Resumen-Lecciones-1-15-Libertades-Publicas Editado
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1) DECLARACIONES INTERNACIONALES
A) Declaración Universal de Derechos Humanos.
Hay textos internacionales con vocación mundial, y otros que tienen solamente la pretensión
de referirse a una región del mundo. Entre los primeros, el más importante y que más
repercusión ha tenido es Ia Declaración Universal de Derechos Humanos.
Fue aprobada en 1948 por Ia Asamblea General de Naciones Unidas, reunida en Paris. Es
un texto de 30 artículos en los que se enuncian los derechos de Ia persona, el estatuto privado
del individuo, las libertades políticas, los derechos económicos y sociales y el derecho de
todos a un orden social e internacional.
Tiende a olvidarse en la actualidad que, en el fondo, la Declaración fue un compromiso entre
la tradición occidental y la concepción marxista. Por esta razón, no se habla del derecho de
huelga y de la libertad de comercio y de industria. Algunos de sus pasajes pueden interpretarse
en diferentes sentidos, como los relativos a las elecciones libres y honestas. La generalidad de
su redacción permite a los dos bloques existentes en el momento encontrar acomodo. Por
ejemplo, el art. 17 afirma que toda persona, tanto individualmente como en colectividad,
tiene derecho a Ia propiedad.
La declaración quiso ser un compromiso entre esas dos filosofías políticas, por eso al final
del preámbulo presenta los derechos enumerados como un ideal a alcanzar, gracias al
esfuerzo de la educación y Ia enseñanza y a medidas progresivas y efectivas, todo lo cual
encuentra sus raíces en Ia concepción marxista del momento. Pero cuando el mismo
preámbulo dice que “Considerando que el reconocimiento de la dignidad inherente a todos
los miembros de la familia humana y de sus derecho iguales e inalienables constituye el
fundamento de Ia libertad, de Ia justicia y Ia paz en el mundo”, está recogiendo Ia tradición
occidental de los derechos.
A pesar de todo, Ia Declaración no fue aprobada por unanimidad: 6 países del Este, África
del Sur y Arabia Saudita se abstuvieron. A ello se añade que, en principio, no tiene, en sí, valor
jurídico vinculante. Todos estos datos podrían hacer pensar en la inutilidad de Ia Declaración.
Sin embargo, ha tenido una gran importancia desde su aprobación, como referente, en todo
el mundo. Además, a partir de ella se concluyeron Convenios internacionales que fueron
ratificados por los Estados y adquirieron fuerza obligatoria. Así, en 1966 se aprobó un Pacto
relativo a derechos civiles y políticos y otro relativo a derechos económicos, sociales y
culturales. Su fuerza obligatoria se limita a los Estados que los han ratificado. Y su sistema de
garantía es bastante insuficiente. Pero tienen gran importancia moral y política.
Mayor eficacia jurídica tienen los convenios realizados en el ámbito regional, como el
Convenio Europeo de Derechos Humanos y libertades fundamentales, que es mucho más
homogéneo que Ia Declaración Universal, rige en Estados que tienen una civilización e
historia comunes y tiene un sistema de garantías considerablemente importante.
Entre nosotros tiene gran importancia el artículo 10.2 de Ia Constitución que dice que las
normas relativas a los derechos fundamentales y libertades que la Constitución reconoce se
interpretaran de conformidad con Ia Declaración Universal de Derechos Humanos y los
tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
B) Convenio Europeo de Derechos Humanos.
El Convenio se concluyó en 1950 entre los Estados miembros del Consejo de Europa, que
no se deben confundir con los miembros de Ia Unión Europea, y entró en vigor en 1953. C on
posterioridad ha sido completado por más de 10 protocolos.
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3. Hay otros reconocimientos de la constitución que esta ni siquiera llega a llamar derechos, si
no «principios rectores de la política social y económica. Están aun menos garantizados que
los anteriores. Aquí Ia constitución incluye Ia protección social, económica y jurídica de Ia
familia, la distribución equitativa de Ia renta regional y personal, Ia seguridad social, los
derechos de los emigrantes a que se haga una política orientada a su retorno, el derecho a la
protección de la salud, el acceso a la cultura, el derecho o un medio ambiente adecuado, el
derecho a una vivienda digna y adecuada, el derecho a recursos suficientes durante la tercera
edad, la defensa de los consumidores, entre otros.
Hay que añadir que, aunque los derechos de cada uno de estos bloques tienen, en términos
generales, unas mismas garantías, lo que en principio se corresponde con su naturaleza y con
la forma en que viene redactado su reconocimiento, hay ocasiones en que la clasificación no
es del todo coherente. Entre los primeros derechos, los llamados fundamentales, hay algunas
normas que no pueden ser consideradas como reconocedoras en estricto sentido de un
derecho fundamental. Y análogos ejemplos podemos encontrar en los otros dos bloques que
distingue Ia constitución.
Si tenemos en cuenta todo esto comprenderemos que no es cuestión pacífica, ni siquiera
circunscribiéndola a nuestro Derecho constitucional, la de que es un derecho fundamental.
Para algunos, derechos fundamentales en nuestro ordenamiento son aquellos cuyo “contenido
esencial” debe respetar el legislador. Sin embargo, nuestro Tribunal Constitucional distingue
entre los derechos fundamentales y los constitucionales, dando el calificativo “fundamentales”
a los derechos que requieren para su desarrollo ley orgánica, están garantizados mediante un
remedio procesal especial, que es el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional y, en
caso de reformar la redacción de los preceptos que los regulan, es preciso un procedimiento
especial, con intervención de dos Parlamentos y referéndum. Solo excepcionalmente se ha
calificado como derecho fundamental algún otro. Nuestro Tribunal considera característica
esencial de los derechos fundamentales Ia aplicabilidad inmediata. No es necesaria una ley
que los regule para aplicarlos
En suma, en nuestro sistema podemos distinguir entre derechos fundamentales, derechos
constitucionales que no son ni derechos fundamentales ni libertades públicas, y principios
rectores. A los primeros ya nos hemos referido. Los segundos sólo pueden regularse por ley,
que debe respetar su contenido esencial. Los terceros, principios rectores de la política social
y económica serán solo aplicables de acuerdo a lo que dispongan las leyes que los desarrollan.
En una primera aproximación, se puede decir que la mayoría de los derechos sociales
aparecen entre esos principios redores. Pero llegados a este punto, han de hacerse las
siguientes observaciones:
En principio, hay una tendencial correspondencia en nuestra Constitución entre técnica de
protección o garantía de un derecho, naturaleza del mismo, contenido del mismo y tenor
literal del precepto que lo reconoce, pero esta cuádruple correspondencia no se produce en
todos los casos. Es verdad que las libertades liberales o de autonomía, (que son garantizables
mediante un Estado que simplemente cuente con los poderes legislativo, judicial y ejecutivo
garante del orden público, libertades que el sujeto puede ejercer por sí mismo y respecto de
las cuales solo hay que impedir la intromisión), suelen garantizarse como derechos públicos
subjetivos en su plenitud y como derechos fundamentales. Y es igualmente cierto que Ia
mayoría de los derechos sociales exigen, para alcanzar efectividad, que se organice un
servicio público específico, que se dicte regulación de desarrollo, y que se consigne
presupuestariamente la cantidad necesaria para pagar el coste de las correspondientes
prestaciones, por lo que en principia, se reconocen de una manera más debilitada o
condicionada que los derechos fundamentales.
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Ahora bien, esto debe ser matizado añadiendo dos ideas. La primera es que no todos los
derechos sociales son derechos de prestación, sino que hay derechos sociales de autonomía
que puede ejercer el sujeto par sí mismo sin necesidad de que los poderes públicos implanten
un servicio público. Pensemos en los derechos de sindicación o de huelga: ambos son derechos
de autonomía que, efectivamente, se reconocen como derechos fundamentales en nuestro
ordenamiento. La segunda, que el constituyente puede dotar de las máximas garantías a un
derecho aunque este, por su estructura y contenido, sea derecho de prestación. En tal caso,
ciertamente habrá construcciones doctrinales o científicas que afirmarán su carácter
programático, pero el otorgamiento por la Constitución de garantías máximas acabara
obligando a los poderes públicos y en particular al poder judicial a extraer consecuencias de
ello. Para concretar: nuestro constituyente decidió insertar un derecho social, el derecho a la
educación, entre los derechos fundamentales y esto ha influido en que sea realidad la
enseñanza básica obligatoria y gratuita
Algunos derechos sociales han sido considerados, de manera más o menos decidida,
derechos fundamentales por nuestro Tribunal Constitucional: la igualdad, el derecho a la
sindicación y el derecho al medio ambiente.
1. Las prácticas eugenésicas, especialmente las que tienen por objetivo la selecciónhumana.
2. Utilizar el cuerpo humano o alguna de sus partes para obtener beneficios económicos.
3. La reproducción clónica de seres humanos.
Ahora bien, aunque los Estados europeos comparten la preocupación por el respeto a la
dignidad humana en el ámbito de la biomedicina, no todos llegan a las mismas conclusiones
concretas. En ese sentido, existe por ejemplo una convención de 1999, ratificada por 20
países, que ha entrado en vigor, basada en el acuerdo del Consejo Europeo sobre derechos
humanos y biomedicina de 1997 que Alemania no ha firmado por considerar que protege
insuficientemente al embrión.
En todo caso debe entenderse que la Carta de Derechos Fundamentales, al prohibir las
prácticas eugenésicas, incluye estrategias para optimizar la propagación de generaciones del
acervo génico humano; la prohibición de la selección incluye el diagnóstico genético previo a
la transferencia embrionaria. Las explicaciones de la presidencia de la Convención Europea
sobre La Carta indican que la prohibición de la clonación reproductiva no incluye otros fines
distintos.
a) El embrión, portador de dignidad humana.
Cultivar la vida humana para un fin que no sea su implantación en el cuerpo de una mujer
degrada dicha vida a la categoría de objeto, y vulnera el principio de dignidad humana. Deben
prohibirse, por tanto, los intentos de anidar embriones en incubadoras y de cultivarlos en
fetos o implantarlos en cuerpos de animales. Si una fecundación se realiza fuera del cuerpo
humano femenino, no deben crearse más embriones que los que estén previstos para su
implantación posterior.
El Tribunal Constitucional Federal alemán, en sus Sentencias acerca del aborto de
1975 y 1993, decidió proteger la vida humana no nacida a través de la garantía de la dignidad
humana. El ser humano vivo no nacido, existe por sí mismo y tiene dignidad. Según el
Tribunal Constitucional alemán, en las dos Sentencias referidas «donde hay vida humana
existe dignidad». Se considera que la fusión de los núcleos celulares del óvulo de la mujer y
del espermatozoide del hombre determina el inicio de una nueva vida individual. Por otro
lado eso significa que no se puede utilizar el embrión que aún no ha anidado para reducirlo a
simple materia prima y utilizarlo para la investigación.
b) El embrión humano se considera persona, no objeto.
El embrión humano se considera persona, no objeto. No se puede considerar al embrión
una cosa, porque entonces no se podrá explicar el hecho de que, de una cosa pueda surgir en
algún momento una persona. Se ha discutido la pertenencia del embrión a la especie humana,
la continuidad de su desarrollo, la potencialidad de poderse desarrollar como ser humano y
que la identidad del programa genético del embrión y del ser nacido pueda justificar la
protección de la dignidad humana del embrión.
El argumento de que el embrión pertenece a la especie humana se intenta invalidar
aduciendo que este no tiene capacidad para ejecutar actos morales. Sin embargo, esta última
cualidad concurre en un niño pequeño. Lo decisivo es que el embrión puede desarrollarse
hasta llegar a ser una persona, y esto es válido igualmente para los embriones engendrados
mediante transferencia celular o división embrionaria.
El argumento de la continuidad se intenta enervar señalando que existen también otros
momentos decisivos en la evolución de la vida humana. Sin embargo, el potencial que da lugar
al desarrollo individual reside únicamente en la fusión de los núcleos.
Se discute la potencialidad. Sin embargo, la potencialidad del embrión es activa y dispone
de un programa acabado. Se alega que la identidad genética es insuficiente, que el embrión
carece de cerebro. Sin embargo, el desarrollo del cerebro en el embrión, ya desde su origen,
esta esbozado como programa.
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La Ley para la Igualdad Efectiva entre Hombre y Mujer, de 2007, introdujo acciones
positivas para conseguir una plena incorporación de la mujer a la vida social, cultural,
económica y política. 1) Cuando el destinatario de la norma es un poder público (o son los
partidos políticos en el desenseño de funciones públicas), sus medidas son obligatorias; así
por ejemplo, que las candidaturas electorales contengan no menos de un 40% ni más de un
60% de candidatos de cada sexo. 2) Cuando el destinatario es un ente de la sociedad civil,
incentiva la adopción de las mismas, por ejemplo, la incorporación de la mujer a Consejos de
Administración y puestos directivos en empresas, en proporción similar a la indicada.
El Tribunal Constitucional, en un principio, corrigió al Tribunal Supremo, entendió que la
preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión en los títulos nobiliarios no vulneraba el
principio de igualdad. Esto fue corregido con la ley 33/2006. La misma justificación jurídica, el
principio de igualdad real y efectiva, justifica todas las normas que recogen acción positiva a
favor de las personas con discapacidad o dependencia, entre las que podemos mencionar la
LAPAD, de 2006.
En este sentido, cabe destacar que, por una parte, la ley prevé no penalizar el aborto si se
produce a petición de la madre durante las primeras 14 semanas de gestación, siempre que
concurran dos requisitos: 1º que se haya informado a la mujer embarazada sobre derechos,
prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad, y 2º que hayan transcurrido 3 días
al menos desde que se le proporciona la mencionada informacion. Esto supone la introducción
del sistema de plazos, que es contrario a los principios sentados por el Tribunal Constitucional
y en particular, con la idea de que la vida humana comienza con la gestación, con la de que la
vida del nasciturus es algo distinto de la vida de la madre, con Ia protección de la vida del
nasciturus como un bien jurídico que solo puede desprotegerse en caso de conflicto con otro
bien constitucional y con la idea de que incluso en caso de conflicto no debe prevalecer
automáticamente y absolutamente uno de los bienes en conflicto.
Por otro lado, se facilita el aborto llamado terapéutico, por el que se establece su posibilidad,
siempre que exista riesgo para la salud de la madre, ofreciendo un concepto muy amplio de la
salud como estado completo de bienestar físico, mental y social que también contrasta con la
protección que la Constitución dispensa al nasciturus.
También se amplían los supuestos de la llamada indicación eugenésica, es decir, abortos
que pueden realizarse en relacion con fetos que tengan, o se prevea que tengan, anomalías o
enfermedades extremadamente graves o incurables, en contradicción con los convenios
internacionales firmados en los últimos años y en particular, con la Convención de la ONU
sobre los derechos de las personas con discapacidad del año 2006 y el protocolo facultativo
correspondiente de 2007, ya en España, contrarios al mantenimiento de lo que supone una
discriminación a las personas con discapacidad, en lo que se refiere a su derecho a nacer.
También resulta inconstitucional, por vulnerar tratados internacionales de protección de
menores, así como el derecho reconocido en la Constitución a los padres, a proporcionar a los
hijos una formación moral acorde con sus convicciones, y con el precepto constitucional que
asegura la protección de la familia, la previsión de que en el caso de mujeres de 16 y 17 años,
el consentimiento para la interrupción voluntaria del embarazo, corresponde exclusivamente
a ellas, recogiéndose tan solo la previsión de que al menos uno de los representantes legales,
padre o madre, deba ser informado y previéndose que se prescinda de esta informacion
cuando la menor alegue, fundadamente, que esto le provocara un conflicto grave.
C) Eutanasia
Otro asunto polémico sobre el derecho a la vida, es la posible admisión de la eutanasia. Sus
defensores pretenden introducirla llamándola muerte digna, pero aún no se ha introducido su
legislación en nuestro país, por ello, aún no hay pronunciamientos del Tribunal Constitucional.
Sin embargo, hay alguna sentencia relacionada con el derecho a la vida, dictada por el
Tribunal constitucional en relación con la alimentación forzosa de presos en huelga de
hambre. Nuestro Alto Tribunal dijo en aquella ocasión, por un lado, que el derecho a la vida no
es un derecho de libertad, de modo que la CE., no confiere a las personas una facultad de
disposición sobre su propia vida. A lo que añadió que dicha facultad tampoco podría fundarse
en la autodeterminación personal, ya que ésta no es un derecho fundamental.
Tampoco el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se ha pronunciado de modo directo
sobre la eutanasia, pero sí, en alguna ocasión ha señalado que la prohibición de prestar auxilio
al suicidio deseado por un enfermo terminal, es compatible con el Convenio y no vulnera ni la
prohibición de tortura ni el derecho a la intimidad.
LECCIÓN 06:
LIBERTAD INDIVIDUAL(III). LIBERTAD Y SEGURIDAD
1) LIBERTAD DE RESIDENCIA Y CIRCULACION
A) Concepto y caracteres.
Las libertades de residencia y circulación tienen por contenido la posibilidad de fijar uno
mismo el lugar donde estar de manera transitoria o permanente; se refieren a los lugares
donde las personas pueden estar o por donde pueden moverse. Se trata de libertades distintas
al derecho a la libertad. Ambos derechos aparecen en distintos artículos de la Constitución.
También aparece reconocida la libertad de residencia y circulación en un protocolo del
Convenio Europeo de Derechos Humanos. Desde el Tratado de Maastricht los ciudadanos de
los restantes estados de la Unión Europea quedan equiparados en este punto a los españoles.
Son derechos que en el sentido estricto corresponden a las personas físicas, pues lo que
tienen las personas jurídicas es una libertad de establecimiento que no es de rango
constitucional.
Estas libertades impiden a los poderes públicos interferir en la elección personal del lugar
donde se vive, pero no les obligan a establecer una exhaustiva uniformidad en todo el
territorio nacional de las obligaciones y cargas que acompañan a la condición de residente,
como pueden ser los tributos locales.
Puede verse afectada esta libertad por obligaciones derivadas de la legislación civil o penal:
recordar las resoluciones judiciales que hacen desaparecer la posibilidad de usar un bien
determinado, ocurre cuando se desaloja a un propietario del bien expropiado.
El Convenio Europeo permite restringir la libertad de circulación por razones de seguridad
nacional, de orden público, o por exigencias sanitarias.
B) Regulación constitucional.
La Constitución, recoge este derecho y dice que los españoles tienen derecho a elegir
libremente su residencia y a circular por el territorio nacional, y añade: tienen derecho a
entrar y salir libremente de España en los términos que la ley establezca. Y termina diciendo
que ese derecho no podrá ser limitado por motivos políticos o ideológicos.
Así pues, la Constitución, en principio, se refiere solo a los españoles, pero el Tribunal
Constitucional ha extendido a los extranjeros la libertad de residencia y circulación; si bien,
únicamente en los términos que establezcan los tratados y la ley.
C) Régimen de los extranjeros.
El legislador tiene amplios poderes para impedir la entrada en España de los extranjeros.
Estos tienen solamente derecho a entrar en el territorio nacional cuando cumplan los
requisitos establecidos para invocar el derecho de asilo. Este es un derecho tradicionalmente
reconocido por los estados democráticos a los extranjeros perseguidos en regímenes
totalitarios.
Nuestra constitución, a diferencia de otras, como la Ley Fundamental de Bonn, no reconoce
el derecho de asilo como un derecho fundamental, sino como una garantía institucional, es
decir, se limita a exigir que la ley no suprima la institución ni la haga irreconocible. Pero el
ámbito de decisión del legislador está limitado por el Derecho internacional, en particular por
el Convenio de Ginebra sobre refugiados de 1951, al que se remiten tanto la ley del Derecho
de Asilo de 1984 como la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Además, el Tribunal Constitucional señala que los demandantes de asilo tienen el derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva y el derecho de habeas corpus.
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Hechas estas matizaciones, podemos señalar que se refieren a la vida privada de las
personas: los datos relativos a su salud personal, a sus convicciones religiosas o morales, a su
vida familiar y afectiva, a sus relaciones de amistad, a su ocio, y con los matices ya indicados,
la vida profesional y la situación económica. Este conjunto de datos son los que legisladores y
jueces suelen preservar contra intromisiones de terceros, o del poder.
En relación con esta cuestión, hemos de tratar la intimidad de la vida privada, del derecho
al honor, de la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, y del derecho a la
protección de la vida familiar.
B) Reconocimiento constitucional.
Nuestra Constitución reconoce estos derechos relacionados con la vida privada en un
precepto que tiene 4 apartados, que son:.
1° Garantizar el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
2° El domicilio es inviolable. No podrá hacerse en él ninguna entrada o registro sin
consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.
3° Se garantiza el secreto de las comunicaciones, en especial, de postales, telegráficas y
telefónicas, salvo resolución judicial.
4° La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y
familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de los derechos.
A este precepto cabe añadir que la Constitución, al reconocer la libertad de expresión y el
derecho a la informacion, añade que estas libertades tienen su límite especialmente en el
derecho al honor, la intimidad, la propia imagen y la protección de la juventud y de la infancia.
Este artículo tiene uno correlativo en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, con la
diferencia de que en este último no se habla del derecho al honor ni la protección de datos. La
Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, junto a los derechos de la vida
privada, reconoce la protección de datos de carácter personal.
C) Derecho a la intimidad.
Las amenazas contra la intimidad o la vida privada han aumentado debido al progreso de
las técnicas de espionaje a domicilio, en el ámbito de la fotografía y la grabación clandestina
de conversaciones. Ya hace decenios que en este ámbito tuvo lugar en EE.UU el asunto
Watergate. Estas técnicas pueden ser utilizadas por los poderes públicos y en particular por la
policía; como pueden serlo también por las empresas respecto de su personal o de sus
competidores (espionaje industrial). Pero es sobre todo, la utilización de estas técnicas por
una prensa determinada, lo que ha provocado en muchos países la intervención del legislador.
Cuando un medio de comunicación realiza unas fotografías o grabaciones y las difunde
indebidamente lleva a cabo dos ataques a la vida privada: un, el hecho mismo de fotografiar o
grabar; y el otro, por su difusión o divulgación.
De todas formas, en este ámbito, el legislador no puede sin más prohibir toda intromisión,
sino que debe tener en cuenta varios elementos: por un lado, la seguridad, por cuanto las
técnicas de espionaje pueden permitir eludir los límites establecidos por las leyes procesales
penales, a las investigaciones policiales, así como alimentar ficheros informatizados en
perjuicio de las víctimas; por otro lado, la libertad de prensa o derecho a la informacion;
también el derecho a la propia imagen, cuando se trate de fotografías clandestinas (a veces se
analiza esta cuestión desde la perspectiva del derecho de propiedad pero se trata más bien de
una prolongación del derecho que se tiene sobre el propio cuerpo) que suponen una
vulneración de la vida privada, diferente de la publicación de la misma; así mismo hay que
tener en cuenta la libertad de expresión, ya que si jurídicamente se permitieran las
grabaciones clandestinas, nos sentiríamos menos libres para manifestar nuestra opinión
incluso en ámbitos íntimos.
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La gravedad de las amenazas y el peligro de las mismas para el conjunto de libertades, han
determinado en muchos ordenamientos la aparición, junto a la tradicional protección penal
mediante los delitos de injuria y calumnia, la inclusión de nuevos tipos penales y el desarrollo
de una legislación civil. Resulta que para los medios de comunicación que llevan a cabo estas
intromisiones en la vida privada, puede ser mucho más disuasoria una sentencia estableciendo
una responsabilidad civil cuantiosa que desincentive la publicación, que una sanción penal.
Aun así, resulta muy gravoso para un particular emprender un pleito civil de este tipo, contra
a un medio de comunicación, arriesgándose a tener graves perjuicios económicos.
D) Derecho al honor.
Este derecho aparece en pocas declaraciones de derechos. El Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos prohíbe los ataques ilegales a la honra y a la reputación, y el
Convenio Europeo de Derechos Humanos se refiere a la reputación como limite a la libertad
de expresión, no como un derecho. En algunos países, alcanza su protección al amparo de otro
derecho fundamental; es el caso de Alemania, donde recibe protección al amparo del derecho
al libre desarrollo de la personalidad.
El derecho al honor protege la buena fama, la reputación, el merecimiento a los ojos de los
demás, es el derecho a que otros no provoquen que los demás se formen una opinión negativa
de nosotros. Es distinto del derecho a la intimidad, pero está muy relacionado con ella, pues
viene a ser el aspecto externo de ésta, la proyección frente a terceros de la esfera de la vida
privada de las personas. Es fácil de comprender que la estima de los demás cambia en función
del momento o del grupo social al que nos refiramos, y esto ha de ser valorado por el juez.
Nuestro Tribunal Constitucional ha declarado este derecho directamente vinculado a la
dignidad humana, y por lo tanto son titulares del mismo, todos los seres humanos. Por otra
parte, ha admitido que puede corresponder a las personas jurídicas, pero no corresponde a las
instituciones públicas, que tienen más bien dignidad, prestigio, o autoridad moral.
Está claro que este derecho tiene una proyección sobre los particulares, hasta el punto que
hay una ley orgánica de 1982 que regula la responsabilidad civil por ataques contra el honor.
2) LBERTAD DE DOMICILIO
El domicilio, en el ámbito de los derechos fundamentales, se entiende de manera distinta a
la del Derecho civil. El domicilio protegido constitucionalmente no es solo el lugar donde
reside principalmente una persona, sino las diferentes sedes de su vida privada como:
eventuales residencias secundarias, vehículos, caravanas o barcos. El Tribunal Europeo de
Derechos Humanos ha incluido los locales profesionales.
El respeto al domicilio tiene 2 aspectos principales: la inviolabilidad o prohibición de entrar
en el mismo sin el consentimiento del que lo habita o lo posee, y el libre uso, o el derecho a
organizarlo y a desarrollar allí la propia existencia como se considere oportuno. En ambos
casos, existen límites. Veamos:
La inviolabilidad del domicilio es la regla que prohíbe a toda persona entrar en un domicilio
sin el consentimiento del que lo ocupa. Se impone de manera absoluta a los particulares, pero
más matizada a la autoridad pública. Entre los particulares, se incluye incluso al propietario
que quiere entrar en la casa de su inquilino estando este ausente. En cambio la inviolabilidad
del domicilio se ve limitada por las necesidades de la represión penal, tanto si se trata de la
búsqueda de pruebas mediante registro del domicilio de un sospechoso o la ejecución de
algún otro mandato judicial. Para conjugar estos intereses se distingue entre la noche y el día,
entre los diversos estadios de un proceso o investigación criminal y entre las investigaciones
ordinarias y las relacionadas con un delito flagrante.
En cuanto al uso del domicilio, debe tenerse en cuenta que, es el lugar, donde las libertades
cobran su máxima dimensión, tanto las libertades de la persona física, como la libertad de
expresión, de trabajo o de ocio. Por ello, el poder normativo de la policía administrativa se
detiene en el umbral del domicilio y no se extiende a lo que se hace dentro de él.
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Pero este principio rige con la condición de que las actividades queden circunscritas al
interior del domicilio. Si suponen repercusiones fuera de él que afectan a la tranquilidad, la
higiene o la seguridad, entran en el ámbito de la reglamentación policial. Es el caso de aparatos
de música cuya sonoridad por la noche afecta al vecindario, y pueden ser prohibidos. También
la organización interior puede verse afectada por alguna regla de seguridad e higiene. Incluso
en ámbitos del Derecho privado, el propietario puede cancelar el contrato de un inquilino si no
cumple las reglas normales para habitar el domicilio: por ejemplo, ejerciendo la prostitución.
3) SECRETO DE CORRESPONDENCIA
A) Correspondencia epistolar.
1. No toda correspondencia se relaciona con la vida privada de su autor. Hay correspondencia
administrativa y publicitaria. Sin embargo, la carta, dirigida a una determinada persona, le
informa de sucesos o le transmite opiniones, proyectos, propuestas, que en la convicción y en
la voluntad del remitente conciernen solo al destinatario. El derecho a la vida privada exige
que la carta, reflejo de la vida privada, solo sea conocida por aquel al que se destina.
La pretensión de reconocimiento del secreto de la correspondencia es anterior al Estado
constitucional, siendo tan antigua como la existencia de un servicio público destinado a
asegurar el transporte, que al mismo tiempo permitía al titular del servicio eventualmente
conocer el contenido de las cartas. Bajo el Absolutismo se vulneraba este derecho a pesar de
las quejas de la opinión, y de los Parlamentos. Con el advenimiento del Estado constitucional
no cesaron las vulneraciones, durante el periodo del Terror o del Directorio a finales del siglo
XVIII en Francia se vulnero este derecho. En todo caso, este derecho ha cobrado una nueva
dimensión con la práctica de la interceptación de las comunicaciones telefónicas que han
sustituido en gran medida a las epistolares.
La inviolabilidad de la correspondencia puede considerarse implícita en la Declaración de
Derechos del hombre y del ciudadano de 1789, ésta, recoge el mismo derecho de todo
ciudadano de escribir libremente. Es reconocida en el art. 18 de nuestra Constitución.
Las excepciones derivan principalmente de las exigencias de la represión penal: un juez
puede ordenar que se intercepte la correspondencia no solo, una vez que ha llegado al
destinatario, sino también en las oficinas de Correos, si es necesario para una investigación.
La correspondencia de las personas condenadas penalmente a privación de libertad queda
sometida al control del director del establecimiento penitenciario, con excepción de cartas
intercambiadas entre éstas y su abogado, que el derecho a la defensa sustrae a cualquier tipo
de investigación. También hay supuestos de control limitado, como el de la correspondencia
de enfermos mentales por el director del departamento, o la de niños menores por los padres.
2. En los últimos años, vinculado al desarrollo de Internet, ha aparecido un nuevo tipo de
correspondencia escrita: el correo electrónico. Consiste en enviar texto informático a un
destinatario a través de Internet. Son muchas las ventajas del correo electrónico: transmisión
instantánea, envío de archivos adjuntos, de fotografías, gráficos, o videos.
La confidencialidad de mensajes electrónicos enviados o recibidos por ordenador privado
no plantea grandes problemas, pero sí los plantea, los correos almacenados por el empleado
en su lugar de trabajo, en un ordenador que pertenezca al empleador. Sin embargo, debe
sostenerse que incluso durante el periodo y en el lugar de trabajo, el empleado tiene derecho
al respeto de su vida privada, que incluye en particular el secreto de la correspondencia. El
empleador, por tanto, no puede entrar a conocer los mensajes personales emitidos por el
empleado o recibidos por él, mediante ordenador puesto a su disposición para su trabajo.
B) Comunicaciones telefónicas.
Con la aparición del teléfono, durante muchos años, era posible la interceptación de
conversaciones telefónicas que no se correspondía con las limitaciones existentes en relación
con la correspondencia epistolar.
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Esto ha llevado en ocasiones a los gobiernos a extender las interceptaciones más allá de las
necesidades de la represión penal y la intervención judicial. Políticos y personalidades
representativas, sospechosas de oposición al gobierno, militantes de partidos o periodistas
han sido en muchos países objeto de escucha, por más que los gobiernos durante mucho
tiempo negaran estos abusos. En la actualidad, los Estados han desarrollado previsiones para
limitar las escuchas a las necesidades de la represión penal, algunas veces como consecuencia
de alguna condena del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
La legislación de los diferentes Estados parece distinguir entre escuchas decididas por las
autoridades administrativas o judiciales. Las administrativas han de ser decididas por alguna
autoridad extraordinariamente relevante, como el Primer Ministro, y además se regulan las
materias a las que se pueden referir: seguridad nacional, prevención del terrorismo. También
se limita la duración que pueden tener y se establece algún tipo de órgano independiente que
controle la regularidad de la operación. En España no son posibles sin autorización judicial.
Esta autorización, cuando se refiere a una solicitud de los servicios de inteligencia ha de
concederla un magistrado del Tribunal Supremo.
Las escuchas judiciales solo se pueden autorizar en materia penal y en función de la pena
correspondiente del delito que se investiga. También se regula su duración y la destrucción de
lo grabado transcurrido determinado plazo. No obstante, en los últimos años se denunció un
fenómeno de escuchas generalizadas: EE.UU, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva
Zelanda, crearon una red de espionaje mundial llamada Échelon, que fue capaz de interceptar
millones de conversaciones por minuto a través del mundo, y de identificar mediante la
presencia de palabras claves determinados temas sensibles, como informaciones militares,
económicas o comerciales. El asunto fue objeto de estudio por el Parlamento Europeo.
Este derecho se protege no solo frente al Estado, sino también frente a particulares. En los
próximos años, se considera que la protección de la intimidad y el honor de la persona frente
al mal uso de los avances tecnológicos relacionados con la informacion requerirá un gran
esfuerzo económico por parte de los Estados. Así pues, estos derechos van a resultar ser tan
costosos como los derechos de prestación. En nuestro país, esto se ha regulad por 2 leyes de
1992 y 1999, y la creación de la Agencia de Protección de Datos, con la misión de controlar la
realización y utilización de ficheros de datos.
LECCION 8.
LIBERTAD INDIVIDUAL (V). LIBERTAD DE CONCIENCIA Y DE EXPRESIÓN
1) LIBERTAD DE EXPRESION O DE COMUNICACION PUBLICA
A) Nociones generales.
El origen europeo de las libertades podemos situarlo en la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789, donde dice que la libre comunicación de los pensamientos
y de las opiniones es uno de los bienes más preciados del hombre; todo ciudadano puede por
tanto hablar, escribir e imprimir libremente, sin perjuicio de responder del abuso de esta
libertad en los casos determinados por la ley.
Todos los tratados internacionales de protección de los derechos humanos prevén tanto el
derecho a no ser inquietado por las propias opiniones, como a poder expresarlas libremente.
Este es el caso de la Declaración Universal de 1948, del Pacto de 1966 y del Convenio Europeo,
al decir que toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, y tal derecho comprende la
libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda
haber injerencia de las autoridades públicas y sin consideración de frontera.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y los Tribunales Constitucionales europeos,
entre ellos el nuestro, han señalado que esta libertad es esencial para la sociedad
democrática.
Históricamente, la transmisión de informacion o de ideas tenía lugar mediante impresos,
libros y periódicos. Por eso las antiguas declaraciones solo hablaban de libertad de prensa o
imprenta. El progreso tecnológico ha permitido el desarrollo de la radio, el cine, la televisión y
de internet, y a la aparición, a través de ellos, de la libertad de comunicación audiovisual.
B) Comparación de estas libertades en Estados Unidos y en Europa.
1. La enorme influencia que en materia de libertad de expresión ejerce la jurisprudencia del
Tribunal Supremo de EE.UU, sobre el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, a través de
este, en nuestro Tribunal Constitucional, hace conveniente que hagamos referencia a un
examen comparado de la libertad de expresión en EE.UU y en Europa.
A finales de los años 30 del siglo pasado, se aceptó la intervención del Estado en la
economía de los EE.UU para salir de la Gran Depresión. El Tribunal Supremo perdió el control
sobre las leyes económicas y aceptó un control mínimo sobre las mismas, esto va a decidir
protagonizar, en cambio, el destino de la libertad de expresión.
El régimen que el Tribunal Supremo de los EE.UU, diseñó para la libertad de expresión en el
siglo XX, es de los más desarrollos e importantes del Derecho constitucional estadounidense.
Se podría decir que le ha dado el poder de modelar las costumbres y cambiar la moral. Pero no
podemos olvidar que el Tribunal, más que provocar la evolución social, la acompaña.
2. El examen de los textos jurídicos que regulan las libertades informativas en los EE.UU, y en
Europa inducen a pensar en la existencia de dos modelos: una libertad absoluta e ilimitada en
Estados Unidos y una libertad limitada en Europa.
Esto es así desde el principio, en los EE.UU el punto de partida fue la Declaración de
Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 1776, cuyo artículo 12, decía textualmente “La
libertad de prensa es uno de los grandes baluartes de la libertad y nunca puede ser restringida
por gobiernos despóticos”. El texto no habla de límites en absoluto.
Comparándolo con la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de
1789 que reconoce el derecho diciendo que «Ia libre comunicación de las ideas y de las
opiniones, es uno de los bienes más preciosos del hombre» y continua diciendo “todo
ciudadano puede por tanto hablar, escribir, imprimir libremente...”. Pero añade: «Sin perjuicio
de la responsabilidad por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley». Cabe,
por tanto, regulación legal que establezca la responsabilidad por los abusos.
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Hasta el momento actual se han considerado en este sentido ‘verdades históricas notorias’: el
Holocausto, el proceso de Núremberg, los crímenes contra la humanidad cometidos durante la
2ª G. Mundial. La prohibición de discutir estas ‘verdades históricas notorias’ se refiere a la
realidad de las mismas y a su amplitud y gravedad. Nuestro legislador incorporó el
negacionismo como delito, pera nuestro Tribunal Constitucional (STC de 2007) declaró
parcialmente inconstitucional la correspondiente Ley por cuanto estimó que la estricta
discusión científica sobre hechos históricos no podía considerarse contraria a la Constitución.
b) Por lo que hace referencia al discurso incitando al odio y a la intolerancia, ha de advertirse
la aparente contradicción, en la jurisprudencia del Tribunal Europeo, entre la doctrina que
formula y el fallo de algunas sentencias, en otras palabras, hay sentencias que censuran el
lenguaje del odio pero a la vez otorgan por diversos motivos el amparo del Convenio a
discursos que lo incluyen.
c) En lo referido al discurso violento, considera el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: la
incitación a la violencia, al levantamiento, a la resistencia armada, no puede ser tolerada en
una sociedad democrática. Ni siquiera cuando hay detrás una minoría nacional que se
considera ilegítimamente sojuzgada.
2°/ En la configuración amplia de la libertad de expresión en Estados Unidos juega gran papel
la doctrina del «peligro claro e inminente», que no existe en Europa. Esta doctrina la formuló
en Juez Holmes en la Sentencia Schenk, de 1919.
El contexto en el que se produce es particularmente importante: fue un momento en el que
Estados Unidos vivía un periodo de exaltación del nacionalismo belicista que le llevó a
abandonar la doctrina Monroe y a participar en la primera guerra mundial. Para centrar al
país en el esfuerzo bélico, se dictaron dos leyes que limitaron la libertad de expresión y darían
la oportunidad de entrar en liza al Tribunal Supremo. En el asunto Schenk de Estados Unidos,
Charles T. Schenk, Secretario General del Partido Socialista, había imprimido y ordenado
distribuir octavillas contrarias a la guerra en las que llegó a invitar a desobedecer las órdenes
de combate. Se le condenó por 3 delitos de la ley de espionaje. El Tribunal Supremo, con
ponencia de Holmes, confirmó la constitucionalidad de la ley de espionaje y de las condenas y
alumbró la doctrina del ‘peligro claro e inminente’, que, en una primera aproximación, parece
querer decir que en tiempos de guerra, en el contexto en que vivía el país, no podían admitirse
tales octavillas.
Esta teoría suponía un ensanchamiento de la doctrina de la libertad de expresión que
venían sosteniendo los tribunales estadounidenses, llamada de la «bad tendency». Conforme
a ella, cualquier manifestación que pudiera ocasionar cualquier mal o perturbación de la paz
pública podía ser prohibida o sancionada.
3°) Con esto llegamos a la que para muchos es la Sentencia más importante sobre libertad de
expresión que ha dictado el Tribunal Supremo de Estados Unidos. En
1964, el Tribunal Supremo, en la Sentencia Sullivan da la vuelta al régimen de la difamación
que venía establecido por el «common law» y crea un régimen jurídico de la prensa que la
convierte, como llegó a decirse en alguna sentencia, en el «perro guardián» de las libertades.
El Tribunal Supremo fijó una jurisprudencia que podemos sintetizar en los siguientes puntos:
a) los errores en la expresión de informaciones son inevitables si lo que queremos es proteger
la libertad de expresión, y ello es una garantía para que las libertades puedan respirar;
b) ha de probarse la intención de difamar;
c) el perjudicado debe probar la falta de veracidad. Esta Sentencia Sullivan proyectó su
influencia más allá de las fronteras de los EE.UU. El Tribunal Europeo incorporó la esencia de
su doctrina en la Sentencia Lingens de 1986. En España la incorporación de la jurisprudencia
Lingens se produce ese mismo año, aunque ya antes se venía subrayando la importancia de las
libertades informativas para la democracia.
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a) Ante todo, no debe nunca perderse de vista la dimensión social y política de las libertades
de comunicación pública, su carácter coesencial a la democracia, porque hacen posible una
opinión política libre ligada indisolublemente al pluralismo político y a la democracia como
han reconocido nuestro Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Sin una opinión publica libre no hay sociedad libre ni soberanía popular, quedan vaciados de
contenido real otros derechos constitucionales y falseadas las instituciones representativas y
la legitimidad democrática.
Esta concepción de las libertades de comunicación pública llevó al Tribunal a afirmar el
valor preferente de las mismas frente a los demás derechos fundamentales. Aunque esta
preferencia no es absoluta en la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional. Está
condicionada a que la informacion u opinión comprometida sea relevante para la formación
de la opinión pública al versar sobre un asunto de interés general, llegando a ceder frente a
otros derechos o bienes jurídicos en caso contrario.
Junto a este primer criterio de ponderación, la jurisprudencia de nuestro Tribunal
considera otros, bien exigiéndolos como necesarios para la prevalencia de la libertad de
comunicación pública, bien considerándolos propios del contenido constitucional del derecho.
b) El carácter público de la personalidad a la que se refiere la opinión o informacion es
relevante, de modo que la informacion sobre personas que viven recluidas en la privacidad
vulnera su intimidad.
c) El valor preponderante de la libertad de comunicación llega a su máximo nivel cuando ésta
es ejercida por profesionales de la informacion a través de medios de comunicación de masas,
mientras que declina cuando es ejercida por medios irregulares.
d) Hay requisitos que son específicos de la libertad de expresión y del derecho a la
información. En este sentido, solo queda protegida la informacion veraz, entendiendo por tal
no la que es absolutamente verdadera, si no la diligentemente comprobada. En lo referido a la
libertad de opinión, no se ampara el derecho al insulto, entendiendo por tal la expresión
material y formalmente injuriosa y además innecesaria para el mensaje; son injustificables las
afirmaciones vejatorias para el honor ajeno, sobre todo si están hechas fuera de contexto y
nada tienen que ver con los hechos de los que se informa.
organización. En particular, conviene que la gestión de los mismos sea independiente del
Gobierno y que haya control parlamentario.
C) El reconocimiento de las libertades informativas en la Constitución significaría poco para
los ciudadanos individualmente considerados sin el derecho de rectificación, y también poco,
para los profesionales de la informacion sin el reconocimiento de la clausula de conciencia y
del secreto profesional. Veamos estas tres figuras.
El derecho de rectificación no aparece expresamente reconocido en la Constitución pero sí
en una ley orgánica de 1984. Trata del derecho de cualquier persona aludida en una
informacion publicada por un medio de comunicación a rectificar la información si estima que
los hechos divulgados no son exactos y de ahí puede seguirse perjuicio para ella. Se establece
un procedimiento especial, para la rápida rectificación, independiente de la posible exigencia
de responsabilidad civil y penal del medio de comunicación del que se trate.
D) Nuestra Constitución reconoce expresamente las dos garantías aludidas para los
profesionales de la informacion. Conforme a la primera (regulada en una ley orgánica de
1997) pueden negarse a la elaboración de informaciones invocando justificadamente razones
deontológicas sin que se pueda seguir para ellas sanción alguna.
También pueden rescindir su contrato con el medio de comunicación si este cambia de
manera importante su linea editorial. En cuanto al secreto profesional, consiste en que, a
pesar del deber general que tienen todos los ciudadanos de colaborar con el Poder judicial, los
periodistas tienen derecho a callar sus fuentes de informacion.
E) Estos derechos de los profesionales y de las personas individualmente consideradas son
particularmente importantes si tenemos en cuenta el proceso de concentración de la
propiedad de empresas de comunicación pública en todo Occidente. Merece mención especial
el caso de Italia, donde a pesar de que el principio pluralista ha sido siempre considerado por
el Tribunal Constitucional italiano, como el valor constitucional más importante en materia de
emisiones televisivas, Berlusconi, que fue en varias etapas presidente del Consejo de
ministros y, de algún modo, tuvo en sus manos la televisión pública italiana, era además,
dueño de la más importante televisión privada.
LECCION 9.
LIBERTADES COLECTIVAS: ASOCIACIÓN, SINDICACIÓN Y REUNIÓN.
1) LIBERTAD DE ASOCIACION
La libertad de asociación no fue reconocida en las primeras declaraciones de derechos. Los
revolucionarios del siglo XVIII desconfiaban de cualquier agrupación que surgiera entre el
Estado y el individuo, ya que en el Antiguo Régimen tuvieron gran importancia los llamados
«Cuerpos intermedios». La Constitución de los EE.UU, sigue sin reconocer el derecho de
asociación en la actualidad, y en Francia hubo que esperar a 1901 para el reconocimiento
oficial de este derecho.
Siguiendo el criterio del Tribunal Europeo, podemos considerar como asociación una
agrupación humana de naturaleza voluntaria, que persigue un fin común a sus miembros y
que tiene vocación de permanencia y por tanto, alguna forma de organización.
Nuestra Constitución reconoce el derecho de asociación de modo separado a otras
libertades. En cambio, el Convenio Europeo lo reconoce junto al derecho de reunión y la
libertad sindical, y de manera parecida lo hace la Carta de Derechos Fundamentales de la
Unión Europea.
Nuestra Constitución dispone lo siguiente:
- Se reconoce el derecho de asociación.
- Las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito son ilegales.
- Las asociaciones constituidas al amparo de este articulo deberán inscribirse en un registro
a los solos efectos de publicidad.
- Las asociaciones solo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud de
resolución judicial motivada.
- Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar.
La Constitución exige ley orgánica (la aprobada por mayoría absoluta del Congreso de
Diputados) para el desarrollo de un derecho fundamental. Ahora bien, una cosa es el desarrollo
de un derecho fundamental, es decir, la regulación que pretende regularlo íntegramente o que
afecta a elementos esenciales del derecho, y otra cosa las regulaciones que inciden de manera
no tan importante sobre ese derecho, éstas, son posibles por ley ordinaria.
El legislador estatal no desarrolló mediante una ley orgánica sistemática este derecho hasta
2002, dando lugar a que alguna Comunidad Autónoma se adelantara regulando el derecho de
asociación y el Tribunal Constitucional, para evitar declarar inconstitucional íntegramente esa
regulación de la Comunidad Autónoma distinguió entre la determinación de las condiciones
básicas de las asociaciones, que reconoció de competencia estatal, y los aspectos de la vida
interna de las asociaciones que tengan fines de ámbito autonómico, que podrán ser reguladas
por las CC.AA. Esta distinción ha complicado nuestro ordenamiento jurídico (ya en sí bastante
complejo) en el ámbito de los derechos fundamentales, al intenta trasladar este planteamiento
a otros derechos fundamentales o a la generalidad de los mismos.
El derecho de asociación incluye tanto la libertad de crear asociaciones y de adherirse a las
ya existentes como el derecho a dejar de formar parte de aquellas a las que uno se ha adherido
voluntariamente. Aunque este derecho corresponde a todos los ciudadanos, existen conjuntos
de personas que lo tienen legalmente restringido: militares, jueces y fiscales.
Se ha discutido ante el Tribunal Constitucional la obligación, establecida en algunos
sectores del ordenamiento, de pertenecer a determinadas asociaciones. Pero el Tribunal
Constitucional considera que el establecimiento por la ley, de la obligación de pertenecer a
corporaciones, no vulnera el derecho de asociación, siempre y cuando la corporación realice
una función pública, para cuyo desarrollo sea necesaria la afiliación obligatoria y además la
adscripción obligatoria a las corporaciones sectoriales no cercene la posibilidad de
pertenecer a otras asociaciones.
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2) DERECHO DE SINDICACION
Los sindicatos accedieron tardíamente a los textos constitucionales, es en la Segunda
República de 1931, quien los reconoció. Después aparecen en la generalidad de textos
constitucionales redactados tras la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra Constitución, tal vez por reacción al régimen anterior, los regula incluso más que
los partidos políticos. Por un lado, los reconoce como una institución básica del sistema
político en el Titulo Preliminar, diciendo que los sindicatos de trabajadores, y asociaciones
empresariales, contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales
que le son propios. Que su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto
a la Constitución y a la ley. Que su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos.
Además, la Constitución les dedica un extenso artículo dentro de la sección dedicada a los
derechos fundamentales y libertades públicas que dice lo siguiente:
- Todos tienen derecho a sindicarse libremente. La ley podrá limitar o exceptuar el ejercicio de
este derecho a las Fuerzas o Institutos armados o a los demás Cuerpos sometidos a disciplina
militar y regulará las peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad
sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el
derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a formar organizaciones sindicales
internacionales o a afiliarse a las mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un
sindicato.
- Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley
que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el
mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.
Esta configuración constitucional se refiere, por tanto, a la defensa de los intereses
económicos y sociales, y no a la intervención en la vida política. Sin embargo, en la realidad, de
forma análoga a lo que ocurre en otras democracias occidentales, nuestros sindicatos tienen
una cierta legitimación para actuar políticamente.
Otro precepto de la Constitución les atribuye la función de participar en el Consejo de
Planificación Económica, creado en 1991 con el nombre de Consejo Económico y Social.
En la actualidad, este derecho fundamental está regulado en la Ley Orgánica de Libertad
Sindical de 1985.
La libertad sindical comprende, como contenido mínimo, esencial e indisponible 2 derechos
de gran amplitud: la libertad de asociación sindical, y la de acción sindical, además de otras
facultades adicionales atribuidas por normas no constitucionales o convenios. Estas
facultades adicionales integran el derecho fundamental pero no el contenido esencial del
mismo. Esto quiere decir que, si existen y se vulneran, cabe recurrir en amparo. Pero si la ley
los regula puede hacerlo con gran amplitud.
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La Ley Orgánica de 2002 se propuso acabar con esa situación estableciendo la posibilidad
de que un partido político fuera declarado ilegal, aunque no fuera delictivo, por razón de los
medios empleados y hasta cierto punto, de los fines que persigue.
La Ley dice que un partido será declarado ilegal cuando su actividad vulnere los principios
democráticos, particularmente cuando con la misma se persiga deteriorar o destruir el
régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático. Para apreciar esto, la
Ley establece que es preciso constatar que un partido realice, de forma reiterada y grave,
alguna de las conductas que se describen de manera detallada: propugnar la discriminación,
justificar la violencia política, apoyar el terrorismo, entre otras. Esta Ley implica la posibilidad
de controlar en alguna medida los fines de un partido.
En los casos en los que un partido incurra en las actividades descritas por la Ley, la sala del
Tribunal Supremo puede disolverlo, aunque cabe el recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional. Basándose en esta Ley de 2002, fue ilegalizada Batasuna y, posteriormente,
otras presentaciones de la misma, ante sucesivas elecciones. Y aunque las personas y fuerzas
políticas afectadas por estas sentencias acudieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
éste confirmó las Sentencias del Tribunal Supremo y la STC. Sin embargo, hay que señalar que
poco a poco fuerzas políticas próximas a las que en su día fueron ilegalizadas, plegándose a
algunas exigencias legales, han conseguido recuperar su presencia en la vida política activa,
siendo el criterio del Tribunal Supremo, desautorizado por el del Tribunal Constitucional.
4) COLEGIOS PROFESIONALES
Nuestra Constitución articula ampliamente, las diferentes organizaciones sociales. De
modo que no solo reconoce a las asociaciones y sindicatos, sino también a los colegios
profesionales, organizaciones de consumidores y usuarios, y a organizaciones profesionales
de defensa de intereses económicos.
Respecto a Colegios Profesionales, la Constitución dice que la ley regulará las
peculiaridades propias del régimen jurídico de los colegios profesionales y el ejercicio del
profesional titulado, y añade que la estructura interna y funcionamiento de los colegios,
deberán ser democráticos.
Por tanto, para regular los colegios profesionales es necesaria una ley, no bastaría una norma
del Gobierno. Según el Tribunal Constitucional, corresponde al legislador tanto determinar
cuándo una profesión debe dejar de ser enteramente libre para pasar a ser titulada y en
consecuencia reglada, cómo crear nuevas profesiones tituladas, y regular su ejercicio con
vistas a la consecución del interés público.
La legislación vigente configura los colegios profesionales como corporaciones de Derecho
público que ejercen funciones privadas, y públicas, teniendo las siguientes características:
a) es obligatoria la colegiación para el ejercicio de la profesión, así como la financiación de los
colegios por parte de los colegiados;
b) los colegios regulan el ejercicio de la profesión;
c) los colegios tienen potestad disciplinaria sobre los colegiados, pudiendo expulsarlos y
prohibir su ejercicio profesional.
5) LIBERTAD DE REUNION
El derecho de reunión es reconocido en nuestra Constitución, en el Convenio Europeo y en
la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Sobre esta Libertad, nuestra Constitución dice lo siguiente:
- Se reconoce el derecho de reunión pacifica y sin armas. El ejercicio de este derecho no
necesitará autorización previa.
- En los casas de reuniones en lugares de tránsito público, y manifestaciones, se dará
comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones
fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
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-El régimen de extranjeros y las medidas para garantizar la igualdad entre mujeres y hombres.
-También interesa referirnos a la cuestión de quién es el titular del cargo representativo.
Tradicionalmente, los derechos políticos no lo son de la persona, sino del ciudadano. Esto
se percibe tanto en nuestra Constitución como en el Convenio Europeo.
Nuestra Constitución no solo atribuye al ciudadano, literalmente, el derecho de
participación política en el art. 23, sino que además, al referirse a los derechos que los
extranjeros tienen en España, dice que solo los españoles serán titulares de esos derechos
reconocidos, salvo lo que, atendiendo a criterios de reciprocidad, pueda establecerse por
tratado o ley para el derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales. Es
decir, nuestra Constitución establece que, en principio, los extranjeros no tienen derecho de
sufragio ni activo ni pasivo. Pero una ley o un tratado pueden establecer que tengan derecho
de voto en elecciones municipales siempre que exista reciprocidad con el país de origen. l
Es importante señalar que, precisamente esta materia, ha tenido una de las 2 reformas que
hasta la fecha ha sufrido nuestra Constitución. El Tratado de Maastricht establecía que todo
ciudadano de la Unión que residiera en un Estado miembro del que no fuera nacional, tendría
derecho a ser elector y elegible en las elecciones municipales del Estado miembro en el que
residiera. En aquel momento, nuestra Constitución solo preveía reconocer a los extranjeros el
derecho de sufragio activo. De modo que el Gobierno consultó al Tribunal Constitucional si
existía en este punto contradicción entre el Tratado de Maastricht y la Constitución, y señaló
que sí existía, y era necesario cambiar la Constitución, para ratificar el Tratado de Maastricht.
Y así se hizo, añadiendo solamente dos palabras al texto de nuestra Constitución: "Y pasivo»,
referidas al sufragio.
Por otra parte, señalar, que un nacional de otro Estado miembro de la Unión que se viera
discriminado en nuestro país en el acceso a un cargo funcionarial que no implicara ejercicio de
poder público, no solo podrá invocar el derecho de la Unión, sino la propia Const. Española.
Titulares de estos derechos solo son las personas físicas. Esta es una de las razones por las
que cuando se eligen representantes se confiere mandato a esos representantes, y no a los
partidos políticos.
B) El titular del cargo es el representante.
Nuestro Tribunal Constitucional ve una conexión entre el derecho del candidato o del
elegido, y el derecho de los electores, por lo que considera que el cargo representativo no
corresponde a los partidos, sino a las personas.
Esto es relevante para enfocar adecuadamente el fenómeno del transfuguismo. Tal vez sea,
al menos en algunos casos, criticable moralmente la conducta de un tránsfuga, o la conducta
de un partido político que se beneficia de la conducta del tránsfuga. Pero desde el punto de
vista jurídico y constitucional, el cargo representativo corresponde al elegido, y él es libre de
aceptar la disciplina de voto del partido que lo presentó a las elecciones, o la de otro grupo
político. Por más, que en realidad son los partidos, los que confeccionan las listas electorales y
financian las elecciones, desde el punto de vista jurídico y constitucional, la conducta del
tránsfuga es legal, si bien, los partidos políticos son libres de celebrar acuerdos entre ellos,
que no tendrán eficacia jurídica, pero tengan por objeto no aprovecharse de los tránsfugas.
C) Igualdad entre mujeres y hombres.
El derecho de acceso a cargos públicos representativos está garantizado por la Constitución
en condiciones de igualdad. En los últimos años se ha planteado la exigencia de que haya un
equilibrio entre los dos sexos en las listas electorales. En Francia, tras un intento de introducir
esta exigencia mediante una reforma legal, esta fue considerada inconstitucional, pero esto no
impidió que en definitiva se hiciera la reforma, sino que tan solo implicó la necesidad de una
reforma previa de la Constitución francesa. En España, esta exigencia se introdujo por la Ley
Orgánica para la Igualdad Efectiva entre Hombres y Mujeres de 2007.
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Esta ley estableció, entre otras, reglas que hicieron imposible el fraude a la misma, el requisito
de que las candidaturas que se presenten a elecciones de diputados al Congreso, municipales
y al Parlamento Europeo y miembros de las Asambleas Legislativas de las CC. AA, tendrán una
composición equilibrada de mujeres y hombres, de forma que en el conjunto de las listas, los
candidatos de cada sexo supongan como mínimo el 40%. Cuando el nº de puestos a cubrir sea
inferior a 5, la proporción de mujeres y hombres será lo más cercana posible a esa proporción,
también establecida en cada tramo de 5 puestos.
Esta reforma fue impugnada ante el Tribunal Constitucional, que la confirmó explicando
que la exigencia de equilibrio no puede soslayarse aduciendo la imposibilidad de encontrar un
nº suficientes candidatos disponibles de un sexo u otro en una circunscripción, pues sí es
posible, encontrar candidatos en otras circunscripciones.
Aunque el Derecho electoral no hace referencia a la igualdad entre mujeres y hombres, hay
que considerar en esta materia, el hecho de que en un derecho muy relacionado con el
derecho a la participación política, concretamente, en materia de derecho de acceso a la
función pública, el Derecho de la Unión Europea considera que con objeto de garantizar en la
practica la plena igualdad entre hombres y mujeres en la vida !aboral, el principio de igualdad
no debe impedir a ningún Estado miembro adoptar medidas que ofrezcan ventajas concretas
destinadas a facilitar al sexo menos representado el ejercicio de actividades profesionales o a
evitar desventajas en sus carreras profesionales. En esta línea, la Ley Orgánica para la
Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres de 2007 incluyó algunos preceptos relativos al
empleo público, pero no se trata de normas tan concretas como las que hemos visto en el
ámbito electoral. Aunque sí se establece la exigencia de presencia equilibrada de mujeres y
hombres en los órganos de selección y en las comisiones de valoración.
LECCION 11.
DERECHOS A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Y A LA LEGALIDAD
PENAL
1) DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
A) Derecho a la tutela judicial efectiva en sentido estricto.
La Constitución, en su artículo 24, reconoce en su apartado 1º el derecho a la tutela judicial
efectiva y en su apartado 2º las garantías que existen en el proceso penal. Esa estructura es la
misma que presentan el Convenio Europeo de Derechos Humanos y la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea. Estos derechos no se han reunido en las declaraciones
de derechos hasta la 2ª Posguerra Mundial. No podía ser de otra manera, ya que el derecho
de acceso a los tribunales aparece en la 2ª mitad del siglo XX, por más que las garantías del
proceso penal, han estado siempre presentes en cualquier declaración de derechos.
La Constitución, en su artículo 24 dice lo siguiente:
- Toda persona tienen derecho a obtener la tutela efectiva de jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse
indefensión.
- Asimismo, todos tienen derecho al juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y a
la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso
publico sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba
pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la
presunción de inocencia. La ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de
secreto profesional, no se estará obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos.
El derecho a tutela judicial efectiva consiste en que todos los derechos e intereses legítimos
puedan ser defendidos ante un órgano judicial. Antes de su reconocimiento en la 2ª mitad del
siglo XX existían ámbitos de la actuación administrativa que no eran susceptibles de ser
controlados judicialmente.
Ahora bien, se comprende fácilmente que cualquier persona que pierde un pleito considere
que se ha vulnerado este derecho fundamental. La consecuencia de ello, es que es el derecho
fundamental mas invocado ante nuestro Tribunal Constitucional. Casi el 85% de los recursos
de amparo que se presentan ante nuestro Tribunal Constitucional invocan este derecho.
Además, el nº de recursos que lo invocan es muy elevado, de modo que es considerado el
responsable de la sobrecarga de trabajo que padece nuestro Tribunal Constitucional.
Debe tenerse en cuenta, además, que el Tribunal Constitucional ha ampliado de algún modo
el contenido estricto de este derecho, garantizando él mismo, no solamente el acceso al
proceso o a los tribunales, sino también una serie de garantías constitucionales genéricas de
todo proceso, que también son conocidas como derecho al proceso debido.
En esta lección se estudia el derecho a la tutela judicial efectiva siguiendo sobre todo a Diez-
Picazo, distinguiendo el derecho a la tutela judicial efectiva en sentido estricto, el derecho al
juez ordinario predeterminado por la ley, las garantías del proceso en general y las garantías
específicas del derecho penal.
El Tribunal Constitucional ha hecho una interpretación bastante amplia del derecho a la
tutela judicial efectiva tanto en sentido estricto, es decir como derecho de acceso a los
tribunales, como en el sentido de ampliar su contenido a lo largo del proceso.
El derecho de acceso a los tribunales ha sido reconocido siempre que exista un interés
mínimamente personalizado. Aunque ello, no implica que la ley no pueda establecer ciertos
requisitos para acceder a la jurisdicción, por ejemplo, las leyes procesales administrativas
exigen que antes de demandar a la Administración pública se recurra en vía administrativa,
intentando que la Administración repare la supuesta ilegalidad.
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Esta interpretación amplia del derecho a la tutela judicial efectiva, en sentido estricto, ha
dado lugar a la afirmación del llamado principio pro actione, el cual exige que las normas
procesales se interpreten de modo favorable a la efectiva iniciación del proceso. Así, se exige
que siempre que sea posible se dé la oportunidad de subsanar defectos formales a las partes.
En virtud de este principio se amparó la pretensión de ejercer acciones penales por delitos
de genocidio cometidos en el extranjero, conforme con la jurisdicción universal que en esta
materia otorga a los tribunales españoles, la Ley Orgánica del Poder Judicial. Dicho principio
ha sido muy fecundo en el ámbito contencioso administrativo, permitiendo un control cada
vez más completo en la gestión de las Administraciones públicas. De este modo sería
contrario al mismo, condicionar la admisión del recurso contencioso administrativo, al pago o
consignación previa de la cantidad debida a la Administración. También ha sido útil para
evitar que la Administración se beneficie del propio incumplimiento de su deber de resolver
expresamente las solicitudes de los administrados.
Pero junto a esta interpretación amplia del significado elemental de la tutela judicial
efectiva, nuestro Tribunal ha ampliado su contenido basándose en que la tutela judicial ha de
ser, como dice la Constitución, efectiva. En este sentido:
1) Ha considerado que implica una prohibición amplia de indefensión, incluyendo el principio
de contradicción y la igualdad de armas.
2) Ha señalado que no solo da derecho a acceder al órgano judicial, sino a una resolución de
fondo y motivada razonablemente, congruente con lo que planten las partes en el proceso, y
no arbitraria, así que el juez resolverá, no con lo que personalmente crea equitativo, sino que
se atendrá a lo establecido, ya que como dice la Constitución, está sujeto “al imperio de la ley”.
3) Incluye el derecho a utilizar los recursos previstos por las leyes procesales: el legislador,
salvo en el ámbito penal, es libre para configurar el sistema de recursos que estime oportuno,
pero una vez creado un recurso por la ley, su denegación injustificada supone una violación
del derecho a la tutela judicial efectiva;
4) También implica la intangibilidad de las resoluciones judiciales firmes y la ejecución de las
mismas: la primera significa que una vez que un tribunal dicta una resolución frente a la que
no cabe recurso alguno, dicha resolución no puede ser modificada.
B) Derecho al juez ordinario predeterminado por la ley.
En la tradición del constitucionalismo liberal, este derecho era conocido como derecho
fundamental al juez natural. Pero con ello se quería decir lo mismo que se dice ahora con esta
garantía: se trata de que el juez entienda de un litigio, y no sea arbitraria o tendenciosamente
nombrado para que ese litigio sea resuelto de una determinada manera, sino que sea
nombrado siguiendo reglas objetivas que figuran en la ley. De hecho, las leyes distinguen
distintas órdenes jurisdiccionales: civil, penal contencioso administrativo, laboral o militar.
También establece reglas de competencia distinguiendo en función del territorio, la cuantía
del asunto, o de la materia, para asignar las competencias. Lo que se pretende con esta
garantía es que el juez que resuelva un determinado asunto, lo hayan nombrado y le haya sido
asignado el asunto, de acuerdo a esas reglas objetivas y legales.
Para que un órgano judicial pueda resolver un asunto, es necesario: que haya sido creado
previamente por la ley que haya sido investido de jurisdicción y competencia por la ley
antes de que haya tenido lugar el hecho que ha de juzgar que no sean especiales ni
excepcionales sus regímenes orgánico y procesal que la composición venga determinada
por la ley y se haya seguido el procedimiento legal para designar a sus miembros y que el
órgano que ha de juzgar y fallar sea diferente del que llevó a cabo la instrucción del asunto.
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LECCION 12.
FAMILIA Y EDUCACIÓN. LIBERTADES LABORALES Y ECONÓMICAS
1) FAMILIA Y EDUCACION
A) Familia, matrimonio y Constitución.
1. El matrimonio y la familia son instituciones que se encuentran en los linderos del Derecho
público con el Derecho privado. Se trata de instituciones tradicionalmente consideradas de
Derecho privado, reguladas en los códigos civiles, pero con normas de ius cogens. Son normas
que deben ser aplicadas necesariamente por los particulares, lo que es una característica
típica del Derecho público. En las concepciones propias de un Estado social, como el nuestro,
matrimonio y familia son contempladas en la Constitución.
2. Para el constitucionalismo originario, y casi, para el constitucionalismo clásico, la familia es
una institución o realidad extraña. En vano buscaríamos en la Constitución estadounidense de
1787 o en su Declaración de derechos (10 primeras Enmiendas, de 1791) un reconocimiento o
regulación de la familia o de lo que fue la institución fundadora de esta última: el matrimonio.
Lo mismo podría decirse de los textos constitucionales franceses que son el origen del
constitucionalismo en Europa: Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
o Constitución francesa de 1791.
No es sorprendente, pues el constitucionalismo nace impregnado del individualismo liberal,
de la distinción radical entre Estado y Sociedad, desde esa perspectiva ideológica, existen el
Estado, el electorado y el individuo, pero los grupos intermedios entre el individuo y el Estado
son contemplados con desconfianza, y en muchos casos prohibidos. Con el paso del tiempo, el
constitucionalismo intentará contemplar la sociedad no solo en la idealizada e ideológica
ficción de suma de individuos, sino de forma más realista, y dará entrada en los textos
constitucionales a grupos y asociaciones.
3. En España, la primera Constitución que contempla la familia data de la II República de
1931. Ésta, en su art. 43, aunque quiere recoger una visión laica de la institución, resulta, vista
desde nuestros días, considerablemente acorde a la naturaleza de la misma. Es cierto que su
principal objeto es establecer la disolubilidad del matrimonio por mutuo disenso, pero basta
la lectura del art. 43 para percibir que, en aquellos momentos, no era imaginable la evolución
actual, familia y matrimonio eran conceptos que se implicaban mutuamente y el matrimonio
era la unión de un hombre y una mujer. Estamos lejos de la regulación y la realidad, actuales,
en las cuales se ha roto, o así lo parece, la relacion entre matrimonio y familia, a pesar de que
la Carta de Derechos Fundamentales de la U.E, recoge esa relación. La ideología dominante ya
no considera que el matrimonio implique necesariamente reproducción, o lo que se consideró
tradicionalmente como familia. Se reconocen jurídicamente realidades familiares que no
proceden del matrimonio. El divorcio se regula legalmente de forma dudosamente
constitucional. Y la unión homosexual se considera matrimonio.
4. ¿Cuál es la regulación de la familia en la Constitución vigente? La palabra «familia» aparece
dos veces en nuestra Constitución, a la que hay que añadir otras 2 en las que aparece el
adjetivo «familiar». El art. 39.1 habla de la protección social, económica y jurídica de la familia.
El art. 35 dice que la remuneración de una persona deberá ser suficiente para su manutención
y la de su familia. Y los art. 18.1, y 4 hablan de la intimidad familiar como derecho
fundamental, y como límite del uso de la informática. Aunque no empleen el término familia,
hay otros preceptos en nuestra Constitución que inciden en esta institución. Así, en primer
lugar, afecta al tema que nos ocupa el art. 32 CE, que reconoce el derecho del «hombre y de la
mujer» a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica. Además, hay otros preceptos que
indirectamente caracterizan a la familia o que establecen un principio de protección de
determinadas personas consideradas débiles, redundando en beneficio de las familias en que
se integran esas personas.
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En este sentido hay que citar el principio de protección de los hijos, y el de la madre como
tales, recogidos ambos en la CE. También se refiere la CE, a la protección de las personas con
discapacidad, que aunque en sí no tiene relacion con la familia, de hecho redunda en beneficio
de las familias con algún miembro que la padezca. También tiene relación con este tema, el
reconocimiento de la investigación de la paternidad que hace la CE.
5. Tal vez la cuestión a plantear sea la de si es necesario constitucionalizar el matrimonio y la
familia. La ausencia, de éstos, en el constitucionalismo originario y en el clásico, respondía a
que las constituciones eran textos políticos, que regulaban las instituciones estatales y, todo lo
mas, la relación del Estado con las personas, todo ello en un contexto, donde lo público
coincidía con lo estatal y se consideraba distinto de la Sociedad, cuya regulación estaba
presidida por un principio general de libertad, y cuyos contornos y efectos eran regulados por
el Código Civil y el de Comercio. La familia y el matrimonio encontraban su regulación en el
Código civil, sin formar parte de la vida política, y por lo tanto, no aparecían en la Constitución.
Posteriormente, la separación entre Sociedad y Estado se desdibuja. El Estado pasa, de ser
simple Estado constitucional o de Derecho, a ser Estado social y democrático de Derecho. La
Constitución, como norma suprema del ordenamiento del Estado, pasará, hasta cierto punto, a
contener no solamente los principios y normas del Derecho político, sino también los
principios y algunas normas que regulan la intervención del Estado en la Sociedad e incluso
del Derecho que regula la Sociedad.
Las constituciones originarias eran políticas. Algunas ni siquiera tenían declaraciones de
derechos. Basta recordar que la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano está
separada de la Constitución francesa de 1791; que la Constitución de los Estados Unidos de
1787 no tenía declaración de derechos, y se le añaden 10 Enmiendas en 1790, y sólo con el
tiempo, se convertirán en declaración de derechos, ya que originalmente solo establecían el
ámbito propio de las cámaras legislativas de los Estados miembros en los que no podía
entrometerse el Congreso.
Nuestra Constitución de Cádiz 1812, incluyó algunos derechos, pero carecía de declaración
de derechos como parte dotada de autonomía. La Constitución francesa aún vigente de 1958,
no tiene declaración de derechos propia, y proclama la vigencia de la Declaración de derechos
de 1789 y del Preámbulo de la Constitución de 1946.
Pero en la actualidad, la definición del Estado como Social y de Derecho hace procedente
consagrar constitucionalmente la protección de la familia. El Estado Social es una forma de
Estado que, por un lado, contempla la Sociedad en su estructura real, compuesta por grupos
de más de por personas; y por otro, tiene como objeto o finalidad influir en la configuración
de dicha Sociedad. En el marco de un Estado, de partidos y sindicatos con financiación
pública, es comprensible la contemplación constitucional de la familia.
6. ¿En nuestra Constitución existe vinculación entre matrimonio y familia?
El concepto de familia propio de la Constitución y de las Declaraciones Internacionales, cita
la que se origina en el matrimonio, y es, en todo caso, la que toman en consideración, tanto la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, como los Tratados sobre Derechos
Fundamentales suscritos por España, Convenio de Roma, Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El texto de la Constitución conecta matrimonio y familia, y esta conexión, viene, en 1º lugar,
de que la única vía fundacional de la familia que es aludida en la Constitución es el
matrimonio. En 2º lugar, de una lectura integrada de los artículos 32 y 39. Aunque del 39
leído aisladamente se desprende que el constituyente quiso proteger, a la familia surgida del
matrimonio y no a la surgida de otra forma. Por eso el art. 39 que protege, además de a la
familia, a los hijos “con independencia de su filiación” (aunque nazcan de una cohabitación o
convivencia extramatrimonial) y a las madres “con independencia de su estado civil” (aunque
sean solteras). En el criterio de la Constitución se protege a la familia surgida del matrimonio y,
en el caso de realidades similares no surgidas del matrimonio, a los hijos y a las madres.
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El derecho fundamental a la educación tiene entre sus fines el derecho a acceder al sistema
educativo y el derecho a acceder, en caso de superar la prueba, a la capacitación profesional
correspondiente. Tal derecho no tiene el mismo alcance en el ámbito de la enseñanza básica,
que en la que no lo es. El legislador tiene cierto margen de autonomía para configurar la
duración y contenidos de la enseñanza básica, y una vez configurada, es obligatoria y gratuita.
En cuanto a la controvertida cuestión de si es compatible con nuestra Constitución educar
a los hijos al margen de los centros docentes reconocidos legalmente, no existe una respuesta
de nuestro Tribunal Constitucional, pero parece razonable que no cabe negar esta posibilidad
a los padres siempre y cuando no sea un pretexto para dejar de proporcionar a sus hijos una
educación sustancialmente igual a la que se exija en las escuelas legalmente reconocidas.
El derecho fundamental a la educación no da derecho, con base exclusiva en la
Constitución, a una determinada plaza escolar y no es protegido por amparo ante el T.C. Pero
sí se tiene un derecho subjetivo a una determinada plaza escolar una vez creado el servicio
público, si se cumplen los requisitos legales.
5. A pesar de su ubicación entre los preceptos que reconocen derechos fundamentales, el
artículo 27 de la Constitución establece importantes rasgos del sistema educativo. Por una
parte, de él se deriva que en este ámbito concurran centros docentes públicos y privados. La
Constitución consagra la libertad de creación de centros docentes privados que gozarán de
autonomía en su dirección y de un ideario propio con elementos morales religiosos y también
didácticos o de otra naturaleza, dentro del respeto a los principios constitucionales. Por otra
parte, el Estado tiene importantes responsabilidades acerca del funcionamiento del sistema
educativo, pues la CE establece su obligación de programación general de la enseñanza (cómo
deben ser los currículos), así como de la inspección y homologación (que consistirá en comprobar
que se cumple lo programado). En esta materia, al Estado le corresponde la competencia
exclusiva para la regulación de las condiciones de obtención, expedición y homologación de
títulos y normas básicas, para el desarrollo del artículo 27 de la Constitución, a fin de
garantizar el cumplimiento de las obligaciones de los poderes públicos en esta materia.
Además, en un marco como el de nuestro Estado Social, éste, tiene una gran
responsabilidad económica en este ámbito. El art. 27 de la Constitución, dice que los poderes
públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca. En
consecuencia, alguna forma de colaboración con los centros educativos privados es requerida
por la Constitución. La recepción, o no, de fondos públicos repercute en la organización del
centro educativo: la CE dice que profesores, padres, y en su caso, los alumnos intervendrán en
el control y gestión de los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, de
acuerdo con la ley.
6. En su último apartado, el art. 27 reconoce la autonomía de las universidades, en los
términos que la ley establece. Significa que las universidades gozan de una potestad de
autoorganización sin más límites que los establecidos por la ley: aprueban sus propios
estatutos, y sus actas no pueden ser tuteladas por autoridad administrativa jerárquicamente
superior. El T.C considera la autonomía universitaria, no solo una garantía constitucional, sino
un derecho fundamental. Aunque la autonomía universitaria no puede justificar restricciones
a la libertad de cátedra.
Esta última libertad aparece reconocida en el precepto constitucional relativo a las
libertades de comunicación pública. El Tribunal Constitucional se ocupó de él en una
temprana Sentencia considerándolo como un derecho que habilita, para resistir frente a
posibles mandatos, para llevar a cabo la docencia de conformidad con una orientación
ideológica. Según el Tribunal Constitucional, no solo son titulares de la libertad de cátedra los
catedráticos de universidad, sino los docentes de niveles inferiores. En todo caso, esta libertad
se ve afectada por el fin que se asigna al sistema educativo en su conjunto: el pleno desarrollo
de la personalidad humana, en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los
derechos y libertades fundamentales.
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Las libertades de residencia y circulación también suelen atribuirse a los nacionales con
exclusión de los extranjeros. Los extranjeros tienen derecho a entrar y salir de España solo en
los términos que la ley establezca, si bien la ley no podrá limitar ese derecho por motivos
políticos o ideológicos.
c) En tercer lugar, una categoría que podemos considerar como zona de penumbra, en la que
la cuestión es dudosa, en la que los derechos pueden estar o no estar reconocidos a los
extranjeros en función de lo que digan los tratados o las leyes. Algunos autores incluyen aquí
muchas libertades públicas y derechos sociales.
El T.C., considera que, en referencia a estos derechos, el legislador tiene un amplio margen
de apreciación. Los tratados y convenios internacionales, como la Declaración Universal de
Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales o el Convenio Europeo de
Derechos Humanos, permiten la limitación de los derechos, para una serie de fines bastante
amplios y genéricos, como el orden público, o la moral. Sin embargo, que el margen de
apreciación del legislador sea más amplio en el ámbito de los derechos fundamentales, no
vinculados íntimamente a la dignidad de la persona, no quiere decir que sea ilimitado. Así, por
ejemplo, nuestro Tribunal Constitucional estima que una denegación injustificada de
asistencia sanitaria judicialmente confirmada vulnera el derecho a la tutela judicial efectiva.
Con relación a este ultimo derecho, hay que recordar que nuestro Tribunal Constitucional, en
2003, declaró inconstitucional la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita de 1996, privando así, de
este derecho, a los extranjeros que estuvieran en situación irregular en nuestro país.
En el año 2000 se publicaron dos Leyes Orgánicas en materia de extranjería, orientadas a
combatir el llamado “efecto llamada” atribuido a la legislación anterior, al considerar que
provocaba inmigración masiva en España, que anunciaba un futuro incierto, con una gran
cantidad de población extranjera en nuestro país, a menudo, con una cultura distinta y con el
empeño de mantenerla y no integrarse plenamente entre nosotros. Concretamente, una de
estas leyes negaba a los extranjeros que estuvieran en España irregularmente, los derechos de
reunión, manifestación, asociación, sindicación y enseñanza gratuita obligatoria. Esta ley fue
impugnada ante el T.C., por varias CC.AA y el recurso fue estimado, al considerar el T.C., que
todos esos derechos correspondían también a los extranjeros. Con posterioridad, en 2009, se
acordó otra ley orgánica que, además de ajustarse a las exigencias constitucionales, intentó
ser armónica con las legislaciones nacionales de otros países de la Unión Europea. En estos
últimos países, no obstante, existe una considerable variedad de actitud en el tema, hay países
con una tradición más abierta, como Holanda y otros con tradición más cerrada, como Francia.
Aunque últimamente los países europeos intentan evitar la presencia en su país de
extranjeros en situación irregular.
En esta materia debe tenerse en cuenta la peculiaridad de la ciudadanía europea, al
sumarse a la condición de nacional de los diferentes países miembros de la U.E. Los
ciudadanos de la U.E., tienen algunos derechos que con anterioridad solo se reconocía a los
nacionales. En ese sentido, tienen la libertad de circulación y residencia en el territorio de
todos los Estados miembros y el derecho de sufragio activo y pasivo en las elecciones
municipales y europeas del Estado miembro en que residan. Y solamente pueden ser
excluidos de aquellos empleos en las Administraciones públicas nacionales, que impliquen
directa o indirectamente el ejercicio de autoridad pública. Esto es una consecuencia de la
libre circulación de trabajadores en todos los países de la Unión Europea. Así pues, si
excluimos esta limitación en el acceso a funciones públicas y la limitación para el derecho de
sufragio en elecciones nacionales, autonómicas y referendos, resulta que los ciudadanos de
cualquier país europeo están equiparados, en materia de derechos fundamentales y
libertades públicas, a los españoles.
===== FIN =====
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España es miembro del Consejo de Europa desde 1977 y ratificó el Convenio en 1979, por la
que desde entonces, la Jurisdicción del Tribunal Europeo, obliga a España.
El Convenio Europeo de Derechos Humanos se compone, principalmente, de los siguientes
documentos: por un lado, el texto principal del Convenio Europeo, que contiene la declaración
de derechos originaria y la regulación de los órganos y procedimientos para la protección de
los derechos; por otro lado, 4 protocolos que reconocen derechos no recogidos en el texto.
Nuestro país es parte del Convenio Europeo desde 1979, pero no ha ratificado ni el protocolo
4, relativo a la prisión por deudas, libertad de circulación, prohibición de expulsión de
ciudadanos y prohibición de expulsión colectiva de extranjeros, ni el protocolo 7, que incluye
garantías procesales en la expulsión de extranjeros, doble grado de jurisdicción en materia
penal, indemnización por error judicial y principio non bis in idem.
3. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos está formado por un número de jueces igual al
nº de miembros de Estados parte. Para su nombramiento, cada Estado propone una terna de
personas, escogidas entre personalidades de alta consideración moral capaces de desempeñar
las más altas funciones jurisdiccionales de su país, o juristas de reconocida competencia; la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, elige por mayoría absoluta. La duración del
mandato de los jueces, son 6 años, siendo reelegibles.
4. El Tribunal Europeo funciona con Comités compuestos de 3 jueces, Salas con 7 jueces, Gran
Sala compuesta por 17 jueces, y Pleno. Los Comités, en general, se ocupan de la admisión de
los asuntos, mientras que las Salas entran a juzgar sobre el fondo de los mismos. La Gran Sala
tiene como atribución más importante conocer los recursos que, excepcionalmente, son
interpuestos contra las sentencias de las Salas, en los supuestos de tratarse de una cuestión
grave relativa a la interpretación o a la aplicación del Convenio; el plazo de este recurso es de
3 meses. El Pleno solo tiene funciones gubernativas y le corresponde la aprobación del
reglamento interno.
5. El Tribunal Europeo conoce de 3 tipos de asuntos: la petición de opinión consultiva por el
Comité de Ministros, la demanda de un Estado parte contra otro, y la demanda individual que
puede presentar cualquier persona física, ONG o grupo de particulares que se considere
víctima de una violación por una de las Altas partes Contratantes de los derechos reconocidos
en el Convenio o sus protocolos. La 3ª de las competencias aludidas fue novedosa en el ámbito
del Derecho internacional, es la más utilizada, y ha dado lugar a un cuerpo de doctrina
sumamente valioso y rico que tiende a uniformar el contenido de los derechos fundamentales
en todos los países europeos miembros del Consejo.
Para acceder al Tribunal Europeo, un particular, persona física o jurídica, previamente debe
agotar los recursos internos y haber dado a su propio Estado todas las oportunidades
admitidas por el ordenamiento jurídico, del mismo, para reparar la vulneración. Si no se ha
hecho esto, el Tribunal Europeo inadmitirá la reclamación. Eso tiene su correlato en una
importante regla: que el demandado ante el Tribunal Europeo será siempre el Estado
miembro, pues fuera quien fuese el primer causante en vulnerar el derecho, en todo caso, el
Estado será responsable de no haberlo reparado.
En cuanto al proceso, destacar que tiene una vista pública. El procedimiento terminará,
bien con la inadmisión de la reclamación y archivo de las actuaciones, lo que ocurre en
numerosos casos, o bien por sentencia. Contra las sentencias aprobadas por la Sala, cabe
recurso ante la Gran Sala. La admisión de éste depende de un juicio de oportunidad que
corresponde a 5 jueces de la Gran Sala, siendo preciso que el recurso plantee una cuestión
grave.
Contra las sentencias de la Gran Sala no cabe recurso alguno.
2) GARANTÍAS JURISDICCIONALES
A) Procedimiento preferente y sumario ante la jurisdicción ordinaria.
La Constitución establece que los derechos reconocidos en el art. 14, Sección 1ª, Capítulo II
del Título I, sean protegidos por un procedimiento preferente y sumario. Preferente: que tal
procedimiento tenga prioridad en su tramitación, sumario: que solo se puedan alegar y
discutir violaciones de derechos fundamentales y no otras cuestiones. Nuestros legisladores,
querían asegurarse de que los Tribunales ordinarios aplicarían los derechos fundamentales, e
incluso, con preferencia a otras tramitaciones. Para entender esta norma, hay que tener
presente, que, en el momento en que se redactó la Constitución, pesaba en el ámbito jurídico
una tradición, históricamente compartida con otros países europeos, en la cual, los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución no eran aplicables directamente en los
Tribunales, sino cuando los desarrollara una ley, y en los términos en que los desarrollara la
misma. Es lo que se llamaba carácter programático (no normativo) de los derechos
fundamentales.
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La Ley de Procedimiento Laboral regula en el Capitulo XI, Título II del Libro II, un mecanismo
de defensa de la libertad sindical, extensible a la protección de los demás derechos, dentro del
orden laboral, mecanismo que constituye en dicho ámbito el procedimiento preferente y
sumario del art. 53 CE. La Ley de Enjuiciamiento Civil regula como mecanismo de defensa de
los derechos fundamentales el juicio ordinario. Para la jurisdicción militar, también existe un
procedimiento preferente y sumario en el Titulo V de la Ley Orgánica Procesal Militar del 89.
Pero no existe un procedimiento específico para la protección de derechos fundamentales en
el ámbito penal (ante a eventuales vulneraciones producidas por autoridades administrativas,
judiciales, policiales y penitenciarias) y el hecho de que, en buena medida la mayoría de los tipos
penales proteja derechos fundamentales, no subsana esta laguna. Así pues, la protección de los
derechos a través de la jurisdicción ordinaria prevista en el art. 53.2 CE se ha desarrollado,
podríamos decir, sectorialmente, dentro de los diferentes órdenes jurisdiccionales.
Con referencia a algunos derechos fundamentales, existen procedimientos de protección
especiales, como el procedimiento especial para la protección del derecho de reunión,
regulado en la Ley de Jurisdicción Contencioso Administrativa, o el “habeas corpus”, regulado
en la Ley Orgánica correspondiente, de 1984,para la protección de la libertad personal.
Volviendo a los derechos fundamentales, estos deben aplicarse en todo tipo de procesos, lo
que significa que no es necesario el procedimiento preferente y sumario para la protección de
ningún derecho fundamental. Se trata de que, quien crea que se le ha vulnerado un derecho
fundamental protegido por este procedimiento, puede elegir entre entablar un proceso
ordinario, uno preferente y sumario, o ambos. En caso de emprender ambos, la estimación de
uno de ellos supone archivar el otro por desaparición sobrevenida de objeto; en cambio, si se
desestima uno, el otro continuará hasta que se dicte sentencia. Lo dicho en este párrafo, sin
embargo, no rige para el procedimiento preferente y sumario ante la jurisdicción laboral.
B) Recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
El recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional protege a los derechos fundamentales
reconocidos en el artículo 14 (derecho a la igualdad), Sección 1ª, Capítulo II del Título I, y a la
objeción al servicio militar. La regulación que hace la Ley Orgánica del T.C., de este recurso
fue objeto de una modificación importante en 2007.
Este remedio procesal tiene carácter subsidiario: solamente se puede acudir a él, tras haber
intentado la reparación por parte de la jurisdicción ordinaria. Puede ser objeto del recurso de
amparo, cualquier actuación de los poderes públicos que vulnere derechos fundamentales: los
actos y reglamentos de la Administración, actos judiciales, y actos de las Asambleas
legislativas sin valor de ley. No cabe recurso de amparo directo contra una ley.
Si consideramos que un acto de un poder público que nos vulnera un derecho fundamental
deriva de una ley, podemos solicitar del órgano judicial que plantee ante el T.C., la cuestión de
inconstitucionalidad. Es decir, se impugnará el acto de aplicación de la ley ante la jurisdicción
ordinaria y se solicitará de ésta, que no está habilitada para declarar inconstitucionalidad de
las leyes, que plantee la posible inconstitucionalidad de la ley al Tribunal Constitucional. Una
vez que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la constitucionalidad de la ley, el
órgano judicial resolverá el asunto aplicando el criterio del Tribunal Constitucional.
La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional no prevé recurso de amparo contra los actos
de los particulares. Sin embargo, el Tribunal Constitucional resuelve los asuntos en los que
esto ocurre mediante el artificio de entender que ha sido el órgano judicial el que, al no
reparar la vulneración cometida por el particular, ha cometido una vulneración.
Los requisitos para interponer recurso varían según sea el objeto del mismo, los recursos
de amparo contra actos sin fuerza de ley de las Asambleas Legislativas deben interponerse en
un plazo de 3 meses desde que son firmes, es el único supuesto que no hay que acudir antes a
la vía judicial. Contra actuaciones judiciales o administrativas, el plazo son 30 das y después
de haber agotado la vía judicial previa.
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3) GARANTIAS NO JURISDICCIONALES
A) El Defensor del Pueblo.
1. La institución del Defensor del Pueblo es bastante reciente, inspirada en el Ombudsman fue
establecido en la Constitución sueca de 1809 y después en el resto de países escandinavos. De
ahí pasó a Inglaterra y Francia, pero en estos países con matices diferenciales.
Es discutible si esta figura tiene sentido en el marco de un ordenamiento jurídico como el
nuestro, con una jurisdicción contencioso administrativa en la que es posible demandar a los
poderes públicos teniendo un derecho subjetivo y un interés legítimo, protegidos por la ley.
A diferencia de este sistema, en los tribunales de los países escandinavos, solo puede
demandarse a la Administración o sus funcionarios cuando se tiene un derecho subjetivo.
Así, hay quien piensa que la amplitud de las competencias de la jurisdicción contencioso
administrativa en España no deja espacio a este tipo de institución. Sin embargo, nuestro
Derecho Administrativo, similar al francés, ha establecido la figura del Mediateur.
2. La CE, regula el Defensor del Pueblo en el articulo 54 diciendo: “la ley orgánica regulará la
institución del Defensor del Pueblo, como alto comisionado de las Cortes Generales, designado
por estas para la defensa de los derechos comprendidos en el Titulo I, a cuyo efecto podrá
supervisar la actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales”. La ley
orgánica que lo regula se aprobó en 1981. Actualmente, la institución no solo se ha asentado
en el ámbito estatal, sino que muchas CC.AA han establecido instituciones semejantes en su
ámbito respectivo. Tal vez influenciados por nuestro sistema, esta institución ha sido
establecida en muchos países hispanoamericanos. Y también en la Unión Europea.
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