INVISIBILIDAD - A.U With Cover Page v2
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De la invisibilidad a la visibilidad
femenina en la historiografía,
presente en la obra Historia de las
mujeres ...
Andrea Uribe Barriga
Si bien existen otros trabajos actuales de esta naturaleza como los libros: De heroínas,
fundadoras y ciudadanas - Mujeres en la historia de Chile de María Gabriela Huidobro,
Mujeres -Fragmentos de una historia, compilado por Sonia Montecinos o Mujeres -
Historias chilenas del siglo XX editado por Julio Pinto, este libro en particular, del que
principalmente me referiré al trabajo en esta obra sobre el problema de la invisibilidad
femenina como sujeto histórico, resulta esencial si se quiere consolidar este campo de
investigación.
Es por tanto, uno de los pocos libros de historiografía nacional que trabajan
específicamente en esta materia, y me parece fundamental ponerlo en palestra, no solo para
construir una historia de la mujer en Chile y entender de mejor manera su relato como u
agente histórico, que si bien, estuvo marginado, fue activo, pese a sus limitaciones, si no
también, para socializar la historiografía femenina, puesto que, a mi parecer, si bien es una
obra de historia aplicada, no está dirigida exclusivamente a profesionales de la historia, si no
que puede ser ampliada fácilmente hacia cualquier lector.
El problema de la invisibilidad
En el libro, se desarrolla una interesante revisión del pensamiento de los más grandes
personajes del escenario intelectual con respecto a la situación femenina en la sociedad a
través de largos siglos de subordinación femenina.
La preocupación sobre la mujer debía perseverar en sintonía con los intereses dequien
fuese su padre, o su marido o tutor masculino, sin constituir un tema de preocupación por sí
misma. Aunque, por supuesto siempre hay una excepción confirma la regla. Un suceso
destacable del siglo XVIII es la publicación de Benito Jerónimo Feijoo en 1726, quien, en su
Defensa de las mujeres argumentaba sobre la importancia de la educación para todos los
individuos, sin fragmentaciones ni categorías de superioridad e inferioridad intelectual.
Dicho texto sostiene que las mujeres y los hombres poseen igualdad de capacidades
intelectuales asignándole a la mujer el derecho y la facultad de desarrollar talentos. Sin
embargo, esta apreciación feminista es una peculiaridad entre el pensamiento ideológico
imperante.
Se define que la Revolución francesa (1789) trajo consigo grandes expectativas con
respecto a las transformaciones de una nueva sociedad, ya que se insertaron globalmente
conceptos como libertad, igualdad, fraternidad y su vínculo con los derechos políticos, la
propiedad privada, la libertad individual y la figura del ciudadano civil y políticamente
activo. Y que, si bien la universalización de los derechos del hombre y el ciudadano se
constituye como un hito trascendental para la sistematización de la vida política, no se
constituye como un elemento realmente determinante en la inclusión femenina. La mujer
seguía excluida de la vida pública, aunque sus problemáticas adquirieron una mayor
visibilidad.
El feminismo, entendido como toda teoría o planteamiento social, político y jurídico
que tiene por objetivo evidenciar las limitaciones de la mujer y poner fin a la subordinación
masculina, mediante la obtención de una igualdad plena, surge (al menos en términos
conceptuales) en esta era de derechos. Gracias al contexto filosófico e intelectual de la
ilustración a partir del siglo XVII y XVIII se pueden adquirir nociones de derechos
fundamentales del ser humano y de igualdad. Sin embargo, la demanda de universalidad e
igualdad no se hizo realmente extensiva para toda la población, ya que se excluía a la parte
femenina. Pese a que se presentaron propuestas filosóficas que intentan materializar los
ideales ilustrados de igualdad hacia lo femenino, destacándose propuestas como la de Mary
Wollstonecraft y Condorcet, estas no fueron significativas en la práctica.
2 Ibíd., p.22
3 Ídem
De la biografía excepcional a la construcción de un ser histórico protagonista
“Las mujeres es un lugar común decirlo, han sido protagonistas de la historia desde
siempre. Ya a partir de Eva, seductora de Adán y María, madre de Jesús y redentora de la
naturaleza femenina caída, algunas mujeres destacadas han figurado en los libros de historia.
Sin embargo, el interés por un relato donde ellas interactúen con los protagonistas oficiales
de la acción humana, en su gran mayoría hombres (..) es relativamente reciente4”.
“Las reinas, las santas, las prostitutas, las heroínas en la guerra, son algunos de los
prototipos femeninos que la historiografía incorporaba, especialmente porque desde esos
roles ellas completaban la historia que los historiadores, hombres casi todos, deseaban
revelar5”. En la historiografía chilena hay claros ejemplos en cuanto a la exploración del
comportamiento transgresor. Efectivamente éste ha sido registrado en torno a la figura de
mujeres que rompieron con ciertos esquemas asociados meramente a la masculinidad. Un
caso famoso en la época colonial es el de Inés de Suarez y su acción bélica en la muerte de
los caciques rehenes del asediado Santiago de 1541. Las mujeres con participación ya sea
secundaria o primordial en los hitos históricos más significativos e inéditos han sido
resaltadas, y en la historiografía nacional chilena abundan las biografías de mujeres
extravagantes.
4 Ibid, p.13
5 bid, p.14
Cabe destacar que recién hasta la década del 70’ del siglo XX o más concretamente
hasta que en 1984 Michel Perrot se preguntara sobre si era posible realmente hablar de una
historia de las mujeres, o tras el trabajo junto a Georges Duby, entre 1987 y 1993 sobre la
primera colección de historia de las mujeres en Occidente, no se puede hablar de un
entramado histórico que les diese verdaderamente un protagonismo. Estas figuras
prominentes y paradigmáticas de la historiografía de la mujer le otorgaron gran importancia
al relato femenino, es decir, asociaron la historia de la mujer a la memoria y a la imagen
femenina, cuyo relato se escuchaba a través de las voces masculinas, bajo ese punto de vista,
es necesario hacer una distinción y dejar en claro que, lo que ha cambiado no es el estar
presente de un mundo en el que antes se estuvo ausente, si no, los modos de representar este
mundo y a los otros.
Por otro lado, la perspectiva de lo social en la historia, que pretendía estudiar una
Historia de los marginados, amplió las esferas de investigación, pero también lo hicieron las
corrientes que incorporaban el estudio de la vida íntima o privada, lo que permitió develar y
construir una nueva cosmovisión sobre el sentir y qué hacer de las mujeres en el pasado y
comprender la realidad femenina como la construcción histórica de un conjunto de
características sociales, circunstanciales y cualidades que la determinan como un ser
genérico.
Los intereses del saber histórico poseen una naturaleza cambiante. Son
transformables en el tiempo producto de los paradigmas imperantes en la sociedad en
determinadas épocas. Es así como las diferentes escuelas historiográficas han creado a través
del tiempo una forma particular de acercarse a la realidad histórica según su propio contexto.
6 Sanhueza, 2005, p. 33
Las nuevas corrientes históricas que sindicaban la importancia de develar la voz
historia de los grupos sin historia, señalaron también, a la historia de las mujeres en el grupo
de quienes han sido olvidados. Se produce una incipiente, pero cada vez más abundante
producción historiográfica sobre el tema. Este interés es -relativamente reciente- y
corresponde en gran parte a una construcción social fruto de las tendencias feministas y de
igualdad de género no muy alejadas de los tiempos actuales y a las contemporáneas
preocupaciones de la historiografía por estudiar los actores y espacios sociales antes
segregados por la historia económica, política, diplomática, religiosa o militar.
Hoy por hoy, las temáticas asociadas al rol de la mujer han alcanzado un
protagonismo activo y se han puesto en palestra como un contenido de discusión pública.
Pero este proceso de inclusión y protagonismo público no surgió en forma espontánea, ni fue
un producto inmediato de las instituciones políticas, es por cierto una construcción gradual y
sostenida que varía en cuanto al centro de atención de la investigación y a las “maneras de
hacer” historia y los cambios en la formalidad de las prácticas historiográficas. Pero, ¿cuál
fue su influjo? La integración del género a las materias de observación histórica, tiene que
ver con los cambios sustanciales en las inclinaciones ideológicas preponderantes de la
sociedad.
Las luchas feministas, han sido un gran aporte para la incorporación de la mujer en
cuanto a la realidad intelectual, lo que produjo una especie de reformulación en los enfoques
académicos. No es el objetivo de este trabajo desarrollar más ampliamente, los aportes del
feminismo, pero si es necesario afirmar que la incorporación de las mujeres como materia de
estudio historiográfico no ha sido parte de una reflexió meramente autónoma y propia de la
disciplina histórica. Si no, a mi parecer, también es parte de una lucha endémica por
conseguir la igualdad de género.
7 Beauvoir, 1959, p. 66
Para Simone, no hay ninguna circunstancia biológica ni mental que justifique la
subordinación de la mujer a través de la historia. En casi mil páginas de una investigación
integral Beauvoir hace un llamado con exitosa repercusión a romper con las ideologías que
sindican a la mujer como un ser inferior y sumiso. “Ningún destino biológico, psíquico o
económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el
conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el
castrado al que se califica de femenino8”.
“De allí que la historia de la mujer y la historia de género sean también parte
integrante de la historia social y política y que hayan convocado la reflexión de
especialistas que van desde la teoría política hasta la teología10”
8 Op. Cit, Beauvoir, p 109.
9 Huidobro, 2015, p.11
10 Op. Cit, Stuven y Fermandois, p 27.
En Chile los primeros estudios historiográficos, llegaron justamente tras las oleadas
feministas en la década del 60’, de la cual, los historiadores Stuven y Fermandois, sindican
como más trascendental la obra La mujer chilena: el aporte femenino al progreso de Chile
(1910-1960) de Felicias Klimpel.
Esta renovación generará una incipiente, pero cada vez más abundante producción
académica sobre el tema, cuyo auge de publicaciones se trasladará hasta la década del 90’,
con aportaciones desde la antropología con Sonia Montecinos y su trabajo Madres y huachos.
Alegorías del mestizaje chileno, de 1991, o los trabajos de José Bengoa en materia étnica. Y
en el campo historiográfico, se realizaron trabajos significativos en cuanto a la mujer del
mundo popular, en donde se destacan las historiadoras María Angélica Illanes y Cecilia
Salinas, por mencionar a las más reconocidas.
Comentarios finales
Si bien en esta obra, hay un intento por incluir al mundo popular, con específicamente
dos de los artículos compilados: Las voces olvidadas: Indias, mestizas, mulatas y negras de
Ximena Azúa y Las otras mujeres, madres solteras, abandonadas y viudas en Chile
Tradicional de René Salinas, cabe destacar que en todo el texto se trabaja principalmente
entre las mujeres de clase alta, como las que ingresaron al mundo religioso, educacional y
profesional, disminuyendo la perspectiva social y de los marginados de la que se hace
hincapié desde un inicio.
Si se quiere hablar de una historia de las mujeres en Chile, se debe tener en cuenta
que no solo basta con incorporar matices, si no que para hacer lo que el título sugiere debemos
incorporar una visión integradora, que permita socializar no solo una historia con perspectiva
de género, si no una historia con perspectiva social y de género. Sin embargo, el aporte de
este libro es relevante, ya que pese a que, tal como reconocen los autores, “no logra abarcar
n su amplitud el espectro de los problemas que se requiere para hacer justicia a la historia de
las mujeres en Chile (…) es un primer paso en consagrar un campo historiográfico y en dar
a conocer algunos aspectos de la vida de la mujer en la intimidad, en la sociedad y en el
mundo público11”.
Beauvoir, Simone (1949), El segundo sexo, Los hechos y los mitos. Gallimard Ediciones.
Sanhueza, Carlos (2005), El problema de mi vida: soy mujer. Viaje mujer y sociedad, en
Rafael Sagredo y Gazmuri, Cristián (Eds), Historia de la vida privada en Chile, Tomo II,
Aguilar Chilena Ediciones.
Scott, Joan W, (1993), Historia de las Mujeres, en Peter Burke, et.al, Formas de hacer
Historia. Alianza Universidad.
Stuven, Ana y Fermandois, Joaquin (2010), Historia de las mujeres en Chile, Tomo 1,
Taurus Ediciones.