Imperio Aqueménida

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Imperio aqueménida

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Para todos los imperios conocidos con el nombre de "persa", véase Imperio persa.
Aqueménidas
Hakhāmanishiya
Imperio de la Antigüedad
550 a. C.-330 a. C.

Standard of Cyrus the Great.svg


Estandarte Faravahar.svg
Escudo
Achaemenid (greatest extent).svg
Máxima extensión del Imperio aqueménida durante el reinado de Darío I, hacia el año
500 a. C.
AchaemenidMapBehistunInscription.png
Ubicación de Imperio aqueménida
Coordenadas 32°32′11″N 44°25′15″E
Capital Persépolis, Susa, Pasargada y Ecbatana
Entidad Imperio de la Antigüedad
Idioma oficial Persa antiguo, acadio aqueménida, elamita, arameo, elamita
Superficie
• Total 5 500 000 km² Ver y modificar los datos en Wikidata
Población (500 a. C.)
• Total 17 000 000 hab.1
• Densidad 3,09 hab/km²
Religión Zoroastrismo
Historia
• 550 a. C. Rebelión persa
• 547 a. C. Conquista de Lidia
• 539 a. C. Caída de Babilonia
• 525 a. C. Caída de Egipto
• 499 a. C. Revuelta jónica
• 330 a. C. Conquistada por Alejandro Magno
Forma de gobierno Monarquía
Rey de Reyesa
• 550-529 a. C.
• 336-330 a. C.

Ciro el Grande
Darío III
Precedido por Sucedido por
Imperio medo ←
Imperio babilónico ←
Lidia ←
Fenicia ←
Dinastía XXVI de Egipto ←
→ Reino de Macedonia
Persa antiguo: Xšâyathiya Xšâyathiyânâm
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El Imperio aqueménida (persa: ‫ ;شاهنشاهی هخامنشی‬persa antiguo: 𐎧𐏁𐏂𐎶 Xšāça, "El
Imperio"23) es el nombre dado al primer y más extenso de los imperios de los
persas,4 el cual se extendió por los territorios de los actuales estados de Irán,
Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Rusia, Chipre, Siria, Líbano,
Israel, Palestina, Grecia y Egipto. El imperio fue fundado por Ciro el Grande tras
independizar Persia y conquistar Media en el año 550 a. C.4 y alcanzó su máximo
apogeo durante el reinado de Darío el Grande (r. 522-486 a. C.), cuando llegó a
abarcar parte de los territorios de Libia, Bulgaria y Pakistán, así como ciertas
áreas del Cáucaso, Sudán y Asia Central. Las grandes conquistas hicieron de Persia
el imperio más grande en extensión hasta entonces,4 lo que la convirtió en quizás
la primera superpotencia del mundo.3 Su existencia terminó en el año 330 a. C.
cuando el último rey aqueménida, Darío III, fue vencido por el conquistador
macedonio Alejandro Magno.4

El imperio debe su nombre a la dinastía que lo gobernó: los aqueménidas, fundada


por un personaje semilegendario, Aquémenes.4En la historia de Occidente, el Imperio
aqueménida es conocido sobre todo por su condición de rival de los antiguos
griegos, especialmente en dos períodos, las Guerras Médicas y las campañas del
macedonio Alejandro Magno.

Índice
1 Fuentes
1.1 Fuentes literarias
1.2 Fuentes epigráficas
1.3 Fuentes arqueológicas
2 Historia
2.1 Antecedentes
2.2 Las grandes conquistas
2.3 Crisis y reestructuración
2.4 Las guerras médicas
2.5 De Jerjes I a Artajerjes II
2.6 Fin del Imperio persa
3 Política y administración
3.1 Organización social
3.2 Dones y honores reales
3.3 Las satrapías
4 Economía
4.1 Moneda
5 Comunicaciones
6 Cultura
6.1 Lenguas
6.2 Costumbres
6.3 Religión
6.4 Arte y arquitectura
7 Reyes y líderes aqueménidas
7.1 No confirmados
7.2 Confirmados
8 Véase también
9 Notas
10 Referencias
11 Bibliografía
11.1 Para saber más
11.1.1 En inglés
11.1.2 En alemán
11.1.3 En español
12 Enlaces externos
Fuentes
Las fuentes para el estudio del Imperio aqueménida son especialmente problemáticas,
no tanto por su escasez como por ser a menudo contradictorias entre sí. Asimismo,
no todas las regiones ni las épocas están documentadas por igual: en el aspecto
cronológico, la mayor parte de la documentación se refiere al siglo V a. C., en
tanto que de la época anterior a la conquista de Alejandro hay mucha menos
información; en el aspecto geográfico, es mucho más abundante la información
referente a las regiones occidentales del Imperio, más cercanas a las ciudades
griegas, que a su parte oriental.5

Fuentes literarias
Antes de que se iniciasen las excavaciones arqueológicas, la historia aqueménida se
conocía únicamente a través de los escritos de autores clásicos (griegos y, en
menor medida, romanos), y de la Biblia. Entre los autores clásicos destaca
particularmente el historiador griego Heródoto, que escribió en el siglo V a. C., y
cuyo propósito principal es exaltar los éxitos de los griegos durante las Guerras
Médicas. Su obra es útil para conocer el primer período de la historia aqueménida,
especialmente en lo que se refiere a su frontera noroccidental. Durante el siglo IV
a. C. aportan también información sobre el Imperio aqueménida las obras de Ctesias
y de Jenofonte. Todos los autores griegos, sin embargo, coinciden en lo esencial de
su visión del Imperio aqueménida: por un lado, admiran su riqueza y su poder, pero
por otro consideran su sistema político corrupto y decadente, y presentan al
monarca como una figura débil, víctima de las maquinaciones de las mujeres y los
eunucos de la corte.5

En la Biblia, en los libros de Esdras y de Nehemías, los persas aparecen como


restauradores del Templo de Jerusalén y defensores del culto a Yahvé: la imagen que
de ellos se muestra es muy positiva, ya que acabaron con la cautividad de
Babilonia. No obstante, en el Libro de Ester, muy probablemente escrito en época
helenística, la imagen que se da de los persas es muy similar a la que puede
encontrarse en las obras de autores griegos.

Fuentes epigráficas

La Inscripción del Harén, de Jerjes I. Se trata de una inscripción bilingüe en


persa (izquierda) y babilonio (derecha).
En época aqueménida, el persa antiguo, antecesor del actual idioma persa hablado en
Irán, se escribía en una variedad de escritura cuneiforme que solo comenzó a ser
descifrada a comienzos del siglo XIX, gracias sobre todo a los esfuerzos de Henry
Rawlinson y a su trabajo con la Inscripción de Behistún, que hace un relato
pormenorizado de las circunstancias en que Darío I accedió al poder. Actualmente,
se conocen numerosas inscripciones en antiguo persa, pero, con una sola excepción
recientemente identificada,6 estas se restringen al ámbito de las declaraciones de
la realeza, expresiones de su poder e ideología. Son fuentes de información útiles
para conocer la actividad constructora de los reyes, y la imagen que estos tenían
de sí mismos, pero no suelen proporcionar información sobre otros ámbitos (la única
de carácter narrativo es la de Behistún).

Junto con las inscripciones son también una importante fuente de información los
textos en arameo y en egipcio demótico hallados en Egipto,7 así como un número
importante de documentos en idioma acadio hallados en Babilonia. Entre estos
últimos se destacan numerosos archivos administrativos de los templos y de algunas
familias poderosas como Egibi y Murashu.5 Adicionalmente, los archivos elamitas de
Persépolis (el de la Fortaleza y el del Tesoro) iluminan la "economía real" del
área de las capitales.8

Fuentes arqueológicas
Las excavaciones son todavía muy incompletas. Las principales son los grandes
centros reales, Pasargada, Persépolis y Susa, así como tumbas rupestres como las de
Naqsh-e Rostam. Las excavaciones se han visto dificultadas porque algunos sitios,
como por ejemplo, Arbela y Ecbatana, están actualmente cubiertos por grandes
ciudades modernas (Erbil y Hamadán, respectivamente). Otro factor negativo es el
tradicionalmente escaso interés de los arqueólogos por el período en cuestión, lo
que llevó a que los niveles de ocupación de época aqueménida hayan sido pobremente
documentados.9

Historia
Persia comenzó como un estado tributario del Imperio medo, pero esta terminó
derrocándolo y amplió sus dominios hasta abarcar Egipto y Asia Menor. Con Jerjes I
llegó casi a conquistar la Antigua Grecia, pero fueron eventualmente derrotados por
las fuerzas griegas.
Antecedentes
Los persas pertenecían a los grupos iranios que se habían establecido siglos atrás
en la meseta de Irán, y habitaban la actual provincia de Fars (Irán), una región de
tradicional influencia elamita. Se dedicaban de modo destacado a la cría de ganado,
aunque con el tiempo fueron adoptando la agricultura. La historia de los primeros
reyes persas, quienes habrían vivido durante el siglo VII a. C. y la primera mitad
del siglo VI a. C., es poco conocida. De acuerdo con la genealogía tradicional,
basada en la Inscripción de Behistún de Darío I (ca. 518 a. C.) y en el historiador
griego Heródoto de Halicarnaso, los persas habrían sido gobernados por la dinastía
aqueménida, fundada por su epónimo Aquemenes (en antiguo persa, Haxamaniš, ‘el que
tiene el espíritu de un seguidor’10). Le sucedió su hijo Teispes (Cišpi), de quien
se sabe por inscripciones de sus sucesores que utilizó el título de "rey de
Anshan".11

La dinastía se habría dividido entonces en dos linajes: uno comenzado por Ciro I,
rey de Anshan, y continuado por su hijo Cambises I y su nieto Ciro el Grande, y
otro por Ariaramnes, bisabuelo de Darío I. Ciertas inscripciones se refieren a
Ariaramnes y a su hijo Arsames como reyes de Persia. Esto llevó a que se especulara
sobre una supuesta división del reino de Teispes entre Ciro I y Ariaramnes, quienes
habrían reinado, respectivamente, en Anshan y en Persia. 12

Resulta llamativo que, mientras Darío insiste constantemente en su ascendencia


aqueménida, esta es completamente ignorada por Ciro el Grande, el cual solo se
remonta hasta Teispes en sus inscripciones. Esto ha llevado recientemente a algunos
estudiosos a pensar que las líneas de Ciro ("téispida") y Darío ("aqueménida") no
estaban relacionadas.13

Según Heródoto, los persas de las épocas tempranas eran vasallos de sus poderosos
vecinos, los medos.

Las grandes conquistas

Tumba de Ciro el Grande en Pasargada.


Gracias a Ciro (555-529 a. C.), rey de Anshan, el dominio medo sobre la meseta
iraní fue breve. Ciro creó un poderoso ejército siguiendo el modelo de los antiguos
asirios. Cuando sucedió a su padre Cambises I en el 559 a. C., las entidades
políticas hegemónicas en la región eran el Imperio neobabilónico, el reino medo,
Lidia y Egipto.1415 Entre los años 553 y 550 a. C., Ciro derrotó al rey medo
Astiages, tomó su capital, Ecbatana, y llevó sus tesoros a Anshan. La Crónica de
Nabonido informa que el rey persa resultó favorecido por el amotinamiento de las
tropas medas contra su propio rey, hecho confirmado por la historia que narra
Heródoto (i, 123-128) sobre la traición del general medo Harpago.14

Tras unificar a los persas y someter a los medos, Ciro, llamado después "el
Grande", emprendió la conquista de Babilonia (con lo que puso fin al Imperio
neobabilónico), Siria, Judea y Asia Menor. El reino de Lidia, en Asia Menor, cayó
en poder de Ciro hacia el 545 a. C.16 Se cree que la guerra contra el Imperio
neobabilónico, que se encontraba rodeado por los persas en sus fronteras oriental y
septentrional, habría comenzado hacia finales de la década de 540 a. C. En
cualquier caso, en el año 539 Babilonia fue tomada por el general persa Gobrias,
haciéndose presente Ciro días más tarde. El nuevo gobernante asumió la titulatura
regia babilonia, que incluía los títulos de rey de Babilonia, rey de Sumer y Akkad
y rey de los países. Ciro se presentó a sí mismo como el "salvador" de las naciones
conquistadas. Para reforzar esta imagen y "crear condiciones de cooperación con las
elites locales",17 protegió los cultos (como el de Marduk en Babilonia) y restauró
templos y otras infraestructuras en las ciudades recientemente adquiridas. Con ello
Ciro se ganó el apoyo de buena parte de la casta sacerdotal de Babilonia, la que en
los textos (el Cilindro de Ciro, el Poema sobre Nabonido) por lo general se muestra
favorable hacia él. En el Tanaj, Ciro es bienvenido por el Segundo Isaías, un judío
de Babilonia. Asimismo, de acuerdo a los libros bíblicos de Esdras y Nehemías, Ciro
permitió regresar a Judea y reconstruir el Templo a los judíos cautivos en
Babilonia. A diferencia de los conquistadores asirios y babilonios precedentes,
Ciro trató con benevolencia a los pueblos sometidos y perdonó a los reyes enemigos.
En general, Ciro siguió la estrategia de dejar las estructuras administrativas de
los lugares conquistados, pero sometiéndolos al poder imperial.18

La inscripción de Behistún narra la historia de las luchas de Darío I contra los


rebeldes.
Ciro murió en el 530 a. C. durante una campaña contra los masagetas de Asia
Central, y fue sucedido por su hijo Cambises II (530-522), quien continuó su labor
de conquista. Dirigió la conquista de Egipto, presumiblemente planeada con
anterioridad. Falleció en julio de 522 a. C. como resultado de un accidente o
suicidio, durante una revuelta liderada por un clan sacerdotal que había perdido su
poder después de que Ciro conquistase Media. En el momento de la muerte de
Cambises, el Imperio se extendía desde el Mediterráneo (incluyendo Egipto y
Anatolia) hasta la cordillera del Hindu Kush en el actual Afganistán, lo que marcó
la máxima extensión del Imperio aqueménida y configurando el mayor imperio hasta
entonces conocido en el Próximo Oriente.

Crisis y reestructuración

Imperio aqueménida. El mundo hacia el 500 a. C.


Según la Inscripción de Behistún, cuando Cambises se encontraba en Egipto, cierto
Gaumata se rebeló en Media haciéndose pasar por Esmerdis (pers. Bardiya), el
hermano menor de Cambises II, quien había sido asesinado unos tres años antes.
Debido al despótico gobierno de Cambises y su larga ausencia en Egipto, "todos los
pueblos, persas, medos, y las demás naciones", reconocieron al usurpador,
especialmente porque él garantizaba el perdón de los tributos durante tres años
(Heródoto iii, 68). Este Gaumata es uno de los sacerdotes revueltos contra el rey
Cambises, a los que Heródoto llama magos. El pseudo-Esmerdis gobernó durante siete
meses antes de ser derrocado en el 521 a. C. por un grupo de nobles encabezado por
Darío, quien se proclamó rey en su lugar. Las posteriores rebeliones, desatadas a
lo largo y a lo ancho del Imperio, fueron derrotadas sucesivamente por Darío y sus
generales; en el 518 a. C. la paz se había restablecido. Para garantizar su
legitimidad, el nuevo rey contrajo matrimonio con las esposas de su predecesor (una
práctica usual), entre las que se incluían dos hijas y una nieta de Ciro. Una de
ellas, Atosa, dio a luz al futuro soberano Jerjes I.

Es importante destacar que la pretensión de que Gaumata era un falso Esmerdis


deriva de Darío. Los historiadores se encuentran divididos sobre la posibilidad de
que la historia del impostor fuera un invento de Darío como justificación para su
golpe de Estado.19 Darío hizo afirmaciones semejantes cuando más tarde capturó
Babilonia, anunciando que el rey babilonio no era, de hecho, Nabucodonosor III,
sino un impostor llamado Nidintu-bel,20 y cuando un año después de la muerte del
primer pseudo-Esmerdis (Gaumata), un segundo pseudo-Esmerdis (llamado Vahyazdata)
inició una rebelión en Persia.

Darío se dedicó fundamentalmente a organizar el extenso imperio heredado.


Territorialmente, reestructuró las satrapías, existentes ya desde el reinado de
Ciro, estableciendo veinte satrapías encabezadas normalmente por miembros de la
familia real y de las familias aristocráticas. En cuanto a su actividad
constructora, destaca sobre todo la fundación de Persépolis (518-516 a. C.), así
como la realización de trabajos en Ecbatana (moderna Hamadán) y Susa. Durante el
reinado de Darío continuó la expansión territorial: Tracia y la India fueron
anexionadas, mientras que las tropas persas fueron derrotadas por los escitas
europeos (ca. 513 a. C.) y por los griegos en la primera guerra médica. Fue también
Darío quien convirtió en religión oficial el mazdeísmo. Construyó el Camino Real de
Susa a Sardes: carretera desde la capital de Lidia (oeste de la actual Turquía)
hasta Susa para llevar el correo imperial. Esto aseguraba de alguna manera el
control absoluto sobre sus sátrapas, quienes tenían su propia corte y ejército pero
no podían fallar en dar tributo a su emperador. Este tributo era proporcional a la
riqueza de cada región.

Las guerras médicas


Artículo principal: Guerras médicas
Durante el primer tercio del siglo V a. C., persas y griegos compitieron por el
dominio sobre las ciudades griegas de Asia Menor, las costas del Mediterráneo y el
control de los puertos comerciales, así como el acceso al trigo de las costas del
mar Negro. Estos conflictos fronterizos comenzaron con las sublevaciones jonias e
incluyeron el incendio de Atenas por parte de los persas, en represalia por la
destrucción de Sardes.

La primera fase (490 a. C.) consistió en una invasión por mar de un ejército persa
enviado por Darío I. El ejército persa desembarcó en la Grecia continental, que
protegía a las rebeldes colonias griegas bajo su égida. Milcíades encabezó un
ejército que partió a detener a los persas; los venció sorprendentemente en la
batalla de Maratón del 490 a. C.; debido a esta derrota, el rey persa se vio
obligado a fijar los límites de su imperio de nuevo en Asia Menor.

A pesar de ello, para el siglo V a. C. los reyes aqueménidas gobernaban territorios


que abarcaban aproximadamente Irán, Irak, Armenia, Afganistán, Turquía, Bulgaria,
gran parte de Grecia, Egipto, Siria, Pakistán, Jordania, Israel, Cisjordania,
Líbano, Caucasia, zonas de Asia Central, Libia, y el norte de Arabia. El Imperio
con el tiempo se convirtió en el más grande del mundo antiguo.

La segunda fase de las guerras empezó el año 480 a. C., con una nueva invasión
persa. El rey Jerjes I (485-465 a. C., persa antiguo Xšayarša, ‘héroe entre
reyes’), hijo de Darío I, despachó un ejército por tierra a Grecia. Penetró en esta
por el norte, sin encontrar apenas resistencia en Macedonia y Tesalia, pero un
pequeño contingente griego lo detuvo durante tres días en las Termópilas. Se
trataba de un ejército de las múltiples ciudades-Estado griegas de aproximadamente
seis mil guerreros (espartanos, tespios, tebanos...) dirigidos por el rey de
Esparta Leónidas I. Trescientos espartanos, setecientos tespios y cuatrocientos
tebanos acaudillados por Leónidas murieron en la batalla conteniendo a los persas,
mientras el resto del ejército se retiraba hacia Ática, tras ser traicionados por
un griego que enseñó al enemigo un camino que le permitió atacarlos por la espalda.
En la batalla naval simultánea en Artemisio, grandes tormentas destruyeron naves de
los dos bandos. El enfrentamiento concluyó prematuramente cuando los griegos
tuvieron noticia de la derrota en las Termópilas y se retiraron. Fue una victoria
estratégica de los persas que les dio el control de Artemisio y del mar Egeo, que a
partir de entonces dominaron sin oposición.

Después de su victoria en la batalla de las Termópilas, Jerjes saqueó Atenas, que


había sido evacuada, y se preparó para enfrentarse a los griegos en el estratégico
istmo de Corinto y el golfo sarónico. Los habitantes de Atenas se habían refugiado
en la pequeña isla de Salamina; cuando los persas llegaron a Atenas la incendiaron
y marcharon hacia la isla. En 480 a. C. los griegos obtuvieron una decisiva
victoria en la batalla naval de Salamina, en la cual los pequeños y ágiles barcos
atenienses derrotaron a los pesados y grandes barcos persas. El descalabro obligó a
Jerjes a retirarse a Sardes. El ejército que dejó en Grecia, al mando de Mardonio,
fue destruido en el año 479 a. C. en la batalla de Platea. La derrota final de los
persas en Micala animó a las ciudades griegas de Asia a sublevarse, y marcó el
final de las guerras médicas y de la expansión persa en Europa.

De Jerjes I a Artajerjes II
Bol de oro aqueménida con imaginería de leones.

Vasijas de oro del tesoro del Oxus.


Después de los fracasos militares de la Segunda Guerra Médica, los aqueménidas
detuvieron su expansión y perdieron algunos territorios. Cuando Jerjes murió
asesinado en el 465 a. C., se desató una crisis sucesoria en la que terminaría por
imponerse Artajerjes I (465-424 a. C.), quien trasladó la capital de Persépolis a
Babilonia. Fue durante este reinado que el elamita dejó de ser el idioma del
gobierno, y ganó en prominencia el arameo. Fue probablemente durante este reinado
que se introdujo como calendario nacional el calendario solar (basado en el
babilónico).[cita requerida]

Artajerjes I murió fuera de Persis, pero su cuerpo fue llevado allí para ser
enterrado junto a sus antepasados, probablemente en Naqsh-e Rustam. Se produjo una
situación similar a la de la muerte de Jerjes I. Los tres hijos de Artajerjes
disputaron el trono, sucediéndose en el mismo año Jerjes II (su hijo mayor, que le
sucedió y fue asesinado por uno de sus hermanastros unas pocas semanas más tarde),
Sogdiano, y Darío II. Darío II, que estaba en Babilonia cuando murió su hermano
Jerjes, reunió apoyo para sí mismo, marchó hacia el Este y depuso y ejecutó al
asesino y fue coronado en su lugar.

Darío II reinó en el período 424 a. C.-404 a. C. y colaboró con Esparta en la


Guerra del Peloponeso. Desde el año 412 a. C., Darío II, por insistencia de
Tisafernes, apoyó primero a Atenas y luego a Esparta, pero en el año 407 a. C. el
hijo de Darío, Ciro el Joven fue nombrado para reemplazar a Tisafernes y cedió
totalmente el apoyo a Esparta que finalmente derrotó a Atenas en 404. Ese mismo
año, Darío cayó fatalmente enfermo y murió en Babilonia. En su lecho de muerte, su
esposa babilonia, Parisatis pidió a Darío que fuese coronado su segundo hijo, Ciro
el Joven, pero Darío se negó.

A Darío le sucedió su hijo Artajerjes II, que reinó en el período 404 a. C.-359 a.
C. Plutarco cuenta (probablemente por autoridad de Ctesias) que el desplazado
Tisafernes se acercó al nuevo rey el día de su coronación para advertirle de que su
hermano menor, Ciro el Joven estaba preparándose para asesinarlo durante la
ceremonia. Artajerjes arrestó a Ciro y lo habría ejecutado si no hubiese
intercedido su madre Parisatis. Ciro fue entonces enviado como sátrapa de Lidia,
donde preparó una rebelión armada que estalló en el año 401 a. C. Con mercenarios
griegos, Ciro obtuvo la victoria en la batalla de Cunaxa, pero resultó muerto en la
misma. Así, Artajerjes II conservó el trono, construyó una gran flota, y recuperó
el dominio de Asia Menor y Chipre.

Artajerjes II fue el rey aqueménida que tuvo más largo reinado (45 años). Seis
siglos más tarde, Ardacher I, fundador del segundo Imperio persa, se consideraría a
sí mismo como el sucesor de Artajerjes, un gran testimonio de la importancia de
Artajerjes para la mentalidad persa. Durante su reinado se realizaron actividades
de construcción en Susa y Ecbatana. Aunque no se conocen construcciones suyas en
Persépolis, fue él el primer rey aqueménida en ser enterrado en sus cercanías.21 En
el ámbito religioso, Artajerjes protegió el culto de los dioses iranios Mitra y
Anahita, a los cuales introdujo en sus inscripciones a la par de Ahura Mazda. De
acuerdo a la información proporcionada por Beroso, Artajerjes protegió el culto de
Anahita en numerosas regiones del Imperio, incluyendo áreas occidentales no-
iránicas como Damasco o Sardes.22Igualmente, pueden datarse de este reinado la
extraordinaria innovación de los cultos de santuarios zoroastrianos, y fue
probablemente durante este período que el zoroastrismo se difundió a través de Asia
Menor y el Levante mediterráneo y desde allí a Armenia.[cita requerida] Los
templos, aunque servían a un propósito religioso, no eran sin embargo un acto
puramente desinteresado: también servían como importante fuente de ingresos. De los
reyes babilónicos, los aqueménidas habían tomado el concepto de impuesto del templo
obligatorio, un diezmo que todos los habitantes pagaban al templo más cercano a su
tierra u otra fuente de ingresos (Dandamaev & Lukonin, 1989: 361–362). Una parte de
este ingreso llamado el quppu ša šarri (‘arcón del rey’) ―una ingeniosa institución
originariamente introducida por Nabónido― fue entonces pasada al gobernante.

Fin del Imperio persa


Según las fuentes griegas, el sucesor de Artajerjes II, su hijo Artajerjes III 359
a. C.-338 a. C., llegó al trono por medios sangrientos, asegurando su posición
mediante el asesinato de ocho de sus hermanastros. En 343 a. C., Artajerjes III
derrotó a Nectanebo II, expulsándolo de Egipto e hizo de Egipto de nuevo una
satrapía persa. En 338 a. C., el mismo año en que Filipo de Macedonia unió a los
estados griegos por la fuerza, y de tal manera allanó el camino a su hijo
Alejandro, Artajerjes III murió de causas naturales (según las fuentes
cuneiformes), pero según el historiador Diodoro, Artajerjes fue asesinado por su
ministro, Bagoas.23

A Artajerjes III le sucedió su hijo Artajerjes IV Arses 338 a. C.-336 a. C. Antes


de que pudiera actuar fue también envenenado por Bagoas. Se dice que este mató no
solo a todos los hijos de Arses, sino a muchos otros príncipes de la tierra. Bagoas
hizo entonces que Darío III (336-330 a. C.), un sobrino de Artajerjes IV, ocupara
el trono. Darío III, aunque previamente sátrapa de Armenia, no tenía experiencia en
el gobierno del Imperio, pero en su primer año como emperador personalmente forzó a
Bagoas a beber veneno.

En dos épocas diferentes, los aqueménidas gobernaron Egipto aunque por dos veces
los egipcios lograron una independencia temporal de Persia. Siguiendo la práctica
de Manetho, los historiadores egipcios se refieren a los períodos en Egipto cuando
la dinastía aqueménida gobernaba como la dinastía XXVII de Egipto, 525–404 a. C.,
hasta la muerte de Darío II, y la dinastía XXXI de Egipto, 343–332 a. C., que
comenzó después de que Nectanebo II fuese derrotado por el rey persa Artajerjes
III. Esta segunda ocupación persa de Egipto acabó en 332 cuando Alejandro Magno
entró en Egipto y fue bienvenido como un liberador en el Egipto ocupado por los
persas.

La batalla de Isos, entre Alejandro Magno a caballo a la izquierda, y Darío III en


el carro de la derecha, representados en un mosaico de Pompeya que data del siglo I
a. C. - Museo Nacional de Arqueología de Nápoles.
Alejandro derrotó a los sátrapas occidentales en las batallas de Issos (332 a. C.),
y de Gaugamela (331 a. C.).

Después, Alejandro marchó sobre Susa, que del mismo modo capituló y entregó un
vasto tesoro. Alejandro entonces marchó hacia el Este, a Persépolis que se rindió a
principios de 330 a. C. Los soldados macedonios incendiaron la capital. Desde
Persépolis, Alejandro se dirigió al norte a Pasargadas donde trató la tumba de Ciro
II con respeto. Desde allí se dirigió a Ecbatana, donde Darío III se había
refugiado.

El rey persa fue apresado por Besos, su sátrapa bactriano y compatriota. Conforme
se acercaba Alejandro, Besos y sus hombres asesinaron a Darío y luego se declaró a
sí mismo sucesor de Darío, como Artajerjes V, antes de retirarse a Asia Central
para lanzar una campaña de guerrilla contra Alejandro. Abandonaron el cuerpo de
Darío en el camino para retrasar a Alejandro, quien lo llevó a Persépolis para un
entierro honroso.

Al Imperio aqueménida le sucedió el Imperio seléucida, esto es, de los generales de


Alejandro y sus descendientes, quienes gobernaron Persia. A su vez, los sucedió la
dinastía arsácida de Partia en el noreste de Irán, quien, de manera bastante falaz,
señalaron a Artajerjes II como su antecesor.
Istakhr, uno de los reinos vasallos de los arsácidas, sería derrotado por Papak, un
sacerdote del templo. El hijo de Papak, Ardacher I, quien se nombró a sí mismo en
recuerdo de Artajerjes II, se rebeló contra los partos, los derrotó y siguió
adelante para establecer el segundo Imperio persa, 556 años más tarde del final del
primero.

Política y administración

Súbditos con sus tributos en un bajorrelieve de Persépolis.


El Imperio aqueménida fue un Estado multinacional dominado por los persas, en el
que los cargos de importancia correspondían a miembros de esta etnia.24
Continuamente se subraya, en las inscripciones reales, la condición de persa (o,
más concretamente, de ario) del rey, de su familia y de su dios, Ahura Mazda.24
Parece, sin embargo, que los diferentes pueblos del Imperio, y muy especialmente
aquellos de mayor antigüedad, como asirios, babilonios, judíos o egipcios,
disfrutaron de una gran autonomía, y pudieron conservar sus costumbres, sus
instituciones, su lengua y su religión, en tanto que la administración quedaba bajo
control persa.24Este respeto a la individualidad de los diferentes pueblos
sometidos se pone de manifiesto, por ejemplo, en los relieves de las escalinatas
que llevan a la apadana de Persépolis que tenía una función ceremonial relacionada
con la recepción de los tributos, en los que se muestran las diferentes ofrendas:
por ejemplo, de Arabia se llevan tejidos, camellos e incienso; de Nubia vasijas,
colmillos de elefante, okapis, jirafas, tributos de oro refinado, troncos de ébano;
de Bactria, vasijas y camellos. Cada grupo se diferencia claramente de los demás
por su atuendo.

El centro administrativo del imperio se encontraba en el palacio real, con un


complicado aparato burocrático. Desde la época de Darío, la sede real se situó en
la ciudad de Susa, aunque el monarca pasaba temporadas en Babilonia y Ecbatana. Las
ciudades más importantes de Fars, Pasargada y Persépolis, no fueron nunca sedes de
gobierno.[cita requerida]

Entre los logros del reinado de Darío se incluyen una codificación de los datos, un
sistema legal universal sobre el que se basaría gran parte de la ley irania
posterior,[cita requerida] y la construcción de una nueva capital en Persépolis,
donde los Estados vasallos ofrecerían su tributo anual en la fiesta del equinoccio
de primavera.

Organización social
La organización social del imperio es poco conocida.25 La mayoría de los
investigadores opina que persistía la división en tres estratos o castas
característica, según Georges Dumézil, de los pueblos indoiranios e indoeuropeos en
general, que aparece reflejada en el Avesta: guerreros, sacerdotes y campesinos.

Estrechamente imbricada con esta división en tres castas, existía una estructura
tribal basada en la ascendencia patrilineal. Según Heródoto (i, 125), en época de
Ciro el Grande la sociedad persa estaba formada por numerosas tribus, "eran los
arteatas, los persas propiamente dichos, los pasagardas, los merafios y los
maios".26 Cada tribu se dividía a su vez en clanes: los aqueménidas eran, de hecho,
un clan perteneciente a la tribu de los pasagardas.

Los cargos de la administración imperial estaban reservados a los miembros de las


principales familias de la aristocracia, aunque no era suficiente con la
pertenencia a la nobleza: había que contar también con el favor del rey, que era
quien disponía los nombramientos y distribuía los cargos en los territorios
conquistados.

La práctica de la esclavitud en la Persia aqueménida estaba en general prohibida,


aunque hay evidencia de que los ejércitos conquistados o rebeldes eran vendidos en
cautiverio.27 Según atestiguan los documentos de Persépolis, los trabajadores que
dependían del Estado en la región de Parsa no eran esclavos sino asalariados.

Dones y honores reales

El llamado Brazalete de Oxus, perteneciente al Tesoro del Oxus, de época


aqueménida. Los artículos de joyería eran bienes de prestigio muy apreciados por la
aristocracia aqueménida, y su intercambio cumplía un rol fundamental en el sistema
político.
De acuerdo con Pierre Briant, un aspecto fundamental del sistema político
aqueménida era la circulación de prestaciones de servicio personal hacia el rey, y
de dones y honores desde el rey. Tanto en las inscripciones reales como en los
autores clásicos se puede observar la importancia que se le otorgaba a la noción de
recompensar al servidor leal. Los dones reales incluían vestimenta y joyería de
lujo, que marcaban el prestigio y la posición social de sus portadores, así como
títulos y cargos de poder. Las fuentes clásicas aluden frecuentemente a títulos de
gran prestigio, como el de "amigo del rey" y el de "compañero de mesa del rey". En
cuanto a este último, es remarcable la importancia ideológica que poseía la mesa:
se trataba de un símbolo de la redistribución real. Refiriéndose a Ciro el Joven,
Jenofonte sostiene que "de todos los hombres él era el que distribuía más regalos
entre sus amigos" y que cuando "recibía un vino particularmente bueno, enviaba
usualmente el cántaro medio lleno a uno de sus amigos" (Anábasis, I. 9. 22-26). La
entrega en matrimonio de hijas del rey era asimismo considerada como un don real.28

Esta circulación de dones y honores constituía un sistema de intercambio desigual


entre el rey y la nobleza. Mientras que el don del rey obligaba al súbdito a
contraprestarlo con servicios, el rey se reservaba el modo y el tiempo de
recompensar a sus benefactores, en caso de que lo juzgara necesario. No era
concebible que un súbdito le reclamase al rey una recompensa por los servicios
prestados. Adicionalmente, este sistema tiene como consecuencia la ligazón del
éxito de la nobleza a su lealtad al rey, en detrimento de las lealtades clánicas.
Esta circunstancia se expresa en las inscripciones reales con el concepto de
bandaka, interpretable como "servidor fiel".29

Las satrapías
Los aqueménidas permitían cierta autonomía regional en la forma del sistema de
satrapías. Una satrapía era una unidad administrativa, usualmente organizada sobre
una base geográfica. El término "satrapía" proviene de las fuentes griegas
("satrapeia"). La voz griega procede del antiguo persa xsaça-pā-van, que designa a
la persona que gobierna este territorio (el sátrapa), y que significa algo así como
"protector del Imperio".30 No hay acuerdo en cuanto a si el término dahyu (plural
dahyāva), que aparece en las inscripciones reales, puede ser interpretado en el
sentido de "satrapía", como sostienen algunos autores,30 o si carece de cualquier
implicación administrativa.31 La organización de las satrapías, cuya extensión era
muy variable, reutilizaba en parte las estructuras previas a la conquista,
permitiendo subsistir hasta cierto punto a las antiguas instituciones de poder
locales.

Los sátrapas eran usualmente elegidos tanto por sus servicios prestados al rey como
por la pertenencia a un linaje aristocrático; de hecho, muchos de ellos formaban
parte de la dinastía real. No eran funcionarios civiles en el sentido moderno, sino
que mantenían relaciones de subordinación personal con el rey. En las capitales
satrapales se formaban pequeñas cortes a semejanza de la imperial, y el sátrapa
vivía usualmente junto a su familia. Existía cierta tendencia a que el mando de la
satrapía pasara de padres a hijos (un caso paradigmático es el de la dinastía
farnácida). No obstante, solo el rey poseía la prerrogativa de nombrar sátrapas, al
menos idealmente. A pesar de la autonomía local relativa que permitía el sistema de
satrapías, inspectores reales, los llamados "ojos y oídos del rey" recorrían el
Imperio e informaban sobre las condiciones locales y controlaban el comportamiento
de los sátrapas. En cuanto a los ejércitos provinciales, no queda claro si sus
comandantes dependían directamente de la autoridad central, o si respondían al
sátrapa local.32

Economía
El Imperio aqueménida recaudaba cuantiosos impuestos, parte de los cuales se
amonedaban en oro y plata acuñándose monedas como el dárico o el siclo. Gran parte
de los ingresos se iban en construcción de obra pública,[cita requerida] como la
red de caminos con los que se pretendía unir las diversas partes del Imperio, el
más famoso de los cuales es el Camino Real de Susa a Sardes. Darío I construyó
palacios y monumentos en las capitales: Susa y Persépolis. El tercer gran gasto del
Imperio lo constituía el enorme ejército.

El comercio era amplio, y bajo los aqueménidas hubo una infraestructura eficiente
que facilitaba el intercambio de artículos desde los más lejanos extremos del
Imperio. Las tarifas sobre el comercio eran una de las principales fuentes de
ingresos del Imperio, junto con la agricultura y los tributos.

Moneda
Darío I fue probablemente el primer monarca aqueménida en acuñar moneda,24 por
entonces una innovación relativamente reciente, ya que Creso, el rey de Lidia
derrotado por Ciro el Grande, había sido el primero en introducir un verdadero
sistema monetario. Darío revolucionó la economía introduciendo un patrón monetario
bimetálico (a semejanza del lidio, según Heródoto, i, 94) en oro y plata. La moneda
de oro era el dárico,33 de unos 8,34 gramos de peso.24 3000 dáricos equivalían a un
talento, la unidad monetaria más elevada. La moneda de plata era el siclo, de
aproximadamente 5,56 g de peso y de gran pureza. 20 siclos de plata equivalían a un
dárico de oro.

Dárico aqueménida, circa 490 a. C.


El sistema monetario aqueménida se mantuvo en vigor hasta ser desplazado por las
acuñaciones de Filipo II y, sobre todo, de Alejandro Magno, en la segunda mitad del
siglo IV a. C. Durante todo el tiempo que se mantuvieron en circulación, las
monedas aqueménidas apenas variaron su aspecto. De forma aproximadamente ovalada,
tanto el dárico como el siclo tienen en el anverso una figura idealizada,
posiblemente el propio monarca,34 que aparece con un arco en su mano izquierda y
una lanza en la derecha (las monedas eran popularmente conocidas entre los griegos
como taxotai, "arqueros"). En el reverso hay únicamente un cuadrado incuso.24

Acuñar moneda de oro era una prerrogativa real. Los sátrapas y generales, así como
las ciudades autónomas y príncipes locales, solo podían acuñar monedas de plata y
de cobre.24

Comunicaciones
Para facilitar las comunicaciones en su extenso imperio, Darío ordenó la
construcción de varias carreteras que unían Susa y Babilonia con las capitales más
importantes de las satrapías. Es conocida por la descripción que de ella hace
Heródoto (v, 52-54; viii, 98) la "calzada real", que unía Susa con Sardes,
atravesando Asiria, Armenia, Cilicia, Capadocia y Frigia, con una longitud total de
2600 km (13 500 estadios, o 450 pasarangas), que por regla general se tardaba tres
meses en recorrer.35 A lo largo de la calzada, había postas situadas a una jornada
de distancia las unas de las otras, y los lugares más vulnerables, como los vados
de los ríos o los puertos de montaña, estaban custodiados por soldados.36 Relevos
de correos a caballo podían alcanzar las regiones más remotas en quince días. Sin
duda otras carreteras tuvieron igual o mayor importancia, aunque fueran menos
conocidas por los autores griegos:37 su existencia y eficaz funcionamiento ha sido
constatado por las tablillas de Persépolis. El sistema postal creado por Darío
despertó la admiración de Heródoto por su gran eficacia.

Un gran desarrollo alcanzaron también en época aqueménida las comunicaciones


marítimas. Darío I ordenó la apertura del canal en el istmo entre el brazo oriental
del Nilo y el Mar Rojo, construido por el faraón Necao II, ensanchándolo
significativamente, de forma que, según Heródoto, dos trirremes podían navegar en
paralelo por sus aguas. Como consecuencia, el comercio entre el Mar Rojo y el Mar
Mediterráneo se incrementó considerablemente. Por encargo de Darío, el navegante
Escílax de Carianda exploró la ruta marítima entre Mesopotamia y el valle del Indo.
La ruta comercial entre Mesopotamia y Egipto circunnavegaba la península arábiga.

Cultura
Lenguas
En el Imperio se hablaba una amplia variedad de lenguas. Los persas, al menos en la
primera etapa del Imperio, utilizaban el persa antiguo, un dialecto iranio de la
rama suroccidental, emparentado con el medo, perteneciente a la noroccidental. En
un principio, los persas no utilizaban la escritura, y el persa antiguo solo
comenzó a escribirse cuando, por orden de Darío I, se inventó una escritura
cuneiforme ad hoc para la inscripción de Behistún.24Probablemente eran pocos los
que podían leer esta escritura, y tal vez por eso las inscripciones reales eran
generalmente trilingües en persa antiguo, babilonio y elamita (añadiéndose a veces
el egipcio en escritura jeroglífica).24Se han hallado incluso papiros con
traducciones al arameo de algunas inscripciones reales.38

El uso escrito del persa antiguo parece haberse prácticamente restringido a las
inscripciones reales; hasta el momento se ha identificado tan solo un documento
administrativo en este idioma,6 aunque aparece también en algunos sellos y objetos
artísticos. El hecho de que aparezca principalmente en inscripciones aqueménidas
del oeste de Irán sugiere entonces que el persa antiguo era el idioma común de esa
región. Sin embargo, en el reinado de Artajerjes II, la gramática y la ortografía
de las inscripciones estaban tan "lejos de la perfección"39 que se ha sugerido que
los escribas que compusieron aquellos textos ya habían olvidado en gran medida el
idioma, y tenían que basarse en inscripciones más antiguas, que ellos en gran
medida reproducían textualmente.40

Durante los reinados de Ciro y Darío, y mientras la sede del gobierno estuvo
incluso en Susa, en Elam, el idioma de la cancillería aqueménida fue el elamita,
tanto en la región de Fars como, cabe suponer, en Elam; así lo atestiguan los
documentos hallados en Persépolis que revelan detalles del funcionamiento cotidiano
del Imperio.41 En las grandes inscripciones rupestres de los reyes, los textos en
elamita siempre están acompañados de inscripciones en acadio y antiguo persa, y
parece que en estos casos, los textos elamitas son traducciones de los antiguos
persas. Es por lo tanto posible que aunque el elamita se usaba por el gobierno de
la capital en Susa, no era un idioma estandarizado del gobierno por todos los
lugares del Imperio. El uso del elamita no está comprobado después del año 458 a.
C.

Después de la conquista de Mesopotamia, la lengua más utilizada en la


administración para el conjunto del Imperio fue el arameo, que servía también como
lengua de comunicación interregional: el hecho de que para escribirlo se utilizase
un alfabeto facilitaba además las comunicaciones. De hecho, se han encontrado
documentos en arameo en lugares tan distantes entre sí como Elefantina, en el Alto
Egipto, Sardes, en Asia Menor, y la región de Bactriana en el extremo
nororiental.2442 Según la Encylopedia Iranica, "el uso de un único idioma oficial,
que los modernos estudiosos han denominado arameo oficial o arameo imperial, puede
suponerse que contribuyó en gran medida al sorprendente éxito de los aqueménidas a
la hora de mantener unido su extenso imperio durante tanto tiempo".43 En 1955,
Richard Frye cuestionó la clasificación del arameo imperial como un "idioma
oficial" señalando que no ha sobrevivido ningún edicto que expresamente y sin
ambigüedad proporcionara tal estatus a ningún idioma en particular.44 Frye
reclasifica el arameo imperial como la "lingua franca" de los territorios
aqueménidas, sugiriendo que en la época aqueménida el uso del arameo estaba más
extendido de lo que generalmente se cree. Muchos siglos después de la caída del
Imperio, seguiría utilizándose en Persia una escritura derivada de la aramea, la
escritura pahlavi, que se caracteriza además por el uso de numerosas palabras
arameas como logogramas o ideogramas.45

Otras lenguas, como el egipcio, el griego, el lidio y el licio, entre otras, eran
de uso estrictamente local.

Costumbres
Heródoto menciona que los persas celebraban grandes fiestas de cumpleaños, "En sus
comidas usan de pocos manjares de sustancia, pero sí de muchos postres, y no muy
buenos. Por eso suelen decir los persas que los griegos se levantan de la mesa con
hambre" (l, 133).26Del mismo modo, observó que los persas bebían vino en gran
cantidad y que "después de bien bebidos, suelen deliberar acerca de los negocios de
mayor importancia. Lo que entonces resuelven, lo propone otra vez el amo de la casa
en que deliberaron, un día después; y si lo acordado les parece bien en ayunas, lo
ponen en ejecución, y si no, lo revocan. También suelen volver a examinar cuando
han bebido bien aquello mismo sobre lo cual han deliberado en estado de
sobriedad".26

De sus métodos de saludo, afirma que los iguales se besaban en los labios, si
alguno de ellos "fuese de condición algo inferior, se besan en la mejilla; pero si
la diferencia de posición resultase excesiva, postrándose, reverencia al otro"
(Libro I, CXXXIV).26Se sabe que los hombres de alto rango practicaban la poligamia,
y se decía que tenían un número de esposas y un número incluso mayor de concubinas.
En cuanto a las relaciones con el mismo sexo, los hombres de alto rango mantenían
favoritos, como Bagoas, que fue uno de los favoritos de Darío III y que más tarde
se convirtió en erómeno de Alejandro. La pederastia persa y sus orígenes se
debatieron incluso en tiempos antiguos, considerando Heródoto que lo habían
aprendido de los griegos;46 sin embargo, Plutarco afirma que los persas usaban a
chicos eunucos con tal fin mucho antes de que existiera contacto entre las
culturas.47

Inscripción de Behistún, columna 1 (DB I 1–15).


El Imperio aqueménida fue construido sobre los principios más básicos —los de la
verdad y la justicia—, que formaban la base de la cultura aqueménida.[cita
requerida] Heródoto señaló (i, 138) que «tienen por la primera de todas las
infamias el mentir, y por la segunda, contraer deudas; diciendo, entre otras muchas
razones, que necesariamente ha de ser mentiroso el que sea deudor».26Heródoto
también dice que a los jóvenes persas, "desde los cinco hasta los veinte años,
solamente les enseñan tres cosas: montar a caballo, disparar el arco y decir la
verdad".26Hasta los cinco años los niños pasan todo el tiempo junto a las mujeres y
nunca conocen a su padre, "y esto se hace con la mira de que si el niño muriese en
los primeros años de su crianza, ningún disgusto reciba por esto su padre".

En el Irán aqueménida, la mentira, drauga, se consideraba pecado capital y era


punible con la muerte en algunos casos extremos. Tablillas descubiertas por los
arqueólogos de los años 193048 en el yacimiento de Persépolis proporcionan
evidencia adecuada sobre el amor y la veneración por la cultura de la verdad
durante el período aqueménida. Estas tablillas contienen los nombres de iranios
corrientes, principalmente comerciantes y almacenistas.41Según el profesor Stanley
Insler de la Universidad de Yale, hasta 72 nombres de oficiales y pequeños
burócratas encontrados en estas tablillas contienen la palabra verdad.49 Por
ejemplo, dice Insler, tenemos Artapana, protector de la verdad, Artakama, amante de
la verdad, Artamanah, de pensamiento sincero, Artafarnah, poseedor del esplendor de
la verdad, Artazusta, que se complace en la verdad, Artastuna, pilar de verdad,
Artafrida, que prospera con la verdad y Artahunara, que tiene la nobleza de la
verdad. Fue Darío el Grande, que estableció la ordenanza de las buenas regulaciones
durante su reinado. El testimonio del rey Darío sobre su constante batalla contra
la mentira se encuentra en inscripciones cuneiformes. Grabada en la montaña de
Behistún en la carretera a Kermanshah, Darío testimonia:

Yo no era un mentiroso, no hacía el mal... Me conduje con rectitud. No hice el mal


ni al débil ni al poderoso. El hombre que cooperó con mi casa, a ese le recompensé
bien; el que me hizo daño, a ese castigué bien.
Darío estuvo muy ocupado manejando rebeliones a gran escala que estallaron por todo
el Imperio. Después de luchar con éxito con nueve traidores en un año, Darío
documentó sus batallas contra ellos y nos dice cómo era la mentira que les hizo
rebelarse contra el Imperio. En Behistún, Darío dice:

Yo batí y apresé a nueve reyes. Uno se llemaba Gaumata, un mago; él mintió; así
dijo él: Yo soy Esmerdis, el hijo de Ciro... Uno, de nombre Acina, un elamita; él
mintió; así dijo él: Yo soy rey en... Uno, de nombre Nidintu-Bel, un babilonio; él
mintió; así dijo él: Yo soy Nabucodonosor, el hijo de Nabonido. El rey Darío
entonces nos dice, la Mentira los hizo rebeldes, de manera que esta gente engañó al
pueblo.50
Religión
Artículo principal: Religión de la Persia Aqueménida

Ahura Mazda tal como es representado en los bajorrelieves de la realeza aqueménida.


Los persas antiguos ejercieron su influencia más duradera por medio de la religión.
Sus doctrinas religiosas tenían origen remoto y se habían desarrollado mucho cuando
iniciaron sus conquistas. Y era tan poderosa su atracción y tan maduras las
condiciones para que fuesen aceptadas, que se extendieron por casi toda el Asia
Occidental. Substituyeron a otras religiones y a creencias que se venían
manteniendo desde hacía siglos. Trastornaron y modificaron la visión del mundo que
tenían hasta entonces las naciones.

A lo largo del Imperio se practicaban diversas religiones, correspondientes a las


tradiciones de los pueblos conquistados. Así, Ciro rindió culto a Marduk al
conquistar Babilonia y Cambises II se proclamó faraón en Egipto practicando la
religión propia del lugar. El promover cultos reales de los pueblos conquistados
tenía la función de legitimar el poder imperial.

No obstante, la élite persa que dirigía el Imperio practicaba el zoroastrismo o


mazdeísmo, con su culto al fuego, y desde el reinado de Darío I se registra en las
inscripciones la adopción del culto a Ahura Mazda como deidad protectora de la
monarquía. La Inscripción de Behistún dice: "Darío el Rey dice: por el favor de
Ahuramazda yo soy Rey, Ahuramazda me concedió el reino".51 Bajo el mecenazgo de los
reyes aqueménidas, y para el siglo V a. C. convertida en religión de Estado de
facto, el zoroastrismo alcanzaría todos los rincones del Imperio.

El príncipe-profeta Zoroastro (o Zaratustra) había comenzado a predicar el


mazdeísmo hacia el año 700 a. C. Fue durante el período aqueménida cuando el
zoroastrismo alcanzó el suroeste de Irán, donde pasó a ser aceptado por los
gobernantes y a través de ellos se convirtió en un elemento definidor de la cultura
persa. La religión no solo estuvo acompañada de la formalización de los conceptos y
divinidades del panteón (Indo-)Iranio tradicional sino que también introdujo varias
ideas nuevas, como el libre albedrío. Se trataba de una religión dualista, en la
que el mundo estaba regido por dos principios: el bien (Ormuz o Ahura-Mazda,
simbolizado por la luz, el Sol) y el mal que no era un dios aparte, si no el
espíritu del mal representado en Arimán, Zoroastro distinguió los dos polos de una
dinámica particular: la creación y la destrucción, contempladas como un todo en
Ahura Mazda.52 Los seres humanos debían llevar una vida pura y emprender buenas
acciones para conseguir que el bien triunfara sobre el mal. Esta religión carecía
de templos, alzándose simplemente altares al aire libre donde ardía una llama
permanentemente. Esta doctrina consta en el Zend Avesta.

Zoroastro creía que su misión consistía en purificar las creencias tradicionales de


su pueblo, desarraigar el politeísmo, el sacrificio de animales y la magia, y
elevar el culto a un nivel más espiritual y ético. El movimiento que dirigió, era
el acompañamiento natural de la veneración de la vaca y su prescripción de que se
cultivara la tierra como un deber sagrado. A pesar de sus reformas, muchas de las
viejas supersticiones sobrevivieron, como suele suceder generalmente, y se fueron
mezclando poco a poco con los ideales nuevos.

Esfinge alada del Palacio de Darío en Susa (ca. 510 a. C.).


Entre los otros dioses indoiranios reverenciados en el Imperio se incluyen Mitra
(deidad solar asociada a la nobleza y los guerreros) y la diosa Anahita. A mediados
del siglo V a. C., esto es, durante el reinado de Artajerjes I y Darío II, Heródoto
escribió "[los persas] no tienen imágenes de los dioses, ni templos ni altares, y
consideran una signo de locura usarlos. Esto viene, creo yo, de que ellos no creen
que los dioses tengan la misma naturaleza que los hombres, como imaginan los
griegos." Afirma que los persas ofrecen sacrificios a: "el sol y la luna, a la
tierra, al fuego, al agua, y a los vientos. Estos son los únicos dioses cuya
veneración les ha llegado desde los tiempos antiguos. En una época posterior
comenzaron a venerar a Urania, que ellos tomaron prestada de los árabes y los
asirios. Militta es el nombre por el que los asirios conocen a esta diosa, a quien
los árabes llaman Alitta y los persas Anahita." El nombre original aquí es Mithra,
lo que desde entonces se ha explicado como una confusión de Anahita con Mitra,
comprensible puesto que ambos eran venerados conjuntamente en un solo templo.[cita
requerida]

Por el sacerdote-estudioso babilonio Beroso, quien ―aunque escribía más de setenta


años después del reinado de Artajerjes II Mnemon― documenta que el emperador había
sido el primero en hacer estatuas de culto de divinidades e hizo que las colocaran
en templos en muchas de las principales ciudades del Imperio (Beroso, III.65).
Beroso también confirma a Heródoto cuando él dice que los persas no sabían nada de
imágenes de los dioses hasta que Artajerjes II erigió aquellas imágenes. Como medio
de sacrificio, Heródoto añade que "ellos no alzan ningún altar, no encienden ningún
fuego, ni vierten libación alguna". Esta frase se ha interpretado para identificar
una acreción crítica (pero tardía) al zoroastrismo. Un altar con fuego de madera
ardiendo y el servicio Yasna en el que se vierten libaciones son todos claramente
identificables con el moderno zoroastrismo, pero aparentemente, eran prácticas que
no se habían desarrollado todavía a mediados del siglo V a. C. Boyce también asigna
ese desarrollo al reinado de Artajerjes II (siglo IV a. C.), como una respuesta
ortodoxa a la innovación de los cultos de santuarios.

Heródoto también observa que "ningún rezo ni ofrenda puede hacerse sin que esté un
mago presente" pero esto no debe confundirse con lo que hoy se entiende por mago,
que es un magupat (persa moderno, mobed), un sacerdote zoroastrista. Ni la
descripción del término por Heródoto como una de las tribus o castas de los medos
implica necesariamente que estos magos fueran medos. Ellos simplemente eran un
sacerdocio hereditario que se encontraba por todo Irán oeste y aunque, en origen,
no se asociaban con ninguna religión en particular, tradicionalmente eran
responsables de todos los rituales y servicios religiosos. Aunque la identificación
inequívoca de los magos con el zoroastrismo vino después (época sasánida, siglo
III), es del magus de Heródoto de mediados del siglo V a. C. que el zoroastrismo se
vio sujeto a modificaciones doctrinales que son hoy consideradas como revocaciones
de las enseñanzas originales del profeta. También, muchas de las prácticas rituales
descritas en el Vendidad del Avesta (como la exposición de los muertos) ya se
practicaban por los magos de la época de Heródoto.
Los sacrificios de caballos en honor al rey se realizaban en época aqueménida, al
menos desde el reinado de Cambises I hasta la llegada de Alejandro Magno, estando
prescrito que los caballos para los sacrificios mensuales en la tumba de Ciro I
debían ser blancos, criados en los haras de Media.53 Según Heródoto los caballos
blancos de Ciro I eran sagrados (I:181).54

Arte y arquitectura
Artículo principal: Arte aqueménida

Ritón de oro hallado en Ecbatana; conservado en el Museo Nacional de Irán.


El arte persa aqueménida era predominantemente monárquico, sus mayores monumentos
son los palacios, que comenzaron a construirse a principios del siglo VII a. C.,
algunos con inscripciones trilingües en sus paredes como las que han sido
encontradas en el palacio de Pasargada en viejo persa, elamita y babilónico.55

El arte aqueménida, como la religión aqueménida, fue una mezcla de muchos


elementos. Lo mismo que los aqueménidas eran tolerantes en materia de gobierno y
costumbres locales, mientras los persas controlaran la política general y la
administración del Imperio, también eran tolerantes en el arte mientras el efecto
final fuese persa. En Pasargada, la capital de Ciro II y Cambises II, y en
Persépolis, la ciudad vecina fundada por Darío el Grande y usada por todos sus
sucesores, uno puede seguir el rastro hasta un origen extranjero de casi todos los
diversos detalles en la construcción y embellecimiento de la arquitectura y de los
relieves esculpidos; pero la concepción, el planeamiento y el acabado del producto
son distintivamente persas.

Ciro construyó su capital, Pasargada, en el territorio original de los persas. En


ella es posible apreciar la fusión de estilos de diferentes partes del Imperio,
característica de los soberanos aqueménidas. Cuando decidió construir Pasargada,
tenía detrás una larga tradición artística que probablemente era distintivamente
irania ya que era en muchos sentidos igual a cualquier otra. La sala hipóstila en
arquitectura puede hoy verse como perteneciente a una tradición arquitectónica de
la meseta iraní que se remonta a través del período medo hasta al menos el
principio del I milenio a. C. Las ricas obras de oro aqueménidas, que según las
inscripciones parece que fueron especialidad de los medos, fue en la tradición de
la delicada metalistería que se encuentra en la época de la Edad de Hierro II en
Hasanlu e incluso antes en Marlik.

Imagen del Amuleto-pendiente aqueménida con cabeza de leona, finales del siglo VI-
IV a. C., de Susa. Museo del Louvre.
Este estilo artístico aqueménida es particularmente evidente en Persépolis: con su
cuidadosamente proporcionada y bien organizada planta, rica ornamentación
arquitectónica y magníficos relieves decorativos, el palacio es uno de los grandes
legados artísticos del mundo antiguo. En su arte y arquitectura, Persépolis celebra
al rey y el oficio del monarca y refleja la percepción que Darío tenía de sí mismo
como el líder de un conglomerado de pueblos a los que había dado una nueva y única
identidad. Los aqueménidas tomaron las formas artísticas y las tradiciones
religiosas y culturales de muchos de los antiguos pueblos de Oriente Medio y los
combinaron en una forma única.

Al describir la construcción de su palacio en Susa, Darío dice que "Se trajo madera
de cedro de allí (una montaña llamada Líbano), la madera de yaka se trajo de
Gandhara y de Carmania. El oro se trajo de Sardes y de Bactria... la piedra
preciosa lapislázuli y cornelina... se trajo de Sogdiana. La turquesa de Corasmia,
la plata y el marfil de Egipto, la ornamentación de Jonia, el marfil de Etiopía y
de Sind (Pakistán) y de Aracosia. Los canteros que trabajaron la piedra eran de
Jonia y de Sardes. Los orfebres eran medos y egipcios. Los hombres que tallaron la
madera, eran de Sardes y Egipto. Los que trabajaron el ladrillo cocido, esos eran
babilonios. Los hombres que adornaron el muro, esos eran medos y egipcios".

Era un arte imperial a una escala que el mundo no había visto antes. Los materiales
y los artistas eran tomados de todas las tierras gobernadas por los grandes reyes,
y de ese modo gustos, estilos y motivos se mezclaron juntos en un arte ecléctico y
una arquitectura que en sí misma reflejaba el Imperio y el entendimiento aqueménida
de cómo ese imperio debía funcionar.

La afición de los persas aqueménidas por el revestimiento arquitectónico hizo que


disminuyera el rol de la escultura de bulto entero en favor de la técnica del
relieve y el bajorrelieve. Los palacios estaban decorados con impresionantes
bajorrelieves, imágenes decorativas algunas de tamaño colosal. En el palacio de
Darío las escalinatas están decoradas con bajorrelieves de criados que suben los
escalones llevando fuentes y comida. También se conservan relieves donde se
muestran las ceremonias religiosas y de Año Nuevo, audiencias de Darío, banquetes y
gente con ofrendas.55

Reyes y líderes aqueménidas


No confirmados
La evidencia epigráfica de estos gobernantes no puede ser confirmada y a menudo se
consideran inventados por Darío I
Aquemenes de Persia
Ariaramnes de Persia, hijo de Teispes y cogobernante con Ciro I
Arsames de Persia, hijo de Ariaramnes y cogobernante con Cambises I
Confirmados
Teispes de Anshan, hijo de Aquemenes
Ciro I de Anshan, hijo de Teispes
Cambises I de Anshan, hijo de Ciro I
Ciro II, el Grande, hijo de Cambises I gobernó desde 550 hasta 530 a. C.
(gobernante de Anshan h. 559 a. C.– conquistó Media 550 a. C.).
Cambises II, hijo de Ciro el Grande, gobernó 529-522 a. C.
Esmerdis (Bardiya), supuesto hijo de Ciro el Grande, gobernó en 522 a. C.
(posiblemente un usurpador).
Darío I, el Grande, cuñado de Esmerdis y nieto de Arsames, gobernó 521-486 a. C.
Jerjes I, hijo de Darío I, gobernó 485-465 a. C.
Artajerjes I "Longímano", hijo de Jerjes I, gobernó 465-424 a. C.
Jerjes II, hijo de Artajerjes I, gobernó 424 a. C.
Sogdiano, medio hermano y rival de Jerjes II, gobernó 424-423 a. C.
Darío II "Noto", medio hermano y rival de Jerjes II, gobernó 423-405 a. C.
Artajerjes II "Mnemon", hijo de Darío II, gobernó 404-359 a. C. (véase también
Jenofonte).
Artajerjes III "Oco", hijo de Artajerjes II, gobernó 358-338 a. C.
Artajerjes IV Arses, hijo de Artajerjes III, gobernó 338-336 a. C.
Darío III "Codomano", bisnieto de Darío II, gobernó 336-330 a. C.
Véase también
Historia de Irán
Reyes aqueménidas de Persia
Guerras Médicas
Persia
Pueblos iranios
Imperios
Historia de los Balcanes
Ejército aqueménida
Notas
Referencias
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ARTA 2007.001). Se desconoce si el documento refleja una práctica más extendida o
se trata de un caso excepcional.
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M. Waters: «Cyrus and the achaemenids», en Iran, 42, 2004; con bibliografía
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Academics Publisher, 1990. ISBN 978-90-04-09172-6. Páginas 14-. Disponible en línea
(en inglés).
En caso de considerarse la inscripción de Arsames como auténtica, Ciro también
habría sucedido al todavía viviente Arsames como rey de Persia, uniendo así los
reinos de Anshan y Persia.
Anteriormente se solía considerar el año 547 a. C. como la fecha de la conquista
(cf. Dandamaev, op. cit.), pero estudios más recientes han demostrado que esto se
basaba en una interpretación errónea de la Crónica de Nabonido (R. Rollinger, "The
Median "Empire", the End of Urartu and Cyrus' the Great Campaign in 547 B.C."; L.
Lendering, "The End of Lydia: 547?"; con bibliografía anterior).
Briant 2002, pág. 79
En general, véase Briant 2002, págs. 46, 79.
Bardiya also called Smerdis en Wayback Machine.
Nidintu-Bêl (en inglés)
Briant 2002, p. 675. El historiador griego Polibio señala que Ecbatana fue
ampliada lujosamente con columnas doradas y tejas en el tejado de plata y cobre
(Polibio, 10.27.12).
Briant 2002, pp. 676-677
Chr. Walker, "Achaemenid chronology and the babylonian sources", en: John Curtis
(ed.), Mesopotamia and Iran in the Persian period: conquest and imperialism, 539-
331 BCE. Londres, 1997.
Artículo "Achaemenid Dynasty", en Encyclopaedia Iranica.
Para esta sección, véase P. Briant, "Class system" ii. "In Median and Achaemenid
Periods", en Encyclopaedia Iranica.
Heródoto: Los nueve libros de la Historia. Año 1989. Biblioteca Edaf. Traducción
de P. Bartolomé Pou. ISBN 84-7640-351-8.
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Moscú, 1963, pp. 151-52
Briant 2002, pp. 302-324.
Briant 2002, pp. 324-338.
Artículo "Achaemenid Satrapies", en Encyclopaedia Iranica (en inglés).
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Near Eastern Studies 32, pp. 47-56; Cook, J.M.: "The rise of the Achaemenids and
establishment of their empire", pp. 261-262, en Ilya Gershevitch, The Cambridge
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Briant 2002, pp. 338-349
Sobre la etimología del nombre no existe unanimidad: para los antiguos griegos,
hacía referencia a Darío el Grande, pero entre los historiadores modernos está
extendida la opinión de que se relaciona con una forma hipotética del antiguo persa
*dari ("dorado").
No existe consenso acerca de si la figura representada es el propio rey
aqueménida, un héroe o una divinidad.
Heródoto, v, 53.
Kuhrt, Amélie: El Oriente Próximo en la Antigüedad, vol. 2. ISBN 84-8432-163-0.
Página 348.
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oyen hablar de ellos, y en particular han aprendido de los helenos a tener
relaciones con chicos[...]"
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aprendieron la profanación del propio sexo masculino de los griegos. Sin embargo,
¿cómo podían los griegos haber enseñado esta impureza a los persas, entre quienes,
como han confesado muchos, los chicos se castraban mucho antes de que llegaran a
los mares griegos?"
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En español
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Madrid: Siglo XXI, 1973.
Dandamaev, M. A., y V. G. Lukonin (1990): Cultura y economía del Irán antiguo.
Editorial Ausa, 1990.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Imperio aqueménida.
El primer Imperio Persa (www.digitalreview.com.ar).
"Los inicios de la dinastía Aqueménida y la formación del Imperio Persa" - Israel
Campos Méndez (pdf) (www.laiesken.net).
Irán, la Gloria olvidada - Película documental sobre el Antiguo Irán (aqueménidas y
sasánidas) (www.farsmovie.com).
Achemenet El principal recurso electrónico para el estudio de la historia, la
literatura y la arqueología del Imperio persa (www.achemenet.com).
Persépolis antes de la incursión (proyecto de gira virtual en
www.virtualtourengine.com).
Museo aqueménida virtual e interactivo(Mavi) (www.museum-achemenet.college-de-
france.fr).
Livius.org sobre Achaemenids
Livius.org sobre Achaemenid Royal Inscriptions Archivado el 18 de diciembre de 2016
en Wayback Machine.
Arte aqueménida en la Iran Chamber Society (www.iranchamber.com)
Proyecto de archivo de fortificación de Persépolis
(persepolistablets.blogspot.com).
Fotos de los portadores de tributos de las 23 satrapías del Imperio aqueménida, de
Persépolis (www.persianempire.info).
Thomas R. Martin: An Overview of Classical Greek History from Mycenae to Alexander
(Panorama de la historia de la Grecia Antigua desde la época micénica hasta la de
Alejandro); texto inglés, con índice electrónico, en el Proyecto Perseus.
The Attack on the Persian Empire (‘el ataque al Imperio persa’ por parte de
Alejandro).
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