Comentarios Bíblicos de La Resurrección de Cristo

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Resurrección de Cristo

Comentarios bíblicos de 1 Co 15:1-20

CBMH

La palabra resurrección señala, habitualmente, nuestra existencia más allá de la tumba. No se


halla un rasgo de la doctrina del apóstol en todas las enseñanzas de los filósofos. La doctrina
de la muerte y resurrección de Cristo es el fundamento del cristianismo. Si se quita, se hunden
de inmediato todas nuestras esperanzas de eternidad. Por sostener con firmeza esta verdad
los cristianos soportan el día de la tribulación, y se mantienen fieles a Dios. Creemos en vano, a
menos que nos mantengamos en la fe del evangelio. Esta verdad es confirmada por las
profecías del Antiguo Testamento; muchos vieron a Cristo después que resucitó. Este apóstol
fue altamente favorecido, pero siempre tuvo una baja opinión de sí, y la expresaba. Cuando los
pecadores son hechos santos por la gracia divina, Dios hace que el recuerdo de los pecados
anteriores los haga humildes, diligentes y fieles. Atribuye a la gracia divina todo lo que era
valioso en él. Aunque no ignoran lo que el Señor ha hecho por ellos, en ellos y por medio de
ellos, cuando miran toda su conducta y sus obligaciones, los creyentes verdaderos son guiados
a sentir que nadie es tan indigno como ellos. Todos los cristianos verdaderos creen que
Jesucristo, y éste crucificado, y resucitado de entre los muertos, es la suma y la sustancia del
cristianismo. Todos los apóstoles concuerdan en este testimonio; por esta fe vivieron y en esta
fe murieron.

Vv. 12-19.Habiendo mostrado que Cristo fue resucitado, el apóstol contesta a los que dicen
que no habrá resurrección. No habría justificación ni salvación si Cristo no hubiera resucitado.
Si Cristo estuviera aún entre los muertos, ¿no debería la fe en Cristo ser vana e inútil? La
prueba de la resurrección del cuerpo es la resurrección de nuestro Señor. Aun los que
murieron en la fe hubieran perecido en sus pecados si Cristo no hubiera resucitado. Todos los
que creen en Cristo tienen esperanza en Él, como Redentor; esperanza de redención y
salvación por Él, pero si no hubiera resurrección, o recompensa futura, la esperanza de ellos en
Él sería sólo para esta vida. Tendrían que estar en peor condición que el resto de la
humanidad, especialmente en la época y las circunstancias en que escribió el apóstol, porque
en aquel entonces, los cristianos eran odiados y perseguidos por todos los hombres. Pero no es
así; ellos, de todos los hombres, disfrutan bendiciones firmes en medio de todas sus
dificultades y pruebas, aun en los tiempos de la persecución más fuerte.

Biblia Plenitud

5 . 1 - 58 Los griegos se burlaban de la idea de la resurrección del cuerpo (véase Act 17:32).
Creían que el cuerpo constituía una cárcel del alma inmortal. De ahí que para ascender al bien,
el alma tenía que escapar del cuerpo. Pablo presenta la resurrección como una nueva forma de
vida, prevista en el eterno plan redentor de Dios junto a la destrucción de todos los poderes
malignos. Muestra la importancia de la resurrección al relacionarla con Jesucristo (1-11) y los
cristianos (vv. 12-34); define la naturaleza del cuerpo resucitado (vv. 36-49); y revela cómo
tendrá lugar la resurrección (vv. 50-58). 15 . 1 El evangelio es más que el perdón de los
pecados; incluye la resurrección de Cristo y la subsecuente renovación de todo lo creado. 15 .
2 Sólo la fe que persevera es fe que salva. 15 . 4 Conforme a las Escrituras : Véase Psa 2:7; Psa
16:10; Psa 61:7; Psa 68:18, Psa 102:25-27; Psa 110:1; Isa 25:8; Isa 26:19; Isa 53:10-12; Dan
12:2; Hos 6:2; Hos 13:14. 15 . 5 - 8 El evangelio es la revelación histórica de Dios en Cristo. Es
un evento real que tuvo lugar con la crucifixión y la resurrección de Jesús, presenciada por
testigos confiables. El evangelio no es especulación ni teoría; es un acontecimiento real del
cual puede darse noticia. 15 . 8 Pablo confiesa su indignidad personal como antiguo
perseguidor de los cristianos. Como a un abortivo es una forma gráfica a través de la cual Pablo
se describe a sí mismo como alguien insignificante, sin vida propia, en los días del llamamiento
apostólico. La conversión de un judío devoto como Pablo sería inexplicable si Cristo no se le
hubiese aparecido (véase Act 9:22, Act 9:26). 15 . 12 - 19 Pablo asume hipotéticamente la falsa
premisa de que Cristo no resucitó para mostrar las profundas implicaciones del cuento. El
cristianismo depende completamente de la real resurrección del cuerpo de Cristo; de otra
forma, el cristianismo sería un engaño. 15 . 20 Primicias : los primeros frutos que maduran en
una cosecha; anuncian la inminente siega. De acuerdo con Lev 23:4-14, los primeros frutos de
la Pascua se usaban para consagrar la próxima cosecha. Jesús murió en la Pascua, y su
resurrección es una promesa de nuestra propia resurrección.

Diario Vivir

15.2 Todas las congregaciones tienen personas que aún no creen. Algunos se mueven en
dirección a creer, y otros simplemente lo suponen. Los impostores, sin embargo, no serán
removidos (véase Mat 13:28-29), esa tarea queda en las manos de Dios. Las buenas nuevas
acerca de Jesucristo nos salvan, si las creemos con firmeza y si las seguimos con fidelidad. 15.5-
8 Siempre habrán personas que digan que Jesús no resucitó. Pablo nos asegura que muchas
personas vieron a Jesús después de su resurrección: Pedro, los discípulos (los doce), más de
quinientos creyentes (muchos de los cuales vivían al momento en que Pablo escribió esto,
aunque otros murieron); Santiago (el hermano de Jesús), todos los apóstoles y por último
Pablo mismo. La resurrección es un hecho histórico. No se desaliente por causa de los
incrédulos, los que niegan la resurrección. Llénese de esperanza porque un día usted y ellos
verán la prueba viviente, cuando Cristo vuelva. (Para más evidencias sobre la resurrección,
véase el diagrama en Marcos 16.) 15.7 Esta persona quizás fue Santiago, el hermano de Jesús,
que inicialmente no creyó que este era el Mesías (Joh 7:5). Pero luego de ver al Jesús
resucitado, se convirtió en creyente y después en líder de la iglesia en Jerusalén (Act 15:13).
También escribió el libro de Santiago en el Nuevo Testamento. 15.8, 9 La credencial más
importante de Pablo como apóstol era que fue un testigo presencial del Cristo resucitado
(véase Act 9:3-6). "Abortivo" significa que el suyo fue un caso especial. Los demás apóstoles
vieron a Jesús en persona. Pablo era de la generación siguiente de creyentes, aun Cristo se le
apareció. 15.9-10 Como fariseo celoso, Pablo llegó a ser enemigo de la iglesia cristiana hasta el
punto de capturar y perseguir creyentes (véase Act 9:1-3). Esta es la razón por la que se
considera indigno de ser llamado apóstol de Cristo. A pesar de ser el más influyente de los
apóstoles, Pablo era profundamente humilde. Sabía que había trabajado duro y que había
logrado mucho, pero esto debido a que Dios derramó su gracia sobre él. La verdadera
humildad no radica en convencerse de que uno no es valioso sino de que Dios obra en
nosotros. Es mantener la perspectiva de Dios en quién es usted y reconocer su gracia en el
desarrollo de sus habilidades. 15.10 Pablo manifiesta haber trabajado más que los demás
apóstoles. Esta no es una declaración petulante, porque sabía que su poder procedía de Dios y
que no importaba quién trabajara más que los demás. Debido a su posición prominente como
fariseo, la conversión de Pablo lo hizo objeto de una mayor persecución en comparación con
los otros apóstoles, siendo esta la razón por la que trabajó más fuerte en la predicación del
mismo mensaje. 15.12ss La mayoría de los griegos no creían en la resurrección corporal de las
personas. Veían la vida venidera como algo que sólo se relacionaba con el alma. De acuerdo a
la filosofía griega, el alma era la persona real, aprisionada en el cuerpo físico, y en la muerte
quedaba liberada. No había inmortalidad para el cuerpo sino que el alma entraba en un estado
eterno. En las Escrituras, al contrario, el cuerpo y el alma se unificarán después de la
resurrección. La iglesia en Corinto se hallaba en el corazón de la cultura griega. Por eso muchos
creyentes tuvieron dificultad para creer en la resurrección corporal. Pablo escribió esta parte
de su carta para resolver esta confusión acerca de la resurrección. 15.13-18 La resurrección de
Cristo es el centro de la fe cristiana. Como Cristo resucitó de la muerte, como prometió,
sabemos que dijo la verdad: El es Dios. Como resucitó, su muerte por nuestras pecados fue
válida y somos perdonados. Porque resucitó vive e intercede por nosotros. Porque resucitó y
venció la muerte, sabemos que también nosotros resucitaremos. 15.19 ¿Por qué Pablo dice
que seríamos los más miserables si sólo el ser cristianos fuera lo de más valor en esta vida? En
los días de Pablo, el cristianismo implicaba con frecuencia persecución para toda persona,
ostracismo de la familia, y en muchos casos, pobreza. Había muy pocos beneficios tangibles
para el cristiano en esa sociedad. Definitivamente no significaba ascender en la escala social o
profesional. Sin embargo, había algo mucho más importante, si Jesús no hubiera resucitado de
la muerte, los cristianos no habrían podido obtener el perdón de sus pecados y por lo tanto no
tendrían esperanza de vida eterna. 15.20 Primicia era la primera parte de las cosechas que los
judíos traían al templo como ofrenda (Lev 23:10ss). Aunque Cristo no fue el primero en
resucitar de la muerte (El resucitó a Lázaro y otros), fue el primero que nunca volvió a morir. El
es el precursor, la prueba de nuestra resurrección a la vida eterna.

Jamiesson-Fausset-Brown

CAPITULO 15 EVIDENCIAS DE LA RESURRECCION QUE PRUEBAN EL ERROR DE LOS QUE LA


NEGABAN EN CORINTO. La resurrección de Cristo se basa en la evidencia de muchos testigos
oculares, incluyendo a Pablo mismo, y es la grande verdad que se proclama como la base
fundamental del evangelio. Los que niegan la resurrección en general, deben negar la de
Cristo, y la consecuencia de esto será que son vanas la predicación y la fe cristianas. 1.
Además-“Ahora.” [Alford y Ellicott.] os declaro-lit., “Os hago saber”. Esta expresión indica un
grado de reproche por tener que impartirles de nuevo esta verdad, por causa de algunos entre
ellos que “no conocen a Dios” (v. 34). Véase Gal 13:11. el evangelio en el cual … perseveráis-Es
decir, en el cual estáis firmes. Este es en efecto vuestro privilegio actual, si no os dejáis caer de
vuestra alta vocación. 2. si retenéis la palabra que os he predicado-Críticos eruditos, Bengel,
etc., prefieren conectar las palabras así: “Os declaro el Evangelio (v. 1) … en las mismas
palabras en las que os lo prediqué.” Les recuerda, o más bien les da a conocer como si fuese
por primera vez, no sólo el hecho del evangelio, sino que también usa las mismas palabras y
argumentos que había usado antes. En tal caso tradúzcase: “Si (el evangelio) lo retenéis firme.”
Yo prefiero la traducción de la versión inglesa: “Por el cual sois salvos, si retenéis (en la
memoria y en la aprobación personal) la palabra (logos, lenguaje) con que os lo prediqué.” sois
salvos-Más bien: “estáis siendo salvados.” si no creísteis en vano-Lo que es imposible si la fe
descansa en la resurrección de Cristo como en realidad objetiva. 3. os he enseñado-Más bien
“os entregué” un credo corto, o resumen de artículos de fe, el que probablemente existía
entonces; y se exigía una profesión de acuerdo con el mismo de parte de los bautizandos (Act
8:37). primeramente-lit., “entre los primeros puntos” (Heb 6:2). La propiciación es, en la
opinión de Pablo, de importancia primaria. lo que … recibí-de parte de Cristo mismo por
revelación especial (comp. cap. 11:23). Cristo fué muerto por nuestros pecados-Esto es, para
expiarlos: para quitar nuestros pecados (1Jo 3:5; comp. Gal 1:4). “Se dió a sí mismo por
nuestros pecados” (Isa 53:5; 2Co 5:15; Tit 2:14). La preposición “por” aquí no denota, como en
otros textos, la sustitución vicaria, sino “en favor de” (Heb 5:3; 1Pe 2:24). No significa, sin
embargo, meramente “a causa de.” idea que se expresa en el griego por medio de un vocablo
diferente (Rom 4:25). conforme a las Escrituras-que “no pueden ser quebrantadas.” Pablo
considera el testimonio de las Escrituras de mayor importancia que el testimonio monio de los
que vieron al Señor después de la resurrección. [Bengel.] Por esto nuestro Señor cita Isa 53:12,
en Luk 22:37; véase Psa 22:15, etc.; Dan 9:26. 4. fué sepultado-Su sepultura está más
íntimamente conectada con su resurrección que su muerte. En el momento de su muerte, el
poder de su inextinguible vida se manifestó (Mat 27:52). La tumba fué para él no el destinado
receptáculo de corrupción, sino una cámara propia que dió entrada a la vida (Act 2:26-28).
[Bengel.] resucitó-En griego: “está resucitado;” Se inició este estado de resurrección, y sus
consecuencias continúan. 5. apareció a Cefas-Pedro (Luk 24:34). y … a los doce-El número
redondo que se usa en vez de “los once” (Luk 24:33, Luk 24:36). “Los doce” era el nombre
ordinario, aun cuando su número no estaba completo. Sin embargo, probablemente Matías
estaba presente (Act 1:22-23). Algunos de los manuscritos y versiones más antiguos leen: “los
once;” pero los mejores en su mayoría leen “los doce.” 6. apareció a más de quinientos
hermanos-Esta aparición pública se verificó probablemente en el monte (Tabor, según la
tradición), en Galilea, conforme a su promesa especial, y fué una de las más solemnes (Mat
26:32; Mat 28:7, Mat 28:10, Mat 28:16). El escogió este lugar, por ser muy remoto de
Jerusalén, y para que los creyentes pudiesen reunirse libremente y con la mayor seguridad. Es
improbable la teoría de Alford de que Jerusalén fuera el escenario; por cuanto semejante
multitud de creyentes no podrían haberse reunido a salvo en parte alguna de la metrópoli,
después de la crucifixión. El número de discípulos (Act 1:15) en Jerusalén, un poco después,
fué de ciento veinte, sin ser incluídos los de Galilea y de otras partes. Andrónico y Junio
posiblemente se hallaban entre este número (Rom 16:7): se dice que ellos se contaban “entre
los apóstoles” (todos los que eran testigos de la resurrección, Act 1:22). de los cuales muchos
viven aún-y, por tanto, pueden ser examinados plenamente para que se compruebe lo
fidedigno de su testimonio. y otros son muertos-Mejor dicho, “han dormido” con la plena
seguridad de que despertarían en la resurrección (Act 7:60). 7. apareció a Jacobo-el Menor, el
hermano de nuestro Señor (Gal 1:19). El evangelio según los hebreos, citado por Jerónimo
(Catalogus Scriptorum Ecclesiasticorum, p. 170 D), dice que “Jacobo juró que no comería pan
desde la hora cuando bebió la copa del Señor, hasta que le viese resucitado de los muertos.” a
todos los apóstoles-El término aquí incluye a otros muchos además de “los doce” ya
enumerados (v. 5): tal vez a los setenta discípulos (Luk 10:1). [Crisóstomo.] 8. como a un
abortivo me apareció a mí-en la familia de los apóstoles. Así como un niño prematuramente
nacido es enfermizo, y en caso de que viva no es de la debida estatura, y apenas digno de ser
llamado hombre, así “soy el más pequeño de los apóstoles;” un supernumerario aceptado en
el colegio de los apóstoles fuera del curso regular, no llevado a Cristo mediante un largo
período de instrucción, como ocurre en el nacimiento natural, sino por un poder repentino,
como los abortivos. [Grocio.] Compárese la figura similar de la regeneración, y cómo por el
mismo poder espiritual fué efectuada la resurrección de Cristo (1Pe 1:3). “Engendrado de
nuevo por la resurrección de Jesús.” Aquí se hace referencia a la aparición de Cristo a Pablo, en
el camino de Damasco. 9. yo soy el más pequeño-El nombre, “Paulus,” en el latín, significa “el
menor.” porque perseguí la iglesia-Aunque Dios le ha perdonado, Pablo no puede perdonarse
a sí mismo al recordar su pecado pasado. 10. Empero por la gracia … su gracia-La repetición
indica la prominencia que ocupaba en su mente la gracia de Dios, como la sola causa de su
maravillosa conversión y de sus labores subsecuentes. Aunque no era “digno de ser llamado
apóstol,” la gracia le había dado en Cristo la humildad necesaria para realizar dicho oficio.
Tradúzcase como el griego: “Su gracia (manifestada) para conmigo …” soy lo que soy-ocupo el
honorable oficio de apóstol. Contrástese con esto la arrogante oración de otro fariseo (Luk
18:11). he trabajado-por la gracia de Dios (Phi 2:16). más que todos ellos-más que ninguno de
los apóstoles (v. 7). pero no yo, sino la gracia de Dios … conmigo-Compárese la frase “obrando
con ellos el Señor” ( Mar 16:20). El “no yo, sino la gracia,” indica que, aunque la voluntad
humana convino con Dios, cuando el Espíritu de Dios la sujetó a su voluntad, con todo, “la
gracia” preponderaba tanto en la obra que su propia cooperación humana era considerada
como nada y la gracia de Dios, como el solo agente. (Véase cap. 3:9; Mat 10:20; 2Co 6:1; Phi
2:12-13.) 11. o sea yo o sean ellos-los apóstoles “que trabajaron más” (v. 10). así predicamos-
tal es la sustancia de nuestra predicación, a saber, las verdades dichas en los vv. 3, 4. 12. si
Cristo es predicado que resucitó-Viendo que es un hecho admitido que Cristo es predicado por
nosotros, testigos oculares, como resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de
vosotros niegan aquello que es la consecuencia natural de la resurrección de Cristo, a saber, la
resurrección general? cómo dicen algunos … que no hay resurrección-Los pensadores gentiles
(Act 17:32; Act 26:8), no creían en la resurrección porque no entendían “cómo” podía ser
posible (v. 35, 36). 13. Si no hay resurrección general, que es la consecuente, entonces no
pudo haber habido la resurrección de Cristo, que es la antecedente. La cabeza y los miembros
del cuerpo se colocan en el mismo fundamento: lo que no es bueno para ellos, tampoco lo es
para él: la resurrección de él y la de ellos están inseparablemente unidas (comp. vv. 20-22; Joh
14:19). 14. si Cristo no resucitó, vana es … vuestra fe.-(v. 11.) El griego por “vana” aquí significa
vacía, irreal: en el v. 17, de la otra mano, significa “sin provecho,” “frustrada.” El argumento
primordial de los primeros predicadores en apoyo del cristianismo, fué el que Dios había
levantado a Cristo de entre los muertos (Act 1:22; Act 2:32; Act 4:10, Act 4:33; Act 13:37; Rom
1:4). Si este hecho fuese falso, la fe en él depositada sería también falsa. 15. somos hallados
falsos … hemos testificado de Dios-Esto es, acerca de Dios. La versión de otros es: “contra
Dios” [Vulgata, Estios, Grocio]: la preposición griega con el genitivo indica, no el antagonismo
directo (como el acusativo indicaría), sino indirecto, para la deshonra de Dios. “De Dios” es
preferible. si en verdad los muertos no resucitan-como ellos aseveran. No es justo contar
historias falsas, aunque se cuenten y parezcan que son para la gloria de Dios (Job 13:7). 16. La
repetición indica la fuerza irrefutable del argumento. 17. vuestra fe es vana -Os véis, por el
mismo hecho (suponiéndose ser verdad el caso propuesto por los escépticos), frustrados en
todo cuanto incluye “vuestra fe”. Estáis aún bajo la eterna condenación de vuestros pecados
(aun en el estado de los desincorporados aquí referido) de la que la resurrección de Cristo es
nuestra justificación (Rom 4:25): “salvos por su vida” (Rom 5:10). 18. los que durmieron en
Cristo-Es decir, en comunión con Cristo como miembros de él. “En el caso de Cristo, el término
usado es muerte para asegurarnos de la realidad de su padecimiento; en nuestro caso, se usa
el término sueño para darnos consolación; en el caso de él, habiendo sido consumada ya su
resurrección, San Pablo no esquiva el término muerte; en el nuestro, siendo la resurrección
aún sólo un asunto de esperanza, el apóstol usa el término “durmieron” [Focio, Quaestiones
Amphilochiae, 197]. son perdidos-“perecieron;” sus almas están perdidas; están sufriendo la
miseria del mundo invisible. 19. Si nuestras esperanzas en Cristo se limitasen a esta vida
solamente, seríamos, de todos los hombres, los más dignos de conmiseración, es decir, que
mientras otros viven sin molestias, nosotros estamos expuestos a toda prueba y persecución, y
después de todo, estamos condenados al amargo desengaño de no lograr lo que más
anhelamos, pues toda nuestra esperanza, aun del alma (no meramente del cuerpo), depende
de la resurrección de Cristo, sin la cual su muerte no tendría valor alguno para nosotros (Eph
1:19-20; 1Pe 1:3). Los paganos están sin esperanza (Eph 2:12; 1Th 4:13). Nosotros estaríamos
en condición aun peor, porque no disfrutaríamos ni de los goces actuales (cap. 4:9). 20. Mas
ahora Cristo ha resucitado-Como es en realidad el coso. primicias de los que durmieron es
hecho-Las arras, o prenda, de que todos resucitaremos, de modo que no es vana nuestra fe, ni
nuestra esperanza limitada a esta vida. La fecha de la redacción de esta Epístola fué
probablemente en tiempo de la Pascua (cap. 5:7); el día después de la Pascua era el tiempo
que se dedicaba para la ofrenda de las primicias (Lev 23:10-11), y este mismo fué el día de la
resurrección de Cristo: de ahí la propiedad de tal figura.

Mundo Hispano

20. La resurrección de Cristo, 15:1-11 Aunque muchos ven en el cap. 13 lo más importante en
esta carta de Pablo a los corintios (el amor), pocos pueden debatir la importancia del cap. 15
desde la óptica de la teología cristiana. Su importancia estriba en que es el testimonio escrito
más primitivo de la resurrección de Jesús. Junto con esto está el testimonio de Pablo respecto
a la resurrección de los creyentes cristianos en virtud de la de Cristo. Como se ha visto
anteriormente, muchas veces la problemática atacada por el Apóstol es presentada por
preguntas surgidas de la congregación en Corinto. Tal no es el caso esta vez. Pablo no
comienza su exposición con la expresión “en cuanto a las cosas que me escribisteis” (7:1).
Tampoco se hace alusión a alguna noticia que le haya llegado por algún representante de Cloé
(1:11). La verdad es que no se sabe cómo llegaría a los oídos de Pablo el problema teológico
que se presentaba en la iglesia en Corinto en torno a la resurrección corporal de los creyentes.
Es más, puede ser que este problema sea multifacético. Es decir, no se sabe a ciencia cierta
cuáles formas tomaría este problema en Corinto. ¿Habría algunos corintios, empapados en la
cultura griega, que negarían la resurrección del cuerpo para luego afirmar la inmortalidad del
alma? (ver Act 17:18-32). La negación del valor eterno del cuerpo era típica del pensamiento
griego. Lo único eterno era el alma, la parte imperecedera de la persona. Es posible también
que en la iglesia de Corinto hubiera quienes afirmaran la resurrección de Cristo, pero negaran
la de los creyentes. ¿Habría, además, algunos creyentes corintios que pensaran que por su
redención en Cristo ya su resurrección había tenido lugar? Todas estas preguntas en torno a la
naturaleza precisa del problema que afrontaba el Apóstol son pertinentes a una comprensión
adecuada de este capítulo. Una respuesta tentativa es dada por Brown en su introducción al
capítulo. Afirma el escritor estadounidense que es probable que la forma del problema que
más prevalecía en Corinto fuera la de los corintios gnósticos que se ufanaban de su
resurrección espiritual ya realizada. Este concepto también era acompañado por un rechazo de
una futura resurrección corporal del creyente, fueran ellos mismos u otros (ver 2Ti 2:17-18).
Esto no quiere decir que negaran una vida futura; sólo negaban la necesidad de una
resurrección corporal del creyente. Era típico que la mentalidad griega funcionara así, pues la
idea de la resurrección de un cadáver era especialmente repugnante para ellos. En cambio, la
resurrección corporal era muy importante entre la mayoría de los judíos. La excepción de los
Saduceos es notable. La razón principal para su negación de la resurrección era que aceptaban
sólo el Pentateuco. La doctrina de la resurrección no se encuentra en esa parte del canon
hebreo, sino sólo en el pensamiento judío posterior. Se debe aclarar que no era inusitado que
Pablo hablara de la inmortalidad (2Ti 15:54), pero no la concebía como los griegos. Para éstos,
la inmortalidad del alma era algo inherente en la naturaleza humana. Pablo, en cambio,
contempla la inmortalidad sólo como dádiva de Dios mismo. Es más, aun la resurrección
corporal de Jesús fue producto del poder de Dios. Una lectura somera del cap. 15, no obstante,
revela que el tema central es el de la resurrección de los corintios. A este tema el Apóstol se
dedica con ahínco. La resurrección 15:4 Los griegos no creían en la resurrección del cuerpo
físico. Los fariseos creían en una resurrección corporal. Los saduceos no creían en la
resurrección. Pablo apela a testigos que vieron la resurrección y a ejemplos para ampliar el
concepto de resurrección. El Apóstol comienza este capítulo volviendo a su concepción de
ellos como “hermanos” en la fe. Pese a su posible conflicto con ellos sobre el abuso de los
dones espirituales (caps. 12, 14), ahora empieza su nuevo tema con un intento por crear un
ambiente propicio para la aceptación de su enseñanza. Aun así, empieza con un poco de pena,
ya que tiene que recordarles a los corintios algo que habían olvidado. El verbo que RVA
traduce como “declaro” connota este sentido de lo embarazoso. Pablo se ve obligado a
recordarles que les había predicado el evangelio completo anteriormente, y que ellos también
lo habían asimilado. La expresión “en el cual estáis firmes” comunica la idea de que el
evangelio que les había predicado es el que provee para ellos la ubicación en Cristo (ver Rom
5:2; Rom 11:20). El uso frecuente que Pablo hace del verbo salvar (sozein G4982) permite que
algunos lo traduzcan como un presente futurista. Es decir, está en el presente el verbo, pero
demuestra una acción continua que conduce hacia el futuro. La expresión “si lo retenéis”
refleja una seguridad de que sí lo harán. La construcción gramatical no hace que su retención
sea dudosa. En cambio, si los corintios fueran a rechazar su mensaje, sí habrían creído en vano.
Bruce afirma al respecto: “No es que Pablo realmente crea seriamente en esta posibilidad,
pero si su negación de la resurrección se llevara a la conclusión lógica, o sea, la negación del
mismo evangelio, entonces ciertamente se comprobaría que su creencia no tenía fruto, tal vez,
porque había sido ejercida de manera superficial o al garete”. Pablo empieza a transmitirles a
los corintios una tradición teológica que él mismo había recibido de otros (paradosis G3862).
La unidad literaria de esta tradición se halla en los vv. 3-8. Los verbos empleados por el Apóstol
en el v. 3, paralambaneis G3880, “recibir” y paradidonai G3860, “remitir”, son los que
clásicamente aluden al sistema antiguo de los judíos en la comunicación de una tradición en la
cual se espera que haya una repetición fiel y una subsecuente memorización de parte de los
oyentes. La expresión “en primer lugar” es un poco ambigua y puede significar prioridad en
tiempo o importancia. Probablemente el Apóstol utilice la expresión con el último sentido. Por
el uso de los dos verbos ya mencionados, Pablo indica a los corintios que él mismo no originó
la tradición, sino que es uno dentro de la cadena de transmisores de ella. Una cosa que sí llama
la atención es que en esta instancia no se reclama que la tradición haya sido recibida del Señor
como en 11:23. Se ha observado a menudo que este texto parece estar en conflicto con lo
dicho en Gal 1:11 ss. En esa ocasión el Apóstol estaba muy tajante y enfático en su negación de
haber recibido su evangelio de otro hombre, ni tampoco se le había enseñado. A los gálatas
firmemente expresó que su evangelio lo había recibido del mismo Señor. El supuesto conflicto
bien puede ser más aparente que real. El caso es que para Pablo ambos modos de recepción
del evangelio son ciertos. Los contextos inmediatos de ambas situaciones y los propósitos del
Apóstol bien pueden explicar la supuesta diferencia. La revelación inmediata en el camino a
Damasco llevaría a Saulo de Tarso a declarar la misma esencia del evangelio: “Jesús es el
Señor”. Esta convicción no le fue comunicada por ningún hombre. En cambio, todo lo
relacionado con la vida, las enseñanzas, la pasión de Jesús, lo aprendería con otros que sí
habían sido testigos oculares, o sea, los demás apóstoles. Acá el punto de origen de la tradición
no parece importar tanto como el contenido de la tradición misma. Este contenido refleja el
evangelio predicado por el apóstol misionero. Este evangelio se resume en cuatro frases cortas
que comienzan en español con la palabra “que”; este formato también refleja la transmisión
de una tradición. Las cuatro frases son: “que Cristo murió, que fue sepultado, que resucitó,
que apareció a Pedro y después a los doce”. Veámoslas en sus respectivos textos consecutivos.
El Apóstol mismo agrega puntos de interpretación al anuncio de la muerte aludida: (1) El que
murió no es cualquiera sino “Cristo” mismo. Al usar este término, Pablo anunciaba lo increíble
para muchos judíos, que el Mesías, el Ungido de Dios, pudiera morir. Tal vez no tendría el
mismo impacto en los corintios de ascendencia griega, pero aun así su trasfondo cultural
presentaría un problema para ellos, ya que las deidades griegas no podían sufrir, mucho
menos morir. (2) La muerte de Cristo es “por” los pecados de su pueblo (ver Rom 3:24-26; Rom
5:21; Rom 4:25; Gal 1:4). Los comentaristas discurren sobre el significado de la preposición
“por”. Normalmente esta preposición griega (juper G5228) significa “a favor de”. El contexto
no favorece esta traducción sencilla; la preposición en este caso probablemente lleve un
sentido doble: “a favor de” y “para atender nuestros pecados”. Exactamente cómo la muerte
de Cristo resuelve el problema del pecado no es tratado por Pablo aquí. Más bien, se
contentaba con proclamar el hecho. (3) Esta misma muerte tuvo lugar “conforme a las
Escrituras”. Esto quiere decir que la muerte de Cristo resultó en cumplimiento de las profecías
del AT. Pablo no cita ningún texto específico, pero puede que aluda a Deu 21:23 y también Isa
53:5-12. Hay una insistencia en el NT en que la muerte de Cristo era algo de lo cual se había
escrito anteriormente (ver Mat 26:54, Mat 26:56; Mar 9:12; Mar 14:21, Mar 14:49; Luk 18:31;
Luk 22:37; Luk 24:44, Luk 24:46; Joh 19:28). (4) No tan sólo murió el Cristo, sino que también
“fue sepultado”. Pablo no afirma que esto fue conforme a las Escrituras, aunque se implica. El
mencionar la sepultura de Jesús es un modo de insistir en su muerte real. Normalmente no se
sepulta gente viva. Si hubiera personas en Corinto que dudaban de la muerte genuina de Jesús,
esta frase tendería a refutar tal idea. La sepultura de una persona es la mejor forma de
convencernos de que ya se ha ido. También, la sepultura de Jesús representa una etapa
intermedia entre su muerte y su resurrección. Esta última no podría darse si no hubiera una
muerte verdadera. (5) “Que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” ocupa un verbo
con un tiempo distinto a los dos verbos anteriores. Estos están en el aoristo o pasado definido
lo cual significa que algo tuvo lugar y se acabó. En cambio, el verbo “resucitó” está en el
tiempo perfecto. La traducción castellana está en el pretérito, pero el griego da otra idea. El
sentido es que no tan sólo tuvo lugar la resurrección sino que su efecto aun está en vigor. Por
su resurrección Cristo ya vive, y que vivirá para siempre es la connotación. Este es el elemento
central en la predicación apostólica. Si bien los demás escritos neotestamentarios usan la
expresión “después de tres días” (Mat 27:63; Mar 8:31; Mar 9:31; Mar 10:34), el mensaje
paulino emplea el refrán “al tercer día”. La variación se debe al contexto diferente cuando
Jesús hablaba de su resurrección futura. La expresión encontrada en la proclamación
apostólica más primitiva es la que encontramos en este texto: “al tercer día”. Si la reiterada
expresión “conforme a las Escrituras” se conecta con “que resucitó”, hay una considerable
serie de textos en el AT que pudieran ser pertinenten (ver Job 16:10; Isa 53:10b, 11). En
cambio, si la misma expresión se asocia con “al tercer día” entonces Hos 6:2 es el texto más
lógico. Como es obvio, no hay certidumbre respecto al orden preciso. Lo que sí se aprecia en el
texto es que los elementos centrales en la fe cristiana, la muerte y la resurrección de Jesús,
están íntimamente conectados al curso de la historia humana. Esto es natural, porque, a
diferencia de las deidades de las demás religiones, el Dios de Israel optó por el medio de la
historia para revelarse a la humanidad. Sabemos quién es Dios y cómo es por lo que ha hecho
y hace en el curso de la historia humana. Los dioses de todas las demás religiones del tiempo
de Pablo se asociaban a la naturaleza; es decir, sus caracteres se asemejaban y estaban
circunscritos al orden natural. La muerte y la resurrección de Jesús son el clímax de las obras
portentosas de Dios en pro de la salvación del hombre. “Que apareció a Pedro y después a los
doce” (v. 5). Con estas palabras Pablo empieza a relatar la lista de las apariciones de Jesús
después de su resurrección. Conviene recordar que esta lista es históricamente la más antigua,
ya que los Evangelios se escribieron algunos años después. Esta aparición es respaldada
también por Luk 24:34, aunque este texto es sólo una alusión y no un relato de la aparición a
Pedro en sí. Probablemente, esta aparición de Jesús a Pedro sea la base de la posición de
honor que el Apóstol ocupaba en la iglesia primitiva. Pablo no menciona ninguna aparición del
Cristo exaltado a las mujeres. Es más, sólo relata una aparición a tres individuos como tales: a
Pedro, a Jacobo (el hermano de Jesús) y a Pablo mismo. La expresión “los doce” es un título
especial para los hombres que siguieron a Jesús. Una aparición a Judas Iscariote, desde luego,
se descarta, ya que éste se había suicidado con anterioridad. El título de honor sólo aparece
como tal después de la muerte de Jesús. El lugar de las apariciones a los individuos tampoco se
especifica, pero lo más lógico sería en Jerusalén. Ya que Pablo tuvo que defender su propio
apostolado en varias ocasiones, es muy probable que Pablo siga citando la tradición apostólica
que había recibido y que transmitía a los corintios. Parece que esta tradición termina
justamente con el v. 5. Es interesante que pocos de los “doce” asumieron papeles de
importancia en la iglesia primitiva. Como sea que hayan sido estas apariciones a los doce, se
sabe que dieron credibilidad a ellos como un eslabón entre el Jesús histórico y el Cristo
resucitado. No hay mención de semejante aparición en los Evangelios (v. 6). Algunos han
procurado identificar esta aparición con los eventos registrados en Hechos tocantes al Día de
Pentecostés (ver Act 1:15; Act 2:1-41). Ese relato menciona que 120 recibieron el don del
Espíritu Santo ese día y unos miles se convirtieron también seguidamente. Esta teoría no tiene
comprobación ni histórica ni evangélica. Simplemente hay que confesar que no se puede
armonizar nítidamente el número y los pormenores en torno a las apariciones de Jesús
después de su resurrección tal como se narran respectivamente en los Evangelios y en Pablo.
En realidad, no hay necesidad de hacerlo. Es extraordinario que el Apóstol diga que Jesús se
apareció a este número de personas “a la vez”. Esta es la única vez que semejante cosa se nos
dice. Pablo agrega “de los cuales muchos viven todavía; y otros ya duermen”. No hay duda de
que para Pablo la resurrección de Jesús fue un evento histórico real, y que sobrevivían muchos
de los testigos de esa aparición. Con todo, el Apóstol no da nombres, pero evidentemente, al
escribir su carta, había posibilidades de corroboración de parte de estos testigos. Lo
interesante, sin embargo, es que parece que su énfasis no recae tanto sobre el hecho de que
algunos todavía vivieran, sino que algunos ya hubieran muerto. Si nos damos cuenta de que el
problema de los corintios no era la creencia en la resurrección de Jesús sino en la resurrección
de los creyentes, es más fácil ver el motivo de Pablo al relatar esta aparición. Quiere hacer
constar que los creyentes que mueren durante este período (antes del retorno de Cristo)
logran la vida. De nuevo, hay que agregar que no hay evidencia en los demás escritos
neotestamentarios tocantes a esta aparición a Jacobo (v. 7). Eso sí, en uno de los evangelios
apócrifos, el Evangelio para los Hebreos, se da una constancia de este evento. Vale la pena
recordar que este Jacobo es el hermano carnal de Jesús. El que Jesús apareciera a su propio
hermano es significativo. Da constancia de que este hermano y otros de su familia no eran
seguidores hasta después de la resurrección (ver Mar 3:21, Mar 3:31ss.; Joh 7:5). También
puede explicar la razón por la que Jacobo llegó a ser un líder en la iglesia de Jerusalén. Cuando
Pablo visitó la iglesia en esa ciudad después de su conversión, dice que no vio a ningún otro
apóstol sino sólo a Jacobo (Gal 1:19). Es muy razonable pensar que Pablo supo de esta
aparición a Jacobo directamente con él. La expresión “a todos los apóstoles” aparentemente
implica un grupo mayor que los doce. Ciertamente se sabe que Jacobo no pertenecía al grupo
original de los discípulos más allegados a Jesús durante su ministerio terrenal. No se sabe a
ciencia cierta a quiénes aluda el Apóstol al hablar de “los apóstoles” acá. Ya que la definición
de “apóstol” de Pablo es distinta a la del libro de los Hechos (“los doce”), es difícil determinar
su sentido en esta ocasión. Lo más probable es que aluda a varios misioneros del evangelio,
más numerosos que los doce, pero menos que los quinientos. Es muy evidente que Pablo
piensa que la aparición de Jesús a él en el camino a Damasco es la última de todas las
apariciones que se dieron después de la resurrección. El término “último” puede significar
último en importancia o último en tiempo. Pareciera que se usa en el sentido cronológico.
Aunque es cierto que Pablo tuvo que defender su apostolado en varias ocasiones ante otros,
nunca tuvo la más mínima duda respecto a su propio cumplimiento de los requisitos para ser
apóstol. Pablo sabía bien que era el último testigo ocular del Cristo resucitado. La expresión
traducida por RVA como “como a uno nacido fuera de tiempo” es a todas luces muy extraña.
En realidad es la traducción de un sustantivo con su artículo: to ektromati G1626. La expresión
es doblemente extraña, porque Pablo acaba de dejar la idea que él era el último de los
apóstoles en ver al Jesús resucitado. La palabra griega, en cambio, implica un nacimiento
prematuro o un aborto. Hay un contraste obvio entre lo último y lo prematuro. Lo más
probable es que Pablo emplee aquí un término despectivo, acuñado por los mismos corintios
opositores que desdeñaban su apostolado. Este vocablo pinta lo grotesco, lo mal formado, lo
incompleto y lo repulsivo, lo malogrado de un feto abortado. Se sabe que en escritos
posteriores Pablo registra la opinión sumamente negativa de algunos de los corintios (ver
10:10). En esa ocasión los corintios no cejaban en vejar su aspecto físico. De modo que es muy
posible que este término describiera no tan sólo las supuestas deficiencias de Pablo como
apóstol sino que también fuera una manera de verlo como un fenómeno. Si es así, el Apóstol
agrega que aun así, el Cristo resucitado se dignó en revelársele. Sepulcro de Cristo ¿Seguirá el
Apóstol con estas palabras (v. 9) el tenor de las censuras de los corintios? La mayor parte de
los eruditos en el campo no opinan así. Más bien, Pablo expresa su estima propia no por lo que
los corintios puedan creer acerca de él, no por los logros que el Apóstol mismo pudiera haber
realizado, sino por la gracia de Dios. Las palabras expresan que su pasado como perseguidor de
la iglesia lo incapacita para ser un apóstol “significativo”. No acepta las censuras de los
corintios, pero reconoce sus propias fallas, y son estas las que lo descalifican como apóstol
digno ante sus propios ojos. ¿A cuál iglesia se refiere Pablo? Algunos opinan que habla de las
iglesias particulares en Judea y Siria. Otros, probablemente con razón, creen que el Apóstol
habla de la iglesia en su sentido universal (ver Gal 1:13). El v. 10 ayuda a esclarecer el
contenido del anterior. El pasado de Saulo de Tarso como perseguidor sólo da realce al hecho
de que no es merecedor de la comisión de Cristo para ser apóstol. El apostolado de Pablo se
puede atribuir única y exclusivamente a la gracia de Dios. Al contemplar la gracia de Dios en su
vida, Pablo puede afirmar simultáneamente su propia indignidad para ser apóstol. Con todo,
su dependencia de la gracia de Dios no ha sido en vano. No tan sólo es creyente en virtud de la
gracia de Dios sino que también recibió la comisión y la posibilidad de ser apóstol por la misma
gracia. Aunque existiera la posibilidad de recibir esta gracia en vano, no fue así en el caso de
Pablo, pese a las ideas negativas de los corintios. El Apóstol reconoce que era responsable por
responder ante la gracia de Dios, cosa que hizo y tuvo resultados positivos en su ministerio.
Aunque Pablo menciona en este texto su trabajo con afán, jamás reclama para sí ningún
crédito. Todo es por la gracia de Dios. La palabra “ellos” probablemente se refiera a los demás
apóstoles. Pero al decir que ha trabajado “más que todos ellos”, no significa colectivamente
sino individualmente. No había otro apóstol que trabajara con más dedicación y ahínco que
Pablo. En el NT la veracidad de esta aseveración es muy comprobable. Si no hubiera sido por
Pablo, ¿qué se habría hecho por la evangelización del mundo gentil? Si no fuera por Pablo,
¿cuánto del NT tendríamos hoy? Pero con todos sus logros sacrificiales, Pablo afirma de
manera constante que todo se debe a la gracia de Dios, no por sus propias capacidades. Pablo
reitera (v. 11) que el evangelio básico que acaba de detallarles a los corintios, incluso la
resurrección de los creyentes, no es anunciado sólo por él sino por los demás apóstoles. Era
importante que los corintios se dieran cuenta de que la resurrección no era una doctrina
exclusiva de Pablo sino también de los demás apóstoles. Es más, es importante para los
creyentes de hoy saber que los apóstoles estaban de acuerdo en los puntos básicos del
evangelio, aunque sus interpretaciones particulares de los hechos difirieran. Pablo no deja la
idea de que el evangelio de Pedro a los judíos fuera diferente al suyo predicado a los gentiles
(ver Gal 2:7 ss.). El Apóstol tampoco intima a los gentiles que Pedro y sus compañeros
predicaran un evangelio desaprobado por él (ver 11:4; Gal 1:6-9). El evangelio apostólico
básico incluía la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Sin estos elementos no hay
evangelio, y no hay salvación. Pablo les dice a los corintios que ellos han aceptado este
evangelio, incluso la resurrección de Cristo. Ahora era importante que entendieran las
consecuencias lógicas de esta verdad. La esperanza de la resurrección 15:12, 13 El judío
saduceo, hablando de la inmortalidad, decía que al morir se iba al seol, a la tierra gris, por
debajo del mundo, en la cual los muertos vivían, sin fuerza y sin luz, su existencia fantasmal en
las sombras (Job 115:17; Job 39:13). El estoicismo creía que el hombre solo tenía una chispa de
Dios, cuanto este moría, el cuerpo quedaba y la chispa de Dios volvía a él, quien la absorbía de
nuevo. El unir el alma al cuerpo para los griegos era una degradación. Un filósofo griego decía:
“La esperanza de la resurrección es la esperanza de los cerdos. Una vez emancipada el alma
del cuerpo, jamás volverá a ser encarcelada”. 21. La resurrección de los muertos,Job 15:12-34
Ya se sabe que entre algunos judíos había una resistencia a la idea de una resurrección.
Incluso, había un partido políticoreligioso judío durante los días de Pablo que tajantemente
rechazaba esta doctrina. Eran los saduceos. éstos, al aceptar como canónicos sólo los libros del
Pentateuco, negaban que hubiera tal cosa como una resurrección, ya que difícilmente se
hallaría el concepto en tales libros. En cambio, la mayoría de los judíos, al unísono con los
fariseos, sí aceptaban tal doctrina, porque eran herederos de los demás libros del AT, algunos
de los cuales sugerían la posibilidad de la supervivencia después de la muerte. El trasfondo de
los corintios y los griegos en general era muy distinto. La mayoría de los gentiles de cultura
helénica creían en la inmortalidad del alma; es decir, que había algo imperecedero por
naturaleza en el alma humana que sobrevivía la muerte física. El cuerpo, en cambio, sólo volvía
a la tierra de la cual había procedido. Para los griegos gnósticos había un rechazo del cuerpo
humano como algo inservible e innatamente maligno. Por su concepto dualista, creían que
todo lo material era malo y todo lo espiritual bueno. Por ende, sólo el espíritu era inmortal y
digno de supervivencia. Parece, sin embargo, que los creyentes corintios, pese a su trasfondo
griego, habían aceptado la verdad acerca de la resurrección corporal de Jesús. Ilógicamente,
no obstante, rechazaban la resurrección corporal del creyente cristiano. Pablo reafirma (v. 12)
que no importa quién sea el predicador, el evangelio apostólico afirmaba sin rodeos que Jesús
había sido resucitado de la tumba. Si era cierto que algunos miembros de la iglesia en Corinto
negaban que los muertos pudieran resucitar, entonces lógicamente para ellos no era posible
que Cristo hubiera resucitado. Negaban por lo tanto la veracidad del eje central del mensaje
apostólico. ¿Quiénes eran estos “creyentes incrédulos”? Algunos los identifican como simples
materialistas que se negaban a creer en alguna clase de supervivencia después de la muerte
física. Esto no es probable. La pregunta de Pablo descarta esta posibilidad para los creyentes.
Es más, en general la cultura griega no negaba la posibilidad de una supervivencia después de
la muerte; sólo que no podía aceptar la idea de una restauración de vida a un cadáver. Otra
versión del pensamiento de este grupo dentro de la iglesia es la de Alberto Schweitzer. Este
renombrado teólogo, músico, filósofo, médico y misionero opina que ellos creían que sólo los
que vivieran cuando Cristo regresara entrarían al reino de Dios; los que murieran antes se
perderían. Es difícil que esta postura sea realmente lo que los corintios creían, ya que los
argumentos de Pablo en la carta no encajan con dicho concepto. De nuevo, probablemente el
error de algunos de los miembros de la iglesia en Corinto era que ellos negaban la necesidad
de una resurrección corporal futura. Ellos consideraban que en Cristo ya habían resucitado a
una nueva vida, y esta hacía innecesaria una resurrección histórica en el futuro. Un análisis del
pensamiento de Pablo, en cambio, revela que no tan sólo creía en una nueva vida actual en
Cristo, sino que también hacía falta una resurrección corporal de los creyentes en el futuro. La
doctrina de Pablo en torno a la escatología, la doctrina de las últimas cosas, exigía tal
concepto. Al igual que la histórica resurrección corporal de Cristo era esencial para el kerigma
apostólico, la resurrección corporal de los creyentes al final de los tiempos era necesaria para
la culminación de la salvación. Los razonamientos de los corintios estaban equivocados, y el
Apóstol no los acepta (vv. 13, 14). Más bien, la insistencia de Pablo es que la resurrección
corporal de Cristo no es un evento aislado en el plan de Dios, sino parte del propósito de Dios
en la resurrección y la salvación final de los creyentes. La resurrección al final del tiempo es
también un evento salvador. Con esta premisa, el Apóstol arguye que la resurrección corporal
es necesaria, incluso para que la veracidad de la predicación apostólica se compruebe. La
lógica indica que si no hay posibilidad de la resurrección corporal, entonces es imposible que
Cristo mismo haya sido resucitado. Este evento es central en el kerigma. De nuevo, si no hay
tal cosa como la resurrección de la muerte, toda la predicación que habían escuchado era una
falsedad. Peor todavía, su fe también era en vano. La palabra “fe” en este caso probablemente
signifique la subjetiva aceptación individual de la certeza y veracidad de la predicación. Sin la
objetiva realidad de la resurrección, no hay fe con futuro. El argumento planteado por el
Apóstol en el v. 14 con base en el kerigma continúa, incluyendo así al “testigo”. Quiere decir
que si la proclamación apostólica en torno a la resurrección es falsa, entonces se afecta su
propio carácter como algo genuino. Las palabras “falsos testigos” en RVA son traducción de
una palabra griega: pseudo martures G5575. Este vocablo ha dado origen a mucho desacuerdo
entre los eruditos. Los filólogos insisten en que la palabra no significa más que simplemente
decir cosas inciertas acerca de Dios. No obstante esto, otros han insistido en que significa
falsos testigos de Dios; en lo personal han fracasado como personas íntegras. No es que hayan
dicho falsedades acerca de Dios. Más bien, la “verdad” a la que se opone el “testigo falso” no
es una verdad lógica de una declaración, sino la conducta que cumple con lo que se espera de
él. En otras palabras, ser un falso testigo es un problema de carácter y no de información.
Pablo dice que si no hay resurrección de los muertos, y así los apóstoles han proclamado, le
han fallado a Dios. Lo han hecho mentiroso. De nuevo, si fuera verdad lo que dicen algunos
corintios (que no hay resurrección de los muertos), entonces Cristo no pudo haber sido
resucitado por Dios. Este evento es central en la predicación apostólica, y por ende, los
apóstoles habrían engañado a la gente, y habrían hecho a Dios mentiroso. El mismo
argumento planteado por Pablo en los vv. 12-14 se repite pero con vocablos distintos (vv. 17,
18). Si Cristo todavía está muerto, la única alternativa a su resurrección, luego la confianza que
han puesto los corintios en el evangelio predicado por los apóstoles no realiza su cometido.
Antes Pablo usó la palabra “vana”. La palabra griega es distinta esta vez, y la traducción de RVA
“inútil” es acertada. Otro término que lo expresaría es “incapaz”. Si Cristo quedó en el
sepulcro, entonces su profesada fe no lograría su cometido: el lograr el perdón y una vida
futura. Lo que Pablo efectivamente dice es que si el poder de Dios no obró en la resurrección
de Cristo, entonces no hay respuesta para su problema central: su pecado. Esto es así, porque
el plan de Dios para la redención de los hombres involucraba la provisión de un cordero
sacrificial que pusiera su vida. Cristo fue ese cordero de Dios que quitaba los pecados de los
hombres. Pero si Cristo hubiera permanecido en la tumba, no hubiera habido constancia de la
eficacia de su sacrificio. Se hizo necesaria la resurrección. Estas dos cosas, la muerte y la
resurrección de Cristo, son dos caras de la misma moneda, siempre van juntas. Esta moneda
compra la redención del hombre de fe. La expresión “los que han dormido en Cristo” sería una
contradicción lógica si Cristo no hubiera sido resucitado por el poder de Dios. No puede dormir
en Cristo el creyente si Cristo “aun duerme” (está muerto). En cambio, puesto que la
resurrección de Cristo es cierta para los ojos de la fe, entonces los que mueren en Cristo no
pueden permanecer en la tumba más que él. El gran filósofo mexicano, “el maestro” Antonio
Caso Andrade, en su obra “La existencia como economía, como desinterés y como caridad”,
señala el v. 19 como uno de sus predilectos. Aunque sus numerosos escritos son mayormente
de interés para los estudiantes de filosofía, esta obra en particular, su gran tratado sobre ética,
se centra en el amor del Cristo histórico. Caso nunca dio una explicación del texto en sí (v. 19),
pero es obvio que fue significativo para él. Quizá una de las razones por la falta de explicación
suya es lo difícil que es el texto en su estructura e interpretación. Un análisis del texto revela
que este rehuye una traducción adecuada. Esto se nota a continuación: (1) La frase “hemos
tenido esperanza” en el original no usa el tiempo perfecto como se hubiera esperado, sino un
participio y el verbo ser. No es exageración decir que esta estructura es algo inusual. (2) No se
puede saber a ciencia cierta a qué parte de la oración se aplica el vocablo “sólo”: a “esta vida”
o “hemos tenido esperanza”. Algunos intérpretes en otros idiomas suelen poner “sólo” al final
de la oración, haciendo así que se aplique a la frase entera. Por muchas piruetas gramaticales
que se usen, la oración permanece compleja y difícil de interpretar. No obstante esto, parece
que Pablo plantea una situación hipotética en la que los hombres sólo piensan que la fe
cristiana es para esta vida. Si Cristo no hubiera sido resucitado de la tumba, así tal vez
tendríamos que conformarnos. Si fuera así, pocas esperanzas habría para el futuro después de
esta vida, y entraría la desesperanza. Por esta razón el Apóstol agrega: “somos los más
miserables de todos los hombres”. No es que no haya beneficios de la fe cristiana para el
presente (ver 1Ti 4:8), pero la esperanza cristiana está fincada en un Cristo resucitado y
viviente. Si tal caso no es cierto, entonces no hay fundamento para ninguna esperanza para el
futuro. Ahora, de nuevo, todo esto lo plantea el Apóstol como caso hipotético. Lo contrario es
la verdad como lo comprueba el texto en el v. 20. Pablo se apresura para advertir a los
corintios que su fe no es en vano, no es inútil. Esto es así, porque de hecho Cristo ha sido
resucitado. (Conviene recordarnos que el verbo empleado por Pablo varias veces, “ha
resucitado”, siempre da la idea de que es el poder de Dios el que levanta a Jesús de la muerte.
No es que Jesús mismo se haya levantado a sí mismo independientemente. La resurrección de
Jesús siempre es contemplada como resultado de la intervención poderosa de Dios.) El Apóstol
afirma que ya no vale la pena seguir pensando en lo que “hubiera sido” si Cristo no hubiera
resucitado. Para los verdaderos creyentes, la evidencia de la resurrección no admite debate.
Vale más que empiecen a pensar en lo que sí es por causa de la victoria de Cristo sobre la
muerte. Para hacer esto Pablo emplea algunas figuras tomadas del AT y de la práctica del
judaísmo. “Primicias” es un término que describe los primeros frutos de la cosecha agrícola.
Normalmente, éstos se ofrecían en el templo judío en Jerusalén (ver Lev 23:10-14). Las
primicias de la cosecha no tan sólo se consagraban a Dios, sino que también eran símbolo de
cosechas aun más abundantes. La resurrección de Jesús afirma y hace posible nuestra propia
resurrección (ver Rom 8:23; Rom 11:16). Por esto, la resurrección de Jesús representa la
seguridad de que los creyentes, aunque ya fenecidos, también serán resucitados.

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