Funciones Del Educador

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EL EDUCADOR, DOCENTE DEL SIGLO XXI.

Escribió: Lic. Héctor Alvarado Jerónimo

INTRODUCCIÒN

El desarrollo de las capacidades creativas en el discente, llevaría a una auténtica


revolución en los actuales sistemas de enseñanza.
Me permito dar a conocer algunos tratados relevantes sobre el educador, Docente
del siglo XXI, tales como: características –perfiles- pensamientos y enfoques, partiendo de
pensamientos y propuestas de distintos personajes; que, con el afán de contribuir en el
mejoramiento de la calidad educativa y establecer el verdadero papel que debe de jugar el
docente dentro de las aulas en el siglo XXI, en especial del nivel superior, proponen ideas
pedagógicas.
Escribo algunos modelos de educación, pero, que parten de una actitud de
cambio y motivación en el propio docente, y en el dicente como último, en procesar el
conocimiento.

EL EDUCADOR, DOCENTE DEL SIGLO XXI

Como tema de actualidad y relevante, considero necesario brindar desde mi


perspectiva pedagógica y sobre todo, parto desde mi experiencia en la docencia, desde
los niveles educativos, de primaria, nivel medio y ahora en el nivel universitario.

En sentido amplio se llama “educador” a todo lo que educa, a lo que ejerce


influencia, a lo que posee energía educadora es decir “educabilidad”, Nasif, citado por
SERCAP (2000:11)

SOMOS EDUCADORES

La reflexión puede comenzar con una simple afirmación. ¡Somos Educadores!.


Pero para personalizarla, lo escribo en singular y como interrogante, que motive la
reflexión. ¿Soy educador?
Si me planteo la pregunta en serio, veré que apunta a mi propia personalidad y a mi
desempeño docente, por lo que, la respuesta debe de contener en su estructura
gramatical, los tres niveles en que puede vivirse dicha identidad, el biológico-laboral, el
psicológico social y el proyectivo.

a) El primer nivel. Se sitúa en el plano biológico-laboral: corresponde a la necesidad


de “hacer” o trabajar para poder vivir, lo cual contribuye a satisfacer las
necesidades primarias del hombre. Da lugar al “trabajador de la enseñanza”.
La motivación que lo justifica es la propia supervivencia y la de aquellos que
dependen de mí, supervivencia que ha de ser digna, comparativamente al nivel
social en que se está inmerso, y que requiere para ellos un sueldo apropiado.

b) El segundo nivel. Se sitúa en el plano psicológico-social: corresponde a la


necesidad de reconocimiento social, de ocupar un puesto (representando un papel)
honroso, no sólo en el cuerpo de la sociedad, sino, en el grupo social mas
inmediato: discentes, comunidad educativa…. Da lugar al “Profesional de
enseñanza”, que se caracteriza por su saber, su competencia, su dominio de las
materias que ha de enseñar.
La motivación que dinamiza este nivel, es el afán o la necesidad de valores y
sentirse valorado de autoestima y éxito, de ser respetado y apreciado, de ser
querido o de alcanzar incluso cierta cuota de poder…..Los matices varía, según las
personas y las edades de las mismas.

c) El tercer nivel. Alcanza al núcleo mismo de la identidad, al plano proyectivo o


generador de la persona.
Es el “ser” de la persona, que necesita proyectarse en el mundo contribuyendo a su
construcción. Aquí aparece el educador “con vocación”, el que se siente a sí
mismo – se ve “realizado”- siendo educador; tiene la impresión de estar ocupando el
lugar adecuado en la “sinfonía de la creación”.
La motivación procede, en este nivel, de la actitud del educador del siglo XXI, de
servicio y de creatividad para dar respuesta adecuada a las necesidades de los
destinatarios de su labor.

La anterior reflexión, da la pauta de que la “personalidad” y la “vocación” se


convierten en la esencia del docente universitario, ya que de ella desprenden los perfiles
que definirán y que caracterizarán al profesional del presente o del futuro. En relación a
la misma perspectiva de la vocación del docente del siglo XXI, SERCAP (2000: 10),
define el tema: “La vocación es adquirida, no se nace con ella, ésta se va creando a medida que aumenta
la convivencia y la experiencia social . La vocación florece en lo profundo de la personalidad, siendo así que
la persona posee una inclinación para cierto estilo de vida, donde se realiza como tal”.

El educador universitario debe de tomar muy en cuenta, que la reflexión sobre el


desempeño, las acciones, la actitud, el nivel y calidad de conocimiento que posee un
educador es necesario llevarlo a cabo. Esto permitirá, de una u otra manera dejar por
un extremo el tradicionalismo pedagógico. El mismo auto-análisis, sobre el que hacer
pedagógico del docente, facilitará identificar las debilidades que limitan el campo de
acción en el sistema educativo, y que en muchas ocasiones, se convierten en tropiezos
para el discente en su rendimiento académico.

Hoy por hoy, lo más importante es reconocer que se ha fallado en el desarrollo del
proceso denominado enseñanza –aprendizaje, pero, lo mejor es llegar a proponer,
acciones claras y precisas para para poner en marcha medidas correctivas, tomando en
cuenta las ideas que los distintos enfoques pedagógicos brindan para mejorar el nivel
educativo en las aulas universitarias.

Una de las recomendaciones prácticas es la que Spencer Johnson establece en su


libro el profesor al Minuto: emplear objetivos, la Recuperación y el Elogio de un
Minuto. El empleo de este enfoque motivará a los discentes para que se conviertan en
los mejores estudiantes, pues, parte de la motivación, la disciplina y el reconocimiento de
la autoestima, como factores psicológicos que influyen en el proceso educativo.

En relación a lo que se espera de la “educación”, -proceso que desarrollará el


educador universitario-, Gutiérrez (1982:65), escribe: El proceso educativo parte de la realidad, se
concretiza en la intersubjetividad y se objetiva en el cambio o transformación de la conciencia. La
acción educativa, es por tanto, una comunicación dialógica con la realidad, con los otros y con la propia
conciencia.

El educador universitario debe de ser pues, un ente de cambio, que estimule, que
motive, que inspire. Refiriéndose al mismo tema, Johnson, (2004:15), dice: Los profesores
preparan a los alumnos para que estos se enseñen así mismos la disciplina del estudio(…) Cuando la
estimación de nosotros mismos mejora, aprendemos con más facilidad. Gutiérrez (1996: 25) define el
término “educar” el cual es evidente que es una tarea y misión propia del Educador,
docente del siglo XXI: Educar en el goce significa generar entusiasmo. Generarlo siempre, en todas y
cada una de las actividades, de los ejercicios, de las prácticas, de los ambientes, de las relaciones, de los
resultados, de los progresos, de los errores incluso. Educar por el goce significa movilizar las energías en una
aventura lúdica compartida; sentir y hacer sentir; participar entregando lo mejor de sí y recibiendo lo mejor de
los otros.

Se puede citar una serie de ideas y recomendaciones para reflexionar sobre el “que
hacer educativo” del docente universitario, pero, considero que el discente, basado en los
principios de la andragogìa debe de convertirse también en un actor importante en el
sistema educativo, y que manifieste desde su punto de vista, el nivel del proceso
educativo que hasta el momento ha alcanzado; de esa cuenta, sugerir a quien
corresponda sobre lo que desea aprender o conocer. En el contexto del mismo tema,
Johnson, dice (2004:100), dice: las soluciones no se presentan mientras la gente no se dé cuenta de
que existe un problema. Lo más importante y fundamental de esto, es la acción, el poner en
práctica las sugerencias, considerando el contexto en que se desempeñe el educador.
Se necesita más de un minuto de tiempo y reflexión para convertirse en un buen profesor . (Johnson 2004:14)

Considerando las característica mismas del “educador” Docente del siglo XXI, Sabater
(2001:151), es mucho más crítico, en el papel que debe de jugar el educador, y dice: Quien
pretende educar se convierte en cierto modo en responsable del mundo(…) si le repugna esta
responsabilidad, más vale que se dedique a otra cosa y que no estorbe. Hacerse responsable del mundo no
es aprobarlo tal como es, sino asumirlo conscientemente porque es y porque sólo a partir de lo que es puede
ser enmendado.

Otro de los aportes para la andragogìa, y en relación al rol verdadero de un docente


universitario, es lo que escribe Azmitia (1992:31) “ el maestro debe saber callar y sobre todo
tener paciencia, sin adelantarse al proceso del grupo, inhibiéndolo con su verdad. También tiene
que saber opinar, dar su punto de vista, plantear su posición –cuando sea necesario y oportuno-
guardando el ritmo y el proceso del grupo. (…) debe ser sencillo y amistoso; es decir ser
compañero”. Es necesario conocer, que no sólo el docente y el discente son partícipes de
este análisis, sino, el lenguaje mismo, pues juega un papel importante en este principio de
reflexión. El mismo, debe ser adecuado, sencillo y sin abusar de términos y conceptos
complicados e inteligibles para los grupos.

EN RESUMEN DEL PERFIL DEL EDUCADOR. DOCENTE DEL SIGLO XXI.

Bondad
Las cualidades más admiradas Delicadeza
de un educador: Paciencia
Dominio de sí
Capacidad Didáctica

Inteligencia
Simpatía
Actitudes que se esperan Honestidad
de un educador Puntualidad
Cultura General
Cultura especial
Cultura pedagógica
Ausencia de preferencias

FUNCIONES BASICAS DEL EDUCADOR

Se refiere a los conocimientos que debe poseer el educador, relativos al ejercicio de la


docencia, tomando en cuenta los principios de la andragogìa.

a) Función Técnica: Es necesario que el docente se actualice continuamente, no sólo


en su asignatura sino todo lo concerniente a hechos y
acontecimientos que constituyen la cultura general dinámica de
nuestra época.

b) Función Didáctica: El educador debe estar preparado para orientar correctamente el


aprendizaje de sus alumnos, utilizando para ello métodos y
técnicas que exijan la participación activa de los mismos en la
adquisición de los conocimientos, habilidades, actitudes e
ideales.

c) Función Orientadora: Esta función procura establecer el nexo entre educador y


educando, para reconocerlos mejor en sus virtudes y
limitaciones, con miras a su adecuada orientación. Esta es
una función cuya importancia en la vida profesional del docente
se acrecienta cada vez más.

Capacidad de Adaptación
Equilibrio emotivo
Capacidad intuitiva
Cualidades para el ejercicio docente Sentido del deber
de un educador. Capacidad de conducción
Amor al prójimo
Sinceridad
Interés científico, Humanístico y estético
Capacidad de aprehensión de lo general
Espíritu de justicia
Disposición
Mensaje

CONCLUSIÒN

Aún hace falta mucho por reflexionar, por hacer, por conocer y por cambiar.
El rol del educador, es cada vez más comprometido. Lo más bonito es encontrar
textos con pensamientos que parafrasean ideales educativos y escribirlos en carteles o en
páginas; sin embargo, lo más difícil es que el docente asuma el reto de cambio de actitud,
en su que hacer educativo- Considero que vale la pena el cambio.
Uno de esos ideales del maestro del siglo XXI, Azmitia, cita a Gutiérrez (1991: 28)
en uno de los textos que él escribe, el cual dice: “ Los niños y los adolescentes que vivieran
permanentemente en un ambiente educativo flexible, original, subjetivo, desinhibido, desafiante,
informal motivador, independiente, constructivo, rico en sentimientos y emociones, desarrollarían
en sí mismos, un proceso de cambio y un incremento en su organización psíquica, que
necesariamente daría nacimiento a un nuevo tipo de hombre: un hombre diametralmente diferente
al convencional, conformista y estéril (…)”
Es entonces el carácter y la actitud de cada docente, que hará de percibir este tipo
de modelos o cambios en el “que hacer educativo”, que permitirá reconocer el autoestima
en cada uno de los discentes para que sean ellos, los que busquen y reconozcan que
puedan aprender por sí solos, mientras que el docente únicamente se convierta en el guía
y orientador del proceso.
Es importante que cada uno de nosotros, nos preparemos y nos actualicemos
académicamente, para encontrar los elementos y las formulas necesarias que se
encuentran sumidos en los distintos enfoques pedagógicos y ocultos en los diversos
textos, para hacer de nuestra personalidad y trabajo, los factores que contribuyan en ese
cambio de estructura tradicional. De esa cuenta romper con los paradigmas educativos
tradicionalistas que muchos de nosotros presumiblemente aún practica.

Se necesita más de un minuto de tiempo y reflexión para convertirse en un buen profesor. (Johnson, ob.cit.)

BIBLIOGRAFÌA

Azmitia, O. (1991) La formación docente del graduando de magisterio rural y la factibilidad


de su participación efectiva en el proceso de desarrollo, Guatemala (Tesis) Rafael
Landivar. Supercopias & gráficos,S.A. 145 pags.

Chiquitò, C. (2008) La pedagogìa imaginaria. Como ciencia de la vida en el siglo veintiuno


Guatemala. Imprenta Leo 196 pags.

Gutièrrez, F. (1982) Educaciòn como praxis política: Ensayo sobre educación. San
Josè, Costa Rica. EDIPEC- Nueva Dècada. 79 pgs.

Gutièrrez, F. y Prieto, D. (1996) Mediaciòn Pedagògica. Apuntes para una educación a


distancia alternativa. IIME/EDUSAC. 174 pags.

Johnson, S.y Johnson, C. ( 2004) El professor al minute. Mèxico, D.F. Editorial Random
House Mondadori, S.L. 156 pags.

Mandino, O. ( 1989) El secreto mas grande del mundo. Mèxico, D.F. Editorial Diana.
192 pgs.

Savater, F. (1997) El valor de educar. Barcelona, España. Editorial Ariel S.A. 222Pgs.

SERCAP –Servicios educativos de Reflexiòn capacitación y actualización pedagógica-


(2000) El maestro y el alumno en el proceso de enseñanza-aprendizaje . Guatemala
Colecciòn 12. 92 Pags.

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