Cuento 4
Cuento 4
Cuento 4
aquellos momentos tan especiales para él. Cuando volvió en sí, mostró
a todos su saquito de monedas.
– ¡Ja, ja, ja! Está claro que has disfrutado y me alegro mucho por ti.
– ¡Oh, sí, sí, mejor que bien!… ¡Puedo decir sin mentir que ha sido el
mejor mes de mi vida!
– ¡Caramba, qué bien suena todo eso!… ¡Debió ser muy divertido!
Jaime se exaltaba recordando sus vivencias.
– Bueno, yo quise ver con mis propios ojos cómo viven los habitantes
de nuestro reino. Durante un mes recorrí todas las granjas que pude y
charlé con un montón de campesinos de las cosas que más les
preocupaban, como la escasez de semillas y la falta de lluvia estos
últimos años. Debo decir que todos fueron muy amables y
compartieron conmigo lo poquito que tenían.
El anciano clavó su mirada en la del joven y le preguntó:
– ¡Para ver la realidad! ¡Para conocer lo que pasa más allá de los
muros de palacio!… Los que estamos aquí lo tenemos todo, pero ahí
fuera la mayoría de la población trabaja de sol a sol en circunstancias
muy duras. ¿Sabíais que muchos no tienen ni un viejo arado que les
facilite