Historia de La IGLESIA CATOLICA
Historia de La IGLESIA CATOLICA
Historia de La IGLESIA CATOLICA
Orígenes[editar]
Organización temprana[editar]
Las condiciones en el Imperio Romano facilitaron la difusión de nuevas ideas. La red de
carreteras y vías fluviales bien definidas del imperio permitieron un viaje más fácil, mientras
que la Pax Romana hizo que el viaje fuera seguro de una región a otra. El gobierno había
alentado a los habitantes, especialmente a aquellos en áreas urbanas, a aprender griego, y el
lenguaje común permitía que las ideas se expresaran y entendieran más fácilmente. 22 Los
apóstoles de Jesús ganaron conversos en comunidades judías alrededor del mar
Mediterráneo,23 y más de 40 comunidades cristianas habían sido establecidas por
10024 Aunque la mayoría de estos se encontraban en el Imperio Romano, también se
establecieron comunidades cristianas notables en Armenia, Irán y en la costa india
de Malabar .2526 La nueva religión fue más exitosa en las áreas urbanas, difundiéndose
primero entre los esclavos y las personas de baja posición social, y luego entre las mujeres
aristocráticas.27
Al principio, los cristianos seguían rezando junto a los creyentes judíos, a los que los
historiadores se refieren como judeocristianos, pero dentro de los veinte años siguientes a la
muerte de Jesús, el domingo comenzó a considerarse el principal día de adoración. 28 A
medida que los predicadores como Pablo de Tarso comenzaron a convertir a los gentiles, el
cristianismo comenzó a alejarse de las prácticas judías 29 para establecerse como una religión
separada,30 aunque el tema de Pablo de Tarso y el judaísmo todavía se debate hoy. Para
resolver las diferencias doctrinales entre las facciones en conflicto, en algún momento
alrededor del año 50, los apóstoles convocaron el primer concilio de la Iglesia, el Concilio de
Jerusalén. Este consejo afirmó que los gentiles podrían convertirse al cristianismo sin adoptar
toda la ley mosaica.31 Las crecientes tensiones pronto llevaron a una separación más marcada
que prácticamente se completó cuando los cristianos se negaron a participar en la revuelta
judía de Bar Kokhba de 132,32 sin embargo, algunos grupos de cristianos conservaron
elementos de la práctica judía.33
Según algunos historiadores y eruditos, la Iglesia cristiana primitiva no estaba muy
organizada, lo que llevaba a la aparición de diversas interpretaciones de las creencias
cristianas.34 En parte para asegurar una mayor coherencia en sus enseñanzas, para finales
del siglo II, las comunidades cristianas habían desarrollado una jerarquía más estructurada,
con un obispo central que tenía autoridad sobre el clero en su ciudad, 35 conduciendo al
desarrollo del episcopado. La organización de la Iglesia comenzó a imitar la del Imperio; los
obispos en ciudades políticamente importantes ejercían una mayor autoridad sobre los
obispos de ciudades cercanas.36 Las iglesias de Antioquía, Alejandría y Roma ocuparon los
puestos más altos.37 A partir del siglo II, los obispos a menudo se reunían
en sínodos regionales para resolver cuestiones doctrinales y políticas. 38 Duffy afirma que en el
siglo III, el obispo de Roma comenzó a actuar como un tribunal de apelaciones por problemas
que otros obispos no pudieron resolver.39
La doctrina se perfeccionó aún más gracias a una serie de teólogos influyentes, conocidos
colectivamente como los padres de la Iglesia. Desde el año 100 en adelante, los padres
apostólicos como Ignacio de Antioquía e Ireneo de Lyon definieron la enseñanza católica en
oposición al gnosticismo y otras corrientes. En los primeros siglos de su existencia, la Iglesia
formó sus enseñanzas y tradiciones en un todo sistemático bajo la influencia de los padres
apologistas como el papa Clemente I, Justino Mártir y Agustín de Hipona.
Persecuciones[editar]
A diferencia de la mayoría de las religiones en el Imperio Romano, el cristianismo requería
que sus seguidores renunciaran a todos los demás dioses, una práctica adoptada del
judaísmo. La negativa de los cristianos a unirse a las celebraciones paganas significaba que
no podían participar en gran parte de la vida pública, lo que hizo que los no cristianos,
incluidas las autoridades gubernamentales, temieran que los cristianos estuvieran enojando a
los dioses y amenazando así la paz y la prosperidad del Imperio. Además, la peculiar
intimidad de la sociedad cristiana y su secreto sobre sus prácticas religiosas engendraron
rumores de que los cristianos eran culpables de incesto y canibalismo; las persecuciones
resultantes, aunque generalmente locales y esporádicas, fueron una característica definitoria
de la autocomprensión cristiana hasta que el cristianismo se legalizó en el siglo IV. 4041 Una
serie de persecuciones de cristianos más centralmente organizadas surgió a fines del siglo III,
cuando los emperadores decretaron que las crisis militares, políticas y económicas del Imperio
fueron causadas por dioses enojados. Todos los residentes recibieron la orden de hacer
sacrificios o ser castigados.42 Los judíos estaban exentos mientras pagaran el impuesto judío.
Las estimaciones de la cantidad de cristianos que fueron ejecutados varía de unos pocos
cientos a 50,000.43 Muchos huyeron44 o renunciaron a sus creencias. Los desacuerdos sobre
qué papel deberían tener estos apóstatas en la Iglesia condujeron a los cismas donatistas y
novacianos.45
A pesar de estas persecuciones, los esfuerzos de evangelización persistieron, conduciendo al
Edicto de Milán, que legalizó el cristianismo en 313. 46 En 380, el cristianismo se había
convertido en la religión estatal del Imperio Romano. 47 La filósofa religiosa Simone Weil
escribió: "En el momento de Constantino, el estado de expectativa apocalíptica debió haber
disminuido bastante. [La inminente venida de Cristo, la expectativa del Último Día - constituyó
'un gran peligro social']. Además, el espíritu de la antigua ley, tan ampliamente separado de
todo misticismo, no era muy diferente del espíritu romano en sí. Roma podía llegar a un
acuerdo con el Dios de los ejércitos".48
Antigüedad tardía[editar]
Edad Media[editar]
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en
una publicación acreditada.
Este aviso fue puesto el 30 de julio de 2020.
La reforma cluniacense de monasterios se inició en 910 colocando a los abades bajo el control
directo del papa en lugar de los señores feudales, eliminando así una importante fuente de
corrupción. Esto provocó una gran renovación monástica. Los monasterios, conventos y
catedrales todavía operaban prácticamente todas las escuelas y bibliotecas, y a menudo
funcionaban como establecimientos de crédito que promovían el crecimiento económico.
Después de 1100, algunas escuelas catedralicias mayores se dividieron en escuelas menores
de gramática y escuelas superiores para la enseñanza avanzada. Primero en Bolonia, luego
en París y Oxford, muchas de estas escuelas superiores se convirtieron en universidades y
llegaron a ser los antepasados directos de las modernas instituciones occidentales de
aprendizaje. Fue aquí donde los teólogos notables trabajaron para explicar la conexión entre
la experiencia humana y la fe. El más notable de estos teólogos fue Tomás de Aquino, que
escribió Summa Theologica, un logro intelectual clave en su síntesis del pensamiento
aristotélico y el Evangelio. Entre las contribuciones monásticas a la sociedad occidental se
incluyen la enseñanza de la metalurgia, la introducción de nuevos cultivos, la invención de la
notación musical y la creación y preservación de la literatura.
Durante el siglo XI, el cisma entre Oriente y Occidente dividió permanentemente el
cristianismo. Surgió por una disputa sobre si Constantinopla o Roma tenían la jurisdicción
sobre la iglesia en Sicilia y llevaron a excomuniones mutuas en 1054. A la rama occidental
(latina) del cristianismo se la conoce desde entonces como la Iglesia católica, mientras que a
la rama oriental (griega) se la conoce como la Iglesia ortodoxa. El Concilio de Lyon (1274) y
el Concilio de Florencia (1439), no consiguieron resolver el cisma. Algunas iglesias orientales
ya se han reunido con la Iglesia católica, y de otras se puede decir que nunca han estado
fuera de la comunión con el papa. Oficialmente, las dos iglesias permanecen en cisma,
aunque las excomuniones se levantaron mutuamente en 1965.
El siglo XI vio la Querella de las Investiduras entre el Emperador y el Papa sobre el derecho
de hacer los nombramientos de la iglesia, la primera fase importante de la lucha entre la
Iglesia y el Estado en la Europa medieval. El papado fue el vencedor inicial, pero a medida
que los italianos se dividieron entre güelfos y gibelinos en facciones que a menudo se
transmitían a través de familias o estados hasta el final de la Edad Media, la disputa debilitó
gradualmente al papado, sobre todo al incorporarlo a la política. La Iglesia también intentó
controlar o fijar un precio para la mayoría de los matrimonios entre los grandes al prohibir, en
1059, los matrimonios que implican consanguinidad (parentesco de sangre) y afinidad
(parentesco por matrimonio) al séptimo grado de relación. Bajo estas reglas, casi todos los
grandes matrimonios requieren una dispensación. Las reglas se relajaron hasta el cuarto
grado en 1215 (ahora solo el primer grado está prohibido por la Iglesia; un hombre no puede
casarse con su hijastra, por ejemplo).
Prédica del papa Urbano II en el Concilio de Clermont. Ilustración de estilo gótico tardío, extraída
del Livre des passages d'Outre-mer (hacia 1490), conservado en la BnF.
Renacimiento y reformas[editar]
Descubrimientos y misioneros[editar]
A finales del siglo XV y principios del XVI, los misioneros y exploradores europeos difundieron
el catolicismo en América, Asia, África y Oceanía. El papa Alejandro VI, en la bula papal Inter
caetera, otorgó los derechos coloniales sobre la mayoría de las tierras recién descubiertas a
España y Portugal. Bajo el sistema de patronato, las autoridades estatales controlaban los
nombramientos clericales y no se permitía el contacto directo con la Santa Sede. En diciembre
de 1511, el fraile dominico Antonio de Montesinos reprendió abiertamente a las autoridades
españolas que gobiernan La Española por su maltrato a los nativos , diciéndoles "... estás en
pecado mortal ... por la crueldad y tiranía que usas para lidiar con estas personas inocentes".
El rey Fernando II de Aragón promulgó las Leyes de Burgos y Valladolid en respuesta. La
aplicación de la ley fue laxa, y aunque algunos culpan a la Iglesia por no hacer lo suficiente
para liberar a los indios, otros señalan a la Iglesia como la única voz levantada en nombre de
los pueblos indígenas. El problema provocó una crisis de conciencia en la España del siglo
XVI. Un torrente de autocrítica y reflexión filosófica entre los teólogos católicos,
especialmente Francisco de Vitoria, condujo a un debate sobre la naturaleza de los derechos
humanos y el nacimiento del derecho internacional moderno.
En 1521, a través del liderazgo y la predicación del explorador portugués Fernando de
Magallanes, los primeros católicos fueron bautizados en lo que se convirtió en la primera
nación cristiana en el sudeste asiático, las Filipinas. Al año siguiente, los misioneros
franciscanos llegaron a lo que ahora es México, y buscaron convertir a los indios y mantener
su bienestar estableciendo escuelas y hospitales. Enseñaron a los indios mejores métodos de
cultivo y formas más fáciles de tejer y hacer cerámica. Debido a que algunas personas
cuestionaron si los indios eran verdaderamente humanos y merecían el bautismo, el
Papa Pablo III en la bula papal Veritas Ipsa o Sublimis Deus (1537) confirmó que los indios
merecían ser personas. Posteriormente, el esfuerzo de conversión ganó impulso. Durante los
siguientes 150 años, las misiones se expandieron al suroeste de América del Norte. Los
nativos se definieron legalmente como niños, y los sacerdotes asumieron un papel
paternalista, a menudo forzado con castigos corporales. En otra parte, en India, los misioneros
portugueses y el jesuita español Francisco Javier evangelizaron entre los no cristianos y una
comunidad cristiana que afirmó haber sido establecida por Tomás el Apóstol.
Reforma Protestante[editar]
La abadía de Whitby, en Inglaterra, fue uno de los cientos de monasterios destruidos durante la Reforma
protestante.
El Quinto Concilio de Letrán emitió algunas, pero solo reformas menores, en marzo de 1517.
Unos meses más tarde, el 31 de octubre de 1517, Martín Lutero publicó sus 95 Tesis en
público, con la esperanza de provocar un debate. Sus tesis protestaron puntos clave de la
doctrina católica, así como la venta de indulgencias. Ulrico Zwinglio, Juan Calvino y otros
también criticaron las enseñanzas católicas. Estos desafíos, apoyados por poderosas fuerzas
políticas en la región, se convirtieron en la Reforma Protestante. Durante esta era, muchas
personas emigraron de sus hogares a áreas que toleraban o practicaban su fe, aunque
algunas vivían como criptoprotestantes o nicodemitas.
En Alemania, la Reforma condujo a la guerra entre la Liga de Esmalcalda protestante y el
emperador católico Carlos V. La primera guerra de nueve años terminó en 1555, pero las
continuas tensiones produjeron un conflicto mucho más grave, la Guerra de los Treinta Años,
que estalló en 1618. En los Países Bajos, las guerras de la Contrarreforma fueron la revuelta
holandesa y la Guerra de los Ochenta Años, parte de la cual fue la Guerra de Sucesión de
Juliers, que incluyó también el noroeste de Alemania. La Guerra de Colonia (1583–89) fue un
conflicto entre facciones protestantes y católicas que devastó el Electorado de Colonia.
Después de que el arzobispo gobernara el área convertida al protestantismo, los católicos
eligieron a otro arzobispo, Ernesto de Baviera, y lo derrotaron exitosamente a él y a sus
aliados.
En Francia, una serie de conflictos denominados Guerras de Religión Francesas se libraron
entre 1562 y 1598 entre los hugonotes y las fuerzas de la Liga Católica Francesa. Una serie
de papas se pusieron del lado y se convirtieron en partidarios financieros de la Liga Católica.
Esto terminó bajo el Papa Clemente VIII, quien aceptó vacilante el Edicto de Nantes del
rey Enrique IV de 1598, que otorgó tolerancia civil y religiosa a los protestantes. En 1565,
varios cientos de sobrevivientes de náufragos hugonotes se rindieron a los españoles en
Florida, creyendo que serían tratados bien. Aunque una minoría católica en su partido se
salvó, todos los demás fueron ejecutados por herejía, con una activa participación clerical.
Inglaterra[editar]
La Reforma inglesa se basó aparentemente en el deseo de Enrique VIII de anular su
matrimonio con Catalina de Aragón, e inicialmente fue más una disputa política y luego
teológica. Las Actas de Supremacía convirtieron al monarca inglés en jefe de la iglesia inglesa
estableciendo así la Iglesia de Inglaterra. Luego, a partir de 1536, se disolvieron unos 825
monasterios en Inglaterra, Gales e Irlanda y se confiscaron iglesias católicas. Cuando murió
en 1547, todos los monasterios, frailes, conventos de monjas y santuarios fueron destruidos o
disueltos. María I de Inglaterra reunió a la Iglesia de Inglaterra con Roma y, contra el consejo
del embajador español, persiguió a los protestantes durante las persecuciones marianas.
Después de cierta provocación, la siguiente monarca, Elizabeth I, hizo cumplir el Acta de
Supremacía. Esto evitó que los católicos se convirtieran en miembros de profesiones,
ocuparan cargos públicos, votaran o educaran a sus hijos. Las ejecuciones de católicos y
protestantes disidentes bajo Isabel I, que reinó mucho más tiempo, superaron las
persecuciones marianas y persistieron bajo los posteriores monarcas ingleses. Isabel I
también ejecutó otras leyes penales que también fueron promulgadas en Irlanda pero fueron
menos efectivas que en Inglaterra. En parte porque los irlandeses asociaron el catolicismo con
la nacionalidad y la identidad nacional, se resistieron a los persistentes esfuerzos ingleses
para eliminar a la Iglesia Católica.
Concilio de Trento[editar]
Fachada de Il Gesù, considerada la primera iglesia con elementos del barroco.
Secularismo de la Ilustración[editar]
La Ilustración constituyó un nuevo desafío de la Iglesia. A diferencia de la Reforma
protestante, que cuestionó ciertas doctrinas cristianas, la ilustración cuestionó el cristianismo
en su conjunto. En general, elevó la razón humana por encima de la revelación divina y rebajó
a las autoridades religiosas, como el papado. Paralelamente, la Iglesia intentó defenderse
del galicanismo y el conciliarismo, ideologías que amenazaban el papado y la estructura de la
Iglesia.
Hacia la última parte del siglo XVII, el Papa Inocencio XI vio los crecientes ataques turcos
contra Europa, que fueron apoyados por Francia, como la mayor amenaza para la Iglesia.
Creó una coalición polaco-austriaca para la derrota turca en Viena en 1683. Los eruditos lo
han llamado Papa santo porque reformó los abusos cometidos por la Iglesia, incluidos la
simonía, el nepotismo y los lujosos gastos papales que le hicieron heredar una deuda papal
de 50,000,000 scudos. Al eliminar ciertos puestos honorarios e introducir nuevas políticas
fiscales, Inocencio XI pudo recuperar el control de las finanzas de la iglesia. Inocencio
X y Clemente XI lucharon contra el jansenismo y el galicanismo, los cuales apoyaban
el conciliarismo, y rechazaron la primacía papal, exigiendo concesiones especiales para la
Iglesia en Francia. Esto debilitó la capacidad de la Iglesia para responder a pensadores
galicanistas como Denis Diderot, quien desafió las doctrinas fundamentales de la Iglesia.
En 1685, el rey galicanista Luis XIV de Francia emitió la Revocación del Edicto de Nantes,
poniendo fin a un siglo de tolerancia religiosa. Francia obligó a los teólogos católicos a apoyar
el conciliarismo y negar la infalibilidad papal. El rey amenazó al Papa Inocencio XI con un
concilio general y una toma militar del estado papal. El Estado francés absoluto utilizó el
galicanismo para obtener el control de prácticamente todos los nombramientos importantes de
la Iglesia, así como muchas de las propiedades de la Iglesia. La autoridad estatal sobre la
Iglesia se hizo popular en otros países también. En Bélgica y Alemania, el galicanismo
apareció en forma de febronianismo, que rechazó las prerrogativas papales de la misma
manera. El emperador José II de Austria (1780–1790) practicó el joseinismo al regular la vida
de la Iglesia, los nombramientos y la confiscación masiva de las propiedades de la Iglesia. El
siglo XVIII es también la época de la Ilustración católica, un movimiento de reforma
multifacético.
Jesuitas[editar]
Jesuitas en la India[editar]
El cristianismo en la India tiene una tradición de Santo Tomás estableciendo la fe en Kerala.
Se llaman cristianos de Santo Tomás. La comunidad era muy pequeña hasta que el jesuita
Francisco Javier (1502–1552) comenzó la obra misional. Roberto de Nobili (1577–1656), un
misionero jesuita toscano en el sur de la India, lo siguió en su camino. Fue pionero en la
inculturación, adoptando muchas costumbres brahmanas que, en su opinión, no eran
contrarias al cristianismo. Vivió como un brahmán, aprendió sánscrito y presentó el
cristianismo como parte de las creencias indias, no idénticas a la cultura portuguesa de los
colonialistas. Permitió el uso de todas las costumbres, que en su opinión no contradecían
directamente las enseñanzas cristianas. Para 1640 había 40 000 cristianos solo en Madurai.
En 1632, el papa Gregorio XV dio permiso para este enfoque. Pero los fuertes sentimientos
anti-jesuitas en Portugal, Francia e incluso en Roma, dieron como resultado un cambio. Esto
puso fin a las exitosas misiones católicas en la India. El 12 de septiembre de 1744, Benedicto
XIV prohibió los llamados ritos Malabar en India, con el resultado de que las principales castas
indias, que querían adherirse a sus culturas tradicionales, se apartaron de la Iglesia Católica.
Revolución francesa[editar]
Si bien en principio la revolución francesa no tuvo orientación hostil hacia la Iglesia, el
movimiento se mostró más radical a partir de la cuestión sobre los bienes eclesiásticos. 69
La Asamblea Nacional Constituyente decidió expropiar todos los bienes de la Iglesia, 69
empeorándose desde entonces las relaciones hasta que en 1790 fueron suprimidas las
órdenes religiosas, a excepción de las dedicadas a obras de caridad. Dos meses después se
publicó la ley que expropiaba y secularizaba todo el patrimonio de la Iglesia. Ese mismo año
se aprobó la Constitución civil del clero, con la que se quería separar de Roma a la Iglesia
francesa, para lo que se obligó a todo el clero a prestar juramento a dicha constitución. La
negativa de dos tercios del clero se siguió de sanguinarias persecuciones en las que 40.000
sacerdotes fueron encarcelados, deportados o ejecutados, 70 como parte de una serie de
políticas para descristianizar Francia. Los asesinatos de septiembre de 1792 iniciaron
el gobierno del Terror, y en 1793 se prohibió el cristianismo en Francia, estableciendo el «culto
a la Razón» en su lugar mientras continuaban las persecuciones contra monárquicos y
eclesiásticos.71 Este acoso solo terminaría tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, el
9 de noviembre de 1799, en el que derrocó al gobierno del Directorio.71 Durante su mandato
se restablecía la religión católica y se reconoció mediante concordato que la católica era la fe
de la mayoría de los franceses.72 En 1808 Napoleón, ya emperador de Francia, ocupó Roma y
los Estados pontificios, arrestando al papa Pío VI y llevado después a Francia, donde
Napoleón intentó sin éxito forzarlo a renunciar al Estado pontificio. 73
La expansión del Imperio francés llevó también a la propagación de las ideas revolucionarias,
y la secularización tuvo también consecuencias en Alemania, donde la Iglesia sufrió también
la expropiación de sus bienes.73 Sin embargo, la pérdida de influencia y el empobrecimiento de
la Iglesia propició tanto la reorganización material como una renovación interior de la vida
eclesial, con una mayor unión entre obispos, sacerdotes y fieles laicos. 74 Surgió así un
movimiento católico que se extendió por los demás países europeos, apoyado por
el Romanticismo y su interés por el arte y la literatura medieval, que trajeron consigo una
mayor estima hacia la Iglesia y conversiones al catolicismo. 75 Nacieron numerosas
organizaciones católicas y las órdenes religiosas recibieron un nuevo impulso. Surgieron
misiones populares, nuevas formas de piedad y, poco a poco, también apareció una prensa
católica.75 La industrialización fue ocasión para que la Iglesia considerara la cuestión social,
hecho importante en una época en la que la legislación ignoraba los problemas sociales,
confiados de forma general a la caridad cristiana. En este sentido, fueron relevantes las
nuevas actividades caritativas y educativas de las congregaciones religiosas y las órdenes
dedicadas a la atención a los enfermos. 75
Siglo XIX Francia[editar]
Francia se mantuvo básicamente católica. El censo de 1872 contó con 36 millones de
personas, de las cuales 35.4 millones fueron catalogadas como católicas, 600,000 como
protestantes, 50,000 como judíos y 80,000 como librepensadores. La Revolución no destruyó
la Iglesia Católica, y el concordato de Napoleón de 1801 restauró su estatus. El regreso de
los Borbones en 1814 trajo a muchos nobles y terratenientes ricos que apoyaban a la Iglesia,
viéndola como un bastión del conservadurismo y el monarquismo. Sin embargo, los
monasterios con sus vastas propiedades de tierra y poder político habían desaparecido; gran
parte de las tierras habían sido vendidas a empresarios urbanos que carecían de conexiones
históricas con las tierras y los campesinos. Pocos nuevos sacerdotes fueron formados en el
período 1790-1814, y muchos del ellos abandonaron la iglesia. El resultado fue que el número
de clérigos cayó de 60,000 en 1790 a 25,000 en 1815, muchos de ellos ancianos. Regiones
enteras, especialmente alrededor de París, quedaron con pocos sacerdotes. Por otro lado,
algunas regiones tradicionales se aferraron a la fe, lideradas por familias nobles locales. El
regreso fue lento, muy lento en las grandes ciudades y zonas industriales. Con el trabajo
misionero sistemático y un nuevo énfasis en la liturgia y las devociones a la Virgen María, más
el apoyo de Napoleón III, hubo un regreso. En 1870 había 56,500 sacerdotes, que
representaban una fuerza mucho más joven y dinámica en los pueblos y ciudades, con una
gruesa red de escuelas, organizaciones benéficas y organizaciones laicas. Los católicos
conservadores mantuvieron el control del gobierno nacional (1820-1830) pero la mayoría de
las veces jugaron roles políticos secundarios o tuvieron que luchar contra el asalto de
republicanos, liberales, socialistas y laicos.
Tercera República 1870-1940[editar]
A lo largo de la vida de la Tercera República hubo batallas sobre el estado de la Iglesia
Católica. El clero y los obispos franceses estaban estrechamente asociados con los
monárquicos y muchos de su jerarquía provenían de familias nobles. Los republicanos se
basaron en la clase media anticlerical que veía la alianza de la Iglesia con los monárquicos
como una amenaza política para el republicanismo y una amenaza para el espíritu moderno
del progreso. Los republicanos detestaban a la iglesia por sus afiliaciones políticas y de clase;
para ellos, la iglesia representaba tradiciones pasadas de moda, superstición y monarquismo.
Los republicanos se fortalecieron con el apoyo protestante y judío. Se aprobaron numerosas
leyes para debilitar a la Iglesia católica. En 1879, los sacerdotes fueron excluidos de los
comités administrativos de los hospitales y de las juntas de caridad; en 1880, se dirigieron
nuevas medidas contra las congregaciones religiosas; de 1880 a 1890 se produjo la
sustitución de monjas por laicas en muchos hospitales. El Concordato de Napoleón en 1801
continuó en funcionamiento, pero en 1881, el gobierno cortó los salarios a los sacerdotes que
no le agradaban.
Las leyes escolares de 1882 del republicano Jules Ferry establecieron un sistema nacional de
escuelas públicas que enseñaba una estricta moralidad puritana pero ninguna religión.
Durante un tiempo se toleraron las escuelas católicas con fondos privados. El matrimonio civil
se hizo obligatorio, se introdujo el divorcio y los capellanes fueron retirados del ejército.
Cuando León XIII se convirtió en Papa en 1878, trató de calmar las relaciones Iglesia-Estado.
En 1884 le dijo a los obispos franceses que no actuaran de manera hostil al Estado. En 1892
emitió una encíclica aconsejando a los católicos franceses que se unieran a la República y
defendieran a la Iglesia participando en la política republicana. Este intento de mejorar la
relación fracasó. Las sospechas profundamente arraigadas permanecieron en ambos lados y
fueron encendidas por el asunto Dreyfus. Los católicos fueron en su mayor parte anti-
dreyfusards (opositores a Dreyfus). Los Asuncionistas publicaron artículos antisemitas y
republicanos en su revista La Croix. Esto enfureció a los políticos republicanos, que estaban
ansiosos por vengarse. A menudo trabajaban en alianza con logias masónicas. El
ministro Waldeck-Rousseau (1899–1902) y el ministro Combes (1902–05) lucharon contra la
Santa Sede por el nombramiento de obispos. Los capellanes fueron retirados de los hospitales
navales y militares (1903–04), y se ordenó a los soldados que no frecuentaran los clubes
católicos (1904). Émile Combes, como primer ministro en 1902, estaba decidido a derrotar
completamente al catolicismo. Cerró todas las escuelas parroquiales en Francia. Luego hizo
que el parlamento rechazara la autorización de todas las órdenes religiosas. Esto significó que
todas las cincuenta y cuatro órdenes se disolvieran y alrededor de 20,000 miembros salieron
inmediatamente de Francia, muchos para España. En 1905 se abolió el Concordato de 1801;
La Iglesia y el Estado finalmente se separaron. Todos los bienes de la Iglesia fueron
confiscados. El culto público fue entregado a asociaciones de laicos católicos que controlaban
el acceso a las iglesias. En la práctica, las misas y los rituales continuaron. La Iglesia fue
gravemente herida y perdió la mitad de sus sacerdotes. A la larga, sin embargo, ganó
autonomía, ya que el Estado ya no tenía voz para elegir obispos y el galicanismo estaba
muerto.
África[editar]
A fines del siglo XIX, los misioneros católicos siguieron a los gobiernos coloniales en África y
construyeron escuelas, hospitales, monasterios e iglesias.
Era industrial[editar]
Concilio Vaticano I[editar]
Artículo principal: Concilio Vaticano I
Al definir el 8 de diciembre de 1854 como dogma la antigua doctrina de la Inmaculada
Concepción, que afirmaba que María había sido concebida sin pecado original, el papa Pío
IX puso fin a una controversia entre escuelas teológicas que ocupaba varios siglos. 76 El dogma
fue aceptado y en la Iglesia no se alzó voz contraria al mismo, pero dado que el papa actuó ex
cathedra, y que la decisión no había salido de un concilio, la definición dogmática volvió a
plantear la cuestión acerca de si el papa podía por sí solo proclamar verdades infalibles de
fe.77
Cuando Pío IX convocó un concilio que daría comienzo a finales de 1869, la cuestión de
la infabilidad estaba sobre la mesa.78 La tensión general existente y la división entre partidarios
y detractores de la infabilidad hizo, sin embargo, que el papa retirase dicha cuestión de entre
los asuntos a tratar.79 No obstante, en la asamblea conciliar ya desde el principio había un
bloque mayoritario a favor de la definición dogmática de la infabilidad, que introdujo la
cuestión.79 La minoría que se oponía lo hizo no tanto porque se opusiesen a la infabilidad, sino
porque tal definición les parecía inoportuna en aquel momento. 79. Finalmente, la
constitución Pastor Aeternus (con la doctrina del primado del papa y su infabilidad) fue
aprobada.79 Inmediatamente el concilio tuvo que ser interrumpido tras el estallido de la guerra
franco-prusiana y la ocupación de Roma que pondría fin a los Estados pontificios. 79
Un grupo de profesores de facultades de teología alemanas se negaron a aceptar el dogma y
fueron excomulgados, separándose de la Iglesia católica y fundando la llamada Iglesia
veterocatólica.80 A pesar de que el número de seguidores fue reducido, Bismarck les ofreció
ayuda con el objetivo someter a la Iglesia al Estado, como había logrado con la Iglesia
territorial protestante.80 La lucha contra la Iglesia se denominó Kulturkampf y a pesar de los
grandes daños para la Iglesia alemana, los católicos se unieron y en las elecciones de
1874 el Partido de Centro obtendría 91 escaños en el Reichstag.80 Tras el fracaso,
la Kulturkampf sería finalmente desmantelada y el papa León XVI colaboró con Bismarck en
ello.80
Enseñanzas sociales[editar]
La Revolución Industrial trajo muchas preocupaciones por el deterioro de las condiciones de
trabajo y de vida de los trabajadores urbanos. Influenciado por el alemán Wilhelm Emmanuel
Obispo Freiherr von Ketteler, en 1891 el papa León XIII publicó la encíclica Rerum novarum,
que ponía en contexto la enseñanza social católica en términos que rechazaban el socialismo
pero abogaban por la regulación de las condiciones de trabajo. Rerum novarum abogó por el
establecimiento de un salario digno y el derecho de los trabajadores a formar sindicatos.
Anno Quadragesimo fue emitida por el papa Pío XI, el 15 de mayo de 1931, 40 años después
de la Rerum novarum. A diferencia de León XIII, que abordó principalmente la condición de los
trabajadores, Pío XI se concentró en las implicaciones éticas de orden social y económico.
Hizo un llamamiento para la reconstrucción del orden social basado en el principio de
solidaridad y subsidiariedad. Señaló los principales peligros para la libertad y la dignidad
humana, derivados del capitalismo desenfrenado y el comunismo totalitario.
Las enseñanzas sociales del papa Pío XII repiten estas enseñanzas, y las aplican con mayor
detalle, no solo para los trabajadores y los dueños del capital, sino también a otras
profesiones, como los políticos, educadores, amas de casa, agricultores, tenedores de libros,
organizaciones internacionales, y todas aspectos de la vida, incluyendo los militares. Más allá
de Pío XI, también define las enseñanzas sociales en las áreas de la medicina, la psicología,
el deporte, la televisión, la ciencia, el derecho y la educación. No hay prácticamente ningún
problema social, que Pío XII no abordó y se refieren a la fe cristiana. Fue llamado "el papa de
la tecnología", por su voluntad y capacidad para examinar las implicaciones sociales de los
avances tecnológicos. La preocupación dominante era los derechos y la dignidad continuas
del individuo. Con el comienzo de la era espacial al final de su pontificado, Pío XII exploró las
implicaciones sociales de la exploración espacial y los satélites en el tejido social de la
humanidad, pidiendo un nuevo sentido de comunidad y solidaridad a la luz de las enseñanzas
papales existentes sobre la subsidiariedad.
Mariología[editar]
Los papas siempre han destacado el vínculo interno entre la Virgen María como Madre de
Dios y la plena aceptación de Jesucristo como Hijo de Dios. Desde el siglo XIX, fueron muy
importantes para el desarrollo de la mariología para explicar la veneración de María a través
de sus decisiones no solo en el área de las creencias marianas (mariología) sino también en
las prácticas y devociones marianas. Antes del siglo XIX, los Papas promulgaban la
veneración mariana al autorizar nuevos días de fiestas marianas, oraciones, iniciativas, la
aceptación y el apoyo de las congregaciones marianas. Desde el siglo XIX, los papas
comienzan a usar encíclicas con más frecuencia. Así, León XIII emitió once encíclicas
marianas. Papas recientes promulgaron la veneración de la Santísima Virgen con dos
dogmas, la Inmaculada Concepción en 1854 por el papa Pío IX y la Asunción de María en
1950 por el Papa Pío XII. Pío XII también promulgó la nueva fiesta de María como Reina del
Cielo e introdujo el primer año mariano en 1954, el segundo fue proclamado por Juan Pablo II.
Pío IX, Pío XI y Pío XII facilitaron la veneración de las apariciones marianas, como
en Lourdes y Fátima. Papas posteriores, desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI, promovieron
la visita a los santuarios marianos. El Concilio Vaticano II destacó la importancia de la
veneración mariana en Lumen gentium. Durante el Concilio, Pablo VI proclamó que María era
Madre de la Iglesia.
Anticlericalismo[editar]
El siglo XX vio el surgimiento de varios gobiernos políticamente radicales y anticlericales.
La Ley de Calles de 1926 que separaba la Iglesia y el Estado en México condujo a la Guerra
Cristera en la que más de 3,000 sacerdotes fueron exiliados o asesinados. En la Unión
Soviética después de la Revolución Bolchevique de 1917, la persecución de la Iglesia y los
católicos continuó hasta la década de 1930. Además de la ejecución y el exilio de clérigos,
monjes y laicos, la confiscación de implementos religiosos y el cierre de iglesias era común.
Durante la Guerra Civil española de 1936–39, la jerarquía católica apoyó a las fuerzas
nacionalistas rebeldes de Francisco Franco contra el gobierno del Frente Popular, citando la
violencia republicana dirigida contra la Iglesia. La Iglesia había sido un elemento activo en la
política polarizante de los años anteriores a la Guerra Civil.
Dictaduras[editar]
Italia[editar]
El Papa Pío XI tuvo como objetivo poner fin a la larga brecha entre el papado y el gobierno
italiano y obtener una vez más el reconocimiento de la independencia soberana de la Santa
Sede. La mayoría de los Estados papales habían sido capturados por los ejércitos del
rey Víctor Manuel II de Italia (1861-1878) en 1860 en busca de la unificación italiana. La propia
Roma fue tomada por la fuerza en 1870 y el papa llegó a ser "prisionero en el Vaticano". Las
políticas del gobierno italiano siempre habían sido anticlericales hasta la Primera Guerra
Mundial, cuando se alcanzaron algunos compromisos.
Para reforzar su propio régimen dictatorial fascista, Benito Mussolini también estaba ansioso
por un acuerdo. Se llegó a un acuerdo en 1929 con los Tratados de Letrán, que ayudaron a
ambas partes. Según los términos del primer tratado, la Ciudad del Vaticano recibió soberanía
como nación independiente a cambio de que la Santa Sede renunciara a su reclamo sobre los
antiguos territorios de los Estados Pontificios. Pío XI se convirtió así en jefe de un pequeño
estado con su propio territorio, ejército, estación de radio y representación diplomática. El
Concordato de 1929 convirtió al catolicismo en la única religión de Italia (aunque se toleraron
otras religiones), pagó salarios a sacerdotes y obispos, reconoció matrimonios eclesiásticos
(antes las parejas debían tener una ceremonia civil) e introdujo la instrucción religiosa en las
escuelas públicas. A su vez, los obispos juraron lealtad al estado italiano, que tenía poder de
veto sobre su selección. La Iglesia no estaba oficialmente obligada a apoyar al régimen
fascista; las fuertes diferencias persistieron pero la agitada hostilidad terminó. La Iglesia apoyó
especialmente las políticas exteriores como el apoyo al lado anticomunista en la Guerra Civil
española y el apoyo a la conquista de Etiopía. La fricción continuó través de la red de jóvenes
de Acción Católica, que Mussolini quería fusionar en su grupo juvenil fascista. Se llegó a un
compromiso con solo los fascistas autorizados a patrocinar equipos deportivos.
Italia pagó a la Santa Sede 1,750,000,000 liras (unos US $ 100 millones) por las incautaciones
de propiedades de la Iglesia desde 1860. Para administrar estas inversiones, el Papa nombró
al laico Bernardino Nogara, quien a través de inversiones astutas en acciones, oro y mercados
de futuros, aumentó significativamente las tenencias financieras de la Iglesia Católica. Los
ingresos pagaron en gran medida por el mantenimiento del costoso inventario de edificios
históricos en el Vaticano que anteriormente se había mantenido a través de fondos
recaudados de los Estados Pontificios hasta 1870.
La relación del Vaticano con el gobierno de Mussolini se deterioró drásticamente después de
1930 a medida que las ambiciones totalitarias de Mussolini comenzaron a afectar cada vez
más la autonomía de la Iglesia. Por ejemplo, los fascistas trataron de absorber los grupos
juveniles de la Iglesia. En respuesta, Pío XI emitió la encíclica Non abbiamo bisogno ("No
tenemos necesidad") en 1931. Denunció la persecución del régimen a la iglesia en Italia y
condenó el "culto pagano al Estado"
Austria y la Alemania nazi[editar]
La Santa Sede apoyó a los socialistas cristianos en Austria, un país con una población
católica mayoritaria pero un poderoso elemento secular. El papa Pío XI favoreció el régimen
de Engelbert Dollfuss (1932–34), que quería remodelar la sociedad basándose en encíclicas
papales. Dollfuss suprimió los elementos anticlericales y los socialistas, pero fue asesinado
por los nazis austriacos en 1934. Su sucesor Kurt von Schuschnigg (1934–38) también fue pro
católico y recibió el apoyo del Vaticano. Alemania anexó Austria en 1938 e impuso sus propias
políticas.
Pío XI estaba preparado para negociar concordatos con cualquier país que estuviera
dispuesto a hacerlo, pensando que los tratados escritos eran la mejor manera de proteger los
derechos de la Iglesia contra gobiernos cada vez más inclinados a interferir en tales asuntos.
Doce concordatos fueron firmados durante su reinado con varios tipos de gobiernos, incluidos
algunos gobiernos estatales alemanes. Cuando Adolf Hitler se convirtió en canciller de
Alemania el 30 de enero de 1933 y pidió un concordato, Pío XI aceptó. El Concordato de 1933
incluía garantías de libertad para la Iglesia en la Alemania nazi, independencia para las
organizaciones católicas y grupos juveniles, y enseñanza religiosa en las escuelas.
La ideología nazi fue encabezada por Heinrich Himmler y las SS (Escuadras de Protección).
En la lucha por el control total sobre las mentes y los cuerpos alemanes, las SS desarrollaron
una agenda antirreligiosa. No se permitieron capellanes católicos o protestantes en sus
unidades (aunque sí se les permitió en el ejército regular). Himmler estableció una unidad
especial para identificar y eliminar las influencias católicas. Las SS decidieron que la Iglesia
Católica Alemana era una seria amenaza para su hegemonía y, aunque era demasiado fuerte
para ser abolida, fue parcialmente despojada de su influencia, por ejemplo al cerrar sus clubes
y publicaciones juveniles.
Luego de reiteradas violaciones del Concordato, el Papa Pío XI emitió la encíclica Mit
brennender Sorge de 1937 que condenó públicamente la persecución de los nazis a la Iglesia
y su ideología de neopaganismo y superioridad racial.
La edad posindustrial[editar]
Concilio Vaticano II[editar]
La Iglesia Católica participó en un proceso integral de reforma después del Concilio Vaticano
II (1962–65). Pensado como una continuación del Vaticano I, bajo el Papa Juan XXIII, el
concilio se convirtió en un motor de modernización. Se le asignó la tarea de hacer que las
enseñanzas históricas de la Iglesia fueran claras para un mundo moderno e hizo
pronunciamientos sobre temas que incluyen la naturaleza de la iglesia, la misión de los laicos
y la libertad religiosa. El concilio aprobó una revisión de la liturgia y permitió que los ritos
litúrgicos latinos usaran lenguas vernáculas y latinas durante la misa y otros sacramentos. Los
esfuerzos de la Iglesia para mejorar la unidad de los cristianos se convirtieron en una
prioridad. Además de encontrar un terreno común sobre ciertos problemas con las iglesias
protestantes, la Iglesia Católica ha discutido la posibilidad de la unidad con la Iglesia Ortodoxa
Oriental. Y en 1966, el arzobispo Andreas Rohracher expresó su pesar por las expulsiones del
siglo XVIII de los protestantes de Salzburgo del arzobispado de Salzburgo.
Reformas[editar]
Los cambios en los antiguos ritos y ceremonias posteriores al Vaticano II produjeron una
variedad de respuestas. Algunos dejaron de ir a la iglesia, mientras que otros trataron de
preservar la antigua liturgia con la ayuda de sacerdotes comprensivos. Estos formaron la base
de los grupos católicos tradicionalistas de hoy, que creen que las reformas del Vaticano II han
ido demasiado lejos. Los católicos liberales forman otro grupo disidente que siente que las
reformas del Vaticano II no fueron lo suficientemente lejos. Las opiniones liberales de teólogos
como Hans Küng y Charles Curran, llevaron a la retirada de la Iglesia de su autorización para
enseñar como católicos. Según el profesor Thomas Bokenkotter, la mayoría de los católicos
"aceptaron los cambios con más o menos gracia". En 2007, Benedicto XVI facilitó el permiso
para que se celebrara la antigua Misa opcional a petición de los fieles.
Un nuevo Código de Derecho Canónico, solicitado por Juan XXIII, fue promulgado por el Papa
Juan Pablo II el 25 de enero de 1983. El Código de Derecho Canónico de 1983 incluye
numerosas reformas y alteraciones en la ley y disciplina de la Iglesia para la Iglesia Latina,
reemplazando al Código de Derecho Canónico de 1917 emitido por Benedicto XV.
Teología[editar]
Modernismo[editar]
Teología de la Liberación[editar]
En la década de 1960, la creciente conciencia social y la politización en la Iglesia
latinoamericana dio a luz a la teología de la liberación. El sacerdote peruano Gustavo
Gutiérrez, se convirtió en su defensor principal y, en 1979, la Conferencia Episcopal de México
declaró oficialmente "opción preferencial por los pobres" de la Iglesia en América Latina. El
arzobispo Óscar Romero, un partidario de la movimiento, se convirtió en el más famoso mártir
contemporáneo de la región en 1980, cuando fue asesinado mientras celebraba misa por las
fuerzas aliadas con el gobierno. Tanto el papa Juan Pablo II y el papa Benedicto XVI (como el
Cardenal Ratzinger) denunció el movimiento. Al teólogo brasileño Leonardo Boff se le ordenó
dos veces que dejara de publicar y enseñar. Si bien el Papa Juan Pablo II fue criticado por su
severidad al tratar con los proponentes del movimiento, sostuvo que la Iglesia, en sus
esfuerzos por defender a los pobres, no debería hacerlo recurriendo a la violencia o la política
partidista. El movimiento todavía está vivo en América Latina hoy, aunque la Iglesia ahora
enfrenta el desafío del avivamiento pentecostal en gran parte de la región.
Temas de sexualidad y de género[editar]
La revolución sexual de la década de 1960 trajo problemas para la Iglesia. La
encíclica Humanae Vitae de 1968 del papa Pablo VI reafirmó la visión tradicional de la Iglesia
Católica sobre el matrimonio y las relaciones maritales y afirmó una proscripción continua de
los anticonceptivos artificiales. Además, la encíclica reafirmó la santidad de la vida desde la
concepción hasta la muerte natural y afirmó una continua condena tanto del aborto como de la
eutanasia como pecados graves equivalentes al asesinato.
Los esfuerzos por llevar a la Iglesia a considerar la ordenación de mujeres llevaron al Papa
Juan Pablo II a publicar dos documentos para explicar la enseñanza de la Iglesia. Mulieris
Dignitatem se publicó en 1988 para aclarar el papel igualmente importante y complementario
de la mujer en el trabajo de la Iglesia. Luego, en 1994, Ordinatio Sacerdotalis explicó que la
Iglesia extiende la ordenación solo a los hombres para seguir el ejemplo de Jesús, que eligió
solo a hombres para este deber específico.
Las principales demandas surgieron en 2001 alegando que los sacerdotes habían abusado
sexualmente de menores. En respuesta al escándalo que siguió, la Iglesia ha establecido
procedimientos formales para prevenir el abuso, alentar la denuncia de cualquier abuso que
se produzca y manejar dichos informes con prontitud, aunque los grupos que representan a
las víctimas han cuestionado su eficacia.
Algunos sacerdotes dimitieron, otros fueron expulsados y encarcelados, y hubo acuerdos
económicos con muchas víctimas. La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados
Unidos encargó un estudio integral que encontró que el cuatro por ciento de todos los
sacerdotes que sirvieron en los Estados Unidos entre 1950 y 2002 habían enfrentado algún
tipo de acusación de conducta sexual inapropiada.
Benedicto XVI[editar]
Con la elección del papa Benedicto XVI en 2005, la Iglesia hasta el momento se ha visto en
gran medida una continuación de las políticas de su predecesor, el papa Juan Pablo II, con
algunas excepciones notables: Benedicto descentralizó las beatificaciones y revirtió la
decisión de su predecesor respecto a las elecciones papales. En 2007, se estableció un
récord Iglesia por la que se aprueba la beatificación de 498 mártires españoles. Su primera
encíclica Deus caritas est discutió el amor y el sexo en la continua oposición a varios otros
puntos de vista sobre la sexualidad.