobre el aborto fue sustituida por otra muy
aumentó alrededor de ocho veces, hasta situarse en casi 150 muertes por cada cien
mil nacimientos vivos (Stephenson et al., 1992; WHO, 1997). El aumento de casi
diez veces en las muertes maternas fue el precio pagado por las mujeres rumanas a
<FIGURA 4.1>
las regulaciones jurídicas en vigencia. Aunque una mujer pobre tenga un mayor ac-
ceso a un aborto seguro en los países donde éste es legal, la liberalización de las
78
mente el problema, porque ni el sistema de salud ni los médicos están preparados
aborto se aprobó en 1972. Desde entonces, los casos registrados de IME han sido
1991-1992. Se estimaba, sin embargo, que todos los años se realizaban en la India
otros cinco o seis millones de abortos, sobre todo en zonas rurales con instalaciones
aborto en la India durante más de veinte años, los servicios eran inaccesibles para la
mayoría de las mujeres, especialmente en las zonas rurales. Por consiguiente, prac-
riores muestran un rápido incremento del número total de abortos, incluidas las in-
insalubres se mantiene en los mismos niveles (Jain, 2001). Mas recientemente, ci-
fras oficiales estiman que dos tercios de los abortos se realizan fuera del marco le-
gal (Ministry of Health & Family Welfare, India, 2008). Por lo tanto, para la mayoría
de las mujeres indias que deciden por voluntad propia interrumpir su embarazo, la
vigencia de esa ley no ha cambiado el peligro que corren cada vez que se provocan
un aborto. Siguen poniendo en riesgo su salud y hasta su vida como si la ley no exis-
tiera.
79
La situación es muy similar en los países donde las leyes sobre el aborto son
por ejemplo cuando hay un grave riesgo para la vida de la mujer, si el embarazo es
ía de las veces, las mujeres que tienen derecho a abortar aun de acuerdo con esas
la mayoría de los países de América Latina y África e incluso en algunos países eu-
que debe tener su estado para justificar el aborto. Criterio que puede variar de profe-
depende de la receptividad del médico ante la evaluación del riesgo que la propia
sidera la opinión de las mujeres; en realidad, son los médicos los únicos actores en
médicos de los hospitales estiman que no pueden interrumpirlo a menos que la mu-
jer sea capaz de probar de manera indudable que fue violada y que el embarazo es
el resultado de esa violación. Aunque las leyes de la mayor parte de los países no
requerir una orden judicial. Como este trámite puede ser más prolongado que una
gestación humana, en los hechos la ley no se aplica (Pitanguy y Garbayo, 1995). Por
otra parte, aun cuando una mujer tenga un mandato judicial que autoriza la interrup-
80
ción del embarazo, eso no garantiza que reciba atención en los hospitales públicos,
porque los médicos pueden sentirse intimidados por el accionar de grupos religiosos
vención.
nos, con todas sus consecuencias para la salud. Por lo tanto, la cultura predominan-
del aborto, así como la actitud de los prestadores de servicios de salud, sobre todo
Estatus socioeconómico
tienen acceso al aborto seguro en la mayoría de las sociedades en que esa inter-
vención está limitada por la ley, mientras sean capaces de pagarla. Por otra parte,
quienes cuentan con menores ingresos deben utilizar los servicios de aborteros no
res ricas tienen fácil acceso a intervenciones seguras pero caras (Barros et al.
1997). Cabe concluir, entonces, que sólo las mujeres pobres deben enfrentarse a las
graves consecuencias de los abortos inseguros (Bhuiya et al., 2001). Un estudio rea-
81
lizado en Egipto, por ejemplo, comprobó que el costo de un aborto seguro ilegal
equivalía a dos veces y medio el ingreso mensual promedio per capita del país,
mientras que las mujeres pobres pagaban menos de un dólar norteamericano por un
ción legal del aborto es liberal. En el decenio transcurrido entre 1972 y 1982, la mor-
talidad asociada a la interrupción legal del embarazo en Estados Unidos fue tres ve-
ces más alta en la población negra que entre las mujeres blancas (Atrash et al.,
1987). Es bien sabido que el color de la piel es en ese país un indicador de estatus
guro social público para los pobres (Medicaid) no cubre el aborto en muchos Esta-
dos, lo cual significa que las mujeres pobres deben llegar al segundo trimestre de
embarazo antes de poder juntar el dinero necesario para costearlo (Henshaw y Wa-
atención y los obstáculos para el acceso a los servicios que proveen abortos legales
82
Capítulo 5
desean?
La razón más comúnmente aducida para explicar por qué las mujeres tienen
cierto, sin duda, en el caso de muchas mujeres casadas que ya tienen los hijos que
querían y les faltan los conocimientos o los medios suficientes para utilizar un anti-
conceptivo. Así sucedió con Rosa, la campesina, y María, la mujer de clase media,
Sin embargo, ésa no es la única razón, por lo cual es oportuno recordar otras
circunstancias que rara vez se tienen en cuenta en las discusiones sobre los motivos
que llevan a las mujeres a abortar. Otra causa importante de embarazos no desea-
momento y las condiciones de una relación sexual, aun cuando sean educadas y
A veces, las mujeres se embarazan porque quieren tener un hijo, pero la situa-
ción cambia cuando su grupo social conoce esa intención y la rechaza. Es posible
la tarea de reducir la cantidad de mujeres que hoy abortan en el mundo, será nece-
sario tomar en cuenta todos los hechos que pueden llevarlas a un embarazo impre-
más exhaustiva para entender cabalmente su significación y poder corregir los pro-
blemas que inducen a las mujeres a poner en peligro su salud y su vida, y a sobre-
base poblacional realizados en muchos países del mundo con los mismos métodos
esos estudios, en casi todas partes una elevada proporción de las mujeres afirma
84
El porcentaje de mujeres que declaraba conocer por lo menos uno de estos
métodos en la década de 1990 variaba desde menos del 50% en Chad hasta el 60%
pal y Filipinas (Demographic and Health Surveys, 2002). En los estudios realizados a
partir del año 2000, la proporción de mujeres que conocían por lo menos un método
moderno alcanzó más de 75% en los países citado mas arriba, con la excepción de
Chad, que alcanzaba apenas 48,4% en 2004. También hacían excepción otros paí-
ses de África Occidental y Central como Níger (68,3%), Sierra Leone (66,2%) y Nige-
ria, con 67,0%. En el caso de los países desarrollados, pero también de algunos
Brasil, esa proporción llegaba virtualmente al cien por ciento (ORC Macro, Measure
DHS, 2010).
dentro de cada país, según el lugar de residencia (urbana o rural) y el estatus so-
mente en todos los países menos desarrollados, el 98% de las mujeres con educa-
mientras que sólo el 50% o menos de las mujeres sin educación de Camerún, Ma-
bre anticonceptivos específicos, las diferencias según el nivel de educación son aún
más dramáticas. Brasil es un país en el cual casi el cien por ciento de las mujeres de
todos los niveles sociales conoce como mínimo un método moderno. Este alto nivel
85
jes subliminales y directos (Faria y Potter, 1999). Los condones han sido objeto de
campañas en los medios masivos de comunicación, al igual que los dos métodos
se analizan otros métodos, lo cual revela que las mujeres sin educación tienen mu-
cho menos opciones. En 1996, sólo el 12% de las brasileñas sin educación formal
98%, respectivamente, de las mujeres con educación superior que conocían los tres
métodos. Aun en los Estados Unidos, hasta recientemente un método de alta efica-
cia y larga duración como el DIU era poco conocido entre adolescentes y jóvenes de
ce?”; luego se menciona cada método no señalado por la entrevistada y ésta res-
ponde si lo conoce. Ello significa que cualquier mujer que se haya enterado de la
ser que ese “conocimiento” esté completamente distorsionado o sea lisa y llanamen-
te erróneo. La encuestada tal vez “sepa”, por ejemplo, que el DIU causa un aborto
todos los meses (como le dijeron a María, la residente urbana de clase obrera,
cuando dejó de tomar la píldora) o que quienes toman la píldora demasiado tiempo
quedan estériles. Éstos son sólo algunos de los falsos rumores que impiden a las
Pocos estudios han explorado la calidad del conocimiento de los métodos anti-
conceptivos, pero esos pocos muestran que puede ser muy pobre. Un estudio reali-
86
zado con mujeres residentes en favelas de Río de Janeiro mostró que el 23% de
al., 1990). De manera similar, otros estudios han constatado que las mujeres y ado-
riódica para controlar la fertilidad, no tienen un conocimiento preciso del ciclo mens-
trual y del período fértil (Cumming et al., 1991; Castaneda et al., 1996). Un estudio
entre estudiantes sudafricanos encontró que el 85% no sabía que es necesario po-
ner el preservativo en el pene antes de que éste tenga cualquier contacto con la va-
dos. Alrededor de un tercio de las jóvenes y el cuarenta por ciento de los varones
con experiencia sexual, y más de la mitad de los estudiantes de ambos sexos sin
vaselina podía utilizarse con preservativos (Crosby y Yarber, 2001). Por otra parte,
comprimía la punta del preservativo para desplazar el aire al ponerlo (Crosby y Yar-
fisiología reproductiva pueden ser tan pobres que ni siquiera saben que las jóvenes
2002).
en dos aspectos la aptitud de las mujeres para protegerse contra embarazos impre-
87
vistos. Quizá no usen el método por atribuirle de manera incorrecta un efecto negati-
aun cuando creen estar protegidas, como le sucedió a María en la historia antes
presentada, por desconocer la importancia de tomar sin falta las primeras píldoras
del mes.
Una vez más: la calidad del conocimiento depende de la educación, por lo que
el caso del preservativo, ser adepto a una religión también tiene una asociación ne-
gativa con el conocimiento sobre el uso del método, según se desprende de los re-
ber, 2001).
dono de este tipo de píldoras se produjo un alza del 36% en la tasa de abortos entre
de 10.000 abortos por arriba de lo esperado en los 9 meses siguientes al anuncio del
mayor risco de trombosis venosa con el uso de ese tipo de píldora (Mills, 1997).
88
Falta de acceso a los métodos anticonceptivos
El indicador utilizado con mayor frecuencia para medir el acceso de las mujeres
indicador es que la prevalencia del uso no depende sólo del acceso sino también de
es alta, la prevalencia del uso puede ser muy baja a pesar de la existencia de un
buen acceso, si el deseo predominante en las mujeres es tener tantos hijos como
sea posible. Por ese motivo, es más pertinente evaluar el acceso a los métodos anti-
ceptivos, por tanto, también es muy escaso, lo que resulta en una necesidad insatis-
fecha mínima. En una segunda fase, un porcentaje más elevado de las mujeres
amplia variedad. En esta fase se encuentra la proporción más alta de mujeres con
yor parte de las mujeres desean controlar su fertilidad, y también el acceso a los
métodos anticonceptivos modernos alcanza los niveles más altos. En esta fase, ca-
racterística de los países más desarrollados, la proporción de las mujeres con una
89
por la situación en diferentes países, que en la actualidad atraviesan cada una de las
tres fases recién enumeradas. Chad, que tiene el nivel más bajo de conocimiento y
and Health Surveys, 2002). Porcentajes mucho más altos de necesidad insatisfecha,
uso (Kenia, 31,5%; Bolivia, 25,2%, y Nepal, 26%), que son ejemplos de la segunda
fase. La tercera fase está representada por los países desarrollados y algunos en
desarrollo, donde la alta demanda está compensada por un mejor acceso a la anti-
dad insatisfecha uniformemente por debajo del 10%. La elevada necesidad insatis-
fecha de anticonceptivos en los países de la segunda fase puede ser uno de los
principales factores determinantes del aborto inseguro. Por ejemplo, un estudio rea-
lizado en Nepal comprobó que un aborto inseguro era el único método de control de
primera fase no merecen mayor atención. Si observamos los datos con mayor dete-
nimiento, sin embargo, la historia es otra. Por ejemplo, el 9,7% de mujeres con una
necesidad insatisfecha en Chad puede parecer bajo, pero cuando se tiene en cuenta
que sólo el 2,5% utilizaba un método anticonceptivo moderno, resulta evidente que
sólo poco más de una de cada cuatro mujeres (2,5 de 9,7) que deseaban evitar un
90
que otras razones contribuyen a la existencia de esa necesidad, y entre ellas se
dios.
tendrá una estrecha asociación con los embarazos no deseados. Como una de las
caban en los países de Europa central y Europa oriental que eran parte de la ex
Unión Soviética. En ellos, la prevalencia de los anticonceptivos era baja porque las
únicas píldoras contraceptivas disponibles eran las de alta dosis –por lo tanto, con
mujeres a controlar su fertilidad por medio del aborto, que era de fácil acceso (David,
1982; Popov, 1991). Esto comenzó a cambiar con la abertura democrática en la Eu-
ropa del Este al final del milenio pasado. El uso de métodos anticonceptivos moder-
La situación era similar en dos de los países en desarrollo con los índices de
abortos más elevados, Cuba y Vietnam (Hardy et al., 1990; Álvarez, 1992; Goodkind,
1994). Estos dos países estuvieron bajo una fuerte influencia soviética hasta fines de
91
la década de 1980 y permanecieron muy aislados en años posteriores. El mismo
los siguientes diez o veinte años, en los que se produjo una rápida reducción del ta-
maño ideal de la familia. Como los métodos anticonceptivos no eran fáciles de obte-
ner, la población recurrió al aborto, que alcanzó un índice muy alto en algunos paí-
guir una curva paralela al aumento en el porcentaje de mujeres o parejas que de-
seaba tener un número menor de hijos, lo que impidió la reducción esperada del
aborto. Las excepciones fueron unos pocos países con buenos servicios de salud
facilidad de acceso condujo a un rápido aumento de su uso, seguido por una caída
del número de abortos inducidos (Maine, 1981; Viel, 1985; Barzelatto, 1986).
terminados grupos sociales, sobretodo entre las mujeres más pobres y las adoles-
centes, que dependen de servicios públicos y gratuitos para poder usar métodos an-
ticonceptivos con continuidad. A veces el gobierno central puede hacer grandes es-
fuerzos para que los métodos anticonceptivos lleguen a toda la población, pero de-
penden de toda una cadena logística que difícilmente funciona como deseado. Un
estudio realizado en Brasil, por ejemplo, mostró que aunque 66% de las Secretarias
8% de los puestos de salud tenían ese “kit” disponible (Osis et al, 2006).
92
En el caso de las adolescentes el problema es todavía mayor, porque frecuen-
temente sufren por los prejuicios de algunos proveedores de servicios de salud, que
juzgan que las adolescentes no deben tener actividad sexual y que, por lo tanto, no
En conclusión, no hay ninguna duda de que una gran proporción de los abortos
método anticonceptivo (Álvarez et al., 1999; Sparrow, 1999). Los métodos fallan
porque no son infalibles o porque la mujer o su compañero no los usan como es de-
un elevado índice de fracasos que llegan a 24 y 22 por cada 100 mujeres durante un
año de uso (Trussell 2011), que se debe en parte a su ineficacia intrínseca, pero so-
bre todo al uso inapropiado (Indian Council of Medical Research, 1996; WHO, 1981).
y el anillo vaginal (Nuvaring) están cerca del cien por ciento en los estudios clínicos
en estudios de base poblacional se aproximan al nueve por ciento por año de uso
(Trussell, 2011). Varios estudios han mostrado que muchas usuarias de píldoras no
93
diaria o postergan la iniciación de un nuevo ciclo si su pareja va a estar ausente du-
rante algunos días. La mayor parte de las consumidoras ignoran que las posibilida-
de los métodos que no dependen de acciones repetidas de la usuaria, como los dis-
positivos intrauterinos y los implantes. Por otra parte, algunas de las versiones más
recientes de estos métodos, como los DIU liberadores de cobre o progestina y los
1991, Brache et al., 2003; Power et al., 2007; Trussell et al., 2009). Como estas ca-
racterísticas los hacen sumamente eficaces para reducir los embarazos no desea-
dos y los abortos, es preciso que se cuenten entre los métodos anticonceptivos al
alcance de las mujeres. Es de igual importancia que éstas los conozcan y los tengan
ro carecen de control sobre su uso. Además, también es posible que no los utilicen
sin los medios ni el tiempo para protegerse. Lejos de ser un episodio poco común, el
desde la agresión física con el uso de armas hasta la imposición cultural de la acep-
tación de los “derechos” del varón sobre el cuerpo de la mujer. La mayoría de los
94
estudios se limitan a evaluar la incidencia de la violación, definida como una relación
men o satisfacer otras necesidades personales. Hay formas más sutiles de imposi-
ción que no suelen considerarse, como el hecho de que la mujer se sienta obligada
a aceptar el derecho del hombre al sexo por los favores recibidos o porque han es-
Los estudios sobre la violencia sexual muestran una prevalencia que varía de
menos del diez por ciento a más del cuarenta por ciento de las mujeres en edad fértil
(Heise et al., 1994; Golding et al., 1998). Las diferencias en la prevalencia parecen
estar relacionadas tanto con diferencias sociales entre poblaciones como con los
distintos métodos utilizados para obtener información, y con las distintas definiciones
1993), pero muchos estudios sólo consideran la imposición física directa. De manera
más habitual, las mujeres están sometidas a un condicionamiento cultural que las
ro o un esposo es una obligación que deben cumplir, al margen de sus propios de-
responsable por más de 32.000 embarazos no deseados por año en los EEUU
95
posición cultural más sutil del sexo no deseado o de una relación deseada por la mu-
jer pero impuesta sin la protección que ella preferiría, tiene un papel mucho más re-
sil, comprobamos que el treinta por ciento de las mujeres entrevistadas informaba
haber sido forzada a tener relaciones sexuales mediante la imposición física o la co-
erción. Otro 32% admitía haberlas tenido contra su voluntad porque creían estar
obligadas a satisfacer el deseo de sus compañeros (Faúndes et al., 2000). Las muje-
suficiente para negar el sexo cuando carecen de esa protección, como sucedió con
bre las negociaciones en torno del uso de preservativos, ha sido destacada por es-
tudios relacionados con el riesgo de contagiarse el SIDA, pero también puede adu-
well y Boyle, 1995; Bajos y Marquet, 2000). Un estudio realizado con adolescentes
norteamericanas mostró que, en una proporción sustancial, creían que los varones
tenían derecho a mantener una relación sexual con ellas si habían invertido tiempo o
dinero en agasajarlas. La proporción resultó aún más alta entre los adolescentes
varones de la misma nacionalidad y llegó a ser una abrumadora mayoría entre los
2001).
La mayor parte de los estudios también demuestran que los varones, tanto
96
sabilidad exclusiva de la mujer (Pachauri, 2001). Un estudio realizado en la India con
de voluntad del marido de usar métodos anticonceptivos, así como el uso inapropia-
(Banerjee et al., 2001). Hay pocas dudas de que esta situación de dominación mas-
que es más pronunciado en los países menos desarrollados, es otro factor que man-
tiene la alta incidencia del aborto inducido, con prescindencia del conocimiento de
97
Capítulo 6
que preferirían no repetir (Barros et al, 1997). “El aborto es un terrible infierno”, “la
gente que no tuvo que pasar por el trauma del aborto haría bien en no hablar del
tema”, “me encuentro en esta desgraciada situación [de decidir abortar]”, son expre-
siones utilizadas por mujeres que defendían el acceso a la píldora abortiva (mifepris-
tona) en un reciente debate público realizado en Estados Unidos (Daily Record De-
bate, 2002). Así, el embarazo tiene que ser absolutamente no deseado para empu-
jar a una mujer a hacerse un aborto. Por otra parte, muchas mujeres entrevistadas
tras una interrupción voluntaria del embarazo declararon que se habían manifestado
en contra de otras mujeres que se hacían abortos hasta el momento en que ellas
1991).
Las mujeres comparten esa opinión tanto en los países desarrollados como en
los países en desarrollo. Un estudio realizado en Cuba, por ejemplo, donde el aborto
tiene una alta prevalencia, mostró que el 78% de quienes se habían sometido a una
interrupción voluntaria del embarazo mantenían una opinión negativa o eran ambiva-
lentes en su actitud hacia el aborto, y sólo unas pocas expresaban un juicio positivo
(Álvarez et al., 1999). Los autores comentaban que “la aprobación franca de esta
forma de regular la fertilidad es mínima [...] en contraste con su actitud hacia la anti-
98
concepción, que es altamente positiva”. De manera similar, un estudio llevado a ca-
bo en Brasil comprobó que una proporción significativa de las mujeres que habían
confirma que el aborto es una decisión que las mujeres no toman a la ligera y sus
Los estudios muestran que las razones de las mujeres para decidir interrumpir
motivación puede predominar más en una sociedad que en otra. Es posible agrupar
Falta de un padre
do. Había migrado a la gran ciudad y trabajaba como criada para una familia de cla-
reunía con su novio, que le había prometido casarse con ella tan pronto consiguiera
un trabajo mejor. Sin embargo, desapareció ni bien Nelly le contó que estaba emba-
sus vecinos en el barrio porque no tenía padre, aunque su madre se había casado
cuando ella tenía apenas tres años. Nelly no quería que su hijo padeciera la misma
pareja que sea un padre adecuado para el futuro bebé. Esta categoría no incluye
sólo a las mujeres jóvenes y solteras sino también a mujeres mayores que han sido
99
abandonadas por sus compañeros o tienen una unión conflictiva (Torres y Forest,
1988; Barnett et al., 1992; Justesen et al., 1992; Törnbom et al., 1994; Skjeldestad,
1994; Gupte et al., 1997; Törnbom y Möller, 1999; Finer et al, 2005). Al parecer, la
principal motivación para abortar es la perspectiva de tener un hijo sin que exista
Limitaciones económicas
Flora, de 28 años, estaba casada y tenía dos hijos, de dos y siete años. El ma-
yor había sufrido una parálisis infantil, por lo que había estado internado en el hospi-
tal durante más de un mes y ahora necesitaba una costosa terapia de rehabilitación
para recuperar el pleno uso de las piernas. En los peores momentos de la enferme-
dad de su hijo, Flora perdió noción del método del ritmo que utilizaba y quedó emba-
El juicio de los padres de no poder darse el lujo de tener un hijo (sea el primero
los ya existentes, también se menciona con frecuencia, sobre todo en los países
menos desarrollados (Elu, 1999), aunque no exclusivamente en ellos. Por otra parte,
el sentimiento de no poder permitirse tener otro hijo no es más habitual en los secto-
res pobres de la sociedad que en las clases medias (Costa et al., 1990). Esto mues-
tra que las expectativas acerca del futuro de los hijos son más importantes que la
situación económica real, como era el caso de María, la mujer de un empleado ban-
100
no más común en los países que han sufrido serias restricciones económicas luego
dió con los Estados pertenecientes al ex bloque soviético, donde la falta de recursos
para criar a otro niño se menciona a menudo como una razón para abortar (Doug-
herty, 2001).
yectos de vida
bienes materiales, sino también la percepción de incapacidad de ser una buena ma-
dre. Con frecuencia, la razón expuesta deja ver una expresión de inmadurez o falta
de preparación para ser madre, tal como se observa en adolescentes muy jóvenes
búsqueda del aborto entre las adolescentes solteras de los países desarrollados o
dad como un obstáculo para concretar sus proyectos de vida relacionados con el
trabajo y el estudio (Torres y Forest, 1988; Törnbom et al., 1994). Una investigación
hecha en Brasil con estudiantes universitarias de hasta 24 años mostró que el 74%
llegaba al 36% (Hardy et al., 1993). En un análisis posterior de los aspectos cualitati-
vos del mismo estudio, la principal razón aducida para justificar el aborto era el no
estar preparadas para cuidar o educar a un niño (Costa et al., 1995). Si bien la edad
es un factor importante, parece que la preparación para ser una buena madre no
101
depende tanto de la edad de la mujer como de las expectativas para su vida antes
de convertirse en madre.
Otra expresión de la limitada capacidad de ser una buena madre como razón
para justificar el aborto se observa en los países en desarrollo que aún tienen un
elevado índice de fertilidad. Las mujeres egipcias que ya tenían muchos hijos decían
que la razón para no desear su último embarazo era que habían llegado al límite de
su capacidad de cuidar a sus hijos (Huntington et al., 1997). En otras palabras, aun
las mujeres cuyo ideal es ser madres de muchos niños comprenden que no pueden
Muchos lectores deben conocer el caso de las dos mujeres que fueron conde-
2002). Se trataba de viudas que habían quedado embarazadas, y sus bebés eran la
prueba de sus relaciones sexuales ilícitas. Es evidente que las mujeres que viven en
tendrán buenas razones para interrumpir cualquier embarazo que no cumpla las
normas aceptadas.
que también rigen normas sociales muy restrictivas. Aunque las transgresoras no
sean condenadas a muerte, sufrirán otras formas de segregación que pueden des-
truir su vida social. El nacimiento de un hijo fuera del matrimonio puede ser social-
mente aceptable entre los pobres de América Latina, pero no en las familias de clase
102
que el embarazo sea evidente, la única solución para salvar el honor familiar y el
Razones de salud
Los abortos por razones de salud prevalecen más en los países pobres (Oodit
et al., 1999). Esto puede explicarse en parte porque los otros motivos para abortar
se dan con menor frecuencia, pero también porque en las sociedades que asignan
gran valor a una elevada fertilidad las mujeres necesitan aducir un peligro para su
vida a fin de justificar la decisión de abortar, tal como lo ilustra la historia de Rosa, la
madre campesina de seis niños. Muchas mujeres argumentan que deben proteger
su propia vida porque si mueren, sus hijos no tendrán nadie que los cuide.
Gabriela, una mujer soltera de 22 años, trabajaba en una fábrica en la que re-
cibía el salario mínimo; vivía con sus padres y tenía un hijo de cuatro años de cuyo
mente embarazada, la echó de la casa. Su novio desapareció sin dejar rastros. Ga-
briela debió irse a vivir a la casa de una amiga, que la aceptaba a ella pero no a su
patrón se enteró de que estaba embarazada, le dijo que tendría que marcharse por-
que tomarían a otra persona. Como criada, no sólo recibía un salario sino también
buena comida y alojamiento. No tenía a nadie a quien acudir. El aborto fue para ella
103
Estas dos historias ilustran el caso de las mujeres que, aunque quieran seguir
Por otra parte, en general las mujeres cargan sobre sus hombros la función de
países las protege durante el embarazo, el parto y la lactancia, las leyes suelen te-
los casos, las mujeres embarazadas deben luchar para mantener un ingreso y se
ven obligadas a esperar largo tiempo para obtener una atención básica que no
siempre es de buena calidad, tanto antes del nacimiento como en el propio parto.
Luego de dar a luz, rara vez cuentan con guarderías infantiles cercanas a su lugar
de trabajo que les permitan al mismo tiempo amamantar a sus hijos y mantener su
empleo. Enfrentadas a esa cruel realidad, en la cual el apoyo social está casi total-
otra alternativa que el aborto, aun cuando quieran tener al niño, como en el caso de
de no aceptar que el niño nazca en un medio poco propicio para su desarrollo salu-
dable. Las denuncias sobre una cantidad creciente de cadáveres de recién nacidos,
hallados en los últimos tiempos en diversos lugares de Moscú, muestran las dramá-
ticas consecuencias de la falta de acceso al aborto en las mujeres que no creen te-
ner condiciones adecuadas para cuidar a sus hijos (Stephen, 2002). Este tipo de si-
tuación social parece ser un retorno a la Edad Media, cuando el aborto era tan ries-
104
goso que las mujeres se veían forzadas a recurrir al infanticidio, como se expone en
el capítulo 8.
tar es una expresión del sentido de responsabilidad de una mujer con respecto al
hecho de ser madre, o una manera de proteger su propio futuro y el de los hijos que
ya tiene.
105
Segunda parte
106
Capítulo 7
en conflicto
de la tarde a nueve de la noche, además de una noche cada seis y un domingo en-
jefe de turno lo sabía. Por esa razón, desde mi primer día de internado, me enviaron
ía tantos que muchas veces pasaba las dos horas y media de mi turno haciendo úni-
cuentes a las mujeres que habían abortado. El personal del sistema de salud pública
se sentía con autoridad para acusar, juzgar y condenar a todas las mujeres con
Debía pagar sufriendo dolor por haber cedido a los placeres del sexo sin asumir la
nes sexuales; 2) las había disfrutado; 3) no había impedido el embarazo porque era
una irresponsable, y 4) no quería ser madre (o volver a serlo) por razones egoístas.
*
Habla Anibal Faúndes.
107
En un principio acompañé esa manera de pensar, pero cuando comencé a es-
cuchar las historias de las mujeres, cada vez me resultó más evidente que en la gran
mayoría de los casos varios de los supuestos recién enumerados, si no todos, eran
incorrectos.
sión y compasión. Me rebelaba contra una sociedad que las empujaba a una situa-
ción en la cual no veían otra alternativa que someterse a los riesgos y sufrimientos
esa época se difundía con rapidez por el país no era sino la suma de numerosos
sión de que sería posible prevenir los abortos si se daba a las mujeres información
algunos años y mucha experiencia acumulada para darme cuenta de que siempre
en el caso de quienes atienden a las mujeres embarazadas, ese objetivo incluye tan-
tancias sobre cuya base los profesionales de la salud deciden aceptar o rechazar el
pedido de interrupción del embarazo formulado por una mujer, se deben analizar con
pulsados por el deseo de ayudar a otros, curar enfermedades y salvar vidas. Muchos
108
de ellos se han visto expuestos a experiencias vitales en las cuales un pariente o un
proceso de inicio de una nueva vida. El milagro del nacimiento es la experiencia más
positiva que cualquiera puede tener, en contraste con el otro extremo de los deberes
posible.
En los casos difíciles, los obstetras tienen la recompensa del legítimo orgullo de con-
tribuir a “dar” a la madre un niño saludable, sobre todo si la vida de éste ha corrido
res a dar a luz un bebé sano, se intensifica debido al sentimiento de gratitud que las
madres expresan a sus obstetras varias semanas, meses e incluso años después.
La vida diaria del obstetra está tan dedicada a la salud y la vida del feto como a
109
en potencia mientras ésta atraviesa los cambios corporales producidos por el emba-
razo.
Las mujeres que quieren tener un hijo confían a su médico la salud del futuro
bebé, tanto como la propia, y muchas parecen preocuparse más por su descenden-
cia que por sí mismas. La reacción lógica del obstetra es sentirse tan consagrado al
obstétrica para advertir lo traumática que puede ser la idea del aborto para este pro-
fesional.
as, vómitos, intolerancia a los olores y ciertos tipos de alimentos, micción frecuente y
de que el cuerpo de la mujer está bajo la influencia de algo nuevo. Hasta hace poco,
la percepción de los movimientos fetales era la primera indicación directa de que una
nueva vida se desarrollaba dentro de ella. A partir de ese momento, la mujer enta-
blaba una relación emocional más intensa de madre e hijo con el feto.
que permitieron la identificación temprana de los latidos cardíacos del feto. Con an-
producido por esos latidos, el sonar puede enviar una onda hacia el corazón del feto
con la forma de otra onda. Así, los médicos y la madre pueden “oír” los latidos del
110
corazón del feto algunas semanas antes de comenzar a percibir los movimientos
fetales.
Todo esto volvió a cambiar con el desarrollo del ultrasonido, que es cada vez
más eficiente para “ver” el crecimiento y desarrollo del embrión y el feto dentro del
tomar una fotografía del embrión apenas seis semanas después de la última mens-
que en esta etapa aquél sólo sea una masa de células dentro del saco embrionario,
sin semejanza con una forma humana y en nada diferente del embrión de cualquier
otro mamífero (Morowitz y Trefil, 1992), no tiene importancia desde el punto de vista
psicológico. El impacto emocional aumenta, desde luego, una vez que es posible
ya es hoy parte del álbum de fotos de los niños en muchas familias. Esta nueva tec-
nología ha dado visibilidad al embrión y el feto, que desde una etapa muy temprana
muchas mujeres el hecho de que la sangre uterina volviera a fluir no equivalía a te-
ner un aborto, aun cuando supieran que estaban embarazadas (Osis et al., 1996).
111
Para el médico, en la medida en que el embarazo era un cambio en el cuerpo
física del embrión gracias al ultrasonido suscitó mayor atención hacia lo que se eva-
jer.
vez no vean ninguna razón para reaccionar de diferente manera. Para muchos otros,
sin embargo, la visualización del embrión modifica mucho las cosas y afecta seria-
una edad gestacional anterior a fetos que ya están en una etapa más avanzada de
objetivación del embrión que la tecnología del ultrasonido ha aportado al debate so-
Otros avances tecnológicos han tenido el efecto opuesto. Para quienes tienen
que evacuar el útero hay una gran diferencia entre el método de dilatación y raspado
pronto como las partes fetales son susceptibles de distinguirse (alrededor de las
ocho semanas) (Lumley, 1980), el médico puede verlas mientras la cureta las elimi-
112
na. La aspiración al vacío libera a los profesionales de ver los fragmentos del feto, y
facilitan aún más el procedimiento, pues eliminan el acto físico de extracción del em-
brión o feto del útero materno. Aunque el objetivo y el resultado final son los mismos,
para el médico siempre es más fácil aceptar y aprobar la decisión de la mujer cuan-
rrupción farmacológica del embarazo aleja bastante al médico del papel que debe
desempeñar durante una D & R. Esa distancia representa una diferencia psicológica
muy importante.
donde el aborto es ilegal, las mujeres pobres, que constituyen la gran mayoría, sa-
ben muy bien que no pueden contar con ninguna ayuda de los servicios de salud
dos, como los servicios de aborto funcionan al margen de otras prácticas obstétricas,
la mayoría de los especialistas tampoco tienen contacto con las mujeres que no de-
sean continuar con su embarazo y sólo se relacionan con quienes quieren tener un
hijo.
En otras palabras, una gran proporción de las mujeres que tienen embarazos
legales. La única interacción que numerosos especialistas tienen con los embarazos
113
no deseados es su contacto con mujeres afectadas de complicaciones resultantes
graves consecuencias del aborto inseguro sobre la salud de la mujer, la primera re-
reacción similar a la respuesta de los médicos que tratan a una persona víctima de
los efectos de una sobredosis de drogas ilegales. Los profesionales ven a estos dos
cho más habitual de mujeres que expresan un anhelo ferviente de tener un bebé y
muestran su alegría ante el nacimiento inminente del niño, los obstetras tienden a
alinearse en defensa del feto y en oposición a las mujeres que abortan. Es mucho
más fácil y cómodo condenar que tratar de entender los motivos. Es muy natural que
Presiones culturales
La situación es mucho peor en los países donde el aborto es ilegal y las inter-
ley. Por lo común, los médicos que realizan abortos deben mezclarse en una red de
corrupción policial y a menudo tienen que sobornar a integrantes del Poder Judicial.
114
Esas redes de corrupción tienen estrechos vínculos con otras actividades ilegales,
Hay algunos ejemplos de médicos que, por motivos altruistas, dedican la vida a
llevar a cabo abortos seguros en países donde existen severas restricciones legales
nales que realizan abortos ilegales están motivados por la ganancia y de ese modo
logran enriquecerse, pero suelen ser excluidos de los círculos de elite del mundo
médico. Se los considera corrompidos por el dinero que ganan, dado que sus altos
En ese marco, el hecho de ser “abortero” es sinónimo de mala reputación entre los
muestran gran respeto por ellos. Irónicamente, sin embargo, los aborteros cuentan
con la protección de saber que sus servicios serán requeridos en cualquier momen-
to. Con no poca frecuencia, los más severos custodios de los principios morales de
ciable “abortero” para que atienda a una pariente o amiga “con un problema muy
Otras razones aducidas por los médicos para oponerse a la práctica del aborto
son el deseo de no hacer nada contrario a la ley, los dictados éticos de las institucio-
alarmante, tanto más si se considera que esas asociaciones tienen con frecuencia la
115
facultad de suspender de manera temporaral o permanente el derecho del médico a
ejercer su profesión.
bates públicos sobre el tema del aborto.* A su juicio, el aborto era un pecado equiva-
diera justificarse. Nunca logramos llegar a una coincidencia sobre el tópico, pero
Una noche recibí un llamado telefónico de este colega. Su hija de 15 años hab-
ía estado en una fiesta con otros adolescentes. Allí le dieron bebidas alcohólicas
dulces que nunca había probado; la joven se emborrachó y fue violada por varios de
era el verdadero “padre” de esa futura criatura. Nuestro colega estaba destruido. Su
futuro ni esperanza de tener una familia “normal”, y ni siquiera de ser feliz, si la histo-
Como sólo tenía un atraso de dos semanas, su padre creía que en este caso en par-
*
Habla Anibal Faúndes
116
ticular la interrupción temprana del embarazo estaba plenamente justificada. Como
solvió, pero en lo sucesivo nuestro colega evitó participar en todo debate sobre el
aborto.
Aunque esta historia tiene características poco habituales, es útil para demos-
trar que aun la convicción más fuerte en un plano abstracto puede cambiar de mane-
Las convicciones anti-aborto de los médicos no sólo vacilan debido a los casos
nudo, un obstetra tiene una paciente a quien ha atendido durante muchos años en
uno, dos o más embarazos y partos. Un día, esa persona, que ha depositado toda
que no puede seguir adelante de ninguna manera. La reacción inicial del médico en-
no logra persuadirla y la paciente aduce otras razones personales que hacen inacep-
table su continuidad, su médico de muchos años suele terminar por entender y apo-
(González y Salinas, 2000; Ramos et al., 2001). Sin embargo, en muchos casos
haciendo abortos seguros (Faúndes et al., 2004). Casi todos los médicos sugerirán
que, una vez hecho el aborto, la paciente vuelva a su consultorio para verificar que
117
En tiempos más recientes, gracias a la posibilidad concreta del aborto farma-
cológico, algunos médicos que “no hacen abortos” por una cuestión de principio no
muestran igual renuencia a dar indicaciones sobre el uso del misoprostol. Esta dro-
ga, comúnmente empleada en medicina con otras finalidades, es mucho más acce-
o “píldora del aborto”). Esa aceptación, sin embargo, no suele impedir a dichos
médicos persistir en su condena pública de las mujeres que abortan y de los colegas
este capítulo, que en muy poco tiempo brindó a uno de los autores [Anibal Faúndes]
yoría tarda años en acumular esa experiencia (Silva, 1982). No obstante, cualquiera
las pacientes y, por último, comprender que la condena de las mujeres que abortan
Desde luego, no todos los obstetras y ginecólogos han seguido este camino.
Para muchos, la defensa del feto sigue siendo la primera prioridad y, por lo menos
en público, sostienen una posición de estricta condena del aborto en todas o casi
todas las circunstancias. Sin embargo, la mayor parte de los profesionales con expe-
tar como válidas las razones alegadas por una mujer para abortar, y coincidieron en
118
considerarla merecedora de su comprensión y simpatía. Hay una enorme distancia,
Por otra parte, muchos médicos también han pasado por circunstancias perso-
lleva a entender mejor que las razones alegadas por otras mujeres eran realmente
dieron una encuesta sobre el aborto, encontró que los profesionales que habían pa-
en su pareja (si hombres) y habían abortado, estaban mucho más dispuestos a ayu-
dar a pacientes y familiares a abortar, que los colegas que no habían pasado por
En ese estudio, 40% de los médicos declaró haber ayudado a pacientes que
deseado. La ayuda consistió habitualmente en referir la paciente para que fuera in-
tervenida con la mayor seguridad posible y solo una pequeña minoría habían practi-
subía al 48% cuando quien consultaba era un familiar del médico. Por otra parte,
entre los embarazos no deseados que habían enfrentado personalmente esos mis-
mos médicos o su pareja, casi el 80% habían terminado en aborto. Creemos que
nar favorablemente a una mujer que busca abortar, aumenta progresivamente mien-
119
En suma, los profesionales de la salud en general y los obstetras y ginecólogos
en particular suelen tener una actitud ambivalente con respecto al problema del
ello, la gran mayoría termina por aceptar que los abortos son moralmente justifica-
por dos razones. En primer lugar, porque su motivación profesional y rutina diaria
consisten, en parte, en proteger al feto; en segundo lugar, porque son quienes de-
ben llevar a cabo los abortos, con todas sus implicaciones legales, sociales y psi-
cológicas.
120
Capítulo 8
Valores religiosos
La mayoría de los habitantes del mundo profesan una religión u otra y ésta in-
fluye en su modo de pensar y sus acciones, según el grado de adhesión que mues-
tren a las enseñanzas de esa fe. En los hechos, todas las personas sufren la in-
porque son parte de la cultura de esa sociedad. En algunos países musulmanes, las
leyes del Islam han sido adoptadas por sus sistemas legislativos. Por otra parte, du-
rante el último siglo el aborto llegó a ser un asunto prioritario para algunas religiones,
el tema. No es posible discutir este tópico, por lo tanto, sin analizar los valores que
denominaciones, algunas de las cuales –sobre todo la Iglesia Católica– han sido
políticas relacionadas con el aborto. Por lo demás, los autores de este libro han sido
testigos presenciales del importante papel político desempeñado por la Iglesia Cató-
lica en las Américas en relación con la legislación en esa materia. El punto de vista
to, particularmente en las Naciones Unidas. Por otro lado, hemos omitido innumera-
121
Es extremadamente difícil describir las concepciones de una fe determinada
con respecto al aborto o cualquier otra cuestión específica porque en ninguna reli-
gión, con la excepción de la Iglesia Católica, hay una autoridad central a la que po-
damos remitirnos como voz oficial de esa tradición. Por otra parte, los puntos de vis-
en todas las religiones, y las opiniones de sus dirigentes, cualquiera sea el momento
considerado, pocas veces fueron unánimes. A lo sumo, pueden describirse las con-
tolicismo, los puntos de vista del Papa están expuestos a cambios y cuestionamien-
tos a menos que se los considere dogmas, situación muy poco habitual y que no se
aplica al aborto.
el mundo material.1
1
Por eso representa un reto tan arduo el propósito de escribir una breve reseña de los valores religiosos y
el aborto. Ambos autores tienen la desventaja –o la ventaja, en realidad– de no ser teólogos. Por lo tanto, al enca-
rar esta tarea nos hemos apoyado –como, a decir verdad, lo hemos hecho en todo el libro– en nuestras experien-
cias de vida. Los dos fuimos testigos de la importancia de los valores religiosos en las decisiones y políticas
relacionadas con el aborto en nuestra práctica profesional y nuestras actividades internacionales, y José Barzelat-
to, en particular, es coautor de un libro sobre anticoncepción y aborto en las religiones mundiales (véase Magui-
re, 2003). Nos hemos referido in extenso a algunos capítulos de ese volumen, escritos por prominentes teólogos
de diferentes religiones, en respaldo de nuestras perspectivas acerca de lo que creemos más pertinente para la
presente obra, pero los resultados de esas selecciones son de nuestra entera responsabilidad. Cuando los principa-
les argumentos proceden de uno de esos capítulos, damos la referencia del caso al final del subtítulo correspon-
diente.
122
Contexto histórico de las perspectivas cristianas (Gudorf, 2003)
riores al cristianismo. Tal vez muchos lectores se sorprendan al saber que, tanto en
Europa como en el resto del mundo, el infanticidio se utilizaba mucho más que el
intentaron reemplazarlo por el abandono, que llegó a ser el método preferido, pues
eran muy ineficaces y el aborto implicaba riesgos muy graves para la salud de la mu-
abandono permitían la selección del sexo, que en la época se veía como una venta-
so de “las mujeres más desesperadas”, incluidas “las solteras, las prostitutas y las
situación era muy diferente de la actual, en la que la gran mayoría de las mujeres
que recurren a un aborto tienen relaciones estables y los embarazos no son desea-
los recién nacidos no deseados en los umbrales de las puertas de casas particula-
123
res, cruces de caminos, mercados o lugares desiertos. El abandono no implicaba el
asesinato directo de los recién nacidos, aunque la mayoría también moría, pues muy
pocos eran encontrados y criados por personas caritativas, por lo común como es-
para que fueran criados por órdenes de religiosos célibes y terminaran incorporán-
dose a ellas. Con frecuencia se requería que una dote, grande o modesta, acompa-
ñara al niño, de modo que la oblación no siempre fue una posibilidad al alcance de
los más pobres. Más adelante, la Iglesia Católica, posiblemente en respuesta a una
creciente demanda, estableció los “hospitales de expósitos”, que permitían a las mu-
jeres, favorecidas por el anonimato, dejar a los niños a su cuidado, para lo cual se
utilizaban un torno instalado en un muro del hospital y una campana para llamar la
religiosas célibes para criar a los niños abandonados, asignaron al padre la respon-
sabilidad económica de sostener a los hijos no queridos, mientras las madres solte-
ras cuidaban a las criaturas, que permanecían con ellas como un permanente recor-
datorio público de su pecado. En las regiones católicas, las madres solteras eran
infantil solía ser varias veces más alta que en la población general. También se ve-
ían forzadas a amamantar a otros niños –ajenos– durante un año como castigo por
el pecado cometido. Más adelante los Estados se hicieron cargo de las casas de
124
el siglo XIX, incapaces de hacer frente a un aumento de la demanda en una época
Este contexto histórico explica por qué las referencias concretas al aborto son
muy escasas en los primeros seis siglos del cristianismo y sólo episódicas –y sin
duda no motivan caldeados debates– hasta fines del siglo XIX. El aborto recién co-
menzó a ser un importante problema de salud pública en el siglo XX, cuando el au-
ros le valieron una creciente popularidad. A lo largo de la historia, sin embargo, las
negativas. Por lo común se los consideró pecados, pero con variaciones en lo con-
sidad y posición ontológica. El más tradicional fue el primero, que predominó casi sin
sexual sólo se considera moral si se practica con fines de procreación dentro del ma-
125
La restricción de la sexualidad a tener como unico fin la procreación, se atribu-
ye a la influencia inicial del estoicismo, que enseñaba que los seres humanos deben
controlar sus emociones por medio de la razón. Por otra parte, aceptando la duali-
era más santo que el matrimonio en el cual los esposos tenían relaciones con el fin
de procrear. En el placer del sexo no había, sencillamente, bien alguno”. “No era
2003). Esta línea de pensamiento puede explicar por qué las penas religiosas im-
puestas por la Iglesia al aborto solían ser menos severas que las correspondientes
zación.
Si hoy tuviera vigencia, esta perspectiva tradicional condenaría todas las for-
Iglesia Católica, así como el sexo posterior a la menopausia y las relaciones mante-
fue oficialmente rechazada durante el Concilio Vaticano Segundo que se reunió en-
tre 1962 y 1965, cuando se acordo que el matrimonio tenía dos finalidades primor-
que este último propósito incluía el disfrute del sexo sin finalidades procreativas.
Luego de este solemne acuerdo (la autoridad de los Concilios Vaticanos es igual a la
Sin embargo, tras considerables debates en su seno, el papado sólo aceptó los
126
“métodos naturales” de anticoncepción, basados en la abstinencia sexual durante el
siempre que deje abierta la posibilidad del embarazo. En esta postura está implícita
por qué el principio no es válido también para los anticonceptivos modernos, que
Universidad Católica de Chile le enseñaron a uno de los autores de este libro [José
preservativo durante el coito para recoger una muestra de semen con finalidades
para oponerse al aborto es el estatus del embrión o el feto durante el embarazo. ¿En
qué momento del desarrollo estamos frente a un individuo o una persona? ¿Cuándo
merece el nuevo ser pleno respeto como ser humano poseedor de un alma y un
cuerpo? ¿Cómo se compara su valor con el de la mujer embarazada? Éstas son al-
gunas de las principales cuestiones que han preocupado a los teólogos cristianos a
lo largo de la historia, y las respuestas han generado controversias que aún persis-
ten. Durante los primeros siglos del cristianismo, los pocos textos que se referían
127
nato. Hacia el siglo V, los teólogos comenzaron a distinguir entre aborto y homicidio:
ambos eran pecados pero tenían diferentes penas. Esta distinción se vinculaba al
hecho de que el feto estuviera formado (animado) o no. En ese modo de pensar se
algo si no tiene la forma y los atributos de ese objeto o ser, aunque tenga el poten-
cial de llegar a serlo. El ejemplo clásico es de los pedazos de madera, que no son
una mesa pero con los cuales podemos construir una. Aristóteles creía asimismo
que todos los seres vivientes tenían un cuerpo y un alma o principio vital.
para crear una entidad que iniciara el proceso reproductivo. Comparaba esa entidad
con una semilla o un huevo: si éste no se perdía –como a su juicio sucedía con la
Ford, 1988). Un notable paralelo con lo que hoy sabemos sobre la formación del zi-
pas. Antes de los cuarenta días (para los varones) o los noventa días (para las muje-
res) de gestación hay un ser informe que, como una planta, tiene un alma vegetati-
va. Una vez visible un feto formado, incluidos los genitales externos reconocibles,
conocer, llega desde afuera un alma racional que permite al feto humano disfrutar de
una vida vegetativa, sensitiva y racional. Los abortos, afirmaba el filósofo, deben rea-
128
lizarse antes de que comiencen la sensación y la vida humana, es decir, en algún
momento antes de los cuarenta o los noventa días. Más adelante veremos que sus
Esa descripción perduró casi sin cuestionamientos unos dos mil años y tuvo
gran peso en la Europa cristiana. En el siglo XIII, el influyente teólogo santo Tomás
de Aquino defendió esa manera de pensar, pero con una importante diferencia. A su
juicio, un acto de Dios creaba el alma intelectiva humana dentro del feto, a los cua-
renta y noventa días para hombres y mujeres, respectivamente (Ford, 1988). Otros
teólogos aceptaron fechas mas avanzadas para la llegada del alma humana. Los
sacerdotes, en sus contactos con los fieles, la remitían al movimiento fetal, vale de-
cir, al momento en que la mujer siente por primera vez moverse al feto en su vientre,
se denomina “animación”, una palabra derivada del latín anima, que significa “alma”.
menos severas para los abortos precoces y plantear interrogantes sobre la posibili-
Antonino, a quien el Vaticano no sólo omitió criticar sino que más adelante canonizó
(Maguire, 2001). Las penas eclesiásticas para el aborto tendían a incrementarse con
la edad gestacional y eran por lo común menos severas que las aplicadas al homici-
129
correspondientes a cada pecado) que asignaban al aborto e incluso a la anticoncep-
fue defendida en el siglo XVII por una popular pero errónea corriente del pensamien-
mundo microscópico. Dicha teoría sostenía que todas las partes del cuerpo ya exis-
no tienen más que crecer y hacerse visibles. Algunos científicos imaginaban que,
con la ayuda del microscopio, podian ver un diminuto ser humano en el interior de la
el siglo XIX, cuando el papa Pío IX, tras proclamar en 1854 el dogma de la Inmacu-
con la concepción. Esta posición se vio ratificada en 1869, cuando, al decretarse que
el aborto debía ser castigado con la excomunión, se eliminó formalmente toda distin-
El pecado de colaborar con un aborto tiene hoy la máxima pena del catolicis-
esa sanción se aplicaría a la mujer que abortara, así como a quienes llevaran a cabo
la intervención (Callahan, 1970; Dombrowski y Deltete, 2000). Esta pena fue agra-
130
Canónico, que menciona el aborto y el ataque violento al cuerpo del Papa como los
dos únicos actos por los que se incurre en excomunión automática (Gudorf, 1998).
que no existe absolutamente ninguna justificación moral para matar una vida inocen-
te. Este concepto rechaza la noción que durante las primeras etapas del embarazo
existe un ser humano “potencial” y sostiene, en cambio, que siempre hay un ser
vida.
modo que, en la práctica, la Iglesia Católica condena con más severidad el aborto
que el asesinato, incluido el infanticidio. Por otra parte, la excomunión no rige para
las personas de menos de 18 años o para quienes no tienen ninguna alternativa re-
al, es decir, para la mujer que, en plena posesión de sus facultades, está absoluta-
mente convencida de que no tiene mejor opción. Una encuesta realizada en Colom-
bia mostró que los sacerdotes absolvían al 84% de las mujeres que confesaban
haber abortado (Munera, 1994). Esto implica que los sacerdotes entendían que la
mayoría de las abortantes tenían la convicción absoluta de no contar con una opción
mejor, un juicio normalmente reservado al obispo. Este resultado concuerda con que
muchas veces hemos escuchado a mujeres latinoamericanas decir que saben qué
131
un dogma, su juicio es infalible en lo que respecta a la Iglesia, nunca puede cambiar.
Si bien una enseñanza solemne tiene gran peso, está sujeta a la posibilidad de
cambio en el futuro. De hecho, al menos desde hace cuatro décadas, muchos teólo-
gos morales católicos han abogado por la ampliación de las circunstancias que pue-
den dar al aborto el carácter de una decisión moral. Un buen ejemplo, planteado con
bles con la vida, como una anencefalia (ausencia de la porción superior del sistema
nervioso central). ¿Por qué no permitir a la mujer interrumpir un embarazo que lleva-
do a término significaría dar a luz un niño capaz de sobrevivir a lo más unas pocas
horas?
ción (imprimátur) del Vaticano destaca un ejemplo diferente de disenso. Aunque vi-
goroso opositor del aborto, el autor sostiene que debido a la posibilidad de la geme-
puesta al título de su libro, When Did I Begin?, afirma que su vida sólo podría haber-
quiere el bautismo de los fetos y que éste estuvo prohibido hasta 1895. Por otra par-
te, san Agustín dice que los nonatos no se levantarán el Día de la Resurrección
(Maguire, 2001).
Vale la pena señalar, asimismo, que las católicas de todo el mundo parecen
abortar tanto como las no católicas. En Estados Unidos, las estadísticas muestran
que las católicas tienen la misma tasa de abortos que las demás mujeres de la po-
blación, pero superan a las protestantes (Jones et al., 2002). Por lo demás, los índi-
132
ces de abortos no son más bajos en países con poblaciones mayoritariamente cató-
licas, como sucede en América Latina (Requena, 1965). Una encuesta realizada en
una clínica de Colombia entre 1.239 mujeres católicas que esperaban para hacerse
abortar, comprobó que el sesenta por ciento reconocía estar en riesgo de ser exco-
mulgadas por la Iglesia, pero el 65% consideraba que no cometían un grave pecado
mortal y el 82% sentía que Dios no las abandonaría por lo que hacían. “Él entenderá
proporción de sus fieles la ignora. Al hacerlo, la grey católica pone en juego, cons-
“dada una duda teológica sobre la aplicación de una ley moral, uno puede seguir
cáncer de los órganos genitales. De acuerdo con una distinción filosófico-moral muy
antigua entre acción directa y acción indirecta, la Iglesia condena con severidad, tal
como ya lo hemos descrito, los que llama abortos directos, es decir, producir la
133
muerte directa del embrión o el feto. No obstante, acepta inducir un aborto indirecto
para salvar la vida de la madre, sobre la base de la doctrina del “doble efecto” (Be-
auchamp y Childress, 1994). Esta norma dice, en resumen, que si una acción tiene
un buen y un mal efecto (en este caso, salvar la vida de la madre pero provocar la
muerte del feto), la acción no está prohibida siempre que no haya intención de hacer
el daño, aun cuando éste sea previsible. En términos prácticos, significa que si es
preciso extirpar un órgano para salvar la vida de una mujer, el acto es aceptable pe-
se a que dentro de ese órgano haya un embrión o un feto. Aunque el resultado final
respecta a la Iglesia Católica, sólo hay dos situaciones en las cuales esta regla pue-
· Una mujer embarazada tiene cáncer del cuello del útero y una histerectomía
(extirpacion quirúrgica del útero), que provocará la muerte del feto, puede
salvarle la vida.
· Una mujer tiene un embarazo ectópico (un embrión vivo implantado en una
la vida.
134
· Una mujer embarazada padece una grave enfermedad cardíaca que podría
· Una mujer embarazada sufre una ruptura prematura de las membranas que
Por otra parte, con la tecnología moderna, un embarazo ectópico tubário puede
mediante la apertura de ésta y la extracción del embrión, con lo cual no sólo se pre-
servará la vida de la mujer sino también su fertilidad futura. Sin embargo, en este
Por consiguiente, los católicos tal vez interpreten que deben esperar hasta que se
consecuencias para la fertilidad de la mujer, que además correrá un riesgo muy con-
creto de muerte. Es difícil entender esta posición, adoptada por algunos hospitales
rectos e indirectos. En todos los casos el acto es una intervención realizada con el
fin de salvar la vida de la mujer, que se considera de mayor valor que la vida del fe-
to. El argumento de que no hay justificación porque el fin (salvar la vida de la mujer)
no justifica los medios (la muerte directa del feto) es, como mínimo, discutible, sobre
La dificultad para exponer la regla del doble efecto de una manera convincente,
sin debilitar el argumento que rechaza el aborto como un principio absoluto, posi-
135
blemente explica por qué los militantes católicos pro vida nunca mencionan en los
debates públicos la aceptación moral de los llamados abortos indirectos por parte de
la Iglesia.
abarca una variedad tan grande de denominaciones que es difícil sintetizar los valo-
res que ponen en juego en materia de aborto. Por otra parte, en los comienzos de la
Reforma, durante el siglo XVI, el aborto no parecía ser una cuestión de gran interés.
Calvino ejerció una gran influencia sobre la legislación de la ciudad, las leyes civiles
decir que la ley debía permitir a la conciencia actuar con libertad, aunque esta decla-
En nuestros días, el bien y el mal no son para los protestantes entidades tan
su relación con Dios. En general, los protestantes aceptaron la ética sexual hereda-
creación. Por otro lado, defendieron la plena humanidad del feto desde los primeros
momentos y, por lo tanto, adoptaron con respecto al aborto una postura más conser-
vadora que la Iglesia Católica, la que en esa época todavía aceptaba la hominiza-
ción tardía. En otros aspectos, empero, los protestantes asumieron una posición
136
más liberal que los católicos, pues consideraban el matrimonio como la situación
normal para todos los adultos, incluidos los ministros de sus iglesias.
típica de grupos como los puritanos a comienzos del siglo XVII, pero la práctica de la
dad, por consiguiente, empezaron a disminuir entre los protestantes. Aun entre los
lidad. Además, los menos devotos utilizaban condones y pociones que presunta-
anticoncepción dentro de sus iglesias y luego para derogar las leyes que la prohib-
ían. El apoyo a la legalización del aborto se difundió con mayor lentitud. “Hacia la
ejercer su libertad de conciencia en las difíciles decisiones requeridas por los emba-
razos no deseados.” Esa posición incluía el apoyo al uso de fondos públicos para
2003).
137
En general, los protestantes coinciden en el carácter sagrado de la vida fetal y,
zo, pero no al extremo de asignar el mismo valor a la vida del feto que a la vida de la
mujer. En otras palabras, creen que desde el comienzo mismo del embarazo se de-
sarrolla una vida humana que merece gran respeto, pero no equivalente al respeto
debido a una persona plenamente desarrollada o los derechos de que ésta debe
gozar.
Los protestantes también relacionan su análisis del aborto con los problemas
de la justicia social, tal como declara el Lutheran Women Caucus cuando señala que
“la incidencia del aborto podría reducirse enormemente si se produjeran los cambios
sociales y culturales de los cuales todos somos responsables, incluyendo una edu-
ños, las licencias parentales y otras medidas relacionadas con la seguridad social”.
procura de los cambios sociales y culturales necesarios para reducir la incidencia del
2003).
Por otro lado, algunos protestantes, sobre todo los evangélicos, han tenido re-
Estados Unidos, que libra una guerra cada vez más enconada en la arena política
138
Perspectivas judías (Zoloth, 2003)
sagrados, para aplicarlos a circunstancias cambiantes. Tal como dice Laurie Zoloth:
afectan el ejercicio religioso, la justicia social y las normas éticas. La vida fami-
liar, las familias, la crianza de los niños y la sexualidad son parte de la práctica
través de los tiempos y sirven de guía para nuevas discusiones. El Talmud codifica
los debates entablados durante más de setecientos años, a partir de 200 a.C. La ley
judía se desarrolló durante los siglos siguientes sobre la base de las respuestas
través de los años. El resultado es una abundante literatura que registra siglos de
desacuerdos y no de unanimidad.
El aborto se presenta como una opción para las mujeres judías desde las pri-
tiene una justificación moral en ciertas circunstancias, por ejemplo cuando la vida de
la mujer o su salud física o mental están en riesgo. En tales casos, el aborto se con-
vierte en una obligación moral, pues la vida y la salud de la mujer tienen prioridad
sobre las del feto. El estatus moral de este último, según la tradición judía, progresa
139
con la edad gestacional y la cercanía de la viabilidad, pero el feto no es considerado
nos. O bien el feto es parte del cuerpo de la mujer y, por lo tanto, no tiene iguales
derechos morales, o bien, según una idea ulterior expuesta por Maimónides en el
siglo XII, en los casos en que el embarazo pone en peligro la vida o la salud de la
En nuestros días, “entre los judíos ortodoxos, sólo el hecho de salvar la vida de
estiman que el feto está en camino a convertirse en una persona, nunca tiene un
fetal progresivo compuesto por tres etapas, muy similares a las descritas por Aristó-
“animación”, es decir, cuando el ángel le insufla el espíritu, hecho que por lo común
se acepta que ocurre a los 120 días de embarazo. En su única referencia al aborto,
140
a causa de un accidente antes del quinto mes son sólo la décima parte de las co-
rrespondientes a una persona, pero luego de transcurrido ese lapso debe abonarse
por qué casi todas las escuelas musulmanas prohíben el aborto en general luego de
peligro. Para algunos eruditos, los abortos tardíos también se justifican si existe un
los 120 días de edad gestacional. Ese punto de vista es adoptado por la es-
lita autoriza el aborto mediante el uso de drogas orales dentro de los cua-
aborto sin una razón válida en este período es desaprobado (makruh) pero
tas y chafiítas.
ción refleja el otro punto de vista malikita, así como el de las escuelas jurídi-
cas zahirita, ibadita e imamita. Estas tres últimas escuelas tienen una canti-
141
Tamaña diversidad, que contrasta con una amplia aceptación de la anticoncep-
históricamente el tema del aborto. Los extensos análisis que los manuales médicos
del islam clásico dedican a las pociones para inducirlo también sugieren que el abor-
to formaba parte de una realidad social muy anterior. El islam sostiene la santidad de
pero esa oportuna preocupación por el feto tiene su lugar en el contexto más general
Este tipo de juicio explica algunos acontecimientos recientes, como una decla-
ración formulada en Egipto por el gran jeque de Al-Azhar, Sayed Tantawi, en respal-
do de una fatwa 2 que autoriza el aborto en los casos de violación y refrenda el dere-
cho de la mujer a la privacidad. En Irán se promulgaron dos fatwas, una firmada por
otra del gran ayatolá Yusuf Saanei, que acepta el aborto en el primer trimestre por
fetales. En la misma línea, el Comité Judicial del Consejo Islámico de Sudáfrica re-
cho a interrumpir el embarazo antes de los 120 días cuando existe una causa razo-
2
Pronunciamento legal de un especialista en ley islámica (mufti) en respuesta a una pregunta
sobre algun punto de la ley cuya jurisprudencia no está clara.
142
Perspectivas hindúes (Jain, 2003)
son los Vedas, que según aceptan los eruditos son muy anteriores a la era cristiana.
como un sistema unificado por un dogma. Se caracteriza por el rechazo del absolu-
cambio. Así, si bien el Dharma es la ley cósmica, no por ello es estático; se caracte-
riza mas bien por el movimiento, el dinamismo y la capacidad de adaptarse a las si-
tuaciones cambiantes. Con frecuencia se lo compara con un río, que tiene perma-
cias individuales es esencial para el hinduismo. Aplicado a los dilemas morales, ese
equilibrio se traduce en alentar a los individuos a dejarse guiar por las necesidades y
mental del pensamiento hindú. El alma pasa de una vida a la siguiente luego de la
sionarse con el Atman (esencia divina). Los efectos acumulados de las buenas y
malas acciones realizadas durante las numerosas vidas reciben el nombre de kar-
ma, que el alma traslada de una vida a la siguiente. Cada vida es una oportunidad
143
de mejorar el propio karma; la muerte brinda la posibilidad de un renacimiento más
mientos y muertes gracias a la fusión del yo con el Atman (Jain, 2003). “La moksha
exige vivir una serie de vidas, dado que sólo se la puede alcanzar cuando se ha lle-
gado a la condición de brahmán masculino (los brahmanes ocupan el nivel más alto
mente bien preparado para manejar una escala de derechos y valores conflictivos
entre sí. Así, en los embarazos en que la mujer corre el riesgo de sufrir graves lesio-
nes e incluso la muerte, el Charak Samhita da mayor peso a su vida que a la del fe-
to, tal vez porque el ser humano adulto es más evolucionado que el embrión o el feto
ía), que “recomienda el aborto [...] [cuando] el feto es [...] defectuoso y las posibilida-
des de un parto normal son ínfimas”. En esos casos, el Susruta sugiere al cirujano
3
Brahmin es el nivel más elevado dentro del sistema de castas de los Hindúes
144
craneotomía para extirpar el feto” (Jain, 2003).O sea, recomienda en estas circuns-
ción, incesto e incluso para proteger la salud mental de la mujer (que puede sufrir
tud de los términos de la ley permite acceder al aborto con la mera solicitud de inter-
vención. El gobierno de la India tiene previsto liberalizar aún más la ley y autorizar el
de proteger a las adolescentes de los abortos inseguros que cobran muchas vidas
todos los años. El proyecto de ley que se puso en conocimiento de los gobiernos
El budismo fue en sus inicios un fruto del hinduismo y, como tal, muchos de los
un país a otro.
hinduismo, pero niega el concepto de que todo es permanente, incluido el yo. “La
de que todo es efímero”, de modo que “el deseo centrado en el yo puede abando-
145
narse” y, mediante el cultivo de “una actitud desapegada” y el rechazo de la violen-
cia, “es posible eliminar la infelicidad”. “La meta final no es el paraíso o un mundo
“La enseñanza budista esencial es que sufrimos y hacemos sufrir a otros debi-
do a la codicia, la mala voluntad y el engaño”, que son las “tres raíces del mal”, tam-
bién conocidas como los tres venenos (Loy, 2002). Para ser feliz, es preciso trans-
tancia al concepto de mal y hace más hincapié en sus causas. Mientras las religio-
siempre que no haya una mala conducta sexual (como ser infiel a la pareja o mante-
ner relaciones sexuales con una persona ordenada religiosa o con mujeres puestas
146
tiene una verdadera continuidad, pues la fuerza kármica vincula directamente el
chedina, 1989). Hay un hilo continuo, de modo que no existen tiempo ni espacio an-
budismo destaca que las normas universales (dharmas) no deben estar en conflicto
con la naturaleza humana. La doctrina del “camino medio” afirma que si bien las
mente variables de la vida real. El “camino medio” se describe como “no demasiado,
tonces, moderación en todas las actividades y todos los aspectos de la vida, sin una
que lo autoriza pero no lo impone cuando la vida o la salud de la mujer están en pe-
ligro o ha habido una violación permite, tanto a ella como a su médico, seguir el
buenas intenciones, “los plazos del castigo o los efectos kármicos negativos serían
menores”, pero variables. Por ejemplo, un aborto tardío tendría una significación
más negativa que uno más precoz, y la intervención motivada por el deseo de selec-
cionar el sexo (mala intención) tendría efectos negativos muy graves (Suwanbubba,
2003).
procurando influir sobre las medidas gubernamentales. Esto ayuda a entender por
147
qué las muy liberales leyes sobre el aborto vigentes en la mayoría de los países bu-
distas fueron aprobadas sin una oposición política importante de las autoridades re-
ligiosas.
feto no tiene un espíritu hasta el momento del parto, de modo que el aborto no se
el budismo, contribuyeron con el paso del tiempo al desarrollo del concepto de ar-
monía universal. Esa armonía no es sólo una creencia religiosa sino también un ide-
al filosófico y sociopolítico dentro del cual hay un gran aprecio por los valores familia-
res. Durante miles de años, los chinos han creído que la reproducción, la sexualidad
aborto.
pos bastante remotos. Se solía recurrir a él cuando una mujer tenía un embarazo
148
vida. Como se lo juzgaba antinatural y vergonzoso, se lo trataba como un asunto
secreto o privado, pero no había grandes condenas religiosas y las actitudes popula-
innecesariamente.
posición del aborto entre las malas acciones de la China tradicional. Se lo calificaba
por dinero, mientras que el asesinato tenía una penalización de mil puntos y el in-
cendio intencional de una casa se castigaba con quinientos. El infanticidio (más pre-
cisamente el infanticidio femenino), practicado por las familias pobres chinas desde
tiempos inmemoriales, tenía una pena de mil puntos. Por consiguiente, el feto no
Por otra parte, las religiones chinas siempre dieron prioridad a la familia y los
valores sociales por encima de las preocupaciones del individuo. Si el aborto benefi-
dispuesto a sacrificar la vida por la familia y la sociedad, ¿por qué no un feto? Tam-
bién vale la pena señalar que la familia patriarcal china consideraba a los hijos como
parte de la propiedad privada del padre y para la mayoría un aborto necesario era
religiones del mundo muestra que, en general, las distintas confesiones religiosas
tienen serias preocupaciones con respecto al aborto. Aunque hay considerables dife-
149
que suelen autorizar el aborto como una decisión moral, en diferentes circunstancias
y por diferentes razones. Nuestro examen también permite comprobar que los pun-
tos de vista religiosos sobre el aborto han cambiado a lo largo de la historia y es ra-
zonable suponer que seguirán haciéndolo. La creciente preferencia global por una
Las religiones no pueden ignorar los cambios sociales; tienen que adaptarse a ellos
Por otra parte, un mundo cada vez más pequeño reúne a personas de diferen-
permiten hoy a individuos que antes estaban muy apartados y aislados verse y es-
cucharse unos a otros en sus televisores. El incremento de los viajes y las migracio-
nes pone frente a frente a personas de muy diferentes antecedentes. Todo ello las
obliga a explicar y explicarse sus diferencias, incluidos sus valores religiosos, de una
manera racional. Las religiones organizadas y los teólogos deben ser parte de este
necesidad de una colaboración entre las religiones para mejorar la justicia social en
sobre Población y Desarrollo (CIPD) de las Naciones Unidas, tal como lo describi-
mos a continuación.
150
El Consenso de Genval
la Conferencia por realizarse en El Cairo. Convocados por The Park Ridge Center
for the Study of Health, Faith and Ethics (Chicago), en colaboración con el Interna-
de sus respectivas religiones (The Park Ridge Center, 1994). En la selección de los
presencia hizo que algunos teólogos experimentaran en persona, y por primera vez,
propia fe.
ción de hacer una contribución a la teoría del diálogo interreligioso. Antes bien, su
objetivo era práctico: explicitar los intereses y testimonios de las comunidades reli-
giosas sobre los temas de la CIPD y buscar puntos de convergencia en torno de es-
151
Con ese espíritu, los participantes alcanzaron un notable consenso en cada
cia de que todas las religiones gozaran de la libertad de difundir y practicar sus doc-
trinas y, como corolario, la libertad individual de no estar obligado a seguir una reli-
gión ni verse limitado por ella. Reconocieron que los organismos internacionales no
les permitía cuestionar la perspectiva religiosa de uno o más credos. Además, llama-
ron a la prudencia a todas las comunidades religiosas, que a su juicio deben tener
libertad para guiar a sus creyentes y tratar de persuadir a los demás, pero también
estar dispuestas a recibir críticas cuando algunas de sus prácticas ofenden a otros.
El informe de Genval declara: “la voz de una fe no debe tener un peso capaz de so-
Con respecto a las mujeres señala lo siguiente: “Muchos textos religiosos anti-
También advierte una creciente autocrítica sobre esta cuestión en diferentes tradi-
ciones, por lo cual “las reivindicaciones de la plena dignidad humana de las mujeres
en los ámbitos privado y público, así como en las esferas sagrada y secular de la
munidades religiosas y en el seno de cada una de ellas, aun cuando la posición ofi-
cial de una tradición religiosa esté en discrepancia con los puntos de vista de la ge-
neralidad. [...] Es de esperar que los derechos básicos y universales de las mujeres
como seres humanos sean respaldados por un espectro cada vez más amplio de
152
supervivencia, salud, bienestar y destino. Para que esa libertad tenga sentido, las
mujeres deben tener acceso a la educación, los recursos para la salud reproductiva
moral y relgiosa, recibe tratamientos diferentes entre las distintas comunidades reli-
prohíben por completo, pero algunas limitan las condiciones en las que es posible
autorizarlo. Otras lo conciben como una cuestión que debe dejarse en manos del
El fundamento para tomar una u otra posición sobre el aborto en los diferentes
por el derecho de la mujer a actuar en toda su plenitud como agente moral, y la in-
exclusión del resto, muchos otros elaboran posiciones derivadas de varias de estas
no pueden ignorar el hecho de que ocurre y que, en los lugares donde es ilegal o
la salud de la mujer. La despenalización del aborto es, por lo tanto, una respuesta
153
mínima a esta realidad y un medio razonable de proteger la vida y la salud de las
mujeres en peligro.
asumidas por las comunidades religiosas, el punto de vista de una tradición religiosa
como el aborto. Esto abre la puerta a una colaboración entre ellas, con el fin de re-
Un evento más reciente que tuvo lugar en Chiang Mai, Tailandia, del 23 de
como podian las religiones, en esta era de globalización, jugar un rol mas activo en
mejorar las vidas de las mujeres. La “conversación” fue organizada por el Centro de
Políticas Sociales y de Salud y por el Consejo por la Paz. Los participantes que vi-
nieron desde África, Asia, Latinoamerica, el Medio Oriente, Europa y Norte America
154
las vidas de las mujeres. Si las religiones no se comprometen con los derechos
humanos de las mujeres y con la solución a esas tragedias, entonces, estarán fal-
tando a su cometido. Conforme se aíslen cada vez más de los valores y las necesi-
las religiones respondan a estas realidades.” “Las religiones no deben tolerar más la
violencia contra las mujeres. Las mujeres se sienten excluidas de las religiones que
de la vida, como partes valiosas de un todo sagrado. Nos inspiran y empoderan para
tener compasión y sentido de la justicia. Sin embargo, las religiones no siempre han
hecho lo mejor que estaba a su alcance. Han colaborado con poderes culturales,
sufrimiento de las mujeres”. ” Pero las religiones deben y pueden hace mejor las co-
sas. Para ello deben retomar sus valores centrales de justicia, dignidad y compasión
“Esto es más que evidente con relación a la sexualidad y la salud reproductiva de las
ciones morales que existen, la visión de una religión en particular no debería impo-
promiso con la dignidad humana, la justicia social y los derechos humanos para to-
das las personas. Por lo tanto, nos comprometemos y hacemos un llamado a otras
155
mujeres y líderes religiosos para que busquen espacios de acercamiento para am-
las mujeres. De hecho, creemos que cuando las mujeres y las tradiciones religiosas
colaboran, puede crearse una fuerza poderosa para avanzar en los derechos huma-
tes religiosos de nuestro tiempo, el Dalai Lama y el Papa Juan Pablo II.
monía entre las diversas religiones y generar un auténtico respeto mutuo”. Y va más
tes que una sola religión, por profunda que sea, sencillamente no puede satisfacer a
todos”. Admitiendo que la mayoría de la gente reconoce algún marco religioso pero
que los verdaderos creyentes constituyen una minoría en la vida diaria, concluye que
sensato es que todas trabajen juntas y vivan en armonía y colaboración mutua” (His
El papa Juan Pablo II destacó en su homilía del 1º de enero de 1991: “Si quer-
éis paz, respetad la conciencia de cada persona”; es preciso respetar los “derechos
156
inalienables a seguir la propia conciencia y profesar y practicar la propia fe [...] nadie
ley civil, puede sofocar la libertad religiosa e incluso llegar al extremo de restringir o
negar otros derechos humanos inalienables. [...] La intolerancia también puede tener
un diálogo entre las religiones a fin de identificar objetivos comunes; creemos, asi-
157
Capítulo 9
Valores éticos
Usted vive en un país donde un cruel dictador ha tomado el poder. Hay perso-
nas que “desaparecen” para siempre o sus cuerpos se encuentran con claros signos
de haber sido torturados hasta morir. Una noche, un amigo querido llama a su puerta
y le dice que no puede volver a su casa porque vio un automóvil de la policía es-
perándolo frente a ella. Usted sabe que su amigo es un dirigente estudiantil que ha
ninguna actividad violenta y menos aún en actos que pudieran calificarse de terroris-
tas. Usted lo conoce muy bien y puede dar fe de su completa honestidad. Decide
do que nunca debe mentir, aun cuando decir la verdad pueda ser doloroso. La vera-
Ahora debe decidir entre decir la verdad y entregar a su amigo a los torturadores y
una posible muerte o renunciar por una vez a ese principio y asignar más importan-
158
emitir un juicio sobre la manera de proceder. Moral y ética suelen utilizarse como
sinónimos y ambas se refieren a “lo que es correcto” y “lo que es incorrecto”, “lo que
está bien” y “lo que está mal”. Esas decisiones personales pertenecen al ámbito de
prácticamente todas las decisiones que tomamos implican un juicio moral que habi-
tualmente se hace de manera automática, casi sin reflexión, pero que a veces re-
quiere un análisis meditado y prolongado de todos los valores en cuestión. Así ocu-
rre con los actos relacionados con el aborto. Los valores personales deben tener un
peso diferente cuando la medida por tomar sólo afecta a algunas personas, que
cuando afecta a la sociedad en general. Esto último ocurre cuando se trata de legis-
vo de lo que está bien y lo que está mal, desarrollado en virtud de nuestras expe-
riencias a lo largo de la vida y regulado por nuestro medio social. Como es natural,
las decisiones personales deben tener en cuenta no sólo el beneficio propio sino
también las consecuencias para otros, y deberían siempre tomarse en total libertad.
También podemos considerar de qué manera otras personas juzgarán nuestros ac-
tos, pero esos juicios externos hechos por una persona sobre el valor moral de los
actos de otra son más desapegados. Por lo común están guiados por una actitud
general con respecto a un tipo de problema moral, y no por la reflexión sobre el caso
Con el objeto de proteger el bien común, las sociedades deben establecer cier-
tos límites a la libertad de los individuos de actuar conforme a sus valores persona-
les. Para lo cual, la sociedad necesita establecer reglas de conducta, y ello exige un
cierto acuerdo sobre algunos principios éticos que sirvan de base para orientar nues-
159
tras acciones. Por eso, desde la Antigüedad, la parte de la filosofía denominada éti-
mas de comportamiento moral, útiles para las sociedades y para cada individuo. No
ías éticas que a veces son contradictorias entre sí, pero que más frecuentemente
se complementan.
Cuando se trata de aplicar principios éticos es preciso actuar con cautela, por-
cualquiera circunstancia. Por eso sirven más bien, como bases para el juicio moral
individual o colectivo. En muchos casos específicos, los principios éticos son conflic-
tivos entre sí y en consecuencia su aplicación exige un juicio individual. Por otra par-
te, es menester ser consciente de que, influidos por diferentes teorías éticas y por la
una sociedad a otra. El debate sobre si existen o no algunos principios éticos univer-
sales que sean válidos para todas las culturas en cualquier momento de la historia,
continua hasta ahora. Creemos, con Ruth Macklin, que hay ciertos principios éticos
básicos aceptados en todas partes del mundo, aunque su aplicación varía según la
que han suscitado nuevos problemas morales y por lo tanto un debate sobre su ade-
cuación o inadecuación a los principios éticos. En los últimos treinta años, esta pre-
160
Los eticistas y los profesionales de la salud han elaborado una nueva teoría, la
bioética, que aplica la ética al campo de la salud, sobre la base de cuatro principios.
discusión de políticas de salud. Es digno de hacer notar que un estudio reciente rea-
lizado por un distinguido especialista musulmán (Serour, 1994) comprobó que los
cuatro principios de esta nueva disciplina son compatibles con las enseñanzas éticas
del Shariah, el antiguo derecho islámico, escrito en otra época y dentro de una cul-
tura diferente. Esos cuatro principios son el respeto por las personas, la no malefi-
ética en relación con el aborto es cada vez más relevante, si se considera que la fal-
1. El principio del respeto por las personas también se conoce como principio
no exclusivo, la primera de las expresiones. Este principio exige que cada individuo
sea reconocido y tratado como un agente libre; es decir, debe admitirse que todos
los individuos tienen plena capacidad de juicio y acción independientes cuando en-
del acto moral, lo cual implica conocimiento y libertad de acción. El concepto de li-
bertad sólo puede restringirse cuando existe la posibilidad de perjudicar a otra per-
sona. El respeto por las personas también impone la protección de los individuos
161
que no son plenamente autónomos, como los niños, los discapacitados mentales y
los presos.
En medicina, la aplicación práctica más común del principio del respeto por las
que los médicos proporcionen completa información a sus pacientes sobre las posi-
bles alternativas de tratamiento y les den la libertad de tomar la decisión final, sobre
disponibles.
cional de “no hacer daño”. Esta obligación dista de ser absoluta en medicina, en la
cual el riesgo relativo es una consideración frecuente; esto significa que hay un nivel
de daño que puede tolerarse para alcanzar el bien buscado. Un ejemplo simple, que
cesidad de amputar una pierna afectada por un tumor maligno para salvar la vida de
la persona.
obligación de hacer el bien y balancear los beneficios con los riesgos y costos. En
básico del utilitarismo, una escuela de pensamiento ético que acepta como correctas
las acciones y políticas sociales que producen el mayor beneficio a la mayor canti-
dad de gente.
están en conflicto. Una mujer con hipertensión grave y un embarazo avanzado pue-
162
bien), pero quizá se niegue a dar a luz de ese modo (respeto por la persona). Este
tipo de conflictos no tiene una solución sencilla, dado que cada uno de los individuos
deliberadamente los deseos de una persona con el pretexto de hacerlo por su propio
más del noventa por ciento de las mujeres que daban a luz se les insertaba un dis-
positivo intra-uterino (DIU) inmediatamente después del parto, con el fin de asegurar
Sin embargo, había buenas razones para preguntarse si más del noventa por ciento
si querían utilizar algún tipo de anticoncepción (falta de respeto por las personas)
centrado en la justa distribución de los costos y los beneficios sin distinción de géne-
ro, raza, edad o estatus socioeconómico. La justicia debe respetarse como derecho
de todos los individuos y como una obligación que la sociedad tiene con ellos. Sien-
do así, la aplicación de este principio exige solidaridad. Debe entenderse que las
donaciones voluntarias hechas por uno o más individuos como caridad, no son un
sustituto de la obligación colectiva de asegurar la justicia. Por eso una sociedad justa
163
Otra fuente posible de confusión es considerar la equidad como sinónimo de
Este planteo no equivale a decir que todos los bienes materiales deben distribuirse
de variar entre culturas que asignan diferente importancia a cada uno de ellos (Mac-
klin, 1999). Esas variaciones culturales no deben sorprender, porque los principios
chocan con frecuencia entre sí al aplicarse a una situación concreta, como hemos
mostrado en los ejemplos anteriores. Siempre que así suceda deberá recordarse
que los cuatro principios tienen sus límites, pero al mismo tiempo son complementa-
rios. Por otra parte, la consideración del contexto sociocultural y las características
únicas de cada situación permite enriquecer los criterios utilizados para aplicar los
Los conflictos entre los principios éticos suelen ser difíciles de resolver porque
no hay consenso para establecer un orden jerárquico entre ellos; del mismo modo,
las circunstancias específicas de cada caso pueden ejercer distintos tipos de in-
fluencia sobre la prioridad dada a cualquiera de los cuatro principios. Por esas razo-
nes, no es posible aceptar la idea de que un principio siempre debe predominar so-
bre los demás cuando se hace frente a un tipo específico de problema moral. Por lo
tación de lo que constituye una excepción bien justificada puede mostrar un amplio
grado de variación.
164
La diferente importancia atribuida a cada uno y la posibilidad de conflictos entre
ellos explican por qué los principios éticos son más valiosos como instrumentos de
análisis y guías para la acción que como reglas prescriptivas para las decisiones in-
La reflexión ética y los principios bioéticos nos ayudan a actuar con la mayor in-
tegridad moral posible. Como antes indicamos, esto puede referirse a una situación
pios predominantes son los tres primeros: respeto por las personas, beneficencia y
no hacer daño. La situación de los legisladores es muy diferente, porque deben de-
cidir cuáles son las acciones individuales de los miembros de su sociedad que la ley
actos individuales. En este nivel de la acción social ante el que se sitúan legisladores
yor peso. Un individuo puede interpretar que un acto no es ético de acuerdo con sus
valores personales, pero eso no significa necesariamente que la ley deba penalizar-
lo, a menos que al hacerlo proteja el bien común y responda al principio de justicia.
debe aceptarse en situaciones muy restringidas. Sin embargo, puede votar a favor
165
jueces de países desarrollados o en desarrollo han decidido hacer al apoyar, contra
rechaza categóricamente la idea de que una mujer puede ser presionada o forzada a
practicarse un aborto. También significa que nadie puede ser obligado a prestar ser-
Como el respeto por la libertad individual sólo puede ser restringido para impe-
las reflexiones filosóficas y las legislaciones sobre el tema desde la Antigüedad has-
ta nuestros días.
dividuo en desarrollo progresan junto con esa evolución, aun después del nacimien-
to. Este concepto contrasta con la idea de quienes sostienen que la primera célula,
el zigoto, tiene plenos derechos morales, iguales a los de una persona adulta. Es
cierto que ninguno de los puntos de vista debatidos sobre esta cuestión puede res-
tencia de otra persona con derechos iguales a los de la mujer embarazada. En otras
166
palabras, el dilema ético más arduo es definir en qué fase del desarrollo el feto ad-
su cuerpo hasta el término del embarazo. Creemos que en la actualidad hay un con-
senso general en que el infanticidio es inaceptable. Así, por analogía, es difícil acep-
tar la muerte intencional de un feto sano cerca del fin del embarazo, excepto en los
muy contados casos en los cuales no hay otra manera de salvar la vida de la mujer.
moral dominante durante las primeras 12 semanas de embarazo. Para otras, el feto
adquiere pleno estatus moral cuando es viable, es decir, cuando es capaz, con los
no del aborto, por ejemplo la percepción de los movimientos fetales por parte de la
mujer. La diversidad de opiniones antes señalada demuestra que no hay una defini-
nientos gramos (WHO, 1977). Por debajo de ese límite, la interrupción del embarazo
ro. La capacidad del feto de sobrevivir fuera del cuerpo de la mujer, hecho definitorio
167
del proceso reproductivo debe ser tratado con respeto, pero es preciso evitar las in-
tervenciones médicas fútiles para intentar mantenerlo con vida. La única preocupa-
ción debe ser el bienestar de la mujer. Cuando el feto ya es viable, la situación cam-
bia. En este caso, el equipo médico enfrenta un nacimiento prematuro que exige di-
rigir todos los esfuerzos hacia la protección de la salud tanto de la madre como del
niño. La excepción es el recién nacido cuyas malformaciones son tan graves que los
intentos de hacerlo sobrevivir serían inútiles. Las distintas religiones tienen diferen-
tes posiciones con respecto al balance entre el respeto por las mujeres como perso-
nas y la aparición del valor moral del feto. Aun la Iglesia Católica reconoce el pro-
blema cuando explica que es aconsejable el pleno respeto como persona desde el
to en que existe una nueva persona” (Pérez Aguirre, 2000). En contraste, el judaís-
mo reconoce tradicionalmente que sólo el recién nacido debe disfrutar de los plenos
ellas, aceptan que el feto adquiere un valor moral completo en diferentes edades
gestacionales entre esos dos extremos. Esta idea de los derechos progresivos tam-
bién se refleja en la legislación presente y pasada sobre el aborto que atribuyen pe-
nas más leves en los comienzos del embarazo y más graves a medida que éste
avanza.
Aun cuando uno acepte que la interrupción de un embarazo afecta a dos per-
sonas con iguales derechos, el interrogante persiste. ¿Cuál de las dos debe tener
salud de la mujer o su vida misma, y es preciso elegir entre ella y el feto. La prefe-
rencia por la mujer es casi unánime, incluso en la Iglesia Católica, que autoriza lo
que denomina aborto “indirecto”, aunque sólo en dos circunstancias muy específicas
168
(embarazo ectópico y cáncer de los órganos genitales coexistente con el embarazo),
anterior.
pir su embarazo, es también una grave transgresión del principio ético del respeto
por las personas. A veces, esa presión es menos evidente, pero igualmente inacep-
table. Así sucede, por ejemplo, en el caso de una mujer que expresa su deseo de
original y ejercen una presión sutil –o no tan sutil– con ese objetivo. Una situación
mujer tiene derecho a decidir interrumpir el embarazo, pero también a seguir adelan-
te y ver al bebé con todos sus defectos físicos antes de su muerte. Sería antiético
que el médico o cualquier otro miembro del personal asistencial procurara persuadir-
Para terminar, el principio del respeto por las personas también implica que na-
die puede ser obligado a realizar un aborto contra el mandato de su conciencia. Esto
169
te grave si el aborto es necesario para salvar la vida de la mujer Obviamente es aún
más inaceptable que médicos que realizan abortos ilegales en su práctica privada
hospitales públicos, como hemos observado alguna vez en países donde la ley
No maleficencia / beneficencia
La aplicación de estos principios a los dilemas del aborto tiene varias conse-
pios también implica que la persona que realiza un aborto debe ser sancionada si
lleva a cabo la intervención sin tener los conocimientos requeridos y/o los recursos
Por otra parte, la experiencia mundial muestra que los países con leyes seria-
mente restrictivas no han logrado reducir el número total de interrupciones del emba-
materna, así como un aumento de las muertes y enfermedades de los hijos supervi-
otras palabras, los países con legislación restrictiva sobre el aborto violan los princi-
170
pios de no maleficencia, considerando que con esa política solo aumentan el perjui-
salud y los derechos de la mujer y evitar a la vez el riesgo de una actitud “paternalis-
ta”, hay pocas dudas de que cuanto antes se impide el nacimiento de un hijo no de-
seado, mejor es para la mujer. Tenemos aquí un continuum que se inicia con evitar
el acto sexual no deseado o realizado sin protección. Una vez consumado éste, exis-
Tras la falta de la menstruación, cuanto antes se lleve a cabo el aborto, menor será
Existen pruebas bien documentadas de que cuanto más tarde se interrumpe un em-
barazo, mayor es el riesgo que corre la mujer. Es bien conocido que los abortos del
yor frecuencia, que cuando la interrupción del embarazo se realiza en el primer tri-
(Lumley, 1980; Brazelton y Cramer, 1990). En particular, entre las catorce y las vein-
pacto sobre la mayoría de las mujeres. (Brazelton y Cramer, 1990). Es evidente, por
171
embarazo y hace que la decisión sea aún más difícil para muchas mujeres. Así, de
sospecha que está embarazada, pero está decidida a no tener un hijo, ¿por qué de-
bería esperar la confirmación de ese estado por medios clínicos o de laboratorio an-
tes de someterse a una aspiración al vacío? Esa evacuación del contenido uterino
dimiento permite mantener una duda razonable que no haya sido un aborto, aunque
en alrededor del ochenta por ciento de los casos se trata efectivamente de un emba-
razo. Las mujeres tienen derecho a saber si están embarazadas o no, así como a no
que acaso no necesiten. Sin embargo, también tienen derecho a solicitar esa inter-
zo, lo que les permite dejar abierta la posibilidad de que no estén embarazadas. Pa-
ra muchas mujeres resulta menos problemático suponer que tal vez hayan tenido un
mero retraso en la menstruación que saber con certeza que han interrumpido un
hacer esperar a la mujer hasta que el embarazo tenga confirmación clínica. Aun
172
ción de revelarlo a la paciente si ésta ha declarado que no quiere saber si está o no
embarazada.
Justicia
anteriores. De manera específica, nos obliga a no ignorar el hecho de que los secto-
res más desposeídos de la sociedad son los que realmente sufren los efectos nega-
tivos de la legislación restrictiva en materia de aborto. Las mujeres con una mejor
por el embarazo no deseado y que con frecuencia presiona a aquélla para empujarla
a abortar o genera las condiciones que la dejan sin otra alternativa (Casas, 1996).
libertad religiosa, vista la gran diversidad de posiciones entre los distintos credos e
siciones morales de una religión que no profesan. Tal fue la conclusión unánime de
concluyeron que la despenalización del aborto es una respuesta mínima para prote-
ger la vida y la salud de las mujeres en riesgo (The Park Ridge Center, 1994; The
Center for Health and Social Policy, 2004). Por consiguiente, el concepto de que la
173
legislación restrictiva del aborto transgrede el principio de justicia se confirma con
sa.
Aspectos Éticos de la Reproducción Humana y la Salud de las Mujeres, del cual am-
bos autores de este libro han sido miembros. Este comité analizó el complejo dilema
moral del aborto inducido durante tres de sus sesiones (mayo de 1997 y marzo y
septiembre de 1998). Las pautas acordadas por el comité exhortan a hacer mayores
mujeres a decidir si quieren reproducirse o no. Afirman además: “siempre que el pro-
atención médica están obligados a prestar ese servicio de la manera más segura
174
Estos lineamientos fueron publicados por la FIGO con la advertencia, válida pa-
ra todos los acuerdos del comité, de que “no pretenden reflejar una posición oficial
estos aspectos éticos de nuestra disciplina por parte de las organizaciones afiliadas
Asamblea General de la Federación los adoptó por unanimidad como política oficial
rrido desde la creación del comité en 1985. Esto es una demostración del compromi-
mo consecuencia del aborto. Una evaluación ulterior mostró que, en general, estos
criterios éticos tuvieron una buena aceptación en diferentes países, e incluso entre
colegas de naciones con leyes restrictivas en materia de aborto (McKay et al., 2001).
aborto
Nuestro análisis, que procura una aplicación equilibrada de los cuatro principios
bioéticos al problema del aborto inducido, nos lleva a las siguientes conclusiones:
to de que los derechos del embrión y el feto aumentan con el avance del
175
que 12 semanas es una cifra arbitraria, pero es posible justificarla porque
ción del embarazo con bajo riesgo. También señala algunos importantes
2. El aborto más allá de las 12 semanas de edad gestacional sólo debe acep-
tarse con una fuerte justificación. La definición de ésta depende de las cir-
aceptación.
naza para la vida de la mujer o si se comprobó que el feto padece una gra-
perspectiva ética que propicie un diálogo orientado a lograr un cierto consenso social
y político sobre el aborto, como lo analizaremos con mayor detalle en la última parte
de este libro.
176
177
Capítulo 10
Las leyes son los instrumentos utilizados por los gobiernos como fundamento
para decidir cuándo un acto está permitido o cuándo debe ser penalizado, pero no
último depende de cuanto las leyes reflejan los valores de la comunidad. Los siste-
mas legales alcanzan su mejor funcionamiento cuando se basan en valores que re-
flejan un consenso social, y las leyes que no lo hacen rara vez se cumplen, para
descrédito del sistema jurídico. Así sucede con muchas leyes redactadas con la in-
rencia a este último, si las leyes restrictivas que prevalecen en muchos países en
sociedad en general. Como hemos visto en capítulos anteriores, las leyes restrictivas
sar revista a las diferencias del estatus jurídico del aborto en diferentes regiones y
178
En primer lugar describimos los distintos sistemas legales en su relación con la
aplicación de las leyes sobre el aborto. Luego hacemos un breve repaso de la evolu-
ción de esas leyes en los dos últimos siglos. También mostramos alguna información
estadística global sobre la legalidad del aborto, enfocando conceptos que pueden
nerales, como parte de uno de tres grandes tipos de sistemas jurídicos: derecho ci-
2002).
179
escritas destacan el delito y el castigo de los actos “ilegales”, pero los actos
un medio de resolver disputas entre individuos. Este sistema hace más hin-
Sunnah, colección de los actos y las palabras del profeta Mahoma, vista
el Corán y la Sunnah, como sucede con el aborto. En estos casos, los juris-
ductivo o analógico en busca del consenso, pero con resultados muy dife-
180
El sistema de derecho civil está vigente en casi toda Europa, América Latina,
Unido y la mayoría de las antiguas colonias del Imperio Británico. El derecho islámi-
co, por último, tiene vigencia en la mayoría de los países musulmanes de Asia y
África.
Tal como señalamos antes, la ley puede ser más o menos explícita, según el
sistema jurídico adoptado. Sin embargo, aun cuando sea muy explícita, alguna per-
mencionó, la libertad de los jueces y los tribunales para interpretar la ley es mucho
Resulta bastante obvio que cuanto más explícitamente estén redactadas las le-
yes y regulaciones, más fácil y rígida será su aplicación. Este atributo del derecho
asume particular importancia cuando se trata del aborto, porque el grado de porme-
norización del texto legal tendrá fuerte influencia sobre la actitud del profesional res-
salud es muy diferente contar con un mandato claro acerca de lo que puede hacer, a
disponer de textos jurídicos que sólo proporcionan la base para una defensa legal en
caso de enfrentarse a un juicio. En esta última situación, sobre todo si la cultura local
mente legal.
181
El Código Napoleónico, que es el paradigma del sistema de derecho civil, cas-
tigaba el aborto con prisión, pero se entendía que era lícito realizarlo para salvar la
vida de la embarazada. Francia explicitó esa excepción en 1939 y sancionó una le-
jaba el inicio del embarazo cuando la mujer comenzaba a percibir los movimientos
un delito penal, pero se les adjudicó un castigo menos severo que a los realizados
Gran Bretaña sancionó una ley de aborto que establece su legalidad dentro de am-
indicadores socioeconómicos). Esa ley fue seguida por otras similares en algunos
derecho islámico clásico el aborto se castiga con el pago de una suma de dinero a
los parientes del feto. El monto se incrementa con la duración del embarazo en el
islámicos varían del extremo más liberal al más restrictivo, pero todas lo permiten
Hasta comienzos del siglo XIX el aborto no fue un problema legal de gran tras-
cendencia; recién en ese siglo comenzaron a proliferar en Europa las leyes que lo
182
creciente de abortos y, por consiguiente, también la cantidad de muertes maternas,
dado el muy alto riesgo de los métodos abortivos utilizados en esa época. Fue natu-
ral que esas leyes se pusieran en vigencia también en las colonias europeas en
otros continentes y el que esos países las mantuvieran una vez conquistada la inde-
pendencia.
En los últimos cincuenta años, con la mayor seguridad alcanzada en los proce-
dimientos para inducir el aborto y la creciente preferencia por las familias pequeñas,
liberalizar las condiciones requeridas para hacerlo legalmente, sobre todo durante
las primeras etapas del embarazo. Esta tendencia a la liberalización de las leyes de
aborto se inició más tarde en los países en desarrollo, donde la caída de los índices
cambios en la legislación fueron más evidentes entre 1985 y 1997, cuando hubo un
Institute, 1999a). La tendencia sigue vigente en nuestros días, pero las leyes relacio-
nadas con el aborto son aún mucho más restrictivas en los países menos desarro-
llados.
Basados en las informaciones del Center for Reproductive Rights de Setiembre 2009
en la cual se incluyen los 197 países o territorios con más de un millón de habitan-
tes, y utilizando cada país como unidad de análisis, sin llevar en consideración el
ción mundial por región, de acuerdo con los últimos datos disponibles en la fecha de
10.1
183
El cuadro muestra que el 64,8% de la población del mundo vive en 93 países o
En todos ellos el aborto está autorizado cuando se trata de salvar la vida de la mujer
de embarazo. Estos países en los cuales el aborto era legal en una vasta gama de
ciones del lugar en el cual puede llevarse a cabo; así como también el requerir un
Por otro lado, el aborto estaba mucho más restringido en 104 países que re-
mientras que en los 68 restantes, que abarcan el 25,7% de los habitantes del mun-
do, estaba permitido únicamente para salvar la vida de la madre o, como en el caso
últimos años, por ejemplo, el aborto pasó a ser ampliamente permitido en Portugal y
184
en el Distrito Federal de México, pero más restringido en Polonia, totalmente prohi-
De la lectura del cuadro se desprende que casi todos los países permiten el
aborto para salvar la vida de la mujer. En 164 de los países que aparecen en la tabla
la autorización del aborto en caso de riesgo de vida para la mujer está explícito en la
dad”.
Esta salvedad se debe a que los códigos penales tienen provisiones genera-
les que permiten la realización de actos ilegales sin castigo, cuando son necesarios
185
para preservar un bien. Esas provisiones podrían utilizarse como una defensa legal
en un juicio por aborto en los 30 países citados arriba. En los otros tres países, Chi-
le, El Salvador y, desde fines de 2006, Nicaragua, la ley parece no dejar espacio pa-
Sin embargo, aún en esos países, la mayoría de los profesionales realizan abortos
hay casos de muerte de mujeres con embarazo ectópico, en que los médicos se sin-
La segunda conclusión es que las leyes de aborto suelen ser más restrictivas
en los países menos desarrollados que en los más desarrollados. Mientras las leyes
del 87% de los países más desarrollados (Europa. Norte America, Australia, Nueva
Latina, 22% en África al Sur del Sahara, 29% en el Norte de África y 25% de los de
Llama la atención que 62% de los países del Caribe de lengua Inglesa tienen leyes
ampliamente permisivas.
Una complicación adicional surge cuando consideramos que en los países fe-
derales las leyes sobre el aborto pueden ser diferentes en cada estado y, a la vez,
186
Declaraciones y Convenciones sobre derechos humanos
para aludir a valores morales universales. En este capítulo nos referiremos a los de-
rechos humanos en un sentido más limitado y más preciso, como derechos que los
sus leyes.
Derechos del Hombre, los gobiernos del mundo reconocieron por primera vez que
existen derechos humanos básicos o fundamentales que deben ser protegidos por
todos los países. Ese documento y declaraciones ulteriores elaboradas por la comu-
comportarse.
a cuyo término el documento se convierte en una obligación legal para todos los paí-
ses signatarios. En un primer paso, una vez que los representantes nacionales que
asisten a una conferencia internacional firman una declaración, los países deben
187
mento son sancionados por las Naciones Unidas con el voto de los representantes
nacionales oficiales, que también en este caso pueden formular reservas acerca de
aspectos específicos.
Por último, para que esos tratados se conviertan en parte de las leyes naciona-
les, los países deben “ratificarlos” o “admitirlos” mediante sus procedimientos legisla-
tivos habituales, en general por una acción parlamentaria. Al hacerlo, tienen la facul-
tad de señalar sus reservas, que luego pueden anular, si así lo deciden. Los países
son responsables ante la comunidad internacional por los tratados que han ratificado
(Panos, 1998).
(de acuerdo con cada tratado) para controlar y alentar el cumplimiento de sus nor-
mas. Por ejemplo, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Dis-
criminación contra las Mujeres (Convención de las Mujeres) creó la Comisión sobre
on the Elimination of All Forms of Discrimination Against Women, CEDAW ), que ana-
liza y comenta los informes periódicamente presentados por los gobiernos sobre su
188
Debemos mencionar también que muchos países, de manera análoga, también
mos que permiten a los países coincidir en valores universales básicos y dar apoyo
moral a las denuncias de los oprimidos. Sin embargo, como ha señalado Michael
Ignatieff:
“El lenguaje de los derechos sostiene que todos los seres humanos se sientan
otros. Pero una vez adquirido ese derecho universal a hablar y ser escuchado,
cebirlos como parte de un lenguaje que crea las bases para la deliberación. En
esta discusión, el fundamento que compartimos puede ser, en realidad, muy li-
mitado: no mucho más que la intuición básica de que lo que es dolor y humilla-
ción para usted será, sin duda, dolor y humillación para mí. Pero esto ya es al-
go. En ese futuro esperado y compartido entre iguales, los derechos no serán
el credo universal de una sociedad global; no serán una religión secular, sino
189
Leyes del aborto y derechos humanos
El aborto genera una tensión, al menos, entre dos derechos humanos, el dere-
del derecho a la libertad. Como no hay orden jerárquico entre los derechos huma-
nos, cuando surge un conflicto entre ellos se requiere una interpretación individual
para permitir su aplicación (Cook, 2000). Esta situación ha sido reconocida por los
Estados miembros de las Naciones Unidas al coincidir en que los derechos humanos
dos han acordado, además (United Nations, 1995b), que entre los derechos huma-
ción forzadas.
Estas declaraciones ponen en entredicho las leyes restrictivas del aborto que
obligan a las mujeres a continuar un embarazo contra su voluntad. Además, los 187
la “revisión de las leyes que contemplan medidas punitivas contra las mujeres que
190
Como antes se indicó, las comisiones de las Naciones Unidas que supervisan
rechos Humanos de las Naciones Unidas al informe del gobierno de Perú se refirió a
los derechos de las mujeres, incluido el que la ley penal peruana negaba el derecho
ficara una sanción penal aun en el caso en que el embarazo es el resultado de una
violación, y destacó que los abortos clandestinos son la principal causa de mortali-
dad materna. Constató además que el derecho penal sometía a las mujeres a un
países. En 1997, tras revisar el informe de Marruecos, este organismo señaló con
Con respecto a Turquía, consideró que la exigencia legal de que la mujer contara
con la autorización de su esposo para hacerse un aborto era una violación de su de-
humanos para justificar cambios en las leyes nacionales. En 1988, por ejemplo, la
Corte Suprema de Canadá declaró inconstitucionales las leyes restrictivas del aborto
191
nal señaló que obligar a una mujer, mediante la amenaza de una sanción penal, a
dos con sus propias prioridades y aspiraciones, significa una profunda interferencia
2000).
la mujer, aprobada en 1996, que liberalizó aún más la legislación de ese país en la
humanos y ampliar la libertad de decidir que deben caracterizar una Sudáfrica de-
la norma deroga la legislación previa, pues otorga a la mujer el derecho a elegir una
interrupción temprana, segura y legal del embarazo de acuerdo con sus creencias
individuales (párrafo 7). La ley legaliza el aborto a pedido de la mujer hasta las 12
semanas de embarazo; así como por razones de salud física y mental, motivos so-
después de este último límite, si la vida de la mujer corre peligro o el feto sufre una
que todos tienen derecho a la vida. El juez se negó a emitir la declaración solicitada,
porque “todos” es una expresión jurídica alternativa a “toda persona” y, según fun-
damentos históricos, el carácter de tal sólo comienza con el nacimiento vivo. El ma-
192
gistrado no estimó necesario abordar el argumento concerniente al comienzo bio-
lógico de la vida humana dado que, a su juicio, aun cuando fuera correcto, no justifi-
caría la conclusión de que el inicio de una vida humana marca el comienzo de una
debe dar la misma protección legal que a usted y a mí” (Cook, 2000).
liberalización del aborto, sancionada el año anterior, era incompatible con los dere-
familia y que los intereses constitucionales de una vida humana nonata no podían
definirse a través de vagos criterios sobre las condiciones o situaciones de las muje-
res, sobre todo cuando tales condiciones o situaciones debían ser determinadas,
según lo establecía la ley anterior, por las propias mujeres. Así, prohibió el aborto
aborto siguió siendo legal para salvar la vida de la madre si el embarazo la pone en
peligro, preservar la salud de la mujer (sin diferenciar entre salud física y mental), en
Puede concluirse que las leyes nacionales tratan el aborto de maneras muy di-
193
consenso general en el sentido de que el aborto debe ser legal para salvar la vida de
la mujer. Por otra parte, hay una tendencia clara, ya no limitada a los países desarro-
llados, a la liberalización de las leyes en esa materia. Los argumentos de los dere-
chos humanos se utilizan tanto para promover como para rechazar la sanción de
leyes menos restrictivas, pero hay una tendencia predominante y creciente a recurrir
un firme consenso internacional en cuanto a que las leyes restrictivas no sólo son
ineficaces para disminuir la cantidad de abortos, sino que tienen, además, trágicas
194
Tercera parte
195
Capítulo 11
Muchos dirigentes políticos y religiosos, así como las personas que se identifi-
can con el movimiento pro vida, parecen creer que la prohibición legal y moral es el
medio más eficaz para reducir la cantidad de abortos. De ese modo, ignoran de ma-
nera sistemática las pruebas recogidas en todo el mundo, que muestran la ineficacia
res que abortan es que éstas decidirían seguir adelante con su embarazo si el precio
que tuvieran que pagar para abortar se elevara a niveles intolerables. Así, se supone
tácitamente que esas mujeres tienen otras alternativas viables y que el precio que
masiado bajo.
ción luego del parto. Algunas mujeres pueden preferir esta opción y otras verse obli-
gadas a aceptarla como una imposición de las circunstancias: como no poder pagar
embarazo.
196
En los casos en que el intento de abortar fracasa, la mujer puede decidir, en
definitiva, tener al niño. A veces hay un final feliz, con el resultado de una buena re-
lación entre madre e hijo. La evidencia demuestra, sin embargo, que las posibilida-
inadaptado son significativamente más altas que en el caso de los niños queridos
desde el principio (Matejcek et al., 1985; David et al., 1988; David, 2006). En conse-
cuencia, aun cuando se acepte que en ciertas circunstancias los obstáculos puestos
por la sociedad para impedir el aborto pueden funcionar, los resultados finales no
Lo que está muy claro es que las restricciones más severas y el estricto cum-
plimiento de las leyes contra el aborto, incluida la pena de prisión para las mujeres
que se someten a abortos inducidos, no son eficientes en modo alguno para reducir
la cantidad de intervenciones. Por otra parte, hay pruebas contundentes de que las
leyes muy liberales, que proporcionan un fácil acceso a la interrupción del embarazo,
entre 35 y 50 abortos anuales por cada mil mujeres en edad fértil (Singh y Wulf,
1994). Esas tasas son entre cinco y diez veces más altas que las vigentes en países
liberado y es de fácil acceso (Singh y Wulf, 1994; Henshaw et al., 1999). El problema
es que las leyes restrictivas no afectan la condición fundamental que siempre prece-
197
Con el objeto de identificar las acciones que pueden ser eficaces en reducir el
aborto, debemos recordar las causas que llevan a las mujeres a tener embarazos no
deseados, como lo analizamos en la primera parte de este libro. Hemos visto que los
hijos. Mientras estas condiciones persistan, seguirá habiendo gran cantidad de em-
recién en los últimos tiempos en algunos de estos países, pero las otras restriccio-
nes aún están vigentes. La elevada tasa de abortos refleja, sin duda alguna, una
embarazadas se ven libradas a su propia suerte por sociedades que sólo hablan pe-
con leyes restrictivas consiste en no hacer nada o bien en oponerse a las interven-
ciones para prevenir los embarazos no deseados. Tratan de obligar a las mujeres a
llevar a término esos embarazos en vez de abortar, pero no les proporcionan el apo-
yo social necesario para vivir como madres con un mínimo de dignidad, a salvo del
198
Prevención de embarazos no deseados
que la primera estrategia para disminuir la cantidad de abortos es ayudar a las muje-
res a evitar el embarazo cuando no quieren tener un hijo. Además, las medidas des-
tinadas a tal fin también reducirán la incidencia de hijos no deseados, que represen-
tan otro importante problema social (Stille, 2001). Una vez ocurrido un embarazo no
necesario no sólo para aceptar la continuación de su estado sino también para im-
plementar los planes que tenía con respecto a su futuro antes de embarazarse. Esta
los países de América Latina y Europa oriental corresponde al limitado acceso a los
del mundo (Hardy et al., 1990; Álvarez, 1992; Ketting y Visser, 1994, Singh et al,
2009).
seados
ción y Desarrollo ratificó los derechos humanos de las mujeres en el área de la salud
199
reproductiva y sexual. Los participantes reconocieron el aborto inseguro como un
tions, 1995a).
Esa declaración parece indicar que los gobiernos del mundo, presentes en la
ción familiar era la intervención que sería eficaz en conseguir la reducción de los
las mujeres a la información y los servicios. La expectativa era que, si las mujeres
la anticoncepción y el acceso a ella, pasa algún tiempo antes de que se observe una
en que se pasa de una cultura de grandes familias con muchos hijos para un modelo
en que se prefiere una familia pequeña, con pocos hijos. Durante el período de re-
aborto a la anticoncepción, otras que ya tienen muchos hijos, pasan a prevenir los
nacimientos por medio del aborto. La incidencia de aborto sólo muestra una caída
una vez que el acceso a los anticonceptivos es adecuado y los servicios alcanzan
200
Este proceso fue descrito hace algunas décadas por Requena, quien observó
las mujeres situadas en un nivel socioeconómico inferior también tenían menos hijos
último, las mujeres pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad tenían
más hijos, se hacían menos abortos y su uso de la anticoncepción era mínimo (Re-
en la figura 11.1.
<FIGURA 11.1>
ducir la incidencia del aborto se llevó a cabo en Chile entre principios y mediados de
una comunidad de clase obrera de unos veinte mil habitantes, situada en las afueras
comunidad.
5
La expresión “historia de embarazos” se refiere a una metodología originalmente elaborada por Donald
Bogue en el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE), que luego ganó una aceptación generalizada
como método estándar de obtener información sobre cada mes de la vida reproductiva de una mujer, con respec-
to al cual se registra si ésta estuvo o no expuesta a un embarazo y las consecuencias de esa exposición (Faúndes
et al., 1968).
201
comunitarias para difundir información sobre los riesgos del aborto y la existencia de
<FIGURA 11.2>
elemento oficial del programa de salud de la mujer del Gobierno de Chile. Este pro-
constituía la clientela del Servicio Nacional de Salud (SNS), que en esa época era
muy eficiente (Rosselot et al., 1966). Ulteriores evaluaciones mostraron que, con la
mejora del acceso a los anticonceptivos en los servicios públicos de salud, el núme-
nadas con el aborto experimentó una drástica caída, como una réplica en el plano
nacional de los resultados del estudio antes descrito (Maine, 1981; Viel, 1985; Bar-
zelatto, 1986). La figura 11.3 muestra el abrupto descenso del número de complica-
ciones por abortos en Santiago, la capital, mientras que la tendencia al lento decre-
<FIGURA 11.3>
202
Observaciones más recientes de la evolución en la prevalencia de uso de anti-
países de América Latina, llevado a cabo por investigadores del Alan Guttmacher
Institute durante las décadas de 1980 y 1990, mostró que México y Colombia segu-
ían el mismo patrón observado en Chile: un aumento del número de abortos coinci-
dente con una disminución del número ideal de hijos, seguidos por una estabiliza-
ción y luego por una caída de la tasa de abortos, paralela al incremento en la pro-
ción en ese estudio fue Brasil, sin embargo, datos posteriores de este país también
esta misma relación entre uso de anticonceptivos e tasa de aborto (Marston y Cle-
sufre una acelerada caída, tanto los abortos como el uso de anticonceptivos se in-
te por sí sola para controlar la fertilidad. Sin embargo, una vez estabilizada la fertili-
203
Si consideramos la situación actual de los países con tasas más elevadas de
aborto, como son Cuba y los Estados de Europa oriental, veremos que el factor
conceptivos de buena calidad (Popov, 1991; Álvarez et al., 1999). Cuba sólo tenía
píldoras de dosis altas y DIU anticuados y sin contenido de cobre, y el acceso a los
preservativos también era muy limitado, mientras que el mundo occidental y Asia
utilizaban píldoras de dosis bajas y DIU de cobre, y el acceso a los preservativos era
mucho más fácil. En general, parece que la percepción de las mujeres de todos esos
países con elevadas tasas de abortos es que les resulta más fácil el acceso a la inte-
disminuido alrededor del cincuenta por ciento en años recientes, gracias a la dispo-
Oriental no era muy diferente a la de Cuba hasta que se inició el proceso de apertura
democráticos, lo que permitió un más fácil acceso a una variada gama de métodos
ción en la tasa de aborto inducido que cayó de 90 por 1000 mujeres en edad fértil en
En contraste, los países con una baja incidencia de aborto, por debajo de diez
cada mil mujeres en edad fértil por año, son aquellos en los cuales el conocimiento
y fácil (Ketting y Visser, 1994; Moore, 2000). Si bien el acceso al aborto también es
204
ción del embarazo no deseado, en vez de esperar hasta estar embarazada y luego
servan tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, y afectan
sobre todo a los adolescentes. Los servicios inapropiados para ellos y los valores
culturales se cuentan entre las barreras más comunes. Adolescentes tratadas por
obstáculo para la compra de preservativos (Sable y Libbus, 1998; Roth et al., 2001).
A fin de superar estas barreras, varias iniciativas recientes dirigidas a los adolescen-
tes han recurrido a técnicas innovadoras que lograron incrementar el uso del preser-
vativo (Underwood et al., 2001; Johns Hopkins Center for Communication Programs,
2001).
En ese sentido hay fuertes evidencias de que los métodos de alta eficacia y larga
nos) y los implantes sub dérmicos, tienen una mayor capacidad de prevenir embara-
zos no deseados y abortos que los métodos que dependen de la mujer, como las
205
En síntesis, la mayor parte de las evidencias indican que la provisión de infor-
mación y servicios que permitan a las mujeres controlar su fertilidad es de suma efi-
ciencia para reducir los embarazos no deseados y el aborto. Además, hay suficiente
acceso a la anticoncepción.
sexuales y reproductivas
Muchas mujeres que han sufrido abortos apuntan a una relación sexual im-
puesta como causa del embarazo no planificado (Kabir, 1989; Mashalaba, 1989). Un
que un gran porcentaje de las mujeres son sometidas a relaciones sexuales contra
su voluntad, y que este abuso se da con mayor frecuencia entre adolescentes (Heise
et al., 1994). También es sabido que cuando las mujeres adoptan una actitud más
chel, 2001).
diversas maneras, desde la agresión física hasta la aceptación cultural de los dere-
chos del hombre sobre el cuerpo femenino. Esto implica no sólo la imposición de
una relación sexual no deseada sino del sexo en condiciones insatisfactorias, es de-
razo no deseado. Hay pocas dudas que una gran cantidad de embarazos no desea-
206
pero no cuentan con la posibilidad de utilizarla porque el hombre le niega esta opor-
(Ezeh, 1993). Esto explica por qué la eliminación del requisito de la aprobación del
varios países se han dado pasos enormes hacia una mayor equidad de género, pero
algunos aspectos del desequilibrio de poder entre los géneros son más resistentes
que otros. Si bien la igualdad salarial en un mismo tipo de trabajo es más difícil de
de poder en las decisiones relacionadas con el sexo. Vale la pena señalar que los
países con una baja tasa de aborto también son lugares con un razonable equilibrio
de poder entre los géneros, como sucede en Europa occidental (Moore, 2000). Más
cambiar este modelo de opresión femenina, actuando desde temprano sobre niños y
eficaces, dirigidas tanto a los varones adultos como a los menores durante su infan-
cia y adolescencia, para hacer que los hombres sean más conscientes de su res-
los géneros es más grande que en los países desarrollados, los programas de salud
207
reproductiva no suelen incluir la implementación de tales estrategias, aunque éstas
ción. Un estudio realizado en la India, por ejemplo, mostró que los hombres están
programas de educación sexual. Con muy raras excepciones, los estudios han de-
fermedad entre aquellos que ya sean sexualmente activos, son eficaces para reducir
los embarazos y abortos (Grunseit et al., 1997; Molina et al, 1999; Kirby, 2001). Di-
chos estudios también indican que cuando esa educación se imparte antes de la
primera experiencia sexual, es más eficaz, tanto para promover la abstinencia como
para aumentar el uso de anticonceptivos entre aquellos que inician su vida sexual
(Grunseit, 1997).
actividad sexual (Dawson, 1986; Pick de Weiss et al., 1990; Kirby et al., 1993; Sathe,
entre los géneros, pero sin una educación general apropiada no es suficiente. Las
208
y sobre las enfermedades sexualmente transmisibles; conocimiento que lamenta-
blemente falta entre los jóvenes, sobre todo en algunos países en desarrollo (Oyedi-
Los países con las tasas más bajos de aborto son los que cuentan con una
educación sexual más amplia y avanzada en las escuelas, así como aquellos en que
la concurrencia a éstas es casi universal. Los países nórdicos de Europa han conse-
los más bajos del mundo: los partos de adolescentes son poco comunes, apenas por
encima de cinco por cada mil jóvenes de entre 15 y 19 años en Noruega e Islandia
educación sexual o, si los tienen, están limitados a iniciativas locales de poco alcan-
sexual, pero su eficacia sigue siendo dudosa (Eggleston et al., 2000; The Population
suele impartirse en algunos países sin una capacitación adecuada de las personas
209
a menudo procede de los padres y profesores, que se sienten incómodos al hablar
2004). Este análisis refuerza la conclusión general que la educación sexual es una
intervención que ayuda a reducir el desequilibrio de poder entre los géneros y pro-
buye a disminuir los embarazos imprevistos y los abortos (Nordic Family Planning
(Henshaw et al., 1999) donde se comparan tres grupos de países: En el primer gru-
po se muestran tres países con tasas de abortos muy bajas y donde hay amplio ac-
países con tasas de abortos de nivel intermedio, donde el acceso al aborto legal y la
amplio. En el tercer grupo tres países con tasas de abortos muy altas, en que hay
permisivo de la legalidad del aborto lo que determina tasas de aborto más bajas, si
<FIGURA 11.4>
210
Apoyo social a la maternidad
se relacionan con la prevención del embarazo. Hay, sin embargo, muchos casos en
los que esa prevención no es posible. Por ejemplo, el aborto puede ser el resultado
de un embarazo que en un inicio era deseado, pero dejó de serlo como consecuen-
cia de la reacción negativa del grupo social al que pertenece la mujer (Álvarez et al.,
Si observamos las razones aducidas por las mujeres para decidirse a abortar,
resulta evidente que en muchos casos habrían preferido seguir adelante con sus
deseo consciente o inconsciente de tener un hijo. Esas mujeres pueden tener una
embarazarse y esperan tener el hijo sin sacrificar sus estudios, su trabajo o su carre-
ra, con el apoyo de su pareja y su familia. Las parejas pueden o no seguir juntas y
pueden o no casarse, pero lo que permite a la mujer tener el bebé es el apoyo so-
cial, económico y emocional de su familia directa. Ese apoyo, sin embargo, no siem-
pre ocurre y sin él la mujer puede no ver otra alternativa que interrumpir el embara-
que su hija haya tenido relaciones sexuales sin estar casada, y la idea que sus ami-
gos y conocidos se enteren de ese comportamiento les resulta intolerable. Para ocul-
tar a los demás lo que juzgan como una conducta deshonrosa, obligan a la mucha-
cha a hacerse un aborto con prescindencia de sus deseos o bien tratan de forzarla a
211
casarse con el joven responsable del embarazo. Es posible que la joven reciba con
agrado la idea del casamiento, sobre todo si éste no la obliga a abandonar planes
Estos matrimonios impuestos, sin embargo, rara vez son exitosos y no suelen resul-
que quieren tener un hijo no sólo se plantea a la familia sino también a la sociedad
rechace. Aun cuando la familia apoye su deseo de tener un bebé, es posible que el
Mujeres de más edad que desearían tener otro hijo, pueden verse obligadas a
sus estudios para hacerlo. También debe hacer todo lo necesario para que una mu-
jer no pierda su trabajo a causa de un embarazo, reciba una atención médica apro-
La prevención del aborto entre las adolescentes que quieren tener un hijo tam-
bién exige educar a la sociedad en la cual viven, incluidos los padres. Es preciso
212
de que puedan entender mejor a sus hijos. Las personas mayores deben recordar
que alguna vez también fueron jóvenes y sexualmente activas o bien que estaban
para enfrentar la sexualidad de una manera saludable no es una tarea fácil, pero en
mostrada por algunos sectores de la sociedad (Gibbs, 1991; Overington, 2002; Ama-
ral, 2002).
ausencia de las clases durante las últimas semanas del embarazo, el parto y el per-
los empleadores de mujeres embarazadas por los días de trabajo perdidos también
ayudaría a modificar su reacción ante una empleada que desea tener un hijo. Al
mismo tiempo, tal vez sea necesario sancionar nuevas leyes y mejorar el cumpli-
miento de las existentes, en procura de apoyar a la mujer que trabaja durante el em-
213
Capítulo 12
Es muy evidente que los costos humanos, sociales y económicos del aborto in-
sin embargo, que aun si todas las medidas propuestas alcanzaran una implementa-
futuro previsible.
abortos inducidos pueden sintetizarse en seis palabras: que todos los abortos sean
un ambiente acogedor, a toda mujer que decide interrumpir su embarazo, las conse-
cuencias negativas del aborto inducido sufrirían una drástica reducción (Sundström,
1996). Para alcanzar este objetivo, los abortos deben ser legales y seguros, realizar-
mujer. Además, aquellas que decidan abortar deben contar con la comprensión y el
respaldo de la sociedad.
Para llegar a esa situación ideal se requiere una serie de cambios sociales y
políticos. En primer lugar, el embarazo no deseado tiene que llegar a ser una expe-
riencia excepcional en la vida de las mujeres; segundo, las mujeres que quieran te-
ner un hijo deberán ser apoyadas por la sociedad, y tercero, cuando no vean otra
214
seguros y sensibles a sus necesidades. En el capítulo anterior analizamos el modo
de alcanzar las dos primeras condiciones. Ahora veremos cómo lograr la tercera.
Las y los defensores de los derechos de las mujeres suelen sostener que si
fueran los hombres quienes tuvieran que abortar y sufrir las consecuencias, el aborto
seguro ya sería una realidad universal. De esa manera dan a entender que las so-
ciedades no han prestado la debida atención al problema porque sólo afecta a las
ilegalidad del aborto afecta a todas las mujeres, cualquiera sea su estatus social y
económico; pero las que pertenecen a las clases sociales más altas tienen el dinero
necesario para pagar un aborto ilegal pero seguro, mientras que las mujeres pobres
deben exponerse a los riesgos de un aborto inseguro. Por lo tanto, las mujeres de
una mejor posición económica, que disfrutan de mayor influencia y poder, tienen
menos motivaciones para cambiar las leyes de aborto, mientras que quienes pade-
cen la doble desventaja de ser mujeres y pobres tienen poco o ningún poder para
influir en las decisiones políticas tomadas en sus sociedades (Diallo et al., 2000).
zo. Bethania Avila, una dirigente feminista brasileña, sintetizó gráficamente ese des-
afirmó: “Los hombres abortan con la boca. Les basta decir: «¡No es mío!»” Su men-
saje es tan claro y vigoroso que ha permanecido hasta hoy en la memoria de uno de
los autores [Anibal Faúndes], mas de veinte años después de haberlo escuchado.
Es cierto que las nuevas tecnologías nos permiten determinar con toda precisión
215
quién es el padre, pero en términos prácticos sólo una minúscula proporción de la
derechos que los hombres, mejora el acceso a un aborto seguro para todas. Cuanto
en los países donde las mujeres han alcanzado una posición más igualitaria en la
sociedad, los abortos inducidos tienden a ser más seguros. La conclusión obvia es
para reducir el costo humano, personal y económico del aborto. De lograrla, la tasa
los derechos reproductivos de las mujeres. En ese sentido, dos acontecimientos cla-
Conferencia sobre las Mujeres de Beijing, en 1995 (United Nations, 1995a y 1995b).
pié en el desarrollo, la educación y el empleo. Aún más importante, se dio suma prio-
“En ningún caso [el aborto] debe promoverse como un método de planificación
la mujer, a abordar el impacto sobre la salud del aborto inseguro como una
216
diante la expansión y mejora de los servicios de planificación familiar. La pre-
vención de los embarazos no deseados debe recibir siempre la más alta priori-
dad y es preciso realizar todos los esfuerzos posibles para eliminar la necesi-
dad del aborto. Las mujeres que tienen embarazos no deseados deben dispo-
vo. Cualquier medida o cambio relacionado con el aborto dentro del sistema de
casos, las mujeres deben contar con acceso a servicios de calidad para el ma-
allá, al exhortar a los gobiernos a considerar la revisión de las leyes que prevén me-
didas punitivas contra las mujeres que se han sometido a abortos ilegales (United
Nations, 1995b).
debe hacerse para que las mujeres sean ciudadanas con iguales derechos que los
217
Despenalización del aborto
Es indudable que la intervención racional más eficaz para reducir los costos
humanos, sociales y económicos del aborto es abolir las leyes y reglamentos que
Europa oriental, Vietnam y Cuba indica que, al mismo tiempo, es necesario que to-
dos los métodos para impedir un embarazo no deseado, esten disponibles y de fácil
Tal como antes hemos señalado, prácticamente todos los abortos legales son
seguros, mientras que la mayoría de los abortos ilegales son inseguros. Las conse-
legal tanto del aborto como de los anticonceptivos en diciembre de 1965, como lo
1989. La mortalidad materna relacionada con el aborto cayó de alrededor de 150 por
cada cien mil nacimientos vivos el año anterior a menos de cincuenta, dos años
después de la despenalización del aborto (Stephenson et al., 1992; WHO, 1997) (fi-
<FIGURA 12.1>
218
Al margen del ejemplo rumano, la seguridad del aborto legal y las consecuen-
cias muy graves del aborto clandestino han sido documentadas en varios otros paí-
ses. En Inglaterra y Gales, por ejemplo, no hubo muertes relacionadas con el aborto
inducido en los tres años siguientes a la promulgación de la ley que en 1982 dio libre
uno de los dos trienios anteriores a la sanción de la ley (Stephenson et al., 1992). El
leyes del aborto en 1970, se produjo una caída del cincuenta por ciento en las muer-
tes maternas debidas a esa intervención durante los dos años siguientes (Tietze et
al., 1973). Otros datos de Estados Unidos confirman este mismo efecto, como fue la
abrupta disminución de la mortalidad relacionada con el aborto luego del fallo Roe
se permite legalmente y se hace accesible, un gran número de mujeres que hoy lle-
van su embarazo a término, preferirían abortar si se diera esa facilidad. Ese temor
por falta de recursos o informaciones. Esos casos de embarazos rechazados por las
por el frecuente relato periodístico de recién nacidos abandonados por sus madres,
en condiciones que los exponen a morir, porque no ven otra forma de liberarse de
219
de las políticas seguidas en cada país y de la eficacia de su ejecución, el número de
<FIGURA 12.2>
año en que fue legalizado, subiendo de 9,9 en 1971 a 17,0 por 1000 mujeres en
edad fértil en 1998 (Department of Health, England Government, 2010). Una posible
causa puede haber sido la facilidad de migración desde las antiguas colonias, lo que
de África, Asia y del Caribe de lengua Inglesa durante ese período. Más reciente-
mente hubo otra onda de migración desde Europa Oriental. Existen evidencias que
esa población inmigrante reciente presenta tasas de abortos bien más elevadas que
el resto de los habitantes en países europeos (Stuart y cols, 2002; Batty, 2007).
máximo de 18,6 en 2007. En los dos años siguientes hubo un aparente descenso a
por 1000 mujeres en edad fértil en el año de la legalización, en 1976, para 11,4 en
1997. En Italia se elevó levemente de 18,7 en 1980 para 19,6 después de la legali-
zación en 1982, para luego bajar año a año, hasta 11,4 en 1996 (The Alan Guttma-
cher Institute, 1999b). Una vez más, la conclusión lógica es que la ley no es el de-
terminante de que la mujer aborte o no. Son otros los factores, ampliamente discuti-
dos en el capítulo 11, que hacen que haya más o menos abortos en un país o re-
220
Mejorar el acceso al aborto legal
rantía de que las mujeres tengan acceso a procedimientos seguros. Sin menoscabar
la importancia de abogar por leyes más liberales, y definir los cambios que deben
Unidos, dijo acerca de las leyes de violencia doméstica: “por buena que sea la ley,
de nada servirá si no se modifica la actitud de las personas que deben velar por su
de velar por la observancia de las leyes” son en su mayor parte funcionarios de sa-
lud pública y ginecólogos y obstetras. El hecho que las leyes vigentes no sean res-
petadas en muchos países indica que el alivio del drama humano del aborto no ha
sido una prioridad entre las personas responsables del sistema de salud pública.
También significa que los ginecólogos y obstetras no han sido lo bastante sensibles
para entender el sufrimiento y las necesidades de las mujeres que anhelan con de-
sesperación poner fin a sus embarazos y cumplen las condiciones previstas por las
pero la mayoría de las mujeres todavía carece de acceso a servicios de aborto segu-
ro, como sucede en la India, Zambia y en menor grado Sudáfrica. En todos estos
rarse. Una medida recomendada por la OMS para países con carencia de médicos
221
dispuestos a practicar abortos es la de permitir que profesionales no médicos los
(Freedman et al, 1986). Debería tenerse presente, empero, que los servicios de
aborto seguro nunca serán suficientes si no se hacen esfuerzos paralelos para redu-
El problema del difícil acceso a los servicios de aborto no se limita a los países
en desarrollo cuyos recursos son escasos. También se constata en los Estados Uni-
dos, donde mujeres pobres tropiezan con serias dificultades para hacerse interven-
ciones legales, a despecho del estatus jurídico liberal del aborto garantizado por la
Corte Suprema. Como la provisión de ese servicio no cuenta con suficientes recur-
parte por qué los índices de embarazo en este grupo de edad son varias veces más
como las mujeres que solicitan una interrupción del embarazo. Décadas atrás, estu-
más alto entre las mujeres que ya pasaron por la experiencia (Requena, 1966). En
consecuencia, la atención de las mujeres que recurren a los servicios de aborto se-
guro no será completa sin una apropiada educación sexual y anticonceptiva, y una
222
provisión inmediata de toda una gama de métodos para controlar la fertilidad. Las
verá a repetirse. Infelizmente el aborto reiterado es más frecuente entre las adoles-
ción de buena calidad después de haber sido intervenidas (Hardy y Herud, 1975).
cumplen los requisitos legales pueden no tener acceso a una interrupción segura del
dad dé a la ley. Los obstetras y ginecólogos desempeñan un papel crucial, dado que
en última instancia serán ellos quienes decidan llevar a cabo o no el aborto, pero
también abogados y jueces tienen un rol importante, puesto que su función es inter-
pretar la norma.
una condición necesaria para reducir las consecuencias de los abortos inducidos.
acceso al aborto legal en un país con leyes restrictivas. La legislación vigente prevé
mujer.
desde principios de la década de 1980. En 1987 y 1988 las ciudades de Río de Ja-
neiro y San Pablo crearon servicios específicos para la atención de mujeres que los
223
solicitaban. Si bien los servicios no alcanzaron una efectiva implementación en Río
de Janeiro, en San Pablo trabajaron con razonable eficacia (Colás et al., 1994).
der estos casos desde principios de la década de 1980. Hasta 1995, éstos fueron los
aborto legal fue, sin embargo, muy pequeño, no más de veinte o treinta por año.
Desde 1996, por iniciativa de uno de los autores de este libro [Anibal Faúndes],
Cemicamp, una ONG que trabaja en salud y derechos reproductivos, aunó fuerzas
federación dio a la iniciativa fue de suma significación para los ginecólogos y obste-
Aún más importante, muchos de ellos son hospitales universitarios, lo que permitirá
224
modificar la cultura de los futuros médicos. Además, la violencia de género y el abor-
espectacular éxito fue la alianza del establishment médico, el movimiento por los
no tienen dificultades para prestar servicios de aborto si se sienten apoyados por sus
colegas. Y éstos los respaldan una vez que comprenden que la iniciativa no consiste
en promover el aborto sino impedir que las mujeres corran el riesgo de complicacio-
Aunque en muchos países las mujeres que cumplen los requisitos legales no
tienen acceso a un aborto seguro, hay otros donde las leyes restrictivas se interpre-
acceso fácil a los abortos seguros, aun cuando las condiciones legales no sean cla-
ras, no sólo salva la vida de las mujeres e impide su padecimiento, sino que también
lud la interpreta de tal manera que facilita el acceso a abortos seguros a mujeres que
de otro modo deberían recurrir a una interrupción clandestina e insegura del emba-
razo. Uno de los autores [Anibal Faúndes] fue testigo del proceso que condujo a esta
225
Visité Mozambique por primera vez en 1980, muy pocos años después de su
habían ocupado todos los cargos para los cuales se requería cierta educación, y tras
para un país de unos 12 millones de habitantes. Aunque existía una facultad de me-
dicina, faltaban posibles postulantes con educación secundaria completa y, por en-
dediqué algún tiempo –menos del que me habría gustado– a trabajar en la Materni-
dad de Maputo. Allí tuve la enorme sorpresa de encontrarme con el ministro de salud
era uno de los pocos obstetras del país y había declinado invocar su cargo de minis-
tro para eludir lo que consideraba su deber con la gente necesitada. Se desempeña-
ba como ministro durante el día pero trabajaba varias noches por semana, así como
ta actitud le parecía natural, yo nunca había visto a nadie con un cargo oficial similar
al suyo que actuara de ese modo, y sospecho que no debe haber ejemplos pareci-
to con la realidad de su pueblo tuvo una gran importancia en su punto de vista. Mo-
cumbi debía atender a mujeres con complicaciones muy graves resultantes de abor-
tos clandestinos. Como una herencia de los portugueses, el aborto era ilegal en Mo-
zambique. El ministro era testigo del sufrimiento de las mujeres que llegaban al hos-
pital todos los días en grandes cantidades, con hemorragias o infecciones graves, y
muchas de las cuales morían. De hecho, casi todas las semanas se producían muer-
226
tes relacionadas con el aborto. La respuesta de Mocumbi como ministro consistió en
que la criminalización del aborto era en buena medida responsable del daño que
mucho tiempo y energía, que era mejor dedicar a otras tareas urgentes. Así, Mo-
cumbi asumió la actitud valerosa de interpretar por su cuenta la ley y dictó una orden
las instrucciones del ministro. Tan pronto como el servicio llegó a conocimiento del
dirigente en posición de poder tiene contacto directo con las dramáticas consecuen-
cias de la criminalización del aborto, adopta una postura totalmente diferente sobre
el problema.
227
La cantidad de abortos seguros hoy realizados en la Maternidad de Maputo
nos, a un costo mucho más bajo en sufrimiento humano y para los recursos de los
al principal hospital de la capital del país durante unos veinte años. Sin embargo, la
humano, salvar vidas y ahorrar recursos, ha motivado en años recientes una expan-
Una experiencia similar en la que participó uno de los autores [Anibal Faúndes]
década de 1970. Chile tenía en esa época un Servicio Nacional de Salud muy bien
estructurado que atendía al 85% de la población del país. El Hospital Barros Luco
daba atención a los barrios del sur de Santiago, con una población de bajo estatus
blación, sin ningún tipo de incentivo externo. La idea era prevenir embarazos inde-
de la fertilidad.
En 1965 se puso en marcha un programa educacional sobre los riesgos del abor-
cinco mil por año a un poco más de 3.200 en 1972. No obstante, 15 mujeres murie-
228
ron a causa de complicaciones sépticas posteriores al aborto, muchas sufrieron la
extirpación del útero, los ovarios y las trompas, dejando estériles a mujeres jóvenes
sar de las campañas educativas para instar a las mujeres a utilizar métodos anticon-
ceptivos.
cación social de éste empezaba a cambiar. Al mismo tiempo, el gobierno había se-
ñalado que la lucha contra el aborto inducido debía contemplar la “eventual legaliza-
ción del aborto [...] y, en términos más inmediatos [...], una ampliación de los criterios
para permitir el aborto terapéutico, por ejemplo en los casos de fracaso de los méto-
En 1971, el cambio de actitud del público con respecto al aborto, así como la ele-
ciente, que el embarazo no era deseado, se había producido a pesar del uso de un
vención médica lógica era llevar a cabo una interrupción segura del embarazo en
vez de exponer a la mujer a los riesgos del “consultorio” de un abortista poco califi-
cado.
éutica” del embarazo. Las razones del aborto eran documentadas y firmadas al me-
229
nos por dos médicos, a fin de cumplir la ley chilena que permitía el aborto terapéuti-
La situación continuó sin cambios durante algunos meses; sin embargo, cuando
hospital fue internada con una grave sepsis postaborto luego de que las solicitudes
iniciales de ambas fueran rechazadas. Estos y varios otros casos similares, aunque
chazar una solicitud de interrupción del embarazo quedó bajo la responsabilidad del
sector de abortos. Las únicas condiciones requeridas eran que la gestación no su-
perara las 12 semanas, que la mujer demostrara vivir dentro del área de cobertura
clientela habitual. Ahora, mujeres de estatus económico más alto acudían a solicitar
lugares vecinos, dado que no era difícil obtener un certificado “probatorio” de que la
personal, que aceptó la situación porque comprendía estar abriendo un nuevo cami-
no y cumpliendo una misión que iba mucho más allá de sus obligaciones habituales.
Entre enero y agosto de 1973 sólo hubo una muerte materna debido a complica-
230
tión había tenido un aborto en otra área. Durante el mismo período del año anterior,
nueve mujeres habían muerto por complicaciones relacionadas con esa misma cau-
sa.
Durante ese período, la prensa seguía reflejando los cambios que se producían
nina de mucha circulación, Paula, publicó una serie de entrevistas a mujeres de dife-
rentes estratos sociales, así como a médicos que eran profesores universitarios y
expresaban públicamente sus razones para propiciar la legalización del aborto. Dos
da, publicaron destacados artículos a toda página en los que informaban con objeti-
evitar los abortos ilegales y todas sus consecuencias. Casi no se registraron reac-
ciones negativas del público, lo cual fue sorprendente, pues hasta entonces la idea
general era que la opinión pública rechazaba moralmente la interrupción del emba-
más liberal de la ley vigente, fue abruptamente interrumpida por el gobierno militar
que tomó el poder en 1973 (Faúndes y Hardy, 1978). Ese mismo gobierno modificó
la Constitución algunos años después y el aborto quedó totalmente prohibido por ley,
aunque Chile aún es uno de los países latinoamericanos con la mayor tasa de abor-
Hay varios otros países donde la ley se interpreta actualmente de una manera
que permite un amplio acceso al aborto seguro. En Bangladesh, por ejemplo, si bien
231
mente sin excepción dentro de los límites de la capacidad de los servicios del país
Uruguay es uno de los países de América Latina con menor tasa de mortali-
dad materna. Sin embargo, es uno de los países de la región en que la primera cau-
riesgo. Entre Enero de 2001 y Diciembre de 2003, hubo 11 muertes por complica-
sentando 48% de todas las muertes maternas que ocurrieron en ese hospital duran-
Esta situación alarmó de tal manera a los médicos del hospital que decidieron
el hijo o entregarlo en adopción con auxilio del servicio social del hospital. Ensegui-
232
alambres dentro del útero, de raspados realizados por personas no calificadas y del
(WHO, 2003).
Por último, se convida a las mujeres a retornar tan luego hayan tomado una
decisión, cualquiera que ella sea, para continuar el control pre-natal o para una con-
sulta post-aborto. En esta consulta se insiste sobre los riesgos del aborto provocado
de 2004 fue adoptado oficialmente por el Ministerio da Salud. En los tres años que
van de Enero de 2004 hasta Diciembre de 2006, hubo dos muertes maternas por
aborto en el hospital Pereira Rossell. o sea, menos de 20% de las muertes por esta
causa observadas en los tres años anteriores al inicio del programa. En los últimos
país. Paralelamente, en cuanto el aborto fue responsable por 28.7% de todas las
hubo una sola muerte por aborto en el país durante 2008 y 2009 (Comisión Nacio-
nal, 2010).
tinas. Como, infelizmente, esta situación probablemente siga vigente durante largo
tiempo en muchos países, una forma importante de reducir el costo humano de los
233
al., 1995; WHO, 1995). Como ya hemos visto en el capítulo 4, cuando el aborto se
frecuente es una complicación, por ejemplo una hemorragia intensa, una infección o
ambas cosas. Los hospitales que se niegan a suministrar servicios de abortos segu-
ros deben hacerse cargo de atender esas mismas mujeres por las complicaciones
conferencia de El Cairo: “Las mujeres deben tener en todos los casos acceso a ser-
Nations, 1995a). Las mujeres deben contar las 24 horas del día con la posibilidad de
ben prestarse con la urgencia requerida por la gravedad del cuadro (WHO, 1995).
La diferencia entre la vida y la muerte para una mujer con estas complicaciones
a los servicios, como la calidad técnica y humana de la atención, son factores de-
234
de la Salud comprobó que el acceso a los servicios de atención posterior al aborto
podía ser problemático. Los investigadores constataron que algunos hospitales, so-
bre todo los administrados por la Iglesia Católica, no aceptaban a las mujeres sos-
sido tambien comprobadas en Argentina por grupos que luchan por los derechos
Ley Uganda, dijo en un taller de trabajo sobre los derechos de las mujeres y la ley
que “numerosas muchachas y mujeres han muerto por problemas relacionados con
ga, 2002). Las mujeres tienen razón de tener este temor, al menos en algunos paí-
ses. Según datos del Ministerio de Justicia de Chile, entre 1980 y 1989 se procesó a
1.939 personas por haber tenido algún tipo de participación en un aborto inducido
(Casas, 1996). Las mujeres eran denunciadas por personal del hospital donde recib-
ían atención posterior al aborto, en general por iniciativa de una sola persona con
servicio, sea haciendo saber que las mujeres que han tenido un aborto inducido
Aun cuando las mujeres con complicaciones del aborto sean atendidas, suelen
con complicaciones derivadas del aborto, comprobó que sólo el 17% sabía quién era
235
el médico que la trató y menos del 5% recibió información sobre el uso de la medi-
cación que debía tomar o sobre posibles complicaciones luego del alta (Langer et
al., 1999).
cuencias mucho más graves. Una de las formas más comunes de discriminación es
la postergación del tratamiento que necesitan, dejándolas para después de que to-
das las otras pacientes sean atendidas, aunque por su gravedad precisen de trata-
tes maternas que incluye la información sobre el tiempo transcurrido desde la admi-
sión hasta el inicio de tratamiento. Las principales causas de muerte fueron hemo-
la muerte se encontró que este fue de 1,2 horas para las mujeres que murieron de
hemorragia post-parto o eclampsia y de casi 24 horas (23,7) para las mujeres que
después de ajustar por edad, paridad, estado marital y ocupación de las mujeres
que aborta puede influir sobre la conducta del personal responsable por cuidar de la
salud de las mujeres que se complican en el proceso de abortar, haciendo que estas
mujeres reciban pero calidad de atención que las otras pacientes. Muestra además
236
de que esta conducta discriminatoria pueda ser un factor fundamental en determinar
que han sido bien descritos en diversas publicaciones técnicas (WHO, 1995; Winkler
et al., 1995). Lo que queremos destacar es que la discriminación que sufren las mu-
jeres que se someten a abortos inducidos ha llevado a brindarles una pobre atención
de emergencia, y ese descuido es un factor que aumenta los costos humanos, so-
Los autores han sido testigos del tratamiento inhumano y cruel que se da a las
et al., 1997). Este tipo de actitud se relaciona con la condena moral que en muchas
sociedades se reserva a las mujeres que tienen abortos inducidos, sobre todo en
aquellos países donde aún prevalecen los ideales de una elevada fertilidad o en los
que hay una tendencia incipiente a la reducción de ésta (Billings et al., 1999). Aun-
actitud aún persiste, especialmente en los lugares con leyes restrictivas (Casas,
1996).
ger et al., 1999). Al parecer, el hecho que el aborto inducido sea visto como una ac-
tividad delictiva ejerce una fuerte influencia sobre la actitud de los prestadores. La
237
gente interpreta que si las leyes vigentes consideran el aborto inducido como un deli-
to, eso significa que la mayoría de la sociedad se opone a que las mujeres se some-
tan a esa intervención. Las leyes restrictivas dan a entender que quienes se hicieron
abortos inducidos tenían otras alternativas propuestas por la sociedad, pero decidie-
ron tomar ese camino por egoísmo o crueldad. Así, es fácil para los prestadores de
servicios de salud asumir la postura de defensores del feto y castigar a las mujeres
dores de servicios, pero éstos sólo adoptarán una actitud más comprensiva si la so-
tas mujeres en un ambiente más solidario y amigable reducirá no sólo el costo físico
sino también el costo emocional del aborto inducido para las mujeres.
238
Capítulo 13
seados
En los capítulos anteriores hemos visto que las medidas más eficaces para
prevenir el aborto son las que apuntan a evitar los embarazos no deseados. Sería
aborto son las mismas personas que se oponen a mejorar la disponibilidad y accesi-
Vaticano, así como otros grupos religiosos muy conservadores, se oponen a su uso
abortos. La posición oficial actual de la Iglesia Católica consiste en aceptar sólo los
239
llamados métodos “naturales” de regulación de la fertilidad, a saber, la abstinencia
Peor aún, los grupos que defienden la criminalización del aborto lo hacen en
vencer a quienes profesan la misma fe. En lugar de eso, utilizan su influencia política
para poner todos los obstáculos posibles para que las personas tengan acceso a
una información correcta sobre los anticonceptivos modernos, para que se autorice
para el uso de fondos públicos destinados a comprar anticonceptivos para los po-
giosos, aducen otras razones legales o de salud. En los países donde el aborto tiene
uso de cualquier método que no se defina como “natural”. Los argumentos contrarios
6
La abstinencia periódica consiste en evitar el coito durante el período del ciclo menstrual en que las posibilidades de
embarazo son más grandes, esto es, los seis días previos a la ovulación y el día mismo de ésta. El método de la amenorrea de
lactancia consiste en la práctica del amamantamiento exclusivo durante los primeros seis meses de vida del niño, siempre que
la menstruación no vuelva en algún momento de ese período. Este método se basa en el efecto bloqueante del amamanta-
miento exclusivo sobre la ovulación. El efecto desaparece en el primer período menstrual posparto o poco después de él.
240
do en información errónea o una interpretación distorsionada de las evidencias
de todo el mundo, incluida una gran proporción de católicas. A nuestro juicio, esto
explica por qué no hubo una oposición religiosa tan organizada a su uso, como ocu-
rrió con métodos anticonceptivos más recientes. Sin embargo, el rechazo religioso
de la píldora implica, entre otras cosas, que ésta no se distribuya en la gran red de
bido a su muy escaso uso en los países con mayorías católicas. Con la difusión del
nifiestan contrarios a su uso se valen del argumento erróneo de que son ineficaces
para impedir la transmisión del VIH. Aunque los preservativos no tienen una eficacia
del cien por ciento, su uso consistente se ha mostrado capaz de prevenir la transmi-
Los grupos religiosos cristianos también han logrado limitar el acceso a las es-
contra las leyes que liberalizan el uso de estos métodos, sea impidiendo su utiliza-
241
dura de trompas, la vasectomía y a ofrecer la anticoncepción de emergencia (Gold,
2002; Catholics for a Free Choice, 2002). Esta actitud significa una limitación concre-
rece pleno respeto como parte del derecho a la libertad religiosa. Pero el corolario de
esta libertad es que ninguna religión puede imponer sus puntos de vista a quienes
“abortivo”
del óvulo, y segundo, que algunos métodos impiden el embarazo luego de la fecun-
pruebas científicas actuales refutan de manera abrumadora esa idea (Croxatto et al.,
2001b; Croxatto, 2002b; Díaz y Croxatto, 2003, Ortiz et al, 2004; Okewole et al,
2007; Novikova et al, 2007; Noe et al, 2010). Al contrario, los únicos mecanismos
242
La falta de implantación del óvulo fecundado o zigoto es algo que ocurre a
evidencia científica sólida que lo demuestre. Esta posibilidad seria en todo caso de
baja frecuencia, ya que otros mecanismos de acción bien demostrados explican ple-
namente su eficacia.
métodos hormonales modernos como para los llamados métodos “naturales” de con-
jeres que emplean este método rara vez se embarazan, porque la primera ovulación
gunda mitad del ciclo está por debajo de los límites observados en los ciclos norma-
les (Lewis et al., 1991; Kennedy y Visness, 1992). Esto significa que la capa interna
del útero –el endometrio– no está preparada para recibir el zigoto. Por lo tanto, hay
buenas razones para creer que durante el mes previo a la primera menstruación
ción.
sexual en un momento próximo al límite de viabilidad del óvulo, por ejemplo cuando
243
No pretendemos decir que el principal mecanismo de acción de estos métodos
lactancia y la ausencia de sexo durante el período fértil en las parejas que recurren a
mucosa cervical, el útero y las trompas. Esas concentraciones son suficientes para
(Jecht y Bernstein, 1973; Tatum, 1973; Larsson y Hamberger, 1977; Koch y Vogel,
1979; Ros et al., 1979; Battersby et al., 1982). Sin duda, éste es el principal meca-
bloquea la implantación de los huevos fecundados (Zipper et al., 1969). Es fácil re-
cuperar óvulos fecundados normales del útero de roedores a los que se ha introdu-
cido un alambre de cobre (Zipper et al., 1963, 1969). En el caso de los seres huma-
nos, los ensayos de recuperación de óvulos del tracto genital de la mujer luego de
cambio, esos mismos ensayos no pudieron recuperar ningún óvulo fecundado nor-
mal de las mujeres que usaban un DIU de cobre (Álvarez et al., 1988; Ortiz et al.,
244
implantación no es relevante y que el efecto anticonceptivo es mediado por la activi-
dad deletérea del cobre sobre ambos gametos (espermatozoide y óvulo) (Ortiz et al.,
inicial fue que los esteroides anticonceptivos utilizados en la AE alterarían las carac-
podrían interferir con la implantación (Board, 1970). Estudios más recientes, entre-
que pudieran obstaculizar la implantación (Durand et al., 2001; Marions et al., 2002;
dado que los progestágenos utilizados en las píldoras de AE llevan ese nombre por-
la implantación.
hibe o demora la ovulación durante al menos seis días, que es el período máximo de
245
se observa si la AE se administra dentro de las 48 horas previas a la ovulación. En
sobre la maduración del óvulo que inhibe su capacidad de ser fecundado. Por último,
des para migrar y fecundar el óvulo, lo cual es una explicación adicional del efecto
para explicar toda su eficacia contraceptiva. Por otra parte, la implantación se produ-
tes (Johansson et al., 2002). Siendo así, si la acción de la píldora de AE fuera la in-
hibición de la implantación, convendría utilizarla entre seis y diez días después del
coito para obtener mayor eficacia. En rigor, sucede lo contrario: la AE tiene una efi-
cacia cercana al cien por ciento cuando se toma dentro de las 24 horas posteriores a
la relación sexual y resulta virtualmente inútil cinco días después, lo cual está total-
Mas recientemente estudios hechos con monos Cebus Apella mostraron que al
et al, 2004). Por último, recientes estudios en humanos mostró que cuando la AE es
246
El problema es que en un inicio, cuando se desconocían los mecanismos de
acción, los libros de texto sobre anticoncepción sostenían que el bloqueo de la im-
plantación podía ser el principal mecanismo de acción tanto del DIU como de la
píldora de AE. Una vez publicada en textos autorizados, esa hipótesis se convirtió en
un hecho definitivo, citado a continuación en un manual tras otro y adoptado por los
ceptivos salvo los “naturales”, no han prestado atención a esas nuevas pruebas y
siguen aferrándose a los viejos libros de texto en un esfuerzo por impedir la comer-
jeres y hombres que no comparten sus valores y quizas si sin darse cuenta que con
de abortos.
Los obstáculos puestos por algunos grupos pro-vida para impedir el aborto no
prácticamente todos los cambios sociales que son necesarios para prevenir los em-
generalizada e imparcial en las escuelas con la errónea impresión de que esto esti-
247
mularía una actividad sexual prematura (Gibbs, 1991; ABC News, 2003). También
ya que el principal rol de la mujer debe ser tener y criar hijos, además de ocuparse
estas medidas alentarían una iniciación más precoz y una actividad sexual más fre-
cuente (Sathe, 1994). Estas hipótesis no han sido confirmadas por los estudios pu-
blicados (Kirby et al., 1993; Kirby, 2001). Estos estudios sí han comprobado –y reite-
para prevenir los embarazos entre adolescentes (Bromham y Oloto, 1997; Grunseit,
1997; Nordic Family Planning Associations, 1999; Kirby, 2001). Publicaciones más
recientes, incluyendo una del propio Congreso, hacen críticas muy bien fundamen-
Por lo demás, algunos estudios han mostrado que una educación sexual apro-
ambos sexos, la frecuencia de los actos sexuales impuestos por los varones a com-
pañeras más bien remisas o inseguras tenderá a disminuir (Underwood et al., 2001).
festado con mayor vigor es Estados Unidos, mientras que los países de Europa oc-
248
cidental tienen una larga tradición de mentalidad abierta y programas amplios de
educación sexual que comienzan en una etapa temprana de la vida. Una compara-
ción internacional indicó que las tasas de embarazo en adolescentes era entre dos y
cinco veces más bajo en Europa occidental que en Estados Unidos (Singh y Da-
rroch, 2000), lo cual sugiere que las políticas de esos países europeos son mucho
a la actual política oficial de educación sexual en los E.E.U.U. (Stewart et al., 2004).
había enviado con anterioridad a aquel país para investigar este asunto. Este infor-
me decía “no haber encontrado prueba alguna de que el FNUAP hubiera respaldado
terilización involuntaria en la República Popular China” (Broder, 2002). Más aún, es-
Reino Unido con el mismo propósito. Sin embargo, estos hechos fueron insuficientes
249
para apaciguar al movimiento “antiaborto”. La ironía y la paradoja residen en que
ninguna otra organización ha hecho más que el FNUAP para sustituir el aborto por la
tribuido a elevar el número de abortos en ese país y el resto del mundo en desarro-
llo.
Los mismos grupos también contribuyen a que Estados Unidos tenga el índice
más alto de embarazos y abortos adolescentes entre todos los países desarrollados
formación sobre la prevención de los embarazos y las enfermedades entre los ado-
pero otros iniciarán inevitablemente su actividad sexual. Una política que oculte in-
existente, que muestra la eficacia de tales programas en la reducción del aborto. Pa-
250
radójicamente, los mismos grupos “anti-aborto” han utilizado su influencia política
actual para lograr la exclusión del conocimiento sobre anticoncepción de los progra-
(EFE, 2006). Hay tantos teólogos, obispos y sacerdotes que están muy conscientes
de esa paradoja, que tarde o temprano lograrán hacer entender al Vaticano que la
amigo personal del Papa Benedicto XVI, publicadas en el principal periódico de Bra-
sil, Folha de São Paulo, el 22 de Octubre de 2007: “Si el objetivo es disminuir los
guoci, 2007).
251
Cuarta parte
En busca de un consenso
252
Capítulo 14
Hacia un “consenso entrecruzado” en materia
de aborto
En 1997 tuve (AF) la oportunidad de organizar una reunión sobre el aborto para
ginecólogos y obstetras latinoamericanos, a la que se invitó a algunos parlamenta-
rios, juristas, eticistas y defensores de los derechos de las mujeres. Un total de más
de cuarenta personas se sentó alrededor de una mesa durante dos días para discutir
el problema social del aborto y sus posibles soluciones. Se presentó una descripción
objetiva de la situación del aborto en la región y se analizaron las medidas que podr-
ían mejorar esta situación. Avanzado el segundo día de sesiones, una parlamentaria
chilena levantó la mano para pedir la palabra. Su discurso fue breve y al grano, y
permanece grabado en mi memoria como si fuera hoy:
Esta intervención fue una de las más importantes de toda la reunión. Era una
invitación muy clara a aceptar la diversidad de valores y a reconocer que no es posi-
ble hacer progresos en el diálogo si algunos de los actores ignoran los argumentos
de otros, en lugar de hacer una análisis integral del problema.
253
La necesidad social de un “consenso entrecruzado”
A lo largo de la historia, todas las sociedades han probado diferentes formas de
organizarse, con la meta general de permitir a sus miembros vivir en paz y acrecen-
tar su bienestar. El modo de organización adoptado por cada una de ellas se ha ins-
pirado en una diversidad de ideologías y sistemas de valores, por lo común modula-
dos por las tradiciones culturales y religiosas de la sociedad en cuestión. Aunque
fueron muchos los modelos utilizados, ninguno ha demostrado ser de aceptación
universal.
La evolución de la organización de las sociedades humanas muestra una ten-
dencia histórica hacia un reconocimiento creciente de la necesidad de respetar los
derechos individuales y de promover la justicia social. Tal vez la mayor dificultad pa-
ra organizar una sociedad justa haya radicado en compatibilizar, de una manera
equitativa, las aspiraciones de los individuos con las de la propia sociedad. En otras
palabras, llegar a un equilibrio justo entre el bien individual y el bien común o entre
las demandas de la libertad y de la justicia.
En décadas recientes, este desafío ha sido cada vez más urgente debido a una
serie de circunstancias que han ido “achicando” el mundo. El progreso tecnológico,
el desarrollo masivo y global de las comunicaciones, el número creciente de perso-
nas que viajan y migran, así como la globalización de la economía, obligan a una
interacción cara a cara de miembros de culturas muy diferentes. Distintas ideologías,
religiones, culturas y sistemas morales deben explicar sus diferencias de una mane-
ra racional y respetuosa, tanto a sí mismos como a “los otros”. Este diálogo, prolon-
gado y difícil, tiende de un modo inevitable a identificar valores comunes y a influir
en el proceso permanente de cambio característico de todas las culturas. La necesi-
dad de respetar la diversidad y alcanzar cierto consenso social se convierte en un
requisito previo para organizar una sociedad pacifica que ya es de facto global.
En su último libro, John Rawls (Rawls, 2001) recientemente fallecido, se dirige
al público en general y propone la “justicia como equidad” como base de un sistema
político democrático moderno: “como una concepción política de la justicia y no co-
mo parte de una doctrina moral global”. En una reformulación de su obra clásica,
Teoría de la justicia, publicada en 1971 y profundizada en escritos posteriores.
Rawls reconoce que no hay religión ni filosofía que puedan aportar una visión gene-
ral compartida por todos los ciudadanos sobre el modo de organización de una so-
254
ciedad. Agrega que posiblemente nunca habrá una concepción unica en ninguna
sociedad democrática.
Personas razonables tienen diferentes creencias y diferentes opiniones sobre
lo que está bien y lo que está mal. En consecuencia, la aceptación de un “pluralismo
razonable” parece ser un requisito de las sociedades democráticas. Por otra parte, la
gente razonable con concepciones generales muy diferentes puede, no obstante,
identificar y ampliar algunas ideas y valores comunes –lo que Rawls llama “consen-
so entrecruzado” [“overlapping consensus”]7 sobre cuya base seria posible organizar
las sociedades. La construcción del consenso entrecruzado con propósitos sociales
no choca con la libertad de los individuos ni impide a los grupos adherir a sus pro-
pias concepciones generales de la moralidad y seguirlas en lo concerniente a sus
actos personales. Un “consenso entrecruzado”, sin embargo, les permite aceptar
que, dentro de límites razonables, otras personas puedan actuar de diferente mane-
ra y persistir en sus propias ideas generales de lo que está bien y lo que está mal.
A fin de alcanzar ese tipo de consenso, ciudadanos libres e iguales deben estar
de acuerdo en participar en un sistema equitativo de cooperación social. Esto exige
aceptar que todas las personas están dotadas de “la capacidad de tener un sentido
de la justicia” y “la capacidad de tener, revisar y procurar racionalmente una concep-
ción del bien” (Rawls, 2001). Exige, además, que el sistema social garantice el dere-
cho absoluto de cada individuo a una serie adecuada de libertades fundamentales,
como la libertad de pensar, hablar y diferir, así como la de elegir estilos de vida y
metas individuales. Desde luego, debe haber acuerdo en limitar la libertad en forma
razonable, así como aceptar también dentro de ciertos límites algunas desigualda-
des sociales y económicas. Esos límites serán admisibles siempre que las posicio-
nes sociales y económicas existentes en la sociedad sean accesibles a todos en el
marco de una competencia justa.
Hemos citado a Rawls no sólo porque coincidimos con su rechazo de los sis-
temas presentes –sean capitalistas o socialistas-estatistas-, sino también porque
concordamos con él en que el papel práctico de la filosofía política “consiste en con-
7
Rawls habla en lengua inglesa de “an overlapping consensus” que debería ser traducido lite-
ralmente como “un consenso sobrepuesto”, más precisamente sería “un consenso basado en valores
comunes”. Para facilitar la lectura mantendremos el termo “consenso entrecruzado” a lo largo de este
capítulo.
255
centrarse en cuestiones profundamente discutidas y ver si, a pesar de las aparien-
cias, es posible poner de manifiesto algún fundamento subyacente de coincidencia
filosófica y moral. O bien, de no poder encontrarse esa coincidencia básica, tal vez
sea posible, al menos, reducir la divergencia de opiniones filosóficas y morales que
están en la raíz de las diferencias políticas divisionistas, a fin de poder mantener la
cooperación social sobre una base de respeto mutuo entre los ciudadanos”. Con ese
objeto, la filosofía política debe ser “realísticamente utópica” y “sondear los límites de
la posibilidad política viable” (Rawls, 2001). La utopía se concibe como un ideal por
el cual uno lucha y no como algo imposible de alcanzar.
Una regla importante para promover un consenso es no plantear la discusión
como un enfrentamiento o un dilema. En rigor, hay ocasiones en que la elección en-
tre dos opciones es inevitable, aunque es más habitual que haya maneras alternati-
vas de proceder, tal vez no manifiestas a primera vista. Otra regla importante es
identificar con claridad la cuestión, sus raíces y consecuencias en toda su compleji-
dad, sobre la base de las mejores evidencias disponibles, y mantenerse al corriente
de los cambios producidos en el conocimiento y las circunstancias (Barzelatto J y
Dawson E, 2003).
La construcción de un consenso no significa negar o ignorar diferencias o ma-
nipular pruebas. Es un proceso que se inicia con la identificación de puntos de vista
y valores comunes, y luego procura ampliarse mediante la discusión de las raíces de
las diferencias. Ese diálogo exige respeto mutuo. La mera tolerancia no basta. El
respeto mutuo implica aceptar que uno puede estar equivocado, al menos en parte,
y que el otro puede tener parcialmente razón. Una actitud de ese tipo requiere una
fuerte confianza en sí mismo y un sólido marco democrático, condiciones indispen-
sables para mantener la integridad moral de un diálogo que apunte con sinceridad a
construir un consenso social sustentable y no se limite a imponer un punto de vista.
256
parte del liberalismo político debe resultar, como mínimo, en un modus vivendi, pero
también es posible que las partes contendientes lleguen finalmente a un consenso
entrecruzado”. Uno de esos dos autores es escéptico con respecto a esta última po-
sibilidad, mientras que “el otro comparte el optimismo a largo plazo de Rawls en lo
que se refiere a alcanzar un consenso entrecruzado” (Dombrowski y Deltete, 2000).
Nosotros creemos en que es eventualmente posible alcanzar un consenso en-
trecruzado sobre el aborto, teniendo como uno de sus fundamentos el respeto por la
diversidad, que supone en todas las personas la capacidad de actuar como plenos
agentes morales. Refuerzan nuestro optimismo todos los hechos y argumentos pre-
sentados en este libro, que creemos reflejan la tendencia central actual del pensa-
miento y el análisis. Nos parece particularmente inspirador el consenso alcanzado
por prominentes teólogos en la reunión interconfesional celebrada en Genval en
1994 y comentada en el capítulo 8, porque las diferencias en materia religiosa pare-
cen ser las más difíciles de abordar cuando se pretende llegar a un consenso. No
obstante, esos destacados eruditos fueron capaces de coincidir en que, dadas las
diferencias entre las religiones y dentro de cada una de ellas, así como la necesidad
de respetar la libertad religiosa, ningún credo puede imponer sus puntos de vista
sobre el aborto a quienes no profesan su fe. Por otra parte, aceptaron la despenali-
zación del aborto como una medida razonable para mitigar el sufrimiento humano.
Estas perspectivas sobre el aborto fueron ratificadas por un grupo de distingui-
dos lideres, religiosos y de movimientos de mujeres, de alrededor del mundo, que se
reunieron en Chiang Mai, Tailandia en 2004 como tambien se comento en el capítulo
8 (The Center for Health and Social Policy, 2004).
Otra experiencia muy positiva e inspiradora fue el resultado de una iniciativa de
Laura Chasin, como parte de su Proyecto de Conversaciones Públicas, en respuesta
a un trágico acontecimiento ocurrido en Boston el 30 de diciembre de 1994. Ese día,
un hombre entró con un rifle a una clínica que realizaba abortos legales, hirió a tres
personas y mató a la recepcionista. A continuación recorrió unos tres kilómetros has-
ta llegar a otra clínica que también realizaba abortos legales, donde mató igualmente
a la recepcionista e hirió a otras dos personas. El gobernador de Massachusetts,
William F. Weld, y el cardenal de Boston, Bernard Law, entre otros, exhortaron a los
dirigentes de los movimientos pro elección y pro vida a entablar conversaciones.
Seis años después, el Boston Globe publicó un artículo titulado “Hablando con
el enemigo” y firmado por seis de las mujeres de más destacada participación en el
257
debate público sobre el aborto en Estados Unidos: tres de ellas pro-elección y las
otras tres, pro-vida. En el artículo, las firmantes daban a conocer por primera vez las
reuniones secretas que habían mantenido desde julio de 1995, en respuesta al lla-
mado del gobernador y el cardenal, y ante una invitación del Proyecto Conversacio-
nes Públicas. Habían concurrido a esos encuentros a título individual y no como re-
presentantes de sus respectivas organizaciones. La meta no era hallar un terreno
común o llegar a un compromiso, sino “comunicarse abiertamente”, “construir rela-
ciones de respeto y comprensión mutuos; contribuir a moderar la retórica de la con-
troversia del aborto y, desde luego, a reducir el riesgo de futuras matanzas” (Fowler
et al., 2001). Es fascinante enterarse de lo aprensivas, preocupadas y escépticas
que se mostraban estas seis mujeres y los coordinadores antes de la primera reu-
nión, y lo difíciles que fueron las sesiones iniciales. Empezaron por decidir cómo lla-
marse unas a otras (las formas aceptadas por todas salvo una fueron “pro vida” y
“pro elección”, entre comillas) e identificar las palabras y frases ofensivas que debían
evitarse (como “asesinos” o “fanáticos religiosos”).
Al acercarse el primer aniversario del tiroteo, según expresan en el artículo pe-
riodístico, “cada una de nosotras había llegado a ver de otra manera a las «del otro
bando»”. “A medida que aumentaba nuestra comprensión mutua, también crecían el
respeto y el afecto recíprocos” (Fowler et al., 2001). Y a tal punto era así, que dos de
las militantes pro vida asistieron a una ceremonia conmemorativa de los hechos que
originaron estas reuniones, organizada por las militantes pro elección. El efecto so-
bre su modo de hablar en público acerca del aborto había sido comentado por los
medios de comunicación que desconocían la realización de esas reuniones.
Siguieron encontrándose en privado durante cinco años y medio, durante un to-
tal de más de 150 horas, aunque creían que sus diferencias reflejaban dos visiones
irreconciliables del mundo. Las reuniones les permitieron ver la dignidad y la bondad
de cada una y provocaron en ellas un crecimiento espiritual e intelectual que las
llevó a transformarse en dirigentes más sabias y eficaces. Hicieron públicas sus con-
versaciones con la esperanza de alentar a los demás a entablar diálogos semejan-
tes, en los cuales “la gente pudiera discrepar franca y apasionadamente, forjarse en
el corazón y la mente una idea más clara acerca de su activismo y, al mismo tiempo,
contribuir a imaginar una sociedad más civilizada y compasiva” (Fowler et al., 2001).
258
Bases para un consenso entrecruzado sobre el aborto
Pese a la tendencia dominante a iniciar las discusiones acerca del aborto sobre
la base del falso supuesto que todo el mundo está o a favor o en contra, la verdad es
que prácticamente nadie propicia el aborto o se opone sin excepción alguna. El de-
bate público ha estado dominado por dos puntos de vista extremos: uno que sostie-
ne que las mujeres siempre tienen derecho a decidir el destino del feto como parte
de su cuerpo, mientras el otro afirma que los derechos del nuevo ser siempre están
por encima de los derechos de la mujer embarazada desde el momento de la fecun-
dación.
Creemos que la mayoría de las personas no está de acuerdo con ninguno de
estos dos extremos. Al contrario, ya existe un restringido pero significativo consenso
entrecruzado con respecto al aborto: 1) a nadie le gusta abortar ni la idea de que
otras personas lo hagan, aunque casi todos coinciden en que el aborto está moral-
mente justificado en ciertas circunstancias; 2) hay demasiados abortos evitables, y
3) el aborto inseguro es un gran problema de salud pública. A fin de definir mejor
este consenso y ampliarlo, el debate público debe concentrarse en la forma de pre-
venir los abortos y en definir cuándo tienen una justificación moral.
Si evitamos los enfrentamientos y la agresividad innecesaria, deberá ser posi-
ble ampliar el recién mencionado consenso existente y utilizarlo para legislar y regu-
lar el aborto, siempre con una actitud de respeto hacia los diferentes sistemas de
valores de cada sociedad. Un diálogo respetuoso permitiría identificar la profundidad
y extensión del problema, sus causas y consecuencias, y las intervenciones que han
demostrado su eficacia para mitigarlo.
Proponemos los siguientes nueve puntos como guía de ese diálogo para definir
un consenso práctico y las medidas básicas que deberían tomarse a fin de permitir
a las sociedades reducir la cantidad de abortos y aliviar sus consecuencias negati-
vas.
259
que beneficiarán a las mujeres y a la sociedad en general. En consecuen-
cia, las sociedades deben promover políticas e implantar medidas que han
demostrado ser eficaces para alcanzar esos objetivos.
2. El respeto por las personas, incluyendo el reconocimiento y el respeto de la
diversidad entre los individuos, es un principio ético fundamental admitido
por casi todos. Es uno de los fundamentos de la democracia, e incluye la li-
bertad religiosa y el respeto por las distintas confesiones como un compo-
nente esencial de la interacción social humana. Por lo tanto, las sociedades
que propicien un diálogo en procura de definir un consenso práctico sobre el
aborto deben tomar en cuenta diferentes sistemas de valores, incluyendo
distintas perspectivas religiosas, en el entendido que ninguna religión deber-
ía imponer sus valores a quienes no la profesan.
3. Las mujeres son seres humanos con los mismos derechos que los hom-
bres, entre ellos el derecho a decidir de manera libre y responsable acerca
de su sexualidad, pero las sociedades les han negado tradicionalmente esa
igualdad y han aceptado el que los hombres impongan sus decisiones
sexuales a sus parejas femeninas. Esa cultura patriarcal es una de las prin-
cipales causas de los embarazos no deseados y su aceptación pasiva es un
obstáculo para abordar el problema del aborto. Por consiguiente, las socie-
dades deben promover una mayor equidad de género en todas las esferas
de la vida, de modo que un mejor equilibrio de poder entre mujeres y hom-
bres permita a las primeras decidir cuándo, con quién y en qué condiciones
desarrollar su vida sexual. El respeto del derecho de las mujeres a tener un
control efectivo de su vida sexual debe ser un elemento esencial de estas
medidas.
4. Una educación amplia e imparcial en materia de salud reproductiva y sexual
no conduce a una actividad sexual indiscriminada; sino que fomenta en ese
ámbito un comportamiento más responsable y reduce los embarazos no de-
seados y los abortos inducidos. Las sociedades, por ende, deben imple-
mentar programas y campañas educativas basadas en modelos de eficacia
probada para la promoción de un comportamiento sexual responsable y el
respeto entre los géneros.
5. El acceso fácil a métodos anticonceptivos seguros y eficaces, a través de
sistemas de prestación de servicios de alta calidad y sensibles a las inquie-
260
tudes de los usuarios no promueve la promiscuidad y es una de las mane-
ras más eficientes de disminuir los abortos. Por consiguiente, las socieda-
des deben eliminar todas las barreras al acceso a los métodos anticoncepti-
vos eficaces para todas las personas sexualmente activas que los soliciten.
6. No pocas veces, las mujeres abortan porque carecen de apoyo familiar y
social. Las sociedades, por lo tanto, deben tomar las medidas necesarias
para brindar respaldo a las mujeres embarazadas que quieren llevar un em-
barazo a término.
7. La criminalización del aborto y la penalización de las mujeres que abortan
no reducen el número de esas intervenciones y provocan, en cambio, más
muertes y un mayor sufrimiento humano al facilitar la existencia de un mer-
cado clandestino de abortos inseguros. En virtud de ello, las sociedades
deben despenalizar el aborto y legislar para prevenir los embarazos no de-
seados.
8. Cuando una mujer cumple las condiciones necesarias para hacerse un
aborto de acuerdo con la ley de su país, debe tener fácil acceso a servicios
seguros. Por consiguiente, las sociedades deben establecer pautas y regu-
laciones claras que garanticen la provisión de servicios seguros, libres de
barreras burocráticas, económicas o políticas.
9. La mayoría de las mujeres tienen embarazos no deseados y abortos induci-
dos como consecuencia del fracaso de la sociedad en proteger sus dere-
chos. El aborto es una decisión personal tomada habitualmente como último
recurso. Además, los servicios de salud tienen la obligación ética de atender
de la misma forma a todas las personas que solicitan atención. Por lo tanto,
las sociedades deben garantizar que las mujeres con complicaciones deri-
vadas de abortos legales o ilegales sean tratadas con pleno respeto y reci-
ban una atención médica de la misma calidad que la brindada a cualquier
otra persona que busca ayuda médica.
263
Todas las culturas, incluyendo las religiones y los sistemas de valores morales,
están sometidas a un constante proceso de cambio en lo concerniente a la manera
de aplicar sus principios fundamentales a nuevas circunstancias. Por lo común, el
cambio en la aplicación de los valores morales es el resultado del diálogo constructi-
vo suscitado por las nuevas realidades. En la mayoría de las personas, si no en to-
das, se observa una resistencia al cambio que puede explicarse en parte por incerti-
dumbre sobre sus consecuencias. El inconveniente es que esta tendencia natural de
resistencia al cambio puede ser en ocasiones un obstáculo a la evolución de un diá-
logo constructivo, e incluso puede interrumpir el progreso. En sus casos extremos,
esa resistencia, con frecuencia de origen religioso, puede generar respuestas exce-
sivas que tienen trágicas consecuencias.
El principal obstáculo para lograr un consenso entrecruzado es la existencia de
posiciones extremistas que se oponen al cambio. Los puntos de vista extremistas
que no están dispuestos a entablar discusiones respetuosas no pueden participar en
el intento de delinear un consenso entrecruzado que sirva de base a una sociedad
pacífica y democrática. Por fortuna, la mayoría de la gente no respalda las posicio-
nes extremas. Este libro está dirigido a esa mayoría, con la esperanza de contribuir
a reducir el drama humano del aborto que afecta, directa o indirectamente, a la ma-
yor parte de las personas al menos una vez en la vida. El proceso de búsqueda y
expansión del consenso es una tarea de largo plazo y por eso mismo urgente, en la
cual deben tomar parte los gobiernos, las religiones y la sociedad civil en general.
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