El Monstruo de Los Andes

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

EL MONSTRUO DE LOS ANDES mayra

Pedro Alonso López (Venadillo, Tolima, Colombia, 8 de octubre de 1948-desaparecido


el 22 de septiembre de 1999), también conocido como el Monstruo de los Andes,234 es
un asesino en serie colombiano que, tras su captura en 1980, confesó el asesinato de
más de 300 niñas y jóvenes en Colombia, Ecuador y Perú.56 Sin embargo, las autoridades
solo confirmaron la autoría de 110 víctimas.7
No se puede establecer con certeza el número de asesinatos, ya que buena parte de los
cuerpos no aparecieron, y los actos violentos se llevaron a cabo en regiones aisladas,
motivo por el cual no se cuenta con cifras fiables. Sin embargo, en su confesión a los
investigadores, reconoció haber asesinado a por lo menos 110 muchachas en Ecuador,
100 en Colombia y "muchas más de 100" en Perú. Y ayudó a ubicar un campo
en Ambato, Ecuador, donde se hallaron 53 cuerpos, y cuatro más en otros lugares,
aunque en otros puntos señalados por él mismo no se hallaron restos humanos. Si se da
crédito a su versión, Pedro Alonso López es el asesino en serie masculino que más
asesinatos ha cometido.8 Se desconoce su paradero.
INFANCIA adriana
Pedro Alonso López nació en 1948 en el municipio de Venadillo, Tolima, y a los seis
meses su madre se mudó a Santa Isabel, en plena época de “La Violencia”, periodo de
guerra civil no declarada que provocó cerca de 200 000 muertes.12
Era el séptimo hijo de un total de trece hermanos, hijos de una prostituta, Benilda López
de Castañeda y tuvo una infancia infeliz por la violencia del ambiente, el excesivo control
de su madre y la ausencia de la figura paternal.1 Su padre, Megdardo Reyes, fue
asesinado seis meses antes de su nacimiento.13
Vivían en una única habitación con cortinas como separación, por lo que él y sus
hermanos oían las interacciones de su madre con los clientes. En 1957 con 9 años de
edad fue sorprendido por su madre intentando mantener relaciones sexuales con su
hermana menor y fue desterrado de la casa.1 Vagabundeó en estado de indigencia como
habitante de la calle en Bogotá y fue abusado sexualmente.1 A la edad de 12 años fue
adoptado por una familia estadounidense.11 Pero una nueva agresión sexual por parte
de un profesor le hizo huir de nuevo y volver a las calles.11
En 1969 con 21 años de edad fue encarcelado por hurto y en prisión fue abusado por 4
presos; decidió no volver a ser una víctima y los asesinó días después.9 Como fue
declarada defensa propia, solo se le añadieron 2 años de condena.
Actividad criminal JEANFRANK
A su salida de prisión en 1978, Pedro viajó extensamente por todas partes del Perú.
VIAJE A PERÚ Al cumplir su condena y quedar libre, Pedro viajó a Ayacucho, en Perú.
Elegía a las niñas andinas “que tuvieran los ojos más inocentes”, explicó en su detención,
y les ofrecía regalos para que lo acompañaran al campo. Ya alejados de los pueblos,
comenzaba su ritual.
“Obligaba a la niña a tener sexo conmigo y ponía mis manos alrededor de su garganta.
Cuando el sol salía la estrangulaba. (…) Solo era bueno si podía ver sus ojos. Nunca maté
a nadie de noche. Habría sido un desperdicio en la oscuridad, tenía que verlas a la luz
del día (…). Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de
las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos. Solo aquellos que matan
saben a qué me refiero”, dijo en su manifestación a la policía.
MAYCOL Luego de ultrajarlas, las estrangulaba para matarlas; practicaba necrofilia con
sus cuerpos ya sin vida, y los escondía o enterraba para no ser descubierto. En su visión,
no secuestraba a niñas blancas porque “sus padres vigilaban demasiado”, por eso se
dirigía a las menores andinas.
Se conoce que en Perú mató a cerca de 100 niñas de entre 9 y 12 años, y allí se comenzó
a llamar como el ‘monstruo de los Andes’. Un grupo de pobladores ayacuchanos
sospechaban de él hasta que lo capturaron cuando quiso raptar a una menor.
“Los indios en el Perú me habían atado y enterrado en la arena hasta el cuello cuando
se enteraron de lo que les había estado haciendo a sus hijas. Me habían cubierto de miel
y me iban a dejar para ser devorado por las hormigas, pero una señora misionera
americana vino en su jeep y les prometió que me entregaría a la Policía”, contó.
STEFANY La misionera y él se alejaron. Ella lo dejó marchar. Pero existe la otra versión:
lo llevó a las autoridades peruanas, pero como no les interesaba lo que sucedía con las
comunidades indígenas en Ayacucho lo terminaron deportando a Ecuador. Allí, Pedro
escapó y se estableció en Ambato.
ASESINATOS EN ECUADOR
Entre 1978 y 1980, el número de desapariciones de niñas estaba en aumento en
Colombia y Ecuador. Para los policías de estos países esto se trataba por el aumento de
la trata de personas y la esclavitud sexual y jamás se fijaron en un asesino en serie como
el ‘monstruo de los Andes’. Hasta 1980.
Una riada que inundó la ciudad ecuatoriana arrojó a la luz cuatro cuerpos de niñas
desaparecidas que los forenses determinaron que habían sido asesinadas. Esto generó
una alerta y una investigación para dar con el criminal, pero había un problema: no
tenían a ningún sospechoso, ni mucho menos algún dato.
CAPTURA, DETENCIÓN Y LIBERTAD CARLOS
Las búsquedas continuaron en Ecuador para dar con el homicida, pero las pistas eran
inconclusas y se estrellaban con un sinfín de dudas. Hasta que el ‘monstruo de los Andes’
cometió un error cuando quiso raptar a la niña Marie en el supermercado.
Fue capturado, pero no quiso confesar los delitos. Él era el culpable, pero mantuvo la
boca cerrada por varios días. Los investigadores revisaron el caso para encontrar una
salida y se encontraron con la fe católica que profesaba con mucho ahínco. La única
solución fue que converse con el sacerdote Córdoba Gudino. Allí, frente a él como en un
confesionario en una inglesa, le contó todo.
“Me ha confesado actos tan horribles, bestiales y violentos que no podía seguir
escuchándole. Primero violaba a las niñas y luego las estrangulaba mirándolas fijamente
a los ojos porque en ese instante la excitación sexual y el placer llegaban su máximo
punto, antes de que su vida se marchitara”, dijo el cura, quien no salía de su asombro.
MAYRA La policía continuó interrogándolo. Justificó sus crímenes por su dura infancia
con su madre y su adolescencia en las calles.
“Perdí mi inocencia a la edad de ocho años, así que decidí hacer lo mismo a tantas
muchachas jóvenes como pudiera (...)”. Prefería a las ecuatorianas porque “son más
dóciles y más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que
sospechan de extraños”.
En su confesión relató que cuando las niñas estaban muertas cavaba un hoyo y las iba
enterrando en grupos de tres o de cuatro para, después, ir a visitarlas, y a quienes
bautizó como “muñequitas”. Era usual que ‘conversara’ con los cadáveres, pero “como
ellas no se podían mover me aburría e iba a buscar nuevas niñas”.
Pedro explicó que los asesinatos le causaban placer y “la excitación sexual más profunda
antes que su vida se marchitara”.
ADRIANA Los policías comenzaron a dudar de su testimonio, pero el ‘monstruo de los
Andes’, con ego, los dirigió a los diferentes lugares para desenterrar a las víctimas:
encontraron un total de 74 cadáveres, niñas entre 8 y 12 años, con signos de haber sido
violentadas, pero el psicópata confesó que eran más, que eran 110. Así, entre Perú,
Colombia y Ecuador asesinó a más de 300 menores.
Fue sentenciado a 16 años de cárcel, que en en 1980 era la pena máxima en Ecuador
por delitos de ese tipo. Estuvo preso hasta 1994, lo extraditaron a Colombia para que
sea juzgado, pero el magistrado lo halló “demente”, y por lo tanto, inimputable. Fue
enviado a un hospital psquiátrico donde permaneció cuatro años, le impusieron una
fianza de cincuenta dólares, la obligación de un tratamiento psiquiátrico y un
seguimiento mensual de su caso ante una autoridad judicial. Nunca cumplió
nada. Apenas lo liberaron, el ‘monstruo de los Andes’ desapareció y se desconoce su
paradero desde 1998.
JEANFRANK No importó que en el centro psiquiátrico dijera estas frases: “El momento
de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese
momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión”. O que en los
exámenes psicológicos que le practicaron al criminal se revelara que era
un “sociópata” con un “trastorno de personalidad antisocial”,
sin “conciencia” ni “empatía”, con gran habilidad para el engaño y la manipulación
mediante sus palabras.
Cuatro años después, en 2022, la Interpol emitió una orden de búsqueda y captura
contra Pedro Alonso López por las similitudes con el asesinato de una menor en El
Espinal, una de las zonas donde captaba a las niñas. Y en 2012, en el municipio
colombiano de Tunja se halló a otra menor degollada. Los asesinatos siguieron el mismo
‘modus operandi’ que el ‘monstruo de los Andes’.
LA ÚLTIMA VISITA A SU MADRE MAYCOL
“Madrecita, arrodíllese que voy a echarle una bendición”, le dijo Pedro al visitar a su
progenitora. No se mostró violento, tampoco la culpó de su infancia y adolescencia. Le
exigió dinero y nunca más lo volvió a ver. Para ella, él sigue vivo pese a que hace 23 años
se desconoce su paradero.
“Sé que no ha muerto. Otros familiares míos se me han aparecido en forma de ‘presencia’
después de que falleciesen. Pero él no. Sé que sigue ahí, en alguna parte”, dijo.
Se estima que mató y violó a un poco más de 350 niñas. No hay un número exacto para
las víctimas que fueron atacados por este psicópata. La Interpol sigue buscando, a quien
sería el asesino en serie con mayor cantidad de víctimas superando, incluso, a Harold
Shipman, el afable médico inglés que mató a 235 personas.
STEFANY

CARLOS
MODUS OPERANDI MAYRA

JEANFRANK

MAYCOL

ADRIANA
STEFANY

PERFIL PSICOLOGICO CARLOS

También podría gustarte