Garbulsky, E. La Antropología Crítica Latinoamericana Entre Los Sesenta y Los Setenta

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Vil

LA ANTROPOLOGIA CRITICA LATINOAMERICANA ENTRE


LOS SESENTA Y LOS SETENTA.
REFLEXIONES DESDE EL CONO SUR*

1. Mi motivacién

Creo que un punto de partida tiene que ver con la incorporacion en el andlisis de una
filosoffa del proceder (Bakhtin). Es decir, el conjunto de las motivaciones que hacen a la
accion en diversos campos.
Pertenezco a la primera generacién de graduados en Historia (Or. Antropologia) de la
Facultad de Filosofia y Letras de la UNL. Ingresé a la carrera de Historia en 1957 y egresé
en 1963. Es justamente en este perfodo en que se pone en funcionamiento el nuevo plan
de estudios, y la Universidad Nacional del Litoral es una de las tres universidades que
tienden por primera vez a la formacién profesional de antropdélogos. Este reconocimiento
de la Facultad y la UNL, se expres6 en el informe que sobre Argentina hiciera Alberto
Rex Gonzalez en la “Reunion para la integracion de la ensefianza con las investigaciones
antropolégicas”, que se centré en las condiciones de formacion, investigacion y trabajo
profesional de los antropdlogos en América Latina y el Caribe, efectuada entre el 25 de
julio y el 2 de agosto de 1967 en Bug Wartenstein (Austria) (C.f., Gonzalez, 1967: 27-
47). El clima intelectual de la Facultad, conté en ese perfodo con verdaderos maestros
innovadores en el plano de la ensefianza, la investigacién y sobre todo, en una actitud de
verdadero compromiso con la problematica nacional y latinoamericana y con el desarrollo

* Ponencia presentada en el 4° Congreso Chileno de Antropologia “Los desafios de la Antropologia.


Sociedad moderna, globalizacién y diferencia”, Simposio “Antropologia Critica”, Santiago de Chile,
noviembre de 2001. Publicada en Actas del IV Congreso Chileno de Antropologia, 2003.
y defensa de la Universidad Publica. Figuras como Ramon Alcalde, Sergio Bagi, Adolfo
Prieto, Tulio Halperin, Gustavo Beyhaut, Nicolas Sanchez Albornoz, formaron parte de

nuestro cuerpo docente.


A diferencia de la formacién en la UBA -con predominio de la escuela hist6rico- cultural-
o La Plata -con peso de las concepciones naturalistas- nuestra formacién antropolégica
estuvo fuertemente relacionada y complementada con la formacién en una historia social
y econémica. La colaboracién interdisciplinaria sobre todo con el Instituto de
Planeamiento Urbano y Regional, a cargo de Jorge Hardoy, dependiente entonces de la
Facultad de Ingenieria, ampliaba nuestras perspectivas. Nuestros profesores de Geografia
fueron Pierina Passotti y Alfredo Castellanos precursor este ultimo de las investigaciones
antropolégicas en la Universidad local. Tampoco estuvieron ajenos a la configuracién de
nuestra visidn del mundo y de la insercién profesional, la participacién como estudiantes
en los trabajos de campo en Arqueologia y Antropologia Social, y los viajes de estudio a
la Quebrada de Humahuaca y Cerro Colorado, que nos permitieron acceder a registros,
huellas, de una realidad diferenciada del horizonte de la “pampa gringa”, que, tanto por
nuestras tradiciones familiares como por el entorno, habia predominado en nuestra mirada
de la realidad. Problemas que fueron apareciendo ante nuestros ojos. Ello, unido a la
generosa actitud de nuestros profesores, sobre todo de Pedro Krapovickas, que alentaron
nuestra insercidn en la investigacidn y la docencia. Los rasgos locales, sin embargo, se
enriquecieron con el fluido contacto con estudiantes de otras universidades, sobre todo a
partir del I Congreso Nacional de Estudiantes de Antropologia (Rosario, 1961). Se
generan alli una serie de relaciones, que se prolongan en el tiempo. Los compajieros de
Buenos Aires y La Plata que se introducen en el nuevo campo de la antropologia social,
desarrollan una postura critica y un enfoque particular de la disciplina.

Después de todos estos afios, mueve promover en el debate, y con las nuevas
generaciones, algunos aspectos de la rica problematica que se denominara antropologia
critica latinoamericana.

2. Una cuestién metodolégica

Hay tres procesos 0 aspectos que deben tenerse en cuenta:

a) Los cambios en las sociedades latinoamericanas a partir del proceso iniciado por la
Revolucién Cubana, hasta los golpes de Estado y la instauracién de dictaduras en el Cono
Sur en los afios 70 (Bolivia, 72; Uruguay y Chile, 73; Argentina, 76)
b) El desarrollo de la reflexidén filos6fica y politica, en sus diversas vertientes (el
pensamiento latinoamericano).
c) Los cambios en los marcos teéricos y actitudes en las ciencias sociales y la antropologia
en particular en ese periodo.
Pretendemos aquf sefialar sdlo algunos hitos, que permitan:
1) Ubicar en qué contextos se plasma esta tendencia tedérica en el desarrollo de la
antropologia en América Latina.
2) Indicar que los puntos de partida de la construccién de la misma, conllevan momentos
y problematicas diferentes.
Para este propdsito, es correcto el abordaje de una especie de historia social de nuestras
disciplinas. Coincidimos plenamente con los planteamientos de Bourdieu cuando sefiala
que: “La historia social de las ciencias sociales no es una especialidad entre otras. Es el
instrumento privilegiado de la reflexividad critica, condicién imperativa de la lucidez
colectiva y también individual...”. Y agrega que ésta no se justifica sino en cuanto “...
llega a actualizar los presupuestos que estan inscritos en el principio mismo de las
empresas cientificas del pasado y que perpetra, frecuentemente en estado implicito, la
herencia cientifica colectiva, problemas, conceptos, métodos o técnicas” (Bourdieu,

1999: 111). Esta perspectiva esta incluida en investigaciones recientes de la historia de la


ciencia en paises de América Latina, donde, “desde las distintas formaciones

disciplinarias se abandonan los marcos socialmente aceptados y se inicia la aventura del


tiempo que fue, del pasado y, en algtin caso, hasta se dibuja la sociedad que el autor
quiere” (Gallegos Téllez Rojo, 1999 : 140).

3. Historia de la antropologia y reflexién critica


El interés por la reflexién critica acerca de la historia de la antropologfa en América
Latina se plantea con fuerza en la década del 60, época en la que, en los pafses del cono
sur, se generan y consolidan las primeras carreras de formacién de grado, que coincide
también con la generacién de otras disciplinas sociales, como la Sociologia y la
Psicologia, en cuanto a la formacién de profesionales. El eminente americanista, John
Murra, destacé el interés en el estudio de la historia de la disciplina tanto para los
antropélogos latinoamericanos como para los de los paises centrales, especialmente de
los Estados Unidos, en el marco de una reunion para la integracién de la ensefianza con
las investigaciones antropolégicas, efectuada por convocatoria de la Asociacién
Norteamericana de Antropologia y el Instituto Indigenista Interamericano, en Austria,
entre el 28 de julio y el 2 de agosto de 1967, punto histérico de importancia en la
colaboracién y toma de conciencia colectiva del estado y perspectivas de las ciencias
antropolégicas en Latinoamérica. (Anuario Indigenista, 1967; Murra, 1967: 10). La
importancia de esta reunion en el desarrollo de lo que define como “antropologias de la
periferia” es retomada varios afios después por uno de sus participantes, Roberto Cardoso
de Oliveira, quien destaca ademas las continuidades de estos eventos, que se efectuaron
posteriormente en México, en los afios 1968 y 1979. (Cardoso de Oliveira, 1988: 143-
159).
Pero ya poco antes, en ocasién del XXXVIT Congreso Internacional de Americanistas
realizado en Mar del Plata en setiembre de 1966, se podia observar, en ese marco, las

tendencias de entendimiento colectivo y de critica a las concepciones en boga, por un


sector de los participantes latinoamericanos. Personalidades como José Maria Arguedas
o Miguel Acosta Saignes polemizaban entonces en cuanto al sentido de las disciplinas
para la realidad a estudiar, con representantes clasicos como Richard Adams.
Justamente en la “Primera Reunién Técnica de Antropdlogos y Arqueélogos de América
Latina y el Caribe”, efectuada en Cocoyoc, Morelos, México, en 1979, el Dr. Bernardo

Berdichewsky! , representante de Chile, sintetiz6 dicho panorama. Nuestro colega


destacé que si bien en las décadas del 50 y 60, se impone la ideologia desarrollista en
economia y sociologia, pero también en Antropologfa, a la que se unen los enfoques de
la teoria de la aculturaci6n, “... otro factor de enorme importancia y que se deriva de este
mismo proceso afectara también sustancialmente, la marcha de las ciencias sociales
chilenas. Este nuevo ingrediente, es la incorporaci6én activa, por primera vez en la historia
independiente del pais, de nuevas clases y sectores populares en las luchas sociales y
politicas a nivel nacional. Los pobladores marginales de las urbes, los campesinos y las
comunidades nativas, irrumpen también en la escena politica. En Chile los investigadores
sociales se vieron cada vez mas, envueltos en el proceso y muchos sacaron la conclusién
que la ciencia social debe ser comprometida con el proceso social y con la realidad y el
porvenir de las propias comunidades que estudia 0 no lograra tampoco obtener el buscado
conocimiento cientifico de ellas” (Berdichewsky, 1980: 319-320).

En la Argentina, pocos afios después de la creacién de las primeras carreras de


Antropologia, a través de la entrada en la docencia de los jévenes graduados, se produce

1 El Dr. Bernardo Berdichewsky, que desarroll6 gran parte de su labor en el campo de la arqueologia y en
las problematicas indigenas, debié exiliarse después del golpe de estado del 11 de setiembre de 1973,
desarrollando su labor académica en Canada, donde reside actualmente.
una ruptura entre los marcos académicos tradicionales y las propuestas nuevas que
emergen. La crisis del experimento desarrollista, la inestabilidad institucional, la
proscripcién del peronismo, las tensiones sociales, se unen a la biisqueda de lineas de
orientacién; las lecturas del estructuralismo inclufan también las posturas criticas frente
a la situacién histérica que planteara el mismo Levi-Strauss en 1962 en “La Antropologia
en peligro de muerte”; los estudios sociolégicos, la historia social y los trabajos de
pensadores criticos de la sociedad contemporanea como Marcuse, Sartre, Fanon,

Hobsbawn, Worsley, Balandier, etc., configuraban ademas la necesidad de un

compromiso con la sociedad. Estos cambios se dan también en el campo de la


arqueologia: “...En el caso particular de la arqueologia, la influencia childeana contribuye
a la configuracién en América Latina de una vertiente de arqueologia social. Como
planteara Luis Felipe Bate, refiriéndose a la década de los sesenta en la arqueologia
latinoamericana, en la formacidén de los investigadores “... incidieron, por una parte, la
adquisicién de un sdlido oficio “tradicional de arquedlogos bajo la influencia de autores
como J.Ford, B.Meggers 0 G.Willey y P. Phillips; y por la otra, el conocimiento de la
obra de V.G. Childe, incitando a la necesidad de abrir alternativas de interpretaci6n
tedrica de los procesos precolombinos” (Bate, 1998:18)” (Garbulsky: 2000:24)
La influencia del marxismo en las disciplinas sociales amplia tanto el objeto del estudio
de la historia, como de la antropologia y la sociologia. El marxismo en América Latina
entre los 50 y los 60, va desde la recuperacién y el descubrimiento del pensamiento
gramsciano, a la influencia althusseriana, el desarrollo de la teorfa de la dependencia, el

rescate de la tradici6n de Mariategui, etc. Se denota un desarrollo de investigaciones de


los sectores subalternos de la sociedad, tanto indigenas como campesinos, obreros, etc.

Hobsbawn (1963) focaliz6 en los comienzos del movimiento algunos de estos aspectos,
tratando acerca de los estudios sobre las clases subalternas. Toma como antecedente la
inspiraci6n de Gramsci en el sentido de estudiar la historia de estos sectores, con mds
atencidn que en el pasado. Marca una nueva corriente en la investigacidn historiogrdafica
(se refiere a investigadores que estan en un campo entre la historia y la sociologia).
Se trata de dos problemas, 0 dos aspectos de uno solo:
- movimientos revolucionarios y obreros tipicos de Europa. Especialmente en Francia
(inspirada en los trabajos de Mathiez (1927) (El alto costo de la vida y las luchas sociales

bajo el terror), Labrousse (1933 y 1943), pero sobre todo en los trabajos de George
Lefebvre (1924) quien define como problema de investigacion la determinacion de “...las
necesidades, los intereses, los sentimientos y ...el contenido mental de las clases
populares...”. Se formaron discfpulos en la década de los cincuenta. Enfocado en el siglo
XVII, incluye estudios desde esta perspectiva (la historia social) en Rusia e Inglaterra.
- movimientos de liberacién nacional y social en los paises 0 zonas subdesarrolladas.
En las regiones coloniales y neocoloniales, se destaca el trabajo de antropdélogos
culturales e historiadores (éstos de formacién marxista como Chesneaux, en China,

Vietnam), Shepperson y Price sobre Sudafrica; P. Worsley, El estudio de los movimientos


milenaristas, tanto en Europa, como en el Tercer Mundo. Incluye una tercera linea
(estudio de las clases trabajadoras modernas y de la cultura popular (su relacién con los
estudios sobre folklore, trabajando no los aspectos tradicionales sino los nuevos y con
mayor énfasis en el estudio de los obreros que de los campesinos). Se produce una
convergencia desde distintos campos disciplinarios en el problema de_ las
transformaciones sociales y las revoluciones entre las clases y pueblos subalternos
(reciprocas influencias entre antropdlogos e historiadores). Podemos tomar como ejemplo
su trabajo "Los rebeldes primitivos”. En esta convergencia juega su papel la tradicién
cientifica de la antropologia, que considera a las sociedades como un todo, a diferencia
de los historiadores y socidlogos, salvo los marxistas, que se ocupan de aspectos parciales.
En este clasico trabajo, el historiador inglés destaca los cambios en la teoria
antropoldégica, el paso de los tratamientos clasicos en teorias del equilibrio al enfoque
dinamico, los cambios en el referente empirico y el redescubrimiento de la historia, frente
al enfoque funcionalista clasico. Este proceso no es univoco, para Hobsbawn. Existen
autores como Gluckman y Turner que tienden a incluir las fuerzas revolucionarias
recientemente descubiertas en el enfoque del equilibrio. Ambos — sostienen que los
conflictos son modos de integracién de los grupos y que la hostilidad es una forma de
equilibrio social. Un similar andlisis de la cuestién, lo encontramos en el cldsico texto de
George Balandier, sobre teorfa de la colonizacién (Balandier, 1973).

4. América Latina
En América Latina, la constitucién de la corriente critica en ciencias sociales, y en la

antropologia en particular, no surge en el vacio. Arguedas y Acosta Saignes, arriba


mencionados, pertenecen a una generaci6n mayor, cuya insercion en la disciplina no esta
desvinculada de su insercién politica. En este sentido, podemos encontrar esa generacion
mayor en otros paises: Lipschiitz en Chile, Valcarcel en Pert, la tradicién de los
republicanos espafioles (Comas, Lorenzo, Genovés) en México, los clasicos del

indigenismo mexicano, como Gamio. Hay un hilo que también nos vincula con el
pensamiento critico de Mariategui y otros. La obra de Fanon es muy destacada sobre todo
en el area caribefia, donde pensadores como el cubano Roberto Fernandez Retamar
dedicara en 1965, un escrito comentario de sus textos fundamentales (Cf. Fernandez

Retamar, 1967: 110 - 120). En los primeros afios de la Revolucién Cubana, desde “Casa

de las Américas”, “Pensamiento Critico” y las Universidades, existe una gran apertura a
la produccién latinoamericana a la vez que el rescate de la labor etnografica de Fernando
Ortiz, a quien podriamos incluir en la generacién mayor.
Es que el escenario de los 60 y los comienzos de los 70 se enmarca en lo que varios
autores definen como la época de las grandes utopias (Zemelman, 1999), que se mostraba
fundamentalmente en el llamado Tercer Mundo, pero también en los movimientos del
mayo francés, la primavera de Praga y otros. De Argelia a Cuba, Vietnam, etc., el
imperialismo parecia en derrota irreversible, y el optimismo histérico se encontraba en la
produccion intelectual. En el mismo seno del imperio, la corriente critica era recibida con
simpatia, y la produccién tedrica latinoamericana era difundida y debatida en las
publicaciones de mayor prestigio en nuestra disciplina. Asi ocurrié con el texto de Darcy
Ribeiro “Los Procesos Civilizatorios”, prologados en la edicién norteamericana - que fue
anterior a la traduccién al espafiol en Venezuela - por Betty Meggers, de la Smithsonian
Institution, y debatido en el Current.
También se produce una fuerte tendencia a la ruptura de los compartimentos estancos
entre las disciplinas, y a la necesidad de la generacién de una ciencia del hombre. Esto se
daba también en la formulacién de los programas. Justamente encontramos una
vinculacién estrecha entre la ensefianza y la produccién teérica. Textos como el de Sergio
Bagti (1970) o de Luis Lumbreras (1974), fueron parte de los cursos de grado efectuados

por el primero en la Universidad Nacional del Litoral, Argentina, o en la Universidad de


Concepcién (Chile). Mientras el peruano resalta a la arqueologia como ciencia social,
vinculada al materialismo histérico, dejando de lado en una primera instancia incluso el
concepto antropolé6gico de cultura, el historiador argentino se plantea una disciplina
unificada que incluso trasciende para su concepcién el pensamiento marxista, que
incorpore en su desarrollo la herencia cultural de Occidente, Oriente y el Tercer Mundo,
y con un sentido de compromiso “...una necesidad histérica apremiante; la de ordenar
mejor lo que sabemos y descubrir, de lo que no sabemos, el mayor fragmento que nos sea
posible para que nuestra ciencia del hombre pueda aplicarse con mayor eficacia a la obra
que permitira no continuar pagando el bienestar material de algunas minorfas con un
océano de martires, ni tolerando la opresién politica, social y cultural por incapacidad
organizativa" (Bagu, 1970: 197)?

5. El compromiso
El debate acerca de la responsabilidad del antropdlogo y su relacién con los procesos
sociales era constante. Indicaremos sélo lo que acontecié en nuestra experiencia chilena.
En el primer ntimero de la Revista del Centro de Antropologia de la Universidad de
Concepcion, “Rehue”, aparecen expresadas posturas diferentes.
Simone Dreyfuss Gamelon, investigadora francesa, quien fuera contratada por la
UNESCO para colaborar en la organizacién de dicha unidad académica, en un breve
texto, confina el rol practico del antropélogo al diagndéstico y el asesoramiento, dejando
la toma de decisiones en los poderes politicos; a lo mas, “puede proponer, con
conocimiento de causa, las soluciones, que serén o no adoptadas por los poderes
competentes. El antropdlogo, en tanto tal, no tiene la posibilidad de cambiar una situacion
social, su papel es de observarla y comprenderla... “ Y espera que su voz sea atendida
porque se basa en un “conocimiento intimo e imparcial de la realidad social”. (Dreyfuss-
Gamelon, 1968: 12) (La traduccién libre es mfa).

En tanto, el antropélogo argentino Pablo Aznar, luego de criticar la concepcién de la


“ciencia oficial” de los paises centrales y aquellos que ratifican el compromiso en forma
vaga (con “el género humano”) plantea que debe buscarse un tipo de “comprometimiento
mas comprometido” y desarrolla interesantes aportes a los problemas del impacto de la
hegemonia de la cultura occidental sobre el resto de la humanidad. (Aznar, 1968,

esp.pags.53-55).
Los avatares de la antropologia en el medio local se conectan muy especialmente con el
proceso que vive la Universidad y la sociedad chilena entre 1970 y 1973.

Afios después, justamente en los afios del gobierno de la Unidad Popular, escribi un
trabajo en la misma revista, destacando la importancia de contextualizar hist6ricamente

? Renunciante en las universidades argentinas a raiz del golpe del 66-, contribuy6 luego con su trabajo
docente y de investigaciédn a la formacién de generaciones de investigadores en otros paises
latinoamericanos. Su compromiso con las transformaciones en el mundo siguen hasta ahora. Siendo hombre
de izquierda, conserva en sus Ultimos textos el mismo espiritu critico sobre el pensamiento de izquierda
que en los afios setenta. “La verdad sea dicha: no siempre la izquierda se conmueve con el debate teérico y
no siempre la derecha deja de opinar sobre el inmenso curso histérico y el destino de las sociedades del ser
humano. Pero, aun admitiendo expresamente esas excepciones, es incuestionable la vocacién de la
izquierda por la teorfa y el menosprecio de la derecha por la reflexién teérica y la exploracién histérica”
(Bagt, 1999: 9).
el desarrollo de la teoria y la practica en una disciplina particular, y precisamente, que en
66
los momentos “... en que producen situaciones de ruptura es en los cuales adquieren
mayor relevancia las concepciones generales del mundo y de la sociedad sobre la
especificidad de las tendencias antropolégicas.” (Garbulsky, 1972:13). En este sentido, y
tal como aparece en el conjunto del texto, recogia las criticas que sobre las llamadas
antropologias oficiales hacia un conjunto de investigadores, tanto en Estados unidos,
como en América latina, especialmente Darcy Ribeiro, K.Gough, E. Menéndez, R. Bartra,

R. Stavenhagen, G. Bonfil, A. Warman, etc. Incluso el texto incluye acuerdos y


desacuerdos con varios de ellos. Se valora el papel del marxismo como ciencia social
general, aludiendo al materialismo histérico, se destaca el caracter dialéctico del método,

se reafirma que todo aporte a los procesos de cambio debe tener en cuenta, en el campo
de una disciplina, su cardcter cientifico y el servicio a los intereses de los sectores
populares. En la Ultima parte, se destaca una especie de planteamiento de estrategia, de
prioridades, de problematicas de la sociedad chilena, con algunas opiniones muy globales
6
sobre temas en Arqueologia, Lingiifstica y Antropologia Bioldgica. Y, finalizaba: “...los
antropélogos podran colaborar en la formacién de un cuerpo de conocimientos que no
s6lo diagnostique los fendmenos sino que pueda predecirlos, en la medida en que su
enfoque se comprometa con aquellos grupos sociales para los cuales no es necesaria la
mistificacién de la realidad para mejor explotar a otros” (idem). Varias afirmaciones de
este texto no las suscribiria ahora, como las criticas a las posturas te6ricas de Darcy
Ribeiro, Eduardo Menéndez, o a la declaracién de Barbados. Es este un caso de las

limitaciones y las divisiones que frente a los problemas tedricos tenfamos una parte de
los antropdlogos y cientistas sociales “criticos”. Quiza, en mi caso, predominaba una
fuerte influencia de la formacion politica en un marxismo “ortodoxo” donde subyacian
fuertes elementos evolucionistas. A pesar de que, desde muy joven, habia estudiado
algunos textos de Gramsci, muy especialmente, “Los intelectuales y la organizacion de la
cultura”, que inspira fuertemente el articulo mencionado, habia un _ obstaculo
epistemolégico en cuanto a no receptar, y analizar en profundidad, los cuestionamientos
de Ribeiro, las observaciones de Menéndez, o la critica al reduccionismo clasista que

emerge de la declaracién arriba citada.

Pero esto no implica compartir algunas criticas que en los tltimos afios se han hecho al
revulsivo pensamiento generado en los afios 60, tanto por adversarios de la época como
por aquellos que se han domesticado con las consignas del modelo neoconservador
dominante.
En el primer caso, podemos mencionar al arquedlogo chileno Mario Orellana, quien en
los noventa, establece una falsa dicotomia entre dos supuestas tendencias (“las
antropologias marxistas y las antropologias pluralistas y criticas”. (Orellana, 1996: 173)
Para hablar de las primeras, se refiere tanto al contenido de la Revista Rehue N°4,

especialmente al editorial, firmado por mi (aunque sdlo menciona a “un especialista


extranjero”) y al articulo de Julio Montané (citado como “un arquedlogo chileno”) como
as{ también a los documentos del CONICYT, en el afio 1972.

Creemos que no es correcta la afirmacién de Orellana de que la presion por participar en


el quehacer diario del cambio social nubla la visién cientifica de grupos universitarios
comprometidos con un modelo politico.
Es que se trataba -y se trata- de otro debate, el de la responsabilidad del intelectual en la
sociedad, y el compromiso del mismo. Ello traspasa los limites de la adhesidn a
determinado marco teérico, 0 ideolégico, ya que, en la época, pensadores provenientes
de otros campos -incluyendo el cristiano- rescataban los aportes del marxismo al
desarrollo de las propias disciplinas.

6. A manera de cierre provisorio


La derrota de procesos de transformaciones, los golpes militares y las dictaduras en el
Cono Sur, la caida del denominado socialismo real en Europa del Este, el auge del
neoliberalismo, etc., pusieron en aparente descrédito a los trabajos y reflexiones de
entonces, como si pertenecieran a un pasado cerrado. Pero, hacer un inventario de las
insuficiencias, el dogmatismo y los desencuentros en el marco teG6rico y practico, no
significa desconocer la agudeza de la critica, el compromiso con la realidad, y los
enfoques creadores.
La investigacion sobre la historia de nuestras disciplinas, sobre todo en nuestro “sur”, que
es en realidad sur del Rio Bravo, implica desmitificar la tendencia de hacerla
abstrayéndola de las condiciones en que se efectué la labor de investigacién y formacién,
las relaciones con la sociedad, y, sobre todo, la perspectiva y responsabilidad social de
los actores.
Por ultimo, en este verdadero comienzo de milenio, donde el horizonte préximo y el
pasado reciente no es el que se presentaba a la sociedad en los afios 60 y 70’, el estudio
del devenir histérico, de las ideas, de las actitudes de los cientificos sociales y los
antropdlogos en particular, adquiere relevancia, tanto en la formacidn de los estudiantes,
como en la generacién de nuevas perspectivas para su accién académica y profesional.
Enfrentamos tanto el discurso de la globalidad en su versién neoliberal, como el efectivo
retraso en el desarrollo de la teorfa. Los procesos que desde el levantamiento chiapaneco
han puesto en evidencia que en el mundo existen fuerzas capaces de oponerse a la
injusticia, a vertebrar sus reivindicaciones locales y sectoriales con las universales, han
dado lugar a diversos debates.
En este sentido, el regresar a la “historia social” de las disciplinas, puede fortalecer
nuestra agudeza critica en el estudio del presente y las posibilidades del futuro,
recuperando esa responsabilidad intelectual y politica en el sentido amplio, que se
marcara en las décadas de los sesenta y setenta.

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