Sara Gallardo Mujeres Que Rompiero El Molde

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Revista de Literaturas Modernas

Vol. 45, N° 2, jul.-dic. 2015: 157-173

REVIEW

GRUPOS AL RESCATE DE DOS MUJERES QUE


ROMPIERON EL MOLDE:
EDUARDA MANSILLA Y SARA GALLARDO
LA RECONSTRUCCIÓN, PIEZA POR PIEZA,
DESPUÉS DE UN LARGO HIATO

Groups to the rescue of two women that broke the mould:


Eduarda Mansilla and Sara Gallardo.
The reconstruction, piece by piece, after a long hiatus

María Laura PÉREZ GRAS


CONICET – U. del Salvador
[email protected]

Resumen
Tanto Eduarda Mansilla, en el siglo XIX, como Sara Gallardo, en el XX, fueron
escritoras que rompieron con los preceptos de clase y género con los que
debieron convivir en sus sociedades; sin enfrentarse a ellos abiertamente,
lograron franquear sus límites: fueron pioneras en géneros literarios, estilos,
recursos y temáticas; altamente valoradas por la mayoría de sus colegas y
lectores contemporáneos; pero, luego, olvidadas por la academia, la
industria editorial, la crítica y, en consecuencia, el público lector. La última
década es testigo de un rescate sin precedente de la obra de ambas
escritoras con el objeto de reposicionarlas en el corpus de autores clásicos
argentinos, en pos de una ampliación del canon y de una academia más
plural y memoriosa.
Este trabajo busca dar cuenta de la tarea de recuperación de los escritos
olvidados, inéditos o perdidos de estas autoras, llevada a cabo por
RESEÑA

escritores, críticos literarios y equipos de investigación, grupos de los que


tuve el gusto de formar parte en varios proyectos, o con los que estoy en
estrecho contacto. De la suma de estos esfuerzos surgieron redes de trabajo
académico que produjeron novedosas publicaciones sobre ambas autoras y
sus obras, así como también ediciones populares, especializadas o críticas
de sus escritos.
Palabras claves: grupos, rescate, mujeres, ediciones.
Abstract
Eduarda Mansilla, in the 19th century, and Sara Gallardo, in the 20th, were
female authors that broke the preconceptions of social class and gender by
which they were expected to live in their societies; without open
confrontation, they managed to avoid boundaries: they were pioneers in
some literary genres, styles, resources and themes; both highly regarded by
most of their contemporary colleagues and readers but, later, forgotten by
the Academy, the editorial industry, the critics and, thus, the public. The last
decade has witnessed an unprecedented rescue of the written work of both
authors with the aim of repositioning them in the corpus of classic Argentine
writers, to widen the cannon and help settle a more plural and less oblivious
Academy.
The purpose of this paper is to show the hard rescue work of forgotten,
unpublished or lost literary pieces written by these two authors, done by
other writers, critics, and research teams, groups which I have been part of,
or with whom I am in close contact. From the addition of all these efforts
arose all the academic work nets that brought about recent publications
about these authors and their literature, as well as popular, specialized and
critical editions of their work.
Keywords: groups, rescue, women, editions.

Eduarda Mansilla (1834-1892) fue sobrina de Juan Manuel de


Rosas, hija del héroe de la Vuelta de Obligado, Lucio Norberto
Mansilla, y hermana de Lucio V. Mansilla, el renombrado
escritor. No obstante, logró una voz propia y notoria, de audaz
independencia de ideas. Su obra fue innovadora, ecléctica y
transgresora: excedió los parámetros de su época para

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RESEÑA

experimentar en varios géneros y proponer nuevas


perspectivas sobre viejos problemas. Sin llegar a mencionar
toda su producción, podemos intentar resumir algunos de estos
logros personales. Se inició con la novela histórica Lucía
Miranda (1860), donde plantea, veinte años antes de las
Campañas de Roca, que la mejor solución a la cuestión del indio
es el mestizaje; recreó la vida de provincia y abordó el
problema del caudillismo en El médico de San Luis (1860);
inauguró con su novela Pablo ou la vie dans les Pampas (1869),
nada menos que desde Francia y en francés, el tema gauchesco
desde la perspectiva del gaucho mismo, personaje solo
parodiado por los letrados hasta ese momento; fue la primera
en dedicarse a un público infantil en nuestra literatura, en
Cuentos (1880); se abocó al relato de viaje, como muchos de
sus contemporáneos, en su libro Recuerdos de viaje (1882),
donde relata su primera estadía en los Estados Unidos durante
1860 y las reflexiones que, veinte años más tarde, esta
experiencia suscitó; cultivó el género fantástico, a la par de la
moda europea, en un volumen de cuentos y piezas publicados
con el título Creaciones (1883); escribió algunas piezas
teatrales, de las que solo se conservan Simila Similibus, que
luego fue integrada al volumen de Creaciones y representada
en 1884, y La marquesa de Altamira (1881); además, nos dejó
varias composiciones musicales, que abarcan distintos estilos
como la romanza, la balada y el bolero, con ingredientes
sudamericanos.
A su vez, Sara Gallardo (1931-1988) fue, por vía materna,
bisnieta del escritor Miguel Cané y tataranieta del general
Bartolomé Mitre. Por el lado paterno, hija del periodista e
historiador Guillermo Gallardo y nieta del biólogo y político
Ángel Gallardo. No obstante, realizó una búsqueda personal y
solitaria, por lugares, estilos y asuntos muy diversos. Se destacó
como narradora tanto por sus novelas como por sus cuentos y
relatos. Podemos reconocer dos etapas en la obra de Gallardo.
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RESEÑA

La primera, su ciclo rural, está compuesto por sus tres primeras


novelas: Enero (1958), Pantalones azules (1963), Los galgos, los
galgos (1968). La cuarta novela de Gallardo, Eisejuaz (1971),
cierra el ciclo rural y abre la ficción al espacio de la intemperie
en versiones más extremas que el campo: la selva, el monte, la
estepa, el desierto, es decir, el norte y el sur más vírgenes de
nuestro territorio, en dos novelas y un volumen de cuentos y
relatos: Eisejuaz (1971), El país del humo (1977), La rosa en el
viento (1979). También explora los límites de la literatura
fantástica en algunos cuentos de El país del humo como “El
hombre de la araucaria” o “Un secreto”. Estos espacios
contrastaban enormemente con la tendencia hacia la literatura
urbana de sus colegas contemporáneos, que consideraban la
temática rural como propia del siglo anterior. Asimismo,
Gallardo escribió literatura destinada al público infantil: cuatro
libros de cuentos, Los Dos Amigos (1974), Teo y la Tv (1974),
Las Siete Puertas (1975) y ¡Adelante la Isla! (1982).
Desde un principio, en su ficción, Gallardo se destacó de las
escritoras del momento, por no dedicarse a una literatura
intimista de tono femenino, ni siquiera a una narrativa de
evocación; por el contrario, la autora se sumergía en los
mundos más alejados posibles, como si explorar la otredad le
permitiese salir de la incomodidad que le provocaba su
mismidad y pudiera así conocerse de manera más auténtica,
probablemente sin el corsé que para ella significaba su
pertenencia a la elite económica y cultural de la sociedad
argentina. Los protagonistas de sus novelas y narraciones
breves son hombres arrojados a la intemperie del mundo rural,
selvático o patagónico, y mujeres desprotegidas o marginales,
todos alienados por la inclemencia de la naturaleza poderosa,
que los va despojando de sus cualidades humanas hasta
desgarrarlos del mundo “civilizado”. El extremo de este
desgarramiento es la voz narradora de un indio en primera
persona para la que Gallardo inventa un lenguaje, que no solo
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RESEÑA

es inigualable en su construcción, sino también en cuanto a la


profundidad psicológica que permite alcanzar. A través de esta
voz singular y primitiva, de sonoridad y sintaxis sin precedentes,
construye una identidad confundida entre la alienación, la
fantasía y el misticismo, y, a la vez, sumamente humana,
inspirada en un indio mataco de carne y hueso: Lisandro Vega,
o Eisejuaz, marginado social que la autora pudo conocer y
entrevistar en Salta para dos reportajes (1967) y una nota
titulada “La historia de Lisandro Vega” (1968), que aparecieron
en la revista porteña Confirmado, la misma para la que ella
escribió una columna semanal en la sección “Tiempo Moderno”
entre 1967 y 1972.
Justamente, otro aspecto que ambas autoras ejercieron de
forma paralela a la escritura de ficción fue el periodismo.
Eduarda Mansilla colaboró tanto en diarios como en revistas.
En ellos publicó buena parte de su ficción: su primera novela,
Lucía, apareció como folletín en 1860, y una edición posterior
ya con su título completo, Lucía Miranda, en 1882, en el diario
La Tribuna; su hermano Lucio V. Mansilla publicó Pablo o la
vida en las pampas, traducida por él mismo, en el diario La
Tribuna, en 1870, mismo año y lugar en que publicó Una
excursión a los indios ranqueles; muchos de los cuentos de
Eduarda, como “Kate” o “El ramito de romero”, aparecieron
por primera vez aislados en la prensa y luego fueron recogidos
en volúmenes, en versiones revisadas; pero también se dedicó
a la escritura de reseñas musicales y crónicas sobre
representaciones musicales del Teatro Colón en La Gaceta
Musical, cuadros de costumbres sobre bailes o tertulias, y
artículos sobre moda en El Nacional. Hacía crítica literaria y
teatral en la prensa escrita, pero también eran ella y su obra
objeto de estudio en las reseñas y críticas de otros
especialistas, lo que demuestran que Eduarda era una
personalidad muy influyente en su época y una escritora leída y
celebrada por sus contemporáneos.
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RESEÑA

Por su parte, Sara Gallardo se inició también desde muy joven


en el periodismo y colaboró con diarios de muy diversos cortes
ideológicos: Atlántida, Primera Plana, Confirmado, La Nación y
Claudia, entre otros. Sus roles fueron, asimismo, diversos:
entrevistadora, corresponsal, enviada especial, cronista,
redactora, crítica de modas y columnista semanal. No obstante,
también es entrevistada y reseñada como escritora de ficción
ya consagrada y reconocida. Al igual que Eduarda, Sara
participará de la prensa argentina aun durante los años que
vivió en Europa (desde 1977 hasta su muerte en 1988), puesto
que entonces escribía para el diario La Nación, donde
encontramos crónicas desde Barcelona, Suiza y Roma, sus tres
lugares de residencia, entre otros de paso.
A pesar de que las obras de ambas escritoras fueron leídas y
valoradas por sus contemporáneos, dejaron pronto de circular.
Esto implicó que no fueran luego reeditadas, y mucho menos
estudiadas. Creo que este silencio, un largo hiato en la crítica y
la academia respecto de sus obras, tiene más de un motivo,
pero tengo la certeza de que mucho tiene que ver con que
ambas producciones eran muy difíciles de leer y de comprender
fuera de sus contextos de época, es decir, si no se interpretaba
qué quisieron decirnos estas intelectuales singulares en
momentos de complejos cambios políticos y sociales como los
años ochenta del siglo XIX y los setenta del XX. Además, se
trataba de mujeres escritoras, de por sí una minoría poco
significativa para la crítica y la academia, pero, para colmo, eran
mujeres que no escribían “en clave femenina” y, por lo tanto,
eran mucho más difíciles de estudiar y ubicar dentro del mapa
cultural de cada época. Fueron dos escritoras que no siguieron
un modelo ni cultivaron un género determinado, ni vivieron
una vida acorde a los estándares de lo aceptable para los
grupos de elite tan expuestos social y políticamente a los que
cada una de ellas pertenecía desde la cuna. Por el contrario,

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RESEÑA

rompieron con los moldes que las limitaban, incomodaron a


otros, trasgredieron lo establecido, se cuestionaron.
A pesar de que la distancia entre las producciones de ambas
autoras es de un siglo, la reconstrucción pieza por pieza se dio,
y se está dando, en paralelo: comenzó hace relativamente poco
y sus efectos se empezaron a hacer paulatinamente visibles
hace tan solo diez años.
Esta visibilización fue posible, en gran parte, gracias a los
grupos de investigación, que son agentes permanentes de
rescates literarios. En el caso de la obra de Eduarda Mansilla,
hubo dos proyectos subvencionados por el CONICET, dirigidos
por la investigadora y escritora María Rosa Lojo, de los que
formé parte. El primero se tituló “Los hermanos Mansilla:
edición de textos inéditos u olvidados” y dio su primer fruto
maduro en 2007: la edición crítica, con introducción y notas, de
la novela Lucía Miranda (1860), de Eduarda Mansilla, dirigida
por María Rosa Lojo1, que fue publicada en la colección T.e.c.i.
(Textos y estudios coloniales y de la independencia) de la
editorial Iberoamericana-Vervuert. En una segunda etapa, Hebe
B. Molina estuvo a cargo de la edición crítica de Cuentos (1880)
y del estudio preliminar, que incluye un acercamiento a la
incipiente literatura infantil en la Argentina decimonónica. Este
volumen fue publicado por Corregidor en 2011. El segundo
proyecto estuvo exclusivamente centrado en la figura de
Eduarda y se tituló: “Eduarda Mansilla: la biografía. Redes
familiares y amicales. Los epistolarios. Los escritos dispersos.
Hacia un estudio crítico integral”, cuyo objetivo general era
“ampliar el conocimiento de la vida y obra de Eduarda Mansilla
de García (1834-1892), figura fundadora de las letras
nacionales”. De este recorrido, surgieron dos ediciones críticas
de importancia capital para contribuir con el conocimiento de

1
El equipo de investigadoras que colaboró con esta edición estaba formado por Marina
Guidotti, Hebe Molina, Claudia Pelossi, Silvia Vallejo y María Laura Pérez Gras.
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RESEÑA

su obra y revisar la posición de Eduarda en el canon literario


argentino: Creaciones (1883), a cargo de Jimena Néspolo,
quien, a través de un completo estudio preliminar, demuestra
el lugar pionero de la autora en la constitución del “gótico
fantástico rioplatense” (Corregidor, 2013), y Escritos
periodísticos completos (1860-1892): Eduarda Mansilla de
García, a cargo de Marina Guidotti (Corregidor, 2015), que
recopila todos los artículos de y sobre la autora aparecidos en
ese lapso dentro de la prensa argentina, lo cual permite seguir
paso a paso prácticamente todos los aspectos más relevantes
de su vida pública y sus repercusiones dentro del país; su
estudio preliminar también aporta sustancialmente al
conocimiento biográfico de la escritora y pone de manifiesto el
original entrelazamiento entre autobiografía y crónica que
marcan su producción periodística. Desde luego, debemos
sumar a estas ediciones críticas, los numerosos artículos de
investigación publicados durante estos años en revistas
científicas que estudian en profundidad los textos de la autora
y renuevan el debate sobre sus valores estéticos, culturales e
históricos.
En otro contexto, la investigadora María Gabriela Mizraje
reeditó por primera vez la traducción del francés al español que
realizó Lucio V. Mansilla para La Tribuna (1870) de la novela de
su hermana Pablo o la vida en las pampas y la publicó en la
colección Los Raros, de la Biblioteca Nacional (2007). Además,
le había dedicado a la autora un capítulo entero, “Eduarda
Mansilla o la familiaridad del triunfo”, en su libro Argentinas de
Rosas a Perón (1999). Por otra parte, a pesar de que había sido
reeditado por Stock Cero en 2006, en el extranjero, Recuerdos
de viaje aún esperaba su reedición en el país, y a ello se
dedicaron las audaces editoras de la Colección Las Antiguas,
dirigidas por Mariana Docampo, quienes convocaron a María
Rosa Lojo para la composición del Prólogo. El libro salió en
2011.
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RESEÑA

En el caso de Sara Gallardo, las reediciones de sus textos fueron


realizadas por otros escritores, admirados descubridores de su
obra. Uno de los pioneros en este sentido fue Ricardo Piglia,
quien incluyó la novela Eisejuaz en la colección de Clásicos
Argentinos, que dirigía junto a Osvaldo Tcherkaski: el texto se
publicó en el año 2000 con prólogo de Elena Vinelli. Pero el
paso más contundente lo dio Leopoldo Brizuela, quien editó y
prologó Narrativa breve completa, publicada por Emecé en
2004. Allí se incluyen “Enero”, “Pantalones azules”, “Historia de
los galgos”, “El país del humo” y “La rosa en el viento”. De esta
manera, Brizuela invitó a leer la ficción de Sara Gallardo a toda
una generación de escritores y lectores que prácticamente la
desconocían. Luego, en 2009, Abelardo Castillo reeditó Enero
en la colección Los Recobrados, que dirige para la editorial
Capital Intelectual y, en 2013, Martín Kohan reeditó Eisejuaz
por Cuenco del Plata.
Por otra parte, se realizaron al menos dos homenajes en
círculos académicos, uno para cada escritora, que debemos
mencionar porque evidencian la importancia que sus obras han
ido adquiriendo en los últimos años dentro del patrimonio
literario argentino. El primero de estos eventos fue la Jornada
Homenaje a Sara Gallardo (1931-1988), celebrada en 5 de
diciembre de 2008 en el Museo Roca de la Ciudad de Buenos
Aires. De lo compartido en este encuentro, surgió una
publicación única sobre la autora: Escrito en el viento: Lecturas
sobre Sara Gallardo (2013), con textos de Amícola, Laera,
Docampo, Lojo y Nora Domínguez, entre otros, junto a
impresiones de sus colegas y dos de sus hijos, Paula y
Sebastián; todos compilados por Paula Bertúa y Lucía De Leone.
El otro homenaje, a Eduarda Mansilla, se realizó en dos
jornadas, 28 y 29 de mayo de 2009, en la sala Augusto R.
Cortazar de la Biblioteca Nacional. Participaron María Rosa
Lojo, Lily Sosa de Newton, Hebe Beatriz Molina, María Gabriela
Mizraje y Néstor Tomás Auza. La segunda jornada, en el Colegio
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RESEÑA

de Escribanos, consistió en una conferencia a cargo de Juan


María Veniard, “Eduarda Mansilla y la Música”, seguida de un
concierto de piano con canciones de la autora. Asimismo, Irene
Chikiar de Bauer, anfitriona durante el encuentro, publicó un
libro titulado Eduarda Mansilla: Entre-ellos. Una escritora
argentina del siglo XIX (Biblos, 2013).
La tarea de rescate continúa en plena actividad. Así como
Marina Guidotti acaba de editar los escritos periodísticos
dispersos de Eduarda Mansilla en un aporte significativo al
estudio de los orígenes del periodismo en la Argentina, Lucía De
Leone está sacando a la luz en este mes de diciembre de 2015
las columnas periodísticas que Sara Gallardo escribió para el
semanario Confirmado, que constituyen un material
fundamental del periodismo argentino escrito de la segunda
mitad del siglo XX. Aparece por Ediciones Winograd y se titula
Macaneos: Las columnas de Confirmado (1967-1972), con
estudio introductorio, selección y notas de Lucía De Leone.
Además, con continuidad hacia el próximo año, en el contexto
de un proyecto bilateral con Italia, entre la Universidad del
Salvador y la Universitá Degli Studi Di Milano, dirigido por
María Rosa Lojo, llamado Las damas del mar: Viajeras,
emigrantes, literatas y artistas desde y hacia el cono Sur en los
siglos XIX y XX, me estoy dedicando al rescate de las crónicas
escritas por Gallardo para el diario La Nación durante la última
década de su vida, en que colaboró como corresponsal desde
Europa, con la perspectiva posterior de realizar una edición
anotada del conjunto en un volumen. En rigor, en el
mencionado proyecto de investigación sobre algunas
escritoras/artistas argentinas y sus vínculos con la cultura
italiana son objeto de estudio tanto Eduarda Mansilla como
Sara Gallardo, entre otras, puesto que también presentan ese
aspecto en común.
Por último, los trabajos de los doctorandos recorren caminos
aún no trazados por la academia. Y esta apertura del corpus
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RESEÑA

genera interesantes lecturas de textos u autores olvidados. En


particular, conozco dos tesis doctorales recientes sobre la obra
de Gallardo, aún inéditas, que muestran su mayor presencia en
el ámbito académico. La más reciente fue defendida en 2014 en
la Universidad del Salvador. Su autora, Ulda Margoth Cuevas
Aro, la tituló “Eisejuaz de Sara Gallardo: un camino de santidad
desbordado por el grotesco y una hagiografía discutida por la
inversión paródica”. Considero que el mayor aporte de este
texto es evidenciar que el recurso del grotesco y la narración
polifónica subvierten el discurso monológico de la hagiografía
en esta novela, e, indirectamente, lo hacen con todo discurso
hegemónico monocultural. De esta manera, como explica
Cuevas Aro, Sara Gallardo articula literariamente la conciencia
de los cambios socioculturales que se estaban produciendo en
la sociedad de su época. La otra tesis fue escrita por la actual
investigadora del Conicet, Lucía De Leone: “Papeles repartidos:
La diversificación de la autoría en la obra literaria y periodística
de Sara Gallardo (Argentina, siglo XX)”, dirigida por Nora
Domínguez y defendida en 2013, en la Universidad de Buenos
Aires. La propia investigadora explica que su trabajo doctoral
explora los modos cómo Gallardo utilizó simultáneamente a la
literatura y el periodismo de acuerdo con diferentes intereses y
valoraciones, distintas estrategias de figuración y exhibición
pública, según una dinámica de distanciamiento y acercamiento
entre uno y otro, de mutuos aprovechamientos materiales y
simbólicos, préstamos disciplinarios y rechazos, con el objeto
de examinar los mecanismos puestos en juego en la
construcción de una firma, un nombre y una figura de autora
en el campo literario y cultural argentinos a partir de mediados
de los años 50.
El corpus de esta investigación comprende la producción
literaria completa de Gallardo que va de 1958 a 1982, y abarca
novelas, un libro de cuentos, relatos infantiles y un apéndice
autobiográfico. Además, incluye una selección de sus textos
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RESEÑA

periodísticos más representativos, en distintos medios, desde


su debut a mediados de los 50 hasta las crónicas enviadas
desde Europa hasta su muerte, ocurrida en 1988. La elección
no es arbitraria y se sustenta en tres cuestiones fundamentales
para examinar sus colocaciones autorales periodísticas en
relación con sus apuestas en la literatura. Una serie de gestos –
la reescritura, la revisita, el desvío– que la acercan a sus
operaciones de reciclaje de las tradiciones y sus restos que
pone en juego, como se verá, en sus primeras novelas. Por
último y más allá del éxito que por sí mismas ganan sus novelas,
y a pesar de haber participado en el periodismo en diversos
medios como ya fue mencionado, sus intervenciones en
Confirmado le representan una gran repercusión entre los
lectores y la convierten en un personaje popular.
La estrecha relación entre periodismo y literatura tanto en la
obra de Sara como en la de Eduarda, punto de contacto muy
fuerte entre ambas autoras, queda plasmada en las tareas de
rescate de sus textos periodísticos que se han realizado en
estos últimos meses.
Eduarda Mansilla también colaboraba con varios diarios y
revistas de la época –La Tribuna, El Nacional, La Nación, La
Libertad, La Ondina del Plata, El Plata Ilustrado, La Gaceta
Musical, entre otros–, en el país, y desde el exterior. Además, a
la usanza decimonónica, prácticamente todas sus novelas y
cuentos se publicaron primero en la prensa, como folletín,
antes de conocer el formato libro. “El carácter versátil de la
obra periodística y literaria que Eduarda Mansilla produce
durante este período facilita su abordaje a partir de diferentes
aproximaciones dada la amplia gama de ejes temáticos en los
que incursiona”, explica Guidotti [Mansilla 2015b: 26]. “La obra
periodística de Mansilla presenta particularidades que le
identifican: una de ellas es su versatilidad, pues aborda temas
referidos a la educación, las costumbres, la religión y la moral,
la política, la literatura y, en especial, la música instrumental y
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RESEÑA

el canto lírico y popular” [58]. Esta investigadora también


estudió las tácticas utilizada por Mansilla para ocultar su
autoría y disimular su género, como los seudónimos elegidos al
comienzo de su carrera literaria y periodística –el más conocido
es “Daniel”–, con el fin de salirse de los condicionamientos [26].
Otro tanto ocurre con las variadas columnas y notas de Sara
Gallardo, quien firmaba algunas y otras no, mantenidas en un
anonimato a voces, en el que podía jugar a configurarse desde
un estilo paródico con el que se apropiaba de las frivolidades
del mundo contemporáneo para hacer radiografías sociales
plenas de humor e irreverencia. Según afirma De Leone:
Las columnas de Gallardo en Confirmado funcionan
como una plataforma refractaria por la que se filtran
temas de la época, que produjeron imaginarios sobre las
relaciones entre varones y mujeres, la vida sexual, la
vida profesional, la política, el ocio, las artes, los avances
tecnológicos, las costumbres, y tuvieron su impacto,
para moldear o cuestionar el statu quo en las
configuraciones sobre lo esperable, lo permisible, lo
aconsejable, lo repudiable en esos mismos años. Y,
como se dijo, la suya es una práctica periodística,
basada en la más plena desinformación, que se funda en
una ética y estética del macaneamiento confeso,
mediante las cuales se procesan las actualidades acaso
esperadas del discurso periodístico en lo que su
hacedora instituye como “desactualidades” [24].
En la ficción, ambas escritoras encuentran una inclinación
común por las historias cuyos protagonistas son parte de las
minorías –mujeres, indios, exsoldados, cautivas, extranjeros,
niños, animales, monstruos, objetos abandonados– porque se
sienten aliadas desde su rol de mujeres insertas en una
sociedad patriarcal, y, en especial, de mujeres escritoras, en un
medio predominantemente masculino. María Rosa Lojo recala

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RESEÑA

en algunas de estas coincidencias en su artículo “Los ‘otros’:


mujeres y aborígenes en la narrativa de Sara Gallardo”,
publicado en Escrito en el viento: Lecturas sobre Sara Gallardo,
editado justamente por Lucía De Leone y Paula Bertúa.
Tanto Mansilla como Gallardo fueron esposas de hombres muy
reconocidos: Eduarda se casó con el diplomático Manuel Rafael
García Aguirre, a quien acompañó en sus funciones por Estados
Unidos y Europa, donde llegaron a asentarse algunos años; Sara
se casó en primeras nupcias con el periodista Luis Pico Estrada
y en segundas, con el filósofo Héctor A. Murena. Otro rasgo
común fue la maternidad, que despuntó al mismo tiempo que
la creación literaria: Eduarda y Manuel tuvieron seis hijos; Sara,
tres, dos de su primer matrimonio y uno más, Sebastián, del
último. Ambas se separaron y enviudaron, Eduarda de un
mismo hombre; Sara de dos distintos, pero el duelo por
Murena la arrastró a un exilio físico y emocional del que nunca
pudo volver realmente. Cosmopolitas, viajeras, cultas,
descentradas, dúctiles y polifónicas. Cautivaron a sus
contemporáneos, pero luego fueron olvidadas, creo yo, por
prejuicios de clase y género. Ahora nos cautivan nuevamente,
desde la academia. Esperamos que los lectores accedan a las
reediciones y las redescubran también, y se deleiten con sus
creaciones, empezando por los más pequeños, tras la
recuperación de sus textos para niños, y que encuentren su
debida difusión entre las instituciones escolares y
universitarias; una tarea que aún nos convoca.
Todos estos equipos de investigación, escritores y doctorandos
parecieran estar trabajando de manera aislada en distintos
ámbitos, pero si nos detenemos en las menciones que fui
deslizando a lo largo de este artículo podremos observar con
claridad cuántas veces se repiten varios de los nombres, en
diversos roles, y cuán relacionados están los grupos y los
contextos de trabajo. En rigor, podremos observar que están
absolutamente interrelacionados y que forman una red
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RESEÑA

académica que trabaja hace ya varios años en el rescate de las


obras y las figuras de estas dos escritoras.
Un aspecto fundamental a tener en cuenta es la creación de
espacios de publicación de ediciones académicas donde los
productos de estos proyectos puedan ser una realidad tangible
y tengan la difusión adecuada. Estos mismos grupos de trabajo
también nos hemos abocado a esa tarea: las jornadas de
investigación y los homenajes dedicados a estas dos figuras
generaron interesantes publicaciones; pero también se creó en
2010 una Colección de Ediciones Académicas de Literatura
Argentina (EALA), cuya directora es María Rosa Lojo, dentro de
la Editorial Corregidor; bajo ese sello se han publicado casi
todas las ediciones críticas sobre la obra de Eduarda Mansilla
aquí mencionadas. Asimismo, las tesis doctorales sobre la obra
de Sara Gallardo están siendo evaluadas por el comité
ejecutivo, del que formo parte, y el importante referato
internacional de otra de las colecciones de Corregidor, La Vida
en las Pampas, también dirigida por Lojo. En definitiva, los
esfuerzos grupales e individuales se encuentran a la hora del
rescate textual y cultural en pos de un corpus literario más
plural y diverso.
Concluyo que, enhorabuena, estas dos escritoras y periodistas,
narradoras trasgresoras, cronistas incansables de miserias
humanas, tertulias y terruños, modas y viajes, herederas
desviadas y rebeldes de una estirpe de hombres memorables,
son eslabones perdidos y hoy recuperados de una cadena de
voces que nunca debieron ser silenciadas.

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RESEÑA

Bibliografía
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