Cuento No Hay Sitio en El Bosque
Cuento No Hay Sitio en El Bosque
Cuento No Hay Sitio en El Bosque
Tropezó primero con una planta pequeña, que crecía en un claro donde un
árbol se había quebrado y los rayos del sol se filtraban desde arriba para tocar
sus hojas verdes. El escarabajo pardo y pequeño pregunto mansamente, “Por
favor, ¿hay sitio en este bosque para mí?” “No”, dijo la planta, “porque con mis
hojas verdes produzco alimento para los demás en este bosque. Hay
demasiados ya que me comen, y otros se los comen a ellos. “Está bien”, dijo el
escarabajo. “Yo no puedo comerte por qué no tengo partes con que mascar y
chupar.”
Después se topo con una chicharra grande y verde que se colgaba de una hoja.
“Por favor” dijo el escarabajo, “¿hay sitio para mí?” “No”, dijo la chicharra. “Yo
me protejo de ser comido por los pájaros e insectos disfrazándome a una hoja.
Si hubiera demasiado de nosotros que parecieran hojas, ya no podríamos
escaparnos de nuestros depredadores. “Está bien” dijo el escarabajo. “De todas
maneras no soy verde y tengo más aspecto de semilla que de hoja.”
Entonces el escarabajo se acerco a una planta más alta con flores hermosas de
color anaranjado brillante. “Por favor, ¿hay sitio en este bosque para mí?” “No”
dijo la planta alta, “A través de los años he desarrollado una savia venenosa
para no ser comida por insectos como tú. Solo proporciono néctar de mis flores
dulces a los colibríes y a las abejas, que me polinizan.” “Está bien” dijo el
escarabajo. “Yo no como plantas y no tengo el pico largo de un colibrí ni la
fuerza para volar de una abeja.”
Vio que no había sitio para él en el suelo y aunque no trepaba bien, empezó
lentamente a ascender el árbol. Aquí encontró un nido de comején “Por favor”
dijo el escarabajo “¿hay sitio aquí para mí?” “No”, dijo el comején, a menos que
puedas comer madera muerta. No permitimos que otros animales vivan con
nosotros con excepción del protozoario que vive en nuestro propio cuerpo y que
nos ayuda a digerir la madera. Nuestros soldados con sus mandíbulas grandes
y curvas nos cuidan. Solo el oso hormiguero, con sus garras fuertes y su
lengua larga y pegajosa puede penetrar nuestro nido. “Está bien” dijo el
escarabajo. “Yo no masco madera y seguramente no quiero ser comido por un
depredador, como el oso hormiguero.
Más alto en el tronco, tropezó con un tucán que comía frutas con su pico grande
de colores y su lengua parecida a un cepillo “¿hay sitio aquí para mí?” Dijo el
escarabajo “No” dijo el tucán, “porque yo como insectos y frutas. Hay mucho
peligro aquí. Yo mismo puedo ser comido por otros. El halcón grande y gris con
sus alas rápidas, con garras largas y curvas y pico agudo en forma de gancho,
me puede utilizar para darle de comer a su prole.” “Pues yo soy nada más que
un escarabajo pequeño y pardo, el halcón no tendrá interés en mi”. “Pues tenga
cuidado del papamoscas” avisó el tucán. “Pero ¿qué comeré entonces y donde
viviré?”.
“Espera un momento” dijo la lombriz. “¿Has pensado vivir debajo del suelo?
Para los ojos de algunos soy muy insignificante pues me arrastro debajo del
suelo, pero tengo un papel muy importante que muchos en el bosque no lo
logran reconocer. Yo reduzco el despojos de plantas y animales una vez que
hayan muerto, en sustancias nutritivas que vuelven a ser parte del suelo. Tú
puedes ayudar. Todos nosotros aquí abajo, el milpiés, los hongos, las
bacterias, somos responsables de continuar la vida en el bosque junto con el
sol claro está. Pocos animales nos comen, ya que estamos enterrados la mayor
parte del tiempo. Y en cuanto a ti, que no tienes el cuerpo de lombriz, ni el
pequeño y tamaño de una bacteria, eres pequeño y plano y tienes el color
pardo como las hojas muertas. Tu podrías esconderte fácilmente entre ellas sin
que se quejaran.”
“Todo lo que una vez existió, para que vuelva a existir”, contestó la lombriz.