01 Derecho Civil Ucp Dominical PDF
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Jean Domat, jurista clásico francés, precisó que en el siglo XVII (17)
la distinción entre el derecho público y el derecho privado, dando a
este último la connotación que llega a nosotros mediante la
codificación napoleónica: el derecho civil con las características de
un derecho privado, nacional y común.
Es importante destacar la intención del legislador de hacer prevalecer en el Código Civil actual
el principio de solidaridad, en contraposición al individualismo de los códigos civiles anteriores;
así, se observa que pondera, entre otros, el principio de territorialidad para su aplicación; la
exención de la sanción ante la ignorancia de la ley por notorio atraso intelectual, lejanía de las
vías de comunicación y extrema miseria; y la facultad de los habitantes del Distrito Federal de
ejercer sus actividades, para usar y disponer de sus bienes sin perjudicar a la colectividad. Así
mismo, se reconoce y protege la propiedad privada y ordena su uso y disposición con las
limitaciones y modalidades de la ley; establece la expropiación por causa de utilidad pública, e
igual a la situación jurídica de todas las personas. En todo ello, se trata de armonizar siempre
el interés público con el interés privado.
DERECHO CIVIL
El ser humano, como integrante de la sociedad, interactúa con
otras personas, lo cual da lugar a distintas relaciones que el
derecho se encarga de regular: primordialmente ofrece
seguridad y certidumbre a los actos jurídicos que se realizan a
diario entre los individuos.
También los sucesos importantes en la vida del individuo se relacionan con la situación de este
dentro de la familia y con la propiedad de las cosas, así como la muerte y fenómenos naturales
en donde se generan consecuencias jurídicas. El ser humano, es susceptible de tener derechos,
y en el futuro adquirir obligaciones. Así pues, el nacimiento es un hecho jurídico que al derecho
privado le interesa regular para proteger no sólo la integridad de la persona sino sus derechos
respecto de los demás. En medida que la persona se desarrolla puede tomar algunas decisiones
relacionadas en forma directa con su vida personal, como formar una familia mediante el
matrimonio o procrear hijos con los cuales se establece una línea de parentesco; además se
requerirá satisfacer sus necesidades materiales para lo cual precisará de ciertos bienes que
cubran esas exigencias.
ÉPOCA PREHISPÁNICA
En la época prehispánica, los pueblos autóctonos tenían un derecho
consuetudinario cuyas fuentes principales fueron la costumbre, las
sentencias de sacerdotes y reyes, los pactos colectivos y las alianzas. Los
diversos aspectos de la vida se regían por la costumbre, que se consideraba
inviolable. Las normas emanadas de ella eran aceptadas unánimemente y
tenían un alto contenido social, en virtud de que la idiosincrasia del pueblo
se configuraba alrededor del concepto de hombre como ser social, lo que
implica una idea de servicio relativo a cada individuo, de aquí que los
conceptos de persona, autoridad y jerarquía surgían de la idea de supeditar
al individuo a los intereses de la colectividad. Este derecho aceptaba el
principio jerárquico establecido por la costumbre.
Entre la diversidad y la jerarquía de normas que existieron, resaltan las “Ochenta Leyes de
Nezahualcóyotl”, de aplicación general, que garantizaban la lealtad al Estado y las buenas
costumbres. Entre los antiguos mexicanos las personas nacían libres, pero en determinadas
circunstancias podían ser vendidas por sus padres o enajenar su propia libertad. La base
primordial de su organización era la familia que servía de modelo para la estructura del Estado.
La nobleza era hereditaria. La organización familiar de la nobleza tenía como base el matrimonio,
pero se permitía la poligamia: según la capacidad económica del hombre, este podía tener varias
mujeres, todas legítimas y sus hijos nacían libres y legítimos. Sin embargo, el adulterio era
considerado severamente. Se distinguían los grados de parentesco por afinidad y por
consanguinidad; se prohibía el matrimonio entre parientes, se preveía el divorcio y existían la
sucesión legítima y la libertad para testar.
Había tres tipos de propiedad: a) la del rey, los nobles y los guerreros; b) la del ejército, los
dioses y ciertas instituciones públicas; y c) la de los pueblos.
Los contratos eran verbales y se conocieron los siguientes: compra venta, aparcería, prenda,
fianza, mutuo, comisión, alquiler y de trabajo.
Desde esa época muy poco ha trascendido a nuestro sistema jurídico civil actual. Como normas
vigentes, nada queda del derecho indígena, excepto lo que ha prevalecido por medio de las
costumbres, la organización familiar y la tenencia de la Tierra, en los grupos que aún se
conservan prácticas de la cultura autóctona.
ÉPOCA COLONIAL
En la época colonial se trasplantaron los ordenamientos de la
metrópoli: las Leyes de Toro, la Nueva y la Novísima
Recopilación, y supletoriamente el ordenamiento de Alcalá, las
Siete Partidas, el Fuero Real y el Fuero Juzgo, que se adecuaron
muchas veces a los usos indígenas. Así mismo, con el
sometimiento a la religión cristiana se aplicaron los
ordenamientos que regulaban las relaciones privadas, en
especial las familiares, que eran ley en virtud de la voluntad
imperial; en consecuencia, se impusieron con carácter de
obligatorios los mandamientos de Concilio de Trento, resultado
de la Durante esta época se promulgaron la recopilación de
las Leyes de Indias y la Real Ordenanza de Intendentes, con
aplicación exclusiva en las colonias españolas.
ÉPOCA INDEPENDIENTE
Con la Independencia política del país se vive una
verdadera confusión jurídica, debido a la ruptura del
estado de cosas vigente y, por lo tanto, de las
disposiciones españolas, las cuales surgieron
aplicándose desordenadamente dentro del nuevo
contexto en transformación, que por diversas causas
no permitía crear una normatividad propia, capaz de
reemplazar las leyes de la metrópoli por leyes
nacionales.
El Derecho Civil siguió aplicándose como derecho propio en las disposiciones que no se oponían
al carácter autónomo de la nueva nación; esto creó conflictos con la iglesia que no pudieron
resolver sino hasta el triunfo del Partido Liberal, con las leyes de reforma y la expedición de los
códigos civiles y demás ordenamientos legales que, poco a poco, han estructurado el sistema
jurídico mexicano.
Existen varios antecedentes de códigos civiles mexicanos, producto de las legislaturas de las
diversas entidades federativas y de algunos juristas. Ejemplo de ello, son el Código Civil de
Oaxaca de 1828, los de Zacatecas y Jalisco con sendos proyectos, y el de Veracruz con el
Código Corona en 1869, hasta llegar a la promulgación del Código Civil para el Distrito Federal
en 1870, en el que destacan las disposiciones relativas al matrimonio como contrato civil, la
institución de Registro Civil, etcétera, que antes regularon las Leyes de Reforma.
Además del Código Civil de 1870 se promulgó el de 1884 para el Distrito Federal y para toda
la República en el orden Federal, que siguieron los mismos lineamientos anteriores, excepto en
materia de sucesiones, en la que se adoptó la libertad plena para testar y se suprimió la legítima:
Ambos fueron aceptados y promulgados en los Estados de la Federación mexicana, pues llegó a
ser el sistema político que a la larga adoptaría la nación.
Los códigos mencionados, producto del pensamiento liberal triunfante, son reflejo de la cultura
europea de la época y tienen poco o nada de la cultura nativa y de la colonia; sólo quedó aquello
que era patrimonio de la cultura occidental europea del siglo XIX (19) y anteriores.
Después de la Revolución de 1910 fue necesario actualizar los códigos para entender las
demandas sociales de la época, y luego de un período de ajuste en que se legisló
provisionalmente (Ley de Relaciones Familiares y Ley de Divorcio, dictadas por el primer jefe
Venustiano Carranza), se promulgó en 1928 el Código Civil para el Distrito y Territorios
Federales, que, como ya se indicó, inició su vigencia el primero de octubre de 1932. A este
cuerpo de leyes siguió la promulgación de los respectivos códigos de diversos Estados de la
República.
Aunque la reglamentación de este código no difiere fundamentalmente de los códigos anteriores
cabe reiterar que el espíritu de los autores se inspiró en “la idea capital de socializar, en cuanto
fuera posible, el derecho civil, preparando el camino para convertirse en un derecho social
privado”, como informó la comisión encargada de redactarlo. Esta característica hizo de este
código uno de los más avanzados de su tiempo; no obstante, ha sido objeto de numerosas
reformas, en nuestra opinión, no todas atinadas, pero que han permitido que durante más de
70 años haya regido la vida privada de los mexicanos y, a partir del 1° de junio del 2000,
cuando entró en vigor el decreto del 25 de mayo de ese año, por el citado Código Civil dejó de
ser para toda la República en materia Federal y pasó a tener competencia exclusiva en el Distrito
Federal, rigiendo la vida de los habitantes de esa entidad federativa, incorporando desde entonces
trascendentes reformas sobre las personas, la equidad de género, la protección a los niños y las
niñas, la familia, el registro civil, etcétera.
La Muerte Civil
En cuanto a la “muerte civil”, esta expresión se usó en tiempos pasados, pues sin existir la
muerte biológica del sujeto, jurídicamente podía estar muerto, en tanto que no era sujeto de
derechos por disposición de la ley; la muerte civil constituía la negación de la personalidad
jurídica, como sanción impuesta en lo legal.
La “muerte civil” era una institución establecida en el artículo 25 del Código Napoleónico, el
cual disponía que el “muerto civil” tenía incapacidad jurídica para recibir bienes a título
hereditario y para transmitir bienes, ya sea por donación o por testamento, no podía ser
designado heredero por otro, ni actuar como testigo en casos notariales ni ante la justicia.
Tampoco podía asumir el papel de actor o demandado, excepto cuando actuaba mediante un
curador especial designado por el tribunal. Menos aún podía contraer matrimonio y el que
hubiere concertado quedaba disuelto para todos los efectos civiles, a la vez que su cónyuge y
herederos ejercían sus derechos como si hubiera acaecido muerte natural. Le ley del 31 de
mayo de 1854 abolió en Francia la “muerte civil”. En México nunca existió una institución
semejante. La Constitución la prohíbe en su artículo 22 al señalar: “Quedan prohibidas… y
cualesquiera otra penas inusitadas y trascendentales”. Suprimidas la esclavitud y la “muerte civil”,
puede decirse que en el derecho occidental todo ser humano es persona jurídica, incluso cuando
no toda persona tiene como portador o soporte un ser humano.