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Antes de realizar un análisis de esta figura jurídica conviene definir el parámetro bajo el
cual se aplica la subcontratación y realizar un examen del marco jurídico que le da
sustento en nuestro país.
Marco jurídico
En nuestra legislación se prevé el llamado contrato de obra pública que ha sido objeto
de varias conceptualizaciones. El tratadista Roberto Dromi lo ha definido como aquel
contrato en el que interviene la Administración y el particular de tal forma que:
1Licenciada en Derecho.
2 DROMI (Roberto), Licitación Pública, 2 edición, Madrid, España, Editorial de Ciencia y
Cultura, 1999, p. 563.
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Importa por ahora indicar que existe una herramienta de la cual pueden los
contratistas echar mano para desarrollar los contratos de obra que deseen formalizar
con la Administración, y esa será la subcontratación que de seguido se analizará.
Concepto
Respecto de la previsión que se realizó hoy ya a nivel legal, es necesario advertir que de
excederse el límite del 50% en la ejecución total de la obra, debe constar la motivación
correspondiente en el expediente administrativo que se levante al efecto, puesto que
pareciera desprenderse del texto de la norma que la autorización no puede ser
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arbitraria o ayuna de motivación. La Administración tiene el deber de verificar que
existan razones de peso para autorizar la ejecución de un contrato en esas condiciones.
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3. Existe un límite para subcontratar de un 50% de la ejecución total de la obra a
menos que existan razones de peso que ameriten que se sobrepase es porcentaje
y para cuyo caso es menester contar con el anuencia de la Administración.
No obstante, habiéndolo referenciado tal situación en la oferta es posible que con apego
al principio de eficiencia y eficacia se pueda subsanar este aspecto. Ello en el tanto se
procura que lo procedimientos lleguen a un feliz término y se alcance satisfacer el
interés público.
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pues afectaba la integridad de la misma. Bajo ese razonamiento, el oferente no podía
presentar ante la Administración datos que previamente no se había llevado a su
conocimiento. Así las cosas, la Contraloría había manifestado:
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al oferente omiso. En nuestro criterio, la finalidad del artículo 62, LCA, es
establecer un claro límite al monto límite que puede un contratista
subcontratar y, ello es así, en virtud de que el contrato administrativo es
personal, es decir, para la selección del contratista se consideran aspectos
de experiencia, idoneidad, etc. que concurren en la persona del
seleccionado, sea que fuere persona física o jurídica. En ese sentido, una
subcontratación de un porcentaje mayor tornaría irreal la valoración de
atestados de una empresa. Por otra parte, el numeral 62, de la ley de cita,
claramente dispone una responsabilidad solidaria del contratista con
respecto a lo que ejecuten sus subcontratistas, por cuanto dispone que "la
subcontratación no relevará al contratista de su responsabilidad por la
ejecución total de la obra". Finalmente, una tercera finalidad de requerir
el listado de subcontratistas es verificar que no se viole por esa vía el
régimen de prohibiciones. Si no que otra finalidad queda manifiesta en el
67.2. del Reglamento citado, el cual dispone que "en este listado se
indicará los nombres de todas las empresas con las cuales se va a
subcontratar y se aportará una certificación de los titulares del capital
social y de los representantes legales de aquellas."... Como observamos, en
el citado precedente se destacó la importancia del listado de
subcontratación y la finalidad de verificar que las empresas que
concurren a la ejecución del objeto contractual, independientes del
contratista principal, no les afecta el régimen de prohibiciones. De esas
premisas, estimamos que no se puede concluir, sin contravenir el principio
de eficiencia, que la omisión en la presentación del listado de
subcontratistas, conlleve la exclusión de la oferta. Justamente, podría
abonarse que sería igualmente trascendente para el concurso determinar
la capacidad financiera del oferente y, sin embargo, el artículo 56.1.1.4. del
RGCA permite la aportación posterior de los estados financieros, o bien,
que es igualmente trascendente que se hubiera dejado de aportar
literatura técnica complementaria que el numeral 56.1.1.5 ibidem permite
subsanar, o en general, la presentación de certificaciones sobre
cualidades, características o especificaciones del bien ofrecido (56.1.1.2.
ibidem). / Ante ausencia de norma, la solución debe ser la que armonice
en mejor forma con los principios y sobre el particular, estima este
Despacho que se vería mejor servido el interés general, con una mayor
disponibilidad de ofertas entre las cuales las entidades puedan escoger a
su contratista. Ello no la releva, en nuestro criterio, de efectuar todas las
verificaciones que la técnica le impone, a fin de determinar la idoneidad de
los subcontratistas que llegue a presentar el oferente principal, en el
entendido que la responsabilidad del contratista principal es por el todo y
por el plazo total que fija el numeral 35 de la LCA, que al efecto dispone:
"En cinco años, prescribirá la facultad de la Administración de reclamar,
al contratista, la indemnización por daños y perjuicios, originada en el
incumplimiento de sus obligaciones. Si se trata de obras públicas, el
término para el reclamo indemnizatorio originado por vicios ocultos será
de diez años contados a partir de la entrega de la obra." / En
consecuencia, este Órgano Contralor reconsidera el criterio vertido por la
anterior Dirección General de Contratación Administrativa, en el sentido
de que el listado de subcontratistas es procedente que sea prevenido por
vía de la subsanación, en caso de que se omita su presentación con la
oferta.”6
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Adicionalmente a las limitaciones esbozadas, es importante considerar que el recurso a
contratar esté estrechamente relacionado con una actividad subsidiaria y que requiera
de cierta especialidad que no tiene el contratista en un campo determinado, lo que nos
lleva a afirmar que el subcontratista bajo ningún motivo puede desplegar la acción que
corresponde al objeto medular de la contratación sino sólo aquellas actividades
especializadas pero subsidiarias al mismo.
Dentro de las semejanzas se podría apuntar que ninguno de los dos institutos se puede
emplear en los contratos “intuito personae”, ya que el contratista se elige por sus
especiales características. De manera que, tanto la subcontratación como la cesión
resultan incompatibles con la naturaleza de este tipo de negocios.
La idoneidad que deben gozar tanto subcontratistas como cesionarios no escapa a este
espectro de analogías. Los subcontratistas deben contar con experiencia determinada
en la parte que les corresponda desarrollar del contrato principal, y el cesionario está
en la obligación de adquirir los deberes según su particular capacidad técnica en cuanto
a los contratos que asume.
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La responsabilidad, no obstante, no es la misma para un subcontratista que para un
cesionario. En el primer caso, el sujeto tiene responsabilidad con el co-contratante de la
Administración, más no con la Administración misma como sí sucede con el cesionario.
Adicionalmente cabe señalar que de común en ambos institutos jurídicos se debe tomar
en consideración la propuesta por el contratista. En uno de los casos, para determinar
la procedencia de la subcontratación de forma que se ajuste a los requerimientos
legales y; en el otro caso, la Administración debe referirse necesariamente a la
conveniencia o no de aceptar la cesión propuesta. Así las cosas, ese mismo elemento
común forja una distinción importante. En la subcontratación, la Administración
contratante debe verificar que lo propuesto por el oferente se ajuste a la Ley y al cartel
del procedimiento, mientras que en la cesión entra en juego la discrecionalidad que le
permite, además, valorar criterios de oportunidad y conveniencia, ya en una etapa
posterior para aceptar o rechazar la solicitud del contratista.
Es acá donde se puede encontrar otra diferencia significativa. Los oferentes deben dejar
claro en su propuesta, que desean contratar con la Administración haciendo uso del
mecanismo de la subcontratación. En el caso de la cesión, esto es inconciliable con su
naturaleza. Ella se da en un momento posterior a la apertura de las ofertas, existe,
además, un acto de adjudicación en firme y hasta podría estarse en la etapa de
ejecución contractual, donde el contratista se encuentra en una situación que le
imposibilita cumplir a cabalidad con las obligaciones contraídas, por lo que solicita
permiso para ceder el contrato parcial o totalmente.
Sin ánimo de agotar el tema de las ofertas en consorcio así como de las ofertas en
conjunto, interesa únicamente para los efectos subrayar que pese a que existe algún
tipo de relación con la Administración Contratante, en el caso de la subcontratación no
existe una responsabilidad directa como sí la habría tratándose de las otras dos figuras
mencionadas.
Hay de común entre ambos institutos que siempre existe una relación inmediata con la
Administración. La subcontratación no presupone tal cosa. Con ella se pierde ese nexo
o relación. Se insiste que el subcontratista le debe cuentas únicamente al co-contratante
de la Administración, quien en última instancia responde por las faltas del
subcontratista.
En otro orden de ideas, tampoco puede asumirse que toda relación del contratista con
un tercero sea una subcontratación; ejemplo de ello son las relaciones de
financiamiento comunes entre sujetos privados. Debe existir una incidencia directa del
tercero en la relación contractual que se genera con la Administración, aunque eso no
implica que el contratista se libere de responsabilidad alguna frente al contrato.
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Se insiste en que la subcontratación no releva al contratista del compromiso por el
contrato que se llegare a ejecutar. Así, se podría hablar de tres sujetos en esta relación
particular: la Administración, el contratista y el subcontratista. Este último le debe
cuentas al contratista y el contratista a su vez es responsable ante la Administración por
el correcto cumplimiento de sus obligaciones.
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Conclusión
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