Las Lecturas Reflexivas Como Estrategias para El Desarrollo de La Comprensión Lectora
Las Lecturas Reflexivas Como Estrategias para El Desarrollo de La Comprensión Lectora
Las Lecturas Reflexivas Como Estrategias para El Desarrollo de La Comprensión Lectora
Es una estrategia que se realiza mediante una serie de lecturas reflexivas, que contienen
mensajes de profundo sentimiento humano, que nos invita a la práctica de valores
fortaleciendo nuestro desarrollo personal y social.
1. Identificación de su yo personal con el fin ideal que persigue (Empezar con un fin en
mente).
5. Plasmación o realización o logro del fin ideal que persigue. (Ejecución: poner en
práctica)
Al pasar por una tienda de música y ver el aparador notó la presencia de una niña muy
tierna de su edad.
Fue amor a primera vista. Abrió la puerta y entro sin mirar nada que no fuera ella.
Ella lo miró y le dijo sonriente: "¿Te puedo ayudar en algo?" Mientras él pensaba que era
la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida.
El respondió que si, moviendo la cabeza; y ella fue al almacén para volver con el paquete
envuelto y entregárselo.
Se fue a su casa, y desde ese día en adelante visito la tienda todos los días para comprar
un CD.
Siempre se los envolvía la niña para luego llevárselos a su casa y meterlos a su closet.
Ringggg !!! Su mamá contestó: ¿Bueno?", era la niña, preguntó por su hijo; y la madre
desconsolada, comenzó a llorar mientras decía: "¿Que, no sabes?... murió ayer"
Hubo un silencio prolongado, excepto los lamentos de su madre. Más tarde; la mamá
entró en el cuarto de su hijo para recordarlo. Ella decidió empezar por ver su ropa, así que
abrió su closet, Para su sorpresa se topó con montones de CD envueltos; Ni uno estaba
abierto.
Le causo curiosidad ver tantos y no se resistió; tornó uno y se sentó sobre la cama para
verlo; al hacer esto, un pequeño pedazo de papel salió de la cajita plástica.
Moraleja: Así es la vida, no esperes demasiado para decirle a ese alguien especial lo que
sientes. Díselo hoy. Mañana puede ser muy tarde.
NIÑOS: Pasas los dos primeros años de sus vidas enseñándoles a caminar y a hablar.
Luego pasas los siguientes 16 años diciéndoles que se sienten y se callen
Los nietos son la recompensa de Dios por no haber matado a tus hijos
Las madres de adolescentes saben por qué algunos animales se comen a sus cachorros
Los niños rara vez te malinterpretan. De hecho, normalmente repiten palabra por palabra
lo que nunca debiste haber dicho.
El principal propósito de hacer fiestas para niños es para recordarte a ti mismo que hay
algunos niños peores que los tuyos
Se bueno con tus niños. Ellos elegirán tu geriát
EL REY Y EL BIEN
Érase una vez un rey que, oyendo de la existencia de un sabio, lo mandó traer para que
fuera su consejero. Comenzó el rey de llevarlo siempre a su lado y consultarlo sobre cada
acontecimiento de importancia en el reino. El consejo principal del sabio era siempre:
"Todo lo que pasa es siempre para bien". No pasó mucho tiempo antes que el rey se
cansara de oír la misma cosa una y otra vez.
El rey amaba cazar. Un día mientras cazaba, el rey se dio un tiro en un pie. Presa de su
dolor, se volvió hacia su consejero - siempre a su lado- para pedirle su opinión. Y el
consejero respondió corno siempre "Todo lo que pasa es siempre parir bien."
Un mes más tarde, salió el rey otra vez a cazar. Pero se fue demasiado adelante de sus
acompañantes y fue capturado por una tribu hostil. Los nativos lo llevaron a su pueblo
para ser sacrificado para los dioses. Por sus tradiciones, solamente ofrendas perfectas
son aceptables a los dioses y el rey parecía un espécimen excepcional. Pero el próximo
día, cuando llegaron los nativos para llevarlo al sacrificio, al inspeccionarlo descubrieron la
cicatriz en su pie y tuvieron que rechazarlo para el sacrificio. Lo soltaron y se fue corno
flecha para su reino - dándose cuenta de lo que le decía su consejero: "Todo es siempre
para bien."
El rey llegó a liberar al consejero quien, al escuchar sus aventuras, le señaló que bien que
lo había encarcelado porque ya que siempre estaba a su lado y no tenia imperfecciones,
lo hubieran sacrificado en el lugar del rey.
LEY: No existen coincidencias, accidentes o suerte (buena o mala). Todo lo que pasa
tiene un propósito y siempre sucede para el bien de todos los involucrados. Como dijo
Nieztche: "Lo que no me mata, me hace más fuerte". Y como dice un refrán mexicano:
"No hay mal que por bien no venga". La cuestión para ti es de enfoque: te vas a enfocar
en lo "malo" que te pasa, o vas a buscar y abrirte a lo "bueno" que trae consigo.
Thomas Michael Powel
EL CIENTÍFICO Y EL EGO (FÁBULA)
Había una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan
perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción. Un día se
enteró de que lo andaba buscando el ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de
sí mismo.
El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el
científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo. Pero no por mucho
tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una
ingeniosa estrategia.
Regresó dé nuevo y dijo: "Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan
perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un
defecto, un único y minúsculo defecto".
"Todo lo que hace falta para descubrir al 'ego' es una palabra de adulación o de crítica”.
EL SAMURAI BELICOSO (FABULA)
Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso Samurai desafió en una ocasión a un
maestro Zen a que le explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el monje respondió
con desdén:
- "No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!", herido
en lo más profundo de su ser, el Samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y
gritó:
"La paz interior se halla cuando el que la busca deja de hacerlo, no por haberla
encontrado, sino por descubrir que siempre estuvo con él y no fuera de él."
El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de deseos. Cuando
despertó, tenía hambre, entonces dijo: "¡Tengo tanta hambre! Ojalá pudiera tener algo de
comida". E inmediatamente apareció la comida de la nada simplemente flotando en el
aire, una comida deliciosa. Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había
venido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías.
Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba tan deliciosa! Una vez que su
hambre estuvo saciada, miró a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho. Otro
pensamiento surgió en él: "¡Si tan sólo pudiera tomar algo!" Y por ahora no hay ninguna
prohibición en el paraíso, de modo que de inmediato apareció un vino estupendo.
Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa bajo la
sombra del árbol, comenzó a preguntarse: "Qué está pasando? ¿Estoy soñando o hay
fantasmas que están jugándome una broma?" Y aparecieron fantasmas feroces, horribles,
nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó:
"Seguro que me matan!" Y lo mataron.
A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por completo que lo deseaste, de modo
que no puedes reconocer la fuente. Pero si observas profundamente, bailarás que todos
tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida. Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean
tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo...
Cada uno es aquí un mago. Cada uno está hilando y tejiendo un mundo mágico en torno
de sí mismo... y luego es atrapado. La araña misma es atrapada en su propia tela.
No hay nadie que te torture excepto tú mismo. Y cuando se comprende esto, las cosas
comienzan a cambiar. Entonces puedes modificarlo, transformar tu infierno en cielo: sólo
se trata de pintarlo con una visión diferente...
Toda la responsabilidad es tuya.
Y entonces surge una nueva posibilidad: puedes dejar de crear el mundo. No hay
necesidad de crear ni en el cielo ni en el infierno, no hay ninguna necesidad de crear
nada. El creador puede descansar, jubilarse. Y la jubilación de la mente es la meditación.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que
ese animal era capaz de arrancar con facilidad la estaca y huir.
El misterio era evidente: ¿Por qué no huía si aquello que lo sujetaba era tan débil
comparado con su fuerza?
Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a varias personas por el misterio del elefante y
alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene
registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después
de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez.
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a
cientos de estacas que nos restan libertad. Vivirnos creyendo que un montón de cosas
"no podemos hacer", simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.
Grabamos en nuestro recuerdo "no puedo... no puedo y nunca podré", perdiendo una de
las mayores bendiciones con que puede contar un ser humano: la fe.
La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO NUESTRO
CORAZON y todo nuestro esfuerzo como si todo dependiera de nosotros, pero al mismo
tiempo, confiando totalmente en Dios como si todo dependiera de Él.
EL TAZÓN DE MADERA
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le
temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta
en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el
alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando
intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.
El hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo",
dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida
al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina
del comedor.
Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.
Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de
madera. De vez en cuando miraba hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima
en sus ojos mientras estaba allí sentado solo.
Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía eran fríos llamados de atención
cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo
en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con
trozos de madera en el suelo le preguntó dulcemente: -"¿Qué estas haciendo?"
Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para
mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos." Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de
la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por ninguna
razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se
caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y
sus mentes procesan los mensajes que absorben.
Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia,
ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se
percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo.
Seamos constructores sabios, y modelos a seguir. La gente olvidará lo que dijiste y lo que
hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir.
He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja tres
cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito, enredadas. He aprendido que
independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando
ya no estén contigo. He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo. He
aprendido que aún tengo mucho que aprender y que deberíamos pasar esto a todos los
que nos importan. Yo acabo de hacerlo.
Sin embargo, en vez de encontrar aun hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y
vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en
los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de
los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos,
y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera. El sabio escuchó
atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de
explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y
volviese dos horas más tarde.
Pero quiero pedirte un favor - añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que
dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el
aceite no se derrame. El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio
manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos hora, retornó a la
presencia del sabio.
_¿Qué tal?- preguntó el sabio _. ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor?
¿Viste el jardín, que el Maestro Jardinero tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los
bellos pergaminos de mi biblioteca?
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había
sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo - dijo el sabio _ No puedes
confiar en un hombre si no conoces su casa. Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente
la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras
de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su
alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba
colocada en su lugar. De regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo
lo que había visto.
¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y se dio cuenta de que las había derramado.
-Pues éste es el único consejo que puedo darte- el secreto de la felicidad está en mirar
todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la
cuchara.
Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había
enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los
tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que
sólo tenían tiempo para cenar- con su padre una vez por semana.
El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.
-No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta
en una carga. Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.
El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo
puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.
¿Qué hay en ese cofre? preguntaron, mirando bajo la mesa.
EL CHINO Y EL CABALLO
Un chino tenía un caballo. El caballo se le escapó. Los vecinos fueron a darle el pésame.
¿Quién dice que sea una desgracia? Les contestó el chino.
En efecto, a la mañana siguiente el caballo vino trayendo una yegua salvaje. Los vecinos
le felicitaron.
¿Quién dice que sea una fortuna? Respondió el chino.
A los dos días su hijo primogénito, montando la yegua se cayó y quedó cojo. Los vecinos
expresaron su sentimiento de dolor. ¿Quién dice que sea una desgracia? Volvió a
preguntar el chino.
Al año siguiente hubo una guerra en el país. El primogénito, por estar cojo no tuvo que
alistarse en el ejército. Y la vida siguió con sus episodios...
¡Aquello era insoportable! Me estaba poniendo cada vez más nervioso! Y no podía dormir.
Aquellos pasos me obsesionaban. Eché una ojeada al reloj: las dos de la madrugada.
Entonces fue cuando me indigné. Tenía que madrugar para ir al trabajo y necesitaba
descansar y dormir. Y el vecino paseándose arriba y abajo sin parar y sin la más mínima
consideración. Como no se podía hacer nada me puse a maldecidlo, a quererle mal. Y
pensaba: mañana subiré arriba y le partiré la cara. En aquel tiempo era joven y podía
hacerlo.
Al día siguiente subí al piso de arriba y fue entonces cuando me enteré de que el hijo de
mi vecino había muerto aquella madrugada y que, durante toda la noche, aquel padre
afligido había paseado en brazos a aquel pobre niño, consumido por la fiebre, como para
impedir que se muriera, como para infundirle vida, insultarle vigor, hacerle llegar su
ternura, para que el niño no sufriera tanto.
EL PEQUEÑO CARACOL
Aquel pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de
finales de primavera. Al verlo, unos gorriones de un árbol cercano estallaron en
carcajadas:
-- ¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año`'.
LA ANCIANA
Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños
estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una
anciana, con sus vestidos sucios y harapientos, que recogía cosas del suelo y las
introducía en una bolsa.
Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana.
Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo,
dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.
Muchas semanas más tarde supieron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la
playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies.
Érase una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente
para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía en la
pobreza. "Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra -pensaba a
menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. Las
cosas serían diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra."
Ahora bien, cerca de la aldea de Pahom vivía una dama, una pequeña terrateniente, que
poseía una finca de ciento cincuenta hectáreas. Un invierno se difundió la noticia de que
esta dama iba a vender sus tierras. Pahom oyó que un vecino suyo compraría veinticinco
hectáreas y que la dama había consentido en aceptar la mitad en efectivo y esperar un
año por la otra mitad.
Se pusieron a pensar y calcularon cuánto podrían comprar. Tenían ahorrados cien rublos.
Vendieron un potrillo, y la mitad de sus abejas, contrataron a uno de sus hijos como peón
y pidieron anticipos sobre la paga. Pidieron prestado el resto a un cuñado, y así juntaron
la mitad del dinero de la compra. Después de eso, Pahom escogió una parcela de veinte
hectáreas, donde había bosques, fue a ver a la dama e hizo la compra.
Así que ahora Pahom tenía su propia tierra. Pidió semilla prestada, y la sembró, y obtuvo
una buena cosecha. Al cabo de un año había logrado saldar sus deudas con la dama y su
cuñado. Así se convirtió en terrateniente, y talaba sus propios árboles, y alimentaba a su
ganado en sus propias pasturas. Cuando salía a arar los campos, o a mirar sus mieses o
sus prados, el corazón se le llenaba de alegría. La hierba que crecía allí y las flores que
florecían allí le parecían diferentes de las de otras partes.
Antes, cuando cruzaba esa tierra, le parecía igual a cualquier otra, pero ahora le parecía
muy distinta.
Un día Pahom estaba sentado en su casa cuando un viajero se detuvo ante su casa.
Pahom le preguntó de dónde venía, y el forastero respondió que venía de allende el
Volga, donde había estado trabajando. Una palabra llevó a la otra, y el hombre comentó
que había muchas tierras en venta por allí, y que muchos estaban viajando para
comprarlas. Las tierras eran tan fértiles, aseguró, que el centeno era alto corno un caballo,
y tan tupido que cinco cortes de guadaña formaban una -avilla. Comentó que un
campesino había trabajado solo, con sus manos, y ahora tenía seis caballos y dos vacas.
El corazón de Pahom se colmó de anhelo.
"¿Por qué he de sufrir en este agujero -pensó- si se vive tan bici] el] otras partes?
Venderé mi tierra y ni¡ finca, y con el dinero comenzaré allá de nuevo y tendré todo
nuevo".
Pahom vendió su tierra, su casa y su ganado, con buenas ganancias, y se mudó con su
familia a su nueva propiedad. Todo lo que había dicho el campesino era cierto, y Pahorn
estaba en mucha mejor posición de antes. Compró muchas tierras arables y pasturas, y
pudo tener las cabezas de ganado que deseaba.
Al principio, en el ajetreo de la mudanza y la construcción, Pahorn se sentía complacido,
pero cuando se habituó comenzó a pensar que tampoco aquí estaba satisfecho. Quería
sembrar más trigo, pero no tenía tierras suficientes para ello, así que arrendó más tierras
por tres años. Fueron buenas temporadas y hubo buenas cosechas, así que Pahom
ahorró dinero.
Podría haber seguido viviendo cómodamente, pero se cansó de arrendar tierras ajenas
todos los años, y de sufrir privaciones para ahorrar el dinero.
"Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería independiente, y no sufriría estas
¡¡)comodidades."
Un día un vendedor de bienes raíces que pasaba le comentó que acababa de regresar de
la lejana tierra de los bashkirs, donde había comprado seiscientas hectáreas por sólo mil
rublos.
-Sólo debes hacerte amigo de los jefes -dijo- Yo regalé corno cien rublos en vestidos y
alfombras, además de una caja de té, y di vino a quienes lo bebían, y obtuve la tierra por
una bicoca.
"Vaya -pensó Pahom-, allá puedo tener diez veces más tierras de las que….
CÓMO PENSAR
Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nóbel de
Química en 1908, contaba la siguiente anécdota: Hace algún tiempo, recibí la llamada de
un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había
dado en un problema de física, pese a que este afirmaba rotundamente que su respuesta
era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien
imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía:
Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un
barómetro. El estudiante había respondido: llevo el barómetro a la azotea del edificio y le
ato una cuerda muy larga. Lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y mido. La
longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me
respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta
debía demostrar sus conocimientos de física.
En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más
alta. Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me
contara sus otras respuestas a la pregunta.
Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: tomas el barómetro en un día
soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a
continuación la longitud de la sombra del Edificio y aplicamos una simple proporción,
obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?.
Si, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir la altura de un edificio, pero
también sirve.
En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta
baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el
número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el
número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
Este es un método muy directo.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la
azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su
período de precisión.
En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea tomar el
barómetro y golpear con el la puerta de la casa del portero. Cuando abra, decirle: "Señor
portero, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo
regalo".
EL PROBLEMA
Cuentan que cierto día en un monasterio Zen-Budista, los monjes se encontraron con la
muerte de uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un substituto. El Gran Maestro
convocó a todos los discípulos para determinar quien sería el nuevo centinela. El Maestro,
con mucha tranquilidad y calma, dijo: - Asumirá el puesto el primer monje que resuelva el
problema que voy a presentar.
Entonces, colocó una preciosa mesita de finas maderas en el centro de la enorme sala en
el que estaban reunidos, y encima de ésta colocó un jarrón de porcelana con un diseño de
exquisito gusto y refinamiento, con varias rosas amarillas de extraordinaria belleza en el.
Y dijo así: - ¡Aquí está el problema! -señalando directamente al precioso jarrón.
Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de extremo valor y
belleza, con maravillosas flores en su interior. ¿Qué representaría? ¿Qué hacer? ¿Cuál
era el enigma encerrado detrás de todo esto? ¿Dónde estaba el problema?
En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro y a todos
sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y... ¡zas! Blandiendo la espada, destruyo
todo de un solo golpe. La escena fue impresionante. Tan pronto el discípulo retornó a su
lugar, el Gran Maestro dijo con voz contundente:
- Usted será el nuevo Guardián del monasterio.
Moraleja de la historia:
No importa cual sea el problema. Ni que sea algo lindísimo. Si ves un problema, precisa
ser eliminado. Un problema es un problema, y como tal, es un imperativo categórico
eliminarlo.
No importa que se trate de una mujer sensacional y atractiva, o de un hombre maravilloso
y seductor, o de un gran amor que se acabo. Por más lindo que sea o haya sido, si ya no
existe más sentido para el en tu vida, tiene que ser suprimido. Muchas personas cargan
en su vida entera el peso de cosas que fueron importantes en el pasado y que hoy
solamente ocupan un espacio inútil en sus corazones y mentes.
Espacio que es indispensable para recrear la vida.
DOCENCIA
Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le
llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio,
los alumnos hacían gran desorden: el cuadro era caótico. Decidió presentarse:
- Permiso, soy el inspector de turno... ¿algún problema?
- Estoy abrumada señor, no se que hacer con estos chicos... No tengo láminas, el
Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni que
decirles...
El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo
tomó y con aplomo se dirigió' a los chicos:
- ¿Qué es esto? - Un corcho señor... -gritaron los alumnos sorprendidos.
- Bien, ¿De dónde sale el corcho?
- De la botella, señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque, de un árbol .... de la
madera..., - respondían animosos los niños.
- ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el docente.
- Sillas..., una mesa..., un barco... - Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién
hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito?
Escriban a qué Departamento pertenece. ¿Y cual es el otro puerto más cercano'.' ¿A que
país corresponde'' ¿Que poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región?
¿Alguien recuerda una canción de este lugar? - Y comenzó una tarea de geografía, de
historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
- Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada
atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...
- Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí? - Si señor; ¡cómo olvidarme! Que suerte
que regreso. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?
EL MOMENTO DE LA AURORA
Un rabino reunió a sus alumnos y preguntó:
-¿Cómo es que sabemos el momento exacto en que termina la noche y comienza el día?
- Cuando, de lejos, somos capaces de diferenciar Una oveja de un cachorro - dijo un niño.
COMPARTIR
En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos el caso de
una familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía
que hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo
brillaban los ojos de los niños a causa del hambre.
La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió.
Cuando regresó le pregunté: qué había lecho con una de las dos raciones de arroz. Me
respondió: "Ellos también tienen hambre". Sabía que los vecinos de la puerta de al lado,
musulmanes, tenían hambre. Quedé más sorprendida de su preocupación por los demás
que por la acción en sí misma.
En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad no
pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había
comido desde hacia varios días, había tenido el valor de amar y de dar a los demás, tenía
el valor de compartir.
Frecuentemente me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo:
Cuando aprendamos a compartir". Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto menos
tenemos, más podemos dar.
Madre Teresa de Calcuta
LA EXACTA HONORABILIDAD
Un día, un carpintero estaba cortando una rama de un árbol debajo de un río y su hacha
se le cayó al agua.
El infeliz carpintero le rogó a Dios, y Dios se le apareció preguntándole:
¿Por qué estás llorando?
El carpintero le respondió que su hacha se le Había caído al río.
Entonces, Dios se metió a la corriente y sacó un hacha de oro. Luego le preguntó:
¿Es esta tu hacha?
El noble carpintero respondió negativamente. Dios entró de nuevo al río sacando un
hacha de plata.
Y ésta, ¿es la tuya?
De nuevo el carpintero negó. Dios volvió al río y sacó un hacha de madera, y repitió la
pregunta:
¿Es esta tu hacha? El carpintero, lleno de contento, le responde:
¡Sí!
Dios estaba tan contento con la sinceridad del carpintero que le dejo las tres hachas y
mandó al carpintero a su casa.
Un día en el campo paseaban el carpintero y su esposa. Ésta tropezó y cayó al río. El
infeliz carpintero rogó a Dios, que se le apareció y le preguntó:
¿Por qué estas llorando? El carpintero le contó el accidente, luego de lo cual Dios se
metió al río y sacó una Hermosa doncella y pregunta: ¿Es esta tu esposa?
¡Sí, sí! --contestó el carpintero. Dios se enfureció:
¡¡¡Eres un mentiroso!!!, ¡¡¡un rufián!!!
E carpintero contestó:
Dios, perdóname. Ha sido un malentendido, porque si te hubiera dicho que no es ella mi
esposa, después hubieras sacado a otra aún mas bonita; luego, si digo que tampoco es
ella, sacarías a mi esposa y yo tendría que decir que sí, que es ella, y entonces tú me
dejarías con las tres.
Dios, compréndeme, soy un humilde carpintero y no podría mantenerlas a las tres.
Sólo por eso dije sí la primera vez.
Moraleja: “Los hombres sólo mienten por causas honorables y siempre con las
mejores intenciones”.
Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay una gran duda
en la selva: existen 3 leones y los 3 son muy fuertes.
¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?
Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que Uds. 3 van a
escalar la Montaña Difícil.
El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la
más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para
asistir a la gran escalada.
El primer león intentó escalar- y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas,
pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.
¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran
expectativa.
¿Cómo? Preguntaron todos.
Es simple, dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían
derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la
Montaría.
El primer león dijo:
¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo:
¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo:
¡Montaña!, me has vencido, por ahora! porque ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía
estoy creciendo.
La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor
cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su
persona es más grande que su problema: El es el rey de sí mismo, está preparado para
ser rey de los demás.
Los animales aplaudieron entusiastamente al tercer león que fue coronado El Rey de los
animales.
Tú todavía estás creciendo y eres más grande que todos tus problemas juntos.
Y acuérdate del dicho: "NO DIGAS A DIOS QUE TIENES UN GRAN PROBLEMA, SINO
DILE AL PROBLEMA QUE TIENES UN GRAN DIOS"'.
"Cuando la, vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y
una razones por las cuales sonreír".
"EL PRIMERO, es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida, y
por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todas las cosas que tienes.
“EL SEGUNDO, es que debes quererte a ti mismo, y todos los días al levantarte y al
acostarte, debes afirmar:
- yo soy importante,
- yo valgo, soy capaz,
- soy inteligente,
- soy cariñoso,
- espero mucho de mí,
- no hay obstáculo que no pueda vencer:
( Este paso se llama autoestima alta).
“EL TERCER PASO, es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres; es
decir:
-si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente;
-si piensas que eres capaz, haz lo que te propones;
-si piensas que eres cariñoso, expresa tú cariño:
Si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu
vida y lucha por ellas hasta lograrlas.
(Este paso se llama motivación).
“EL CUARTO PASO, es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es,
ellos alcanzaron su meta, logra tú las tuyas.
“EL QUINTO PASO, es que no debes albergar en tú corazón rencor hacia nadie: ese
sentimiento no te dejará ser feliz: deja que las leyes de Dios hagan justicia, y tú perdona y
olvida.
“EL SEXTO PASO, es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen, recuerda que
de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.
“EL SÉPTIMO PASO, es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo
tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.
Y por último, “levántate siempre con una sonrisa en los labios, observa a tú alrededor y
descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al
tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio;
mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto
para ser triunfador y que de esta manera puedan ser felices".
Deseo que podamos encontrar la tan ansiada felicidad dentro de nosotros mismos y así
reflejarla a los que nos rodean, porque entre más personas sean felices, menos violencia
habrá en este mundo.....
CAMBIAR DE ACTITUD
1
Cuando me molesta el comportamiento de otro, una situación complicada o cuando las
cosas no salen como esperaba, sólo debo recordar que no lo tengo que tomar en forma
personal. No soy víctima de todo lo que sucede a menos que escoja verlo así. Aún si las
cosas no salen a mi manera, puedo aceptar lo que no puedo cambiar, y cambiar lo que
puedo.
Quizás puedo ver mis problemas de otra forma. Si los acepto por lo que valen sin
tomarlos en forma personal, puede que encuentre que realmente no son problemas, sólo
cosas que no salieron en la forma en que hubiera querido. Este cambio de actitud puede
ayudar a liberarme para evaluar la situación de manera realista y seguir adelante
constructivamente.
Echar la culpa de mi malestar a sucesos externos puede ser una manera de evitar
enfrentarme con la verdadera causa: mis propias actitudes. Puedo considerarme una
víctima o puedo aceptar lo que está sucediendo en mi vida y asumir responsabilidad por
mis respuestas. Se me podrá guiar para concretar una acción o para no hacer nada, pero
cuando escucho la guía de mi Poder Superior, ya no seré la víctima de mis circunstancias.
Hace poco, en un Taller nos pidieron que llenáramos en espacio en blanco en esta frase:
"Si ocurriera ……sería feliz". Muchos de nosotros sentimos la tentación de responder que
seríamos felices si nuestros seres queridos estuvieran sobrios o encararan la sobriedad
de otra manera. Pero otros "Si" nos hicieron sentir muchas carencias: si mi jefe, mi familia,
mi empleo, mi gobierno, mis finanzas cambiaran como yo quiero, sería feliz.
Quedó claro que en muchos de nosotros la esperanza está suspendida debido a cosas
que no podemos controlar. Estos "si" hicieron que nuestra vida se tornara ingobernable. Si
logramos eliminar esos pensamientos recurrentes abandonamos el papel de víctimas,
esperando que las cosas cambiaran. Optamos por cumplir un papel más activo en la
búsqueda de la felicidad, ahora mismo.
Hay muchos aspectos de mi vida que no puedo cambiar. Lo que sí puedo cambiar es mi
actitud. Hoy puedo aceptar mi vida tal como es. Puedo sentirme feliz y agradecido con lo
que tengo, ahora mismo.
"Con un cambio de actitud... los hechos del pasado se pueden poner en perspectiva
correcta; el amor y el respeto pueden llegar a ser parte de la vida familiar"
... Después de un tiempo podemos notar el cambio cuando nuestra forma de pensar se
distorsiona. Pero, si deseamos ponerle fin a nuestros pensamientos negativos, la
conciencia es sólo el comienzo.
"Lo que nos enseñamos con nuestras actitudes y pensamientos depende de nosotros"
...Es hora de que deje de esperar a que otros me cuiden. La única persona que puede
amarme como yo quiero soy yo mismo. "Gradualmente tuve que aceptar el hecho de que
mis deseos de "si tan sólo" no se iban a convertir en realidad, pero también aprendí que
podía ser feliz aunque no se cumplieran"
"La vida tiene tanto para ser siempre tan feliz. Mucha gente busca la felicidad poniendo
condiciones. La felicidad puede sentirse solamente si no se ponen condiciones"
Artur Rubinstein
Un día me di cuenta que necesitaba cambiar. Después de haber vivido toda una vida con
una enfermedad de actitudes nunca pensé en forma muy elogiosa de mí mismo, así que
nunca tuve mucha fe en que mis esfuerzos pudieran verse coronados por el éxito.
Aprendí mucho mirando los gusanos de seda de mi hijo. Los gusanos de seda son
criaturas gordas y glotonas, pero de su propia esencia crean algo bello. No tienen
posibilidad de decidir. Nacieron para expresar su belleza.
Yo también puedo transformar algo negativo en algo positivo; al cambiar mis actitudes
derrotistas, me convierto en un ser humano más bello. Nací con esta belleza dentro de mí
y si tan sólo me lo permitiera, podría expresarla libremente.
Hoy puedo hilar un poco de seda para que agracie todo lo que toque. No tengo que
recordar el horrible pasado, excepto para aprender de él, para mejorar el presente y para
liberar cualquier belleza atrapada detrás de viejos secretos y actitudes derrotistas. Un día
ala vez puedo deleitarme con la espléndida persona en la que me estoy convirtiendo.
“Algunas veces es necesario volver a enseñarle la belleza a una cosa... hasta que
florezca desde adentro... "
Galway Kinnell
¿Qué hay detrás de estas repetidas declaraciones acerca de que yo tengo el poder de
mejorar la forma y la organización de mi vida?
Es esto: Mirarse a uno mismo. ¿Qué estoy haciendo que me crea dificultades o agrava las
que ya tengo? ¿Podría ser que yo trato de arreglarlo todo culpando a otros?. Tengo
examinar mis impulsos, motivos, acciones y palabras. Esto me ayuda a corregir la causa
de mi malestar y a no echar la culpa a los demás
Al principio, la idea de que podamos haber faltado, no es fácil de aceptar. Nos resulta
difícil admitir que nuestra conducta no sea como debiera ser.
Tan pronto como yo venza la costumbre de justificar todo lo que hago y empiece a
emplear instrumentos tales como la cortesía, la ternura y un cálido interés en otros,
ocurrirán milagros. Lo sé porque he visto que así ha sucedido a otros que lo han
practicado.
"Si no puedes llegar a ser lo que querrías ser, ¿cómo puedes esperar que otra persona
sea exactamente como tú deseas que sea?. Queremos ver perfectos a otros individuos;
sin embargo, no atendemos a nuestras propias faltas"
(Tomás de Kempís, Parafraseando)
DUELE AMAR A ALGUIEN Y NO SER
CORRESPONDIDO
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta Duele amar a alguien y no ser
correspondido. Pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor
para decirle a esa persona lo que sientes.
Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas
antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando lo conozcamos, sepamos
ser agradecidos por ese maravilloso regalo.
Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo y
sólo para darte cuenta que al final no era para ti y lo tienes que dejar ir.
Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces
miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto
frente a nosotros.
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto
que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.
Darle a alguien todo tu amor es seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes
que te amen de regreso; solo espera que el amor crezca con el corazón de la otra
persona, pero si no crece sé feliz porque creció en el tuyo.
Hay cosas que te encantaría oír que nunca escucharás de la persona que le gustaría que
te las dijera, pero no seas tan sorda(o) para no oírlas de aquél que las dice desde su
corazón.
Nunca digas adiós si todavía quieres tratar.
Nunca te des por vencida(o) si sientes que puedes seguir luchando.
Nunca le digas a una persona que ya no le amas si no puedes dejarla ir.
A aquél que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado.
Y a aquél que tiene el coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.
El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos.
Y no tratarlos de voltear con nuestra propia imagen, porque entonces sólo amaremos el
reflejo de nosotros mismos en ellos.
Espero que encuentres a aquella persona que te haga sonreír. Hay momentos en los que
extrañas a una persona tanto que quieres sacarla de tus sueños y abrazarlos con todas
tus fuerzas.
CON AMOR
La justicia con Amor te hace justo, sin Amor te hace duro.
La amabilidad con Amor te hace amable, sin Amor te hace hipócrita.
La inteligencia con Amor sirve a la razón, sin Amor te hace cruel.
La agudeza con Amor te hace capaz de adquirir la verdad, sin Amor te hace agresivo.
La autoridad con Amor te hace guía y protector, sin Amor te hace déspota.
La amistad con Amor te hace generoso, sin Amor te hace interesado.
El apostolado con Amor te hace servicial, sin Amor te da una excusa para lucirte.
La alegría con Amor te ayuda ver a Dios en todo, sin Amor te hace un bufón.
La libertad con Amor te hace capaz del mayor bien, sin Amor te hace un abusador.
Tus éxitos con Amor te hacen maestro, sin Amor te hacen arrogante.
Ciertamente seremos más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra
vida estará completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un
mejor carro, o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos
retirados. La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es
ahora ¿Cuándo?
Tu vida siempre estará llena de retos, es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas
formas. Alfred De Souza, decía: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a
punto de comenzar –vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo
que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar.
Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que estos obstáculos eran mi
vida”.
En tiempos lejanos, un rey hizo colocar una gran piedra en medio de un camino. Entonces
se escondió y observó para ver si alguien quitaría la enorme roca.
Algunos de los comerciantes más adinerados del reino y muchos de sus cortesanos
pasaron por allí y sencillamente dieron la vuelta alrededor de la piedra. Muchos maldijeron
en voz alta al rey por no mantener limpios los caminos, pero ninguno hizo nada para
quitar el obstáculo. Entonces un campesino pasó llevando sobre sus hombros una carga
de vegetales. Tras acercarse a la piedra, depositó su carga en el suelo y trató de moverla
hacia un lado del camino. Luego de mucho empujar y luchar finalmente tuvo éxito.
Después que el campesino tomó nuevamente su carga de vegetales, notó una cartera en
medio del camino, justo debajo de donde había estado la piedra. La cartera contenía
muchas monedas de oro y una nota del rey indicando que el oro sería para persona que
quitara el obstáculo del camino. El campesino aprendió lo que muchos de nosotros nunca
comprendemos.
Cada obstáculo ofrece una oportunidad para que mejoremos nuestra condición.
Quinta lección importante: Dar, cuando es necesario.
Muchos años atrás, cuando trabajaba como voluntaria en un hospital, llegué a conocer a
una muchachita llamada Liz que sufría una extraña y seria enfermedad. Su única
oportunidad de recuperación parecía ser una transfusión de su hermano de 5 años, quien
había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los
anticuerpos que se necesitaban para combatir el padecimiento. El doctor le explicó la
situación al pequeño hermano, y le preguntó si él estaría dispuesto a darle su sangre a su
hermana.
Lo vi dudar por sólo un instante antes de respirar profundamente diciendo, “Si, yo lo haré
si eso lo salva…” Mientras progresaba la transfusión, él permanecía acostado al lado de
su hermana y sonreía, como sonreíamos todos nosotros al mirar como el color regresaba
a las mejillas de la niña. Entonces su rostro palideció y su sonrisa desapareció. Miro al
doctor y pregunto con una voz temblorosa “¿Comenzaré a morirme enseguida?”
Siendo pequeño, el muchacho había malinterpretado al doctor; él pensó que tendría que
dar a su hermana toda su sangre para poder salvarla.
Como ves, comprensión y actitud, al final significa todo.
Ahora tienes dos opciones:
1.- Puedes guardarte estas enseñanzas para ti mismo; o
2.- Puedes compartirlas con otras personas.
Espero que escojas la opción 2 y que recuerdes:
En un instante, Esther tomó una dura decisión. Ella renunció (forfeited) al partido a
beneficio de su amiga Kay, cuya pierna
debería estar completamente recuperada cuando comenzaran los juegos Olímpicos. Por
su parte, Kay le compró a Esther un pasaje para Sydney, Australia, de manera que
pudiera ver y animar desde las gradas.
“Este fue nuestro sueño, ir a las Olimpiadas” dijo Esther. “¡es tan duro! He llorado por ello”
Pero Esther descubrió algo importante, “Le regalé mi sueño”, dijo, “pero por primera vez,
me siento como una campeona”. Esther Kim obtuvo una victoria mucho más grande que
una peleada cobre las colchonetas. Ganó una victoria del espíritu, que la califica como
una verdadera campeona.
Como señaló el padre de Kay Poe, “Los campeones no son siempre los que ganan las
medallas”, no, a veces se encuentran animando desde las graderías, porque triunfar y
ganar son a menudo victorias obtenidas en los rincones escondidos del corazón. Y
cualquiera de nosotros que luche y obtenga tal victoria conocerá el significado de la
palabra “éxito”
EL MENDIGO
Éramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para
niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando. De repente,
Daniel pegó un grito con ansia y dijo, «Hola amigo!», golpeando la mesa con sus gorditas
manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de
dientes en su encía. Con mucho regocijo él se reía y se retorcía. Yo miré alrededor y vi la
razón de su regocijo.
Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus
pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad y sus dedos se asomaban a
través de lo que fueron unos zapatos. Su camisa estaba sucia y su cabello no había
recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz
tenía tantas venitas que parecía un mapa.
Estábamos un poco lejos de él para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos
comenzaron a menearse para saludar.
“Hola bebito, cómo estás muchachón”; le dijo el hombre a Daniel. Mi esposa y yo nos
miramos, “¿qué hacemos?”.
Daniel continuó riéndose y contestó: «Hola, hola amigo». Todos en el restaurante nos
miraron y luego miraron al pordiosero.
El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y
el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebé.
Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente el estaba
borracho. Mi esposa y yo estábamos avergonzados.
Comimos en silencio; menos Daniel que estaba súper inquieto y mostrando todo su
repertorio al pordiosero, que le contestaba con sus niñadas.
Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar
la cuenta y le dije que nos encontraríamos en el estacionamiento. El viejo se encontraba
muy cerca de la puerta de salida. «Dios mío, ¡ayúdame a salir de aquí!, antes de que este
loco le hable a Daniel». Dije orando, mientras caminaba cerca al hombre. Le di un poco la
espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que él pudiera estar respirando.
Mientras yo hacía esto, Daniel se volvió rápidamente en dirección hacia donde estaba el
viejo y puso sus brazos en posición de “cargarme”. Antes de que yo se lo impidiera,
Daniel se abalanzó desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rápidamente el muy
oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa. Daniel en un acto de total
confianza, amor y sumisión recargó su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre
cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas. Sus viejas y maltratadas
manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la
espalda de Daniel. Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco
tiempo.
Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se meció con Daniel en sus brazos por un
momento, luego abrió sus ojos y me miró directamente a los míos. Me dijo en voz fuerte y
segura: “Usted cuide a este niño”. De alguna manera le contesté: «Así lo haré», con un
inmenso nudo en mi garganta. Él separó a Daniel de su pecho, lentamente, como si
tuviera un dolor. Recibí a mi niño, y el viejo hombre me dijo: “Dios le bendiga, señor.
Usted me ha dado un hermoso regalo».
No puede decir más que un entrecortado “gracias”. Con Daniel en mis brazos caminé
rápidamente hacia el carro. Mi esposo me preguntaba por qué estaba llorando y
sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por qué yo estaba diciendo: “Dios mío, Dios
mío, perdóname.
Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño
que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que
vieron un montón de ropa sucia. Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.
Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: “Estás dispuesto a compartir tu hijo por un
momento?”, cuando Él dio a su hijo por toda la eternidad.
LA ÚLTIMA CENA
Existe una anécdota del gran pintor, escultor e inventor Leonardo Da Vinci, acerca de su
pintura "La última Cena", una de sus obras más copiadas y vendidas en la actualidad.
Tardó 20 años en hacerla debido a que era muy exigente al buscar a las personas que
servirían de modelos. Tuvo problemas en iniciar la pintura porque no encontraba al
modelo para representar a Jesús, quien tenía que reflejar en su rostro pureza, nobleza y
los más bellos sentimientos. Así mismo debía poseer una extraordinaria belleza varonil.
Por fin, encontró a un joven con esas características, fue el primero que pintó.
Después fue localizando a los 11 apóstoles, a quienes pintó juntos, dejando pendiente a
Judas Iscariote, pues no daba con el modelo adecuado. Este debía ser una persona de
edad madura y mostrar en el rostro las huellas de la traición y la avaricia. Por lo que el
cuadro quedó inconcluso por largo tiempo, hasta que le hablaron de un terrible criminal
que habían apresado. Fue a verlo y era exactamente el Judas que el quería para terminar
su obra, por lo que solicitó al alcalde le permitiera al reo que posara para él.
El alcalde conociendo la fama del maestro Da Vinci, aceptó gustoso y llevaron al reo
custodiado por 2 guardias y encadenado al estudio del pintor. Durante todo el tiempo el
reo no dio muestra de emoción alguna de que había sido elegido para modelo,
mostrándose demasiado callado y distante. Al final, Da Vinci, satisfecho del resultado,
llamó al reo y le mostró la obra, cuando el reo la vio, sumamente impresionado, cayó de
rodillas llorando. Da Vinci, extrañado, le preguntó el por que de su actitud, a lo que el
preso respondió: ¿Maestro Da Vinci, es que acaso no me recuerda?" Da Vinci
observándolo le contesta: "No. nunca antes lo había visto". Llorando y pidiendo perdón a
Dios el reo le dijo: "Maestro, yo soy aquel joven que hace 19 años usted escogió para
representar a Jesús en este mismo cuadro"...
LA ÚLTIMA CENA
Un día, por encargo de su abuelita, Adela fue al bosque en busca de setas para la
comida. Encontró unas muy bellas, grandes y de hermosos colores llenó con ellas su
cestillo.
-Mira abuelita -dijo al llegar a casa-, he traído las más hermosas... ¡mira qué bonito es su
color escarlata! Había otras más arrugadas, pero las he dejado.
-Hija mía -repuso la anciana- esas arrugadas son las que yo siempre he recogido. Te has
dejado guiar por las apariencias engañosas y has traído a casa hongos que contienen
veneno. Si los comiéramos, enfermaríamos; quizás algo peor...
Adela comprendió entonces que no debía dejarse guiar por el bello aspecto de las cosas,
que a veces ocultan un mal desconocido.
EL CIEMPIÉS
-Qué complicación (exclamó el Abad viendo caminar a un ciempiés) y qué maravilla: lo
hace tan bien que parece fácil.
De pronto, le vino a la memoria una historieta que había escuchado no sabía dónde:
"El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su
madre:
-Para andar, ¿qué pies debo mover primero: los pares o los impares, los de la derecha o
los de la izquierda, los de delante o lo de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por
qué?
-Cuando quieras andar, hijo mío -le respondió la madre- deja de cavilar y... anda".
LOS CAMPESINOS
Érase una vez, una comunidad en lo alto de un monte. Aquel año, la cosecha: de café fue
excelente y cada familia logró recoger una buena cantidad.
Cuando llegó el tiempo de llevarlo a vender, cada uno de los cincuenta vecinos de la
comunidad, salió por su cuenta a venderlo.
Consiguieron un buen precio en el mercado. Cada uno guardó su plata lo más escondida
que pudo, y después de hacer unas compras, regresaron a sus casas.
En el camino, detrás de unos palos, estaban escondidos tres ladrones, que iban robando
uno a uno a todos los campesinos que regresaban.
Al llegar a su comunidad, el hombre más viejo de aquella comunidad, que estaba sentado
a la puerta de su casa les preguntó:
¿Qué les pasa, compañeros? Esta mañana cuando salieron a vender el café, iban con la
cara sonriente, y ahora, regresan tristes y apaleados.
Uno de los campesinos le respondió:
--Todo marchaba bien. Conseguimos una buena ganancia por el café, pero al regreso,
tres ladrones nos han robado todo lo que cargábamos.
-- ¡Pero cómo es posible, si vosotros sois cincuenta y ellos eran tres! Y le dijeron;
-- Muy sencillo; hermano. Ellos eran tres, pero estaban unidos; nosotros, sin embargo,
somos cincuenta, pero estamos desunidos.
VUESTRA RIQUEZA
El genio tornó forma de mendigo y le dijo a un zapatero:
"hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado, aunque no tengo ni una
sola moneda quisiera pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder caminar".
"¡Yo soy muy pobre y ya estoy cansado de todo el mundo que viene a pedir pero nadie
quiere dar!", contestó el zapatero
Entonces el genio replicó: "Está bien, te podría dar 100 millones, a cambio de tus brazos".
El zapatero le contestó: "¿Para qué quiero yo 100 millones si no voy a poder comer solo,
trabajar, jugar con mis hijos. etc.?.
Entonces el genio le ofreció: "En ese caso, te puedo dar 1000 millones a cambio de tus
ojos".
El zapatero respondió asustado: "¿Para qué me sirven 1000 millones si no voy a poder
ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?".
Entonces, el genio, le dijo: "Ah hermano mío, ya ves que fortuna tienes y no te das
cuenta"
PENSAR EN EL VECINO
El padre del pintor sevillano Javier de Winthuyssen, cuando tenía que pintar la fachada de
su casa, que en Andalucía es costumbre pintarla para la primavera, mandaba al pintor a
casa del vecino de enfrente a preguntarle de qué color quería que la pintara. Decía el
viejecito encantador:
"El es quien ha de verla y disfrutarla; es natural que yo la pinte a su gusto". (Juan Ramón
Jiménez, en "El trabajo gustoso")
EL PRINCIPITO Y EL ZORRO
-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo-le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón -dijo el principito. Pero después de reflexionar agregó
-¿Qué significa domesticar?
-No eres de aquí - dijo el zorro al principito -. ¿Qué buscas?......
-Busco amigas - dijo el principito - ¿Qué significa "domesticar"?
-Es una cosa demasiada olvidada - dijo el zorro- Significa "crear lazos". ¿Crear lazos?
-Sí - dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil
muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un
zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno
del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.....
-Empiezo a comprender - dijo el principito -, Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
-¡Por favor... domestícame!- dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el principito- pero no tengo mucho tiempo. Tengo que
encontrar amigos y conocer muchas cosas. Sólo se conocen las cosas que se domestican
-dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas
a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen
amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame! ....
-El principito se fue nuevamente a ver a las rosas: No sois en absoluto parecidas a mi
rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a
nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero
yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Justamente entonces el cuarto hombre que examinaba los finos colmillos, habló:
"El elefante es como una lanza".
"No, no", gritó el quinto hombre. "Él es como un alto muro", había estado palpando el
costado del elefante. El sexto hombre tenía cogida la trompa del elefante.
"Estáis todos equivocados", dijo. "El elefante es como una serpiente".
"No, no, como una soga",
"Serpiente",
"Un muro",
"Estáis equivocados",
"Estoy en lo cierto".
Los seis hombres se ensalzaron en una interminable discusión durante horas sin ponerse
de acuerdo sobre cómo era el elefante.
Probablemente esta historia te ha hecho sonreír, ya que, ¿Cuál es el problema? ¡Eso es!
Cada hombre podía "ver" en su mente sólo lo que podía sentir con sus manos. Como
resultado cada uno se reafirmaba en que el elefante era como él lo sentía. Ninguno
escuchaba a los demás.
Esos hombres estaban inmersos en un conflicto basado en la percepción (lo que creían
"ver").
Afortunadamente su conflicto no tuvo un final violento. Aunque, desafortunadamente
todavía no saben como son los elefantes.
El conflicto es tan viejo como la historia misma. El ser humano siempre ha intentado
conocer su mundo y comunicarse con los demás. Aunque esto no es fácil ya que no todas
las personas ven los problemas de la misma forma. Si lees este viejo cuento de la india
descubrirás unas de las causas de la falta de entendimiento entre las personas.