Detalles Del Juego Cooperativo

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Desde el punto de vista del desarrollo psicomotor, el juego potencia el desarrollo

del cuerpo y de los sentidos. La fuerza, el control muscular, el equilibrio, la percep-

ción y la confianza en el uso del cuerpo están presentes en las actividades lúdicas

y se incrementan con la práctica. Gracias a los juegos de movimiento que los

niños y las niñas realizan desde los primeros años (juegos con el cuerpo, con los

objetos y con los demás), construyen esquemas motores simples que ejercitan al

repetirlos; progresivamente se van perfeccionando, integrando unos con otros, y

van ganando complejidad. Estos juegos fomentan el desarrollo de las funciones

psicomotrices, es decir, de la coordinación motriz y la estructuración perceptiva.

Gracias a los juegos de movimiento como jugar con la pelota, con los aros, con

los zancos, con patines, trepar a los árboles, correr tras el compañero, revolcarse,

lanzar piedras, construir con bloques de madera, modelar con barro o plastilina,

jugar con la cuerda, con la goma, con los columpios, con los triciclos, las bicis…:

Descubren sensaciones nuevas. 


•Coordinan los movimientos de su cuerpo, que se tornan
progresivamente más precisos y eficaces (coordinación
dinámica global, equilibrio…). 
•Estructuran la representación mental del esquema corporal,
el esquema de su cuerpo. 
•Exploran sus posibilidades sensoriales y motoras, ampliando
estas capacidades. 
•Se descubren a sí mismos en el origen de las modificaciones
materiales que provocan cuando modelan, construyen… 
•Van conquistando su cuerpo y el mundo exterior. 
•Obtienen intenso placer.
Desde el punto de vista del desarrollo intelectual, el juego
estimula las capacidades del pensamiento y la creatividad. Los
estudios que han analizado las conexiones entre el juego y el
desarrollo intelectual permiten concluir que:   
•El juego es un instrumento que desarrolla las capacidades del
pensamiento. Primero estimula el pensamiento motor,
después el pensamiento  simbólico representativo y, más
tarde, el pensamiento reflexivo, el razonamiento. 
•El juego es una fuente de aprendizaje que crea zonas de
desarrollo potencial. 
•El juego es un estímulo para la atención y la memoria, que se
amplían al doble. 
•El juego fomenta el descentramiento cognitivo, porque en el
juego los niños van y vienen de su papel real al rol, y además
deben coordinar distintos puntos de vista para organizar el
juego. 
•El juego origina y desarrolla la imaginación, la creatividad. El
juego es siempre una actividad creadora, un trabajo de
construcción y creación; incluso cuando los niños juegan a
imitar la realidad la construyen internamente. Es un banco de
pruebas donde experimentan diversas formas de  combinar el
lenguaje, el pensamiento y la fantasía. 
•El juego estimula la discriminación fantasía-realidad. En el
juego realizan simbólicamente acciones que tienen distintas
consecuencias que las que  tendrían en la realidad, y ello es un
contraste fantasía-realidad. 
•El juego potencia el desarrollo del lenguaje. Por un lado están
los juegos lingüísticos (desde las vocalizaciones del bebé a los
trabalenguas, canciones…). Por otro lado, el hecho de que
para jugar el niño necesita expresarse y comprender, nombrar
objetos… Esto abre un enorme campo de  expansión
lingüística, sin desestimar el hecho de que los personajes
implican formas de comportamiento verbal, lo que comporta
un aprendizaje lingüístico. 
•La ficción del juego es una vía de desarrollo del pensamiento
abstracto. 
Los juegos simbólicos inician y desarrollan la capacidad de
simbolizar, que  está en la base de las puras combinaciones
intelectuales. En el juego  simbólico se produce por primera
vez una divergencia entre lo semántico  (caballo) y lo visual
(palo) y por primera vez se inicia una acción que se deriva del
pensamiento (cabalgar) y no del objeto (golpear). Y esta
situación ficticia es un prototipo para la cognición abstracta.

Desde el punto de vista de la sociabilidad, el juego es un importante instrumento


de comunicación y socialización. El juego es uno de los caminos por los cuales los
niños y las niñas se incorporan orgánicamente a la sociedad a la que pertenecen. A
partir de las investigaciones que han analizado las contribuciones del juego al
desarrollo social sabemos que en los juegos de representación (que los niños rea-
lizan desde temprana edad y en los que representan el mundo social que les
rodea):

•Los niños descubren la vida social de los adultos y las reglas con las que
se rigen estas relaciones.
•Se comunican e interactúan con sus iguales y amplían su capacidad de comunicación.
•Desarrollan de forma espontánea la capacidad de cooperar (dar y recibir
ayuda para contribuir a un fin común).
•Evolucionan moralmente, ya que aprenden normas de comportamiento.
•Se conocen a sí mismos formando su «yo social» a través de las imágenes
que reciben de sí mismos por parte de sus compañeros de juego.

En relación con los juegos de reglas (juegos intelectuales de mesa como el par-
chís, la oca…, juegos sensoriomotores con reglas objetivas, etc.), los estudios con-
cluyen que estos juegos son aprendizaje de estrategias de interacción social, faci-
litan el control de la agresividad e implican un ejercicio de responsabilidad y
democracia. Y, de los juegos cooperativos (juegos que implican dar y recibir ayuda
para contribuir a un fin común), se ha evidenciado que:
•Promueven la comunicación, aumentan los mensajes positivos entre los
miembros del grupo y disminuyen los mensajes negativos.
•Incrementan las conductas prosociales (ayudar, cooperar, compartir…) y
las conductas asertivas en la interacción con iguales.
•Disminuyen conductas sociales negativas (agresividad-terquedad, apatía-
retraimiento, ansiedad-timidez…).
•Potencian la participación en actividades de clase y la cohesión grupal,
mejorando el ambiente o clima social de aula.
•Mejoran el concepto de uno mismo y de los demás.

Desde el punto de vista del desarrollo afectivoemocional, el juego es un instru-


mento de expresión y control emocional. Diversos estudios que han analizado las
conexiones entre juego y desarrollo afectivoemocional concluyen que el juego pro-
mueve el desarrollo de la personalidad, el equilibrio afectivo y la salud mental, ya
que:

•El juego es una actividad placentera que genera satisfacción emocional, en


la que el niño o la niña obtiene placer, entretenimiento y alegría de vivir. El
juego es una fuente de placer de muy distintas naturalezas: placer de crear,
placer de ser causa y provocar efectos, placer de hacer lo prohibido, placer
por el movimiento, placer de destruir sin culpa…

El juego de representación (también denominado


protagonizado, dramático, 
simbólico…) le permite la asimilación de experiencias difíciles
facilitando el  control de la ansiedad asociada a estas
experiencias. Los niños representan  experiencias felices como
un cumpleaños o la fiesta del pueblo, pero tam-  bién
representan experiencias que les han resultado difíciles,
penosas,  traumáticas, como una hospitalización con
operación, la entrada en la es-  cuela, el nacimiento de un
hermano… Los niños suelen repetir incansablemente la
situación que han sufrido, pero invirtiendo el papel, tornando 
activo lo sufrido pasivamente, convirtiéndose en el médico o
la médico que  opera, o en la maestra que indica
instrucciones. Y esta repetición simbólica  de la experiencia
sufrida le permite descargar la ansiedad que esta le ha 
creado. 
•El juego posibilita la expresión simbólica de la agresividad y
de la sexualidad infantil. Por un lado es un medio de expresión
de la sexualidad que se  evidencia en los juegos de médicos,
de novios… y, por otro lado, es un  medio de expresión de la
agresividad que encuentra una vía constructiva de  salida en
los juegos de luchas ficticias, dramatizando animales
salvajes,  golpeando el barro con el que se está modelando
figuras… 
•El juego es un medio para el aprendizaje de técnicas de
solución de conflictos. Al organizar el juego, con frecuencia
emergen conflictos que los  niños y las niñas resuelven para
poder jugar. Además, en muchas representaciones ponen de
relieve conflictos entre los personajes que se resuelven  al final
de la dramatización, y todo ello dota a los niños de
estrategias  cognitivas de resolución de conflictos sociales. 
•El juego cooperativo estimula la capacidad de empatía, la
capacidad para hacerse cargo de los estados emocionales de
otros seres humanos y de  responder positivamente a los
mismos.

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