Microorganismos en Control Biologico
Microorganismos en Control Biologico
Microorganismos en Control Biologico
INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los problemas fitosanitarios son causados por hongos, insectos y virus, quienes
colonizan diversas partes de la planta, provocando desde la disminución de la calidad del
producto y hasta la pérdida total de la planta. El control de plagas y enfermedades depende, en
gran parte, de la aplicación de productos químicos. Sin embargo, el uso indiscriminado de estos,
ha ocasionado severos problemas de contaminación ambiental y genera- do la selección de
organismos altamente resistentes. Es por estas dos razones que se requieren nuevas estrategias
para el control de plagas y enfermedades. La utilización de microorganismos en el control
biológico de plagas y de enfermedades es una alternativa atractiva.
DESARROLLO
Los productos agrícolas, a lo largo del ciclo que va del productor al consumidor, ven mermada su
calidad y por lo tanto su comercialización, debido a factores climáticos, ataques de plagas
(artrópodos, roedores y malezas) y patógenos (microorganismos causantes de enfermedades)
durante las etapas de pre y post-cosecha. Estos factores ocasionan daños durante el crecimiento y
maduración en campo y durante el manejo que va de la cosecha hasta su exposición en el anaquel
en el punto de venta. Todos estos factores determinan el éxito o fracaso económico del productor
y, finalmente, el precio de venta al consumidor.
Entre todos estos factores, las pérdidas de productos agrícolas relacionadas con el ataque de
plagas y enfermedades durante las etapas de pre y post-cosecha son considerables. Las plagas y
enfermedades son un problema que inició con la agricultura misma, debido a que se destinan
grandes extensiones de tierra a un solo cultivo, modificando el equilibrio ecológico natural.
Durante milenios el hombre combatió insectos y otras plagas con métodos manuales y
herramientas naturales. Así, por ejemplo, en el México precolombino la rotación de cultivos
promovía la diversidad ecológica del ecosistema, limitando el predominio de plagas y
enfermedades derivado del monocultivo. Asimismo, el control ejercido por otros elementos vivos
(enemigos naturales) de los ecosistemas tuvo un papel muy importante para minimizar el daño
por plagas y enfermedades. En la agricultura comercial contemporánea, el combate de plagas y
enfermedades sigue siendo una cuestión muy importante.
Los plaguicidas y agentes químicos antimicrobianos adquirieron un papel preponderante en la
protección de cultivos contra plagas y enfermedades debidos en gran parte al fuerte apoyo que
recibió la investigación y desarrollo de la industria agroquímica. Sin embargo, el empleo intensivo
de productos químicos ha tenido efectos negativos sobre el ambiente y la calidad de vida de las
poblaciones humanas. Su eficacia puede ser de corta duración, ya que pueden tener el efecto de
seleccionar poblaciones de plagas y patógenos resistentes. Asimismo, estos productos se pueden
acumular en los alimentos, suelos y aguas si no se respetan las dosis, intervalos de seguridad y los
productos aprobados para un cultivo, lo cual ocurre con gran frecuencia. Por otra parte, estos
productos afectan también a los enemigos naturales de los organismos nocivos, causándoles la
muerte o reduciendo las poblaciones de especies que les sirven de alimento.
El llamado manejo integrado de plagas es un conjunto de técnicas de control que son eficaces
desde el punto de vista biológico (por ejemplo inhibitorio, antibiótico), ecológico y económico;
posibilita y resalta el empleo de elementos naturales para regular poblaciones de plagas o
patógenos por debajo del nivel de daño que sería económicamente aceptable. Una de las
herramientas del manejo integrado de plagas es el control biológico, que aunque data de los
principios de la agricultura, se formalizó como disciplina a principios del siglo XX y que ha
adquirido nuevamente relevancia por la preocupación de la preservación del ambiente y la
inocuidad alimentaria.
El control biológico es el uso de organismos (o de sus metabolitos o subproductos) que son
enemigos naturales de una plaga o patógeno, con el fin de reducir o eliminar sus efectos dañinos
en las plantas o sus productos. De manera similar al uso de gatos para controlar poblaciones de
ratones o el uso de bacterias benéficas (como los lactobacilos) para preservar alimentos o
prevenir infecciones gastrointestinales, el control biológico de plagas y patógenos ha sido utilizado
en la agricultura de manera empírica desde sus inicios. Recientemente, la aplicación de la
ingeniería genética para mejorar la resistencia de cultivos a plagas o patógenos ha abierto un
sinfín de posibilidades para el control biológico.
El caso de los plaguicidas biológicos es el más estudiado: se comercializan varios productos de este
tipo desde la década de los setenta. Destacan los ejemplos de Bacillus thuringiensis y de hongos
que atacan insectos (entomopatógenos).
Las cepas de Trichoderma son consideradas como de los más efectivos biofungicidas ya que
pueden antagonizar un amplio espectro de hongos fitopatógenos gracias a la producción de
enzimas líticas que degradan las pare-des celulares del patógeno provocando su muerte.
Los microorganismos (hongos o bacterias) empleados en el biocontrol de fitopatógenos son
generalmente aislados a partir del suelo o de la planta.
Sin embargo, no todos los aislamientos presentan características óptimas para ser usados en
biocontrol. De manera general, la estrategia utilizada para el aislamiento de cepas con potencial
como entomopatógenos es la recolección de muestras de plantas sanas (raíces, tallo u hojas)
provenientes de campos infectados con el fitopatógeno que se desea controlar. La lógica de esta
estrategia reside en que aquellas plantas que resisten en cierta medida el ataque de la
enfermedad en un campo donde la productividad se vio sensiblemente disminuida pueden deber
su resistencia a la presencia de microorganismos antagonistas de la misma.
Una vez que el fitopatólogo ha aislado en el laboratorio los microorganismos recuperados de las
muestras, es necesario evaluar su eficacia como antagonistas del patógeno por medio de
bioensayos in vitro. Estos bioensayos consisten en confrontar al patógeno con el posible
antagonista con el fin de evaluar su potencial para inhibir el crecimiento o inclusive causar la
muerte del patógeno. Posteriormente, aquellos aislamientos con capacidad antagonista evidente
deben ser evaluados nuevamente a nivel laboratorio, invernadero y campo, considerando varios
criterios para conocer su potencial tecnológico.
En general, existen dos métodos de producción de agentes de control biológico: cultivo en medio
sólido y cultivo en medio líquido. La producción de agentes de control biológico en medio sólido
es frecuentemente la primera opción cuando se trata de producir hongos, ya que es su hábitat
natural. Además, a nivel laboratorio, la producción de esporas del hongo en medio sólido se
alcanza de manera relativamente sencilla y presenta la ventaja de que las esporas así producidas
tienden a ser más tolerantes a los procesos de secado que las esporas producidas en medio
líquido. Sin embargo, el escalamiento del sistema de producción es complejo debido a problemas
asociados con la esterilización del medio de cultivo, la transferencia de oxígeno, el control de
temperatura, de contaminantes y la recuperación del producto del medio sólido. En general, el
cultivo en medio líquido es el método más económico y confiable para la producción masiva de
agentes de control biológico antagonistas de fitopatógenos (hongos, levaduras y bacterias), ya
que en él es posible cultivar todo tipo de agentes de control biológico. La fermentación sumergida
se emplea industrialmente para obtener diversos productos (antibióticos, aminoácidos, etanol,
ácidos orgánicos, etcétera) y ha generado un vasto conocimiento de base sobre el cual se pueden
optimizar procesos y diseñar fermentadores para la producción, en una misma instalación, de
agentes de control biológico antagonistas de fitopatógenos.
CONCLUSIÓN
Reducir la incidencia y/o severidad de las enfermedades de plantas sin riesgo para el hombre,
animales o el medio ambiente
En general, se puede señalar que ambos efectos, o sea, antifúngico y de inducción de resistencia,
han sido observados cuando se emplean microorganismos antagonistas que actúan mediante los
mecanismos de acción referidos en este ensayo: La antibiosis, producción de enzimas líticas,
parasitismo, competencia por los nutrientes y espacio e inducción de resistencia.
Sin embargo entre sus desventajas encontramos que su efecto no es curativo, pero si protector y
requiere condiciones específicas de producción, formulación y conservación
BIBLIOGRAFÍA
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