La Eclesiologia Paulina
La Eclesiologia Paulina
La Eclesiologia Paulina
LA ECLESIOLOGIA PAULINA
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INTRODUCCIÓN.
El propósito de este trabajo es profundizar en el tema de la Eclesiología paulina, en ese sentido,
de todos los escritores inspirados del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo es el que más veces
habla de la Iglesia. Él que ha indagado con mayor profundidad en su misterioso ser y el que
nos ha dejado una doctrina eclesiológica más rica. El ejercicio de ahondar en el misterio de la
Iglesia empieza ya en el momento de su conversión, cuando oyó del mismo Jesús, que se le
aparece resucitado en el camino de Damasco, la misteriosa identidad entre Cristo y los
cristianos: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9, 4).
El Apóstol enfatiza con gran energía la unidad de este cuerpo: “Porque, así como el cuerpo es
uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un
solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, tantos
siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y
todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1 Co 12, 12-13). Esta unión es realizada y mantenida
por la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo: “Puesto que el pan es uno, somos los
muchos un solo cuerpo, porque todos participamos de un solo pan” (1 Co 10, 17).
Nuestro trabajo partirá en un primer capítulo sobre la definición del termino Iglesia en San
Pablo, seguidamente se abordará en un segundo apartado la aproximación a la eclesiología en
la 1 Cor. 12 así como también tomando en consideración la comunidad de Éfeso; en la
penúltima parte se tratará sobre los Ministerios en la Iglesia, cerrando la temática en relación
con otros ministerios.
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LA ECLESIOLOGÍA PAULINA.
1. La Eclesiología Paulina.
Son abundantes los aportes donde Pablo designa, pues, a los grupos cristianos o incluso a
las comunidades locales y al grupo cristiano en su conjunto (1 Cor 15,9; Gál. 1,13; Flp. 3,6).
En sus cartas se encuentra varias veces el sintagma Iglesia de Dios: 1 Cor 1,2; 10,32; 11,22;
15,9; 2 Cor 1,1; Gál. 1,13; 1 Tim 3,5.15; Iglesias de Dios: 1 Cor 11,16; 1 Tes. 2,14; 2 Tes. 1,4,
pero solamente una vez “Iglesias de Cristo» (Rom 16,16). No deberíamos contraponer los dos
significados, como si algunas comunidades fueran «Iglesias de Dios” y otras «Iglesias de
Cristo», ya que, desde su primera carta, Pablo une las dos: “Pablo, Silvano y Timoteo a la
Iglesia de los tesalonicenses que está en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Tal cual, los dos
sintagmas son neotestamentarios, ya que incluso ekklêsia theou no se encuentra más que una
vez en el AT, que por el contrario utiliza varias veces ekklêsia kyriou.
Pero, a pesar de lo que se diga, ninguno de los dos sintagmas tiene carácter escatológico.
Evidentemente, es ser en Cristo lo que constituye la especificidad de cada ekklêsia o comunidad
cristiana, pero, como muestra el repaso de las expresiones que contienen ekklêsia, esta
especificidad no se subraya principalmente con un sintagma, ya que el determinante “de Cristo”
o “en Cristo” no se usa más que dos veces. Asimismo, ninguna de las citas en los que aparece
el sustantivo ekklêsia refleja una polémica contra la comunidad de Jerusalén.
Sin embargo, podemos cuestionarnos por qué Pablo no empieza todas sus cartas
dirigiéndose a una o varias ekklêsiai: a la Iglesia: 1 Cor 1,2; 2 Cor 1,1; 1 Tes 1,1; 2 Tes. 1,1. a
las Iglesias: Gál. 1,2. a los santos: Rm. 1,7; Ef. 1,1; Flp. 1,1; Col 1,2. Estas diferencias de las
cartas no significan que algunas comunidades tuvieran una estructura eclesial y otras no. En
efecto, en Rom 16,1 y 4 se mencionan las Iglesias o comunidades que se reúnen en la casa de
1
Aletti, J. Eclesiología de las cartas de san Pablo. Ed. Verbo Divino. Navarra. 2010. Pág. 25.
4
uno de sus miembros; Flp. 4,5 también da a entender claramente que la comunidad de Filipos
es una Iglesia; en cuanto a Col y Ef. si no están dirigidas a las Iglesias de Colosas o de Éfeso
es porque se interesan menos por Iglesias locales que por la Iglesia entera. Así pues, si Pablo
considera que todas las comunidades locales son ekklêsiai, el trabajo del intérprete consistirá
más bien en preguntarse cuáles son los rasgos esenciales y constitutivos de una Iglesia; dicho
de otra manera, lo que hace que una Iglesia pueda ser llamada así verdaderamente.
A diferencia de los términos geográficos, con ayuda de los cuales se designaba con frecuencia
a los grupos, éste tiene una connotación social y colectiva, la de un grupo «en asamblea». la
elección de ekklêsia tou theou provendría más bien del grupo helenístico de la comunidad de
Jerusalén, que habría querido tomar sus distancias con relación a la Sinagoga.2
Algunos teólogos tienen diversas perspectivas respecto al termino Εκκλησία: Según Schrage,
“ekklêsia fue promovido y asumido para designar al grupo de los discípulos de Jesucristo por
los helenistas”.3 Así pues, la elección de ekklêsia tendría motivos histórico-salvíficos no para
mantener el contacto con Israel y el judaísmo, sino más bien para manifestar una separación.
K. Berger niega también que el vocablo ekklêsia provenga del AT. Para él, la Iglesia, la ekklêsia
cristiana, es comparable a la del helenismo (profano, aunque también judío), pero con esta
diferencia esencial: que la ekklêsia cristiana denota el ser en Cristo Jesús. El término no designa
sólo a las reuniones o las asambleas (cf. 1 Cor 14,4.5.12, etc.), sino también, aunque más
tardíamente, a cada comunidad.
2
Ibídem, Pág. 36.
3
Ibídem, Pág. 37.
5
1.3 Plenitud. (πληρωμα)
Existen en el N.T algunos pasajes en los que se habla de la plenitud de Cristo, surge también
la palabra pleroma, cuyo significado no es fácil de determinar de un modo inequívoco: en Rom.
11,12.25, es por ej., el todo, la totalidad, en Rom. 13,10, se refiere a la plenitud de un modo
activo.
Según Col. 2,9 en Cristo habita la plenitud total de la divinidad, esta plenitud está referida
totalmente a la cruz la muerte y la resurrección por eso los creyentes están llenos de él, ya que,
mediante la fe, su cruz, su muerte y reconciliación. Los creyentes participan de esta plenitud,
Ef. 3,19 nos muestra que este hecho de la historia de la salvación, no excluye su propia
colaboración a la plenitud; el conocimiento del amor de Cristo nos ayudará a penetrar cada vez
más en la riqueza de esta plenitud. Este conocimiento no es aquí, inmediatamente evidente,
tiene un supuesto, la construcción de la comunidad en cuanto Cuerpo de Cristo, a través del -
servicio, debe de llevar a realizar la unidad de la fe, y con ello el conocimiento del Hijo de
Dios.
La Iglesia, en relación a Cristo, es de condición subordinada (Ef. 4, 15). Cristo, por ser cabeza
y principio, es como el motor interno de todo el cuerpo, pero, al mismo tiempo, el cuerpo
completa y perfecciona lo que es la cabeza. Por eso san Pablo afirma que Cristo es la «plenitud»
(pléroma) de la Iglesia y del cosmos (cfr. Col 1, 19; Ef. 3, 19; 4, 10) y la Iglesia es el pléroma
de Cristo (Ef. 1, 23).
Aparece 90 veces en el Corpus Paulinum; 70 veces en las «Grandes Epístolas», 20 veces en las
de la Cautividad; no aparece en las Pastorales, y aparece 5 veces en Hb. 66 veces indica el
cuerpo humano y 15 veces, el Cuerpo Místico de Cristo. Es la palabra más común para indicar
la corporeidad humana, sin otra connotación (Rm. 4, 19; 1 Co 13, 3). A veces es sinónimo de
carne (1 Co 5, 3; Rm 6, 12 con Ga 5, 16; 1 Co 15, 27 con 15, 39; etc.), con independencia de
la idea negativa que tiene la palabra «carne», pero sí con un matiz de debilidad moral, de algo
sometido a la concupiscencia.
De todos modos, en la mayoría de los casos indica simplemente el ser humano en su condición
real: lo demuestra el hecho de que la Septuaginta traduce a veces nephesh por soma. Véase en
este sentido Rm. 1, 24; 12, 1; 1 Co 6, 19-20; 2 Ca 4, 10-12; etc. Puesto que, sin embargo, en
los LXX su correspondiente hebreo ordinario es basar, tiene a veces un matiz de debilidad, de
6
contingencia, de corruptibilidad (cfr. Rm. 6, 12; 8, 13). Más notables son los textos en que se
habla del «cuerpo del pecado», del «cuerpo de muerte», del «cuerpo de carne», subrayando
cómo en el cuerpo humano está encerrado un principio de muerte y de mal moral.
De todos modos, no hay que olvidar que ni la palabra soma ni el concepto de cuerpo humano
encierran en sí y por sí solos este significado negativo. En otras palabras, el cuerpo humano no
es malo en sí, sino que, habiendo sido creado por Dios como algo bueno, se ha vuelto después
fuente de debilidad moral, un principio de pecado, la sede de las pasiones y concupiscencias.
Por último, un uso peculiar en san Pablo es el de «Cuerpo de Cristo», empleado no en sentido
metafórico, sino real: cfr. Rm. 12, 5; 1 Co 12, 27.
Las cartas a los corintios hablan acerca de la eclesiología, debido a que dicha comunidad
tenía mayor necesidad de escuchar o volver a escuchar los fundamentos sobre el tema.
Habiendo sido informado Pablo, por los de Cloe, de los litigios o discordias existentes entre
los corintios a propósito de los apóstoles, Pablo no responde inmediatamente, diciendo que los
apóstoles no son más que servidores del Evangelio y que lo importante es la comunidad, sino
que empieza recordando el cambio de valores provocado por la cruz, para indicar a sus
destinatarios que están vinculados a los valores del mundo y aún no han entrado en los del
Evangelio, absolutamente opuestos a los primeros. San Pablo para hablar de la realidad de la
Iglesia remite al acontecimiento decisivo de la cruz y subraya sobre todo que las cuestiones
eclesiológicas encuentran su respuesta primera en la cristología.
San Pablo habla de la realidad bautismal, como presupuesto para la formación de la Iglesia:
“El bautismo constituye simbólicamente la comunidad de los creyentes que, muertos con
Cristo, han nacido a una vida nueva (Rm 6, 1-14), han recibido el don del Espíritu (Ga 4, 6-7)
y forman una unidad donde ya no hay judío, ni griego, ni esclavo, ni hombre libre, donde ya
no hay varón y mujer”4. Por lo que se puede afirmar que el Evangelio que confiere una
identidad nueva al sujeto individual como persona, funda también un nuevo tipo de sociedad
humana.
4
MARGUERAT, D., “Introducción al Nuevo Testamento”. Su historia, su escritura, su teología, Ed. Descleé
Brouwer, Bilbao, España, 2008, p. 209.
7
El bautismo define, en efecto, un espacio social caracterizado por el reconocimiento mutuo
de sus miembros independientemente de sus cualidades, de sus pertenencias o de sus lealtades.
Este reconocimiento mutuo implica tanto la apertura universalista de la Iglesia como el
pluralismo, que es la forma de la unidad.
La carta a los Efesios pertenece a una de las cartas deuteropaulinas, que tiene estrecha
relación con la carta a los Colosenses, pues ésta afirma, que Cristo es cabeza de la Iglesia, que
es su cuerpo y por su parte la carta a los Efesios desarrolla ésta temática, por ello de todas las
cartas ésta última tiene un lugar preponderante en lo que respecta a la eclesiología5.
5
Cf. IBID, p. 289.
8
oposición demasiado drástica entre el eclesiocentrismo de Ef y el cristocentrismo de las cartas
proto-paulinas: Ef defiende también la primacía cristológica con respecto a la eclesiología.
Otra interpretación acentúa el hecho de que es en la Iglesia donde los paganos, en otro
tiempo sin esperanza y sin Dios (2,12), han sido reconciliados con Dios. Según esta segunda
lectura, la Iglesia sería una nueva entidad con respecto al paganismo y a Israel, como parece
sugerir la metáfora del hombre nuevo.
Para describir la relación Cristo-Iglesia, la metáfora del cuerpo es predominante en las cartas
deuteropaulinas. A continuación, se presentan los versículos en que los términos cabeza y
cuerpo tienen una connotación eclesiológica en la carta a los Colosenses:
6
ALETTI, J.N., Op. Cit. pág. 121.
9
«Ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros y completo en mi cuerpo
lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia». (Col 1,24)
Con este enunciado empieza la primera parte del cuerpo de la carta, donde Pablo anuncia
que sus sufrimientos, lejos de ser inútiles o de desacreditar su ministerio, por el contrario,
forman parte y están también ordenados a la manifestación del mystêrion.
Lo que Pablo debe llevar a término, es su propio itinerario, al que llama «tribulaciones de
Cristo en mi carne», sus tribulaciones de apóstol, que reproducen las de Cristo, en su manera
de vivir y de sufrir por y para el anuncio del Evangelio y para la Iglesia. Incluso es imposible
que las «tribulaciones» del v. 24 aludan a la muerte de Cristo, ya que nunca en las proto paulinas
y las deuteropaulinas esta palabra designa los sufrimientos redentores de Cristo.
El sufrimiento de Pablo es «por la Iglesia». El «por vosotros» no deja de recordar todos los
pasajes donde se dice que Cristo sufrió, murió «por nosotros». Pero el apóstol no trata de decir
que él añade algo a la obra mediadora y salvífica de Cristo, puesto que toda la carta recuerda a
los colosenses que no hay más que un solo mediador y que ellos están ya plenamente llenos en
él.
Aquí, como en Col 1,18, ekklêsia no designa en primer lugar a las comunidades creyentes
de una región o de una ciudad, sino al conjunto de los creyentes diseminados por todo el mundo,
10
de los que Pablo dice que forman el cuerpo de Cristo: a partir de ese momento, la Iglesia es
percibida ante todo como una realidad universal.7
«Esos tales deberían mantenerse unidos a la Cabeza, de la cual todo el cuerpo, por medio
de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión para ir creciendo conforme al designio
de Dios». (Col 2,19)
Una vez dadas las razones por las cuales los creyentes no han de vincularse más que a Cristo
(v. 9-15), Pablo indica los puntos concretos en los que deben resistir a los especiosos discursos
de aquellos que les proponen prácticas ascéticas que apuntan a la humillación de la carne para
obtener visiones y conocimientos superiores, pero que llegan en realidad a lo contrario de lo
esperado, a saber, al orgullo y al desprecio de los otros creyentes, y no se vinculan al único que
puede hacer crecer a la Iglesia (v. 19). Por el contrario, lo que se debe favorecer es el
crecimiento armónico del cuerpo eclesial por la única supremacía de Cristo.
Aquí se ofrece un criterio de discernimiento: un discurso que viene a separar a los creyentes
de Cristo, a minar la unidad de la Iglesia y su crecimiento, es mortífero, sean cuales sean sus
apariencias y la nobleza de sus argumentos. Porque no estar en Cristo, que es la cabeza,
equivale en realidad a separarse del cuerpo y de su vida.
Dicho esto, en Col 2,19 Pablo habría podido omitir perfectamente el sustantivo kephalê y
simplemente declarar que los adeptos de la philosophia no se vinculan a Cristo, el único de
quien el cuerpo eclesial obtiene su crecimiento. Al añadir el sustantivo kephalê relaciona
explícitamente y hace que funcionen juntas las dos metáforas. Por tanto, importa poco que
hayan sido originalmente independientes: sólo cuenta el gesto que las reúne y del que hay que
determinar su efecto de sentido. Y se diga lo que se diga, para un miembro del cuerpo eclesial,
no estar vinculado a la cabeza significa simplemente languidecer.
7
IBID., Pág. 126
11
3. La relación exclusiva que vincula a la Iglesia con Cristo; porque, por Cristo-cabeza
y sólo por él, la Iglesia/cuerpo puede crecer como Dios quiere e ir a él. 8
No obstante, el carácter lacónico del versículo, se ofrece a la lectura una eclesiología cada
vez más cristologizada.
«Que la paz de Cristo habite en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados,
formando un solo cuerpo. Y sed agradecidos». (Col 3,15)
Al Igual que Col 3,9b-11, este versículo pertenece a la parte final del cuerpo de la carta,
donde Pablo invita a los creyentes a vivir en conformidad con el Evangelio. La dispositio en
ABA, presentada antes a propósito de Col 3,9b-11, muestra perfectamente que Col 3,15 se
encuentra en las exhortaciones, todas positivas, a vivir eclesialmente la novedad en Cristo:
La sintaxis del conjunto no permite inferir que la paz del v. 15 sea el resultado de los
comportamientos anteriores (compasión, benevolencia, humildad, etc.). Pero el enunciado
indica que la pertenencia al cuerpo eclesial debe llevar a la paz. La relación entre unidad del
cuerpo y paz es así perfectamente puesta de relieve.
La paz a la cual los cristianos han sido llamados no es el fruto de sus esfuerzos, sino un don
que les viene de Cristo y actúa para la unidad del cuerpo eclesial. El cuerpo eclesial verá crecer
su unidad al dejar que la paz de Cristo domine, controle; dicho de otra manera, reine en su seno.
8
ALETTI, J.N., Op. cit, Pág. 128.
12
En resumen, para Col 3,15, la Iglesia no asegura ni su unidad ni su crecimiento, sino que los
recibe de Cristo, cabeza suya, y solamente debe dejarles que crezcan y dominen en ella.9
Al presentar a Cristo como cabeza de la Iglesia, Col ha querido responder a una situación
eclesial precisa, la de un riesgo de cristianismo en dos niveles, donde los perfectos tendrían
acceso a conocimientos superiores por medio de prácticas ascéticas. Gracias a la metáfora de
Cristo/cabeza, el Pablo de Col puede mostrar que Cristo es el único que puede alimentar a su
Iglesia y dar a todos la misma dignidad, la de ser miembros de su cuerpo. La doble metáfora
cabeza/cuerpo se convierte así en un concepto gracias al cual el autor de Col ha podido ayudar
al grupo eclesial a comprender y reconocer que Cristo le basta.
Para algunos exegetas de san Pablo en Rom 9,25 muestran claramente que el apóstol ve en
el grupo cristiano, compuesto por judíos y no judíos, el (verdadero, nuevo) pueblo de Dios,
depositario de las promesas y bendiciones escatológicas.
Los cristianos a los que Pablo se dirige no son judíos; sin embargo, declara que son hijos
de Dios, herederos, descendientes de Abrahán, hermanos, justos y santos. Del hecho de que
Pablo les atribuya los mismos privilegios que a los israelitas se pueden deducir ciertas
conclusiones que se apoyan en algunas afirmaciones del apóstol: 1) son miembros del pueblo
de Dios, que, a partir de ahora, incluye a no circuncisos; 2) y este grupo, formado por discípulos
9
ALETTI, J.N., Op. cit, Pág. 133.
13
de Cristo de origen judío y no judío, es el (verdadero, nuevo) pueblo de Dios. Algunos
versículos, como 2 Cor 6,16 y Rom 9,25, parecen confirmar estas conclusiones.10
Pablo ya no podía utilizar las palabras que denotan la misma ascendencia étnica y la
agrupación que proviene de ella, como génesis, syggeneia, phylê o incluso patria. Ninguna de
estas palabras podía servir de modelo o de illustrans, porque no eliminaban ni las desigualdades
sociales ni la procedencia étnica, cosa que las proto paulinas rechazan precisamente para y en
la Iglesia (1 Cor 7,19; 12,13; Gál 3,28).
Dicho esto, aunque falta un término designativo, para Pablo la realidad eclesial es no
obstante familiar, en el sentido fuerte (todos han recibido el mismo Espíritu de filiación, son
hermanos, herederos, y pueden dirigirse a Dios diciéndole Abbá). La eclesiología de las proto
paulinas, sobre todo la de Gál y Rom, es eminentemente familiar.11
10
ALETTI, J.N., Op. cit, Pág. 89.
11
ALETTI, J.N., Op. cit, Pág. 133.
14
6. Definición de Iglesia con metáforas por san Pablo
Al hablar de Pablo, es menester recalcar lo profundo que es Pablo al dar detalles de la noción
de Iglesia por ejemplo en la carta a los a los Corintios (1Cor 12,12-31) y por consiguiente
(Rom 12,4-8). Pablo a menudo usa imágenes que en relación al cuerpo la cual fue difundida en
la antigüedad, como lo narra 1Cor 6,16-21), habla del cuerpo y sus distintas funciones y de
cómo colaboran todos los miembros. Por otra parte el Espíritu es que constituye la unidad de
este cuerpo en relación a una comunidad que trasciende hasta la vida eterna y de manera
especial en el bautismo que una a los fieles a Cristo (1Cor 6,10-11; 11,13), y así forman un
solo cuerpo.12
Dios llena enteramente a Cristo, este por tanto a la Iglesia de fuerza del espíritu y vida divina.
En este caso la Iglesia es como una fuerza, la cual asiste Cristo, como cuerpo propio y en esta
unidad la plenitud13
Hay una relación clara con precedentes de la Iglesia (Ef 5, 23), que recalca a la Iglesia cuerpo
de Cristo, el cual es la cabeza de la Iglesia, en relación a la mujer que es cabeza del hombre (v.
23-33), y este gran misterio hace relación a Cristo y a la Iglesia (5,32), y de igual manera (Mt
9,15-16; Jn 3,29 y Ap 21,2), en los Evangelios es más específico.
En este sentido la Iglesia es la es la esposa y que hay una entrega de correspondencia que se
entrega de manera obediente a quien ama (Ef 5, 26), en el bautismo ha sumergido a todos los
bautizados es sacada la Iglesia por Cristo, para presentarse una Iglesia resplandeciente santa.14
Una de las imágenes más hermosas que utiliza san Pablo es el del edificio basada en la
arquitectura de los grandes edificios donde la piedra principal, es Cristo (Hech 4,11).
12
PIERE, M., DELCOR, M. Diccionario enciclopédico de la Biblia, P. 746
1313
IBID.
14
BOUTTIER, M., BROSSIER, F, Vocabulario de las Epístolas Paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996, P. 36
15
Las bases fundamentales están constituidas, por los profetas y los apóstoles que resaltan su
importancia en las primeras comunidades en especial las fundadas por el mismo san Pablo
(1Cor 12,28), en relación con la piedra fundamental que es Cristo, es así que el pueblo de Dios
crese sin parar, es un plus en las comunidades, de grandes obras que se siguen construyendo;
hasta el día de hoy15.
La visión de san Pablo y su ardua labor en la misión y el anunció del Evangelio, que va más
allá de las fronteras, hasta los gentiles y serán llamados el pueblo, hijos de Dios. Esta invitación
va más allá de las fronteras de Israel, no formara parte del pueblo de Israel, pero si del pueblo
de Dios.
15
BARTOLINI J, Como leer la Carta a los Efesios, San Pablo, Bogotá, 2005, P. 42-44
16
ALETTI, J, La Eclesiología de las Cartas de San Pablo, Verbo Divino, P. 94
16
CONCLUSIÓN
La comprensión que hay del concepto Iglesia, es evolutivo, las metáforas que utiliza el
apóstol ya que está en grave peligro la organización y la misma supervivencia en el tiempo y
la histaria de la comunidad.
El crecimiento y la diversidad que hay en la comunidad, hace que Pablo resalte el tema de
muchas formas; haciendo accesible el mensaje para todos, resalta dos aspectos fundamentales
para pablo, Cristo y la Iglesia, en lo cual fundamenta gran parte de su mensaje.
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BIBLIOGRAFÍA
BOUTTIER, M., BROSSIER, F, Vocabulario de las Epístolas Paulinas, Ed. Verbo Divino, Navarra, 1996, P. 36
BARTOLINI J, Como leer la Carta a los Efesios, San Pablo, Bogotá, 2005, P. 42-44
CARRILLO, A, San Pablo apóstol de Cristo su vida y sus epístolas, Ed, Verbo Divino, Navarra, 2008, P.
12
18