El Italiano y Su Doctrina Legal
El Italiano y Su Doctrina Legal
El Italiano y Su Doctrina Legal
El acto administrativo como expresión directa del Derecho Público se deriva de la evolución
de sistemas jurídicos autoritarios donde los monarcas modificaban las situaciones subjetivas
de los súbditos ejerciendo su poder de imperio dejando casi de lado el interés colectivo.
Según la doctrina patria el acto administrativo puede definirse como toda manifestación de
voluntad de carácter general o particular emanada de los órganos y entes del estado en
ejercicio de una potestad administrativa , legislativa o jurisdiccional, asimismo se considera
como tal la declaración de voluntad de los órganos Poder Legislativo y Judicial en ejercicio de
funciones administrativas, incluso legislativas para el último poder.
El objetivo primordial consiste en identificar los distintos aportes que efectuaron las escuelas
europeas a la concepción del derecho administrativo nacional como hoy es conocido, así como
conocer aquellos aspectos ajenos a nuestro ordenamiento que resulten interesantes a los
fines de sopesar esos modelos jurídicos primigenios con el sistema legislativo nacional como
base para la consecución de los fines del estado a través de la actividad administrativa.
Ley 16-24 de agosto de 1790, estableció que “las funciones judiciales son y continuarán
siendo separadas de las funciones administrativas. Los jueces no podrán, bajo pena de
prevaricato, inmiscuirse de ninguna manera en las operaciones de los cuerpos administrativos,
ni citar ante ellos los funcionarios de la administración por razón de sus funciones".
(http://www.zur2.com/fcjp/112/cosimina.htm)
En ese mismo sentido la ley del 16 Fructidor, año III, prohibió a los tribunales conocer los
actos de la administración de cualquier especie que ellos fueren. Sin embargo, esta
prohibición tenía graves consecuencias, ya que la Administración no tendría un juez que
juzgara su conducta, y los gobernados no tenían una autoridad ante la cual pudiesen dirigir
peticiones en caso de que la Administración actuase ilegalmente. Ante esta situación se
estableció la institución de la administración-juez, según la cual, las reclamaciones contra la
Administración eran resueltas por ella misma. Fue así como, mediante la Constitución de
1799, obra de Napoleón, se creó el Consejo de Estado como una imitación, en algunos
aspectos al antiguo Consejo del Rey, distinguiéndose entre sus funciones el de consulta,
contenciosas y de casación, además, de preparar los proyectos de decisiones que debía tomar
el Jefe de Estado. De igual forma, se crearon en los departamentos los Consejos de
Prefectura con la función de asesorar al prefecto en la misma forma que el Consejo de Estado
lo hacía respecto del Jefe de Estado.
Ahora bien, en materia de conflictos administrativos se presentaba el fenómeno de la "justicia
retenida", en el sentido que si bien los organismos asesores estudiaban el caso y proponían la
solución, el jefe del ejecutivo "retenía" el poder de tomar propiamente esa decisión. En
efecto, con el fin de separar la asesoría en materia de conflictos de todos los demás aspectos,
se creó dentro del Consejo de Estado una comisión contenciosa, encargada de centralizar
todos los asuntos contenciosos que eran presentados al Consejo de Estado. Siendo así, y a
pesar de que la justicia administrativa seguía retenida en manos del jefe del ejecutivo,
empezó a considerarse que en la práctica quien administraba justicia era el Consejo de
Estado, ya que el Jefe de Estado sólo se limitaba a firmar las soluciones a los conflictos que
éste le proponía. Ese auge del Consejo de Estado trajo como consecuencia que mediante Ley
del 24 de mayo de 1872, se le reconociera carácter jurisdiccional y se instalara el sistema de
justicia delegada. Con la justicia delegada ya no era el jefe del ejecutivo quien tomaba las
decisiones, sino que ellas correspondían directamente al Consejo de Estado, haciéndolo "en
nombre del pueblo". Igualmente, en ese momento se creó el Tribunal de Conflictos, con el fin
de resolver las dudas que se presentaran referidas a la competencia entre los tribunales
comunes y los tribunales administrativos, es decir, se creó claramente el sistema de la
"dualidad de jurisdicciones". Así las cosas, y a partir de la separación de los poderes del
estado y el advenimiento de un conjunto de normas diferentes que regula la actividad de la
administración con los particulares, se da origen a la noción de acto administrativo.
Siendo así, la primera definición doctrinaria de acto administrativo surge, bajo el famoso
Repertorio del jurista MERLIN, como “… una resolución, una decisión de la autoridad
administrativa, o una acción, un hecho de la administración que tiene relación con sus
funciones” (Vid.http://www.usa.edu.co/postgrados/material_derecho_administrativo/
Colomb3.doc)
Manifiesta que la originalidad del régimen administrativo francés es que la idea de servicio se
haya unido al poder ejecutivo, manteniéndose cerrada por el principio de la separación de
poderes. Casi al final de su existencia Hauriou afirma que el régimen administrativo, francés
tiene dos nociones fundamentales: primero, el servicio público como la obra a realizar por
parte de la Administración pública y segundo, el poder público como medio de realización.
“A comienzos del siglo XVI, en el naciente Estado policía, el ius politae concedió al príncipe el
derecho y la obligación de obviar con su autoridad los peligros sobre la vida y el bienestar de
los ciudadanos, con lo cual se empezó a otorgar un poder absoluto al príncipe, pues los
nuevos fines del Estado autorizaron al príncipe a intervenir en la vida de los ciudadanos,
intervención que en sus orígenes no tenía, en principio, ninguna limitación legal.”
Para remediar tal situación se desarrolló la Doctrina del Fisco, la cual se destacó por el
intento de lograr la protección jurídica para el súbdito frente a los actos soberanos de la
autoridad. En resumen, dicha doctrina implicó el sometimiento de la administración a ley
común y a la jurisdicción ordinaria.
Algunos de los tratadistas del Derecho Administrativo Alemán son los siguientes:
Este doctrinario expresa que el gobierno comprendía la actividad total del Estado y motivado
a la evolución de éste, la legislación, la administración y la justicia se han ido separando de
su eje central.
En este sentido, la primera en separarse es la justicia, la cual esta definida como la actividad
del estado y mediante el poder público se mantiene el orden jurídico, esta actividad
pertenece a los tribunales encargados de la aplicación del derecho civil y del derecho penal.
Igualmente expresa que la justicia no sólo está sometida a la jurisdicción propiamente dicha
sino también a la jurisdicción voluntaria.
La legislación se separa con la formación del derecho Constitucional. Afirma Mayer que existe
una distinción entre la ley formal y ley material. La primera que es la forma Constitucional la
cual es destinada a producir la regla del derecho y, por tanto, servirá para la generalidad de
los actos. La ley material en cambio se reconoce por la forma de emisión del acto, por cuanto
poseen características del acto administrativo; entre éstos se destacan los Reglamentos y las
Ordenanzas.
En este orden de ideas, las Ordenanzas se definen como actos de la administración, las cuales
se encuentran distinguidas de la ley formal. El Estado absoluto y la ciencia política de la
época se reservan el término de ley para la autoridad suprema del Estado; así, las ordenanzas
comprenden las disposiciones de carácter general decretadas por los órganos delegados por el
Monarca, lo cual no se cumplía en un sentido estricto, no obstante cuando se cumplía, la ley y
las ordenanzas coincidían por el simple hecho de proceder de órganos que gozaban de
competencia tanto legislativa como ejecutiva.
Conforme a esta doctrina el Estado puede manifestarse cuando crea reglas abstractas que
necesitan de una actividad que las haga realizar o cuando actúa de manera inmediata y
directa sobre los problemas que le competen, de acuerdo con las normas abstractas o dentro
de los límites que las mismas establecen.
Asimismo, esta teoría expresa que desarrolla tres funciones materiales del Estado:
1. La Legislación, la cual establece normas jurídicas abstractas que regulan una pluralidad
cosas.
2. La jurisdicción determina en casos individuales el derecho incierto o cuestionado.
3. La Administración, es la que resuelve problemas concretos de acuerdo a normas jurídicas o
dentro de los límites de ésta. Se indica además que la administración es la actividad del
Estado y por tanto, queda separada de la legislación y la justicia.
Las funciones formales son ejercidas por los órganos legislativos, judiciales y administrativos,
pero las funciones materiales no se corresponden con los mismos órganos. Así la
administración, en sentido formal tiene una potestad reglamentaria de la cual participa en la
legislación material. Los órganos legislativos no se limitan a la función legislativa, sino que
además participan en ciertos actos administrativos realizados en forma de ley, además de
actividades y funciones administrativas que acompañan a la legislación en sentido material.
Igualmente, los tribunales ordinarios ejercen funciones administrativas, por ejemplo:
registros.
Basa su Doctrina en una diferencia con respecto a las respectivas distancias a la Constitución,
reconoce que ésta es el fundamento de toda la actividad estatal, tanto de la legislación como
de la administración, la diferencia entre ambas es que la Constitución representa para la
legislación un fundamento inmediato, mientras que para la administración es mediato y a
través de la legislación.
Expresaba que la división tripartita de “poderes” del Estado se reduce a dos campos de
funciones jurídicas dependientes de la Constitución:
• La Legislación que es la ejecución de la Constitución.
• La ejecución que se refiere a la ejecución de la Legislación.
Merkl entiende como administración lo siguiente:
“... la suma de funciones estadales... que pueden ser condicionadas por la forma de precepto
jurídico que se llama instrucción, incluidas también aquellas funciones que no pueden ser
condicionadas por las instrucciones, las que corresponden los órganos que sólo poseen el
derecho y no el deber respecto a esas instrucciones.”
• Actos Jurídicos, en los que se destacan las ordenanzas, disposiciones y cualquier tipo de
contratos en los que el Estado sea el contratante.
• Meros Actos, en los que se destacan el ejercicio de la coacción por parte de los cuerpos
policiales, como detenciones.
• Actos Constitutivos: son aquellos actos que, en virtud del poder legal de las autoridades
competentes, crean nuevas relaciones jurídicas se modifican o las extinguen.
• Actos Declarativos: se entienden por aquellos que regulan relaciones concretas de la vida
subsumiéndolas en forma obligatoria, a la manera judicial bajo una norma jurídica
determinada, fijándose así autoritariamente las relaciones jurídicas.
Los primeros pasos en el desarrollo de la ciencia del Derecho Administrativo en Italia fueron
aportados por Gian Domenico Romagnosi quien no llegó a formar una escuela como tal y
permaneció como un pensador aislado. Posteriormente vinieron los aportes de autores como
G. Manna, F. Persico, De Gioannis Gianquinto, L. Meucci, G. Mantellini, los cuales sin
embargo tampoco lograron edificar una escuela de la disciplina jurídica administrativa.
Narra Rodríguez Rodríguez que los orígenes del derecho administrativo en este país, según
trata la doctrina, está demarcada por una evolución del sistema normativo de la
administración pública. En este sentido, es contundente Alessi en afirmar que “el sistema de
normas obligatorias para la administración, reguladoras del ejercicio de la función
administrativa y que constituyen una garantía para los intereses y los derechos de los súbditos
que puedan ser lesionados por el ejercicio de la citada función” nace con la formación del
reino. Para el efecto señala que el Estado italiano se formó por la cohesión de las otras
regiones italianas al Reino de Piamonte (reino que lideró la reunificación italiana convirtiendo
a Vittorio Emmanuele II en rey de Italia en 1862.), de tal forma que los orígenes del
ordenamiento administrativo italiano se encuentran en el ordenamiento sardo-piamontés, el
cual, a su vez, surgió gradual y profundamente influido por el ordenamiento francés de la
época napoleónica y posnapoleónica, aun después de la restauración. Finalmente, en el nuevo
Reino se extendió a otras provincias parte de la legislación piamontesa, pero también se
promulgaron nuevas leyes, entre las cuales se destaca la Ley 2248 de 20 de marzo de 1865,
denominada “Ley sobre la unificación administrativa del Reino”, con sus respectivos anexos
que contenían las leyes fundamentales del Estado, la ley provincial y municipal, la ley sobre
seguridad pública, la de sanidad, la del Consejo de Estado, la de lo contencioso
administrativo y la de obras públicas.
Cammeo acepta y señala que las funciones del Estado son esencialmente tres: la legislativa,
la judicial y la administrativa. En este sentido define la función administrativa como la
actividad del Estado en el ejercicio de la cual provee, en los casos concretos, al logro de los
fines del mismo Estado.
Por su parte concluye Ranelletti que el acto administrativo puede concebirse en un sentido
material y en un sentido formal, lo define entonces como: “toda declaración de voluntad, de
juicio, ciencia etc, de un órgano del Estado (legislativo, jurisdiccional, administrativo) que
contiene un acto de administración, esto es, desarrollo de la actividad de administración. Tal
puede ser una ley (aprobación del presupuesto), los actos de nombramiento de los empleados
de las Cámaras; o también un acto de la autoridad judicial ordinaria en la actividad de
jurisdicción voluntaria y un acto de un órgano administrativo, cuya actividad es de su
competencia normal. Todo lo cual representa el significado material del acto administrativo.
Romano por otro lado asevera que los actos estrictamente administrativos consisten en una
“declaración de voluntad o de ciencia de la autoridad administrativa que tenga o produzcan
efectos para determinadas relaciones o situaciones jurídicas, tanto internas como externas en
la que esté interesada la administración pública.”
Las tendencias de Zanobinni, citado por Pérez Luciani, todavía se inclinaban a las doctrinas
germánicas sobre la división de poderes y de funciones del Estado, el apego a construcciones
de marcado sabor privatístico, acepta como concepto de acto administrativo “cualquier
declaración de voluntad de deseo, de conocimiento o de juicio realizada por un sujeto de la
administración pública en el ejercicio de una potestad administrativa.” Como se había
mencionado mantiene su influencia del derecho privado, particularmente en el desarrollo de
los llamados elementos del acto administrativo que se resumen en el sujeto, el objeto,
voluntad, el contenido y la forma.
Sandulli precisa que quedan fuera de la noción de acto administrativo el emanado de órganos
extraños a la Administración, a pesar de que su contenido responda a una naturaleza
substancialmente administrativa al igual que los emanados del aparato administrativo del
Estado o de otros entes públicos que desarrollen actividades de derecho privado. Tampoco
reúnen la condición de actos administrativos aquellas actividades materiales cumplidas por
las autoridades administrativas, fuera del ejercicio de una potestad administrativa.
Lo cual puede ser interpretado como: el proveimiento administrativo, [término propuesto por
algunos autores alemanes y acogido por los italianos para denominar al acto mediante el cual
la autoridad administrativa en tutela del interés colectivo ejerce su potestad incidiendo en
las intereses subjetivos del particular] es una actuación directa del principio institucional del
acto formal, esto es, del principio que tiene la función de regular las relaciones autoridad-
libertad. En consecuencia, los proveimientos administrativos responden, todos, a los
principios de legalidad y nominatividad (tipificidad).
Doctrina Italiana
La Finalidad y El Interés Público
Desde la génesis del Derecho Administrativo italiano, en la primera mitad del siglo
XIX, los conceptos de Administración y Derecho Administrativo se califican por su
finalidad.
Los autores italianos señalan como propósitos de la administración, la satisfacción de
los intereses públicos y la conservación del Derecho. Finalidad e interés públicos son,
según observa entre nosotros el profesor Antonio Moles Caubet, las notas dominantes
en el Derecho administrativo en Italia. En opinión de Orlando, la Administración es la
actividad del Estado para realizar sus fines. Un autor más moderno, Guido Zanobini,
define la administración como la actividad practica que el Estado desarrolla para atender
de manera inmediata, los intereses públicos que toma a su cargo para el cumplimiento
de sus fines
En dicha definición se afirma que, con la administración, el Estado satisface los
intereses públicos de un modo inmediato, lo que no puede decirse de la legislación ni la
jurisdicción.
Como consecuencia del carácter de inmediatividad ya señalado, la administración
es calificada de actividad practica por cuanto añade el elemento psíquico de la voluntad,
el elemento material de la actividad practica, de la que obra efectos en la realidad
exterior. Por otra parte expresa Zanobini, que son caracteres propios de la
administración, aunque no esenciales, y, por lo tanto, no se comprende en la definición,
los siguientes:
El carácter concreto, La espontaneidad y la discrecionalidad. El carácter concreto de la
actividad administrativa se contrapone especialmente el carácter abstracto de la función
legislativa, pues el acto administrativo debe atender a casos particulares y determinados,
adaptándose a las diversas situaciones de hecho. En cambio la espontaneidad, distingue
a la administración de la función jurisdiccional, pues el juez no puede, en ningún caso,
dar lugar a que se inicie un juicio por iniciativa propia; el proceso se inicia siempre a
requerimiento de voluntad. La legislación y la administración, en cambio, son funciones
que entran en ejercicio por determinación espontanea de los órganos
respectivos. Respecto a la discrecionalidad, según Zanobini, es típica de la función
administrativa, e indica una limitada libertad de elección y decisión al tomar medidas
propias en determinada función.
En tanto que en el ejercicio de la función legislativa la libertad mencionada es
amplísima, por el contrario, en la función jurisdiccional esa libertad falta por completo,
ya que el juez no cumple un acto propio de voluntad, sino que se limita a aplicar la
voluntad de la ley en el caso concreto.
Massimo Severo Giannini, profesor de Derecho Administrativo en la Universidad de
Roma, y el más famoso de los administrativistas de Italia, explica que en tiempos
recientes se ha formado un amplio consenso sobre la definición de la función
administrativa, como aquella que tiene por objeto el cuidado de los intereses públicos.
El profesor Giannini rechaza esta definición, pues a su juicio, la actividad del cuidado
concreto de los intereses públicos se distribuye entre los poderes. Alega que en Italia,
como en otros países, el poder legislativo hace las leyes, y las leyes pueden ser, no solo
generales, sino también individuales y concretas; y mas compleja aun y heterogénea es
la actividad del cuidado concreto de los intereses públicos confiada al poder judicial.