Garbulsky, E. La Antropología Crítica Latinoamericana Entre Los Sesenta y Los Setenta
Garbulsky, E. La Antropología Crítica Latinoamericana Entre Los Sesenta y Los Setenta
Garbulsky, E. La Antropología Crítica Latinoamericana Entre Los Sesenta y Los Setenta
1. Mi motivacién
Creo que un punto de partida tiene que ver con la incorporacion en el andlisis de una
filosoffa del proceder (Bakhtin). Es decir, el conjunto de las motivaciones que hacen a la
accion en diversos campos.
Pertenezco a la primera generacién de graduados en Historia (Or. Antropologia) de la
Facultad de Filosofia y Letras de la UNL. Ingresé a la carrera de Historia en 1957 y egresé
en 1963. Es justamente en este perfodo en que se pone en funcionamiento el nuevo plan
de estudios, y la Universidad Nacional del Litoral es una de las tres universidades que
tienden por primera vez a la formacién profesional de antropdélogos. Este reconocimiento
de la Facultad y la UNL, se expres6 en el informe que sobre Argentina hiciera Alberto
Rex Gonzalez en la “Reunion para la integracion de la ensefianza con las investigaciones
antropolégicas”, que se centré en las condiciones de formacion, investigacion y trabajo
profesional de los antropdlogos en América Latina y el Caribe, efectuada entre el 25 de
julio y el 2 de agosto de 1967 en Bug Wartenstein (Austria) (C.f., Gonzalez, 1967: 27-
47). El clima intelectual de la Facultad, conté en ese perfodo con verdaderos maestros
innovadores en el plano de la ensefianza, la investigacién y sobre todo, en una actitud de
verdadero compromiso con la problematica nacional y latinoamericana y con el desarrollo
Después de todos estos afios, mueve promover en el debate, y con las nuevas
generaciones, algunos aspectos de la rica problematica que se denominara antropologia
critica latinoamericana.
a) Los cambios en las sociedades latinoamericanas a partir del proceso iniciado por la
Revolucién Cubana, hasta los golpes de Estado y la instauracién de dictaduras en el Cono
Sur en los afios 70 (Bolivia, 72; Uruguay y Chile, 73; Argentina, 76)
b) El desarrollo de la reflexidén filos6fica y politica, en sus diversas vertientes (el
pensamiento latinoamericano).
c) Los cambios en los marcos teéricos y actitudes en las ciencias sociales y la antropologia
en particular en ese periodo.
Pretendemos aquf sefialar sdlo algunos hitos, que permitan:
1) Ubicar en qué contextos se plasma esta tendencia tedérica en el desarrollo de la
antropologia en América Latina.
2) Indicar que los puntos de partida de la construccién de la misma, conllevan momentos
y problematicas diferentes.
Para este propdsito, es correcto el abordaje de una especie de historia social de nuestras
disciplinas. Coincidimos plenamente con los planteamientos de Bourdieu cuando sefiala
que: “La historia social de las ciencias sociales no es una especialidad entre otras. Es el
instrumento privilegiado de la reflexividad critica, condicién imperativa de la lucidez
colectiva y también individual...”. Y agrega que ésta no se justifica sino en cuanto “...
llega a actualizar los presupuestos que estan inscritos en el principio mismo de las
empresas cientificas del pasado y que perpetra, frecuentemente en estado implicito, la
herencia cientifica colectiva, problemas, conceptos, métodos o técnicas” (Bourdieu,
1 El Dr. Bernardo Berdichewsky, que desarroll6 gran parte de su labor en el campo de la arqueologia y en
las problematicas indigenas, debié exiliarse después del golpe de estado del 11 de setiembre de 1973,
desarrollando su labor académica en Canada, donde reside actualmente.
una ruptura entre los marcos académicos tradicionales y las propuestas nuevas que
emergen. La crisis del experimento desarrollista, la inestabilidad institucional, la
proscripcién del peronismo, las tensiones sociales, se unen a la biisqueda de lineas de
orientacién; las lecturas del estructuralismo inclufan también las posturas criticas frente
a la situacién histérica que planteara el mismo Levi-Strauss en 1962 en “La Antropologia
en peligro de muerte”; los estudios sociolégicos, la historia social y los trabajos de
pensadores criticos de la sociedad contemporanea como Marcuse, Sartre, Fanon,
Hobsbawn (1963) focaliz6 en los comienzos del movimiento algunos de estos aspectos,
tratando acerca de los estudios sobre las clases subalternas. Toma como antecedente la
inspiraci6n de Gramsci en el sentido de estudiar la historia de estos sectores, con mds
atencidn que en el pasado. Marca una nueva corriente en la investigacidn historiogrdafica
(se refiere a investigadores que estan en un campo entre la historia y la sociologia).
Se trata de dos problemas, 0 dos aspectos de uno solo:
- movimientos revolucionarios y obreros tipicos de Europa. Especialmente en Francia
(inspirada en los trabajos de Mathiez (1927) (El alto costo de la vida y las luchas sociales
bajo el terror), Labrousse (1933 y 1943), pero sobre todo en los trabajos de George
Lefebvre (1924) quien define como problema de investigacion la determinacion de “...las
necesidades, los intereses, los sentimientos y ...el contenido mental de las clases
populares...”. Se formaron discfpulos en la década de los cincuenta. Enfocado en el siglo
XVII, incluye estudios desde esta perspectiva (la historia social) en Rusia e Inglaterra.
- movimientos de liberacién nacional y social en los paises 0 zonas subdesarrolladas.
En las regiones coloniales y neocoloniales, se destaca el trabajo de antropdélogos
culturales e historiadores (éstos de formacién marxista como Chesneaux, en China,
4. América Latina
En América Latina, la constitucién de la corriente critica en ciencias sociales, y en la
indigenismo mexicano, como Gamio. Hay un hilo que también nos vincula con el
pensamiento critico de Mariategui y otros. La obra de Fanon es muy destacada sobre todo
en el area caribefia, donde pensadores como el cubano Roberto Fernandez Retamar
dedicara en 1965, un escrito comentario de sus textos fundamentales (Cf. Fernandez
Retamar, 1967: 110 - 120). En los primeros afios de la Revolucién Cubana, desde “Casa
de las Américas”, “Pensamiento Critico” y las Universidades, existe una gran apertura a
la produccién latinoamericana a la vez que el rescate de la labor etnografica de Fernando
Ortiz, a quien podriamos incluir en la generacién mayor.
Es que el escenario de los 60 y los comienzos de los 70 se enmarca en lo que varios
autores definen como la época de las grandes utopias (Zemelman, 1999), que se mostraba
fundamentalmente en el llamado Tercer Mundo, pero también en los movimientos del
mayo francés, la primavera de Praga y otros. De Argelia a Cuba, Vietnam, etc., el
imperialismo parecia en derrota irreversible, y el optimismo histérico se encontraba en la
produccion intelectual. En el mismo seno del imperio, la corriente critica era recibida con
simpatia, y la produccién tedrica latinoamericana era difundida y debatida en las
publicaciones de mayor prestigio en nuestra disciplina. Asi ocurrié con el texto de Darcy
Ribeiro “Los Procesos Civilizatorios”, prologados en la edicién norteamericana - que fue
anterior a la traduccién al espafiol en Venezuela - por Betty Meggers, de la Smithsonian
Institution, y debatido en el Current.
También se produce una fuerte tendencia a la ruptura de los compartimentos estancos
entre las disciplinas, y a la necesidad de la generacién de una ciencia del hombre. Esto se
daba también en la formulacién de los programas. Justamente encontramos una
vinculacién estrecha entre la ensefianza y la produccién teérica. Textos como el de Sergio
Bagti (1970) o de Luis Lumbreras (1974), fueron parte de los cursos de grado efectuados
5. El compromiso
El debate acerca de la responsabilidad del antropdlogo y su relacién con los procesos
sociales era constante. Indicaremos sélo lo que acontecié en nuestra experiencia chilena.
En el primer ntimero de la Revista del Centro de Antropologia de la Universidad de
Concepcion, “Rehue”, aparecen expresadas posturas diferentes.
Simone Dreyfuss Gamelon, investigadora francesa, quien fuera contratada por la
UNESCO para colaborar en la organizacién de dicha unidad académica, en un breve
texto, confina el rol practico del antropélogo al diagndéstico y el asesoramiento, dejando
la toma de decisiones en los poderes politicos; a lo mas, “puede proponer, con
conocimiento de causa, las soluciones, que serén o no adoptadas por los poderes
competentes. El antropdlogo, en tanto tal, no tiene la posibilidad de cambiar una situacion
social, su papel es de observarla y comprenderla... “ Y espera que su voz sea atendida
porque se basa en un “conocimiento intimo e imparcial de la realidad social”. (Dreyfuss-
Gamelon, 1968: 12) (La traduccién libre es mfa).
esp.pags.53-55).
Los avatares de la antropologia en el medio local se conectan muy especialmente con el
proceso que vive la Universidad y la sociedad chilena entre 1970 y 1973.
Afios después, justamente en los afios del gobierno de la Unidad Popular, escribi un
trabajo en la misma revista, destacando la importancia de contextualizar hist6ricamente
? Renunciante en las universidades argentinas a raiz del golpe del 66-, contribuy6 luego con su trabajo
docente y de investigaciédn a la formacién de generaciones de investigadores en otros paises
latinoamericanos. Su compromiso con las transformaciones en el mundo siguen hasta ahora. Siendo hombre
de izquierda, conserva en sus Ultimos textos el mismo espiritu critico sobre el pensamiento de izquierda
que en los afios setenta. “La verdad sea dicha: no siempre la izquierda se conmueve con el debate teérico y
no siempre la derecha deja de opinar sobre el inmenso curso histérico y el destino de las sociedades del ser
humano. Pero, aun admitiendo expresamente esas excepciones, es incuestionable la vocacién de la
izquierda por la teorfa y el menosprecio de la derecha por la reflexién teérica y la exploracién histérica”
(Bagt, 1999: 9).
el desarrollo de la teoria y la practica en una disciplina particular, y precisamente, que en
66
los momentos “... en que producen situaciones de ruptura es en los cuales adquieren
mayor relevancia las concepciones generales del mundo y de la sociedad sobre la
especificidad de las tendencias antropolégicas.” (Garbulsky, 1972:13). En este sentido, y
tal como aparece en el conjunto del texto, recogia las criticas que sobre las llamadas
antropologias oficiales hacia un conjunto de investigadores, tanto en Estados unidos,
como en América latina, especialmente Darcy Ribeiro, K.Gough, E. Menéndez, R. Bartra,
se reafirma que todo aporte a los procesos de cambio debe tener en cuenta, en el campo
de una disciplina, su cardcter cientifico y el servicio a los intereses de los sectores
populares. En la Ultima parte, se destaca una especie de planteamiento de estrategia, de
prioridades, de problematicas de la sociedad chilena, con algunas opiniones muy globales
6
sobre temas en Arqueologia, Lingiifstica y Antropologia Bioldgica. Y, finalizaba: “...los
antropélogos podran colaborar en la formacién de un cuerpo de conocimientos que no
s6lo diagnostique los fendmenos sino que pueda predecirlos, en la medida en que su
enfoque se comprometa con aquellos grupos sociales para los cuales no es necesaria la
mistificacién de la realidad para mejor explotar a otros” (idem). Varias afirmaciones de
este texto no las suscribiria ahora, como las criticas a las posturas te6ricas de Darcy
Ribeiro, Eduardo Menéndez, o a la declaracién de Barbados. Es este un caso de las
limitaciones y las divisiones que frente a los problemas tedricos tenfamos una parte de
los antropdlogos y cientistas sociales “criticos”. Quiza, en mi caso, predominaba una
fuerte influencia de la formacion politica en un marxismo “ortodoxo” donde subyacian
fuertes elementos evolucionistas. A pesar de que, desde muy joven, habia estudiado
algunos textos de Gramsci, muy especialmente, “Los intelectuales y la organizacion de la
cultura”, que inspira fuertemente el articulo mencionado, habia un _ obstaculo
epistemolégico en cuanto a no receptar, y analizar en profundidad, los cuestionamientos
de Ribeiro, las observaciones de Menéndez, o la critica al reduccionismo clasista que
Pero esto no implica compartir algunas criticas que en los tltimos afios se han hecho al
revulsivo pensamiento generado en los afios 60, tanto por adversarios de la época como
por aquellos que se han domesticado con las consignas del modelo neoconservador
dominante.
En el primer caso, podemos mencionar al arquedlogo chileno Mario Orellana, quien en
los noventa, establece una falsa dicotomia entre dos supuestas tendencias (“las
antropologias marxistas y las antropologias pluralistas y criticas”. (Orellana, 1996: 173)
Para hablar de las primeras, se refiere tanto al contenido de la Revista Rehue N°4,
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