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Enfermedades Benignas de Vulva, Vagina y Cervix.

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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

Facultad Multidisciplinaria de Occidente


Departamento de Medicina

Cátedra: Ginecología y Obstetricia II

Tema: Enfermedades benignas de vulva, vagina y cérvix.

Docente: Dr. Nelson Emilio Montes

Alumnos: Fabiola Isabel Corvera Martínez


Jonathan Alejandro Cruz Medina

Santa Ana, 10 de marzo de 2022.


Introducción
La parte inferior del aparato reproductor femenino (vulva, vagina y cuello uterino) es un
lugar donde muy diversas patologías de tipo benignas o malignas se pueden
manifestar; las características de estos tipos de enfermedades pueden ser muy
parecidas unas a las otras por lo cual hace más difícil diferenciarlas.

Aunque por suerte la gran mayoría de enfermedades que se encuentran en esta parte
son del primer tipo siempre se tienen que hacer esfuerzos en diferenciar clínicamente
unas de otras a fin de evitar complicaciones y riesgos mayores.
Indice
Introducción 2
Objetivos 4
Enfermedades de vulva, vagina y cérvix 5
Lesiones vulvares 5
Diagnostico 6
Exploración física 6
Biopsia vulvar 6
Dermatosis vulvares 6
Dermatosis inflamatorias 10
Trastornos de la pigmentación 13

Tumores vulvares sólidos 15

Quistes vulvares 17

Vulvodinia 19

Lesiones vaginales 21

Lesiones cervicouterinas 23

Bibliografía 27

Conclusiones 28
Objetivos.

Objetivo general.

 Identificar las diferentes enfermedades benignas de vulva, vagina y cérvix.

Objetivos específicos.
 Conocer las características clínicas de las enfermedades benignas de vulva,
vagina y cérvix a fin de diferenciarlas de enfermedades malignas.

 Determinar el manejo médico o quirúrgico de las enfermedades benignas de


vulva, vagina y cérvix.
Enfermedades benignas de vulva, vagina y cérvix.
La zona inferior del aparato reproductor de la mujer, compuesta por vulva, vagina y
cuello uterino, es asiento de muy diversos trastornos benignos. pero es frecuente que
haya “traslape” entre las características de todas las entidades patológicas, de tal forma
que a veces es muy difícil diferenciar las variantes normales, de las enfermedades
benignas y de las lesiones que pueden ser graves.

 Lesiones vulvares.

La piel de la vulva es más permeable que la de los tejidos vecinos, porque posee
diferencias de estructura, hidratación, oclusión y susceptibilidad a la fricción (Farage,
2004). Como consecuencia, muchas veces surgen alteraciones en dicha zona, aunque
es difícil calcular su frecuencia porque las mujeres no notifican tal problema cada vez
que ocurre y el médico diagnostica de manera errónea.

Las lesiones pueden ser consecuencia de infecciones, traumatismos, neoplasias o


respuestas inmunitarias. Por consiguiente, las manifestaciones de tales alteraciones
pueden ser agudas o crónicas e incluir a veces dolor, prurito, dispareunia, hemorragia y
secreción.

Diagnóstico

La anamnesis médica detallada debe incluir datos de enfermedades sistémicas,


fármacos y alergias identificadas. Los datos obstétricos, de vida sexual y psicosociales
y sus posibles elementos inductores, hacia la fecha en que comenzaron los síntomas,
suelen sugerir alguna causa probable. Hay que investigar en detalle las prácticas de
higiene y sexuales.

El prurito es una manifestación frecuente de muchas dermatosis en la vulva y durante


la entrevista inicial suele identificarse su causa primaria. Tal vez en etapas anteriores
se haya hecho el diagnóstico de psoriasis, eccema o dermatitis en otras zonas
corporales de la mujer. El prurito aislado en la vulva a veces acompaña el comienzo de
la administración de fármacos nuevos.
En ocasiones, las pacientes identifican alimentos que desencadenan o intensifican los
síntomas y, en tales casos, quizá sea útil llevar un diario de alimentos. Muy a menudo
el prurito vulvar proviene de dermatitis por contacto o de tipo alérgico.

Exploración física La revisión de la vulva y la piel vecina debe realizarse con


iluminación adecuada, posición óptima de la mujer y una lupa o un colposcopio. Con
gran cuidado se identifican cambios focales y generalizados de la piel, ya que cualquier
neoplasia puede surgir dentro de un campo de dermatosis generalizada. También se
identifican pigmentaciones anormales, contextura de la piel, presencia de nódulos o
características de los vasos.

Biopsia vulvar.

Los cambios cutáneos en la vulva suelen ser inespecíficos y de forma típica se necesita
la obtención de material para biopsia y llegar así al diagnóstico preciso. Hay que pensar
decididamente en la obtención de tal material y su estudio histopatológico si no se
advierte de manera clara el origen de los síntomas; si hay lesiones focales,
hiperpigmentadas o exofíticas o si el primer tratamiento empírico es ineficaz. Durante la
obtención de la muestra para biopsia, se recolectan muestras de los bordes de las
lesiones ulceradas y también de las áreas hiperpigmentadas en su región de mayor
espesor (Mirowski, 2004).

 Dermatosis vulvares.

En el año 2006, la International Society for the Study of Vulvovaginal Disease (ISSVD)
adoptó la nomenclatura actual de dermatosis vulvares con base en cambios
histopatológicos y macroscópicos. En el caso de enfermedades que pudieran tener
imágenes histológicas variables, en ocasiones se necesita la toma de múltiples
muestras para biopsia vulvar para la clasificación precisa.

 Liquen simple crónico

El ciclo de prurito y rascado (excoriaciones) culmina de manera típica en traumatismos


a largo plazo por el tratamiento y la excoriación (Lynch, 2004). En la exploración inicial,
se identifican las excoriaciones contra un fondo de piel eritematosa. En el caso de
traumatismos crónicos, la piel reacciona con mecanismos, como el engrosamiento,
denominado liquenificación. De este modo, en casos de vieja fecha, la piel de la vulva
está engrosada, gris y de consistencia coriácea, con intensificación de los pliegues
cutáneos. Los posibles elementos desencadenantes incluyen factores ambientales
(irritación por ropas, calor, sudor); sustancias dentro de productos de higiene y
fármacos tópicos, sustancias de lavandería e incluso hipersensibilidad a alimentos.

El tratamiento comprende medidas para interrumpir el ciclo de prurito-rascado. En


primer lugar, habrá que eliminar los estímulos desencadenantes. Las pomadas tópicas
de corticoesteroides aplacan la inflamación. Además, los lubricantes, como la vaselina
simple o el aceite vegetal y los baños de asiento, permiten restaurar la función de la
piel como “barrera”. Los antihistamínicos orales, el hecho de recortarse las uñas de los
dedos y el uso de guantes de algodón por la noche permiten disminuir la frecuencia de
rascado durante el sueño.

 Liquen escleroso

Desde los primeros casos publicados a finales del siglo xix, cuando hay liquen
escleroso, ha habido múltiples términos desorientadores. La ISSVD adoptó de manera
formal el término liquen escleroso para definir esta dermatosis inflamatoria crónica que
afecta de modo predominante la piel anogenital. El cuadro clínico inicial clásico del
liquen escleroso se localiza en posmenopáusicas, aunque ataca con menor frecuencia
a premenopáusicas.

En una clínica dermatológica especializada, se identificó liquen escleroso en uno de


cada300 a 1 000 pacientes y la tendencia predominante fue que la presentaran
personas caucásicas.

Fisiopatología. Se desconoce aún el origen del liquen escleroso, aunque se han


sugerido fuentes infecciosas, hormonales, genéticas y autoinmunitarias. De 20 a 30%
de las personas con esta enfermedad tiene otros trastornos autoinmunitarios,
enfermedad de Graves, diabetes mellitus de tipos 1 y 2, lupus eritematoso sistémico y
aclorhidria con anemia perniciosa o sin ella.
Anamnesis. Algunas mujeres afectadas no tienen síntomas, pero muchas de las que
tienen liquen escleroso señalan la aparición de manifestaciones anogenitales que
suelen empeorar por la noche. Se sospecha la inflamación de fibras nerviosas
terminales en el punto local. El rascado inducido por prurito genera un círculo vicioso
que termina en excoriaciones y engrosamiento de la piel vulvar. Las manifestaciones
tardías incluyen ardor y después dispareunia, por fragilidad de la piel vulvar y también
en su estructura.

Diagnóstico. Como se mencionó, en casi 85% de los casos se identifica afectación de


vulva y zona perianal. Las típicas pápulas blancas y atróficas pueden coalescer y
formar placas de color blanco porcelana que deforman los contornos anatómicos
normales. Como resultado, se observan regresión de los labios menores, ocultamiento
del clítoris, obstrucción de la uretra y estenosis del introito. El aspecto de la piel suele
ser de engrosamiento y grietas. Con el paso del tiempo, la afectación puede abarcar el
perineo y el ano y asumir una forma de “8” o en “reloj de arena”.

Tratamiento y vigilancia. Cuando hay liquen escleroso, no se cuenta con opciones


curativas y por ello los objetivos del tratamiento comprenden el control de síntomas y
evitar la distorsión anatómica. A pesar de que se le clasifica como una dermatosis no
neoplásica, se ha demostrado que las mujeres con liquen escleroso tienen un mayor
riesgo de cánceres de la vulva. En 4 a 6% de las personas con enfermedad estable, se
produce la transformación cancerosa dentro del liquen escleroso.

Corticoesteroides. El tratamiento de primera elección para este liquen es la aplicación


de un preparado ultrapotente de corticoesteroides, como el propionato de clobetasol al
0.05% o el propionato de halobetasol al 0.05%. Algunos médicos prefieren pomadas y
no cremas, por sus mínimas propiedades alergénicas. El comienzo del tratamiento
luego de dos años de haber comenzado los síntomas suele evitar la aparición de
cicatrices indelebles. El esquema actual de la British Association of Dermatologists
incluye la aplicación de propionato de clobetasol al 0.05% una vez por las noches,
durante cuatro semanas, a la que seguirá la administración en noches alternas (c/48 h)
durante cuatro semanas y, por último, la aplicación dos veces por semana durante
cuatro semanas.
Otros fármacos tópicos. Los retinoides sólo han de utilizarse en casos graves y
resistentes de liquen escleroso o para mujeres que no toleran los corticoesteroides
ultrapotentes. La tretinoína tópica reduce la hiperqueratosis, mejora los cambios
displásicos, estimula la síntesis de colágena y glucosaminoglucanos e induce la
angiogénesis local (Eichner,1992; Kligman, 1986a, 1986b; Varani, 1989). Virgili et al.
(1995) valoraron los efectos de la aplicación local de tretinoína al 0.025% una vez al
día, durante cinco días a la semana, en el transcurso de un año. En >75% de las
pacientes, se detectó remisión completa de los síntomas. Sin embargo, >25% de las
pacientes presentaron irritación de la piel, situación frecuente con el uso de retinoides.

 Dermatosis inflamatorias.
 Dermatitis por contacto. Una sustancia irritante primaria o un sustrato alérgico
pueden ocasionar inflamación de la piel vulvar, la anomalía llamada dermatitis
por contacto, el trastorno es frecuente y en casos inexplicables de prurito e
inflamación vulvar, en 54% de las pacientes se diagnostica dermatitis irritante
por contacto. prácticamente se manifiesta por ardor y comezón inmediatas, con
la exposición al agente lesivo. A diferencia de ello, las personas con dermatitis
alérgica por contacto tienen un prurito de comienzo tardío y evolución
intermitente y también eritema, edema y vesículas o ampollas localizadas. Quizá
sea útil para identificar alcoholes, antisépticos o compuestos tensoactivos de uso
reciente (Crone, 2000; Fisher, 1973; Marren,1992), el interrogatorio sobre
nuevas “rutinas” de higiene, productos de cuidado personal, duchas, técnicas
anticonceptivas, fármacos tópicos o perfumes.
 Intertrigo. La fricción entre dos superficies húmedas cutáneas que están frente
a frente origina este problema crónico. Muy a menudo aparece en los pliegues
genitocrurales, pero los cambios cutáneos también se identifican en las regiones
inguinales e inter glúteas. El cuadro patológico se complica con infecciones
bacterianas y micóticas sobreañadidas. La fase eritematosa inicial, sin
tratamiento, evoluciona a un cuadro de inflamación intensa, como exantemas,
exudados, grietas, maceración y costras (Mistiaen, 2004). Los síntomas abarcan
de manera típica ardor y prurito. En el caso del intertrigo de vieja fecha, pueden
surgir hiperpigmentación y cambios verrugosos. El tratamiento comprende
utilizar sustancias secantes, como el almidón de maíz y aplicar corticoesteroides
poco potentes en la zona inflamada.

 Psoriasis. Se sabe que 1 a 2% de la población estadounidense padece


psoriasis (Gelfand, 2005). En esta entidad patológica, en las caras extensoras
de las extremidades se observan manchas (placas) rojas y gruesas con
escamas plateadas. A veces, las lesiones aparecen en el monte de Venus o los
labios mayores. La psoriasis se exacerba con tensiones nerviosas excesivas y
menstruación y hay remisiones durante los meses cálidos y en el embarazo. El
prurito puede llegar al mínimo o desaparecer y el trastorno suele ser
diagnosticado por las solas manifestaciones cutáneas.

Se cuenta con algunos tratamientos contra la psoriasis y los corticoesteroides tópicos


se usan de forma amplia por su eficacia y rapidez. Los preparados de gran potencia se
aplican en zonas afectadas dos veces al día durante dos a cuatro semanas, para luego
disminuir a una aplicación semanal. La respuesta cada vez menor y la atrofia de la piel
son desventajas posibles del empleo a largo plazo.

 Liquen plano. El liquen plano, un trastorno poco común, abarca las superficies
cutáneas y las mucosas. Afecta por igual a varones y mujeres entre 30 y 60
años de vida (Mann, 1991). A pesar de que no se conocen en detalle los
aspectos de su fisiopatología, se piensa que en ella interviene la autoinmunidad
de linfocitos T dirigida contra los queratinocitos basales. lliquen plano en la vulva
puede asumir inicialmente una de tres variantes: 1) erosiva; 2) papuloescamosa,
o 3) hipertrófica. De ellas, el liquen plano erosivo es la modalidad vulvovaginal
más común y la variante más difícil de tratar. El liquen mencionado puede ser
causado por fármaco y se ha dicho que en su patogenia intervienen
antiinflamatorios no esteroideos, antagonistas β, metildopa, penicilamina y
derivados de la quinina. En la inspección, de forma clásica las pápulas son
polígonos eritematosos o violáceos brillantes, aplanadas y brillosas muy a
menudo en el tronco, la mucosa y el vestíbulo de la boca o en las superficies
flexoras de las extremidades Junto con las pápulas, aparecen con frecuencia
estrías blancas y en entramado (estríasde Wickham) y pueden surgir en la
mucosa del vestíbulo de la boca. De modo típico, las mujeres señalan secreción
vaginal crónica con intenso prurito vulvovaginal, dolor urente, dispareunia y
expulsión de sangre después del coito. Se sabe que ∼25% de las pacientes con
lesiones en la boca tendrá afectación vulvovaginal y muchas con el liquen plano
vulvovaginal erosivo manifestarán afectación de la boca (Pelisse,1989). El
diagnóstico se confirma por medio de biopsia.
Tratamiento. La farmacoterapia sigue siendo el tratamiento de primera elección en
este trastorno. Como aspecto adicional, habrá que hacer recomendaciones de higiene
y cuidado vulvar, dar apoyo psicológico y no consumir cualquier fármaco que ocasione
los cambios liquenoides.
El liquen plano vulvar erosivo se trata inicialmente con pomadas de corticoesteroides
ultrapotentes, como propionato de clobetasol al 0.05% aplicado a diario incluso por tres
meses y, después, poco a poco se reduce la dosis. A pesar de que >70% de ellas
presentó una respuesta satisfactoria a la aplicación del producto dos veces al día
durante tres meses seguida de una fase de sostén, sólo 9% logró la remisión completa.
Como otra posibilidad, los mismos investigadores estudiaron un preparado que
contenía butirato de clobetasol al 0.05%, oxitetraciclina al 3% y nistatina a razón de
100000 U/g y corroboraron su eficacia. A pesar de que la cohorte de tratamiento fue
menor, >90% de las mujeres tratadas no tenía síntomas después de las medidas
terapéuticas iniciales.

 Trastornos de la pigmentación.

En todo tacto ginecológico, es indispensable revisar con cuidado la pigmentación de la


piel. En la práctica clínica, por lo común se observan variaciones benignas, en especial
en mujeres con piel oscura. Las zonas de hiperpigmentación por lo regular se detectan
en los labios menores y la horquilla; tienden a ser bilaterales, simétricas y uniformes en
tono y textura. Con la distensión suave, hay atenuación uniforme del color. Las
anomalías focales deben despertar la sospecha de algún cuadro premaligno o maligno
y obligara inmediatamente a obtener una muestra para biopsia y así evitar un retraso
innecesario en el diagnóstico.

 Nevo. Por lo general, los nevos adquiridos aparecen en la adolescencia en


zonas expuestas a la luz solar, aunque la piel de la vulva no está exenta de
afectación (Krengel, 2005). A diferencia de ello, pueden detectarse nevos
congénitos en cualquier superficie cutánea y en personas de cualquier edad. Los
nevos pigmentados justifican la vigilancia minuciosa, porque >50% de todos los
melanomas surge de nevos preexistentes.
Los nevos se clasifican en tres grupos primarios: de unión, compuestos e
intradérmicos. Los primeros tienen <1 cm de diámetro, son planos, con mínima
elevación superficial y derivan de melanocitos intraepidérmicos. Su color es uniforme y
los bordes están perfectamente definidos. Este tipo de nevo es el que tiene mayores
probabilidades de transformarse en cáncer. Los nevos compuestos abarcan la dermis y
la epidermis. Las lesiones muestran bordes regulares y su diámetro varía de 4 a 10
mm. Conforme transcurre el tiempo, las lesiones evolucionan y llegan a ser nevos
intradérmicos, que están totalmente dentro de la dermis y que pueden asumir forma
papulada o pediculada.

Es importante obtener un fragmento de los nevos vulvares para biopsia, según los
lineamientos que se plantean para nevos de otros sitios corporales. De este modo, los
factores que deben inducir a la toma inmediata de muestra de biopsia son asimetría,
pigmentación desigual, bordes irregulares, tener >6 mm de diámetro y erosión o
grietas. La presencia de ardor o prurito también debe despertar sospechas. Los nevos
por lo demás poco manifiestos obligan a un registro descriptivo o fotográfico cuidadoso
en el expediente clínico y la visita de vigilancia por lo menos cada año hasta que
parezca que la lesión es estable. Se debe instar a la mujer a que se autorrevise la
lesión y ella también debe señalar los cambios del estado que guarda o sus
manifestaciones.

El tratamiento de los nevos simples es sobre todo conservador, con observación


minuciosa en mujeres asintomáticas. Conforme se tornen palpables las lesiones con
irritación y hemorragia ulteriores, la extirpación quirúrgica tiene utilidad diagnóstica y
terapéutica.

 Vitíligo. La desaparición de los melanocitos epidérmicos puede originar zonas


de despigmentación de la piel, trastorno llamado vitíligo. La prevalencia global
del trastorno es de ∼0.1% y la incidencia alcanza su máximo en el segundo
decenio de la vida. Ningún grupo étnico en particular tiene mayor peligro de
presentar la enfermedad, pero ella puede ser más deformante y agobiante en el
caso de personas de piel oscura (Grimes, 2005).

Los factores genéticos, aunque no conocidos en detalle, han surgido como una de las
causas más frecuentes de vitíligo (Zhang, 2005). En promedio, 20% de los pacientes
tienen por lo menos un pariente de primer grado afectado. El vitíligo también puede
compartir la patogenia con otros trastornos autoinmunitarios, como tiroiditis de
Hashimoto, enfermedad de Graves, diabetes mellitus, artritis reumatoide, psoriasis y
liquen escleroso vulvar (Boissy, 1997). Más a menudo, la despigmentación es
generalizada y simétrica, aunque la distribución también puede abarcar zonas
periféricas (extremidades u oídos), ser acrofacial, localizada y segmentaria.
Diversos progresos terapéuticos contra el vitíligo incluyen la aplicación de fototerapia B
con luz ultravioleta (UV) de banda angosta, fototerapia “dirigida” e inmunomoduladores
tópicos (Grimes, 2005). Casi todos los casos desaparecen por sí solos y, a veces,
basta la sola explicación del problema.

 Tumores vulvares sólidos.

Muchos de los tumores con tales características son benignos y de aparición local. Con
menor frecuencia, las lesiones malignas o cancerosas nacen en la vulva y de manera
típica son de origen espinocelular. En contadas ocasiones, los tumores vulvares sólidos
aparecen en la forma de metástasis. Con tal base, en muchas neoplasias está
justificada la obtención de muestra para biopsia si aquéllas no fueron identificadas por
inspección visual.

 Acrocordón. Es una lesión fibroepitelial polipoide benigna; muy a menudo surge


en el cuello, la axila y la ingle y su diámetro varía de 1 a 6 mm aunque puede ser
mucho mayor. El acrocordón ha sido con la diabetes mellitus, y la proliferación
de fibroblastos mediada por insulina quizás explique tal relación (Demir, 2002).
En la exploración clínica, se advierte que el acrocordón es una masa suave,
sésil o pediculada, casi siempre del mismo color de la piel y sin vello. La fricción
traumática puede causar hinchazón o úlcera. En caso de irritación crónica o
preocupación estética, se recomienda la eliminación quirúrgica. Las lesiones de
menor tamaño, si son sintomáticas, se extirpan fácilmente con anestesia local en
el consultorio.

 Siringoma. Es un tumor ecrino benigno (de glándulas sudoríparas) que aparece


más a menudo en el párpado inferior, el cuello y la cara. En raras ocasiones,
puede aparecer de forma bilateral en la vulva, con múltiples pápulas firmes de 1
a 4 mm de diámetro. La imagen clínica del siringoma vulvar no es
patognomónica, pero la biopsia de material vulvar obtenida por sacabocado
puede corroborar el diagnóstico y descartar la presencia de un cáncer. No se
necesita tratamiento. Sin embargo, al haber prurito, cabe utilizar
corticoesteroides tópicos y antihistamínicos de potencia intermedia. En mujeres
con prurito resistente, puede efectuarse la extirpación quirúrgica o la ablación de
la lesión.

 Leiomioma. Los leiomiomas vulvares son masas raras que, en opinión de


algunos expertos, nacen del tejido de fibra lisa dentro del tejido eréctil vulvar o
de transmigración a través de ligamento redondo. Está contraindicada su
extirpación quirúrgica para descartar leiomiosarcoma (Nielsen, 1996).

 Fibroma. Tumor benigno y raro de la vulva que nace de tejidos conjuntivos


profundos, por la proliferación de fibroblastos. Las lesiones aparecen de manera
predominante en los labios mayores y su diámetro va de 0.6 a 8 cm. Las
lesiones de mayor tamaño suelen tornarse pediculadas, con un pedículo largo y
pueden causar dolor o dispareunia. La extirpación quirúrgica está indicada en el
caso de lesiones sintomáticas o si no hay certeza del diagnóstico.

 Lipoma. Se trata de masas blandas sésiles o pediculadas, de gran tamaño,


compuestas de adipocitos maduros. Tal como ocurre con los fibromas, la
observación es razonable en caso de que la mujer no señale síntomas, aunque,
al aparecer, éstos pueden obligar a la extirpación quirúrgica. Las lesiones de
este tipo no tienen una cápsula de tejido conjuntivo fibroso. De ese modo, la
disección completa puede ser complicada por hemorragia y tal vez necesite una
incisión de mayor tamaño.

 Quistes vulvares.

 Quistes y abscesos del conducto de la glándula de Bartholin.

Fisiopatología. El moco producido para humedecer la vulva es generado en parte en


las glándulas de Bartholin. La obstrucción del conducto de dichas glándulas es
frecuente y puede surgir como consecuencia de infecciones, traumatismos, cambios en
la consistencia del moco o angostamiento congénito de los conductos. Sin embargo,
casi nunca se identifica la causa primaria. En algunos casos, el contenido del quiste se
infecta y forma abscesos; estos últimos tienden a aparecer en poblaciones con perfil les
demográficos similares a las personas con gran riesgo de presentar infecciones de
transmisión sexual.

Manifestaciones clínicas. Casi todos los quistes del conducto de la glándula de


Bartholin son pequeños y no causan síntomas, salvo molestias menores durante la fase
de excitación sexual. Sin embargo, si alcanzan mayor tamaño o se infectan, la mujer
puede señalar dolor intenso en la vulva que impide la locomoción, estar sentada o la
actividad sexual.

En la exploración física, de forma típica los quistes se manifiestan en un solo lado, son
redondos u ovoides y fluctuantes o tensos. Si están infectados, a su alrededor
presentan eritema y duelen a la palpación.

Tratamiento. Los quistes pequeños y asintomáticos en el conducto de la glándula de


Bartholin no necesitan intervención alguna, salvo cierta medida para descartar
neoplasias en mujeres >40 años de edad. Un quiste asintomático puede atenderse con
varias técnicas, las cuales incluyen incisión y drenaje (I&D), marsupialización y
extirpación de la glándula.
 Quiste y absceso de la glándula de Skene.
La oclusión del conducto de esta glándula puede ocasionar agrandamiento quístico y
posible formación de absceso. Como es costumbre, las lesiones comentadas se
identifican durante la exploración física. Los quistes de la glándula de Skene no
comunican con el interior de la uretra y su contenido no es compresible. De manera
característica, tales cúmulos están en la zona distal de la uretra y a menudo deforman
el meato, situación diferente a lo que ocurre con muchos de los divertículos uretrales
que aparecen más a menudo en las zonas media y proximal de la uretra.

Se desconoce aún el origen de esos cúmulos, pero muchos especulan que entre los
factores predisponentes están la infección y los traumatismos. Las principales
manifestaciones incluyen obstrucción urinaria, dispareunia y dolor. El tratamiento
primario de las lesiones crónicas es la extirpación. En el caso de los abscesos agudos,
se prefieren la marsupialización o la incisión y el drenaje.

 Divertículo uretral.
Las glándulas parauretrales están a lo largo de la pared inferior de la uretra y al haber
alguna dilatación quística de una de ellas, se forma un divertículo. Los sacos anormales
suelen comunicarse de manera directa con la uretra y sobresalen en la cara anterior de
la vagina. La molestia clásica es el goteo posmiccional, pero algunas mujeres también
perciben dolor, dispareunia o síntomas del aparato urinario. En la exploración física, se
puede palpar el divertículo uretral en la forma de una zona levemente laxa en el
trayecto de la uretra. El operador, al “exprimir” la zona, puede hacer que salga orina o
una secreción purulenta.

 Quistes epidermoides.
Éstos, conocidos también como quistes de inclusión epidérmica o quistes sebáceos,
aparecen a menudo en la vulva y con menor frecuencia en la vagina. Su estructura
histológica es muy parecida a la del epitelio plano y está revestido por este último, pero
no se sabe si constituyen entidades patológicas diferentes. Por lo regular, los quistes
epidermoides de la vulva se forman a partir de unidades pilosebátieceas obturadas. Sin
embargo, los quistes epidermoides también pueden surgir después de implantación
“traumática” de células epidérmicas en planos profundos.
Los quistes epidermoides tienen tamaño variable, pero por lo regular son redondos u
ovoides, del color de la piel, amarillos o blancos; por lo regular, están llenos de material
viscoso, “arenáceo” o caseoso fétido. Los quistes mencionados casi nunca ocasionan
síntomas y no necesitan más valoraciones. Si generan manifestaciones o presentan
infección secundaria, se recomiendan la incisión y el drenaje.

 Vulvodinia.

En el año 2003, la ISSVD definió la vulvodinia como “molestias vulvares que la paciente
suele describir con manifestaciones, como dolor ardoroso que aparece sin que haya
signos visibles notables o algún trastorno neurológico específico clínicamente
identificable”.

Estudios escasos señalan una prevalencia de vulvodinia de 3 a 11% en la población


general (Lavy, 2007; Reed, 2004). Un estudio en Estados Unidos estimó que cada año,
∼1 de cada 50 mujeres terminaba por mostrar vulvodinia (Reed, 2008a). De forma
corriente, a veces hay un retraso de años en la valoración y el tratamiento, por la
vergüenza de la mujer y por los intentos que ella hace con autotratamiento.
Causas. Es posible que la causa fundamental del trastorno dependa de múltiples
factores y es variable de una a otra persona afectada. Los intentos de identificar
factores específicos de riesgo, como el consumo de anticonceptivos orales o
infecciones (levaduras o virus de papiloma humano, de tipo crónico), han generado
resultados no convincentes. No hay consenso en cuanto a si factores
predominantemente físicos o psicosociales desencadenan el dolor. Muchas teorías
plantean que una lesión o un estímulo nocivo locales originan respuestas de mal
adaptación de tipo local, del sistema nervioso central (SNC) o de ambos componentes,
que culmina en un síndrome de dolor neuropático. Curiosamente las mujeres con este
trastorno padecen enfermedades que incluyen cistitis intersticial, síndrome de colon
irritable, fibromialgia y dolor temporomandibular de forma más prevalente.

Anamnesis. La vulvodinia es un término que denota la molestia vulvar que tiene tres a
seis meses de duración y no muestra una causa identificable. Se han hecho
descripciones variadas de las formas generalizada o circunscrita, al describirlas como
dolor ardoroso, “en carne viva”, pruriginoso o cortante dentro de las zonas afectadas
(Bergeron, 2001). El dolor puede aparecer después de un estímulo táctil (alodinia),
como el uso de ropas exteriores e interiores muy ajustadas, el contacto sexual o el
tacto ginecológico.

Las sensaciones pueden ser constantes, intermitentes o episódicas y, en fase


premenstrual, se exacerba el trastorno.
Exploración física. Por definición, la vulvodinia no genera signos físicos específicos
para el diagnóstico. Por tal causa, se necesita una exploración minuciosa para
descartar otras entidades patológicas posibles.

Tratamiento. En promedio 1 de cada 10 mujeres con vulvodinia muestra remisión


espontánea de su trastorno (Reed, 2008a). Al no contar con datos de estudios clínicos
perfectamente diseñados y con asignación al azar, al parecer no puede considerarse
que algún tratamiento específico de este trastorno sea mejor que otro. En general, se
necesita una combinación de varios regímenes médicos para
estabilizar el estado de la mujer y mejorar sus síntomas.
Tratamiento conductual. Muchos especialistas piensan que la vulvodinia es más bien
un problema psicosexual. Conviene brindar orientación en cuanto a las caricias previas,
las posiciones sexuales, la lubricación y otras técnicas en vez de la penetración
vaginal, si se consideran apropiadas.

Fármacos tópicos. Se ha demostrado que la aplicación conservadora de pomada de


lidocaína al 5% en el vestíbulo 30 min antes del coito disminuye en grado notable la
dispareunia (Zolnoun,2003). El empleo por largo tiempo puede inducir la curación, al
llevar al mínimo la amplificación retroalimentaria del dolor.

Fármacos orales. Las dos categorías principales de este tipo de fármacos que son
útiles en la vulvodinia comprenden antidepresivos y anticonvulsivos.

En la experiencia de los autores, se obtienen mejores resultados con la administración


de amitriptilina en dosis iniciales de 5 y 25 mg ingeridos por la noche, misma que se
incrementa según se necesite en fracciones de 10 a 25 mg cada semana. Las dosis
finales diarias no deben exceder 150 a 200 mg. Como aspecto importante, las
mujeres deben cumplir con el régimen mencionado a pesar de lapso de casi cuatro
semanas que se necesita hasta alcanzar analgesia importante.

Tratamiento quirúrgico. Las mujeres con vulvodinia que no mejoran a pesar de


medidas médicas intensivas, son elegibles para las intervenciones quirúrgicas. Entre
las opciones están la ablación local de un sitio exacto del dolor; la extirpación completa
del vestíbulo, la intervención quirúrgica llamada vestibulectomía o la extirpación del
vestíbulo y el perineo, técnica conocida como perineoplastia.

 Lesiones Vaginales.

 Los cuerpos extraños. En el interior de la vagina pueden causar traumatismo o


irritación crónica. Pueden ser afectadas las mujeres de cualquier edad, pero los
objetos introducidos varían con cada grupo de mujeres. Por ejemplo, durante el
juego o la autoexploración las niñas se introducen objetos pequeños en la vagina,
en tanto que la adolescente puede señalar la imposibilidad de extraer un tampón
olvidado o un preservativo roto. Los abusos o las arbitrariedades sexuales por lo
común explican el origen de objetos detectados en adultas.

De forma típica, la mujer que tiene un tampón olvidado señala que de la vagina sale
una secreción fétida, con prurito, molestias acompañantes o expulsión de sangre fuera
de la menstruación.
Después de algún comentario, se puede identificar el antecedente de múltiples intentos
fracasados de extracción. En caso de no haber leucocitosis, fiebre ni signos de
endometritis o salpingitis, el tratamiento por lo regular es la simple extracción del
tampón. No está indicado el lavado vaginal para la limpieza y, en realidad, éste
puede incrementar el peligro de infección ascendente.

 Vaginitis inflamatoria descamativa. Ésta es una modalidad rara de trastorno


inflamatorio de la vagina que afecta sobre todo a perimenopáusicas o
posmenopáusicas. Se desconoce el origen de esta vaginitis, pero algunas
autoridades piensan que puede constituir una variante del liquen plano erosivo
de la vagina (Edwards, 1988). Otros mencionan fuentes inductoras (históricas)
como diarrea o consumo de antibióticos, como elementos que desencadenan los
síntomas.

La mujer de manera característica señala que tiene secreción abundante por


la vagina, ardor del introito y dispareunia, que no desaparecen con los tratamientos
comunes. En el tacto vaginal, el ginecólogo advierte una secreción difusa, exudativa,
amarilla o verdosa purulenta con grados variables de eritema vestibulovaginal. En el
estudio microscópico, se identifican muchos polimorfonucleares y células parabasales,
pero no se detectan de modo concomitante bacterias o tricomonas. Aumenta el pH de
la vagina y son negativos los estudios para detectar gonorrea y clamidiasis como forma
de exclusión.

No se han publicado datos de investigaciones clínicas con asignación al azar, pero


Sobel et al. (2011) señalan buenos resultados con la aplicación de crema de
clindamicina al 2% (4 a 5 g) o crema de hidrocortisona al 10%, todos los días por vía
intravaginal durante cuatro a seis semanas. Se sabe si la eficacia de la clindamicina
proviene de su acción antibacteriana o sus posibles efectos antiinflamatorios. Sin
embargo, la recurrencia es frecuente.

 Quiste del conducto de Gartner. Los quistes vaginales mencionados, surgen en


contadas ocasiones a partir de restos de los conductos mesonéfricos (de Wolff ).De
forma típica, no causan síntomas y por lo común se les identifica dentro de la pared
lateral de la vagina durante el tacto ordinario. Sin embargo, los síntomas pueden
comprender dispareunia, dolor vaginal y dificultad para la introducción de tampones
u otros dispositivos. La palpación o la inspección indican la presencia de un quiste a
tensión, abombado, por detrás de la pared lateral de la vagina. La observación es
razonable en muchos casos, pero quizá convenga la marsupialización o la ablación
si tales quistes ocasionan síntomas.

 Lesiones cervicales.

 Eversión.
El ectropión se define como la eversión del epitelio cilíndrico endocervical hacia el
exocérvix, presentándose generalmente como una alteración que rodea el orificio
cervical externo. La eversión del epitelio cilíndrico se caracteriza por ser más
pronunciada en los bordes anterior y posterior del exocérvix y menor en sus
porciones laterales. Es un proceso normal y fisiológico. Generalmente en el
ectropión observamos el desplazamiento de toda la mucosa, con inclusión de las
criptas y el estroma subyacente. La prevalencia del ectropión cervical en edad
reproductiva es variable, con un mayor porcentaje entre los 14 y 37 años. Es raro en
pacientes postmenopáusicas, esto como resultado de la disminución de los niveles
estrogénicos y secundariamente la atrofia e inversión del cérvix. La presencia de
ectropión es influenciada por los estrógenos, siendo frecuente después de la
menarca, en embarazadas y en pacientes con tratamiento hormonal combinado. La
manifestación clínica de la ectopia, sobre todo cuando es extensa, es la presencia
de leucorrea mucosa que aumenta a la mitad del ciclo con el aumento de
estrógenos y la ovulación. Esto es debido a la hipersecreción del epitelio ectópico
produciendo aumento del moco. Los síntomas comúnmente presentes en el
ectropión son: sangrado poscoital y por contacto.Se ha documentado que el epitelio
columnar expuesto, tiene una respuesta de inmunidad celular menor, en
comparación con el epitelio escamoso. Mostrando por esto una mayor predispoción
de las pacientes con ectropión a enfermedades como HIV y la infección por el virus
del papiloma humano. El principal origen del ectropión cervical es infeccioso así
como factores mecánicos y congénitos; alrededor del 50% de las mujeres con
leucorrea crónica presentan dicha alteración. La etapificación del ectropión en
cuatro etapas, se basa principalmente en la extensión de la afectación sobre el
ectocérvix y se clasifica de la siguiente manera: etapa 1 lesiones menores a 1.0 cm;
etapa 2 mayores de 1.1 cm pero menores de 2.0 cm; etapa 3 mayores de 2.1 cm
pero menores de 3.0 cm y por último etapa 4 aquellas mayores de 3.1 cm. Las
lesiones inflamatorias de origen infeccioso, son la principal causa de eversión
glandular, caracterizadas por cuadros de secreción mucopurulenta, seropurulenta,
blanca o serosa. La ectopia cervical es común en adolescentes, embarazadas y
personas que toman altas dosis de anticonceptivos combinados. La mayoría de los
casos tienen regresión espontánea, pero algunos casos pueden ser persistentes.

Los microorganismos infecciosos comunes causantes de tales lesiones incluyen:


protozoos (Tricomonas vaginalis), hongos (Candida albicans), crecimiento excesivo
de bacterias anaerobias (bacteroides, Peptostreptococos, Gardnerella vaginalis,
etc.) otras bacterias (Chlamydia trachomatis, Haemophilus ducrey, Mycoplasma
hominis y Escherichia coli).

 Quiste de Naboth.
Las células cilíndricas secretoras de moco recubren el conducto endocervical y zonas
variables del ectocérvix. Durante la metaplasia epidermoide, el epitelio plano puede
cubrir invaginaciones de las células glandulares y acumularse secreciones. Conforme
persiste este cuadro benigno, se pueden formar elevaciones redondeadas, uniformes,
claras blancas o amarillas que se identifican durante el tacto corriente. De forma típica,
los quistes de Naboth no necesitan tratamiento; sin embargo, a veces alcanzan
proporciones que dificultan la prueba de Papanicolaou o la revisión del cuello uterino,
causan síntomas o necesitan confirmación y, en estos casos, se pueden abrir con una
pinza para biopsia o drenarse.

 Pólipo endocervical.
Una de las neoplasias benignas más frecuentes del cuello uterino es la protuberancia
hiperplásica de los pliegues endocervicales conocida como pólipo endocervical. Las
lesiones por lo común se identifican durante la revisión ordinaria del cuello uterino; casi
siempre son asintomáticas, pero pueden acompañarse de leucorrea o expulsión de
manchas de sangre después del coito. Los pólipos mencionados rara vez son
cancerosos, pero hay que extirpar un fragmento de ellos de manera sistemática para
biopsia y así extraer todo el pólipo para valoración histopatológica.

 Estenosis cervicouterina.
La estenosis cervicouterina congénita o adquirida suele afectar el orificio interno. Las
de tipo congénito quizá provienen de hipoplasia segmentaria de los conductos de
Müller. A diferencia de lo señalado, las cicatrices y las estenosis del cuello en la fase
posquirúrgica pueden ser consecuencia de dilatación y legrado, conización cervical,
extirpación electroquirúrgica con asa, infección y neoplasia; asimismo, otras fuentes
son los cambios atróficos o posradiación intensos.

Las manifestaciones de la estenosis en mujeres que menstrúan incluyen dismenorrea,


expulsión anormal de sangre, amenorrea e infecundidad. Por lo regular, las
posmenopáusicas se encuentran asintomáticas hasta que se acumulan líquido,
exudados o sangre. Se han utilizado términos, como hidrómetra (líquido), piómetra
(pus) o hematómetra (sangre) para describir los cuadros mencionados.
La imposibilidad de introducir un dilatador en la cavidad uterina es una confirmación
diagnóstica de la estenosis. Si la obstrucción es completa, se palpa el útero blando y
agrandado.

El tratamiento de la estenosis cervicouterina abarca la dilatación del cuello con


dilatadores con diámetro cada vez más ancho. El misoprostol en la etapa prequirúrgica
puede ser útil para reblandecer el cuello uterino. En posmenopáusicas, la aplicación
previa de una crema de estrógeno en la vagina durante varias semanas puede facilitar
la dilatación. Aún más, quizá sea útil la orientación ecográfica para evitar la perforación
uterina, en particular en las posmenopáusicas. La obtención de muestras de
endometrio y endocérvix suele estar indicada en muchos casos para descartar
cánceres uterinos o cervicouterinos. La estenosis cervicouterina y su trascendencia en
el transporte de espermatozoides y la fecundidad han sido poco estudiadas.
Bibliografía
Barbara L. Hoffman, John O. Schorge, Joseph I. Schaffer, Lisa M. Halvorson, Karen D.
Bradshaw, F. Gary Cunningham. Williams Ginecología. 2da Edición. Mc Graw Hill.
Capítulo 4. Págs.110-128.

Oscar Augusto Trejo Solórzano*. José Manuel Solórzano Camacho**. José Luis López
Velásquez**. Diana Graciela Silva Ruiz**. María Del Carmen García Martínez**. José
Adrián Tolentino López**. Miguel Ángel Bedoya Osorio**. Archivos Médicos de
Actualización en Tracto Genital Inferior Año VI, No. 11, octubre 2014. Ectropión
cervical: factor de riesgo para lesiones precursoras y cáncer cérvico uterino. Pág.2.
Conclusiones.

 Es de vital importancia diferenciar las variantes normales, de las enfermedades


benignas y de las lesiones que pueden ser graves.

 Muchas de las enfermedades benignas de la vulva, vagina y cérvix son de carácter


asintomático o de manifestaciones leves.

 Trastornos como la vulvodinia que es un dolor de carácter ardoroso que presenta


diferentes causas tales como como el consumo de anticonceptivos orales o
infecciones, así como de carácter nervioso y psicosocial.

 Algunas de las enfermedades tales como los pólipos endocervicales deben ser
monitoreadas y realizar exámenes mas complejos como la biopsia a fin de descartar
una lesión maligna.

 Los cambios cutáneos en la vulva suelen ser inespecíficos por ello es de gran
utilidad el uso de la biopsia vulvar que permite llegar así al diagnóstico preciso de
los diferentes trastornos, a través de material recolectado de los bordes de las
lesiones ulceradas y también de las áreas hiperpigmentadas en su región de mayor
espesor.

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