Tema 2 Historia Del Pensamiento Moderno y Contemporáneo

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TEMA 2: LOS ECOS DEL VIEJO PADECER O CRISTINE DE PIZAN Y SU

CIUDAD DE LAS DAMAS


Utopías como la de Thomas Moro o Campella lo que nos viene a poner encima de la
mesa es la posibilidad de cambiar el futuro, ya que el presente y el futuro está en
nuestras manos. La utopía de Christine de Pizan es la Ciudad de las Damas. Lo que
hace es darnos una crítica sobre el trato que se les da a las mujeres como género. Va
a ejercer una crítica entre hombres y mujeres, especialmente en la educación. En el
tiempo de su pensamiento utópico moderno, la fundamentación de esta crítica en la
educación es eminentemente moderna y transversal a la modernidad: confianza en
Razón y Educación.
Introducción
Entre el 13 de diciembre de 1404 y abril de 1405, Christine de Pizan escribió, en poco
más de cuatro meses, su obra más conocida: La Ciudad de las Damas. Una obra que,
construida simbólicamente en forma de ciudad, una ciudad para ser habitada
exclusivamente por mujeres, es una singular defensa teórica y política del sexo
femenino, además de una original reconstrucción de la historia de las mujeres y de las
genealogías femeninas. Rechazando abiertamente las reglas tradicionales de la
cultura en la que vivía, una cultura en la que los hombres eran los depositarios de la
palabra y prohibían que las mujeres hicieran uso público de ella, Christine decidió
hacer frente a las acusaciones, insultos y menosprecios vertidos contra las mujeres
durante tantos siglos. Con sólidos y lúcidos argumentos, denunció e hizo explícita la
misoginia presente en su época, y decidió tomar la palabra pública en defensa de su
sexo, dando un giro trascendental al debate histórico conocido como la Querella de las
Mujeres. Un debate complejo y de larga duración, que tuvo lugar en casi toda Europa,
sobre la interpretación y valoración de los sexos y sus relaciones sociales, y que
impregnó la literatura, la filosofía, la teología, el arte, y también el discurso científico y
moral. La Ciudad de las Damas, la respuesta más elaborada teórica y políticamente
escrita por Christine en defensa del sexo femenino, fue, como dice el título de esta
exposición, la obra clave de este debate y es, además, una de las más emblemáticas
del pensamiento femenino y del pensamiento occidental en los inicios de la
modernidad.
Como es sabido, se llama obra clave a aquella que inaugura una corriente de
pensamiento que es capital por su importancia en un campo del saber, de la creación,
de la política, o de cualquier otra actividad humana. Con esta obra se inauguró un
nuevo discurso de lo femenino, se introdujeron nuevos contenidos que marcaron la
tonalidad del debate y, sobre todo, con ella, Christine de Pizan creó una nueva
autoridad que extrajo de su propia experiencia, una experiencia femenina que
reconoce y valora como fuente de saber.
Historia de Christine de Pizan
Muchas de las reflexiones que hay en La Ciudad de las Damas y en otras obras de
Christine están relacionadas directamente con su historia personal. Su experiencia
vital supuso una fuente de inspiración y de influencia constante en sus escritos,
algunos de ellos de carácter autobiográfico.
Christine de Pizan, reconocida escritora en lengua francesa y mujer sabia, fue en
realidad de origen italiano. Nació en Venecia en 1364 y cuando tenía apenas tres años
de edad su familia se trasladó a París. Allí su padre, Thomas de Pizzano, fue
contratado como médico, astrólogo y consejero del rey Carlos V de Francia, cargos
que le reportaron un gran prestigio e influencia. desde pequeña, Christine de Pizan
frecuentaba la corte francesa, de ambiente humanista, lo que le permitió conocer de
cerca la vida en la corte y tener acceso a su ingente y prestigiosa biblioteca. Conocida
como “la hija del astrólogo”, recibió una esmerada y sólida educación que su padre
personalmente se encargó de dirigir y que, según indica la propia autora en La Ciudad
de las Damas, hubiera podido ser más amplia y profunda si no hubiera sido por la
oposición de su madre, que prefería que su hija se entretuviera en otras ocupaciones
habituales de las mujeres.
A la edad de quince años, Christine se casó con Etienne du Castel, un joven
intelectual, notario y secretario del rey, con el que tuvo una hija y dos hijos. Su
matrimonio fue feliz, como ella misma describió en una de sus obras. Sin embargo,
diez años después de casarse, cuando tenía unos veinticinco años, su vida cambió
radicalmente.
La muerte de su padre, en 1386, y unos años después la de su marido, en 1389, dejó
a Christine desamparada y en una situación económica precaria, y con la
responsabilidad de cuidar de su familia: su madre, su hija y sus dos hijos y una sobrina
que había quedado a su cargo.
A partir de estos momentos se inició una etapa en la vida de la autora que duró
aproximadamente una década, hasta 1400, llena de dificultades de todo tipo, en la que
tuvo que hacer frente a la adversidad y la hostilidad social. Estos años resultaron
cruciales para Christine, puesto que en ellos se forjó su vocación de escritora y tomó
conciencia de la subordinación y explotación a la que eran sometidas las mujeres en la
sociedad en que vivía. Las dificultades a las que como mujer, y además viuda, tuvo
que enfrentar se evidencian claramente en sus escritos.
Así, en La Ciudad de las Damas Christine relata, por ejemplo, las hazañas de heroicas
viudas, como el de ciertas damas de Francia “que al quedarse viudas tuvieron que
tomar solas las decisiones y administrar sus tierras con acierto y justicia”. Entre otras,
Christine nombra a Fredegunda, reina de Francia; Blanca de Castilla, madre de san
Luis, y Juana de borbón, viuda del rey Carlos V. También trata del caso emblemático
de Semíramis, piedra angular de la obra.
Con energía, coraje y decisión, Christine supo enfrentarse a las adversidades sociales
en esta difícil etapa, y ante la necesidad económica en la que se hallaba, buscó los
recursos y maneras para mantenerse ella y a su familia. Comenzó a escribir y trató de
encontrar mecenas que apoyaran sus obras, para lo que le resultó de gran valía su
conocimiento de la vida y de algunas personas de la corte. Obtuvo el favor de Iabeau
de Baviera, reina de Francia, casada con el rey Carlos VI, de la que había sido
camarera antes de convertirse en “femme de lettres”, y gozó del apoyo de aristócratas
y otros personajes importantes de la corte que le encargaron y compraron sus libros.
Es el caso de Le Livre des Faits et Bonnes Moeurs du roi Charles V le Sage, que
escribió, en 1404, por encargo del duque Felipe de borgoña, lo que le otorgó una gran
notoriedad, ya que fue la única persona de letras del reino, escritora o escritor, a quien
se le encargó una tarea semioficial.
Christine se convirtió así en la primera cronista de la Corte. Gracias a todo ello,
consiguió vivir de sus escritos, convirtiéndose también en la primera mujer escritora
profesional y en “la primera editora”. Como indica Maureen Quilligan, Christine llegó a
ser una escritora profesional bastante tiempo antes de que la profesión existiera.
Además de escribir, Christine trabajó como copista y participó en la producción de sus
manuscritos. Prolífica hasta su muerte, en 1430, a la edad de sesenta y seis años,
Christine fue autora de un gran número de obras. de sus treinta y nueve años de vida
profesional se conservan treinta y siete obras, llegando a producir hasta tres o cuatro
libros por año en sus momentos más fecundos. En su producción literaria cultivó tanto
la lírica como la prosa en distintos géneros literarios: la alegoría, la epístola, la
autobiografía. En cuanto a la temática de sus textos, suele abordar la defensa de las
mujeres dentro de dos líneas generales siempre presentes en casi todas sus obras: la
educación y el análisis político-social, además de discurrir de temas “nada propios de
su sexo” como la estrategia militar o el derecho.
Sobre la obra
La Ciudad de las Damas es una obra escrita simbólicamente en forma de ciudad,
ciudad que va construyéndose paralelamente, o a medida, que se construye el libro.
La obra está dividida en tres partes o libros y cada uno de ellos, a su vez, está
compuesto por distintos capítulos: 48 componen el primer libro, 69 el segundo y 19 el
tercero. En el capítulo inicial del primer libro se cuenta cómo surgió esta obra y con
qué propósito. El texto da comienzo presentando a la autora encerrada en su estudio y
rodeada de libros, tal como sería el retrato de una persona dedicada al trabajo
intelectual como sugiere Marie-Jose Lemarchan, en un estado de desazón y
abatimiento. Es una desazón que, ella misma relata, siente después de haber leído la
obra titulada Las Lamentaciones de Mateolo, obra que la propia Christine considera
como no muy buena literariamente y a la que no le reconoce ninguna autoridad. Este
poema, escrito por un clérigo, refleja muchos de los argumentos misóginos
tradicionales. En él se recoge un largo compendio de fuertes y agresivas diatribas en
contra de las mujeres y de los males que, por culpa de éstas, comporta el matrimonio
para los hombres. Christine, sintiéndose muy triste después de leer Las
Lamentaciones, comenzó a reflexionar en torno al por qué tantos hombres, de distinta
clase y condición, habían difamado a las mujeres.
Estando “profundamente inmersa en esos tristes pensamientos”, se le aparecen tres
damas que le dan consuelo y le ayudan a salir de su confusión y sus dudas. Se trata
de las tres Virtudes: razón, derechura y Justicia, que explican a Christine quiénes son,
por qué han venido y cuál es su misión. El diálogo de la autora con cada una de estas
tres figuras alegóricas, figuras que representan la autoridad femenina, conforman las
tres partes en que está dividido el libro. Razón, la primera que toma la palabra,
consuela a Christine alentándola a fiarse de su saber. Le recomienda que no dé
crédito a la opinión y testimonio de los autores, por muy doctos e ilustres que estos
puedan ser: “sea lo que fuere lo que hayas podido leer, dudo que lo hayas visto con
tus propios ojos”, le dice razón, “porque no son más que habladurías vergonzosas y
palpables mentiras”. Le comunica, además, que ha sido elegida para que, con la
ayuda de ellas tres, construya una ciudad. Una ciudad “inexpugnable” en la que las
mujeres se sientan protegidas y salvaguardadas de cualquier tipo de agresión.
Razón va facilitando a Christine los materiales con los que cimentar sólidamente la
ciudad y levantar a su alrededor “altas y fuertes murallas con anchas y hermosas
torres” que jamás ningún adversario pueda derribar. Estos materiales no son otros que
los testimonios de mujeres del pasado: mujeres de gran sentido político, Semíramis,
Tamiris, Pentesilea, Zenobia, Artemisa, entre otras; de templado juicio, Gaya Cirila,
dido, opis y Lavinia son las que cita; sabias y creativas, nombra a Cornificia, Proba,
Safo, Minerva, Nicostrata o Carmenta. Todas ellas son mujeres que conforman las
piedras donde se asienta la ciudad. La primera piedra queda colocada con la figura de
Semíramis, figura emblemática de La Ciudad de las Damas.

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