Bolilla VII
Bolilla VII
Bolilla VII
1. Los vicios.
Los vicios de los actos jurídicos son la simulación, el fraude y la lesión, ellos se presentan en los
negocios jurídicos del art 259 y no en los hechos humanos voluntarios en general. En estos vicios o
defectos no existe merma de la voluntariedad, sino de la buena fe de su autor. Nos referimos a la
buena fe lealtad porque justamente lo que se está quebrando es el comportamiento honesto de
un sujeto.
La lesión y la simulación son causas de nulidad mientras que el fraude causa su inoponibilidad, la
lesión también autoriza al reajuste del acto.
1. El fraude.
1) En un primer sentido el fraude se utiliza como engaño y como tal, es sinónimo de dolo.
2) También se utiliza el término fraude para individualizar el fraude a la ley (art 12).
3) El fraude identifica a uno de los vicios de los actos jurídicos, el denominado fraude a los
acreedores, que el CCC regula a partir del art 338.
2. El fraude a la ley.
Denominamos actos en fraude a la ley a los negocios jurídicos aparentemente lícitos, por
realizarse al amparo de una determinada ley vigente (ley de cobertura), pero que persiguen la
obtención de un resultado análogo o equivalente al prohibido por otra norma imperativa (ley
defraudada).
El CCC lo regula en el título Preliminar art 12 in fine “Orden público. Fraude a la ley. Las
convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya observancia está
interesado el orden público. El acto respecto del cual se invoque el amparo de un texto legal, que
persiga un resultado sustancialmente análogo al prohibido por una norma imperativa, se
considera otorgado en fraude a la ley. En ese caso, el acto debe someterse a la norma imperativa
que se trata de eludir.”
- Elementos:
1) Un acto que utilice una figura o cobertura normativa que autoriza determinado acto jurídico
para perseguir un resultado análogo al prohibido en una norma de orden público.
Este acto es aparentemente lícito ya que con la utilización de una norma de cobertura valida busca
violar una norma de orden público, tratando de evitar su aplicación al caso evadiéndola por la
aplicación de otra norma.
2) Que con la cobertura de esa norma se viole una norma de orden público.
El fraude a la ley busca como resultado algo prohibido por una ley de orden público por lo tanto
viola esta ley.
- Consecuencia.
La consecuencia de la declaración del fraude a la ley va a ser la aplicación de ley de orden público
que había intentado dejar sin efecto a través de la norma de cobertura.
El patrimonio constituye la prenda común de los acreedores, lo que significa que todos los bienes
que integran el patrimonio o que se incorporen a él, responden por las deudas de su titular, por lo
que los acreedores pueden obtener la venta judicial de los mismos para cobrarse de su producido,
así los establece el principio general de que el patrimonio es la prenda común de los acreedores
establecido por el art 743 del CCC “Bienes que constituyen la garantía. Los bienes presentes y
futuros del deudor constituyen la garantía común de sus acreedores. El acreedor puede exigir la
venta judicial de los bienes del deudor, pero sólo en la medida necesaria para satisfacer su crédito.
Todos los acreedores pueden ejecutar estos bienes en posición igualitaria, excepto que exista una
causa legal de preferencia.”
Si el deudor enajena sus bienes o impide su ingreso de tal modo que su patrimonio deviene
impotente para atender esas obligaciones anteriores que pesaban sobre él, se legitima a los
acreedores para accionar en orden a la declaración de inoponibilidad de los actos que han
disminuido la solvencia patrimonial del deudor para reconstruir su patrimonio haciendo que el
negocio fraudulento resulte inoponible a algunos acreedores o a todos si se ejerce en el ámbito de
la quiebra. Es que la ley supone que ha querido defraudar a sus acreedores tratando de sacar
bienes de la garantía patrimonial o abdicando de ellos para que no ingresen y reacciona
confiriendo a estos últimos las acciones pertinentes para que el fraude no triunfe.
- Libertad patrimonial
- Concepto.
Se define el fraude a los acreedores como el que se comete a través de actos o negocios jurídicos,
validos, por regla general positivos o de actuación, unilaterales o bilaterales, destinados a enajenar
derechos o facultades o abdicarlas, en perjuicio de los acreedores ya que provocan o agravan la
insolvencia o violentan la igualdad de los mismos, teniendo conciencia de obstaculizar o impedir la
prestación debida.
Según el concepto de fraude a los acreedores, este se concreta a través de ciertos actos:
El fraude solo puede manifestarse en negocios jurídicos, nunca en simples hechos jurídicos. De
modo que si el deudor prende fuego a su auto para evitar que los acreedores se cobren de él, se
da una hipótesis de incumplimiento doloso, pero no de fraude. Pueden ser actos jurídicos
bilaterales o unilaterales.
Si el negocio es nulo, no es fraude sino otro defecto ya que no es susceptible de ser declarado
inoponible por fraude. La nulidad absorbe la inoponibilidad por ser una sanción más extensa.
Por regla general las conductas omisivas del deudor no generan la posibilidad de la acción de
inoponiblidad.
La doctrina considera que también son inoponibles a los acreedores actos que no importan salida
de los bienes del patrimonio del deudor, sino que impiden el ingreso de bienes que hubiran
enriquecido ese patrimonio.
El art 338 fundamenta esto ya que incluye entre los actos susceptibles de ser declarados
inoponibles a “las renuncias al ejercicio de derechos o facultades con los que hubiese podido
mejorar o evitado empeorar su estado de fortuna.” Por ejemplo la no aceptación de una donación
ofertada al deudor o rechazar una herencia.
No son susceptibles de ser atacados por vía de una acción revocatoria los negocios que refieran a
derechos extrapatrimoniales ni aquellos que tienen por objeto derechos patrimoniales cuyo
ejercicio sea inherente a la persona. La doctrina considera que no es revocable el acto por el cual
se renuncia a perseguir una indemnización por daño moral por ejemplo.
Debe tratarse de actos de enajenación que empobrezcan el patrimonio, o de actos que impidan su
enriquecimiento. Esto constituye un perjuicio para los acreedores, que de este modo ven
disminuida o impedida de acrecentar la garantía común. Para que tales actos sean revocables
deben causar la insolvencia del deudor o agravar la ya existente en perjuicio de los acreedores.
En nuestro derecho civil, el acto fraudulento es susceptible de ser atacado por vía de acción
revocatoria regulada por el CCC en los Arts. 338 y Ss.
Cuando el deudor es declarado en quiebra, los actos celebrados durante los que se denomina
periodo de sospecha, pueden ser impugnados por las vías previstas en la Ley de Concursos (Arts.
118 y 119) y también por la acción Pauliana del CCC (Art 120 en la Ley de Concursos).
La admisión de la acción revocatoria civil (O acción de inoponiblidad) importa declarar que el acto
es inoponible respecto del acreedor o acreedores que han intentado la acción, y en la medida de
sus créditos (deudas). De modo que el acto es válido pero inoponible frente a esos acreedores.
4. La acción de inoponibilidad.
Está regulada en el art 338 el cual establece “Declaración de inoponibilidad. Todo acreedor puede
solicitar la declaración de inoponibilidad de los actos celebrados por su deudor en fraude de sus
derechos, y de las renuncias al ejercicio de derechos o facultades con los que hubiese podido
mejorar o evitado empeorar su estado de fortuna.”
La consecuencia de esta acción no es la nulidad del acto fraudulento, sino la posibilidad de que ese
acreedor que intento y triunfo en la acción le sea inoponible el acto, que pueda hacer como si ese
acto no existiera. Por lo que el acreedor por ejemplo podría agredir aquellos bienes que han salido
fraudulentamente del patrimonio del deudor.
1) “a) Que el crédito sea de causa anterior al acto impugnado, excepto que el deudor haya actuado
con el propósito de defraudar a futuros acreedores.”
- Regla general.
El principio general es que el crédito tiene que ser de causa anterior al acto impugnado.
En principio solo está legitimado para iniciar una acción revocatoria, el acreedor cuyo crédito
(deuda) es de fecha anterior al negocio jurídico que se tacha de fraudulento, aun cuando se trate
de un acto a título gratuito. Esto se fundamenta en que el acreedor de fecha posterior, nunca ha
tenido como garantía de su acreencia, al bien/s que al momento del nacimiento del crédito ya
habían salido del patrimonio del deudor. Entonces si el deudor antes de contraer una deuda hace
actos de disposición de sus bienes en principio estos son estables.
- Excepción.
El art 339 exceptúa de este requisito, el caso en que “el deudor haya actuado con el propósito de
defraudar a futuros acreedores.” Si el crédito no es anterior al acto impugnado, ese acreedor que
intente la acción revocatoria va a tener que acreditar que había premeditación, es decir, que el
deudor como sabía que iba a contraer un crédito y que no lo iba a poder pagar, antes de contraer
ese crédito realice y planifique una serie de actos de disposición para impedir esa garantía
patrimonial. Este es un supuesto de resolución muy compleja ya que la mayoría de los acreedores
comprueba el estado de solvencia antes de dar un crédito.
Es necesario que el acto haya causado o agravado la insolvencia del deudor, lo cual hace que su
patrimonio sea impotente para atender las obligaciones que recaen sobre él.
- Insolvencia: La doctrina identifica insolvencia con desequilibrio entre activo y pasivo, de modo
que el negocio revocable es aquel que al causar la desaparición de un bien del activo, hace que el
pasivo resulte superior aquel o agrave el desequilibrio preexistente.
Si el deudor tiene muchos bienes puede disponer de estos bienes y si sigue teniendo bienes
suficientes en su patrimonio para responder a las deudas que contrajo, este no va a ser pasible de
la acción revocatoria, es requisito necesario que se haya producido o agravado la insolvencia del
deudor
3) “c) Que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido conocer que el
acto provocaba o agravaba la insolvencia.”
Esto está vinculado al principio que protege a los terceros de buena fe. Si ese acto cometido en
fraude es un acto a título gratuito no es necesaria la demostración de quien adquiere el bien
estuviera en conocimiento de esta situación. Pero si el acto es a título oneroso ese adquiriente va
a estar protegido y va a ser necesario entonces que el acreedor que intente la acción revocatoria
acredite que ese adquiriente se encontraba en conocimiento de que ese acto provocaba o
agravaba la insolvencia del deudor, es decir, su mala fe.
En los negocios a título gratuito es claro el detrimento que sufre el patrimonio del deudor, por lo
cual si ese negocio produce la insolvencia o agrava la ya existente, nada más debe probarse para
que proceda la acción revocatoria esta situación. No es necesario probar la mala fe del
adquiriente.
El art 967 establece “Contratos a título oneroso y a título gratuito. Los contratos son a título
oneroso cuando las ventajas que procuran a una de las partes les son concedidas por una
prestación que ella ha hecho o se obliga a hacer a la otra. Son a título gratuito cuando aseguran a
uno o a otro de los contratantes alguna ventaja, independiente de toda prestación a su cargo.”
Legitimados para intentar la acción.
El art 338 le atribuye la acción a todos los acreedores. La legitimación debe ser reconocida a todo
aquel que tenga una expectativa patrimonial a hacer valer sobre el patrimonio del deudor, por ello
están legitimados los acreedores condicionales y a plazo, siempre que el crédito tenga causa
anterior al acto impugnado.
- Generalmente los acreedores que van a intentar la acción revocatoria son los acreedores
quirografarios.
- Los acreedores privilegiados o los que tienen garantía real habitualmente no van a necesitar
hacerlo porque ya tienen un bien del cual cobrarse que es el bien sobre el que recae el privilegio o
bien sobre el que recae la garantía real. Lo que no obsta que en algunos casos puedan realizar la
acción de inoponibilidad igual en el caso de que el bien hipotecado por ejemplo no alcance para
responder al crédito y todos sus componentes causándole un perjuicio.
El art 340 primera parte establece “Efectos frente a terceros. Deber de indemnizar. El fraude no
puede oponerse a los acreedores del adquirente que de buena fe hayan ejecutado los bienes
comprendidos en el acto.”
La segunda parte del art 340 establece “La acción del acreedor contra el subadquirente de los
derechos obtenidos por el acto impugnado sólo procede si adquirió por título gratuito, o si es
cómplice en el fraude; la complicidad se presume si, al momento de contratar, conocía el estado
de insolvencia.”
En principio si el acto impugnado es bilateral, la acción ha de intentarse contra ambas partes del
negocio jurídico, por lo que se constituye un Litis consorcio pasivo necesario.
Para que proceda la acción contra un subadquiriente, vuelve a distinguirse entre negocio gratuito
y oneroso pero la ley se refiere aquí al acto celebrado entre el tercero y el subadquiriente.
Si el negocio transmisivo al subadquiriente es a título gratuito, para que la acción triunfe basta que
se reúnan los recaudos de admisión contra el adquiriente que contrato directamente con el
deudor.
“El subadquirente de mala fe y quien contrató de mala fe con el deudor responden solidariamente
por los daños causados al acreedor que ejerció la acción, si los derechos se transmitieron a un
adquirente de buena fe y a título oneroso, o de otro modo se perdieron para el acreedor. El que
contrató de buena fe y a título gratuito con el deudor, responde en la medida de su
enriquecimiento.”
El art 1935 establece “Adquisición de frutos o productos según la buena o mala fe. La buena fe del
poseedor debe existir en cada hecho de percepción de frutos; y la buena o mala fe del que sucede
en la posesión de la cosa se juzga sólo con relación al sucesor y no por la buena o mala fe de su
antecesor, sea la sucesión universal o particular.
El poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los naturales devengados no percibidos.
El de mala fe debe restituir los percibidos y los que por su culpa deja de percibir. Sea de buena o
mala fe, debe restituir los productos que haya obtenido de la cosa.
Si la restitución en especie fuese imposible, por haber pasado los bienes a un subadquiriente de
buena fe, respecto del cual no prosperase la acción de inoponibilidad, el que contrato de mala fe
con el deudor debe indemnizar a los acreedores por los daños y perjuicios sufridos por esto. El
subadquirente de mala fe y quien contrató de mala fe con el deudor responden solidariamente
por los daños causados al acreedor.
Extinción de la acción.
El art 341 dispone “Extinción de la acción. Cesa la acción de los acreedores si el adquirente de los
bienes transmitidos por el deudor los desinteresa o da garantía suficiente.”
La forma de oponerse que tienen los adquirientes y los subadquirientes a esa acción de
inoponibilidad es dar garantía suficiente para el cobro del crédito del deudor y de ese modo puede
impedir la acción.
La acción revocatoria no persigue la declaración de nulidad del acto, el cual es válido aunque
inoponible frente a los acreedores que ejercen la acción. De modo que el interés de los
acreedores se limita al monto de sus acreencias, asegurado este no tiene fundamento continuar
con la acción.
Extensión de la inoponibilidad.
Podrán enajenar forzadamente el bien o los bienes comprendidos en la acción, para hacer
efectivas sus acreencias y si hubiere algún saldo pertenecerá al tercero que ha contratado con el
deudor, ya que entre ellos el acto sigue siendo válido y eficaz.
Prescripción de la acción.
El art 2562 establece “Plazo de prescripción de dos años. Prescriben a los dos años: f) El pedido de
declaración de inoponibilidad nacido del fraude.”
1. La simulación.
El CCC no define a la simulación, el art 333 del CCC lo que realiza es una caracterización de la
simulación a través de ejemplos de esta pero no la define ni da sus características explícitamente.
El art 333 establece “Caracterización. La simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter
jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son
sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten derechos a
personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o transmiten.”
La simulación se manifiesta por una discordancia entre lo efectivamente querido por las partes del
negocio y lo declarado por ellas.
2) Un acuerdo entre las partes que precede la celebración del acto y sirve de causa a esa
contradicción.
La discordancia entre lo querido y lo manifestado es querida por las partes y acordada por ellas.
3) El ánimo de engaño.
De este ánimo de engaño puede resultar o no un perjuicio a terceros o una violación a la ley.
Definición doctrinaria.
De los elementos se puede concluir definir a la simulación como el defecto de buena fe del acto
jurídico consistente en la discordancia consciente y acordada entre la voluntad real y la declarada
por los otorgantes del acto, efectuada con ánimo de engañar, de donde puede resultar o no, lesión
al orden normativo o a los terceros ajenos al acto.
La simulación y su clasificación.
Hay distintos tipos de clasificación de la simulación:
El art 334 del CCC establece “Simulación lícita e ilícita. La simulación ilícita o que perjudica a un
tercero provoca la nulidad del acto ostensible. Si el acto simulado encubre otro real, éste es
plenamente eficaz si concurren los requisitos propios de su categoría y no es ilícito ni perjudica a
un tercero. Las mismas disposiciones rigen en el caso de cláusulas simuladas.”
- Es ilícita la simulación que persigue una finalidad ilícita o perjudica a un tercero. (Ej. Una
simulación que pretende eludir impuestos, sacar un bien del patrimonio para perjudicar al
acreedor, etc.)
- Es lícita una simulación cuando no persigue una finalidad ilícita ni perjudica a terceros. (Ej. Si para
administrar un bien por mí prolongada ausencia transmito la propiedad del mismo a un amigo).
- Los terceros perjudicas van a tener una acción para plantear la nulidad del acto simulado tanto si
la simulación es lícita como ilícita.
- Las partes del acto simulado no van a tener acción entre sí, si la acción es ilícita. Las partes solo
pueden demandarse recíprocamente por nulidad del acto aparente si la simulación es lícita.
- Simulación absoluta: El acto ostensible no oculta un acto real, el acto es pura y total apariencia
no hay nada de real en él.
- Simulación relativa: Se presenta cuando debajo del acto ostensible existe otro acto diferente que
es el realmente querido.
Dependiendo el tipo de simulación que sea una vez declarada la nulidad del acto simulado los
efectos va a ser distintos:
En la simulación absoluta declarada la nulidad del acto simulado, este se cae y vuelve a aparecer
en la superficie la verdadera realidad de los hechos.
En la simulación relativa una vez declarada la nulidad del acto simulado, este acto ostensible cae
pero el acto oculto y real queda como válido si este es licito y reúne todos los requisitos para ser
tal. Así lo dispone el art 334 “Si el acto simulado encubre otro real, éste es plenamente eficaz si
concurren los requisitos propios de su categoría y no es ilícito ni perjudica a un tercero.”
Para el CCC los efectos de la acción es la nulidad relativa, una sanción legal que priva los efectos
propios del acto, con carácter erga omnes, siempre en protección de un interés particular.
-Tesis del acto inexistente.
Para parte de la doctrina los efectos de la acción debería ser la declaración de inexistencia del
acto, puesto que al faltar la voluntad de cumplir con los términos del acto simulado, la ineficacia
del mismo lo hace inexistente.
2. La acción de simulación.
La acción de simulación puede ejercerse tanto por terceros ajenos al acto que se ven perjudicados
por él, como por las partes del acto simulado, que pueden pretender la declaración de simulado
del acto viciado y la eficacia del negocio oculto. Pero hay que realizar una distinción entre estos
supuestos ya que requieren diferentes requisitos para su procedencia y prueba.
La acción de simulación entre las parte del negocio ha de entablarse cuando alguna de ellas
pretende hacerse fuerte en la apariencia creada. Conforme al art 335 la acción de simulación entre
las partes del negocio no es admitida a no ser que la simulación fuere lícita.
El art 335 establece en su primera parte “Acción entre las partes. Contradocumento. Los que
otorgan un acto simulado ilícito o que perjudica a terceros no pueden ejercer acción alguna el uno
contra el otro sobre la simulación, excepto que las partes no puedan obtener beneficio alguno de
las resultas del ejercicio de la acción de simulación.”
Por ejemplo si para administrar un bien por mí prolongada ausencia transmito la propiedad del
mismo a un amigo, y cuando vuelvo le pido que me restituya ese bien, y este me dice que el bien
es de su propiedad.
La otra parte puede reclamar la acción de simulación para hacer cesar ese negocio simulado y
reestablecer la verdadera realidad de los hechos.
- Prueba de la simulación.
Cuando se otorga un negocio simulado es común que las partes declaren la realidad subyacente
en otro instrumento, al que se denomina “contradocumento”. Generalmente la prueba de la
simulación se hace a través del mismo.
1) Debe ser otorgado por las partes del negocio o el beneficiario de la simulación.
3) Debe tener simultaneidad intelectual con el acto. Da cuenta de que las partes han querido crear
ese contradocumento de manera contemporánea a la celebración del acto simulado, no es
necesario que este suscripto el mismo día y a la misma hora que el acto simulado.
El art 335 en su segunda parte establece “La simulación alegada por las partes debe probarse
mediante el respectivo contradocumento. Puede prescindirse de él, cuando la parte justifica las
razones por las cuales no existe o no puede ser presentado y median circunstancias que hacen
inequívoca la simulación.”
El art 335 exige la presentación del contradocumento a no ser que la parte justifique las razones
por las cuales no existe o no puede ser presentado y existen circunstancias que hacen inequívoca a
la simulación, esto es excepcional.
Quien acciona por simulación, sin contradocumento, debe primero acreditar que se encuentra en
alguna de las situaciones en que se justifica la no exhibición del mismo (imposibilidad moral de
exhibirlo, destrucción o perdida de aquel, ser víctima del acto simulado, etc.). Para la prueba de
este extremo, puede recurrirse a cualquier medio de prueba.
- Carga de la prueba.
En principio recae sobre quien invoca la simulación. En los casos de acción de simulación se aplican
las “cargas dinámicas”, es decir, se exige que la parte demandada no permanezca en silencio
esperando que el actor pruebe la simulación, sino que también debe aportar medidas de prueba
que hagan a la defensa de la bondad del acto si es que la parte demandada insiste en que el acto
no es simulado y que es en realidad un acto verdadero. Se exige una actividad probatoria por
parte de ambas partes.
- Valoración de la prueba.
En caso de duda ha de estarse a la sinceridad del acto, lo que resulta aplicable tanto a la acción
entre partes del acto y a la ejercida por terceros.
Se identifica bajo la denominación causa simulandi las razones que las partes pudieron tener para
simular un negocio jurídico. La causa simulandi no es un requisito de la simulación, por lo que su
prueba no se constituye en un recaudo de procedencia de la acción de simulación.
Es un elemento revelador de significativa importancia, cual es la razón que hayan tenido las partes
para otorgar el acto simulado ayudara a tener certeza de la existencia de la simulación.
- Legitimación activa.
Quien es ajeno al acto simulado, pero sufre de alguna manera sus efectos, está legitimado para
demandar la nulidad del mismo, el art 336 establece “Acción de terceros. Los terceros cuyos
derechos o intereses legítimos son afectados por el acto simulado pueden demandar su nulidad.
Pueden acreditar la simulación por cualquier medio de prueba.” Legitima a todos aquellos terceros
cuyos derechos o intereses legítimos son afectados por el acto simulado.
Ese derecho puede ser actual o eventual, bastando con que el acto impugnado entrañe un peligro
de hacer perder un derecho o de no poder utilizar una facultad legal.
Los acreedores a fecha posterior al acto pueden cuestionarlo por simulación, circunstancias que
diferencia a la acción de simulación de la acción de inoponibilidad del fraude.
- Legitimación pasiva.
En los juicios de simulación resulta obligatorio constituir un litisconsorcio con todos aquellos que
hayan participado del negocio atacado.
A veces no es sabido si el acto es simulado o fraudulento. Por ello la acción de simulación puede
acumularse a la acción de inoponibilidad, y la prueba dirá si el acto era real y fraudulento, o
simulado, produciéndose en cada supuesto los efectos previstos para uno u otro. Incluso el síndico
de la quiebra que ejerce la acción revocatoria puede acumular ambas acciones.
Es obvio que los terceros no están alcanzados por la exigencia del contradocumento, dado que
este está destinado normalmente a quedar en secreto y es conocido solo por las partes del acto
simulado. Los terceros no han de poder presentar una prueba directa de simulación.
El CCC establece en el art 336 que los terceros “Pueden acreditar la simulación por cualquier
medio de prueba.”
La relación existentes entre las personas otorgantes del negocio, vinculada generalmente a otras
presunciones y a una causa simulandi permite tener por acreditada la falsedad del negocio. Se ha
aplicado para anular por simuladas enajenaciones hechas a los padres o hermanos, o aun
consanguíneo y afines.
La jurisprudencia ha hecho jugar esta presunción también cuando las partes son convivientes, o el
acto se ha realizado con alguno de sus parientes.
El negocio se presume simulado cuando el vendedor enajena aquello que es su principal o única
fuente de recursos o todos sus bienes, o diversos bienes por un precio único.
El precio vil ligado a la amistad, parentesco, inexistencia de pago efectivo, escasa capacidad del
adquiriente, resulta una presunción significativa.
La falta de pago del precio, o la indicación de haber sido pagado antes, es también una presunción
de simulación.
Se refieren generalmente a la no ejecución del acto. (Ej. Cuando el vendedor continua en posesión
del objeto enajenado).
Pueden incluirse las presunciones derivadas de la falta de capacidad económica de las partes para
el negocio de que se trate. Muchas veces se trata de ocultar esta falta de capacidad económica del
comprador con la apariencia de movimientos de fondos bancarios, la gestación de préstamos, la
utilización de sociedades extranjeras. En nuestra jurisprudencia impositiva, se ha declarado la
presunción de simulación de créditos tomados de sociedades constituidas en paraísos fiscales,
considerándolos “autopréstamos”.Estos criterios pueden ser aplicados fuera de los temas
impositivos.
Aquí entra en juego el factor tempus. Como cuando una de las partes enajena bienes antes de la
inminencia de un divorcio, o antes de un embargo conociendo el juicio ejecutivo. A veces aquí se
encuentran presunciones de fraude. También la liberalidad (donación) encubierta hecha poco
antes de la muerte. Zannoni dice que el no contestar una demanda o abandonar un proceso son
presunciones de simulación o fraude.
E) Otras presunciones.
- La falta de necesidad del negocio: Mientras la causa simulandi intenta probar porque se simula,
la necesidad debe demostrar para que se contrató, el fracaso de esta explicación genera la
presunción de simulación.
- El exceso de formas o abuso de solemnidades en aquellos casos en que la ley no las exige.
Inclusive el exceso de precauciones. (“Excusatio non pedita acusatio manifiesta”, que quiere decir
“la excusa no pedida, cargos manifiesta”)
- La valoración de la prueba.
Tratándose de acción de simulación entablada por terceros, la apreciación de la prueba indiciaria
es materia reservada a la apreciación judicial.
Las pruebas han de ser valoradas en su conjunto, y tomando en consideración las circunstancias
anteriores, concomitantes y posteriores del caso, ya que las presunciones deben ser graves,
precisas y concordantes para contribuir a la prueba. Hechos que aislados no prueban circunstancia
alguna, ligados y vinculados con otros adquieren valor probatorio y hacen desaparecer la duda,
creando una fuerte presunción de simulación.
Prescripción de la acción.
La prescripción opera en el plazo de 2 años, que se computan de manera diferente según se trate
de acción ejercida por alguna de las partes o por terceros:
- En la simulación entre las partes, los 2 años se cuentan desde que, requerida una de ellas, se
negó a dejar sin efecto el acto simulado. Esto está establecido en el art 2563 del CCC Inc. B
“Cómputo del plazo de dos años. En la acción de declaración de nulidad relativa, de revisión y de
inoponibilidad de actos jurídicos, el plazo se cuenta: b) En la simulación entre partes, desde que,
requerida una de ellas, se negó a dejar sin efecto el acto simulado.”
- En la simulación ejercida por un tercero, los 2 años se cuentan desde que conoció o pudo
conocer el vicio del acto jurídico, así lo establece el art 2563 Inc. C “ c) En la simulación ejercida
por tercero, desde que conoció o pudo conocer el vicio del acto jurídico.”
3. La declaración de la simulación.
El CCC considera a la simulación como un vicio que acarrea la nulidad del acto jurídico aparente
(art 344).
Si el acto real fuese perjudicial para los derechos de un tercero o contrario a la ley, también será
nulificado o se causaran otros efectos jurídicos tendientes a restablecer la juricidad de la situación.
Todos los terceros se benefician con la declaración del acto simulado. Esta es un diferencia
esencial con la acción revocatoria dirigida contra el acto fraudulento ya que en ese caso la
declaración de inoponibilidad solo benéfica al acreedor que ha ejercido la acción.
- El caso de los acreedores del adquiriente.
El art 337 en su primera parte establece “Efectos frente a terceros. Deber de indemnizar. La
simulación no puede oponerse a los acreedores del adquirente simulado que de buena fe hayan
ejecutado los bienes comprendidos en el acto.”
El CCC protege a los acreedores del adquiriente simulado que hayan ejecutado ese bien adquirido
simuladamente. En ese caso la simulación no puede hacerse valer frente a los acreedores de
buena fe, con lo cual estos percibirán sus créditos del producido de la venta forzada de la cosa.
En la segunda parte del art 337 se dispone “La acción del acreedor contra el subadquirente de los
derechos obtenidos por el acto impugnado sólo procede si adquirió por título gratuito, o si es
cómplice en la simulación.”
El acreedor puede demandar a todos los de la cadena de transmisiones para tratar de recuperar el
bien para el patrimonio de su deudor, pero la acción solo procederá contra los subadquirientes si
estos han recibido la cosa a título gratuito o son cómplices de la simulación.
El subadquiriente de buena fe y a título oneroso queda protegido por la acción en base al principio
de buena fe.
El art 337 in fine establece “El subadquirente de mala fe y quien contrató de mala fe con el deudor
responden solidariamente por los daños causados al acreedor que ejerció la acción, si los derechos
se transmitieron a un adquirente de buena fe y a título oneroso, o de otro modo se perdieron para
el acreedor. El que contrató de buena fe y a título gratuito con el deudor, responde en la medida
de su enriquecimiento.”
1. La lesión.
- Antecedentes.
La lesión es una institución que tiene sus orígenes en el Derecho Romano en el cual existía la
posibilidad de privar de efectos, es decir decretar la nulidad de una contrato bilateral, conmutativo
y oneroso en el que hubiere una notoria desproporción de las prestaciones que en este sistema
jurídico se establecía un quantum que era una desproporción mayor al cincuenta por ciento.
Es el daño en un contrato a título oneroso que deriva del hecho de no recibir el equivalente de lo
que se da.
- Clases.
1) La lesión objetiva.
La lesión objetiva es el vicio del acto jurídico que se expresa a través de la mera inequivalencia
entre lo que se da y lo que se recibe. Basta que haya una evidente desproporción de las
prestaciones para producir la nulidad del acto o dar lugar a la acción de readecuación.
2) Lesión subjetiva.
Se la conoce como lesión subjetiva por comodidad pero en realidad es objetiva-subjetiva. Además
de requerir la acreditación de la desproporción de las prestaciones se va a exigir una serie de
elementos subjetivos que tienen que ver con el aprovechamiento por parte de uno de los
contratantes de una situación de inferioridad en que se encuentra el otro.
Naturaleza jurídica.
En el derecho argentino es tratada como vicio de los actos jurídicos fundado en un defecto de la
buena fe lealtad, desde una postura de lesión subjetiva.
A) Teoría de la imprevisión.
La Teoría de la imprevisión permite plantear la readecuación de las prestaciones en un contrato
conmutativo y bilateral pero cuando estas se han tornado excesivamente desproporcionadas por
causas que no son originarias del acto. El defecto no está presente desde el momento de la
celebración del acto, sino que en el momento que se celebró eran proporcionadas las prestaciones
pero luego por circunstancias extraordinarias se tornaron desproporcionadas.
El enriquecimiento sin causa se produce cuando existe un beneficio de una parte con relación a
otra que se empobrece y no hay una justificación para esta circunstancia, no siendo necesario que
se acrediten los elementos subjetivos. El enriquecimiento sin causa puede darse en cualquier
hecho o acto jurídico, bilateral o unilateral.
En la lesión subjetiva es esencial acreditar los elementos subjetivos, la lesión solo se presenta en
los actos jurídicos bilaterales onerosos.
C) Estado de necesidad.
La lesión subjetiva es un vicio del acto jurídico que es invocado por quien es lesionado, la persona
que padeció el daño y siempre se produce en un acto jurídico bilateral oneroso.
2. Régimen legal.
La lesión subjetiva es regulada en el CCC por un único artículo el cual es el art 332 que establece
“Lesión. Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de las
partes explotando la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio
de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de notable
desproporción de las prestaciones.
Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el
momento de la demanda.
El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del convenio, pero la
primera de estas acciones se debe transformar en acción de reajuste si éste es ofrecido por el
demandado al contestar la demanda.
Es claro que la lesión no puede estar presente en los actos unilaterales ya que no hay una
prestación a cargo de otro sujeto y por lo tanto no es posible la desproporción. Lo mismo sucede
en los actos bilaterales a título gratuito donde las prestaciones están a cargo de una sola de las
partes.
Más complejo resulta determinar si los contratos aleatorios pueden ser alcanzados por la
institución.
En principio, el alea excluye la lesión, pues la desproporción seria consecuencia de aquella. Sin
embargo entendemos que la lesión es invocable ante un contrato aleatorio cuando la
desproporción resulta ajena a la alea propia del contrato y por supuesto, medien los elementos
subjetivos de la víctima y del beneficiario del negocio viciado.
El elemento objetivo.
El elemento objetivo del acto consiste en la existencia de una “una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificación.”
Una mínima variación en el precio de una cosa que se podría tal vez haber adquirido por un precio
menor no es suficiente para alegar el vicio de lesión.
La ley exige que esa ventaja patrimonial desproporcionada no tenga justificación, esto es la falta
de causa suficiente que explique satisfactoriamente la desproporción de las prestaciones. (Por
ejemplo yo puedo venderlo a un empleado mío con el que estoy extremadamente agradecida por
los servicios prestados durante 20 años, un terreno a un precio menor que si se lo hubiese vendido
a un desconocido y lo hago por agradecimiento a su labor. En este caso hay una desproporción en
las prestaciones pero tiene justificación.
El CCC establece en el art 332 “Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la
desproporción debe subsistir en el momento de la demanda.”
Esta ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación tiene que estar
presente tanto al momento de la celebración del acto como al momento de dictarse sentencia, es
decir, debe subsistir al momento de la demanda.
Puede ocurrir que una ventaja patrimonial al momento de la celebración del acto se subsane con
el transcurso del tiempo. Por ejemplo puedo haber comprado un inmueble a un precio mucho
mayor al que correspondía por mi inexperiencia en este tipo de negocios de la cual el vendedor se
aprovechó. Y que luego con el tiempo el inmueble se revalorice aumentando su valor subsanando
esa desproporción de prestaciones, por lo cual no subsistiría la ventaja patrimonial en el momento
de la demanda.
El art también establece “Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en
caso de notable desproporción de las prestaciones.”
El art 332 se refiere a “la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra”. Va a ser
necesario acreditar que la víctima se encontraba en un estado de inferioridad vinculado a la
necesidad, debilidad psíquica o a la inexperiencia.
- Carácter de la enunciación.
A) Entre los que afirman el carácter enunciativo de la enumeración se encuentra Borda, quien
expresa que lo esencial es el aprovechamiento de la inferioridad cualquiera sea su causa, debiendo
incluirse el aprovechamiento de la debilidad mental, la toxicomanía, la ebriedad consuetudinaria y
la prodigalidad. El Proyecto de 1998 proponía ampliar considerablemente la enunciación de los
estados subjetivos de la víctima del acto lesivo.
B) Todas las causales que dan lugar a la nulidad se interpretan de manera estricta por lo cual no es
posible expandir estos supuestos de situación de inferioridad a otros casos que no sean uno de los
tres casos enumerados taxativamente por el art 332.
- Necesidad.
Normalmente la situación de necesidad será de carácter económico, aunque nada impide que
pueda considerarse que hay necesidad cuando se contrata estando en peligro la vida, la salud, el
honor y la libertad.
Las personas jurídicas pueden hallarse en una situación de necesidad y también los comerciantes,
aunque en este caso la necesidad se refiere a la falta de elementos indispensables para la vida del
comercio, pero no al dinero que se precise para ampliaciones o nuevas especulaciones.
- Debilidad psíquica.
Los sujetos comprendidos son aquellos que se encuentran en una situación patológica de
debilidad mental, que requiere la acreditación de esa situación diagnosticada.
- Inexperiencia.
La doctrina judicial afirmo que inexperiencia quiere significar la falta de conocimientos que se
adquieren con el uso y la práctica. Por ello, en esta línea de ideas se ha sostenido que esa situación
de inferioridad se verifica, generalmente, en actos realizados por personas de escasa cultura o
corta edad. Pero también en actos complejos realizados por personas de escasa formación
académica, técnica, se puede dar por razones de cultura o idiomáticas.
La prueba de la lesión.
La prueba del elemento objetivo es esencial para que prospere la acción de revisión fundada en la
lesión. La jurisprudencia ha señalado la inconducencia de la merituación de la prueba de los
elementos subjetivos si no se encuentra probada la inequivalencia de las prestaciones.
En cuanto a la valoración de la prueba del elemento objetivo los tribunales sostienen que no es
necesario que la desproporción alcance una dimensión matemáticamente determinada, sino que,
por el contrario, habrán de preponderarse las circunstancias del caso y los factores subjetivos de la
víctima.
El art 332 establece “Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso
de notable desproporción de las prestaciones.”
2) Rivera: Critica esta opinión, afirmando que quien pretenda lograr la anulación o el reajuste de
un acto que dice lesivo (victima), deberá acreditar dos elementos:
Se produce una inversión en la carga de la prueba donde el que debe demostrar la justificación de
la desproporción de las prestaciones es el lesionante que sostiene que el acto es válido.
El art 332 en su cuarto párrafo establece “El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un
reajuste equitativo del convenio…” La víctima del acto lesivo dispone de dos acciones para evitar
los efectos del acto lesivo:
1) La acción de nulidad.
La sentencia que considere que se produjo la lesión subjetiva lo que va a hacer es reajustar esas
prestaciones para restablecer el principio de buena fe lealtad que estuvo quebrado. El demandado
no puede oponer la nulidad porque él no es titular de esa acción.
El art 332 establece “El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo
del convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en acción de reajuste si éste
es ofrecido por el demandado al contestar la demanda.”
Ante una acción de nulidad por parte de la víctima existe una acción a favor del lesionante. Si la
victima demanda por nulidad al momento de contestar la demanda el lesionante puede ofrecer el
reajusto. En tal supuesto la acción se va a transformar en acción de reajuste.
Esto se da por el principio de conservación del acto jurídico por el cual teniendo las dos opciones
de nulificar el acto o corregir sus defectos para subsistencia, hay que estar a favor de su
subsitencia.
En cuanto a la oportunidad para ofrecerlo, se ha resuelto que el demandado por nulidad fundada
en la lesión, que no ofreció ajustar las prestaciones al contestar la demanda no puede hacerlo
después. Tampoco es procedente el reajuste de oficio.
El ofrecimiento debe ser concreto, entre ciertos números mínimos y máximos, sin perjuicio de la
libertad del juez para fijar el monto del mismo.
- Titulares de la acción.
El art 332 en su último párrafo establece “Sólo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la
acción.”
La acción no es transmisible por actos entre vivos, ya que es contrario a la idea de justicia que
alguien lucre con la explotación que el lesionado sufrió. Esta prohibición se extiende a los
acreedores de la víctima.
- Renunciabilidad de la acción.
No es viable la renuncia realizada coetáneamente con el acto (en el mismo momento) ya que el
estado de inferioridad que origina la lesión se comunica al acto de renuncia, viciándolo también.
La renuncia debe ser posterior al acto y siempre que haya cesado la situación de inferioridad.
El acto lesivo es de nulidad relativa y por lo tanto es confirmable (Puede ser confirmado como
válido el acto por el accionante de la nulidad después de haber desaparecido la causa de nulidad).
La confirmación puede ser expresa o tácita, pero para que ello opere debe haber desaparecido la
situación de inferioridad de la víctima.
El mero cumplimiento del acto no implica confirmación tacita y todo lo entregado puede ser
objeto de repetición posterior, como consecuencia de la obligación de restitución que genera la
acción de nulidad.
- Prescripción de la acción.
El art 2563 Inc. E establece “Cómputo del plazo de dos años. En la acción de declaración de nulidad
relativa, de revisión y de inoponibilidad de actos jurídicos, el plazo se cuenta: e) En la lesión, desde
la fecha en que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida.”
La prescripción de la acción se produce a los dos años computados desde la fecha en que la
obligación del lesionado debía ser cumplida.