Una Introducción para Pensar La Diversidad Sexual
Una Introducción para Pensar La Diversidad Sexual
Una Introducción para Pensar La Diversidad Sexual
para pensar la
diversidad sexual
Miquel Miss
Una introducción para pensar la diversidad sexual
Índice
Este módulo está escrito pensando en aquellas personas que se acercan por
primera vez a los debates en torno a la diversidad sexual y de género o que, a pesar
de estar lo suficientemente interesadas como para elegir este curso, se sienten algo
alejadas de las realidades que se encuentran tras el acrónimo LGTBI. Y por qué no,
también está pensado para aquellas personas que eligieron este curso porque
necesitaban añadirlo a su currículum laboral o académico pero el tema no les
interesa especialmente (¡y no pasa nada!). Se trata de un breve módulo
introductorio en el que se proponen reflexiones muy sencillas y globales cuyo
principal objetivo es transmitir la idea de que las cuestiones relacionadas con el
colectivo LGTBI y la diversidad sexual y de género no son temas que tienen que ver
con una minoría de la población (el famoso 10%) sino que tienen que ver con todas
las personas, con nuestra sociedad y nuestra cultura en su conjunto. Entender esta
idea es clave para que los contenidos de este curso sean transformadores y no un
conocimiento sobre un colectivo particular y minoritario que almacenamos en los
discos duros de nuestras cabezas. El auténtico éxito de este curso es que todas las
reflexiones que se proponen tengan algún enlace con los intereses profesionales y
académicos, pero sobre todo con la historia vital del alumnado. O, dicho de otro
modo, el objetivo de este módulo es explicar que este curso no va de la gente
LGTBI, sino que va de ti.
Pensar de forma esencialista las identidades y los deseos tiene el riesgo de no poder
entender que es la cultura la que juega un enorme papel en configurar la
separación hetero/homo y trans/cis.
¡Ojo! Esta idea crítica con el esencialismo que estamos expresando aquí y que está
en la base del enfoque de este curso, no es necesariamente compartida por toda la
población LGTBI. Muchas personas consideran que efectivamente nacieron así tal
como proclama en su canción “Born this way” Lady Gaga.
Llegados a este punto, alguien puede estar preguntándose por qué es tan
importante esta cuestión del esencialismo, pensando que, aunque fuera algo
innato, aunque solo habláramos de un 10%, hay que respetar los derechos de este
colectivo igualmente. Y es verdad. Sin embargo, y aunque pueda parecer un tema
menor, algunas personas pensamos que si pudiéramos salir del esencialismo y
Una introducción para pensar la diversidad sexual
pensar la experiencia LGTBI desde otro marco ganaríamos una comprensión mucho
mayor de nuestra realidad social. Se han escrito textos muy interesantes respecto a
este debate formulando críticas potentes sobre el riesgo de esencializar la
experiencia LGTBI. Dentro de esta tradición de pensamiento se suele conocer el
trabajo de los filósofos Michel Foucault o Judith Butler, probablemente los autores
más importantes que han desarrollado esta crítica anti esencialista. Pero sin duda
los y las autoras de los módulos de este curso han realizado trabajos muy
interesantes y recomendables en los que se retoman las reflexiones de Foucault y
Butler para desarrollar ideas más aterrizadas en nuestro contexto. Entre estos
libros, quisiera apuntar uno en particular, muy breve y fácil de leer, con ilustraciones
hermosas y que sirve para aclarar bien los conceptos que están en juego en este
debate, se trata de “Dibujando el g nero”, de Gerard Coll-Planas y María Vidal.
2. Fronteras difusas
Lucia es una mujer que ha tenido relaciones con hombres hasta los 67 años,
momento en que se queda viuda y inicia una relación con una mujer. ¿Si la
orientación sexual es una esencia estable e innata, cuál es su auténtica
orientación sexual? ¿Siempre fue lesbiana pero se auto engañaba a sí misma
debido a la lesbofobia interiorizada o el miedo al estigma? ¿Siempre fue
hetero y esta última aventura no es algo que ella desee realmente?
Lucas tiene 14 años, nunca ha tenido ninguna relación sexual y dice que
nunca ha sentido atracción por nadie. A pesar de eso, como el resto de los
compañeros de su clase, dice que es heterosexual. ¿Si la orientación sexual
es una esencia estable e innata, podemos afirmar que Lucas va a ser
heterosexual siempre? ¿Cómo sabe Lucas que es heterosexual si nunca ha
sentido deseo por nadie?
En resumen, es muy distinto abordar la cuestión LGTBI como algo que tiene que ver
con una minoría de la sociedad a pensar la diversidad sexual y de género como algo
en lo que todas las personas participan. Gay, lesbiana, hetero, bisexual, cis, trans,
travesti, intersex, son palabras que nos sirven para explicarnos y para explicar el
mundo en el que vivimos, pero debemos tener mucho cuidado en creernos que son
compartimentos cerrados, estables, de por vida. A la vez, si logramos que cuando
las personas heterosexuales se aproximen a estas cuestiones no lo hagan desde la
barrera, sino que se piensen a sí mismas como personas atravesadas por ellas,
habremos avanzado mucho.
contrapone a las personas heterosexuales con las personas gays y lesbianas, y a las
personas trans con las personas cis, etc. Esta lógica de contraposición aparece
también en los discursos del activismo LGTBI donde algunas veces para referirse a
las personas que no entienden la experiencia LGTBI se habla de “los heteros” o de
la “cultura hetero” realizando así una generalización muy arriesgada y tramposa.
Estas dinámicas han generado que algunas personas que se identifican como cis y
heterosexuales sientan que en algunos entornos LGTBI preside una cierta
superioridad moral por la que, supuestamente, ser LGTBI implicaría estar más
liberado sexualmente, ser una personas más abierta y progresista, en
contraposición con un cierto conservadurismo y LGTBIfobia interiorizada que se les
atribuiría a las personas cis-heterosexuales.
De nuevo, esta dinámica es muy problemática y tiene que ver con la confusión entre
el heterosexismo y las personas heterosexuales en concreto. El heterosexismo es la
norma o presión social que establece que la heterosexualidad es el modelo
adecuado de relacionarse sexual, afectiva y románticamente. Por ejemplo,
preguntarle compulsivamente a un niño si ya tiene novia es un comportamiento
heterosexista porque construye un imaginario en el que solo hay cabida para la
heterosexualidad y eso tiene sus consecuencias. Consecuencias que tienen que ver
con que el niño no pueda decir abiertamente que le gustan otros niños o, incluso,
con que simplemente no se le ocurra que esa posibilidad existe. Confundir el
heterosexismo con las personas heterosexuales es bastante absurdo porque
muchas personas heterosexuales no piensan que la heterosexualidad es el único
modelo adecuado de relacionarse afectiva y románticamente.
Con todo esto, lo que se propone es que en lugar de dividir el mundo entre
personas cis-heteros y personas LGTBI tracemos una diferencia entre gente que
tiene ganas de transformar las normas sobre cómo debemos relacionarnos sexual y
afectivamente y gente que no siente esa necesidad. Trazar la línea en base a la
orientación sexual y la identidad de género es algo simplista, porque al final no se
trata tanto de lo que hagas en la cama o de cómo te vistas sino de tus valores, de
tus ideas, de tus compromisos éticos y políticos, de lo que te parece justo o injusto
en el mundo. Sin ir más lejos, seguramente hay muchas personas heterosexuales
realizando este curso porque les interesa personalmente. Es decir, no es que se
sientan solidarios con la gente LGTBI y se estén formando para echar una mano,
sino que piensan que acabar con la normatividad heterosexista es una tarea que les
interpela directamente y sobre todo que también les beneficia.
Por último, una de las ideas que trata de impulsar esta formación es que la
diversidad sexual y de género debería ser imaginada como un bien común. Una
sociedad donde existe un amplio abanico de referentes sobre sexualidades diversas
es una sociedad más libre para todo el mundo. Y eso tiene traducciones bastante
concretas.
generación de alumnos y alumnas hay alguna pareja del mismo sexo. Entre estos
dos centros educativos, hay claramente uno que muestra más que el otro la
pluralidad de sexualidades posibles. Parece evidente que para un alumno que está
planteándose su sexualidad y tiene dudas o inquietudes sobre si le gustan los chicos
o las chicas, el segundo instituto es el lugar más adecuado en el que estudiar porque
al tener referentes podrá sentirse más libre de experimentar, imaginar y proyectar
todas las posibilidades. Pero la afirmación realmente sorprendente es que al alumno
heterosexual también le irá mejor estudiar en el segundo centro, porque esos
referentes de diversidad sexual también le abren puertas a él. Y no, no nos
referimos a que quizás acabe saliendo del armario, sino a que podrá vivir de forma
más libre también su heterosexualidad. Y es que la heterosexualidad también está
configurada a partir de la homofobia. Muchos chicos heterosexuales adolescentes
tienen que hacer una permanente ostentación o demostración pública de su
hipermasculinidad para dejar bien claro que ellos no son “maricones” y que están
totalmente lejos de la homosexualidad. Eso implica también una falta de libertad y
una exigencia, muchas veces asfixiante y represiva, de cumplir con lo que la
sociedad espera de un chico heterosexual. Lo que observamos es que los chicos
heterosexuales que se han socializado con personas LGTBI, y particularmente con
hombres gays a su alrededor, tienen interiorizado que la homosexualidad no hace a
ningún hombre inferior y viven de forma mucho más relajada su masculinidad. La
represión de la cultura heterosexista dominante no solamente limita la libertad de
las personas LGTB, constriñe muy especialmente a los hombres heterosexuales que
se sienten permanentemente amenazados por no cumplir las expectativas y que
viven preocupados por exhibir su heterosexualidad absoluta e inquebrantable. Al
final los contextos de diversidad sexual y de género nos hacen más libres a todos y
todas, libres también para explorar la sexualidad heterosexual sin fantasmas ni
preocupaciones. Es más, algunos de estos chicos heterosexuales que han conocido
otras opciones posibles exploran con curiosidad y tienen experiencias
homosexuales puntuales sin que eso suponga una cosa terrible y perturbadora. Por
eso decimos que la diversidad sexual es una riqueza de la que se beneficia todo el
mundo, porque también la gente cis-heterosexual vive más libre cuando las
personas LGTBI tienen más libertad. Cuando el mundo en el que vivimos tiene
pocos referentes de diversidad sexual y de género y una mirada más pobre de la
diversidad, también las personas cis-heterosexuales tienen menos libertad para
vivir sus vidas.
2020