Audios Guiones Agvb
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1. Desarrolla y explica la postura de uno de los autores vistos: Hessen, Thuillier o Serrano, según prefieras.
2. A la luz de las diversas polémicas expuestas por Mardones, propón un tema (hecho histórico, social, cultural, e incluso natural) y problematiza.
3. Formato: audio. Duración mínima 3 minutos, máxima 5 minutos.
4. Recuerda que aunque es un audio, se requiere: orden en la exposición, claridad en la explicación y, por supuesto, se esperan argumentos, no
divagaciones o ideas confusas.
¿QUÉ ES LA EPISTEMOLOGÍA?
La manera más cabal de responder la cuestión, a mi parecer, se halla en la propuesta contenida en el libro
Filosofía de la ciencia del mexicano Jorge Alberto Serrano Moreno. La razón de mi elección la hallo en el
modo tan completo y extenso en que aborda la distinción entre ciencia, epistemología y filosofía de la ciencia;
esferas que, en el aspecto teórico, constantemente suelen confundirse. Pero, ¿cómo es que Serrano diferencia
una respecto de la otra? Lo hace a partir de tres niveles, donde, aunque con un objeto común, a cada uno
corresponde una tarea y, por lo tanto, un campo de estudio determinado, es decir, cada nivel es una forma
diferente de plantear un mismo tronco común, que es la ciencia. Esto puede comprenderse mejor con la
explicación que nos ofrece el autor.
En el primer nivel, que es la ciencia, se halla la reflexión metodológica y crítica llevada a cabo por sus
especialistas: los científicos. Se desenvuelve a partir de ciencias estructuradas o en vías de ello, y su fin es
explicar y descubrir la naturaleza de los fundamentos científicos, a fin de posibilitar que la ciencia evolucione
internamente. En el segundo nivel, el de la epistemología general, nos encontramos ante la reflexión del
científico llevada más allá de su plano, una reflexión ubicada, aunque en su mayoría dentro de la ciencia, fuera
de las honduras de su especialidad y dotada de fundamentación filosófica; cuyo fin es la búsqueda de aquello
que une y distingue a la diversidad de ciencias. Y finalmente, el tercer nivel, el de la reflexión en torno a las
ciencia, es decir, la filosofía de la ciencia; aquí la filosofía es consciente de que la ciencia puede y debe hacer su
discurso epistemológico, no obstante, no pretende indicar de qué modo debe proceder en su conformación. En
otros términos, la filosofía de la ciencia no pretende invalidar el discurso epistemológico de la ciencia ni sus
métodos en consecución de él sino solo reflexionar y exponer alrededor de ella.
MARDONES
Desde el ámbito de la técnica, con la proliferación de la tecnología y la notoriedad de los acaudalados que
invierten en su desarrollo, la ciencia continúa perpetuándose como el conocimiento por antonomasia de nuestro
siglo, y, por consiguiente, como la esfera por excelencia del conocimiento que nos diferencia respecto de otras
épocas. En otros términos, la ciencia se ha colocado como el elemento emancipador respecto de nuestros
antepasados porque nos ha permitido ir hacia donde antes no se podía o no se pensaba; así pues, según las
condiciones actuales del conocimiento técnico, emancipa que podamos hacer expediciones astronómicas en
corto tiempo, emancipa que cada vez estemos más posibilitados a visitar con mayor regularidad otro planeta,
emancipa que todo se encuentre al alcance de nuestra mano. No obstante, ¿la predominancia de lo técnico y lo
práctico en la esfera del conocimiento actual es realmente un “elemento emancipador”? Inmediatamente
podríamos decir que sí, que tanto más avanzan las investigaciones científicas respecto de lo tecnológico tanto
más “trascendemos” del plano en que se quedaron los hombres del pasado. Pero, ¿qué sucede respecto de
nosotros mismos y nuestra actualidad? ¿Estamos yendo más allá de lo que conocieron de la totalidad social
nuestros antecesores? La Escuela de Frankfurt diría que no, que realmente sabemos poco del aspecto social del
conocimiento actual, puesto que operamos y disertamos a partir de una de las dimensiones de la razón: la razón
instrumental. Aquella que únicamente atiende a la búsqueda de los medios para conseguir unos objetivos dados,
aquella que se enfoca únicamente en el fragmento práctico (o utilitario) de la totalidad social y real del ser
humano. Digamos que mientras la tecnología sea la primacía de nuestro conocimiento nos encontramos
escindidos, focalizados en una pequeña pieza de la gran maquina social, y, por tanto, sin emancipación o peor
aún sin razón emancipadora.
¿Qué se requiere, entonces, para que podamos ir más allá de lo instrumental y podamos instalarnos en la razón
emancipadora? Primeramente, tenemos que complementar los avances de la ciencia (sean tecnológicos, teóricos
y demás) con sus circunstancias sociales, o, cómo lo diría el propio Mardones, tenemos que vincular el contexto
de justificación con el contexto de descubrimiento. Puesto que, bien se nos señala, los factores existenciales
permean toda la estructura del conocimiento; de tal modo que al hablar de las expediciones astronómicas de
Elon Musk o de Jeff Bezos también hablemos de las condiciones sociales que permiten que tales eventos se
lleven a cabo. Y así con cada nuevo avance, puesto que ninguno parte de la nada si no, antes bien, de sus
circunstancias.
Así pues, en conclusión, debemos ir más allá de lo que nos muestra la realidad, más allá de las apariencias,
debemos advertir la dinámica de la realidad, debemos ir, de la mano de la razón, a las condiciones que dan pie a
las potencialidades y que, a su vez, originan los fenómenos. Para que de tal modo nos posibilitemos a una mejor
interpretación y comprensión respecto de lo dado que, asimismo, nos augura una auténtica razón emancipadora.
Instrucciones
Instrucciones: Lee atentamente cada una de las siguientes preguntas y explica lo que se solicita.
De acuerdo a Dilthey, ¿cuál es la noción vulgar de “ciencia”, y cómo esto impacta en la apreciación del quehacer científico?
¿Por qué para Dilthey el punto de arranque es la vivencia de la autoconciencia?
¿Por qué, de acuerdo a Dilthey, las ciencias del espíritu constituyen un todo autónomo?
Cierra con un comentario en torno a la propuesta del autor.
DILTHEY
1) La noción vulgar de la ciencia se halla en entenderla únicamente en relación la experiencia objetiva como su
finalidad, es decir, cuando afirmamos que la auténtica ciencia es exclusivamente aquella que parte de los datos
de los sentidos y que finaliza en la objetividad de los mismos, entonces, solo entendemos vulgarmente a la
ciencia. Una noción que, aunque vulgar, ha permeado tan profundamente en el proceder de la ciencia que, en
busca de la objetividad, desdeña la valía del sujeto cognoscente en sí, esto es, la ciencia estima al sujeto que
conoce pues de él nace la investigación científica susceptible de objetivarse, no obstante, no lo valora lo
suficiente por sí mismo, antes bien, lo estima en la medida en que puede conocer y puede tornar tal
conocimiento en objetivación, pero no como sujeto en sí.
2) La vivencia de la autoconsciencia es punto de arranque en virtud de que a través de ella damos cuenta de que
toda experiencia externa requiere necesariamente, en su pretensión de objetivarse, de la mediación de la
experiencia interna propia del sujeto que investiga. En otras palabras, la vivencia de la autoconsciencia permite
vislumbrar que el conocimiento de la experiencia externa es únicamente posible gracias a la experiencia interna
del que conoce, y asimismo nos permite cerciorarnos de que, en tanto que es el único capaz de conjuntar las
incomparables sensación externa y la reflexión interna, el sujeto cognoscente por sí mismo posee un enorme
valor dentro de los procesos del conocimiento.
3) Así pues, la vivencia de la autoconsciencia nos posibilita a distinguir la incompatibilidad y el valor particular
de la experiencia externa y de la experiencia interna, así como la valía del sujeto en su conjunción, dentro del
proceso de construcción del conocimiento. Sin embargo, en tanto que esta es solamente punto de arranque, a
partir de aquí debemos ir más allá del simple reconocimiento de su relevancia, es decir, debemos reconocer que,
en la medida en que son inconciliables, la experiencia externa posee su valor, sus principios, procedimientos y
efectos, y del mismo modo la experiencia interna. Así bien, en virtud de su incomparabilidad y su
particularidad, la experiencia interna, en conjunción con el sujeto cognoscente, posee sus propios hechos
independientes de los sentidos; un campo particular de experiencias con origen y material dados en la
experiencia interna; un campo peculiar susceptible de analizarse, estudiarse y discursarse por un nuevo tipo de
ciencia particular, o, lo que Dilthey denomina, “las ciencias del espíritu”.
4) A mi parecer, la propuesta de Dilthey es brillante en dos sentidos principalmente: 1) en el sentido de que
permitió comprender a la “ciencia” más allá del mero conocer objetivo al introducir la preocupación por el
sujeto que investiga y su conformación interna, es decir, Dilthey dio luz a la noción de que la ciencia no es
exclusivamente el conocimiento objetivo y sus procedimientos sino también el individuo que investiga y sus
propias determinaciones internas; y 2) en el sentido de que mediante su propuesta proveyó a las actuales
“ciencias sociales” de un campo particular de estudio, les dio autonomía respecto de los principios de las
ciencias naturales y permitió que exista un parámetro y un concepto de ciencia que nazca de las propias
condiciones internas de posibilidad del sujeto cognoscente.
Instrucciones
1. Explica las ideas que más te hayan llamado la atención sobre la propuesta de Herder.
2. Explica por qué Herder habla de perfección y no de evolución.
3. Comenta ¿qué piensas sobre el origen de la humanidad propuesto por el autor?
HERDER
1) Dos de las ideas que más llamaron mi atención de lo que revisamos de Herder son: 1) su concepción de que ninguna
criatura evoluciona, sino que únicamente se “desarrolla” en virtud de las fuerzas de las que dispone su organización
natural, lo que impide que de una criatura con potencias limitadas se produzca otra que las exceda sobremanera, o, en
otras palabras, impide que del mono se obtenga el ser humano que, en boca del propio Herder, es la criatura más
finamente organizada; y 2) la idea de que la totalidad de manifestaciones humanas y sus fundamentos están posibilitados
por la postura erguida del hombre, una postura que permite que la cabeza, las manos, la vista y demás estructuras
funcionen de tal manera que desemboquen en el desarrollo del raciocinio, el arte, el lenguaje, la libertad y demás
facultades propias del ser humano.
3) De manera particular, la propuesta de Herder me parece fascinante, muy interesante pero, sobre todo, sumamente bella
por la forma en que diserta alrededor del hombre, su constitución biológica y sus manifestaciones. Esto lo digo a
sabiendas de que el aspecto ensalzador del ser humano a muchos pudo parecer exacerbado o infundado. Sin embargo, a mi
parecer, si Herder habló tan magníficamente del hombre y su constitución no es por mera extravagancia, sino porque, al
estudiarlo biológicamente, se percató de que la anatomía del hombre es magnífica, compleja, inmensa; y con ello se dio
cuenta, a su vez, que el ser humano está conformado de tal manera que pareciera haber sido “ensamblado” como si se
tratase del más fino de los relojes. Así pues, a tan magna constitución Herder no pudo corresponder de otro modo más que
con una bella concepción de la humanidad, y debo decir que una de las más bellas en verdad.
Instrucciones
MAX WEBER
1. En términos generales, la propuesta de Max Weber es denominada “sociología comprensiva” en virtud de que se
propone comprender la acción social, es decir, la acción dotada de sentido por un sujeto, mediante su interpretación, a fin
de dar cuenta de las causas y efectos que la envuelven. En otros términos, el método de Weber parte de la interpretación
de la acción con sentido, o sea la acción social, con el propósito de hacer comprensibles sus más elementales principios e
implicaciones.
2. El método de la sociología comprensiva, en un sentido más profundo, versa sobre la “construcción de tipos ideales” de
la acción real, por medio de la investigación y la exposición. Según Weber, el método, por un lado, INVESTIGA todas las
conexiones de sentido irracionales del comportamiento que influyen en la acción, esto es, se propone investigar lo que
subyace a aquellas causas aparentemente inconexas dentro de la acción. Y por otro lado, el método, asimismo, EXPONE
estas “irracionalidades de la acción” como “desviaciones” de un desarrollo puramente racional con arreglo a fines, con el
propósito de hacerlas comprensibles en razón de la inteligibilidad de la acción rigurosamente racional. Así pues, a través
de la investigación y la exposición, el método de la “sociología comprensiva” se posibilita a construir tipos ideales,
tipificaciones, que permiten comprender de una manera más efectiva el sentido (racional o irracional) de determinada
acción social.
3. Un ejemplo donde puede atisbarse la relevancia del método de la sociología comprensiva, lo hallo en la investigación
que pudiéramos realizar acerca del origen de la música funk desde la visión de nuestros tiempos. El funk, aquel género
musical de gran influencia en la década de 1960 y 1970 (y aún visible en nuestros días), fue durante mucho tiempo un
fenómeno incomprendido dada su variada composición y sus orígenes difusos que no permitían situarlo bajo el yugo de
otros géneros de base; así pues, los músicos de aquel entonces se preguntaban ¿El funk es un subgénero del jazz, del soul
o incluso del mambo? O ¿acaso es un nuevo estilo particular de música? El método de la sociología comprensiva nos
podría ayudar a hallar una respuesta a tales cuestiones.
Así bien, nuestra acción social es la música funk, y particularmente lo que queremos indagar es su origen, que, dada la
disparidad del tiempo y la diversidad de variables que en ella confluyen, de primeras nos es casi imposible situar
cabalmente. Y aquí entra el método sociológico propuesto por Weber, según el cual, deberemos, primeramente, fijar cómo
se hubiera desarrollado nuestra acción de haberse conocido las circunstancias e intenciones de los protagonistas. Es decir,
partiremos de la pregunta ¿Qué posibles circunstancias e intenciones habrán guiado el nacimiento del funk?
Probablemente habrán influido las condiciones de la música más popular de aquel entonces, incluso, las intenciones de sus
creadores, probablemente, fueron innovar desde estos mismos géneros y enriquecerlos con elementos de otras
tipificaciones musicales más alejadas de aquellas más usadas.
Lo que sigue a este proceso es, acorde con Weber, fijar cómo se hubiera desarrollado nuestra acción si se hubiese
orientado la elección de sus medios de un modo rigurosamente racional con arreglo a fines, es decir, para este momento
de la investigación deberemos dar cuenta de los datos que nos aporta la experiencia, a fin de dar cuenta del sentido
mentado de nuestras primeras suposiciones. Así pues, en virtud de la evidencia, podemos aseverar que el nacimiento del
funk, efectivamente, recibió el influjo de los géneros más populares de aquella década de los años 60, a saber, el jazz y el
soul. Del jazz recibió sus progresiones y del soul recibió la predominancia de ciertos instrumentos. Pero hay algo más, sus
protagonistas, los músicos afroamericanos, poseían la firme intención de renovar aquellos dos géneros, querían darles un
giro, o, más exactamente, querían reorientar las virtudes del jazz y del soul, es decir, querían llevar hacia otros sendero los
ritmos, los instrumentos y sus más llamativas composiciones; pero ¿qué elemento podría satisfacer tal pretensión? Según
lo señala la historia, el elemento que faltaba se hallaba en los ritmos latinos, especialmente el mambo, del que tomaron la
estructura de sus percusiones. Así pues, con el ritmo del jazz, los instrumentos característicos del soul y las percusiones al
modo de los géneros latinos, nació el funk.
Y es en esta pequeña investigación alrededor del interesante origen del funk, donde puedo rastrear la importancia de
aquellos elementos que nos aportó la sociología comprensiva de Weber. Sin los cuales probablemente solo podríamos
explicar las acciones sociales de nuestro tiempo, y eso si ponemos la suficiente atención a sus causas racionales, si no, ni
siquiera podríamos dar cuenta del sentido de las acciones de nuestra actualidad. Así pues, la propuesta sociológica de
Weber es fundamental para distinguir el sentido de las acciones de nuestro presente, más esencial aún para dar cuenta de
las del pasado y muchísimo más vital será para hablar de las acciones sociales del porvenir.
Instrucciones
Actividad libre, es decir, comenta y propón la lectura que hiciste sobre la temática.
Formato: audio
Duración: Máxima 6 minutos, mínima 3.
De entre la diversidad de temáticas que aborda el antropólogo mexicano Guillermo Bonfil Batalla, particularmente,
quisiera resaltar una contenida en su obra México profundo: una civilización negada, englobada bajo el apartado “La
naturaleza humanizada”, en donde, en pocas palabras, nos describe que la conformación geográfica de México es tal que
en su mayoría es posible atisbar la presencia humana, es decir, que, tal como él lo señala, “(…) por todos los rincones del
país hay elementos que atestiguan la relación del hombre con esta naturaleza desde un pasado remoto ”; una relación que,
socialmente, ha conformado a México. Y, más exactamente, quisiera centrarme en ejemplificar un fenómeno de esta
“naturaleza humanizada” de base, que Bonfil Batalla llama: la adecuación recíproca entre el maíz y el hombre. ¿Y por qué
elijo tal tema en particular? Porque, para mi fortuna, puedo hablar de ello desde mi propia experiencia.
El cultivo de maíz, en tanto que proceso dentro de “la naturaleza humanizada”, propició, principalmente, dos movimientos
esenciales de nuestra nación: 1) la distribución del asentamiento humano, es decir, delimitó dónde y cómo habría de vivir
el mesoamericano; y 2) la agricultura como principal actividad de nuestra región, en virtud de que el maíz posibilitó que
otras muchas plantas pudieran domesticarse, cultivarse y consumirse. Y fue tal la importancia histórica y social del cultivo
del maíz que, según lo señala Bonfil Batalla, los principales grupos sociales de nuestra nación, a saber, las familias, se
estructuraron de determinado modo en virtud de ella.
Yo, personalmente, experimenté esto con mis padres, mis tíos y mis abuelos maternos. Su principal actividad era el
cultivo del maíz, su casa estaba conformada de tal modo que existiera un espacio para almacenarlo, otro espacio para
desgranarlo, asimismo, herramientas para separar los granos, depositarlos, prepararlos para su consumo, y finalmente
emplearlos; que en el caso de mi abuela era para tortillas. Y, más exactamente aún, podría describir cómo era que mi
abuela nos llamara a mí y a mis hermanos para que le ayudáramos a desgranar, recuerdo bien mis manos callosas; no
olvido como es que se hacían las jornadas familiares para ir a “pizcar”, y de la misma manera recuerdo vívidamente ver a
mi abuela separar los granos, hablarnos de los tipos de maíz, recuerdo verla preparar tortillas, emplear el metate, tener su
fogón y, una que otra vez, darnos pequeñas raciones de las tortillas que hacía o, también, verla preparar en épocas
decembrinas la masa propia de los tamales. Es decir, que propia y particularmente viví la importancia del maíz para mi
familia.
En síntesis, aquello que Bonfil Batalla nos dice respecto de la relación entre el mesoamericano y su medio aún permanece
en el mexicano contemporáneo. Aún la naturaleza humanizada continúa perpetrando un papel importante dentro del
desarrollo de nuestra nación, no obstante, su presencia se extiende más allá de las familias, esto es, el cultivo del maíz está
dejando de ser una actividad particular para convertirse en una a gran escala, que involucra a grandes corporaciones,
empero, cuyos efectos aún podemos dar cuenta (en la inmensa comercialización que se le da al maíz). Así pues, el maíz
sigue diciéndose pilar de la alimentación mexicana, pilar de nuestra conformación como mexicanos desde los indígenas,
una continuación histórica que no se rompe con la Conquista y que permea aún como principio fundamental del ser-
mexicano.
Hasta ahora hemos conocido, desde diversos puntos de vista, las problemáticas implícitas en la construcción
epistemológica de las ciencias sociales y humanas. ¿Cuál es la apreciación que ahora tienes sobre esta área
filosófica? ¿Cuáles son las ideas que retomarías para tu formación?
Para mi desgracia, no tuve un nutrido primer contacto con la epistemología, no obstante, sabía de ella por cursos
relacionados a la ciencia natural y a la lógica, mas mi conocimiento de ella se quedaba aún en los linderos de lo
superficial. Con este curso, finalmente, pude conocer sus más elementales principios, sus problemáticas más llamativas y
sus autores más reconocidos, es decir, por fin pude tener un contacto afable con la epistemología y mejor aún con las
ciencias sociales. Así bien, casi al final de nuestro trayecto, puedo aseverar que, al modo en como lo hacía Pierre
Thuillier, la epistemología es la disciplina filosófica fundamental del conocimiento, en tanto que pretende estudiar su
teoría general así como su producción en sus aspectos lógico, lingüístico, histórico, natural o, el que nos concierne, social.
Una definición que nos permite dar cuenta de que el conocimiento no es simple y que, más bien, es sumamente complejo
tanto en su estudio originario como en su conformación final, esto es, que diversas son las maneras de abordar el principio
del conocimiento y, de la misma manera, diversas son las aplicaciones finales que se le pueden dar.
Y es precisamente esta última idea la que quisiera retomar para mi formación, a saber, que el conocimiento tanto en
principio como estructura es sumamente diverso y, asimismo, complejo. Una idea que podemos complementar con
nuestras últimas lecturas, con las ideas de Weber, de Bonfil Batalla y de Edgar Morin. Pues todos ellos dan cuenta de que,
uno de los ámbitos de aplicación del conocimiento, las ciencias sociales se estructuran a partir del estudio de fenómenos
complejos, en virtud de que “persiguen” o acciones racionales con arreglo a fines que nos posibilitan a dar cuenta de las
desviaciones racionales de una acción social, o van tras la historia misma y todo lo que nos pudiera abonar a fin de
demostrar la necesidad de una postura crítica frente a las concepciones “oficiales”, o, asimismo, tratan de evidenciar que
la generalidad del conocimiento se halla en una espiral que comienza y vuelve permanentemente a la historia misma. Lo
que, en síntesis, no hace otra cosa que hacer manifiesto que la complejidad es un elemento muy común y necesario para el
estudio del conocimiento, tanto en sus principios como en sus más elementales fines.
Instrucciones
1. Explica al menos tres características del paradigma simplificante. Puedes proponer ejemplos que contribuyan a la explicación.
2. Aporta tus apreciaciones sobre la teoría de la complejidad, ya sea personal, ya sea en calidad de nueva postura metodológica, etc.
EDGAR MORIN
El paradigma simplificante, según Edgar Morin, se caracteriza, entre otras peculiaridades, por tres
características fundamentales, a saber, 1) la desconsideración del tiempo como proceso irreversible, 2) la
reducción o la elementalidad, y 3) el orden como rey.
La desconsideración del tiempo como proceso irreversible, según se nos señala, atiende a la idea de que las
primeras explicaciones y leyes científicas-físicas se concebían dentro de un marco temporal reversible, es
decir, las primeras explicaciones físicas estaban desprovistas de toda noción que hiciera referencia alguna al
tiempo. Un posible ejemplo de esto, si me es posible decirlo, lo hallo en las primeras investigaciones
realizadas alrededor del fenómeno del electromagnetismo, investigaciones en las cuales, científicos de la talla
de Hans Christian Ørsted, André-Marie Ampere, Michael Faraday o James Clerk Maxwell, concebían la
interacción esencial de partículas cargadas con campos eléctricos y magnéticos, además de como fenómeno
unitario, como algo fuera del tiempo, como una entidad real, no obstante, cuya peculiaridad radicaba en sí
misma, en los mismos campos que la conforman, en las propias condiciones que imponían entre sí en virtud
de su naturaleza, una naturaleza que, empero, no concebía relación alguna con nociones que involucraran al
tiempo (y misma que, llegados al siglo XX, se revolucionaría con los aportes de Einstein).
El principio simplificante de la reducción o elementalidad, por otro lado, dicta que el conocimiento de los
sistemas puede ser reducido al de sus partes simples o unidades elementales que los constituyen. Un
principio sumamente frecuente dentro de la química o física básica, cuyas explicaciones más relevantes se
redujeron a entender sus objetos a partir de sus elementos estructurales. Y prueba de ello podemos
encontrarlo en el modo en cómo, otrora, se entendían los compuestos químicos a partir del conocimiento de
sus partículas elementales, por ejemplo, el cloruro de sodio o el bicarbonato de sodio, compuestos que no
encontraban una explicación unitaria más que en virtud de las cualidades de sus conformantes; o también en
el modo de explicar físicamente, el ya mencionado, fenómeno electromagnético únicamente por medio de las
partículas involucradas y sus propiedades. Incluso, hablando de la partícula más elemental conocida en
antigüedad, el átomo, su explicación como unidad y, mejor aún, su importancia para la materia se debía
únicamente al conocimiento de la conexión que establecen entre sí los, hasta entonces conocidos, electrones,
neutrones y protones.
Finalmente, el tercer principio, el del orden como rey, asevera que “El Universo obedece estrictamente a leyes
deterministas, y todo lo que parece desorden (es decir, aleatorio, agitador, dispersivo) sólo es una apariencia
debida únicamente a la insuficiencia de nuestro conocimiento”. Lo que, en otras palabras, da a entender que
si en nuestra pretensión de estudiar el universo no hallamos explicaciones deterministas subyugadas a la
noción de orden, entonces, no hemos llegado plenamente a una ley, sino solo a una apariencia de ley que
necesita reformularse.
Un principio que entra en mucha concordancia con el modo en que se entendía la ciencia en la modernidad,
una ciencia en suma atiborrada de leyes matemáticas, exactas, sistemáticas y jerarquizadas. Porque si no es
la noción del orden como rey de las explicaciones científicas de aquella época, entonces, ¿qué fue lo que
permitió que de entre la enorme cantidad de investigaciones que elaboró Leibniz solamente sus
contribuciones infinitesimales y no su idea de las mónadas entrara en la consideración de “científica”? La
respuesta es un tanto evidente, pues sus estudios alrededor del cálculo infinitesimal correspondían con la idea
de orden, con el sentido sistematizador propio de la ciencia de aquel siglo, mientras que sus estudios
alrededor de los “átomos verdaderos” de las sustancias, las mónadas, por otro lado, estaban llenas de
supuestas arbitrariedades, de desorden, de nociones incapaces de asimilarse al determinismo; así pues,
aunque Leibniz quisiera hablar de las mónadas desde la perspectiva científica de aquel tiempo no podía, pues
la noción simplificante del orden como rey le arrebataba tal pretensión.
Así pues, para concluir, quisiera aseverar que aunque la noción de simplificar en sí no implica perjuicio
alguno, sí lo hace en la medida en que se tiende a emplearse en el campo del conocimiento, más aún si se
trata en razón de su origen y desarrollo posterior, o, en otras palabras, la idea de simplificar es un perjuicio
para la labor epistemológica. Pero, ¿cuál es la razón de ello? La respuesta es irónicamente “simple”, porque,
como bien lo atisbábamos con Bonfil Batalla y ahora con Edgar Morin, los fenómenos que conciernen a la
generalidad del conocimiento, sea social, natural, histórico, científico o cualquier otro, no son nunca simples,
sino, antes bien, sumamente complejos. Inclusive, la riqueza de sus estudios para el conocimiento radica en la
propia complejidad con que estos objetos de estudio se conciben, se originan, se desarrollan y, en algunos
casos, finalizan (aunque como bien lo señala Morin los fenómenos del saber no finalizan sino que siempre se
retrotraen en círculos concéntricos). Por tanto, si pretendemos hablar de epistemología es necesario, desde
una postura personal, que abandonemos un poco la idea de la simpleza como punto de estudio y explicación
del conocimiento. y, mejor aún, sería comenzar predisponiendo que la complejidad es el elemento más común
y necesario dentro de la labor epistemológica en miras de su enriquecimiento.