Doctrina Bautista
Doctrina Bautista
Doctrina Bautista
EN UN AÑO
Segunda Edición
Título en inglés:
BAPTIST DOCTRINE IN ONE YEAR
Based on Pendleton’s Church Manual
By M. L. Moser. Sr.
Second Printing, November, 1980
ISBN 0-86645-001-7
CHALLENGE PRESS
P.O. Box 5567
LITTLE ROCK, ARKANSAS 72215
U. S. A.
DEDICATORIA DE LA PRIMERA EDICION
Este libro está dedicado a los millones de mártires bautistas que a través de los siglos han
ofrendado sus vidas por la “fe una vez dada a los santos”. Que nosotros seamos tan leales como
ellos.
También es dedicado a los miembros de la Iglesia Bautista Central de Little Rock quienes con
toda lealtad me han sostenido como su pastor por más de un cuarto de siglo.
M. L. Moser, Sr.
Justo es reconocer el trabajo cariñoso de mi hijo y pastor asociado, el Sr. M. L. Moser, así como
de su fiel esposa la Sra. Edith, quienes con incansable esfuerzo hacen posible esta publicación. La
preparación del manuscrito, la lectura de pruebas y muchos detalles más han contribuido a la feliz
terminación de la obra.
Debido a la grande necesidad que hay en México y en todos los países de habla hispana de
buena literatura, la Iglesia Bautista Central de Little Rock, Arkansas de los Estados Unidos de
Norteamérica, ha publicado a través de los años varios folletos y también libros en español. La
edición de esta obra es la publicación más importante realizada hasta el presente.
Este libro ha probado ser una bendición positiva, tanto para la Iglesia Bautista Central de Little
Rock como para otras en los Estados Unidos de Norteamérica dondequiera que se ha utilizado. Es
nuestra oración que Dios lo use en la misma forma en México para bendición de muchas almas; que
el pueblo bautista y sus iglesias sean fortalecidos; y que otras personas al leerlo sean guiados por el
Espíritu Santo a entender la verdad acerca de los bautistas y se unan a sus iglesias consagrando y
dedicando sus vidas a la propagación del evangelio en México y en otros países de la América
Latina.
Vaya también una oración sincera del fondo del corazón para que Dios envíe una bendición muy
personal a cada lector de la presente obra.
Abril de 1962.
CONTENIDO
Lección Página
Dedicatoria .......................................................................................................................... 3
Prefacio................................................................................................................................ 7
Introducción ...................................................................................................................... 10
1. La Naturaleza de una iglesia ............................................................................................. 12
2. Requisitos morales para la membresía en la iglesia .......................................................... xx
3. Requisitos ceremoniales para la membresía en la iglesia.........................................................
4. ¿Cómo se constituye en la actualidad una iglesia?...................................................................
5. ¿Cómo se reciben miembros en una iglesia?............................................................................
6. ¿Cómo se termina la membresía en la iglesia?.........................................................................
7. Deberes y requisitos del pastor de una iglesia ..........................................................................
8. La autoridad de los pastores .....................................................................................................
9. Los diáconos de la iglesia.........................................................................................................
10. Los diáconos de la iglesia: sus deberes ....................................................................................
11. Otros oficiales de la iglesia ......................................................................................................
12. Doctrinas de la iglesia – Necesidad de artículos de fe .............................................................
Lo que creen los bautistas acerca de:
13. la Biblia ....................................................................................................................................
14. Dios Verdadero ........................................................................................................................
15. la caída del hombre...................................................................................................................
16. camino de la salvación .............................................................................................................
17. la justificación ..........................................................................................................................
18. la salvación libre.......................................................................................................................
19. la regeneración .........................................................................................................................
20. el arrepentimiento y la fe ..........................................................................................................
21. propósito de Dios y de la Gracia ..............................................................................................
22. la santificación..........................................................................................................................
23. la perseverancia de los santos ...................................................................................................
24. la armonía entre la ley y el evangelio .......................................................................................
25. una iglesia escritural .................................................................................................................
26. Bautismo y Cena del Señor ......................................................................................................
27. el domingo ................................................................................................................................
28. gobierno civil ............................................................................................................................
29. estado final para los rectos y para los malos ............................................................................
30. la vida venidera ........................................................................................................................
31. el pacto de una iglesia bautista .................................................................................................
El bautismo:
32. Primera parte ............................................................................................................................
33. Segunda parte ...........................................................................................................................
La Cena del Señor
34. Primera parte ............................................................................................................................
35. Segunda parte ...........................................................................................................................
36. El gobierno de una iglesia ........................................................................................................
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Por más de veinte años se ha probado tanto el plan como el bosquejo de la presente obra en la
Iglesia Bautista Central de la ciudad de Little Rock, Ark., de los Estados Unidos de Norteamérica.
Desde el año de 1920 sentí gran descontento con las revistas publicadas por la convención Bautista
del sur. Su mejor contenido me parecía como leche aguada, y lo peor, estaba mezclado con ideas
modernistas y del evangelio social. Por consiguiente debido al modernismo a la infidelidad de la
literatura de la Convención Bautista del sur; desde el otoño de 1931 la iglesia Central Bautista
decidió utilizar exclusivamente la Biblia como libro de texto. Este plan produjo resultados
satisfactorios en la Escuela dominical, no así en las clases de preparación de la Unión de Jóvenes.
Al consultar otras iglesias independientes acerca de este asunto nos dimos cuenta de que ninguna
había encontrado solución para tal necesidad. Nosotros pusimos en práctica un plan tras otro sin el
éxito apetecido. Finalmente, después de varios esfuerzos desalentadores decidimos suspender las
clases de preparación de la Unión de Jóvenes, y concretar el trabajo a cultos de predicación los
domingos por la noche. Viendo que perdíamos a nuestra juventud decidimos emplear otras formas y
establecimos nuevamente las clases de preparación de la Unión de Jóvenes. Nunca quisimos volver
a emplear los materiales antes mencionados.
Con mucha oración logramos integrar un nuevo plan para complementar el trabajo de la Escuela
Dominica. En ella estudiábamos la Biblia, libro por libro, así que decidimos estudiar en la Unión de
Jóvenes doctrina a fin de que el pueblo pudiera tener una preparación completa mediante el estudio
sistemático de la Biblia. Acordamos emplear como bosquejo el “Manual para la iglesia” de
Pendleton. En poco tiempo lo dividimos en 52 lecciones, y nos dispusimos a establecer de nuevo las
clases de preparación para la Unión de Jóvenes. El plan encontró eco en la congregación, pero su
crecimiento ere lento; el cambio fue radical, requirió tiempo para aclimatar el sistema, pero una vez
que echó raíces, creció el poder espiritual de la iglesia. El pueblo fue doctrinado, especialmente la
juventud y se notó luego el mejoramiento de toda la iglesia. Creo que no hubo algo que ayudara más
a desarrollar la columna vertebral del espíritu de la iglesia, que esta serie de estudios.
Al correr de los años hemos hecho algunas mejoras al plan pero su forma original como base de
estudio permanece intacta. Estamos seguros que puesto en práctica en otras iglesias también dará
resultados satisfactorios si se hace en espíritu de oración; no sólo retendrá a la juventud sino
fortalecerá todo el cuerpo de la iglesia. Sugerimos pues que toda iglesia bautista adopte este plan
para su trabajo.
Se ha impreso el bosquejo para todo un año, y cada miembro debe tener su ejemplar. Como
también se ha impreso el material del “Manual para la iglesia” de Pendleton sólo se requiere
además, la Biblia para usarse con cada lección. Este plan complementa el trabajo de la Escuela
Dominical con un curso completo de Teología Sistemática. Después de un año cada miembro de la
clase estará tan bien doctrinado como no se lograría con ningún otro método. El curso deberá
repetirse cada año empleando el mismo material. Los miembros nuevos de la clase recibirán cada
año el beneficio de los demás, y estos afirmaran mejor sus conocimientos de la Biblia. En corto
plazo cada miembro de la Unión de preparación juvenil podrá ofrecer “razón para la esperanza” que
hay en ellos.
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Al publicar este volumen van con él nuestras oraciones para que Dios bendiga el uso que se haga
de él, en “la fe encomendada de una vez por todas a los santos” para que sea realidad la vida de cada
miembro bautista.
Rvdo. M. L. Moser Padre, Pastor de la Iglesia Central Bautista de Little Rock Ark. E.E. U.U. de
N.A
INTRODUCCIÓN
Me es grato presentar este libro que contiene 52 lecciones de doctrina bautista, que constituye
decoro y programa a sus lectores. El curso completo de estudio como se halla en este manual
responde a la necesidad que siente de preparar los miembros de las iglesias bautistas independientes
a fin de que puedan efectuar mejor servicio; sin duda producirá buenos resultados en cualquier
iglesia que lo acoja con cariño.
El trabajo es único; se tomó como base el “Manual para la iglesia” de Pendleton, y se emplea
una porción cada semana hasta completarlo totalmente. El material fue enriquecido con anotaciones
propias del redactor, con sugestiones de temas para que el director de la clase, pueda encauzar las
discusiones y subtemas con preguntas que los miembros de la clase deben emplear.
El valor del libro se ha aumentado con le texto completo de la confesión Ortodoxa de fe
Bautista. Esa confesión se basa principalmente en el contenido del Manual de Pendleton, y fue
mejorado por el Dr. W. Lee que fuera Rector en 1935. No existe confesión bautista más apegada a la
fe y práctica bautista, histórica, que la Confesión Ortodoxa de Fe Bautista.
Esta trabajo también tiene valor para todo bautista que desde con verdad ser fiel en fe y práctica
a nuestra herencia bautista que está de acuerdo con el Nuevo Testamento por el acervo de citas de
autoridades bautistas reconocidas en materia de doctrina, decoro eclesiástico, independencia de la
iglesia, y obra misionera. Las citas son trozos selectos y deben ser mantenidos rica para todos los
bautistas.
El trabajo traspuso ya el lindero de la experimentación porque ha sido usado por la iglesia
Central Bautista de Little Rock Arkansas por muchos años. Constituye el medio para alcanzar un fin
muy codiciado, es decir: que la membresía de la iglesia esté plenamente doctrinada para poder
realizar la noble labor que nuestro Señor Jesucristo encomendó a las iglesias, hasta que El retorne.
Me es muy placentero recomendarlo a los pastores, y a las iglesias que sinceramente deseen un
trabajo constructivo.
Oración: Que Dios bendiga durante todo el año el estudio que hagamos de nuestras doctrinas.
refieren a la iglesia de Galacia, la iglesia de Macedonia, etc. En donde quiera que prevaleció el
cristianismo de la edad apostólica se hablaba de pluralidad de iglesias.
En respuesta a la pregunta de: ¿Qué es una iglesia? Es una congregación de discípulos de Cristo
bautizados, que le reconocen como su Cabeza, que aceptan el sacrificio expiatorio para su
justificación ante Dios, y une en la aceptación del evangelio, están de acuerdo en mantener sus
mandatos y obedecer sus preceptos; que se reúnen para adorar, y cooperar en el extendimiento del
reinado de Cristo en el mundo. Es una congregación de discípulos de Cristo bautizados, unidos por
la creencia en cuanto El dijo pactados para hacer cuanto El ordenó.
Oración: Que Dios sea una realidad Personal para cada quien.
REQUISITOS MORALES. He aquí algunos requisitos morales indispensables para ser miembro
de la iglesia: Arrepentimiento. Juan el Bautista, en su ministerio, que fue “principio del evangelio de
Jesucristo” predicó al pueblo diciendo: “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”; Luc.
3:3. Su bautismo, era de arrepentimiento. Cuando Juan fue encarcelado, “Jesús vino a Galilea
predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: ‘El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios
se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio”; Mr. 1:15. Cuando los apóstoles fueron
enviados “predicaban que los hombres se arrepintiesen”; Mr. 6:12. El Señor Jesús dijo después de su
resurrección: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones”; Luc. 24:46,47. El día de Pentecostés, Pedro dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38); y Pablo,
quien dio testimonio durante tres años en Efeso, predicó “arrepentimiento para con Dios, y la fe en
nuestro Señor Jesucristo” a la vez que en Atenas dijo: “ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que ser arrepientan”; Hch. 17:30. El Nuevo Testamento esta lleno de la doctrina del
arrepentimiento, que se parte del evangelio. La ley en cambio no la reconoce; su lenguaje es: hacer,
y vivir, nunca el arrepentimiento para ser perdonado. El arrepentimiento implica un cambio de
actitud mental en relación al pecado tan indispensable como lo es un aprecio adecuado de las
bendiciones del reino de Cristo. Por tanto el pecador que no se arrepiente, no puede entrar
constitucionalmente al reino. La iglesia de Cristo, es el lugar menos apropiado para cualquier
persona que no sepa arrepentirse.
LA FE. La fe es otro requisito moral para la membresía en la iglesia. En las Sagradas Escrituras
se reconoce importancia vital a la fe en Cristo como se deduce de los pasajes siguientes: “El que en
él cree no es condenado” (Jn. 3:18). “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna” (Jn. 3:36). “Pero éstas
se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis
vida en su nombre” (Jn. 20:31). “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mr. 16:16). “en él
es justificado todo aquel que cree” (Hch. 13:39). “a quien Dios puso como propiciación por medio
de la fe en su sangre,… a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”
(Rom. 3:25,26). “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo” (Rom. 5:1).
Los pasajes citados, y otros más muestran claramente que en la expansión del evangelio se
reconoce la fe en Cristo como principio fundamental. No por que la fe sea un simple ejercicio
meritorio. No lo es, ni lo puede ser. Su evidencia, está en que la fe es un deber, y un deber no puede
tener merito en su ejecución. Sin embargo, aun cuando la fe no tiene mérito, pone alma contacto
vivo con la sangre de la expiación, la que tiene mérito infinito: porque nos une con Cristo. Es para
recibir a Cristo, y con El todas las bendiciones del “nuevo pacto”. Jesucristo es el objeto de la fe. Fe
que salva, lo respeta, y se acoge a El.
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1. ¿Es necesario el arrepentimiento en todos los hombres, tanto judíos como gentiles?
2. ¿El arrepentimiento es externo, o es gracia interna?
3. ¿Qué importancia tiene el arrepentimiento en relación con la fe?
4. ¿Es posible arrepentirse sin fe, o tener fe sin arrepentimiento?
LECCIÓN 3
Oración: Que seamos cristianos más fieles y que aprendamos a amar el estudio de la palabra de
Dios.
Oración: Que Dios nos ayude en el establecimiento de nuestras familias y a formar a nuestros hijos
bajo la influencia espiritual de la iglesia.
Siempre que haya el propósito de formar una iglesia en interés del Reino de Dios, el
procedimiento es más o menos conforme a la fórmula siguiente: Se pide a los hermanos en al fe que
obtengan de las iglesias a las que pertenecen cartas de traslado e efecto de formar una nueva
congregación solicitando la autorización o auspicio de una iglesia. En las cartas debe indicarse el
propósito con el cual se solicitan. El día y a la hora designada para el efecto se reúnen los
interesados, y nombran un presidente y un secretario interino. La sesión debe iniciarse como los
ejercicios devocionales. En ocasiones se predica un sermón, principalmente cuando no hay planes de
algún culto de reconocimiento en el futuro inmediato. Son indispensables la lectura de la palabra de
Dios y las oraciones. Una vez hecho todo eso la lectura a las cartas de traslado y cada persona
interesada debe resolver por voto solemne considerarse miembro de esa iglesia independiente. Acto
continuo, adopta lo que se llama un pacto iglesia y también sus artículos de fe. Los artículos de fe.
Los artículos de fe de ningún modo sustituyen a la palabra de Dios; son solo expresiones del punto
de vista de los miembros que la constituyen en cuanto a lo sobresaliente en las enseñanzas de las
escrituras. Para que exista paz armonía doctrinal entre sus miembros, en cuanto a lo que la Biblia
enseña. Las diferencias de opinión acerca de cosas pequeñas, a veces ilustran la verdad la verdad de
la frase inspirada que dice: “Mirad cuán grande cosa calienta un fuego pequeño”. Muchas iglesias se
salvarían a tiempo si recordaran que dos o más Personas que sólo pueden andar juntos cuando
pueden ponerse de acuerdo. Es normal que la iglesia que constituye escoja un nombre, y designe a
sus dirigentes; aunque no es indispensable. A veces conviene por razones obvias dejar la elección de
oficiales para otra sesión.
1. ¿Una comunidad que no tiene iglesia bautista, puede ser buena para que en ella crezcan
nuestros hijos?
2. ¿En una iglesia bautista puede compensar el éxito económico la falta de espiritualidad?
3. ¿Qué debemos pensar antes de cambiar nuestra residencia a otra comunidad? ¿Cuál debe ser
la consideración suprema?
Oración: Que Dios nos ayude a aumentar la membresía para aumentar nuestra eficiencia por su
causa.
Hay 4 formas para recibir miembros en una iglesia: 1. Por bautismo; 2. Por carta de traslado de
otra iglesia hermana; 3. Por restauración, cuando la persona pide perdón y vuelve; y, 4. Por
testimonio.
1. La primera forma es aplicada a las personas que deseando unirse a la iglesia presentan un por
menor del encuentro de Dios con sus almas y la expresión de “la razón y esperanza que hay en
ellos”. La iglesia entonces lo discute, y si encuentra que son personas que “han pasado de muerte a
vida”, mediante votación son aceptados como candidatos para el bautismo; entendiéndose que una
vez bautizados son poseedores de todos los derechos y privilegios de un miembro. Hay que tener
mucho cuidado al recibir nuevos miembros; muchas iglesias fallan en esto porque no tienen la
precaución suficiente y reciben a personas que apenas dan ligera evidencia de piedad. El peligro
mayor resulta en tiempos de conmoción religiosa. El pastor debe asegurarse que quienes son
aceptados para el bautismo hayan sentido su culpa, se reconocen como pecadores incapaces,
condenados mediante la ley de Dios; y que bajo la conciencia de condición de perdidos, que hayan
confiado en Cristo para su salvación. Una vez efectuado el bautismo, por lo general en la primera
oportunidad de la celebración de la Cena del Señor, se acostumbra que la iglesia extienda la mano
de compañerismo a los recién bautizados en señal de haber sido admitidos plenamente en la
membresía de la iglesia. Al hacerlo, el pastor tiene la oportunidad de decir algo acerca de las
obligaciones de un cristiano profesante.
2. La segunda forma para admitir miembros nuevos en las iglesias es mediante la presentación
de una carta de traslado de alguna iglesia hermana. Siendo que las cartas son prueba satisfactoria de
su carácter cristiano capacitan al candidato para que de inmediato se le extienda la mano de
compañerismo como el caso anterior. Conviene aclarar que las iglesias hermanas son aquellas que
pertenecen a la misma fe y al orden. Así que ninguna iglesia bautista podrá recibir como pasaporte
de membresía una carta procedente de una iglesia paidobautista. No hay similitud en la fe, ni es del
mismo orden por lo que es inadmisible. Sucede a veces que personas bautizadas en lugares donde no
existe alguna, o que algunos, debido a la extinción de una iglesia de la cual fueron miembros no
pueden obtener su carta de traslado a fin de gozar de los privilegios de un miembro. En ese caso
basta con que la iglesia a la cual se hace la solicitud quede satisfecha de la dignidad del solicitante
para ser recibido, haciéndole un examen doctrinal.
3. La tercer forma, por restauración, ….
4. La cuarta forma, por testimonio, ….
MATERIAL ADICIONAL
I.- Introducción
2. Por carta.
1) La carta es solo la recomendación de una iglesia para otra
2) El creyente esta moralmente obligado a ser miembro de la iglesia donde reside; siempre y
cuando pueda encontrar en ella la fe y el orden requeridos. De no ser así es mejor
mantener su membresía con una buena iglesia aunque este en otra población
c. Sí por alguna razón la iglesia rehúsa dar la carta, la persona puede ser recibida por
declaración personal, después de investigar el asunto.
2) Todos los casos mencionados en el numero 1 requieren una investigación previa por
parte de la iglesia que ha de recibirlos como miembros.
IV.- Las iglesias hermanas no incluyen ninguno de estos grupos aunque utilicen el término bautista:
1) Bautistas primitivos o bautistas de “hueso colorado”, o cascarudo, conchudo.
2) Bautistas libres (de voluntad libre).
3) Bautistas generales.
4) Bautistas del séptimo día.
5) Bautistas pentecostales.
Ninguno de los anteriores son bautistas aunque tengan el nombre.
1. ¿Qué debe hacerse con las personas cuya declaración acerca de la salvación no es clara?
¿Pueden ser recibidos como miembros?
2. ¿Qué valor tiene el voto de la iglesia para recibir un nuevo miembro? ¿Qué clase de voto se
necesita? ¿Por qué debe ser unánime? ¿Qué efecto tendría un voto dividido?
3. ¿Qué otros métodos hay para recibir un nuevo miembro, además de los descritos en la
elección? ¿Qué es una “declaración”?
4. ¿Puede una iglesia recibir a alguien que ha sido expulsado de otra? ¿Cuáles son las
condiciones?
5. ¿Puede una iglesia bautista aceptar cartas de otra denominación? ¿Por qué no?
LECCIÓN 6
Oración: Oramos por la vida y la preservación de la iglesia. Hay tres modos en que termina la
membresía en una iglesia.
1. Por muerte. Los muertos no tienen cabida en ninguna congregación terrena de los santos.
2. Por exclusión. De acuerdo con las Escrituras, una iglesia, tiene derecho y está obligada a
excluir de la comunión cualquier miembro que profese doctrinas herejes, o cuya vida no está de
acuerdo con la del cristiano. (Cuando se trate el asunto de la disciplina, estos conceptos serán mejor
explicados). I Cor. 5; Tito 3:10; II Tes. 3:6; Mat. 18:15-18.
3. Por traslado. Se extenderá carta de traslado de cualquier miembro que lo solicite a través de
una iglesia siempre y cuando esté en buenas relaciones con la iglesia donde es miembro.
Generalmente se entiende por buenas relaciones cuando el miembro no ha sido procesado
disciplinariamente; por tanto tiene derecho a su carta de traslado. Si un miembro pide su carta a fin
de evadir la disciplina de la iglesia, no tiene derecho a ella. El caso será entonces investigado. Puede
hacerse la regla general siguiente: que se da la carta de traslado al miembro que la solicite por medio
de una iglesia si al hacerlo no se hace acreedor a la disciplina. El momento preciso en que el
solicitante queda separado depende de la nueva iglesia que recibe la carta. Algunas consideran que
es al entregar la carta. La mayoría de las iglesias consideran mejor la separación hasta el momento
en que el miembro es recibido en la jurisdicción de otra iglesia.
Algunas iglesias aceptan el sistema de separación llamado “ausentismo”. Esto se considera
menos doloroso que la exclusión, y se aplica por lo regular a miembros que voluntariamente se
ausentan por mucho tiempo de los trabajos de la iglesia, o se ha ido, ignorándose su paradero. El
sistema de “ausentismo” no es del todo necesario, aunque difiere de la exclusión sólo en la forma,
no en sus efectos. Eso quiere decir que tanto el excluido como el “ausentado” dejan de ser miembros
de la iglesia. Conviene afirmar que miembros que habitualmente están alejados de la casa de Dios
merecen la exclusión tanto como quienes desconociendo los privilegios que la iglesia les concede,
emigran a otros lugares sin solicitar su carta de traslado. Heb. 10:25.
1. ¿Cuándo y por qué deben revisarse las listas de los miembros periódicamente?
2. ¿Qué consecuencias produce a la iglesia una lista grande de miembros que no pueden ser
localizados?
1. Mencione Ud. tres razones para ¿??? el nombre de miembro de una iglesia.
2. ¿Qué razones hay para expulsar miembros de una iglesia?
3. ¿Qué son cartas de traslado?
4. ¿¿Las cartas de traslado se manejan de iglesia a iglesia??
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1. ¿A quién corresponde el derecho de quitar nombres de la lista de los miembros?, ¿el pastor?,
¿una comisión?, ¿la iglesia?
2. Cuando una persona solicita que su nombre sea borrado de la lista, ¿debe la iglesia tomar
alguna acción? ¿Es necesario pedir a la persona que exprese sus razones para tal solicitud?
3. ¿Cuándo entra en efecto la carta concedida por una iglesia?, ¿al entregarla?, ¿al depositarla
en otra iglesia hermana?
4. ¿Puede una iglesia bautista conceder carta para ingresar a una iglesia de otra denominación?
Si, no, ¿por qué?
LECCIÓN 7
No puede decirse que los oficiales son necesarios para la existencia de una iglesia; porque la
iglesia existe antes de que se elijan los oficiales. Después de su elección, si en la voluntad de Dios
renuncian o fallecen, afectará los intereses pero no el ser de una iglesia. Bien ha dicho un escritor
que aunque los oficiales no son necesarios para el ser de una iglesia, si lo son para su “bienestar”. La
iglesia no puede prosperar si no obedece la ley de la “Cabeza” en cuanto al nombramiento de
oficiales. El Nuevo Testamento indica que los pastores y los diáconos son los oficiales permanentes
de las iglesias cristianas. I Tim. 3. Pablo al referirse a los dones concedidos por Cristo en la
ascensión, dice: “Y él mismo dio unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros,
evangelistas; y otros, pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio,
para edificación del cuerpo de Cristo”. Efesios 4:11,12. Los apóstoles, los profetas, y los
evangelistas, llenaron una misión temporal, y extraordinaria. Esos puestos ya no existen
actualmente. Los pastores y los maestros, constituyen la oficialidad espiritual permanente de una
iglesia; y el diácono tiene tareas especiales en relación a intereses seculares de las mismas. Los
oficiales, en orden son: a) Pastores. Cáps. 7 y 8. b) Diaconos. Cáps. 9 y 10.
I. EL PASTOR: Este término fue aplicado a los ministros encargados de iglesias por la
analogía que existe con el pastorcillo, cuidador de ganado. El pastorcillo tiene la responsabilidad del
rebaño, y ha de proveer para todas sus necesidades. Deb e cuidar de las ovejas y de los corderos. El
Señor Jesús, “el Gran Pastor de las ovejas”, el más grande los Pastores dice a todos los pastores sus
colaboradores lo que dio a Pedro: “Apacienta mis corderos”, “Apacienta mis ovejas”. Conviene
hacer resaltar que esas recomendaciones no fueron dichas a Pedro, sino hasta que respondiera
afirmativamente tres veces a otra pregunta. “¿Me amas?” como si quisiera decir: “De tal manera
amo a mi rebaño espiritual que no podría confiar mis ovejas y mis corderos a cualquiera que no me
amara”. Por tanto en cualquier lugar y tiempo debe ser considerado el amor de Cristo como el
requisito supremo del pastor. Cualquier otra calificación resulta vana, si no hay esta. No se
desconoce el valor del talento, y de la educación, mas deben ser controlados por la piedad, y
santificados con el amor. Dos cosas que deben hacerse resaltar en cuanto a la tarea personal.
1. El trabajo de los pastores. Pablo dice: “Si alguno apetece obispado, buen obra desea”.
Ciertamente es un buen trabajo, importante, es el mejor que existe, pero al fin es trabajo. No
debemos aceptar la connotación que el término tiene en la actualidad. En tiempos apostólicos los
obispos no estaban encargados de iglesias, distritos, provincias o reinos. El obispo era pastor de una
iglesia, y nótese que en el Nuevo Testamento en lugar de sugerir la idea de un pastor encargado de
varias iglesias, se refiere a varios obispos en una sola iglesia. (Hechos 20:28; Fil. 1:1). En el primer
pasaje, los ancianos de la iglesia de Efeso son llamados vigilantes y la palabra traducida es igual a la
que se emplea para obispo en Fil. 1:1; I Timoteo 3:2; Tito 1:7; I Pedro 2:25. Por consiguiente se
deduce que pastor, obispo y anciano, son tres términos usados para el mismo oficio. Este punto de
vista se confirma en la referencia de I Pedro 5:1-2 en la que se exhorta a los ancianos alimentar al
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rebaño, es decir siguiendo la tarea del pastor, ósea también la parte del obispo o vigilante el término
que se ha traducido como vigilante pertenece a la misma familia de obispo en los pasajes citados.
Eso aclara que la tarea del pastor es vigilar la vida espiritual de la iglesia a la cual sirve, al igual
como un pastor de ovejas tiene que cuidar da la débil, y la enferma, tanto como de la vigorosa.
Puede dar alimento “sólido” a algunas, mientras que otras apenas pueden dirigir la “leche”. Debe
usar santa discreción estudiando para “presentarse a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. II Tim. 2:15. Mucho depende de usar
correctamente la palabra de verdad, para lo cual se ha menester estudiar en oración, y ser lleno del
espíritu del Maestro. La responsabilidad del pastor es también administrar las ordenanzas, además
de predicar la palabra. No es la intención de esta obra ampliar más el asunto por lo que se deja para
mejor ocasión mencionar aspectos relacionados con la fidelidad del pastor. Es suficiente mencionar
dos cosas: la iglesia que el pastor debe cuidar, “ha sido comprada con la preciosa sangre de
Jesucristo”; y cuando venga “el Gran Pastor de las ovejas”, el pastor fiel “recibirá la corona
incorruptible, la cual nunca se acaba”. I Ped. 5:4. No hay mejores móviles para la diligencia y
fidelidad con que el pastor ejerza poder inextinguible.
La autoridad de los pastores. Es fácil abusar de las cosas que son de la tierra; cuando el gobierno
de la iglesia concede a todos sus miembros igualdad de participación en sus negocios, a menudo se
descuida el respeto, consideración que debe existir para sus pastores. En algunos pasajes de la
Escritura se les reconoce la importancia debida. “Os rogamos hermanos que reconozcáis a los que
trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; i que los tengáis en mucha
estima, y amor por causa de su obra”. I Tes. 5:12,13. “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos
por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar”. I Tim. 5.17.
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios”. “Obedeced a vuestros pastores,
y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta”.
Heb.13:7. En los pasajes citados se reconoce en los pastores una autoridad que no es conferida a
ningún otro miembro de la iglesia. Debe tenérseles en alta estima por su trabajo; deben ser
reconocidos por la tarea gloriosa a la que se hallan entregados, cualesquiera que sean sus méritos
personales. Por su trabajo merecen doble mérito. La razón es que, los pastores son escogidos por las
mismas iglesias a las que presiden. Al hacerlo éstos, ejercen su voluntad, y el amor con que lo eligen
como pastor, debe ser suficiente para que se le reconozca respeto reverente en cuanto al
cumplimiento de sus deberes. Las palabras regla, obediencia y sujeción que se hallan en los pasajes
citados, tienen razón de ser. La regla tiene sus excepciones, lo mismo la obediencia y la sujeción. El
pastor tiene que gobernar de acuerdo con la ley de Cristo. No existe otra ley que sea legítima y
obligatoria; cuando se gobierna de acuerdo y en obediencia a la voluntad de Jesucristo, la obediencia
y la sujeción por parte de los miembros es un deber imperativo. Dice Andrés Fuller que: cuando
enseñan la verdad divina y cuando aplican los mandatos divinos, los siervos de Dios en todos los
tiempos han sido investidos con autoridad divina. Podría agregarse que es la única forma en que
puede el hombre ser investido de la autoridad divina.
Eruditos connotados opinan que dos pasajes de los citados deberían traducirse de la siguiente
manera: “reconoced a vuestros líderes”, etc. “Obedeced a vuestros líderes”, etc. Admitiendo lo
correcto de la traducción, cosa que no puede negarse, la esencia de la idea en nada difiere. Los
pastores al guiar a su rebaño en cierto sentido los gobiernan, y esa debe ser la única forma en que lo
hagan. Aunque el ejercicio adecuado de la autoridad pastoral es necesario para el bienestar espiritual
de una iglesia, los pastores deben cuidarse de no utilizar un poder que no es de su pertenencia.
Deben recordar las palabras de Pedro: “y no como teniendo señorío sobre las heredades del Señor,
sino siendo ejemplo de la grey”. En el ejercicio de la autoridad pastoral no debe haber nada de
señorío sacerdotal o de despotismo clerical; la influencia de los pastores debe brotar del hecho
irrefutable de que ellos están fielmente obedeciendo la voluntad de Jesucristo, el Gran Pastor de las
ovejas y por tanto sentando un ejemplo digno de imitarse. Sólo una consagración sin reservas a la
obra del Señor da origen a la verdadera influencia del pastor. Por motivo que se aumenta la
influencia de un pastor. Por motivo de que se aumenta la influencia de un pastor juicioso y prudente,
con el tiempo su relación pastoral debe conservarse lo más permanente posible. Ninguna cosa leve
debe ser causa de disolución. No renuncia hay mucho que decir para condenar la práctica de algunas
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iglesias de escoger anualmente a sus pastores; baste sentar que daña mucho tanto al pastor como a la
iglesia. Los pastores deberían ser nombrados por tiempo indefinido. Si bajo su dirección y ayuda del
trabajo del Señor prospera, bueno; si después de esfuerzo suficiente se halla que no tiene el éxito
deseado, debe renunciar.
1. ¿En qué forma puede cada miembro contribuir para el trabajo del pastor?
2. Muchos pastores en pocos años sufren fuerte decaimiento nervioso. ¿Cómo pueden los
miembros evitar tal cosa?
Oración: Pidamos a Dios que dirija a los diáconos para que sepan usar sabiamente la oportunidad de
su oficio.
II. LOS DIACONOS. El puesto de diácono se origina por el estado de cosas narrado en el
capitulo 6 de el libro de los Hechos de los Apóstoles. Dice que: “En aquellos días, como creciera el
número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de las viudas de
aquellos eran desatendidas en la distribución diaria”. Los “griegos”eran tan judíos como los hebreos,
pero hablaban la lengua griega, y probablemente no eran nacidos en Palestina. Los miembros de la
iglesia en Jerusalén “tenían todas las cosas en común”. Y la distribución se hacia de un almacén
común “según la necesidad de cada uno”. Parece que esto se hacia abajo la vigilancia primero de los
apóstoles; y se ve que debido al crecimiento rápido de la iglesia no era posible hacerse la
distribución con imparcialidad. Los apóstoles se dieron cuenta de que si hacían que su principal
tarea fuera “servir a las mesas”, aquello afectaría sensiblemente su trabajo en el aspecto espiritual, y
dijeron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues,
hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el
ministerio de la palabra”. Fue así como se creo el oficio del diácono, reconociendo el hecho de que
los deberes primordiales del pastor son de carácter espiritual; y que por tanto no deben ser
sobrecargados con los intereses seculares de las iglesias. Se ha expresado la opinión de que el
diaconado fue establecido con carácter transitorio. El razonamiento sigue que debido a que la
propiedad en Jerusalén se había hecho del orden común era necesario nombraban quienes
administraban, supervisaran y distribuyeran lo existente. Se infiere entonces que cuando la
propiedad de los miembros de la iglesia, ya no fuere cosa de almacenaje común, virtualmente se
acabaría el oficio del diácono. Tal razonamiento es más plausible que conclusivo. La primera prueba
es que a ningún miembro de la iglesia además de la Jerusalén se le requería poner su propiedad con
carácter comunal. Eso era cosa voluntaria. Y tampoco se sabe en alguna otra parte del Nuevo
Testamento que alguna iglesia además de la Jerusalén tuviera las cosas en común. No es de dudarse
que la iglesia considerara un arreglo de carácter temporal más prudente que un principio
permanente. El capitulo 11 de los Hechos, Vr. 29, revela que la iglesia de Antioquía no siguió el
ejemplo de la iglesia de Jerusalén. “Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea”. Esa determinación individual
muestra que la propiedad de aquella iglesia no era una “posesión común”. Y la instrucción que
Pablo da a la iglesia de Corinto en I Cor. 16:2, indica que no se había adoptado allí la política de
Jerusalén. El mismo apóstol en su carta a los Filipenses, y en las escritas a Timoteo, se refiere a los
diáconos. Por tanto existía el reconocimiento del diaconado en circunstancias donde sabemos no
había reglamento de propiedad en común. Más aún inferencia irresistible de la primera epístola de
Pablo a Timoteo, es que el oficio del diácono es tan permanente como el del pastor. Nadie duda que
el puesto del pastor ha de ser perpetuado hasta la consumación del tiempo. La conclusión es pues
que en las iglesias de Cristo el diaconado es de carácter permanente y que el pastorado y el
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diaconado constituyen los únicos cargos permanentes de los oficiales de la iglesia según las
Escrituras.
La expresión de “varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” aplicada
a los primeros diáconos, indica que eran hombres de reputación intachable, de piedad ardorosa y de
buen sentido común. Son esas las cualidades que deben buscarse al hacer el nombramiento para que
el puesto del diacono. La expresión “llenos del Espíritu Santo” es descripción admirable de la
piedad elevada y ferviente, por tanto en la selección de los diáconos debe ser considerada su
espiritualidad, y no tan solo su capacidad para lo secular. Sus deberes seculares deben desarrollarse
dentro de una atmósfera espiritual; hecho así, “consiguen para si un buen grado, y adquieren arrojo
para su fe”. Los diáconos de la iglesia al visitar al piadoso pobre para llevar la caridad de la iglesia,
no deben asumir actitud formal sino interesarse junto con las necesidades materiales de las personas,
en las necesidades espirituales. Hallarán a menudo tal existencia de fe, paciencia, gratitud, y
resignación que pagara con creces su trabajo de amor. Siempre que las circunstancias lo ameriten,
notificaran al pastor de los casos que requieren atención especial de su parte, constituyéndose así
como eslabones de contacto entre el pastor, y a los miembros necesitados de su iglesia.
1. ¿De acuerdo con la Escritura, cuántos diáconos puede tener una iglesia?
2. ¿Puede ser diácono un divorciado?
3. ¿Cómo pueden ayudar los diáconos al pastor?
4. Cuando un diácono traslada a otra iglesia su membresía, ¿se convierte automáticamente en
diácono de la nueva iglesia?
5. ¿Qué puede hacer la iglesia cuando un diácono deja de cumplir con sus deberes como tal?
6. ¿Pueden los diáconos establecer la política de una iglesia? ¿Pueden elegir al pastor? Si, no,
¿por qué?
LECCIÓN 10
Oración: Oramos por las finanzas de la iglesia; que de tal modo ponga Dios en los corazones y
mentes del pueblo la disposición no tan sólo de diezmar sino de ofrendar para Él.
En la misma forma en que se dice que los diáconos fueron primero escogidos para “servir a las
mesas”, puede decirse ahora que hay tres mesas a las que deben ministrar: 1. La mesa de los pobres.
2. La mesa del Señor. 3. La mesa del pastor. La iglesia tienen que proveer los medios pecuniarios
para atender estas mesas. Es buena la costumbre, y digna de imitarse universalmente, recoger una
ofrenda para los pobres cuando se celebra la Cena del Señor. Conviene al terminar un servicio tan
solemne, pensar en los piadosos pobres que por enfermedad u otro impedimento no pudieron
participar de la fiesta sagrada.
La Mesa del Señor requiere algún gasto, y este deber ser provisto a través de los diáconos;
también aunque no es indispensable, ellos pueden ayudar a servir los elementos a la membresía.
Los diáconos deben proveer para la mesa del pastor. No son ellos quienes deciden la cuantía o la
escasez con que se haga. La iglesia es la que decide, y cada vez deben tenerse mayores
consideraciones puesto que a menudo las energías de cientos de pastores son perjudicadas por
sostenimiento inadecuado. Una vez que la iglesia ha acordado la cantidad, es deber de los diáconos
reunirla y pagarla puntualmente. Pueden nombrar entre ellos alguno que actúe como tesorero, para
recibir y pagar los fondos; pero nunca debe olvidarse que por virtud de su oficio los diáconos son los
tesoreros de la iglesia. La Escritura no autoriza el nombramiento de alguna otra persona como
tesorera.
Puesto que toda transacción pecuniaria es hecha por medio de los diáconos, al terminar al año,
estos deben presentar a la iglesia un informe detallado de el dinero recibido durante el año y la
forma en que se gastó, etc. Eso ayudará a mantener las cosas rectas y a la vista, y mucho tienen que
ver con la influencia y la eficiencia de la iglesia.
Los diáconos deben ser nombrados por tiempo indefinido, y son separados para su oficio por
medio de la oración y de la imposición de manos. Es de sentirse que haya muchas iglesias que
toman esto con ligereza. Conceden poca importancia al diaconado, y se les toma más bien como
secretario de cargo de secretario o cargo de síndico. Algunas iglesias, con pena se reconoce,
nombran anualmente a sus diáconos, y de una se decía que “casi todo miembro varón de la totalidad
había tenido oportunidad en alguna vez de ser diácono”. Tal cosa casi puede tomarse como deshonra
del diaconado. Quienes sostienen tal punto de vista y lo llevan a cabo se oponen obstinadamente a la
ordenación de diáconos. No ven la necesidad de una ordenación para determinado oficio a quienes
se les reconoce tan poca importancia al ser escogidos. Convienen nombrar a los diáconos por tiempo
indefinido y ordenarlos solemnemente de acuerdo con el ejemplo que hay en Hechos 6:6 que dice:
“a los cuales presentaron ante los apóstoles (pastores), quienes, orando, les impusieron las manos”.
La oración es apropiada para toda ocasión, y la imposición de las manos es símbolo para la
designación de un oficio. Hay quienes objetan la imposición de manos porque dicen que en los
tiempos apostólicos era una ceremonia para conferir el Espíritu Santo. Hechos 8:17 es una evidencia
de que algunas veces el Espíritu era dado por medio de la imposición de las manos; pero los
primeros diáconos fueron escogidos porque ya estaban “llenos del Espíritu Santo”. Por tanto para
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ellos la imposición de manos no era para conferirles el Espíritu Santo sino para designarlos al oficio.
En la actualidad tal es el objeto de la ceremonia y nadie habrá de suponer que sea para la concesión
de dones extraordinarios. En algunos lugares se acostumbra orar al mismo tiempo que se imponen
las manos; aunque eso no es de acuerdo con el ejemplo dado en la Escritura. Siempre que se habla
de imposición de manos y de oración como en Hechos 6:6 y 13:3 se evidencia que primero se hizo
la oración y después fue la imposición de manos a fin de tener expresión visual del reconocimiento
de la designación para el oficio, cosa que no habría sido propia durante la oración. Es de desearse
que todas las iglesias adopten la práctica de ordenar a los diáconos por medio de la oración y de la
imposición de manos. La posición del oficio de diácono se fortalece al acompañarla de los servicios
de culto apropiados.
1. ¿Cuánto podría hacer una iglesia si cada miembro diezmara y además diera ofrendas de amor
al Señor? Eso resultaría en doblar y más que eso las finanzas, para mejorar la obra del Señor.
2. ¿Qué acontece si no diezmamos? Resulta más costoso robar a Dios su diezmo que diezmar.
1. Defina Ud. y discuta las tres mesas de las que son responsables los diáconos.
2. La mesa del Pastor.
3. La Mesa del Señor.
4. La mesa de los pobres.
5. Los diáconos y las finanzas.
6. Los diáconos y la ordenación; forma y duración del culto.
Oración: Oramos porque todos los líderes de la iglesia se rindan sin reservas al Señor; para que
desempeñen plenamente los deberes para los que la iglesia les nombró.
De acuerdo con la Escritura, los pastores y los diáconos son los únicos oficiales de carácter
permanente en la iglesia, pero es prudente nombrar un secretario, y en algunas partes de acuerdo con
las leyes se necesita tener un cuerpo de síndicos, junta directiva o personería jurídica. Es
responsabilidad del secretario de una iglesia conservar el registro de todos los trabajos y acuerdos de
ella. A efecto de mantener correctos y con propiedad las actas, en cada sesión de negocios debe ser
leída la de la reunión anterior para corregirse (si es necesario), y aprobarse por la iglesia. Los
síndicos por lo general son los guardianes legales de la propiedad, y son electos por la iglesia. Para
efectos de la ley y por participación civil se requiere que la propiedad esté en manos de personas
físicas. Por tanto el modo de escoger y nombrar tales oficiales varía de estado a estado conforme a
las leyes estatales. Si la ley del estado permite que la iglesia nombre a todos, así se hará. Si se
permite a la congregación participar en la elección lo más probable es que la congregación elija
determinado número o en otros casos un representante legal y la propiedad debe estar a nombre de la
iglesia. Como ya se ha dicho depende de la ley del estado. Lo más común y que parece ser más
satisfactorio es que la iglesia escoge y elige a todos de entre su membresía.
La incumbencia de los directores o junta directiva es bastante restringida. Ellos también como
miembros tienen que ver con los asuntos espirituales de la iglesia. No pueden controlar la casa de
adoración, diciendo como ha de usarse o quien debe o no puede predicar en ella. Ese es asunto de la
iglesia. Como miembros que son de la iglesia, los síndicos juntamente con toda la iglesia deciden lo
que se hará con la propiedad de un iglesia, sea para derribarla, venderla o construir, etc., pero no por
ser representantes ante la ley tienen autonomía. Cuando la iglesia lo ordene, podrán adquirir título de
propiedad, poner y responder querellas judiciales, etc.
Se dice que hay iglesias donde los síndicos fijan el salario de los pastores; y de tiempo en tiempo
aumentan o disminuyen la cantidad según lo deciden; que son ellos quienes emplean al director y los
miembros del coro, compran órganos, etc. No es posible aprobar tal cosa. Nada tienen ellos que ver
con tales cosas. El gobierno de la iglesia reside en los miembros. Ellos tienen que decidir acerca del
salario del pastor, la música coral, los instrumentos, etc. Nada debe permitirse que interfiera con la
independencia de la iglesia. La iglesia puede considerar el asunto y decidir si necesita que los
directores sean otras personas diferentes a los diáconos. ¿No sería mejor considerar que los síndicos
sean a la vez diáconos? Yo me inclino por la afirmativa. Los síndicos desempeñan algunas tareas
seculares de la iglesia, y todas ellas deben estar bajo la responsabilidad de la iglesia. Pudiera se
necesario. Podría resultar que en muchas iglesias se mejorar el nivel del diaconado, porque se
requeriría escoger a los hombres de negocios más competentes para ser síndicos. Ellos serían
también los mejores para ser diáconos. Pero el mejor argumento para tal arreglo es que se apega a
las escrituras puesto que no hay en ellas autoridad específica en cuanto a los síndicos como oficiales
de la iglesia.
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1. Mencione Ud., los líderes de la iglesia que son electos pero no ordenados.
2. Discuta Ud., los deberes del secretario de la iglesia.
3. Discuta Ud., los deberes del tesorero.
4. Discuta Ud., la razón y los deberes de los síndicos.
1. ¿Cuántos líderes puede tener una iglesia? ¿Puede haber más en algunas iglesias que en otras?
¿Por qué?
2. ¿Por cuánto tiempo deben ser electos los pastores, diáconos, u otros oficiales?
3. ¿Qué razón hay para un llamado por tiempo indefinido al pastor?
4. ¿Por qué ha de ser indefinido el nombramiento de un diácono?
5. ¿Por qué el nombramiento anual de los demás oficiales?
6. ¿Cómo debe una iglesia elegir sus oficiales? ¿Por proposición casual, por recomendación de
un comité, y elección de la iglesia? ¿Por nombramiento del pastor?, ¿de los diáconos?
7. ¿Qué ventajas hay en que primero un comité haga la recomendación dejando la elección a la
iglesia después?
LECCIÓN 12
DOCTRINAS DE LA IGLESIA
NECESIDAD DE LOS ARTICULOS DE FE
Oración: Que los miembros de la iglesia puedan fortalecer su fe y que se identifiquen plenamente
con las grandes doctrinas de la Biblia.
1. Sólo el cristiano que conoce su Biblia puede desafiar los dardos del diablo. II Tim. 2:15.
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2. El conocimiento de la Biblia es necesario para la fortaleza del cristiano, como los huesos
para la fortaleza del cuerpo humano.
3. ¿En qué forma ayuda a fortalecer los huesos de nuestra vida cristiana la Unión de
preparación doctrinal?
1. La Iglesia y la Biblia.
2. Necesidad de definir nuestra creencia por causa de tantas doctrinas que entran en conflicto.
3. ¿Qué se entiende por Artículos de Fe?
4. El peligro de los artículos de fe.
5. Peligro de no tener artículos de fe.
En el apéndice del libro se encuentra el material de estudio para las siguientes lecciones. El
asunto se refiere a los Artículos de Fe de la Iglesia Bautista. Casi todas las iglesias bautistas usan la
Confesión de fe de New Hampshire o la Confesión de Fe Bautista Ortodoxa por lo que ambas han
sido incluidas en el apéndice.
LECCIÓN 13
Oración: Que al estudiar las grandes verdades de la Biblia seamos mejores cristianos y bautistas
más fuertes.
Declaración de Fe
Artículo I. LAS ESCRITURAS
Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados, y que es tesoro
perfecto de instrucción celestial;1 que tiene a Dios por autor, por objeto la salvación,2 y por
contenido la verdad sin mezcla alguna de error, 3 que revela los principios según los cuales Dios nos
juzgará;4 siendo por lo mismo, y habiendo de serlo hasta la consumación de los siglos, centro
verdadero de la unión cristiana,5 y norma suprema a la cual debe sujetarse todo juicio que se forme
de la conducta, las creencias y las opiniones humanas. 6
Confesión de Fe
Artículo 4. LA SANTA BIBLIA
Creemos que la Santa Biblia es un libro sobrenatural; que es la Palabra de Dios; que es la
revelación completa, final y plena de la voluntad de Dios para el hombre. Que tiene por autor a
Dios, el Espíritu Santo; su fin es la salvación, y la verdad original su base, sin mezclar error alguno
36
en su forma. Que fue escrita por hombres santos de la antigüedad bajo la dirección y dictado
inmediato del Espíritu Santo. Que está inspirada verbalmente y es un tesoro perfecto para la
instrucción religiosa; que revela los principios por medio de los cuales Dios habrá de juzgarnos y
por consiguiente es el verdadero centro de la unidad cristiana, así como la norma suprema por la
cual son probados la conducta humana, los credos y las opiniones.
Sal. 119:89; II Tim. 3:16-17; Apo. 22:18-19; Juan 17:17; Juan 3:32-34; II Pedro 1:20-21; I Pedro
1:10-12; Sof. 1:1; Sal. 19:7-11; Exodo 20:3-17; Sal. 1:2 y Juan 12:48.
Declaración de Fe
Artículo II. EL DIOS VERDADERO
Creemos que hay un solo Dios viviente y verdadero, infinito, Espíritu inteligente, cuyo nombre
es Jehová, Hacedor y Gobernante Supremo del cielo y de la tierra,1 indeciblemente glorioso en
santidad;2 merecedor de toda la honra, confianza y amor posible, 3 que en la unidad de la divinidad
existen tres personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, 4 iguales estos en perfección divina,5
desempeñan oficios distintos, pero que armonizan en la grande obra de la redención.
Confesión de Fe
Artículo 1. DIOS
Creemos que hay un solo Dios Vivo y Verdadero; Absoluto en naturaleza, perfecto en atributos,
santo en carácter, hacedor y supremo gobernante del cielo y de la tierra. Que es infinito en sabiduría,
maravilloso en poder y sorprendente en amor; que es santo, justo y verdadero, digno de toda
confianza y amor; que une en sí lo infinito, lo eterno, y el Todopoderoso Dios trino: Dios Padre,
Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. Que las tres personas de la trinidad de Dios subsisten en la misma
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naturaleza divina, esencia y ser; y que son coexistentes e iguales juntamente en todo atributo divino,
cada uno desempeñando oficios distintos y armónicos en al gran obra de redención.
Gen. 1:1; Deum. 4:39; Marcos 12:29; Gen. 17:1; Mat. 5:48; Isa. 6:3; I Cro. 29:11-12; Salmos
19:9; Mateo 28:19; I Pedro 1:2-3; I Juan 5:7; Exodo 3:14, Gen. 1:26 y Tito 3:3-7.
Mat. 28:19; Gén. 17:1; Mat. 19:26; Sal. 19:9; Isa. 6:3 ; Sal. 100:5 ; Prov. 15:3; Sal. 139:1-6; Sal.
139:13-14; Sal. 103:13; Mat. 6:25-30; Mat. 10:29-31 y Mat. 7:11.
Mat. 28:19; Juan 1:1-3,14; Isa. 9:6; Mat. 28:18; Tito 3:5-6: Juan 8:15,16; II Cor. 5:21; Heb.
13:8; fil. 2:6; Juan 2:24; Mat. 28:20; Lucas 1:35 y 2:7-14; I Tim. 2:5-6; Lucas 19:10 y Juan 3:16.
3. DIOS EL ESPÍRITU SANTO. Creemos que Dios el Espíritu Santo es la tercera persona de
la Santísima Trinidad, que es Todopoderoso, misericordioso y justo; que es santo, recto y verdadero.
Que existe eternamente, glorioso en naturaleza, poseedor de atributos de omnipotencia,
omnisciencia y omnipresencia. Que El reprime al mundo, la carne y al diablo; que testifica la
verdad, da convicción al perdido, enaltece a Cristo, y da testimonio de los juicios correctos de Dios.
Que El en armonía con su oficio divino, conforta, enseña, atestigua, predica, guía, regenera,
comisiona, santifica, y unge fortaleciendo la obra de salvar al perdido y supervisar la vida del que ya
es salvo.
Juan 14:16-17,26; Juan 15:26; Juan 16:7-13; Heb. 9:14; I Pedro 4:14; Isa. 40:12-15; I Cor. 2:10-
12; Salmo 139:7-12; II Tes. 2:6-7; Juan 3:6,6; Efe. 1:13-14; Hech. 1:8; I Ped. 1:2; Isa. 61:1.
Oración: Que seamos el tipo de hombres y mujeres que Dios quiere que seamos.
Declaración de Fe
Artículo III. LA CAÍDA DEL HOMBRE
Creemos que el hombre fue creado en santidad, sujeto a la ley de su Hacedor; 1 pero que por la
trasgresión voluntaria, cayó de aquel estado santo y feliz; 2 por cuya causa todo el género humano es
ahora pecador,3 no por fuerza sino por su voluntad;4 hallándose por naturaleza enteramente
desprovisto de la santidad que requiere la ley de Dios, positivamente inclinado a lo malo, y por lo
mismo bajo justa condenación a ruina eterna,5 sin defensa ni disculpa que lo valga.6
Confesión de Fe
Artículo 6. LA CAÍDA DEL HOMBRE
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Creemos que el hombre fue creado originalmente en estado de santidad, realmente asociado con
Dios en inocencia bajo su ley. Que por trasgresión voluntaria del mandato de Dios, cayó del estado
alto y feliz del que fue creado, y en consecuencia se convirtió en pecador, alejado de Dios, e hizo
caer la justa condenación sobre toda la humanidad. Y que ahora, por virtud de su naturaleza caída
está desprovisto de la santidad, y está inclinado positivamente hacia el mal, y condenado a la ruina
eterna, sin defensa o excusa.
Gen. 1:26-27 y Ecl. 7:29; Gen. 3:6; Gen. 3:23,24; Ezeq. 18:4; Rom. 5:12; Rom. 1:21-23; Rom.
3:10-18 y Apo. 21:8.
1. Cosas que debemos saber y hacer acerca de la naturaleza humana para defendernos del
diablo.
2. No basta con ser cristiano para cambiar la naturaleza antigua. El cristiano tiene dos
naturalezas, la de Adán que es la antigua, y la nueva que es implantada por el Espíritu Santo.
Oración: Que cada quien sienta sobre sí la responsabilidad por la salvación de los demás.
Declaración de Fe
Artículo IV. EL CAMINO DE SALVACIÓN
Creemos que la salvación de los pecadores es puramente por gracia; 1 en virtud de la obra
intercesora de el Hijo de Dios; 2 quien cumpliendo la voluntad del Padre, se hizo hombre, exento
empero de pecado;3 honró la ley divina con su obediencia personal; 4 y con su muerte, dio plena
expiación por nuestros pecados;5 resucitando después de entre los muertos;6 y desde entonces
entronizase en los cielos;6 que reúne en su persona admirabilísima las simpatías más tiernas con las
perfecciones divinas, teniendo así por todos motivos las cualidades que requiere un Salvador idóneo,
compasivo, y todo suficiente.7
Confesión de Fe
Artículo 7. EXPIACIÓN POR LA SANGRE
Creemos que el pecador perdido es culpable, por tanto está bajo justa condenación; que por
naturaleza está alejado de Dios y por su pecado, condenado a morir; que la expiación del pecado se
efectúa por la obra mediadora del Hijo quien por designación divina libremente tomó sobre sí,
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nuestra naturaleza pero sin pecado; que por obediencia, durante su vida terrenal cumplió la ley
divina y por su muerte en la cruz, realmente satisfizo el castigo de la ley quebrantada sufriendo en
lugar del pecador; que por medio de su obediencia y muerte sacrificial, Él efectuó expiación vicaria
completa por todo pecado; que él murió, el justo por los injustos llevando sobre su cuerpo nuestros
pecados en la cruz; y que por el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario hizo provisión
eterna para la limpieza, el perdón, la pez y el descanso.
Rom. 6:7; Isa. 53:6 y Rom. 8:23; I Tim. 2:5,6; Heb. 2:17; II Cor. 5:21; Mat. 5:17-18; I Ped. 2:24;
Heb. 10:10-12; I Ped. 3:18; Apo. 1:5; Isa. 55:7; Juan 14:27; Mat. 11:28; I Juan 1:7; Efe. 1:7 y Heb.
9:22.
Declaración de Fe
Artículo V. LA JUSTIFICACIÓN
Creemos que la justificación es el gran bien divino que asegura Cristo1 a los que en él tengan fe;2
que esta justificación incluye el perdón del pecado, 3 y el don de la vida eterna de acuerdo con los
principios de la justicia;4 que la imparte exclusivamente mediante la fe en su sangre, y no por
consideración de ningunas obras de justicia que hagamos; 5 imputándonos Dios gratuitamente su
justicia perfecta por virtud de esa fe; 6 que nos introduce a un estado altamente bienaventurado de
paz y favor con Dios, y hace nuestros ahora y para siempre todos los demás bienes que hubiéramos
menester.7
Confesión de Fe
Artículo 11. JUSTIFICACIÓN
Creemos que la justificación es una de las grandes bendiciones obtenidas por medio de
Jesucristo para quienes confían en él; que es un acto divino que declara justo al pecador arrepentido;
que por tanto es un estado libre de condenación, que incluye el perdón de los pecados internos y de
los externos; que por medio de la fe obtiene la liberación legal que exime de la ira de Dios, y la
posesión de paz que sobrepuja todo entendimiento; que es concedida, no en atención a obras de
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rectitud o hechos, sino sólo ante la evidencia de fe en Dios y en la sangre redentora; que nos brinda
una situación de paz inefable y favor con Dios, y nos da toda bendición necesaria para hoy y para la
eternidad.
Rom 3:19-22; Rom. 3:24,25; Rom. 3:28; Rom. 8:1; Juan 5:24 y Rom 4:3-8; Rom. 6:6; Rom. 5:9;
Rom. 5:1 y Fil 4:7; Rom. 8:31-33; Gen. 15:6; y Heb. 2:4.
1. ¿Qué es la justificación?
2. ¿Todo cuanto Dios tiene para el hombre ha sido asegurado a través de Jesucristo?
3. Cuantos confían en Jesucristo, ¿con justificados?
4. ¿La justificación incluye el perdón?
5. ¿La justificación incluye la vida eterna?
6. ¿La justificación es nuestra, no por nuestras obras sino por fe?
7. ¿La justicia perfecta viene de Dios por medio de Jesucristo?
8. ¿La justificación produce paz y favor para con Dios así como también cuanto se ha menester
en el tiempo presente y para la eternidad?
Declaración de Fe
Artículo VI. CARÁCTER GRATUITO DE LA SALVACIÓN
Creemos que el evangelio a todos llena los beneficios de la salvación; 1 que es deber de todos
aceptarlos inmediatamente con fe cordial, arrepentida y obediente; 2 y que el único obstáculo para la
salvación del peor pecador de la tierra es al depravación innata y voluntaria de este, y su rechazo
voluntario del evangelio;3 repulsa que agrava su condenación.4
Confesión de Fe
Artículo 9. SALVACIÓN POR LA GRACIA
Creemos que la gracia es efectiva y salva; que abarca el ministerio personal trino redentor del
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; que abarca toda la obra realizada por el Todopoderoso
en interés de la justicia perfecta, y salvación del alma perdida; que incluye toda presciencia, toda
preordenación y predestinación; que ésta y solo ésta salva eternamente a aquel que se arrepiente ante
Dios y cree en el Señor Jesucristo; que por tanto la salvación se obtiene plenamente por la gracia.
“El don gratuito de Dios”, que no necesita cultura, obras, de alguna forma para su obtención ni para
retenerla.
II Tim. 1:8,9 y Efesios 2:8,9; Tit. 3:3-7 y I Pedro 1:2-5; Mat. 23:37; Rom. 8:28-30; Heb. 7:25 y
Hechos 20:20,21; Rom. 6:23; Rom. 11:6; Rom. 5:20; Isa. 1:18; e Isa. 55:1
1. Si la salvación es gratis, ¿por qué la única forma de recibir a Cristo es mediante el poder del
Espíritu Santo?
1. ¿Cuál fue el precio que se pagó para que la salvación sea libre o gratuita?
2. ¿Qué responsabilidad tienen los pecadores delante de Dios en aceptar o rechazar la
salvación?
3. ¿Qué es la depravación inherente?
LECCIÓN 19
Oración: Que las almas perdidas que asistan a nuestra iglesia puedan ser salvas.
Declaración de Fe
Artículo VII. LA GRACIA EN LA REGENERACIÓN
Creemos que para ser salvo el pecador debe arrepentirse y creer en Cristo para nacer de nuevo; 1
que la regeneración consiste en dar a la mente una disposición de santidad; 2 que se efectúa por el
poder del Espíritu Santo en conexión con la verdad divina en forma que excede a la comprensión
humana,3 a fin de asegurar nuestra obediencia voluntaria al evangelio; 4 y que la evidencia adecuada
se manifiesta en los frutos santos de arrepentimiento, fe, y novedad de vida,5
Confesión de Fe
Artículo 9. SALVACIÓN POR LA GRACIA
Creemos que la gracia es efectiva y salva; que abarca el ministerio personal trino redentor del
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; que abarca toda la obra realizada por el Todopoderoso
en interés de la justicia perfecta, y salvación del alma perdida; que incluye toda presciencia, toda
preordenación y predestinación; que ésta y solo ésta salva eternamente a aquel que se arrepiente ante
Dios y cree en el Señor Jesucristo; que por tanto la salvación se obtiene plenamente por la gracia.
“El don gratuito de Dios”, que no necesita cultura, obras, de alguna forma para su obtención ni para
retenerla.
49
II Tim. 1:8,9 y Efesios 2:8,9; Tit. 3:3-7 y I Pedro 1:2-5; Mat. 23:37; Rom. 8:28-30; Heb. 7:25 y
Hechos 20:20,21; Rom. 6:23; Rom. 11:6; Rom. 5:20; Isa. 1:18; e Isa. 55:1
Creemos que el pecador perdido para ser salvo necesita nacer de nuevo; que la regeneración es
un acto recreador, que sobrepasa la comprensión; que es llevado al corazón del creyente por
ministerio personal del Espíritu Santo; que es instantáneo, milagroso, y no es evolutivo o cultural;
abarca los actos divinos de la limpieza del corazón de todos los pecados internos y el perdón del
alma de toda culpa externa en conexión con la obra de convertirse en criatura nueva en Cristo Jesús;
que al pecador muerto se le hace vivir por medio del nuevo nacimiento y se convierte en espíritu
regenerado poseedor del don de Dios que es vida eterna; que el nuevo nacimiento viene después que
el Espíritu Santo, produce arrepentimiento voluntario y creencia en el evangelio; que es
impartimiento de la vida divina; no una mera transformación de la vida humana; y que la evidencia
adecuada de la regeneración aparece en los frutos santos de la fe obediente y dispuesta de los
seguidores del Señor Jesús.
Juan 3:3-5,7; II Cor. 5:17; Juan 3:8 y Juan 3:16; Juan 1:12-13; Isa. 1:18 y Tito 3:5-7; Efesios
2:1,5 y Rom. 6:23; Juan 16:8-11; Mateo 7:16-18 y Santiago 2:17-20.
Oración: Que Dios use a los cristianos de este grupo como testigos de Cristo. Que todo cristiano
entienda lo que es la salvación para que puedan enseñar a otros el camino a Cristo.
Declaración de Fe
Artículo VIII. EL ARREPENTIMIENTO Y LA FE
Creemos que el arrepentimiento y la fe son deberes y dones inseparables labradas en el alma del
pecador por el Espíritu regenerador de Dios; 1 por cuanto convencidos profundamente de nuestra
culpa, de nuestro peligro e impotencia, y a la vez del camino de salvación en Cristo, 2 nos volvemos
hacia Dios sinceramente contritos, confesándonos con él e impetrando misericordia; 3 sinceramente
recibiendo a la vez, al Señor Jesucristo como profeta, sacerdote y rey nuestro en quien
exclusivamente confiamos como Salvador único y omnipotente. 4
Confesión de Fe
Artículo 8. ARREPENTIMIENTO Y FE
Creemos que el arrepentimiento y la fe son requisitos inseparables para la salvación; son gracias
inseparables que se efectúan en el corazón por la virtud del Espíritu Santo; que el pecador alejado,
convencido profundamente de su pecado, de justicia y del juicio que vendrá; por ministerio personal
del Espíritu Santo, y habiendo sido iluminado en su entendimiento por Él, a fin de que pueda ver el
camino de salvación que hay en Cristo; se arrepiente, se torna a Dios con genuina contrición,
confesión y súplica; y que rindiéndose de todo corazón al Señor Jesucristo, lo recibe de inmediato
como su Salvador personal único y suficiente; y lo confiesa abiertamente ante sus semejantes.
51
Hech. 20:21-22 y Mar. 1:15; Hech. 11:18; Efe. 2:8; Juan 6:44; Juan 16:8-11; Mat. 3:1-2,8; Hech.
3:19; Luc. 13:3; Luc. 18:9-14; Hech. 9:6 y Rom. 10:10.
1. ¿A qué se debe actualmente que tantos miembros de la iglesia no dan muestra evidente de
salvación?
Oración: Que al estudiar la Palabra de Dios hallemos un entendimiento mejor de la gracia de Dios
en la elección.
Declaración de Fe
Artículo IX. EL PROPÓSITO DE LA GRACIA DIVINA
Creemos que la elección es el propósito eterno de Dios según el cual gratuitamente regenera,
santifica y salva a los pecadores; 1 que siendo consecuente este propósito con el albedrío humano
abarca todos los medios en relación con el fin; 2 que sirve de manifestación gloriosísima de la
soberana bondad de Dios, siendo infinitamente sabio, santo e inmutable; 3 que absolutamente
excluye la jactancia, y promueve humildad, amor, oración, alabanza, confianza en Dios y una
imitación activa de su misericordia gratuita; 4 que estimula al uso de los medios en el nivel más
elevado;5 que puede conocerse viendo los efectos en todos los que efectivamente ponen su fe en el
evangelio y reciben a Cristo;6 que es el fundamento de la seguridad cristiana; 7 y que cerciorarnos de
esto en cuanto personalmente nos concierne, exige y merece suma diligencia de nuestra parte. 8
5.
II Tim. 2:10. “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también
obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”. I Cor. 9:22. “a todos me he hecho de
todo, para que de todos modos salve a algunos”. Rom. 8:28-30; Juan 6:37-40; II Pedro 1:10.
6.
I Tes. 1:4-10. “Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; pues nuestro
evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y
en plena certidumbre…”.
7.
Rom. 8:28-31. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios
es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Isa. 42:16; Rom. 11:29.
8.
II Pedro 1:10,11. “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada
amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Fil. 3:12; Heb.
6:11.
Confesión de Fe
Artículo 9. SALVACIÓN POR LA GRACIA
Creemos que la gracia es efectiva y salva; que abarca el ministerio personal trino redentor del
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; que abarca toda la obra realizada por el Todopoderoso
en interés de la justicia perfecta, y salvación del alma perdida; que incluye toda presciencia, toda
preordenación y predestinación; que ésta y solo ésta salva eternamente a aquel que se arrepiente ante
Dios y cree en el Señor Jesucristo; que por tanto la salvación se obtiene plenamente por la gracia.
“El don gratuito de Dios”, que no necesita cultura, obras, de alguna forma para su obtención ni para
retenerla.
II Tim. 1:8,9 y Efesios 2:8,9; Tit. 3:3-7 y I Pedro 1:2-5; Mat. 23:37; Rom. 8:28-30; Heb. 7:25 y
Hechos 20:20,21; Rom. 6:23; Rom. 11:6; Rom. 5:20; Isa. 1:18; e Isa. 55:1
Declaración de Fe
Artículo X. NUESTRA SANTIFICACIÓN
Creemos que la santificación es un proceso mediante el cual de acuerdo con la voluntad de Dios
se nos hace participes de su santidad; 1 que es obra progresiva;2 que principia con la regeneración;3
que la desarrolla en el corazón del creyente por la presencia y poder del Espíritu Santo, Sellador y
Consolador en el uso continuo de los medio señalados, sobre todo la Palabra de Dios, y también el
examen personal, la abnegación, la vigilancia y la oración. 4
Confesión de Fe
Artículo 13. SANTIFICACIÓN
Creemos que la santificación es obra de la gracia divina; es un acto de gracia por medio del cual
se aparta al creyente para Dios y es dedicado a su propósito y a su rectitud; que por medio de ella
entramos en posesión de los privilegios divinamente señalados, y somos participantes en mayor
grado de su santidad; que es una obra progresiva que principia con la regeneración y es llevada a
cabo en la vida de todo creyente por la presencia y el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios;
y que es alimentado sólo por señalados medios celestiales, especialmente por el Espíritu Santo, la
Palabra de Dios, y el examen personal del individuo salvo, la obediencia, la negación individual, el
cuidado esmerado y la oración.
I Tes. 4:3 y I Tes. 5:23; Rom. 15 :16 y Jer. 1 :5 ; Prov. 4 :18 ; Juan 17 :17 y II Cor. 3:18; I Juan
2:29 y Rom. 8:5; I Tim. 4:5; Lucas 9:23; Mat. 24:42 y Mat. 7:7-11.
56
1. La santificación del hombre completo: espíritu, alma, y cuerpo. ¿Cuándo termina cada una?
Ante los ojos de Dios el hombre fue santificado plenamente al escogerlo en la eternidad. Ante los
ojos humanos es progresiva. En la salvación están perdonados los pecados el pasado, el presente y el
futuro.
2. La obra es progresiva. Debemos crecer en la gracia. Primero como recién nacidos, después
como niños, y posteriormente como hijos crecidos.
3. Para el individuo, principia en la generación. Después se realiza en la resurrección del
cuerpo.
4. No se obtiene luchando, por medio del esfuerzo de la carne, sino por la presencia del Espíritu
Santo cuando el creyente se somete a él.
Declaración de Fe
Artículo XI. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Creemos que los que creen verdaderamente, son los que permanecen hasta el fin;1 que su lealtad
perseverante a Cristo es la gran señal que los distingue, de los que hacen profesión superficial; 2 que
una providencia especial vigila por su bien; 3 y que son preservados por el poder de Dios para la
resurrección mediante la fe.4
Confesión de Fe
Artículo 12. SEGURIDAD DEL CREYENTE
Creemos que la salvación que proviene. De la gracia es eterna; que el alma salvada del valle de
sombra de muerte no debe tener ningún mal; que el engendrado y nacido del Espíritu Santo es
protegido por el poder de Dios; que el creyente en Cristo Jesús no será llevado al juicio del trono
blanco; que nadie puede acusar a los escogidos de Dios; que ambos están asegurados en la mano de
Dios y la del Hijo y que la antigua doctrina bautista de “Una vez en la gracia, siempre en la gracia”
es gloriosa y celestialmente verdadera.
Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 5:24; Juan 6; Salmo 23:4; Isa. 37:23,24; Fil. 1:6 y I Pedro 3:5; Juan
5:24 y Rom. 8:1; Juan 10:27-29; Rom. 8:31-33; Rom. 8:35-39 y II Tim. 1:12.
1. Únicamente los que creen verdaderamente permanecerán hasta el fin. No que sólo sean
miembros de la iglesia o gente religiosa, sino creyentes nacidos de nuevo.
2. Lo que distingue a los creyentes de los falsos es su perseverancia. Los que se separan, nunca
han sido verdaderamente salvos.
3. Una providencia especial vela a los salvos para guiarlos, protegerlos y preservarlos.
4. Los salvos son preservados por el poder de Dios. No mantienen su propia salvación, sino que
son preservados. Su fe no puede fallar porque es el método de Dios para preservarlos. No por obras,
mas por fe.
Oración: Que podamos entender claramente la diferencia que hay entre la ley y el evangelio.
Declaración de Fe
Artículo XII. ARMONÍA ENTRE LA LEY Y EL EVANGELIO
Creemos que la ley de Dios es la norma eterna e invariable de su gobierno; 1 que es santa, justa, y
buena;2 que la única causa de incapacidad que las Escrituras atribyyen al hombre caído para no
cumplirlas surge de su amor al pecado; 3 que libertarle de él y restituirle mediante un mediador a una
obediencia no fingida de la santa ley, es uno de los grandes fines del evangelio y también del medio
de la gracia en conexión con el establecimiento de la iglesia visible. 4
3. El evangelio no es para violar la ley sino para proveer un mediador que cumpliendo con
todas las demandas de la ley sea capaz para salvar al pecador.
1. ¿Alguna vez alguien ha sido salvo por medio de la ley? Rom. 3:20: Gal. 3:11.
2. ¿Qué se necesita para ser salvo por la ley? Stgo.2:10
3. ¿Si la ley no salva, por qué la dio Dios? Gal. 3: 24,26
4. ¿Qué significa la palabra evangelio, y qué es el evangelio? Buenas nuevas. 1 Cor. 15:1-13
5. ¿Cómo se salvaran los que no lo fueron por la ley del Antiguo Testamento? Hechos 10:43;
15:10; Heb. 11: 25-26; Col. 3:8.
6. ¿En que condición delante de Dios está el hombre que trata de salvarse a sí mismo
obedeciendo la ley? Gal. 3:10.
LECCIÓN 25
Oración: Que Dios haga que nuestra iglesia gane muchas almas.
Declaración de Fe
Artículo XIII. UNA IGLESIA NOVOTESTAMENTARIA
Creemos que una iglesia visible de Cristo es una congregación de creyentes bautizados; 1
asociados mediante pacto en la fe y el compañerismo del evangelio;2 la cual practica las ordenanzas
de Cristo;3 es gobernada por Sus leyes;4 y ejerce los dones, derechos y privilegios que a ella otorga
la palabra de él mismo;5 y cuyos oficiales bíblicos son el pastor, u obispo y los diáconos; 6 estando
definidos los requisitos, calificaciones, cualidades y obligaciones de estos oficiales en las epístolas
de Pablo a Timoteo y a Tito.
Confesión de Fe
Artículo 18. LA IGLESIA LOCAL
Creemos que una iglesia en armonía con el N.T. de acuerdo con el propósito y el plan divino, es
un cuerpo local, organizado y visible; que está integrada por los creyentes bautizados y asociados
mediante pacto en la fe y el compañerismo del Evangelio; y su validez del N.T. fluye de la
obediencia estricta a los principios esenciales de la ley del N.T. Que es un cuerpo soberano,
independiente, demócrata y autónomo. Que su ministerio es bendecido gloriosamente con la
62
presencia y dirección del Espíritu Santo y por la luz y la revelación de la Palabra escrita; que el
trabajo debe ser siempre de dentro hacia fuera, y no de fuera hacia adentro; que es un cuerpo de
gobierno propio; es su único juez, bajo las limitaciones que le da la Escritura, en cuanto a la medida
y el método de la cooperación. Que es el único tribunal eclesiástico que tiene el Señor en la tierra;
que su juicio es la última palabra en cuanto a la membresía, las misiones, las ofrendas, alineamiento
de cooperación, y sostén económico; que fue fundada personalmente por Jesucristo durante su
ministerio en la tierra; que está sujeta a sus leyes y es custodio de sus ordenanzas. Que la
perpetuidad de nuestra fe, de nuestras doctrinas, prácticas, ordenanzas y ordenaciones se ha llevado
a efecto por medio del Espíritu Santo quien planta y preserva las iglesias bautistas de la misma fe y
orden a través de las edades hasta el presente.
Mateo 28:19,20; I Cor. 1:1-3; Hechos 2:41,42; II Cor. 8:5; Mat. 16:19; Mat. 18:15-17; Juan
14:16-17,26; Hechos 1:8 y 13:1-4; Mateo 18:17,18; Mat. 16:18,19; Mat. 26:26-29; Mat. 28:19,20; I
Tim. 3:15; Marcos 3:13,14; y Lucas 6:12,13.
LO QUE CREEN LOS BAUTISTAS ACERCA DEL BAUTISMO Y DE LA CENA DEL SEÑOR
Oración: Que abra Dios nuestros corazones para recibir la verdad acerca de sus ordenanzas.
Declaración de Fe
Artículo XIV. EL BAUTISMO ESCRITURAL Y LA CENA DEL SEÑOR
Creemos que el bautismo bíblico es la inmersión en agua, del que tenga fe en Cristo; 1 en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; 2 a fin de proclamar, mediante bello emblema
solemne, esta fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y también el efecto de la misma
fe, a saber, nuestra muerte al pecado y resurrección a una vida nueva;3 y que el bautismo es requisito
previo a los privilegios de la relación con la iglesia y la participación en la Cena del Señor; 4 en la
cual los miembros de la iglesia por el uso correcto del pan sin levadura y el jugo de la vid,
conmemoran juntos el amor por el que murió, Jesucristo; 5 precedido siempre de un examen personal
serio del participante.6
Nosotros no reconocemos como bautismo bíblico las inmersiones practicadas por otras
denominaciones, por falta de autoridad eclesiástica en su administración.
Creemos que tanto el bautismo como la Cena del Señor deben ser administradas solamente por
ministros ordenados debidamente.
64
NOTA: Estos dos párrafos han sido incluidos de los Artículos de fe del Seminario Bautista
Latino Americano de México.
Confesión de Fe
Artículo 19. ORDENANZAS
Creemos que el bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas establecidas personalmente en la
iglesia de Dios por el Señor Jesucristo. Creemos que el bautismo es la sepultura en agua del creyente
por la autoridad e instrucción de la iglesia bautista local; que simboliza la muerte, sepultura y
resurrección del Señor Jesucristo; también tipifica la muerte del creyente en cuanto al pecado, la
sepultura de su naturaleza vieja y su resurrección a la vida nueva; también que es administrado en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nosotros creemos que la Cena del Señor es un rito
conmemorativo administrado por autoridad e instrucción de la iglesia bautista local; que simboliza
el cuerpo traspasado y la sangre derramada del Hijo de Dios; que celebrarla apunta hacia el Señor
crucificado en el calvario, y hacia delante a Su retorno en gloria. Creemos que estas ordenanzas no
son sacramentos, sino símbolos sagrados que señalan al único Salvador del mundo e invitan a los
hijos de los hombres a anticipar el compañerismo eterno con el Rey de reyes y Señor de señores
cuando retorne a tomar para Sí mismo todo reino y todo gobierno.
Mateo. 26:26.29; Mateo 28:19; Rom. 6:3-5; Mateo 16:19; Hechos 10:47; I Cor. 11:23,24; I Cor.
11:24,25; y I Cor. 11:26.
1. Los bautistas sólo creen en dos ordenanzas; primero el bautismo, y después la Cena del
Señor.
2. El bautismo es primero, porque debe haber resurrección antes que el muerto pueda comer.
3. En el bautismo hay un pecador resucitado a la vida por medio del evangelio, y en la Cena del
Señor está el nuevo alimento después de la resurrección.
1. ¿A quiénes se debe bautizar?, ¿a los perdidos?, ¿a los salvos? Mateo 28:18-19; Hechos 8:35-
39.
2. ¿En quién descansa la autoridad para bautizar? ¿En el individuo o en la iglesia? I Cor. 11:2.
3. ¿En qué consiste el bautismo?, ¿en rociar?, ¿en verter?, ¿en sumergir? Cuatro requisitos
indispensables: la forma correcta, la persona correcta, el propósito correcto, la autoridad correcta. La
ausencia de cualquiera de estos elementos, invalida el bautismo.
65
4. ¿Por qué debemos ser bautizados? Cristo lo ordena; para mostrar nuestra fe en el evangelio;
para indicar el cambio de nuestra propia vida. Mat. 28:18-19; Rom. 6:18.
5. ¿Debe la persona ser salva, bautizada y recibida como miembro en la iglesia antes de poder
tomar la Cena del Señor? Mat. 28:18-19; hechos 2:46-47.
6. ¿Pueden los bautistas tomar la Cena del Señor con metodistas, presbiterianos,
católicoromanos, judíos o mormones? I Cor. 11.18-20.
7. ¿La Cena del Señor cerrada está de acuerdo con las Escrituras? I Cor. 5.11; ¿o se restringe a
la salvación, el bautismo, la membresía y el compañerismo?
LECCIÓN 27
Oración: Que Dios nos muestre en su palabra lo que debemos hacer en domingo.
Declaración de Fe
XV. EL DÍA DEL SEÑOR
Creemos que el primer día de la semana es el Día del Señor, o sea el Domingo; 1 que debe ser
consagrado y servicial al Señor;2 absteniéndose el cristiano de todo trabajo secular y recreación
pecaminosa,3 valiéndose con devoción de todos los medios de gracia privados, 4 y públicos;5 y
preparándose para el descanso que le queda al pueblo de Dios.6
1. ¿Cuál es el verdadero significado de la palabra sabbath (Sábado)? ¿Qué es el día del Señor?
El Sabbath (Sábado) es el último día de la semana, el día del Señor es el primer día de la semana. El
sabbath principiaba el viernes a la puesta del sol y terminaba el sábado también al ocaso. En él se
celebraba la creación y la salida de Egipto. El día del Señor celebraba la resurrección de Jesucristo.
A ningún gentil se le requería guardar el sabbath (sábado). Ex. 31:12-17.
2. ¿Qué razón hay para que sea el primer día de la semana, y no el último? El último significa
terminación y cumplimiento; el primero indica principio. Por medio de la resurrección de Jesucristo
tenemos un nuevo principio.
3. ¿Qué diferencia hay entre el día del Señor, y el Día del Señor?; el día del Señor es un evento
semanal, y el Día del Señor es de juicio, aún en el milenio futuro. El día del Señor: I Tes. 5:2; II
Ped. 3:10. El Día del Señor: Ap. 1:10.
LECCIÓN 28
Declaración de Fe
Artículo XVI. EL GOBIERNO CIVIL
Creemos que el gobierno civil existe por disposición divina para los intereses y buen orden de la
sociedad humana;1 y que debemos orar por los magistrados honrándolos en conciencia, y
obedeciéndoles;2 salvo en cosas que sean opuestas a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, 3 único
dueño de la conciencia, y príncipe de los reyes de la tierra. 4
1. ¿Qué quiere decir la Biblia cuando dice: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que
es de Dios”?
2. El cristiano es ciudadano de dos países, uno terrenal y otro celestial.
LO QUE CREEN LOS BAUTISTAS ACERCA DEL ESTADO FINAL PARA LOS JUSTOS Y
PARA LOS PERDIDOS
Oración: Que Dios nos utilice para hacer ver a los malos su perdición y traerlos al
conocimiento salvador de nuestro Señor Jesucristo.
Declaración de Fe
Artículo XVII. EL JUSTO Y EL PERDIDO
Creemos que hay una diferencia radical y de esencia entre le justo y el perdido; 1 y que sólo por
medio de la fe son justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y santificados por el
Espíritu de nuestro Dios y los justos son de Su estimación; 2 todo aquel que sigue impío e incrédulo
es malo y continúa dentro de la maldición; 3 que tal distinción es tan real entre la vida actual del
hombre como después de la muerte.4
Confesión de Fe
Artículo 17. LOS JUSTOS Y LOS IMPÍOS
Creemos que hay una diferencia radical entre los justos y los impíos. Creemos que los justos son
los que creen en Cristo Jesús, han sido justificados por la fe y santificados por el Espíritu y la
Palabra. Que los justos son herederos de Dios y coherederos con el Señor Jesucristo; y que la vida
eterna, el don de Dios, es la posesión inigualable con los justos. Creemos que los impíos no creen en
Jesucristo, están condenados por su incredulidad y están corrompidos por el dios de este mundo; que
71
los injustos menosprecian los privilegios de la gracia de Dios escogiendo la vida de rebelión y de
pecado; y que el hundimiento eterno es la porción inescapable de los impíos.
Mal. 3:16-18 y Juan 3:6; Rom. 3:22-24; Rom. 4:3; Rom. 1:17; Rom. 8:1-17; Hechos 20:32; Juan
15:3; Rom. 8:17; Rom. 6:23; II Cor. 4:4; Apo. 21:8; Mat. 23:37; Prov. 29:1 y Mat. 25:41.
1. ¿Todo ser humano tiene un alma o vida que permanece para siempre? ¿Qué quiere decir
entonces la Biblia cuando se expresa: “El alma que pecare, esa morirá”? La muerte es separación.
Muerte del alma, es separación de Dios. Cuando la muerte física ocurre estando el alma separada de
Dios, el alma no puede ser salva aunque permanezca existiendo. Véase Lucas 16, El rico y Lázaro.
2. ¿Qué acontece con el alma de un cristiano cuando éste muere? Jesucristo dijo: “Hoy estarás
conmigo en el paraíso”. Pablo dijo: “quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.
II Cor. 5:8.
3. ¿Qué acontece con el alma del pecador cuando muere sin Cristo? El Rico estaba en el
infierno mientras sus hermanos aún estaban en la tierra.
4. ¿Todos serán levantados de entre los muertos? Dan. 12:1-2; Juan 5:25-29; Ap. 20:11-15.
5. ¿Qué diferencia de tiempo habrá entre la resurrección de los salvos y la resurrección de los
perdidos? Ap. 20:5-6.
6. ¿Habrá diferencia en la forma en que serán levantados de entre los muertos? Los cuerpos de
los cristianos serán glorificados; los otros cuerpos no serán glorificados pero son hechos
indestructibles.
7. ¿Qué esperanza hay para el pecador después de la muerte?
LECCIÓN 30
Oración: Que Dios nos conceda entender el tiempo en que vivimos y la necesidad de estar listos
para el retorno del Señor.
Declaración de Fe
Artículo XVIII. EL MUNDO VENIDERO
Creemos que se acerca el fin del mundo; 1 que en el día postrero Cristo descenderá del cielo, 2 y
levantará los muertos del sepulcro para que reciban su retribución final;3 que entonces se verificará
una separación solemne;4 que los impíos serán sentenciados al castigo eterno, y los justos al gozo sin
fin;5 y que este juicio determinará para siempre, sobre los principios de justicia, el estado final de los
hombres en el cielo, o en el infierno.6
PUESTO QUE TODAS ESTAS COSAS HAN DE SER DESHECHAS, ¿CÓMO NO DEBÉIS
VOSOTROS ANDAR EN SANTA Y PIADOSA MANERA DE VIVIR, ESPERANDO Y
APRESURÁNDOOS PARA LA VENIDA DEL DÍA DE DIOS?”. II Pedro 3:11,12.
Confesión de Fe
Artículo 16. RECOMPENSAS INDIVIDUALES
73
Creemos que las recompensas y la salvación no son la misma cosa. Creemos que el Señor
premiará a los suyos; que descenderá del cielo con poder; que primero se levantarán los muertos en
Cristo; que se hará una separación solemne; que los lavados con la sangre y (los) engendrados por el
Espíritu serán reunidos para recibir al Señor en el aire y que habrá recompensas de acuerdo con lo
hecho en el cuerpo. El lugar llamado nuevo cielo y nueva tierra son ordenados como lugares
perennes para ser habitados por los hijos de Dios. Creemos que los malos son hijos del diablo; que
se han rebelado contra Dios; que han rechazado el don gratuito de la salvación por medio de Cristo;
que ignoran los llamados del Espíritu Santo y en consecuencia se hallan ceñidos por el infierno, bajo
sentencia de muerte. Que pasarán la eternidad en el lago de fuego encendido con azufre, donde el
dragón, la bestia, y el falso profeta estarán para siempre.
I Cor. 3:11-15; I Tes. 4:16-18; Mat. 24:40,41; Mat. 13:47-50; I Cor. 3:8 y Apo. 21:1-8; Juan
8:44; Rom. 8:7; Juan 3:18; Apo. 20:10-15 y Rom. 6:23.
Creemos que hay una diferencia radical entre los justos y los impíos. Creemos que los justos son
los que creen en Cristo Jesús, han sido justificados por la fe y santificados por el Espíritu y la
Palabra. Que los justos son herederos de Dios y coherederos con el Señor Jesucristo; y que la vida
eterna, el don de Dios, es la posesión inigualable con los justos. Creemos que los impíos no creen en
Jesucristo, están condenados por su incredulidad y están corrompidos por el dios de este mundo; que
los injustos menosprecian los privilegios de la gracia de Dios escogiendo la vida de rebelión y de
pecado; y que el hundimiento eterno es la porción inescapable de los impíos.
Mal. 3:16-18 y Juan 3:6; Rom. 3:22-24; Rom. 4:3; Rom. 1:17; Rom. 8:1-17; Hechos 20:32; Juan
15:3; Rom. 8:17; Rom. 6:23; II Cor. 4:4; Apo. 21:8; Mat. 23:37; Prov. 29:1 y Mat. 25:41.
1. Diferencias entre los cristianos acerca del tiempo de la segunda venida del Señor.
2. ¿Por qué nosotros somos pre-milenialistas, y qué quiere decir eso?
3. Unos cuantos detalles acerca de los últimos tiempos:
El mundo irá de mal en peor.
La iglesia se tornará mundana.
La resurrección de los salvos ya muertos.
Habrá rapto de los santos.
Un período de tribulación, y reino del anti-Cristo.
La segunda venida del Señor.
El Reino Milenario de Cristo.
El gran trono blanco del juicio de los perdidos.
Iniciación de la eternidad.
3. ¿Cómo será la separación por un lado de los rectos (los salvados por gracia) y por el otro de
los malvados?
4. ¿Cuáles son las diferencias entre el estado final de los salvos y el de los perdidos?
PACTO DE LA IGLESIA
Bajo la convicción de que el Espíritu Santo nos llevó a aceptar al Señor Jesucristo como nuestro
Salvador, y habiendo sido bautizados, en virtud de nuestra profesión de fe, en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo, ahora, en la presencia de Dios, de los ángeles y de esta congregación,
hacemos pacto solemne y gozoso uno con los otros, como un cuerpo que somos en Cristo.
Prometemos por tanto con la ayuda del Espíritu Santo andar juntos en amor de Cristiano;
trabajar por el adelantado de esta iglesia en conocimiento, santidad y comodidad; y promover su
crecimiento y prosperidad espiritual; sostener la adoración, las ordenanzas, la disciplina y las
doctrinas; y contribuir con gozo y regularmente para el sostenimiento del ministerio, los gastos de la
iglesia, la ayuda a los pobres, y el entendimiento del evangelio en todas las naciones.
Prometemos cultivar el culto familiar y personal; educar cristianamente a nuestros niños;
procurar la salvación de nuestros parientes, de nuestras amistades y de toda la humanidad en
general; andar con circunspección en el mundo; ser justos en nuestras acciones, fieles en nuestros
compromisos e irreprochables en nuestra conducta; evitar la chismografía, la dilación y el enojo en
exceso, abstenernos de la venta y huso de bebidas intoxicantes y ser celosos en nuestros esfuerzos
por el engrandecimiento del Reino d nuestro Salvador.
Prometemos además cuidarnos los unos a los otros en amor fraternal; recordarnos mutuamente
en la oración; ayudarnos los unos a los otros en las enfermedades, y en los infortunios; cultivar la
simpatía cristiana en el sentimiento y en la cortesía de la palabra; ser tardos para ofendernos y estar
prestos siempre para la reconciliación abundando en los preceptos de nuestro Salvador para
obtenerla sin tardanza.
Prometemos finalmente que cuando tengamos que cambiar nuestra residencia a otro lugar, nos
uniremos tan pronto como nos sea posible a otra iglesia, en donde podamos continuar desarrollando
el espíritu de este pacto y los principios de la Palabra de Dios.
Oración
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad,
haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria, por los
siglos de los siglos. Amén”. Hebreos 13:20-21.
No queremos bajo este rubro, establecer la idea de que cada iglesia tiene derecho a establecer
ordenanzas. No hay tal cosa; el Señor Jesucristo es al cabeza de la iglesia – el dador de la ley de la
dispensación del Evangelio. Es Él el único que puede instituir ordenanzas. No concedió a los
apóstoles tal derecho; todo lo que ellos podían hacer era enseñar a los discípulos bautizados “a hacer
todas las cosas” que Cristo ordenó. Tanto para ellos, como para sus seguidores actuales Su voluntad
es la ley suprema. Fue potestad suya, instituir muchas o pocas ordenanzas. Su voluntad fue instituir
solamente dos: el Bautismo y la Cena del Señor. Tales ordenanzas, pertenecen a la iglesia y no al
mundo en el sentido de que a ella se las dio, e hizo a las iglesias responsables de su preservación en
la pureza e integridad originales. Algunos bautistas no quieren llamar al bautismo ordenanza de la
iglesia; prefieren llamarle “ordenanza del evangelio” u “ordenanza ministerial”. En verdad es
ordenanza del evangelio y en cierto sentido ministerial; es decir es administrada por ministros del
evangelio. Pero los ministros derivan su autoridad para predicar y administrar las ordenanzas de
Cristo, por medio de sus iglesias. ¿Quién reconocería derecho a cualquier hombre de predicar o
bautizar si no está respaldado por la autoridad de una iglesia?. Evidentemente el bautismo es una
ordenanza de la iglesia, y nuestros antepasados en su Confesión de 1689 se refieren al bautismo y a
la Cena del Señor como las ordenanzas de Jesucristo que “deben continuarse practicando en Su
iglesia hasta el fin del mundo”.
1. El Bautismo
En respuesta a la pregunta tan común de: ¿Qué es el bautismo?, podemos decir que es la
inmersión en agua de un creyente en Cristo, por una persona debidamente autorizada por una iglesia
escritural, oficiado en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Necesario es que sea
inmersión; de otro modo el bautismo no es válido. Tiene que ser un creyente en Jesucristo, o de otro
modo no es bautismo. Todo bautista está de acuerdo en estas dos declaraciones. No habrá
diferencias en cuanto a quién está capacitado para administrarlo; una persona debidamente
autorizada según la definición expresada es una persona que ha recibido la autoridad de la iglesia
para bautizar. En tanto que la validez de una ordenanza resulta afectada por irregularidades en la
administración, es increíble que el bautismo se considere válido en la ausencia de la autoridad de la
iglesia a la que hemos hecho referencia. ¿Hay alguna otra autoridad?, ¿podría decirse que es la
autoridad de Cristo? No hay duda en que Él es la suprema autoridad; pero ¿confiere esa autoridad
para bautizar por medio de sus iglesias o fuera de ellas? Hemos de escoger uno de estos caminos y
el que escoge el segundo hace a un lado el orden del evangelio. Sin embargo no vamos a elaborar
más la discusión sobre este asunto.
I. El acto del bautismo. Las consideraciones siguientes afirman que la inmersión es el único
acto válido de bautismo:
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1) Los léxicos griegos ofrecen como primer significadote la palabra bautizo: inmersión,
sumergir, o hundirse.
Los términos bautizo y bautismo en la mayor parte de las versiones son transcripciones y no
traducciones. Con ello quiere decirse que simplemente se han usado haciendo corresponder las
terminaciones en el idioma propio. Al término “bautizo” se ha agregado simplemente la terminación
ar y a “bautisma” simplemente se ha cambiado la a, por la o. para hacer más claro lo que queremos
decir, si los traductores de la versión del Rey Jacobo hubieran dado ese mismo trato a éste otro
término, rantizo, tendríamos en el Nuevo Testamento el término rantizo que quiere decir rociar, en
lugar del actual rociamiento. Virtualmente se concluye que el Rey Jacobo prohibió la traducción de
los términos bautizo y bautizar, porque en la hoja de instrucción a los traductores, les dice: “Deberán
mantenerse las palabras eclesiásticas antiguas, como la palabra iglesia, que no se traducirá como
congregación”. Sería absurdo pensar que la regla se aplicara exclusivamente al término iglesia, y
más bien se infiere que el término se da como ejemplo de terminología eclesiástica antigua; de otro
modo no se habría usado el plural. Por tanto el asunto estriba en descubrir si los términos bautismo y
bautizar son terminología eclesiástica antigua o no. Se entiende que ya eran términos cuando se
tradujo la Biblia, o de otro modo no estarían allí. Son términos usados por historiadores y escritores
acerca de la ley de la iglesia, por tanto sí son eclesiásticos. Por mucho tiempo han sido empleados y
por tanto son antiguos. Luego eran términos “eclesiásticos antiguos”. El rey ordenó retener esos
términos, sin traducirlos. Aquí vale la pena recordar también que por indicación expresa del rey, el
Obispo de Londres se dirigió por escrito a los traductores para recordarles el deseo de su majestad
en lo referente a los puntos tercero y cuarto.1 Tal circunstancia debe haber llamado la atención en
cuanto a la regla que estamos considerando. Luego se deriva que los traductores sabían plenamente
lo que eran “términos eclesiásticos antiguos”. Nótese su testimonio en el “Prefacio al lector” donde
dicen: “por un lado se abolió la escrupulosidad de los Puritanos, sustituyendo los términos
eclesiásticos antiguos por otros como lavar en vez de bautismo, o congregación en vez de iglesia; y
por el otro, se arrojó importante luz sobre la oscuridad de los Papistas”. ¿Basta, pues? No solo se
admite que la palabra bautismo es eclesiástica antigua, sino que aceptado con gusto por parte de los
traductores, condenan a los Puritanos y ellos mismos lo recomiendan. La cuarta regla estipulada por
el rey, era esta: “Siempre que un palabra tenga varios significados, utilícese la más empleada por el
mayor número de los más prominentes Padres, y que esté de acuerdo con el lugar y la analogía de la
fe”. La palabra bautismo no tenía varios significados, pero si para los traductores los tuviera, al
aplicarle la cuarta regla, se vieron en la necesidad de traducirla como inmersión, porque para el
hombre de inteligencia común ese era el término “usado más frecuentemente” y con el mismo
significado, también “por lo más connotados Padres”. Aunque la cuarta regla quedaría de todos
modos nulificada con la tercera que se refiere a las palabras eclesiásticas antiguas; no importaba si
tales palabras tenían muchos significados, la orden era “conservarlas”, “no traducirlas”. Los
traductores no tenían libertad para tomar en cuenta el significado que desde tiempo inmemorial
tenían los griegos de la palabra bautismo, cual significado recibía el apoyo de los Padres más
eminentes. Podrían haber examinado dicho apoyo si el decreto real no hubiese tenido un “hasta
aquí” se “deberán conservar los términos eclesiásticos antiguos”.
Algunos escritores bautistas han dicho que quizá el Rey Jacobo tenía cierta antipatía para la
inmersión, y que por eso hubiera prohibido la traducción de los términos bautizar y bautismo con el
deliberado propósito de impulsar el rociamiento el cual había sido introducido de Ginebra a Escocia
durante el tiempo de el reinado de Elizabeth, y que para principios del siglo XVII hacia su entrada a
Inglaterra. No hay evidencia que demuestre que el rey se opusiera a la inmersión; aunque si se
oponía acremente a “la Versión Ginebrina” de la Biblia en la que se traducía bautismo como
lavamiento. Es muy probable que ese desacuerdo lo llevara a pronunciar la tercera regla. La
Versión de Ginebra fue hecha por exilados escoceses que durante el reinado de María la Sanguinaria
huyeron a Ginebra y estuvieron en contacto con Juan Calvino.
Puesto que el término baptizo es una transcripción y no palabra traducida, hemos de buscar su
significado en un léxico griego. Los léxicos no pueden ser autoridad final pero su testimonio es de
valor. Hay cierta unanimidad entre ellos representando por “inmersión” o sus equivalentes los
significados primario y ordinario del término. En este punto, el profesor Stuart, a quien se reconoce
como la gloria del Seminario Teológico de Andover, Massachussets, acepta en su tratado que lleva
por título “El modo del bautismo”, donde dice en la página 14, que “bauto y bautizo significan,
sumergir, zambullir, echar al agua o en algún otro líquido. Todos los lexicógrafos y críticos están
de acuerdo en ello”. Esta cita se hace a efecto de indicar por sobre el significado griego del término
bautizo según el mayor número de lexicógrafos del griego, lo que asegura el profesor Stuart.
2) Algunos teólogos paidobautistas distinguidos reconocen que baptizo significa inmesión.
Dice Juan Calvino en sus Instituciones (Vol. III p. 491 Edic. de la Junta de Publicaciones
Presbiterianas): “Pero sea que la persona que esbautizada se inmergida completamente, y sean tres
veces o una, o que el agua le sea sólo vertida, o rociada, no tiene importancia; las iglesias deben
estar en libertad en cuanto a este acto de acuerdo con las diferencias de sus propios países. El
término mismo bautizar sin embargo quiere decir inmergir; y es verdad que la inmersión era la
práctica de la iglesia antigua”.
El Dr. George Campbell, distinguido presbiteriano de Escocia en sus “Notas” acerca de Mateo
3:2, dice: “El término baptizein (modo infinitivo del verbo, que en presente es baptizo) tanto entre
los autores religiosos como clásicos, quiere decir zambullir, meter, o inmergir y Tertuliano, lo usó
como tingere, término que se usa para teñir telas, cosa que s hacia por inmersión. Y siempre se ha
estimado como significado adecuado”. Luc. 16:24.
El Dr. Chalmers, en sus “Conferencias sobre el libro de los Romanos” (Conferencia No. XXX
Cap. VI, 3-7) dice: “El significado original de la palabra bautismo es inmersión, y aunque veamos
este punto con indiferencia para que el acto sea llavado a cabo en esta forma o por rociamiento, no
dejamos de reconocer que sin duda la manera en que era administrada en tiempos apostólicos era
sumergiendo todo el cuerpo en agua. Lo mencionamos por la luz que arroja en la analogía sobre
estos versículos. Jesucristo mismo, con su muerte pasó esta clase de bautismo. Su inmersión fue
bajo la superficie del suelo de donde se levantó en la resurrección. Y nosotros al ser bautizados en su
muerte se supone que pasamos por la misma experiencia”.
Este es un ejemplo de las concesiones que los paidobautistas hacen acerca del significado de la
palabra baptizo. Tales concesiones son de gran valor porque puede decirse en otras palabras: “este
testimonio suyo para mí vale más que mil otros; puesto que viene de personas empeñadas en
contraopinar”.
3) El uso clásico del término baptizo establece la posición del acto del bautismo por inmersión.
Se ha dicho ya que los léxicos no son la última autoridad en establecer el significado de los
términos. Los lexicógrafos dependen en cierta medida del uso que tienen los términos, aunque
podrían equivocarse; si así fuera, hay una apelación que puede hacerse al usus loquendi que es una
autoridad final. Siempre es bueno llegar hasta la última autoridad. La falta de espacio no nos permite
mencionar extracto de algunos autores griegos, pero bástenos mencionar el tratado del Prof. Stuart
titulado “El modo del bautismo”; el lector verá que este profesor erudito al probar que baptizo
quiere decir sumergir, menciona la forma en que usó el término Píndaro, Heráclito, Plutarco,
Luciano, Hipócrates, Strabo, Josefa, etc. El Dr. Conabt ha investigado el significado del término
baptizo en forma más completa que cualquier persona viva o muerta. Su trabajo no se usa mucho
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limpios en realidad por la sangre de Cristo Jesús. Así el bautismo es un símbolo externo de un
lavamiento interno. Si alguno dudara de esa interpretación en los pasajes mencionados, he aquí otro
que dice: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”; dijo Ananías a Saulo de
Tarso. Hech. 22:16. la sangre de Cristo Jesús en verdad lava los pecados. Por tanto la expresión
“Lavó nuestros pecados con su sangre” Ap. 1:5.
Otra cosa: el bautismo anticipa la resurrección de entre los muertos del creyente, según
aprendemos en I Cor. 15:29. “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en
ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” Estas
preguntas están consideradas en el argumento acerca de la resurrección de los muertos. Parece que
algunos de los corintios negaban la doctrina de la resurrección y según senota no ponían en duda la
conveniencia de la ordenanza del bautismo. Pablo implica claramente que el bautismo es una
referencia anticipada de la resurrección de los santos. Hace pues esa referencia porque es
conmemorativa de la resurrección de Cristo. Es una anticipación porque conmemora y por tanto la
razón es obvia. La resurrección del Señor Jesús logra la resurrección de sus seguidores y es una
promesa infalible en ello. No se pueden separa esas dos resurrecciones. Por tanto el bautismo al
conmemorar la resurrección de Cristo anticipa la resurrección de sus seguidores.
Si estos puntos de vista son correctos en cuanto a la importancia simbólica del bautismo, se
sigue que la inmersión en agua del creyente en Cristo es inevitable y esencial para el bautismo, tanto
así que no puede haber bautismo sin ello. Si el bautismo representa la sepultura y la resurrección de
Jesucristo, entonces tiene que haber inmersión. Si representa la muerte del creyente hacia el pecado
y la resurrección a la nueva vida, tiene que haber inmersión. Y si eso anticipa la resurrección sólo la
inmersión justifica tal anticipo. Somos “sepultados en el bautismo”, es decir, por medio del
bautismo. Cuando el proceso del bautismo se lleva a efecto hay en verdad una “sepultura”. Las dos
son inseparables, por tanto si no hay sepultura, no hay bautismo.
Hubiéramos querido presentar un quinto punto a considerar a favor de la inmersión, que
proviene de los lugares que se escogieron para la celebración del bautismo, y las circunstancias que
rodean su administración según se relata en el Nuevo Testamento; pero la limitación del texto nos lo
impide.
palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa” y “se gozó de que con toda su casa había
creído a Dios”. De Lidia se dice en Hechos 16:40 que cuando Pablo y Silas salieron de la cárcel
entraron en casa de Lidia y “habiendo visto a los hermanos los consolaron”. Sin duda los
“hermanos” eran de los que constituían la casa de Lidia y fueron bautizados así como ella. No se
habrían llamado “hermanos” si se tratara de niños ni se diría que habían sido consolados. En Hechos
18:8 se implica que la familia de Crespo todos fueron bautizados pero se dice que él “creyó al Señor
con toda su casa”. En I Corintios 1:16 vemos que Pablo bautizó a la familia de Estéfanas pero
también dice en la misma epístola (16:15) “ya sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de
Acaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos”. Estos son todos los pasajes del Nuevo
Testamento donde se mencionan bautismos de familias y en ellos no se nota desviación de la Gran
Comisión de Jesucristo en el sentido que requiere que el discipulado sea prerrequisito para el
bautismo. Más bien confirman la posición de que sólo los creyentes son candidatos correctos para el
bautismo.
Las alusiones que hay en las epístolas nos prohíben la suposición de que fueran bautizados los
infantes. Pablo se refiere a los “Bautizados” como “muertos al pecado” (Rom. 6:4) saliendo de las
aguas bautismales para “andar en novedad de vida” como “nacidos en Cristo” (Gal. 3:27), como
“bautizarse por los muertos” (I Cor. 15:29) o en la fe de la resurrección. Pedro define el bautismo
como “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios” (I Ped. 3:21). Esta definición general
elimina la idea de que en tiempo apostólico el bautismo era administrado a cualquiera que no fuese
persona conciente. ¿Qué clase de conciencia tienen un infante que no habla? La conciencia no
funciona antes de la edad de responsabilidad; por tanto el bautismo a los infantes de ningún modo
puede ser lo que Pedro afirma, acerca del verdadero bautismo.
Para no extendernos más en el asunto. ¿A qué conclusiones llegamos? La Comisión de
Jesucristo en la forma en que se entendió y ejemplificó en el tiempo apostólico requiere el bautismo
de creyentes, es decir, discípulos; y la prohibición terminante de otros, sean adultos incrédulos o
infantes inconscientes. Como Pablo dice: “sólo hay UN BAUTISMO”. Es uno en la acción misma, y
uno en el candidato para la acción.
Lo que el apóstol Pablo dice acerca de la institución y finalidad de la Cena del Señor, constituye
la sustancia de loa que se halla escrito en los evangelios. He aquí sus palabras: “Porque yo recibí del
Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es
partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado,
diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas la veces que la bebiereis, en
memoria de mí. Así, pues, todas la veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del
Señor anunciáis hasta que él venga”. I Cor. 11:23-26.
De esta inspirada doctrina acerca de el origen de la Cena del Señor, se deriva que se trata
puramente de una institución conmemorativa. Conmemora primero y en forma suprema la muerte de
Jesucristo. “Anunciáis la muerte del Señor”. No es para anunciar el nacimiento, el bautismo, la
sepultura, la resurrección o aún la ascensión del Señor, sino sólo su muerte. Si en algún momento la
tragedia del calvario debiera ocupar con exclusión de cualquier otro pensamiento el de la muerte del
Señor, es al sentarse a la mesa del Señor. Allí al muerte del Señor debe monopolizar todo poder de
recuerdo.
En la Cena del Señor expresamos nuestra comunión con todos los miembros. Eso se hace en
forma secundaria. Según Pablo nuestra comunión es del cuerpo y la sangre de Cristo, es celebración
solemne de su muerte redentora.
Los bautistas consideran que el bautismo debe ser requisito que anteceda a la Cena del Señor. La
razón es que lo consideran indispensable para ser miembro en la iglesia. El razonamiento es como
sigue: La Cena del Señor, es una ordenanza que debe observarse exclusivamente por los miembros
de las iglesias visibles de Jesucristo. Como la Cena del Señor es una ordenanza para las iglesias no
debe ser administrada individualmente por ejemplo al enfermo en su hogar. Estar reunidos en
capacidad de iglesia es requisito escritural indispensable para la observancia de esa fiesta solemne.
Nadie puede ser miembro de la iglesia visible de Cristo sin el bautismo. Por tanto el bautismo es
requisito indispensable para participar en la Mesa del Señor. Se verá por ésta manera de razonar que
el bautismo es requisito indispensable para participar en la Cena del Señor por que lo es para ser
miembro de la iglesia. Es indispensable ser miembro de la iglesia para poder participar de la Mesa
del Señor. El bautismo es condición precedente sólo en el sentido de que precede y es esencial para
membresía en la iglesia. Conviene a los bautistas conceder más importancia a este punto de vista.
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No decir menos acerca del bautismo, sino más acerca de la membresía en la iglesia. En Hechos 2:41
dice: “Así que, los que recibieron su palabra, fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres
mil personas”. No cabe duda que las tres mil personas fueron aumentadas a la iglesia; “los ciento
veinte” discípulos mencionados en el capítulo anterior, porque dice en el último versículo del
capítulo segundo que “El Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. En ambos
versículos él – añadía a la iglesia – es igual. Se ve que los que fueron bautizados fueron añadidos a
la iglesia y eso antes de “partir el pan” una frase descriptiva de la Mesa del Señor. El que los
bautistas rehúsen tomar la Cena del Señor con los paidobautistas brota del hecho que los primeros
siempre han considerado a los segundos como no bautizados, y en consecuencia sin membresía en la
iglesia de acuerdo con la Escritura. Hasta el célebre Roberto may que tanto abogó por la comunión
entre bautistas y paidobautistas con una energía y elocuencia de argumentación rara de hallarse, no
para en mientes de reconocer que los paidobautistas no están bautizados. Dice: “No tenemos
escrúpulo en informar a un candidato a ser paidobautista que lo consideramos como no bautizado y
desdeñamos toda clase de ocultación sobre el asunto”; también: “Si nos unimos con aquellos a
quienes nos vemos obligados a aceptar como no bautizados, ellos se unen con personas que en su
estimación repiten la ordenanza que sólo una vez debe hacerse con lo cual nulifican una institución
cristiana y privan a sus hijos de el privilegio de un rito saludable. (Obras de may Vol. I, ps. 455,
456).
Sin embargo en tanto que el Sr. Hall consideraba a los paidobautistas no bautizados, insistía en
el derecho de que personas no bautizadas participaban en la Mesa del Señor. No admitía que el
bautismo fuera requisito anterior a la Comunión. Si hubiera considerado la cosa en este punto que
tanto los bautistas como los paidobautistas aceptan en forma universal, no habría escrito en absoluto
sus “Términos para la Comunión”.
Oración: Que Dios nos ayude a comprender las grandes verdades espirituales de la Cena del Señor.
Para destruir el argumento que Roberto Hall escribió a favor de “La Comunión mixta” basta con
mostrar la prioridad que hay en las Escrituras del bautismo para la Cena del Señor. Demostrarlo no
es difícil. Es significativo que el bautismo fuera instituido primero. Nadie negará que Juan el
precursor de Jesucristo bautizó multitudes, y que Jesús por medio de sus discípulos (Juan 4:1-2)
bautizó más personas que Juan, antes de instituir la Cena del Señor. Moralmente es de aceptarse que
quienes estuvieron presentes al instituirse la Cena del Señor ya habían sido bautizados. Jesús
mismos fue bautizado y sería increíble pensar que él escogiera personas no bautizadas para que
fueran sus apóstoles. ¿Así que podría significar algo tal secuencia? Pero el Sr. Hall dijo que: “El
bautismo de Juan no era cristiano”. Era bautismo del evangelio; no fue ordenanza mosaica. Sabemos
que Juan introdujo la dispensación del evangelio. Su predicación era “el principio del evangelio”
Marcos 1:1 y “la ley y los profetas hasta Juan” Lucas 16:16. Tratar de negar que ese bautismo es
cristiano sólo porque no se expresa específicamente sería negar que lo sean muchos más del Nuevo
Testamento, porque a ninguno de ellos se aplicara el epíteto de cristiano.
En cambio puesto que creemos firmemente que el ministerio y el bautismo de Juan eran del
evangelio, y que los bautistas están dispuestos a aceptar el bautismo del evangelio, así podrán
también consolidar la necesidad imperiosa del bautismo antes de la Cena del Señor. Pasemos luego
al estudio de la Gran Comisión: “Id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos”. Todo
conocedor del griego sabe que “doctrinar” equivale a enseñar, y quiere decir discípulos o hacer
discípulos. Por medio de la predicación y de la enseñanza de la iglesia había de hacer discípulos
para Jesucristo. Es claro que primero viene el discipular y después el acto del bautismo. “Id, haced
discípulos en todas las naciones, bautizándolos”. De acuerdo con la Gran Comisión, es evidente que
de acuerdo con el discipulado se siga inmediatamente la administración del bautismo sin dejar que
intervenga antes la Cena del Señor. El bautismo debe seguir la decisión del creyente de seguir a
Cristo. Tal es el primer deber público del creyente; es la primera manifestación externa de su
salvación interna. Es un voto abierto de lealtad a Cristo; por lo que inevitablemente debe ser antes
de la Cena del Señor, puesto que está implícita en la expresión: “Enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado”. Debe enseñarse a los discípulos bautizados a hacer todas las cosas que él
ordenó. Bajo la orden de Cristo, los ministros no deben enseñar acerca de la Cena del Señor a
personas que no han sido bautizadas. En cambio las personas bautizadas deben recibir instrucción al
respecto. Luego no puede la Cena del Señor preceder al bautismo puesto que la Comisión ordena
que se enseñe sólo a los que han sido bautizados.
¿Cómo entendió la iglesia esa comisión y cómo la llevaron a efecto? Este es asunto de gran
importancia. El día del Pentecostés, Pedro dijo a los judíos convictos: “arrepentíos y bautícese cada
uno”. El bautismo debía seguir al arrepentimiento. No se dejó ver que antes del bautismo se tuviera
la Cena del Señor, en cambio añade que los bautizados “perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan, y en las oraciones”. El partimiento del pan, es
decir, la Cena del Señor, fue practicado por los que habían sido bautizados. Cuando Felipe fue a
Samaria a predicar, la gente creyó, “fueron bautizados hombres y mujeres”; la narración indica
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solamente el bautismo, y no la Cena del Señor inmediatamente después que la gente creyó a la
predicación de Felipe. Cuando el eunuco etíope hizo voto de fe en Jesucristo, Felipe luego lo
bautizó. No celebró la Cena del Señor antes de bajar del carruaje para “bajar al agua”. Cuando
Cornelio y su casa recibieron el Espíritu Santo, la expresión de Pedro no fue acerca de la prohibición
de la Cena del Señor, sino “¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos?”.
Cuando Pablo y Silas a la media noche predicaban al carcelero y su familia, y ellos creyeron, ¿qué
se hizo? ¿participaron de la Cena del Señor? No; todos fueron bautizados inmediatamente.
Por consiguiente parece que tanto los apóstoles como los primeros ministros entendieron que el
bautismo debe preceder a la participación en la Cena del Señor. Dejaron ejemplo de instrucción, el
cual no tenemos derecho a modificar. En virtud de tales ejemplos concluimos que en todo el tenor
del Nuevo Testamento se indica la prioridad del bautismo a la Cena del Señor.
Los paidobautistas aceptan la precedencia del bautismo a la Cena del Señor; en una “Historia del
bautismo a los infantes” escrita por el Dr. Wall (Parte II Cap. IX) se expresa en la forma siguiente:
“Ninguna iglesia ha dado la Cena del Señor a personas que anteriormente no han sido bautizadas.
Entre tantos absurdos que se han cometido nadie ha sostenido que persona alguna pueda participar
de la Cena del Señor antes de ser bautizados”.
El Dr. Doddridg, en sus “Obras misceláneas” pág. 510 dice: “Es cierto que los cristianos en
general han sido mencionados por los más antiguos padres como personas bautizadas. También es
cierto hasta donde el conocimientos nos ayuda, que no hay mención alguna de que persona no
bautizada hubiera recibido la Cena del Señor”.
El Doctor Hibbard, distinguido literato y teólogo metodista, dice en su obra “El bautismo
cristiano”: “Hay un principio en que convienen las iglesias bautistas y paidobautistas, a saber: están
de acuerdo en excluir de la Cena en la Mesa del Señor, y en negar que tengan derechos de
compañerismo eclesiástico todos los que no hayan sido bautizados. Consideran el bautismo válido
esencial para constituir la membresía visible en la iglesia. También nosotros lo sostenemos; lo único
que nos divide, es lo que es esencial para un bautismo válido. Los bautistas, al aprobar una frase
lapidatoria de desconocer a otras iglesias cristianas, sólo han actuado basados en el principio
sostenido en común con todas las demás iglesias de que: el bautismo es esencial para la membresía
en la iglesia… Por supuesto, ellos son sus propios jueces acerca de lo que debe ser el bautismo. Es
evidente que, de acuerdo con nuestros puntos de vista propios, podemos admitirlos en la comunión;
pero es evidente que con sus propios puntos de vista acerca del bautismo nunca podrían reciprocar
nuestra cortesía; y la acusación de ser de comunión cerrada no es más aplicable a los bautistas que a
nosotros; y puesto que el asunto de la membresía en la iglesia se determina por principios liberales
semejantes que tienen otras iglesias protestantes, quiero enfatizar que en lo concerniente al asunto
que estamos tratando, se determina por el bautismo válido” (“El bautismo cristiano” por Hibbard
págs. 171, 175).
Este extracto de lo escrito por el Dr. Hibbard exhibe un espíritu de candor y justicia
controversial que no se haya frecuentemente en discusiones acerca del asunto. Deshace el cargo del
“fanatismo exclusivo de los bautistas”, y establece el hecho de que el principal punto de disputa
entre los bautistas y otras iglesias evangélicas además de la Cena cerrada es la autoridad del
bautismo. La controversia es principalmente acerca del bautismo.
Cualquier iglesia cristiana visible puede considerarse como un cuerpo sagrado al que se entra de
solo una forma. Dentro de este cuerpo está colocada la Cena, y el Señor de la mesa ha determinado y
establecido los términos o requisitos de entrada a dicho cuerpo. Quienes cumplen con esos términos
y han entrado se constituyen en guardianes de la Cena del Señor. Su deber es vigilar que quienes
quieran participar lo hagan en la forma en que el Señor lo ha especificado. Si acaso se les pidiera
que cambien los términos, o que dejaran entrar a quienes no deben, tendrían que contestar con
91
énfasis “Sólo hay uno que da las leyes”, “Ni nosotros, ni las iglesias de Dios acostumbran
hacerlo”.
Ya se ha dicho muchas veces que la Mesa es del Señor. Todos estarán de acuerdo en ello, pero
¿cuánta diversidad hay en su razonar o aceptar? Los paidobautistas dicen que puesto que es la mesa
del Señor, y no exclusiva de los bautistas, que ellos tiene derecho a acercarse. Los bautistas dicen
que puesto que es la mesa del Señor, hay que acercarse de acuerdo con sus indicaciones; que ese
sentido de propiedad por parte del Señor, da curso sólo a su indicación; que puesto que no es su
mesa no tienen restricciones especiales u obstrucciones como pretenden decir los paidobautistas
pero que cuanto está puesto es por el mismo Señor de la mesa. Este es un ejemplo de la controversia
que se tiene al respecto. El lector podrá determinar cuál razonamiento es más apegado a la lealtad a
Cristo.
Creencias acerca de la Cena: a) Literal, b) Transubstancial, c) Consubstancial.
1. ¿Por qué debe todo miembro procurar estar presente al celebrarse la Cena del Señor?
2. ¿Por qué debe haber reverencia solemne durante la administración de la Cena del Señor?
3. ¿Por qué eliminar todos los demás pensamientos durante la celebración de la Cena del
Señor?
1. Discuta Ud., brevemente acerca del bautismo de Juan. Muestre ud., ¿por qué su bautismo era
cristiano?
2. Muestre Ud., cómo se relacionan el bautismo y la Cena del Señor en el Nuevo Testamento.
Demuestre Ud., que el bautismo debe ser primero.
3. Presente Ud., brevemente lo que piensan otras denominaciones acerca del orden en cuanto al
bautismo y de la Cena del Señor.
4. Discuta Ud., brevemente el lugar del bautismo en la iglesia.
5. ¿A qué hora se debe celebrar la Cena?
1. ¿Por qué no pueden todos los bautistas tomar la Cena del Señor juntos?
2. ¿Por qué no puede una Asociación o Convención celebrar la Cena del Señor?
3. ¿Puede el pastor llevar la Cena del Señor a una persona enferma en el hospital o a algún otro
lugar? ¿Es posible hacerlo de acuerdo con los requisitos de la Biblia?
4. ¿Qué quiere decir en la Biblia cuando se habla de tomar la Cena “indignamente”?
5. ¿Qué razón hay para usar pan sin levadura? ¿Qué representa la levadura en la Biblia?
LECCIÓN 36
Existen tres formas de gobierno en la iglesia, que se reconocen por los términos episcopal,
presbiteriano y congregacional.
El episcopal, gobierno de los católicos, reconoce el derecho de los obispos para presidir sobre un
distrito del país, y una de las doctrinas fundamentales es, que el obispo es superior en categoría a los
demás ministros. Eso quiere decir que en la actualidad un obispo tiene bajo su cargo “un clero
inferior”, puesto que se insiste en que el “poder de ordenación” y el “derecho de gobernar”
pertenecen al oficio del episcopado. Los que adoptan el sistema episcopal de gobierno creen que hay
tres órdenes en el ministerio: diáconos, ancianos, y obispos. La aplicación que en la actualidad se da
al término obispo, para designar un hombre que tiene bajo su cuidado un distrito o país, es bastante
objetable. Ya casi se ha eliminado el significado que originalmente tuvo en la cristiandad. En tiempo
apostólicos tanto el obispo como el pastor y el anciano eran términos equivalentes. Los ancianos de
la iglesia de Efeso se llaman (Hechos 20:28) vigilantes; en el original la palabra episcopos
generalmente es traducida como “obispo”, si a tal se le puede llamar traducción.
El presbiterianismo reconoce dos clases de ancianos: ancianos predicadores, y ancianos
gobernantes. El pastor y los ancianos gobernantes de una congregación constituyen lo que se llama
una “sesión de la iglesia”. La “sesión” trata los asuntos de la iglesia, recibe, destituye, separa o
expulsa miembros, etc. De las decisiones de una “sesión” puede apelarse al presbiterio; de las
acciones de este al Sínodo2; y de los acuerdos del Sínodo se apela a la Asamblea General cuyas
decisiones son finales e inapelables.
El congregacionalismo choca con lo episcopal y lo presbiteriano, y reconoce las verdades
siguientes:
1. Que el poder para gobernar está en manos de la congregación.
Está en manos del pueblo en vez de obispos o ancianos; es decir, los obispos y los ancianos no
pueden hacer algo estrictamente eclesiástico sin el consentimiento del pueblo. Mt. 18:17.
2. El derecho de la mayoría de los miembros en la iglesia es el que gobierna, de acuerdo con
la ley de Cristo.
Una vez que la mayoría ha podido expresarse, la minoría se somete. Con la excepción de
expulsar miembros lo cual debe ser por unanimidad.
3. La autoridad de una iglesia no puede ser transferida o enajenado, y su decisión es final.
La autoridad de una iglesia no puede ser delegada. Podrá haber mensajeros de una iglesia pero
no delegados en el sentido ordinario del término. Es bueno que la iglesia al escribir una carta a
cualquier asociación o concilio use el término mensajero, en lugar de delegado. Ninguna
congregación podrá dar poder eclesiástico a persona alguna o cuerpo de personas para hacer algo
que afecte su independencia.
Estos principios son sumamente importantes y puesto que la forma congregacional de gobierno
depende de su reconocimiento y aplicación, considerarlos es vital: ¿El Nuevo Testamento sostiene
esos principios? Sí porque sino cualquier cosa que se dijera en su defensa carecería de fundamento.
¿Representa pues el Nuevo Testamento el principio del congregacionalismo? Es decir que el
poder de gobernar descansa en manos del pueblo?
Oración: Que ésta iglesia permanezca fiel al principio y la forma establecida en el Nuevo
Testamento para una iglesia.
¿Hay revelada en el Nuevo Testamento alguna forma específica de gobierno eclesiástico? ¿La
Iglesia debe permanecer independiente o puede asociarse con alguna convención, asociación,
compañerismo organizado o cualquier otro cuerpo organizado? Veremos la contestación a estas
preguntas procedentes de sabios cristianos y estudiosos de la Biblia. Algunos sostienen que no es
posible hallar una forma específica en los libros sagrados, y que no hay una que sea mejor para todas
las personas en cualquier lugar; y que se dejó a la sabiduría y prudencia cristiana guiados por la
experiencia, decidir la forma necesaria. La gran mayoría, sin embargo acepta que por lo menos en
bosquejo hay una forma específica en el Nuevo Testamento. Si hubiera un plan perfectamente
delineado de las palabras de Jesucristo, o de sus inspirados apóstoles, deberíamos averiguarlo para
tener la guía indicada. O, si pudiéramos tener la seguridad de saber cómo organizaron y ordenaron
las iglesias que los apóstoles fundaron bajo la vigilancia del Espíritu Santo, y supiéramos las reglas
que usaron y la política que siguieron se daría contestación a muchas de nuestras preguntas en forma
satisfactoria.
Un estudio detenido del Nuevo Testamento muestra claramente que todas las iglesias allí
mencionadas, eran independientes una de la otra y el gobierno descansaba en el pueblo; así que el
cuerpo de miembros de cada iglesia local está separado y es independiente de los demás en
autoridad y control. Los bautistas sostienen que una iglesia cristiana es una congregación de
creyentes bautizados que se asocian por medio de un pacto mutuo, que se gobierna por sí mismo e
independientes de cualquier otra; y que no tienen ninguna conexión eclesiástica con las demás
aunque mantienen compañerismo con otras semejantes en fe, orden y práctica.
Como ya se ha dicho, cada iglesia particular, local, es absolutamente independiente en el
ejercicio de todos sus deberes eclesiásticos, privilegios y prerrogativas; independiente de todas las
demás iglesias, individuos y cuerpos de personas físicas, y existe solamente bajo la ley de Jesucristo.
En el Nuevo Testamento que es la única autoridad en forma de libro para el pueblo, se halla la ley
que fue dad por el Gran dador de la ley.
La libertad ejercida por la independencia de las iglesias, se limita por las leyes de Cristo
expresadas o implicadas claramente en las Escrituras. Una iglesia no es un cuerpo legislativo sino
administrativo. No puede hacer leyes, sólo se constituye en intérprete de las leyes de Jesucristo, y tal
interpretación es sólo para ella y no para otras. Tampoco otras pueden interpretar leyes para ella. Las
opiniones de los sabios y de los buenos tienen su valor, pero ningún hombre o cuerpo de personas
tiene derecho de constituirse en autoridades de interpretación de la Palabra de Dios para una iglesia.
En ocasiones se ha dicho que los bautistas independientes lo son demasiado y que su libertad
degenera en licencia. Pero calmadamente ha de negarse, puesto que como iglesias no pueden ser
demasiado independientes usando la palabra en el sentido verdaderamente cristiano. Ni tampoco la
libertad puede ser licenciosa.
Hombres necios e ignorantes pueden hacer cosas malas; pueden ser injustos, y hacer uso de la
opresión en nombre de la libertad pretendiendo independencia. Pero la libertad y la independencia
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son sólo la ocasión y no se podría culpar a ellas de las cosas que personas mal intencionadas
hicieran cobijándose bajo su nombre. La independencia de una iglesia tiene sus riesgos peculiares en
mal uso y abuso pero no se podría demostrar que tales dificultades fueran mayores o más serios que
los que afrontan otra formas de gobierno eclesiástico. Si tal cosa es cierta, el verdadero, el plan
divino, sería el mejor, el que tuviera las mayores ventajas y el menor número de males. Los defectos
no están en el plan sino en quienes imparten el gobierno; y creo que podría demostrarse que las
iglesias que obran en forma independiente sufren menos males y sus dificultades son menores que
las sujetas a formas centralizadas de gobierno.
¿Dónde está la prueba de que la iglesia primitiva era independiente? Es de tomarse en cuenta el
curso que siguió la iglesia de Antioquía en Siria. Surgió una dificultad por la inserción de
costumbres judías en la forma de gobierno cristiano, tocante a las cuales tenían dudas, por lo que se
dispusieron enviar una delegación a la iglesia de Jerusalén que era el centro del culto judío y a la vez
centro del pensamiento cristiano primitivo; además de tener en su compañerismo los apóstoles. De
allí habrían de recibir instrucción autorizada. Hechos 15. esta comisión en la que estaban incluidos
Pablo y Bernabé al llegar, no apeló a un grupo selecto de oficiales, ni siquiera a los inspirados
apóstoles; sino a toda la iglesia en la que se les incluía. “Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos de
la iglesia, y de los apóstoles y de los ancianos” Vers. 4. Después la presentación completa del asunto
y la discusión del caso con la opinión expresada de Santiago el pastor de la Iglesia hasta estar de
acuerdo en la respuesta para la iglesia de Antioquía. “Entonces pareció bien a los apóstoles y a los
ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y
Bernabé”. Vers. 22. Además de la comisión enviaron cartas describiendo su decisión. Las cartas
reconocieron a la iglesia. “Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los
gentiles que están en Antioquía”. Vers. 23 y además. “nos ha parecido bien, habiendo llegado a un
acuerdo” y “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. Vers. 25-28.
Una iglesia independiente que deseando consejo, lo buscó en otra iglesia independiente, cuya
experiencia y sabiduría les daba mayor confianza que la propia. La otra iglesia independiente, en
ejercicio de su libertad dio el consejo solicitado. Los apóstoles inspirados no se atrevieron a dictar
sobre la materia o a actuar sin la cooperación de los ancianos y de los hermanos. Tampoco los
apóstoles con los ancianos actuaron solos, sino que con “toda la multitud” y “toda la iglesia”,
estuvieron presentes para escuchar y actuar juntamente con sus líderes.
Los apóstoles reconocían y trataban a las iglesias como cuerpos independientes con derecho a
gobierno propio sin estar sujetos a cualquier otra autoridad. Sus informes de sus trabajos eran
presentados a las iglesias, y sus cartas eran dirigidas a ellas como cuerpos independientes y no como
confederaciones que incluyeran distintas congregaciones (Convenciones, Asociaciones,
Comuniones, etc.), ni tampoco a cualquiera de los directivos o representantes oficiales de esas
congregaciones. Al comunicarse con ellas, los apóstoles les reconocían el derecho de escoger sus
propios oficiales, admitir, disciplinar y separar miembros; siendo estos los derechos fundamentales
que una vez concedidos implican todos los demás derechos necesarios a una comunidad de gobierno
propio que obra dentro de las leyes divinas. También les instaron a tomar la responsabilidad y la
autoridad para ejercer esos poderes y ejecutar tales funciones, especialmente la de disciplinar y
separar los miembros indignos.
Nada podría ser más enfático y declarado en forma especial de lo aquí expresado que la forma en
que el Señor se dirige en las Epístolas apocalípticas individualmente a las iglesias de Asia, por
medio de los ángeles, o los pastores de esas iglesias. Los consejos, las llamadas de atención, las
repruebas y mandatos en cada caso particular son hechos a cada iglesia en particular según necesita
96
Las citas que a continuación se insertan, muestran que las iglesias de Nuevo Testamento eran
iglesias independientes.
Gieseler en su historia eclesiástica, habla de los cambios que hbo en el orden eclesiástico
durante el segundo siglo, y dice:
“Las iglesias campesinas que se habían formado cerca de alguna ciudad juntamente con sus
obispos parecen hasta cierto punto haber estado bajo la autoridad de su iglesia madre. Con
excepción de ellas todas las iglesias eran igualmente independientes; algunas tienen a honor su
relación por causa de su origen apostólico o la importancia de la ciudad donde se encuentran”.
relacionado con la historia de las iglesias primitivas como éste esté más firmemente establecido, ni
más generalmente admitido”.
El Sr. J. B. Granfill, Editor del “Texas Baptist Standard”, y editor también de muchos libros del
Dr. B. H. Carroll, dice:
“Las únicas organizaciones de las que se habla en la Biblia son las iglesias de Cristo. Ellos son
los únicos cuerpos religiosos que poseen alguna autoridad eclesiástica”. Julio 30 de 1896.
“Las Asociaciones son conveniencias inventadas por la sabiduría humana, y no son instituciones
divinas como las iglesias de acuerdo con la escritura. Ha habido y aún hay muchas iglesias de
Jesucristo, que nunca han pertenecido a alguna de estar fraternidades voluntarias. No hay evidencia
de que alguna de esas organizaciones existiera durante la edad apostólica o aún siglos después”.
Texas Baptist Standard, Nov. 28, 1895.
encausar el trabajo de la misión para poder llevar a cabo la comisión de Jesucristo, y es el único plan
que permite al Espíritu Santo guiar a los obreros”. Pág. 54 La Biblia, los bautistas y el sistema de la
Junta.
El Dr. B. H. Carroll, autor de muchos libros, y fundador del Seminario Bautista del Sudoeste en
Fort Worth, Texas, escribe en el Texas Baptist Standard:
“La iglesia es una institución divina; es la única organización religiosa visible establecida
específicamente por acción divina. Dios comisionó a la iglesia para la predicación del evangelio a
todo el mundo”. Julio 6 de 1897.
El Dr. Juan A. Broadus, cuyo nombre se adjudicó a su imprenta BeroaDeman Press, dijo:
“No creo que debe preocuparnos la unidad orgánica; que se encargue de ello la providencia.
Juntos somos bautistas”… “Después, no os contentéis con hablar de regresar al Nuevo Testamento
en lo que respecta a las doctrinas de la ordenación, y el gobierno de la iglesia deteniéndoos allí, y no
hacerlo en cuanto se refiere al trabajo de las misiones en el Nuevo Testamento”. Conferencia del
Centenario de las Misiones pp. 20,21.
LA COOPERACION ECLESIASTICA
Dios tiene en la actualidad, sólo tres organizaciones divinas. En el mundo hay organizaciones
muy buenas pero las únicas divinas son:
1) El hogar: base de la civilización;
2) El gobierno humano: sin el cual no puede haber ley ni orden; y
3) La iglesia, único organismo comisionado para predicar el evangelio y para lleva a efecto las
enseñanzas de nuestro Señor.
El Nuevo Testamento no habla de ninguna superestructura ni superorganización eclesiástica. La
organización más importante actualmente en el mundo es una iglesia apegada al Nuevo Testamento.
También hemos de reconocer que las iglesias del Nuevo Testamento cooperaban en la
predicación del evangelio y en el trabajo misionero, ejemplo de ello es el caso del Apóstol Pablo:
1) El Espíritu Santo llama a Pablo y a Bernabé al campo misionero en el extranjero. Hech. 13:2.
2) El Señor se dirige a la Iglesia de Antioquía y les ordena separar a Pablo y a Bernabé para el
trabajo al cual los ha llamado. Hech. 13:2.
3) Pablo y Bernabé inician su trabajo en su primero viaje misionero. Para ellos su trabajo no se
completaba hasta formar una iglesia de acuerdo con el patrón de la iglesia de Jerusalén. Hech. 13:4.
4) La única organización que cooperó en su sostenimiento fue la iglesia. Fil. 4:15.
5) La iglesia de Antioquía envió dinero para su sostén, pero también lo hicieron otras iglesias
en ocasiones varias.
6) Al regresar del campo los misioneros informaban a su iglesia madre; la que les ordenó y los
envió. Hech. 14:27.
7) En ningún lugar del Nuevo Testamento se menciona convención, asociación, compañerismo
organizado o alguna otra organización.
Escuchad las palabras de Carles Spurgeon, sin duda el predicador más grande de los últimos
tiempos. Habla enfáticamente acerca de la separación y de la independencia de las iglesias. No sólo
creía, sino que logró que su iglesia lo llevara a la práctica.
“He tenido grande interés en las luchas de los hermanos ortodoxos pero nuncas les he dado
consejo acerca de ellas ni he tenido esperanza de que las venzan. Mi actuación ha ido en otro
sentido”.
“Tan luego como vi, o así lo creí, al menos que ya se había establecido el error en ellos, sin
pensarlo más me separe de ese cuerpo. Desde entonces mi consejo ha sido: “Salid de entre ellos de
inmediato”. He creído que ninguna protesta sería igual a la de separación completa”.
1. En forma negativa.
a. No queremos decir que las iglesias no pueden hallar bases para cooperar.
b. No queremos decir que toda iglesia debe permanecer sola separada de las demás de igual
fe y orden.
2. En sentido positivo.
a. Queremos decir que las iglesias bautistas deben mantenerse separadas de cualquier otra
organización que es hecha por los hombres.
b. El Nuevo Testamento establece ya una forma de cooperación, por tanto, no debe
desviarse del patrón dado.
Oración: Que Dios dirija a aquellos que han de ayudar mejor a desempeñar el trabajo del Señor. A
unirse con nosotros.
Fue una práctica o función de las iglesias apostólicas admitir miembros nuevos en su
congregación o compañerismo.
Romanos 14:1 dice: “Recibid al débil en la fe”. Tal expresión quiere decir “recibir en vuestra
comunión y tratad como cristiano al que es débil en la fe”. Hay aquí un mandato innegable.
RECIBID. El mandato se hace para ¿los obispos? No. ¿Fue dado a la “sesión de la iglesia”?; ¿a una
sesión compuesta de un pastor y ancianos gobernantes? Tampoco. ¿A quiénes entonces? A las
personas para quienes se escribió la carta, es decir, “a todos los que estáis en roma, amados de Dios,
llamados santos”. No es posible forzar este lenguaje para indicar que el mandato se diera a los
oficiales en la iglesia de Roma. Los miembros de la iglesia cuya designación fue la de “santos” son
los comisionados para “recibir a los débiles en la fe”. Fue cosa de ellos decidir quién podían admitir
en la comunión cristiana, y Pablo bajo el impulso de la inspiración, dice: “recibid al débil en la fe”.
Procedamos ahora a demostrar que las iglesias del Nuevo Testamento tenían derecho para
separar los miembros indignos de la iglesia, y que lo ejercían.
En I Cor. 5.1-5 dice: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual
ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis
envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de
vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en
espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea
entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor
Jesús”.
Conviene enfatizar que aunque Pablo “juzgó” que aquel hombre licencioso debía ser separado de
la iglesia, no fue él quien lo separó. No señaló derecho alguno suyo de hacerlo; y cuando se dirigió a
“las iglesias de Galacia”, “Ojalá se mutilasen los que os perturban” (Gal. 5:12). No fue él quien los
cortó, aunque deseó que fueran cortados.
También es bueno notar que los miembros de la iglesia de Corinto no podían en lo individual
separar al hombre licencioso. Era necesario que “todos se reunieran”. Tenían que reunirse como
iglesia; así que una vez reunidos en asamblea tenían el “poder de nuestro Señor Jesucristo”. Habían
de actuar de acuerdo con su autoridad a fin de ejercer su autoridad, porque él hace que la
incumbencia de su iglesia sea ejercer la disciplina. En el último versículo del capítulo de referencia
dice Pablo: “Quitad pues, a ese perverso de entre vosotros”. Esta es una recomendación dada por un
hombre inspirado, exigiendo la separación de la membresía a un miembro indigno de la iglesia de
Corinto. ¿Para quién fue la orden?, ¿para los oficiales de la iglesia? No. “A la iglesia de Dios que
está en Corinto, santificados en Cristo Jesús, llamados santos”.
102
El derecho de una iglesia para separar de su comunión personas desordenadas está reconocido
por II Tesalonicenses 3:6. “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que
recibisteis de nosotros”. Tal orden fue dada a la iglesia de los tesalonicenses. Apartarse de “todo
hermano que anduviere fuera de orden” equivale a separarlo de la membresía; hay en ello cesación
de comunión de iglesia.
El pasaje de Mateo 18:17 no ha sido mencionado aún porque se le cita en otro lugar. El lector
verá que en relación con ese pasaje se implica claramente el poder que tienen “la iglesia” para hacer
un acto de separación por el que el miembro es cortado, y se convierte en “pagano y publicano”.
Las iglesias apostólicas tenían poder y derecho para restituir a los miembros expulsados que
dieran muestra evidente de arrepentimiento.
En II Cor. 2:6-8 se refiere nuevamente al hombre malo o licencioso en los términos siguientes:
“Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien
debéis perdonarle y consolarle, par que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os
ruego que confirméis el amor para con él”. El apóstol se enfrenta a este caso con la delicadeza y la
ternura más grande. Al referirse al miembro separado, lo hace sin referencia alguna que remarque la
ofensa por la que fuera separado. “Le basta” dice “esta reprensión”, etc. Es decir la finalidad de la
separación llenó su cometido. La iglesia mostró su determinación o autoridad al no disimular el
pecado, y el hermano separado se arrepintió. Mas el punto a consideración es que el apóstol
aconsejó la restauración del arrepentido que cometió la ofensa. Pablo no podría restaurarlo a su
lugar en la iglesia como tampoco podía separarlo en el otro caso, pero dice: “os ruego que
confirméis el amor para con él”. El poder para restaurarlo residía en la iglesia, y Pablo solicita de
ellos ejercitarlo. Dice el apóstol: “Os ruego”, se inclina ante la majestuosa democracia de la
soberanía de la iglesia. Virtualmente admite que nada puede hacerse a menos que la iglesia decida
hacerlo.
5. ¿Debe ser unánime la votación para recibir un miembro? Sí, no, ¿Por qué?
LECCIÓN 40
Si las iglesias del Nuevo Testamento tenían poder y derecho tanto para recibir como para separar
y restaurar miembros, deben haberlo tenido también para tratar otros asuntos de interés para la
iglesia. Por supuesto nada es de mayor importancia para una iglesia que recibir, separar o restaurar
miembros. Podemos alejarnos aquí del argumento en el que descansa el principio del
congregacionalismo: pero existe una prueba más que reconoce tal principio.
En el capitulo 1 del libro de los Hechos de los apóstoles hay el relato de la elección de Matías al
apostolado, para substituir a Judas el traidor. La inferencia más natural seria que fuera escogido por
“los ciento veinte discípulos” que se mencionan en el versiculo 15; estos discípulos eran sin duda los
que estaban en la reunión de negocios. Sin duda Pedro tenía al pueblo en alta estima puesto que los
llamo para elegir al sucesor de Judas. En el capitulo 6 de los Hechos se hace referencias a las
circunstancias que dieron origen al oficio de diácono y a la forma en que ellos fueron escogidos.
Puede verse que el motivo de la queja a la que se refieren los apóstoles fue encomendado a la
multitud de los discípulos, quienes dirigieron a los hermanos a escoger a los siete; y aquel dicho
agradó a la multitud, y estos escogieron, etc. Las expresiones en letra cursiva muestran claramente
el pueblo envuelto en el asunto. No fueron solamente los discípulos sino la multitud; toda la
multitud actuó. No había mejor manera de expresar más claramente la acción de una iglesia en
contra-distinción de la de sus oficiales.
En apoyo a este principio fundamental del congregacionalismo, se mencionan los hechos
siguientes: “Toda iglesia” “los hermanos” en conexión con los “apóstoles y ancianos”. Hechos
15:22-23. “Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia elegir de entre
ellos varones y enviarlos… y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los
hermanos, a los hermanos… salud”. Los hermanos de la iglesia de Jerusalén actuaron juntamente
con los apóstoles.
Las iglesias de los tiempos apostólicos enviaron ministros en viajes misioneros. Cuando
Antioquía recibió la palabra de Dios de la iglesia de Jerusalén “enviaron a Bernabé, que fuese hasta
Antioquía”. Hechos 11:22. Su trabajo tuvo éxito; “gran numero se convirtió al Señor” y no mucho
tiempo después la iglesia de Antioquía envió a Pablo y Bernabé en largo viaje haciendo mucho
trabajo del cual informaron después a la iglesia todo cuanto Dios había hecho por medio de ellos.
Hechos 13:1-3; 14:26-27. ¡Cuánto respeto de parte de estos ministros del evangelio para la iglesia
que los envió! Los apóstoles no ejercían vigilancia o señorío sobre las iglesias, ni absorbían el
control de sus ofrendas. Puede verse en Hechos 11: 29-30; I Cor. 16: 1-2; II Cor. 9:7. Las iglesias
seleccionaron mensajeros para llevar sus ofrendas (vease I Cor 19:3; II Cor. 8:18-19; Fil. 2:25;
4:18).
1. ¿La iglesia de Corinto tenia poder sobre sus miembros? ¿Pablo solo podía hacer sugerencias,
o dar consejo?
2. ¿Las iglesias del Nuevo Testamento tenían poder para tratar cuantos asuntos les vinieran al
caso?
3. ¿Las iglesias del Nuevo Testamento tenían derecho de elegir oficiales? (Los metodistas
designaron a sus pastores para mandarlos). ¿Otras iglesias emplean otros métodos? ¿Los bautistas
hacen elección por voto demócrata?
4. ¿Los diáconos son electos por la iglesia en pleno? ¿Por qué?
5. ¿Los misioneros son enviados por la iglesia? ¿Por qué?
1. ¿Por qué deben tomar parte activa todos los miembros en los negocios de la iglesia?
2. ¿Podrían evitarse malos entendidos y fricciones si todos los miembros de la iglesia toman
parte en los negocios?
3. Cuando una persona está ausente de la sesión de negocios y pierde la oportunidad de oír
explicaciones puede darse cuenta de porqué la iglesia tales decisiones?
4. Cuando en la votación con 100 miembros presentes el resultado arroja 45 a favor y 8 en
contra, ¿cómo se cuentan los restantes? ¿Es justo controlarlos con la mayoría?
5. Cuando una persona no está presente en la sesión de negocios, o si está presente no vota
sobre algún asunto, ¿tiene derecho a disgustarse?
6. ¿Por qué debe procurarse que haya voto unánime cuando se puede? (A menos que este
involucrado un principio importante).
7. ¿Qué autoridad moral y espiritual deben tener los miembros para votar?
8. Si un miembro devenga salario y no diezma, ¿Tiene autoridad para votar en presupuestos,
construcción de templo, remodelación a las iglesias, etc.?
LECCIÓN 41
Oración: Que todos nuestros miembros se den cuenta de la necesidad de tomar parte activa en los
asuntos de la iglesia.
El derecho de la mayoría de los miembros de una iglesia de gobernar, de acuerdo con las leyes
de Jesucristo, es un segundo principio del congregacionalismo.
En II Cor. 2:6 dice: “Le basta a tal persona esta represión hecha por muchos”. Una traducción
literal de la expresión “por muchos” sería ‘los más’, es decir ‘la mayoría’. El Sr. McKnight lo
traduce: “del numero mayor”. Si hemos aceptado que el gobierno de la iglesia descansa en sus
miembros, sigue que la mayoría gobierna. Tal cosa es tan clara, y es un principio fundamental del
congregacionalismo que no necesita discutirse más.
La tercera verdad que reconoce la forma del gobierno congregacional es que el poder no puede
ser transferido o delegado y que la acción de la iglesia es final.
La iglesia de Corinto no podía transferir su poder a la iglesia de Filipos, ni la de Antioquía podía
pasar su autoridad a la de Efeso. Tampoco podían todas las iglesias del tiempo apostólico juntas,
delegar su poder a una asociación, o sínodo. El poder de la iglesia es inalienable y brota de la base
del principio congregacional, que consiste en el poder de la iglesia que reside en manos del pueblo,
en la membresía. Por tanto si el poder de una iglesia no es transferible, su acción es final. Mateo
18:15-17 hace evidente el hecho de que no hay tribunal superior al de la iglesia. El Salvador
establece una regla para ajustar las diferencias particulares entre los hermanos. “Si tu hermano pecar
contra ti, ve y repréndele”, etc. Si cuando se ofende no se pide perdón, el ofendido toma a dos
personas consigo “para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”. Pero si el que ofende
“no los oyere a ellos”, ¿Qué habrá de hacerse? “dilo a la iglesia”. ¿Cuál iglesia? Es claro que a la de
ambos pertenecen. ¿Y si el que el ofende no hace caso a la iglesia, que hacer? “tenle por gentil y
publicano”. ¿Queda acaso modo de apelar a una convención, presbiterio o conferencia? No. No hay
apelación. ¿podria una asociación, convención o presbiterio restaurar en la iglesia a uno que por
acción ha sido colocado como pecador o publicano? Ni pensarlo; ¿qué clase de compañerismo seria
ese? Cabe preguntarse, ¿Qué hacer en caso que la acción de la iglesia no satisfaga a los interesados?
¿Qué acontece cuando la acción de una Asamblea General, o de una Conferencia Metodista o
Convención no son satisfactorias? En algún lugar habrá que terminarse. En algun lugar la acción ha
de ser final. Los bautistas dicen con el Nuevo Testamento e la mano que en la acción de cada iglesia
local, el acuerdo congregacional de los creyentes es final. Los paidobautistas, con excepción de los
independientes y congregacionales niegan lo final de la acción de una iglesia local. ¿Quién tiene la
verdad? Sería bueno que quienes se oponen a la forma bautista de gobierno muestren en el Nuevo
Testamento alguna alusión si existe a cualquier apelación acerca de la decisión de una iglesia frente
a otro tribunal. No pueden.
El punto de vista que aquí se sostiene acerca de la independencia de las iglesias apostólicas en
relación a los hechos hace que paidobautistas de renombre se vean en la necesidad de aceptarlas. Así
Mosheim, un luterano enemigo acérrimo de los bautistas al hablar del primer siglo, dice: “las
iglesias de esos tiempos primitivos eran completamente independientes, ninguna estaba sujeta a
jurisdicción de fuera, y se gobernaba por sus propios directivos y sus propias leyes; porque las
107
iglesias fundadas por los apóstoles, aunque les guardaban cierta deferencia, y se les consultaba en
algunos casos difíciles no tenían ninguna autoridad jurídica ni se les reconocía supremacía sobre los
demás, mucho menos que formularan leyes para ellas” (Historia de la iglesia de Mosheim, por
Maclaine. Edición de Baltimore, Vol. I. p. 39).
El arzobispo Whately, un dignatario de la iglesia de Inglaterra, al referirse a las iglesias de los
tiempos apostólicos, dice: “Cada cual era una comunidad independiente, distinta de las demás,
unidas por los principios comunes en los que habían sido fundadas y por acuerdo mutuo de afecto y
respeto; mas no tenían una Cabeza reconocida en la tierra o asentimiento de soberanía mayor de
alguna de esas sociedades sobre las demás”. Y también: “Una iglesia y una diócesis parecen haber
sido coexistentes e idénticas por mucho tiempo. Y cada iglesia o diócesis aunque conectada con las
demás por los vínculos de fe, esperanza y amor, eran completamente independientes en cuanto a
cualquier poder de control”. (El reino de Jesucristo. Edición de Carter. pp. 36, 44)
Testimonios como éstos, tanto de un luterano como de un episcopal son muy poderosos; podrían
haberlo expresado en otra forma siempre y cuando estuvieran apegados a la verdad. Al escribir en
esos términos sin duda condenaron a sus propias denominaciones.
Antes de concluir este capítulo conviene decir que si bien una iglesia en ejercicio de su
independencia puede recibir miembros que han sido separados de otras, no debe hacerlo en
circunstancias ordinarias porque eso viola la cortesía que debe haber entre una y otra iglesia, y se
aparta del espíritu del evangelio. Se entiende que las personas expulsadas de una comunión, lo
merecen. Siendo así, resulta impropio que iglesias hermanas los reciban. Había sido una violación
flagrante de decoro si alguna otra iglesia hubiera recibido al incestuoso separado de al de Corinto.
Los que han sido retirados justamente pueden volver a tener los mismos privilegios si en
arrepentimiento confiesan sus ofensas por las que fueron expulsados; y pueden ser readmitidos al
compañerismo de que fueron cortados. Esa es una regla general. Sin embargo, hay ocasiones en que
alguno es expulsado injustamente. El prejuicio de alguien, o algún partido puede controlar los
asuntos de una iglesia; en ese caso la disciplina se aparta de la ley de Cristo; y el reconocimiento de
las faltas puede ser declarado insuficiente. El Miembro entonces puede ser expulsado injustamente;
el conocimiento de tal cosa puede abarcar a la comunidad, y a las iglesias hermanas. ¿Qué puede
hacerse en tal caso? El miembro expulsado sufre por lo mal hecho de las cosas y sinceramente desea
participar de los privilegios que la iglesia le ofrece. La iglesia que ha pasado el acto de expulsión
debe retirarlo. Pero supongamos que la iglesia no quiere tomar en cuenta consejos de sus hermanos
y no la retira. Entonces el miembro expulsado puede ser recibido en otra iglesia una vez que
satisfaga plenamente su derecho y la injusticia con que fue tratado. Estos casos son raros, pero
cuando acontecen es bueno saber que el camino es el aquí marcado. En la independencia de cada
iglesia hay bastante autoridad para seguir esta forma de proceder. Los actos y procedimientos de una
iglesia son válidos y perduran cuando están de acuerdo con la ley de Cristo; pero cuando se
apartan, de ella, se invalidan y se nulifican.
2. ¿Puede la iglesia transferir su poder a otros, sea convención, asociación, etc.? ¿Tiene que
retenerlo para sí?
3. ¿Qué dicen los demás acerca de la independencia de las iglesias primitivas?
4. ¿Qué puede decirse acerca de la independencia de las iglesias y la separación de miembros?
1. ¿Cuáles efectos malos puede derivarse del desconocimiento de la enseñanza bíblica acerca
de el gobierno de la mayoría?
2. ¿Puede otro cuerpo tal como convención, asociación o compañerismo, expresar su juicio
acerca de la selección de oficiales para una iglesia?
3. ¿Por qué de acuerdo con la Escritura no puede enviar misioneros una convención, asociación
o compañerismo?
4. ¿Quién llamó a Pablo para ser misionero? ¿Cuál iglesia lo envió? ¿A cual iglesia le informó
de su trabajo? ¿Pablo fue comisionado alguna vez por alguna convención, asociación o
compañerismo?
5. ¿Cuáles iglesias ayudaron al sostenimiento de Pablo? ¿Cómo pueden las iglesias cooperar en
el sostén del trabajo misionero?
6. ¿Es necesario primero ganar a todos los perdidos de la propia comunidad antes de poder
enviar misioneros a otras partes? ¿Qué sería de nosotros si las iglesias del pasado hubieran
procedido de esa forma? ¿Qué trabajos misioneros desarrolla nuestra iglesia?
LECCIÓN 42
Si en una familia, en una escuela, en el ejército, se necesita disciplina, cuánto más lo será para
los propósitos de la iglesia. Puede ser considerada como el proceso para obtener mejoramiento
espiritual y eficiencia de la iglesia. En sentido comprensivo, la disciplina en la iglesia es tanto
formativa como correctiva aunque casi siempre acepta la expresión en su sentido último.
Estudiémosla brevemente
I. DISCIPLINA FORMATIVA
La doctrina de la disciplina formativa puede hallarse en los siguientes pasajes: “en quien todo el
edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros
también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Ef. 2:21,22. “a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a
la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Ef. 4:12,13. “vosotros también, poniendo toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y
al afecto fraternal, amor”. II Ped. 1:5-7. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. II Ped. 3:18.
Por estos pasajes de la Escritura se hace claro que los cristianos deberían hallarse siempre en
estado progresivo de mejoramiento espiritual. No deben retroceder, ni mantenerse estáticos, sino
avanzar constantemente en la vida divina. La “perfección de los santos” es una meta de mucha
importancia. La perfección de referencia no es tanto en relación con la liberación absoluta del
pecado como algunos podrían suponer, sino el obtener un desarrollo simétrico hasta la madurez del
carácter cristiano. Un recién convertido a la fe es un “bebé” en el evangelio, un niño espiritual que
“ha de menester leche” y no “manjar sólido”. La disciplina formativa de la iglesia contempla el
crecimiento vigoroso del “niño en Cristo” hasta que se desarrolla como un “hombre perfecto”. Es
eso lo que persigue la insistencia de llevar a los miembros bautizados a participar en las
organizaciones de la iglesia. Son ellos quienes deben ser enseñados a guardar todas las cosas que
Jesucristo ha mandado. Sólo haciéndolo la iglesia puede ser fortalecida en amor, edificando a sus
miembros en la santidad de la fe (doctrinal). Por ello promueve la simetría del carácter cristiano y
allí se incluyen todas las actividades de la vida cristiana.
La disciplina formativa debe alcanzar a todos los miembros de la iglesia con su influencia
santificadora. Los ancianos de cabellos plateados deben mostrar los beneficios del poder del Espíritu
manifiesto en frutos maduros. Los de edad media que se hallan en la perfección de la fuerza física
deberán demostrar que los fortalece y conforta “en el Señor, y en el poder de su fuerza”. Ef. 6:10. Y
los jóvenes, en la alborada de la vida habrán de ser sensibles de los toques formativos para
convertirse en obreros de la viña del Señor. Todos han sido redimidos con la sangre preciosa de
Jesucristo, y “deben vivir, ya no para sí, sino para aquel que murió y resucito”. II Cor. 5:15.
110
La iglesia en la que práctica y en la experiencia aprende la lección que se deriva de I Cor. 12:12-
27 entenderá el contenido de la disciplina formativa. Entonces cada miembro ocupara su lugar sin
envidiar el de los demás. Nadie pondrá desmedida importancia en sus servicios o estimara en poco
los de otros. Olvidara que “los miembros mas débiles” de una iglesia son necesarios porque cada
quien tiene algo que hacer. Habrá simpatía cordial y cooperación creciente que procede de intereses
espirituales idénticos, una iglesia como esa, prosperará, y crecerá como templo santo al Padre
celestial. En cambio si una iglesia no aprende las lecciones de referencia, sus miembros no podrán
progresar en la vida divina- permanecerán estáticos en una infancia espiritual – y su conocimiento
de el evangelio será tan pequeño y superficial que se les puede aplicar la sentencia dada contra los
hebreos: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os
vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser
tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche
es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño”. Heb. 5:12-13.
Generalmente se habla de dos clases de ofensas; las públicas, y las particulares. Puede ser que
los términos no sean los más adecuados ni los más claros. Por ofensa particular se entiende una
ofensa personal, aunque sea cometida en público; por lo que el término pudiera ser un tanto confuso.
Una ofensa pública se distingue de la particular en que se comete en público, pero su acción es
contra la iglesia en su forma colectiva. Puede ser cometida en secreto o dentro de cierta reserva. Por
ejemplo un robo, no importan lo sigiloso con que se comete, afecta la moral y por lo tanto se le
llama ofensa pública. El autor prefiere el uso de los términos personal y general para designar las
ofensas. Estos son suficientemente descriptivos para cualquier propósito práctico. Puede haber un
tercer grupo denominado mixto que participa de ambos, pero para nuestro propósito sólo
discutiremos los dos indicados.
1. Ofensa personal. Una ofensa personal es la que se ejerce en contra de un individuo. “Si tu
hermano pecare contra ti”. Cualquiera que esta sea, cuando es cometida por un hermano contra otro;
una vez reconocida y perdonada por ambos y así no afecta a la iglesia, es ofensa personal. Tal
ofensa, que se haya cometido, ya en público, ya en privado, es entre dos hermanos, y no afecta a la
iglesia; por tanto no podría ser llevada ante ésta a menos que se haya cumplido con las leyes de
Cristo en Mateo 18:15,16. El hermano ofendido que quisiera llevar a la iglesia su queja sin tomar en
cuenta esas instrucciones debe ser censurado por la iglesia, y si la iglesia toma en cuenta la
apelación viola la ley de su Cabeza. Cuanto más se estudia esta ley, más se entiende su sabiduría,
menos sorpresa causa y hay menos consecuencias infelices que resultan del descuido.
Todas las ofensas personales deben ser atendidas de acuerdo con la claridad de la regla: “Si tu
hermano pecare contra ti, ve y repréndele entre tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”.
La meta del hermano ofendido debe ser ganar al ofensor; de no hacerlo viola el espíritu de la ley de
Cristo aunque la obedezca en la letra. Hay que orar, y esperar sinceramente el éxito del primer paso
para no tener que dar el segundo. Es humillante admitir que a veces el primer paso se da sin el
espíritu de hermano con la esperanza de tener que dar el segundo y hasta un tercero para poner al
ofensor tan pronto como sea posible en la condición de “gentil y publicano, o pecador”. Cuando tal
cosa se hace es muy probable que sea tan censurable el ofendido como el ofensor.
112
“Si te oyere, has ganado a tu hermano”. Es fácil ver que el Salvador lo estima tan importante
como para satisfacer grandemente el corazón del hermano atribulado. “Has ganado a tu hermano”.
¡Qué adquisición, y cuán sublime satisfacción, de allí brota! Y podría decirse que por lo general el
hermano ofensor es ganado cuando hay deseo sincero de ganarlo en espíritu de oración. Si se gana al
hermano, todo va bien, y ni los amigos más íntimos de ambos deben saber que hubo una ofensa
particular que hubo de ser arreglada. En caso de que la ofensa hubiera sido de carácter público, basta
con anunciar que el asunto fue arreglado satisfactoriamente. Es mejor en todo caso callar los detalles
de cómo se hizo el ajuste.
Habrá algunos casos en que no se “gane” al hermano ofensor. ¿Qué debe hacerse entonces? El
segundo caso es: “Si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres
testigos conste toda palabra”. Los hermanos invitados para acompañar al agraviado deben ser muy
maduros y altamente espirituales. Se necesita buen juicio y mucha piedad ardiente. Si el cargo hecho
por el litigante es negado por la defensa – es decir si hay contienda en cuanto a la veracidad del
argumento entre los interesados –, y no hay una tercera persona que conozca suficiente acerca del
asunto, debe abandonarse todo intento, y los “acompañantes” deben “insistir” en que así se haga.
Los interesados, como miembros de la iglesia tienen los mismos derechos, y la veracidad de uno es
tan valiosa como la del otro. No estaría bien que los hermanos que acompañan al ofendido den
mayor crédito a su dicho que a los argumentos del otro. Cualquiera que sea la opinión particular que
tengan de la actitud moral y cristiana de los interesados, ellos deben tratarlos por igual. Por tanto
insistimos en que si hay contienda de veracidad en al que no hay un tercero que pueda arrojar luz es
mejor abandonar el asunto por completo.
Pero la explicación del Salvador supone que le caso continuara. El ofensor puede aceptar el
cargo pero trata de justificarse en lo hecho. Puede haber evidencia para el “uno o dos” acompañantes
de que el ofensor no tiene buen espíritu y que desde su punto de vista el agraviado es justo en
llamarle ofensa. En tal caso tendrán que ejercer buen juicio cristiano y mostrar el espíritu del
evangelio. Si se puede, deben convencer al ofensor de su falta y conseguir que restaure el mal
causado a su hermano; si él se convence de que hizo mal y hace un reconocimiento satisfactorio,
este debe ser aceptado; o si el reconocimiento no es satisfactorio para el hermano agraviado y los
que llevó consigo disienten, deben decírselo y pedirle que lo acepte. Su deseo más ardiente debe ser
arreglar las cosas de acuerdo con la ley de Jesucristo. Si se logra, que nadie hable más del asunto y
los que participaron en el arreglo ayudarán a que la paz sea establecida.
Pero hay todavía otra suposición: Si no se consigue la reconciliación, y el “uno o dos” pueden
ser llamados como testigos ante la iglesia. “Para que en la boca de dos o tres testigos conste toda la
palabra”. El tercero y último paso será dado por el hermano ofendido: “Dilo a la iglesia”. Hasta
aquí, la iglesia nada ha tenido que ver acerca del asunto. Hablando estrictamente, la disciplina no ha
sido de la iglesia sino de los hermanos en su carácter individual. En una asamblea de la iglesia, el
hermano agraviado asegura que a su juicio tiene una causa justa por ofensa de un hermano miembro,
y pide permiso para presentar los hechos. El pastor, o el anciano presidente deber preguntarle si se
ha acercado al hermano ofensor, y ha hablado con él acerca de la falta sin que hubiera presente
alguna tercera persona. Si la respuesta fuera negativa, el pastor, o presidente debe explicarle con
cariño pero enfática y firmemente que no se le permite externar su caso. Si la respuesta es
afirmativa, debe preguntársele si ha llevado consigo “uno o dos hermanos” ante el hermano ofensor;
dando el segundo paso sugerido por Jesucristo. Si la contestación es negativa, el pastor debe decirle:
“La regla que nos gobierna, no permite externar el caso ante la iglesia hasta haber dado el primer
paso, y el segundo también”. Si la contestación es afirmativa, puede mencionar los nombres de las
personas que lo acompañaron para corroborar su dicho. Entonces el pastor dirá, ahora si, de acuerdo
con la ley de Jesucristo, puede Ud. presentar su caso a la iglesia. Puede ser que el ofensor admita
113
que el caso del litigante fue presentado en forma correcta apegada a los acontecimientos de las
entrevistas anteriores, y de no ser así, los testigos pueden aclarar las cosas de cuanto hubo en su
presencia. Toda palabra dicha en la segunda entrevista entre uno y otro debe ser respaldada por los
testigos. El ofensor puede aún tratar de justificarse. Los testigos pueden repetir las expresiones de
convencimiento que utilizaron para tratar de convencerlo de su error; y entonces la iglesia puede en
comprensión del error tratar de convencerlo de que es así para que restituya el daño causado. Si el
ofensor “oyere a la iglesia” y lleva a su efecto el consejo, todo termina, y él retiene su membresía en
ella. Pero “si no oyere a la iglesia” téngasele por “gentil y publicano”. La conclusión que de aquí se
deriva es que rehusar oír a la iglesia es seguido del acto de separación pública de compañerismo.
Una vez que es separado, el hermano ofensor se convierte en “gentil y publicano” con lo que
termina la relación cristiana con él.
2. Ofensas generales. Se ha dicho que la ofensa general se distingue de la personal en que esta
se comete contra una iglesia en su aspecto colectivo. Es decir, no se comete contra algún miembro
en particular sino contra todos los miembros en general, lo mismo contra uno que contra otro
miembro. A esta definición hay que agregar que en tanto que todas las ofensas generales con contra
iglesias como cuerpo, pueden o no ser violaciones a la ley moral. Por ejemplo la borrachera, el robo,
la mentira, etc., violan la ley moral y pueden ser consideradas como ofensas contra la sociedad tanto
como contra las iglesias de Cristo; en cambio la diseminación de doctrinas falsas y herejías por parte
de un miembro de la iglesia, aunque se considera una ofensa contra la iglesia no es un crimen contra
la sociedad. No entre en el dominio de la moral pública.
De ningún modo por la extensión de este tratado se pretende catalogar al detalle las ofensas
generales, pero se pueden clasificar como sigue:
1) Rechazar cualquiera de las doctrinas fundamentales del evangelio. Por loa constitución de la
mente humana, rechazar una verdad fundamental es aceptar un error fundamental. El apóstol Pablo
daba mucha importancia a lo que llamaba “la verdad del evangelio” y dijo, sabiendo que al predicar
a los gálatas lo hizo en la pureza del evangelio: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os
anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos
dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema”. Gál. 1:8,9.También el discípulo amado, el de proverbial bondad de corazón, dijo con
firmeza: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis:
¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! Participa en sus malas obras”. II Juan 10,11. Por
tanto, puesto que el evangelio es el (fundamento) o la carta magna de la iglesia como organismo, es
claro que la negación de cualquiera de las bases doctrinales de ese evangelio requiere una acción
disciplinaria. También cada iglesia, en virtud de su constitución es guardián de “la verdad que está
en Jesús”. ¿Cómo podría salvaguardarla efectivamente, si no elimina de su comunión a los causantes
del error? Pablo dijo a Tito: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación
deséchalo”. Tit. 3:10. El término “hereje” en este pasaje significa un instigador de divisiones,
aunque nos preguntamos ¿por qué es intrigante (instigante)? Porque al aceptar doctrinas falsas lo
ponen en contra de la iglesia y se constituye en caudillo de un grupo. Por tanto se hace sujeto de la
disciplina de la iglesia. Hemos hablado de errores fundamentales, y se supone que tales están en
desacuerdo con al piedad verdadera. Hay otros errores de menor grado que aunque no producen
piedad tampoco son subversivos. En cuanto a ellos hay que usar tolerancia y buen juicio tal como la
sugiere el apóstol “recibid al que es débil en la fe”. Mientras estemos en la carne los cristianos
individualmente y las iglesias tienen que sobrellevar los errores de sentimientos, y de práctica
imperfecta, pero nunca deben tolerar cualquier cosa que sea contraria al evangelio. La lealtad a
Cristo nos lo prohíbe.
114
2. Todo cuanto afecta la unidad y la paz de una iglesia. El Nuevo Testamento enseña
claramente que cuando una iglesia se reúne “en un lugar” debe ser “de un mismo acuerdo, y de una
mente”. Se requiere que sus miembros estén unidos en amor; porque si la verdad es la base, el amor
es lo que los une. Cuán razonable es que se amen unos a otros y que de ese amor brote una unión
sagrada e inviolable. Son hijos de un mismo padre – redimidos por la misma sangre – regenerados
por el mismo Espíritu – bautizados en el mismo cuerpo – unidos en pacto solemne para vivir de
acuerdo con el evangelio y animados con la brillante perspectiva de la gloria inmortal. Claro que
debe haber paz y unidad entre los miembros de una tal congregación del Señor. Pero que lastima que
la unión puede ser amenazada, y rota la paz. Las semillas de la discordia pueden ser sembradas y
romper toda la armonía. Eso pasó a veces en tiempo de los apóstoles. Por eso Pablo dice: “Mas os
ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que
vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro
Señor Jesucristo”. La unidad de la iglesia no sólo puede ser afectada por la adhesión a doctrinas
falsas en la iglesia. Supongamos por ejemplo que un miembro que sostiene las “doctrinas de la
gracia” negara la necesidad de la regeneración como requisito para admisión como miembro en la
iglesia, o la necesidad de la inmersión en el bautismo, o que sus hijos sean bautizados durante la
infancia, o que insistiera en conceder derecho a los incrédulos para participar en la Cena del Señor.
Cualquiera podrá ver que la unidad de la iglesia organizada de acuerdo con las normas de la
Escritura se vería seriamente afectada. El que fuera causa del disturbio merece ser disciplinado por
la iglesia y reclama la iniciación inmediata de un proceso de parte de los hermanos fieles ofendidos.
3. Conducta desordenada e inmoral en todas sus formas. Hay en la Escritura referencias a
conducta desordenada, como en los pasajes siguientes: “Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente… Porque
oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetiéndose en lo ajeno”. II Tes. 3:6,11. La acción de una iglesia en apartarse de un hermano
desordenado equivale a la separación, porque deja de tener comunión espiritual con él.
En este otro pasaje se refiere a conducta inmoral: “Más bien os escribí que no os juntéis con
ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o
ladrón; con el tal ni aun comáis”. I Cor. 5:11. Con estos términos sin duda se pretende señalar cierto
tipo de personas perversas. El término fornicario, por ejemplo debe ser aplicado a cuantos cometen
iniquidades sexuales. No se mencionan específicamente a los homicidas, y mentirosos, pero sin
duda se hallan incluidos en los demás caracteres malvados que son reos de otras ofensas y por tanto
deben ser tratados por la disciplina de la iglesia. Que lástima que ofensas de este tipo son bastantes
comunes.
Es muy común pensar que puesto que las ofensas generales son hechas en contra de la iglesia
como cuerpo, no pueden ser tratados en forma personal. Por supuesto no se podrían tratar por igual
en todo, pero a la vez no debe haber tanta diferencia en el modo como frecuentemente se observa.
Hay iglesias que casi nunca hacen ningún esfuerzo privado, personal, para reconvenir a la persona
que comete ofensas generales. Tal cosa es mala. Un hereje es culpable de ofensa general pero Pablo
dice que no se le rechace hasta “después de una y otra amonestación”. Es de pensarse que la
referencia se hace al programa de disciplina que Jesucristo ordenó en Mateo 18. No es demasiado
insistir en que hay que hacer esfuerzo personal con los hermanos que han cometido ofensas
generales. Más fácilmente se muestra en respuesta un espíritu cristiano que cuando sus ofensas se
tratan sin pasos preliminares y se presentan a la iglesia para investigación. Las entrevistas personales
115
son prueba de bondad, y hay algo en la naturaleza humana que se revela contra una exhibición
pública. En Gálatas 6:1,2 está escrito: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo,
no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley
de Cristo”. Se notará que lo importante es la restauración del ofensor; debe ser hecho por los
“espirituales” en “el espíritu de mansedumbre”. Al hallarse envueltos en la consecución de este
propósito han de considerar su propio riesgo de ser vencidos por la tentación, y ser tan comprensivos
como se necesita con el hermano ofensor. Deberían en cuanto se puede imaginarse en su propio
lugar, y poner sobre sus corazones la carga que a él lo desbarata. Eso sería hacerlo de acuerdo con la
ley de Cristo, que es la ley del amor, y el amor no obliga a sobrellevar las carga de ellos en amor.
Cuando se siguen las direcciones del apóstol con fidelidad, el hermano “tomado en alguna falta” por
lo general la confiesa y está dispuesto a dar satisfacción a quienes la solicitan para su restauración.
Tal actitud es encomiable, y debe darse cuenta de ello a la iglesia en la próxima reunión inmediata.
Siendo que la ofensa fue general, debe darse satisfacción adecuada. Por lo general lo que satisface al
hermano o hermanos que buscan la restauración del ofensor, satisface también a la iglesia.
Hay ocasiones en que los mejores esfuerzos para reconvenir a un hermano fallan, en cuyo caso
el asunto debe ser llevado a la iglesia, con acopio de los hechos según deben ser representados. Debe
darse al ofensor plena oportunidad para defenderse. Si tal defensa satisface a la iglesia el asunto no
sigue adelante, o si el hermano del proceso de investigación es convicto y se convence de su culpa y
hace una confesión ante la iglesia, esta debe perdonarle. Si en cambio la culpa se establece con
pruebas convincentes y no hay arrepentimiento que produzca confesión, el siguiente paso es la
separación. La iglesia le retira su compañerismo.
Las ofensas de escándalos mayúsculos deben ser tratadas en forma especial. La iglesia debe
expresar su desaprobación con acuerdo de separación inmediata, sin la necesidad de pasos
preliminares. En tales casos esta envuelto o involucrado el honor de Jesucristo, y la pureza de la
doctrina. Lo que Pablo en relación con el hombre licencioso en I Cor. 5 vindica esta posición. Si un
miembro de la iglesia es culpable de adulterio, o muerte, o perjuria, o robo, o falsificación,
borrachera, o algún semejante crimen, es acreedor a la separación sin juicio previo. Habría quienes
quisieran excluir de esta lista la borrachera, pero teniendo en cuenta todos los males de
intemperancia en conexión con la luz que arroja la “campaña de temperancia” durante los últimos
treinta años, todo caso de borrachera obliga a la iglesia a ejercer de inmediato el acto de separación.
Ninguna iglesia puede expresar adecuadamente su repulsión a tales cosas sino separa de inmediato
al ofensor. Tampoco podría el mundo convencerse de que la iglesia es la preservadora de la buena
moral.
1. Problemas encarados por quienes no aplican la disciplina formativa. ¿Qué quiere decir
“Crecer en la gracia”?.
2. En cualquier camino de la vida hay disciplina formativa: en la familia, la escuela, los
negocios, en lo físico, lo mental, y lo espiritual.
3. Problemas que la iglesia tiene que afrontar cuando no ejercita la disciplina correctiva.
4. ¿Por qué cuando la iglesia pone en práctica la disciplina correctiva no necesita ejercerla a
menudo?
Oración: Que Dios nos conceda gracia y valor para hacer lo que es recto en cuanto se refiere a la
disciplina correctiva.
El asunto que nos ocupa es de mucha importancia, porque tiene que ver con el efecto que
produce la disciplina de la iglesia. No se necesita cortar toda relación social con el miembro
separado porque se perdería toda oportunidad para mostrarles buena voluntad; tampoco debe ser
igual a la que se tenía antes de la separación pues se perdería el efecto de la disciplina. Los
miembros de la iglesia tienen que actuar a modo que la separación surta el efecto moral deseado. El
apóstol Pablo sienta la siguiente regla: “no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere
fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis”. I Cor
5:11. No debemos convivir con tales es decir. La relación social no debe ser al grado que preste
apoyo a sus ofensas. Andrés Fuller lo expresa bien diciendo: “En caso de que miembros individuales
obren en contraposición a esta regla y actúen libremente con el ofensor como si nada hubiera pasado
la disciplina de la iglesia pierde su efecto total. Las personas que así obraren serán consideradas
como amigas suyas y a los demás como si fueran enemigas, o por lo menos demasiadas severas sin
razón; todo eso produce confusión nulifica la mejor y más sana disciplina. Debemos obrar de
acuerdo si queremos conseguir algo. Los miembros que violan esta regla se hacen cómplices de los
pecados de otros hombres y merecen la amonestación de parte de la iglesia por no acatar sus
decisiones” (Obras, Vol. III pp. 334, 335). Terminamos el asunto con referencia a II Tes. 3:14,15.
“Si alguno no obedece a lo que decidimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis
con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano”.
De importancia son:
1. La gloria de Dios. Todo cuanto permita la disciplina correctiva deshonra a Dios. Mientras
más se alcahuetee, más se le deshonra. La necesidad de su existencia en cualquier terreno muestra
que hay cosas en conflicto abierto con la voluntad de Dios. Todo lo que entra en conflicto con s
voluntad afecta su gloria. Por tanto si el propósito es honrar a Dios y promover su gloria, hay que
ejercer la disciplina de la iglesia para corregir cuanto está en conflicto con su voluntad y obscurece
su gloria. Nuestro Dios es infinitamente Santo, y el no ejercer disciplina cuando hay ofensas
personales o públicas, e muestra como alcahuete iniquidad. Las iglesias deberían temblar sólo frente
a tal pensamiento y recordar que el Dios Santo a quien sirven, también es celoso.
2. La pureza de las iglesias. Los seguidores de Cristo aunque viven en el mundo, no son del
mundo. Son llamados de entre las tinieblas a la luz maravillosa – llamados a ser santos – llamados
con llamamiento santo – y en la forma corporada de iglesias, son depositarios de los principios puros
del evangelio. Son los representantes en el mundo de Cristo – luces en el mundo, ciudades
edificadas en colinas que no se pueden esconder. Pablo dijo a los corintios: “No os unáis en yugo
desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia¿ ¿Y qué
comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con
118
el incrédulo? II Cor. 6:14,15. Estas preguntas significativas muestran que el espíritu del cristianismo
y el espíritu del mundo son del todo irreconciliables. Por tanto para que las iglesias mantengan su
pureza deben aplicar la disciplina correctiva a cuantos viven indignamente. Deben hacerlo para
vindicar “la verdad que hay en Cristo” y representar su doctrina para antagonizar cuanto es malo.
Especialmente cuando se trata de expulsar algún miembro indigno. En I Cor. 5:1 el apóstol dice:
“¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” como si hubiera dicho “¿ignoráis que la
retención de un trasgresor flagrante corrompe a toda la iglesia?”. La pureza de las iglesias no puede
ser preservada sin actos disciplinarios que tiendan a corregir.
3. El bien espiritual del que es disciplinado. Esto es algo más que debe recordarse en los
procedimientos disciplinarios. Ya hemos visto que en asuntos de ofensas personales “ganar” al
hermano ofensor es lo que debe buscarse primero. Aquellos que han “sido hallados en alguna falta”
siendo posible, deben ser restaurados. Y cuando una iglesia toma un acuerdo de separación –
entregando a un miembro en manos de Satanás (I Cor. 5:5) – es decir formalmente pasándolo de la
jurisdicción de Jesucristo a la del diablo – ha de hacerse “para que el espíritu pueda ser salvo en el
día de el Señor Jesús”. No debe existir sentimiento de amargura, ni deseo de perseguir y oprimir, ni
resentimiento o impulso de venganza. El acto de separación debe ser considerado como una
necesidad dolorosa y la iglesia al acordarla debe hacerlo con gran solemnidad y pronunciada por el
pastor con aún mayor solemnidad. Cuanto se hace debe ayudarse a pensar lo doloroso que es ser
cortado del compañerismo del pueblo de Dios. Conviene elevar una oración sincera para que el
ofensor reciba una bendición mediante tal acción disciplinaria, que ejerza influencia salubre en la
congregación e impresione a la comunidad con la santidad de la doctrina de Jesús.
Se sugiere que el día del Señor más próximo al hecho, el pastor anuncia la expulsión del
miembro a la congregación. No pocas veces los hombres del mundo tachan a la iglesia de ser
encubridora de caracteres indignos porque no se dan cuenta de la separación de algún culpable. Por
tanto, debe ser anunciado el hecho en alguna forma.
1. ¿Por qué debe orar mucho la iglesia antes de hacer una decisión?
2. ¿Por qué se debe vigilar a todo miembro de la iglesia?
3. ¿Por qué se busca unanimidad de los miembros al aplicar disciplina a un miembro?
Oración: Que los miembros de la iglesia aprendan a amarse y a servirse mutuamente como
testimonio a Cristo en medio de un mundo carente de espíritu amistoso.
Otra expresión inspirada que reclama consideración es: “soportándoos con paciencia los unos a
los otros en amor”. Esto implica que los miembros de la iglesia hallarán ocasión para sobrellevarse
mutuamente; lástima que no lo hacen a menudo. El mucho aguantamiento es puesto a prueba y
también su paciencia. A veces inspira darse cuenta cuánto aguantan, y cuánto pueden sobrellevarse.
Tal cosa no tendría explicación sino porque se hace “en amor”; sobrellevándose unos a otros en
amor. El amor cubrirá multitud de faltas. Hace que los cristianos sean más dispuestos y tolerantes de
las imperfecciones de sus hermanos cristianos. Los hace ver con paciencia lo que no pueden aprobar
y esperara hasta que asume una forma que reclame aplicación de la disciplina que el Señor ha dado a
las iglesias “para edificación y no para destrucción”. II Cor. 10:2. “Sobrellevándoos los unos a los
otros en amor” sería un buen lema para una iglesia.
Dentro de la consideración misma de los deberes de unos a otros conviene mencionar el deber de
procurar descubrir y alentar los dones para el ministerio que puedan hallarse entre los miembros.
Esto es demasiado importante. Sin duda hay muchos jóvenes en las iglesias que deberían predicar el
evangelio. Han tenido algunas impresiones acerca de ello; se asoman a la grandeza de la
responsabilidad del ministerio y se alejan temblando. Sienten su incompetencia y a la luz de los
deberes del ministro y de los sinsabores se hacen la ya trillada pregunta de: “¿Quién es
suficientemente fuerte para soportarlo?” II Cor. 2:16. son esas las personas que necesitan ser
descubiertas y estimuladas. Su concepto acerca de la grandeza de la predicación es correcta. No
hallarse dignos es de apreciarse. El mejor de los ministros del evangelio algún día también se sintió
como ellos. Necesitan ser instruidos. Ayúdeseles dándoles la oportunidad de hablar en los cultos de
oración y pronto se les verá desarrollar dotes para el ministerio. Es el deber y privilegio de los
pastores, y de los hermanos más experimentados y más juiciosos preparar a esos ministros del futuro
para que sean útiles; y dondequiera que se requiera dinero para la educación de alguno de ellos, las
iglesias deben donar con alegría. No hay mejor inversión económica que la de la educación para el
ministerio. Pero recuérdese que la piedad es el requisito básico del predicador; sin él los mejores
talentos y las riquezas más grandes de sabiduría harán de él solamente “metal que resuena o címbalo
que retiñe”. I Cor. 13:1.
1. ¿Debemos “cargar con nuestros sentimientos en los hombros” y tomar las ofensas como
cosas pequeñas?
2. ¿Qué hace Satanás con nosotros en estos casos?
121
3. ¿Qué quiere decir la Biblia con la expresión “El amor cubre multitud de pecados”? I Ped.
4:8.
4. ¿Qué opina Ud., de la expresión “Puedo personar pero nunca olvidar”?
5. ¿Qué parte de culpa tenemos nosotros en estas cosas?
6. ¿Podemos escapar de culpabilidad en tales cosas?
LECCIÓN 45
PRIMERA PARTE
Oración: Que esta iglesia pueda cumplir con sus obligaciones para con el mundo mediante el
reconocimiento individual de la responsabilidad de cada miembro pidiendo de Dios la ayuda
necesaria para cumplir con ella.
La iglesia tiene deberes para con el mundo. El término mundo se usa aquí para referirse a los
pecadores no salvados. Todo cristiano tiene la obligación de guiar a otros hacia Jesucristo; y cuando
los creyentes individuales son integrados en las iglesias, sus obligaciones crecen porque aumentan
las facilidades y la utilidad de su colaboración. Es necesario que los miembros de las iglesias
reconozcan esas obligaciones y que aprovechen las ventajas que de ellas emanan. Deben trabajar por
la salvación de otras almas bajo el convencimiento de que la misma gracia puede también salvarles a
ellas. Así pueden laborar con fe y esperanza. Mencionemos a continuación algunos de los métodos
que pueden emplear los miembros de la iglesia para cumplir con su deber para con los pecadores no
salvos.
1. La conversación personal con ellos acerca de sus almas. El cristiano no debe olvidar que la
facultad de hablar ha sido dada para usarse debidamente. Poder hablar en forma con sagrada y con
poder, es una de las cosas más deseadas por cualquier miembro de la iglesia. Hay que mejorar y
santificar el talento para conversar. ¿Podría haber algo que la lengua expresara más digno que lo
relacionado con “esta salvación tan grande”? es un tema precioso, actual y sublime. Los cristianos
no sólo deben “hablarse entre sí tan a menudo como puedan” sino también hablar con almas no
salvas aún. Mal. 3:16.
Lo importante no es presentar las ideas con precisión lógica y belleza retórica, sino que el amor
de Cristo anime el corazón y mueva el hablar. Deben los miembros de toda iglesia tener como meta
que toda persona dentro de los linderos de cierta área de su iglesia puedan en conversación oír
hablar acerca del evangelio y ser invitados a aceptar la salvación de Jesucristo. Ninguno debe decir,
ni entre los no regenerados, “Nadie se preocupó por mi alma”; una declaración como ésta sería un
reproche para cualquier iglesia. Que nunca se diga con verdad; pero sus miembros deben mostrar
interés en cuanto concierne a los no penitentes entablando con ellos conversaciones acerca de la
eternidad.
2. Estableciendo y manteniendo Escuelas Dominicales. La escuela dominical no debe sustituir
a la familia, en su lugar para la instrucción religiosa. Hay que recordar que la educación religiosa
siempre debe ser impartida en el hogar. Las obligaciones de los padres no pueden ser transferidas ni
modificadas. Sin embargo se estima que los padres mejor capacitados para “educar a sus hijos” y
“criados en disciplina y amonestación el Señor” (Ef. 6:4), con todo gusto aceptan la ayuda que la
escuela dominical puede proveerles. Y por otro lado cuántos padres conocemos que no tienen a
Dios, y que no saben cómo dar a sus hijos la educación religiosa que necesitan por su propia
incompetencia. ¿Qué se ha de hacer con esos niños descuidados? Y ¿Qué de los huérfanos? Todo
corazón generoso tiene alguna simpatía para los huérfanos. Todo niño puede obtener el beneficio de
la escuela dominical; y tanto de hijos de padres cristianos, como los de padres que no tengan a Dios,
123
todos deben recibir educación religiosa en el “día del Señor”. Tanto el superintendente de la escuela,
como los maestros reconocen que la cosa más importante es la instrucción acerca de las Sagradas
Escrituras. Estudios acerca de la literatura son impartidos en otra hora y en otro lugar. La escuela
dominical debe distinguirse porque en ella se imparte y se recibe el conocimiento de las Sagradas
Escrituras. Hay que cuidar con esmero la escogencia de libros para la biblioteca en cada escuela
dominical. Los libros que sostengan ideas erróneas deberán ser descartados, y la literatura de los
niños debe ser religiosa y evangélica.
Los maestros de la escuela dominical procurarán que el estudio del evangelio sea presentado a
cada estudiante en lo individual. Toda presentación debe ser precedida así como también seguida de
oración sincera, pidiendo la bendición de Dios. Sin su ayuda ningún trabajo tendrá éxito; con su
apoyo ni la sonrisa más sencilla dejará de tener fruto.
Conviene decir algo acerca de la relación de la escuela dominical con la iglesia. Por lo general la
escuela dominical se forma en la iglesia, y utiliza el santuario de ésta. Deben relacionar su trabajo
con ella, buscar su dirección y apoyo. La iglesia debe ver en la escuela dominical una de las
agencias por las que lleva a cabo su obligación de preparar a la generación que va creciendo en el
temor de Dios. Cuando esto se logra, la iglesia trabaja por medio de la escuela dominical. Los
hechos deben demostrar la definición de una escuela dominical como: UNA IGLESIA
TRABAJANDO ACTIVAMENTE EL DIA DEL SEÑOR PAR BENEFICIO DE LA GENTE.
Bien se ha dicho que “las clases en la escuela” no sólo deben estar integradas por niños sino por
los adultos también, abuelitos, padres, hombres y mujeres de la comunidad. La escuela debe ser
considerada como una de las reuniones regulares de la iglesia. El pastor debe luchar porque todo el
pueblo se reúna en el día del Señor, unos como maestros y otros como alumnos. Los adultos deben
considerar malo, estar ausentes de sus clases de Biblia como sería que los niños no fueran a las
suyas en la escuela dominical. El pastor que utilice tres minutos cada ocho días para hablar a su
congregación acerca de la importancia de este asunto y organice después clases como se pueda
durante la semana, notará asombros resultados en breve. Y 10 años de un trabajo como ese en
esfuerzo unido de todos los ministros del evangelio harían una revolución completa en sus iglesias.
Podrían mencionarse casos en los que iglesias han doblado su fuerza utilizando este método con sus
miembros.
1. ¿Por qué debe todo miembro de una iglesia testifica a otros acerca de Jesucristo?
2. ¿Cómo podemos convertirnos en ganadores de almas?
124
SEGUNDA PARTE
Oración: Que los miembros de esta iglesia de den cuenta de su deber de predicar el evangelio a todo
el mundo en este país y fuera de él.
3. Por medio de la distribución de la Biblia, de los libros cristianos, de tratados, etc. Este es
otro medio por el cual la iglesia alcanza a los inconversos. Dios ha dado al mundo un libro que es
diferente a todos los demás. Lleva en sí por dondequiera que va las credenciales de su inspiración y
demanda reverencia porque vino del cielo. La Biblia es el don de Dios al mundo. No fue entregado
al blanco, al negro, al hombre de tez roja, etc., como tales, sino al hombre universal. Este volumen
muestra el camino de la salvación descubriendo las maravillas de la cruz. Es verdad revelada por
medio de la que es regenerada el alma, santificada y preparada para el cielo. ¿Quién es responsable
de que este libro precioso sea distribuido en este país y fuera de él? No se puede esperar que lo
hagan los enemigos de Dios. Son sus amigos quienes tienen que ayudar, porque ellos conocen algo
del valor de la Biblia, y tal reconocimiento los impulsa a circularla. Toda iglesia por virtud de su
constitución debe considerarse una Agencia Bíblica y debe ayudar en la inmensa obra de distribuir
la verdad divina por todo el mundo. Conviene pensar seriamente en la siguiente pregunta: ¿En la
providencia de Dios puede permitir que el pueblo tenga su palabra si ese pueblo no la comparte con
otros? Toda iglesia debe pensar en esto.
La distribución de libros cristianos, tratados y periódicos es trabajo que va de la mano con la
distribución de las Escrituras. Los libros cristianos son reproducciones y exposiciones de algunas
verdades de ese volumen inspirado. Un buen libro pone la verdad divina en contacto con el corazón
y la conciencia. Y por eso también un tratado es tan efectivo.
Debe darse atención especial a los tratados y folletos que presentan los principios básicos de la
denominación. La Sociedad Editora publica buen número de ellos, y deben ser circulados por miles
de millares. Aseguramos como pueblo, que ciertas grandes verdades han sido encomendadas a
nuestro cuidado. ¿Para qué nos las encomendó nuestro Señor? ¿Para tenerlas como carentes de
importancia? Ni siquiera osáramos pensarlo. Tales principios no son legados para hacer con ellos lo
que nos parezca; pertenecen a Jesucristo. Nosotros hemos sido honrados con ser sus custodios no
para nosotros sino para los demás. Se nos ha confiado una responsabilidad especial. Nuestro deber
se dar testimonio juntamente con los demás cristianos de tales verdades, pero con especialidad de
nuestros principios distintivos. Somos deudores ante nosotros mismos, a Jesucristo nuestro Señor, y
a nuestros hermanos, pero es nuestra responsabilidad darlos a conocer con la plenitud de nuestra
habilidad.
La misión de los bautistas no se logra con disculpas al mundo por nuestra existencia, o pidiendo
perdón a otras denominaciones por diferir de sus puntos de vista, o rogando no ser identificados
como fanáticos. Debemos ser agresivos en espíritu, positivos abogando por nuestros principios.
Y estas verdades pueden ser circuladas ampliamente por medio de libros, folletos y periódicos
acerca de nuestra denominación. Que sean utilizados ampliamente. Algunos cuestan tan poco que
126
pueden distribuirse gratuitamente. El día que las iglesias reconozcan la necesidad y el valor de
hacerlo verán lo que es una fuerza irresistible, y lo harán incansablemente y sin límite.
Los convertidos podrán ser protegidos de idas y prácticas erróneas; y en cambio serán
doctrinados con los principios del evangelio y la fe de la iglesia hasta convertirlos en cristianos
fuertes; si el pastor, al darles la mano de compañerismo, les diera un tratado sobre el bautismo, y
otro sobre la Cena del Señor, y otro en los deberes y obligaciones de los miembros de la iglesia. Y
nunca el pastor debe pensarlo dos veces antes de pedir ayuda para el trabajo.
4. Sostenimiento de la obra misionera. Generalmente el hablar de la obra misionera se piensa
en dos aspectos: el del propio país, y el del extranjero. Hay en la Escritura base suficiente para la
consideración de ambos aspectos. La gran comisión que Cristo dio a su iglesia: “Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el
que no creyere, será condenado”. Marcos 16:15,16. se hace claro en esta comisión que el evangelio
ha de ser predicado en casa y en el extranjero; porque ha de serlo en todo el mundo. Tiene que ser
proclamado a todas las naciones porque ha de ser presentado a toda criatura. “Me seréis testigos en
Jerusalén, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:8. Este fue el
programa misionero de los tiempos apostólicos. Qué sugestivas palabras resultan ser: Jerusalén –
toda Judea – Samaria – lo último de la tierra. Este fue el plan; y fue llevado a cabo con entusiasmo.
Puede decirse como axioma que una iglesia que no tiene espíritu misionero no es un estado
saludable ni puede prosperar. El espíritu misionero es el espíritu del evangelio – es el espíritu de
Cristo –. Debe poderse decir de todas las iglesias como de la de Tesalónica: “Porque partiendo de
vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor” I Tes. 1:8. la divulgación debe efectuarse hasta
alcanzar las partes más lejanas de la tierra. Es la divulgación de la Palabra del Señor. La palabra del
Señor es el evangelio por medio del que pueden ser salvas todas las naciones: “Porque todo aquel
que invocare el hombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”. Rom. 10:13-15.
La indiferencia a la obra de las misiones es crueldad mostrada hacia las almas inmortales.
¿Cómo pueden ser salvos los pecadores en nuestra patria y los de el extranjero si no tiene el
evangelio? ¿No deben pues enviar el evangelio quienes lo tienen a los que no lo poseen? Hay
millones de hambrientos del “pan de vida”, y las iglesias lo tienen bajo su custodio. ¿Pueden acaso
rehusarse a distribuirlo entre los que perecen tanto en casa como en el extranjero? Ninguna iglesia
puede cumplir con su deber para con el mundo sin hacer trabajo misionero, sin ofrendar de acuerdo
con sus posibilidades y de acuerdo con sus habilidades para extender el evangelio de la gracia de
Dios. Orar sin dar es presuntuoso, y dar sin orar es depender de uno mismo lo cual ofende a Dios.
Debe poder decirse acerca de toda la iglesia como se dijo de Cornelio: “Tu oraciones y tus ofrendas
han subido para memoria delante de Dios”. Cuando las oraciones y las donaciones se unen, hay una
conjunción gozosa.
Nota: Aunque el tema de estos capítulos acerca de los deberes de la iglesia podría ocupar
muchos volúmenes; la limitación del espacio demanda mucha condensación. En conclusión
puede decirse que una iglesia con el Nuevo Testamento como su Carta Magna, por carácter
de su formación es una sociedad organizada para la promoción de los intereses cristianos.
Estos intereses han de perseguirse ardientemente por todos los miembros de la iglesia para
demostrar que no es necesario crear ninguna organización secreta o secular para llevar a
cabo la obra benevolente del cristianismo. Y además todo lo bueno que los miembros de la
iglesia hacen, debe ser realizado dentro del carácter cristiano.
Oración: Que Dios no de generosos corazones para que podamos ser dadores alegres en nuestros
diezmos y ofrendas.
Dios obra por medio de planes; tiene un plan para cada cosa. Cuando formó el universo, tuvo un
plan; tuvo uno cuando hizo al hombre y también para la familia humana en la tierra. Tiene un plan
para la salvación, y uno para la obra de la iglesia. Tiene también un plan para el grandioso programa
que ha encomendado a la iglesia para realizar.
En el plan de Dios nunca hubo necesidad de apelar a formas humanas para reunir el dinero
necesario para difundir su mensaje. Dios no ha planeado que las iglesias tengan ventas, cenas,
bazares con el objeto de reunir el dinero para la obra. Tampoco ordenó tener campañas de alta
presión ni quiso que se convirtieran en pordioseros buscando con que sostener la obra. Tales cosas
son una vergüenza y una desgracia para la iglesia y no agradan a Dios.
Dios tiene un plan único para las finanzas de la iglesia y se deriva de la Biblia, consistente en los
diezmos y ofrendas de su pueblo. El diezmo es la décima parte que debe ser entregada a Dios para el
sostén de su obra. Ofrendas son cantidades que se dan además del diezmo. Tal es la enseñanza de la
Escritura y en esto consiste el plan único de finanzas de Dios para la iglesia.
El pasaje clave del Nuevo Testamento en cuanto a las finanzas se halla en I Cor. 9:13,14 que
dice: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven
al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan
del evangelio”. Pablo nos refiere al libro de Números 18.21-28 que relata la forma en que la
adoración en el templo, los sacerdotes y los levitas eran sostenidos por los diezmos y ofrendas del
pueblo. Se ordenaba al pueblo que trajeran todos sus diezmos y ofrendas que se empleaban para
sostener la obra del Señor. Las siguientes palabras de Pablo son: “Así también” que quiere decir “en
la misma forma”; así que Pablo dice que el trabajo de la iglesia tiene que ser sostenido como lo fuera
la adoración en el Templo por medio de los diezmos y las ofrendas del pueblo. Igual que antaño se
pedía del pueblo que diera sus diezmos y ofrendas, nosotros debemos hacerlo en la actualidad.
Veamos otros pasajes en la Escritura que muestran claramente el plan de Dios para nosotros.
Génesis 14:20. “Y le dio Abram los diezmos de todo”. En este pasaje se habla de Abraham
pagando el diezmo de todo a Melkizedek el sacerdote de Dios. Hay quienes digan que el diezmo es
solamente parte de la ley mosaica; pero aquí tenemos la práctica de ello 400 años antes de que
existiera la Ley. ¿Dónde aprendió Abraham a diezmar? Dios se lo enseñó directamente, o a quienes
vivieron antes de él.
Génesis 28:22. “Y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti”. Esta es una promesa de
Jacob que diezmará para el Señor. También acontece mucho tiempo antes de la Ley de Moisés.
1. Incorporado en la Ley.
Levítico 27:30. “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los
árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová”. Si perteneció a Dios el diezmo en ese entonces, le
pertenece tal hoy; si fue santo antes, tiene que serlo hoy. Números 18:24, 26, 28. Estos versículos
enseñan que el diezmo sería la fuente de sostén para la adoración y los sacerdotes. También los
sacerdotes debían diezmar.
2. Diezmar era una práctica enseñada por la Ley.
II Cron. 31:5,6,12. Nehemías 10:37,38.
3. Quienes no diezmaran eran condenados culpables de pecado.
Amós 4:4. Se critica al pueblo por no diezmar.
Mal. 3:8-9. Los que no diezman son llamados ladrones de Dios.
Mal. 3:10-12. El pueblo es desafiado a diezmar y ver las bendiciones que Dios les dará.
Mateo 21:23 y 23:23, con Mal. 3:1-4. En el pasaje de Malaquías se halla una profecía que el
Señor vendrá a enseñar a su pueblo cómo ofrendar con justicia y en forma aceptable. La profecía es
seguida de la acusación de haber robado y no haber cumplido dando el diezmo para Dios. En Mateo
21:23 y 23:23 tenemos el cumplimiento de la profecía. En ellos El enseña que para que su ofrenda
sea aceptable es necesario diezmar, y mantener las ordenanzas de la Ley en cuanto a el juicio, la
misericordia y la fe. En otras palabras no basta con dar el diezmo, hemos de vivir también
rectamente.
Mateo 23:23. “Porque diezmáis”. Dice el Señor. ¿Cómo podríamos nosotros dejar de hacerlo?
I Cor. 9:13-14 con Números 18:24. Este pasaje nos enseña que el trabajo de la iglesia y los
ministros han de ser sostenidos en igual forma que se sostuvo la adoración en el Antiguo
Testamento; es decir, por medio de diezmos y ofrendas.
I Cor. 16:2. Este pasaje enseña claramente la forma proporcional de dar como Dios nos ha
bendecido. La única forma que la Biblia enseña es el diezmo.
Hebreos 7:1-8. El Versículo 8 dice: “Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales;
pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive”. Los “hombres mortales” es una referencia a
los sacerdotes levíticos o mosaicos. “Aquel” se refiere a Cristo como el cumplimiento del sacerdocio
de Melchizedek. Así como el pueblo pagaba sus diezmos a los sacerdotes levitas también nosotros
ahora debemos hacerlo al más grande de todos los sacerdotes, es decir, Jesucristo. Es a El a quien se
dan los diezmos y las ofrendas que se donan a la iglesia.
Estos pasajes muestran claramente que el plan financiero de Dios para la iglesia es que su pueblo
traiga a su casa, para su trabajo los diezmos y sus ofrendas. I Cor. 16:2. “Cada primer día de la
semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que
cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas”. Eso sig. todos.
IV. RESUMEN
He aquí pues el plan financiero de Dios para las iglesias bautistas. no estamos interesados en
planes hechos por hombres. Creemos en los planes de Dios para todo y creemos que todos los
miembros de las iglesias bautistas deben ser diezmeros entregando al Señor la décima parte de lo
que reciben. Si el amamos, “guardaremos sus mandamientos”. Jn. 14:15.
Este plan de financiamiento puede satisfacer todas las necesidades económicas de la iglesia si
cada miembro es un diezmero. Con ello pagaríamos cualquier deuda, agrandaríamos el trabajo de la
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iglesia local y habría más dinero para la obra misionera y de ayuda. Sería sin medida la respuesta de
Dios por la fidelidad de los miembros en la mayordomía. “Que cada miembro de la iglesia se decida
desde hoy a dar correctamente, y a vivir correctamente”.
1. ¿que efecto malo tienen las ventas de cachivaches, comidas, cenas, etc., en la causa de
Cristo? ¿Qué demuestran?
2. ¿Habría más derecho de cambiar los planes de Dios para las finanzas que los de membresía
en la iglesia, organización, bautismo, la Cena del Señor, etc.?
3. ¿??¿La codicia es un gran pecado? (Véase el pasaje bíblico sobre la idolatría).
4. ¿El diezmo debe ofrecerse del sueldo completo o ya con las deducciones?
Nota: Lección tomada del “Manual del Miembro de la Iglesia” por José T. Odle.
LECCIÓN 48
EL NOMBRE BAUTISTA
Oración: Que como bautistas vivamos de tal modo en armonía con nuestro nombre divino.
El término “Bautista” es de origen tan divino como la Iglesia bautista. Ambos vienen del cielo.
Los dos provienen de Dios. Se dio el hombre de Juan el precursor de Jesús en su nacimiento. Lo
llamaron “el Bautista” por causa de su misión. Estos hechos están claramente explicados en las
Escrituras, acerca de su nombre oficial “El Bautista”. El hombre vino del cielo. Dios se lo dio, por
causa del trabajo que le encomendó hacer. Fue “enviado de Dios” (Juan 1:6). Dios lo llamó “El
Bautista” antes que principiara a predicar (Mateo 3:1). No se le llamó “El Bautista”, porque
bautizaba, puesto que el hombre se lo dio Dios antes de ir al Jordán o que predicara o bautizara.
Dios le dio el hombre, Dios lo envió a predicar y a bautizar (Juan 1:33). Dios lo mandó a bautizar
solamente una clase de personas, es decir, los que se hicieron discípulos (salvos) o cristianos antes
del bautismo (Juan 4:1). Es claro que los discípulos de él fueron salvos antes del bautismo porque
insistía en los frutos: “frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8). El hacha estaba puesta a la
raíz del árbol. Murieron a su vida vieja, antigua de pecado. Confesaron sus pecados (Mateo 3:6).
Juan les enseñó a creen en Jesucristo (Hechos 19:4) Recibieron a Jesús como el Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo. Esa era la fe en Cristo. El árbol fue hecho bueno, o en otras palabras
nacieron de arriba cuando recibieron a Cristo (Juan 1:11-12).
Por tanto, teniendo un corazón nuevo, una vida nueva, dieron fruto. Lucas dice en Luc. 3:8-14 la
clase de fruto que Juan demandaba antes de que fueran bautizados. En su sermón inaugural (Mat.
6:8), explicó plena y llanamente que sólo quienes nacieran de nuevo y llevaran fruto recibirían su
aprobación para ser bautizados. Entendiendo ya el por qué del hombre que Dios le dio como
precursor de Su Hijo que tendría que preparar el material con el que Jesús organizaría su iglesia,
procedemos a ver si la Biblia ofrece algunas razones para haber escogido tal hombre. Ud. verá que
hay buen número de ellas en la palabra infalible de Dios en cuanto a por qué Dios le llamó Juan “El
Bautista”.
2. El único nombre del Nuevo Testamento que está de acuerdo con la Gran Comisión es
“bautista”.
En Juan 4:1 dice que “Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan”. Juan hizo discípulos y
después los bautizaba. Jesús hizo discípulos, y bajo su autoridad los doce apóstoles los bautizaban;
Jn. 4:2. Cuando fue a dar las últimas órdenes para su iglesia que había establecido, dijo: “Toda
potestad me es dada en el cielo, y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas la naciones,
bautizándolos en el hombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”. Mateo 28:18-20.
Lo que Juan inició y que Jesús continuó debía ser llevado a cabo por las iglesias sin cambiar ni
una jota ni una tilde hasta el final. El primer bautista hizo discípulos y los bautizó. Lo mismo
hicieron Jesús y los doce, y los setenta. Cuando Jesús estaba para separarse de ellos ordenó a sus
iglesias que hicieran discípulos y los bautizaran hasta que venga otra vez. El hombre bautista es el
único que recuerda constantemente la comisión dada por el Señor Jesús a sus iglesias hasta el fin de
los tiempos. Es un nombre eclesiástico, porque se refiere a un programa que Jesús dio a sus iglesias
para hacer hasta que El vuelva. De acuerdo con el Sr. Webster el hombre bautista se refiere al cómo
y quién debe ser bautizado, es decir el bautismo por inmersión de personas salvas. Todos los demás,
bautizan a los bebés, o bautizan a los inconversos para salvarlos en otras formas que no son por
inmersión.
El nombre bautista causa división en cualquier comunidad o multitud. El dijo que a El lo odiaron y
que odiarían a su pueblo. Juan 15:18-25. Todo cuanto une más a los bautistas causa división entre
los bautistas y la demás gente.
Las iglesias bautistas no están unidas en tanto que no se hallan separadas de todos los demás. No
hay excepciones a la regla; el Señor Jesús se encarga de ello. Si los bautistas son amigables y
obedientes a Cristo, los enemigos de Cristo no son amigables con ellos. “Amistad con el mundo es
enemistad con Dios”; Sant. 4:4. No hay término medio. O se está del todo en el lado de Dios o en el
lado del mundo. El término bautista quiere decir separación del mundo desde el primero que llevó el
nombre. Juan el Bautista perdió la cabeza por no transigir (desacuerdo, no ceder) con el asunto del
divorcio. Pablo dijo: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma
esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es
sobre todos, y por todos, y en todos”; Efesios 4:4-6. Siete unos para hacer un uno. No hay unidad a
menos que se esté de acuerdo en estas siete cosas o unidades. ¿Qué son?
“Un cuerpo”, la iglesia local. Cada iglesia local es el Cuerpo de Cristo en esa comunidad y no
hay otro más. “Un Espíritu, el Espíritu Santo. Cada iglesia bautista edificada para morada de Dios en
el “Espíritu” en la comunidad donde está establecida. “Una esperanza”, la obra consumada de
Cristo. No se trata de una docena o más caminos para el cielo, sino Jesucristo el camino. “Un
Señor”, el Señor Jesucristo Cabeza de todas las cosas sobre todas sus iglesias. “Uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos” (Mateo 23:8). El Señor Jesús, el único Señor de
los bautistas. “Una fe”, que la Palabra llama: “La fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3).
No una nueva verdad; si es nueva, no es verdad; si es verdad, no es nueva. “Un bautismo”, una clase
de bautismo llenando todos los requisitos de la Palabra de Dios. “Un Dios y Padre”. El Padre de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y por El nuestro Padre. No la paternidad universal de Dios. El
no tiene Ismaeles, no hijos “bastardos”. Cada hijo de Dios, como Isaac, hijo de la promesa y nacido
en forma sobrenatural; Efesios 1:19-21.
El nombre bautista siempre causa división porque sostiene toda la verdad sin transigir (ceder).
No todos los bautistas lo han hecho, pero el nombre causa división y separación. Y Dios prospera y
ayuda a los que son fieles a su nombre. Por eso “la sangre de los mártires es la simiente de la
iglesia”. “Separación” significa persecución, y persecución resulta en multiplicación y crecimiento.
Una iglesia que transige está siempre marchita o moribunda.
sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros”. I Juan 2:19.
El nombre bautista significa separación. Por instinto y tradición, por enseñanza y creación, por
historia y amor, son pueblo separado. El Señor Jesús,, su Cabeza, el Espíritu Santo, su vida, el
Nuevo Testamento la regla de fe, y el individualismo, son sus bases fundamentales, contribuyen
todas para hacer ellos pueblo exclusivo y no inclusivo. Veinte siglos de enseñanza, y persecución de
todas las sectas, han servido para acentuar su exclusividad. Así lo será siempre. El Señor Jesús los
inició en esa forma, y se eaferran en ello más que perderlo. No se puede hacer que los bautistas sean
como los demás. Son pueblo libre y no es posible ceñirlos. Su libertad y su unidad en Cristo y en su
doctrina, puesto que todos creen en el mismo libro, hacen a un lado todo ritualismo, formalismo y
tradición de los hombres y buscan en cambio la libertad y el compañerismo en lugares celestiales.
1. ¿Es el deber de todo cristiano unirse a una iglesia de acuerdo con el Nuevo Testamento
(bautista)?
2. ¿Cómo reaccionarían otras denominaciones si Mateo 3:1 dijera Juan el metodista, o Juan el
presbiteriano, o Juan la iglesia de Cristo, Juan … etc.?
NOTA: Lección tomada del libro. ¿Por qué ser Bautista? Por H. B. Taylor.
LECCIÓN 49
HISTORIA BAUTISTA
Oración: Que como bautistas nos familiaricemos más con nuestra gloriosa historia; que podamos
darnos cuenta del gran precio en sangre que ha costado a nuestros antepasados bautistas preservar el
mensaje (bautista) de la Biblia hasta nosotros.
¿Quiénes fueron los fundadores? ¿Cuál es su historia? Tales preguntas son interesantes, pero una
de mayor importancia sería: “¿Están en lo recto?” “¿Su fe está de acuerdo con el Nuevo
Testamento?”. Muchas cosas son antiguas pero no verdaderas. Los credos y sectas hacen alarde de
su antigüedad venerable en tanto que la Palabra de Dios los condena plenamente. Cualquier
organización que no puede con razón reconocer a Cristo como su fundador tiene poco derecho de
llamarse iglesia cristiana, no importa qué tan antigua sea.
Los bautistas reclaman su base en los apóstoles, y los profetas, y en Jesucristo mismo como la
piedra angular. Si ello se halla bien fundado sea que tengan una historia por escrito de un siglo o
veinte, importa poco. Sin embargo lo que viene del pasado es cosa que vale la pena saber. Y la
historia bautista constituye uno de los más interesantes capítulos en los registros del cristianismo.
Aun desde la edad apostólica, fueron corrompidas las doctrinas del evangelio y pronto las
ordenanzas. Tanto algunos judíos como también gentiles cuando se convirtieron, trajeron muchas de
sus ideas religiosas y las mezclaron con la fe de Jesucristo. Estas, adicionadas a las ideas filosóficas
del tiempo y perversiones a las que la verdad está siempre expuesta por la ignorancia y el egoísmo
de los hombres, bien pronto llevaron a las iglesias lejos de la fe que fue dada a los santos. Pero hubo
también muchos que con simplicidad y humildad sostuvieron las doctrinas y costumbres en su
pureza original. Las iglesias más fuertes y prósperas estaban más expuestas a al corrupción por sus
alianzas con el mundo.
Al fin del período del martirio, cuando cesó la persecución; se apoderó del trono un cristianismo
nominal y se unieron la iglesia y el Estado. La religión entonces perdió su sencillez, su
espiritualidad y su fuerza, formándose en la iglesia de Cristo una jerarquía temporal. Tal fue la gran
apostasía de los tiempos primitivos. No todas las iglesias ni todos los cristianos siguieron por ese
camino alejados de la verdad. Muchas congregaciones y comunidades de verdaderos adoradores
conservaron las doctrinas del evangelio y practicaron sus ordenanzas en la misma forma de su
pureza primitiva. Así continuaron las cosas a través de los siglos, en los que prevaleció la corrupción
y las tinieblas. Esas nunca se identificaron con las iglesias romanas, ni con las griegas; nunca
entraron en alianza con los Estados; nunca tuvieron jerarquías. Como congregaciones
independientes, o pequeñas comunidades con la única liga de unidad, una fe común, su
compañerismo, simpatía, a veces obscura, y teniendo la Palabra de Dios como su guía trataron de
mantener la idea, no de un reino temporal sino espiritual en la dispensación del evangelio.
Esas comunidades religiosas fueron llamadas por las jerarquías dominantes sectas y
estigmatizadas como herejes. Debido a eso fueron perseguidas de continuo, y aunque pueden haber
tenido sus errores, eran las mejores y más puras defensoras de la fe cristiana, y los representantes
más reales de los primeros discípulos de Cristo que entonces existían. Las iglesias del Estado eran
las herejes; en tanto que las llamaban sectas eran sucesoras verdaderas de los primeros cristianos.
136
Es aceptado y sabido por todos los historiadores de la existencia de esas iglesias y comunidades,
separadas, y perseguidas por las iglesias del estado y las autoridades civiles durante los siglos que
transcurren desde los apóstoles hasta la Reforma.
Cuando la Reforma de Lucero y sus coadjutores se inició, en buen número fraternizaron estas
sectas con los reformadores y se perdieron entre la multitud. Los que tuvieron existencia separada
como los valdenses de Piamonte, rendidos a la influencia de los reformadores hicieron por simpatía
lo que las persecuciones de los papistas nunca les hicieron realizar; dejaron de usar la inmersión al
bautizar y adoptaron la forma de rociamiento, adoptaron el bautismo de los infantes, y aceptaron las
formas generales de la vida religiosa en la que crecieron los paidobautistas y el protestantismo.
Pocas denominaciones pueden reclamar mayor antigüedad que los bautistas de Galia. Trazan su
descendencia directamente desde los apóstoles y utilizan para confirmarlo argumentos que nunca
han podido ser destruidos.
Cuando Agustín el monje misionero romano visitó la Galia a fines del siglo sexto halló una
comunidad de más de dos mil cristianos que vivían quietamente en sus hogares de las montañas.
Eran independientes de la sede romana y rechazaban por completo su autoridad. Agustín trabajó
arduamente para convertirlos, es decir para someterlos al yugo del papa, pero fracasó
completamente en sus esfuerzos. Aceptando las cosas en general, redujo sus demandas a tres en
particular: 1. Que deberían celebrar la semana santa en forma debida como lo ordena la iglesia
romana. 2. Que deberían dar el bautismo a sus niños. 3. Que predicaran la Palabra de Dios a los
ingleses como fueron guiados, (véase Historia Bautista de Benedicto p. 343, y otras autoridades
citadas).
Estas demandas de Agustín prueban que ellos no aceptaban las indicaciones papales para la
semana santa, ni bautizaban a los niños. Sin embargo rechazaron sus proposiciones por lo que él se
retiró amenazándolos con la guerra y la destrucción. No mucho tiempo después Gales fue invadido
por los sajones y muchos de aquellos inofensivos cristianos fueron muertos cruelmente que
instigados por ese fanático celoso, el mismo Agustín.
BAUTISTAS HOLANDESES
Los bautistas de Holanda tienen una historia que llega tan atrás en un período tan remoto al
menos muy cerca de la edad apostólica, como algunos lo aseguran. Tal antigüedad es concedida por
historiadores que no simpatizan con sus sentimientos denominacionales.
Mosheim, en su Historia de la Iglesia, dice: “El verdadero origen de la secta que llevó el nombre
de anabaptista está escondido profundamente en la antigüedad, y es por tanto difícil en extremo
averiguar” (Hist. Ecles. Vol IV, p. 427. Mac. Edit. 1811. Véase Introd. HIst. Baut. por Orchard p.
17).
Zuinglio el reformador suizo contemporáneo de Lutero declara: “La institución del anabaptismo
no es nueva porque durante mil trescientos años ha causado grandes disturbios en la iglesia”.
(Introd.. Hist. Baut. por Orchard p. 17). Mil trescientos años antes de su tiempo llevaría las cosas
dentro de o menos de dos siglos de distancia de la muerte de Cristo.
El Doctor Dermont, capellán del rey de Holanda y el Doctor Ypeij, profesor de teología en
Groningen fueron comisionados para preparar una historia de la Iglesia Reformada Holandesa. Tal
historia, escrita bajo sanción del rey, y publicada oficialmente contiene el generoso testimonio que a
continuación se cita respecto a la antigüedad y ortodoxia de los bautistas holandeses: “Hemos visto
138
BAUTISTAS INGLESES
Bajo el reinado de María la sangrienta, sufrieron tal vez más que durante el de la protestante
Elizabeth. Durante el reinado de la última se descubrió una congregación de bautistas en Londres, de
la que algunos fueron muertos, otros encarcelados y dos quemados en Smithfield. (Cita de Wall por
neal en la Hist. de los Puritanos Vol. I., p. 137. Vol. II., p. 358 Suplemento).
El Dr. Featley uno de los más grandes enemigos escribió acerca de llos en 1633: “Esta secta
entre otras ha pretendido abusar de la paciencia del estado de modo que han celebrado conciliábulos
semanarios rebautizando cientos de hombres y mujeres juntos a la hora del crepúsculo en riachuelos
y en algunos brazos del Támesis y en algunas otras partes hundiéndolos todos hasta la cabeza y los
oídos. Han impreso algunos folletos en defensa de su herejía; y han desafiado a algunos de nuestros
predicadores a discutir”. Memor. del Jubileo Baut. Ing. Hist. Baut. por Benedicto p. 304.
Bailey escribió en 1639, que: “bajo la sombra de la independencia han levantado sus cabezas y
aumentado su número más que todas las demás sectas de la tierra. Tienen cuarenta y seis iglesias en
y cerca de Londres. Son gente amante de la libertad religiosa, y no están dispuestos a someterse al
juicio de otros”. (Hist. Benedicto. P. 304).
El primer libro publicado en inglés acerca del bautismo fue traducido del holandés y lleva la
fecha de 1618. De allí en adelante se multiplicaron rápidamente por todas partes del reino. La
primera iglesia organizada debidamente entre ellos data de 1607 y se organizó en Londres por el Sr.
Smith que fue antes clérigo de la Iglesia Establecida.
En 1689, los bautistas particulares, así llamados, celebraron una reunión en Londres, en la que
estaban representadas más de cien congregaciones y en la que produjeron una confesión de fe que
todavía utilizan y es estimada sobremanera.
El último mártir bautista en Inglaterra fue Eduardo Wightman de Burton cerca de Trento,
condenado por el obispo de Coventry, y quemado en Litchfield en abril 11, de 1612. (Memor. Baut.
del Jubileo en Ing. Hist. de Benedicto).
En 1921 ó 1922 recorté un artículo del Mensajero Bautista de Oklahoma que apareció
simultáneamente en varios periódicos denominacionales del sur. Este artículo presenta la conexión
ancestral de la iglesia bautista de Dyer Tennessee. Muestra la continuidad de la vida bautista de la
iglesia desde la actualidad hasta los días de Jesús. No sé quien realizó la investigación ni tampoco
conozco a fondo todos los libros necesarios para verificar cada referencia histórica como ha sido
dada. Simplemente me concreto a poner en conocimiento del lector el artículo de referencia para que
él haga sus conclusiones:
Eslabón 1. La Iglesia Bautista de Dyer. Tennessee fue organizada por J. W. Setter, quien vino de
la Asociación de Filadelfia.
Eslabón 2. Iglesia de Hillcliff. Gales Inglaterra. H. Soller vino a la Asociación de Filadelfia de la
iglesia Hillcliff. Véase las actas de la Asoc. de Filadelfia, libro 3, asunto No. 1.
Eslabón 3. La iglesia de Hillciff fue organizada por Aarón Arlington. A. D. 987. Véase Israel de
los Alpes por Alex Munston p. 39.
Eslabón 4. La iglesia Lima de Piedmont ordenó a Aarón Arlington en 940. véase Historia de la
Iglesia por Jones. p., 324.
Eslabón 5. Iglesia Lima de Piedmont fue organizada por Balcolao, A. D. 812. Véase Historia de
la Iglesia por Neander. Vol. 2, p. 320.
Eslabón 6. Balcolao vino de la iglesia de Timto, Asia Menor. Véase Historia de la Iglesia por
Neander Vol. 2. p. 320.
140
Eslabón 7. La iglesia de Timto fue organizada por Archer Flavin, A. D. 738. Véase Historia de
Mosheim Vol. 1, p. 394.
Eslabón 8. Archer Flavio vino de la iglesia de Darethea organizada por Andrómico A. D. 671 en
Asia Menor. Véase Historia de la Iglesia por Lambert p. 47.
Eslabón 9. Andrómico vino de Pontifossi al pie de los Alpes en Francia. Véase Historia de la
Iglesia por Lambert p. 47.
Eslabón 10. La Iglesia de Pontifossi fue organizada por Tellestman de Turán, Italia A.D. 398.
Véase Historia de la Iglesia por Nowlin. Vol. 2. p. 318.
Eslabón 11. La Iglesia de Turán fue organizada por Tertulian de Bing Joy Africa A.D. 237.
Véase Historia de la Iglesia por Armitage. p. 182.
Eslabón 12. Tertullan era miembro de la iglesia de Partus al pie de Tiber que fue organizada
por Policarpo 150 D.C. Véase Comentario de la Antigüedad por Cyrus p. 924.
Eslabón 13. Policarpo fue bautizado por Juan el discípulo amado o el revelador, el 25 de
Diciembre A. D 95. Véase Historia de la iglesia por Neander p. 285.
Eslabón 14. Juan estuvo con Jesús en el Monte. Marcos 3:13-14; Lucas 6:12-13.
Nota: Esta lección fue tomada del libro “Manual Standard para las iglesias bautistas por
Eduardo T. Hixcox con excepción del ejemplo de sucesión de la iglesia que fue tomado del libro
“La iglesia que Jesús edificó, por Roy Mason.
COOPERACION BAUTISTA
Oración: Los bautistas pueden aprender a cooperar sobre bases de compañerismo bíblico.
“Como ciudadano yo puedo, y coopero con otros ciudadanos buenos, aunque no sean creyentes
para apoyar la liga antialcohólica, el cumplimiento de la ley, empresas humanitarias como
orfanatorios y otras causas dignas. Trabajamos junto con ellos porque estamos de acuerdo con sus
necesidades y la rectitud de su apelación. Pero también trabajamos con ellos porque estamos de
acuerdo con los principios de cooperación. Esos principios con los que estamos de acuerdo son: que
la causa es digna; que todo buen ciudadano debe cooperar en las causas dignas, y que nuestra
cooperación es como ciudadanos y es voluntaria. En esa clase de cooperación no hay transigencia
(igualdad de opinión).
En el trabajo de nuestro Señor Jesucristo solamente cooperamos con los bautistas porque sólo
los bautistas tratan de hacer la obra del Señor en la forma que El quiere.
He aquí tres ejemplos concretos. En Nehemías 6:1-16, Sanaballar, Tobías, Geshem y otros
enemigos de Israel, pidieron el privilegio de ayudar a construir las murallas de Jerusalén. ¿Por qué
no? ¿Por qué no pudo haber cooperación en esa obra de construcción? Nehemías rehusó recibirlos
para conferenciar con ellos, y mantuvo la separación porque no podía haber cooperación ni siquiera
en construir las murallas de la ciudad sin transigir o comprometer tanto a los judíos como sus
enseñanzas. Josafat hizo alianza con Acab para luchar contra los enemigos de Israel. todos eran
judíos, y la alianza no fue para la adoración sino para enfrentarse a los enemigos del Señor en
Ramoth-Galaad. Dios ayudó a Josafat y lo libró, pero cuando él regresó a su casa Dios envió a
Hanani con estas palabras: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?”; II Cro.
19:1-3. Más tarde, Josafat se unió con Ocozías en una aventura de negocio para construir barcos a
fin de ir a Tarsis. Los bacros fueron hecho en Ezion-geber. Dios envió a Eleazar el profeta para
decirle que todos los barcos se quebrantarían porque “has hecho compañía con Ocozias” en una
aventura de negocios; II Cro. 20:35-37. En todas estas transacciones el Señor rehusó trabajar con sus
propios siervos porque en cada caso los siervos de Dios se habían unido en cooperación con sus
enemigos. Aun cuando la cooperación había sido para ayudar en el trabajo del Señor, el Señor
rehusó permitir que sus siervos entraran en esa cooperación o destruyó lo hecho porque no se le
había consultado. El Nuevo Testamento prohíbe claramente toda esa clase de cooperación; II Cor.
6:14-18. Ninguna cooperación donde no hay comunión, ni concordia ni acuerdo, pero en cambio un
llamado a la absoluta separación.
Los bautistas no pueden trabajar con Dios si se unen en cooperación con otros que no sean
bautistas. Veamos la Palabra de Dios para escudriñar si hay algunos principios de cooperación en Su
libro.
Lo que el texto dice es: “ayudadores juntamente con El”; II Cor. 6:1. La única manera de laborar
con él es conociendo sus planes y forma de trabajo… No puede haber bendición de su parte si no se
obra de acuerdo con El. Cuando hacemos a un lado nuestros planes, aceptamos los suyos y como
barro en sus manos dejamos que obre, todo es un éxito. Nuestra cooperación no es primero de unos
con otros, sino PRIMERO CON DIOS. Cuando cooperamos con Dios laboramos juntos en armonía
y unidad de acuerdo. Entonces el trabajo es fácil, y nos ponemos a pensar en por qué antes habíamos
fallado. Fracasamos por la misma razón que Moisés fracasó; Número 11:10-25. Moisés había
tratado de imponer el plan de Jetro; fracasó y se quería morir por su vergonzoso fracaso. Después
llevo las cosas a Dios y El le dio una gran victoria. El precio de la cooperación es abandonar los
planes propios y aceptar el camino o método de Dios. El método de la cooperación es sólo rastrear
el Libro. El libro contiene los planos para la obra de Dios. Sus instrucciones son que todas las cosas
sean hechas de acuerdo con el patrón que muestra en Su libro.
constituye en la cabeza sobre la iglesia en la cooperación. Como quiera que sea, la cooperación se
quita de la iglesia y se hace independientemente del cuerpo de Cristo. Si se hace aparte del cuerpo
de Cristo se hace también independientemente de Cristo que es la cabeza; porque no puede haber
cooperación con la cabeza sin cooperar tonel cuerpo. Otro pasaje de la escritura tan valioso y quizá
más claro se halla en I Cor. 16:1-4. Las órdenes de Jesús la cabeza, no son sólo para la iglesia de
Corinto, sino para las dádivas semanales de las iglesias de Macedonia también. Esos donativos eran
para los santos pobres de otro continente. Corinto está en Europa, y Judea en Asia. Allí no se trataba
del presupuesto local, sino de ayuda a otros. El presupuesto de ayuda no era de caridad sino de
ayuda proporcional de acuerdo con lo que Dios les había prosperado. Las dos cosas sobresalientes
son que el donativo había de darse por medio de la iglesia local, y que cada iglesia escogiera uno de
sus miembros por medio del cual se enviarían los donativos. En ello se hallan los puntos a discusión,
es decir que los donativos se dan por medio del cuerpo de Cristo; y que las varias iglesias habían de
elgir a uno de sus miembros para llevar en forma cooperativa los donativos. Esa cooperación era
encabezada por Jesucristo y a través de su cuerpo, la iglesia local. La cooperación de las iglesias
bajo el control de ellas es cooperación de acuerdo con la Escritura. La iglesia local como el cuerpo
de Cristo ha de ser el centro de la cooperación bautista. Ninguna otra, honra a Cristo la cabeza, o a la
iglesia que es su cuerpo. A eso se debe que no está bendiciendo nuestro trabajo cooperativo, porque
no es cooperación escrituraria. La iglesia como cuerpo nada tiene que ver con ello. Nuestros planes
actuales de cooperación tienen su centro en una convención o una comisión ejecutiva.
En la cooperación actual las iglesias no tienen ni voz ni voto; lo único que hacen las iglesias es
pagar las cuentas. El presupuesto debiera de ser hecho por las iglesias; el dinero contribuido por las
iglesias. La cooperación bíblica es cooperación con Cristo por medio de su cuerpo, la iglesia local
de la cual el donante es miembro. En estas iglesias que participaron en el trabajo cooperativo del
pasaje que estamos estudiando la distribución de los fondos era hecha por la iglesia local, y los
donativos habían sido ya designados antes de salir de la iglesia local. En esa forma la iglesia sabía
exactamente dónde sería empleado su dinero y un miembro veía que así se hiciera, el cual regresaba
a informar. Con las ventajas de nuestros medios de comunicación la iglesia puede enviar por correo
el dinero, pero decidir para qué se use, y el informe de cómo fue empleado puede todavía hacerse.
Ese es un principio fundamental de cooperación bíblica. Las iglesias deciden a dónde va su dinero
cuando sale de la tesorería y cada centavo está ya designado. Así se evitan los salarios exorbitantes y
gastos superfluos también. Hay que hacer que las iglesias sepan a dónde van sus donativos.
Algunas personas dicen: supongamos que la iglesia no tiene un presupuesto, o incluye en él
cosas que no son escriturarias, ¿Qué hacer en ese caso? La respuesta es fácil. La cooperación es
con Cristo la Cabeza, por medio de su cuerpo, la iglesia. Si la iglesia no está en comunión con la
cabeza, y el cuerpo no está colaborando con la cabeza, entonces la primera lealtad suya es a Cristo.
El es la Cabeza de cada individuo tanto como de la iglesia local I Cor. 11:1-3. El Señor Jesús nunca
puso a una mujer como cabeza de alguna cosa. Los encabezamientos de cosas pertenecen, primero a
Dios, después a Jesucristo, y al fin a hombres. Ningún varón tiene la obligación de colaborar con
cualquier cosas que tiene al frente dirigiendo una mujer. Si vuestra iglesia es dirigida por mujeres,
entonces vuestra cooperación debe ser directamente con Cristo la Cabeza, hasta que el cuerpo
reconozca la dirección de El para poder colaborar con ellos. Colaborar con una iglesia que no
coopera con Cristo es como participar y revelarse contra la autoridad de Cristo, la cabeza. Ningún
miembro de una iglesia bautista está obligado a cooperar con una organización o comité que coloque
un programa en el lugar de Jesucristo, como base de su solicitud de cooperación. Los bautistas no
tienen necesidad de un comité ejecutivo como el que actualmente hay en la Convención Bautista. El
hecho de que el Espíritu de Dios tiene tantos misioneros dispuestos para salir al extranjero y que no
hay dinero suficiente para enviarlos, habla con claridad de la habilidad que el Espíritu de Dios
144
podría ejercer para reunir los fondos así como lo hace para reclutar los obreros, cuando lo ponemos
bajo su control soberano. El corazón de la cooperación es que cada miembro de la iglesia local
coopere con el cuerpo de Cristo del cual es miembro como explica Pablo: “de quien todo el cuerpo,
bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Efesios
4:16.
El primer principio de cooperación bautista es que tal ha de ser con Cristo a la cabeza. Los
planes deben ser suyos; el poder debe ser suyo, el trabajo debe ser financiado por El. Los obreros
deben ser escogidos por El. Su autoridad debe ser reconocida. El es quien puede aclarar las
incógnitas que se presenten. No habrá discusiones con él, y por el contrario hay que obedecerlo. No
acepta rivales. No comparte autoridad y honor con otros. En todas las cosas debe tener
preeminencia. La única cooperación posible es la que se desarrolla de acuerdo con sus términos. Tal
es el primer principio de cooperación en la obra de Jesucristo.
También el centro de la obra de cooperación, cada miembro coopera como miembro del cuerpo
de Cristo con el cuerpo del cual él es miembro. La cabeza y el cuerpo de cada miembro individual
trabajan juntos. Esa es cooperación de acuerdo con la Escritura. Cada miembro coopera con y por
medio del cuerpo de Cristo, su iglesia, y no por otros cuerpos sean o no de la iglesia. La cooperación
bíblica es con el Señor Jesús y por medio de su cuerpo, la iglesia local. Puede la persona trabajar en
otra forma, pero no está colaborando con Cristo y su iglesia. Si se trabaja independientemente de la
iglesia, se puede operar, pero no se coopera con Cristo y con su Iglesia. Cuando la cooperación es
bíblica, Cristo la Cabeza juntamente con cada miembro trabajan para desarrollar los planes de El. La
cooperación bíblica es la cooperación de la iglesia, no es independiente, no es individual, no es de
sociedad, ni cooperación de clase. Los bautistas nunca aprenden a trabajar juntos sino hasta que
hacen de la iglesia local el centro de la cooperación. La carta escrita a los efesios, la gran epístola
dirigida a la iglesia, abunda en ideas de cooperación por medio de la iglesia local, el cuerpo de
Cristo. En ello los bautistas del sur están más débiles, y nuestros directores son los culpables. No
dan importancia suficiente a la iglesia local. Tampoco dan el verdadero valor a la cooperación por
medio de la iglesia local el cuerpo de Cristo. Los bautistas sólo pueden cooperar en esa forma. Son
tan individualistas que no pueden cooperar en ningún plan excepto el de la Biblia, y el plan bautista
que equivale a la cooperación de la iglesia.
El tercer principio esencial en la cooperación bautista es que sólo puede haberla de acuerdo
con el Libro. Los bautistas son pueblo de un libro. Lo que se lee en él será aceptado por ellos. Lo
que salga del libro tendrá su apoyo. Por eso es que las nueve décimas partes de la gente del sur no
está dispuesta a colaborar con nuestro programa misionero. Nuestros directores tienen en su
programa muchas cosas que la gente no puede hallar en el libro. En muchos estados se nota que
disminuye la cooperación en lugar de aumentar por razón de que la cooperación no se ha solicitado
de acuerdo con el Libro (no he reemplazado ninguna frase “el Libro” por “la Biblia”). Hay muchos
puntos en el plan cooperativo que no parten del Libro. Cuando los programas brotan del Libro, los
bautistas lo aceptarán, como en la actualidad con cuanto se les ha predicado la Biblia. Sin mayor
discusión, he aquí algunas de las cosas del programa de cooperación que no se hallan en la Biblia.
Son las “moscas muertas en el perfume” (Ecle. 10:1). No son ni bautistas ni bíblicas. Si las cosas no
se hallan en la Biblia por lo general los bautistas las toman con pinzas. No aceptan cosas que no se
puedan encontrar en la Biblia. Poco a poco los bautistas rechazan lo que no pudieron hallar en la
Palabra de Dios. No se necesita ser un erudito para hallar la verdad de las cosas en la Biblia.
145
La Biblia fue escrita para la gente común. Lincoln dijo que Dios debe haber amado mucho al
común del pueblo o de otro modo no habría tantos. Los bautistas por lo general son gentes del
común del pueblo. Y Dios hizo a los bautistas gente de un Libro. El ha hecho claro que la gente
común puede entender y leer en el Libro las cosas que Dios quiere que sepan y hagan. Si es verdad,
se puede leer del mismo Libro. A eso de debe que los bautistas del sur no apoyan el trabajo de
nuestro programa denominacional. Las escuelas modernas y estandarizadas que hacen a un lado la
Biblia, los periódicos subsidiados, un programa con presupuesto inflado; ancianos gobernantes, el
Comité ejecutivo de la Convención Bautista del Sur; un presupuesto episcopal impuesto a las
iglesias en lugar de que las iglesias lo hagan de acuerdo con la Biblia para sus siervos, las juntas,
porque lo mismo como la Biblia no autoriza el nombramiento de pastores para las iglesias, tampoco
autoriza que se les pase un presupuesto.
Los bautistas tienen gobierno propio, se propagan a sí mismo, se sostienen solos cuando se
apegan a la Biblia. Donde se introducen subsidios se muere el sostén propio. Don de se reclutan
gentes las misiones se acaban. Cuando se imponen presupuestos se afecta el gobierno propio. Donde
se acumulan los gastos de oficina, etc., disminuyen las contribuciones. Donde la educación se
ensancha, se desconoce el evangelio de la gracia que es el hijo de la humildad. Donde se busca la
estandarización se destrona a Jesucristo. Donde la educación es la meta (se hace cabeza suprema), la
mente se ensoberbece, la fe es una mera forma intelectual y allí prosperan el cambelismo, el
unitiarianismo y el modernismo. Los bautistas deben clamar siempre por el retorno a la Biblia.
Nunca aceptan algo a menos que la Biblia lo dice. Por eso en tantos centros educativos la
espiritualidad queda sepultada bajo un formalismo muerto y principia la infidelidad. Si la Biblia es
la autoridad final, entonces Cristo es primero en todas las cosas y el corazón es el centro del ser
humano. Si en cambio la educación es primero entonces la mente es exaltada sobre el corazón; si el
intelectualismo toma el primer lugar el Señor Jesús es secundario y cualquier cosa es entronizada. Si
la Biblia es la verdad, las cosas de la vida son gobernadas por el corazón y no la cabeza. Si la Biblia
es la verdad, entonces la psicología, la pedagogía, la biología y todas las otras guías, están
subordinadas, son del alma pero no espirituales. Hacen a un lado el verdadero hombre. Dicen que el
hombre es cuerpo y alma. La Biblia dice que el hombre es cuerpo, alma, y espíritu. Toda clase de
educación, sea simplemente moderna o modernista no tiene apelación alguna para el espíritu del
hombre. Todo lo que saben es el alma intelectualizada del hombre. Santiago nos dice que la
sabiduría que viene de la psicología y de las demás ías, “que esta sabiduría no es la que desciende de
lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”; Santiago 3:15.
La sabiduría que Dios nos da, viene de arriba. No es adquirida. Dios la da y se recibe por
revelación. La Biblia es la única fuente de esta sabiduría. El Espíritu Santo es el maestro. A eso se
debe que tantos hijos de misioneros así como de jóvenes pastores en este país (EE.UU) son tan
mundanos. Son enviados a las escuelas a recibir sabiduría de abajo en lugar de enseñarles la Biblia
para que reciban la sabiduría de Dios que viene de arriba. La Biblia es la verdadera universidad. La
Biblia es la única fuente de sabiduría. Cualquier otra educación es de abajo. La psicología conoce
solamente el cuerpo y el alma. Nada sabe del espíritu. Cuando el hombre es nacido de nuevo, dice
Jesús: “Lo que es nacido del espíritu, espíritu es”; Jn. 3:6. El hombre espiritual es un hombre nuevo.
El hombre nuevo vive en un mundo al que los psicólogos y otros entendidos del mundo, no importa
cuánta educación tengan no conocen absolutamente nada de él. “Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente”. I Cor. 2:14.
El hombre nuevo, el hombre espiritual, se alimenta y crece con la Palabra de Dios. (I Pedro
2:2).
146
Sin duda he dado una vuelta grande para hablar acerca de la cooperación, sin embargo a veces el
camino más largo es el más corto. Eso pasó en este caso. La cooperación es asunto del espíritu, del
hombre nuevo. La Biblia dice que: “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará
la paz de tus hijos”; Isaías 54:13. La cooperación es una de las cosas a las que se refirió Jesús
cuando dijo: “Todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí”; Juan 6:45. La cooperación
ante todo es enseñada por Dios. Colaboradores somos de Dios. La cooperación es con Jesucristo, y
con su cuerpo, la iglesia a la que pertenecemos. Así como Jesús abrió las Escrituras y enseñó a sus
discípulos todas las cosas de ellas concernientes a sí mismo y a la misión mundial de su programa
también la cooperación verdadera debe estar basada en y desarrollarse de su eterna verdad infalible
como se halla en su Palabra. Lucas 24:25-27, 44,45. Juan el discípulo amado escribiendo a su amado
amigo Galio, uno de los grandes laicos del Nuevo Testamento le muestra que todo el corazón de la
cooperación está en ser colaboradores en la verdad. Nótense estas palabras que son en verdad una
traducción libre de III de Juan 5:8: “Amado, fielmente haces todo lo que haces para con los
hermanos y con los extranjeros (misioneros) los cuales han dado testimonio de tu amor en presencia
de la iglesia, a los cuales si guiares en su camino, si los trajere, como conviene según Dios, harás
bien, porque ellos en su nombre salieron al campo y nada tomaron de los gentiles. Nosotros por
tanto debemos sostenerlos (A estos misioneros extranjeros) para que seamos cooperadores a la
verdad”. (“Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos,
especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y
harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje.
Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues,
debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad”). Esa es la orden bíblica
acerca de la cooperación, que el Señor Jesús y cada miembro de su cuerpo la iglesia local coopere en
el sostén de sus misioneros como colaboradores de la verdad.
1. ¿Cómo es que los bautistas han fracasado por no seguir el patrón del Nuevo Testamento?
2. ¿Cuál es el peligro con las organizaciones humanas de dominar las iglesias?
3. ¿Por qué gentes sin escrúpulos, engañan a las iglesias en las organizaciones humanas?
4. ¿Cómo las organizaciones humanas hacen a un lado el patrón divino?
1. ¿Comprometen los bautistas sus doctrinas y convicciones cuando trabajan por medio de una
superestructura eclesiástica?
2. ¿El Espíritu Santo, autor del Nuevo Testamento olvidó proveer bases de cooperación entre
las iglesias?
3. ¿Nos asiste algún derecho para cooperar sobre bases diferentes de las del Nuevo
Testamento?
147
4. De acuerdo con la Escritura, ¿puede una iglesia aislarse y no cooperar con nadie?
5. ¿Se puede exagerar la doctrina de la independencia de la iglesia de modo que dejemos a un
lado la base escrituraria de la cooperación?
Nota: Lección tomada del libro “¿Por qué ser Bautista?”, por H. B. Taylor.
LECCIÓN 51
Oración: Que Dios nos ayude a mantenernos fieles a la fe histórica de los bautistas.
Hace algún tiempo, una dama que había sido miembro de una iglesia bautista se unió a otra
iglesia. Cuando su pastor antiguo fue a verla le dijo: “No creo que sea muy diferente; lo que importa
es que sea salva. Una iglesia es tan buena como la otra”. Esa expresión parece ser compartida por
muchas personas, pero veamos qué tanto de verdad tiene.
Es verdad que lo primero es la salvación. Toda persona que se arrepiente de sus pecados y confía
en Jesucristo como su Salvador es salvo, no importa cual sea su membresía y en qué iglesia.
Creemos que hay personas salvas en todas las iglesias y que todas han sido salvas en la misma
forma. Pero si no se han arrepentido y creído, están perdidas. De modo que cuando decimos que una
iglesia no es tan buena como la otra, no nos referimos a la salvación.
Hay cientos de iglesias y denominaciones en el mundo enseñando toda clase de doctrinas que es
posible concebir. No todas pueden estar en lo recto, porque no todas enseñan lo mismo. Muchas de
sus enseñanzas están en conflicto; lo que una proclama, otra lo niega. ¿Pueden ambas estar en lo
recto? Si no, una de las dos sí, y la que está es mejor que la otra que enseña algo erróneo.
He aquí cinco puntos que pueden ayudarnos a aclarar el asunto.
1. Una iglesia fundada por los hombres no es tan buena como la que es establecida por Dios.
Ya hemos mostrado en otra parte del estudio que Cristo estableció la iglesia cuando estuvo en el
mundo y prometió que la iglesia continuaría existiendo por las edades hasta su regreso. Esa iglesia
se halla establecida en la tierra y ante los ojos de Dios es mejor que lo hecho por manos de hombres
sin origen divino. Las iglesias bautistas existieron desde los días de Cristo y de los apóstoles y sin
duda esas tendrán que causar mayor aceptación ante Dios que las que aparecieron apenas hace unas
centurias.
2. Una iglesia que enseña algún error no es tan buena como la que enseña la verdad. Hay
muchas clases de doctrinas en las iglesias actualmente. Algunas hasta niegan que la Biblia es la
Palabra de Dios y niegan que Jesús es el Hijo de Dios. Niegan la existencia más allá de la tumba y
dicen que la enseñanza de la Biblia acerca de la resurrección es tontería. ¿Puede acaso una iglesia
que enseña eso ser tan buena como otra que enseña la verdad? Por supuesto que no. Otras iglesias no
van tan lejos enseñando falsedades pero enseñan doctrinas que no están de acuerdo con la Palabra de
Dios. No pueden por tanto ser tan buenas como las que enseñan toda la Palabra de Dios y cuyas
149
doctrinas de enseñanza exclusivamente son tomadas de allí. Los bautistas creen en toda la Biblia y
enseñan todo cuanto ella enseña sin aumentarle o disminuirle algo de la verdad.
3. Una iglesia que enseña solamente una parte de la verdad no es tan buena como la que la
enseña completa. Hay muchas iglesias que enseñan muchas verdades comprendidas en la Palabra de
Dios. Pero afirmamos que la iglesia que enseña todas las verdades de la Biblia es mejor. Los
bautistas creen y enseñan la Palabra de Dios completa.
4. Una iglesia cuyas doctrinas glorifican al hombre no es tan buena como aquella cuyas
doctrinas glorifican a Dios. Doctrinas como la de la salvación por las obras, teniendo que conservar
su salvación por sí mismo, etc., glorifican al hombre. La salvación por medio de la gracia, la
seguridad del creyente, etc., dan gloria a Dios. Las doctrinas bautistas dan toda la gloria a Dios.
5. Una iglesia que rehúsa obedecer los mandatos de Cristo y en cambio obedece los mandatos
de los hombres no puede ser tan buena como la que da la autoridad completa al Señor. Los
bautistas procuran ser obedientes a Cristo en todas las cosas.
Creemos que un estudio cuidadoso de estos puntos ayudarán al estudiante a convencerse de que
una iglesia no puede ser tan buena como la otra ante los ojos de Dios.
El hecho de que una iglesia no es tan buena como la otra no quiere decir que no podemos tener
compañerismo cristiano con todos los demás verdaderos cristianos, porque estamos unidos como
hermanos en Cristo con todos los que son “hijos de Dios por la fe en nuestro Señor Jesucristo”. En
nuestro corazón hay “amor para todos los santos” y deseamos plenamente que todo hombre posea el
derecho de adorar a Dios como le plazca aunque no podemos aprobar la falsedad de la doctrina que
pueda enseñar. Creemos en la unidad cristiana y anhelamos que llegue algún día, pero no podemos
unirnos con nadie que no acepte toda la verdad de la Palabra de Dios. Nuestra actitud para los demás
no es arrogancia, amargura, u hostilidad, es la actitud de un amor amplio de simpatía y una clara
lealtad definida a Jesucristo y a su Palabra. Tal es el espíritu en que los bautistas significan más para
Cristo y para el mundo.
1. ¿Pueden los bautistas entrar en campañas unidas con otras denominaciones sin dañar a las
iglesias bautistas?
2. ¿Cuáles son las doctrinas que los bautistas comprometen en tales circunstancias?
3. ¿Qué resultado hay cuando los bautistas cooperan con otras denominaciones en campañas de
evangelización, intercambio de púlpitos, etc?
Nota: Lección tomada del libro “Manual del miembro de la iglesia”, por José T. Odle.
LECCIÓN 52
(El material para esta lección debe ser preparado por cada iglesia local).
APENDICE
DECLARACIÓN DE FE
Esta declaración de fe expresa en forma sustancial lo que los bautistas creen en cuanto a los
asuntos en cuestión. Fundamentalmente es la confesión de New Hampshire con ligeros cambios.
Nota: Esta declaración de fe fue escrita hace muchos años por J. Newton Brown D.D. (Doctor en
divinidad o teología).
I. LAS ESCRITURAS
Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados, y que es tesoro
perfecto de instrucción celestial;1 que tiene a Dios por autor, por objeto la salvación,2 y por
contenido la verdad sin mezcla alguna de error, 3 que revela los principios según los cuales Dios nos
juzgará;4 siendo por lo mismo, y habiendo de serlo hasta la consumación de los siglos, centro
verdadero de la unión cristiana,5 y norma suprema a la cual debe sujetarse todo juicio que se forme
de la conducta, las creencias y las opiniones humanas. 6
Creemos que hay un solo Dios viviente y verdadero, infinito, Espíritu inteligente, cuyo nombre
es Jehová, Hacedor y Gobernante Supremo del cielo y de la tierra, 1 indeciblemente glorioso en
153
santidad;2 merecedor de toda la honra, confianza y amor posible,3 que en la unidad de la divinidad
existen tres personas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, 4 iguales estos en perfección divina,5
desempeñan oficios distintos, pero que armonizan en la grande obra de la redención.
Creemos que el hombre fue creado en santidad, sujeto a la ley de su Hacedor; 1 pero que por la
trasgresión voluntaria, cayó de aquel estado santo y feliz; 2 por cuya causa todo el género humano es
ahora pecador,3 no por fuerza sino por su voluntad;4 hallándose por naturaleza enteramente
desprovisto de la santidad que requiere la ley de Dios, positivamente inclinado a lo malo, y por lo
mismo bajo justa condenación a ruina eterna,5 sin defensa ni disculpa que lo valga.6
5.
Efesios 2:1-3. “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos
de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás”. Rom. 1:18. “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Rom. 1:32;
2:1-6; Gal. 3:10; Mateo 20:15.
6.
Ezequiel 18:19,20. “Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre?… El alma
que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo;
la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él”. Rom. 1:20. “…de modo que
no tienen excusa”. Rom. 3:19. “…para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio
de Dios”. Gal. 3:22.
Creemos que la salvación de los pecadores es puramente por gracia;1 en virtud de la obra
intercesora de el Hijo de Dios; 2 quien cumpliendo la voluntad del Padre, se hizo hombre, exento
empero de pecado;3 honró la ley divina con su obediencia personal; 4 y con su muerte, dio plena
expiación por nuestros pecados;5 resucitando después de entre los muertos; 6 y desde entonces
entronizase en los cielos;6 que reúne en su persona admirabilísima las simpatías más tiernas con las
perfecciones divinas, teniendo así por todos motivos las cualidades que requiere un Salvador idóneo,
compasivo, y todo suficiente.7
V. LA JUSTIFICACIÓN
Creemos que la justificación es el gran bien divino que asegura Cristo 1 a los que en él tengan fe;2
que esta justificación incluye el perdón del pecado, 3 y el don de la vida eterna de acuerdo con los
155
Creemos que el evangelio a todos llena los beneficios de la salvación;1 que es deber de todos
aceptarlos inmediatamente con fe cordial, arrepentida y obediente; 2 y que el único obstáculo para la
salvación del peor pecador de la tierra es al depravación innata y voluntaria de este, y su rechazo
voluntario del evangelio;3 repulsa que agrava su condenación.4
Creemos que para ser salvo el pecador debe arrepentirse y creer en Cristo para nacer de nuevo;1
que la regeneración consiste en dar a la mente una disposición de santidad; 2 que se efectúa por el
poder del Espíritu Santo en conexión con la verdad divina en forma que excede a la comprensión
humana,3 a fin de asegurar nuestra obediencia voluntaria al evangelio; 4 y que la evidencia adecuada
se manifiesta en los frutos santos de arrepentimiento, fe, y novedad de vida, 5
VIII. EL ARREPENTIMIENTO Y LA FE
Creemos que el arrepentimiento y la fe son deberes y dones inseparables labradas en el alma del
pecador por el Espíritu regenerador de Dios; 1 por cuanto convencidos profundamente de nuestra
culpa, de nuestro peligro e impotencia, y a la vez del camino de salvación en Cristo, 2 nos volvemos
hacia Dios sinceramente contritos, confesándonos con él e impetrando misericordia; 3 sinceramente
recibiendo a la vez, al Señor Jesucristo como profeta, sacerdote y rey nuestro en quien
exclusivamente confiamos como Salvador único y omnipotente. 4
Creemos que la elección es el propósito eterno de Dios según el cual gratuitamente regenera,
santifica y salva a los pecadores; 1 que siendo consecuente este propósito con el albedrío humano
abarca todos los medios en relación con el fin;2 que sirve de manifestación gloriosísima de la
soberana bondad de Dios, siendo infinitamente sabio, santo e inmutable; 3 que absolutamente
excluye la jactancia, y promueve humildad, amor, oración, alabanza, confianza en Dios y una
imitación activa de su misericordia gratuita; 4 que estimula al uso de los medios en el nivel más
elevado;5 que puede conocerse viendo los efectos en todos los que efectivamente ponen su fe en el
evangelio y reciben a Cristo;6 que es el fundamento de la seguridad cristiana;7 y que cerciorarnos de
esto en cuanto personalmente nos concierne, exige y merece suma diligencia de nuestra parte. 8
amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Fil. 3:12; Heb.
6:11.
X. NUESTRA SANTIFICACIÓN
Creemos que la santificación es un proceso mediante el cual de acuerdo con la voluntad de Dios
se nos hace participes de su santidad; 1 que es obra progresiva;2 que principia con la regeneración;3
que la desarrolla en el corazón del creyente por la presencia y poder del Espíritu Santo, Sellador y
Consolador en el uso continuo de los medio señalados, sobre todo la Palabra de Dios, y también el
examen personal, la abnegación, la vigilancia y la oración.4
Creemos que los que creen verdaderamente, son los que permanecen hasta el fin; 1 que su lealtad
perseverante a Cristo es la gran señal que los distingue, de los que hacen profesión superficial; 2 que
una providencia especial vigila por su bien; 3 y que son preservados por el poder de Dios para la
resurrección mediante la fe.4
Creemos que la ley de Dios es la norma eterna e invariable de su gobierno;1 que es santa, justa, y
buena;2 que la única causa de incapacidad que las Escrituras atribyyen al hombre caído para no
cumplirlas surge de su amor al pecado; 3 que libertarle de él y restituirle mediante un mediador a una
obediencia no fingida de la santa ley, es uno de los grandes fines del evangelio y también del medio
de la gracia en conexión con el establecimiento de la iglesia visible. 4
Creemos que una iglesia visible de Cristo es una congregación de creyentes bautizados; 1
asociados mediante pacto en la fe y el compañerismo del evangelio; 2 la cual practica las ordenanzas
de Cristo;3 es gobernada por Sus leyes;4 y ejerce los dones, derechos y privilegios que a ella otorga
la palabra de él mismo;5 y cuyos oficiales bíblicos son el pastor, u obispo y los diáconos; 6 estando
definidos los requisitos, calificaciones, cualidades y obligaciones de estos oficiales en las epístolas
de Pablo a Timoteo y a Tito.
5.
Efesios 4:7. “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de
Cristo”. I Cor. 14:12. “procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”. Fil. 1:27. “… oiga
de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio”.
I Cor. 12:14.
6.
Fil. 1:1. “… con los obispos y diáconos”. Hechos 14:23; 15:22; I Tim. 2; Tito 1.
Creemos que el bautismo bíblico es la inmersión en agua, del que tenga fe en Cristo; 1 en el
nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; 2 a fin de proclamar, mediante bello emblema
solemne, esta fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y también el efecto de la misma
fe, a saber, nuestra muerte al pecado y resurrección a una vida nueva; 3 y que el bautismo es requisito
previo a los privilegios de la relación con la iglesia y la participación en la Cena del Señor; 4 en la
cual los miembros de la iglesia por el uso correcto del pan sin levadura y el jugo de la vid,
conmemoran juntos el amor por el que murió, Jesucristo; 5 precedido siempre de un examen personal
serio del participante.6
Nosotros no reconocemos como bautismo bíblico las inmersiones practicadas por otras
denominaciones, por falta de autoridad eclesiástica en su administración.
Creemos que tanto el bautismo como la Cena del Señor deben ser administradas solamente por
ministros ordenados debidamente.
NOTA: Estos dos párrafos han sido incluidos de los Artículos de fe del Seminario Bautista
Latino Americano de México.
161
Creemos que el primer día de la semana es el Día del Señor, o sea el Domingo; 1 que debe ser
consagrado y servicial al Señor;2 absteniéndose el cristiano de todo trabajo secular y recreación
pecaminosa,3 valiéndose con devoción de todos los medios de gracia privados,4 y públicos;5 y
preparándose para el descanso que le queda al pueblo de Dios. 6
Creemos que el gobierno civil existe por disposición divina para los intereses y buen orden de la
sociedad humana;1 y que debemos orar por los magistrados honrándolos en conciencia, y
obedeciéndoles;2 salvo en cosas que sean opuestas a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, 3 único
dueño de la conciencia, y príncipe de los reyes de la tierra.4
Creemos que hay una diferencia radical y de esencia entre le justo y el perdido; 1 y que sólo por
medio de la fe son justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y santificados por el
Espíritu de nuestro Dios y los justos son de Su estimación; 2 todo aquel que sigue impío e incrédulo
es malo y continúa dentro de la maldición; 3 que tal distinción es tan real entre la vida actual del
hombre como después de la muerte.4
Creemos que se acerca el fin del mundo; 1 que en el día postrero Cristo descenderá del cielo, 2 y
levantará los muertos del sepulcro para que reciban su retribución final; 3 que entonces se verificará
una separación solemne;4 que los impíos serán sentenciados al castigo eterno, y los justos al gozo sin
fin;5 y que este juicio determinará para siempre, sobre los principios de justicia, el estado final de los
hombres en el cielo, o en el infierno.6
la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. I Cor. 6:9,10; Marcos 9:43-48; II Pedro
2:9; Judas 7; Fil. 3:19; Rom. 6:22; II Cor. 5:10,11; Juan 4:36; II Cor. 4:18.
6.
Rom. 3:5,6. “¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre). En ninguna manera; de
otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo?” II Tes. 1:6-12. “Porque es justo delante de Dios pagar
con tribulación a los que os atribulan y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros,
… cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que
creyeron…”. Heb. 6:1,2; I Cor. 4:5; Hechos 17:31; Rom. 2:2-16; Apo. 20:11,12; I Juan 2:28; 4:17.
PUESTO QUE TODAS ESTAS COSAS HAN DE SER DESHECHAS, ¿CÓMO NO DEBÉIS
VOSOTROS ANDAR EN SANTA Y PIADOSA MANERA DE VIVIR, ESPERANDO Y
APRESURÁNDOOS PARA LA VENIDA DEL DÍA DE DIOS?”. II Pedro 3:11,12.
CONFESION DE FE
1. DIOS
Creemos que hay un solo Dios Vivo y Verdadero; Absoluto en naturaleza, perfecto en atributos,
santo en carácter, hacedor y supremo gobernante del cielo y de la tierra. Que es infinito en sabiduría,
maravilloso en poder y sorprendente en amor; que es santo, justo y verdadero, digno de toda
confianza y amor; que une en sí lo infinito, lo eterno, y el Todopoderoso Dios trino: Dios Padre,
Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. Que las tres personas de la trinidad de Dios subsisten en la misma
naturaleza divina, esencia y ser; y que son coexistentes e iguales juntamente en todo atributo divino,
cada uno desempeñando oficios distintos y armónicos en al gran obra de redención.
Gen. 1:1; Deum. 4:39; Marcos 12:29; Gen. 17:1; Mat. 5:48; Isa. 6:3; I Cro. 29:11-12; Salmos
19:9; Mateo 28:19; I Pedro 1:2-3; I Juan 5:7; Exodo 3:14, Gen. 1:26 y Tito 3:3-7.
2. LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Mat. 28:19; Gén. 17:1; Mat. 19:26; Sal. 19:9; Isa. 6:3 ; Sal. 100:5 ; Prov. 15:3; Sal. 139:1-6; Sal.
139:13-14; Sal. 103:13; Mat. 6:25-30; Mat. 10:29-31 y Mat. 7:11.
Mat. 28:19; Juan 1:1-3,14; Isa. 9:6; Mat. 28:18; Tito 3:5-6: Juan 8:15,16; II Cor. 5:21; Heb.
13:8; fil. 2:6; Juan 2:24; Mat. 28:20; Lucas 1:35 y 2:7-14; I Tim. 2:5-6; Lucas 19:10 y Juan 3:16.
165
3. DIOS EL ESPÍRITU SANTO. Creemos que Dios el Espíritu Santo es la tercera persona de
la Santísima Trinidad, que es Todopoderoso, misericordioso y justo; que es santo, recto y verdadero.
Que existe eternamente, glorioso en naturaleza, poseedor de atributos de omnipotencia,
omnisciencia y omnipresencia. Que El reprime al mundo, la carne y al diablo; que testifica la
verdad, da convicción al perdido, enaltece a Cristo, y da testimonio de los juicios correctos de Dios.
Que El en armonía con su oficio divino, conforta, enseña, atestigua, predica, guía, regenera,
comisiona, santifica, y unge fortaleciendo la obra de salvar al perdido y supervisar la vida del que ya
es salvo.
Juan 14:16-17,26; Juan 15:26; Juan 16:7-13; Heb. 9:14; I Pedro 4:14; Isa. 40:12-15; I Cor. 2:10-
12; Salmo 139:7-12; II Tes. 2:6-7; Juan 3:6,6; Efe. 1:13-14; Hech. 1:8; I Ped. 1:2; Isa. 61:1.
3. EL DEMONIO
Creemos que Satanás es una persona real y no sólo influencia imaginaria. Que hubo tiempo en
que gozó de grandes honores y altos privilegios celestiales; que su orgullo, ambición y voluntad
propia trató de traicionar al Todopoderoso y por eso echó sobre su cabeza los juicios de Dios. Que él
trabaja como señor de este mundo y como príncipe del poder de los aires; que es un inventor
diabólico, engañador y padre de toda mentira. Que es el enemigo mayor, el genio más poderoso y
acusador incansable de todos los santos; que un día será encarnado en la persona del anticristo y que
como tal se enfrentará a Cristo en la batalla de Armagedón. Que entonces, la “simiente de la mujer,
destruirá la cabeza de la serpiente” y que él será arrojado al lago de fuego ardiente; el lugar de
castigo eterno preparado para el demonio y sus ángeles.
Job 1:6-12; Job 2:1-7; Eze. 28:12-19; Isa. 14:12-27; Gen. 3:14; II Cor. 4:4; Efe. 2:2; Mat. 24:11;
II Tes. 2:7-11; Juan 8:44; I Ped. 5:8; Gen. 3:1-6; Apo. 12:10; Dan. 7:8; Apo. 13:1-10; Apo. 19:20;
Gen. 3:15; II Cor. 11:13-15; Juan 14:30 y Efe. 2:2.
4. LA SANTA BIBLIA
Creemos que la Santa Biblia es un libro sobrenatural; que es la Palabra de Dios; que es la
revelación completa, final y plena de la voluntad de Dios para el hombre. Que tiene por autor a
Dios, el Espíritu Santo; su fin es la salvación, y la verdad original su base, sin mezclar error alguno
en su forma. Que fue escrita por hombres santos de la antigüedad bajo la dirección y dictado
inmediato del Espíritu Santo. Que está inspirada verbalmente y es un tesoro perfecto para la
instrucción religiosa; que revela los principios por medio de los cuales Dios habrá de juzgarnos y
por consiguiente es el verdadero centro de la unidad cristiana, así como la norma suprema por la
cual son probados la conducta humana, los credos y las opiniones.
Sal. 119:89; II Tim. 3:16-17; Apo. 22:18-19; Juan 17:17; Juan 3:32-34; II Pedro 1:20-21; I Pedro
1:10-12; Sof. 1:1; Sal. 19:7-11; Exodo 20:3-17; Sal. 1:2 y Juan 12:48.
5. LA CREACIÓN
166
Creemos que el relato de la creación del Génesis, es literal, y no alegórico o figurativo. Que Dios
personalmente creó los cielos y la tierra; que milagrosamente sacó la materia de la nada; que hizo
toda forma específica de alma viviente, sujeta a los cambios limitados dentro de su especie; que
ordenó en forma definida a cada especie crecer, y multiplicarse. Que después de lo demás formó al
hombre del polvo de la tierra no por algún proceso evolutivo, sino por acción instantánea y que
habiendo soplado en su nariz aliento de vida de inmediato el hombre se transformó en ánima
viviente. Que creó al hombre a su imagen y semejanza; que su acto creador fue completo y perfecto;
y que ninguno de sus actos creadores, quedó sujeto a cambios naturales que habrían de efectuarse en
períodos interminables o de tiempo.
Gen. 1:1; Juan 1:1-3,14; Heb. 11:3; Gen. 1:21,24-27; Gen. 2:7 y Col. 1:16.
Creemos que el hombre fue creado originalmente en estado de santidad, realmente asociado con
Dios en inocencia bajo su ley. Que por trasgresión voluntaria del mandato de Dios, cayó del estado
alto y feliz del que fue creado, y en consecuencia se convirtió en pecador, alejado de Dios, e hizo
caer la justa condenación sobre toda la humanidad. Y que ahora, por virtud de su naturaleza caída
está desprovisto de la santidad, y está inclinado positivamente hacia el mal, y condenado a la ruina
eterna, sin defensa o excusa.
Gen. 1:26-27 y Ecl. 7:29; Gen. 3:6; Gen. 3:23,24; Ezeq. 18:4; Rom. 5:12; Rom. 1:21-23; Rom.
3:10-18 y Apo. 21:8.
Creemos que el pecador perdido es culpable, por tanto está bajo justa condenación; que por
naturaleza está alejado de Dios y por su pecado, condenado a morir; que la expiación del pecado se
efectúa por la obra mediadora del Hijo quien por designación divina libremente tomó sobre sí,
nuestra naturaleza pero sin pecado; que por obediencia, durante su vida terrenal cumplió la ley
divina y por su muerte en la cruz, realmente satisfizo el castigo de la ley quebrantada sufriendo en
lugar del pecador; que por medio de su obediencia y muerte sacrificial, Él efectuó expiación vicaria
completa por todo pecado; que él murió, el justo por los injustos llevando sobre su cuerpo nuestros
pecados en la cruz; y que por el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario hizo provisión
eterna para la limpieza, el perdón, la pez y el descanso.
Rom. 6:7; Isa. 53:6 y Rom. 8:23; I Tim. 2:5,6; Heb. 2:17; II Cor. 5:21; Mat. 5:17-18; I Ped. 2:24;
Heb. 10:10-12; I Ped. 3:18; Apo. 1:5; Isa. 55:7; Juan 14:27; Mat. 11:28; I Juan 1:7; Efe. 1:7 y Heb.
9:22.
8. ARREPENTIMIENTO Y FE
Creemos que el arrepentimiento y la fe son requisitos inseparables para la salvación; son gracias
inseparables que se efectúan en el corazón por la virtud del Espíritu Santo; que el pecador alejado,
167
convencido profundamente de su pecado, de justicia y del juicio que vendrá; por ministerio personal
del Espíritu Santo, y habiendo sido iluminado en su entendimiento por Él, a fin de que pueda ver el
camino de salvación que hay en Cristo; se arrepiente, se torna a Dios con genuina contrición,
confesión y súplica; y que rindiéndose de todo corazón al Señor Jesucristo, lo recibe de inmediato
como su Salvador personal único y suficiente; y lo confiesa abiertamente ante sus semejantes.
Hech. 20:21-22 y Mar. 1:15; Hech. 11:18; Efe. 2:8; Juan 6:44; Juan 16:8-11; Mat. 3:1-2,8; Hech.
3:19; Luc. 13:3; Luc. 18:9-14; Hech. 9:6 y Rom. 10:10.
Creemos que la gracia es efectiva y salva; que abarca el ministerio personal trino redentor del
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; que abarca toda la obra realizada por el Todopoderoso
en interés de la justicia perfecta, y salvación del alma perdida; que incluye toda presciencia, toda
preordenación y predestinación; que ésta y solo ésta salva eternamente a aquel que se arrepiente ante
Dios y cree en el Señor Jesucristo; que por tanto la salvación se obtiene plenamente por la gracia.
“El don gratuito de Dios”, que no necesita cultura, obras, de alguna forma para su obtención ni para
retenerla.
II Tim. 1:8,9 y Efesios 2:8,9; Tit. 3:3-7 y I Pedro 1:2-5; Mat. 23:37; Rom. 8:28-30; Heb. 7:25 y
Hechos 20:20,21; Rom. 6:23; Rom. 11:6; Rom. 5:20; Isa. 1:18; e Isa. 55:1
10. REGENERACIÓN
Creemos que el pecador perdido para ser salvo necesita nacer de nuevo; que la regeneración es
un acto recreador, que sobrepasa la comprensión; que es llevado al corazón del creyente por
ministerio personal del Espíritu Santo; que es instantáneo, milagroso, y no es evolutivo o cultural;
abarca los actos divinos de la limpieza del corazón de todos los pecados internos y el perdón del
alma de toda culpa externa en conexión con la obra de convertirse en criatura nueva en Cristo Jesús;
que al pecador muerto se le hace vivir por medio del nuevo nacimiento y se convierte en espíritu
regenerado poseedor del don de Dios que es vida eterna; que el nuevo nacimiento viene después que
el Espíritu Santo, produce arrepentimiento voluntario y creencia en el evangelio; que es
impartimiento de la vida divina; no una mera transformación de la vida humana; y que la evidencia
adecuada de la regeneración aparece en los frutos santos de la fe obediente y dispuesta de los
seguidores del Señor Jesús.
Juan 3:3-5,7; II Cor. 5:17; Juan 3:8 y Juan 3:16; Juan 1:12-13; Isa. 1:18 y Tito 3:5-7; Efesios
2:1,5 y Rom. 6:23; Juan 16:8-11; Mateo 7:16-18 y Santiago 2:17-20.
11. JUSTIFICACIÓN
Creemos que la justificación es una de las grandes bendiciones obtenidas por medio de
Jesucristo para quienes confían en él; que es un acto divino que declara justo al pecador arrepentido;
que por tanto es un estado libre de condenación, que incluye el perdón de los pecados internos y de
168
los externos; que por medio de la fe obtiene la liberación legal que exime de la ira de Dios, y la
posesión de paz que sobrepuja todo entendimiento; que es concedida, no en atención a obras de
rectitud o hechos, sino sólo ante la evidencia de fe en Dios y en la sangre redentora; que nos brinda
una situación de paz inefable y favor con Dios, y nos da toda bendición necesaria para hoy y para la
eternidad.
Rom. 3:24,25; Rom. 3:28; Rom. 8:1; Juan 5:24 y Rom 4:3-8; Rom. 6:6; Rom. 5:9; Rom. 5:1 y
Fil 4:7; Rom. 8:31-33; Gen. 15:6; y Heb. 2:4.
Creemos que la salvación que proviene. De la gracia es eterna; que el alma salvada del valle de
sombra de muerte no debe tener ningún mal; que el engendrado y nacido del Espíritu Santo es
protegido por el poder de Dios; que el creyente en Cristo Jesús no será llevado al juicio del trono
blanco; que nadie puede acusar a los escogidos de Dios; que ambos están asegurados en la mano de
Dios y la del Hijo y que la antigua doctrina bautista de “Una vez en la gracia, siempre en la gracia”
es gloriosa y celestialmente verdadera.
Juan 3:16; Juan 3:36; Juan 5:24; Juan 6; Salmo 23:4; Isa. 37:23,24; Fil. 1:6 y I Pedro 3:5; Juan
5:24 y Rom. 8:1; Juan 10:27-29; Rom. 8:31-33; Rom. 8:35-39 y II Tim. 1:12.
13. SANTIFICACIÓN
Creemos que la santificación es obra de la gracia divina; es un acto de gracia por medio del cual
se aparta al creyente para Dios y es dedicado a su propósito y a su rectitud; que por medio de ella
entramos en posesión de los privilegios divinamente señalados, y somos participantes en mayor
grado de su santidad; que es una obra progresiva que principia con la regeneración y es llevada a
cabo en la vida de todo creyente por la presencia y el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios;
y que es alimentado sólo por señalados medios celestiales, especialmente por el Espíritu Santo, la
Palabra de Dios, y el examen personal del individuo salvo, la obediencia, la negación individual, el
cuidado esmerado y la oración.
I Tes. 4:3 y I Tes. 5:23; Rom. 15 :16 y Jer. 1 :5 ; Prov. 4 :18 ; Juan 17 :17 y II Cor. 3:18; I Juan
2:29 y Rom. 8:5; I Tim. 4:5; Lucas 9:23; Mat. 24:42 y Mat. 7:7-11.
Creemos que Jesucristo vienen otra vez a la tierra; que su regreso será personal, audible, visible
y corporal; que ello marcará el adviento del “día del Señor” e introducirá el milenio; y que en aquel
día, El trastornará las mesas de Satanás, tomará el trono de David su padre, pondrá a sus enemigos
bajo sus pies con vara de hierro, triunfará sobre el pecado, y dará al mundo ejemplo de su gobierno
recto durante mil años de reinado personal en la tierra.
169
Job 18:25,26; Isa. 9:6-7; Zac. 14:4; Mal. 4:2; Luc. 1:31-33; Mat. 25:31-34; Apo. 19:11-21;
Hechos 1:11; I Tes. 4:16-17; Apo. 1:7; II Ped. 3:10; Apo. 20:4-6; 19:20; 20;1-3; 20:10; Isa. 9:7; I
Cor. 15:25-27; Salmo 2:9; Apo. 12:5; 19:15; I Juan 3:8 y Salmo 72:1-20.
15. RESURECCIÓN
Creemos que Jesucristo resucitó corporalmente de la tumba el primer día de la semana por el
cual celebramos en la actualidad, el Día del Señor como día de adoración. Que su emergencia
milagrosa de la tumba anuncia una resurrección igual para todo miembro de la raza de Adán. Que
los muertos en Cristo se levantarán con cuerpos glorificados como el de Él; que serán arrobados
para recibir al Señor en el aire; que los muertos en pecado o os muertos sin Cristo se levantarán al
terminar el milenio; y serán presentados ante el gran Trono Blanco del Juicio cara a cara con el Juez
de los vivos y de los muertos.
Mateo 28:6 y Lucas 24:1-12; I Cor. 15:12-22; I Tes. 4:13-18; Apo. 20:5,6; 11:15; Dan. 12:3; I
Sam. 2:6; Isa. 26:19; Oseas 13:14 e Isa. 25:6-8.
Creemos que las recompensas y la salvación no son la misma cosa. Creemos que el Señor
premiará a los suyos; que descenderá del cielo con poder; que primero se levantarán los muertos en
Cristo; que se hará una separación solemne; que los lavados con la sangre y (los) engendrados por el
Espíritu serán reunidos para recibir al Señor en el aire y que habrá recompensas de acuerdo con lo
hecho en el cuerpo. El lugar llamado nuevo cielo y nueva tierra son ordenados como lugares
perennes para ser habitados por los hijos de Dios. Creemos que los malos son hijos del diablo; que
se han rebelado contra Dios; que han rechazado el don gratuito de la salvación por medio de Cristo;
que ignoran los llamados del Espíritu Santo y en consecuencia se hallan ceñidos por el infierno, bajo
sentencia de muerte. Que pasarán la eternidad en el lago de fuego encendido con azufre, donde el
dragón, la bestia, y el falso profeta estarán para siempre.
I Cor. 3:11-15; I Tes. 4:16-18; Mat. 24:40,41; Mat. 13:47-50; I Cor. 3:8 y Apo. 21:1-8; Juan
8:44; Rom. 8:7; Juan 3:18; Apo. 20:10-15 y Rom. 6:23.
Creemos que hay una diferencia radical entre los justos y los impíos. Creemos que los justos son
los que creen en Cristo Jesús, han sido justificados por la fe y santificados por el Espíritu y la
Palabra. Que los justos son herederos de Dios y coherederos con el Señor Jesucristo; y que la vida
eterna, el don de Dios, es la posesión inigualable con los justos. Creemos que los impíos no creen en
Jesucristo, están condenados por su incredulidad y están corrompidos por el dios de este mundo; que
los injustos menosprecian los privilegios de la gracia de Dios escogiendo la vida de rebelión y de
pecado; y que el hundimiento eterno es la porción inescapable de los impíos.
170
Mal. 3:16-18 y Juan 3:6; Rom. 3:22-24; Rom. 4:3; Rom. 1:17; Rom. 8:1-17; Hechos 20:32; Juan
15:3; Rom. 8:17; Rom. 6:23; II Cor. 4:4; Apo. 21:8; Mat. 23:37; Prov. 29:1 y Mat. 25:41.
Creemos que una iglesia en armonía con el N.T. de acuerdo con el propósito y el plan divino, es
un cuerpo local, organizado y visible; que está integrada por los creyentes bautizados y asociados
mediante pacto en la fe y el compañerismo del Evangelio; y su validez del N.T. fluye de la
obediencia estricta a los principios esenciales de la ley del N.T. Que es un cuerpo soberano,
independiente, demócrata y autónomo. Que su ministerio es bendecido gloriosamente con la
presencia y dirección del Espíritu Santo y por la luz y la revelación de la Palabra escrita; que el
trabajo debe ser siempre de dentro hacia fuera, y no de fuera hacia adentro; que es un cuerpo de
gobierno propio; es su único juez, bajo las limitaciones que le da la Escritura, en cuanto a la medida
y el método de la cooperación. Que es el único tribunal eclesiástico que tiene el Señor en la tierra;
que su juicio es la última palabra en cuanto a la membresía, las misiones, las ofrendas, alineamiento
de cooperación, y sostén económico; que fue fundada personalmente por Jesucristo durante su
ministerio en la tierra; que está sujeta a sus leyes y es custodio de sus ordenanzas. Que la
perpetuidad de nuestra fe, de nuestras doctrinas, prácticas, ordenanzas y ordenaciones se ha llevado
a efecto por medio del Espíritu Santo quien planta y preserva las iglesias bautistas de la misma fe y
orden a través de las edades hasta el presente.
Mateo 28:19,20; I Cor. 1:1-3; Hechos 2:41,42; II Cor. 8:5; Mat. 16:19; Mat. 18:15-17; Juan
14:16-17,26; Hechos 1:8 y 13:1-4; Mateo 18:17,18; Mat. 16:18,19; Mat. 26:26-29; Mat. 28:19,20; I
Tim. 3:15; Marcos 3:13,14; y Lucas 6:12,13.
19. ORDENANZAS
Creemos que el bautismo y la Cena del Señor son ordenanzas establecidas personalmente en la
iglesia de Dios por el Señor Jesucristo. Creemos que el bautismo es la sepultura en agua del creyente
por la autoridad e instrucción de la iglesia bautista local; que simboliza la muerte, sepultura y
resurrección del Señor Jesucristo; también tipifica la muerte del creyente en cuanto al pecado, la
sepultura de su naturaleza vieja y su resurrección a la vida nueva; también que es administrado en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nosotros creemos que la Cena del Señor es un rito
conmemorativo administrado por autoridad e instrucción de la iglesia bautista local; que simboliza
el cuerpo traspasado y la sangre derramada del Hijo de Dios; que celebrarla apunta hacia el Señor
crucificado en el calvario, y hacia delante a Su retorno en gloria. Creemos que estas ordenanzas no
son sacramentos, sino símbolos sagrados que señalan al único Salvador del mundo e invitan a los
hijos de los hombres a anticipar el compañerismo eterno con el Rey de reyes y Señor de señores
cuando retorne a tomar para Sí mismo todo reino y todo gobierno.
Mateo. 26:26.29; Mateo 28:19; Rom. 6:3-5; Mateo 16:19; Hechos 10:47; I Cor. 11:23,24; I Cor.
11:24,25; y I Cor. 11:26.
Creemos que las iglesias de Dios deben estar completamente separadas del estado; que se debe
orar por los oficiales civiles, se les debe respetar y obedecer conscientemente. Que con diligencia,
debe procurarse hacer la voluntad de Dios en todos los asuntos de la iglesia; que el trabajo misionero
de la iglesia debe extenderse de dentro hacia fuera. Que los pastores y diáconos como únicos
oficiales de la iglesia nombrados por acción divina deben ser ordenados debidamente haciéndoles
comprender los deberes sagrados que de allí se derivan. Que tanto los santos como los pecadores
deben guardar el Día del Señor, el primero de la semana; que las enseñanzas de la Biblia han de
presentarse en forma constante y completa a los cuerpos leales de la iglesia; que con oración y
deliberación debe integrarse a todos los miembros en la comunión del cuerpo local; que la iglesia
debe corregir, y disciplinar en oración y de acuerdo con las Escrituras a los miembros que no
ameriten; y que cuando lo soliciten, debe extenderles cartas de traslado para iglesias hermanas de la
misma fe y práctica.
Hechos 1:8 y Hechos 13:1-35; Rom. 13:1-7; Hechos 14:23 y Hechos 6:1-6; Hechos 2:42; Apo.
1:10; Mat. 16:19 y Hechos 10:47; Mateo 18:15-17; Hechos 15:19-27 y Hechos 18:27 y Rom. 16:1,2
y Mateo 28:19,20.
Creemos que es privilegio y derecho de las iglesias locales cooperar unas con otras para llevar a
efecto el mandato del Señor; que esa cooperación se hace efectiva sólo cuando se conservan los
principios de Cristo en el trabajo realizado; y que todos los esfuerzos juntos de las iglesias locales
deben llevarse a cabo de modo que preserve la integridad soberana de cada cuerpo local en todos los
asuntos de fe y prácticas.
“Si la verdad de la religión hubiera de juzgarse por la disposición y osadía que cualquier
miembro de una secta muestra en el sufrimiento, no hay opinión o persuasión más verdadera y
segura que la de los anabaptistas puesto que en los últimos doce siglos nadie ha sido mas castigado,
ni nadie se ha sostenido con mayor gozo, hasta el caso de ofrecerse a los castigos más crueles, que
esa gente” (Cartas de Hosio, Apud, opera, 112-113 Magazine Bautista CVIII, 278. Mayo de 1826).
El cardenal católico – romano Hosio fue presidente del Concilio de Trento. Escribió en 1554
D.C. Esto establece la existencia de los bautistas, por lo menos desde 354 D.C.
“La institución del anabaptismo no es una novedad, pues ha causado gran confusión en la iglesia
por trescientos años, y ha adquirido tal fuerza que cualquier esfuerzo para oponerse a ellos en esta
época resulta inútil al menos por algún tiempo”.
“Anterior al levantamiento de Lutero y de Calvino, había latentes en casi todos los países de
Europa persona aferradas tenazmente a los principios de los bautistas holandeses modernos”.
Moheím; historiador luterano de gran reputación.
“Mas adelante mostraremos que el movimiento de los anabaptistas se llevó a efecto antes de la
Reforma de la Iglesia de Inglaterra, y hay razones suficientes para creer que en el continente
europeo había pequeñas sociedades cristianas ocultas que sostienen muchas de las opiniones de los
anabaptistas, los cuales han existido en el tiempo de los apóstoles. Parece posible en cuanto se trata
de la transmisión directa de la verdad divina y de la verdadera naturaleza espiritual de la religión que
estas iglesias tienen linaje sucesión más antigua que la Iglesia Católica Romana” (Barclay, “La vida
interna de las sociedades de la nación”, 11, 12, Londres 1876).
“De los bautistas, pueden decirse que no son reformadores. Esa gente constituye cuerpos de
creyentes cristianos conocidos con varios nombres en diferentes países, los cuales son
independientes y distintos de las iglesias griegas y romanas; y que han mantenido su continuidad a
través de los siglos desde los tiempos apostólicos. Durante ese largo periodo fueron perseguidos
duramente por herejía, lanzados de un país a otro, privados de sus derechos, de sus propiedades,
fueron encarcelados, torturados y muertos por militares; sin embargo no renegaron de la fe en el
Nuevo Testamento, su doctrina o sus practicas”.
“A través de los siglos”, Editado por William C. King; asociado con, y gozando del consejo de
personas como: el Cardenal Gibbons, católico-romano; el obispo John H. Vincent, metodista; El
173
“No debería yo admitir que había iglesias bautistas desde el año 100 D. de C. uanque sin duda
las había, puesto que todo cristiano era bautista”.
John Clark Ridpath, metodista, autor de al obra monumental “Historia Universal”, en una carta
escrita al Dr. W.A. Jarrell (Iglesia Bautista de la perpetuidad, Pág. 59).
“Los bautistas son el unico cuerpo de cristianos que se sabe que nunca han simpatizado con
Roma”. (Memorias de Whiston, escritas por el mismo, 201).
Sir Isaac Newton, sabio filosofo ingles, estudiante de las Escrituras y de historia.
“Se habra ocurrido ya a nuestros lectores, que los bautistas son la misma secta de cristianos
descrita anteriormente como los anabaptistas. Parece sin lugar a duda que esos fueron sus principios
cardinales desde el tiempo de Tertuliano hasta nuestros días. (Enciclopedia Edimburgo).
“Los bautistas no establecen su origen desde la Reforma de 1520 como lo hacen la mayoría de
las denominaciones protestantes. Debido a ese gran movimiento fueron sacados de cierta obscuridad
a una prominencia notoria; pero no se originaron con la Reforma. Ellos existieron mucho antes que
Lutero, aun antes que conociera la iglesia Católico- romana, los bautistas y las iglesias bautistas
habían florecido en Europa, Asia, y África”.
“Los grupos de bautistas en la actualidad trazan su origen como comunidades distintas de los de
la Reforma protestante. Se dice que las iglesias de la edad apostolica eran duplicadas exactas de lo
que son las iglesias bautistas de la actualidad en cuanto a doctrina, politica y ordenanzas”.
“Es extraño en realidad que a pesar del papel importante que desempeñaron los anabaptistas en
la Reforma, se hayan olvidado, pues según algunos historiadores de la iglesia ellos probablemente
tenian mayor numero de adeptos que la Iglesia Catolico-romana o que los reformadores luteranos”.
Edwin M. Lane; editor en jefe de la revista “Church Management”, en un artículo titulado “Los
anabaptistas, reformadores olvidados”.
“Hasta aquí, la historia ha sido escrita por nuestros enemigos, quienes de haber podido habrían
eliminado hasta el más pequeño hecho acerca de nosotros en un acervo. Sin embargo dejan ver aquí
y allá algún escurrimiento acerca de aquellos pobres llamados anabaptistas que fueron condenados.
Desde los días de Enrique II hasta los de Elizabeth sabemos que ciertos infelices herejes eran
odiados de todos a causa de la verdad que había en ellos. Se habla de unos pobres, hombres y
mujeres con vestiduras rabonas, condenados a morir en el frió de los campos tanto que otros eran
quemados en Newington por el crimen de ser anabaptistas. Mucho antes que los protestantes
aparecieron, tales horribles anabaptistas como les llamaban injustamente, estaban abogando por un
Señor, una fe, y un bautismo”. Tan pronto como la iglesia visible comenzó a apartarse del evangelio,
surgieron los que se apegan fuertemente al camino antiguo. Los sacerdotes y los monjes anhelaban
una paz dormida pero siempre hubo un bautista, un Lollard susurrando a los oídos de los hombres
con las Sagradas Escrituras en la mano llamando la atención a los errores de su tiempo. Eran una
tribu pobre y perseguida. La horca parecía demasiado buena para ellos veces historia escrita con
saña sólo decían que habían muerto, que hasta ese grado llegó el lobo a destruir los corderos. Pero
actualmente nos hallamos aquí multiplicados y en Newington de domingo a domingo se ven escenas
muy diferentes. Al pensar que la multitud de vosotros, y en nuestros esfuerzos sólo puedo exclamar
diciendo: !Que crecimiento que hay en Norteamérica no puedo menos que decir: ¡Cuantas cosas ha
hecho el Señor!, nuestra historia no admite el desanimo. (Enciclopedia expositora de Spurgeon: Vol.
I, pagina 41)
“Ya hemos visto que los bautistas anteriormente llamados anabaptistas y más tarde menonitas
son los que originalmente se llamaron valdenses y por mucho tiempo en la historia de la Iglesia han
tenido el honor de tal origen. Debido a ello, Los bautistas pueden ser considerados como la única
comunidad cristiana que ha sobrevivido desde el tiempo de los apóstoles y como sociedad cristiana
que ha preservado la pureza de las doctrinas del evangelio a través de los tiempos. (Historia de la
Reforma de la Iglesia Holandesa, por Breda, 1819).
El Dr. Dermont era capellán del rey de Holanda, y el Dr. Ypeij, profesor de teología en
Graningen, fueron nombrados en una comisión real para preparar la historia de la Iglesia
Reformada Holandesa. La historia preparada bajo sanción real y publicada oficialmente contiene
175
“En mi mente no hay duda que ha habido una sucesión histórica de bautistas desde los días de
Jesucristo hasta nuestros tiempos” (Una historia de los bautistas, pág. 5)
Entre los historiadores bautistas John T. Christian es reconocido como el más notable tanto que
ocupó mucho espacio en la edición reciente de “¿Quién es quién en Norteamérica?”.
“Pocas denominaciones tienen mejor reclamo a la antigüedad que tienen los bautistas galos.
Trazan su ascendencia directamente desde los apóstoles y para confirmarlo usan o presentan
argumentos que jamás han sido refutados. Cuando Agustín el monje y misionero romano visitó la
Galia a fines del siglo VI encontró una comunidad de más de 2.000 cristianos viviendo
apaciblemente en sus hogares entre las montañas. Eran independientes de la sede de Roma y
rechazaban su autoridad con todas sus fuerzas. Agustín trabajó celosamente por convertirlos, es
decir por someterlos al yugo del papa pero fracasó rotundamente en su empresa. Transigiendo las
cosas en general las redujo a tres proposiciones particulares: 1. Que deberían celebrar la Semana
Santa en forma debida como la iglesia católica lo ordena. 2. Que deberían proveer bautismo
cristiano a sus hijos. 3. Que deberían predicar la Palabra de Dios a los ingleses en la forma en que se
les dirigiera. Eso quiere decir que ni se apegaban a las instrucciones del papa en cuanto a la Semana
Santa, ni bautizaban a los niños. Sin embargo tales proposiciones fueron rechazadas y él abandonó
el campo en medio de muchas amenazas que les hizo la guerra y destrucción. No mucho después los
sajones invadieron la Galia y muchos de aquellos indefensos cristianos murieron cruelmente, todo
instigado y dirigido por aquel celote descorazonado de Agustín (Nuevo Directorio para las iglesias
bautistas, págs. 506,507).
“La perpetuidad de la iglesia está de acuerdo con la Escritura, y es razonable, se puede creer, es
histórica y concluyente” (Mi Iglesia, por J.B. Moody).
“Si los bautistas no tuvieran perpetuidad, habrían fracasado las profecías de Cristo y sus
promesas. No podría pensarse en ello. (J.W. Porter).
“Las iglesias bautistas son las únicas instituciones en la tierra que son divinas. Sin ella no podría
cumplirse lo que dice Mateo 16:18”. (Acerca de la Biblia, por H.B. Taylor).
176
“Los que no aceptan la sucesión bautista no tienen base lógica al organizar iglesias co material
provisto por otras iglesias y con personas bautizadas por ministros ordenados regularmente”. (T.T.
Eaton).
“Los Bautistas pueden trazar sus principios distintivos desde la edad apostólica… Cuando se
efectuó la unión de la iglesia y el estado se corrompió el cristianismo, mas en pequeños lugares
obscuros permanecieron iglesias y sectas que mantuvieron puras las doctrinas y las enseñanzas de
Jesucristo, y por tanto es cierto que tales iglesias y sectas sostenían los mismos principios que en la
actualidad distinguen a los bautistas”. (Historia de los bautistas, por R.B. Cook).
“Al unísono los bautistas han negado tener conexión alguna con la apostasía de Roma, y
reclaman su origen como iglesia directamente de Jesucristo y desde el tiempo de los apóstoles”.
(Sucesión bautista, p. 10, por D.B. Ray).
“La iglesia bautista es la iglesia primitiva… nunca ha dejado de serlo. (La denominación
bautista, pág. 21, por D.C. Haynes).
“Que los bautistas son los más antiguos es una convicción que madura y crece a medida que
adelanta la investigación seria”. (Los bautistas en la historia, pág. 49, Dr. Geo Lorimer).
“No existe personalidad alguna después de Jesucristo que pueda ser una explicación satisfactoria
acerca de su origen; Cristo es la explicación” (Iglesias del Nuevo Testamento, por el Dr. Geo. W.
McDaniel).
Iglesia:
Folletos de 20 páginas, con un aporte de 100 Bíblicos y 100 razones que prueban la Seguridad
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Cristianos de todo trabajo. No debe ser un predicador para entender este libro.
Este libro contesta completamente la pregunta, “¿Cuál es la iglesia verdadera – la que Jesús
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El autor ha tratado de presentar la verdad, en lo que se refiere a la cuestión de la iglesia, en este
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“LOS BAUTISTAS A TRAVÉS DE LOS SIGLOS”
Por C. L. Neal
Este libro de 294 páginas es un trabajo de ocho años dando la historia de los Bautistas en una
forma interesante. El autor ha investigado con gusto este asunto, en un gran número de historias, no
solamente eclesiásticas, sino también en historias de diferentes denominaciones, y especialmente de
la Iglesia Católica, porque mucho del material de esta historia ha sido recibido por los enemigos de
los bautistas.
En este libro el autor ha dado una historia probando que los Bautistas han existido desde que el
primer Bautista levantó su voz en el desierto de Judea. Esta perpetuidad se ve por tres líneas:
(1) Existe la sucesión de una secta, conocida bajo diferentes nombres, en diferentes países y en
diferentes edades, que propagó los mismos grandes principios que los Bautistas siempre han tenido
y que Cristo entregó a sus discípulos.
(2) Se encuentra que estos cuerpos tuvieron y propagaron las mismas doctrinas a través de los
siglos.
(3) Se encuentra la perpetuidad por las persecuciones que sufrieron los fieles testigos por
defender las poderosas y sanas doctrinas que enseñaron las iglesias durante los tiempos apostólicos.
En estas tres líneas de perpetuidad tenemos un cable con tres hilos fuertes que se extiende a través
de los siglos, desde que Cristo organizó su Iglesia hasta ahora, y continuará extendiéndose hasta que
Cristo venga otra vez.