Tarea Práctica Tema 4

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TAREA PRÁCTICA TEMA 4

INTERVENCIÓN EN LA ADOLESCENCIA Y PRIMERA JUVENTUD


TRATAMIENTO PSICOLÓGICO DE LA ADICCIÓN

Descripción del caso

Varón de 15 años. Convive con su madre, la nueva pareja de esta (en los últimos 5 años) y la hija de
ambos de 3 años. Conviven los 4 junto con una niña de 13 años de su primera esposa. Padres
separados hace 8 años. Su padre se ha vuelto a casar hace 3 años, y tiene un bebé de 8 meses.

Estudia 2º de Educación Secundaria Obligatoria. Ha repetido los 2 últimos cursos. Previamente había
sido un buen estudiante.

Motivo de consulta

Acude a tratamiento al Programa Soporte Adolescentes y Familias de Proyecto Hombre a instancias


de sus padres (madre principalmente), dado que él no considera tener problemas. La madre solicita
tratamiento por consumo de cannabis y alcohol, junto con importantes problemas conductuales en el
ámbito familiar, escolar y social.

Historia del problema

A los 11 años acude a un gimnasio para perder peso, hacer ejercicio y socializarse. Allí practica “kick
boxing”, destacando en este deporte. Se hace amigo del entrenador y un grupo de compañeros, que
mantienen conductas marginales, con los que se inicia en el consumo de sustancias y actividades
delictivas.

Inicia el consumo de tabaco hacia los 12 años, y casi a continuación se inicia en el consumo de alcohol
y de cannabis. Mientras el consumo de alcohol se mantiene algunos fines de semana (“botellón”), el
consumo de tabaco y cannabis lo realiza diariamente prácticamente desde su inicio, generalmente
con “colegas” mayores que él, en el parque cerca de su casa.

Era un niño con sobrepeso, gafas, y acomplejado por ambos factores. Tenía pocos amigos en el colegio.
Hacia los 12-13 años empieza a utilizar lentillas y da el “estirón”, durante el periodo que acudía al
gimnasio, encajando en mayor medida con la imagen socialmente deseable para ese periodo.
A los 13 años el consumo diario de cannabis se realiza también en el colegio (entre las clases) con dosis
media de 4-6 porros/día, lo que supone un importante descenso del rendimiento escolar (que hasta
entonces era adecuado) y alteraciones de conducta en el colegio (absentismo, expulsiones por
consumo, enfrentamientos con profesores, etc). A los 13-14 años los padres conocen el consumo de
cannabis, pero en cantidad muy inferior al realizado, dado que él lo niega sistemáticamente, y solo
acepta fumar ocasionalmente.

Se inician los trastornos de conducta en casa, en relación con los problemas en el colegio y las mentiras
que realiza para ocultar su absentismo, y los ingresos económicos que tiene producto de sus
actividades delictivas (robos de móviles, cobre, material de obra, para venderlo posteriormente).
Abandona el gimnasio aunque sigue frecuentando a algunos de sus compañeros. Contactan con un
centro de salud mental y un centro de atención a drogodependientes de zona. Los problemas
continúan dado que el adolescente se niega a colaborar (no acude a las citas, se fuga del centro o toma
una actitud pasiva y minimizadora).

A los 14 años los problemas conductuales se agravan, tanto en el colegio como en el domicilio. Es
expulsado del segundo colegio (los padres le habían cambiado al inicio de curso, dado los problemas
originados en el primero). La convivencia en casa es muy difícil, con importante violencia verbal hacia
la madre, y violencia física contra objetos. Se fuga en repetidas ocasiones del domicilio familiar,
estando hasta 3 días desaparecido. A la vuelta justifica su conducta por los límites que tratan de
imponerle, sin ningún sentimiento de culpa. Su único interés es estar en el parque con los amigos y
“hacer con su cuerpo lo que quiera”. Su planteamiento vital es vivir como hacen algunos de sus colegas
“sin trabajar y consumiendo”. No acepta la autoridad de la madre respecto a horarios, tareas... Acepta
iniciar el curso escolar, pero el primer día es expulsado por fumar cannabis en el recinto escolar.
Durante el mes previo a la solicitud de tratamiento se traslada a convivir en el domicilio paterno,
donde permanece 10 días, ante el plante de la esposa de su padre que no tolera su conducta, dada la
violencia verbal que utiliza cuando se le contraría y el enfrentamiento abierto hacia ella. Vuelve al
domicilio materno y tras intervención policial (denuncia de la madre por fuga) acepta acudir a
tratamiento, ante la amenaza de involucrar a la Comunidad de Madrid en su custodia. Los
enfrentamientos con su madre y su pareja se incrementan (“él no es mi padre, y no va actuar como
tal”). La madre refiere que trata de mantenerse al margen, pero no puede tolerar los insultos,
descalificaciones hacia ella..., y el adolescente le reta continuamente. Los días previos al tratamiento,
la pareja de la madre se ha ido de casa pues no soporta la convivencia con el paciente.
Antecedentes personales y familiares

Mantiene relación amistosa con su padre (40 años, trabaja como técnico de una empresa). La hija del
padrastro con la que convive es definida como una ”niña modélica” tanto en el ámbito escolar como
familiar.

Madre de 42 años, trabaja como administrativa. Actualmente en paro.

Padres separados hace 8 años. La separación fue amistosa respecto al régimen de visitas, etc. El padre
ve a su hijo con más frecuencia que las pautadas en el régimen de visitas. En los 2 últimos años, en
relación con el matrimonio del padre, y la mala relación que mantiene con la esposa del padre, las
visitas se han espaciado.

No presentan antecedentes psiquiátricos, salvo que ambos presentan dependencia del tabaco,
fumando alrededor de 20 cigarrillos/día.

Embarazo, parto y desarrollo psicomotor normal. Acudió a la guardería y posteriormente al colegio


adaptándose bien a ellos. Pasó los cursos adecuadamente, hasta los 12 años en que se inician los
consumos y el abandono de sus actividades escolares. No presentó trastornos conductuales, ni datos
que sugirieran TDAH. Era un niño acomplejado, más pequeño que sus compañeros, con pocos amigos.
Malo en los deportes hasta que contacta con artes marciales, hacia los 12 años, donde destaca.
Importante cambio de carácter desde entonces.

Es definido como inteligente y responsable en sus tareas hasta los 11-12 años, con un lenguaje verbal
desde pequeño más adelantado de lo esperado a su edad y seductor cuando quiere algo.

El padre mantiene una relación “de amigo” con él. Dialoga todo y no se impone. La madre también ha
participado de este estilo educativo anteriormente. Ahora la madre es la “rígida”, y culpa al padre de
no apoyarla en los límites, desautorizarla, y no haberse impuesto cuando se han iniciado los trastornos
conductuales. En los 2 últimos años esto ha supuesto un importante motivo de fricción entre ellos.

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