03 - Escucha Activa Curso
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Escucha Activa.
Preparado por:
Equipo de Apoyo
Noviembre 2021
Escucha Activa.
Capítulo 1: Introducción
Capítulo 8: Empatía
1. Introducción
Cuando alguien nos habla, estamos pensando que nos quiere decir desde nuestra interpretación, nuestro estado
de ánimo, nuestros juicios, nuestras circunstancias, nuestro ser especial.
Cuantas veces suponemos los que nos van a decir. Cuantas veces, mientras nos hablan, pensamos que vamos
a responder.
Cuando alguien nos habla, estamos pensando que nos quiere decir desde nuestra interpretación, nuestro estado
de ánimo, nuestros juicios, nuestras circunstancias, nuestro ser especial.
Cuantas veces suponemos los que nos van a decir. Cuantas veces, mientras nos hablan, pensamos que vamos
a responder.
4.- ¿Piensas en la respuesta que harás, mientras tu interlocutor habla? Sí No
6.- ¿Animas a la otra persona para que siga hablando? Sí No
9.- ¿Terminas alguna frase de la persona que te habla sin esperar que ella finalice? Sí No
11.- ¿Escuchas parcialmente sólo lo que te interesa del mensaje? Sí No
13.- ¿Recuerdas el mensaje central de una entrevista que mantuviste el día anterior? Sí No
15.- Mientras estás escuchando, ¿juegas con algún objeto? Sí No
16.- ¿Le pides a tu interlocutor que te aclare algún punto? Sí No
17.- ¿Cuándo te dicen algo con lo que no estás de acuerdo, dejas de escuchar? Sí No
Escuchar es la capacidad de recibir, atender, interpretar y responder a los mensajes verbales y otras
expresiones, tales como el lenguaje corporal. Significa entender, comprender y dar sentido a lo que se oye.
Escuchar pertenece al mundo interpretativo del lenguaje, implica la compresión e interpretación personal del
lenguaje. La capacidad de escucha se extiende a la estructura interna de la persona aún cuando no hay
sonidos. Escuchamos los silencios del otro, sus gestos, sus posturas y le damos una interpretación personal.
Escuchar es un proceso psicológico y activo. Podemos dejar de escuchar cuando queramos.
Escuchar no es simplemente estar callado. La escucha es, en realidad, la suma de tres cosas: arte, ciencia y
cualidad social. Y todo está soportado por una base que es la actitud. Actitud positiva hacia la importancia
que tiene el hecho de escuchar. La persona que sabe escuchar aprende a practicar la autodisciplina, a evitar o
reducir los malentendidos y a encontrar el momento oportuno para hacer una pregunta o una afirmación.
4: Tipos de escucha
* Analítica: escucha el orden y el sentido de la información para entender la relación entre las ideas. Medita
sobre lo que se ha dicho y examina si las conclusiones son lógicas y objetivamente correctas. El receptor
separa la información de las emociones del emisor.
* Sintética: el receptor toma la iniciativa de la comunicación hacia sus objetivos. Realiza afirmaciones para
que el interlocutor conteste con sus ideas.
* Empática: escucha sin prejuicios, da apoyo a quien habla y aprende de la experiencia de su interlocutor.
Calidez en la escucha y evita interrumpir y dar consejos.
* Activa: escucha captando la totalidad del mensaje, interpreta el significado y envía señales de confirmación
que se escucha.
El escuchar pasivamente se asemeja a una grabadora, solamente recibe la información suministrada. Por otra
parte, escuchar activamente requiere que la persona receptora se introduzca en el cerebro del transmisor,
tratando de interpretar el contenido del mensaje desde el punto de vista del transmisor.
Al escuchar activamente, demostramos consideración por el interlocutor y afán por entender objetivamente
sus puntos de vista.
Al dar valor, importancia y consideración a as revelaciones de la persona que nos habla, creamos un clima de
cooperación y receptividad en nuestro interlocutor.
Al crear un clima de confianza con el emisor, la información que nos proporciona nos permite poder
identificar las cuestiones clave ya sea para la venta, la negociación o el liderazgo.
Comprendemos con más fidelidad el mensaje. Percibimos las necesidades, las emociones y los objetivos de
nuestro interlocutor.
Nos permite más tiempo para reflexionar acerca del mensaje y buscar soluciones.
2.- Posición y mirada: mantener una posición adelantada, avanzando todo el cuerpo desde la cintura.
Mantener nuestra mirada fija sobre los ojos de nuestro interlocutor.
3.- Observar el lenguaje no verbal: observar los gestos nos ayudará a entender mejor la intención y el
sentimiento de lo comunicado.
4.- Detectar las palabras clave: los mensajes son adornados muchas veces de cientos de palabras, pero las
ideas claves son las que dan el contenido exacto de la misiva. Las palabras clave nos transmiten de verdad la
información y los intereses del emisor.
5.- Interrogarse constantemente el significado de las palabras claves que nos están diciendo: preguntarnos de
forma reflexiva. ¿Es esto lo que quiere decirme? ¿Qué hay detrás de sus palabras? ¿Qué quiere indicar?
6.- Retroalimentar resumiendo: parafrasear de vez en cuando, precisando al emisor una parte del mensaje.
Buscar el momento oportuno, nunca interrumpir. Utilizar frases del tipo:
8: Empatía
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es comprender lo que siente en cada momento.
Implica entrar en el mundo del otro y ver las cosas desde su punto de vista. Sin embargo, no significa opinar
lo mismo que el otro, ni sentir lo que él siente. Se trata de aceptar y respetar sus ideas y emociones,
compresión e interés por los problemas del otro y ganas de ayudar a los demás. La empatía conlleva saber
sentir, saber entender y saber interpretar el mensaje del interlocutor.
La empatía es una destreza básica de la comunicación interpersonal. Permite el entendimiento sólido entre las
personas. Es fundamental para comprender el mensaje del otro.
La empatía puede cambiar la disposición del interlocutor ya que se siente comprendido y baja la guardia,
desistiendo de una posición de confrontación.
* Mantener la cordialidad, siguiendo su pensar y conversando sobre los temas que el interlocutor considere
importantes.
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* Disposición física y mental a prestar atención a los mensajes centrales del discurso.
* Ofrecer ayuda.
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* verbal o palabras: 7%
El cuerpo es un reflejo de nuestras sensaciones internas. El lenguaje corporal es el que se transmite por medio
de movimientos o gestos. El cuerpo tiene su propio lenguaje, es un idioma mudo, pero más expresivo que las
palabras. Delata los sentimientos o percepciones de los demás. Los humanos podemos engañar con las
palabras, pero no con los gestos.
Las personas actúan en función de representaciones. Cada parte del cuerpo posee una representación y el
conjunto de estas representaciones constituye el esquema corporal.
El hombre siempre envía mensajes, aunque no tenga consciencia de ello, o aunque voluntariamente no quiera
comunicarse ya que el cuerpo habla otro lenguaje que el de las
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palabras.
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El sistema de interpretación psicológica de los mensajes del rostro nos permite determinar las siguientes
emociones:
Sorpresa:
* párpados abiertos
* mandíbula cae abierta, de modo que los labios y los dientes quedan separados
Miedo:
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Disgusto:
* labio superior levantado
* nariz arrugada
* mejillas levantadas
* cejas bajas
Cólera:
* pupilas dilatadas
Felicidad:
* mejillas levantadas
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Tristeza:
* ángulos interiores de los ojos hacia arriba
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La forma en que entendemos el significado de un mensaje está relacionado directamente con el tono de la voz,
la intensidad, el ritmo… Una elevación del tono, una pausa o alargar una palabra al pronunciarla, son
ejemplos de señales prosódicas, las cuales hacen reaccionar inmediatamente a las células del cerebro para
descodificar un mensaje. Las distintas modulaciones de la voz nos permiten empezar a descifrar el significado
de las oraciones, aún cuando algunas veces sean confusas. Las señales prosódicas son el núcleo para entender
la gramática estructural y el significado del discurso.
La voz es una parte constitutoria de nuestra forma de hablar. La voz es una señal característica de nuestra
personalidad, que la diferencia de los demás. Los elementos que determinan las características de la voz son:
* Tono: es el timbre de voz con que nacemos. No se puede cambiar, pero sí se puede fingir. El tono puede ser
formal o informal, alegre o serio, amistoso o protocolario… Una voz monótona, lineal y sin cadencia
demuestra aburrimiento del interlocutor. Un tono sarcástico
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e irónico nos indica que el emisor no nos acepta como interlocutor válido. Los cambios de tono nos pueden
manifestar inseguridad, enojo, temor del emisor.
* Intensidad: equivale al volumen o fuerza con que se emite el sonido. La intensidad transmite intimidad,
suspenso, sorpresa, impulso, recalcar emocionalmente aspectos importantes…
* Ritmo: es el número de palabras por emisión de voz. Todo el mundo tiene su ritmo para hablar y pensar.
Algunos ritmos son rápidos y enérgicos. Otros deliberados y lentos.
* Pausas: son los silencios empleados. Los silencios juegan un papel importante en la definición del ritmo. Se
utilizan para hacer comprender los cambios de tema, la progresión en la exposición y los puntos más
importantes.
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Repite mentalmente las ideas claves del mensaje. El riesgo de la escucha comienza con las palabras
desconocidas y mal entendidas. Aunque la importancia está en las ideas, el riesgo está en las palabras.
Enfoca lo principal y lo necesario de las ideas esenciales. Capta el qué, por qué, cómo y para qué del mensaje.
Esto abarca la representación mental de todo lo que parezca importante para tu interlocutor.
Una manera simple de tratar las ideas esenciales es enfocarse en el tema y en los comentarios sobre el tema.
El tema es el qué y los comentarios abarcan a lo que se diga sobre ese qué.
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Mediante las técnicas de escucha activa del lenguaje verbal conseguimos que nuestro interlocutor sé de cuenta
que le mostramos atención, que le escuchamos activamente. Estas técnicas son:
Refuerzo positivo: alentamos a nuestro interlocutor para que continúe hablando con frases o palabras como sí,
de acuerdo, muy bien, estupendo, desde luego, vale, entiendo, ya, escucho…
Paráfrasis: repetimos las mismas palabras que hemos escuchado, con franqueza, sin ironía o mala intención.
Evitar interrumpir. Aplicar cuando nuestro interlocutor haga una pausa. Distintas opciones son:
* He comprendido que…
* Resumiendo….
* Entiendo que…
Implicación: expresar cuestiones que se deducen de lo escuchado, sin manipular el mensaje. Buscamos la
explicación de las cosas, respetando las ideas del otro, sin proponer las propias. Todo esto no quiere decir que
coincidamos con el mensaje íntegro de nuestro interlocutor.
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Solicitar ampliación: pretendemos que nuestro interlocutor se extienda sobre lo dicho como prueba de interés
y clarificación. Se pueden usar frases como:
* Preséntame un ejemplo…
Hacer preguntas: es una forma práctica de asegurarse haber captado las ideas. Al preguntar sobre temas de
interés del mensaje, demostramos que prestamos atención. Preguntando nos beneficiaremos con las
respuestas, sea para reiterarse o aclarar mejor los conceptos. Es aconsejable preguntas abiertas como qué, para
qué, por qué, cuándo, cómo, dónde, quién…
Silencio: detente antes de responder. Muchas veces, si esperas antes de responder, nuestro interlocutor
continuará hablando y te brindará más información que puede resultarte útil o interesante.
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Mediante las técnicas de escucha activa del lenguaje no verbal, utilizando el lenguaje de nuestro cuerpo,
conseguimos que nuestro interlocutor sé de cuenta que le mostramos atención, que le escuchamos
activamente. Estas técnicas son:
Refuerzo positivo corporal: encarar completamente el cuerpo hacia el suyo. Nuestro cuerpo debe ser un
reflejo del suyo. Evitar girar la cabeza. Cuando escuchamos, lo hacemos desde una posición adelantada,
avanzando todo el cuerpo desde la cintura. Al hablar, recuperamos la posición.
Mirada: la mirada fija sobre el rostro de nuestro interlocutor, a ser posible sus ojos, sin bajar de la línea de la
base de la nariz. Mirar a los labios o más bajo puede molestar. Si observamos que la mirada fija molesta al
otro, podemos darle pausas de vez en cuando, bajando la vista. Se debe evitar mirar hacia arriba o a los lados.
Asentir con la cabeza: mover la cabeza dando aprobación, dicendo sí con el gesto. Nuestro interlocutor
interpretará que le escuchamos, le comprendemos, le prestamos atención.
Gestos de la cara: debemos expresar con los gestos de la cara la emoción adecuada al mensaje de nuestro
interlocutor. Si es gracioso, reír. Si es triste, una expresión compungida…
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1.- Actitud positiva hacia la escucha. Actualizar la motivación por la que uno escucha.
2.- Deja tus emociones, tus juicios y opiniones antes de comenzar la entrevista.
3.- Debes parecer un oyente activo. Encara completamente a tu interlocutor. Mantén una posición adelantada,
avanza tu cuerpo desde la cintura.
5.- Escucha con los ojos igual que con los oídos. Presta atención al lenguaje corporal de tu interlocutor.
Descubre qué es lo que quiere comunicarte.
6.- Escucha el tono de la voz, la intensidad. Las palabras con diferentes tonos tienen significados distintos.
Ponte en alerta con el tono que emplea.
7.- Sigue el ritmo de tu interlocutor. Todo el mundo tiene su ritmo para hablar y pensar. Sigue la pauta del
emisor, adáptate a él.
8.- Demuestra que quieres escuchar. No leas, ni hagas otras cosas, no dibujes. Evita las distracciones.
9.- Haz que la persona que te habla se sienta segura. Crea un ambiente de confianza y libertad. Ayúdala a
sentirse libre para hablar.
12.- Escucha las ideas y los sentimientos. Ve más allá de las palabras. Descubre sus ideas, sentimientos, sus
emociones.
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13.- Trata de entender lo que la otra persona te está hablando desde su punto de vista. Ponte en su lugar. Sé
empático.
14.- Expresa con los gestos de tu cara la emoción adecuada al mensaje del emisor.
15.- Detecta las palabras claves que suponen el contenido del mensaje, las ideas principales.
20.- Alienta a tu interlocutor para que siga hablando con expresiones como sí, de acuerdo, ya…
21.- Repite las palabras que has escuchado de vez en cuando. Parafrasea.
Las personas filtramos o modificamos el sentido de lo que escuchamos en un 70% de sus comunicaciones.
Cuando escuchamos a nuestro interlocutor, sin prestarle atención, pensamos lo que vamos a decir
nosotros en nuestra próxima intervención, originando la sensación de no escuchar activamente.
Las distracciones. Pensamos más rápido que hablamos. Podemos pensar entre 350 y 700 palabras por minuto.
Frente a hablar y a escuchar entre 130 y 150 palabras por minuto. Este desfase permite al cerebro, cuando
escuchamos, distracciones en otras cosas y para ello no ocurra hay que realizar un esfuerzo adicional.
El desgaste de energía. Los humanos tendemos a realizar el menor esfuerzo necesario. La escucha requiere un
esfuerzo de atención personal y una predisposición mental para captar los mensajes.
Los prejuicios. Prestamos atención a aquello que nos interesa según nuestros estereotipos. Nos dejamos
influir por los juicios que tenemos de antemano del emisor o su mensaje.
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Los sentimientos que tenemos antes de comenzar a escuchar: ansiedad, agresividad, temor… Durante la
entrevista pueden aflorar sentimientos o emociones respecto a nuestro interlocutor o su mensaje que pueden
actuar como barreras en la escucha.
La alteración emocional. Cuando en una comunicación nos sentimos atacados o manipulados, se produce una
perturbación emocional y nos desconectamos de la escucha, pasando a contraatacar.
Las barreras intelectuales. Fatiga, cansancio intelectual, preocupaciones que tenemos. Tendremos grandes
dificultades para escuchar.
Las barreras físicas como los ruidos en el entorno, la falta de iluminación, el espacio físico reducido…