La Transición Energetica en El Perú

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LA TRANSICIÓN ENERGETICA EN EL PERÚ

RESUMEN

El Perú tiene un compromiso, que tiene origen El Tratado de París del 2015 el
cual es reducir sus emisiones; por lo que debe paralizar la deforestación y
realizar un cambio gradual en la matriz energética, ir de forma eficiente hacia
las energías limpias para lograr un crecimiento sustentable y descentralizado.
Están en juego la gobernabilidad y la capacidad de enfrentar el cambio
climático: la cual es una urgencia de la nueva política energética. Las cuales
debe tener un planeamiento estratégico con metas de corto, mediano y largo
plazo.

INTRODUCCION

El cambio climático causado por el ser humano no es una creencia, un engaño


o una conspiración. Es una realidad física. Los combustibles fósiles alimentan
la revolución industrial. Sin embargo, la combustión del petróleo, el carbón y el
gas también causó la mayor parte del aumento histórico de los niveles
atmosféricos de los gases de efecto invernadero que atrapan el calor. Este
aumento de los gases de efecto invernadero está cambiando el clima de la
Tierra y plantea riesgos importantes a nuestra capacidad de prosperar y
construir un futuro mejor, a la seguridad nacional, a la salud humana y la
producción de alimentos, y a la red interconectada de sistemas de vida. Los
dirigentes de más de 190 países reconocieron que el problema del cambio
climático causado por los seres humanos es un peligro para los ciudadanos
presentes y futuros de nuestro planeta. Hicieron compromisos nacionales para
enfrentar este problema. Fue un pequeño, histórico y vital primer paso hacia
una gestión más iluminada del sistema climático de la Tierra.
El Perú debe enfrentar un gran desafío. El estado peruano al buscar un
desarrollo debe manejar con sumo cuidado y prudencia los recursos naturales
renovables y no renovables a su alcance, así como el factor humano y los
aspectos culturales y sociales vinculados con el manejo de los recursos. El
primer lugar se debe tomar en cuenta la alfabetización ambiental y el
planeamiento estratégico en la formulación de políticas públicas para promover
el crecimiento sustentable de las actividades económicas. En el Perú falta
empoderar a la gente y articular políticas públicas sociales y económicas,
construir nexos a favor de un ambiente sano y un desarrollo sustentable.

ANTECEDENTES

El término matriz energética se define como la combinación de las diversas


fuentes de energía primaria utilizadas para satisfacer las necesidades
energéticas en una región geográfica determinada; los combustibles fósiles
(petróleo, gas natural y carbón), las numerosas fuentes de energía renovable
(hidráulica, eólica, solar, geotérmica y biomasa) y la energía nuclear son
fuentes de energía primaria que suelen componer una matriz energética y se
utilizan para generar electricidad. La elaboración de esta matriz energética en
un país es el estudio en que se cuantifica la oferta, demanda y transformación
de cada una de las fuentes de energía que proveen al país. A nivel mundial
depende de un 81,3% de combustibles fósiles y de un 2% de fuentes de
energía renovables.

Actualmente se evidencia que los efectos del cambio climático, el crecimiento


socioeconómico de los territorios y el aumento de la población mundial están
motivando que los países de todo el mundo cambien la forma en la cual
generan energía eléctrica, pasando de fuentes contaminantes, como el carbón
y el petróleo, a fuentes limpias basadas en recursos renovables, como la
energía eólica o solar, entre otras.

Según cifras de la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena, por sus


siglas en inglés) a 2016, este problema en particular no resulta apremiante para
Latinoamérica, región con una producción eléctrica relativamente limpia: la
mitad es generada con recursos hídricos, alrededor de un cuarto con gas
natural, carbón y petróleo alcanzan juntos cerca del 17%, mientras que el resto
corresponde a energías renovables no convencionales.

Según la Organización Latinoamericana de Energía, al 2019 la matriz


energética de Latinoamérica y el Caribe es reconocida como una de las más
renovables del mundo considerando la hidroenergía, biomasa, geotermia y
otras renovables.

En los últimos años, las políticas de transición energética se centraron en


revertir la situación de escasa diversificación de sus matrices energéticas.
Durante la primera década del siglo XXI, diferentes países de Latinoamérica
impulsaron políticas de promoción del desarrollo y aprovechamiento de
Energías Renovables. Estas acciones lograron generar resultados significativos
que ubican a Latinoamérica como una de las zonas del mundo de mayor
dinamismo en este campo. Estos avances se miden con base en políticas
nacionales, impuestos, incentivos, acceso a la red, instrumentos regulatorios
del mercado y financiamiento. A pesar de estos resultados, este tipo de
políticas son cuestionadas debido a su alcance limitado con relación al proceso
de transformación: la transición dominante sólo se reduce a lograr la
diversificación de la matriz de generación eléctrica, descuidando otros aspectos
críticos del sistema vinculados al carácter oligopólico del sector energético, o al
agravamiento de las dificultades del acceso a la energía generando un
aumento de la pobreza energética.

La actual pandemia del COVID-19 es una tragedia de escala mundial y


encuentra a Latinoamérica y el Caribe en un momento de debilidad de su
economía y de vulnerabilidad macroeconómica. En el decenio posterior a la
crisis financiera mundial del 2009, la tasa de crecimiento del PIB regional
disminuyó del 6% al 0,2%. Esta pandemia será la causa de la mayor crisis
económica y social en décadas, con efectos muy negativos en el empleo, el
combate a la pobreza y la reducción de la desigualdad e impactará a las
economías de la región a través de factores externos e internos cuyo efecto
conjunto conducirá a la peor contracción de la actividad económica que la
región haya sufrido desde que se iniciaron los registros, en 1900. Se estima
que los mayores impactos se darían en los países de América del Sur, que se
especializan en la exportación de bienes primarios y, por lo tanto, son más
vulnerables a la disminución de sus precios. Desde el punto de vista ambiental,
se han experimentado reducciones brutales de las emisiones de GEI y de las
concentraciones de contaminantes, produciendo estas últimas una mejora de la
calidad de aire, con clara evidencia en ciudades como Buenos Aires, Lima y
Santiago de Chile. La pandemia ha permitido desarrollar un “experimento en
tiempo real sin precedentes en todo el mundo” en los relacionado emisiones y
calidad de aire, sirve primero para mostrar de manera inequívoca el efecto de
la actividad humana sobre el ambiente y segundo, para mostrar también que es
posible mitigar impactos a partir de repensar la actividad económica y el
desarrollo sostenible.

En el año 2021, Latinoamérica alcanzo un 60% de renovabilidad en la


capacidad instalada de generación eléctrica y cuenta con una posición
privilegiada para acelerar la transición hacia la oferta y consumo de energías
renovables, por su abundancia de agua, energía solar y viento.
El Índice de Transición Energética (ETI por sus siglas en inglés) compara el
desempeño de los sistemas energéticos de 115 países en dos grandes áreas:
rendimiento del sistema y preparación para la transición.  Dentro del área de
rendimiento se consideran variables como desarrollo y crecimiento económico,
sostenibilidad medioambiental, seguridad energética y acceso a la energía. En
este apartado, América Latina obtiene una puntuación promedio de 65.8,
siendo el crecimiento y desarrollo económico sus puntos débiles. Sin embargo,
donde más tiene que trabajar es en el segundo componente del ranking: la
preparación para la transición, porque, aunque cuenta con una buena
infraestructura y capacidad instalada en renovables, debe mejorar su fortaleza
institucional y gobernanza, la preparación del recurso humano y fortalecer el
compromiso político y la regulación del mercado.
Los Estados Unidos pueden y deben ser uno de los principales actores en el
desarrollo de soluciones innovadoras al problema de la reducción de las
emisiones de gases de efecto invernadero. Las naciones que encuentran
formas innovadoras de descarbonización de sistemas energéticos y secuestrar
el CO2 serán los líderes económicos del siglo XXI.
Uno de los mejores referentes desde los años 90 viene a ser Alemania, el cual
nos ha abierto el camino para crecer, desacoplados de mayores emisiones. No
ha sido fácil el proceso, como tampoco ganar seguridad energética con la
eólica y la solar. Se ha tenido que adoptar los principios de la economía de
mercado en la transición energética y finalmente decidir hacer subastas
premiando a los más eficientes. A esto se suma la ya madura revolución
silenciosa de la eficiencia energética, que ha logrado resultados
extraordinarios. Estas iniciativas han proporcionado conocimientos, innovación
y cooperación para la adaptación al cambio climático. Alemania es sin lugar a
dudas el mejor referente, aunque todavía tiene una tarea pendiente con el
carbón.

La problemática del cambio climático requiere alcanzar emisiones netas de


carbono igual a cero para el año 2050 y una reducción drástica de emisiones
para el año 2030. En ese sentido, los países de Latinoamérica y el Caribe han
presentado sus compromisos en el marco del Acuerdo de París y deben
implementar acciones para lograr la mitigación de dichas emisiones. Aunque no
todos los países han actualizado sus reportes, la evidencia muestra que esta
transición es posible mediante la producción de electricidad sin emisiones de
carbono; la electrificación de la industria, el transporte, la calefacción y la
cocina de alimentos; y una mejor eficiencia en el uso de los recursos, en los
concerniente al sector energía.

La asignación del beneficio ambiental (menores emisiones) de la energía limpia


es un tema pendiente, el cual ya ha sido abordado de manera piloto mediante
mecanismos como los certificados de energía limpia o verde, ofrecido por
empresas de generación en el caso de Chile.

Según Latin America Energy Week 2022, se demostró que la región tiene un
gran potencial para desempeñar un papel global en la transición energética.
Aunque Latinoamérica es un contribuyente menor al cambio climático a nivel
mundial, las emisiones crecieron alrededor de un 20% entre 2005 y 2019
debido a la expansión económica y al aumento de la demanda de energía; es
probable que el descenso que se produjo durante la pandemia de COVID-19
sea sólo temporal. Los participantes esperan que los niveles de emisión se
reduzcan en un 37% para el año 2030, en comparación con su nivel de 2005.
El hecho es que las emisiones tienen que caer no sólo en el sector energético,
sino también en otros sectores, como la industria y el transporte, áreas que
dependen en gran medida del petróleo, el gas y parcialmente del carbón,
donde la electrificación será clave para alcanzar los objetivos de
descarbonización. Sin embargo, el objetivo sigue siendo importante para
restringir el cambio climático a 1,5 °C y lograr la neutralidad climática para el
2050. La ambición retadora de la región debe ser, por consiguiente, lograr una
reducción de las emisiones a mediano y largo plazo, asegurando al mismo
tiempo el crecimiento de la economía y buenos estándares de calidad vida.
DESARROLLO

Nuestro país va en la misma línea pues al cierre de 2021, el 37.58% de nuestra


energía eléctrica fue generada por hidroeléctricas, el 33.99% por centrales
térmicas a base de gas natural, y la energía generada a partir de recursos
energéticos renovables (RER) alcanzó un 8.24% (Gráfico N° 1). Una matriz de
generación eléctrica como la descrita lleva a muchas personas a pensar,
erróneamente, que las energías renovables no convencionales no tienen
cabida en países como el nuestro. El Perú es un país cuya matriz de
generación eléctrica ha sido tradicionalmente baja en emisiones de carbono,
debido a la importancia de la generación hidroeléctrica. Incluso con el
incremento de la participación de las centrales de gas natural, debido a la
puesta en operación en 2004 del proyecto Camisea, nuestra matriz sigue
siendo relativamente limpia con respecto a otras del mundo.

Ante esto, la solución a largo plazo es la electrificación de nuestra matriz, sobre


la base de energías limpias que permitan de manera simultánea reducir los
efectos negativos que tienen los combustibles fósiles en el ambiente y la salud,
y disminuir el grado de exposición a cambios en el precio internacional del
petróleo.

GRÁFICO N° 1
DISTRIBUCIÓN POR TIPO DE RECURSO ENERGÉTICO DE LA POTENCIA EFECTIVA
- 2021
Potencia (MW)
6 000
5,228.69

5 000
4,108.41

4 000 37,58%
33,99%

3 000 2,542.31

2 000 19,47%

1 000 760.15
140.71 61.17
8,24%
1,11% 0,62%
0
AGUA GAS NATURAL DIESEL 2 RENOVABLES CARBÓN RESIDUAL

Fuente: COES
Este no es, por supuesto, el único reto que enfrentamos. El sector eléctrico
tiene, en realidad, cuatro grandes desafíos para los próximos años:

i) Llevar energía eléctrica a zonas rurales y aisladas.


ii) Garantizar el suministro eléctrico para el crecimiento económico de
los siguientes años.
iii) Generar suficiente energía para la electrificación de actividades,
como el transporte, que hoy se basan en petróleo.
iv) Asegurar que todo este incremento en la producción de energía
eléctrica se realice con el menor impacto sobre el ambiente.

Fuente: COES

Como dicen los científicos norteamericanos y los Nobeles que firmaron una
declaración contra el discurso equivocado del señor Trump: “El cambio
climático causado por el ser humano no es una creencia, un engaño o una
conspiración. Es una realidad física. Los combustibles fósiles alimentan la
revolución industrial. Sin embargo, la combustión del petróleo, el carbón y el
gas también causó la mayor parte del aumento histórico de los niveles
atmosféricos de los gases de efecto invernadero que atrapan el calor. Este
aumento de los gases de efecto invernadero está cambiando el clima de la
Tierra. Nuestras huellas dactilares en el sistema climático son visibles en todas
partes. Se ven en el calentamiento de los océanos, la superficie terrestre y la
atmósfera inferior. Son identificables en el aumento del nivel del mar, la
alteración de los patrones de precipitaciones, la retirada del hielo del mar
Ártico, la acidificación de los océanos y muchos otros aspectos del sistema
climático. El cambio climático causado por los seres humanos no es un hecho
muy alejado de nuestra experiencia cotidiana, que afecta solo al remoto Ártico.
Está presente aquí y ahora, en nuestros propios estados y en nuestras propias
comunidades. El cambio climático causado por los seres humanos es real,
grave e inmediato y plantea riesgos importantes a nuestra capacidad de
prosperar y construir un futuro mejor, a la seguridad nacional, a la salud
humana y la producción de alimentos, y a la red interconectada de sistemas de
vida. Los dirigentes de más de 190 países reconocieron que el problema del
cambio climático causado por los seres humanos es un peligro para los
ciudadanos presentes y futuros de nuestro planeta. Hicieron compromisos
nacionales para enfrentar este problema. Fue un pequeño, histórico y vital
primer paso hacia una gestión más iluminada del sistema climático de la
Tierra.”

Hoy es un tratado vinculante para el Perú. Estados Unidos es uno de los


principales actores en el desarrollo de soluciones innovadoras al problema de
la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las naciones
que encuentran formas innovadoras de descarbonización de sistemas
energéticos serán los líderes económicos del siglo XXI. Caminar lejos de París
hace menos probable que los Estados Unidos tengan un papel de liderazgo
global, político, económico o moral. Por lo que no se puede permitir cruzar ese
punto de inflexión.

Todos los países tienen que hacer realidad nuestra hoja de ruta hacia la
transición energética. De no ser así, el cambio climático puede traer
consecuencias severas en la economía y la población. En el caso peruano, el
país es dependiente en un 72% de los hidrocarburos, lo que no guarda relación
con el gran potencial de energías renovables. Por lo que existe una gran
vulnerabilidad por la excesiva dependencia de los hidrocarburos y de un solo
gasoducto. Como también la creciente importación de petróleo y derivados
incrementa la contaminación ambiental, en un país donde no existe orden.
Añadiendo la concentración de la infraestructura energética, el cual favorece la
centralización de la economía, donde la mayoría de la población ha
abandonado el campo y se concentra en las grandes ciudades, principalmente
de la costa, donde los servicios se saturan. Además de ello, el controvertido
privilegio de la calidad de los servicios energéticos se lo lleva la capital, que
tiene estándares de rendimiento mucho mejores.

El Perú debe acelerar un cambio gradual en la matriz energética, ir hacia las


energías limpias y lograr un crecimiento sustentable y descentralizado. Ya que
están en juego la gobernabilidad y la capacidad de enfrentar el cambio
climático: esta es la urgencia de una nueva política energética. Este esfuerzo
deberá tener un planeamiento estratégico con metas de corto, mediano y largo
plazo. Perú está construyendo su propia transición energética. Al año 2015, la
población del país alcanzó los 31 millones 151 mil 643 habitantes. Los cinco
departamentos con más extensión territorial, Loreto, Ucayali, Madre de Dios,
Puno y Cusco abarcan la mayor parte del territorio nacional, el 55% de la
superficie total del país. De estos, los tres más extensos se ubican en la selva;
región en la que, por lo inhóspito de su territorio, hay una escasa acumulación
poblacional.

Hoy nuestro país es un país de ingreso medio, por la actividad económica,


principalmente en la costa (Los minerales se encuentran básicamente en la
sierra y el gas en la selva; sin embargo, los beneficios se concentran en la
costa, donde habita la mayor parte de la población), la que representa un
importante crecimiento económico a partir de la explotación de recursos
naturales como la pesca, la minería polimetálica y los hidrocarburos. Junto con
la gran riqueza en recursos minerales, se destacan los abundantes recursos
energéticos renovables como son los hídricos, aunque de heterogénea
distribución. Asimismo, otra característica es la gran biodiversidad del país, que
lo ubica entre los principales países megadiversos del mundo.

En el Perú no solo se trata de debatir qué tipo de energía se usa o cuál es más
eco- nómica y eficiente; también hay grandes carencias: casi tres millones de
personas no tienen acceso moderno a la energía. Esto agudiza la condición de
pobreza y riesgo de enfermedad, sobre todo, de las poblaciones aisladas
rurales, puesto que viven grandes carencias en cuanto a la calidad del agua, la
forma de cocción de alimentos, la falta de energía, la creciente contaminación,
degradación o desertificación de los suelos.
Qué diferente es saber de las mínimas condiciones de calidad de vida, el poder
enfrentar el frío o el calor; o saber del desarrollo sustentable de cualquier
actividad productiva, el poder leer de noche, tener cadena de frío para
preservar alimentos, vacunas o medicamentos o una bomba de agua para un
mejor aprovechamiento del vital recurso. Con el acceso sostenible a la energía
se logra obtener oportunidades que no se tenían antes y un gradual proceso de
construcción de capacidades y conocimientos que permitan al ciudadano o
ciudadana, a la familia rural, entre otros, crecer, desarrollarse y ganar calidad
de vida, dignidad y libertad. La falta de energía ahonda más la pobreza y cierra
la posibilidad de mejora para cualquier población. Esto favorece la migración
campo - ciudad. La energía es como cualquier otro bien económico. Necesita
de una administración decente, instituciones que funcionen y mercados
eficientes, para que los electrones puedan ser llevados del productor al
consumidor en bases sostenibles. Sin una fuente de energía confiable,
prácticamente cualquier aspecto de la vida es afectado de forma negativa. A fin
de cuentas, la energía es, en lo mínimo, la capacidad para realizar trabajos.

Si hoy existe un concepto de democracia, este tiene que ver con poder ejercer
derechos básicos, como el derecho a la salud, la alimentación, a la energía
limpia y el derecho a un ambiente sano, lo que permite superar una economía
precaria y de subsistencia; es decir, lograr la infraestructura mínima para lograr
desarrollo humano y producir excedentes. Como en Alemania, el rol del Estado
es crucial para elaborar una estrategia (Estrategia que puede concertarse con
la sociedad civil, la academia y la empresa privada, para involucrar a todos en
la retadora tarea) que permita cambiar la matriz energética y generar
oportunidades con una política energética que garantice los servicios básicos
de acceso y adecuado uso de la energía, en todos los usos, tanto para los
hogares como para fines productivos.

A esto le debemos sumar el contexto en el que vivimos. Una línea de base


crítica señala que en la vida diaria se encuentran evidencias a lo largo y ancho
del territorio de una controvertida situación ambiental, que agudiza la situación
de los 7,8 millones de peruanos y peruanas en condición de pobreza, indicador
basado en el nivel de ingreso. Son, entonces, precisamente los pobres, los más
afectados por la contaminación y falta de energía limpia, los ciudadanos que no
tienen un adecuado servicio público de electricidad, de agua y que acceden a
una forma de transporte ineficiente y caótica.

Hay un fuerte vínculo entre la contaminación y la energía: la basura que hoy


contamina puede ser una fuente de generación de energía y de abono
orgánico, pero arrojada en cualquier parte significa un daño serio a la salud. A
esto se suman los efectos del cambio climático, que es también una forma
mayor de contaminación creada por la actividad humana a nivel global, con el
abuso del uso de los recursos energéticos de origen fósil. Sostiene Klaus
Bosselmann.

Sin embargo, para la garantía de la seguridad energética, el Estado no debe


estar focalizados sobre cualquier tipo de energía para satisfacer sus políticas
de desarrollo, sino que deben estar amparados por la sostenibilidad del uso
adecuado de energías renovables no convencionales, pues la utilización de las
energías fósiles, tales como el petróleo, carbón, gas natural y gas licuado del
petróleo y todos sus derivados continuará contribuyendo con una mayor
contaminación ambiental, ampliando aún más las externalidades negativas del
calentamiento global.

El Perú enfrenta un gran desafío. Una sociedad que busca su desarrollo debe
manejar con sumo cuidado y prudencia los recursos naturales renovables y no
renovables a su alcance, así como el factor humano y los aspectos culturales y
sociales vinculados con el manejo de los recursos. Es necesario la
alfabetización ambiental y el planeamiento estratégico en la formulación de
políticas públicas para promover el crecimiento sustentable de las actividades
económicas. En el Perú falta articular políticas públicas sociales y económicas
a favor de un ambiente sano y un desarrollo sustentable. Dentro de esta
evaluación, los temas de educación, energía y el uso de tecnologías
renovables resultan esenciales por su importancia en la gestión del desarrollo.

El país enfrenta problemas de gobernabilidad, que guardan relación con las


grandes brechas sociales y la precaria presencia del Estado en el territorio
nacional, la deficiente capacidad de gestión, la corrupción y la falta de
institucionalidad. Estos factores limitan la posibilidad de brindar adecuados
servicios básicos y lograr una mejor respuesta frente a la lucha contra la
pobreza. El deterioro ambiental, las malas prácticas y la suma de pasivos
ambientales comprometen a la fecha el 3,9% del Producto Bruto Interno (PBI)
(Banco Mundial, 2007). Esto se resume principalmente en la contaminación del
agua de los pozos, ríos y mar, la contaminación del aire en exteriores e
interiores, la degradación de suelos, la deforestación, la desertificación, la
acumulación de residuos sólidos donde vive la gente.

A los aspectos ambientales netamente locales, se les suman los efectos del
cambio climático, los cuales se proyectan en 4% de pérdida del PBI a 2025.9
De allí la vulnerabilidad de nuestro país frente al cambio climático, que lo
coloca entre los países más expuestos en el mundo. Es un aspecto relevante
que no se puede ignorar. Los glaciares han retrocedido un 50%, afectando
nuestra disponibilidad de agua, sobre todo en la costa, donde vive casi el 70%
de peruanos. Asimismo, los modelos de escenarios climáticos indican que el
Fenómeno del Niño, que se presentaba en promedio cada cincuenta años,
ahora es más intenso y más frecuente. De otro lado, se ha percibido un
aumento en la recurrencia de sequías y heladas en cuencas de gran
importancia por ser proveedoras de alimentos del país.

En el Perú, de acuerdo con las cifras del Balance Nacional de Energía, se


liberan alrededor de 2.550 ton/hora de CO2 debido al consumo de energía de
combustibles fósiles. Es importante por ello reducir vulnerabilidades, como la
fuerte dependencia del petróleo, con una creciente dependencia de la
importación; pero ¿cómo reducir el consumo de petróleo por ser oneroso y
contaminante? Aquí es donde surge la imperiosa necesidad de contar con una
política pública en materia de energías limpias y eficiencia energética que
permita diversificar y cambiar la matriz energética desarrollando capacidades
propias, ganando competitividad y productividad, aprovechando el potencial
nacional existente de energías renovables, reduciendo la huella de carbono y
descentralizando la capacidad de generación con generación distribuida.
CONCLUSIONES

Para las empresas invertir en eficiencia energética significa una reducción de


costes de operación y mantenimiento, así como mejorar su productividad y su
valor añadido, favoreciendo además la creación de industrias locales,
destacan.

La transición energética no solo involucra la generación y consumo de energía


a partir de fuentes renovables, sino un uso inteligente y sostenible de dicha
energía que permita reducir cada vez más rápido la dependencia de los
combustibles fósiles en un mercado.
BIBLIOGRAFÍA

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 ENERGÍAS RENOVABLES EXPERIENCIA Y PERSPECTIVAS EN LA
RUTA DEL PERÚ HACIA LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA. (n.d.).
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