Cuento No Hay Sitio en El Bosque

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NO HAY SITIO EN EL BOSQUE (autor desconocido)

Era de madrugada. El sol se levantó como una pelota grande de color


anaranjado y convirtió la copa del bosque en un mar de oro, pocos de sus rayos
llegaban al suelo del bosque. Pero aun aquí en las sombras, el bosque
ensombrecido se despertaba. Nunca dormía en realidad porque muchos
animales nocturnos tenían su hogar también ahí. El bosque estaba lleno de
vida, vida de muchos tipos, formas y colores. Cada planta y animal ocupaban
su propio nicho según sus adaptaciones, el alimento y el abrigo alcanzaba para
todos.

En el amanecer de este día, un escarabajo pardo, plano, pequeño, ordinario, y


no muy distinguido entró en el bosque buscando un sitio para vivir.

Tropezó primero con una planta pequeña, que crecía en un claro donde un
árbol se había quebrado y los rayos del sol se filtraban desde arriba para tocar
sus hojas verdes. El escarabajo pardo y pequeño pregunto mansamente, “Por
favor, ¿hay sitio en este bosque para mí?” “No”, dijo la planta, “porque con mis
hojas verdes produzco alimento para los demás en este bosque. Hay
demasiados ya que me comen, y otros se los comen a ellos. “Está bien”, dijo el
escarabajo. “Yo no puedo comerte por qué no tengo partes con que mascar y
chupar.”

Después se topo con una chicharra grande y verde que se colgaba de una hoja.
“Por favor” dijo el escarabajo, “¿hay sitio para mí?” “No”, dijo la chicharra. “Yo
me protejo de ser comido por los pájaros e insectos disfrazándome a una hoja.
Si hubiera demasiado de nosotros que parecieran hojas, ya no podríamos
escaparnos de nuestros depredadores. “Está bien” dijo el escarabajo. “De todas
maneras no soy verde y tengo más aspecto de semilla que de hoja.”
Entonces el escarabajo se acerco a una planta más alta con flores hermosas de
color anaranjado brillante. “Por favor, ¿hay sitio en este bosque para mí?” “No”
dijo la planta alta, “A través de los años he desarrollado una savia venenosa
para no ser comida por insectos como tú. Solo proporciono néctar de mis flores
dulces a los colibríes y a las abejas, que me polinizan.” “Está bien” dijo el
escarabajo. “Yo no como plantas y no tengo el pico largo de un colibrí ni la
fuerza para volar de una abeja.”

El pequeño escarabajo se paseo por una enredadera leñosa y grande. Pidió,


“Por favor, “¿hay sitio aquí para mí?” “He trabajado mucho para trepar a este
árbol”, dijo la enredadera, “Mis raíces están en el suelo, y mi tallo se sostiene
de los zarcillos para subir en busca de la luz del sol por encima de las copas de
los árboles, ya hay demasiadas hormigas que me emplean como sendero para
llevar abajo las hojas del árbol.” “Comprendo” dijo el escarabajo “Yo no soy
hormiga, no tengo partes en la boca para cortar y mascar trocitos de hoja y
tampoco puedo llevarlas encima de la cabeza en un largo viaje hasta el nido
que esta abajo en el suelo. Además, no trepo muy bien.”

Vio que no había sitio para él en el suelo y aunque no trepaba bien, empezó
lentamente a ascender el árbol. Aquí encontró un nido de comején “Por favor”
dijo el escarabajo “¿hay sitio aquí para mí?” “No”, dijo el comején, a menos que
puedas comer madera muerta. No permitimos que otros animales vivan con
nosotros con excepción del protozoario que vive en nuestro propio cuerpo y que
nos ayuda a digerir la madera. Nuestros soldados con sus mandíbulas grandes
y curvas nos cuidan. Solo el oso hormiguero, con sus garras fuertes y su
lengua larga y pegajosa puede penetrar nuestro nido. “Está bien” dijo el
escarabajo. “Yo no masco madera y seguramente no quiero ser comido por un
depredador, como el oso hormiguero.

Más alto en el tronco, tropezó con un tucán que comía frutas con su pico grande
de colores y su lengua parecida a un cepillo “¿hay sitio aquí para mí?” Dijo el
escarabajo “No” dijo el tucán, “porque yo como insectos y frutas. Hay mucho
peligro aquí. Yo mismo puedo ser comido por otros. El halcón grande y gris con
sus alas rápidas, con garras largas y curvas y pico agudo en forma de gancho,
me puede utilizar para darle de comer a su prole.” “Pues yo soy nada más que
un escarabajo pequeño y pardo, el halcón no tendrá interés en mi”. “Pues tenga
cuidado del papamoscas” avisó el tucán. “Pero ¿qué comeré entonces y donde
viviré?”.

La ramita en que se sentaba se sacudió cuando un mono araña salto de la


rama de arriba. “Por favor” inquirió el escarabajo pardo “¿hay sitio aquí para
mí?” “Tú estas en la cumbre del bosque”, dijo el mono, “aquí hay luz del sol,
frutas y hojas en abundancia. Lo único que tienes que hacer es viajar de árbol
en árbol para hallarlos, llevando con usted, claro está, la fruta. Ya que de esa
manera se dispersa la semilla y crecerá más alimento.” “Yo no puedo
columpiarme por los árboles y ni siquiera puedo saltar muy lejos” dijo el
escarabajo tímidamente, “y ciertamente no podría llevar frutas a ningún sitio.”
“Pues tal vez podría comer la pulpa y las semillas como los loros” sugirió el
mono. “No tengo un pico fuerte con que quebrarlos” dijo el escarabajo. El mono
se columpio por las ramas para escaparse del jaguar que se acercaba. El
escarabajo le pregunto al gato que viajaba a través de largas distancias en el
bosque en busca de presa, si había sitio para un escarabajo pequeño como él.
“Yo tengo suficientes problemas para encontrar los monos, dantas y otros
animales para alimentarme.” “No podría cazar una danta y usted no podía
comer un escarabajo; los dos tendríamos nuestro propio sitio.”

Pero desanimado, el escarabajo empezó a bajar del árbol. En el camino se topó


con una culebra larga, flaca y verde. “Tal vez ¿hay sitio aquí para mí? Pregunto
el escarabajo. “Una culebra puede ir a casi cualquier sitio y comer muchas
cosas como un carnívoro con la excepción de plantas” contesto el reptil.
“Quizás podría encontrar algún nicho especial. Pero aun así tu cuerpo no
es largo y flaco, ni tiene escamas y músculos para ayudarte a gatear, trepar,
nadar y buscar madriguera.”

El escarabajo llego al suelo, muy triste, y en ese momento llego un grupo de


pájaros hormigueros. “Ven a juntarse con nosotros” le invitaron los pájaros,
“Nosotros seguimos las colonias de hormigas y nos alimentamos de los
insectos que causan problemas a los árboles.” “No soy muy ligero para poder
viajar con rapidez” dijo el escarabajo, “y además puede que me coman por
equivocación.
Ahora más triste, el escarabajo pardo y pequeño empezó a salir del bosque,
tenía tantas ganas de vivir allí.

“Espera un momento” dijo la lombriz. “¿Has pensado vivir debajo del suelo?
Para los ojos de algunos soy muy insignificante pues me arrastro debajo del
suelo, pero tengo un papel muy importante que muchos en el bosque no lo
logran reconocer. Yo reduzco el despojos de plantas y animales una vez que
hayan muerto, en sustancias nutritivas que vuelven a ser parte del suelo. Tú
puedes ayudar. Todos nosotros aquí abajo, el milpiés, los hongos, las
bacterias, somos responsables de continuar la vida en el bosque junto con el
sol claro está. Pocos animales nos comen, ya que estamos enterrados la mayor
parte del tiempo. Y en cuanto a ti, que no tienes el cuerpo de lombriz, ni el
pequeño y tamaño de una bacteria, eres pequeño y plano y tienes el color
pardo como las hojas muertas. Tu podrías esconderte fácilmente entre ellas sin
que se quejaran.”

El escarabajo pequeño empezó a sonreír. “Pero, ¿qué cómo?”

“Todo lo que una vez existió, para que vuelva a existir”, contestó la lombriz.

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