Tema 1. Fuerza Obligatoria de Los Contratos
Tema 1. Fuerza Obligatoria de Los Contratos
Tema 1. Fuerza Obligatoria de Los Contratos
Tema
1. .
Fuerza
Obligat
oria de
los
PROFESORA:
LEYDA MEDINA
ESTUDIANTE:
ORTEGA P. JESÚS A.
os
OCTUBRE, 2022.
FUERZA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS
Según apreciamos el contrato tiene entre las partes fuerza de ley. El contrato como
negocio jurídico bilateral está regido por diversos principios jurídicos que deben tomarse
en cuenta tanto en su iter o proceso de formación como en su interpretación. Entre los
principios que regulan el contrato se citan: el principio de la buena fe (CC, 1160), la
autonomía de la voluntad886, libertad contractual, la igualdad de las partes, la fuerza
obligatoria, reciprocidad en los cambios, su efecto relativo. A lo que agrega la ley a la ar
de la buena fe, la equidad, el uso y la ley (CC, art. 1160).
Tácitas: son las que deben suponerse formando parte del contrato pero que no ha sido
formalmente expresada, o que si lo fueron, son susceptibles de interpretación por
prestarse a dudas en su significado y alcance.
La sola voluntad de una de las partes por sí misma ciertamente no tiene el poder de
darle al fin al contrato, pues este es manifestación de una voluntad común. Sin
embargo, se citan ejemplos, excepcionales en que puede la voluntad unilateral poner fin
a la relación contractual.
Tal sería el caso de que así lo hayan pactado libremente las partes, pero dependiendo
del tipo de contrato, ello puede ser improcedente, por ejemplo, en materia de contrato
de adhesión, ello sería evidencia de una cláusula abusiva. Existen casos en que la ley
expresamente autoriza la revocatoria unilateral, a saber, cuando las partes lo pacten
como acontece con la venta con pacto de retracto –arrendamiento de obras (CC, 1639);
disolución de la sociedad por tiempo ilimitado (CC, 1677); el contrato de mandato puede
concluir por una sola de las partes (CC, 1704, ords. 1 y 2); donación (CC, art. 1451), el
contrato de trabajo. Se agrega que debe admitirse también en contratos de duración
indefinida o ante incumplimiento gravoso. Se indica que el ejercicio de la facultad o
poder de desistimiento unilateral no debe ser ejercitado arbitrariamente, por ser una
excepción frente a la regla general. Por tal, dicha facultad o poder de desligarse de la
palabra dada, ha de ejercitarse de buena fe y sin abuso de derecho. “Las partes no
pueden sustraerse de manera unilateral al cumplimiento de las obligaciones a que se
someten de manera autónoma, ya que si bien fue conferida la autonomía de la voluntad
el legislador vislumbra la necesidad de hacer cumplir ésta, salvo pacto en contrario,
formalismo el cual para el caso que nos ocupa no fue realizado y al cual podemos
aplicar el principio de la intangibilidad del contrato que representa una consecuencia de
la voluntad de las partes”. De allí que se afirme que el ejercicio de este derecho de
resiliación unilateral del contrato puede engendrar algunas veces responsabilidad civil.
De allí que la buena fe sea clave ante instituciones como la teoría de la imprevisión o
las cláusulas abusivas y fuera del ámbito contractual ante figuras como el abuso de
derecho. También se manifiesta la buena fe a todo lo largo de la dinámica contractual
además de la fase precontractual como en la oferta y la aceptación, en instituciones
como los vicios del consentimiento, en el objeto y la causa del contrato, en la
responsabilidad civil contractual, en la obligación condicional, en la excepción de
incumplimiento, la resolución del contrato; así como en las acciones de nulidad,
simulación y pauliana. La buena fe se extiende inclusive más allá de la terminación del
contrato, aludiéndose en tal caso a la buena fe en la etapa postcontractual, cuya
vulneración propicia la denominada responsabilidad postcontractual, por ejemplo
cuando se viola el deber de reserva.
Se concibe “la buena fe como principio fundamental de la relación obligatoria”,
presentándose como el más importante principio al que se hallan sometidas las partes,
siendo el alma de todo contrato y presentado un notable contenido ético. Abarca la
buena fe objetiva como deber de conducta entre las partes, lealtad, probidad y
colaboración; y la buena fe subjetiva, que alude a la creencia o confianza en lo
declarado (aparentado) externamente por la otra parte. Impone una obligación de
lealtad activa. Su contenido y alcance se determinará caso por caso.
La Ley impera aun sobre la voluntad contractual cuando se trata de normal de orden
público, pero cede cuando se trata de normas derogables por los particulares. El Uso es
una norma supletoria de la voluntad de las partes que influencia decisivamente muchas
de las soluciones apuntadas por el legislador.
Pnor ello agrega el artículo 1160 CC: “Los contratos deben ejecutarse de buena fe y
obligan no solamente a cumplir lo expresado en ellos, sino a todas las consecuencias
que se derivan de los mismos contratos, según la equidad, el uso o la ley”. Como se
deriva de dicha norma y ha recordado la doctrina la “buena fe” sigue siendo principio
orientador fundamental en el cumplimiento de los contratos y no sólo a lo establecido en
éste. La buena fe en la ejecución o cumplimiento del contrato supone el deseo de
ayudar y colaborar para que la otra parte pueda también cumplir8; permitiendo suavizar
las relaciones entre acreedor y deudor. De allí que a tenor del citado artículo 1160 CC
la buena fe obliga no sólo a lo expresado en el contrato sino también a aquellas
conductas que sean necesarias para la ejecución del mismo. Ello permite flexibilidad y
adecuación.
El “uso” son modalidades de normas de conducta que suponen una práctica habitual
generalizada para ciertos casos o contratos. Se trata de prácticas sociales que obligan
mientras no hayan sido excluidas.
La calificación del contrato depende de la ley y no de las partes. El Juez podrá calificar
e interpretar según las normas del orden legal. Cuando el juez interpreta el contrato
esencialmente debe dedicarse a investigar lo que han querido las partes. Se dice que la
interpretación de la ley es dinámica porque existe un trabajo de reconstrucción de parte
del Juez, en tanto que la interpretación contractual es estática porque el Juez no tiene
la posibilidad de modificar o rehacer el contrato; debe respetar la voluntad contractual.
El Juez debe considerar ciertos principios a tal fin tales como la buena fe, la autonomía
de la voluntad, la fuerza obligatoria de los contratos o principio de la intangibilidad del
contrato, el efecto relativo de los contratos que indica el artículo 1160 CC, equidad
procurando igualdad, uso si no es contra legem. Se agrega que deberá guiarse por la
verdad y la voluntad de las partes, aplicar la ley en lo no previsto por las partes. Permitir
la vigencia de la autonomía de la voluntad en los casos en que no se trate de normas
imperativas. Refiere Palacios Herrera que si existe una cláusula clara y el Juez afecta
su sentido habrá casación, pues el Juez por mandato de la ley no puede violar lo que
las partes han convenido pero si hay una cláusula oscura y el Juez soberanamente la
interpreta, lo decidido por él no es recurrible en casación.
En efecto se afirma que lo que pertenezca al fuero interno o sea de la conciencia de los
jueces de instancia no es denunciable en casación. Es jurisprudencia reiterada que la
interpretación de los contratos es materia reservada a los jueces de instancia, de la cual
sólo puede conocer casación cuando se denuncie la comisión por el juez de suposición
falsa, o un error en la calificación del contrato. Se alude en este sentido inclusive a la
desnaturalización o tergiversación del contrato. En todo caso se afirma a propósito de
ésta última, que debe privilegiarse una interpretación que permita abordar el fondo de
los litigios, que impere el fondo sobre la forma y que la interpretación judicial de los
contratos debe encontrar la manera para poder insertarse dentro de los diversos
métodos diseñados por la teoría de la interpretación contemporánea.
La voluntad real de los contratantes ha de prevalecer sobre sus palabras cuando éstas
sean contrarias a aquélla. “La claridad más que en los términos del contrato, ha de
estar y verse en la intención de los contratantes”. Con relación al valor que a la buena
fe le pueda conceder el Juzgador se ha indicado acertadamente: “una de las principales
funciones de la buena fe como estándar jurídico es permitir la movilidad y adaptabilidad
del Derecho de las Obligaciones. Abre el sistema jurídico para que entren pautas de
valor ético que permiten un derecho contractual justo en respuesta a las circunstancias
del caso. Legítima el actuar del Juez cuando establece criterios de conducta debida aun
no previstos por las partes… establece que la buena fe cumple, desde este punto de
vista, una “función individualizadora” propiciando el “derecho del caso”.
BIBLIOGRAFÍA
Dominguez Guillen, María C, (2017). Curso de Derecho Civil III Obligaciones. Editorial
Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia, C.A.
Aguilar Gorrondona, José L, (2012). Contratos y Garantías Derecho Civil II. UCAB.
o Constitución Americana de
1787.
o Antes de la Declaración de
Virginia el principio de
separación de poderes aparece en
el autor
o inglés Locke que fue el
ideólogo de la llamada
Gloriosa Revolución de 1688;
dio lugar a la
o primera Monarquía
constitucional que se forma
cuando Guillermo de Orange
juró la
o Declaración de derechos que
con motivo de la gloriosa
revolución proclamó el
Parlamento
o inglés.
o presente en la Declaración de
Virginia de los Estados
Americanos del Norte en 1776 la
cual se
o incorpora a la propia Constitución
Americana de 1787.
o Antes de la Declaración de
Virginia el principio de
separación de poderes aparece en
el autor
o inglés Locke que fue el
ideólogo de la llamada
Gloriosa Revolución de 1688;
dio lugar a la
o primera Monarquía
constitucional que se forma
cuando Guillermo de Orange
juró la
o Declaración de derechos que
con motivo de la gloriosa
revolución proclamó el
Parlamento
o inglés.
o vinculada al constitucionalismo
moderno que en Europa arranca
de la Revolución Francesa.
o Esto es así porque es con el
constitucionalismo cuando
aparece la separación de poderes
como
o un sistema de contrapeso o
control de los poderes entre sí
hasta el punto de que la DDHC de
o 1789 afirmaba que “sin
separación de poderes no hay
Constitución”. Podemos afirmar
que
o nos encontramos ante un
Estado de Derecho cuando
el mismo se rige por una
o Constitución que contiene el
concepto de separaci