Cartilla Completa Eje 2
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NUEVAS CIUDADANÍAS 2
EJE 2
Analicemos la situación
Contenido
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Contextualicemos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
ÍNDICE
Introducción
Contextualicemos
Es pertinente recordar que la Constitución de Colombia de 1991 introdujo derechos y
mecanismos de participación ciudadana gracias a los cuales el ciudadano colombiano
se puede ver a sí mismo como más autónomo y responsable con respecto a las deci-
siones que toma. La filosofía de dicha Constitución es la de un ciudadano “mayor de
edad”, para invocar la célebre expresión del filósofo alemán Inmanuel Kant, con la cual,
el nacido en Konigsberg, se refería a un estado de madurez mental que le permitiría al
individuo tomar las decisiones sobre su vida guiado por su capacidad de razonar sobre
aquello que más le convenía tanto a sí mismo, como a los que le rodean.
Sin embargo, los nuevos poderes participativos que adquiere el ciudadano colom-
biano pueden ser usados o no. O pueden ser usados de forma inadecuada, por ejem-
plo, promoviendo intereses políticos ajenos, suponiendo que se promueven y afirman
intereses propios. Por esta razón es fundamental pensar la mayoría de edad a la que la
Constitución colombiana nos llama.
A manera de ejemplo, imagine que lleva un cierto tiempo haciendo fila para obtener
algún objeto o servicio. La “cola” transcurre lentamente, y luego de muchos minutos al
fin ve cerca el objetivo. De repente alguien que no estaba en la fila “se cuela”, la indig-
nación es general, pero la persona cuenta con algunos privilegios, o con recursos para
amedrentar, por lo que usted simplemente cede.
Sería imposible agotar todos los elementos y los hechos históricos que nos mostraran
un calco fidedigno de cada momento en la historia de occidente y de sus instituciones
políticas. Por este motivo se han elegido tres momentos que a juicio de los investigado-
res sociales permiten “mapear”, la evolución de las ideas y conceptos que sobre la iden-
tidad y su relación con las formas de gobierno han constituido el núcleo de la historia de
nuestra civilización.
Si usted hubiera nacido hace unos 15 siglos en el territorio que hoy se considera Eu-
ropa, la historia posterior diría que usted nació en la Edad Media. Para algunos autores,
este período de tiempo inicia con el fin del Imperio romano de occidente, alrededor del
siglo V de nuestra era y finaliza con el Renacimiento, alrededor del siglo XV, es decir, duró
aproximadamente diez siglos.
Figura 4. Cristianismo
Fuente: Shutterstock/101451244
Desarrollo humano y nuevas ciudadanías 2 - eje 2 analicemos la situación 11
Durante estos diez siglos el principal he- que hacen que la relación sea impersonal,
cho social, político y cultural fue la instau- y motivada exclusivamente por intereses.
ración de un riguroso orden religioso lide- En la edad media, en cambio, la herman-
rado en todos los ámbitos de la experiencia dad cristiana podía expresarse en formas
humana por el cristianismo. Es decir, la de solidaridad, de cooperación ligadas al
religión cristiana sentó las bases de con- hecho de ser hijos del mismo padre.
ducta moral, política, social de las perso-
nas. La autoridad de la iglesia era sólida, la Asimismo, la esfera de la producción era
gran mayoría de sus mandatos se obede- radicalmente diferente a la de nuestros
cían. En suma, si usted hubiera nacido en tiempos. El individuo medieval, si bien po-
aquella época, la Iglesia de Roma hubiera día eventualmente mostrar mayor solidari-
moldeado buena parte de su identidad. A dad y compasión para con otros cristianos,
la pregunta; ¿quién es usted? La respuesta estaba negado a la movilidad social. Esto
más corriente hubiera sido: hijo de Dios. es: el rígido orden medieval regentado por
reyes y religiosos impedía que mediante el
Hijo de un Dios cristiano. Tal respuesta, mérito propio uno mejorara su situación
por supuesto, eximía la posibilidad de que socioeconómica. En términos económicos
usted contestara soy un ciudadano co- nadie mejor que Leo Huberman explicó el
lombiano, por ejemplo. Ser hijo de Dios, en modo de producción medieval, que no se
cambio, suponía formas de comprender regía por objetos-mercancía con un precio
los demás ámbitos de la vida social de la fijado en un mercado libre. Para este estu-
época. Así, si no solo usted, sino todos so- dioso, en su libro Los bienes terrenales del
mos hijos de Dios, hijos de un mismo padre, hombre (1961), el valor de un objeto está
somos hermanos, y no ciudadanos cuya dado por la noción de obsequio, de don, y
relación con otros ciudadanos está regu- de valor de uso.
lada por un Estado y unas instituciones
Entonces, si usted hubiera nacido en la fase medieval de la premo-
dernidad, adiós a las posibilidades de superación económica y material,
pues, además, la meta productiva de la economía medieval no es la
acumulación de bienes-mercancías, o de bienes-dinero. En el medioevo
europeo, si se nace hijo de siervos muy probablemente se muere hijo de
siervos. Si se nace como hijo de señor feudal, muy probablemente se
muere como señor feudal. El mismo principio opera para la nobleza.
Esta estructura social está muy lejos de pensarse en términos democráticos y, por lo
tanto, en términos ciudadanos, y es que si bien en la antigüedad premoderna, lo que
se denomina la Grecia clásica y el Imperio romano, sí conoció formas primarias de de-
mocracia y ciudadanía su legado fue sustituido por un orden feudal, basado en la fe
cristiana.
Recordemos que
Hay que aclarar, sin embargo, que estudiosos de la Europa medieval, y de la
actitud premoderna frente al mundo, como Umberto Eco, han re-significado as-
pectos de aquella época, por lo cual ya no se le califica exclusivamente como os-
curantista, pues en su desarrollo se sentaron las bases de lo que a partir del siglo
XV se conoce como la Modernidad.
Sin embargo, tal orden social, tal identidad personal, afectada profundamente por
las estructuras políticas que negaban autonomía al individuo y participación en la toma
de decisiones colectivas empieza a cambiar gradualmente hacia los siglos XII y XIII de
nuestra era, preludio del Renacimiento italiano. Así lo atestigua Julio César Londoño en
su escrito Vuelven los bárbaros, columna de opinión escrita el 4 de noviembre de 2016 en
el diario El Espectador, en la que localiza el momento en el que la actitud premoderna
””
del mundo va cediendo paso a la moderna:
Recordemos que
De este listado el hecho que más nos interesa es el de la aparición del indivi-
duo, pues como lo señala Londoño antes no existía en cuanto sujeto político, pues
como vimos prima la voluntad comunitaria y social sobre la voluntad puramente
individual. Luego no era correcto hablar de ciudadano.
En otras palabras, modernidad significa, entre otras acepciones, una mentalidad que
descubre al individuo como agente creador de su propia vida, y esta creación, por su-
puesto, va a incluir la construcción de su identidad política, preludio de la configuración
de ciudadanía moderna.
””
maba:
Con un elemento adicional que está en Es decir, el autor interpreta un momento histórico en el que
el individuo, el yo, y su voluntad propia se empieza a instaurar
el título del texto completo, y es que para como la medida de la realidad social, política, económica. “No
Della Mirandola, la dignidad humana se te hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de
que tú, como árbitro y soberano artífice de ti mismo, te infor-
basa en esa capacidad para definir su pro- mases y plasmases en la obra que prefirieses” Della Mirandola
pia identidad. El ser humano es una cria- (2006), yo me doy la identidad que yo quiera, no estoy pre-fi-
jado, pues negaría el hecho esencial para la modernidad de la
tura digna en cuanto pueda decidir lo que libertad individual. No nací siervo, o esclavo, está en mí el poder
quiera ser. cambiar la situación.
Por supuesto este cambio de mentalidad toma tiempo, al menos cinco siglos entre
los siglos XIII y XVIII, y se da en el marco de cambios muy profundos en todas las esferas
de la civilización occidental. Así, en ese marco de tiempo se dan transiciones
de regímenes feudales basados en relaciones sociales de servidumbre hacia
Protocapitalistas
regímenes que Karl Marx llamó protocapitalistas, o de tempranas formas de
acumulación de capital, en las que las relaciones sociales van a ser definidas Forma temprana de acumula-
ción de riquezas, que precedió
por la naciente burguesía y serán mediadas incipientemente por Estados al capitalismo industrial.
nacionales.
Recordemos que
Estos dos hechos marcarán sendos hitos en la configuración de una mentalidad
política típicamente moderna. Con la independencia de los Estados Unidos y la pro-
clamación de los Derechos Universales del Hombre y del Ciudadano, la definición de
ciudadanía adquiere gran relevancia, pues conferirá el estatuto a cada ser humano
como persona política, cobijada por una serie de derechos que el mundo medieval
no reconocía explícitamente.
Recordemos que
En suma, el espíritu moderno, el ser moderno, habría de caracterizarse por la
configuración de un individuo que gradualmente va adquiriendo conciencia de su
voluntad personal, y de sus atributos como persona política que significa persona
que ha nacido y crecerá siendo sujeta de derechos que un estado nacional deberá
proteger y promover.
Específicamente en el
caso de su célebre cuento
Un cuento de Navidad, los
protagonistas sufren los ri-
gores de una ciudad que
enfrenta el choque del ad-
venimiento de un capitalis-
mo liberal y clásico que in-
centivaría rápidamente la
búsqueda del lucro perso-
nal por encima de cualquier
otro objetivo, produciendo
profundas desigualdades
sociales, cuyo criterio de
distinción no sería más el
régimen de sangre y heren-
cia, sino el de las posesio-
nes.
Lectura
recomendada
Un cuento de Navidad.
http://bit.ly/2wxC93X
Con el argumento del cuento es posible sugerir que el sistema capitalista no siempre
ha sido un aliado natural del desarrollo de las nociones más justas de ciudadanía, sino
que, se podría convertir en un indicador de clase social, a través del cual, discriminar al
pobre, al desvalido, al marginado. La tensión desde entonces entre desarrollo económi-
co y derechos políticos ha sido tema de reflexión permanente, pues si bien el cuento de
Dickens, tiene un final feliz, en el que el viejo Scrooge reconoce la humanidad integral
de sus empleados y les restituye sus derechos sociales en la práctica la tensión esfera
económica - esfera política ha sido permanente.
Recordemos que
Esta tensión ha sido parcialmente resuelta, para regresar una y otra vez, en
algunos países que se han convertido en ejemplo de equilibrio entre desarrollo
humano y capitalismo en la perspectiva del cumplimiento de los derechos que las
democracias modernas contemplan para sus ciudadanos.
Las nuevas ciudadanías entonces se re- Así, democracia significa poder votar, pero,
conocen por la ambivalencia de ser suje- además, prensa libre, libertad de empresa,
tos políticos que mantienen la pelea por reconocimiento de derechos y, sobre todo,
derechos colectivos, aunque sus formas libertad para poder consumir.
de organización han perdido fuerza, y un
individualismo exacerbado jalonado por Aunque también, en un plano más sofis-
un sistema capitalista que pone acentos ticado de conceptualización, democracia
similares en la fase de producción diferen- significa para los nuevos ciudadanos tra-
ciada y del consumo diferenciado, lo que mitar los múltiples conflictos de las com-
Urry y Lash llaman “acumulación reflexi- plejas sociedades de hoy de forma no vio-
va” (1996, p. 205). lenta, a través de formas de negociación
que debieran exigirle a ese nuevo ciudada-
En el marco de esta tensión, no una información previa para construir
Consumo diferenciado
la significación de la democra- los espacios políticos idóneos para la reso-
Hace referencia a que el
cia varía y se ajusta a diversas lución de los conflictos y el alcance de la
consumidor busca aquella aspiraciones de la opinión pú- satisfacción de sus intereses.
mercancía que le permita
construir un estilo personal
blica, un actor relativamente
de vida. reciente en el espacio social.
Recordemos que
Cabe anotar, sin embargo, que el mismo vocablo posmodernidad
se encuentra en discusión, pues si bien desde que fue acuñado con
suficiencia en el pensamiento filosófico por Jean Francois Lyotard,
designando “la crisis de los grandes meta-relatos en los que se ha-
bía fundado la Modernidad”, esto es la crisis de una sola verdad, del
relato científico, de la concepción racional del mundo, de la historia Meta-relatos
como una línea uniforme de tiempo que llevaría a la perfectibilidad Compendio de proyectos, va-
lores, creencias que una civili-
del ser humano, se ha usado con cierta potencia explicativa, si bien zación asume como propios y
no ha estado librado de polémicas intelectuales. como su guía histórica.
Recordemos que
Cabe anotar que tal proyecto moderno fundado en el ideal de progreso que
exige un ciudadano racional, no ha estado exento de críticas, especialmente la
que podríamos llamar una crítica reduccionista en cuanto defiende una interpre-
tación única y hegemónica del proceso de modernización de las actitudes men-
tales frente al mundo y frente a la vida.
Autores como Enrique Dussel, Ramón Grosfoguel y Aníbal Quijano se han dado a la
tarea de mostrar cómo el proceso moderno se construyó sobre distintos tipos de violen-
cias contra grupos amplios de poblaciones enteras, tanto en América como en África.
Asimismo, han señalado cómo la modernidad europea eliminó otras formas de concebir
la realidad social, el conocimiento y la manera de vivir el tiempo histórico.
Y también varios pensadores críticos del término, asociaron lo posmoderno con rela-
tivismo moral, ético, político, epistemológico, e incluso estético. Como ya la modernidad
racional, científica, aparentemente no tenía la fuerza para constituir al progreso como
el gran proyecto civilizatorio de occidente, la sensación resultante fue una especie de
vacío que llevó a sociólogos como Zygmunt Bauman a hablar de “modernidad líquida”
para referirse a la fragilidad de las relaciones humanas, incluidas las que posibilitaban
una ciudadanía más comprometida con su espacio social.
También Marshall Berman, invocando una frase de Karl Marx, diag- Epistemológico
nosticaba la situación actual del sujeto posmoderno hablando de cómo Hace referencia a las condi-
“todo lo sólido se desvanece en el aire”, aludiendo a la pérdida de víncu- ciones que posibilitan el surgi-
miento del conocimiento.
los sólidos y duraderos de los individuos con la llegada de la modernidad.
Los ámbitos de acción política hoy, condicionados, así sea parcialmente, por la noción
explicada de posmodernidad, nos remiten a ciudadanías fragmentadas, a movimientos
sociales limitados. La idea de un sujeto autónomo que por momentos transita a un
sujeto autosuficiente dificulta la concreción de la movilización social, así como del des-
pliegue de estrategias de lucha acordes con el momento histórico. Como de forma pesi-
mista reflexionó el filósofo coreano Chul Han en su columna ¿Por qué hoy no es posible
””
la revolución?, escrita en el periódico El País de España el 2 de octubre de 2014:
””
(1998) lo siguiente:
Esta reflexión algo pesimista con respecto a las capacidades del ciudadano para ha-
cerse responsable de sus acciones políticas, parece contrastarse con el optimismo mo-
derado que leímos en Urry y Lash. Sin embargo, interesa en el análisis, cómo los expertos
reflexionan acerca de la mezcla de actitudes modernas y premodernas, añadiríamos
hoy, incluso posmodernas, en la construcción del nuevo ciudadano. Actitudes premo-
dernas que Jaramillo Vélez define como la persistencia de vicios tradicionales, falta de
autonomía, clientelismo y dependencia “tan característicos de la vida pública de nues-
tro país”.
””
Agrega en otro apartado de su libro:
En fin, son múltiples los desafíos para los nuevos ciudadanos. El vértigo del cambio
sociotecnológico, la dificultad para crear consensos, sobre todo, la formación de crite-
rios informados para tomar las decisiones adecuadas que estén más allá de mi exclusivo
bienestar personal, tensan los espacios sociales y nos obligan a repensarnos permanen-
temente en función de los nuevos derechos y deberes como ciudadanos.
Della Mirándola, P. (2004). Discurso sobre la dignidad del hombre. México: UNAM.
Garavito, C. (26 de julio de 2017). No basta con decir no. El Espectador. Recuperado
de www.elespectador.com/opinion/no-basta-con-decir-no-columna-703011
BIBLIOGRAFÍA