El documento es una carta a la madre del autor donde comparte un recuerdo de su infancia. Como niño, siempre quería ir primero que los demás, incluyendo a su madre y su amiga Xóchitl. Esto causó problemas cuando fue elegido para acompañar a Xóchitl en un festival escolar, ya que no podía seguir el protocolo. Su madre lo ayudó a entender que a veces debe dejar que otros vayan primero, pero también validó sus sentimientos de querer proteger a los demás yendo delante. El autor ahora entiende este rec
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El documento es una carta a la madre del autor donde comparte un recuerdo de su infancia. Como niño, siempre quería ir primero que los demás, incluyendo a su madre y su amiga Xóchitl. Esto causó problemas cuando fue elegido para acompañar a Xóchitl en un festival escolar, ya que no podía seguir el protocolo. Su madre lo ayudó a entender que a veces debe dejar que otros vayan primero, pero también validó sus sentimientos de querer proteger a los demás yendo delante. El autor ahora entiende este rec
El documento es una carta a la madre del autor donde comparte un recuerdo de su infancia. Como niño, siempre quería ir primero que los demás, incluyendo a su madre y su amiga Xóchitl. Esto causó problemas cuando fue elegido para acompañar a Xóchitl en un festival escolar, ya que no podía seguir el protocolo. Su madre lo ayudó a entender que a veces debe dejar que otros vayan primero, pero también validó sus sentimientos de querer proteger a los demás yendo delante. El autor ahora entiende este rec
El documento es una carta a la madre del autor donde comparte un recuerdo de su infancia. Como niño, siempre quería ir primero que los demás, incluyendo a su madre y su amiga Xóchitl. Esto causó problemas cuando fue elegido para acompañar a Xóchitl en un festival escolar, ya que no podía seguir el protocolo. Su madre lo ayudó a entender que a veces debe dejar que otros vayan primero, pero también validó sus sentimientos de querer proteger a los demás yendo delante. El autor ahora entiende este rec
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Carta a mi madre.
Hola ma’, ¿sabes? Me acordé del algo…
Yo y tú.
Recuerdo que de pequeño, cuando yo decía “yo y tú”, invariablemente me
corregían y me decían que así no se decía, pero oh!, la inocencia y testarudez de la infancia no tiene límites y este en uno de los más bellos recuerdos de mi infancia entre “yo y tú”. Casi siempre que ibas a ir de compras al mercado me llevabas, tratabas de no soltarme de la mano pues sabías que yo tenía una extraña manía: siempre me adelantaba a todo. Si íbamos a entrar a una tienda yo daba un salto y te ganaba a entrar y lo mismo para salir, al cruzar la calle siempre bajaba primero la banqueta y lo mismo para subir, si íbamos saliendo de la casa yo salía o entraba primero, y esa actitud era invariable contigo o con mis hermanitas. Cuando empecé a ir a la escuela eso no cambió, solo que ahora también lo aplicaba con Xóchitl, mi eterna e inseparable compañerita de mis primeros días de primaria. Cuando tú nos llevabas de comer, nos sentábamos por dentro de la reja de la escuela y nos ibas pasando lo que comeríamos, pero al empezar a comer, yo lo hacía primero, algunas veces me dijiste que la esperara, y lo hacía, pero antes de que ella empezara lo hacía yo. Cuando terminaba el recreo y ya nos íbamos al salón, yo la llevaba de la mano, pero al subir las escaleras, yo lo hacía primero, si soltarla de la mano, y luego ya ella subía después, al entrar al salón lo mismo y así para sentarnos, una actitud rara, pienso ahora, pero nada que se pudiese considerar grave. La maestra Lupita siempre nos veía con mucho cariño y le gustaba que siempre fuésemos a comer juntos. Pero… se acercaba el día de la primavera y los respectivos preparativos para el festival. No sé por qué ni como, pero Xóchitl fue elegida para ser la reina y yo sería su acompañante, así que se iniciaron los ensayos, teníamos que dar la vuelta a toda la plaza cívica tomados de la mano a ritmo de vals y detrás de nosotros venían las damas y sus respectivos acompañantes, todo hubiese ido bien de no ser por… Yo no podía seguir las indicaciones protocolarias de la ceremonia; teníamos que salir por un pasillo de detrás de las aulas de los niveles avanzados en dirección a la plaza, dábamos un rodeo a la plaza y nos encaminábamos al estrado que se encontraba estratégicamente colocado para que quedara a la sombra, el problema es que al salir, yo me adelantaba, cuando llegábamos a las escaleras para subir al estrado, yo me adelantaba un paso para subir antes que ella el primer escalón, nunca le soltaba la mano, pero se suponía que ella era quien tenía que subir primero, al llegar al asiento, yo la debía llevar hasta ahí y ya que se sentara tomar mi lugar parado a un lado de ella, pero lo hacía al revés: me paraba en mi lugar antes de que ella se sentara, en los primeros ensayos los maestros se mostraron tolerantes, yo creo, pensando que posteriormente entendería la dinámica, pero no fue así. Recuerdo el día en que antes de iniciar el ensayo me dijeron que ahora tomaría otro lugar, iría de la mano de la dama que iba al último y pusieron a otro compañero en mi lugar, Xóchitl y yo nos pusimos tristes. En el momento del ensayo, yo no dije nada, pero no podía evitar que se me salieran las lágrimas, la maestra Lupita se acercó y me dijo que no le diera importancia, que era lo mismo ir adelante que atrás, pero, yo seguía haciendo lo mismo, lo que me dolía es que mi compañero que ahora acompañaba a Xóchitl, ahora la dejaba ir delante de él, eso era intolerable para mí: “¿porque la deja ir por delante?” me preguntaba, yo no habría hecho nunca eso. Pus bueno, como seguía haciendo lo mismo, decidieron que mejor yo sería ahora un guardia, me colocaron sobre el estrado, con una lanza y espada a la cintura, pero me seguía atormentando por que la dejaban ir delante, entonces la maestra Lupita dijo que algo estaba mal y mandaron a traer a mi mamá, las vi hablando pero no alcanzaba a escuchar lo que decían solo me volteaban a mirar de vez en vez. Cuando salimos de la escuela y nos dirigíamos a la casa, me dijiste que ser guardia no tenía nada de malo, de hecho era mejor ya que yo estaría cuidando a Xóchitl, entonces te dije que no podía evitar que ella fuese primero, entonces te detuviste y mirándome a los ojos me dijiste que a veces tenía que dejar que las personas fuesen antes que yo y que cuando se trata de una pareja lo mejor es dejarle libertad de acción ya que de lo contrario eso le podría incomodar y hasta molestar, yo te dije que eso a Xóchitl no le molestaba y que yo siempre tenía que ir primero, entonces, ya con un dejo de desesperación en tu voz, me dijiste que no era bueno eso de querer ir siempre antes de los demás, que tal vez ya era tiempo de cambiar esa costumbre y que no tenía nada de malo que Xóchitl fuese delante de mí, yo, con lágrimas en los ojos, te dije que no, que yo no dejaría que tú, mis hermanitas y mucho menos Xóchitl fuesen primero, creo que te sorprendió la determinación de mi respuesta porque te detuviste en seco y me preguntaste porqué, yo te dije yo quería ser el burro y no que lo fuesen ustedes, entonces alzaste las cejas muy sorprendida y me preguntaste que porqué ustedes serían un burro, te dije que en una ocasión mi tía me preguntó que a dónde iba, yo le dije que iríamos al mercado, me preguntó que quienes iríamos, y yo le dije que “yo y tú” y ella me dijo “y claro, el burro siempre tiene que ir por delante”, así que no, yo nunca les dejaría ir por delante… Entonces todo tu semblante cambió y me preguntaste si era por eso que siempre decía “yo y tú” y por lo que siempre quería ir delante de ustedes, yo te dije que sí, entonces me abrazaste muy fuerte y cuando te separaste de mí, limpiaste tus lágrimas, luego las mías y me dijiste: “¿sabes? Cuando sientas que la verdad fluya de tu corazón y que tienes la razón, nunca dejes que los demás te convenzan de lo contrario. Sí se dice ‘yo y tú’ y no tiene nada de malo que vayas antes de nosotras, aunque nadie lo entienda”. Sabes mami, esa es una de las mejores y más lindas lecciones de vida que aprendí de ti y la ha adoptado como filosofía de vida. Ahora entiendo que la mujer debe tener libertad pero uno de los deberes básicos de cualquier hombre es ir delante de ella cuando de protegerla se trate.