Bloque 2
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En el año 711 se produce una guerra civil entre los visigodos; uno de los bandos
llama en su ayuda al gobernador musulmán de Tánger, Tariq, que tras vencer a una pequeña
resistencia en la batalla del Guadalete llegan a Toledo y en apenas dos años han logrado el
control del ya inexistente reino visigodo. Los conquistadores organizan el territorio en valiato
(provincia) del califato de Damasco. Al-Ándalus fue una provincia hasta el año 756 año en
que Abd-al-Rahman (Abderramán) tras escapar de la matanza de su familia en Damasco,
llegó a Al-Ándalus y se proclamó Emir; con ello Al-Ándalus pasa a ser un Estado
independiente, aunque Abderramán I sigue reconociendo la autoridad religiosa del califa en
el mundo musulmán. El emirato, que dura hasta 929, se caracteriza por la prosperidad
económica, pero también por la inestabilidad que producen los mozárabes (cristianos que
viven en territorio musulmán) y los muladíes (cristianos convertidos) ya que su peso en la
sociedad no se corresponde con los escasos derechos que tienen y los reclamarán con
revueltas armadas. Por lo demás, con el emirato se fija un aparato administrativo y político
muy eficaz y avanzado, descentralizado, con el territorio dividido en coras (provincias) al
mando de un walí, y thugur, o territorios fronterizos. El emirato fue entrando poco a poco en
una etapa decadente.
Cuando Abderramán III sube al trono en 912 se propone restaurar el poder del
Estado; para ello se proclama califa en 929 con lo que nace el Califato de Córdoba. Se logra
contener a los reinos cristianos, se asegura el comercio y se mejora la economía. Además,
Abderramán reestructura los lazos sociales para acabar con las tensiones internas. La
descomposición del califato se iniciará con el nieto de Abderramán, Hisham II, cuando el
ejército da un golpe de Estado en 976 y se inicia la dictadura amirí con Almanzor. Éste se
hará con el poder efectivo en asuntos militares y civiles, pero respeta la teórica superioridad
del califa, sobre todo en el campo religioso. Lo más notable de su dictadura es la potenciación
del ejército a través de frecuentes y durísimas campañas militares contra los reinos cristianos.
En 1002 muere Almanzor y en 1009 un intento de usurpación del trono contra los omeyas
desata una guerra civil y se produce la Fitna o disgregación del califato.
2.2. AL ÁNDALUS: REINOS DE TAIFAS. REINO NAZARÍ
En el 1031 se abre el periodo de los reinos de taifas, en que la unidad del Estado
andalusí es sustituida por más de treinta reinos independientes entre sí. En cada uno de estos
territorios su rey o señor se preocupará exclusivamente de su beneficio y de proteger su reino,
lo que dibuja un panorama variado: desde la colaboración con los reinos cristianos incluso
contra otros reinos musulmanes hasta la compra de la paz a través de las parias, impuestos
que los cristianos cobran a los reinos de taifas. Sin embargo, la presión de la reconquista y la
despreocupación que los señores de taifas mostraron hacia los asuntos de gobierno llevaron
a situaciones de malestar y a revueltas que fueron acabando progresivamente con los reinos
de taifas. En 1086, ante el avance imparable de Alfonso VI de Castilla, varios señores de
taifas deciden llamar en su ayuda a los almorávides, una confederación de beréberes que
habían formado un reino propio en el norte de África. Los almorávides derrotan a los
castellanos (Sagrajas 1086) pero después se retiran, lo que hace improductiva su victoria.
Regresan en 1090 para cosechar una nueva victoria en Uclés en 1108 y, aunque reconquistan
ciudades importantes como Valencia, no tienen capacidad para una ocupación efectiva del
territorio. La continuidad de las guerras les obliga a aprobar nuevos impuestos y pierden el
apoyo popular, lo que unido a las derrotas que los almohades les causan en el norte de África
les debilita y son expulsados en 1145. Se abre un periodo de segundas taifas hasta que en
1171 se vuelve a solicitar ayuda al norte de África, ahora en posesión de los almohades, que
derrotan a Alfonso VIII en Alarcos 1195. No obstante, carecen de apoyo popular y son
hostigados en África por los benimerines.
En 1212 una coalición cristiana les derrota en las Navas de Tolosa, lo que supone su
decadencia hasta que son expulsados en 1231. En este panorama sólo el reino nazarí de
Granada sobrevivió, tras la proclamación de Muhammad I como emir en 1232. Este reino
resistió gracias a la habilidad negociadora de sus dirigentes, a los fuertes tributos pagados a
Castilla y a la extensión y compleja topografía del reino que facilitaba su defensa (se extendía,
más o menos, por las actuales provincias de Almería, Málaga y Granada). Tras el periodo de
esplendor en la segunda mitad del siglo XIV (construcción de La Alhambra) las luchas
internas llevaron a la debilidad del reino que terminó siendo conquistado tras una larga
campaña (1480-1492) por los Reyes Católicos.
2.3. AL ÁNDALUS: ECONOMÍA, SOCIEDAD Y CULTURA
Uno de los focos se inicia cuando un grupo de visigodos liderados por Pelayo derrota
a los musulmanes en Covadonga (722) y logra atraerse a una buena parte de visigodos
exiliados y poblaciones del norte peninsular. El reino de Asturias con Alfonso I (739-757)
y se expande por Galicia, valle del Ebro y alto Duero. Cuando en 910 Alfonso III reparta los
territorios entre sus hijos García I recibe León, Álava y Castilla constituyéndose el Reino de
León. Sin embargo, a mediados del siglo X Fernán González, conde de Castilla, se rebela
contra el rey de León sentando las bases de la independencia de Castilla.
Organización política
Castilla, Navarra y la Corona de Aragón presentaban una estructura política similar, basada
en la monarquía, las Cortes y los municipios, aunque cada reino tenía unas peculiaridades.
a) Monarquía.
La figura del monarca medieval hasta el siglo XIII fue la de un jefe guerrero, (“el primero
entre sus iguales”). Los poderes del rey y sus ingresos son bastante limitados y sólo se ejercen
plenamente en tierras de realengo. Los reinos eran patrimonio del monarca, que podía
dividirlos o repartirlos según sus intereses. En la acción de gobierno se acompañan del
Consejo Real, la Curia, la Cancillería y una Tesorería.
La principal diferencia fue que en Castilla la monarquía tuvo más fuerza que en Aragón. En
Castilla el rey pudo centralizar sus poderes y ser reconocido como fuente de derecho (Las
Siete Partidas de Alfonso X y Ordenamiento de Alcalá de Alfonso XI), pero en Aragón el
rey estuvo limitado por la necesidad de llegar a acuerdos con las Cortes (pactismo) hasta el
punto de dar a éstas función legislativa. Además, el rey debía respetar el derecho y las
costumbres fijados en cada territorio: Usatges (Cataluña), Fueros (Aragón) y Furs (Valencia).
b) Las Cortes.
Son la reunión de los tres o estamentos (señores laicos y eclesiásticos, y representantes de las
ciudades y villas) con el rey. Se desarrollan con el crecimiento de las ciudades y el interés del
monarca por solicitar impuestos económicos extraordinarios. Las primeras en nacer son las
del reino de León en el S XII, las de Castilla, Aragón y Cataluña aparecen en el S. XIII y las
de Navarra en el s. XIV. Su convocatoria era irregular, ya que dependía de la voluntad del
monarca. En Castilla sólo tuvieron un carácter consultivo; en Navarra y los reinos de la
Corona de Aragón, sin embargo, tuvieron verdadero poder legislativo. Para vigilar el
cumplimiento de lo acordado en las Cortes, se crea un órgano político administrativo primero
en Cataluña y posteriormente en Aragón y en Valencia, que acaba convirtiéndose en
permanente y asumiendo más competencias. Su nombre varía entre Generalitat en Cataluña
y Valencia y Diputación del Reino en Aragón.
c) Los municipios.
Régimen señorial
En la Baja Edad media, los siglos XIV y XV las instituciones de cada reino evolucionarán
con sus propias características.
En Navarra, las instituciones representativas fueron las siguientes: el Rey, las Cortes, el
Consejo Real, la Corte mayor y la Cámara de Comptos. Las Cortes tenían verdadero poder
legislativo y el rey debía consultar ciertas decisiones al Consejo Real. La incorporación de
Navarra a Castilla a partir de 1512 se hizo bajo el principio de que Navarra conservaba su
condición de Reino (virrey) y sus instituciones propias.