3 Mayo - Día Reconciliación - 0

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 22

Celebración en el día de la Santa Cruz

La Cruz Gloriosa
del Señor
Resucitado.
El Árbol de la Vida en tiempos de Reconciliación
y de Pandemia.
Mayo 3 de 2021

1
Con motivo de la visita apostólica del Papa Francisco a Colombia y del Gran
Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, en Villavicencio en
septiembre de 2017, los obispos de Colombia acordaron crear el Día de la
Reconciliación, el tres (3) de mayo, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz,
para que, a través de la oración, la reflexión y el encuentro, experimentemos el
amor y la misericordia de Dios Padre que nos acompaña y nos reconcilia con Él
mismo, con los hermanos, con nosotros y con la casa común y, así, nos
convirtamos en protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de
paz.
El Departamento de Liturgia, del Secretariado Permanente del Episcopado
Colombiano, también con la colaboración del Pbro. Diego Uribe C., ofrece los
siguientes subsidios para la Exaltación de la Santa Cruz, en el contexto del Día de
la Reconciliación y del momento de pandemia que vivimos, causado por el
Coronavirus:
I. Santa Misa
II. Exposición y Bendición con la Eucaristía
III. Oremos con la Palabra de Dios, adoremos la Santa Cruz y supliquemos
el don de la reconciliación

2
I. SANTA MISA

Se puede colocar la cruz en lugar adecuado, convenientemente adornada y con


uno de los siguientes mensajes: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí”, Juan 12. 32; “La cruz vence, la cruz reina, la cruz aleja todo
pecado”, Liturgia de la Horas; “¡Abre tu corazón de Pueblo de Dios, déjate
reconciliar!”, Papa Francisco; u otro apropiado.
Como formulario para la celebración de la Santa Misa, seguir el de la Fiesta de la
Exaltación de la Santa Cruz, Misal p. 580. Igualmente, puede seguirse la Plegaria
Eucarística de la Reconciliación I.

Monición introductoria de la Misa

El encuentro con Jesucristo en la mesa de la Palabra y de la


Eucaristía, en esta Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, es motivo
grande para nosotros gloriarnos en la cruz del Señor Jesús, pues en él
está nuestra salvación, vida y resurrección.

Con fe y esperanza dispongamos nuestros corazones para que este


sacrificio nos limpie de todo pecado, nos alcance la gracia de la
reconciliación y nos ilumine para caminar en la esperanza, de modo
que podamos ser instrumentos de la paz de Dios en medio de
nuestras comunidades.

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios que se nos ofrece en esta festividad nos exhorta a


depositar toda nuestra esperanza en Dios Padre que puso la salvación
de la humanidad en el árbol de cuz, para que donde tuvo origen la
muerte, resurgiera la vida que es Cristo, quien nos ha salvado y
redimido.

Dispongámonos para que el poder de Dios, que se actualiza a través


de la Pabra escuchada y acogida con fe, obre maravillas de verdad,
justicia, amor y paz en nuestra historia personal, familiar y comunitaria.

Con atención y devoción acojamos la Palabra que va a ser


proclamada y dejémonos interpelar por ella.

3
Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Dirijamos nuestra oración a Dios, Padre, que siempre


ofrece su perdón e invita a los pecadores a recurrir confiadamente a
su clemencia. Supliquemos con fe diciendo:
R. Padre de misericordia, escúchanos

1. Por el Papa Francisco, los obispos, presbíteros, religiosos y pueblo


fiel, para que inspirados por el Espíritu Santo y movidos por el
testimonio de sus vidas, seamos instrumentos de la paz de Cristo
para todos los pueblos de la tierra.
2. Por los gobernantes de las naciones, especialmente de nuestra
patria Colombia, y quienes trabajan en la construcción de la paz y la
convivencia, para que todas sus acciones sean inspiradas en la
verdad, la justicia, el perdón y la reconciliación que vienen del
Espíritu Santo.
3. Por las personas que sufren por carecer de lo necesario para vivir
con dignidad: subsistencia, protección, afecto, para que la caridad
de los cristianos los lleve a ser solidarios con ellos, sus familias y
comunidades.
4. Por las familias que, a causa de la violencia, el desplazamiento y el
desconcierto han sufrido la dispersión, para que, en las personas e
instituciones que, desde el evangelio se comprometen con ellas,
experimenten la misericordia de Dios, Padre, que siempre las
bendice y acompaña.
5. Por todo el pueblo colombiano, llamado a dejarse reconciliar con
Dios y con los hermanos, para que nuestro Padre amoroso le
conceda el don de abrir puertas a todas y cada una de las personas
que han vivido la dramática realidad del conflicto y se conviertan en
constructores de paz y sana convivencia.
6. Por esta comunidad (parroquial NN), que camina hacia el encuentro
permanente con Cristo, para que, experimentado la gracia de la
conversión y de la reconciliación, el Padre misericordioso la
fortalezca en el amor y el servicio a los más necesitados.

4
Oración conclusiva

Padre misericordioso,
que nos llamas a una vida plenamente feliz,
acoge estás súplicas que te hemos presentado con fe.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amen.

5
II. EXPOSICIÓN Y BENDICIÓN CON LA EUCARISTÍA

Se debe disponer todo lo que normalmente se tiene para la exposición del


Santísimo Sacramento.
Junto al altar sobre el que se expone el Santísimo Sacramento, se dispondrán seis
candeleros, para los seis cirios que normalmente se piden para el rito.
Igualmente, puede ambientarse poniendo junto al ambón el Cirio Pascual
encendido y disponer la cruz como mejor convenga, para resaltar esta fiesta y el
Día de la Reconciliación.

El Celebrante
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
R. Amén
El Señor esté con ustedes…
Monición
Al reunirnos en este día (esta noche) en adoración frente a Jesús
sacramentado, para participar activamente en la Día de
Reconciliación, oramos por la Iglesia que peregrina en Colombia y
suplicamos a Dios Padre que, por mediación de su Hijo Jesucristo, nos
de la gracia de la conversión para que como pueblo creyente
mantengamos la valentía del primer paso hacia la reconciliación
mediante la superación de la violencia, las desigualdades y el camino
fácil de la corrupción.

Participemos con gran alegría y esmerada atención

1. Exposición Del Santísimo Sacramento

Con un canto apropiado se trae al altar el Santísimo Sacramento que es expuesto


solemnemente.
Luego de la incensación correspondiente, el Celebrante, desde la sede dice:

Oremos:
Dios, de clemencia y de reconciliación,
que concedes a los hombres días especiales de salvación

6
para que te reconozcan como Creador y como Padre de todos,
ayúdanos en este tiempo de gracia,
para que, aceptando con gusto tu mensaje de paz,
podamos cumplir tu voluntad
de instaurar todas las cosas en Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén

2. LITURGIA DE LA PALABRA

Se puede entonar un canto apropiado

Oración Sálmica: Sal. 50

Un lector proclama en forma responsorial el salmo y la asamblea participa


cantando el estribillo o un cantor entona el salmo y la asamblea participa cantando
el estribillo intercaladamente.

Monición sálmica:

El Señor nos reúne para escuchar su Palabra y a meditarla pues


“Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

En esta oración ante Jesús Eucaristía, Dios nos reúne para meditar el
siguiente salmo 50 penitencial que expresa momentos particulares y
comunitarios en la vida de los cristianos y, por tanto, en nuestra vida
de creyentes.
En efecto, el salmo 50 que vamos a proclamar solemnemente, es para
la Iglesia, el salmo penitencial por excelencia. Este salmo fue
redactado por Israel en tiempos del exilio o inmediatamente después
del retorno de Babilonia, cuando el pueblo, que tenía muy vivo el
sentimiento de que su propia culpabilidad fue la causa de los
sufrimientos del destierro, quiere asumir, para expiarlas, todas las
infidelidades de su propia historia, desde el pecado de David con
Betsabé hasta aquellas otras culpas que originaron el destierro y la
destrucción de la ciudad santa: Señor, líbrame de la sangre (la que
derramó David a causa de sus malos deseos); Señor, reconstruye las
7
murallas de Jerusalén (destruidas a causa de las infidelidades de los
reyes de Judá y de su pueblo).

Podemos rezar hoy el salmo 50 como lo rezó su autor, es decir,


asumiendo, como Iglesia, los pecados de la comunidad cristiana de
todos los tiempos e incluso los de la humanidad entera. Recordemos
que somos en el mundo el cuerpo de Cristo y que también el Señor
quiso hacerse él mismo pecado, para destruir en su cuerpo el pecado
del hombre. En comunión con la iglesia pecadora y con toda la
humanidad, imploremos el perdón de nuestros propios pecados y
asumamos en nuestra oración, como lo hizo el Señor en su pasión, los
pecados de todo el mundo, suplicando el perdón de Dios. (Pedro
Farnés).

Proclamación del salmo

R. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,


por tu inmensa compasión borra mi culpa

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,


por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.

Pues yo reconozco mi culpa,


tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R.

En la sentencia tendrás razón,


en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre. R.

Te gusta un corazón sincero,


y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve. R.

8
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa. R.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,


renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.

Devuélveme la alegría de tu salvación,


afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.

Líbrame de la sangre, oh Dios,


Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R.

Los sacrificios no te satisfacen:


si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,


reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos. R.

Reflexión – Oración

Se ofrece el siguiente esquema de reflexión teniendo presente la catequesis de


san Juan Pablo II, en la “Audiencia general del miércoles 30 de julio de 2003”, y

9
que puede ser tenido presente como mejor convenga. Igualmente, se puede
concluir con la oración propuesta por Pedro Farnés.

El final del salmo 501

En la oración oficial de la Iglesia este salmo se reza todos los viernes,


para que se convierta en un oasis de meditación, donde se pueda
descubrir el mal que anida en la conciencia de la persona e implorar
del Señor la purificación y el perdón. En efecto, como confiesa el
salmista en otra súplica, «ningún hombre vivo es inocente frente a ti»
(Sal 142,2). En el libro de Job se lee: «¿Cómo un hombre será justo
ante Dios?, ¿cómo será puro el nacido de mujer? Si ni la luna misma
tiene brillo, ni las estrellas son puras a sus ojos, ¡cuánto menos un
hombre, esa gusanera, un hijo de hombre, ese gusano!» (Jb 25,4-6).

Frases fuertes y dramáticas, que quieren mostrar con toda su seriedad


y gravedad el límite y la fragilidad de la criatura humana, su capacidad
perversa de sembrar mal y violencia, impureza y mentira. Sin
embargo, el mensaje de esperanza del salmo es éste: Dios puede
«borrar, lavar y limpiar» la culpa confesada con corazón contrito (cf.
Sal 50,2-3). Dice el Señor por boca de Isaías: «Aunque fueren
vuestros pecados como la grana, como la nieve blanquearán. Y
aunque fueren rojos como la púrpura, como la lana quedarán» (Is
1,18).

Reflexionemos brevemente en el final del salmo 50, un final lleno de


esperanza, porque el orante es consciente de que ha sido perdonado
por Dios (cf. vv. 17-21). Sus labios ya están a punto de proclamar al
mundo la alabanza del Señor, atestiguando de este modo la alegría
que experimenta el alma purificada del mal y, por eso, liberada del
remordimiento (cf. v. 17).

El orante testimonia de modo claro otra convicción, remitiéndose a la


enseñanza constante de los profetas (cf. Is 1,10-17; Am 5,21-25; Os
6,6): el sacrificio más agradable que sube al Señor como perfume y
suave fragancia (cf. Gn 8,21) no es el holocausto de novillos y
corderos, sino, más bien, el «corazón quebrantado y humillado» (Sal
50,19).

1
Audiencia general del miércoles 30 de julio de 2003

10
La Imitación de Cristo, libro tan apreciado por la tradición espiritual
cristiana, repite la misma afirmación del salmista: «La humilde
contrición de los pecados es para ti el sacrificio agradable, un perfume
mucho más suave que el humo del incienso... Allí se purifica y se lava
toda iniquidad» (III, 52, 4).

El salmo concluye de modo inesperado con una perspectiva


completamente diversa, que parece incluso contradictoria (cf. vv. 20-
21). De la última súplica de un pecador, se pasa a una oración por la
reconstrucción de toda la ciudad de Jerusalén, lo cual nos hace
remontarnos de la época de David a la de la destrucción de la ciudad,
varios siglos después. Por otra parte, tras expresar en el versículo 18
que a Dios no le complacen las inmolaciones de animales, el salmo
anuncia en el versículo 21 que el Señor aceptará esas inmolaciones.

Este pasaje final del salmo, [...] por una parte, no se limita a una
oración individual, sino que se piensa también en la triste situación de
toda la ciudad. Por otra, se quiere matizar el valor del rechazo divino
de los sacrificios rituales; ese rechazo no podía ser ni completo ni
definitivo, porque se trataba de un culto prescrito por Dios. Por tanto,
el salmo describe la necesidad en que se encuentran los pecadores, la
necesidad de una mediación sacrificial. Los pecadores no pueden
purificarse por sí mismos; no bastan los buenos sentimientos. Hace
falta una mediación externa eficaz. El Nuevo Testamento revelará el
sentido pleno de esa intuición, mostrando que, con la ofrenda de su
vida, Cristo llevó a cabo una mediación sacrificial perfecta.

Al concluir la reflexión se puede hacer un momento de silencio invitando a


reflexionar para acoger la Palabra de Dios proclamada, explicada y orada.

Seguidamente se puede hacer la siguiente oración

Oremos:

Por tu inmensa compasión, Señor,


borra, nuestras culpas y limpia nuestros pecados;
que tu inmensa misericordia nos levante,
pues nuestro pecado nos aplasta;
no desprecies, Señor,
nuestro corazón quebrantado y humillado,

11
haz más bien brillar sobre nosotros el poder de tu Trinidad:
que nos levante Dios Padre,
que nos renueve Dios Hijo,
que nos guarde Dios Espíritu Santo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Se puede entonar un canto apropiado.

Luego se pueden propiciar unos momentos de oración ya sea de alabanza, acción


de gracias, petición de perdón o súplicas, a la luz de la reflexión realizada y en el
contexto del Día de la Reconciliación y de la pandemia, intercalando momentos
de silencio para que cada uno pueda expresar sus propios sentimientos ante Dios.

3. BENDICIÓN EUCARÍSTICA

Antes de recibir la bendición con Jesús Eucaristía, hagamos nuestra


esta plegaria sencilla que en otro tiempo se elevaba a Dios en el
trisagio:

"Señor, Dios Rey Omnipotente,


en tus manos están puestas todas las cosas;
si quieres salvar a tu pueblo,
nadie puede resistir a tu voluntad.
Tú hiciste el cielo y la tierra y todo cuanto en ellos se contiene;
Tú eres el dueño absoluto de todas las cosas;
¿quién podrá pues resistir a tu Majestad?
Por tanto, Señor Dios de Abraham,
ten misericordia de tu Pueblo
porque nuestros enemigos quieren perdernos y exterminar tu herencia.
Así Señor, no desprecies esta parte que redimiste
con el precio de tu Sangre.
Oye Señor nuestras oraciones;
se favorable a nuestra suerte
y haz que nuestro llanto se convierta en alegría,
para que viviendo alabemos tu Santo Nombre
y continuemos alabándolo eternamente". (Esther 4,17 ss)

Canto: Tantum ergo u otro canto eucarístico apropiado

Tantum ergo sacraméntum


venerémur cernui,

12
et antíquum documéntum
novo cedat rítui;
praestet fides supleméntum
sensuum deféctui.
Genitóri Genitóque
laus et iubilátio,
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio;
procedénti ab utróque
comparsit laudátio. Amen

El Ministro arrodillado inciensa el Santísimo Sacramento

Seguidamente se pueden hacer las Alabanzas:

• Bendito sea Dios.


• Bendito su santo Nombre.
• Bendito Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
• Bendito el Nombre de Jesús.
• Bendito su Sacratísimo Corazón.
• Bendita su Preciosísima Sangre.
• Bendito Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
• Bendito el Espíritu Santo Paráclito.
• Bendita la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
• Bendita su Santa e Inmaculada Concepción.
• Bendita su gloriosa Asunción.
• Bendito el nombre de María Virgen y Madre.
• Bendito San José, su castísimo esposo.
• Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

Luego se pone en pie y dice:

Oremos:
Señor nuestro Jesucristo,
que en este admirable sacramento
nos dejaste el memorial de tú Pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros

13
el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R. Amen.

Una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono toma el velo humeral,
hace genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el
Sacramento la señal de la cruz sobre el pueblo.

LA RESERVA

Concluida la bendición, el mismo sacerdote que impartió la bendición u otro


sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el tabernáculo, y hace genuflexión,
en tanto que el pueblo, si parece oportuno, puede hacer alguna aclamación, luego
se retira.

14
III.
OREMOS CON LA PALABRA DE DIOS,
ADOREMOS LA SANTA CRUZ
Y SUPLIQUEMOS EL DON DE LA RECONCILIACIÓN2

Para este acto de devoción popular se puede colocar la cruz en lugar adecuado,
convenientemente adornada y con uno de los siguientes mensajes: Juan 12. 32:
“Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”; Liturgia de las
Horas: “La cruz vence, la cruz reina, la cruz aleja todo pecado”; Papa Francisco;
“¡Abre tu corazón de Pueblo de Dios, déjate reconciliar!”; u otro apropiado.

Canto inicial
Victoria, Tu reinarás.
El celebrante
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
R. Amén
El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu
Reunidos en la fe en este día en que el pueblo de Dios que peregrina
en Colombia venera con especial afecto la Santa Cruz en la que Cristo
nos ha redimido y ora suplicando el don de la reconciliación, unamos
al Madero Santo el dolor del mundo, la dolorosa experiencia de la
Pandemia que nos ha mostrado nuestra vulnerabilidad.
Jesús, Sacerdote y Altar, Ofrenda y sacrificio pascual, hizo del Leño
Santo el trono de la misericordia y, extendiendo sus brazos en la Cruz
Gloriosa, anunció la consumación de su victoria en la Resurrección.
En estos tiempos de intenso dolor, en estos tiempos en los que la Cruz
de Cristo Resucitado es la bandera de la victoria de los que sufren, es
la escalera de la esperanza para los enfermos, es la balanza de la
misericordia para todos, vivamos esta fiesta tan intensamente nuestra,
tan cosida al alma de nuestro pueblo, como un canto de victoria y de

2
Este material es ofrecido por el Pbro. Dr. Diego Uribe C., Profesor Titular Universidad Pontificia
Bolivariana, Comisión Nacional de Liturgia.

15
fe sobre el dolor que nos oprime, sobre el sufrimiento que nos
descubre en nuestra fragilidad.
Oremos
Oración Colecta del viernes de la IV semana de Pascua
Señor Dios, fuente de nuestra libertad y salvación,
escucha nuestra súplica
y, a quienes redimiste con la sangre de tu Hijo,
danos la gracia de vivir para ti
y encontrar en ti la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén

1. Proclamación de la Palabra de Dios

El Señor esté con ustedes


R. Y con tu espíritu

 Del Evangelio según san Juan 3, 13-17


En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo,
sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el
desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado
en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que
todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque
Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él.»
Palabra del Señor.

16
Reflexión
La Cruz de Cristo es y será siempre puente y camino. Jesús la llevó y
la hizo su trono para abrir las puertas de la vida y de la libertad, para
tender puentes de amor, de misericordia y reconciliación sobre el
abismo del egoísmo, del pecado y de la muerte.
La Cruz que corona nuestras montañas, que sirve de aguja a nuestras
Iglesias, que llevamos como bandera de esperanza y árbol glorioso del
que brotan frutos de paz, es también el cayado del Buen Pastor que
sigue trayendo sobre sus hombros el dolor del mundo y que sigue
buscando entre los abrojos de esta historia dramática a cuantos se
han extraviado por los caminos de la violencia, del pecado, de la
muerte.
La antigua práctica de invocar el nombre de Jesús despierta en el
pueblo amado de Dios la certeza de no estar solo en el camino de la
vida, es sentir que Jesús Resucitado le acompaña y le sostiene. Por
eso la Cruz Gloriosa se viste con el sudario que anuncia la victoria del
Señor, por eso la Cruz se vuelve bandera del Rey Resucitado que
anuncia el perdón, la paz y la esperanza.
Decía el Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve:
“…lo que más fulge en la página divina es la Santa Cruz, balance del
rescate, y por algo dijo el Señor que los predestinados para seguirlo
en la redención de los demás, deberían llevar la cruz de filudas aristas
sobre el hombro todos los días” (Samuel).
La cruz es la bandera de la mansedumbre, el estandarte de los
pacíficos, la escala purísima por la que se sube a la gloria. Felices los
que, como el Maestro Divino, se abrazan al madero de la esperanza
con corazón manso y humilde, con alma liberada de pretensiones y
grandezas.
Oh Cruz, única esperanza: te acogemos con el mismo amor que tuvo
Cristo, te abrazamos con la misma alegría del Mártir glorioso que sabe
que eres su trono y su altar, que sabe que este leño, para muchos
inerte, ha de dar frutos de perdón, de paz y de esperanza.

17
Pongamos en los brazos de la Cruz de Cristo, balanza de la justicia y
de la misericordia, la oración que sana y la solidaridad que apoya,
para que en este tiempo la vida del mundo encuentre perdón, paz y
fortaleza.
Recordemos que, al pronunciar el Nombre de Jesús, El viene a
nuestro encuentro para llevar en sus hombros de Buen Pastor a todos
los que anuncien su victoria, su gloria, su amor.
D.U. MMXXI
2. Acto de veneración de la Santa Cruz. Mil Jesús

Siguiendo la tradición de nuestro pueblo, después de cada una de las


estrofas del Himno de la Cruz, vamos a invocar cien veces el nombre
de Jesús.
1. El Lector
Las banderas reales se adelantan
y la cruz misteriosa en ellas brilla:
la cruz en que la vida sufrió muerte
y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.

Petición
Pidamos para que la Palabra de Dios sea camino de unidad para
todos los creyentes.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

2. El Lector
Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo
que, al ser herido por la lanza dura,
derramó sangre y agua en abundancia
para lavar con ellas nuestras culpas.

Petición
Pidamos para que la Iglesia, comunidad de hermanos, nacida del
costado del Crucificado, sea signo de vida y de esperanza.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

18
3. El Lector
En ella se cumplió perfectamente
lo que David profetizó en su verso,
cuando dijo a los pueblos de la tierra:
«Nuestro Dios reinará desde un madero.»

Petición
Pidamos para que cuantos vivimos nuestra fe en esta tierra santa y
bendecida, hagamos de la cruz nuestra bandera.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

4. El Lector
¡Árbol lleno, de luz, árbol hermoso,
árbol ornado con la regla púrpura,
y destinado a que su tronco digno
sintiera el roce de la carne pura!

Petición
Pidamos para que nuestros hermanos que sufren por la violencia
encuentren en la Cruz su bandera de esperanza y hallen justicia y
verdad para ser socorridos de las sombras del mal.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

5. El Lector
¡Dichosa cruz que, con tus brazos firmes,
en que estuvo colgado, nuestro precio,
fuiste balanza para el cuerpo santo
que arrebató su presa a los infiernos.

Petición
Pidamos para que nuestros médicos y enfermeras y todo el personal
que cura, sana, cuida y salva, se vea asistido por la fuerza del
Crucificado Resucitado.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

19
6. El Lector
A ti, que eres la única esperanza,
te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos
que acrecientes la gracia de los justos
y borres los delitos de los malos.

Petición
Pidamos por los pueblos atormentados por el Virus que nos invade,
para que Dios nos siga enseñando la lección de fraternidad que
estamos viviendo y nos ayude a ser consuelo y paz para los que
sufren
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

7. El Lector
¿Quién vio en más estrechez gloria más plena
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena

Petición
Pidamos para que Dios nos regale Pastores según el corazón de
Cristo que proclamen la vida y la esperanza teniendo por bandera la
Cruz del Salvador.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

8. El Lector
Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte,
que cuelga de tus ramas como un fruto.

Petición
Pidamos para que los violentos encuentren caminos de reconciliación
y de paz y cesen de sembrar la cruz del dolor en el corazón de nuestra
tierra.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

20
9. El Lector
Tú sólo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú el arca que nos salva, tú el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.

Petición
Pidamos para que cuantos sufren la crudeza de pobreza y del
desabastecimiento sean saciados con la caridad fraterna.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

10. El Lector
Recibe, oh Trinidad, fuente salubre,
la alabanza de todos los espíritus,
y tú que con tu cruz nos das triunfo,
añádenos el premio, oh Jesucristo.

Petición
Pidamos para nuestros difuntos el descanso eterno y la dicha de
encontrar en la cruz la sombra fecunda de la esperanza que cubre las
tumbas en la esperanza de la resurrección.
La asamblea dice cien veces el nombre de Jesús

Al Dios de los designios de la historia,


que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

Conclusión
Fieles a la recomendación del Salvador,
y siguiendo su divina enseñanza nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
Luego el celebrante imparte la Bendición

21
Bendición Solemne (Heb 13, 20-21)

El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos


al gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús,
los haga perfectos en todo bien,
en virtud de la sangre de la alianza eterna,
para que cumplan su voluntad,
realizando en ustedes lo que es de su agrado.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
Se puede finalizar con un canto a la Virgen María

22

También podría gustarte