Pedro Cabrera, Un Día Habrá Una Isla

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COMENTARIO LITERARIO. PEDRO GARCÍA CABRERA.

UN DÍA HABRÁ UNA ISLA.

Pedro García Cabrera nace en el pequeño pueblo gomero de Vallehermoso en 1905. A los
siete años marcha a Sevilla, a donde había sido destinado su padre. Volverá pronto a las islas y con
su familia, se establece en Tenerife, donde estudia magisterio. Esta isla va a ser en adelante su
residencia casi permanente. Colabora en importantes revistas vanguardistas como Hespérides y La
Rosa de los Vientos; participa con distintos intelectuales como Domingo Pérez Minik, Agustín
Espinosa y Emeterio Gutiérrez Albelo en la creación de la revista Gaceta de Arte, revista que
conectó a las islas con las vanguardias europeas y el surrealismo y se mantiene en primera línea del
compromiso político junto a las clases trabajadoras, lo que le lleva a afiliarse al partido socialista.
En esa época publica sus célebres libros de vanguardia Líquenes (1928) y Transparencias fugadas
(1934), La rodilla en el agua (poemas escritos entre 1934 y 1935) y Dársena con despertadores
(1936). No obstante, aunque escritos en estos años, estos dos últimos libros verán la luz mucho
tiempo después. En Transparecias fugadas se observa en él la gran importancia que se le concede al
paisaje como motivo literario., aspecto que marcará toda su obra. En La rodilla en el agua, la isla
servirá para concretar las abstracciones e imágenes oníricas y Dársena es todo un experimento
lírico.
En 1936, tras el golpe de estado contra la II República española, es encarcelado en un barco-
prisión y deportado al campo de concentración de Villa Cisneros, de donde se fuga con destino a
Dakar. Se enrola en el ejército para luchar en las filas de las fuerzas republicanas en la Guerra Civil
española, pero es gravemente herido y apresado por las tropas franquistas. Al finalizar la guerra es
condenado a treinta años de prisión, pero en 1945 se le concede la libertad vigilada, con el
consecuente confinamiento en su hogar. La terrible experiencia de estos años así como la relación
con la enfermera que, posteriormente se convertirá en su compañera de vida, quedan reflejadas en
títulos como Entre la guerra y tú o Romancero cautivo.
Ya asentado de nuevo en las Islas, García Cabrera se reincorpora a la vida activa de la cultura de
las islas con el reflotamiento de nuevas propuestas y revistas culturales como el suplemento Gaceta
semanal de las artes y, además, regulariza sus publicaciones, entre las que destacan La esperanza
me mantiene (1959); Entre cuatro paredes (1968) o Las islas en que vivo (1971. se alimentan todos
ellos, junto al tema de la libertad, de la esperanza de un futuro mejor que se construye
solidariamente, entre todos. Junto a ella, el paisaje y sus gentes. Y en el paisaje, destaca el mar por
encima de todo pues nos da fuerzas para que la soledad no nos anule.
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Sus últimos poemarios recrudecen los temas de los libros anteriores y ponen el acento en la
rebeldía. El poeta se vuelve cada vez más intolerante con la injusticia y las desigualdades sociales.
Títulos de este periodo son Elegías muertas de hambre (1975) u Ojos que no ven (1977).
En el mundo poético de García Cabrera se puede observar una evolución, que comienza en la
primera mitad del siglo, con reminiscencias modernistas, con un acercamiento importante hacia los
ismos (el surrealismo, y, en menor medida, el creacionismo), ciertos ecos de la poesía pura de Juan
Ramón Jiménez y, por último, una cierta afinidad a la estética lorquiana y de Rafael Alberti.
Superado el meridiano del siglo y hasta el final de sus composiciones, encontramos a un Pedro
García Cabrera fuertemente arraigado a lo íntimo y social.

Es, sin lugar a dudas, una de las figuras literarias de la España insular de mayor proyección:
proyección en el tiempo, por la enorme influencia que su palabra ejercerá en la obra lírica del siglo
en el que vive; y proyección en el espacio, por su reconocimiento también en la España peninsular.

El poema “Un día habrá una isla” pertenece al libro Las islas en que vivo, escrito entre los años
60 a 67, y publicado en 1971. En este poemario, el mar es una referencia constante, junto al deseo
de libertad y esperanza que quiere compartir con todos “cuantos partan su pan en esa isla / que no
sea silencio amordazado”. En él se habla no solo de un espacio concreto, sino de una isla que es, al
mismo tiempo, exterior e interior.
Si tenemos en cuenta que García Cabrera escribe esta composición a finales de la dictadura
franquista, el ansia de libertad junto con la necesidad de esperanza constituye el tema central del
poema. Una libertad no solo individual sino que se ofrece a los otros, unida a la esperanza de que
esa isla se llene de “rumores” que le den fuerza para romper su silencio. Es una poesía de
compromiso social y político, de lucha contra el tiempo que le tocó vivir. No podemos olvidarnos
de las circunstancias históricas en las que vivió el poeta, supeditada a la dictadura franquista y
además, que él mismo vivió en sus propias carnes las consecuencias directas del régimen
La idea de luchar por la libertad desde la colectividad nos recuerdan a los versos de Celaya
o de Blas de Otero en el panorama peninsular o a Agustín Millares Sall, en las letras isleñas.
Pedro García Cabrera escoge la lírica como género a través del cual realiza su compromiso
social y crítico. Por ello, las funciones del lenguaje que predominan son la expresiva y la poética o
estética.
En cuanto a la métrica, el poeta elige el modelo métrico de la silva combinando a voluntad
heptasílabos y endecasílabos -apartándose así de la silva clásica-, con los que subraya su estilo
personal. Respecto a la rima, predomina la asonancia ia de los versos impares 1, 5, 9, 13 y 17:

“isla”, “orillas”, “heridas”, ”viva”, focalizando así la atención sobre el concepto isla.
La estructura del poema se caracteriza por su disposición circular, empieza y acaba de
forma similar (v, 1-2 / 17- 18). En el texto se aprecian tres partes bien diferenciadas. La primera
abarca del verso 1 al 5 y en ella el poeta expresa el deseo de un espacio mejor, de un futuro más
justo y solidario no solo para él sino para todos. En la segunda (V. 6-13), se refiere a ese sector de
la sociedad más desfavorecido, que lucha y va de la mano con el poeta. En los últimos cinco versos,
señala en su conjunto a los que sufren, a los que son diferentes, a los que se muestran llenos de
convicción, a los perseguidos.
El poeta expresa su compromiso solidario con la sociedad con este formidable poema. El
discurso lírico se erige en evidente espacio de denuncia, en espacio de decisivo compromiso
personal. En este poema la carga lírica se acentúa ya desde los versos iniciales con la presencia, que
será recurrente, de la primera persona gramatical.
Aunque se trate de una poesía social escrita con un lenguaje sencillo y directo –ya que la
intención es hacer llegar su mensaje de forma clara- no está exenta de la función poética del
lenguaje que hace su presencia a través de los recursos estilísticos.
La armonía del poema se justifica con el empleo recurrente, en primer lugar, del hipérbaton que
pone de relieve ideas y conceptos claves. Lo observamos en los versos 6 y 7 (“Solo no estoy. Están
conmigo siempre / horizontes y manos de esperanza”) que destacan la imagen de la soledad y la
presencia de los otros respectivamente, así como en el verso 16, que evoca la imagen de la
esperanza (“la alegría del mar le pido a todos”).
En segundo lugar, la frecuencia de encabalgamientos subraya la contundencia del mensaje que
quiere ser unánime. Advertimos el encabalgamiento oracional del comienzo y del final del poema
(“isla / que no sea”) que fluye suavemente hasta el final del verso encabalgado. El resto de
encabalgamientos son suaves y los encontramos en los versos 8 y 9 (“cesan / de mirarme”), versos
10 y 11 (“no pierden / el corazón y…), versos 14 y 15 (“se liberen / del combate y…).
Encontramos paralelismo en los versos 8 y 10 (“aquellos que no cesan” / “aquellos que no
pierden”), refiriéndose a los otros que comparten con él ese anhelo de libertad. Esta idea se refuerza
en los versos 13 y 14 con la utilización de la anáfora (“y se tragan el tiempo en carne viva. / Y
cuando mis palabras se liberen”).
Otros recursos estilísticos presentes no hacen sino reiterar la contundente fuerza expresiva del
mensaje lírico del poeta: desde la elipsis del verso 3 (“Que me entierren en ella”), hasta la antítesis
del verso 15 (“del combate en que muero y en que vivo”), en la que se refleja la esperanza de que
algún día acabará esta lucha y quedarán libres de la tiranía que les impide hablar y luchar por lo que
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creen.
La personificación (“la alegría del mar”) nos recuerda la visión isleña del mar, tan presente en
el poeta.
Finalmente, cabe destacar el empleo reiterado de metáforas (“que no sea silencio amordazado /
“horizontes y manos de esperanza” / ”de mirarse la cara en sus heridas” / “el corazón y el rumbo
en las tormentas” / “del combate en que muero y en que vivo” / “cuantos partan su pan en esta
isla”) y perífrasis (“aquellos que no cesan” / “aquellos que no pierden”) que señalan en su
conjunto a los que sufren, a los que mantienen la esperanza, a los perseguidos…
En cuanto al léxico, muchas de las palabras empleadas en el poema pertenecen al campo
semántico de la libertad o a la falta de esta: silencio amordazado, horizontes y manos de esperanza,
liberen del combate…
Por lo que respecta a sus aspectos morfosintácticos, cabe señalar la combinación de oraciones
enunciativas afirmativas: “Un día habrá una isla / que no sea silencio amordazado”, en la que la
utilización del futuro no disminuye la rotundidad de la certeza del poeta: “Solo no estoy. Están
conmigo siempre” y oraciones desiderativas que potencian los deseos del poeta: “Que me
entierren en ella” o “la alegría del mar les pido a todos”.
En cuanto a los verbos, utiliza el futuro (“Un día habrá una isla”) y el subjuntivo (Y cuando
mis palabras se liberen“) cuando piensa en esa isla que ya no se regirá por imposiciones ni
dictaduras, que será libre, mientras que habla en presente (“aquellos que no cesan”) cuando se
refiere a él mismo y a los otros que comparten con él esa mordaza, pero que ansían lo mismo: ser
libres.
El poema comienza desde la tercera persona del singular para enunciar su sueño (“Un día
habrá una isla”), para pasar a la tercera del plural (“Están conmigo siempre”), en el que quedan
incluidos “aquellos” que sufren igual que él, para desde el yo, desde la 1ª persona del singular
(“Solo no estoy”), afirmar que no está solo y que esa batalla que libra acabe en “la alegría del
mar”, siempre presente en la poesía de Pedro García Cabrera.
Finalmente, la escasa adjetivación da más agilidad al poema y está referida casi exclusivamente
a silencio “amordazado”, palabras que se repiten en el segundo y último verso, reforzando el deseo
de libertad del poeta que encabeza con un adverbio de negación “que no sea silencio
amordazado”,
El objetivo prioritario del poeta es hacer de la expresión artística una vía irrenunciable de
denuncia y compromiso social ante la imposición del silencio, ante el «silencio amordazado». La
complicidad con el lector es, suponemos, absoluta. La estética de sus producciones se coordina con
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utiliza la poesía como denuncia (buscar en internet que denuncia)

su denuncia.
Reiteramos que no podemos olvidar, el contexto político en el que Pedro García Cabrera
concibe este poema, incluido en su poemario de 1971, todavía bajo el régimen de censura y
privaciones. Sabemos que nuestro poeta tiene fe en la palabra como transformadora de la sociedad y
forma parte de un grupo de poetas comprometidos con el momento histórico en el que viven.
Tampoco olvidamos que en muchas ocasiones su voz fue silenciada por la censura.

A PARTIR DE AQUÍ COMIENZA TU VALORACIÓN

En este poema, el poeta canario Pedro García Cabrera habla de una isla maniatada por una
dictadura, pero también esperanzada gracias a la solidaridad. La crisis migratoria ha repercutido
humanitariamente en las islas: ¿se ha convertido el archipiélago durante esta crisis migrante en un
espacio en el que se enfrentan la solidaridad y la vulneración de los derechos de las personas?

– Relación de la obra con el tema.


–Exposición y argumentación del alumno a partir del tema propuesto.
–Conclusión y cierre textual.

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