DÍA 161 - 365 Días para Leer La Sagrada Escritura

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Día 161 de 365

1 REYES 17 Progreso: 44.1 %

El anuncio de la gran sequía Lectura de hoy:


1 Reyes 17 y 18
1 Elías el tisbita, de Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: "¡Por la vida Proverbios 2
del Señor, el Dios de Israel, a quien yo sirvo, no habrá estos 1 Corintios 9
años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!".

2 La palabra del Señor le llegó en estos términos: 3 "Vete de aquí; encamínate hacia el
Oriente y escóndete junto al torrente Querit, que está al este del Jordán.

4 Beberás del torrente, y yo he mandado a los cuervos que te provean allí de


alimento".

5 Él partió y obró según la palabra del Señor, fue a establecerse junto al torrente
Querit, que está al este del Jordán.

6 Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde, y él bebía del torrente.

Elías y la viuda de Sarepta

7 Pero, al cabo de un tiempo, el torrente se secó porque no había llovido en la región.

8 Entonces la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos:

9 "Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí yo he ordenado a una
viuda que te provea de alimento".

10 Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que
estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua
para beber".

11 Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un


pedazo de pan".

12 Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo
un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un
manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y
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luego moriremos".

13 Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso
una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después.

14 Porque así habla el Señor, el Dios de Israel:


El tarro de harina no se agotará
ni el frasco de aceite se vaciará,
hasta el día en que el Señor haga llover
sobre la superficie del suelo".

15 Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un
tiempo.

16 El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra


que había pronunciado el Señor por medio de Elías.

La resurrección del hijo de la viuda

17 Después que sucedió esto, el hijo de la dueña de casa cayó enfermo, y su


enfermedad se agravó tanto que no quedó en él aliento de vida.

18 Entonces la mujer dijo a Elías: "¿Qué tengo que ver yo contigo, hombre de Dios?
¡Has venido a mi casa para recordar mi culpa y hacer morir a mi hijo!".

19 "Dame a tu hijo", respondió Elías. Luego lo tomó del regazo de su madre, lo subió a
la habitación alta donde se alojaba y lo acostó sobre su lecho.

20 E invocó al Señor, diciendo: "Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me ha
dado albergue la vas a afligir, haciendo morir a su hijo?".

21 Después se tendió tres veces sobre el niño, invocó al Señor y dijo: "¡Señor, Dios
mío, que vuelva la vida a este niño!".

22 El Señor escuchó el clamor de Elías, el aliento vital volvió al niño, y éste revivió.

23 Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación alta de la casa y se lo entregó a su


madre. Luego dijo: "Mira, tu hijo vive".

24 La mujer dijo entonces a Elías: "Ahora sí reconozco que tú eres un hombre de Dios y
que la palabra del Señor está verdaderamente en tu boca".

1 REYES 18
El encuentro de Elías con Abdías

1 Mucho tiempo después, al tercer año, la palabra del Señor llegó a Elías, en estos
términos: "Ve a presentarte a Ajab, y yo enviaré lluvia a la superficie del suelo".

2 Entonces Elías partió para presentarse ante Ajab.


Como apretaba el hambre en Samaría, 3 Ajab llamó a Abdías, el mayordomo de palacio.
–Abdías era muy temeroso del Señor, 4 y cuando Jezabel perseguía a muerte a los
profetas del Señor, él había recogido a cien de ellos, los había ocultado en dos cuevas,
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cincuenta en cada una, y los había provisto de pan y agua–.

5 Ajab dijo a Abdías: "Vamos a recorrer todos los manantiales y torrentes del país. Tal
vez encontremos pasto para conservar con vida los caballos y las mulas, y así no
tendremos que sacrificar ganado".

6 Se repartieron el país para recorrerlo, Ajab partió solo por un camino y Abdías,
también solo, se fue por otro.

7 Mientras Abdías iba por el camino, le salió al encuentro Elías. Apenas lo reconoció,
cayó con el rostro en tierra y dijo: "¿Eres tú, Elías, mi señor?".

8 "Soy yo, le respondió él. Ve a decirle a tu señor que Elías está aquí".

9 Pero él replicó: "¿Qué pecado he cometido para que pongas a tu servidor en manos de
Ajab y él me haga morir?

10 ¡Por la vida del Señor, tu Dios!, no hay nación ni reino adonde mi señor Ajab no te
haya mandado buscar. Y cuando decían: No está aquí, él hacía jurar a ese reino y a esa
nación que no te habían encontrado.

11 Y ahora tú dices: ‘Ve a decirle a tu señor que aquí está Elías’.

12 Pero en cuanto yo me aparte de ti, el espíritu del Señor te llevará quién sabe
adónde, y cuando vaya a avisarle a Ajab, él no te encontrará y me matará. Sin
embargo, tu servidor teme al Señor desde su juventud.

13 ¿Acaso no te han contado lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del
Señor, cómo oculté a cien de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los proveí
de pan y agua?

14 Y ahora tú me dices: ‘Ve a decirle a tu señor que aquí está Elías’. ¡Seguro que me
matará!".

15 Pero Elías replicó: "¡Por la vida del Señor de los ejércitos, a quien yo sirvo! Hoy
mismo me presentaré a él".

El encuentro de Elías con Ajab

16 Abdías fue al encuentro de Ajab; le comunicó el mensaje, y Ajab fue a encontrarse


con Elías.

17 Apenas vio a Elías, Ajab le dijo: "¿Así que eres tú, el que trae la desgracia a
Israel?".

18 Elías respondió: "No soy yo el que traigo la desgracia a Israel, sino tú y la casa de tu
padre, porque han abandonado al Señor y te has ido detrás de los Baales.

19 Y ahora, manda que todo Israel se reúna junto a mí en el monte Carmelo, con los
cuatrocientos profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Aserá que comen a la
mesa de Jezabel".

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El juicio de Dios en el monte Carmelo

20 Ajab mandó buscar a todos los israelitas y reunió a los profetas sobre el monte
Carmelo.

21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: "¿Hasta cuándo van a andar rengueando de
las dos piernas? Si el Señor es Dios, síganlo; si es Baal, síganlo a él". Pero el pueblo no
le respondió ni una palabra.

22 Luego Elías dijo al pueblo: "Como profeta del Señor, he quedado yo solo, mientras
que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta.

23 Traigamos dos novillos; que ellos se elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre
la leña, pero sin prender fuego. Yo haré lo mismo con el otro novillo, lo pondré sobre la
leña y tampoco prenderé fuego.

24 Ustedes invocarán el nombre de su dios y yo invocaré el nombre del Señor, el dios


que responda enviando fuego, ese es Dios". Todo el pueblo respondió diciendo: "¡Está
bien!".

25 Elías dijo a los profetas de Baal: "Elíjanse un novillo y prepárenlo ustedes primero,
ya que son los más numerosos; luego invoquen el nombre de su dios, pero no prendan
fuego".

26 Ellos tomaron el novillo que se les había dado, lo prepararon e invocaron el nombre
de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: "¡Respóndenos, Baal!". Pero no se
oyó ninguna voz ni nadie que respondiera. Mientras tanto, danzaban junto al altar que
habían hecho.

27 Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: "¡Griten bien fuerte, porque
es un dios! Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje. A lo mejor está
dormido y se despierta".

28 Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con


cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre.

29 Y una vez pasado el mediodía, se entregaron al delirio profético hasta la hora en que
se ofrece la oblación. Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo nadie que respondiera o
prestara atención.

30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: "¡Acérquense a mí!". Todo el pueblo se acercó a
él, y él restauró el altar del Señor que había sido demolido, 31 tomó doce piedras,
conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra,
diciéndole: "Te llamarás Israel", 32 y con esas piedras erigió un altar al nombre del
Señor. Alrededor del altar hizo una zanja, como un surco para dos medidas de semilla.

33 Luego dispuso la leña, despedazó el novillo y lo colocó sobre la leña.

34 Después dijo: "Llenen de agua cuatro cántaros y derrámenla sobre el holocausto y


sobre la leña". Así lo hicieron. Él añadió: "Otra vez". Lo hicieron por segunda vez, y él
insistió: "Una vez más". Lo hicieron por tercera vez.

35 El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.

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36 A la hora en que se ofrece la oblación, el profeta Elías se adelantó y dijo: "¡Señor,
Dios de Abraham, de Isaac y de Israel! Que hoy se sepa que tú eres Dios en Israel, que
yo soy tu servidor y que por orden tuya hice todas estas cosas.

37 Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor,
eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón".

38 Entonces cayó el fuego del Señor, Abrazó el holocausto, la leña, las piedras y la
tierra, y secó el agua de la zanja.

39 Al ver esto, todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y dijo: "¡El Señor es Dios! ¡El
Señor es Dios!".

40 Elías les dijo: "¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno!". Ellos los
agarraron: Elías los hizo bajar al torrente Quisón y allí los degolló.

El fin de la sequía

41 Elías dijo a Ajab: "Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la


lluvia".

42 Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se
postró en tierra, con el rostro entre las rodillas.

43 Y dijo a su servidor: "Sube y mira hacia el mar". Él subió, miró y dijo: "No hay
nada". Elías añadió: "Vuelve a hacerlo siete veces".

44 La séptima vez, el servidor dijo: "Se eleva del mar una nube, pequeña como la
palma de una mano". Elías dijo: "Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que
la lluvia no te lo impida".

45 El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover
copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel.

46 La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab
hasta la entrada de Izreel.

PROVERBIOS 2
La protección que da la Sabiduría

1 Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas contigo mis mandamientos,


2 prestando oído a la sabiduría e inclinando tu corazón al entendimiento;
3 si llamas a la inteligencia y elevas tu voz hacia el entendimiento,
4 si la buscas como si fuera plata y la exploras como un tesoro,
5 entonces comprenderás el temor del Señor y encontrarás la ciencia de Dios.

6 Porque el Señor da la sabiduría, de su boca proceden la ciencia y la inteligencia.

7 Él reserva su auxilio para los hombres rectos, es un escudo para los que caminan con
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integridad;
8 él protege los senderos de la equidad y cuida el camino de sus fieles.

9 Entonces comprenderás la justicia y la equidad, la rectitud y todas las sendas del


bien.

10 Porque la sabiduría penetrará en tu corazón y la ciencia será la delicia de tu alma;


11 la reflexión cuidará de ti y la inteligencia te protegerá,
12 para librarte del mal camino, del hombre que habla con perversidad;
13 de los que abandonan los senderos de la rectitud, para tomar por caminos
tenebrosos;
14 de los que gozan haciendo el mal y se regocijan en las perversiones de la maldad;
15 de los que van por caminos tortuosos y por senderos retorcidos.

16 Así te librarás de la mujer ajena, de la extraña que se vale de palabras seductoras,


17 que abandona al amigo de su juventud y olvida la alianza de su Dios:
18 su casa se hunde en la muerte y sus senderos van hacia las Sombras;
19 los que entren en ella no podrán volver atrás ni alcanzarán los senderos de la vida.

20 Así tú irás por el camino de los buenos y seguirás el sendero de los justos,
21 porque los rectos habitarán la tierra y los hombres íntegros permanecerán en ella.

22 Pero los malvados serán extirpados de la tierra y los traidores serán arrancados de
ella.

1 CORINTIOS 9

1 ¿Acaso yo no soy libre? ¿No soy Apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿No
son ustedes mi obra en el Señor?

2 Si para otros yo no soy Apóstol, lo soy al menos para ustedes, porque ustedes son el
sello de mi apostolado en el Señor.

3 ¡Esta es mi defensa contra los que me acusan!

4 ¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber,

5 a viajar en compañía de una mujer creyente, como lo hacen los demás Apóstoles, los
hermanos del Señor y el mismo Cefas?

6 ¿O bien, Bernabé y yo somos los únicos que estamos obligados a trabajar para
subsistir?

7 ¿Qué soldado hace una campaña a sus propias expensas? ¿O quién planta una viña y
no come de sus frutos? ¿O quién apacienta un rebaño y no se alimenta con la leche de
las ovejas?

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8 Aunque parezca que hablo en términos demasiado humanos, la Ley nos enseña lo
mismo.

9 Porque está escrito en la Ley de Moisés: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Será
que Dios se preocupa de los bueyes?

10 ¿No será que él habla de nosotros? Sí, esto se escribió por nosotros, porque el que
ara tiene que arar con esperanza, y el que trilla el grano debe hacerlo con esperanza de
recoger su parte.

11 Si nosotros hemos sembrado en ustedes, bienes espirituales, ¿qué tiene de extraño


que recojamos de ustedes bienes temporales?

12 Si otros tienen este derecho sobre ustedes, ¿no lo tenemos nosotros con más razón?
Sin embargo, nunca hemos hecho uso de él; por el contrario, lo hemos soportado todo
para no poner obstáculo a la Buena Noticia de Cristo.

13 ¿No saben ustedes que los ministros del culto viven del culto, y que aquellos que
sirven al altar participan del altar?

14 De la misma manera, el Señor ordenó a los que anuncian el Evangelio que vivan del
Evangelio.

15 A pesar de todo, no he usado de ninguno de estos derechos; y no les digo esto para
aprovecharme ahora de ellos; antes preferiría morir. No, nadie podrá privarme de este
motivo de gloria.

16 Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una


necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!

17 Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si
lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión.

18 ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia,


renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere.

19 En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número
posible.

20 Me hice judío con los judíos para ganar a los judíos; me sometí a la Ley, con los que
están sometidos a ella –aunque yo no lo estoy– a fin de ganar a los que están
sometidos a la Ley.

21 Y con los que no están sometidos a la Ley, yo, que no vivo al margen de la Ley de
Dios –porque estoy sometido a la Ley de Cristo– me hice como uno de ellos, a fin de
ganar a los que no están sometidos a la Ley.

22 Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos,
para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio.

23 Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes.

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24 ¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran,
entonces, de manera que lo ganen.

25 Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita;
nosotros, en cambio, por una corona incorruptible.

26 Así, yo corro, pero no sin saber adonde; peleo, no como el que da golpes en el aire.

27 Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber


predicado a los demás, yo mismo quede descalificado.

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