Resumen de Oscar Oszlak

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

Resumen de Oscar Oszlak: “Reflexiones sobre la formación del Estado y la

construcción de la Sociedad Argentina” o “ La formación del estado Argentino”


capítulo III. (Texto 3º cátedra Sanchez – ICSE – CBC)

? Nación y Estado:

• Los fundadores del estado argentino no buscaban formar una unidad política más
fuerte, sino evitar la disgregación existente y producir una transición estable del orden
colonial a un estado nacional. El problema de centralizar era que Bs. As. no podía
controlar todo el territorio del ex virreinato.

• El caudillismo asumió la representación del pueblo, el cual (luego del proceso


colonial) desconocía la práctica democrática.

• El aislamiento y el localismo de las provincias en condiciones de precariedad


institucional, magros recursos y población escasa, impidieron el total fraccionamiento
de las provincias en estados soberanos, y sobre todo por la vinculación del circuito
económico que tenía por eje al puerto de Bs. As., siendo factor del comercio exterior
que produjo una dependencia del mercado interno.

? Orden y Progreso:

• La idea de progreso implicaba regularizar el sistema productivo y económico del


mercado interno para satisfacer al mercado internacional, por lo que hacía falta más
población (mano de obra) y transporte de las mercancías (trenes hacia la aduana de Bs.
As.). A partir de la caída de Rosas y el comienzo de la 2ª revolución industrial, la
economía de exportación de materias primas creció considerablemente. Solo a partir de
una economía de mercado de exportación que pudiera desarrollar la productividad del
mercado nacional se pueden consolidar las perspectivas para la formación de un estado
nacional.

• El “orden” era la condición que posibilitaría el progreso, por lo que era necesario
imponer una nueva forma de organización social en todo el territorio en conformidad
con el nuevo sistema de producción, sus relaciones y fuerzas productivas. El orden
posibilitaría el progreso, y este a la economía, por lo que el orden excluiría a todos
aquellos elementos que pudieran obstaculizar el progreso, fueran indios o montoneras.

? Dominium:

• El triunfo de Bs. As. sobre Pavón confirmó la hegemonía de este sobre el resto del
territorio, por lo que el gobierno surgido (Mitre) desplegó un amplio abanico de
actividades (medidas coercitivas sobre todo, aunque con excepción de Entre Ríos) que
fueron afianzando el dominio institucional del estado, siendo que las nuevas
instituciones nacionales se constituyeron como un proceso de expropiación social que
convertía los intereses comunes en interés general (estos estaban reservados a los
gobiernos locales), proceder esta expropiación implica convertir lo “local-privado” en
“nacional-público”, creando la posibilidad de concentrar el poder y proporcionando
recursos propios al estado nacional. El proceso de expropiación también comprendió los
bienes de la iglesia y las tierras indígenas. Las instancias que cedían terreno y se
subordinaban a las nuevas modalidades de institucionalización permitieron comprobar
la legitimidad del nuevo estado nacional.

? Penetración estatal:

• Así como la coerción era una condición necesaria para el monopolio de la violencia y
el control territorial, la creación de bases consensúales de dominación era una condición
necesaria para la estatidad. El consenso además de una alianza política estable requería
una presencia material e ideológica que afianzara los vínculos de nacionalidad.
(coerción = control y dominio / consenso = estatidad).

• La penetración estatal comprende [1] una modalidad represiva [coercitiva] (fuerza


territorial unificada y distribuida territorialmente para mantener el orden), [2] una
cooptativa (la captación recíproca de prestaciones y apoyos de los sectores dominantes a
través de alianzas y coaliciones), [3] una material (la distribución de obras, servicios y
regulaciones indispensables para el progreso económico interno), y [4] una ideológica
(la difusión de valores y símbolos nacionales patrios para legitimar el sistema
establecido). De todas estas modalidades, la represiva era la principal forma de
penetración. Las demás modalidades se diferencian de la coerción por poseer
contraprestaciones (beneficios) consolidando intereses en común (sobre todo en el
interés material); siendo que la modalidad cooptativa se relaciona al poder, la material al
interés y la ideológica a la convicción, contribuyendo en conjunto al consenso.

• La penetración material constituyó una modalidad de control social basada en


diferentes factores de la producción y regulando sus relaciones. La penetración
cooptativa hizo que el estado ganara aliados entre fracciones burguesas del interior a
través de promesas o concesiones de beneficios de incorporarlos a la coalición
dominante (designación de subsidios o cargos públicos fueron algunos mecanismos
empleados) [La represión federal en las provincias era un mecanismo represivo antes
que cooptativo para ganar adhesiones]. La penetración ideológica se basó en la acción
del estado en instituir pautas educacionales congruentes con el nuevo esquema de
organización social, como sacralizar a la justicia y el imperio de la ley, revistiendo la
represión o los intereses individuales como legítimos, junto a la dominación
hegemónica de un poder central. Esta modalidad también incluía desarrollar un discurso
político que justificara el funcionamiento de una democracia restrictiva, contradictoria
con el liberalismo impuesto en las relaciones de producción, y todas las creencias,
valores y normas de conducta coherentes con un nuevo patrón de relaciones sociales y
un nuevo esquema de dominación.

• Cada una de estas formas de penetración se expresaron a través de instituciones


(normas y organizaciones burocráticas que regularían y ejecutarían las actividades
contempladas en los distintos ámbitos operativos).

? Resistencias:

• El estado se encontraba con una “autonomía relativa”, ya que los sectores dominantes
del interior eran indiferentes u hostiles a la organización de un estado nacional; la
disputa por la hegemonía del gobierno central se disputaría entre la Confederación
Argentina y Buenos Aires, pero ni la colisión de todas las provincias lograría imponerse
al orden de esta. El triunfo de Bs. As. incrementaría el conflicto de determinados grupos
(como los indígenas o los caudillos) que venían resistiendo desde mucho antes.

• La gran concentración de la propiedad fundaría, la ausencia de un extendido sector


campesino, el poder ejercido por los grandes propietarios y la temprana inserción del
país en el mercado mundial con las agroexportaciones (que convirtieron los impuestos
sobre la aduana en la principal fuente de ingresos del estado) permitieron reducir la
presión tributaria sobre el capital interno y los sectores populares. El pueblo,
disgregado, analfabeto, férreamente dominado como productor y guerrero,
sistemáticamente privado de derechos cívicos, no se alzó. Sirvió más bien como
instrumento (apasionado o indiferente de jefes ocasionales).

? Estado y clases:

• Hay dos aspectos diferentes pero íntimamente relacionados: (1) la composición y


transformación de la clase dominante, y (2) el papel del estado en la estructuración de
clases sociales.

• El valor militar es el valor que más rápidamente abre acceso a la clase política o
dominante.

• Los comerciantes criollos tuvieron un papel destacable (como comerciantes de


materias primas, saladeristas, laneros, etc.) cuyo poder económico llevó a que
asumieran una influencia protagónica en la escena política local y nacional; pero
tampoco es desdeñable la influencia de hacendados e intelectuales (o “elite letrada”),
aunque su influencia crecería en las décadas siguientes.
• El centro de la escena política fue ocupado por diversas facciones de una burguesía en
formación, implantada fundamentalmente en las actividades mercantiles y
agroexportadoras que conformaban la todavía rústica pero pujante economía
bonaerense.

• En el papel del estado, mediante el disciplinamiento y capacitación de la fuerza de


trabajo (la institucionalización del aparato jurídico para la regulación de las relaciones
civiles y comerciales, la promoción de la educación gratuita y obligatoria, el
emprendimiento de obras de infraestructura, etc.), se elevó las calificaciones técnico-
profesionales de diversos estratos de la clase asalariada (obreros industriales y de la
construcción, empleados, funcionarios públicos, etc.).

Oszlak – reflexiones sobre la formación del Estado y la


construcción de la sociedad argentina

El autor pretende analizar el proceso de formación del Estado


nacional argentino, es decir, el mismo proceso que ya se viene
analizando con Ansaldi y Chiaramonte, que se puede decir que
culmina en 1880 con la federalización de la ciudad de Buenos Aires.

Según Oszlak, la conformación de un Estado es parte


constitutiva de la construcción social, de la constitución de un orden
cuya especificidad depende de muchas circunstancias históricas como
el desarrollo de las fuerzas productivas, las relaciones de producción,
los recursos naturales disponibles, la estructura de clases que estos
definen y la relación de esa sociedad con el exterior. La conformación
del Estado es el aspecto político, la instancia de organización del
poder y del ejercicio de la dominación política. Se materializa en la
construcción de una serie de instituciones que permiten legitimar esa
dominación.

El Estado tiene una serie de potestades o capacidades:


1.       Externalizar su poder, es decir, ser reconocido como soberano por
otros Estados
2.       Monopolio de los medios de coerción
3.       Crear instituciones públicas para extraer recursos de forma estable de
la sociedad civil
4.       Capacidad de crear símbolos y una identidad colectiva, lo cual
permite el control ideológico.
Para el autor, la constitución de un Estado Nacional es el producto
de una lucha entre modelos de marco institucional, ideas sobre el
orden político que se cree adecuado para organizar la vida social. De
esto se deduce que no existe una identidad colectiva, una sociedad
civil con carácter de sociedad nacional, que precede y conforma el
Estado sino más bien que ambos se constituyen y determinan
mutuamente. La Nación no precede al Estado Nacional.

Esto es lo que le permite afirmar a Oszlak que como el Estado no


fue un resultado inmediato de la revolución emancipadora,
tampoco lo fue la Nación. Al igual que Ansaldi y Chiaramonte,
describe las innumerables tensiones y luchas entre los proyectos del
Interior y de Buenos Aires, entre los diferentes proyectos de Estado
que ambos bloques tenían, lo cual permite dar cuenta de la ausencia de
una identidad común, de la conciencia de un origen, que permitiera la
unidad nacional y, con ello, la unidad política. Diferencias de origen,
de idioma; diversas formas de producción y distintos niveles de
ingresos; diversas formas de gobierno autónomo, pero no lo
suficientemente fuertes como para encarar un Estado nacional propio.
Cada una de las características de ambos bloques parecía imaginar una
irremediable ruptura en pequeñas unidades políticas. “Buenos Aires
aspiro desde el mismo momento de la Revolución de Mayo a construir
un Estado unificado bajo su hegemonía. Si otros intentos separatistas
no prosperaron se debió, especialmente, a la enorme diferencia de
fuerzas entre la provincia porteña y cualquier otra coalición de
provincias o proyectos de estado alternativos. La Confederación
Argentina, constituida luego de la caída de Rosas sin adhesión de
Buenos Aires, no fue una excepción e ilustra el caso limite: la
coalición de todas las provincias no consiguió imponerse a Buenos
Aires.” Las provincias terminaron cediendo ante el poder creciente de
Buenos Aires debido a que se dieron cuenta que era la única manera
de no caer en la ruina y en el aislamiento. La conformación de un
Estado Nacional “…resultaba siempre más atractiva y conveniente
que el horizonte de miseria y atraso que la gran mayoría de las
provincias podía avizorar de persistir el arreglo institucional
vigente”. Si termina prevaleciendo la posición de Buenos Aires es por
su poder y su hegemonía en contraste con la débil posición del resto
de las provincias, las cuales entendieron que la única manera de
“progresar” era ingresando al circuito económico que controlaba
Buenos Aires a través del puerto.

De esto se deduce la afirmación clave que realiza Oszlak: la


posibilidad de la unidad nacional se da recién cuando aparecen las
condiciones materiales para la formación de una economía de
mercado, de la que las provincias no querían (o podían) quedar
aisladas y de la que Buenos Aires gozaba el monopolio. La
necesidad de consolidar un mercado interno para participar del
mercado internacional fue la clave para que se llegara finalmente a la
construcción de un Estado Nacional. El estado de las cosas antes de
1862, derivado de cincuenta años de guerra civil y de tensión, no
permitía el desarrollo de las fuerzas productivas necesario para que la
región se integre a la nueva división del trabajo internacional. Las
nuevas exigencias de ese mercado, luego de la segunda revolución
industrial, comenzaron a movilizar intereses y dieron el impulso final
para que los que los ideólogos de la emancipación finalmente
encararan la constitución de una unidad política-económica nacional.

El aislamiento de los mercados regionales, el atraso en los medios


de comunicación, la escasez de población, la inexistencia de una
unidad monetaria y la consecuente anarquía en los medios de pago, la
inestabilidad financiera y, sobre todo, la falta de garantías sobre la
propiedad desalentaban completamente la iniciativa privada, aislando
a la región del “progreso” que recomendaba el renovado sistema
productivo mundial. Esta situación requería de la imposición de un
nuevo marco de organización social que permitiera el desarrollo
de las fuerzas productivas según las exigencias de ese sistema, que
le permitiera a la región integrarse al mercado internacional. Ello
solo podía ser posible si se unificaban las diferentes autonomías bajo
un Estado Nacional, la instancia articuladora de la sociedad civil que
en las nuevas condiciones históricas parecía la única viable. Resuelto
el problema del orden, el camino al progreso sería posible. Esto
permitiría obtener la confianza del capital extranjero para invertir en el
país y permitiría la llegada de inmigrantes, factores sin los cuales ese
progreso parecía imposible.

El gobierno surgido de la batalla de Pavón, en 1861, comenzara


poco a poco a afianzar el dominio institucional del Estado. Esto
supuso reclamar como propias funciones que antes llevaban adelante
los gobiernos provinciales o, de hecho, otras instituciones
tradicionales: emisión de moneda, administración de justicia,
nacionalización de la banca, recaudación de impuestos, organización
de un ejército, educación, registro de nacimientos y hasta concreción
del matrimonio (reservados tradicionalmente a la iglesia). De esa
manera se aseguraba que era el Estado el que imponía las pautas de
integración (dominación política pero también simbólica) y de ese
orden necesario para el progreso. Además, el mismo desarrollo de las
fuerzas productivas y de la sociedad fue imponiendo nuevas
necesidades de regulación y de servicios que el Estado nacional
comenzó a tomar a su cargo: desarrollo de medios de comunicación,
formación de profesionales, incentivo a la inmigración, etc.

Sin embargo, Oszlak asegura que esta nueva forma de organización


social y de ejercicio del poder venía a alterar formas tradicionales de
vida, el orden anterior establecido, lo cual dejaba muy en claro que la
“simple” centralización del poder y de los recursos no era suficiente
para conformar la unidad nacional necesaria (es decir, generar la
adhesión de las provincias y eliminar los focos de tensión). Según el
autor, la centralización del poder llevada adelante por el nuevo
Estado solo pudo ser exitosa cuando tuvo éxito la descentralización
del control, es decir, cuando logró construir el consenso necesario
entre las provincias para ejercer su dominación, cuando logró tener
una penetración profunda en la sociedad como presencia institucional
permanente que legitimaba su poder.  Para ello, tuvo que tener una
penetración represiva, cooptativa, material e ideológica. De esto se
deduce que la constitución del Estado nacional argentino no fue un
proceso lineal, sin conflictos y en total armonía, como lo muestran las
cinco décadas de guerra civil desde la ruptura colonial, sino que
estuvo signado por esas tradicionales tensiones entre los intereses
de las provincias y los de buenos aires, entre las pretensiones de
las clases dominantes de uno y otro sector, que se fueron
constituyendo como tales y se fueron transformando en ese mismo
proceso de formación del Estado nacional. Estas, que no eran las
mismas que las que llevaron adelante las guerras de independencia,
constituyeron en 1862 una alianza política que lideró el proceso de
organización nacional y estatal, compuesta por actores de diversas
regiones, clases, actividades, que hacen difícil su simple descripción.
Estaba compuesta por diferentes fracciones de la naciente burguesía,
tanto de Buenos Aires como del resto de las provincias, intelectuales,
militares (claves en el proceso independentista), cuyos intereses
comenzaban a alinearse con el desarrollo de las fuerzas productivas y
del crecimiento acelerado de la participación en el mercado
internacional. Al igual que Ansaldi, afirma que la clase dominante, al
estar integrada por sectores tan variados, distaba de ser
homogénea y fuerte. Ambos concuerdan en el papel fundamental del
Estado como articulador de esa clase dominante.

También podría gustarte