Enfoque pedagógico
El estudio de las Ciencias Naturales en la Educación Básica busca que niños y adolescentes:
Reconozcan la ciencia como una actividad humana en permanente construcción, con alcances y
limitaciones, cuyos productos se aprovechan según la cultura y las necesidades de la sociedad.
El conocimiento sobre los problemas de aprendizaje de las ciencias naturales, de la construcción
de conceptos y representaciones de los estudiantes de la escuela básica, y de los nuevos contextos
de desarrollo de las sociedades, ha llevado a muchos países al replanteamiento de sus currículos
de ciencia básica. Estos cambios están orientados, en su mayoría, por enfoques educativos,
epistemológicos y cognitivos que ponen énfasis en el proceso en que los alumnos desarrollan
habilidades cognitivas, en que la enseñanza promueve la percepción de la ciencia en un contexto
histórico orientado a la solución de situaciones problemáticas derivadas de la interacción humana
con su entorno, así como en las formas de aproximación a la construcción del conocimiento, más
que a la adquisición de conocimientos específicos o a la resolución de ejercicios. También
proponen una visión de la ciencia más integrada e interrelacionada, que se enfoque en estructuras
generales que comparten diversas ciencias, más que en la visión de cada disciplina. Así es posible
percibir cómo algunos aspectos, como los sistemas, los procesos cíclicos o los desarrollos sobre lo
micro, fungen como nuevos organizadores curriculares que presentan de manera coherente una
ciencia básica escolar que rescata no solo los conocimientos más básicos de cada disciplina, sino
una forma transdisciplinaria de verla y abordarla, con el propósito de que sea una ciencia escolar
más útil al desarrollo social, económico y tecnológico del presente.
Por ello, hoy en día la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias naturales en la educación
básica se fundamenta en el desarrollo cognitivo de los estudiantes y se orienta a la
construcción de habilidades para indagar, cuestionar y argumentar. Toman como punto de
partida lo perceptible y las representaciones de los estudiantes para avanzar hacia formas
más refinadas que les ayuden a comprender sistémicamente los procesos y fenómenos
naturales.
Una buena enseñanza y un buen aprendizaje de las ciencias requieren crear condiciones en
las cuales la participación activa de los estudiantes, mediada por el docente, sea prioritaria.
El profesor acompaña al estudiante en la búsqueda de respuestas a sus preguntas a través de
la indagación. Para ello plantea actividades de forma abierta, con situaciones concretas y de
complejidad creciente, a fin de introducir nuevas formas de ver y explicar un fenómeno.
También favorece la expresión del pensamiento estudiantil, pues acepta el lenguaje
aproximativo, sin limitar expresiones, con vistas a avanzar en la precisión y el uso de
lenguaje científico.
La indagación implica fortalecer habilidades para que formulen preguntas e hipótesis y
desarrollen actividades experimentales para ponerlas a prueba; así como observar,
comparar y medir, clasificar, reconocer patrones, registrar y elaborar argumentaciones
coherentes que satisfagan los cuestionamientos que los estudiantes formulan. Durante el
proceso, el profesor propicia situaciones para el intercambio de argumentos entre los
estudiantes, enriquece las interrogantes, induce la duda orientada al razonamiento y al
pensamiento crítico, posibilita el manejo progresivo de modelos más complejos y lenguajes
más abstractos, e identifica las posibles dificultades que pueden enfrentar los estudiantes y
cómo ayudarles a superarlas. Todo ello a fin de llegar a soluciones conjuntas mediante
planteamientos más claros y coherentes, y coadyuvar al despliegue de capacidades para
trabajar en equipo. Al mismo tiempo, es importante favorecer el desarrollo de actitudes y
valores que permitan a los estudiantes apreciar los aportes de la ciencia y la tecnología al
mejoramiento de la calidad de vida, así como conocer sus impactos medioambientales y su
uso ético. Valorar el proceso en la construcción de saberes, por encima de los resultados o
productos, propiciar los vínculos interdisciplinarios y la aplicación de los aprendizajes, son
también tareas docentes imprescindibles.
Los estudiantes desempeñan una función activa en la construcción de su conocimiento
cuando intercambian ideas y argumentan, comparten sus saberes, confrontan sus puntos de
vista y formulan resultados con distintos medios. Interaccionan entre pares y grupos
haciendo un ajuste personal entre sus modelos iniciales y las nuevas aportaciones.
Identifican nuevas variables que intervienen en los procesos y fenómenos, y distinguen las
más significativas. Participan en la búsqueda de información asociada a la ciencia y la
tecnología de manera crítica y selectiva, como base para la toma de decisiones. Construyen
un contexto significativo de lo que leen, surgido de la interacción de sus saberes con el
texto escrito, y escriben sus argumentos para convencer con base en razones. Regulan su
propia dinámica de aprendizaje y participan en la identificación de su entorno social y
familiar buscando soluciones de manera individual y colectiva mediante proyectos que
fomentan la innovación y la colaboración.
En el contexto de la ciencia escolar, las actividades prácticas son importantes porque sirven
para representar fenómenos a partir de la manipulación, y esto posibilita la transformación
de hechos cotidianos en hechos científicos escolares. Entre estas actividades se encuentran
los experimentos, que pueden tener diferentes propósitos didácticos: observar un aspecto
específico de un fenómeno o proceso, plantearse preguntas, aprender a usar instrumentos,
medir y hacer registros, obtener evidencias a favor o en contra de una explicación,
robustecer un modelo explicativo o manipular un fenómeno para obtener respuestas a
preguntas relevantes y significativas. En este sentido, se deben tener claros los propósitos,
los materiales, los tiempos y las posibles dificultades en su desarrollo.
Es indispensable acercar a los estudiantes al estudio de los temas mediante actividades
contextualizadas y accesibles, pero que sean cognitivamente retadoras, que favorezcan la
colaboración y el intercambio de ideas, generen motivación, propicien la autonomía y
orienten la construcción y movilización de sus saberes. Para organizar el trabajo escolar, se
pueden considerar tanto las secuencias didácticas como los proyectos.