Teologia 128
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TEOLOGÍA
Tomo LVI • N° 128 • Abril 2019
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SUMARIO
Carla Canullo
De la filosofía reflexiva a la hermenéutica:
el mal según Nabert y Ricœur (II). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Oscar A. Correa
El pensamiento de Emmanuel Levinas
y su relevancia para la teología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Samuel Fernández
Marcelo de Ancira y la sabiduría de Pr 8
Teología y hermenéutica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Gastón Lorenzo
Cristo y el Espíritu
Algunos aspectos de la cristología
en Raniero Cantalamessa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Fabricio Forcat
El Papa, los obispos y el linyera
Unidad y diversidad en la formulación de la ley
en la vida cristiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
RESUMEN:
En marzo de 2018, la Comisión Teológica Internacional ofrece un Documento llama-
do “La Sinodalidad en la Vida y Misión de la Iglesia”. Con él quiere acompañar la ini-
ciativa del papa de hacer de nuestra comunidad una Iglesia sinodal, una Iglesia en sali-
da, donde todo esté impregnado por el llamado a evangelizar. Este texto no es un
comentario a dicho documento pero se ubica en esa búsqueda.
Esta colaboración del padre Luis Heriberto Rivas propone las claves bíblicas para com-
prender la sinodalidad como una clave de la identidad de la Iglesia.
Palabras clave: sínodo, cuerpo, diversidad, identidad.
ANTIGUO TESTAMENTO
"Hagamos al ser humano, como nuestra imagen, a nuestra semejanza, para que
domine (weyredw) a todos los peces del mar, a las aves del cielo, a las bestias, y a los
animales de toda la tierra, y a los reptiles que se arrastran sobre la tierra" (Gen 1,26).
7. Lev 26,17; Num 24,19; 1Re 5,4; Sal 72,8; 110,2; Is 14,6; 41,2; Ezq 29,15; 34,4. Cf. H.-J.
ZOBEL, rdh, en: Theological Dictionary of the Old Testament, XIII (G.J. Botterweck - H. Ringgren,
edits.), Grand Rapids, Eerdmans, 2004, 332-333 (citando a Wildberger, Wolff y Schmidt).
"dominen (weyredw) a todos los peces del mar, a las aves del cielo, a las bestias,
y a los animales que se arrastran sobre la tierra" (Gen 1,28).
8. Lev 25,43.46.53; 26,17; Dt 20,20; 1Re 5,30; 9,23; 2Cr 8,10; Neh 9,28; Is 14,6; Sal 110,1.
9. H. GROSS, mšl, en: Theological Dictionary of the Old Testament, IX (G.J. Botterweck - H.
Ringgren, edits.), Eerdmans, Grand Rapids, 1998, 71.
10. J. SCHARBERT, brk, en: Theological Dictionary of the Old Testament, II (G.J. Botterweck - H.
Ringgren, edits.), Grand Rapids, Eerdmans, 1988, 294-295.
11. G. WEHMEIER, brk, en: Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento, I (E Jenni -
C. Westermann, edits.), Madrid, Cristiandad, 1978, 532.
12. C. WESTERMANN, Genesis 1-11, Minneapolis, Fortress, 1994, 161.
13. C. WESTERMANN, ibid., 158
14. H.-J. ZOBEL, rdh, en: Theological Dictionary of the Old Testament, XIII (G.J. Botterweck -
H. Ringgren, edits.), Eerdmans, Grand Rapids, 2004, 335 (citando a H. GROSS, a.c.).
2. El Salmo 8
15. S. WAGNER, kbš, en: Theological Dictionary of the Old Testament, VII (G.J. Botterweck - H.
Ringgren, edits.), Grand Rapids, Eerdmans, 1995, 54.
16. CTI, “Sinodalidad…”, n. 12.
17. C. WESTERMANN, o.c. 158 (citando también a Wildberger y Schmidt).
18. H.-J. KRAUS, Los Salmos, vol. I, Salamanca, Sígueme, 1993, 291-292.
19. J.S. KSELMAN - M.L. BARRÉ, Psalms, en: The New Jerome Biblical Commentary (R.E.
Brown, J.A. Fitzmyer, R.E. Murphy, edits.), Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1990, 528.
20. W. GROSS, a.c.
reyes sobre sus enemigos vencidos (cf. Jos 10,24; Sal 110,1). Es el
mismo sentido que también puede tener el verbo rdh: el dominio se
ejerce imponiendo el temor. Pero en el contexto dentro del que se
encuentran estas palabras el autor se está refiriendo a los astros que él
contempla en una noche estrellada. A continuación baja su mirada
hacia el reino animal, sin mencionar, en ningún momento, a los demás
seres humanos. Estas son las “obras de los dedos de Dios” (v.4), y que
han sido puestas “bajo sus pies”. En el Salmo los seres humanos siguen
siendo los “reyes” de toda la creación, y de ninguna manera aparecen
como sometidos a otros seres humanos.
El Documento de la Comisión Teológica Internacional, resu-
miendo la enseñanza del Antiguo Testamento, afirma que “Dios creó al
ser humano, varón y mujer, a su imagen y semejanza como un ser social
llamado a colaborar con Él caminando en el signo de la comunión, cus-
21
todiando el universo y orientándolo hacia su meta (Gen 1,26-28)”.
Al respecto, dice R. Guardini:
NUEVO TESTAMENTO
24. Por los distintos sentidos de járis: V.M. FERNÁNDEZ, "¿Por qué járis?", en: "Donde está el
Espíritu, está la libertad". Homenaje a Luis Heriberto Rivas con motivo de sus 70 años (J.L. D'Ami-
co-E. de la Serna, coord.), Buenos Aires, San Benito, 2003, 411-422.
25. H. CONZELMANN, járisma, en: Theological Dictionary of the New Testament, Volume IX (G.
Kittel-G. Friedrich, edits.), Grand Rapids, Mi., Eerdmans, 1979, 393-406. K. BERGER, járisma, en:
Exegetical Dictionary of the New Testament, Volume 3 (H.Balz – G.Schneider, edits.), Grand Rapids,
Eerdmans, 1994, 460-461.
"Cada uno tiene su propia función, como las partes del rostro: los ojos no son
como las orejas, ni cumplen la misma función"30
"Sé un ciudadano del mundo... cada uno debería obrar... como lo harían la
mano o el pie si tuvieran uso de razón y comprendieran el orden natural"31
26. E. SCHWEITZER - F. BAUMGAERTEL, sōma, en: Theological Dictionary of the New Testament,
Volume VII (G. Kittel, G. Friedrich, edits.), Grand Rapids, Eerdmans, 1979, 1024-1094. E. SCHWEITZER,
"Body", en: The Anchor Bible Dictionary, Volume I, (D.N. Freedman, edit.), New York, Doubleday
1992; 767-772. ID., Sōma, en: Exegetical Dictionary of the New Testament, Volume 3 (H. Balz - G.
Schneider, edits.), Grand Rapids, Eerdmans, 1993, 321-325.
27. “Todo esto que tú ves, en lo que está incluido lo divino y lo humano, es una sola cosa.
Somos miembros de un gran cuerpo.” (LUCIO ANNEO SÉNECA, Ep., XV, XCV, 52)
28. “Que sea amputado todo lo que hay de pestífero en el cuerpo de la república, para que
todo se salve" (MARCO TULLIO CICERÓN, Orat. Phillip. VIII, 5, 15.)
29. "Lo creó como masa inanimada, que se extendía de un confín del mundo al otro... Lle-
nando todo el mundo lo creó" (Génesis R. VIII, 1). Génesis Rabbah I (Génesis 1-11). Comentario
Midrásico al libro del Génesis. (Luis Vegas Montaner, traduct.), Estella (Navarra), Verbo Divino,
1994, 109. Ver también: Levítico Rabba XVIII, 2. Cf. J.W. ROGERSON, Corporate Personality, en: The
Anchor Bible Dictionary, Volume I, (D.N. Freedman, edit.), New York, Doubleday, 1992, 1156-1157.
30. PLATÓN, Prot., 330A.
31. EPICTETO, II/X, 3.
33. R. PENNA, Un cristianismo posible. Pablo de Tarso, Madrid, Paulinas, 1992, 68.
a) Hebreos y helenistas
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se relata que ya
en sus primeros días la Iglesia recibió el impacto de los conflictos
34. P. GRELOT, Le Judaïsme de lange grecque, en: Introduction à la Bible – Edition Nouvelle.
Le Nouveau Testament, 1 (A.George – P. Grelot, dirs.), Paris, Desclee, 1976, 164-188.
35. P. BORGEN, Philo of Alexandria, en: The Anchor Bible Dictionary, Volume V, (D.N. Freed-
man, edit.), New York, Doubleday, 1992, 333-342. E.R. GOODENHOUGH, Philo Judeus, en: The Interpre-
ter’s Dictionary of the Bible, vol.3, Nashville, Abingdon, 1996, 796-799.
36. O.J. BAAB, Widow, en: The Interpreter’s Dictionary of the Bible, vol.4, Nashville, Abingdon
1996; 842-843. J. JEREMIAS, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid, Cristiandad, 1985, 150.
37. F.S. SPENCER, Neglected Widows in Acts 6, 1-7; CBQ 56 (1994) 715-133.
38. El nombre diákonos se deriva del verbo diakoneō, que designa la acción de ‘servir’, con
una particular referencia al servicio de la mesa. ‘Diácono’ es el ‘Servidor’, y dentro de las comuni-
dades cristianas se aplicaba este nombre (diákonos)’ a todos los que prestaban algún servicio a los
hermanos. El mismo Jesucristo era diákonos (Rom 15,8), Pablo y sus colaboradores también eran
diákonoi (1 Cor 3,5; 2 Cor 3,6; 6,4...), y una mujer era diákonos de la comunidad de Kencreas (Rom
16,1). En fecha más tardía se dio un nombre particular a cada uno de los ministerios de la Iglesia
(diáconos, presbíteros, epíscopos…) y se llamó ‘diáconos’ a los que prestaban un determinado ser-
vicio; las condiciones para recibir el diaconado se especifican en 1Tim 3, 8-9.12, y consta que desde
los primeros días de la Iglesia se confiaba a los diáconos la responsabilidad de atender las obras
de caridad.
de la tarea específica de atender las mesas de las viudas. Los Doce impu-
sieron las manos a los elegidos para otorgarles el ministerio, y de esta
forma mostraron que la comunidad tenía capacidad para decidir un
cambio dentro de las estructuras recibidas como tradicionales.
La comunidad cristiana, en los años que siguieron a los hechos
relatados en el Nuevo Testamento, adoptó la misma forma de proceder
en la elección de los ministros. La Traditio Apostolica, una obra breve
que recoge textos litúrgicos de los siglos II y III, y que la tradición pos-
terior atribuyó a Hipólito de Roma, atestigua de una manera llamativa-
mente insistente, que estos actos se debían realizar con el consentimien-
to de toda la comunidad. Indica que «sea ordenado Obispo aquel que ha
sido elegido por todo el pueblo. Cuando sea nombrado y aprobado por
todos, en un día domingo se reunirá todo el pueblo junto con el colegio
de los presbíteros y con todos los obispos presentes, y con el consenti-
miento de todos estos le impondrán las manos…».39
b) Judíos y paganos
Otro de los momentos más dramáticos de la primera expansión
de la predicación cristiana está relatado también en el libro de los
Hechos de los Apóstoles. En la comunidad cristiana de Antioquía no
sólo se anunciaba la Buena Noticia de Jesús entre los judíos sino que
también lo hacían entre los paganos e integraban a los gentiles que se
convertían (Hch 11,20-21; Cf. Gal 2,12).
Más tarde, san Pablo, que se desempeñaba en esa misma comu-
nidad, recibió del Espíritu Santo el encargo de evangelizar a los paga-
nos (Hch 13,2). Junto con Bernabé recorrieron en primer lugar la isla
de Chipre, y después se internaron en los territorios de Panfilia, Pisi-
dia y Licaonia. Al regresar a Antioquía relataron con alegría el éxito
que había tenido la misión entre los que no eran judíos (Hch 14,27).
Pero no todos recibieron esta información con el mismo entusiasmo,
porque algunos cristianos procedentes de la comunidad de Jerusalén
dijeron que aquellos paganos conversos solamente se podrían salvar si
aceptaban la circuncisión y cumplían todas las leyes del Antiguo Tes-
tamento. Esto suscitó una áspera discusión (Hch 15,2). Se jugaba en
39. HIPPOLYTE DE ROME, La Tradition Apostolique (texte latine, introduction, traduction et notes
de Dom B. Botte O.S.B., Sources Chrétiennes, 11, Paris, du Cerf, 1946, 26-27.
“La Iglesia cristiana finalmente logró su propia posición y modo de vivir inde-
pendientes al emanciparse de su matriz judía […] los gentiles convertidos de
esas iglesias debían respetar las tradiciones de los judeocristianos entre los cua-
les residían, a fin de preservar la unidad de la Iglesia. Y los judeocristianos no
debían pensar que el cumplimiento de tales regulaciones era una garantía de
salvación, porque Dios otorga la salvación sólo por los méritos de la muerte y
resurrección de Jesucristo”.41
Conclusión
41. J.A. FITZMYER, Los Hechos de los Apóstoles II, Salamanca, Sígueme, 2003, 216-217.
Bibliografía
42. “Quod omnes tangit, ab omibus tractari et approbari debet” (CTI, Sinodalidad…, n. 65).
43. PAPA FRANCISCO, Discurso en la Conmemoración del 50 aniversario de la Institución del
Sínodo de los Obispos (17-10-2015), AAS, 107, (2015), 1139.
44. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La Sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2-
3-2018), Buenos Aires, Agápe, 2018.
· El autor es Doctor Honoris Causa por la Pontificia Universidad Católica Argentina. Profesor
Emérito de Biblia en la Facultad de Teología. Autor de numerosos libros y con una amplia trayec-
toria en la docencia y la investigación. Dicta actualmente clases en el Seminario Arquidiocesano de
Mercedes-Luján.
RESUMEN
Ofrecemos aquí la segunda parte de la conferencia que Carla Canullo ha dictado en
nuestra Facultad. Narbert en el congreso “Castelli”, dedicado a la filosofía de la religión
entre ética y ontología, ha propuesto una relectura del “hombre capaz” (homme
capable) a la luz del mal, pero también de la esperanza en una regeneración, intentando
mostrar lo que la hermenéutica “de los mitos” permite captar tanto del mal que hombre
realiza, como del mal por el cual es afectado. En el curso de esta conferencia se buscará
ver cuál es el sentido y la puesta en juego de la reflexión nabertiana y ricœuriana sobre
el mal y cómo esta arroja luz sobre el misterio del hombre. Presentamos aquí la primera
parte de esta colaboración.
Palabras clave: Mal; Finitud; Justificación; Regeneración; Ética; Hermenéutica
hermeneutics “of myth” allows to capture both of the evil that man does and the evil
by which he is affected. In the course of this conference we will seek to see what is the
meaning and the putting into play of Nabert’s and Ricœur’s reflection on evil and how
it sheds light on the mystery of human being.
Keywords: Evil; Finitude; Justification; Regeneration; Ethics; Hermeneutics
2. En relación a esto véase: P. RICŒUR, “L’acte et le signe selon Jean Nabert”, en: ID., Le conflit
des interprétations. Essais d’herméneutique, Paris, Seuil, 1969, 211-221 (trad. esp., 195-204).
3. EL 31.
4. Además de ser el problema de la thèse, de esta pregunta nació el estudio L’expérience
intérne chez Kant (hoy en EL 243-311).
5. EM 69 (trad. esp., 53).
11. Liberarse de los contornos que separan lo bueno de lo malo es objeto del estudio de P.
LEVERT, “De la confession des péchés ou la dénonciation du Pharisien selon Jean Nabert”, Revue de
sciences religeuses XLIV (1970) 288-317.
12. En el Essai sur le mal Nabert vuelve a proponer el mismo paralelismo en la p. 118 (trad.
esp., 99-100 ).
13. EE 163.
14. EM 118 (trad. esp., 99-100 ).
30. Ibid.
31. P. RICŒUR, “Herméneutique des symboles et réflexion philosophique (I)”, en: ID., Le conflit
des interprétations, 297 (trad. esp., 273-274).
32. Ibid., 302 (trad. esp., 278).
33. Ibid., 303 (trad. esp., 279).
34. Ibid.
35. Ibid.
36. Ibid.
37. Ibid., 304 (trad. esp., 280).
38. Ibid.
39. Ibid.
48. Cf. P. RICŒUR, Du texte à l’action. Essais d’herméneutique (II), Seuil, Paris 1986, 25 ss. (trad.
esp., 27 ss.).
49. P. RICŒUR, “Herméneutique des symboles”, 304 (trad. esp., 280).
63. Ibid.
64. Ibid. (trad. esp., 485).
65. P. RICŒUR, “Herméneutique des symboles...” (trad. esp., 261-285).
66. Ibid., 286 (trad. esp., 264).
67. Cf. ibid., 293 (trad. esp., 270).
68. Cf. ibid., 294 (trad. esp., 271).
69. Cf. ibid., 295 (trad. esp., 271-273).
70. Ibid., 296 (trad. esp., 273).
71. Ibid. 296-297 (trad. esp., 273).
72. Cf. ibid., 308 (trad. esp., 283-284).
“¿Qué entendemos aquí por una visión ética del mundo? Si tomamos el
problema del mal como la piedra de toque de la definición, podemos entender
por visión ética del mundo el esfuerzo por comprender, cada vez mejor, la
libertad por medio del mal y el mal por medio de la libertad. (…) Tratar de
comprender el mal por medio de la libertad es una decisión grave; es la decisión
de entrar en el problema del mal por la puerta estrecha, considerando desde el
principio el mal como algo «humano, demasiado humano»”.87
“Pero la grandeza de esta visión ética no está completa sino cuando, como
contrapartida, percibimos su beneficio para la intelgencia de la libertad misma;
una libertad que se hace cargo del mal es una libertad que accede a una
comprensión de sí misma especialmente cargada de sentido”.88
“Antes de dejar entrever las riquezas de esta meditación, (…) quiero declarar
mi deuda con la obra de Jean Nabert: en ella he encontrado el modelo de una
reflexión que no se limita a aclarar el problema del mal a partir de la doctrina
de la libertad, sino que no cesa, a su vez, de ampliar y profundizar la doctrina
de la libertad con el acicate de este mal que ella, no obstante, ha asumido por sí
misma”.89
CARLA CANULLO.
[email protected]
UNIVERSIDAD DE MACERATA – ITALIA
Recibido 24.08.2018 /Aprobado 15.10.2018
Bibliografía
El universal concreto
Consideraciones teológicas sobre la globalización
RESUMEN:
El punto de partida del artículo es la dimensión universal del Evangelio, como funda-
mento de la universalidad del cristianismo. En la profundización de lo que esa univer-
salidad pueda significar, se explora la distinción entre universalidad, como fundamen-
to de la diferencia, y totalidad, como origen de uniformidad. Es a partir de ahí que,
por una parte, se puede establecer una relación entre la vocación universal del cristia-
nismo y el proceso de globalización, que supera el tribalismo reductor; y, por otra
parte, se percibe que una globalización totalizante y uniformizante no corresponde al
sentido cristiano de universalidad, que es personalizante y, por eso, diferenciadora, a
partir del concreto personal y cultural.
Palabras-clave: universalidad, globalización, hospitalidad, pluralidad, religión
Introducción
1. La otra ciudad
1. AGOSTINHO DE HIPONA, A cidade de Deus, Livro XIX, cap. XVII, Lisboa, Gulbenkian, 2000 (PL 41).
2. Ambigüedades de la globalización
“Lo que significa la globalización es que las tecnologías, los instrumentos, los
mensajes están presentes por todas partes, es decir, no están en ninguna parte,
no están ligados a ninguna sociedad o a ninguna cultura particular ... lo que
hace que sólo vivimos juntos, en la medida en que hacemos los mismos gestos
y utilizamos los mismos objetos, pero sin ser capaces de comunicarnos entre
nosotros, más allá del cambio de los signos de la modernidad. Nuestra cultura
ya no comanda nuestra organización social que, a su vez, ya no comanda la
actividad técnica y económica. Cultura y economía, mundo instrumental y
mundo simbólico se están separando”.5
4. I. KANT, Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft, B 145: “Una comunidad
ética… no es, en sí misma, ni monárquica…, ni aristocrática…, ni democrática… podría ser compa-
rada, de preferencia, con una comunidad de hogar (familia)…”.
5. A. TOURAINE, Iguais e diferentes. Poderemos viver juntos? Lisboa, Instituto Piaget, 1998, 14.
4. Hospitalidad incondicional
las más variadas culturas, es sin duda una realidad que nos obliga a
pensar sus características más profundas. En este momento final de
nuestra reflexión no nos interesa presentar las prácticas y los códigos
de hospitalidad, sino más bien un planteamiento fundamental sobre el
significado antropológico – casi ontológico – de la hospitalidad huma-
na. Para tal seguiremos muy de cerca, naturalmente, lo que sobre el
tema ha escribido Jacques Derrida.
En la exposición al otro como huésped, se transforman por
completo los códigos del mismo, porque se asentaban en distinciones
de horizonte – aunque fuese, que nunca lo es simplemente, el horizon-
te de la propia subjetividad. Ante todo, el sí-mismo es, él mismo, colo-
cado en cuestión, siendo conducido al elemento primordial de su ser,
como ser en cuestión. “El extranjero es el ser en cuestión, la cuestión
fundamental del ser en cuestión, el ser-cuestión o ser en cuestión de la
cuestión. Pero también el que, planteando la primera cuestión, me
pone en cuestión”.17 Se pone en cuestión la identidad del mismo, cons-
truida desde horizontes subjetivos o culturales, para conducirla a un
modo de ser que es, primordialmente, el ser-colocado-en-cuestión. Ser
cuestionado, poniendo lo mismo en cuestión, es la identidad primor-
dial y universal de lo humano. Su modo de realizar esa identidad es
precisamente la respuesta a lo diferente. El mismo es, así, el que acoge
al huésped, exponiéndose a su cuestión. El sí-mismo es siempre expo-
sición total a la alteridad y la revelación máxima de este modo de ser
se da en la hospitalidad.
“La hospitalidad absoluta exige que yo abra mi casa (le chez-moi) y que dé no
solamente al extranjero (con un nombre de familia, un estatuto social de
extranjero, etc.), sino incluso al otro absoluto, desconocido, anónimo, y que
yo le dé un lugar, que lo deje venir, que lo deje llegar, y tener lugar en el lugar
que le ofrezco, sin pedirle ni reciprocidad (la entrada en un pacto) ni tampoco
su nombre”.18
17. J. DERRIDA, Cosmopolites de tous les pays, encore un effort!, Paris, Galilée, 1997, 3.
18. Ibid., 29.
“La diferencia entre la acogida del extranjero y la acogida del otro absoluto es la
diferencia entre la hospitalidad jurídico-político-moral y la hospitalidad incon-
dicional a la que alude Derrida. En cuanto que la hospitalidad cosmopolita es
regulada por el cálculo que se impone a la traducción de la lengua extranjera, la
hospitalidad incondicional es siempre una relación a-económica y a-simétrica
con la alteridad absoluta: es la imposibilidad de traducción del idioma singular
del otro. Siendo así, la hospitalidad incondicional es imposible”.19
“En la hospitalidad sin condición, el huésped que recibe debería, en principio, reci-
bir antes incluso de saber sea lo que sea sobre el huésped que acoge. La acogida pura
19. G. ZAGALO, “Hospitalidade e soberania – uma leitura de Jacques Derrida”, in Revista Filo-
sófica de Coimbra, 30 (2006) 307-323, 318.
20. F. BERNARDO, “A ética da hospitalidade ou o porvir do cosmopolitismo por vir I”, Revista
Filosófica de Coimbra, 20 (2001) 333-426, 370.
“La ley rompe, al mismo tiempo, con las leyes, o sea, con el pacto de la hospi-
talidad como derecho o obligación, así como intenta superar la vertiente insti-
tucionalizada de la hospitalidad. Esta forma da hospitalidad incondicional debe
entenderse, por lo tanto, como la ‘ley en su singularidad universal’, que intenta
superar (¿o subvertir?), de modo hiperbólico, las codificadas leyes del hués-
ped. Ella no tiene por que condenar la hospitalidad condicionada, pero le es
tan heterogénea como lo es la justicia por relación al derecho, y sin embargo
del mismo modo inseparablemente ligada”.23
23. E. FOUNTOULAKIS & B. PREVISIC (org.), Der Gast als Fremder. Narrative Alterität in der Lite-
ratur, Bielefeld, Transcript Verlag, 2011, 16.
24. Ibid., 13.
“La escatología coloca en relación con el ser más allá de la totalidad o de la his-
toria, y no con el ser más allá del pasado y del presente. No con el vacío que
rodearía la totalidad y dónde se podría, arbitrariamente, creer lo que se quisie-
ra, y promover así los derechos de una subjetividad libre como el viento. Es
relación con un excedente siempre exterior a la totalidad, como si la totalidad
objetiva no llenara la verdadera medida del ser, como si un otro concepto – el
concepto de infinito – debiera exprimir esa trascendencia por relación a la tota-
lidad, no-englobable en una totalidad y tan original como la totalidad”.26
jero” que se hace huésped es donde se hace posible una experiencia ver-
dadera de la trascendencia, del infinito no totalizable ni totalitario, como
lugar primordial de la llamada a la hospitalidad universal. Quizá sea ésta
la única noción aceptable de universalidad, más allá de la globalización.
Conclusiones
Para reconectar el desarrollo teológico de nuestro tema con
nuestro punto de partida más propiamente político y su desdobla-
miento social subsiguiente, se propone lo siguiente, a modo de conclu-
sión. Si identificamos esta meta-ética de la hospitalidad con la funda-
mentación religiosa de la existencia y de la correspondiente constitu-
ción de lo social y de lo político en su universalidad, parece que ambas
dimensiones están marcadas por una imposibilidad, debido al estatuto
trascendente y excesivo de lo que se revela aquí. Esta imposibilidad
podría permanecer en su negatividad radical; o bien, recurriendo a la
inspiración en Paul Ricoeur, podemos hacer fértil precisamente esa
tensión. En ese sentido, el político – en cuanto espacio de la ideología,
en el sentido positivo de articulación histórica de una identidad parti-
cular – constituye la posibilidad de articulación humana de la utopía
de lo universal no totalitario, ya sea referida a la meta-ética fundamen-
tal o al religioso.27 En la nomenclatura de Touraine, se trataría de lograr
articular correctamente el mundo instrumental de la vida cotidiana con
el mundo simbólico del sentido.
Ahora bien, la dimensión política se realiza hoy sobre todo a
través del Estado – en nuestras sociedades occidentales, a través del
denominado Estado laico. Esta es la “organización de una comunidad
histórica”.28 La cuestión del sentido de la acción y de las decisiones – y
de su fundamentación originaria – se enraíza en el mundo simbólico
de una comunidad social concreta, con sus tradiciones, sus costum-
bres, sus valores, sus convicciones, también sus reglas, y por eso siem-
pre marcada por un límite, que la distingue de otras comunidades, ori-
ginando el sentido del extranjero o extraño. Entonces, el estado será
una especie de “síntesis del racional y del histórico, de la eficacia y del
Bibliografía
RESUMEN
E. Levinas propone un modo de entender la subjetividad que difiere de la conciencia
trascendental y constituyente de la filosofía moderna. No es el ser, ni por tanto el
conocimiento, lo que determina la subjetividad sino el Bien que precede al ser y llama
a la responsabilidad por el otro con un Decir previo al discurso lingüístico. La huella
de ese llamado en el rostro del otro alude a un Infinito que exige desde la alteridad.
Dios no viene a través del ser develado sino de la diferencia absoluta entre el Mismo
y el Otro, donde aquél es asignado a éste en el modo uno-para-el-otro. Las sugeren-
cias de este pensador cuestionan indirectamente el quehacer teológico que se edifica
sobre el ser y solo da lugar a una forma de conocimiento temático.
Palabras clave: Ser, alteridad, Bien, responsabilidad, significancia.
Introducción
2. El filósofo camina cerca del artista. Como explica Joan Soriano a propósito de Pablo
Picasso y el surgimiento del cubismo: “…el pintor había llegado a una conclusión tan simple como
genial. Puesto que toda representación que imita a la naturaleza es una reunión de elementos arbi-
trarios, su combinación, aunque pueda ser comprendida como representación visual, puede
engendrar formas distintas a las observadas y convertirse en una creación artísticamente pura y
autónoma” (Grandes maestros de la pintura, Barcelona, Editorial Sol 90, 2007, 56). Damos por sen-
tado que pensar es representar, pero en su génesis el pensar es la habilidad para combinar los ele-
mentos, allí donde todavía no hay pautas establecidas, donde la creatividad precede a la inteligibi-
lidad, o en todo caso opera como una forma distinta de inteligibilidad.
3. E. LÉVINAS, Ética e infinito, Madrid, Visor, 1991, 26.
4. Este modo de hablar nos recuerda el ensayo de K. Rahner: El oyente de la Palabra. Fun-
damentos para una filosofía de la religión, Barcelona, Herder, 2009, en cuanto aspiración a mostrar
la singularidad de la existencia humana constituida históricamente por el contacto con la Palabra
de Dios. Pero es claro que el teólogo alemán se mueve en el horizonte de la filosofía tomista, cuyo
punto de partida es la inquietud por el ser.
5. Salamanca, Ed. Sígueme, 2002. Versión original: Totalité et infinit, Martinus, 1971.
6. Salamanca, Ed. Sígueme, 1987. Versión original: Autrement que l'être ou au-delà de l'es-
sence, Martinus, 1978.
7. Madrid, Caparrós Editores, 2001. Versión original: De Dieu qui vient à l'idée, J. Vrin, 1982.
8. De otro modo ..., 45. Ser aquí se entiende en sentido verbal, no como ente, sino como
proceso de irse haciendo, acontecimiento o aventura de ser (Levinas, E., Entre nosotros. Ensayos
para pensar en otro, Valencia, Pre-textos, 1993, 9). No algo estable y eterno, si no más bien lo que
entendemos como “fenomenalidad”: el aparecer de lo que aparece, el surgir de lo que surge, el
brotar de lo que brota. Pero como acto el ser está destinado, se orienta-hacia. No se trata de mero
estado sino de responsabilidad.
1.1.Ser y bien
El filósofo lituano siente que por sobre el ser, o más allá de él, o
antes que él, se intuye el Bien. Este es el nudo de la cuestión. Porque
el Bien no aparece como un atributo del ser, ni se identifica con él. Pla-
tón, en La República, desgrana un diálogo en el que podría hallarse la
inspiración de Levinas. En el Libro VI, 508e, se lee esto:
“Puedes, por tanto, decir que lo que proporciona la verdad a los objetos del
conocimiento y la facultad de conocer al que conoce es la idea del bien, a la cual
debes concebir como objeto del conocimiento, pero también como causa de la
ciencia y de la verdad. Así, por muy bellas que sean ambas cosas, juzgarás recta-
mente si consideras al bien como algo diferente y más bello todavía que ellas. Y
en cuanto al conocimiento y a la verdad, del mismo modo que en aquel otro
mundo se puede creer que la luz y la visión son análogos al sol, pero que es inco-
rrecto suponer que se trate del mismo sol, es acertado considerar el saber y la
verdad como análogos al bien, aunque no es correcto considerarlos como el bien
mismo, puesto que la naturaleza y el valor de éste son aún mayores”.
“Del mismo modo puedes afirmar que el bien no confiere a las cosas inteligi-
bles esta capacidad (generación, crecimiento y alimentación), sino que su ser y
esencia se les agrega también por obra de aquél; sin embargo, el bien no es la
esencia, sino algo que se encuentra aún por encima de aquélla en cuanto a dig-
nidad y poder”.10
necesariamente debe estar fuera de la trama, y que hay que suponer ideológicamente. Se aplica en
cambio a estratos “geológicos”, a lo que acontece en cada etapa de la historia donde los juegos de
poder y las prácticas sociales configuran los objetos de las que luego serán ciencias del hombre.
Levinas también busca un “antes” del conocimiento, de los objetos del saber, por tanto, un antes
del ser.
10. Platón sigue aquí el hilo de la analogía entre sol y ser. El sol hace surgir y crecer, pero él
mismo no es la generación y el devenir. Ser y esencia obran como el sol, y dependen de algo aún
mayor, el Bien.
Otro. Afección por parte del otro, responsabilidad del Mismo respec-
to al Otro, donde reside el nacimiento latente de la propia conciencia.
Todo el edificio del conocimiento va a significar dentro de la proximi-
dad del otro, a posteriori de mi responsabilidad.13 Sin embargo el ser,
en su aparecer, se desdobla como manifestación y mirada. La mirada
equivale a conciencia que objetiva, que a través de la palabra establece
unidades idénticas. Estas unidades son los temas de la lengua, lo
Dicho. La conciencia junta y ordena lo que aparece en la dispersión
del tiempo, y lo vuelca en una pantalla como presencia. Es lo que Levi-
nas en todas sus obras indica como sinopsis y sincronía: pensamos
según la re-presentación. Todo lo que fue y lo que se espera tiene que
ser comprendido en un presente, mientras se lo proyecta. Nuestro
decir se inspira en lo Dicho, no es el Decir pre-original, que fluye de
otro modo que ser, en la insescindible proximidad del uno y el otro. El
Decir siempre previo a la lengua contiene significaciones olvidadas en
la ontología. Significaciones de la subjetividad que antecede al origen,
a la re-presentación, a la conciencia. Levinas postula que esa subjetivi-
dad significa como Uno inquietado por el Otro, no como substancia
autónoma ni sujeto absoluto, no como el distingo de manifestación y
mirada.
Así pues, antes que el Decir se convierta en tema, en algo empla-
zado en la celda de una identidad, habla con una significación no onto-
lógica, que remite a la responsabilidad para con el otro. La responsa-
bilidad precede al ser. No podemos discutir cómo se demuestra este
aserto. No estamos en el plano del saber acuñado por los lineamientos
de la razón, no estamos en el sistema de lo Dicho, sino remitiéndonos
a lo pre-original, que sólo podría mostrarse siguiendo las huellas que
deja en lo tematizado. Decir significa responder del otro, una respon-
sabilidad nunca contraída en el campo que abarca la memoria humana,
que está dominado por la subjetividad soberana y objetivante. A pos-
teriori de la objetivación sucede como si hablar consistiera en haber
sido previamente un para sí y un en sí, como consistencia substancial.
Pero el hablar original es el suceso olvidado, del cual el sistema de la
lengua conserva solo rastros. La primera inteligibilidad es la que se
discierne en el cara a cara, uno para con otro. La razón depende del
13. Levinas busca en la proximidad un estadio ajeno al sujeto, anterior, an-arquico, sin
comienzo (Ibid, 247). Ser es ser responsable, aunque yo no lo haya querido.
14. El pensamiento hace un objeto de todo lo que conoce. Por eso es que el verdadero pen-
samiento comienza concibiendo “una libertad exterior a la mía” (E. LEVINAS, Entre nosotros. Ensa-
yos para pensar en otro, Valencia, Pre-Textos, 1993, 35)
15. De otro modo…,103.
16. Ibid, 121. A propósito de este tópico levinasiano, que separa sensibilidad e intuición sen-
sible, puede leerse, de A. E. GARRIDO MATURANO, Afectividad, responsividad y responsabilidad. Intro-
ducción a una arqueología de la vida afectiva y su significación ética a partir del pensamiento de
E. Levinas, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, 38 (2011) 269-288.
cendencia, esto es: del más allá del ser. Pero solo rastro de una ausencia absoluta. La comprensión inicia,
entonces, en el para-el-otro. Luego podrá venir la sistematización de “lo que es” (ente).
32. Ibid, 172.
33. Ibid, 224
34. Ibid, 229.
35. Ibid, 232.
“como si el rostro del otro hombre, que de entrada ‘me pide’ y me manda,
fuera el nudo de la intriga misma del rebasamiento por Dios de la idea de Dios
y de toda idea en la que él todavía pudiera ser mentado, visible y conocido, y
en la que lo infinito vendría a quedar desmentido por la tematización, en la
presencia y la representación”.37
menos conocidas que las Ideen39, un paso importante hacia este “más
allá del ser”. Husserl partirá del Otro para describir la subjetividad
trascendental que arranca al Yo de su aislamiento en sí mismo, de su
coincidencia consigo mismo como centro del mundo. Pero la necesi-
dad que tiene la filosofía de continuar siendo un saber de la presencia
y del ser, no podrá evitar que el sentido último también para Husserl
se localice en lo Mismo.40 La hegemonía de la identidad es confirmada
dentro de un círculo inexpugnable. Solo cuando lo Mismo es pertur-
bado por lo Otro se puede abrir ese círculo al exceso, lo que para el
filósofo lituano es inspiración, despertar. La inteligencia y la significa-
tividad no tienen por qué adormecerse en la identidad y el pensamien-
to representativo. La razón despierta cuando deja el conocimiento y se
aboca a la relación ética.
Levinas suscribe el diagnóstico heideggeriano de la onto-teo-
logía, que se remonta a otros pensadores. Para el discurso filosófico de
Occidente mostrarse, iluminarse, es tener un sentido. La inteligibili-
dad está ligada a la manifestación del ser, por lo que se identifica el
pensamiento del sentido y el pensamiento del ser.41 La teología, al
tematizar a Dios, lo mete en la carrera del ser, mientras que el Dios de
la Biblia significa la trascendencia de una manera “inverosímil”, por-
que carece de analogía con una idea sometida a criterios. La sintonía
con Heidegger es aquí evidente. La teología racional se esfuerza por
satisfacer los derechos de la trascendencia en los dominios del ser, y no
le queda más recurso que utilizar para ello “adverbios de altura” apli-
cados al verbo ser: Dios existiría de manera “eminente” o “por exce-
lencia”. Pero la palabra “Dios” no es en absoluto un concepto.42
En esto reside el núcleo de la cuestión que, a nuestro parecer,
pone en jaque la configuración de una teología académica. La Escritu-
ra “sabe” que es posible hablar de Dios pese a que no es un contenido
inteligible en el sentido del saber del ser. Inclusive la palabra “expe-
riencia”, que en el sentir profano parece un modo de salir de la órbita
del intelectualismo, indica un discurso articulado en proposiciones
3. Esbozo de conclusión
45. Ibid, 102. Dios es lo Santo: distinto, separado de la totalidad óntica. Dios no se esclarece
a partir del orden del ser.
46. Ibid, 112.
47. Es aquí donde P. Ricoeur localiza las dificultades en la nueva filosofía de Lévinas. El len-
guaje es un terreno que vincula ética y ontología -para Lévinas: el Decir y lo Dicho. La ética sin onto-
logía no puede articular un lenguaje (De otro modo. Lectura de“De otro modo que ser o más allá
de la esencia” de Emmanuel Levinas, Barcelona, Anthropos, 1999). La objeción no impide conside-
rar la realidad de lenguajes que refieren de modo diverso el ser, o que transmiten un eco pre-onto-
lógico, particularmente en la expresión de estados afectivos.
48. De Dios que viene a la idea, 127.
49. Ibid, 130.
50. Ibid, 128.
51. M. HEIDEGGER, Was heisst Denken?, Tübingen, Max Niemeyer, 1954, Gesamtausgabe, 8.
52. Gesamtausgabe, 9. Wegmarken.
OSCAR A. CORREA·
[email protected]
FACULTAD DE TEOLOGÍA - UCA
Recibido 01.02.2019 /Aprobado 14.03.2019
Bibliografía
56. En todo caso determina su facticidad dentro del arco de la causalidad metafísica. Equi-
parar a Dios y Ser es lo que nos ha confinado en el sistema aristotélico.
· El autor es Doctor en Teología por la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad
Católica Argentina.
RESUMEN
Durante la así llamada “crisis arriana” del siglo IV la interpretación de Pr 8,22 era
capaz de revelar la orientación teológica de los diversos actores. El versículo revestía
una particular dificultad porque, en él, la sabiduría declara: “El Señor me creó (κύριος
ἔκτισέν με)” y, de acuerdo a la tradición dominante, esta sabiduría es el Hijo de Dios.
El presente artículo pretende reconstruir la interpretación que Marcelo de Ancira dio
al discutido versículo y explorar sus principios hermenéuticos. Para valorar su alcance
y originalidad, antes de presentar la interpretación del obispo de Ancira, se ofrece un
recorrido por la interpretación de Pr 8,22 en la tradición cristiana anterior.
Palabras claves: Marcelo de Ancira, Proverbios 8, interpretación.
1. Este artículo forma parte de los resultados del Proyecto Fondecyt Regular 1160201 (2016-2018).
2. Pr 8,22-25: 8.22 κύριος ἔκτισέν με ἀρχὴν ὁδῶν αὐτοῦ εἰς ἔργα αὐτοῦ,23 πρὸ τοῦ αἰῶνος
ἐθεμελίωσέν με ἐν ἀρχῇ,24 πρὸ τοῦ τὴν γῆν ποιῆσαι καὶ πρὸ τοῦ τὰς ἀβύσσους ποιῆσαι, πρὸ τοῦ προελθεῖν
τὰς πηγὰς τῶν ὑδάτων, 25 πρὸ τοῦ ὄρη ἑδρασθῆναι, πρὸ δὲ πάντων βουνῶν γεννᾷ με.
3. Otra tradición identificaba la sabiduría de Pr 8 con el Espíritu Santo: Teófilo, Autol., I,7,3;
II,18,2; II,15,4 (habla de la tríada –τριάς– Dios, el Logos y la Sabiduría); Ireneo, Adv. haer., IV,7,4;
IV,20,1-3; Dem., 5; 10.
4. La historia de la interpretación de Pr 8,22 ha sido estudiada por M. SIMONETTI, “Sull'inter-
pretazione patristica di Proverbi 8,22”, en: M. SIMONETTI, Studi sull'arianesimo Roma, Studium,
1965, 11-87; A. MEREDITH, “Proverbes, VIII, 22 chez Origène, Athanase, Basile et Grégoire de Nysse”,
en: Ch. KANNENGIESSER (ed.), Politique et Théologie chez Athanase d’Alexandrie. Actes du Colloque
de Chantilly, 23-25 Septembre 1973, Paris (Théologie Historique 27), 1974, 349-357; M. DELCOGLIANO,
“Basil of Caesarea on Proverbs 8:22 and the Sources of Pro-Nicene Theology”, Journal of Theolog-
ical Studies N.S. 59 (2008) 183-90.
“Luego, se debe creer que la Sabiduría es generada fuera de todo inicio que se
pueda decir o pensar. Entonces, [...] precisamente por causa de estas mismas
criaturas, que habían sido como inscritas y prefiguradas en la misma Sabiduría,
la Sabiduría dice, por medio de Salomón, que ella misma es creada en cuanto
inicio de los caminos de Dios (Pr 8,22), porque contiene en sí misma los prin-
cipios, las razones y las especies de toda criatura”.11
12. Normalmente, Orígenes utiliza la versión de los LXX de Pr 8,22: “El Señor me creó (κτίζω)
inicio de sus caminos”, pero en pocos lugares se vale de otra versión: “El Señor me adquirió
(κτάομαι) inicio de sus caminos”, CMt XVI,14.
13. DIONISIO DE ROMA, A Dionisio de Alejandría, 4-5 (ASy, §§144-145).
14. DIONISIO DE ROMA, A Dionisio de Alejandría, 6 (ASy, §146).
15. Esta interpretación no representa la posición teológica de Dionisio de Alejandría.
16. Cf. EPIFANIO, Panarion, 69,12,1-2; ATANASIO, Contra arianos, I,53,1-2; II,1,2; II,51,2-3; II,58,3;
II,82,4.
17. Cf. CONSTANTINO, A Alejandro y Arrio, en VC, II,69,1.
18. ARRIO, Thalia, apud ATANASIO, De synodis, 15,3: “ἀρχὴν τὸν υἱὸν ἔθηκε τῶν γενητῶν ὁ
ἄναρχος” (AW II, p. 242).
19. ARRIO, apud ATANASIO, De synodis, 16,4 (AW II, p. 244).
20. Cf. EUSEBIO DE NICOMEDIA, apud Teodoreto, HE, I,6,5.
indica que Arrio pensaba que Pr 8,22 afirmaba el carácter creado del
Hijo.
Posiblemente, como reacción a este tipo de interpretación, Eus-
tacio de Antioquía elaboró una original manera de comprender el ver-
sículo de Pr 8,22, al que dedicó una obra especial, de la que sólo se
conserva de manera fragmentaria.21 En lo que queda de la obra de Eus-
τοῦ Χριστοῦ) ha llegado a ser, para ti, principio de los más bellos
caminos de la justicia”.22
Según el obispo de Antioquía, entonces, la expresión “me creó”
22 no se refiere al origen del Logos, en la preexistencia, sino que des-
cribe la creación, es decir, la generación del Hijo encarnado. Lo mismo
se observa en el otro fragmento que contiene el pasaje de Proverbios.23
Una vez concluido este recorrido sumario por las diferentes
interpretaciones del texto de Salomón, es posible ensayar una clasifi-
cación:
1) Los apologistas, Tertuliano y Orígenes suponen que las pala-
bras «el Señor me creó» no se refieren al origen absoluto de
la Sabiduría, sino al «momento» de su exteriorización con
vistas a la creación (apologistas y Tertuliano) o al hecho de
que la Sabiduría contiene en sí de los modelos de la creación
(Orígenes).
2) Dionisio de Alejandría comprende el verbo “crear” a la luz
de “generar” y, por lo tanto, según su interpretación, el ver-
sículo describiría el origen de la Sabiduría.
3) Los adversarios de Dionisio de Roma y Arrio, en cambio,
comprenden “crear” en sentido literal y, así, declaran que la
Sabiduría es creada, en sentido estricto.
21. Cf. S. CARTWRIGHT, The Theological Anthropology of Eustathius of Antioch, Oxford, 2015, 41.
22. EUSTACIO, Fragmenta, 128 (CCG 51, 188, 2 Declerck).
23. Cf. EUSTACIO, Fragmenta, 110: “Quand donc il dit Le Seigneur m’a créée, commencement
de ses voies pour ses oeuvres, il montre par des démonstrations claires que [c’est] l’homme du
Christ [qui] est devenu pour nous le commencement immutable des biens, en nous adaptant aux
chemins célestes” (DECLERCK, p. 171).
24. MARKELL VON ANKYRA, Die Fragmente. Der Brief an Julius von Rom, M. VINZENT (ed.), Lei-
den, 1997, 24-41.
25. K. SEIBT, Die Theologie des Markell von Ankyra, Berlin, 1994, 293-311.
“Por lo tanto, este pasaje de Proverbios dice: «el Señor me creó» (Pr 8, 22), sin
querer establecer el principio de la divinidad de nuestro Salvador, como ellos
suponen, sino la segunda economía según la carne. Por ello, adecuadamente,
también ha recordado la creación de la carne humana”.27
26. Pr 8,22: κύριος ἔκτισέν με ἀρχὴν ὁδῶν αὐτοῦ εἰς ἔργα αὐτοῦ.
27. MARCELO, Fr. 26 (VINZENT).
28. MARCELO, Fr. 70 (VINZENT): “[Juan] ha hablado para mostrar que mientras, en la frase En
el principio era el logos, el logos estaba como una facultad (δυνάμει) en el Padre (en efecto, el Dios,
del cual provienen todas las cosas, es principio de todas las cosas producidas); en cambio, en la
frase: y el logos estaba junto a Dios, el logos estaba en acto (ἐνεργείᾳ) junto a Dios (en efecto, todas
las cosas llegaron a ser por medio de él, y sin él ninguna cosa llegó a ser); y en la afirmación el
logos era Dios, ha dicho que no se debe dividir la divinidad, ya que tanto el logos estaba en Él,
como Él estaba en el logos, pues dice: El Padre en mí, y yo en el Padre”.
29. MARCELO, Fr. 71 (VINZENT).
30. MARCELO, Fr. 94 (VINZENT). Cf. Fr. 65 (VINZENT).
dice el Apóstol: «En efecto, nadie puede poner un fundamento aparte del que
está puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3, 11). Y recuerda allí un único siglo, a
partir del cual dice que se han puesto los fundamentos de lo referido a
Cristo”.36
“Por medio de [Cristo], predestinó a la estirpe de los que adoran a Dios para
decir, a partir de esta “predestinada economía según la carne”, que la encarnación forma parte del
plan original de Dios, la cual no es sólo consecuencia del pecado, según la doctrina de Ireneo?
36. MARCELO, Fr. 35 (VINZENT).
37. MARCELO, Fr. 106 (VINZENT).
38. De hecho, MARCELO afirma que Asterio falsifica la Escritura cuando dice: “el Logos ha sido
generado antes de los siglos”, porque el Logos existe siempre en Dios. Cf. ASTERIO, Fr. 17 (Vinzent,
p. 90) apud Marcelo, Fr. 36 (Vinzent).
39. Se trata de una preexistencia sólo intencional: “tal como en otro tiempo el Dios omnipo-
tente predestinó a la Iglesia, así también [predestinó] la economía de Cristo según la carne”, MAR-
CELO, Fr. 37 (VINZENT).
40. MARCELO, Fr. 37 (VINZENT). Rm 1, 4.
“Entonces, si este nuevo misterio ha sido revelado sobre todo en estos últi-
mos tiempos, dado que por lo mismo había sido predestinado antes de este
siglo (Rm 1,4), con razón el profeta [Salomón] dijo: «Antes del siglo me ha
fundado» (Pr 8,23), claramente en lo que se refiere a la carne, a causa de la
comunión de su logos con el que verdaderamente es su Hijo”.42
Marcelo dice que este pasaje es profético para dejar en claro que,
si bien pertenece al AT, el pasaje describe los futuros acontecimientos
descritos en el Nuevo Testamento. En este plan, la carne está predesti-
nada a la filiación por medio de la comunión con el logos. La carne, es
decir, el hombre Jesús, sólo es verdadero Hijo de Dios por su comu-
nión con el logos divino.
3, 19). Era necesario entonces que ella que, de algún modo (τινὰ τρόπον),
vamente se ha vuelto tierra? Pues dice: «Eres tierra y a la tierra volverás» (Gn
41. El textus receptus de Romanos dice ὁρίζω, pero MARCELO cita προορίζω, al igual que IRE-
NEO, Adv. haer., III,16,3; III,22,1: “qui praedestinatus est Filius Dei in uirtute per Spiritum sanctifica-
tionis ex resurrectione mortuorum”. En griego, esta lectura se conserva en EPIFANIO, Panarion, 54,
6, 2 (contra Teódoto).
42. MARCELO, Fr. 38 (VINZENT).
43. Pr 8, 23b-24a: ἐν ἀρχῇ, πρὸ τοῦ τὴν γῆν ποιῆσαι.
44. MARCELO, Fr. 39 (VINZENT).
“Luego dice: «Antes de hacer los abismos» (Pr 8,24b). Allí el profeta dice, en
forma de proverbio (παροιμιωδῶς), que los abismos son los corazones de los
santos, los cuales tienen en su profundidad el don del Espíritu”.46
“En efecto, dice: «Antes de que las montañas fueran asentadas y antes de todas
las colinas, me genera» (Pr 8,25). Las montañas y las colinas se refieren a los
apóstoles y a los sucesores de los apóstoles, para significar, en forma de pro-
verbio, el orden legítimo que hay entre ellos, frente a los otros hombres”.
45. Pr 8,24b-25: καὶ πρὸ τοῦ τὰς ἀβύσσους ποιῆσαι, πρὸ τοῦ προελθεῖν τὰς πηγὰς τῶν ὑδάτων,
πρὸ τοῦ ὄρη ἑδρασθῆναι, πρὸ δὲ πάντων βουνῶν γεννᾷ με.
46. MARCELO, Fr. 40 (VINZENT).
47. Cf. MARCELO, Fr. 41-46 (VINZENT). De hecho, afirma: “Es evidente en todas partes que los
sagrados apóstoles tropológicamente son llamados fuentes por el profeta”, Marcelo, Fr. 44 (VINZENT).
3. Teoría exegética
SAMUEL FERNÁNDEZ
[email protected]
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Recibido 02.12.2018 /Aprobado 03.02.2019
Bibliografía
Cristo y el Espíritu
Algunos aspectos de la cristología
en Raniero Cantalamessa
RESUMEN
El autor presenta la cristología de Cantalamessa como un intento de cristología pneu-
mática. En la obra del fraile capuchino descubre más de un sentido de la dimensión
pneumatológica en el acercamiento al misterio de Cristo. Por un lado una cristología
espiritual implica descubrir al Espíritu Santo como término a quo que origina, mueve
y acompaña la reflexión teológica, integrando los distintos acercamientos al misterio
de Cristo; por el otro, el mismo Paráclito es término ad quem en el encuentro personal
con el Cristo siempre vivo en el Espíritu. Se trata de formular una cristología espiritual
que invita a descubrir a Jesucristo como una Persona viva.
Palabras clave: cristología, pneumatología, Santos Padres, dogma cristológico, misterio.
1. Cantalamessa, el teólogo-predicador
A. MARINO, “Cristo y el Espíritu en la obra de la salvación”, en: R. FERRARA; C. GALLI (eds.), El soplo
de Dios. Diez lecciones sobre el Espíritu Santo, Buenos Aires, Paulinas, 1998, 111-132; M. BORDONI,
“El Espíritu Santo y Jesús. Reflexión bíblico-sistemática”, en: AA.VV. Semanas de estudios trinita-
rios (ed.), Se encarnó por obra del Espíritu Santo, Salamanca, Secretariado Trinitario, 2000, 13-41;
N. MADONIA, Cristo siempre vivo en el Espíritu. Fundamentos de cristología pneumática, Salamanca,
Secretariado Trinitario, 2006.
3. Cf. R. CANTALAMESSA, La Cristologia di Tertulliano (Paradosis, 18), Friburgo (Svizzera), Edi-
zione Universitarie, 1962. La contribución de Cantalamessa sobre la teología de Tertuliano fue reco-
gida por varios autores: B. STUDER, Dios salvador en los Padres de la Iglesia. Trinidad - Cristología
- Soteriología, Salamanca, Secretariado Trinitario, 1993, 109-113; B. SESBOÜÉ, Historia de los Dog-
mas. Tomo I: El Dios de la salvación, Salamanca, Secretariado Trinitario, 1995, 283; A. MILANO, Per-
sona in teologia, Roma, Edizioni Dehoniane, 19962, 61-79; A. GRILLMEIER, Cristo en la Tradición cris-
tiana, Salamanca, Sígueme, 1997, 265-288; N. MADONIA, Cristo siempre vivo en el Espíritu, 142-147.
4. Cantalamessa fue nombrado miembro de la CTI desde 1975 hasta 1981, período en que
la comisión publica Cuestiones selectas de Cristología.
5. Sus prédicas y meditaciones fueron traducidas y publicadas en una veintena de lenguas.
6. Cf. A. VICIANO, Cristo Salvador y Liberador del hombre. Estudio sobre la soteriología de
Tertuliano, Pamplona, EUNSA, 1986, 18. Varias obras escritas por nuestro autor fundamentan este
parecer: R. CANTALAMESSA, L omelia «In S. Pascha» dello Pseudo-Ippolito di Roma. Ricerche sulla
teologia dell Asia Minore nella seconda metà del II secolo, Vita e Pensiero, Milano, 1967; La Pasqua
della nostra salvezza. Le tradizioni pasquali della Biblia e della primitiva Chiesa, Torino, Marietti,
1971; publicado en castellano: La Pascua de nuestra salvación. Las tradiciones pascuales de la
Biblia y de la Iglesia primitiva, Bogotá, San Pablo, 2007; I più antichi testi pasquali della Chiesa. Le
omelie di Melitone di Sardi e dell Anonimo Quartodecimano e altri testi del II secolo, Roma, Edi-
zione Liturgiche, 1972; La Pasqua nella Chiesa antica, Torino, SEI, 1978; “La concezione teologica
della Pasqua in sant`Ambrogio”, en: Paradoxos Politeia. Studi patristici in onore di Giuseppe Laz-
zati, 361-375.
7. H. U. VON BALTHASAR, Ensayos teológicos I. Verbum Caro, Madrid, Cristiandad, 1964, 258.
8. R. CANTALAMESSA, Señor, tú tienes palabra de vida nueva, Buenos Aires, Guadalupe, 1990, 74.
12. En el mismo sentido: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el
Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí” (Jn 15,26).
13. Cf. SAN AGUSTÍN, De Trinitate, V, 12, 13: “Decimos también Espíritu del Hijo, pero nunca
Hijo del Espíritu Santo, para que nadie imagine al Espíritu Santo como padre”.
14. CTI, Cuestiones selectas de cristología, III, D, 6.1.
“mostrar cómo el Espíritu Santo, que vivifica todas las cosas en la Iglesia,
puede también sobre todo vivificar el dogma católico, hacerlo brillar con una
nueva luz, hacer que los creyentes se enamoren de él, después de haberlos lle-
vado a una experiencia cercana. Mostrar cómo el dogma no es solamente el que
trae las certezas, sino también da energía a la Iglesia. Intentar, resumiendo, un
esbozo de cristología «espiritual»”.17
15. Cf. R. CANTALAMESSA, Del Kerygma al Dogma. Estudio sobre la cristología de los Padres,
Buenos Aires, Agape, 2012, 10.
16. R. CANTALAMESSA, Jesucristo, el Santo de Dios, 5.
17. R. CANTALAMESSA, Jesucristo, el Santo de Dios, 9.
“todo esto nos interesa, en este momento, sólo desde el punto de vista del cono-
cimiento de Cristo. ¿Qué conocimiento de Cristo va emergiendo en esta nueva
atmósfera espiritual y teológica? El acontecimiento más significativo no es el
descubrimiento de algo nuevo –nuevas inspiraciones, nuevas perspectivas o nue-
vas metodologías–, sino el hecho de haber vuelto a descubrir un dato bíblico ele-
mental: ¡que Jesucristo es el Señor! San Pablo habla de un conocimiento «supe-
rior», y hasta «sublime», de Cristo, que consiste en conocerlo y proclamarlo
«Señor» (cf. Flp 3,8). Es la proclamación que, unida a la fe en la resurrección de
Cristo, nos salva (cf. Rm 10,9). Y este conocimiento lo hace posible sólo el Espí-
ritu Santo: «Nadie puede decir: Jesús es Señor, si no está movido por el Espíritu
Santo» (1 Co 12,3)”.20
18. En el siglo XX Odo Casel fue el iniciador de la teología de los misterios. Una pretensión
de síntesis de todas las verdades de la fe desde la categoría del Misterio con dos significaciones
fundamentales: en sentido pneumático-teológico (Misterio de Cristo), y en sentido cultual (Misterio
de culto), cf. O. CASEL, Misterio de la Ekklesia, Madrid, Guadarrama, 1964, 31. La teología de los mis-
terios es tenida en cuenta por varios autores: cf., H. DE LUBAC, Exégèse Médiévale. Les Quatre sens
de l Écriture, Paris, Aubier, 1964; B. NEUNHEUSER, “Misterios, teología de los”, en: RAHNER, Karl y
otros (eds.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teológica, 4, Barcelona, Herder, 1977, 718-723.
19. R. CANTALAMESSA, El misterio de la Transfiguración. O la imagen de Cristo para el hombre
del Tercer Milenio, Burgos, Monte Carmelo, 2003, 5.
20. R. CANTALAMESSA, El canto del Espíritu, Madrid, PPC, 19983, 384.
“para ambos, nuestra relación con Cristo es mediada y hecha posible por el
Espíritu Santo. Es creyendo en Cristo, dicen ambos, como se recibe el Espíritu
(cf. Ga 3,2; Jn 7,39) y recibiendo el Espíritu es como se puede creer en Cristo
(cf. 1 Co 12,3; Jn 6,63)”.23
guía del Espíritu (cf. Ga 5,18), las definiciones dogmáticas han sido
una auténtica deshelenización y han rechazado todas aquellas expre-
siones que tuvieron la pretensión de ceder a cualquier tentación por
realizar fórmulas de compromiso que no respondieran con fidelidad al
dato revelado.
Desde la categoría “estructura abierta”, Cantalamessa descu-
bre que la acción del Espíritu Santo conduce a la Iglesia para actua-
lizar las definiciones conciliares a lo largo de la historia. Sin negar el
proceso de adecuación a cada cultura que supone estar atento a dis-
cernir los signos de los tiempos a la luz del Evangelio para responder
a los nuevos interrogantes del hombre, el fraile muestra que los dog-
mas cristológicos no son hipótesis, sino tesis que en cada generación
están disponibles para hacer crecer el verdadero conocimiento de
Cristo. Esto significa que las definiciones dogmáticas son capaces de
acoger dilataciones en épocas sucesivas a las que fueron redactadas.
Ciertamente, así como Gregorio Magno sostuvo que la Escritura
crece con los lectores –cum legentibus crescit–28 del mismo modo, sal-
vando las distancias, ocurre con el dogma cristológico: crece con el
crecer de la Iglesia que lo lee –cum Ecclesia legente–. Es necesario
manifestar la intentio de los concilios, que se incorporan como datos
irrenunciables para la teología. La relevancia y la obligatoriedad del
dogma cristológico marca la honda significación del mismo en la
cristología actual.
El propósito de Cantalamessa será despertar las verdades dog-
máticas, que pueden caer en un formalismo religioso sin ningún tipo
de injerencia en la vida del creyente. En este sentido destacamos el
encuentro del fraile con el pensamiento de Kierkegaard: la filosofía de
la existencia kierkergaardiana es un itineriarum mentis ad Deum que
influye en los escritos de nuestro autor en orden a descubrir que,
“la Iglesia no añade al evangelio nada nuevo (non nova), pero proclama la
novedad de Cristo en un modo constantemente nuevo […] La continuidad
dentro de este proceso de la Paradosis viva se da finalmente en que la Iglesia es
el sujeto de la fe, que trasciende espacio y tiempo. Por eso, la Iglesia presente
en cada momento tiene que mantener presente toda su precedente historia de
fe en su memoria mantenida por el Espíritu Santo y, al mismo tiempo, de modo
profético hacerla viva y fructuosa para el presente y el futuro”.34
35. A. ZECCA, “Espíritu, Iglesia y evangelización”, en: R. FERRARA; C. GALLI (eds.), El soplo de
Dios. Diez lecciones sobre el Espíritu Santo, Buenos Aires, Paulinas, 1998, 134.
36. Cf. SAN BASILIO MAGNO, De Spiritu Sancto, XVI, 39: “El plan de salvación para los hombres
[…] ¿quién puede dudar que se cumple con la gracia del Espíritu Santo […] En primer lugar Él estu-
vo en la misma carne del Señor, convertido en unción y de manera inseparable, según está escrito:
Aquel sobre el cual verás bajar y permanecer el Espíritu, es mi hijo amado (Jn 1, 33; Lc 3,22). Y:
Jesús de Nazaret, a quien Dios ungió con el Espíritu Santo (Hch 10,38). Y después toda la actividad
de Cristo se llevó a cabo con la presencia del Espíritu Santo”.
37. SAN ATANASIO, Orationes contra arianos, I, 50.
bres, para luego reposar y renovar a los hijos de Adán.38 De este modo
la meditación del misterio de la Unción nos lleva del plano histórico,
Bautismo de Jesús, al plano sacramental, bautismo y confirmación, invi-
tando, por último, a la dimensión existencial (orden moral) donde la tri-
ple unción (real-profética-sacerdotal) opera también en el cristiano para
ser el buen olor de Cristo.
Finalmente, Cantalamessa contempla la Persona de Jesucristo, el
Viviente en la Iglesia por medio de su Espíritu, a la luz de Pentecostés,
y sobre todo en el misterio Eucarístico, descubriendo que el Espíritu
Santo tiene en la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, su lugar ordinario:
“Donde está el Espíritu del Señor allí está la Iglesia, y donde está la
Iglesia está el Espíritu del Señor y toda gracia”.39 Claro está que a partir
del misterio de Pentecostés, la Iglesia experimenta la unción del Espí-
ritu para hacer posible la inefable unión con Cristo, porque sólo el
Espíritu Santo conoce a Jesús y sabe inspirar el sublime conocimiento
sobre Él y el gozoso amor de Cristo que nos apremia (cf. 2 Co 5,14).
Este amor a Cristo es alimentado especialmente a través de la Eucaris-
tía. El sacramento nacido en la última cena con sus discípulos, convo-
cados a una vida de amistad con el Maestro divino, se hace posible por
el Espíritu de Jesús que vive en la Iglesia, más aún, santifica a quienes
se acercan con fe a recibirlo: acontece la divinización del hombre gra-
cias a la obra salvadora de Cristo con la efusión de su Espíritu.
Conclusión
GASTÓN LORENZO·
[email protected]
FACULTAD DE TEOLOGÍA – UCA
Recibido 11.11.2018 / Aprobado 04.03.2019
Bibliografía
RESUMEN
La profunda originalidad de la teología de la ley nueva o evangélica –tal cómo es inter-
pretada por Rafael Tello– puede contribuir especialmente a comprender cómo es que
se produce en América Latina la diversificación del cristianismo de los más pobres. A
través de su propio uso de la gracia, la vida cristiana que los caracteriza resulta legíti-
mamente diversa de las expresiones –también culturales– del catolicismo vivido en los
sectores medios y altos de la sociedad. No obstante ello, los pobres participan en la ley
principal de todo cristianismo, que es única y la misma para todos: la gracia del Espí-
ritu Santo que se da por la fe en Cristo.
Palabras clave: Vida cristiana, diversificación, pobres, ley nueva, uso de la gracia,
Santo Tomás, R. Tello.
The Pope, the Bishops and the Linyera.1 Unity and Diversity in the Formulation
of the Law in the Christian Life
ABSTRACT
The profound originality of the theology of the new or evangelical law -as it is inter-
preted by Rafael Tello- can contribute especially to understand how the diversification
of Christianity of the poorest people is produced in Latin America. Through their own
use of grace, the Christian life that characterizes them is legitimately diverse from the
expressions -also cultural- of Catholicism lived in the middle and upper sectors of soci-
ety. Nevertheless, the poor participate in the main law of all Christianity, which is
unique and the same for all: the grace of the Holy Spirit that is given by faith in Christ.
Keywords: Christian Life, Diversification, Pauper, New Law, Use of Grace, St. Tho-
mas, R. Tello.
2. Cf. F. T. D. BENAVENTE, Historia de los indios de la Nueva España, México, Porrúa, 1979. Cf.
JUAN PABLO II, Homilía en el Estadio Olímpico de Santo Domingo, 12/X/1984, II.1. El Papa menciona
allí más de 100 obras de bibliografía indígena que aún se conservan. Ibid II.4. Para una profundiza-
ción en estas fuentes históricas: P. BORGES, Historia de la Iglesia en Hispanoamerica y Filipinas (s
XV-XIX), Madrid, BAC, 1992, 595; D. BOROBIO, "El bautismo en la Primera evangelización de América
(s. XVI)", Phase 185 (1991) 359-387. 365. Cf.; J. I. SARANYANA - C. J. ALEJOS-GRAU, Historia de la teo-
logía latinoamericana: pt. Siglos XVI y XVII, Eunate, 1996; R. D. GARCÍA, "La "primera evangelización"
y sus lecturas: desafíos a la "nueva evangelización", Teología 56 (1990) 111-152.
3. BENAVENTE, Historia de los indios de la Nueva España, n° 213.
4. Ibíd.
5. Ibíd., 213. Subrayado nuestro. Sobre la importancia del aprendizaje de la lengua Cf. J. G.
DURÁN, "La primitiva evangelización mexicana. Métodos e instrumentos pastorales", Teología 55
(1990) 33-72, 45.
6. La expresión es de Mendieta, citada en BOROBIO, "El bautismo en la Primera evangeliza-
ción de América (s. XVI)", 372. BORGES, Historia de la Iglesia en Hispanoamerica y Filipinas (s XV-
XIX), 573. “Los evangelizadores americanos fueron siempre conscientes, y así lo consignan ellos
mismos de una manera expresa, de que los indígenas no les escucharían ni prestarían ninguna fe
a sus palabras si primero no les cobraban afecto”. Hay muchos otros testimonios de la época en la
misma dirección.
7. Ha sido el tema de nuestra tesis doctoral: F. L. FORCAT, El uso de la gracia en el cristianis-
mo popular en la perspectiva de Rafael Tello. Un aporte al conocimiento teológico de la vida cris-
tiana en el pueblo Latinoamericano, Buenos Aires, UCA - Facultad de Teología, 2016, publicada
luego íntegramente como F. FORCAT, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad en la perspec-
tiva de Rafael Tello, Agape-UCA-Fundación Saracho, 2017.
reconoce reiteradas veces que “la piedad popular «refleja una sed de
Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer»”.8
El Documento de Aparecida describe bellamente “las riquezas que el
Espíritu Santo despliega en la piedad popular con su iniciativa gratui-
ta”.9 En América Latina ella guarda unidad con la fe de la Iglesia Cató-
lica que la ha engendrado por la predicación de la fe y el bautismo,
aunque –insiste Tello– “el cristianismo popular sea uno de los muchos
cristianismos que existen”.10 Para graficar esta diversidad en la unidad
de la fe provocada por el Espíritu, ofrece un llamativo ejemplo que ele-
gimos como título de toda esta reflexión:
“La gracia del Espíritu Santo que es una, tiene un aspecto que afirma la unidad,
y otro aspecto que da pie a una diversidad. El Papa y los obispos y el linyera.
El Espíritu no está sujeto al poder de ningún hombre. Si es el Espíritu Santo es
una ley única y no puede ser múltiple. Haga lo que haga el hombre siempre es
una ley única”.11
“La ley del cristianismo es la gracia del Espíritu Santo dado que «cada cosa se
denomina por aquello que en ella es principal. Ahora bien, lo principal en la ley
del Nuevo Testamento, y en lo que está toda su virtud, es la gracia del Espíritu
Santo que se da por la fe en Cristo» (STh, I-II, q. 106, a. 1). La gracia es la
acción de Dios que lleva hacia Él, es también Dios mismo que se da. El cristia-
nismo popular es ante todo verdadero cristianismo, por eso su ley principal es
la gracia”.14
14. R. TELLO, "Evangelización del hombre argentino", Ediciones Volveré Fasciculo Extraordina-
rio n° I (2015) 1-90 [En línea] <http://bit.ly/1Qvqbtq> [Consulta 25-VIII-2015], 54. Subrayado nuestro.
15. G. SÖHNGEN, La Ley y el Evangelio. Ensayo sobre su unidad analógica, Barcelona, Herder,
1966, 122. Interesante además su comprensión de la analogía en ibíd. 125. “Es propio de la moda-
lidad profundamente relacional de la analogía poner de manifiesto no una correspondencia unifor-
me de dos cosas o de dos complejos, sino una correspondencia multiforme de correspondencias.”
16. La hegemonía de la gracia está en correlación directa con la fe; ella es mencionada tres
veces en el primer artículo del tratado de la ley nueva que aparece citado por Tello. STh, I-II, q 106,
a1 (dos) y ad2m (1 vez).
17. STh. I-II q. 100 a4. ad1m. Original: “credere in Deum est primum et per se notum ei qui
habet fidem, accedentem enim ad Deum oportet credere quia est, ut dicitur ad Heb. XI. Et ideo non
indiget alia promulgatione nisi infusione fidei”. Objeto de un profundo artículo de Ricardo Ferrara
en esta misma revista: “Hay algo inmediato, evidente, ‘per se notum’ en el objeto de la fe para
aquel que tiene el hábito infuso de fe: credere in Deum”. R. FERRARA, "'Fidei infusio' y revelación en
santo Tomás de Aquino. Summa Theologiae, I-II q100, a4, ad1m", Teología 23/24 (1974) 24-32, 29s.
18. Como pide Francisco en EG 117.
“Hay textos muy expresos de San Pablo sobre esto. La ley es una. ¿Por qué?,
porque es el Espíritu Santo. Es una porque es una ley que da la vida. El Espí-
ritu Santo que es vivo es uno solo. Y la ley formulada por los hombres en rea-
lidad mata, aún la letra del Evangelio si no fuera por el Espíritu Santo mataría
a la gente. Puede resultar escandaloso pero hay muchas razones profundas. Las
cartas apostólicas, si son solo la letra matarían. Lo que da vida es el Espíritu, su
Persona, su gracia que obra en mí. La gracia da unidad a la ley. La Escritura da
la multiplicidad pero mata. La ley es una sola”.21
19. Cf. STh, II-II, q. 1, a. 2, ad2m «Actus credentis non terminatur ad enuntiabile sed ad rem»
20. EQUIPO ARGENTINO DE PASTORAL, "El pueblo de América Latina es una realidad cultural", en:
A. METHOL FERRÉ-M. GONZALES, Pueblo e Iglesia en América Latina, Bogotá, Paulinas, 1973, 47-60
21. TELLO, "Selecciones de la Escuelita (2001-2002)", 18. Subrayado nuestro.
22. Para una exhaustiva comprensión del tema de la ley nueva en los comentarios de Santo
Tomás al corpus paulinum: Cf. L. D. MALASPINA, Tota lex Christi pendet a caritate. La ley nueva, her-
menéutica definitiva de la ley natural en la perspectiva de Santo Tomás de Aquino, Buenos Aires,
Agape, 2012, 141-202.
23. R. TELLO, El cristianismo popular. Ubicación histórica y hecho inicial en América, Bs. As.,
Saracho - Agape, 2016, 174. Donde cita expresamente STh I-II, q. 106, a. 1.
24. TELLO, "Evangelización del hombre argentino" 55.
25. Ibíd. 55.
26. Ibíd. 55.
27. Ibíd. 11, nota 8; Cf. Lc 16, 25s.
28. Ibíd., 28. Cf. Ibíd., 60. 85.
29. Cf. Ibíd. 55. El probable carácter informe de la fe no da derecho a negar la vida cristiana
de acuerdo a la doctrina tomista rescatada en los Concilios de Trento y el Vaticano I. STh, II-II, q. 5,
a. 2, ad2m: “fides quae est donum gratiae inclinat hominem ad credendum secundum aliquem
affectum boni, etiam si sit informis” Cf. FORCAT, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad en
la perspectiva de Rafael Tello, 41; 103s. 183.
“La ley nueva es la ley del cielo, la ley definitiva que consiste en la acción del
Espíritu Santo… La ley nueva que mira lo definitivo en el hombre tiene también
una etapa provisoria, que se aplica a este mundo. La ley nueva se aplica a los
hombres en este mundo, para llegar a la vida eterna. Lo que cambia es la ley: una
es ley en este mundo, otra es ley en el cielo. La ley nueva es la misma con dos
etapas: una definitiva que es la del cielo, y otra provisoria que es en la tierra. El
cristiano, para vivir cristianamente tiene que vivir con la ley nueva. El hombre
en el cielo vive la ley nueva; el hombre en la tierra tiene que alcanzar esa misma
ley que es la gracia del Espíritu Santo. Yo diría entonces. Que la ley nueva es el
Espíritu Santo, y que todos los cristianos, los formados y los no formados, tienen
una misma ley… Los cristianos formados de la parroquia, tipos carismáticos que
conocen muy bien la doctrina, tienen la ley que es el Espíritu Santo, los linyeras
que van al retiro también tienen una ley que es el Espíritu Santo, la acción del
Espíritu Santo. Una sola ley a los carismáticos y a los linyeras”.30
37. R. TELLO, "Anexo XI. Cultura", en: RAFAEL TELLO, Pueblo y Cultura I, Buenos Aires, Patria
Grande, 2011, 123-145, 131. Subrayado nuestro. Cf. GS 40; GS 34s. y GS cap. IV, parte 1. Para otro
artículo puede ser interesante comprender el tema del pueblo temporal autónomo y cristiano que
es el sujeto de la cultura popular, y no el Pueblo de Dios, que es la Iglesia, realidad sobrenatural
que alberga en su seno diversísimos pueblos temporales cristianos, a los que además ha engen-
drado en su peregrinar por la historia. Cf. FORCAT, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad
en la perspectiva de Rafael Tello, 223. 525.
38. TELLO, "Evangelización y cultura", en: TELLO, Pueblo y Cultura Popular, 239. Subrayado
nuestro.
39. Cf. TELLO, El cristianismo popular. Ubicación histórica y hecho inicial en América, 17.
40. TELLO, "Evangelización y cultura", en: TELLO, Pueblo y Cultura Popular, 239. Subrayado
nuestro.
41. TELLO, "Evangelización del hombre argentino", 22. Cf. Ibíd., 9.
42. TELLO, “Desgrabación de la clase del jueves 4 de mayo de 1989”, inédita. Citada en FOR-
CAT, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad en la perspectiva de Rafael Tello, 177.
43. Cf. TELLO, "Evangelización del hombre argentino", 9. Donde cita SAN EFRÉN, Homilía sobre
el Diatessaron, lectura del Domingo VI durante el año.
44. Ibíd., 9. “Esta ampliación del criterio para juzgar de algo como consonante con el Evan-
gelio puede tener múltiples y muy variadas formas: a) puede extenderse a los mismos dogmas (por
ejemplo la Inmaculada Concepción, infalibilidad pontificia, Asunción de la Virgen, etc.) [el criterio
lo explica San Vicente de Lerins en su «Conmonitorio»]”. Cf. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, El
Sensus Fidei… n° 34. Donde se valora al sensus fidelium en cuanto “un lugar teológico para expli-
car cómo el Espíritu Santo custodia a toda la Iglesia en la verdad y para justificar la evolución de la
doctrina”; “el Magisterio confirmó implícitamente esta idea en el proceso que lleva a la definición
de la Inmaculada Concepción (1854)”.
45. Para un mayor desarrollo de este tema cf. E. KACZYNSKI, La legge nuova. L'elemento ester-
no della legge nuova secundo San Tommaso, Roma-Vicenza, Librería Internazionale Edizioni Fran-
cescane, 1974, 111s.
“la ley cristiana es una ley de libertad: a) intensifica el nivel interior de deci-
sión; b) se ordena a la caridad que es libertad; c) deja libertad en las cosas que
‘no tienen necesaria contrariedad o conveniencia con la fe que obra por el
amor’”.47
“Una es la ley dada por la autoridad pública, y otra es la ley dada por la cos-
tumbre social. Santo Tomás pone la costumbre como una de las fuentes de la
ley. La ley puede provenir de la autoridad o del cuerpo social como la autoridad
misma. La consecuencia de esto va a ser así: el cristianismo popular no apoya
una ley en el sentido primero... si pensamos en la ley como formulada por la
autoridad, el cristianismo popular está afuera de la ley. La ley de la Iglesia es
extraña al cristianismo popular; pero si tomamos la ley como costumbre, como
hecho social de toda la comunidad, el cristianismo popular conforma una ley
distinta. La autoridad no da leyes para el cristianismo popular; la ley del cris-
tianismo popular surge de otra cosa, de la costumbre, del uso del pueblo”.50
53. Cf. LONERGAN, Método en teología, 292, nos indica como una concepción empírica de la
cultura comprendida como un conjunto de significaciones y valores que informa un estilo colectivo
de vida, es relativamente reciente, producto de los estudios empíricos sobre el hombre: “En menos
de cien años ha reemplazado a una visión clásica más antigua, que había florecido durante más de
dos milenios. Según esta perspectiva más antigua, la cultura no era empírica, sino normativa; era
lo opuesto a la barbarie”.
54. En lo metodológico quizá pueda tratarse también de juicios que evidencian una falta de
conversión intelectual, moral o afectiva Cf. Ibíd., 230; J. C. SCANNONE, "Afectividad y método. La
conversión afectiva en la teoría del método de Bernard Lonergan", Stromata 65 (2009) 173-186, 177.
55. R. TELLO, El cristianismo popular II. Las virtudes teologales. La fiesta, Bs. As., Agape - Fun-
dación Saracho, 2017, 113. Se cita el Documento de Santo Domingo, Conclusiones 228: “Por nues-
tra adhesión radical a Cristo en el bautismo nos hemos comprometido a procurar que la fe, plena-
mente anunciada, pensada y vivida, llegue a hacerse cultura. Así, podemos hablar de una cultura
cristiana cuando el sentir común de la vida de un pueblo ha sido penetrado interiormente, hasta
«situar el mensaje evangélico en la base de su pensar, en sus principios fundamentales de vida, en
sus criterios de juicio, en sus normas de acción» (Juan Pablo II, Discurso inaugural, 24) y de allí «se
proyecta en el ethos del pueblo... en sus instituciones y en todas sus estructuras» (ib., 20).”
56. STh, I-II, q. 90, a. 3. Una profundización de esta perpspectiva en FORCAT, La vida cristiana
popular. Su legítima diversidad en la perspectiva de Rafael Tello, 298s.
57. STh, I-II, q. 97, a. 3. Subrayado nuestro: «cum enim aliquid multoties fit, videtur ex deli-
berato rationis iudicio provenire. Et secundum hoc, consuetudo et habet vim legis…»
58. STh, I-II, q. 97, a. 3. ad. 3m.
59. TELLO, El cristianismo popular II. Las virtudes teologales. La fiesta, 114. La historia de la
Iglesia, tanto desde una perspectiva del usus sacramenti como del derecho, nos llenarían de ejem-
plos acerca de cómo lo que empezó permitiéndose sólo tácitamente resultó siendo ley.
“La cultura -hecho social- transmite valores al hombre individual. Estos valo-
res son captados por la cultura en su globalidad, que contiene implícitamente
muchos aspectos particulares (por ejemplo, el valor global de la libertad per-
sonal se puede expresar de muchas formas particulares contenidas en él: en el
tener un nombre, ser alguien en la sociedad, en el silencio ante el que tiene
autoridad, en la sumisión y aún en la mentira).
La cultura cristiana transmite valores cristianos, los que están constituidos,
básica y principalmente, por los misterios diversos, de los cuales se deducen
otros valores (por ejemplo, el misterio del nacimiento de Cristo hace conocer
el valor de la Gloria de Dios o el valor de la pobreza), los cuales en verdad son
a su vez misterios contenidos en otros más amplios y profundos”.67
65. Cf. STh, II-II, q. 23, a. 7: “bonum autem principaliter est finis, nam ea quae sunt ad finem
non dicuntur bona nisi in ordine ad finem”; TELLO, "Anexo XI. Cultura", en: TELLO, Pueblo y Cultura I,
124. Cf. FORCAT, La vida cristiana popular. Su legítima diversidad en la perspectiva de Rafael Tello, 227.
66. Cf. TELLO, "Evangelización y cultura", en: TELLO, Pueblo y Cultura Popular; F. FORCAT, "El
amor de la libertad en la cultura popular", Teología 120 (2016) 121-150.
67. TELLO, "Evangelización del hombre argentino", 57. Subrayado nuestro.
¡En su raíz los valores son misterios! Esta sea quizá la afirma-
ción central de la perspectiva que intentamos profundizar. La propo-
sición de valores humanos enraizados en misterios cristianos se realiza
por el mismo proceso de transmisión de la cultura popular subjetiva
procedente de su propio núcleo histórico y que ha venido configuran-
do este “medio histórico determinado del que el hombre recibe valores
y estilos de vida, es decir genera una cultura (GS 53)”.70 Tal afirmación
es respaldada por dos argumentos finales:
a) En el orden del conocimiento de los misterios, el catolicismo de
ningún modo puede confundirse con un gnosticismo para selectos. De
acuerdo a la doctrina agustiniano -tomista más tradicional, en una
ordenación de la razón humana a la comunión con el misterio de Dios,
la iniciativa siempre procede de la gracia. No conviene olvidar por
tanto, que si el hecho generalizado de la aceptación de la fe es sobre-
natural, todos los aspectos secundarios de la lex fidei -tanto dispositi-
vos como ordinativos a su uso-, sobre los que se puede discutir larga-
mente no pueden sino ser causas secundarias.71
68. Ibíd.
69. TELLO, "Evangelización del hombre argentino", 59.
70. Ibíd., 56.
71. Cf. TELLO, El cristianismo popular. Ubicación histórica y hecho inicial en América, 59.
72. STh I q. 85, a. 8, ad1m: “En el proceso de adquisición de la ciencia, no siempre los prin-
cipios y los elementos son los primeros; pues, a veces, llegamos al conocimiento de los principios
y de las causas inteligibles por los efectos sensibles. Pero, adquirida la ciencia, el conocimiento de
los efectos siempre depende del conocimiento de los principios y de los elementos, porque, como
dice el Filósofo en el mismo libro, cuando podemos reducir los efectos a sus causas, entonces opi-
namos que sabemos (tunc opinamur nos scire, cum principiata possumus in causas resolvere)”. Cf.
TELLO, "Evangelización del hombre argentino" 78. Tello le dedica mucha importancia a este princi-
pio, especialmente la siguiente formulación complementaria: “el género es en cierto modo más
formal que la especie (Cf. STh I-II q18, a. 7 ad3m)”. Ibíd., 74. En su exposición oral sobre este punto
decía fiel a su estilo de implicar a los presentes: “‘al género se le considera también más formal
que la especie, porque es más absoluto y menos contracto. Por eso también las partes de una defi-
nición se reducen al género de la causa formal como se dice en el libro de la física, y de acuerdo
con esto, el género es la causa formal de la especie; tanto más formal cuanto más común’... Cuan-
do alguien sabe una cosa por su especie sabe su género. La fe del hombre rudo, del hombre del
pueblo, del ignorante, o el que tiene fe es muy sabio, porque tienen un conocimiento sublime por
su formalidad. El que tiene una fe que sabe que existe Dios, y que Dios trabaja por la Virgen, que
la Virgen está del lado de Dios. Esos saben mucho más que los que tienen un conocimiento distin-
to, y a lo mejor mayor que los que saben y hacen tesis”. TELLO, "Selecciones de la Escuelita (2001-
2002)", 46.
73. TELLO, "Evangelización del hombre argentino" 79. Cf. Hb 11, 6. Hemos visto anteriormen-
te cómo Tello recurre a esta jerarquización de todas las verdades creídas cuya unidad encuentra su
centro y su fuerza en el misterio de Dios y de su voluntad de salvación de los hombres.
74. Ibíd., 79. Subrayado nuestro. Allí cita SANTO TOMÁS, In Librum de Causis, prop. VI. Res-
pecto al texto de Tomás de donde toma el argumento: “omnes articuli implicite continentur in ali-
quibus primis credibilibus, scilicet ut credatur deus esse et providentiam habere circa hominum
salutem, secundum illud ad Heb. XI, accedentem ad Deum oportet credere quia est, et quod inqui-
rentibus se remunerator sit. STh II-II q. 1, a. 7, c.
“El hombre, cada individuo, toma lo que le ofrece la cultura –hecho social–, lo
toma más integralmente, es decir toma en este caso el misterio mismo; o lo toma
más parcialmente, es decir, capta los valores humanos formulados por la cultura
a partir de los misterios (por ello al captar éstos capta implícitamente los misterios
y, actuando para la obtención de ellos, da vigencia en su vida a los misterios)”.78
75. Cf. Ibíd., 78. “El DP reconoce que la Fe y el cristianismo han persistido en América duran-
te siglos y aún en condiciones muy adversas, como por ejemplo la falta de ministros sagrados”.
Ibíd., 20.
76. Cf. Ibíd., 52.
77. Ibíd., 59s.
78. Ibíd., 59. Subrayado nuestro.
79. Col. 3,12. Cf. también 1Cor. 13, 4-7.
“La ley es regla y medida de los actos humanos que deben ordenarse al bien;
el bien máximo y definitivo es determinado por Dios creador de la naturaleza
humana, que la perfecciona según su voluntad. Este bien tiene el carácter de
fin. Para la obtención de dicho fin, la operación humana avanza buscando
muchos otros bienes subordinados que tienen, por tanto, el carácter de fines
intermedios o de puros medios no determinados por la ley.
La voluntad -facultad apetitiva- es la que busca el bien y los bienes aludidos y
cuando lo hace recibe la calificación de ‘buena’. Pero la voluntad es dirigida
por la prudencia -facultad cognoscitiva práctica- que considera los actos, sus
objetos y sus circunstancias en concreto, y ésta es la que propiamente formula
la ley. Y, como enseña Santo Tomás (STh I-II q. 94, a. 4), cuantas más condi-
ciones particulares se ponen, de tantos más modos puede variar la ley”.81
“La razón práctica, en cambio, se ocupa de cosas contingentes, cuales son las
operaciones humanas, y por eso, aunque en sus principios comunes todavía se
encuentra cierta necesidad, cuanto más se desciende a lo particular tanto más
excepciones ocurren… Así, pues, en el orden especulativo, la verdad es la
misma para todos, ya sea en los principios, ya en las conclusiones, por más que
no sea conocida por todos la verdad de las conclusiones, sino sólo la de los
principios llamados «concepciones comunes».
Pero en el orden práctico, la verdad o rectitud práctica no es la misma en todos
a nivel de conocimiento concreto o particular, sino sólo de conocimiento uni-
versal; y aun aquellos que coinciden en la norma práctica sobre lo concreto, no
todos la conocen igualmente”.83
82. Cf. STh I-II, q. 94, a. 4. Original latino: “Sed quantum ad proprias conclusiones rationis
practicae, nec est eadem veritas seu rectitudo apud omnes; nec etiam apud quos est eadem, est
aequaliter nota”.
83. STh I-II, q. 94, a. 4.
84. R. TELLO, Fundamentos de una Nueva Evangelización, Agape - Fundación Saracho - Patria
Grande, 2015, 235. Subrayado nuestro.
85. STh., I-II, q. 90, a. 2. Original: “Unde oportet quod, cum lex maxime dicatur secundum
ordinem ad bonum commune, quodcumque aliud praeceptum de particulari opere non habeat
rationem legis nisi secundum ordinem ad bonum commune. Et ideo omnis lex ad bonum commu-
ne ordinatur”. Cf. A. OSUNA FERNÁNDEZ-LARGO O.P., "Tratado de la Ley en general. Introducción a las
qq. 90 a 97", en: SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología I-II. Edición dirigida por los Regentes de
Estudios de las Provincias Dominicanas en España, Madrid, BAC, 1989, 693-702, nota i, página 736.
86. TELLO, Fundamentos de una Nueva Evangelización, 175s. Donde cita STh I-II, q. 92, a. 1 ad3m.
87. Ibíd., 175s. Donde cita STh II-II, q. 50, a. 2 y a. 2. ad1m.
88. Ibíd., 172.
89. Ibíd., 172.
90. R. TELLO, "Cuestiones de cambio social", en: Pueblo y Cultura Popular, Bs. As., Agape-
Saracho-Patria Grande, 2014, 141-203, 148s. Aunque no podamos desarrollarlo aquí, este es un
tema importantísimo en la visión que Tello ha elaborado sobre el protagonismo del pueblo en la
necesidad del cambio social.
“Libertad real, interior, de corazón, raíz, sí, de libertad exterior pero asociada
también a la experiencia cotidiana de la fuerza tremenda de la dominación
externa, de donde con frecuencia surge una actitud de sometimiento exterior,
de disimulo o silencio, o de provecho personal, individual, y raras veces una
actitud de rebelión o de resistencia activa”.93
“Por la fe éstos saben que son objeto del amor infinito de Dios. «Vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2, 20b).
–«Son conscientes de tener parte en el conocimiento más alto al que está lla-
mada la humanidad». «Conocéis todas las cosas [...] y no tenéis necesidad de
que nadie os enseñe» (1 Jn 2, 20 b. 27 b).
–Se funda también en la conciencia de la dignidad personal y en «la alegría,
presente en ellos».
Libertad frente al mundo y a los poderosos, frente a la ley humana, frente a las
cosas, propia de los pobres. Libertad para amar, expresada en la solidaridad”.96
“Se trata no de la ley judaica como en San Pablo, sino de la ley humana, y no
tampoco de cualquiera sino de la ley humana de una sociedad que quiere
dominar y hacer entrar en su orden social ‘real’ o institucional al pobre, que
lucha por afirmar su libertad.
Ejemplos de esto serían el ‘gaucho’, el ‘vago’ y el ‘linyera’, que han constituido
un valiosísimo ejemplo para nuestro pueblo”.97
94. Ibíd., 94s. Las citas textuales pertenecen al documento aludido de la CONGREGACIÓN PARA
LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción libertatis conscientia sobre libertad cristiana y liberación, nos 24. 5.
21 [En línea] http://www.vatican.va/roman_curia/congregations /cfaith/documents/sp.html [consul-
ta 18-III-2018].
95. Ibíd. 95. Cf. Libertatis conscientia, 21.
96. Ibíd., 95. Hacia el final de esta obra -una de las por él más elaboradas-, ofrece la siguiente
observación: “Entendemos que la liberación es para la libertad; con la Instrucción sobre la libertad
cristiana entendemos por libertad que el hombre pueda hacer lo que quiere sin ser impedido por
ninguna coacción exterior y que por tanto es independiente también para no hacer lo que no quiere
hacer (ibíd. n° 25)”. Ibíd., 271
97. Ibíd. 272.
“por este camino se exige como justicia el respeto a muchas cosas que en rea-
lidad de verdad son injustas, como la propiedad privada absoluta sin carga
social, el trabajo de tipo capitalista medido por la producción de cosas y en
consecuencia se ve la falta de laboriosidad como vicio, y así mil cosas más (…
) Lo mismo en lo que se refiere a las otras virtudes cardinales, así por ejemplo
en lo relativo a la templanza, que el pueblo la refiere -como es en verdad- a las
necesidades de la vida presente, mientras que las élites las refieren al logro de
los fines de producción, progreso y eficacia, lo que transforma el sentido de
muchas cosas, y algunas muy importantes, como la fiesta por ejemplo”.101
FABRICIO FORCAT·
[email protected]
FACULTAD DE TEOLOGÍA - UCA
Recibido 01.12.2018 /Aprobado 11-02-2019
previsión (que pediría creer en los modos previsionales de la sociedad moderna) o respecto a la
elección de gobernantes o al valor del voto, o respecto a la actitud del pueblo frente a la injusticia
y a los poderes, que a veces parece pasiva, o sinuosa, o disimulada, etc. ”.
102. Ibíd., 174.
103. Cf. Ibíd., 175s.
104. BENAVENTE, Historia de los indios de la Nueva España, 213.
· El autor es Doctor en Teología; Profesor de Teología Fundamental y el Ciclo de Licenciatura
en la Facultad de Teología de la Universidad del Salvador (USAL, Área San Miguel) y en el Semi-
nario “La Encarnación” (Resistencia, Chaco) y de Teología Dogmática y Moral en el Instituto de For-
mación Sacerdotal “Santo Cura de Ars” (Mercedes, Bs. As.). Profesor invitado en la Licenciatura de
la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA, 2018).
Bibliografía
1. Configuración básica
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[MANUAL DE ESTILO PARA LA REVISTA “TEOLOGÍA”]
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[MANUAL DE ESTILO PARA LA REVISTA “TEOLOGÍA”]
3. Referencias bibliográficas
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Ediciones del Viejo Aljibe, 1997.
b) Libro de dos o tres autores
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c) Libro de más de tres autores
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Salamanca, Sígueme, 1982.
d) Libro editado por uno, dos, o tres autores
E. SÁNCHEZ MANZANO (ed.), Superdotados y talentos. Un enfoque
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5. Las abreviaturas y siglas son: Gn; Ex; Lv; Nm; Dt; Jos; Jc; Rt; 1 S; 2 S; 1 R; 2 R; 1 Cro; 2
Cro; Esd; Ne; Tb; Jdt; Est; 1 M; 2 M; Sal; Ct; Lm; Jb; Pr; Qo; Sb; Si; Is; Jr; Ba; Ez; Dn; Os; Jl; Am; Jon;
Mi; Na; Ha; So; Ag; Za; Ml; Mt; Mc; Lc; Jn; Hch; Rm; 1 Co; 2 Co; Ga; Ef; Flp; Col; 1 Ts; 2 Ts; 1 Tm; 2
Tm; Tt; Flm; Hb; St; 1 P; 2 P; 1 Jn; 2 Jn; 3 Jn; Judas; Ap.
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[MANUAL DE ESTILO PARA LA REVISTA “TEOLOGÍA”]
3.5 Documentos
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nov. 1995, AAS 87 (1995) 5-41.
JUAN PABLO II, Carta Encíclica «Redemptoris Mater». La bien-
185
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1977, 155, (2) pp.
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según el Evangelio de San Marcos, 1977, 254 pp.
3. Pablo Sudar, El rostro del pobre, más allá del ser y del tiempo, 1981,
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pensamiento de Ludwing Feuerbach, 1990, 357 pp.
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