Pretty New Doll (Saga Pretty Little Dolls)

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2
Moderadoras: Mir & Cjuli2516zc

Traductoras Corrección
Mir
Cjili2516zc
Nanis

Revisión final: Nanis


3
Diseño: Cecilia
Sinopsis Capítulo 11
Prólogo Capítulo 12
Capítulo 1 Capítulo 13
Capítulo 2 Capítulo 14
Capítulo 3 Capítulo 15
4
Capítulo 4 Capítulo 16
Capítulo 5 Capítulo 17
Capítulo 6 Capítulo 18
Capítulo 7 Capítulo 19
Capítulo 8 Próximo libro
Capítulo 9 Biografía del autor
Capítulo 10
Benny, roto, herido y solo
Perdió su muñequita, su amor, su hogar.
Herido y buscando renacer de nuevo,
Se hace amigo de alguien que es verdadero.
Aprendiendo sobre el mundo, los impulsos y la lujuria.
Encontrar un nuevo futuro, una nueva muñequita, es una
necesidad.
Luego, a partir del viejo dolor, nuevas perspectivas cobran vida,
La mente enferma de Benny lo convoca, por lo que su mano toma
el cuchillo.
¿Alguna vez has estado tan perdido que te convertiste en una
5 sombra? Acechando pero sin vivir. Existiendo en el fondo donde nadie
te nota.
Mi muñeca me traicionó, me mató en más formas de lo que pensó.
Estoy observando, esperando, deseando.
Un día, pronto, ella me devolverá lo que se llevó...
Es curioso cómo funciona la vida de esa manera.
Para disfrutar al máximo de este título, debes haber leído Pretty
Stolen Dolls y Pretty Lost Dolls, y estar lo suficiente jodido como para
querer más.
Este libro tiene algunas escenas inquietantes que pueden causar
desencadenantes para el lector sensible, pero si leíste y sobreviviste a
los dos primeros libros sin brotes psicóticos, tal vez… estarás bien.
Por favor, lee con precaución y te pedimos que guardes cualquier
crítica libre de spoilers para que otros puedan experimentar la historia
tal como sucede. Recuerda, los que arruinan, atraen a la ira de Benny
sobre sí mismos...
¡Muchas gracias por leer y apoyar nuestra emocionante serie!

6
Para todas las pequeñas muñequitas que están enfermas,
enfermas, enfermas,
Que exigieron que Benny viniera rápido, rápido, rápido,
K & K tomaron la indirecta y comenzaron a tramar, tramar,
tramar,
Y llegó esta historia genial, genial, genial.
Poniendo los dedos en el teclado, escribieron, escribieron,
escribieron, con la esperanza de que su historia esté a la altura de la
publicidad, publicidad, publicidad.
Así que corre pequeña muñequita a tu cama, cama, cama,
Y no salgas hasta que la historia esté terminada, terminada,
7 terminada.
“Conozco la diferencia entre el bien y el mal, pero simplemente me
gusta cómo se siente el mal. Es un impulso, una urgencia más intensa
que nada más.”
~Benny

(Pretty Lost Dolls por Ker Dukey y K Webster)

8
~Nuevo~

Benny
La tirantez de la piel en mi hombro derecho tira, restringiendo mis
movimientos. El dolor fantasma que zumba haciendo consciente
heridas pasadas estalla, cuando me inclino para tomar una brizna de
hierba, de la posición en la que he estado durante las últimas cuatro
horas.
A unos metros de mi antigua casa, nuestra antigua casa, me
quedo, esperando, sabiendo, deseando.

9 Descorchando la tapa de una botella de agua, trago el líquido y


vierto los restos sobre mi cabeza, saboreando el alivio del calor.
El sol es implacable, invocando recuerdos del primer día que vi a
mi muñequita sucia. Era tan joven, fresca, perfecta.
Linda muñequita.
Cuando el sol atrapaba los mechones mojados con sudor
correctamente, su cabello parecía tener destellos dorados a lo largo. El
vestido de verano que llevaba puesto se aferraba a su pequeña
estructura como una segunda piel, perfilando su pequeña complexión
perfecta.
Y luego estaba su hermana menor...
Muñequita rota.
Ella estaba acariciando sus pequeñas manos sobre mis obras de
arte, su jadeo haciendo eco en el aire espeso mientras sus brazos
rodeaban a una de mis muñecas favoritas, aferrándose a la perfección
de porcelana.
—Una muñeca bonita para otra muñeca bonita —ofrecí en un tono
suave.
Al unísono, sus ojos se levantaron para mirarme, y mi corazón
tronó en mi pecho.
Pum.
Pum.
Pum.
La muñeca ahora estaba olvidada mientras ambas me estudiaban
sonriéndoles.
—No puede pagar la muñeca —gruñó mi muñequita perfecta,
estrechando su mirada, pero el rubor de sus mejillas la delató. Ella
sabía en ese momento a quién le pertenecía y sabía que era mía.
Qué fácil fue tomar lo que quería, y qué fácilmente nos arruinó ella
años después.
Ha cambiado mucho desde entonces. Los años pasaron muy
rápido. No tuve suficiente tiempo con ella.
El recuerdo se desvanece cuando una bandada de pájaros toma
vuelo de un árbol detrás de las ruinas de la casa donde espero con la
paciencia que he logrado construir a lo largo de los años. He llegado tan
lejos desde la noche en que ella me mató.
Ni siquiera limpió las secuelas de su traición. Ni siquiera vinieron a
buscar mis restos.
Ella sólo me dejó para que muriera y pensó que eso sería todo.
Ella estaba tan jodidamente equivocada. Los dos lo estaban.

10 Aficionados.

Hace tres años


—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mi ceño frunciéndose mientras
la estudio. Ella luce desafiante, algo claro y casi pacífico en sus ojos. Ella
nos encerró dentro.
—Estoy haciendo que nos enfrentemos a lo que hemos hecho —
sisea—. Estamos encerrados aquí para expiar.
¿Jodidamente expiar? No entiende. Tuve que matar a Macy. Estaba
rota; demasiado inestable como para arriesgarse a estar cerca de ella.
Yo también la amaba a mi manera. ¿Por qué no lo entiende?
Apretando los ojos, mis puños se estrellan contra mi rostro para
detener el griterío dentro de mi cerebro.
—Pero ella estaba rota. No podíamos arreglarla —le digo entre
dientes apretados.
Ella me gruñe.
—Tú eres el que está jodidamente roto, Benny. Tú. Estás. Roto.
Mis huesos se endurecen, y la sangre se coagula dentro de mis
venas como cemento.
—No te atrevas a decir eso.
Un sollozo la atraviesa mientras sus piernas se tambalean.
—Tenemos a tu papá —escupe a través de una lluvia de lágrimas—.
Él ha estado violando niñas durante años y tú sólo has dejado que ese
pervertido viva. Después de todo lo que le hizo a Bethany —llora,
acusándome con el dedo. Mis ojos se fijan en el dedo crítico. Bien podría
ser un cuchillo por la forma en que lo maneja con el poder de su borde
afilado.
Bethany era sagrada, y la está usando para herirme porque duele,
pero aprenderá que no necesita a Macy. Me tiene a mí y somos todo lo
que necesitamos. Juntos, lo seremos para siempre.
Mi padre tenía sus usos, pero tampoco lo necesitábamos. Lo mataría
por ella, si eso es lo que le tomó para volver a casa, pero ya es
demasiado tarde. La marea ha cambiado; su corriente subterránea es
demasiado fuerte para manipular.
11 —Él fue útil —le digo.
—Me das asco —escupe, pero es sólo una breve ira. Pasara.
—Bueno, eso cambiará —la calmo, dando un paso hacia ella.
—No —espeta, levantando su mano para detener mi avance: la
mano libre de las esposas que alguna vez decoraron sus muñecas.
—Esto termina esta noche, muñequita sucia —le advierto.
—Tienes razón. —Niega y suelta una risa áspera—. Lo hace.
Agachándome, recupero la jeringa de mi calcetín.
—¿Qué diablos es eso? —exige, haciendo un gesto cuando me
enderezo.
Mis ojos se entrecierran ante la pistola que sostiene y luego al
espacio detrás de los barrotes.
El chico no está.
Ella no está sola.
¿Cómo pudo jodidamente traicionarme?
—¿No viniste sola? —pregunto incrédulo. Ella está rompiendo las
reglas, sabe lo que sucede cuando rompe las reglas.
—Nunca volveré a estar sola —se mofa—. Dillon es parte de mí. Él
es con quien pertenezco. Nunca fuiste tú, Benjamín.
¡Argh! ¿Cómo se atreve a decirme su nombre?
Ella me pertenece. Ella es mi muñeca. ¡Mi muñequita!
Mi mandíbula se aprieta mientras la furia se dispara a través de
cada músculo que se retuerce en mi cuerpo.
—Nunca te dejaré abandonar esta celda —le prometo con una
advertencia—. Nunca.
Su mano se mueve, meneando la pistola en su mano.
—Yo soy la que sostiene la pistola. Ya no tienes poder sobre mí.
Una sonrisa tira de mi labio.
—Incluso si me rematas, avanzaré y te clavaré esto. Nos iremos
juntos. La eternidad será suficiente para que te des cuenta de que soy yo
a quien amas.
Sus ojos se contraen al sopesar sus opciones.
¡No tienes ninguna! ¡Pertenecemos juntos y lo sabes!
Me muevo para avanzar sobre ella, pero lanza unas palabras que
me hacen marear.
—Estoy embarazada.
Mi brazo cae cuando su confesión me satura de nuevas
posibilidades. Un estallido suena fuertemente en mi oído cuando el fuego
12 ardiente penetra en mi hombro, tirándome hacia atrás.
Mierda.
—¡Maldita sea! —gruño—. ¡Me disparaste, maldición! —La aguja
traquetea en el suelo mientras tropiezo y caigo sobre la cama sin control.
—Demonios, sí —dice con orgullo mientras avanza hacia mí,
deteniéndose para estampar su bota en la jeringa.
Ella tiene mi bebé dentro de ella… nuestro bebé.
—¿Estás embarazada? ¿Hicimos un bebé...?
El frío chasquido de una esposa se cierra alrededor de mi muñeca, y
sólo la observo, desconcertado por sus noticias.
Ella sujeta mi otra mano, el débil zumbido del dolor latiendo en mi
hombro mientras empuja mi cuerpo hacia el piso.
Vamos a tener un bebé.
La puerta detrás de ella se abre y el cerdo apestoso de Dillon se
mueve detrás de ella. ¿Cómo se atreve a interrumpir este momento entre
nosotros?
Voy a matarlo lentamente, hacer que sienta mi ira con cada corte de
mi cuchillo.
No nos quitará este momento.
—Nuestro bebé —murmuro, mirando a mi hermosa muñeca.
Dillon camina a su alrededor, impidiéndome verla mientras recoge a
la muñeca rota muerta de la cama, luego sale de la habitación,
dejándonos solos, como se supone que tiene que ser.
—El bebé no es tuyo, Benny —escupe—. La muerte no puede existir
dentro de la vida. Y no importa de cuántas formas diferentes trates de
apagar mi existencia con tus monstruosidades, nunca tendrás éxito.
Perteneces al infierno. Tu tiempo aquí en la tierra ha terminado. Este
bebé es vida. Este bebé no es parte tuya.
Mi boca se abre, pero un dolor demasiado fuerte paraliza mis
entrañas, robándome la voz. Está mintiendo. Ella no puede decir eso.
Ella se está moviendo fuera de la habitación, retrocediendo mientras
apunta su arma hacia mí. No necesita el arma; ya me está matando con
sus palabras. Una vez que la puerta está cerrada con llave, Dillon
reaparece, colocando sus asquerosos labios en su cabeza.
—Está bien —le dice—. Yo me encargo.
—Sé que lo haces —murmura antes de alejarse para dejarla con
quien realmente pertenece.
Ella sabe quién es su maestro y que nuestro bebé crece dentro de su
13 útero.
—Estás mintiendo —le informo. Mi fuerza vuelve, y tiro de las
estúpidas esposas que ella cree que pueden contenerme.
Tonta muñequita.
Luchando por ponerme de pie, y con el molesto dolor que se irradia
desde el agujero que ella me metió, fuerzo a que mi cuerpo se mueva
mientras ella me mira.
Ella está jugando, y no me gusta.
—Déjame jodidamente salir —gruño mi orden—. ¡Ahora!
La risa que se le escapa me recuerda a su hermana. Está loca, como
si estuviera perdiendo el control de la realidad. Él la ha roto. La cambió.
Pero recobrará el sentido. Lo sé.
—No tienes poder. Dejaré que te pudras aquí. Como lo hiciste con
nosotras. Espero que el hedor de la sangre de mi hermanita te persiga
hasta que te mueras de hambre.
No se atrevería.
Vuelvo a tirar de las esposas.
—Déjame jodidamente salir. —Embisto la puerta y tiro mi cuerpo
contra ella. No se mueve, pero sabía que no lo haría. Estas puertas son
impenetrables. Las construí para mantener a mis muñecas a salvo
dentro—. ¡Dije que me dejes salir! —le advierto una vez más.
—Tú nunca me dejaste salir... —Su voz se rompe—. Adiós, Benny.
Y luego, me abandona, pero sabe que iré por ella. Es por eso que no
me ha matado. A pesar de sus divagaciones, el veneno con el que el
Detective Pedazo de Mierda la ha alimentado para pensar de otra
manera, me ama y quiere que vaya por ella.
—¡Vuelve, muñeca sucia! ¡Abre la puerta! —grito, mientras chasqueo
mi pulgar fuera de lugar y fuerzo la esposa fuera de mi mano. Rasga la
carne, dejando un rastro de sangre que desciende por mi mano, la
incomodidad sólo alimenta mi furia.
Lo que pasa con esta habitación es que pertenecía a su hermana, no
a ella.
Mi muñequita rota sólo era castigada con confinamiento cuando era
una muñequita mala. Pero fuera de eso, ella era libre de vagar. Su llave
sólo me la llevaba si estaba siendo castigada.
Buscando en el pequeño espacio, no lleva tiempo encontrar la
pequeña muñeca sin un ojo y las tijeras sobresaliéndole por el medio.
Alrededor de su cuello en una cadena pequeña está la llave de la
habitación.
Incluso muerta, mi muñeca rota era leal y servía a su amo.
14 Al llegar a la puerta, desbloqueo el pestillo y dejo de moverme.
Ceniza y madera quemada asalta mis fosas nasales, el olor es intenso y
se adhiere a la parte posterior de mi garganta. El calor se acumula
debajo de mi pie cuando las llamas anaranjadas se encienden,
bordeando la totalidad de la casa.
Estoy rodeado de fuego, que destruye todo lo que construí.
¿Cómo podría hacer esto? Esta también era su casa.
Ella cree que estoy encerrado aquí.
Ella quiere matarme.
No. No puede. No lo haría.
La ira ardiente envuelve la casa, lamiendo mi piel mientras batallo
contra el furioso infierno hacia la atractiva protección del aire frío afuera.
El vidrio se rompe mientras el quejido de la torturada madera grita y
gime a todo mi alrededor.
El humo, espeso y mortal, me envuelve mientras corro hacia una
ventana y la atravieso.
Los fragmentos arañan y rasgan la carne dañada de mis brazos,
pero estoy casi adormecido al dolor. A la angustia. Adormecido a mi
muñequita sucia.
Me quedo allí, en la hierba, mirando al cielo mientras ondulaciones
de humo negro convierten el día en noche, a sólo un par de metros de la
devastación y los restos del único hogar que he conocido.
Ella me mató.
Mi linda muñequita me mató.
Sacudiendo la cabeza para borrar el recuerdo, escaneo el área
destruida.
Esta es mi tumba. Mi inquietante terreno que ella visita. No
importa lo que se diga a sí misma, o lo que él le diga, ella es y siempre
será mía, y mi firma en su alma la llama a venir aquí.
Ella vendrá aquí. Lo sé.
Regresó el año pasado, y yo observé, vi cómo las lágrimas
burbujeaban y caían, acompañadas de un sollozo antinatural que
cambió a una risa. Negó y se metió un mechón de cabello detrás de la
oreja mientras le decía al escenario que era libre.
Me esforcé por no llevármela allí mismo, llevarla donde nunca
volvería a ser encontrada.
Ella había cambiado mucho, era casi como observar a un extraño.
La necesidad sin embargo... el estallido de posesión, corría y luchaba
para recuperar lo que me pertenecía, pero no estaba sola. Un bebé
acunado con una cosa tipo canguro atada a su pecho y la cintura, me
15 mantuvo solidificado a las sombras.
Entonces apareció ese hijo de puta, quitándole el niño y poniendo
sus labios donde deberían haber estado los míos. Sus manos cayeron
sobre su piel oliva que había estado expuesta a demasiado sol, pero ella
no era suya para que la tocara. Él susurró palabras en su oreja,
provocando una sonrisa que debería haber sido sólo para mí.
Que lo jodan. Él puede tener sus sonrisas. Yo tomaré sus lágrimas,
sus gemidos, sus ruegos y su dolor.
El sudor perla mi cabeza rapada, las ramas del árbol ofrecen poco
escape del calor del mediodía. Mi barba había crecido más de lo
habitual, pero parece que a las mujeres les gusta el vello facial. Es un
imán para las putas que buscan un buen rato. También atrae a las
mujeres a quienes les gusta el lado más duro del sexo. Las perras que
me suplicaban que les infligiera dolor sólo me enfurecían para que lo
hiciera.
Se supone que el sexo es una vía de escape, pero sólo hacía que la
bestia dentro rugiera por libertad.
No hay vía de escape para mí sin ella.
Las putas no son dignas. No son satisfactorias. No son mi muñeca.
Mi linda muñequita.
Los restos negros podridos de mi antigua casa, nuestra casa, se
burlan de mí mientras el tiempo pasa lento y tortuoso.
Los jardines están intactos.
Cubiertos por matorrales salvajes, tranquilos, hasta ahora.
Los viejos recuerdos cambian y oscilan en mi mente, rogando echar
raíces y mantenerme encarcelado aquí.
Hay fantasmas que me persiguen cuando vuelvo aquí. La cinta
amarilla todavía persiste en algunas de las malas hierbas crecidas
donde la policía desenterró cada centímetro de tierra, tomando lo que
no les pertenecía.
Perturbando el pasado.
Pensamientos sobre mi padre entran en mi mente: Sus traiciones.
Odio no poder llegar a él para terminar con su miserable y maldita
existencia.
He escuchado que la prisión para un policía es despiadada, pero
¿de acuerdo con los términos de quién?
Puedo pensar en peores formas en las que debería sufrir.
Él merece sufrir; vivir en el infierno que creó.
El eco distante de un motor provoca un cambio en la atmósfera.
El aire cambia a mi alrededor, casi dando la bienvenida a la
16 emoción que viene al verla. Mi alma grita, rogándole que me hable.
Necesito escucharla, sentirla, estar dentro de ella.
Necesito encontrar la paz otra vez, la paz que ella traía cuando no
huía, no me traicionaba, y jodidamente no me mataba.
Mi vida desde ella ha sido un despertar. Encontrar a Tanner
cambió todo para mí, pero aun así, su presencia, o su ausencia,
persiste en mis pensamientos diarios.

Hace tres años


Mi padre siempre se aseguró de que estuviera preparado cuando
llegara el momento en el que necesitara hacer cambios: El momento de
escapar. Ser quien era venía con consecuencias y riesgo.
Saliendo de la hierba, mi piel protesta, encogiéndose sobre mis
huesos. Soy un desastre y necesito ayuda.
Buscarla me molesta, pero mi vida se desintegró frente a mis ojos…
literalmente.
Mi padre estaba comprometido, así que ir a su casa podría llevarme
a unas esposas que hicieran juego con las suyas, pero es una apuesta
que tendré que tomar. No tengo otro lugar. No debería haber ninguna
razón por la cual mi padre les diera un recurso, y según mi padre, eso es
lo que esta persona es.
Empiezo a caminar un par de kilómetros al oeste desde donde una
vez estuvo mi hogar y me lanzo justo en el matorral donde el árbol está
tallado con una letra B. Eventualmente, ubico la roca marcada con una
pequeña hendidura con la misma letra, y me pongo a remover la tierra. El
frío en el aire penetra la carne expuesta y quemada de mi brazo y mi
hombro. La herida de bala no es nada en comparación con oler tu propia
piel cocinándose. Mi cuerpo tiembla sin permiso, mis ojos se nublan
mientras cavo, mis uñas se parten mientras rasco la tierra seca.
El alivio suscita un suspiro de mis labios cuando la manija de cuero
de la mochila acaricia las puntas de mis dedos. Liberándola de golpe,
colapso, respirando con dificultad.
Necesito agua.
Recobrando la fuerza para incorporarme, tiro de la cremallera y miro
dentro. Billetes amontonados en paquetes de miles me miran fijamente.
17 Treinta mil no serán suficientes a largo plazo, pero es un comienzo.
La tarjeta colocada en la parte superior hace que mi piel vibre.
No estoy acostumbrado a necesitar de otras personas o tener que
depender de ellas, pero los tiempos están cambiando. A este cambio me
ha obligado mi muñequita sucia.
El móvil prepago tiene el número ya guardado y la tarjeta
simplemente dice: TANNER
Una mano teclea el dial mientras la otra agarra la hierba, apretando
hasta que mi uñas dañadas cortan la palma de la mano.
El tono de marcado suena, luego llama.
Ring.
Ring.
Ring.
—¿Qué nombre tienes? —pregunta una mujer.
—Tanner —grazno en respuesta, el daño en mi cuerpo está
cobrando su precio.
—Por favor espere.
Una maldita música suena en la línea.
¿Qué demonios?
Estoy solo, canta una voz, rodeada de riffs de guitarra. Que irónica
es la letra para mí.
La música se corta y una voz masculina aparece en la línea.
—¿Dónde estás? —Su tono es profundo y tranquilo. Habla de una
manera parecida a la de los amigos que tienen una oportunidad de
ponerse al día—. Enviaré un auto para que te recoja, pero necesito saber
dónde estás.
—Estoy a tres o cuatro kilómetros de mi casa...
La llamada se corta antes de que pueda darle la dirección.
No me gusta, pero mi cuerpo se está debilitando y la oscuridad de la
noche me roba la conciencia.

Mi mente nada en sueños lúcidos mientras las voces ahuyentan las


llamas que se envuelven alrededor de mi cuerpo.
Agua goteando me saca del sueño.
Ploc.

18 Ploc.
Ploc.
Mis ojos se abren, y me inclino hacia adelante. El agua gira a mi
alrededor, salpicando.
Estoy en una bañera.
—Cálmate —ordena una voz. Es el mismo tono que en la llamada.
Hay autoridad en su actitud, y me encuentro calmándome y
absorbiendo mi nuevo entorno. Azulejos oscuros cubren las paredes
hasta el techo. Una gran pared de espejo domina el espacio. Estoy
sentado desnudo dentro de una gran bañera en una esquina. El agua
está turbia y fresca al tacto.
Mis ojos son atraídos por el hombre que está parado sobre mí,
estudiándome.
Es alto y lleva traje y corbata. Un sofisticado hijo de puta.
¿Me va a llevar en una maldita cita?
¿Qué demonios?
¿Quién es este tipo?
El dolor se irradia por toda mi espalda y me roba el aliento.
El hombre, Tanner, sigue simplemente mirándome.
Su cabello es oscuro y grueso, ni largo ni corto, y está apartado
hacia atrás fuera de su rostro. Sus ojos se ven como el color de las llamas
de las que acabo de escapar.
Sus labios gruesos se doblan en una sonrisa.
—No pensé que alguna vez te conocería —anuncia, como si supiera
quién y qué soy—. Tu padre ha acumulado bastantes favores
adeudados.
Él mira fijamente con un sutil asentimiento de su cabeza, sin saber
aún que mi padre no puede ofrecer más de esos “favores”… no desde
donde está ahora.
¿Eso evitaría que me ayudara si lo supiera?
A la mierda. Es irrelevante. Pronto me iré encontrando mi propio
camino como siempre lo he hecho.
—El médico debería regresar en cualquier momento —me asegura—.
Ella vendará tus quemaduras. La bala de tu hombro ya ha sido
removida, y ha hecho lo mejor para evitar cicatrices, pero algo es
inevitable, me temo. Espero que no seas un hombre vanidoso.
Sus pestañas bajan cuando su cabeza se inclina hacia un lado.
Curiosos ojos ámbar penetran los míos.
—¿Por qué me estás mirando fijamente? —gruño, sintiéndome más
expuesto que nunca antes… y no tiene nada que ver con estar desnudo.
19 No me está mirando de la forma que lo haces con alguien a quien
quieres follar. Es algo más... me pregunto, ¿tal vez? Moviéndose sobre
sus pies, se baja para sentarse al lado de la bañera y sumerge su mano
en el agua, dejando que el líquido corra entre sus dedos.
—Te estoy admirando. Eres bastante extraordinario y estoy
deseando ayudarte a aprovechar todo tu potencial. Ya no estás solo. —
Su voz sostiene una garantía a la que no estoy acostumbrado—. Vamos a
ser buenos amigos, Benny.

El retumbar de un motor vibra en el aire y mi corazón tiembla,


devolviéndome al presente.
Deteniéndome, reconozco el modelo de mierda que es el auto de
Dillon. Forzándome más abajo, me presiono contra la corteza del árbol
que me oculta. Las viejas cicatrices gritan en protesta, y dejo que el
dolor me ancle a este momento.
Mis cicatrices son un recordatorio constante de mi muñeca sucia y
su traición.
Son la marca de nacimiento del nuevo hombre renacido de las
llamas en las que ella me sepultó.
Mi mano tiembla con la fugaz necesidad de matar... a ella, a él, a
mí. Pero nunca lo veo bien y no puedo determinar por qué. Han pasado
años desde que fue mía, y su ausencia me deja solo de una forma que
nadie más puede llenar.
Ella me pertenece.
Ella siempre me pertenecerá.
No veo suficiente de ella, la sigo, la observo. Necesito disfrutar este
momento, confiar todo a la memoria para un momento posterior, un
recordatorio para mí que ella ya no es la muñequita sucia esculpida por
mi mano.
Ella ha sido arruinada... por él.
La puerta lateral del pasajero se abre y las piernas revestidas de
vaqueros pertenecientes a la chica que solía conocer, salen. Se agacha y
murmura algo por la ventana, pero no puedo entender lo que dice. Es
sólo un murmullo, no tiene estructura. Su cabello ondula con sus
fuertes zancadas mientras empuja sus piernas para moverse a través de
la espesa maleza, luchando para llegar a su destino.
Este lugar es un cementerio olvidado para ella, pero para mí, es
hogar. Yo. Nosotros.
La ira chisporrotea bajo la superficie, luchando contra la
20 necesidad, la tristeza y la decepción.
Ella se detiene, su pecho se agita. El vientre hinchado lleno de otra
vida que no es mía me sobresalta y me ridiculiza.
Podría moverme rápido y terminar todo aquí y ahora. Tomar su
vida, y luego la mía. Qué perfecto jódete sería para ese idiota que piensa
que hace tiempo me he ido.
Pero con la nueva ella, vienen nuevos cambios para mí también.
No soy el mismo hombre que solía ser.
No actúo de manera irracional. Pienso cada paso que doy.
El sol baila sobre el nuevo rojo en su cabello.
Lo odio.
Ella no necesita teñirse el cabello. Parece antinatural y barato.
Está más redondeada alrededor de sus caderas, su contextura es más
gruesa. La maternidad ha cambiado su cuerpo: Él ha cambiado mucho
a mi muñeca perfecta. Odio a ese cerdo hijo de puta. Debo pelarle la
piel del cuerpo y ponérmela mientras follo mi camino de nuevo en ella.
Su suspiro es fuerte y me transporta, enviando escalofríos por mi
columna vertebral. Sus ojos están sobre los restos carbonizados de lo
que una vez fue nuestra vida, pero los míos están sobre ella desde un
pequeño montículo de maleza al lado de un árbol lo suficientemente
atrás; ella no lo notaría entre los demás a menos que lo estuviera
buscando.
Mi foco se mueve hacia el auto fuera de su vista.
Dillon, el cara de mierda, ha salido, y tiene su teléfono celular
sujeto al oído. Sería tan fácil tomarlo por sorpresa, deslizarse detrás de
él, cortarle la garganta, y pintar el asfalto carmesí.
Podría cubrir el cabello de mi muñeca de un verdadero rojo… rojo
sangre.
Mi polla se sacude y se pone rígida ante la idea.
La ventana trasera bajándose gana mi atención, seguida de un
escalofrío por mi columna vertebral. Aparecen unos pequeños dedos y
mi corazón corre.
Pum.
Pum.
Pum.
Tienen al niño con ellos. Tomando la pequeña muñeca del regalo
que planeo dejarle a mi muñeca sucia, mi cabeza nada con la necesidad
de ver al niño.
Mi cuerpo se sumerge detrás de la larga hierba demasiado crecida,
moviéndome a través de ella como una serpiente mortal. El estúpido

21 supuesto detective se ha movido unos seis metros, deambulando y


sacudiendo la cabeza mientras despotrica contra alguien por no hacer
bien su trabajo. Él es el rey de no hacer bien su trabajo.
Mi estómago se tensa cuando me acerco a su ventana mientras
permanezco consciente de la distancia de Dillon y la vista que tiene del
auto.
Una sonrisa brillante e inocente me irradia desde el hueco de la
ventana.
Ojos marrones con un toque de verde miran los míos, pestañas
gruesas batiéndose como alas de libélula.
—¿Bibe? —arrulla, sosteniendo una taza con una cosa que luce
como un pezón en el extremo.
—Luces igual que tu mami —murmuro con asombro.
Ella se ríe, extendiendo sus brazos hacia mí.
Podría simplemente llevármela. Me pregunto qué tan lejos llegaría.
Que castigo sería para mi muñeca sucia.
En cambio, le entrego mi regalo y desaparezco mientras está
distraída, de vuelta a mi sombra, dejando que mi corazón acelerado
bombee la adrenalina a través de mis venas. Una sonrisa adorna los
labios de mi muñeca sucia, pero cae cuando estudia la escena a su
alrededor. Su cuerpo se estremece visiblemente, luego una bocina
atraviesa el aire, atrayendo sus ojos. Ella se aleja, y la oigo cerrar la
puerta del auto.
Aprieto el agarre en el cuchillo que he sacado de mi bolso.
Esperando.
Anticipando.
La melodía fluye por el aire, y tarareo las palabras mientras la
muñeca canta.
La señorita Polly tenía una muñeca que estaba enferma, enferma,
enferma,
Así que llamó al doctor rápido, rápido, rápido.
El doctor vino con su bolso y su sombrero,
Y llamó a la puerta con un rat-a-tat-tat.
Miró a la muñeca y movió su cabeza,
Y dijo: “¡Señorita Polly, llévela de inmediato a la cama!”
Escribió en un papel una pastilla, pastilla, pastilla,
“Regresaré en la mañana, sí lo haré, lo haré, lo haré.”
Mi palma suda alrededor del mango del cuchillo, apretado tan
fuerte que se vuelve una parte de mí. El motor tose, luego retumba a
22 medida que parte. No vinieron a mirar. No pensaron que fuera yo.
¿Cómo podría ser un regalo de mi parte?
Yo ya no existo.
Un suave gemido proviene de debajo de mí, y cabello azota mi bota.
Sus ojos, abiertos y aterrados, me miran; su cabeza se mueve
hacia atrás y hacia adelante, no, no, no.
Sí. Sí. Sí.
Agachándome, agarro su cabello barato en mi otra mano,
levantando su peso sin esfuerzo desde su posición rota. Ella había
estado inconsciente más tiempo del que creía que estaría. Ella estaba
toda mal para ser mi muñeca; era grosera con su lengua y suelta con su
coño.
Respirando por la nariz, dejo que el subidón tuviera su momento,
luego sumerjo el cuchillo en su pecho. Se desliza dentro como al
penetrar un filete duro, uno que está más crudo que cocido. Chillando
alrededor de la mordaza en su boca, ella sacude su cuerpo de un lado a
otro, sus brazos están atados firmemente alrededor de su espalda. El
segundo golpe, seguido por el tercero, hace que su cuerpo se estremezca
más y que su lucha mengüe.
A horcajadas sobre su pequeño cuerpo, sumerjo mi cabeza hacia la
suya, mi nariz casi tocando sus labios. El miedo tiene un olor único, y
cuando la muerte está tan cerca, ves su compañía en sus ojos. Es
hermoso estar en la cúspide de la vida y la muerte con ellas, sintiendo
que su cuerpo se sacude y se tensa mientras toma su último aliento y lo
expulsa con su alma.
Cuando se queda quieta, deslizo mi mano por la sangre que adorna
su pecho y pinto sus labios.
Imágenes de la niña y el regalo que le di momentos antes, se
reproducen en mis pensamientos.
Sostengo la muñeca y meto la mano por la ventana. La niña agarra
la muñeca, y su dedo meñique baboso se roza contra el mío.
—Munequita —balbucea, la baba cubre su rechoncho labio inferior.
—Sí. Es una muñequita. —Le sonrío, como lo hice con su madre
muchos años atrás—. Una muñeca bonita para otra muñeca bonita.

23
~Desconocido~

Benny
Pasando a través de las puertas del club, hago un gesto con la
cabeza al gorila. Todos me conocen como el amigo de Tanner aquí en
The Vault. Si eres amigo de Tanner, a nadie le importa una mierda. Una
rubia con una sonrisa sensual me bate las pestañas cuando paso a su
lado, pero no estoy interesado. No está ofreciendo nada que yo quiera
comprar, y no se da cuenta de la suerte que tiene.
Mis gustos son únicos.

24 Peculiares.
Anómalos, como siempre dice Tanner. Lo que sea que eso
signifique.
En cualquier caso, Blondie, con sus grandes tetas falsas y su
atuendo de puta, no es mi tipo. Tal vez si estuviera de humor para
estrangular su culo. Pero no lo estoy. Estoy de humor para apartar los
pensamientos de mi muñeca sucia sosteniendo otra vida dentro de ella
que no es mía. Para apartar la ira, el dolor, el disgusto.
Caminando altivamente a través del club, me dirijo directamente a
la sala VIP que Tanner siempre parece tenerla reservada. Nunca le he
preguntado porque nuestra relación no es así, pero creo que es dueño
de este club entre muchos más. Después que me encontró, me trajo
aquí. Me dijo que este lugar era mi patio de recreo. Para pedir, y recibir.
Sin embargo he estado pidiendo y parece que no puede entregar lo
que quiero.
Eso es porque la quiero a ella.
Y nada en este mundo es gratis.
La ira burbujea en mi pecho una vez más cuando recuerdos de la
bonita muñeca que dejé alejarse hierven a fuego lento. No pasa un día
en el que no me obsesione con ella. A veces, me imagino un escenario
en el que ella y su muñequita bebé son mías. Una familia, si quieren.
Pero la realidad se filtra, arruinando mi maldita fantasía.
Estar en el mundo exterior me ha cambiado. Me hicieron conocer
reglas que nunca me importaron ni acepté, pero manteniendo mi perfil
bajo es como al final obtendré lo que quiero. Entonces, por ahora, la
mayoría de las veces obedezco. La paciencia es clave para no reaccionar
en el momento y hacer algo estúpido que me matará o encerrará con
Papi Querido.
No puedo atraparla.
Aún no.
Puedo ser psicótico, pero no soy estúpido. El detective Mierda por
Cerebro tiene un ojo constante en ambas. Debo planear y prepararme.
—Benjamín. —Una voz profunda y familiar retumba cuando
traspaso la cortina de terciopelo carmesí que conduce a la lujosa sala
VIP en la que sin duda está holgazaneando. La primera vez que Tanner
había cometido el error de llamarme por mi apodo, Benny, vio el fuego
en mis ojos y antes de que pudiera hablar, él hizo oídos sordos,
llamándome Benjamín a partir de entonces. No fue dicho, pero en mi
momento más débil, fue como si hubiera visto dentro de mi mente
mientras yo estaba sentado en esa bañera fría.
“Eres un hombre nuevo, Benjamín. Más fuerte y más poderoso, en
control. Has derrotado a la muerte; fuiste arrancado del útero en el que
viviste todos esos años. Esa casa te estaba sofocando. Manteniéndote
25 prisionero. El hombre que eres se está convirtiendo en la bestia que
estabas destinado a ser. Libre de su jaula y de sus grilletes, él puede
vagar y alimentarse como lo crea conveniente. Benny está muerto.
Benjamín ha ascendido”.
Había estado listo para cortarle la garganta al espeluznante hijo de
puta, pero, por supuesto, se adelantó a eso también. Es como si Tanner
siempre estuviera tres pasos por delante de mí. Cuando paré de pensar
en formas de asesinarlo, él comenzó a educarme. Ya no más escondido
en la seguridad de mi hogar, era vulnerable a muchas amenazas
invisibles. Él mostró cómo vivir como el monstruo que soy; a plena
vista.
Tanner tiene muchos amigos en las altas esferas quienes quieren
algo que sólo él puede entregar, ¿y cuando llegue el momento en que él
necesite algo a cambio?
Ojo por ojo, dice siempre Tanner con una sonrisa maliciosa y un
destello en el ojo.
Sin embargo, no tiene mucha gente con la que pase tiempo
excluyéndome.
Somos lobos solitarios que se cruzaron bajo una luna nueva y se
formó un vínculo que nunca pensé posible.
Tengo un amigo.
—Ven, mi amigo —instruye, empujando a una morena bastante
desnuda fuera de su regazo. Ella sale de la sala VIP sin decir una
palabra más. Él está usando un traje, juro que es su maldita armadura,
y sostiene un vaso de líquido oscuro en su agarre flojo, sus ojos dorados
normalmente ardientes estaban atenuados por la mierda que sea que
hubiera tomado esta noche.
Entrando en la habitación, tomo el lujoso sillón frente a él, y hay
un vaso de bourbon esperándome junto a él. Tanner siempre parece
saber cuándo estoy viniendo.
—¿Cómo estuvo Amy? —pregunta, y sorbe su licor, con una ceja
levantada en pregunta.
Me estremezco al pensar en Amy, otro de los regalos de Tanner.
Sus regalos nunca son los que quiero. Parecen tener algunos de mis
criterios, pero nunca suficientes. Ni una sola vez me trajo una mujer
que cumpla con todo en mi lista.
Eso es porque mi bonita muñequita es la única que podría.
Y creo que él lo sabe. Ella saciaba las más profundas de mis
ansias.
—Por el gesto asesino en tu rostro, supongo que no fue
satisfactoria. —Sonríe—. ¿Hmmm? ¿Te decepcionó?
26 Aprieto la mandíbula y paso la palma de la mano por mi cuero
cabelludo rapado. No estoy seguro de cómo me siento con esta nueva
apariencia, pero Tanner dice que es imprescindible; cambiar mi
apariencia cada seis meses más o menos. Y por alguna maldita razón,
confío en este tipo. Él no me ha fallado todavía.
—Podrías decir eso —gruño.
Él se ríe y deja su vaso.
—No podemos aceptar eso, ¿verdad? ¿Qué estuvo mal esta vez?
¿No era lo suficientemente joven? ¿El cabello no era lo suficientemente
oscuro? ¿El coño no era lo suficientemente apretado?
Las tres jodidas cosas.
Y no era mi muñequita sucia.
Bonita muñequita.
Pienso en lo hermosa que era Amy cuando se desangró por todo el
suelo del bosque.
—Ella simplemente no era... suficiente —admito con un bufido.
—¿Qué hiciste con el cuerpo? ¿Hiciste un gran desastre como la
última vez?
Esta vez, soy yo el que está sonriendo con suficiencia. Así que, me
ha tenido que ayudar a salir de unos cuantos aprietos cuando perdí la
cabeza.
—Me encargué de ella. Tumba poco profunda, pero no irá a ningún
sitio.
La dejé como un gran jódete para mi muñeca sucia y su hombre
guardián. El sitio al que ella va a llorarme es el cementerio de
muñequitas rotas.
¿Y se llaman a sí mismos detectives?
Bueno, que se jodan los dos.
Recostándose en su silla, entorna los ojos hacia mí.
—Sabes que me encantan los retos. Por eso... —su mano se eleva
en el aire y hace tres chasquidos—, tengo una sorpresa para ti.
Una música infantil comienza a reproducirse, como la que se
escucha de un joyero o en un carnaval, y se abre el telón. Una joven
entra a la habitación y mi polla inmediatamente se endurece en mis
vaqueros.
Ella es pequeña... justo como me gustan.
Tetas pequeñas.
Vestido corto de color rosa.
27 Los jodidos labios más rechonchos que he visto en mi vida, pero
maldita sea, al menos son reales.
Grandes ojos azules, pero están muy juntos.
Curvo mi labio con disgusto. Los ojos están mal. Mi polla se encoge
ante la vista. Sin embargo, ella se acerca a mí tímidamente, sus dedos
tirando del dobladillo de su corto vestido.
—Siéntate en el regazo de Monstruo —ordena Tanner, con voz
glacial. Todo el mundo, incluyéndome, se rinde a él cuando usa ese
tono. Esta chica, asiente en acuerdo.
—Sí, maestro.
Monstruo y maestro.
Tanner dice que somos únicos. Nadie es como nosotros. Somos un
equipo. Tomó un poco de tiempo confiar en él, pero ahora le creo.
La chica duda, pero se sienta a horcajadas sobre mis muslos. Sus
palmas rozan el frente de mi camiseta ajustada hasta mis hombros.
—Cierra los ojos —espeto, mi propia voz más áspera que la de
Tanner.
Ella se pone rígida pero obedece. Buena muñeca. Dejo que mis
manos vaguen por su pequeño culo antes de deslizar su vestido sobre
sus caderas. Cuando mis manos se deslizan, encuentro que está
desnuda debajo. La irritación florece dentro de mí. Las buenas muñecas
usan bragas de encaje. No son putas como Blondie allá afuera.
—¿Dónde están tus bragas? —demando, mi palma golpeando su
culo lo suficientemente fuerte para hacerla gritar.
Ella mueve la cabeza sobre su hombro para mirar a Tanner. Él
simplemente se encoge de hombros y hace señas para que se voltee de
nuevo.
—No me mires a mí, muñequita. Él es el único tirando de tus hilos
aquí.
Los ojos de Tanner se oscurecen cuando ve el miedo florecer en los
de ella.
Ella debe sentir al diablo dentro de mí, susurrándole todas las
formas de cortarla, de prolongar el sangrado, de deleitarse con sus
lágrimas. Sus ojos encuentran los míos otra vez, y la angustia baila en
el océano azul claro en ellos. Su terror hace que mi pene se ponga duro
de nuevo. Tal vez pueda funcionar con esto.
—Chúpame la polla, muñeca —digo furioso cuando la empujo al
suelo. El golpe cuando su cuerpo cae en una pila a mis pies aumenta
mi excitación.
Mi necesidad de lastimar ha crecido con mi rabia y dolor a través
28 de los años. El hombre que ellos mataron tenía un fetiche, ahora lo sé.
Pero el hombre que crearon de las cenizas tiene una necesidad: Un
impulso oscuro y profundamente arraigado que sólo puede saciarse
alimentando su hambre.
La muñeca entra en acción: Las prostitutas siempre lo hacen
cuando hay dinero involucrado; y con entusiasmo me desabrocha los
vaqueros mientras se arrodilla frente a mí. Con su cabeza inclinada y el
cabello oscuro cubriendo su rostro, casi podría pasar por mi bonita
muñequita. Mi polla duele por alivio. Agarro el costado de su cabello,
ignorando su grito de sorpresa, y tiro de ella hacia mi polla, que ya se
sacude en su mano.
Puedo sentir los ojos de Tanner sobre nosotros. Sus ojos están en
todas partes. Siempre observando. Siempre criticando. Siempre
ayudándome cuando la mierda llega a ser demasiada. No estoy seguro
de por qué se hizo amigo mío, pero no puedo decir que me moleste. Es
bueno tener alguien que me entiende.
La bonita muñeca falsa comienza a chupar mi gruesa polla como si
lo hubiera hecho miles de veces. Quizás ella lo haya hecho. Tanner
tiene putas disponibles para el frente del club; la mierda aburrida que
utiliza como fachada para lo que realmente ofrece. Tienes que estar en
su radar para saber cómo solicitar el lado más oscuro de su mundo.
Una vez, un hombre vino y preguntó por Robert. Tanner lo saludó, y
más tarde, le pregunté por qué el hombre lo había llamado Robert, ya
que ese no es su nombre. Él me dijo, que él es Tanner. Para ese
hombre, es Robert. Para Lucy, su gerente de bar, es Cassian. Quién
mierda sabe cuál es el nombre real, si es que tiene alguno, y eso es lo
que lo mantiene a salvo. Anónimo.
La mamada de mi polla devuelve mi atención a la muñeca
amorosa. Su terror se ha ido hace mucho tiempo mientras intenta
obtener placer de mí. Tan jodidamente entusiasta. Me irrita en lugar de
excitarme y mi polla comienza a ablandarse.
Cuando sus ojos azules se elevan, mirándome con interrogación
porque mi polla se está volviendo más flácida a cada segundo, pierdo
jodidamente el control.
—Eres una muñeca inútil —espeto, y mi mano agarra su garganta.
Tiro de su pequeño cuerpo hacia mi regazo, mi agarre se vuelve mortal
mientras la estúpida perra araña mi muñeca.
Tanner, siempre el amigo leal, no dice una palabra en señal de
protesta. Me observa, su mirada se estrecha y una media sonrisa se
dibuja en sus labios.
El rostro de la muñeca inútil se vuelve rosa, luego roja, hasta que
es un hermoso púrpura oscuro mientras jadea desesperadamente por
aire. Ella debería haber preguntado qué quería en lugar de ser una puta
hambrienta de dinero. Esta es la primera que ha tenido siquiera una
29 fina porción de potencial.
Cuando libero su cuello, las lágrimas se acumulan y caen del mar
de sus ojos. Sosteniendo su garganta, resuella, tratando de tomar aire.
—Bastardo —escupe; su tono es venenoso.
La pequeña muñeca errónea tiene bolas.
Pero las mías son mucho más grandes.
Empujándola de nuevo sobre sus rodillas, agarro su cabeza,
instando mi polla de vuelta en su boca. Empujo tan profundamente,
que ella se ahoga, tiene arcadas y lucha para liberarse. Cuando sus
dientes se aprietan, sonrío. Pequeña perra.
Forzándola hacia atrás, me levanto sobre sus hombros y rodeo con
una mano su pequeño cuello mientras uso la otra para apoyar mi
posición encima de ella.
Apretando su cuello, golpeo mi polla por su garganta. Su cuerpo se
sacude y tiembla debajo de mí, su boca trata de abrirse más para
respirar profundamente, evitando morderme.
Muriendo.
Follo su cara con todo el poder que puedo reunir, empujando mis
caderas y apretando su cuello hasta que un crujido cede bajo mi mano.
Su cuerpo se vuelve flojo ante el aplastamiento de su tráquea, y con
ello, mi liberación aprieta mis bolas. El calor se construye,
extendiéndose a través de mi ingle por mi espalda mientras salgo de su
boca y franjas de esperma pintan sus ojos muertos abiertos de par en
par.
Levantándome para ponerme de pie, la agarro por debajo de los
brazos y la levanto sin esfuerzo. Su cuerpo se hunde en mi agarre, y es
la primera vez que se ve como una verdadera muñeca. Estúpida
muñeca muerta, como todo el resto.
Jodidamente disgustado por ella, la arrojo lejos de mí, y su cabeza
golpea la esquina de la mesa de café con un nauseabundo pum. Rueda
sobre suelo con el rostro primero, y yo miro fijamente, obsesionado con
la forma en que la sangre florece de una herida en la parte posterior de
su cráneo. No bombea como lo haría si todavía estuviera respirando. Es
más como una filtración, como una botella de kétchup que es derribada
sin tapa.
Ahora, eso…
Eso me pone la polla dura.
Sentado a horcajadas sobre su forma inmóvil, unto la palma de mi
mano a través de la parte posterior de su cabeza, y luego acaricio mi
pene usando su sangre perfecta como lubricante.

30 —Eso es, Benjamín —elogia Tanner—. Libera a ese monstruo.


Alimenta tus ansias.
Sus palabras se enhebran en mi mente y arrancan cualquier
fragmento de cordura que me queda. Esta bestia se enfurece de
necesidad.
Muñequita.
Muñequita.
Bonita muñequita.
La haré mía otra vez.
Sólo necesito llevármela.
Ninguna otra muñeca servirá.
Mis bolas se tensan violentamente mientras sucumbo a un
orgasmo desesperado. Ha pasado mucho tiempo desde que he tenido un
clímax satisfactorio. Y ahora, he tenido dos seguidos. Miro hacia abajo
con asombro cuando mi semen arroja gruesas cintas a través de la
parte posterior de su cabeza ensangrentada. Todavía estoy mirándola
fijamente cuando Tanner se arrodilla frente a mí. Pasa el dedo por una
corriente de sangre que fluye por su mejilla y la sostiene hacia la luz.
—Todavía quieres a tu vieja muñeca. No cambiarás eso, ¿eh? —
pregunta, su mirada todavía en su dedo ensangrentado.
—No —admito, la irritación aferrándose a mi pecho. Ella no es mi
vieja muñeca; ella es la única muñeca que ha sido suficiente.
—Quizás deberías ir a buscarla. Ella es la que realmente satisface
a tu monstruo. ¿Cierto? —Sus ardientes ojos ámbar se encuentran con
los míos mientras chupa la sangre de la muñeca inútil de su dedo.
—Es la única.
Y él lo sabe.
Estuve bien por un tiempo, y sabía que el riesgo era mayor que el
resultado si hubiera intentado volver a llevarme a mi muñeca sucia.
Estar desaparecido fue lo mejor para mí para comenzar de nuevo.
Un nuevo comienzo.
Las posibilidades me intrigaron por un tiempo. Las mujeres que él
me regalaba eran una distracción. Pero ahora, la necesidad se ha vuelto
abrumadora, y me he encontrado queriendo saber todo lo que mi
muñeca sucia ha estado haciendo. Sé que la compulsión de tomarla
será demasiado fuerte para negarla por mucho más tiempo, y Tanner
claramente también lo sabe.
Me da un único asentimiento.
—Entonces ve a buscarla, Benjamín. Te la mereces. Haré los
arreglos para alojarlos a ambos en un lugar seguro, pero necesitarás
31 borrar al detective Scott. De lo contrario él será un problema, y debe
parecer el accidente que discutimos. Una vez que nos hayamos ocupado
de él, la dejarás hacer el duelo. De esa forma, todos a su alrededor
creerán en la carta que ella eventualmente escribirá diciendo que se fue
para escapar de los tristes recuerdos de él.
Paciencia.
Debo ejercitar la paciencia.
Por mucho que me enloquezca, sé que tiene razón.
Él sonríe e inclina la cabeza para estudiarme. Ha estado haciendo
eso durante los últimos tres años.
—¿A dónde iremos? —pregunto, curioso de dónde sería lo
suficientemente lejos para esconder la realidad de que ella ha sido
llevada, no que simplemente se ha ido.
—Oh, no vas a ir a ningún lado, amigo mío. Nada viene gratis, y me
temo que no quiero separarme de ti. Me he encariñado demasiado
contigo para permitirte desaparecer. ¿No me extrañarías, Benjamín?
¿Lo extrañaría? No si tuviera a mi muñeca. Pero no tengo recursos
para llevar a cabo tener a mi muñeca de vuelta, y Tanner ha sido un
salvavidas para mí. Si necesito algo, él lo suministra. ¿Estoy listo para
hacerlo solo... otra vez?
No.
—Extrañaría nuestro tiempo juntos —admito, haciendo un gesto
con la cabeza hacia la muñeca muerta cubierta con mi semen.
Un estallido de pesadas risas proviene del pecho de Tanner.
—Ciertamente. —Entonces aleja su cabeza—. Wilson —le grita al
tipo que hace guardia frente a las cortinas rojas—. Llama para una
limpieza completa de uno.
La muñeca muerta pronto se desintegrará en un cubo de ácido.

Han pasado unos días, pero las palabras de Tanner se repiten en


mi cabeza.
“Entonces ve a buscarla, Benjamín. Te la mereces”. De alguna
manera me he convencido de mantenerme lejos todo este tiempo. Tenía
muchas excusas.
Alguien podría reconocerme.
Me podrían atrapar.
¿A dónde la llevaría?

32 Peor aún, ¿y si ella ya no me excita?


Sin mi bonita muñequita como mi propósito, dejaba de existir. Soy
un hombre que anhela desesperadamente algo que no es real. Algo que
no es tangible. Pero ¿y si la veo y esos sentimientos me invaden una vez
más? Todo rodeado. Tan completamente.
“Entonces ve a buscarla, Benjamín. Te la mereces”.
No voy a posponerlo más. Tanner se está asegurando de que tengo
un lugar sólo para nosotros dos. A salvo. Seguro.
Es por eso que la he estado siguiendo en los últimos días. Casi es
hora. La observo mientras lleva a su niña a la guardería. La observo
mientras se dirige a la estación de policía para trabajar. La observo
mientras trabaja en casos de campo. Y observo como ella y ese imbécil
de marido vuelven a casa juntos cada noche como una familia. Ellos
son todo sonrisas mientras cocinan la cena y alimentan a su familia.
Cada noche, me voy a casa más y más furioso. No tengo un
maldito plan, pero quiero que Dillon sufra, sufra de una manera que
debe parecer accidental.
Ella lo llorará, pero sólo hasta que esté dentro de ella y se dé
cuenta una vez más que él nunca fue destinado a tocarla. Ella
pertenece conmigo. Me pertenece a mí. Siempre he sido yo.
Estoy en piloto automático siguiéndola, tanto, que casi paso
zumbando cuando ella pone su luz intermitente para girar en un barrio
que ciertamente no es el suyo. Una sonrisa de suficiencia juega en mis
labios. Su esposo perdedor probablemente no pueda satisfacerla.
Probablemente está durmiendo con un tonto hijo de puta que mataré en
el momento en que ella se vaya.
O tal vez incluso esté viendo un abogado para divorciarse.
Ahora, esa idea pone una gran sonrisa en mi rostro.
Pero en el momento en que veo dónde se detiene, mi sonrisa se
desvanece.
¿Por qué está aquí?
Esta es la antigua casa de mi padre antes de que lo llevaran a
prisión. La casa que compartía con su nueva esposa. La esposa que
tomó después de hacer que mi madre se volviera loca. Él nunca me
trajo aquí, pero leí sobre la bonita doctora, esposa del vergonzoso y
deshonrado jefe de policía. Tanner fue quien me dio la dirección. Dijo
que buscara a la mujer y la matara si es que eso me daría un cierre
para mi madre. Venganza.
Pero no necesitaba buscar venganza en su honor. Ella jodidamente
no se la merecía. Ella se llevó mi Bethany lejos de mí. Tal vez si no lo
hubiera hecho, mi vida sería completamente diferente.
Yo sería diferente.
33 No, que se jodan la doctora y mi madre.
Conduzco más allá de la casa, pero no quito mis ojos de mi bonita
muñequita mientras ella saca a su hija del auto. Para cuando la puerta
de entrada se abre, doy la vuelta y estaciono algunas casas más abajo.
Mi bonita muñequita todavía está perdiendo el tiempo con el asiento del
coche cuando una chica baja los escalones hacia ellos.
¿Bethany?
Pum.
Pum.
Pum.
El tiempo se ralentiza mientras ella se acerca a mi bonita
muñequita.
Su largo cabello castaño se levanta con el viento. Ella no sonríe. La
sombría mirada en su rostro es exactamente la de mi hermana.
Pero no realmente mi hermana… mi Bethany.
¿Papá la escondió, la sanó, la arregló, y la mantuvo lejos de mí
todo este tiempo?
No.
No.
No.
La vi muerta. Jodidamente enterré su cuerpo. Esto es un truco.
Con un gruñido, saco de mi bolsillo el celular que Tanner insistió que
necesitaba y hago clic en la cámara, haciendo zoom hasta el fondo.
Bethany protege sus ojos del sol de la tarde que comienza a
ponerse. Lleva un vestido estampado floral que es corto y la hace
parecer más joven de lo que supongo que es. Se adapta a su pequeño
cuerpo. Mi cuerpo entero vibra de emoción y miedo. Una mezcla de
euforia y confusión se agita y batalla dentro de mí. Sus rasgos son
pequeños, y un grito ahogado se me escapa cuando visiones de un yo de
siete años me nublan los pensamientos.
Mi hermana, Bethany, que fue brutalmente tomada por mi padre
cuando yo era tan joven, y mi nueva Bethany de la que mi madre robó
la luz. Esta chica es una hermosa combinación de las dos.
¿Cómo es posible?
Después de todo este tiempo, ella ha vuelto a mí. Papá me mintió
cuando dijo que reemplazaría a Bethany. Ella nunca se fue. Él siempre
fue un bastardo enfermo y egoísta y la mantuvo para sí mismo.
Mi muñequita sucia le entrega su hija a mi Bethany, entonces ella
está de vuelta en el coche, conduciendo.
34 ¿Y yo?
Estoy mirando el pasado, el presente, el milagro.
La observo mientras entra y trato de esperar pacientemente, lo que
dura aproximadamente cuarenta y cinco minutos. Antes de enloquecer
de expectación, salgo de mi auto y camino hacia la línea de árboles al
costado de la casa.
Pum.
Pum.
Pum.
Me aseguro de deslizarme por el borde sin ser detectado hasta que
estoy en el costado de la casa, utilizando la caída del atardecer como mi
tapadera.
Agarrándome de la puerta lateral del garaje, la giro, la pruebo y,
para mi deleite, se abre. Deslizarse dentro del garaje es fácil. Cuando
llego a la puerta que conduce adentro de la casa, soy más cuidadoso. La
puerta se abre, sólo lo suficiente para que pueda echar un vistazo
dentro.
De pie en la cocina, de espaldas a mí, está Bethany, revolviendo
algo en la estufa. Abro la puerta un poco más, y los sonidos de Bob
Esponja llegan a través de otra habitación. Una niña está cantando el
tema musical.
¿Por qué mi Bethany está cuidando a la hija de mi muñequita
sucia?
Bethany comienza a darse la vuelta, así que rápidamente cierro la
puerta y presiono la oreja contra la madera, escuchando su bullicio
alrededor de la cocina. Una vez que está tranquilo, abro de nuevo.
Ya no está en la cocina, así que aprovecho el momento para
deslizarme dentro. Mirando a la vuelta de la esquina, la encuentro en el
comedor, su cabello oscuro todavía ocultando su rostro mientras pone
algunos cubiertos sobre la mesa. La niña está chupando su jugo, su
cuerpo bailando con la música de dibujos animados. Me escondo a la
vuelta de la esquina y uso el espejo en la pared en diagonal a ella para
verla.
—Come todos tus macarrones, MJ, e iremos a disfrazarnos —dice
Bethany. No recuerdo su voz siendo tan suave e infantil. Algo al
respecto rasguña dentro de mí. Es mejor de lo que recuerdo. La niña
chilla con emoción y comienza a comer su comida.
La cabeza de Bethany gira mientras mira el reloj, dándome una
vista sin obstrucciones de su rostro. La misma nariz fina. Un puñado de
pecas en sus mejillas. Labios perfectos y gruesos. Ojos color avellana,
35 una mezcla perfecta de marrón y verde. Ella es mi dos Bethanys
favorita, toda metida en la forma de una muñeca perfecta.
Mi pene se endurece casi al instante.
Echaba de menos a todas las Bethany que papá trajo y luego me
quitó. Pero a la que más echaba de menos era a la que estaba parada
como una réplica perfecta dentro de esta casa.
Froto mi polla mientras observo su perfecta forma reencarnada. Es
hermosa. La he amado y he ansiado por ella por tanto tiempo... y ahora,
finalmente está aquí.
Mi teléfono comienza a zumbar en mi bolsillo, y me congelo. Las
cejas de Bethany se fruncen mientras escucha, pero ya estoy
retrocediendo hacia el garaje, así no soy atrapado. Deslizándome por la
puerta lateral, arrastro mi culo de vuelta a mi auto. Una vez dentro, no
puedo detener mi corazón sofocado.
Pum.
Pum.
Pum.
Ella está aquí.
Me he perdido una llamada de Tanner y un mensaje de texto.
Tanner: ¿Dónde estás?
Me froto el rostro antes de responder a mi amigo.
Yo: Encontré a mi Bethany.
Tres puntos se mueven antes de responder.
Tanner: ¿Tu hermana?
Tanner conoce algo de mi pasado, pero sólo los trozos que elegí
compartir.
Yo: Sí.
Las chicas Bethany que iban y venían no eran realmente mis
hermanas de sangre. A ellas se les dio su nombre y el título de
hermana, y eso me hizo sentir menos solo en el mundo vacío. Esta es la
verdadera.
Tanner: Contactarla parece una mala idea. No quiero perder a
mi amigo porque hizo algo irracional. Recuerda, ahora eres libre.
No dejes que te enjaulen de nuevo. La planificación es clave en
todo lo que haces.
Sonrío porque estoy jodidamente extasiado. Él tiene razón, sin
embargo. No puedo irrumpir, decirle que soy su hermano y que me
pertenece, y luego llevármela.
Al menos… no todavía.

36 Necesito hacerle un hogar primero.


Entonces, volveré por mi hermana.
Mi Bethany.
Mi nueva muñeca perfecta.
Yo: Tienes razón. No lo voy a joder.
Tanner: Por supuesto que no, Benjamín.
Con mi mirada en su casa, que parece brillar como un faro en la
oscuridad, abro mi cremallera. Mi dolorida polla cae en mi mano
ansiosa, y me acaricio furiosamente mientras la veo moverse frente a
las ventanas.
La he encontrado.
Jodidamente la he encontrado.
Tanner siempre dijo que había una razón por la que sobreviví.
Había un plan listo para mí, sólo necesitaba ser paciente. Él tenía
razón. Ella ha estado aquí esperando que yo la encontrara. Y lo hice.
Llego al clímax fuerte con Bethany en mi mente, y me hace sentir
sucio y eufórico todo en el mismo aliento. Mamá dijo que no podría
estar con ella así. Pero nosotros sí queríamos eso. Bethany quería eso
más que nada, y no la decepcionaré de nuevo. Es cuando veo que
regresa el coche de mi muñequita sucia que me golpea.
No la seguí.
No pensé en ella.
No me obsesioné por ella.
No la quería a ella.
La necesidad y la ira se evaporaron cuando Bethany salió de esa
casa.
Por primera vez en todos los años desde que conocí a mi
muñequita sucia, la tomé y la amé, mis pensamientos no se
preocupaban por ella. El dolor que se intensificaba con cada día que
pasaba, menguó y me sentía libre. Más libre que nunca.
Bethany está de regreso, y la necesidad de verla anuló la necesidad
de seguir a mi muñequita sucia.
Sonrío. ¿Cómo no iba a hacerlo?

Mis pensamientos están nublados con Bethany cuando Lucy, la


gerente del bar del club de Tanner, me trae otro trago. Su cabello rubio
está retirado en una elegante cola de caballo. Lucy es alta y tiene
37 buenas tetas, pero no es mi tipo. Ella siempre está merodeando a mi
alrededor, clavando el filo de su cuchillo en la superficie de la barra,
incluso sabiendo qué y quién soy. Cualquier otra mujer se encogería,
pero ella no. Sin embargo, no es tu típica mujer.
Es una sádica. Obsesionada con sus malditos cuchillos.
La perra me recuerda a ese pequeña psicópata rubia de las
películas de Kill Bill que Tanner me hizo ver. ¿Uma Thurman, tal vez?
Delgada y ligera, pero perversa como la mierda.
—Tengo algo más para ti. —Ella sonríe antes de deslizar mi bebida
en la mesa y entregarme un bloc de notas.
—¿Qué es esto?
—Algunos sitios web que pueden ser de su agrado. Tengo un nuevo
contacto que ofrece algo que creo que te gustaría. —Guiña un ojo, luego
se marcha para ayudar a un cliente.
Por qué se desviaría de su camino para pensar en mis jodidas
necesidades hace que la paranoia alce su fea cabeza.
Todos tienen un precio, y si ella piensa que voy a dejar que me
abra con su juego de cuchillos y sea su juguete, tendrá que pensarlo de
nuevo.
Había estado obsesionada con mis cicatrices y mi umbral del dolor,
y me ofreció cualquier cosa para que yo fuera su sub por un día. La
perra está loca si cree que alguna vez podría hacer que me inclinara
ante ella.
Hojeo las notas y la curiosidad me hace señas para que vaya a mi
computadora.

—Seguiré buscando información sobre tu hermana —promete


Tanner cuando entra en mi pequeña oficina y toma un cuaderno de mi
escritorio—. No hubo mención de ella en los periódicos cuando tu padre
fue arrestado. —Me han dado una nueva identificación, una oficina y
un título de trabajo para todos los efectos.
Gracias a Tanner.
Siempre gracias a Tanner.
—¿Qué es esto? —Comienza a hojear el cuaderno.
Lo saco de su agarre y frunzo el ceño.
—No es nada.
Sus ojos son fuego líquido mientras sus fosas nasales se
ensanchan.
38 —¿No somos amigos?
Aprieto la mandíbula y hago sonar mi cuello.
—Sí.
Arrancando el cuaderno de mi agarre, lo hojea de nuevo antes de
mirar fijamente algunos sitios web que han sido anotados
recientemente.
—Estos son todos terribles —gruñe.
—Lo sé —estoy de acuerdo—. Todavía estoy buscando los buenos.
Agarrando un bolígrafo, garabatea un sitio.
—Este es nuevo. No se encuentra fácilmente porque ofrecen una
mierda perversa que la mayoría de la gente no puede manejar. Usa ese
registro y adelante.
Hasta que tenga a mi Bethany, necesito satisfacer los impulsos que
me desgarran desde adentro hacia afuera. Estoy en conflicto y
confundido. Mi bonita muñequita ha sido mi enfoque por tanto tiempo,
pero ahora...
—Echemos un vistazo —dice Tanner—. Hay una en particular, creo
que te gustará. La encontré anoche y he hecho algunas preguntas. —Se
lame los labios, tocando su dedo en el lado de la computadora portátil
enfrente de mí.
Abro el sitio web, luego me aparto para que pueda escribir lo que
está buscando: Nueva Muñeca Bonita.
Mi pene está duro de nuevo. Y cuando un sitio se abre, la lujuria
hierve a fuego lento a través de mis terminaciones nerviosas.
NuevaMuñecaBonita es su nombre de usuario. Mi estómago se
sacude.
Nueva Muñeca Bonita como mi bonita muñequita...
Tiene ondulado cabello rojo sobre su cabeza, acentuando sus
bellas facciones. Sus vestidos son perfectos y parecen cosidos a mano,
haciendo que el orgullo golpee mi pecho. Y a medida que me desplazo
hacia abajo, estoy eufórico al descubrir imágenes de ella inclinándose,
revelando bragas de encaje blanco.
Una muñeca perfecta.
Aparte del feo cabello, todo en ella es perfecto.
Usa largas pestañas que ocultan el color de sus ojos, pero funciona
para mí también. Puedo correrme mirando esta muñeca. Es pequeña,
suave, perfecta.
—Aparentemente proporciona videos en vivo a veces, pero no son
sexuales, sólo bromea. Toda la comunidad fetiche está con esta chica.
Me entregaron el enlace al sitio anoche. No importa qué tipo de fetiche
39 prefieran, y aunque ella no haga cosas sexuales, todavía, todos están
obsesionados con ella. —Sonríe maliciosamente—. Iba a conseguir un
precio y guardarla para ti. Tirar algunas cuerdas para ver si puedo
conseguirla para ti. Todo el mundo tiene un precio. Pero dado que eres
impaciente, esto tendrá que funcionar por ahora —me dice Tanner—.
¿Qué piensas?
—La quiero.
Él se ríe.
—Por supuesto que sí, amigo. Y la tendrás. Déjame ver qué puedo
averiguar sobre ella. Por lo que sabemos, podría estar en la puta China.
Haciendo sonar mi cuello otra vez, me inclino hacia adelante para
admirar su piel de porcelana.
—Entonces la rastreamos. Donde sea que esté, la quiero.
Él se agarra a mi hombro.
—La encontraremos. Mientras tanto, necesito que me hagas un
favor.
Asiento mientras hojeo sus fotos. Tanner me pide favores de vez en
cuando, y nunca son nada que no pueda manejar. Si soy honesto,
disfruto demasiado haciéndole favores.
Sacando una foto de su bolsillo, la golpea sobre el escritorio.
—La dirección está detrás. Haz que suceda. Esta noche.
Nueva Muñeca Bonita tendrá que esperar.
Pero no por mucho. Pronto, la tendré a ella y a mi hermana. La
vida será perfecta de nuevo. Volteando las hojas a una sección limpia de
mi cuaderno, empiezo a garabatear todo lo que necesitaré para
construir una celda para albergar mis objetos de afecto, una mucho
mejor que la que tenía antes. Cuando termino, Tanner la arranca del
cuaderno y se la mete en el bolsillo.
—Tú rascas mi espalda y yo rasco la tuya. Ojo por ojo —dice antes
de alejarse sin otra palabra.
En idioma Tanner, él me conseguirá mi mierda si consigo lo que él
quiere.
Me levanto y agarro mi sudadera con capucha. Al salir, deslizo mi
cuchillo.
Estoy lleno de energía y listo para derramar un poco de sangre.
Los favores de Tanner son divertidos.

40
~Intacto~

Dillon
He visto muchas escenas del crimen, he sido parte de un par, pero
ninguna ha hecho que se me forme bilis en la garganta como esta antes.
¿Es eso una jodida polla lo que estoy mirando?
¿A quién diablos enojó este pobre y descuartizado hijo de puta?
—¿Qué tenemos? —Alzo mi barbilla hacia un uniformado que no
conozco.
Él me ofrece un cubre bocas, y lo agarro para taparme la nariz.
41 —Homicidio —suelta a borbotones.
No me digas, Sherlock. Nadie puede hacerse esto solo o asegurar
que fue un accidente.
—Lo siento, se resbaló y aterrizó en mi cuchillo mientras estaba
haciendo shish kababs. No me di cuenta de que no era pollo hasta que
estuvo hecho pedazos.
Maldito idiota.
Le doy mi mirada entrecerrada, que generalmente hace que los
policías uniformados presten atención, pero él simplemente se queda
allí boqueando como un pez fuera de agua.
—¿Y?
—No hay señales de entrada forzada —dice lentamente—. Así que,
supongo que él conocía al asesino.
—No se te paga por asumir, y estás pisando toda mi escena del
crimen. —Señalo la carne ensangrentada en su zapato.
Lanzando una mirada a sus pies, sus ojos se abren y su cuerpo se
sacude, luego está corriendo hacia un basurero y vaciando el contenido
de su estómago. La pieza de carne, que parece una oreja, todavía está
pegada a la suela de su zapato.
—Deja de moverte —bramo.
—Que alguien meta la oreja en una bolsa —grita Marcus, negando
mientras camina tranquilo hasta donde estoy parado—. La vecina no
escuchó nada. Dijo que el nombre del tipo es Maximus Law. Es dueño
de un club del centro llamado Rebel's Reds.
Conozco el lugar. Es una mierda para que los jodidos sádicos se
masturben.
—¿Competencia? —Suelto. Los propietarios de clubes,
especialmente en las escenas más sórdidas, se aventuraban en el
mundo criminal y podía volverse competitivo.
—Era una gran cantidad de rencor si lo es. —Marcus arruga la
nariz.
—Esto no fue sólo una advertencia o mensaje —afirmo—. Alguien
disfrutó desmembrando el cuerpo. Prolongando la muerte. Hay sangre
cubriendo cada centímetro de este lugar.
—¿Eso es su...? —Marcus se detiene, mirando el miembro en el
piso.
—Sí —digo—. Vamos a encontrar la línea de tiempo que conduzca
a la muerte y empecemos desde ahí.
Sacudiendo la mirada perturbada de su rostro, él asiente.

42 —Ya estoy en eso. El CSI está aquí. Vamos a aclarar la escena.


Con mucho gusto.
—Quiero declaraciones de todos en este edificio. Alguien tiene que
haber visto algo, incluso si no se dieron cuenta que lo han hecho —grito
a los uniformados ahora bloqueando el pasillo.
—¿El club? —pregunta Marcus.
—Eso parece.
Demasiado para llegar para la cena con las chicas.
Sacando mi celular del bolsillo, presiono la información de contacto
de Jade y espero el dulce sonido de su voz.
No importa cuántos años pasen, todavía no puedo tener suficiente
de ella. Sólo el sonido de su voz aplaca mi alma.
Ring.
Ring.
—Hola, cariño —dice por la línea y siento que me relajo.
—¿Cómo estuvo tu cita?
Seis meses de embarazo y todavía se niega a tomárselo con calma o
contratar una niñera.
Ha estado en la delegación de policía a tiempo parcial desde que
tuvo a MJ, y no tenerla alrededor todo el tiempo fue difícil de
acostumbrarse, pero saber que puedo irme a casa con ella y nuestra
bebé cada noche es más de lo que pensé que tendría. La vida es buena.
Jodidamente buena.
—Estuvo bien. Estoy de camino de recoger a MJ ahora.
—¿Cómo están las gemelas?
—Elise está en el campus, así que sólo está Elizabeth allí —dice
con un suspiro—. Parece estar bien, pero nunca se sabe con ella.
—Las veré este fin de semana —ofrezco, sabiendo que ella se
preocupa por las chicas.
—Gracias. Sé que estás ocupado, pero...
—No necesitas agradecerme o explicarme. Me preocupo por ellas
también, y no es un problema.
Maryann, la madre de las gemelas y ahora ex esposa de Stanton,
ha estado haciendo muchos viajes por su ocupado nuevo horario en el
hospital. Convenciones médicas o alguna mierda, y las chicas quedan
prácticamente solas ahora que tienen diecinueve.
—Está bien —susurra, y mi pene se sacude al pensar en ella sin
aliento y necesitada.

43 —Llegaré tarde esta noche, pero trata de mantenerte despierta


para mí, ¿de acuerdo?
—Mmmm. —Está de acuerdo—. Y si estoy dormida, asegúrate de
despertarme.
Sí, mi chica está tan necesitada de mí como yo de ella. Por
supuesto que la despertaré.
—Te amo —digo antes de cortar la llamada. Ignoro la sonrisa de
come mierda que me lanza Marcus. Estoy seguro de que a este cabrón
le han blanqueado los dientes. Él tiene alrededor de mi edad, pero
definitivamente es mucho más agradable que mi culo duro. He visto a
Jade echarle un vistazo a su culo una o dos veces cuando él se quita la
chaqueta del traje.
—Ustedes son tan lindos. —Suspira, revoloteando las pestañas
dramáticamente.
Un golpe rápido en el brazo y la mierda femenina se detiene.
—¿Vas a dejar de actuar como un marica, James, y a conseguirte
una mujer?
El detective Marcus James se encontró solo el año pasado después
de estar con la misma mujer durante casi una década. Las horas extra
y no mucho tiempo en casa atendiendo sus necesidades la enviaron a
los brazos de un tipo rico. Él dejó su culo después de unas pocas
semanas, pero ella regresó corriendo hacia Marcus con la cola entre las
piernas. Lástima que no haya contado con que él había cerrado todas
las emociones y se había negado a perdonarla.
Se lanzó aún más al trabajo, pero desde mi experiencia, y
cualquier otro detective dirá lo mismo: Necesitas a alguien a quien
regresar en casa, para lavar toda la mierda que tenemos que presenciar
y mostrarnos lo bueno en el mundo, para que lo malo no nos infecte y
nos corrompa.
—De hecho, estoy viendo a alguien. —Se encoge de hombros,
abriendo la puerta del coche y tecleando el código postal en el
navegador por satélite.
¿Qué demonios?
—¿Quién y desde cuándo? —Entrando en el tráfico, le echo un
vistazo un par de veces, esperando que suelte la lengua. Todos los días
estoy con este idiota, y ni una vez ha mencionado a una mujer.
Él levanta sus manos en señal de rendición.
—Es realmente nuevo y ella es más joven que yo. No estoy seguro
de hacia dónde se dirige, pero...
—¿Pero qué, hijo de puta?
—Pero se siente bien. Me siento bien por primera vez en mucho
tiempo.
44 Bueno, si eso no me hace sonreír como una puta adolescente.
¿Quién es el marica ahora?
—¿Qué edad tiene? —pregunto.
—Veinticinco.
—Esa es una buena edad —le digo—. El impulso sexual de una
mujer alcanza su punto máximo a los veinticinco.
Siento su mirada entrecerrada haciendo un agujero en un costado
de mi cabeza.
—¿Qué? —gruño.
—¿Cómo diablos sabrías eso?
—Soy un detective. Es mi trabajo conocer la mierda importante —
respondo.
Él estalla en una carcajada, lo que causa una de las mías.
Cuando la risa se calma, pregunto:
—Entonces, ¿cómo se llama?
Él sonríe y mueve sus ojos hacia mí.
—Lisa.
—Deberíamos cenar algún día —le digo.
Marcus asiente.
—Creo que deberíamos.
Bueno, esa es una buena señal. Ella debe ser una para quedarse.
El auto ralentiza y me dirijo hacia un espacio de estacionamiento
en la parte trasera del club Rebel's Reds. La silueta roja de una mujer
tetona parpadea intermitentemente sobre la entrada.
—Original —resopla Marcus, levantando sus ojos hacia el letrero.
Al abrir la puerta, un hombre fornido se para del otro lado,
saludándonos con una mirada fulminante.
—¿Tarjeta de membresía? —gruñe.
Le muestro rápidamente mi placa y lo miro con una mirada
petulante.
—La tengo justo aquí.
Pone los ojos en blanco y mira hacia la barra antes de gritar:
—Morris, los cerdos están aquí.
¿He viajado a los años noventa? Pensaba que la gente ya nos
llamaba cerdos.
Caminando hacia Morris, le enseño brevemente mi placa antes de
meterla de nuevo en el bolsillo de mis pantalones.
45 —¿Tienes un lugar donde podamos hablar?
—El dueño no ha llegado aún —dice, con los ojos fijos en la barra
que está limpiando con un trapo.
—No va a llegar tampoco —dice Marcus entre dientes mientras
arrebata el trapo del chico y lo arroja—. Está en unos treinta pedazos
en su casa.
—¿Q-qué? —balbucea Morris, ahora nos presta toda su atención.
—¿Cuándo fue la última vez que vio al Sr. Law?
Él cruza los brazos sobre el pecho y frunce las cejas.
—Anoche. Se fue alrededor de las dos de la mañana. Se llevó a una
de las chicas con él. —Mira alrededor de la habitación.
Mujeres medio desnudas pasean por el lugar con hombres viejos
babeando en sus sillas mientras miran cada movimiento, y chicas
desnudas se envuelven alrededor de los postes como si fuera parte de
su ADN. No está muy lleno, pero la atmósfera se siente sórdida y
húmeda. Las paredes son de color gris oscuro con paneles espejados,
hay sofás/camas circulares blancos delante de ellos. Todo parece hecho
de PVC. Fácil para limpiar. Es barato y no garantiza que alguien mate
por competencia.
—Scarlet —grita Morris, y una de las muchas camareras pelirrojas
vuelve la mirada, apretando los labios—. ¿Quién se fue con Max
anoche?
Poniendo los ojos en blanco, se gira y grita por encima del hombro:
—Una de las nuevas adquisiciones. Jessica Rabbit, la llamó. Ella
lucía como la mierda en mi opinión.
¿Nuevas adquisiciones?
El rostro de Morris se pone pálida.
—¿Está comprando mujeres? —pregunto con una ceja levantada.
Morris se encoge de hombros.
—No sé nada de eso. Sólo trabajo en el bar.
—Sí, claro —gruño—. ¿Dónde está la oficina de Law?
Mueve nerviosamente unos vasos, manteniendo la cabeza baja, y
Marcus golpea su mano sobre la barra.
—¿Quieres que cerremos este lugar y nos llevemos todos sus culos
para ser interrogados?
Morris salta y deja escapar una bocanada de aire.
—Está por detrás. Código ocho, uno, seis.
Mi mirada atrapa sus ojos lanzándose hacia el gran idiota en la
puerta. Él está preocupado sobre lo que encontraremos en la oficina de

46 Law, pero está más preocupado de que lo ingresemos, así que nos
salimos con la nuestra sin necesidad de una orden.
Sigo a Marcus por una puerta detrás de la barra. Las paredes por
el pasillo hacia la oficina están pintadas de un rojo intenso con
imágenes de antiguos cantantes clásicos que las adornan. Hay un juego
de puertas dobles a la derecha, y Marcus las empuja, asomando la
cabeza.
—¿Qué carajos? —murmura mientras entra tan campante.
Lo sigo detrás y me detengo. Jaulas para perros, jodidas jaulas
para perros con mujeres desnudas dentro. Cuento ocho. Marcus
inmediatamente se apresura e intenta abrirlas, pero están aseguradas
con candados. Recuerdos de Jade y ese jodido enfermo me vienen a la
mente, y mi ira se acumula, traqueteando bajo la piel.
—Repórtalo —gruño antes de darme la vuelta y salir sigilosamente
de la habitación.
Mientras vuelvo al bar, miro a mi alrededor. Morris no está en
ninguna parte. Empujo más allá del jodido gigante en la puerta, y corro
hacia mi coche, abro el maletero y hurgo por mi cortacadenas. Mientras
estoy caminando de regreso a través de las puertas del club, el tipo
grande abre su estúpida boca.
—Se les paga, cerdo. No se rompen las leyes.
Qué tonto hijo de puta.
Aprieto mi mano y la balanceo, dándole un golpe en el riñón. Él se
dobla de dolor, y tomando su cabeza sudada y carnosa, levanto mi
rodilla para saludarla. Él rebota, colapsando hacia el piso. Su tamaño
podría valer algo para un cliente del club, pero yo me encuentro con
pedazos de mierda como él todos los días.
—Brutalidad policial —se queja, sosteniendo su nariz rota.
—Tropezaste —gruño.
Marcus está llamando por teléfono pidiendo refuerzos cuando entro
a la oficina, y todas las chicas están acurrucadas contra las puertas de
sus jaulas. Rompo los candados uno por uno, y cada chica, tímida y
cautelosa, se arrastra hacia afuera.
Un par de ellas se ven realmente jóvenes. Lo más probable es que
aún estén en la adolescencia.
—Está bien. Están a salvo. —Las calmo mostrando mi insignia—.
¿Pueden decirme qué están haciendo aquí?
Los ojos muy abiertos de una chica rubia me miran. Sus brazos
cubren sus tetas y está cruzando las piernas, no es la postura habitual
de una prostituta, lo que sólo tensa el golpe en mi pecho. Estas mujeres
no están aquí voluntariamente. Tal vez ese hijo de puta de Law sí se
merecía lo que obtuvo.
47 —YA zaplatil za azartnyye igry moyego ottsa1 —escupe la niña
frente a mí.
¿Qué es eso? ¿Ruso?
—No hablo ruso —le digo.
—Hombre me compró —ofrece dócilmente con un fuerte acento.
Y esta investigación acaba de volverse mucho más complicada.
—Ponte al teléfono. Consigue un traductor y a Seguridad Nacional.
—Estoy en eso.
—Y, Marcus —continúo mientras me mira por encima de su
hombro—, clausura este maldito lugar.

Al girar la llave, la oscuridad me saluda en el pasillo de nuestra


casa. Hay un pequeño rayo de luz proveniente del área de la cocina, y
una sonrisa levanta las esquinas de mis labios.
Sé que encontraré comida y cerveza para mí. Comprobando la hora
que parpadea en el horno, suspiro. Ya pasó la una de la madrugada y
acabo de llegar a casa. Me alegro de que no me haya esperado. Este
embarazo, como el último, no está siendo fácil para su cuerpo. Es un

1 En ruso: Pagué el juego de mi padre.


milagro que hayamos concebido tan fácilmente con tanta cicatriz en su
cuello uterino. Sus embarazos son de mayor riesgo, pero maldita sea si
no vale la pena. No hay nada como ver a la mujer que amas llevando a
tu hijo.
Mis pensamientos van a las mujeres que rescatamos esta noche.
Todas fueron traficadas desde Rusia. Maximus tenía contactos con
nombres y números escritos en un cuaderno, sus finanzas todas
localizables. Era un aficionado, y eso es sin duda lo que lo hizo ser
asesinado.
A los círculos en los que se metió no les gustan los cabos sueltos o
los compradores negligentes. Es descuidado y eso hace que atrapen a
los criminales. Tengo más entrevistas para mañana con el personal, y
con suerte la CCTV2 dentro del club nos dará algunas migas de pan a
seguir. Usualmente cuando un pedazo de mierda como Maximus es
liquidado, no me pasaría una noche sin dormir preocupándome por su
asesino. Pero la forma en que fue mutilado y las circunstancias de las
mujeres víctimas de trata... Sé que esto llevará a peces más grandes y
tal vez a salvar más mujeres. Los traficantes de personas son el flagelo
de la tierra, y hacer caer a estos hijos de puta vale todas las noches de
insomnio que tome.
48 El olor a las albóndigas cocidas causa un ruido sordo en mi
intestino. Abriendo la tapa de una cerveza, tomo un buen trago antes de
devorar la comida. Apenas estoy enjuagando mi cuenco cuando unas
manos pequeñas se envuelven alrededor de mi cintura.
—Pensé que te había escuchado entrar —susurra Jade contra mi
espalda.
Girando en sus brazos, la acerco, una sonrisa reluce en mi rostro
cuando veo su Glock en la encimera. Ella es una protectora mamá oso,
y eso me enciende más de lo que me gustaría admitir.
—Lamento haberte despertado —le digo, besando la parte superior
de su cabeza.
—Te pedí que lo hicieras. —Sonríe contra mi pecho, su estómago
hinchado queda atrapado entre nosotros.
Apartándose, ella inclina su cabeza, mirándome.
—Hola —murmura.
Maldita sea, amo a esta mujer. Ella está más relajada esta vez con
su embarazo, ahora que Benny está muerto y no tiene ese miedo
constante molestándola de que vendrá por ella, o peor, por MJ. Es
natural que tenga esos sentimientos e incluso cuando él ya no está, la
ansiedad puede provocar que viejas heridas vuelvan a emerger.

2 CCTV: Circuito cerrado de video vigilancia.


Hace un tiempo, MJ se había aferrado a una jodida muñeca que
cantaba una canción de repente en la parte trasera del coche cuando
estábamos haciendo nuestro viaje anual a su tumba: El sitio no
marcado donde Jade lo quemó hasta los cimientos dentro de la prisión
en la que la había mantenido.
Ambos casi le disparamos a la jodida muñeca; Jade acusando a su
fantasma de joder con ella. Fue casi cómico si su terror no fuera tan
desgarrador como para ser testigo. Una rápida llamada a mi madre, sin
embargo, la tranquilizó cuando dijo que pensaba que se la había
comprado la última vez que la había cuidado. Mi madre siempre le está
comprando mierda que no necesita. Demonios, todos siempre le
estamos comprando mierda que no necesitaba.
—Hola, bebé —murmuro, respirándola.
—¿Día duro?
—Fue uno de esos días —le digo, sabiendo que ella entiende
exactamente lo que eso significa. Ella misma ha tenido esos días.
—Déjame mejorarlo. —Se muerde el labio mientras sus manos se
juntan en mi cinturón. Luego, está desabrochando mis pantalones y
poniéndose de rodillas.
49 Agarrando debajo de sus brazos, la levanto.
—El suelo está frío. Déjame cuidar de ti. —Estoy seguro de que no
quiero que mi esposa embarazada se arrodillé sobre el frío suelo de
baldosas para chuparme la polla.
La levanto sobre el mostrador y le abro la bata. Está desnuda
debajo, su piel de oliva suave y cremosa; sus tetas impertinentes me
suplican que las chupe. Amo la forma en que sus pezones se oscurecen
cuando está embarazada. Su vientre hinchado se ve como si se hubiera
tragado un pequeño melón. Empujo suavemente sus hombros, y ella se
inclina hacia atrás sobre sus codos. Su coño se abre como una flor
madura mientras extiende sus piernas para mí, y la excitación húmeda
cubre los labios de su coño, haciendo que se me haga agua la boca.
Inclinándome, lamo su sabor, jugueteando con su clítoris con
sutiles golpes. Sus caderas se sacuden cuando hundo mi lengua dentro
de su agujero necesitado. Mis manos acarician su cuerpo y agarro sus
tetas perfectas, rodando el pezón entre mis dedos índice y pulgar.
Sus caderas giran, y sé que me necesita en su clítoris. Muevo mis
golpes sobre el brote palpitante y chupo fuerte mientras deslizo dos
dedos dentro de ella. Doblándolos para que las puntas la acaricien, la
toco con el dedo hasta que se aprieta a su alrededor, sus jadeos son
fuertes y pesados.
—Justo ahí... oh mierda, no te detengas. —Jadea.
Cuando su liberación inunda mis dedos, es la cosa más sexy y me
envía en un frenesí. Cada. Maldita. Vez.
Apartando mi rostro, alineo mi polla hacia arriba y empujo con un
embiste firme. Colocando mis brazos alrededor de cada muslo, tiro su
culo hacia el borde del mostrador y mezo mis caderas en ella. Sus
manos acarician sus tetas, poniéndome más duro que el granito.
Potencio mi embiste en su coño apretado, saboreando la cálida y
húmeda liberación que acaricia mi polla con cada golpe medido.
Esto es exactamente lo que necesitaba después de un día como
hoy.
Mis bolas se tensan con mi liberación acercándose rápidamente, y
justo cuando estoy a punto de explotar, salgo y dejo que las cintas de
esperma se derramen sobre su hermoso estómago.
Los dos estamos respirando pesadamente, saciados y necesitados
de una ducha.
Como si leyera mi mente, dice:
—Tomemos un buen baño mejor.
Eso suena jodidamente perfecto.
50
~Extraño~

Benny
Él era un gritón.
Eso me irritó.
El miedo es mucho más emocionante cuando está en silencio, en
sus ojos y en el temblor de su carne. La chica fue inesperada, y su
miedo era perfecto. Se quedó parada congelada, hasta que verme
destrozando a quien quiera que fuera ese hombre para ella, se volvió
demasiado, haciendo que se desmayara. Su forma amontonada fue un

51 premio con el que no esperaba volver, y generalmente no lo habría


hecho, pero aquí estaba yo y aquí estaba ella.
La cerradura abriéndose me alerta sobre la llegada de Tanner.
Aparte de mí, él es el único que tiene llaves de mi casa… su casa.
Sus pesados pasos se detienen a mi lado. Su aroma llena el aire, y
la atmósfera cambia cuando siento que ha visto a la chica. Ella es
morena, joven, bonita, más pesada de lo que normalmente me gustan,
pero había algo sobre su silencio cuando me vio por primera vez,
cuando me observó matar a ese hombre, que me intrigó. Para ella no
era algo nuevo la violencia, la muerte.
—¿Quién es esta? —pregunta Tanner, cruzando los brazos y
estudiando a la mujer dormida en mi sofá.
—Estaba en el departamento del trabajo que me diste.
Lo veo fruncir el ceño.
—¿Y decidiste llevártela contigo?
—Parecía un desperdicio simplemente terminarla allí.
Tanner da unos pocos pasos hacia donde duerme y le aparta el
cabello del rostro.
—Es bonita.
Sí, lo es.
—Conoces las reglas.
Sí, lo hago. No tomamos ni matamos al azar. Si ella está perdida y
la buscan, eso podría conducir a nosotros.
—Despiértala.
Levanto la bebida que había puesto sobre la mesa momentos antes
y lanzo el líquido a su silueta durmiente.
Un grito ahogado resuena a través del apartamento mientras se
sacude y se sienta. Sus ojos se amplían cuando me ve parado frente a
ella. Tanner se mueve a mi lado, y sus pálidos ojos verdes se mueven
hacia él, luego vuelven a mí.
—¿Quién eres? —pregunta Tanner en un tono suave, uno
reservado para cuando está siendo cauteloso y distante.
—Dina —responde con un grueso acento, pronunciando su nombre
Diinah.
—¿Qué estabas haciendo con Maximus?
Sus cejas se unen al mencionar el nombre del hombre muerto.
—El hombre con el que estabas esta noche —aclara Tanner,
inclinándose hacia adelante con una mano extendida para meter un

52 mechón de cabello detrás de su oreja.


—Es mi dueño —susurra.
—¿Eras parte del envío que entró? —Él inclina su cabeza hacia un
lado mientras estudia su contorno. Ella lleva puesto un ajustado
vestido negro que apenas cubre su culo. Está sentada sobre las rodillas
dobladas, sus brazos descansando a los lados. Ella no se inmuta por su
toque.
—Sí.
—¿Tu inglés es bueno?
Ella se encoge de hombros y asiente de acuerdo.
—Mi madre era inglesa.
—Tu dueño está muerto —comenta él casualmente.
Sus ojos verdes se dirigen hacia mí, y una vez más asiente.
—¿Quieres ser libre, Dina, o te gustaría un nuevo maestro? —
Acaricia su mejilla antes de agarrar su barbilla y atraer sus ojos a los de
él. Su pecho comienza a moverse en rápida sucesión.
Tanner desliza su pulgar dentro de su boca, explorando la calidez.
Liberándose, él se inclina hacia el escote de su vestido. Tomando con
ambas manos, tira. Una rasgadura perfora el aire y la tela cae
arruinada, exponiendo la carne debajo. Sus tetas pequeñas y redondas
tienen pezones sonrosados que coinciden con el color de sus labios. Su
vientre redondeado contiene una capa de lunares. No está usando
bragas, y apenas se ve la V de su coño, la raja oculta entre sus piernas
cerradas.
—¿Maximus te folló? —sisea Tanner en pregunta.
Ella niega.
—¿Quieres abrir las piernas para mí? —Lo plantea como una
pregunta, pero está entrelazada con tanta autoridad, que suena más a
una orden. Incluso el más tímido encontraría difícil negarse a este
hombre.
Es algo que admiro de él.
Moviéndose sobre el sofá, ella abre las piernas.
Su coño es tan rosado como sus pezones. Tiene un clítoris en
forma de flor, como un tulipán colocado justo fuera de los labios. Ella
ha sido muy usada, y se nota en su comportamiento y en la apertura de
su coño.
—Quiero olerte. ¿Puedo? —pregunta Tanner, pero una vez más, es
más bien una declaración. Obtiene la reacción a la que está
acostumbrado: Un ansioso, pero no completamente seguro,
asentimiento.
53 La humedad brilla entre sus muslos. Ella nunca haría una buena
muñeca, pero la traje aquí por este motivo. Para jugar con Tanner. Una
vinculación de dos monstruos.
Tanner se inclina sobre una rodilla e inhala entre sus muslos.
—¿Eres una zorrita sucia que quiere que le llenen el coño? —dice,
cerrando los ojos antes de abrirlos de repente, las llamas ámbar
lamiendo sus pupilas—. ¿Te gustaría que te follara?
Ella asiente. Sí. Siempre sí.
—No —dice él bruscamente—. Usa tus palabras.
Ella me echa un vistazo, luego vuelve a Tanner, su rostro
ruborizado.
La amplia risa de Tanner retumba por la habitación.
—¿Quieres que los dos te follemos tus agujeros chorreantes? Qué
chica tan sucia y puta eres.
Agarrando su muñeca, tira de ella fuera del sofá, y su cuerpo
choca con el suyo.
—Monstruo, ¿qué agujero te gustaría? —Se gira así queda frente a
mí y ella de espaldas a mí.
—Culo —digo.
Una sonrisa malvada se extiende sobre su rostro.
Su mano desabrocha los pantalones de su traje, liberando su polla
dura y gruesa. Él tiene más circunferencia que yo, pero yo soy más
largo. Con una mano, se las arregla para rodar un condón en toda su
longitud, revistiéndose de su desagradable coño probablemente plagado
de enfermedades.
—No sabemos a cuántos visitantes este coño le ha dado la
bienvenida —se burla sobre su hombro antes de lanzarme un condón.
Levantándola sobre su torso, sus piernas se envuelven alrededor
de su cintura antes de forzarla hacia abajo sobre él. Su jadeo de dolor
hace que mi sangre chisporrotee por mis venas. Su mano la agarra por
la garganta, forzando su barbilla a mirarlo.
—Quiero que sangres. ¿Quieres sangrar para mí? —canturrea
Tanner mientras camina hacia el sofá y deja caer su peso hacia abajo.
Ella rebota sobre él, gritando:
—Sí.
Recostándose, él suelta su cuello y afloja su corbata antes de
sacársela. Encontrando mis piernas, me muevo a la acción. Tomando la
corbata, le ato los brazos detrás de su espalda, descansándolos en el
puente de su culo. Mi pulso se acelera cuando ella se mueve sobre él,
apretando sus caderas.
54 Liberando mi polla, acaricio el condón lubricado mientras lo coloco
sobre mi palpitante longitud. Me quito la camisa por la cabeza y busco
el cuchillo escondido cuidadosamente en mi bota antes de patearlas,
seguidas por mis vaqueros.
Las manos de Tanner vuelven a su cuello, tirándola hacia él para
que su culo sea accesible para mí. Tomo el cuchillo y le rebano la
muñeca izquierda, luego la derecha. La liberación del silbido al respirar
que escapa de sus labios y el sacudón de su cuerpo hace que mi pene
se vuelva más grueso. Un río carmesí se mete por la raja de su culo y
me encuentro extendiendo sus mejillas para cubrir el agujero fruncido.
—Duele —se queja, tratando de alejarse de Tanner.
—Por supuesto —gime Tanner—. Todo el buen sexo lo hace. —
Aprieta su control sobre su garganta, haciéndola sisear.
Sumergiendo los dedos en la sangre que ahora gotea entre las
piernas de Tanner y hace un charco en el sofá donde descansan mis
rodillas, pinto mi pene antes de embestir dentro de su culo apretado.
Ella hace gárgaras y gimotea a través de la pequeña vía aérea que
Tanner está permitiendo, su lucha disminuye mientras continúa
debilitándose por la pérdida de sangre. Mi pene siente cada anillo
musculoso estirarse mientras los empujo.
—Puedo sentirte —gruñe Tanner mientras golpeo mis caderas
contra ella, la delgada pared de carne que separa mi polla de la suya
ofrece una fricción que se siente increíble. La sangre está por todas
partes, golpeando entre nuestros cuerpos y pulverizando un mural
sobre su espalda. Su cuerpo se cae sobre Tanner, su cabeza colgando
hacia un lado con sus manos cuidadosamente envueltas alrededor de
su cuello, sosteniendo su rostro contra el suyo.
—Puedo saborear su muerte. —Jadea, sus salvajes ojos ámbar
brillando con fuego cuando se encuentran con los míos.
Mi corazón retumba dentro de su jaula y mi cabeza se nubla con la
tonalidad oscura rebasándome. Sostengo mi cuchilla mientras empujo
en ella más y más fuerte. Corto su carne suave y flexible, disfrutando la
forma en que el cuchillo la atraviesa.
—Otra vez —ordena, la lujuria brillando en sus ojos.
Mi cuchillo repite el movimiento una y otra vez, hasta que mi
liberación explota de mi cuerpo. Saliendo de ella, me quito el condón de
mi polla ablandándose y lo coloco sobre la mesa antes de levantar el
peso muerto de Tanner.
—Ella es más hermosa así —comenta, mirando mientras la dejo
caer al suelo. Mi cuerpo palpita con la bestia gritando bajo mi piel.
Cuando la libero, es un subidón indescriptible del que me toma horas
bajar.

55 Mi cuerpo, completamente desnudo y cubierto con la esencia


pegajosa de Dina, se hincha y zumba delante de él, con el cuchillo
fuertemente agarrado en mi mano con la sangre de ella fundiéndose en
la punta.
Tanner se sienta, su polla aún dura y presente desde la apertura
en sus pantalones.
Nuestros ojos se encuentran por un largo momento poseído por la
lujuria. Cuando la bestia está furiosa, mi obsesión y enfoque están
atenuados. Mi cuerpo es alimentado por una necesidad sobre la que no
tengo control. Arde por instinto.
—No te corriste —observo, mi voz oscura y goteando en un tono
que apenas si reconozco.
—No lo hice. —Su polla se sacude ante sus palabras, pero él no
hace movimientos para tocarla.
—¿Ella no te excitó? —Distraídamente, froto mi palma contra mi
duro pecho, disfrutando lo resbaladizo que está por la sangre de Dina
cubriendo mi carne.
Sus ojos ámbar parpadean y se oscurecen mientras observa mi
movimiento.
—El sonido de su último aliento y ver su sangre en todo tu cuerpo
me excita. —Una vez más, su polla se sacude cuando sus ojos se
arrastran sobre mi cuerpo.
Todavía estoy intentando descifrar a Tanner. No es gay, y
ciertamente no es hetero. Creo que es bisexual o algo así.
Definitivamente en algún lugar en el medio. Ni siquiera estoy seguro de
que haya un nombre para él. Tanner tiene gustos y preferencias
inusuales, como yo.
Sus ojos se clavan en los míos mientras perezosamente toma su
grosor en su agarre y se masturba lentamente, como si disfrutara de su
momento sexual visual más que de uno físico.
El subidón de la matanza no hace que mi ira se desordene como
solía hacerlo. Cuando no estoy buscando la muñeca perfecta y
decepcionándome cuando la presa no puede vivir hasta esa definición,
encuentro eufórico tomar una vida.
Matar con Tanner sólo hace que mi monstruo se enorgullezca del
efecto que tengo en él.
Los amigos se ayudan unos a otros; los maestros atraen a sus
víctimas por cualquier medio.
Deslizo mi mano untada de sangre hacia mi suave polla, y él mira
con interés mientras froto la sangre sobre ella. Mi polla se despierta en
el momento en que froto los remanentes color carmesí a lo largo de mi
eje, endureciéndose inmediatamente.

56 Inclinándose hacia adelante, Tanner desliza su palma sobre mis


abdominales inferiores, recogiendo la sangre. El contacto hace que mi
columna vertebral sienta un hormigueo inesperado. Entonces, él
comienza a masturbarse con la sangre de ella en su mano. Emparejo su
ritmo y encuentro su dura mirada. No soy gay ni me gustan los
hombres, pero Tanner me ha ayudado más de lo que alguna vez le
podré pagar. Reconocer y sintonizar lo que lo excita es algo que puedo
hacer. Por no mencionar, que sólo fortalece un vínculo que necesito.
Fraterno.
Mejores amigos.
Socios.
Maestro y Monstruo. Sólo que... él aún no conoce los roles.
Inclinándose hacia atrás, se frota más rápido. Cuando cierra los
ojos y deja escapar un gemido gutural, habla con el monstruo rugiendo
dentro de mí. Él chorrea su liberación, y desde mi posición de pie, la
mía se derrama, empapando sus pantalones. No puedo evitar la feroz
posesividad que se desgarra dentro de mí ante el pensamiento de
marcarlo como lo haría un animal.
Él piensa que me encontró y que yo soy su pequeño protegido.
Pero no estoy seguro de que se dé cuenta de que yo soy el
coleccionista. Como las muñecas que hacía y adoraba, encuentro lo que
me gusta, lo esculpo y lo moldeo a la perfección, luego lo guardo. Lo
guardo y nunca lo dejo ir.
Tanner es mi posesión.
También me lo voy a quedar.
Mejor amigo o hermano o maldito mensajero de los recados.
Cualquiera que sea la capacidad que nos atañe es la avenida en la
que voy a viajar para asegurarme de quedármelo. Y como él me
recuerda a menudo, debo ejercitar la paciencia. Para obtener lo que
quiero, tengo que trabajar el tiempo y cometer cero errores.
Ayudar a Tanner a tener su clímax cediendo a sus deseos
inusuales es sólo otro paso en dirección a mi plan. Me gusta cuando me
necesita. Incluso en algo tan simple como ser cómplice en ayudarlo a
alcanzar el orgasmo. Su necesidad supurará y se volverá algo
incontrolable. Me aseguraré de eso. Él es parte de mi colección; una
serie de piezas en mi vida que conducen a mi felicidad final.
Porque, ¿qué hombre no sería feliz cuando tenga a su mejor amigo,
su hermana perdida, y su muñeca favorita todos juntos en un solo
lugar?
El mundo real llama a eso una familia.
Yo llamo a eso, mío.

57
~A la moda~

Elizabeth
Me gusta ser observada.
Es una enfermedad. Una perversión. Un enamoramiento con la
atención.
Esta aflicción no es algo que comenzó al nacer o algún tonto
problema psicológico transmitido por mi retorcido padre. El problema
que sufro es únicamente debido al hecho de que soy inferior en todo
cuando se trata de mi hermana gemela, Elise, y yo.

58 Ella sobresale en sus estudios. Yo fallo.


Ella atrae a los hombres como las abejas a la miel. Ellos tienden a
no notarme.
Ella es divertida, inteligente y carismática. Yo soy retraída y
sombría.
Paso tanto tiempo observando y deseando poder ser como ella,
pero todo es esfuerzo desperdiciado. No somos iguales. Dos chicas que
compartieron el mismo útero por nueve meses, pero que no podríamos
ser más diferentes si lo intentáramos.
Físicamente, somos iguales.
El mismo largo cabello castaño oscuro. La misma nariz ligeramente
hacia arriba con un puñado de pecas. Los mismos ojos avellana.
Nuestras bocas incluso sonríen de la misma manera.
Pero a pesar de eso, a los chicos ella les gusta más. Ella se viste a
la moda, usa mucho maquillaje, y tiene una personalidad burbujeante
que la hace reír mucho.
¿En cuanto a mí?
Me ven como su hermana callada y extraña.
Salí primero de nuestra madre, sin embargo, me tratan como si
fuera mucho menor que ella.
Ella es la luz, y yo soy la sombra que ella proyecta.
Cuando sí recibo atención, la disfruto al máximo. Como los cálidos
rayos del sol, quiero acurrucarme debajo de ella y dormir con ella
bañándome. La gente más atenta en mi vida son Dillon, Jade y la
pequeña MJ. Siento que pertenezco a su familia más que a la mía.
Después de que papá fuera encontrado culpable de violar y matar a
muchas mujeres, nuestra familia fue destrozada.
Mamá se negó a hablar de sus crímenes con nosotras, pero estaba
en todas las noticias, los periódicos, internet. Ella no podía escapar a
eso, y nosotras tampoco. Cerró su clínica cuando los pacientes dejaron
de asistir a las citas y comenzó a trabajar en el hospital. Sus horas
extras se volvieron largas y brutales mientras trataba de probarse a sí
misma; de mantener todo junto financieramente ya que ahora está
tratando de llevar a dos chicas a la universidad únicamente con su
salario. Y mi hermana está ocupada siendo la Chica Miss Popular de la
universidad. La mancha negra de nuestro padre en nuestras vidas ni
siquiera dejó una marca en ella, pero la gente me mira con las cejas
levantadas y susurra cuando paso junto a ellos.
Me lanzan comentarios odiosos sobre mi padre, y me preguntan
sobre un hermano que nunca supe que existía. Una cosa sí aprendí: La
oscuridad pura tiene sus grietas y ahí es donde entra la luz. Es una de
59 las razones por las que me tomo un semestre libre. No puedo soportar
sus ojos críticos siempre sobre mí. Al menos, en casa, soy libre de todo
eso.
Estar desconectada de tu madre y tu hermana te hace cuestionar
si te pareces más al otro lado del ADN que te creó, y esa es una
perspectiva aterradora.
Entonces, cuando Dillon y Jade me invitan a cenar, siempre voy.
Cuando necesitan que cuide a MJ, siempre lo hago. Cuando
simplemente quieren ponerse al día y preguntarme cómo estoy, siempre
hablo con ellos.
La atención que estoy sintiendo en este momento no se parece en
nada a sus cálidos y soleados rayos de amor. Esto es diferente. Como
una brisa fresca que se desliza sobre tu cuello húmedo. Te envía
escalofríos por la columna vertebral.
Oscuro y siniestro.
Aterrador.
Pero aun así... el foco de alguien.
Siempre siento ojos sobre mí, sin ser vistos y nunca identificados.
Pero están allí. Y porque me gustan, aunque se sientan mal, tiendo a
mostrarme disponible para esos ojos. Hay más personas como él que
jamás pensé posible.
La ventana de mi habitación está abierta.
Las cortinas revolotean con pequeñas ráfagas de viento cálido de
vez en cuando.
Está oscuro allí afuera e iluminado en mi habitación.
Estoy en el centro de atención. La estrella del espectáculo de una
persona.
—¿Estás segura de que no quieres salir esta noche? —pregunta
Elise, su ceño fruncido mientras estudia mi apariencia.
—Segura. —Sonrío con fuerza, sin perder la forma en que sus
hombros se relajan levemente ante mi respuesta. Me invita a salir por
obligación, pero disfruta de que siempre diga que no.
—Jason ha estado preguntando por ti —dice mientras entra a la
habitación y se para detrás de mí en mi tocador. ¿Jason? Asqueroso.
Nuestros ojos se encuentran mientras ella juega con un mechón de
mi cabello. Sus ojos están delineados con una línea negra ahumada y
sus pestañas están pintadas de oscuro. Elise parece mayor
últimamente. Más exótica. Una mujer.
Mi mirada cae a mi carne pálida, natural y labios pungentes.

60 Yo sólo soy una niña.


—Jason no es mi tipo —le digo, mi voz se tensa con irritación. La
última vez que cedí y salí con ella y sus amigos, Jason intentó tocarme
en el cine. Su aliento apestaba a mantequilla salada y me dio
escalofríos. Claro, me gusta la atención, pero no de un nerd arrogante
que cree que se va a clavar a la tímida chica desesperada.
Tengo estándares.
Y gustos.
Un hombrecito con sabor a película no lo es.
Prefiero algo más oscuro, maduro, decadente, todo lo que Jason no
es.
—Bien —dice Elise con un bufido—. Mamá quiere reunirse el
sábado para ir de pedicura. Ha estado trabajando dieciséis horas por
día y se ha estado quedando a dormir en el hospital. Esta es realmente
la única vez que conseguiremos verla por un tiempo. No la defraudes,
¿está bien?
No soy la que tiene un abultado calendario de actividades.
Aunque, esta noche, tengo un par de cosas en la agenda...
Odio cómo me dice que mamá estuvo quedándose en el hospital,
como si yo no lo supiera. Soy la única ocupante de nuestra casa y veo a
mamá más que ella. Elise se queda en el campus. Es sólo otro golpe
para mí. Siempre pinchando, esa perfecta gemela mía.
Suena el timbre y Elise se aleja de mí, una sonrisa se extiende por
sus pómulos altos.
—Esa podría ser mi amiga viniendo a buscarme.
Kami, la nueva amiga de Elise, es extravagante y parece ser más
como yo que como Elise, pero con Elise tan atrapada en sí misma, dudo
que haya notado la música alternativa que le gusta a Kami, o la
dispersión de finas cicatrices en sus antebrazos por cortarse. Elise no
ve los detalles; no como yo. Me gusta estudiar a las personas y
descubrir lo que mantiene sus bobinas en movimiento.
Se aleja, y una vez más, el escenario es todo mío. Mis ojos se
vuelven hacia la ventana abierta y me esfuerzo por ver afuera. Ninguna
figura en movimiento. Nada. Pero siento esos ojos en mí. Siempre.
Estaba segura de que me seguían el otro día mientras volvía caminando
de una compra de último minuto. Fuertes pisadas sonaban detrás de
mí, pero cada vez que miraba, me saludaba la carretera vacía.
—¿Hay alguien ahí? —susurro, examinando la calle.
Una sonrisa se dibuja en mis labios hasta que oigo a Elise reírse
abajo. La profunda voz de Dillon sube por las escaleras y mi corazón se
hincha en mi pecho. Me pregunto si Jade y MJ están con él.
61 —Ella nunca sale de la casa —gime Elise, su voz es suave como si
no pudiera escuchar su gran boca de todos modos.
—Está más segura de esa manera —gruñe Dillon.
Le sonrío a mi reflejo en el espejo. Siempre puedo contar con que
Dillon me respalde.
—No hay nada de qué preocuparse. Tal vez ella tendría una vida
social si alguna vez viniera conmigo. Pero... —murmura, su voz es tan
baja que apenas puedo entender lo que está diciendo—, ¿puedes
comprobar eso? Sé que las cosas con nuestro padre y lo que generó
tuvo un efecto sobre ella, pero esto se está yendo de las manos, y la
gente de mi escuela me mencionó esto, así que no es como si siquiera lo
estuviera ocultando... —Su voz se apaga en un susurro inaudible, y
estoy agitada y no puedo oír nada más.
Mi hermana resopla cuando el timbre suena otra vez, y no puedo
evitar estar agradecida por la interrupción.
—Adiós, D. Mi aventón está aquí. Besa a MJ por mí.
La puerta de la calle se cierra de un golpe y botas suenan en las
escaleras. Pronto, el gigante marco de Dillon llena mi puerta. Un papel
se arruga en su puño y se lo mete en el bolsillo de la camisa. Debe
haber venido justo después del trabajo. Está usando una camisa blanca
a botones nueva que se adhiere a sus músculos de una manera que
hace que mi corazón se acelere. Sus pantalones abrazan sus muslos
tonificados, y puedo ver el contorno de su insignia en su bolsillo.
¿Eres policía o estás feliz de verme?
—¿Por qué estás sonriendo? —dice riendo, con el hombro inclinado
contra el marco.
—Por la sola idea de que Elise cree que iría a cualquier parte con
Jason Pajero Bronson —miento.
Arquea sus cejas, pero no me dice nada por mi mentirita. Una de
las desventajas de tener un detective como amigo: Es que él y su esposa
son demasiado intuitivos.
—¿Es ese el idiota que se puso toquetón en el cine la última vez?
Dillon lo ve todo sobre mí. Él recuerda todo sobre mí. Eso lo hace
una de mis personas favoritas.
—Ese mismo. ¿Cómo está Jade? Sentí que el bebé se movía la
última vez que estuvo aquí —le digo, girando en mi silla de escritorio,
una pequeña sonrisa tirando de mis labios.
Él sonríe y camina a través de mi habitación hacia la ventana. Mi
ritmo cardíaco se acelera. ¿Qué pasa si él asusta a esos ojos? Casi
suspiro en voz alta cuando cierra la ventana y gira la cerradura.
Juntando las cortinas, se vuelve hacia mí.
62 —Está bien. —Sus cejas se fruncen, y puedo decir que algo lo está
molestando. Yo también noto cosas.
—¿Qué pasa?
—No deberías dejar las ventanas abiertas, especialmente cuando
estás sola en casa.
Meneo una ceja.
—No estoy sola. Tú estás aquí —bromeo—. ¿Qué va a pasar
realmente?
Su mandíbula se aprieta y forma puños con sus manos.
—Vi una mierda bastante horrible ayer. Me preocupa mucho que
les pase algo a ti o a Elise. Tu mamá nunca está en casa y ustedes
están aquí solas. —Friega su mejilla desaliñada con su palma—.
Especialmente tú.
Nos hemos acercado mucho desde el encarcelamiento de papá, y
eso te hace darte cuenta de que la familia no es siempre con quien
compartes tu sangre. Son los que te cuidan, te quieren y se quedan a tu
alrededor.
—Tengo diecinueve —le recuerdo, recogiendo un bolígrafo y
garabateando en el bloc que tiene tantos secretos.
Él me da una inclinación de cabeza, pero una tormenta se cuela en
sus ojos. Me pone incómoda la forma en que inspecciona todo en mi
habitación. Cuando su mirada cae a mi armario, me estremezco.
—Me dirías si algo está mal, ¿verdad, pollito? —Su ceja se levanta
en pregunta mientras se dirige hacia el armario—. Como por ejemplo si
estuvieras probando marihuana.
Resoplo con una sonrisa y giro los ojos. A veces me recuerda a mi
padre, pero nunca lo cargaría con ese no cumplido.
—Eres un idiota. No estoy probando marihuana. Y sí, te diría si
algo estuviera mal.
Pero ahora mismo, casi todo está bien.
Por como sus ojos siguen lanzándose hacia el armario, la
curiosidad brillando en ellos y su mirada persistente, puedo decir que
realmente quiere echar un vistazo dentro, pero no le doy el permiso que
quiere desesperadamente.
—¿Quieres quedarte a cenar? Podría recalentar las chuletas de
cerdo y el puré de papas que hice más temprano.
Su estómago se queja, y yo me río.
—Por mucho que me encantaría aceptar esa oferta, le prometí a
Jade que me daría una vuelta para verte y que llevaría mi gran culo a
casa. Aparentemente, a MJ le han estado dando sus ataques si no estoy
63 allí para leerle una historia para dormir. —Abandonando su curiosidad
de mi armario, camina hacia mí, y me levanto para abrazarlo. Sus
dedos acarician los garabatos de la cubierta del bloc de notas, y mi
cuerpo zumba y tiembla como si el suelo se moviera debajo de mí.
Tragando, me obligo a relajarme.
—Quizás el domingo, si ustedes están libres, puedan venir y
enseñarme cómo usar la parrilla de nuevo. La última vez, casi quemo la
casa, pero me muero por unas hamburguesas caseras a la parrilla.
Él me mira con afecto. Ante sus ojos, soy como una hermanita
para él. Y a diferencia de estar en la sombra de Elise, estar en la
sombra de Dillon es diferente. Él anhela protegerme, enseñarme y
moldearme ya que no tengo mucha gente en mi vida que pueda hacer
eso por mí, y yo anhelo su afecto, aprobación, consuelo.
—Por supuesto, pollito.
Lo sigo abajo, abrazándolo una vez más, e inhalo su mezcla de
sudor y loción para después del afeitado. Mientras se dirige a su
vehículo, lo saludo. La sensación de ser observada parece intensificarse,
los cabellos en la parte posterior de mi cuello se elevan con
conocimiento. Dillon se aleja, y mi mirada recorre la oscuridad,
buscando esos ojos.
Al no encontrar nada, me desinflo un poco y cierro la puerta,
girando la cerradura. Me aseguro de hacer lo mismo en mi habitación.
No es que le tenga miedo a nadie. Ahora que estoy sola, soy libre de ser
yo.
Mi mano se cierne sobre el cuaderno dejado tan descuidadamente
para que cualquiera fisgonee dentro. Muevo mis dedos a través del bloc,
abriendo en la página con grandes letras garabateadas.

Benny
La imagen que los medios usaron mientras intentaban atraparlo y
una con nuestro papá cuando él era pequeño son las únicas que tenían.
La representación del artista de él es espeluznante. Algo sobre los ojos
oscuros y vacíos. A veces, miro la imagen, dispuesta a que cobre vida
sólo para poder hacerle algunas preguntas a mi hermano. También hay
recortes de noticias pegados a las páginas, y mi corazón ralentiza a
medida que paso la página y miro fijamente a las llamas que dibujé a
mano alrededor de una lápida sepulcral, recordando el día que supe de
Benjamín cuando Elise me informó en su muerte.

64
Hace casi tres años..
Elise todavía va a clases y actúa como si la vida fuera normal
cuando en la fría realidad, la vida —la nuestra, al menos— es todo lo
contrario. Los ojos me siguen cuando cruzo el patio y dejo caer mi bolsa
debajo del árbol gigante que ofrece refugio del calor dominante. Mi piel
protesta al sol, literalmente. Se pone roja y enojada cuando está
expuesta. Mi tez pálida siempre ha sido algo que me ha gustado... hasta
que comencé la secundaria y los chicos se burlaban de mí.
Vampiro.
Botella de leche.
Y los estudiantes más cultos iban con la chica Geisha, como si eso
fuera un insulto. La piel pálida es una industria multimillonaria en Asia.
Soy apartada de mi meditación cuando una chica que conozco como
Perrafalsa Uno se sienta cerca de mí. Sus amigas, Perrafalsa Dos y Tres,
están a su lado como sus guardaespaldas personales.
Sostengo mi mano sobre mis ojos para bloquear el sol y mirar sus
rasgos perfectos. Ojos azules, cabello rubio que se encrespa alrededor de
su bonito rostro en forma ovalada, labio inferior regordete con un labio
superior delgado. Sonríe, luego habla, entregándome un iPad que no me
había dado cuenta que llevaba.
—Entonces, ¿sabes dónde está tu hermano? Así como, ¿él te envió
mensajes para dejarte saber que está bien?
Oh Dios, ella piensa que soy otra persona. Mi boca se abre, pero las
palabras no se forman.
Levantando la mano, la agita frente a mi rostro.
—Hola, tierra a... —Mira a su amiga, que encoge sus hombros y
gesticula:
—¿Beck?
—... Beck —imita, volteándose para mirarme.
Mi mirada ceñuda pasa desapercibida cuando vuelve a mirarme
fijamente.
—Es Beth. Elizabeth —replico.
—Como sea. —Pone los ojos en blanco y toca la pantalla ahora en mi
regazo.
Mis ojos caen a la página que me está mostrando.
El jefe de la policía asesino, Steve Stanton, encubrió crímenes
atroces de su hijo que todavía está en libertad. Ahora etiquetado
65 como EL ASESINO DE MUÑECAS por la prensa, Benjamín Stanton
está siendo buscado por la policía por los asesinatos de
numerosas mujeres y el secuestro y encarcelamiento de una
detective.
Esto es lo que sabemos...
Benjamín es el único hijo del vergonzoso violador y asesino,
Steve Stanton, concebido con su primera esposa, Patricia Stanton.
Se cree que ella es una de las víctimas cuyos restos se
encontraban entre los recuperados de una propiedad
perteneciente a Steve Stanton. Como fabricante de muñecas de
oficio, Patricia moldeó la fascinación y obsesión de su hijo por las
muñecas de porcelana.
Antes de que pueda leer más, el iPad es arrebatado de mi agarre y
Perrafalsa Uno me está sonriendo.
—Entonces... ¿se contactó?
¿Habla en serio?
—¿Por qué?
Ella se encoge de hombros y sus amigas se ríen.
—Es un poco sexy.
—Esto no es verdad. —Negué—. No tengo un hermano.
—Esta es una fuente legítima, Becka. Ella bloguea en línea, pero su
fuente es alguien de dentro.
—Es Beth, y no me importa quién sea su fuente.
—Ella dice que vestía a sus víctimas y las follaba, y si no eran
buenas, las mataba.
Más risitas suenan de sus amigas.
—Creo que yo podría ser una gran muñeca —dice ella.
Está loca.
—Entonces, ¿quieres ser violada y asesinada?
Si lo que dice es cierto, ¿eso es lo que quiere que le pase?
—Él no me mataría, tonta. Sería la muñeca perfecta para él.
—Puede ser asqueroso a la vista —dice una de sus amigas.
Lanzando su cabello sobre su hombro, Perrafalsa Uno fulmina con la
mirada a su amiga honesta y se indigna.
—Te lo dije, Kate. Vi el boceto filtrado antes de que lo quitaran y él
es muy sexy.
—Oh, sí, lo olvidé —se retracta su amiga.
—Nada de esto es relevante —digo entre dientes—. No tengo un
66 hermano. Un asesino en la familia es suficiente. Gracias de cualquier
forma. Si alguna vez lo encuentro, me aseguraré de enviarlo en tu
dirección.
Me levanto, agarrando mi mochila, y consigo dar unos diez pasos
antes de que grite:
—¿Conoces mi dirección?
Idiota.
Mis palmas sudan y mi corazón se acelera. Necesito encontrar a
Elise. Necesito llamar a Jade o a Dillon, o a ambos.
Localizo a Elise en el baño de chicas cerrando su lápiz labial recién
aplicado y cepillando su cabello.
—Wendy Hudson acaba de hablar conmigo —escupo.
Bajando su pincel, los ojos de Elise chocan con los míos en el espejo.
—¿Pensó que eras yo? —pregunta, sus ojos recorriendo mi atuendo.
—No. Quería información sobre nuestro hermano.
El rostro de Elise palidece y gira para mirarme.
Oh Dios mío. Es verdad.
—¿Qué dijo?
—¿Que importa eso? ¿Por qué no te ves sorprendida ante la mención
de un jodido hermano?
Ella cubre mi boca con su mano y mira alrededor del baño vacío.
—Mamá lo mencionó por accidente, y le pregunté por eso. Ella
confesó que nuestro padre tenía una familia antes que nosotras.
—¿Una familia o un hijo? —Mi estómago se retuerce y se revuelve.
—Sólo un hijo, creo. —Se encoge de hombros como si hablara del
clima o algo de menor importancia.
—¿Y él también es un asesino? —susurro, envolviendo mis brazos
alrededor de mi cintura.
—Mamá dijo que estaba arruinado por dos padres trastornados, que
su estado mental habría sido fragmentado desde una edad temprana. Él
es un producto de su ambiente.
Oh Dios mío.
La confusión dentro de mis emociones lucha por tener espacio dentro
de mi cabeza.
¿Tengo un hermano?
No, tienes otro asesino.
¿Un hermano dañado?
No, un asesino trastornado.
67 ¿Lo dejaron solo todo este tiempo?
¿O quería que lo dejaran solo para matar?
¿Nuestro padre lo abandonó?
¿Para criarnos?
¿Cómo era su madre?
¿Y si ella también fuera nuestra madre, seríamos como él?
¿Por qué se convirtió en este... este asesino?
—¿Y él está ahí fuera? —pregunto.
Sus manos caen sobre mis hombros, con una mirada estoica en su
rostro.
—No, no te asustes. Esto no puede ir más lejos, Beth.
En lugar de responder, espero a que continúe.
—Dillon le dijo a mamá que dejara de preocuparse por él ahí fuera.
Él está muerto. Murió en un incendio, pero no fue reportado, por lo que
sólo unas pocas personas lo saben.
Mis pies comienzan a moverse a pesar de que ella grita mi nombre.
—Beth... ¿Beth?
Paso a Wendy en el pasillo y me doy la vuelta para agarrarla del
brazo. Su boca se abre y gime mientras la arrastro hacia los casilleros.
Escaneando los pasillos, ella susurra:
—Sólo porque te hablé fuera, eso no significa que puedas acercarte a
mí en los pasillos.
¿En serio?
—Quiero saber el nombre de la persona que dirige ese blog.
Sus brazos se doblan sobre sus pechos perfectamente formados,
empujándolos más hacia afuera del cuello en V de su suéter de
cachemira. Sonriendo con suficiencia, tira de su cabello sobre su hombro
y mueve la barbilla.
—Entonces, ¿es verdad?
—Wendy —siseo.
—Es un blog anónimo para que no pueda ser atacada ni castigada
por lo que escribe.
—¿Nombre?
—¿Qué te hace pensar que lo sé?
—Wendy.
—Puedes tener su correo electrónico, pero puede que no responda.

68 Buscando en mi mochila, le entrego un bloc y un bolígrafo.


Chasqueando los labios con un sonido, garabatea la dirección y se va
caminando sin una mirada atrás.
—Beth —susurra Elise desde una puerta que conduce a inglés.
—¿Qué?
—¿Qué estás haciendo? Tenemos clase.
—Yo no. —Empujo las puertas hacia el patio y camino a casa para
enviarle un correo electrónico a esta blogger.

Mi mano agarra el correo electrónico que recibí de la bloggera


anónima hace casi tres años. Documentación de un criminólogo de
perfiles creado de Benjamín antes de que ellos supieran quién era.
Solitario, posiblemente de una familia monoparental con ira
hacia ambos.
Problemas de abandono. Con anhelo de ser aceptado y amado.
Sabe que lo que hace está mal, pero el impulso está muy arraigado,
posiblemente debido a un padre abusivo.
No estaban lejos. Pienso en lo perturbado que estaba. Sus acciones
de quitar vidas era inaceptable, pero eso es todo lo que aprendió
mientras crecía. Sus padres hacían lo mismo y no lo escondían. En
cambio, compartían la locura como si fuera normal. ¿Alguna de
nosotras acabaría de esta manera? ¿O la enfermedad era algo con lo
que él nació por un ADN malo? Naturaleza versus crianza... nunca lo
sabremos.
Mi vida cambió ese día. Cambié y me encontré a mí misma.
Abriendo las cortinas, deslizo mi ventana hacia arriba. La
temperatura se ha enfriado un poco, provocándome un escalofrío.
Siempre siento los ojos en mí. Siempre. Abrazo mi bata haciéndola más
apretada mientras me dirijo a mi armario. Una vez que lo abro, miro
fijamente al alto guardarropas dentro. Mantiene mis secretos
encerrados en él: Secretos que podrían causar fricción si Dillon o Elise
se enteraran.
Con un grito de excitación, recupero mi llave del bolsillo de mi
bata, abro el guardarropa, y abro las dos puertas caoba. Alrededor de
mi familia y amigos, me puedo vestir simple y aburrida, pero cuando
estoy sola, me gusta usar vestidos bonitos. Adoro los volantes y el
encaje. Me encanta lo fácil que es convertirse en alguien más.
Escojo el vestido blanco que me recuerda cuando Elise y yo
teníamos cinco años y mamá nos vistió para sentarnos en el regazo del
Conejito de Pascua. Elise gritó de horror, pero a mí me encantó el
69 conejito grande y animado. Me acurruqué contra su piel sintética,
adorando la forma en que me abrazó contra él.
Desatando la correa de mi bata, la dejo caer sobre mis pies en un
montón. Mi sujetador es simple y blanco. Las bragas que llevo puestas
las hice yo misma, cosiendo volantes de encaje en los bordes. Son
bastante adorables. Quiero que todos las vean, especialmente los ojos
imaginarios afuera. Desde que puedo recordar, me encanta crear mi
propio estilo, lo que me llevó a hacer mi propia ropa.
Mi corazón martilla en mi pecho mientras saco el vestido blanco de
la percha y lo coloco sobre mi cabeza. Cae en su lugar. Modesto en el
área del pecho, sin mostrar demasiado, pero lo suficientemente corto
como para sentirme femenina y ligeramente sexy de una manera
inocente. Abro uno de los cajones y busco unas medias blancas hasta la
rodilla. Una vez que las deslizo sobre mis largas piernas, admiro cómo
el material abraza mi carne. Mi piel es pálida, pero las medias son más
pálidas. Localizando mis brillantes Mary Janes3 negros, me los pongo,
luego giro mis largos y oscuros mechones en un moño y los fijo en su
lugar. Mi peluca favorita cuelga junto a mis vestidos hechos a mano, y
trazo con el dedo la pieza roja y sedosa antes de deslizarla sobre mi
cabello. Una vez que la coloco en su lugar, estoy lista para algo de
maquillaje.

3 Mary Janes: Mary Jane es un término utilizado en el inglés estadounidense para


designar un tipo de zapato de correa de talones bajos, frente cerrado y una correa que
se abrocha a través del empeine.
Mi mirada se dirige a la ventana una vez más. Hay alguien ahí
fuera. Prácticamente puedo sentir sus ojos lamiendo los suaves planos
de mi cuerpo. El calor de eso pica mi piel de una manera que no acaba
de arder, pero en su lugar provoca. A veces, desearía que quienquiera
que estuviera fuera mostrara su cara, se arrastrara a través de la
ventana, y me mostrara que no estoy tan sola como me siento.
El fantasma de un hombre que nunca conocí me persigue.
Paso una buena media hora aplicando mi maquillaje, destacando
mi juventud mientras me centro en mis labios haciendo un mohín. Las
pestañas postizas son siempre las más difíciles, pero finalmente, las
logro pegar en su lugar. Batiéndolas como las alas de una mariposa,
abanican las manzanas rosas de mis mejillas. Cuando miro mi reflejo,
una tímida sonrisa tira de mis labios.
Casi lista.
Sacando mi computadora portátil, la coloco en mi tocador una vez
apartado el maquillaje. Lleva unos minutos iniciar sesión, pero
finalmente llego a donde quiero estar. Donde soy la estrella de mi
espectáculo. Donde miles de personas esperan este momento… un
momento conmigo.
70 Intento calmar mi corazón acelerado, pero no puedo. El zumbido
de anticipación que me atraviesa es lo que me mantiene viva. Esta vida
es demasiado hueca, aburrida y triste sin estos momentos. Satisfacen
una parte de mí que necesitaba llenarse desde el momento en que
enviaron a nuestro padre a la cárcel. Todos hicieron su mejor esfuerzo
para mantenernos fuera del centro de atención, y lo lograron. Pero lo
que no pudieron hacer fue impedirme verlo en todas las noticias. Lo que
hizo mi padre. Lo que hizo mi medio hermano. Todos los horrores. Los
extraños fetiches. Las cautivas. Los asesinatos. Mi padre fue a prisión, y
mi medio hermano fue quemado vivo, según Dillon. Él murió, y todas
las cosas malas se suponían que morirían con él.
Pero algunas cosas nacieron después de su muerte.
Algunas cosas continuaron.
Presiono el botón que me empuja en mi mundo. Esta noche va a
ser diferente. No me sentaré en silencio o simplemente tomaré fotos
para que vean mis observadores.
—Hola —chillo, mi voz es suave e infantil—. ¿Quién quiere
cantarme una canción para dormir? —Frunzo los labios mientras veo
cientos de usuarios comentar, tan rápido que no puedo leerlos—. Nadie
—miento, mordiéndome el labio inferior—. Supongo que tendré que
cantarme una yo entonces.
Mi cuadro de mensaje privado se ilumina y veo el número
cuadruplicarse en segundos. A veces, cuando siento que nadie me ve,
entro y leo todos los adoradores mensajes. Algunos son sucios y
pervertidos. Otros son dulces y paternales. Todos y cada uno promete
cuidarme.
—La señorita Polly tenía una muñeca que estaba enferma, enferma,
enferma,
Así que llamó al doctor rápido, rápido, rápido.
El doctor vino con su bolso y su sombrero,
Y llamó a la puerta con un rat-a-tat-tat.
Miró a la muñeca y movió su cabeza,
Y dijo: “¡Señorita Polly, llévela de inmediato a la cama!”
Escribió en un papel una pastilla, pastilla, pastilla,
“Regresaré en la mañana, sí lo haré, lo haré, lo haré”.

71
~Último~

Benny
Miro fijamente la pantalla con asombro. Tanner se ha ido a hacer
Dios sabe qué, diciendo que volvería con la cena, así que me tomo el
momento para mirarla.
Nueva muñeca bonita.
El impulso de ir a ver a mi Bethany era abrumador, pero cuando
Tanner está prestándote atención, no lo apartas para tus propias
necesidades. Después de follarnos y matar a Dina, bebimos whisky y

72 hablamos de mis planes para conseguir a mi hermana. Acecharla y


masturbarme en el coche no estaba en la agenda, al menos, no esta
noche.
Entonces, aunque no tengo tiempo para verla, sí tengo tiempo para
visitar mi más nueva fascinación. Nueva Muñeca Bonita. Entrando en el
sitio web, quedé exultante al descubrir que está haciendo una
transmisión en vivo.
Observo sus labios gordos, hinchados y perfectos. No está mirando
directamente a la cámara, y quiero llegar a través de la pantalla e
inclinar su barbilla. Tan perfecta. Piel pálida que contrasta tanto con el
rosa de sus labios como con el tinte de sus mejillas. La abominación
roja sobre su cabeza parece tiesa; ciertamente no es su propio cabello.
Debe irse. Sus labios se apartan mientras murmuran palabras que me
dejan sin aliento.
Mi corazón late.
Mi alma.
Su voz le canta a partes de mi alma oscura, que no sabía que
querían que les cantaran. Ella toma recuerdos terribles de mi madre y
los convierte en algo calmante. Sus palabras dulcemente cantadas caen
sobre mí como una cálida lluvia de verano.
Esto no puede ser real. Esa canción. Ella. Mis ojos se enfocan en
sus labios, y mi pecho jadea con pesados jadeos.
Esta nueva muñeca bonita podría chuparme la polla durante horas
y nunca me cansaría de ver la forma en que sus labios regordetes se
volverían rojos de frotar hacia arriba y abajo mi longitud.
Podría sentarse en mi regazo y cantarme mientras yo dejaría caer
mis dedos dentro de la tela de las bragas de algodón que insistiría en
que use.
Después de una ducha caliente antes, envolví mi cintura en una
toalla. Ahora, mientras miro esta nueva muñeca en la pantalla, mi polla
duele por atención. Está sacudiéndose y palpitando jodidamente
enojada, asomándose por el borde de la toalla como una pitón en los
arbustos esperando para saltar, para devorar.
Nueva Muñeca Bonita menciona algo sobre ser una buena chica
para el doctor y tener que irse a la cama, y mi aliento es succionado de
mi pecho cuando ella sube en su cama de espaldas a la pantalla. Su
largo cabello rojo cuelga por su espalda en olas, casi tocando su culo.
Cuando comienza a arrastrarse por la cama hacia sus almohadas, me
otorgan la vista de un atisbo de carne cremosa entre el dobladillo de su
vestido y las medias hasta las rodillas.
—Me pregunto cuándo vendrá el doctor a mejorarme —reflexiona
73 en voz alta. Inclinándose hacia adelante para alcanzar sus almohadas,
las ahueca, y su vestido se levanta lo suficiente como para mostrar sus
bragas de encaje blanco.
Pum.
Pum.
Pum.
—Que me jodan —gruño.
Mi pene queda agarrado en mi puño y lo tironeo con fuerza. Ella es
una muñeca tan perfecta. Su atuendo. Su rostro. Ella es jodidamente
todo. Quiero arrancarle el cabello rojo de su cráneo, es lo único que no
está bien en ella, pero todo eso se puede cambiar una vez que Tanner la
encuentre para mí. Él soltó la lengua sobre su hacker Luke y
direcciones IP, lo que no significó nada para mí. Todo lo que escuché
fue una promesa. Un jodido voto. Y si Tanner es bueno en algo, es en
cumplir su palabra.
Será mejor que la cumpla.
No aparto mi mirada de su culo sexy mientras follo mi mano. No
pasará mucho antes de que esté dentro de ella. Voy a escuchar la
manera en que suplique, ruegue y jodidamente cante. Cómo sonará mi
nombre gemido de sus labios. Voy a profanarla y a robar su inocencia.
Suena un golpe en la puerta de su habitación y ella chilla.
—Olvidé mi cartera —grita una voz de mujer a través de la
puerta—. Elizabeth, ¿la dejé allí?
Elizabeth.
Los ojos de Nueva Muñeca Bonita vuelan a la pantalla de la
computadora y por primera vez tomo un buen vistazo de sus ojos
familiares bajo las pestañas falsas. El terror y la culpa de ser atrapada
brillan en sus hermosas profundidades avellana, que sin duda son
perfectas. Me corro bruscamente, el calor quemando mi pecho mientras
sale repentinamente.
—¡Elizabeth! —grita la mujer de nuevo.
—No está aquí —responde mordazmente Nueva Muñeca Bonita, su
voz ya no es infantil. Es familiar. La he escuchado antes, y ese rostro...
esos ojos.
Bethany.
No.
Sí.
Ella no dice nada más, sino que se precipita hacia la pantalla. Mi
corazón tartamudea y ataca la jaula que lo confina. Su mano se
extiende hacia adelante, cerrando el video de inmediato.

74 Cierro los ojos y repito su voz una y otra vez para estar seguro,
pero sé que lo estoy. Sabía que había una razón por la que estaba tan
atraído por esta nueva muñeca.
Bethany.
Bethany.
Bethany.
Ella la llamó Elizabeth. Elizabeth es mi Bethany.
Mierda.
—Aquí tienes —murmura Tanner, arrojándome un trapo para
limpiarme.
Muevo la cabeza hacia él, un poco sorprendido de verlo. Había
estado tan envuelto en lo que estaba haciendo, que no lo escuché
entrar.
—Es ella —escupo mientras limpio el semen de mi pecho y me
pongo de pie. Su mirada cae a mi polla flácida, y sus labios se contraen.
Nunca sé lo que está pasando más allá de sus ojos ámbar.
Él tira de su corbata un poco y me atraviesa con una mirada
aburrida.
—Lo sé.
Agarrando mis vaqueros del suelo, me los pongo. Una vez que los
tengo abrochados, doblo mis voluminosos brazos sobre mi pecho
tatuado y lo miro.
—¿Qué mierda quieres decir con que lo sabes?
¿Está jugando?
¿Cree que soy un esclavo de su mente jodida?
Su mirada dura se suaviza y frunce el ceño mientras se sienta en
el borde de mi cama.
—Lo he sabido todo el tiempo. No es difícil encontrar la dirección IP
de alguien. He conocido su ubicación desde el momento en que la vi por
primera vez.
La traición corta mi pecho como un cuchillo. Mi mandíbula se
aprieta y mis fosas nasales se ensanchan.
—Será mejor que esto sea bueno, Tanner. Continúa.
Su mandíbula se aprieta, y la rabia hirviendo que siempre acecha
dentro de él parpadea en sus ojos.
—Descubrí que era ella, tu Bethany. Conocía a Stanton muy bien,
Benjamín, así que sabía que tenía una esposa. —Deja escapar un
suspiro de frustración. El hecho de que no esté tan tranquilo como de
costumbre hace que me pregunte qué diablos está pasando con él.
—¿Por qué no me dijiste, maldita sea? —dije furioso.

75 Él se pone de pie de nuevo, y con eso, su autoridad se envuelve a


su alrededor como una capa, el momento único de vulnerabilidad ha
desaparecido.
—Necesitas recordar con quién estás hablando —dice, su pecho
está agitado—. No te lo dije porque pierdes la maldita cabeza por tus
muñecas y tu pasado. Además, quería estar seguro. Quería ayudarte a
trazar esto para ti. A jodidamente sorprenderte, imbécil. —Sus labios se
levantan hacia un lado—. Sorpresa.
No me causan gracia sus juegos de falsa modestia esta noche.
—Me dejaste verla. La necesito. Necesito ir a buscarla ahora
mismo. —Señalo la pantalla negra—. ¿No lo ves? Ella ha hecho esto por
mí. Es el jodido destino. Bethany sabe que amo las muñecas, que la
amo. Ella se ha convertido en la muñeca perfecta para mí. Para. Mí.
Esta es su llamada de ayuda. Bethany quiere que la encuentre y la lleve
a casa. Ella cantó la canción.
Los ojos de Tanner se oscurecen.
—Ella piensa que estás muerto, Monstruo.
La fría realidad me invade y lo miro boquiabierto.
—Entonces, ¿a quién le hace esto?
Él se encoge de hombros.
—Para ellos, supongo, pero parece que está honrando tu memoria
a su manera.
—Al diablo con eso —rujo—. Ella lo está haciendo para mí. ¿Cómo
sabes lo que piensa? Por lo que sabemos, está sosteniendo la esperanza
de que aún estoy vivo. ¿Por qué asumiría lo contrario?
—No es lo que Kami dice. Saben que moriste en un incendio. —Su
tono es un hecho.
Doy un paso amenazante hacia él, mi mano haciéndose un puño a
mi lado.
—¿Quién mierda es Kami? ¿La chica que la llamó en el video?
Algo brilla en sus ojos, y guardo esa mirada para reflexionar sobre
ella más tarde, cuando no esté dándole vueltas a mi mierda por
encontrar a Bethany.
—No, ella es una asociada mía. La contraté para hacer amistad con
Elise. Recoger información. —Se acerca, mirándome con una sonrisa
traviesa—. Todo para ti, Monstruo. Tú sabes que eres mi favorito.
—¿Quién es Elise?
Está en mitad de servirse un whisky y levanta el vaso, dejando
salir un bufido.

76 —Oh, Benjamín —dice, como si debería saber toda esta mierda—.


Elise es la hermana gemela de Elizabeth, tu Bethany.
Mi boca se abre, luego se cierra cuando los pensamientos de que
hay dos de ellas allí fuera, hace que mi mente quede hecha un caos.
—No te emociones demasiado, Monstruo. Son polos opuestos. Elise
no duraría mucho tiempo bajo tu mando.
—Quiero a Bethany —gruño.
Él agarra mi hombro.
—Sé que la quieres. Pronto. Lo prometo.
La tensión en mi pecho no me suelta, pero me relajo un poco.
—Bien. Mis celdas no están listas de todos modos, pero quiero
hablar con esta Kami. Necesito hablar con ella.
Sus ojos se entrecierran, como si tuviera la capacidad de mirar
dentro de mi cerebro.
—Eso puede ser arreglado.
—Ahora —aclaro—. Dame su dirección. Le haré una visita.
—Bien —dice entre dientes apretados—. Pero no necesitarás llegar
tan lejos. Ella vive en el club. Vamos.
Sigo a Tanner por un largo pasillo dentro de The Vault, confundido
por lo que quiso decir cuando dijo que ella vive aquí. Las paredes vibran
con la música, pero es más tranquilo en la parte posterior, y es
entonces que me doy cuenta de que nunca he estado en esta parte de
las instalaciones antes. Él me lleva a lo que parece ser simplemente una
oficina, pero es mucho más.
Un enorme escritorio domina la cabecera de la sala, con vistas a
una gran caja transparente. Dentro hay una cama hecha de plástico
transparente. Hay un inodoro en una esquina, pero nada más. Hay un
orificio de cerrojo integrado en la puerta de la caja, y alrededor hay
cámaras apuntando hacia ella. Mis ojos escanean el resto de la
habitación, aterrizando en un pequeño sofá de cuero a la derecha donde
una pequeña rubia con suave cabello con rayas rosadas está sentada
con su celular. Su labio está atrapado entre sus dientes mientras
escribe mensajes de texto, haciendo caso omiso de los dos tiranos que
acaban de entrar en la sala. Quiero arrancarle el teléfono de la mano y
exigirle respuestas, pero Tanner está de vuelta en modo “Soy el jodido
maestro del universo”, así que me quedo quieto.
Por ahora.

77 —Kami. —Su saludo es bajo y está lleno de autoridad.


Ella arrastra su mirada desde la pequeña pantalla y le dispara una
lenta sonrisa privada, como si yo no estuviera parado aquí en ascuas
esperando respuestas. Gruño, esperando que Tanner entienda mi
incentivo para mover las cosas.
—¿Algo nuevo con Elise?
—¿Además del hecho de que está borracha y besándose con un
tipo lo suficientemente viejo como para ser su padre en la pista de baile
en Vogue en este momento? No, nada nuevo —dice con un bufido poco
entretenido—. Se irá a casa con él, así que lo tomé como mi señal para
irme. —Una risita se escapa de ella.
Su maldita risa es como uñas contra una pizarra. Esta perra se
está metiendo en mis jodidos nervios y está tomando todo de mí no
explotar con ella, no agarrarla por su garganta flaca y golpearla contra
la estantería detrás de ella.
—Necesito saber todo lo que sepas sobre Bethany —suelto, mi furia
me atraviesa.
Su nariz se arruga con confusión.
—¿Quién es Bethany?
Una rabia caliente surge a través de mi cuerpo.
—Elizabeth —aclara Tanner, sosteniendo una mano en mi pecho
para detenerme de avanzar hacia adelante, su voz es relajada y
apaciguadora. Odio que esté siendo tan jodidamente agradable y
tolerante con ella. ¿Quién demonios es y por qué nunca mencionó que
una mujer vivía aquí?
—¿Qué quieres saber?
—Todo —gruño.
Ella se para y empuja su teléfono en su bolsillo.
—Tímida. Un poco nerd. Elise piensa que está ocultando un
secreto oscuro, pero no me dice qué es. Obviamente, yo sé que
Elizabeth está en un sitio web fetiche, pero Elise no sabe que yo sé. No
hay mucho que contar. Odia a ese tipo, Jason. Aparentemente, Elise
sigue intentando juntarlos, pero Elizabeth sigue rechazándolo.
—Ella es mía —siseo mientras me acerco a ella.
La perra no se inmuta, lo que me molesta. Tiene pelotas de hierro.
Quiero arrancárselas, mostrarle por qué tiene que temer a la gente
como yo.
—Lo que sea, hombre. Estoy allí para traerle los chismes a casa al
Jefe. —Se encoge de hombros—. Eso es todo.
Eso.

78 No.
Es.
Todo.
—Necesito saber todo —repito, mi voz baja y mortal—. Necesito que
dejes de darme esta versión diluida y me cuentes cada pequeño detalle
sobre ella.
—Eso es todo —desafía.
Esta perra...
Agarrándola por su pequeña garganta, la aprieto con fuerza. Estoy
a punto de golpearla contra los estantes detrás de ella cuando su brazo
se levanta y cae, golpeando mi brazo con un poder excepcional,
forzando mi brazo a que la suelte. Estoy tan sorprendido por este giro
de los acontecimientos, que no me preparo para que me empuje hacia
atrás con dos manos sobre mis hombros, seguido de un movimiento de
su pierna, su rodilla chocando contra mi intestino, robándome el
aliento.
Hija de puta.
Una luchadora.
Esto será divertido.
Escupo al piso el ácido que forzó en mi garganta y camino hacia
ella. Una sonrisa adorna sus labios, destacando el bello rostro que
tiene, que tenía para cuando termine con ella. Antes de acercarme,
Tanner me tira con fuerza, y yo tropiezo, perdiendo el equilibrio. Me
empuja al duro suelo con poco esfuerzo y me derriba como un puto
psicópata.
Tanner siempre es elegante, divertido y relajado. A veces, la
oscuridad acecha, pero nunca lo veo perder su mierda. Nunca. La furia
que brilla en sus ojos es impactante.
—No. Toques. A. Mi. Socia. —Sus puños tiran de mi camisa
mientras escupe sus palabras—. ¿Entiendes, amigo? —La gruesa vena
en su cuello late con cada una de las respiraciones desiguales que
toma.
—Lo entiendo, amigo —digo furioso, mi propia ira todavía muy en
la superficie—. Ahora, sal de encima.
¿Qué demonios?
¿Desde cuándo me ha puesto una correa?
¿Tiene a alguien fuera de los límites?
Mis pensamientos se confunden, y lucho por encontrar un terreno
más estable una vez más. El rojo sangra un poco de su carne, y una
sonrisa tira de sus labios. Golpea mi mejilla juguetonamente antes de
pararse y ofrecerme su mano. Una vez que estoy de vuelta de pie, miro
79 a Kami. Esta chica tiene que irse. Tanner es protector con ella, y no me
gusta. Él me enjauló frente a ella, mostró poder sobre mí, y se mostró a
favor de ella.
Tanner me protege a mí.
Y él es mío.
Mi muñeco maestro personal cosechando con la mano de la
muerte.
La rubia tonta con el cabello rosa es simplemente una distracción:
Un giro en mis planes. He trabajado duro para convertirme en el
favorito de Tanner. No necesito que nadie me tire de mi pedestal.
Y porque juego un juego mejor que el par de tetas en la habitación,
me paro lo suficientemente cerca de la espalda de Tanner que el calor
de mi cuerpo se mezcla con el suyo, descanso mi frente en su hombro, y
dejo escapar un suspiro de dolor.
—Sólo la necesito —explico, mis palabras sólo para él.
Su postura rígida se relaja, y estoy eufórico por la facilidad con la
que puedo adentrarme en Tanner. Hace que mi polla se ponga dura.
Con un pequeño empujón de mis caderas, presiono mi erección contra
él, recordándole que todavía somos el equipo. No esta perra. Tanner y
yo. Maestro y Monstruo. Déjame matarla para ti, le transmito con mis
acciones.
—Kami —dice, con la voz tensa—. No seas tímida. Necesitamos
detalles. Todos ellos.
La miro por encima del hombro y sus fosas nasales se ensanchan.
Entonces, la perra estaba intentando enfurecerme a propósito. Tal vez
le guste Tanner de una manera que él nunca podrá corresponder
completamente. Juego con ella como juego con él.
—Si estoy en el camino de que chupes su polla, entonces por
supuesto, chúpalo todo —digo en un tono frío, insinuando que es una
puta—. Pero esta mierda es importante y necesito respuestas. —Mi
propia polla todavía está dura, especialmente cuando lo imagino
embistiendo su polla en su garganta hasta que ella se sofoca. Presiono
descaradamente contra el culo de Tanner mientras mantengo la mirada
de la perra. El desafío parpadeando en sus ojos azules es todo lo que
necesito saber sobre ella.
Ella lo desea jodidamente demasiado.
Ponte en la fila, puta. Él es mío, y ni siquiera tengo que follarlo.
—En realidad —gruñe Tanner mientras se aleja de mí—. ¿Por qué
no se la chupas a mi querido amigo aquí? Él es el que tiene la dolorosa
erección.
Mierda.

80 A veces me olvido de lo perceptivo que es Tanner. Vencerlo en su


propio juego es difícil, especialmente cuando sabe que están jugando
con él. Su sugerencia de que ella chupe mi polla es una prueba.
Siempre son pruebas con este tipo.
Y él también la está probando.
El dolor surca su frente, bajando la mirada y apretando las manos.
—No soy la puta de nadie, Cassian —dice en un tono aburrido, la
mentira es tan falsa como sus tetas. Ella sería una puta para él. El
hecho de que lo llame por otro nombre, el mismo nombre que usa
Lucy... no es noticia, pero lo almaceno de todos modos para volver a
revisarlo más tarde—. Pero estaría más que feliz de hablar de Elizabeth.
Poniendo los ojos en blanco, me siento en el sofá de cuero.
—Bueno, ya que tú no succionarás mi polla esta noche, por favor
continúa —murmuro—. Quizás más tarde pueda buscar a alguien para
poner sus labios en mi polla.
Esta vez, el desafío es para Tanner, y planto la semilla en la cabeza
de esta niña de que su precioso “jefe” me lo hace a mí. Suelta las
semillas, míralas crecer, y causa caos.
El hijo de puta sólo se ríe.
—Hora del cuento, Kami. —Él se sienta a mi lado y se relaja—. Y
cuenta uno bueno.
~Diferente~

Elizabeth
Un golpeteo en la puerta delantera me despierta del sueño. Me
pliego en mi cama y escucho, tratando de descifrar si era real o estoy
soñando.
Pum.
Pum.
Pum.
Mi corazón se acelera mientras agarro mi celular y busco el
81 contacto de Dillon, deteniendo mi pulgar sobre el botón de llamada.
Podría ser cualquier cosa. No seas paranoica.
Tomando pasos tentativos por las escaleras, cada sombra me
acecha y cada chirrido de las tablas del suelo me revuelve el estómago
nervioso.
—¿Quién está allí? —grito, pero no recibo respuesta. Colocando el
teléfono en la mesa lateral, enciendo la lámpara y agarro uno de los
paraguas con un pico de metal al final de la canasta junto a la puerta
de entrada. Dolerá si lo embisto lo suficientemente fuerte.
Espío a través de la mirilla, pero sólo veo la calle distorsionada y
extrañamente dividida.
Quitando el cerrojo de la puerta, la abro, con el paraguas
levantado, lista para vencer al molesto con un palo impermeable
cubierto de flores rosadas. Elise tenía que tener siempre todo rosado y
florido. ¿Se imaginan si realmente tuviera que usarlo?
—¿Cómo murió?
—Con un paraguas de flores rosadas en el pecho.
Me estoy riendo en mi cabeza por mi exagerada paranoia, la noche
vacía y oscura es lo único que me saluda. Debe haber sido el viento.
—¿Qué estás haciendo?
Un grito se me escapa, y me vuelvo, golpeando con el palo a una
Elise de aspecto desordenado.
—¿Qué demonios? —chilla, mi pecho está agitado por la impresión.
Creo que acaba de quitarme diez años de mi expectativa de vida.
—¿Qué estás haciendo aquí? —gruño cuando el viento empuja a
través de la puerta abierta, soplando mi cabello contra mi rostro.
Cuando mi respiración se controla, reconozco su apariencia. Su
cabello está desaliñado y sobresaliendo por toda su cabeza, y su piel
está hinchada y roja debajo de las vetas negras que manchan sus
mejillas.
—Tuve que romper con mi novio —dice sorbiendo por la nariz,
frotando su brazo donde la golpeé.
—¿Novio?
Sacudiendo la cabeza, camina hacia el sofá y se arroja sobre los
cojines.
—Es una larga historia y todo es un desastre.
Arrugo la frente.
—¿Quieres hablar de eso?
—¿Por qué? ¿Así puedes regodearte de que no soy la persona
82 perfecta que crees que soy? —escupe, entrecerrando sus ojos hacia mí.
—Nadie es perfecto, Elise —le informo.
Ella resopla.
—Bueno, tú ciertamente no lo eres.
Cruzando mis brazos sobre mi pecho, la fulmino con la mirada.
—¿Qué significa eso?
Ella suelta una risa que no tiene ningún sentido del humor.
—Oh, vamos, Beth —se burla, un ligero bamboleo en su voz hace
que me pregunte si ha estado bebiendo—. ¿Qué demonios estabas
haciendo antes? ¿Estabas con esa ropa otra vez? ¿Sabes lo jodida que
es tu obsesión? —Mi sangre se hiela porque en más de una ocasión, mi
hermana ha entrado de repente y me vio usando mis trajes elegantes y
maquillaje. Es privado y odio que ella lo sepa.
—No es una obsesión —siseo—. Es una forma de sentirme
conectada con él. Con la vida. Sentir más que el vacío dentro de mi
pecho. La vida siempre ha sido fácil para ti, pero no todos tienen las
experiencias que tú tienes.
Ella se levanta y niega con la cabeza.
—¿Así que es mi culpa que no sea un bicho raro deprimido como
tú?
—Dime cómo te sientes realmente —me burlo—, perra santurrona.
Sus ojos vagan detrás de mí y palidece.
—¿Qué diablos es eso? —Ella señala a la puerta aún abierta, y me
giro, siguiendo su mirada. Hay un paquete en la entrada, envuelto en
papel marrón. Estrecho mis ojos, tratando de distinguir las palabras
decoradas en el frente.
Una muñeca bonita para otra muñeca bonita...
Dirigiéndome al paquete, lo recupero, cierro la puerta, bloqueo el
pestillo, y corro a mi habitación.
—Elizabeth, ¿qué demonios es eso? —grita Elise, pero ya he tenido
suficiente de ella por esta noche.
Desenvuelvo el papel, la excitación y el miedo luchan por el control
dentro de mí. Una muñeca de porcelana me mira. Con detalles
perfectos. Cabello rizado con un pequeño sombrero colocado en la parte
superior. La artesanía en la ropa es excepcional. Mis ojos se mueven de
vuelta a la caja, buscando una nota. No encuentro ninguna, pero
todavía me siento obligada a agradecer al proveedor del regalo a pesar
de que vino a mi casa. El miedo no es el vencedor aquí, el aprecio
prevalece.
Alguien me nota.

83 Alguien está prestando atención.


Decido vestirme y pintarme el rostro a la perfección antes de
encender la cámara. Mi sonrisa es amplia y agradecida.
—Quiero agradecer a quien quiera que seas por mi hermoso regalo.
—Bato mis pestañas de una forma coqueta—. La muñeca ahora tiene
una muñeca propia, y es perfecta. —Soplo un beso hacia la pantalla y
cierro la sesión.
Todavía estoy volando con adrenalina mientras me quito el
maquillaje del rostro. Una vez que estoy limpia, recojo la muñeca de la
cama, deslizo todos los marcos de uno de mis estantes arrojándolos en
el cubo, y la pongo en el frente y el centro. Arrastrándome de nuevo a la
cama, la miro observándome hasta que me sumerjo en sueños de un
hombre que nunca pude conocer.

El golpeteo en la puerta de mi habitación es implacable.


—¡Vete a la mierda! —grito, lanzando una almohada.
—Vamos, Beth —se queja Elise—. No te enojes. Siento lo que dije
anoche. Estaba borracha y triste.
Oh Dios, no me importa. Sólo quiero dormir.
—¿Podemos ir a tomar un café? Incluso iré al que está en la
librería que te gusta tanto. Yo invito. Cualquier título que elijas.
Sentándome, froto el sueño de mis ojos.
—¿Cualquier título?
Ella se ríe.
—Sí, siempre y cuando cueste menos de veintidós dólares con
cincuenta centavos.
Después de poner los ojos en blanco, me arrastro de la cama y me
pongo algo de ropa. Al abrir la puerta, encuentro a Elise de pie sin un
mechón de cabello fuera de lugar. Ahora tiene vetas rubias, lo opuesto a
como se veía anoche. No hay ni una irregularidad roja en su piel. ¿Usó
alguna crema mágica o qué?
—¿Cuándo le hiciste eso a tu cabello?
—Fui al salón esta mañana —me dice mientras se muerde el labio
inferior—. Necesitaba un cambio.
¿Esta mañana? ¿Qué demonios?
—¿Qué hora es?
—Casi mediodía, floja. Vámonos antes de que sea la hora de la
cena.
84

El olor del café domina el olor al papel, pero el verdadero atractivo


son los viejos libros de segunda mano que la tienda tiene en existencias.
Me encantan las páginas gastadas, mostrando cuántas personas han
amado y vivido las historias. Antes de encontrar consuelo en ser una
hermosa muñeca para mis espectadores, la lectura era mi escape.
Dejando a Elise encargando las bebidas, atravieso los pasillos, pasando
los dedos por los lomos y sonriéndome a mí misma. Quiero construir un
rincón dentro de las estanterías y vivir aquí por un tiempo.
El tiempo se aleja de mí mientras miro las páginas de una vieja
novela de Jane Austen. Mi estómago gruñe, y me doy cuenta de cuánto
tiempo he dejado a Elise. Mientras regreso a través de las estanterías,
un hombre alto aparece a la vista. Está de espaldas a mí mientras espía
a alguien en el lado opuesto a través de un espacio en un estante. Las
mariposas revolotean en mi estómago. La idea de ser observada me
hace cosas, incluso cuando no soy el interés del voyeur. En silencio
paso detrás de él, y su aroma invade mi espacio. Mi cabeza se siente
mareada por su poder: Sudor mezclado con matices cítricos y algo
más... jabón, del tipo que obtienes en los hospitales. ¿Tal vez es un
cirujano? El calor de su cuerpo emana de él como un campo de fuerza.
Sigo la dirección de su cabeza y trago la risa amarga con la que me
quiero ahogar. Por supuesto es a Elise a quien está mirando.
—Acaban de romperle el corazón, así que ve con gentileza —
bromeo, sobresaltándolo.
Se vuelve hacia mí, y sus ojos se amplían cuando su boca se abre.
Tiene los ojos marrones más intensos que he visto en mi vida.
Doloridos. Heridos. Tristes. Todas esas emociones se van en un instante
cuando el interés se hace cargo. Hace que el calor me inunde. Algo
sobre él es familiar. Me pregunto si tal vez es cirujano donde mamá
trabaja. Definitivamente lo he visto antes. La estructura de su rostro
está tallado a la perfección, una entrañable dispersión de leves pecas
sobre su nariz. Una barba marrón oscuro cubre sus mejillas,
acentuando sus labios rosados gruesos. Su cabeza rapada muestra
tatuajes en su cuello que desaparecen dentro de su camisa. Mi boca se
hace agua cuando mis ojos se mueven hacia su pecho, preguntándome
si está cubierto de tatuajes allí también.
—Hola —digo, levantando mi mano torpemente—. Ella es mi
hermana.
Él solo me mira sin que salga una sola palabra de sus labios.
Entonces, tal vez él es un bicho raro. Un bicho raro precioso, amante de
los libros, y que huele delicioso.
85 —Bien. De acuerdo. —Me sonrojo y giro sobre mis talones para
irme, pero él trata de alcanzarme. Hay algo afilado en sus manos y me
corta el dedo cuando cierra la mano sobre la mía—. Auch. —Retrocedo,
y él deja caer su mano. Mis ojos se lanzan hacia el ofensivo artículo.
Son sus llaves, hay un llavero puntiagudo cubierto con un pequeño
punto de mi sangre.
—Lo siento —dice entre dientes apretados, su voz es profunda y
poseída.
Mi corazón revolotea diligentemente en mi pecho, recordándome
que soy una mujer y él es un hombre. Un hombre impresionante, ancho
y alto.
Estirándose, él toma mi mano, y la calidez de su toque me tiene
hipnotizada. Observo con fascinación y admiración mientras acerca mi
dedo a sus labios y besa el pequeño corte, abriendo su boca ligeramente
para chupar. Su lengua es áspera en la parte inferior de mi dedo y mi
mente revolotea con imágenes sucias sobre sentir esa lengua en otros
lugares... lugares más suaves. Estoy solidificada al suelo, incapaz de
moverme. Él baja mi mano y me muestra rápidamente una sonrisa
sexy.
—Listo. Mucho mejor.
—Um... ¿gracias? —murmuro.
—Eres hermosa —susurra.
Mis sentidos vuelven a mí, sacudiendo mi cuerpo para que se
despierte de su sueño lleno de lujuria.
—Dice el hombre que espía sigilosamente a mi hermana desde las
sombras —bromeo.
Su rostro se estropea con disgusto.
—No —dice en un tono firme—. Ella no está bien. Su presencia, su
cabello rubio, su actitud, todo está... mal. —Su sonrisa está de vuelta,
sus ojos marrones brillan con placer—. ¿Pero tú? Eres perfecta.
Estoy formando tres o con mis ojos y mi boca, pero no puedo
hablar.
—Te estaré viendo —afirma simplemente. Un voto, no una
pregunta.
Mi cabeza nada mientras pasa junto a mí y se dirige a la salida.
Corriendo hacia Elise, tropiezo, dejando escapar un chillido cuando
un cuerpo colisiona con el mío. Jadeo sorprendida ante el dolor fugaz
cuando el líquido caliente se filtra a través de mi vestido en mi pecho.
Mis ojos se arrastran al cuerpo de una rubia sexy que está arrugando la
nariz ante el desastre que causó. Su escote rebota desde la abertura en
su parte superior mientras murmura un breve: “Lo siento”. La miro
fijamente mientras ella sale rápidamente por la puerta.
86 Gracias, torpe perra Barbie.
—Arruinaste mi vestido —le grito incluso aunque ella no puede
oírme.
Varios pares de ojos se clavan sobre mí juzgándome
silenciosamente mientras miran mi vestido ahora sucio. El marrón
teñirá para siempre la tela perfecta. Ignoro sus miradas porque no fue
mi culpa.
Frustrada, ataco a mi hermana.
—¿Viste eso? —siseo, restregando con fuerza mi vestido como si
fuera a desaparecer mágicamente—. Tenemos que irnos. —Le entrego
una pequeña pila de libros que había juntado para comprar—. Ahora,
Elise —espeto, mi buen humor agriado.
—Ni siquiera es tan malo —trata de asegurarme, pero la necesidad
de cambiar el vestido manchado es muy fuerte. Coloco más dinero del
necesario en su mano e insisto en que pidamos nuestras bebidas para
llevar.
Cuando salgo hacia el auto, jadeo sorprendida ante otra muñeca
de porcelana esperando para mí. Esta no es tan elegante como la
primera, pero aun así me gusta. Mi vestido arruinado ya no es un
problema cuando agarro la muñeca y la abrazo contra mí, esperando en
parte que fuera del chico guapo en la librería. Una chica puede soñar.
~Inexperto~

Benny
Tanner está ocupado. ¿Haciendo qué? Me importa una mierda. Me
da un jodido respiro. Mi furia todavía hierve bajo la superficie después
del giro de los acontecimientos con Kami. Tres años he estado a su lado,
haciendo su trabajo sucio y sintiendo un vínculo del que no sabía que
era capaz, sin embargo, él es más enigmático que una tienda de Victoria
Secret.
Me he estado muriendo por ver lo que mi Bethany ha estado
haciendo. Anoche, tomó lo último de mi control no arrebatarla
87 directamente de su puerta y arrastrarla a mi coche. Ella había estado
jodidamente exquisita en el camisón de seda que apenas cubría su culo.
Fue surrealista que abriera la puerta y pudiera verla en carne y hueso
directamente en mi línea de visión. Quería tirar las bragas de encaje por
sus muslos y frotar mi polla a lo largo de la raja de su culo. Sentir su
piel pura contra la mía.
Tomar.
Tomar.
Jodidamente tomar.
Ella me pertenece. Predestinado. Una reencarnación.
Pero soy más sabio, por Tanner.
Hago movimientos inteligentes, por Tanner.
Valió la pena la espera. La maldita paciencia. Contenerme cuando
todo lo que quería hacer era agarrar, agarrar, agarrar.
Ella se acicaló.
Sólo para mí.
E hizo un video en vivo.
Sólo para mí.
Recibí la notificación en mi teléfono y vi que mi dulce Bethany, mi
jodida nueva muñeca bonita, miró directamente a la cámara,
directamente a mi puta alma, y me habló. Me lanzó un beso que
aterrizó justo en la punta de mi polla. Con prisa, saqué mi polla y me
masturbé, volviendo a reproducir su video y una y otra vez hasta que
disparé mi carga por toda su impresionante rostro en la pantalla.
Y la mejor noticia, según Tanner: tiene una gemela. La había visto
por mí mismo, aunque silenciado por la oscuridad y Bethany
bloqueando mi visión completa de ella. La chica era un desastre
lloriqueante. Ver a las dos chicas Bethany discutir era fascinante como
la mierda. Un espejismo. Demasiado perfecto para ser real. El dolor que
nunca se detiene de latir en mi pecho se intensificó hasta convertirse en
un rugido estremecedor.
Dos.
Dos.
Dos.
Mías.
Kami, incluso cuando se vio obligada a divulgar detalles bajo la
autoritaria mirada de Tanner, aún se contuvo. Un día, le cortaré la
lengua de su garganta y la pisaré con mi bota. Si no quiere hablar, me
aseguraré de que no pueda hablar. Sin embargo, lo que sí me dijo,
calentó mi alma.
88 Elizabeth es una nerd de los libros. Tranquila. Tímida. Detallada y
organizada. Infantil. Inocente.
Elise es una chica popular. Ruidosa. Salidora. Voluble y
desorganizada. Mujer. No tan inocente.
Dos lados de una única moneda brillante.
Quiero ambos lados.
Las quiero a las dos, maldita sea.
Kami balbuceó sobre mierda. Ella tenía mucha información sobre
Elise. Lo que le gusta, lo que no le gusta, comidas favoritas, música: Lo
catalogué todo, pero cuando lo comparé con mi lista para Elizabeth, era
muy deficiente. Eso me molestó. Me hizo desear descubrir esas cosas
solo.
Cuando noté que las dos chicas se iban juntas esta mañana, las
seguí a una peculiar librería antigua. Elise entró con unos irritantes
mechones rubios en su cabello que no había notado antes, mientras
que Elizabeth siguió mansamente detrás. Elise usaba vaqueros llenos
de agujeros y un suéter con los hombros al descubierto que revelaba
demasiada piel. Elizabeth llevaba un sencillo vestido blanco, modesto y
de manga larga. Puro. Las medias hasta las rodillas eran un buen
toque. La diadema de color rosa pálido en su hermoso cabello oscuro
era un toque aún más agradable. Los zapatos de vestir negros sin
costuras en sus pies me endurecieron la polla.
Entrar en la tienda fue difícil debido a la estúpida campana de
mierda en la puerta, pero finalmente logré empujarme detrás de una
mujer con tres niños ruidosos. La gente estaba tan concentrada en el
niño que lloraba, que no se fijaron en mí al entrar. La mujer se retiró de
la tienda rápidamente después de muchas miradas molestas de los
clientes.
Ahora, estoy buscando a Elizabeth, pero es a Elise a quien
encuentro primero. Echo un vistazo entre la fila superior de libros en
un estante. Su culo se estremece mientras hace un gesto hacia el
tablero del menú, flirteando con el barista masculino. Quiero
estrangular al idiota por la intensa mirada que le está dando. Mis ojos
escanean el área, buscando a Elizabeth.
—Acaban de romperle el corazón, así que ve con gentileza. —La voz
es dulce, familiar, y me giro para enfrentar mi obsesión.
Nueva Muñeca Bonita.
Bethany.
Mía.
Ella es jodidamente cautivadora. Me quedo mirándola
boquiabierto, sin querer pestañear y verla desaparecer. Ella muerde su
grueso labio inferior que suplica ser succionado mientras su mirada
89 viaja hasta mi cuello, y luego mi pecho. Un rubor se arrastra a través de
su garganta mientras inspecciona los nuevos tatuajes que cubren viejas
cicatrices. Tanner pensó que los tatuajes ayudarían a cambiar mi
apariencia. Yo creo que él simplemente se empalma con los tatuajes.
Parpadeando para apartar su aturdimiento, ella me saluda con la
mano, y mis ojos se fijan en sus finos dedos, las uñas pintadas de un
dulce rosa chicle.
—Hola. Ella es mi hermana. —Y yo soy tu hermano.
Quiero agarrarla por su pequeña mandíbula y llevarla a mi boca.
Quiero inhalarla, chuparla, lamerla y follarla.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Bien. De acuerdo. —El rubor se extiende por sus mejillas, y se da
vuelta para irse.
No tan rápido, Nueva Muñeca Bonita.
Estiro mi mano, enganchando la de ella.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Auch. —Su cuerpo se estremece ante mi toque, y la libero, luego
silenciosamente maldigo cuando me doy cuenta de que se ha clavado mi
llavero. Su sangre, radiante y jodidamente brillante, florece como una
rosa en su piel pura.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Lo siento. —Mi voz tiembla, y sueno como un jodido idiota, pero
no me importa. Mi sueño está delante de mí, una imagen de la
inocencia y la perfección personificada.
Sus fosas nasales se dilatan y su boca se abre. Los ojos color
avellana parpadean con lujuria. Con curiosidad. Con intriga. Con
interés. Los ojos de mi dulce, dulce muñeca son tan malditamente
expresivos. Me hace preguntarme cómo se verán cuando la tenga
clavada debajo de mí mientras conduzco mi polla dentro de su coño
intacto. Una mirada tímida y acalorada de esta chica y sé que es virgen.
Que ella esperó sólo por mí. Ella quiere que la tome. Quiere que empuje
sus braguitas con volantes hacia un lado y la haga gritar. Sus ojos
prácticamente ruegan por ello. Así es como debería haber sido todos
esos años atrás. Una fresca capa de odio se arrastra sobre mi piel por
mi padre y mi madre.
Alcanzándola, le agarro la pequeña mano. Está fría al tacto, y
quiero besarla hasta que su carne arda con calor. Como si estuviera
bajo mi maldito hechizo, ella me observa mientras llevo su dedo flaco a
mi boca. Beso el pequeño pimpollo de sangre y el fuego arde en mi
interior, un hambre como nunca antes me araña desde dentro.

90 La necesito. La necesito. Jodidamente la necesito.


El impulso de devorarla casi me consume. Casi me hace ignorar
cada lección que Tanner me ha enseñado.
Casi.
Con mis ojos en sus ardientes ojos avellanas, chupo la dulce y
metálica sangre de su dedo. Pero no es suficiente. Como un maldito
vampiro, quiero chupar todo de su cuerpo y llenarla de nuevo conmigo.
La necesito. La necesito. Jodidamente la necesito.
Su aliento se detiene cuando la lamo, suave pero sugerente. La
lamida promete placer. Promete mucho más de lo que su mundo puede
darle. Mi lengua silenciosamente dice: —Pronto, te salvaré, mi Bethany.
—Toma todo lo que hay en mí apartar su mano lejos de mi boca
codiciosa, pero la libero a pesar de querer enjaularla para siempre.
Le sonrío.
—Listo. Mucho mejor.
Sus mejillas se vuelven carmesí una vez más. Mi dulce Bethany
ama mis sonrisas. Le sonreiré mientras la folle una y otra y otra jodida
vez.
—Um... ¿gracias? —Sus palabras están sin aliento. Avergonzadas,
incluso. Tan jodidamente adorable.
—Eres hermosa.
Sus labios se contraen mientras intenta esconder una sonrisa.
Nueva Muñeca Bonita ama la atención. Prácticamente brilla, maldita
sea. Maravilloso. El maldito sol.
Ella traga y bromea:
—Dice el hombre que espía sigilosamente a mi hermana desde las
sombras.
Sus palabras hacen que mi sangre se enfríe. La otra chica, su
gemela, no es nada en comparación con ella. Jodidamente nada.
Elizabeth es absolutamente perfecta. La otra chica tiene fallas y está
dañada, usada y rota. Ella necesita ser restaurada.
¿Pero esta?
Esta no necesita nada... excepto a mí.
—No. —Aprieto mi mandíbula—. Ella no está bien. Su presencia,
su cabello rubio, su actitud, todo está... mal. —Le sonrío de nuevo,
amando cómo me responde—. ¿Pero tú? Eres perfecta.
Sus expresivos ojos color avellana miran directamente dentro de
mí. Por un breve momento, temo que vea todas las partes oscuras,
sucias y vergonzosas de mí que no quiero enfrentar. Mis fallas. Mis
91 obsesiones infantiles. Mis problemas y deficiencias.
Pero ella no parece ver nada de eso.
Ella me ve a mí.
Y yo también la veo.
—Te estaré viendo —le digo, mi promesa es tan espesa que podrías
cortarla. Le robo una última mirada al ángel en la librería antes de
escabullirme. Se suponía que esto era una misión de reconocimiento,
un momento para echar un vistazo en sus vidas y reunir información
real, información que la perra de Kami no pudo proporcionar. En
cambio, me encontré directo con ella. La pequeña cosa inocente me
atrapó justo en medio de mi acto travieso.
Sin juicio.
Sin enojo.
Ella estaba embelesada.
Mi corazón se hincha mientras camino hacia mi auto. Una vez
dentro, estoy irritado porque Tanner está explotando mi teléfono.
Tanner: Revisé tus celdas. Creo que te van a gustar.
Tanner: ¿Dónde estás?
Tanner: Monstruo...
Tanner: Maldición, las estás acechando, ¿verdad?
Tanner: No te las lleves.
Tanner: No te las lleves, maldición.
Tanner: Te lo juro, si arruinaste todo esto porque no podías ser
jodidamente paciente…
Sonrío a la pantalla, eufórico como el infierno. Este día ha sido
como una inyección de heroína directa a la vena. Estoy zumbando con
emoción. Mi pene está vivo con la necesidad de poseerla y consumirla.
Yo: No me las llevé. Estoy fuera tomando un café. Calma tu
mierda, hombre.
Tanner: Buen chico.
Mi subidón se desvanece, y frunzo el ceño. Necesito un nuevo plan.
Cuando miro de vuelta en la librería, mi sonrisa ha vuelto. Elise sale de
la tienda, con un libro apretado con fuerza en una mano y un café para
llevar en la otra, mientras que Elizabeth está sentada en el auto ya
esperándola. Elise sube al auto y su cabeza se mueve mientras
balbucea, básicamente manteniendo una conversación consigo misma.
Elizabeth, mi nueva muñeca bonita, todavía está en el momento
conmigo. Ella mira por encima de su hombro y escanea los autos como
si me estuviera buscando. Sus ojos color avellana me buscan. El sol
92 brilla a través de las ventanas, destacando su rostro suave y pálido. La
sonrisa en sus labios regordetes es un regalo sólo para mí.
Por mucho que quiera bajar la ventana y llamarla para que venga a
mi auto, para poder jalarla y llevármela ahora, me abstengo. Apenas.
Con mi mirada hacia adelante, aprieto el acelerador y me alejo
conduciendo antes de romper todas las reglas y arruinar todo.
Ella vale la pena la espera.

—Me estás ocultando algo. —La voz de Tanner tiene un ligero


borde mientras sorbe su bourbon del vaso en su agarre de hierro. Todo
sobre él grita en calma, pero no echo de menos las llamas que
parpadean en sus ojos ámbar o la forma en que sus nudillos se vuelven
blancos con lo fuerte que está sosteniendo el vaso.
—No —miento, con cuidado de mantener mi voz pareja, mi mirada
fija en él.
Él no está en posición de decir nada sobre ocultar cosas uno del
otro. ¿Quieres hablar sobre Kami? Idiota.
Sostiene mi mirada por un momento antes de sacudir su vaso y
tomarse el resto. Sus dedos chasquean, y un momento después, una
morena con curvas es empujada hacia la habitación. Recuperando su
compostura, ella camina hacia nosotros. No estoy interesado, pero mi
polla ha estado a media asta desde que probé a mi Bethany. Ver cabello
marrón largo y labios carnosos es casi suficiente para fingir que es ella.
Si entorno los ojos de la forma correcta...
Estirándome hacia adelante, tomo la botella de bourbon de la mesa
entre nosotros, vierto tres dedos en su vaso y me llevo la botella a mis
labios. La morena se sienta a horcajadas sobre su regazo, pero su
mirada ardiente está sobre mí.
El maestro sólo se inclina ante uno.
Presiono mis labios en la botella y bebo directamente de ella.
Beber. Beber. Beber. Los ojos de Tanner se abren con sorpresa mientras
trago el licor. Tan pronto como el alcohol arde a través de mí, me
recuesto, descansando mi cabeza en el cojín detrás de mí.
Desabrochándome los vaqueros, saco mi polla dolorida de sus confines,
cierro los ojos, y me acaricio. Los ojos de Tanner están en mí, no tengo
que verlo para saber que lo están. Siempre lo están. Este pequeño
espectáculo es para él. Una maldita distracción. Un recordatorio de que
somos un equipo. Que él me necesita tanto como yo lo necesito a él.
Hacer que me necesite más. Porque que se joda Kami.
—Cariño, la polla de mi amigo necesita atención —gruñe a la mujer
93 antes de empujarla fuera de su regazo. Nuestras miradas se encuentran
por un breve momento.
Sus brazaletes tintinean cuando se acerca, la cautela brilla en sus
ojos. Sus instintos tienen razón, pero ella sabe por qué está aquí. El
licor está vivo en mis venas. Y mientras mantenga los ojos cerrados,
puedo fingir. Así que lo hago. Puedo seguirle el ritmo a la farsa de que
esta perra tonta es mi Bethany hasta que tenga a la verdadera debajo
de mí. La idea de conducir mi polla dentro de ella y destruir su himen
hace que mi polla se sacuda en mi agarre. Puedo escuchar pies
arrastrándose. El paquete de un condón siendo abierto. Lo que me
sorprende es cuando una mano fuerte cubre la mía para detener mis
caricias. Tanner desliza el caucho por mi eje.
—Los amigos cuidan de los amigos —me asegura, la lujuria
abundante en su voz.
Forzando mis ojos a abrirse, encuentro su mirada. Si el diablo
tuviera ojos, serían los de Tanner. Fuego, furia y jodida ferocidad
ruedan en sus orbes ambarinos.
—Gracias, maestro —le digo; mi lengua recorre mi labio inferior en
de manera sugestiva.
Su mirada se oscurece cuando el mal se esconde detrás de sus
ojos, y me pregunto si alguna vez se sintió de esta manera sobre un
hombre antes. La necesidad de tocar en lugar de ser tocado. No hay
nada sumiso sobre Tanner, y si él pensara que yo lo haría, estoy seguro
de que me inclinaría y trataría de poseerme.
No va a suceder, mi amigo.
Yo soy el que posee por aquí.
—Por supuesto, Monstruo. —Sentándose en el brazo de mi silla,
chasquea los dedos, y la morena obedece. Como la puta buena que es,
se sienta a horcajadas sobre mi cintura y el alcohol se asienta, rápido y
fuerte. A través de mi bruma, es más fácil confundir a la morena con mi
Bethany. Mente sobre materia. Sus dedos trabajan en tirar de mi
camisa fuera de mi pecho, y yo ayudo, lanzándole mi camisa a Tanner,
que guarda silencio mientras observa.
Sus ojos se amplían mientras asimila la tinta que cubre todo el
lado derecho de mi pecho y torso. Las cicatrices debajo elevan las
escamas del monstruo, por lo que casi parece que se mueve sobre mi
piel con cada respiración que tomo.
—Dime que me has estado buscando —exijo, mis manos sobre las
tetas firmes de la morena. Ella huele dulce. No perfecta, pero sabrosa.
Cuando ella se hunde en mi polla, gimo. Esta perra se siente como una
puta. Suelta como la mierda. Arruina la fantasía y la necesidad de
acabar con ella es abrumadora. Quiero destruir a la muñequita
inadecuada, y arruinada.
94 —No pienses, Monstruo —dice la voz suave de Tanner mientras me
cubre como una manta cálida—. Simplemente finge. No por mucho más
tiempo. Pronto, ella será toda tuya. Podrás chuparla, follarla y hacerla
sangrar.
Un gemido se escapa de mí cuando recuerdo su dulce sabor
metálico. La forma en que su respiración quedó atrapada cuando le
chupé su pobre dedo herido. Cuando finalmente la tenga, quiero probar
su sangre de nuevo. Cuando rompa su inocencia, tal vez lameré los
remanentes a medida que goteen de su coño perfecto, corriendo hasta
la raja de su culo en forma de manzana.
—Eso es —alienta Tanner. Está detrás de mí ahora, sus dedos
fuertes y capaces amasan los nudos en mis hombros, que no sabía que
existían. Como el diablo, susurra cosas en mi oreja izquierda. Pero en
lugar de tener la voz de la razón a mi derecha, él susurra cosas oscuras
allí también—. Tómala. Úsala.
Mis caderas empujan hacia arriba en la aspirante a muñeca
mientras los dientes de Tanner rozan el lóbulo de mi oreja izquierda.
Grandes palmas se extienden sobre mis músculos pectorales antes de
llegar a cubrir mis manos sobre sus tetas. Aprieto con fuerza,
provocando un grito de dolor. Con su aliento caliente en mi oreja y
palmas ávidas de tocarme mientras la toco a ella, dejo que el alcohol me
haga escabullirme. Dejo que la morena ayude a crear una fantasía. Dejo
que el placer se haga cargo.
—Date la vuelta —dice con voz ronca, y ella sin duda oyó su orden.
La entrenada prostituta gira para que su trasero me enfrente sin
romper su movimiento constante deslizándose arriba y abajo en mi eje.
No quiero mirar su culo. Tengo miedo de que el hechizo se rompa si
abro los ojos.
—Métele un dedo al trasero de tu nueva muñeca bonita —instruye
él, su aliento caliente hace que mi polla se sacuda dentro de su agujero
suelto.
Llevo dos dedos a su boca, y él los chupa más allá de sus labios,
su lengua ansiosa por probarme. Cinco dólares dicen que si le pidiera
que pusiera su boca sobre mi pene, él se inclinaría ante mí.
El maestro sólo se inclina ante uno.
Él me chuparía la polla y la adoraría.
Yo lo poseería.
Ya lo hago.
Lo poseo porque la promesa de más es algo que él quiere
desesperadamente pero nunca lo pedirá. Es mi deber provocarlo,
atraerlo y arrastrarlo lentamente hacia mí. Lo quiero de rodillas, pero
no para chuparme la polla. Quiero que lo desee tanto, que se incline
95 ante mí. Lo quiero de rodillas, ahí es donde pertenecen todas mis
obsesiones.
Jodidamente.
Justo.
Frente.
A.
Mí.
Quiero acariciarlos, alabarlos y adorarlos debajo de mí.
Ser dueño de él de esa manera me alimentaría. Imaginen el poder
que me daría.
Sacando mis dedos de su boca con un pop, encuentro la raja del
culo de la morena. Cuando meto los dos dedos dentro de ella sin previo
aviso, ella gime, pero como la zorra ansiosa que es, retoma el ritmo
mientras me folla. Su culo ha sido usado antes, y se afloja al ajuste de
mis dedos. Agrego otros dos sin lubricarlos, forzándolos adentro. Un
gemido dolorido se derrama de sus labios mientras se inclina más hacia
adelante, dándome más acceso. Metiendo el pulgar en mi palma, doblo
mis dedos en un puño y empujo dentro de ella hasta mi muñeca. Los
sonidos que provienen de ella no son de placer. Duele. Bien. Me gusta
bastante usarla como un titiritero con su marioneta inútil.
—Buen chico —respira Tanner contra mi cuello—. Mi monstruo
está aprendiendo. Tomando. Poseyendo.
El maestro sólo se inclina ante uno.
Inclino mi cabeza hacia la derecha, exponiendo mi cuello hacia él.
Una ofrenda. Un bocado. Una jodida probada de lo que más desea. Su
duda es breve, pero luego sus labios carnosos se abren y se cierran
sobre el hueco entre mi hombro y garganta. Espero que bese y chupe,
pero el dolor penetra la bruma del alcohol y la lujuria. Sus dientes se
hunden en mí, mordiendo, y líquido caliente corre de mi cuello sobre mi
pecho. Él es una bestia hambrienta. Muerta de hambre por mí. Justo
como debería ser. Pero él me está marcando. Tomando posesión.
Ese es mi trabajo, hijo de puta.
Follo el culo de la puta con mi puño, forzando su cuerpo sobre mi
polla con el bombeo en su culo. Sangre mezclada con una pizca de
mierda se filtra hacia mi codo. Mis bolas están apretadas con la
necesidad de correrse. Sería mucho mejor si tuviera a mi Bethany, pero
la espera no será para siempre.
Pronto.
Pronto, mi nueva muñeca bonita.
Pronto.
La codiciosa boca de Tanner no está satisfecha sólo con mi cuello.
96 Él quiere más. Sus dientes merodean junto a la carne de mi mandíbula,
y clava sus dedos en mis mejillas, girando mi cabeza. Por un momento
caliente, su aliento se mezcla con el mío. Me arriesgo a abrir los ojos, y
estoy tan contento de haberlo hecho. Su ardiente necesidad es tan
jodidamente desesperada, que me envía sobre el borde. Amo el poder
que tengo sobre él. Tan simple. Tan adictivo. Él quiere atrapar sus
labios con los míos y empujarme con su lengua, arponeando dentro de
mi boca. La intrusión sería enérgica y exigente, al igual que mi pequeño
muñeco maestro en todos los aspectos de su vida. Quiere besarme como
si fuera mi dueño. Pero lo tengo por las bolas proverbiales.
—Mierda —gime contra mi boca, nuestros labios casi tocándose—.
Mierda, Monstruo.
La forma en que gruñe sus palabras, la forma en que el cuerpo de
mi fingida muñeca se ve forzada frotar hacia arriba y hacia abajo a lo
largo de mi polla, finalmente pierdo el control. Mis ojos se cierran, y la
veo.
Elizabeth.
Mi Bethany.
Nueva muñeca bonita.
Ella es una delicia, toda de blanco.
Una jodida princesa.
Mi reina.
Me corro, me corro y me corro, llenando a la ramera con mis
deseos por otra. Apenas he dejado de echar mi liberación cuando me
arrancan a la morena. Estoy perdido por el licor y eufórico por la
fantasía, pero la sangre y la mierda cubren todo mi brazo. Jodida puta
asquerosa.
Monstruo está saciado.
Y maestro todavía tiene hambre.
Tirándola violentamente, la empuja hacia abajo sobre sus rodillas,
entre mis muslos.
—Quítale el condón y chúpalo hasta limpiarlo —gruñe, su agarre
en su cabello oscuro es brutal.
Mi pene se ha quedado inerte, pero la forma en que la hace gritar
me pone duro de nuevo. Ella torpemente quita el condón, y él la libera
lo suficiente como para empujar sus pantalones por sus muslos y
cubrir su polla con una goma. Con sus ojos en los míos, la levanta por
las caderas y se adentra en su coño preparado. Me satisface saber que
él quiere sentir donde acaba de estar mi polla. Los chillidos de ella me
recuerdan a los cerdos que se dirigen al matadero, y él empuja de nuevo
su cabello, forzándola sobre mi polla.
97 Me divierte y me excita la forma en que la maltrata. Ella no es real.
Es una jodida puta. Un coño suelto. Una pesadilla cuando todo en lo
que puedo enfocarme es en mi sueño.
Tanner golpea lo suficientemente fuerte que ella grita alrededor de
mi polla dura, la vibración hace que mis bolas se aprieten. Hace que los
vellos de mis abdominales desnudos se pongan en punta. Esos gritos
despiertan a la bestia, enojan a la bestia, alimentan a la bestia.
—¿Te gusta esto? —gruñe, con los ojos enloquecidos por la lujuria
mientras me mira—. ¿Estás feliz, monstruo?
Seré feliz cuando estés de rodillas adorándome, maestro.
—Sostenle sus manos.
Su orden sale más como un ruego, y toma todo en mí no sonreírle.
En cambio, obedezco, agarrando sus muñecas mientras él saca su
cuchillo del bolsillo de su chaqueta. Abriendo el cuchillo, mira
directamente hacia mí. Tanner se ha vuelto loco. Está fuera de control,
furioso como la bestia que a menudo me reclama. Lujuria, ira y celos
brillan en sus ojos mientras levanta su cabeza ligeramente para que mi
polla esté fuera de peligro y clava la cuchilla en un lado de su garganta.
Corta a lo largo de su carótida sin disculpas antes de liberar la cuchilla
y rugir cuando su herida chorrea como un coño codicioso lanzando su
liberación. Sus ojos permanecen en los míos mientras ella gorgotea
justo encima de mi polla, su peso empujándola más hacia mí. El calor
de su sangre corre a mi alrededor como una cascada de lujuria, y yo
devuelvo mi pene a su boca ahora que apenas puede pelear conmigo,
estando casi muerta y todo eso.
Me corro por su garganta.
Jesucristo, sí me corro, y los ojos de Tanner brillan como las
llamas del infierno cuando la liberación cremosa mancha la sangre que
sale del agujero que él creó.
Tanner también se corre.
Juntos, gruñimos como dos animales salvajes, nuestra matanza se
desangra entre nosotros.
Su mirada hace reclamos. Mío. Mío. Mío.
La obsesión que Tanner emplea es peligrosa. Suficiente para poner
en peligro a mi nueva muñeca bonita si no la contiene. Tendré que
escalar de nuevo. Mantenerlo con la correa apretada. Enseñarle al
maestro cómo no ser un maldito monstruo.
Toma tiempo.
Debes ejercitar paciencia.
Palabras de Tanner, no mías.
98 Yo sólo soy el que obedece esas simples reglas.
Yo ganaré.
Me los quedaré a todos.
Mis muñecos perfectos y preciosos.
Míos.
Tanner sale de la puta muerta y la empuja perezosamente al piso.
Su rostro se desliza por mi muslo, golpeando contra el piso entre mis
piernas. Sus ojos maníacos se centran en mi polla empapada de sangre,
el río carmesí goteando entre mis duros muslos. Como un toro en la
maldita arena, él va al ataque, sus codiciosas manos necesitadas se
deslizan en el lío.
Semen.
Sangre.
Saliva.
Sus dedos recorren el río como si fuera a pintar con los dedos las
malditas paredes con él. Patea la muñeca muerta con una bota pesada
y toma su lugar. De pie como un dragón hirviente sobre mí, se pierde
ante la sangre, mi semilla, yo. Y lo dejo. Permito que se entregue a este
momento caótico, estudiando su respiración, el tic de su mandíbula, el
parpadeo en sus ojos.
Obsesión.
Conmigo.
El maestro sólo se inclina ante uno.
Mi pene se sacude una vez más, y sus manos ya no son curiosas,
sino que están llenas de intención. Recostándome, disfruto la forma en
que adora la sangre, untándola por mis abdominales y mi pecho, luego
mi polla, la sangre de la muñeca falsa aún está goteando de ella. El
intenso placer que me recorre no tiene nada que ver con la necesidad de
correrse y todo que ver con la necesidad de poseer y adueñarse.
Sus manos me dejan y empuña su propia polla dura, acariciando
una y otra vez, hasta que el semen explota en cintas de su gruesa y
cremosa liberación. Me estremezco cuando aterriza sobre mi polla.
Y su columna vertebral se endurece.
Abrupto. Repentino. Agudo.
La realidad se filtra cuando la sangre empapa el cojín debajo de mí
y uso mi camisa para quitar rápidamente su marca.
Ninguno de los dos dice una palabra mientras aparta la mano de
su pene como si hubiera sido quemado. No puedes quemar al diablo,
tonto. Alcanzando su altura completa, tira de sus pantalones, y me
mira.
99 Está retrocediendo.
Y necesito que se quede.
Así que tiro de la correa.
Tiro. Tiro. Tiro. Justo como él quiere estar tirando de mi polla
gorda.
Pasando mis dedos por la sangre en mi abdomen, la llevo a mis
labios y los chupo. Sus ojos me atraviesan mientras mira. El color
favorito de Tanner es el rojo. El color favorito de Tanner soy yo.
Rojo. Rojo. Rojo.
Cuando tenga a todas mis muñequitos en fila, me aseguraré de
conseguirle una pajarita roja brillante para que use.
—¿Quieres ir a La Casa de los Waffles? Estoy hambriento —digo,
como si nada de esto acabara de pasar y él no hubiera sido testigo de
mi rechazo de que me poseyera.
Los monstruos no tienen sentimientos.
Los monstruos no quieren poder.
Los monstruos no intentan burlar a su maestro.
La autoridad hace que su columna se enderece y sus hombros se
cuadren. Lo que sea que necesite, maestro, para hacer que se sienta
mejor. Él fuerza una sonrisa juguetona, pero sé que es difícil cuando ya
ha desnudado el vientre de su bestia. Ofreció su vena más gorda para
que yo hundiera mis dientes en ella. Un maestro no es más que un
hombre mandón en un traje comparado con una bestia que diezma y
devora.
—Tú invitas, idiota —gruñe.
Ambos nos reímos, esta vez no forzados en absoluto.
Tanner siempre compra.

100
~Virgen~

Dillon
No hay suficiente café en el mundo que me mantenga alerta hoy.
—¿Noche dura? —resopla Marcus, tirándose en mi silla,
obligándome a fruncir el ceño y sentarme en la esquina de mi escritorio.
Le echo un vistazo rápido a su traje elegante y pongo los ojos en blanco.
¿Se postulará para el congreso o alguna mierda?
—Jade está en su etapa del embarazo cuando está sexy como el
pecado —murmuro, y sus cejas se levantan casi hasta su cabello.

101 —¿Eso es un problema?


—Bueno, mi polla puede estar de acuerdo que lo es. Tengo la piel
jodidamente irritada porque ella me monta tanto.
Agarrando un bolígrafo, me lo arroja y lo agarro, sosteniéndolo.
—¿Qué demonios?
—Ningún hombre debería quejarse por conseguir demasiado culo
—refunfuña—. Ve a escribir un montón de papeleo y luego te quejas.
Mis ojos se lanzan a su rostro, notando las bolsas que se forman
debajo de sus ojos.
—¿Tú has estado aquí toda la noche?
Empujándose hacia atrás en la silla para estirarse, se frota las
manos sobre el rostro antes de responder.
—Mi noche no fue como estaba planeada, así que vine a ponerme
al día con algunas de esas entrevistas con los trabajadores del club.
—¿Algo que necesites decirme?
Él rueda los ojos.
—¿Me veo como una niña preadolescente que necesita hablar sobre
sus sentimientos?
Lanzo mi pierna, golpeando su tobillo.
—Suenas como una, y aunque me encanta escuchar sobre tu vida
social, me refería a las entrevistas.
Él se sienta hacia adelante, sonriendo con pocas ganas.
—Mierda, lo siento. Sólo estoy cansado.
—No hay problema —gruño. Únete al club.
—Una bailarina. Ella mencionó algo acerca de un hombre que
reconoció de un club diferente que entró y tuvo una acalorada discusión
con el Sr. Law. Dijo que sólo lo vio porque entró a su oficina durante la
charla.
—¿Tenía un nombre para nosotros?
Él agarra una carpeta que debe haber puesto en mi escritorio y la
revisa.
—Ningún nombre, pero sí la dirección de un club llamado The
Vault. Dijo que solicitó un trabajo allí, pero que fue rechazada.
Un gemido deja mi pecho.
—¿Crees que ella esté descontenta y que esta sea su forma de
vengarse?
—De cualquier manera, es la única pista que tenemos, por lo que
vale la pena investigar.
102 —¿Buscaste el club?
—Sí. Es propiedad de un Cassian Harris.
Poniéndome de pie, me coloco la chaqueta y agarro las llaves del
auto.
—¿Antecedentes?
Marcus sigue detrás de mí, emparejando mi paso.
—Nada. Ni siquiera una multa de estacionamiento. Él está
absolutamente limpio.
—¿Demasiado limpio, o sólo un miembro de lo más alto de la
sociedad? —resoplo.
—Vamos a averiguarlo.

The Vault tiene una atmósfera completamente diferente a la que


posee el de la víctima de algún asesino enloquecido. Una mujer nos
saluda en el frente, pidiendo ver nuestra tarjeta y luego que nos
registremos, como si estuviéramos en un spa o alguna mierda. Cuando
le muestro mi placa, sonríe y nos lleva a los sofás de cuero situados a lo
largo de las paredes.
—Si toman asiento, informaré a la gerencia que están aquí. —
Sonríe, ofreciéndonos una bebida mientras esperamos.
—¿Gracias? —respondo, inseguro de si hay una razón por la que
ella sea tan educada. Generalmente los trabajadores son distantes
cuando les mostramos nuestra insignia. Marcus se sienta y decido
hacer lo mismo. Hay dos juegos de puertas dobles, una a cada lado del
“mostrador de bienvenida” y me pregunto qué hay más allá de ellas.
El suelo parece hecho de vidrio agrietado y refleja la luz de una
araña gigante que cuelga del techo, encendiendo el vestíbulo con una
luz brillante. Los hombres entran con trajes de miles de dólares, y luego
desaparecen detrás de grandes puertas negras. Mis ojos encuentran a
Marcus, quien asiente. Este lugar está en su propia liga y no debería
preocuparse por un club como Rebel's Reds. Dudo que haya alguna
verdadera rivalidad entre ellos. Una puerta hecha con un efecto espejo,
muy parecido al muro y al piso, se abre a mi lado. Estaba tan
camuflada que ni siquiera me di cuenta de que había una puerta allí.
—Detectives. —Un hombre alto y bien vestido se para frente a mí,
ofreciendo su mano primero a mí, luego a Marcus. Su tono es profundo,
autoritario. No hay nervios en sus gestos. Es indiferente, sereno, y me
pone en el maldito borde—. ¿Les gustaría venir a mi oficina?
—Sí, gracias —responde Marcus por nosotros, siguiéndolo a través
103 de la misma puerta por donde vino. El tema del espejo continúa por el
pasillo, y mis ojos barren el largo pasillo cuando pasamos algunas
puertas antes de que finalmente entre en una.
Es pequeña y no tiene personalidad. No hay fotos de familia. Ni
computadora u otros electrónicos. Es estéril, excepto por un escritorio
con sillas a cada lado.
Él toma su asiento, luego nos hace un gesto para que tomemos las
otras.
Marcus saca su libreta y un lápiz.
—¿Puedo confirmar quién es usted?
El tipo inclina su cabeza, mirándonos. Sus ojos son del color de la
miel, pero no hay nada dulce sobre la forma en que nos perfora,
quitándonos las capas.
—Soy dueño de este establecimiento —replica, juntando sus
manos y apoyando sus codos en el escritorio.
—Entonces, ¿es Cassian Harris? —aclaro.
—Sí.
—Señor Harris, estamos investigando el asesinato de un tal
Maximus Law. ¿Puede decirme cómo lo conoce? —pregunta Marcus.
Sonrío internamente por la forma en que Marcus planteó la
pregunta. No si lo conoce, sino cómo.
—Lo siento —dice el Sr. Harris—. Me siento en desventaja. —
Sonríe, pero sus ojos están vacíos. Mi sexto sentido envía un escalofrío
por mi columna.
—¿Desventaja? —pregunta Marcus.
—Sí, ustedes saben quién soy, sin embargo, no me han informado
quiénes son ustedes.
Imbécil.
Sacando mi placa, la golpeo en la mesa frente a él. La mira con
intenso escrutinio antes de que una contracción en su labio haga hervir
mi orina. Es un jugador. Es jodidamente bueno que yo sea un jodido
testarudo y haya jugado con las grandes ligas.
Él ignora a Marcus cuando le muestra su placa, sólo tiene ojos
para mí.
—Detective Scott. ¿Qué puedo hacer por usted?
Me pongo la placa en el bolsillo de mis pantalones y me recuesto
en la silla para mostrarle que su pequeño espectáculo no me molesta.
—Puede responder la pregunta. ¿Cómo conoce a Maximus Law?

104 —¿Quiere decir, conocía a Maximus Law?


Tragando el gruñido, sonrío. Ansío golpear su cabeza en la maldita
mesa.
—Tenemos razones para creer que usted lo vio la noche de su
muerte.
Inclinándose hacia atrás, se toca la frente con un dedo y luego
pregunta:
—¿Qué noche murió?
El hijo de puta es más inteligente de lo que le di crédito.
—El diecinueve —responde Marcus por mí.
—Bueno, estuve aquí todo el día y la noche del día diecinueve.
—¿No necesita revisar su agenda? —digo entre dientes.
Él me mira, una chispa se enciende en sus ojos inusualmente
coloridos.
—Puedo recordar los días, detective. El diecinueve fue un jueves, y
los jueves, veo las cuentas, y luego paso las noches relajándome dentro
de un cuerpo cálido.
Me abstengo de poner los ojos en blanco.
—¿Alguien puede confirmar eso por usted?
Una sonrisa malvada se extiende sobre su rostro.
—Por supuesto. —Sacando su celular del bolsillo, marca un
número y lleva el teléfono a su oído.
—Kami, oficina B. Ahora.
—Mientras esperamos, ¿le importaría decirnos por qué un testigo
dijo que lo vio en Rebel's Reds?
—¿Un testigo dijo eso, detective Scott? —Dice mi nombre como si
fuera una mala palabra—. No es un crimen visitar otros
establecimientos. Sólo estaba explorando oportunidades de compra.
Estoy buscando expandirme.
—Entonces, ¿estaba allí para comprar el club? —exijo, mi
paciencia se agota.
Mueve un dedo y sacude la cabeza.
—No, todo lo contrario. El lugar casi no valía la pena mi tiempo, así
que le di las gracias al señor Law y me fui.
—¿Estaba usted al tanto de la participación del Sr. Law en el
tráfico de mujeres?
Una pregunta descarada para estar al principio de la investigación,
pero quiero ver la mirada en su rostro. Él no me da ni un solo indicio de
si sabe o no.

105 La puerta se abre y entra una chica joven con pantalones caqui y
una camiseta sin mangas. Es menuda con cabello rosado, y sus ojos
son enormes y expresivos. Inmediatamente camina hacia donde Harris
está sentado y se arrastra hacia su regazo, mirándonos.
Jodidamente espeluznante.
—¿Puede confirmar su paradero el jueves diecinueve? —pregunta
Marcus, esperando atrapar a Harris al no preguntarle directamente si
estaba con él.
—¿Quién mierda eres tú? —Ella ladea la frente, y su actitud hace
que la risa burbujee en mi pecho. Me recuerda a Jade cuando
comenzamos a trabajar juntos.
Marcus retrocede, disparando su mirada hacia mí. No le gustan las
mujeres descaradas y boconas. Prefiere que una chica actúe como tal.
Harris envuelve una mano por su cintura, sus dedos atraviesan el
borde de sus pantalones y desaparecen más allá de su pelvis. Ella jadea
cuando toca su coño, y Marcus se mueve en su asiento, poniéndose
incómodo. Harris es un jugador de poder. Cree que esto nos socavará y
nos hará querer irnos, pero es un tonto si piensa que no conozco estas
tácticas.
—¿Dónde estaba yo, Kami? No seas tímida —bromea.
—Él estaba conmigo.
Sacando la mano de sus pantalones, la empuja de su regazo antes
de darle un azote en el culo y hacerle gestos para que se vaya.
—Necesitamos su nombre y un testimonio que confirme su
coartada en el registro. Sólo una formalidad —le informa Marcus, sus
ojos entrecerrándose aún más.
—Espero que tengan más que eso para justificar que estén aquí —
afirma Harris en un tono aburrido.
—Simplemente estamos siguiendo todas las pistas y descartando
posibles sospechosos —gruño con una sonrisa en el rostro.
—Bueno, detective Scott, soy un hombre de negocios, no un
asesino. Si el Sr. Law estaba traficando mujeres, es más que probable
que un trato saliera mal. Es un negocio difícil, y no uno en el que quiera
incursionar.
Me pongo de pie, y Marcus sigue mi ejemplo, ofreciendo su mano a
Harris.
—Gracias por su tiempo.
—Me alegra ayudarlos de cualquier manera que pueda.
Cuando nos vamos, Marcus saca un pañuelo de su bolsillo y
comienza a frotarse la mano con él, frunciendo el ceño. Quiero burlarme
de él por tener un pañuelo de anciano, pero está teniendo un colapso.
106 —No pensé cuando ofrecí el apretón de manos... —Se estremece,
negando.
—Es sólo coño, Marcus. No es un virus.
—¿Cómo demonios sé qué pueda tener? —dice bruscamente—.
Claramente trabaja aquí. Sólo Dios sabe cuántos hombres deja que la
manejen así.
Mientras volvemos al auto, hago un gesto con la cabeza hacia su
pañuelo de vagina.
—No traerás eso al auto.
—Es de mi abuelo —refunfuña—. Tiene ochenta y ocho. No puedo
tirarlo. —Frunce el ceño y se lo guarda en el bolsillo.
Sonrío.
—Eso es más coño de lo que ha tenido en mucho tiempo.
—Vete a la mierda, hombre. —Se abrocha el cinturón de seguridad
y me mira.
—Entonces, esto fue un fiasco.
Mis ojos escanean la enorme estructura del club. Es enorme, y ni
siquiera miramos dentro. Algo está mal con ese maldito. La opulencia y
ser dueño de este tipo de negocios puede volver a un hombre muy
arrogante, y espero que eso sea todo. Mi intuición, sin embargo, me dice
que hay mucho más de él y que no es la última vez que lo veremos.
Ha sido un día largo y pesado y todavía no tenemos nada para
seguir. Pasé toda la tarde investigando a Cassian Harris y a cualquier
persona con la que estuviera asociado. Cuanto más cavo, más
desconfiado me vuelvo que no haya nada sobre este tipo. Ningún
pasado. Ningún vínculo con nadie. Su título está en documentos en
algunas propiedades más, pero eso es todo. Incluso al preguntar a
informantes y personas sobre la escena, el nombre de Cassian era
desconocido. Dirigía un imperio, pero nadie lo conocía. La gente daba
nombres diferentes para quien creían que era dueño de su club, pero
nadie confirmaba o podría confirmar si este era el mismo tipo con el que
habíamos hablado. Alguien que es anónimo y usa diferentes nombres
siempre tiene algo que ocultar. Y ese hijo de puta no está saliendo de mi
radar tan fácilmente.
Mi celular vibra contra mi pierna y un mensaje de texto de Jade
ilumina la pantalla.

107 Jade: Dejé la muñeca de MJ en casa de Beth y ella está


gritando porque la quiere, pero estoy haciendo la cena. ¿Podrías
pasar y recogerla de camino a casa?
Encendiendo el motor, envío una respuesta rápida y me dirijo a la
casa de las gemelas.
El sol está bajando. Me encanta esta hora del día, justo en la
cúspide de la noche. Mis pensamientos están con Scarlet, la
trabajadora de Rebel's Reds quien trajo a colación que reconoció al
dueño de The Vault. Él parece ser más un fantasma que alguien que
haría sus propias entrevistas, entonces ¿por qué lo recordaría?
Mañana, le llevaré una foto de Cassian Harris para ver si siquiera
es él de quien ella estaba hablando. Tal vez era alguien más de su club.
Tal vez no sea nada.
Lo que sea, voy a descubrirlo.
~Sin uso~

Benny
Tanner entra en la oficina que me deja usar, el vapor casi sale de
sus orejas. Es tan raro verlo perder su actitud fría habitual.
—Estoy esperando una llamada, luego tendré un trabajo para ti
esta noche —gruñe.
Mis pensamientos van hacia Dillon y verlo en el monitor de video
en el lobby. Cuando lo vi por primera vez, mi ritmo cardíaco se aceleró,
casi saliendo de mi pecho. Mi mano fue directamente hacia mi fiel

108 cuchillo, y tuve que desear que mis erráticos pensamientos se calmaran
así no marchaba allí fuera y convertía el lobby de Tanner en un baño de
sangre.
Ver a Dillon trajo a la realidad el hecho de que, últimamente, mis
pensamientos no se desviaban hacia mi muñeca sucia. Ni una vez ella
se había deslizado en mi mente. En cambio, Bethany había ocupado
todo el espacio. Ella se acurrucó bajo mi piel y me purificaba; lavaba el
impulso de recuperar mi muñequita sucia. Ella siempre me
pertenecerá. Todavía la amo y me la llevaría, pero ella ya no está donde
yace cada pensamiento de vigilia. Mi corazón se siente libre del agarre
que una vez tuvo sobre mí. Ella era tan especial y perfecta, pero me
lastimó al huir y forzó mi mano demasiadas veces. No creo que alguna
vez olvide la deuda que me debe. Su traición tiene un precio, y ella
tendrá que pagarlo. Pero por ahora... por ahora, no voy a quitarle la
vida. La dejaré hasta que llegue el momento. Voy a tomar a mi dulce
Bethany y a dejar fuera el mundo, encerrándonos, juntos.
—¿Benjamin? ¿Oíste una palabra de lo que dije?
No.
—Sí. Tienes un trabajo para mí.
—Tu padre siempre fue genial de tener como aliado, pero él no es
mi único hombre dentro. Mi informante me advirtió que alguien me vio
en Rebel's Reds y le contó todo a los detectives en el caso. Él me está
consiguiendo el nombre y la dirección de la hija de puta de boca floja
que trajo a los detectives hasta mí. Maldito. Infierno. —Su mandíbula se
aprieta y sus fosas nasales se dilatan—. ¿Y, Benjamín? —Le doy mi
atención, disfrutando de la furia que se eleva de él y me cubre—. Quiero
su lengua. Haz que duela. Esto no es por placer.
—Anotado.

Espero por la ráfaga de emoción de ver a mi muñeca sucia.


Rabia.
Emoción.
Abrumadora necesidad y deseo.
En cambio, mi corazón es corroído por el ácido de lo que una vez
fue y lo que me lo hizo. Mi enfoque la deja fácilmente y se fija en mi
impresionante Bethany. Ella se está despidiendo de Muñeca Sucia y
hace una pausa, mirando a los alrededores. Envuelve sus brazos
alrededor de su cintura, y en lugar de entrar, comienza a caminar hacia
la calle.
Enciendo el motor y lentamente la sigo. El material del ondulante
109 vestido púrpura que usa acaricia su cuerpo con cada zancada mientras
el viento recoge las suaves hebras de su cabello oscuro, soplándolas
alrededor de sus hombros y sobre su rostro.
Camina durante unos buenos veinte minutos antes de entrar a la
pequeña ciudad y detenerse frente a una sala de cine. Hay una
multitud reunida fuera, y reconozco a la Bethany equivocada entre la
manada. Un chico larguirucho con una sonrisa lasciva da un paso
adelante para saludar a mi nueva muñeca perfecta y el cuerpo de ella
retrocede. Ella sale de su alcance; sus cejas fruncidas. Su mirada se
dirige a su hermana, quien simplemente se encoge de hombros, y
gesticula: “Vamos, Beth”.
Bethany está visiblemente conmocionada al ver al chico feo. Toda
su actitud cambia con el giro rápido de un interruptor.
—¡Que te jodan, Elise! —grita Bethany, girándose sobre sus talones
y abandonando sus planes.
Saliendo del automóvil, camino por el camino opuesto justo
cuando cruza la calle y se dirige directamente hacia mí. Su cabeza está
hacia abajo mirando sus pies. Sé que no me ha visto cuando casi me
golpea, esquivándome en el último minuto sin levantar la mirada. Mi
aliento se calma mientras debato si tratar de alcanzarla, pero, como si
me sintiera, deja de moverse y mira por encima de su hombro. Sus ojos
color avellana penetran directamente los míos. Es como si todo el
mundo se hubiera detenido y el momento se suspendiera en el tiempo;
dos almas buscando, explotando, conectando.
—¿El acosador de la librería? —pregunta con asombro, una amplia
sonrisa, sólo para mí, juega en sus labios. El mundo se endereza y mi
chico interior refleja su sonrisa.
—Hermosa sangrona —respondo, y luego me avergüenzo cuando
su rostro se pone pálido. Un momento después, estalla con una risa
llena de música, y es impresionante.
—Esa es una nueva.
Ella mira hacia atrás a la multitud al otro lado de la calle, luego a
mí otra vez. El sol está comenzando a ponerse, y la mujer que se
supone que debo matar me viene a la mente, junto con su dirección y
horario de trabajo. La orden de Tanner fue que me encargara de eso
ahora, pero por ahora, puede esperar. Tengo algo más importante que
atender.
—¿A dónde ibas? —pregunto.
Mordiéndose el labio inferior, junta sus manos.
—A casa. —Sus hombros se levantan en un encogimiento mientras
me mira a través de sus gruesas pestañas—. Supongo.
Miro sus labios por un largo momento.
110 —¿Puedo acompañarte?
—Um... claro —dice, ruborizándose con un rojo perfecto que se
extiende sobre su piel pálida de porcelana y su cuello.
Le ofrezco mi mano, y cuando su mano pequeña y flexible se
desliza en la mía, mi pecho se expande con una alegría que no he
sentido en lo que parece ser siempre. Su aroma flota sobre mí con cada
movimiento que tomamos, y casi puedo saborearlo.
Dulce y maduro.
—Me encanta el color de tu piel —le digo, levantando nuestras
manos unidas y llevándola a mis labios. Sus ojos se amplían mientras
me mira.
—Mi hermana dice que debería broncearme. —Ella sonríe a
medias.
—No. Nunca hagas eso. —Mi tono es más severo de lo esperado, y
me preocupo sobre asustarla, pero en cambio, la encuentro
estudiándome con cariño.
—No lo haré. Lo prometo —me asegura, su tono es suave y sin
aliento.
Aprieto su mano más fuerte.
—Tu hermana intenta demasiado ser como ellos.
—¿Como quién? —Sus cejas se arrugan confundidas.
—Todos los demás. Ella podría perderse en un mar de gente y
nadie sería capaz de identificarla, pero tú... —estudio atentamente a
Bethany—, tú... tu belleza es un marcado contraste. Perfecta en todo
sentido. Eres como una nueva muñeca de porcelana, que nunca ha sido
sacada de su empaque.
Su jadeo hace que mis pies se detengan, y ella tira de su mano
apartándola de la mía, y luego cruza los brazos sobre su pecho,
ofreciéndome una sonrisa cautelosa. Las preguntas se sientan en la
punta de su lengua, pero se abstiene de preguntar. Sus ojos se
estrechan mientras me estudia, y me pregunto si habrá descubierto que
fui yo quien le regaló la muñeca.
—¿Dije algo malo?
Sacudiendo la cabeza, me dice:
—No, es sólo... esta es mi casa. —Asiente, gesticulando hacia la
casa detrás de ella. Estaba tan perdido en ella, que no me había dado
cuenta qué tan rápido o por cuánto tiempo habíamos estado
caminando.
—Oh —digo, ofreciendo una sonrisa apretada. No quiero que entre.
Quiero quedarme en su presencia para siempre.
111 Ella será mía.
Mía.
Mía.
—Te invitaría a tomar un café, pero mi madre está en casa.
Miro hacia la casa oscura sabiendo muy bien que no hay nadie
dentro de sus confines ahora mismo. Ella no quiere que entre. ¿La he
asustado? El comentario sobre la muñeca de porcelana sin duda la
puso al tanto, y ahora la he asustado. La decepción me inunda.
—¿Tal vez en otra ocasión? —le digo.
Definitivamente habrá una próxima vez, Nueva Muñeca Bonita.
—¿Tienes teléfono? —balbucea mientras me doy vuelta para irme.
Mi corazón baila en mi pecho.
—Sí. —Sacándolo del bolsillo, se lo doy, con la esperanza de que no
fisgonee y simplemente agregue su número. Ella mueve sus pulgares
sobre la pantalla y me lo devuelve. Mirando hacia abajo al contacto, mi
interior hace combustión. Por un lado, quiero quedarme aquí con ella
para siempre. Pero en por otro, quiero llevármela y alejarla de todos.
Muñeca
1-555-433-5212
Ella sabe. Bethany tiene que saber que le di la muñeca.
Empujando el teléfono en mi bolsillo, mi euforia bulle por mis venas y
hace que mis manos se extiendan para ahuecar sus mejillas. Su aliento
se detiene cuando bajo mi cabeza para encontrar sus labios mullidos y
gordos. Sus manos se agarran a mis muñecas, y sus labios se separan,
llenando mi boca con su aliento afrutado. Un suspiro se le escapa
cuando cierra los ojos. La pruebo, moviendo mi lengua en su boca
expectante y necesitada, devorando y explorando cada centímetro. Ella
es cálida y acogedora, y mi polla se tensa sabiendo que su coño se
sentirá igual de húmedo, igual de caliente, e igual de jodidamente
perfecto.
Sus tetas pequeñas empujan contra mis antebrazos haciéndome
querer rasgar su vestido y reclamarla allí mismo en el maldito césped.
El césped de mi padre. Planeo escribirle una carta cuando regrese a
casa esta noche. Es hora de una actualización, Papi Querido.
El portazo de un auto tira de Bethany fuera de mi agarre. Mirando
más allá de mí, se tensa.
—Oh, hola, Dillon —chilla.
Todos los músculos de mi cuerpo retroceden.
Mierda.

112 Mierda.
Mierda.
Sabiendo que me dejará sin más remedio que tener que matarlo y
llevarme a Bethany ahora, sin ningún plan completamente establecido
para ella todavía, no me doy vuelta.
—Te llamaré —susurro contra su oreja antes de irme, de vuelta
hacia donde dejé mi coche.
—¿No vas a presentarte? —grita a la parte posterior de mi cabeza,
pero sigo caminando, esperando que él no me siga—. ¡Oye! —grita a mi
forma en retirada—. ¿Qué pasa con eso? —Lo escucho decir, pero es
apagado con la distancia. Él no me está siguiendo, y no lo jodí todo
cambiando el plan. Las reglas. Las reglas de Tanner.

Mantengo vigilancia en Rebel's Reds. Esta noche es la reapertura


después de haber sido cerrado por los policías. Algo sobre una
investigación sobre el propietario y el tráfico sexual. No estoy seguro. No
lo sé y no me importa. Nunca le pido a Tanner detalles sobre la gente de
la que necesita que me encargue. Y lo mismo con el gerente de este
lugar. Tanner me dijo que matara a Law, así que lo hice.
Reviso las cámaras, o más importante, la falta de ellas. Tanner
quería que lo hiciera tan doloroso como fuera posible para esta mujer.
Él dice que es la que nos delató a la policía, pero mi subidón por probar
mi nueva muñeca hace que quiera terminar con esto así puedo ir a casa
y ver la furiosa erección que no ha bajado desde que la dejé.
Lo que Tanner no sabe no puede hacerle daño. Le diré que la
estrangulé con mi polla antes de cortar su lengua mentirosa de su
cabeza y hacerla ahogarse en su propia sangre.
Arrastrándome por el terreno, fijo mi cuerpo contra el edificio y me
deslizo detrás de una puerta abierta en la parte posterior del club.
Revisando mi reloj, espero a que ella termine. Un hombre sale hablando
por su teléfono sobre que el nuevo chico que se ha hecho cargo de las
cosas es un idiota. Fuma dos cigarrillos mientras lloriquea y se queja, y
yo pienso en matarlo sólo para evitar tener que inhalar el humo
repugnante. Justo cuando estoy a punto de alertarlo de mi presencia,
regresa dentro.
—Adiós, Jack —dice la voz de una mujer mientras camina hacia la
noche.
Es ella, la mujer de la fotografía que Tanner me dio.
Me acerco sigilosamente detrás de ella, y agarrando cada lado de
su cabeza le rompo el cuello antes de que pueda terminar su chillido
113 asustado. Sacando mi cuchillo del bolsillo, me inclino sobre su cuerpo
caído y saco la lengua de su boca abierta, cortándola y colocándola en
una pequeña bolsa de plástico. Abriendo uno de los botes de basura, la
arrojo dentro. La tapa se niega a cerrar la primera vez, así que tengo
que luchar contra la cosa, incrustándola más adentro. Justo cuando
estoy a punto de hacer mi escapada, Jack vuelve. Él me mira, sus
facciones se estrechan en confusión antes de que su mirada caiga a la
sangre en mi camisa, y luego a la bolsa en mi mano.
Mierda.
El cigarrillo cae de sus labios mientras me muevo rápido,
deslizando la cuchilla de mi bolsillo y lo apuñalo en el cuello con ella.
Sus ojos se abren y sus manos van a la herida chorreante. Retirando
sus manos, mira la sangre con incredulidad antes de caer como un
bloque de hormigón al suelo. Tirarlo en el contenedor de basura va a ser
una tarea más difícil, una que no estoy contemplando. Él puede
quedarse ahí.
Vuelvo a mi auto y aprieto el acelerador.

—Lucy —le grito al monitor, entrando a The Vault por la parte de


atrás y quitándome la ropa en la habitación pequeña con azulejos de
pared a pared. La luz emite un pitido sobre la puerta, y un limpiador
entra, metiendo mi mierda en una bolsa. Empujo a través de la puerta y
avanzo por el pasillo hacia la oficina de atrás, que sólo supe que existía
cuando Tanner me llevó allí para conocer a su Kami. Incluso pensar en
su nombre deja un mal sabor en mi boca.
—Benjamín, no deberías ir allí —chilla Lucy, persiguiéndome. Me
detengo y sus pisadas cesan detrás de mí. Mirando por encima del
hombro, le doy una mirada de advertencia. Sus brillantes ojos azules
parpadean con el impulso de detenerme, como si pudiera, pero algo en
mi mirada la hizo detenerse. Sosteniendo sus manos con derrota,
murmura—: Te advertí.
Emerjo por la puerta y dejo caer la bolsa que sujeta la lengua de la
chica muerta.
Dentro de la extraña caja de cristal está Kami, su cuerpo desnudo
de toda la ropa. Ella está cubierta de moretones y cortes; su carne es
un lienzo de sangre y dolor. Sus tetas se presionan contra el cristal
mientras Tanner embiste su coño, y... él está desnudo. Yo nunca lo vi
sin toda su ropa antes. Su cuerpo ondula y se tuerce con crudo poder.
La piel bronceada natural se estira sobre el músculo duro, sus
antebrazos envueltos alrededor de su cuello, sosteniéndola en una
114 especie de llave de cabeza. Y a pesar de sus muchas heridas, ella grita
de placer.
Los ojos de ella se posan en mí a través del cristal, y una sonrisa
diabólica se levanta en sus labios hinchados.
—Eres una perra malvada. Odio follarte. ¡Me das asco, sucia puta!
—grita mientras la penetra, casi levantándola del suelo. Él está tan
dedicado a su lujuria, que ni siquiera me nota en la habitación. Mi
corazón se encoge dentro de su hábitat, todo el poder que alguna vez
pensé que tenía, huye de mí, riéndose con mofa. No soy su dueño. Ella
lo es.
Tirando de ella, él hace girar su cuerpo para enfrentarlo y le da un
revés en el rostro. Ella escupe sangre cuando gira la cabeza hacia un
lado. Su mano se levanta en represalia, pero le falta impulso. Está
cansada y más débil que él. Sus ojos se encienden mientras la mira.
Envolviendo su mano alrededor de su pequeño cuello, él la levanta del
suelo y la clava contra el vidrio, su cabeza alcanza una altura muy por
encima de él. Noto marcas sobre el cuerpo de él: Cortes, hematomas,
marcas de arañazos. El suelo de su celda de mierda está plagado de
armas: Cuchillos, garrotes y juguetes sexuales.
—Yo gano —le dice mientras su cuerpo deja de pelear contra su
agarre y comienza a quedar flojo—. No te canses todavía, mi preciosa
puta del dolor. —Suelta su cuerpo, y ella cae al piso con un golpe. Su
cuerpo se sacude mientras tose y escupe más sangre.
—Me rompiste un diente —se ahoga.
Él le sonríe.
—Te haré una cita en el dentista. Ahora, deja de parlotear y abre
esa boca sucia. —Sus labios se separan, y él empuña su gruesa polla
dura. Nunca lo había visto tan duro antes, tenso, con las venas
abultadas. Sus párpados bajan cuando la contempla y se acaricia—.
Folla tu agujero de puta para mí, Kami. Yo gané esta vez.
Su mano se extiende por el suelo, tirando de una polla púrpura
falsa hacia ella. Ella escupe sangre en la punta, luego baja el dispositivo
entre sus piernas. Se eriza al principio, luego sus pesados jadeos
coinciden con los de él. El sonido de la piel deslizándose sobre la piel y
su podrido coño mojado sorbiendo cada empuje viaja a través de la
habitación, rebotando en las paredes.
Mierda, la odio.
Han arruinado todo.
Estaba en un subidón tan bueno.
El semen sale de Tanner directamente en su boca esperando. Él
retuerce su polla hasta secarla, luego sostiene su mano sobre su boca.
—Traga como una buena chica. Déjame poseerte por dentro y por
115 fuera.
Que la jodan.
Que lo jodan.
Salgo de la habitación.
Los dejo.
Lo dejo.
Sin contaminar

Elizabeth
Estoy zumbando.
Volando en una nube.
Ese beso. Oh. Mi. Dios. Fue todo. Nunca antes me habían besado
tan intensamente, como si fuera la persona más importante del planeta.
Sus ojos marrones brillaban con deseo, deseo que quería lamer y
quemar mi piel. Dillon, Dios lo perdone, realmente arruinó mi momento
mágico.
116 Mi charla con Dillon fue un borrón. Ni siquiera recuerdo lo que
dijo. Algo sobre comprobar para evitar que Jade se preocupe por mí
dando vueltas sola por la casa de nuevo. Afortunadamente para mí,
mamá no tardó mucho en ir tras él. Él conversó con ella un rato
mientras yo solo fingía escuchar. En realidad, no escuché ni una
palabra. Estaba aturdida. Revisé desesperadamente mi teléfono cada
tres segundos, y Dillon me miró con los ojos estrechados. Sabía que
sentía curiosidad por mi nuevo galán, pero yo no divulgaba nada.
Una chica nunca besa y cuenta. Y esto se sentía muy especial.
Quería mantenerlo solo para mí. Como si que yo hablara al respecto, la
gente juzgaría y amortiguaría esta agitación arremolinándose a través
de mis terminaciones nerviosas. He leído sobre personas que tienen una
conexión y ese amor instantáneo que obtienes en algunas novelas
románticas. Siempre fui consciente de que era ficción, solo se
rumoreaba que era posible. Pero si el hormigueo subiendo por mi
espina dorsal y el zumbido de lo que se siente como el calentamiento de
la electricidad y descarga a través de todo mi sistema nervioso no es la
prueba de tales conexiones, no sé lo que es.
Después de una larga ducha caliente donde mis pensamientos
reprodujeron el beso una y otra vez, me encerré en mi habitación. No
tengo llamadas perdidas o mensajes de texto. La decepción surge a
través de mí. Con un suspiro, abro la ventana de mi habitación y me
asomo. El aire cálido se mueve a mi alrededor, y mi bata se abre,
mostrando mis pechos a los árboles oscuros que flanquean nuestra
propiedad. Mordiéndome el labio, tiro de mi bata a mi alrededor.
Todavía estoy buscando en la oscuridad cuando mi teléfono suena.
Corriendo hacia él, me siento en la cama.
Elise: Realmente lastimaste los sentimientos de Jason
corriendo así. Es un buen chico al que realmente le gustas.
Desearía que le dieras una oportunidad.
Decepción seguida por una irritación extrema me invade mientras
tipeo mi respuesta.
Yo: Él no es mi tipo.
Elise: ¿Cuál ES tu tipo?
Cierro los ojos, recordando mi beso de antes. La forma en que me
consumió de una manera que Jason nunca sería capaz de hacer.
Yo: Alto. Cabello oscuro. Musculoso. Tatuajes. Guapo. Maduro.
Alguien que me besa como si fuera su todo.
Los tres puntos se mueven mientras ella responde. Casi puedo
sentir que ella pone los ojos en blanco.
Elise: Buena suerte. Chicos como ese no existen.
Quiero decirle que sí lo hacen, que esta noche besé uno, pero
117 decido no hacerlo. Elise solo me aguara la fiesta. Manchará mi
momento con su “hermana mayor” y su sabelotodo.
Yo: Todavía no estoy interesada en Jason. Nunca lo estaré, así
que olvídalo. Noches.
Mi mirada se dirige a mi escritorio y mis ojos saltan fuera de mi
cabeza cuando veo una nueva muñeca sentada junto a las otras dos. Él
ha estado en mi habitación. Dillon enloquecería su mierda si supiera...
que es exactamente la razón por lo que nunca se puede enterar. Calor
me inunda. La nueva muñeca que está en mi habitación debería
asustarme, pero en cambio, lo encuentro dulce. Tres muñecas de mi
acosador. Mi acosador de la librería. Al menos, espero que sea él.
Ella no responde por un largo tiempo. Cuando mi teléfono vuelva a
sonar, espero ver a Elise enviando mensajes de texto, pero es un
número que no reconozco. Mi corazón revolotea como una mariposa
sobrevolando una flor que tan desesperadamente quiere aterrizar.
Desconocido: Desearía que nuestro beso no hubiera terminado.
El calor arde en mi piel como si hubiera pisado un fuego ardiente.
Camino de regreso a la ventana y miro hacia los árboles. Mis ojos se
esfuerzan mientras busco movimiento. Creo que veo algo blanco, pero
mi mente probablemente me está engañando. Derrotada, me vuelvo a
sentar en mi cama.
Yo: Me gustó demasiado. ¿Cuál es tu nombre?
Desconocido: Mis amigos me llaman Monstruo.
Frunzo el ceño. Él está lejos de ser un monstruo. Es como uno de
esos ángeles guardianes calientes sobre los que lees en novelas
románticas. Alfa y gigante y fuerte. Apuesto a más no poder. Su
protección ondula de él en ondas. Tal vez es un juego con su nombre, o
tal vez fue un niño feo que creció para ser perfecto, dando un gran
jódete a los que no le dieron una oportunidad por ser diferente.
Encuentro belleza en lo diferente.
Yo: ¿Cómo puedo llamarte?
Quiero separarme de los que él llama amigos. Quiero mi propio
nombre especial para él, uno solo para nosotros.
Desconocido: ¿No somos amigos?
Yo: Esperaba más...
Desconocido: La próxima vez que nos veamos, te lo diré para
que sepas cómo llamarme cuando gimotees mi nombre.
Si no estaba avergonzada antes, sin duda lo estoy ahora. Imágenes
de nosotros desnudos, revolcándonos en una cama, hacen que un
gemido bajo ondee de mí. No quiero que él sepa lo inexperimentada que
soy o el efecto que el mensaje tuvo sobre mí, así que trato de mantener
118 la calma.
Yo: ¿Me estás mirando?
Desconocido: Desearía estarlo. Lamentablemente, estoy solo
con solo mi imaginación.
Frunzo el ceño porque el destello blanco que vi fue definitivamente
un producto de mi imaginación.
Yo: ¿Puede imaginarme gimiendo, maestro?
Enviar. Oh, Dios.
Yo: Maestro*
Maldita sea.
Yo: ¡Monstruo! ¡Monstruo! Oh Dios, la autocorrección acaba de
matarme.
Quiero acurrucarme en una pelota y esconderme en mi edredón.
Mi corazón martillea como un caballo salvaje tratando de ser
domesticado dentro de mi pecho.
Desconocido: Quiero hablar contigo.
Acabo de guardar su número en mi teléfono cuando suena en mi
mano. “Monstruo” parpadea en la pantalla, y casi lo dejo caer en mi
prisa para responder.
—¿Hola? —chillo, mi voz ligeramente temblorosa.
—Hola, Muñeca. —Su voz es profunda, ronca, áspera. Hace cosas a
mi interior. Los enciende en llamas. Los pone boca abajo. Envía
corrientes de electricidad que surgen a través de ellos.
Todavía estoy avergonzada de haber tipeado “Muñeca” cuando
agregué mi número en lugar de mi nombre, pero no puedo evitar
preguntarme, basado en sus comentarios, si fue él quien me regaló las
muñecas. También di el nombre de Muñeca porque no estaba
exactamente lista para decirle mi nombre y me gustó la idea de
esconderme bajo mi personaje de muñeca. Parecía apropiado en el
momento. Ahora... no estoy tan segura. Me hace sentir como una niña.
Él es mucho mayor que yo, y ahora me pregunto si me ve como esta
tonta y joven chica. La decepción en mí misma me hace estremecer.
—Hola, Monstruo.
Ambos estamos callados por un momento, y me siento incómodo.
Mis inseguridades están parpadeando como un letrero de neón.
—Um, yo... —Me apago.
—Llámame maestro, muñequita. Me gustan los sonidos de tu
respiración.

119 Mi corazón se salta un latido.


—Tu voz suena más profunda en el teléfono. Es como si me
atravesara. Como si estuviera dentro de mí. —Quiero pegarme a mí
misma por sonar tan estúpida. Un gruñido de vergüenza se me escapa.
—Mmmm, bonita muñeca —murmura—. Me gusta la idea de mí
dentro de ti.
Me atraganto con mis palabras mientras un pulso de cálida
excitación inunda mi cuerpo. Él es tan atrevido. He estado alrededor de
Jason, que también es atrevido, pero de una manera totalmente
diferente. Con Monstruo, eh... maestro, quiero que me diga cosas
sucias. Que me bese y me toque.
—Yo... yo ni siquiera te conozco... —digo, mis músculos se tensan
y hormiguean cuando las sensaciones extrañas bailan en mi estómago.
—Yo creo que sí —dice en un tono que me hace pensar que está
insinuando a la muñeca. Él se ríe, y mi cuerpo arde de deseo—. Me
conocerás bien, y muy pronto. Eso, te lo puedo prometer.
Me muerdo el labio.
—¿Vamos a salir en una cita?
—Vamos a ir a todas las citas. Voy a besarte de nuevo, Muñeca.
Voy a pasar más de tres segundos explorando tu dulce boca. Te he
estado anhelando desde el momento en que hablamos en la librería. Sé
que sientes lo mismo. —Su tono es tan presumido. Tan seguro. Y él está
absolutamente en lo cierto. ¿Qué es esto?
Mis emociones se desbordan, ondulando a través de mi cuerpo
como una tormenta sobre el océano. El tira y afloja es caótico e
incontrolable. No puedo luchar contra eso. No voy a luchar contra eso.
Simplemente no quiero.
—Quiero eso —murmuro, mis palabras una vez más sintiéndose
infantiles en mi lengua.
—Lo sé.
Me río, algo de la tensión abandona mi cuerpo.
—Estás tan seguro de ti mismo.
—Lo estoy. A veces solo tienes una sensación abrumadora,
Muñeca. Eres ese sentimiento abrumador. Caló profundamente en mis
poros. Se apoderó de mis terminaciones nerviosas. Sacudió mi solitario
espíritu de vuelta a la vida. —Su tono se oscurece—. Te quiero como
nunca he querida nada en toda mi vida.
Él me habla de la misma manera que los héroes en mis libros.
Machos alfa, los llaman. Autoritario y seguro y sexy. Dominante.
Mientras Elise está tratando con chicos tontos, tengo un hombre real en
la otra línea. Un hombre que quiere devorarme.
120 —¿Qué pasa si no soy suficiente? —pregunto, mi voz apenas un
susurro.
—Eres todo —gruñe.
Nunca me han gruñido de una manera tan posesiva. Revuelve mi
cerebro y me hace tener pensamientos irracionales.
—Quiero verte ahora —suelto, mi mirada revoloteando hacia la
ventana. Tal vez él está afuera. Ilusión.
Otro gruñido.
—Pronto. Lo prometo.
No entiendo la abrumadora necesidad que surge a través de mí. Me
consume. Me transgrede. Me perturba. Me molesta.
—¿Cuándo? —Oh Dios, sueno tan necesitada.
—Mañana —promete.
—Está bien. —Mi voz se rompe, y lo odio. No es de extrañar que no
me vaya bien en el departamento de novios como mi hermana. Apenas
puedo hablar con alguien potencial por teléfono sin convertirme en una
psicópata.
—Muñeca —gime, su voz ronca—. Mándame una foto tuya.
El calor surge a través de mí.
—Acabo de bañarme. Mi cabello es un desastre. No tengo
maquillaje.
Él está en silencio además de su respiración irregular. Y por un
momento, me temo que lo he asustado.
—Por favor. —Su tono es casi triste. Suplicante. Tan necesitado
como me siento. Emoción que muestra solo para mí. Solo para mis ojos
Trago.
—Está bien.
Pongo el teléfono en el altavoz, lo giro y me estremezco cuando veo
mi reflejo. Mi cabello está mojado y enredado. Mi rostro está pálido e
hinchado. Pero es entonces cuando veo mi pezón asomándose por la
abertura de mi bata. Alineando la cámara donde apenas es visible,
sonrío antes de tomar la foto. Se siente travieso, tomar una foto de mi
pezón. Quiero que piense que es un accidente.
Antes de que pueda cambiar de opinión, presiono enviar y escucho
el zumbido en su extremo.
—Te dije que parecía un desastre —susurro.
Otro gruñido resuena a través de la línea. Llega profundamente
dentro de mí, poseyendo una parte de mí que nunca pensé que existía.

121 —Ponme en ese Facetime que hacen estos teléfonos. —Su orden es
caliente y no deja margen para discusión. Y no quiero discutir. Quiero
verlo. Con impaciencia, aplasto el botón, y en cuestión de segundos, su
hermoso rostro me está mirando.
Pero él está enojado.
Ceñudo.
Enfurecido
Arrugo la frente.
—Estás enojado.
Él muerde el interior de su labio, y no puedo evitar lamer el mío en
respuesta.
—No estoy enojado —me asegura, su mandíbula hace tictac de una
manera enojada—. Muéstrame el resto.
Me hago la tonta.
—¿Q-qué?
Su mirada se suaviza, y él sonríe. La sonrisa que ilumina su rostro
le da una cualidad juvenil que calienta mi corazón.
—Soy como un adicto, Muñeca. No puedes darme una pequeña
calada y no esperar que anhele más. Quiero una sobredosis de ti. Lo
necesito. Drógame, hermosa.
Estoy perdida en la forma en que me suplica estas cosas sucias.
Me encuentro tironeando de la cuerda de mi bata, exponiendo mi
pecho. No puedo, sin embargo, encontrar el valor para mostrarlo.
¿Qué pasa si no le gusta lo que ve?
¿Qué pasa si mis senos son demasiado pequeños?
¿Qué pasa si él cuelga?
—Por favor. —Otra vez con la súplica que enciende mi corazón.
Cerrando mis ojos, arrastro el teléfono hacia abajo, revelando mis
pechos. El aliento de su respiración me dice que le gusta lo que ve. Mi
propia respiración es irregular y desigual.
—Más, Muñeca.
Me encuentro con su mirada una vez más en la pantalla. El
hambre y la oscuridad parpadean en sus ojos. Me excita tanto, que
apenas puedo soportarlo.
—Mu-muéstrame tú —desafío, mi voz ronca por la necesidad. He
escuchado historias de horror de chicas haciendo cosas como esta y
quemándose, pero la expresión en su rostro, la necesidad en su voz, el
dolor abrumador que se apodera de todo mi ser, me dice que esto es
más. Estas son dos almas alcanzándose el uno al otro. Al igual que la
gravedad, estamos siendo atraídos el uno por el otro.

122 Él se ríe.
—¿Estamos negociando?
Me lamo los labios y asiento.
—Sí. Es lo justo.
—Te muestro mi polla, ¿y me mostrarás tu perfecto coño?
Un jadeo audible brota de mis labios antes de que pueda
controlarlo. Mis palabras permanecen alojadas en mi garganta mientras
lo veo conmocionada. Me refería como su pecho desnudo o algo así.
Pero ahora que él está ofreciendo su polla, tengo curiosidad por eso. ¿Es
largo? ¿Grueso? ¿Venoso? ¿Perforado? No hemos hablado sobre su
edad, pero es obvio que es mucho mayor que yo, y con su aspecto,
probablemente ha estado con muchas mujeres. No quiero que piense
que soy una niña ingenua. Quiero que me vea como un ser sexual,
alguien capaz de mantenerse al día con él.
—Está bien —digo, los nervios danzando en mi interior.
Un gruñido.
—Eres una buena chica, Muñeca.
Su alabanza me envuelve como la luz del sol. Caliente. Brillante.
Vigorizante. Quiero absorberlo y acostarme debajo de él todo el día. Tira
el teléfono hacia abajo, y yo puedo mirar el ventilador de techo en su
habitación mientras él se mueve. Entonces, escucho los resortes del
colchón chirriar. Cuando vuelve a agarrar el teléfono, puedo ver su
pecho y cuello tatuados. El calor inunda el sur y dejo escapar un
pequeño maullido. El tatuaje en su cuello sigue por encima de su
hombro, a través de su pectoral, y por el costado, las garras de la bestia
cavando en el área de las costillas. ¿Es por eso que lo llaman Monstruo?
Por el tatuaje de eso, ¿una bestia rabiosa que se mueve como él? La
brutalidad mezclada con su belleza es un contraste impresionante.
—Estoy lista —susurro.
—Bien —dice—, porque ahora que he comenzado contigo no puedo
parar.
Ni siquiera puedo procesar sus palabras. Simplemente estoy
perdida en este momento travieso con él. Cuando la pantalla comienza
a descender por su pecho bellamente tallado, no puedo evitar quedarme
boquiabierta. Nunca he visto a un hombre así de esculpido a la
perfección en la vida real. Está construido como un modelo. Cincelado e
impecable. Pero hay algo oscuro en él. Como un bello modelo criminal.
Algo familiar también, como si nuestras almas se conocieran. Todavía
estoy anhelando sus abdominales cuando veo un vistazo de la raíz de
su polla.
Grueso y venoso, tal como lo había imaginado. El vello oscuro que
lo rodea está recortado. Mi boca se hace agua. Sé que mis ojos están
amplios con asombro. Debería temerle, estar intimidada tal vez, pero el
123 poder que poseo para ponerlo tan duro —tan deseoso y codicioso de
verme— me vuelve loca. Él está dispuesto a compartirse. Tan
vulnerable. Tan sorprendente. Tan mío.
—Más —lloriqueo, queriendo ver toda la cosa.
Su rostro se muestra de nuevo, y tan sexy como es su rostro
barbudo, quiero ver su polla.
—Muéstrame tu coño. ¿Está mojado?
Dejo escapar un sonido ahogado.
—No lo sé.
—Muéstrame. —Su tono es feroz y exigente.
Cedo a sus palabras. Jesús, realmente cedo a ellas.
Mi pantalla se arrastra a lo largo de mi cuerpo, y cuando llego a mi
coño desnudo, sostengo la cámara quieta. Los gemidos de él hacen
palpitar mi núcleo.
—¿Estás mojada? —pregunta de nuevo, su voz gutural y ronca.
—Muéstrame lo que quiero ver —negocio—, y te mostraré.
Inclino la pantalla para poder verlo, y lo que veo me hace gimotear.
Su fuerte mano tiene toda su gruesa polla en su mano. Está duro como
la piedra. La cabeza brilla con pre-semen. Se acaricia lentamente, y me
encuentro obsesionada con la forma en que las venas de su antebrazo
se abultan con el movimiento.
—Eres tan grande —susurro.
—Muéstrame tu dulce coño, Muñeca.
Sus palabras son como gasolina en las llamas parpadeando dentro
de mí. Arrastrando la pantalla hacia abajo, le muestro como me lo pidió.
—Más. Separa las piernas y muéstrame cuán mojada estás —
gruñe. Su respiración es ruidosa mientras continúa acariciándose.
Dejo caer los muslos separados, sintiéndome completamente
tímida pero también traviesa, sexy, femenina, lo obedezco. Estoy a
punto de traer el teléfono de nuevo hacia arriba para que pueda ver su
polla de nuevo cuando grita una orden.
—Dedos. Dentro. Ahora, Muñeca.
La forma en que dice las palabras me marea. Esto es sucio y
retorcido. Apenas lo conozco. Diablos, ni siquiera sé su nombre. Sin
embargo, aquí estoy, mostrándole partes de mí que nadie ha visto
antes, tocado antes. Deslizando mi mano libre hacia abajo, empujo mi
dedo en mi abertura resbaladiza.
—Más. Pon más dedos dentro de mi bonito coño. Quiero que estés
saturada de necesidad. —Está prácticamente gruñendo sus palabras,
perdiendo el control. Al igual que los hilos que lo detienen se rompen.
124 ¡Pop! ¡Pop! ¡Pop! Me siento poderosa sabiendo que tengo tal control
sobre un hombre. Este hombre.
Empujo otro dedo adentro.
—Un tercero —sisea.
—Es demasiado apretado —susurro—. Quema.
—Pon tres dedos en tu agujero, Muñeca. Hazlo ahora. Mi polla va a
jodidamente quemar realmente cuando la empuje dentro de ti, así que
necesito que te pongas bien y lista.
Me quejo ante sus palabras. Él quiere follarme. Monstruo quiere
follarme. Estoy zumbando con la necesidad y la emoción. Perder mi
virginidad con el hombre más sexy que he conocido se siente como un
sueño. Una fantasía hecha realidad.
Empujando el tercer dedo, grito. Duele. No entiendo cómo encajará
su polla gigante allí.
—Joder —gruñe—. Maldita sea, eres tan perfecta.
Sonrió bajo su alabanza.
—Gracias.
—Toma tus dedos resbaladizos y toca tu clítoris. Quiero oírte
gemir, Muñeca, mientras miro dentro de tu abierto y tembloroso agujero
—dice con voz ronca. Su voz está rota y desesperada. Una vez más, el
poder surge a través de mí.
Deslizando mis dedos de mi sexo dolorido, empiezo a masajear mi
clítoris. Es difícil sostener el teléfono con una mano mientras me
masturbo con la otra, pero hago todo lo posible por él. Mis ojos se
agitan cerrados, y me pierdo en el momento, imaginándolo encima de
mí. Dominándome. Mordisqueándome la garganta y golpeando dentro
de mí. No pasa mucho tiempo antes de que esté perdiendo la cabeza a
un orgasmo solo posible gracias a él. Mis orgasmos nunca se sienten
tan bien. No agarran mi alma por el cuello y la sacuden.
—Maestro —grito, mi cuerpo entero se sacude de placer. Mi coño
se contrae, palpitando con mi corazón acelerado.
—Déjame ver tu rostro —gruñe.
Levanto la pantalla hacia donde estoy mirando su polla de nuevo,
mirando directamente a la punta mientras se masturba. Pronto, gruñe,
y su semen sale disparado contra la pantalla. Es la cosa más erótica
que he visto en mi vida.
Mis ojos se agitan cerrados mientras limpia su teléfono. Ahora que
estoy satisfecha, apoyo el teléfono contra la almohada y me acurruco de
costado. La somnolencia me rodea con sus garras, amenazando con
arrastrarme hacia abajo.
—Eres tan hermosa. Cántame una canción, Muñeca.

125 Le canto una de mis canciones de cuna favoritas. El de la Señorita


Polly. Mis ojos están cerrados, pero puedo escuchar su respiración
pesada, ya que parece nublarse a mi alrededor, poseyéndome. Él es tan
intenso. Nunca antes había conocido a alguien así. Él es diferente.
Especial. Mío.
Mis ojos se abren ante ese pensamiento.
Él me está mirando con ojos suaves. La expresión en su rostro
derrite mi corazón.
—¿Crees en el destino? —pregunto, un suspiro en mis labios.
Él asiente, algo parecido a la tristeza revoloteando brevemente en
sus ojos.
—El destino te trajo de vuelta a mí.
—¿Qué quieres decir?
Negando con la cabeza, sonríe.
—El destino nos hizo tropezarnos en la librería.
—El destino sabe lo que está haciendo. —Bostezo.
—Mantén tus dedos sucios para mí, Muñeca —murmura—. Pero
quiero que te vayas a dormir ahora. Necesitas tu descanso.
—¿Por qué? —Bostezo de nuevo, apenas capaz de mantener los
ojos abiertos.
—Porque voy por ti.
Me estremezco y parpadeo mis ojos abiertos.
—¿Lo estás?
—Iré por ti muy pronto. Vamos a ser tan buenos juntos. No corras.
La ferocidad en su voz indica algo mucho más oscuro que una
simple cita o una aventura de una noche. Pero leo demasiado en todo.
Mi mente ya ha conjurado la idea de que el Maestro y su Muñeca son
novio y novia. He nombrado a nuestros tres futuros hijos. Ya empecé a
firmar su apellido que ni siquiera sé en mi mente.
—No puedo esperar —le aseguro. Lo que sea que él quiera, estoy de
acuerdo. Cualquier cosa para que me mire con tal posesión
parpadeando en su mirada.
—No tendrás que hacerlo por mucho tiempo.

126
Único

Benny
—Vístete —gruñe Tanner—. Nos vamos en diez.
Me froto el sueño de los ojos y aprieto los dientes. Mi plan era
levantarme y descubrir una forma de ver a Bethany. Estoy irritado que
Tanner me hace ir a un encargo de mierda al amanecer antes de que
tenga la oportunidad de hablar con ella.
Mientras tomo una ducha rápida y me cepillo los dientes, no puedo
evitar recordar todas las suaves y pálidas curvas de su cuerpo. Nunca
127 había visto algo tan hermoso antes. Perdí la cabeza un poco anoche.
Exigí cosas de ella antes de que pudiera controlarme.
Pero mi nueva muñeca bonita obedeció mis órdenes.
Me mostró su carne perfecta y se hizo venir.
Nunca esperé que fuera tan flexible. Es como si hubiera sido hecha
solo para mí, una pareja que finalmente se ha unido.
Estoy jodidamente obsesionado con ella.
Me visto con unos oscuros vaqueros agujereados y una ajustada
camiseta negra de Metallica antes de meter mis pies en unas botas. Una
vez que salgo de mi habitación, encuentro a Tanner apoyado contra la
pared junto a la puerta, con dos cafés de Starbucks en sus manos. Sus
ojos ambarinos están tranquilos y relajados. La tensión que he sentido
por él últimamente ha disminuido.
Eso me enoja.
La dinámica entre Tanner y yo ha cambiado. Kami tiene la culpa,
solo lo sé. Si pudiera averiguar cómo cortarle la garganta y esconder el
cuerpo sin que Tanner lo descubriera, lo haría. Todavía puedo. Voy a
pensar en ello.
Estamos en silencio mientras caminamos hacia su Escalade negro.
Conduce unos buenos diez minutos antes de hablar.
—Supongo que el encargo fue bien —dice, con los ojos en el
camino.
Tanto ha sucedido entre entonces y ahora, que toma un momento
para que mi mente se ponga al día.
—Sep. La perra gritó como un cerdo atrapado cuando corté su
lengua. —Miro por la ventana lateral para que no vea la mentira escrita
en mi rostro.
—Hmmm. ¿Y el otro hombre fue solo una víctima?
—Eliminar los testigos. Primera regla del Club Tanner.
Él resopla, y yo sonrío.
—Tengo un regalo para ti, Benjamin. Algo que has trabajado duro
para merecer —dice, orgullo en su tono.
Mis hombros se relajan y me apoyo contra el cuero.
—Si es otra muñeca, no me interesa.
—Mejor —me asegura—. Mucho mejor.
Conducimos y conducimos. Pierdo la noción del tiempo, pero
estamos al menos una hora fuera de la ciudad cuando da vuelta en un
camino de tierra bordeado de árboles gruesos a cada lado. Los nervios
se encienden dentro de mí.
128 ¿Me está llevando aquí para matarme?
Él puede jodidamente intentarlo. Otros lo han intentado y han
fallado.
Nah, si Tanner me quisiera muerto, habría tratado de cortar mi
garganta en mi cama mientras dormía y que sus limpiadores se
encargaran de mi cuerpo.
El camino de tierra continúa por bastante tiempo. La anticipación
se acumula dentro de mí. Estoy zumbando y no puedo decir si es el
café, lo que está por venir o ambos. Finalmente llegamos a una casa
rodante. Es cutre y vieja. La decepción se filtra a través de mí. Esperaba
algo más agradable.
—No hagas pucheros, Benjamin. Esa no es tu sorpresa.
Aprieto los dientes, pero asiento. Estaciona el Escalade y sale. En
su traje, se ve fuera de lugar contra el telón de fondo selvático. Lo sigo
alrededor del remolque hasta la parte trasera. Cuando veo una
superficie elevada de concreto con una puerta incorporada, mi emoción
retumba a través de mí una vez más.
—¿Qué es? —cuestiono.
Él me arroja una llave en un llavero de calavera.
—Compruébalo, Monstruo. Es todo tuyo. —Su sonrisa es lobuna,
pero no pierdo el pequeño destello de incertidumbre en sus ojos. Quiere
que me guste lo que sea que sea. Ya lo hago.
Abro el candado y lo desengancho de la puerta, lo arrojo al césped
y abro la puerta oxidada. Cruje en señal de protesta, y estoy
impresionado de encontrar escalones en lugar de una escalera
descendiendo a la tierra.
—¿Qué diablos es esto? —Me maravillo en voz alta.
—Un búnker. Compré esta propiedad de un tipo que estaba seguro
de que el apocalipsis estaba llegando. El viejo estaba preparado como
mierda —me dice. Como estaba mi papá—. Murió, y ahora es mío. Tuyo.
Es mi regalo para ti.
Le sonrío por encima de mi hombro antes de bajar trotando las
escaleras que van al menos a seis metros de la tierra. Él me sigue,
presionando un interruptor en la pared. El búnker se ilumina, y tan
pronto como estoy dentro, estoy impresionado. No es un refugio para
tormentas o un lugar para almacenar basura. Es un hogar. Alguien
tenía planes de vivir aquí abajo si la mierda se complicaba. Está
construido en habitaciones. Una real sala de estar y una cocina son a lo
que recurro primero. Sofá. Sillón reclinable. Refrigerador. Mesa. Las
obras. Como un niño en Navidad, exploro el espacio gigante. Las
conservas, el agua y otros suministros se alinean en estantes en cada
129 esquina. Descubro un dormitorio con una cama doble. La habitación es
espaciosa, y mi polla se retuerce cuando considero a Bethany desnuda
en la colcha.
—Me encanta —gruño—. Es tan jodidamente increíble.
—Ni siquiera hemos llegado a la mejor parte —me dice—. Por aquí.
Me pasa arrastrando los pies, luego camina a grandes zancadas
por un largo pasillo. Al final, empuja a través de una puerta. Cuando
entro detrás de él, sonrío. No es exactamente como lo hubiera hecho,
pero ciertamente funciona. Uno al lado del otro hay tres celdas
resistentes, muy parecidas en las que estaba follando a Kami. Están
hechas de plexiglás o algo así, grueso y aparentemente impenetrable.
Cada celda está equipada con un candado pesado y pequeños círculos
en la parte superior para la circulación del aire. Dentro de cada una hay
una manta doblada, un cuenco para perros y un cubo para orinar. La
habitación alrededor de las celdas está embaldosada del suelo al techo y
la luz halógena parpadea y zumba. En el centro de la gran habitación
hay un desagüe. Si las cosas se ponen feas, una manguera rápida sería
todo lo que se necesitaría para limpiarlo.
—¿Qué piensas? —pregunta, con una amplia sonrisa en su
rostro—. Esta es la parte que yo hice solo para ti.
Quiero preguntarle si cree que le gustará su celda, pero no lo hago.
Un día, cuando él esté metido a salvo dentro y yo esté destripando a
Kami frente a él, preguntaré entonces.
—Es perfecto. Voy a buscarla ahora —le digo mientras empiezo a
pasarlo.
Él agarra mi bíceps y niega con la cabeza.
—Desacelera, asesino. No puedes simplemente abordar a la chica.
Necesitamos un plan. Ese no es el plan.
—Tengo un plan —espeto—. Voy a llevarla a una cita. Entonces, la
traeré de vuelta aquí. Ella vendrá voluntariamente. Bethany me quiere.
Sus ojos ambarinos se estrechan mientras me estudia.
—¿Desde cuándo?
Me congelo y aprieto la mandíbula.
—Tal vez si no estuvieras tan ocupado con Kami, yo hubiera tenido
la oportunidad de decírtelo.
Nuestros ojos se encuentran en un acalorado desafío.
—Dime qué me perdí. —Su tono es suave pero frío.
—La besé. Me topé con ella y la besé. —Una sonrisa tira de mis
labios. No le digo que tuvimos sexo telefónico o que la estaba acosando
en la librería. No le digo sobre su muñeca de regalo, o el hecho de que
130 siento que ella sabe que es de mi parte. Ciertamente no le digo que casi
conseguí mi culo atrapado por Dillon Jodido Scott.
—Extraño.
Levanto una ceja.
—¿Por qué es tan extraño?
—Parece vago, es todo.
Al encontrar su mirada, lo miro directo a los ojos.
—Me encontré con ella ayer. Cuando levantó la vista, había
atracción allí. Le pregunté si podía llevarla a casa. Ella sintió la
conexión, Tanner. Lo vi en sus ojos. Así que la acompañé a casa, besé
su bonita boca y conseguí su número.
Su boca se crispa en una sonrisa.
—Qué adorable.
Le doy un empujón.
—Vete a la mierda. Ella es diferente. El momento fue intenso.
—Apuesto a que lo fue.
Ignorándolo, continúo merodeando el espacio y explorando. Es tan
malditamente perfecto, ni siquiera puedo asimilarlo.
Finalmente él deja el búnker, y me tomo el tiempo para llamar a
Bethany.
—¿Hola? —Su tono es suave y sexy como la mierda.
—Buenos días, preciosa.
Ella suspira, y el sonido despierta mi polla.
—Buenos días. No esperaba una llamada de alarma. —Hay una
sonrisa en su voz, una sonrisa que quiero quitar con un beso.
—Vas a escuchar mi voz todas las mañanas —le digo. Pronto, la
despertaré con mi polla profundamente dentro de ella y mis dientes
raspando a lo largo de su garganta.
Ella se ríe entre dientes, y me hace preguntarme cómo se sentiría
con mi polla metida en su garganta. ¿Vibraría? ¿Podría venirme de su
dulce risa?
—Mi madre se ha ido durante tres días a un seminario que acaba
de surgir. Tuvimos que cancelar nuestras pedicuras y todo. De todos
modos, Elise siempre sale los viernes por la noche. Pensé... —Se calla,
su voz volviéndose insegura—. Pensé que tal vez podrías venir. Soy una
buena cocinera. Podría prepararte la cena y...
Yo podría alimentar a mi polla contigo para el postre.
—¿Sí? —Mi voz es ronca por la necesidad.

131 o…
—Podríamos ver lo que sucede después de eso. Mirar una película

—¿Follar?
Ella chilla.
—Maestro.
—¿Sí, mi linda muñeca?
Un suspiro.
Sus suspiros hablan directamente a mi polla.
—Soy virgen. No estoy segura si... quiero decir... quiero...
Pensé que lo era, pero oírla confirmar que se ha guardado para mí
es música para mis oídos. Ella esperó y solo conocerá a mi polla y mi
amor. Eso jodidamente me hace cosas.
—¿Ir despacio? —Casi me ahogo.
Sobre mi maldito cadáver.
—Tal vez.
Ella ni siquiera puede decir la palabra sin mentir. Mi muñeca
quiere esto tanto como yo. Ella quiere que la tome y la mantenga. Para
follarla y amarla.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo —miento—. Y no he tenido una
comida casera en años. —No es una mentira—. Mayormente, solo
quiero verte. —Verdad.
—Quiero verte también. ¿Siete está bien? —pregunta—. Quería
tener tiempo suficiente para comprar algo bonito para ponerme.
No quiero que use nada nuevo. Quiero que use algo que ella haya
hecho.
—Estoy seguro de que tienes algo adorable en tu armario. No
compres nada. Sorpréndeme con algo simple. Mi color favorito es
blanco. —Puro, como la nieve. Intacto, como el coño virgen de mi
Bethany. Y cuando su inocencia gotee de sus labios entre sus muslos,
arruinaremos el vestido perfecto, y será hermoso.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente —le aseguro—. Está saliendo de todos modos.
—¡Maestro! —grita, luego se ríe—. Lento. ¿Recuerdas?
Oh, recuerdo, simplemente no me importa una mierda.
—Por supuesto, Muñeca.
Finalmente colgamos, y encuentro a Tanner observándome, sus
cejas levantadas en sorpresa.
—¿Necesitarás mi ayuda para traerla aquí? —pregunta.
132 Le lanzo una sonrisa torcida.
—No, pero necesito algo de cuerda. ¿Puedes conseguir eso para
mí?
—¿Pensé que ibas a atraerla aquí? Ella te quiere, ¿verdad? —
desafía.
—Necesito la cuerda para mantenerla aquí. En mi cama. Mi dulce
Bethany no va a ir a ninguna parte.
Él se ríe, y suena diabólico.
—Ahí está mi Monstruo. Te traeré tu cuerda.

El día sigue y sigue. Para pasar el tiempo, una vez que Tanner me
dejó, caminé a un apartado postal y le envié a mi padre una linda carta
jódete con una foto de mi nueva muñeca como un extra, solo para
hostigar al viejo coño, sabiendo que la tengo y no hay nada que él
pueda hacer al respecto. Es gracioso cómo vuelve el karma.
Entro en una tienda de antigüedades cerca del club, encontrando
todo tipo de tonterías. La tienda está muerta aparte de alguien
hurgando en la parte de atrás. Viejas baratijas. Muebles antiguos.
Libros polvorientos. En la esquina trasera, descubro un tocador
envejecido. Pequeño, como si estuviera diseñado para una niña.
Perfecto para que mi muñeca ponga su muñeca. El espejo está intacto,
los bordes están tallados ornamentalmente y tiene un solo cajón debajo
de ella, pero está muy por encima de mi presupuesto. Probablemente
podría pedirle dinero a Tanner, pero luego sabría que estaba comprando
un regalo para mi nueva muñeca bonita. Tendré que ordenar esto por
mi cuenta. Todavía admiro la pieza cuando una anciana me grita desde
una escalera.
—¿Necesita ayuda, joven?
—¿Qué tan firme estás con este tocador? No tengo trescientos
dólares —admito.
Endereza algunos libros en el estante y les quita el polvo con su
trapo.
—Estoy en el negocio para ganar dinero, no para regalarlo.
Sí, perra, bueno, yo estoy en el negocio de asegurarme de que tengo
suficiente dinero para mantener a mi nueva muñeca bonita, no gastarla
en tu actitud sobrevalorada.
Aprieto los dientes.
—Te daré dos. Eso es todo lo que tengo conmigo.
133 Mentiras. Pero ella tendrá suerte si lo consigue.
—Tres. —Se mete el trapo en el cinturón—. Si no puede pagar esta
tienda, por favor vaya a Walmart.
Su actitud insolente me molesta. Acercándome a la escalera, la
fulmino con la mirada.
—Dos.
Ella baja su cabeza y frunce el ceño, sus labios arrugados
presionándose juntos.
—Tres.
Vieja perra obstinada.
Agarro la base de la escalera.
—Dos.
—¡Tres… ahhh!
En un solo momento de furia ante la actitud de esta tonta bruja, le
doy un fuerte tirón a la escalera. Perdiendo el equilibrio, ella se estrella
contra el piso de cemento, su cabeza golpeando la superficie con un
fuerte ruido. Miro fascinado mientras la sangre se acumula en torno a
ella. Nunca se vuelve viejo.
Me sacudo mi aturdimiento. Bueno... joder. No quería hacer eso.
Arrebatando el trapo sucio de su cinturón, limpio la escalera donde la
toqué y luego la guardo en mi bolsillo. Levanto el tocador y salgo por la
parte trasera del edificio. Tarda más tiempo en ir detrás de los edificios
porque tengo que acuñar el tocador con los contenedores de basura y
mierda, pero al final, lo llevo a casa. Más tarde, lo llevaré a su hogar
permanente.
Por un momento, me preocupa atraer a la policía tan cerca de The
Vault, pero supongo que lo verán como un accidente. La antigua tienda
de antigüedades ni siquiera tenía una caja registradora de
computadora. Todo era viejo, estoy seguro de que no tenían cámaras de
seguridad. La anciana se cayó de la escalera y se abrió la cabeza. Caso
abierto y cerrado. Ellos no sospecharán nada.

Yo: Estoy muerto de hambre.


Muñeca: ¿Por mí o mis famosos espaguetis?
Yo: ¿Me hace un imbécil si digo las dos cosas?

134 Muñeca: En realidad, es dulce que quieras que cocine para ti.
Yo: Nada dulce está pasando por mi cabeza ahora mismo. ¿Ya
son las siete?
Muñeca: Tan impaciente. Estoy comprando los ingredientes
mientras hablamos.
Quiero decirle que lo sé porque estoy dos pasillos detrás
siguiéndola, pero me abstengo.
Yo: Te compré un regalo.
Oigo un chillido de emoción en la tienda de comestibles, y me hace
sonreír como un jodido idiota.
Muñeca: ¡¿De verdad?! Eso es tan dulce. ¿Qué es?
Yo: Es una sorpresa.
Muñeca: Odio las sorpresas.
Casi puedo imaginar sus labios haciendo pucheros. Pronto, tendré
esos labios envueltos alrededor de mi polla. Ella aprenderá a amar las
sorpresas... Tengo unas cuantas.
Yo: Te encantará este.
Mirando a la vuelta de la esquina, estoy encantado de verla
mirando su teléfono, sus mejillas de un rojo brillante. El vestido que
usa para mí es blanco y de encaje. Inocente, pero corto. Las medias
hasta la rodilla son tan sexy como la mierda. Se ve como una niña
pequeña en el cuerpo de una mujer. Mi pene está dolorosamente duro
en mis vaqueros.
Muñeca: ¿Qué piensas de pastel de chocolate? El mío es para
morirse.
Yo: Mi boca está haciéndose agua...
Muñeca: Maestro malo.
Ella sonríe mientras comienza a empujar su carrito hacia el pasillo
de panadería. Miro por ese pasillo cuando un hijo de puta alto y
desgarbado grita su nombre.
—¿Elizabeth? ¿Eres tú? Casi no te reconocí. Santa mierda, ese
atuendo es sexy —gime. Pasa sus dedos por su cabello rubio y le lanza
una sonrisa coqueta. Él no está solo. Un par de otros chicos mueven las
cejas detrás de él antes de llevar una caja de cerveza al mostrador,
gritando que lo verán en casa de Randy.
Un gruñido posesivo retumba en mi garganta.
—Jason —muerde ella en un tono frío mientras saca una lata de
leche condensada—. Es bueno verte, pero estoy apurada. Tengo una
cita.
135 Mi pecho se aprieta ante sus palabras, pero el hijo de puta no se
amilana.
—Podría hacerte compañía hasta tu cita. Me enojó que no te
quedaras para la película anoche —dice, con un falso tono triste. El
niño estúpido está luciendo una erección débil en sus vaqueros. Una
erección por mi muñeca.
—No estoy interesada —corta—. Ahora, si me disculpas. —
Comienza a pasarlo, pero él agarra su codo lo suficientemente fuerte
como para hacerla gritar.
Aprieto los dientes y aprieto el teléfono con tanta fuerza que me
temo que podría romperse. Quiero ir a alejarlo de ella, pero no puedo
interferir donde sé que hay cámaras. La gorra de béisbol en mi cabeza
oculta mi apariencia ahora, pero si masacro a esa estúpida mierda en el
pasillo de panadería, podría levantar alguna sospecha.
—Podríamos pasar el rato en mi coche después de esto. Tú. Yo.
Este vestido —murmura mientras levanta la parte de atrás.
Este imbécil necesita morir. Empiezo a caminar por el pasillo, ya
no preocupándome que me atrapen, cuando escucho un enfermizo
crack.
Jason gruñe y se tambalea mientras ella se apresura por el pasillo
lejos de él. Cuando nuestros ojos se encuentran, él me mira fijamente
confundido mientras se quita la sangre de la frente. La lata de leche
condensada que ella tenía rodando en sus pies.
Mi dulce y luchadora muñeca acaba de patear el culo de este
huevón.
Nunca he estado tan orgulloso en mi vida.
Con una sonrisa burlona, lo abandono y me escabullo por donde
ella está mirando. Una vez que estoy instalado en mi auto, miro
mientras ella sale con dos bolsas en sus brazos. Quiero seguirla tan
jodidamente tanto. Para asegurarme de que llegue a casa a salvo.
Quiero decir, joder, ese vestido detendrá el tráfico o la secuestrará o
alguna mierda, y nadie se llevará a mi muñeca, nadie más que yo.
Pero tengo asuntos más urgentes que atender.
Mi polla se sacude.
Ignoro ese asunto también.
Volviendo mi mirada a la tienda, espero que Jason emerja.
Caminando hacia su brillante Mustang rojo, se sube, y lo sigo todo el
camino hasta un apartamento. Él está ajeno al mundo que lo rodea
mientras intenta detener el sangrado en su cabeza.
Oh, hijo, vas a sangrar muchísimo más que eso por tocar a mi
muñeca.
136 Acecho detrás de él mientras sube las escaleras y abre la puerta de
un departamento, deslizándome antes de que la puerta se cierre detrás
de él. El imbécil tiene tanta prisa por llegar al baño, que ni siquiera se
da cuenta de que yo lo sigo. Soy cauteloso en caso de que este no sea su
departamento y otros estén dentro, pero está silencioso hasta que lo
oigo maldecir. Entonces, la ducha comienza. Me deslizo en una
habitación y me siento en el escritorio. Con un movimiento rápido del
mouse, la computadora se reactiva y lo que veo me molesta como la
mierda.
Ella.
Mi Bethany.
Fotos.
Tantas fotos.
Este tiene que ser su departamento.
La mayoría son de ella y Elise, probablemente robadas de
Facebook, pero otros son las que tomó sin que ella se diera cuenta. En
la oscuridad en el cine. Ella mirando la pantalla con el ceño fruncido en
su rostro. Fotos de su mano en su muslo. Tantas fotos oscuras y
granuladas de sus muslos. Hijo de puta.
Las elimino todas. No quiero que él tenga fotos suyas para que
otros las vean cuando estén revisando sus pertenencias. Una vez que
estoy seguro de que ella ha sido eliminada de su vida, entro como una
tormenta a su baño. La cortina de la ducha está ligeramente abierta, y
el perdedor está masturbando su mediocre pene, sin duda recordando a
Bethany con su bonito vestido. La furia surge a través de mí.
—Ella es mía —gruño cuando abro la cortina.
Los ojos del imbécil están amplios mientras chilla de sorpresa.
Agarrándolo por la mandíbula, lo saco de la ducha y se resbala, pero mi
brutal agarre le impide romperse el culo.
—¿Crees que puedes tocar lo que es mío y no ser castigado? —
siseo, con cuidado de mantener la voz baja, sabiendo que los vecinos
están en todas partes.
—N-No. N-no tengo n-ni idea de qu-qué estás hablando —
balbucea.
Le doy un rodillazo en las bolas, y él llora como una perra, y luego
grita cuando lo empujo a su habitación.
—Ponte tu maldita ropa antes de que te despelleje la polla y la
engrape en tu frente.
—¿N-no vas a vi-violarme y matarme? —pregunta atónito.
Fenómeno.

137 —¿Violarte? —aúllo, riendo—. En tus sueños, mierda estúpida.


Me fulmina con la mirada y me molesta.
—A menos que eso es lo que quieres, chico bonito —gruño
mientras me abalanzo sobre él. Él lucha, pero me las arreglo para
inmovilizarlo boca abajo—. ¿Quieres la polla del gran hombre aterrador
en tu culo?
Solloza, su cuerpo se estremece debajo de mí.
—N-no. P-por favor.
Me río, frío y oscuro.
—No soy gay, idiota. Estoy enamorado de la mujer que pensaste
que podrías tocar.
—¿Elizabeth? ¿Eres su novio?
—Soy su maestro.
—Lo siento —se asfixia—. Ella nunca te mencionó.
Mi teléfono vibra con una llamada telefónica, y saco una camisa
del suelo, luego la meto en su boca mientras estoy a horcajadas sobre
él. Una vez que estoy seguro de que se callará, respondo el teléfono.
—Malas noticias —dice Bethany en un tono triste—. Dejé caer mi
bolsa con los huevos. Parece que el pastel de chocolate no va a suceder.
—Suena positivamente angustiada por ese hecho.
—Hazlo para mí en otro momento, Muñeca. Conseguiré tu postre
más tarde, ¿verdad?
Ella ríe, pareciendo relajarse.
—Pensé que dije ir despacio.
—Voy a comer mi postre realmente lento, hermosa. Tan lento, que
me rogarás que vaya más rápido.
Su aliento se detiene.
—Puedes ser demasiado para mí.
—Y yo nunca tendré suficiente de ti.
El tonto puto lucha y gruñe debajo de mí, así que uso mi codo para
darle un golpe en la sien, noqueando su culo sin dejar un moretón.
—Nos vemos en dos horas —dice, su voz feliz—. Veremos a dónde
nos lleva la noche. —La noche nos llevará directamente a mi búnker
donde pasaré la noche follándola hasta el olvido.
—Nos vemos pronto, Muñeca.
Colgamos, y me apresuro. Tengo el tiempo justo para encargarme
de este hijo de puta y volver a mi muñeca.
Rápidamente escribo una nota en su computadora: Lo siento,
pero ya no puedo hacer esto.
138 Una vez hecho esto y que he eliminado mis huellas del teclado, lo
arrastro a la ventana. Con una mirada apresurada, me aseguro de que
este apartamento de la segunda planta esté lo suficientemente alta,
luego empujo su cabeza primera para que pase el marco. Su cuerpo
aterriza con un satisfactorio golpe.
Voy por ti, nueva muñeca bonita...
Puro

Dillon
—¿El mismo tipo? —pregunta Marcus, mirando al tipo muerto con
un corte de cinco centímetros en la garganta. Estamos de vuelta en
Rebel's Reds, donde recibimos la llamada sobre un homicidio en las
primeras horas de la mañana. Todavía estoy enojado con este lugar
reabierto tan pronto. Aparentemente, el Sr. Law no era dueño del
edificio. Simplemente administraba el club y sus negocios de tráfico no
se realizaban a través de las cuentas comerciales. Por lo tanto,
legalmente, no pudimos evitar que el propietario moviera a un nuevo
139 gerente y mantuviera el lugar como estaba.
In-jodidamente-creíble.
Ahora son las siete a.m. y nos queda una escena del crimen que,
de acuerdo con la hora estimada de la muerte, es de alrededor de diez
horas atrás.
—¿Coincidencia? —agrega Marcus.
No creo en las coincidencias en nuestra línea de trabajo. Este lugar
iba a ser mi primera parada hoy para interrogar a Scarlet, el testigo
ocular que colocó a Harris aquí el día del asesinato de Law. No esperaba
estar aquí por otro homicidio. Este es diferente. Un corte, muerte
rápida, sin otras lesiones. Hay huellas de botas en el charco de sangre
alrededor de su cabeza, que es de la persona que lo encontró o el
asesino.
Si es del asesino, no hay forma de que sea el mismo tipo que
cometió el asesinato de Law. No habría sido tan cuidadoso en una
escena solo para ser tan imprudente en otra.
—Ya sé lo que estás pensando, pero tal vez este tipo fue un
accidente. ¿Tal vez estuvo aquí por alguien más, o trabaja aquí y este
hombre lo descubrió o lo amenazó? —Marcus lanza teorías.
—Quiero que la basura se peine por si el asesino arrojó el arma
homicida —gruño mis órdenes—. Quiero todo lo que hay que saber
sobre la víctima, y nadie se va hasta que tengamos todas las
declaraciones de los empleados. Quiero una lista de todos los
empleados que trabajaron anoche.
Mis ojos nunca abandonan el cuerpo mientras busco y analizo
cada centímetro de él y la escena que lo rodea. Obtener un primer
vistazo es tan importante. Las escenas del crimen se alteran tan
fácilmente, y algo pequeño que se pasa por alto al comienzo de la
investigación puede cambiar las reglas del juego cuando se trata de
encontrar las pistas que nos llevan al sospechoso. Justo a la derecha de
la víctima hay una pequeña acumulación de sangre con algunos goteos
a su alrededor. Los goteos no conducen a donde cayó la víctima.
—Marcus —llamo, distrayéndolo de hablar con uno de los
empleados.
Señalo la sangre separada. Sus ojos grises acerados escanean el
pequeño charco de sangre y el patrón del aerosol.
—¿Segunda víctima? —murmura, expresando mis pensamientos
en voz alta mientras un chillido asustado suena detrás de nosotros. La
tapa de uno de los contenedores de basura se cierra de golpe y una
pálida Josey sostiene una mano sobre su boca, sacudiendo su cabeza.
Ella es amiga de la familia de Marcus y está en entrenamiento para ser
detective. Marcus insistió en que viniera con nosotros, pero le advirtió
que no tocara nada. Como si ella escuchara. Esta es la tercera vez que
140 sale con nosotros, y la jodida última, si tengo algo que ver con eso.
Ella sigue moviendo la cabeza, señalando el contenedor de basura.
Está claro que no va a ser capaz de hablar, así que con un bufido,
Marcus se mueve hacia el contenedor de basura y voltea la tapa.
—Mierda —refunfuña, alejándose. Apoya su nariz en la curva de su
brazo como para bloquear el olor. Mi compañero usa trajes como si
fuera un personaje de Mad Men o alguna mierda, pero en este
momento, no se ve tan bien preparado mientras prácticamente sale
despavorido del contenedor de basura.
Tomando los pocos pasos y una respiración profunda, me preparo
para lo que podría estar allí. Las moscas revolotean y zumban, y
mezcladas entre las bolsas de basura y los restos de comida que la
gente ha tirado, hay una mujer pelirroja.
Scarlet.
Mierda.

Veintitrés años de edad. Le cortó la lengua de la cabeza y la tomó


como... ¿qué? ¿Un recuerdo? Estos fueron asesinatos personales,
conectados por el club, que apunta a rivalidad comercial u hostilidad
interna.
¿Por qué tomar su lengua?
Ella nos habló y nos dio a Cassian.
¿Era él buscando venganza?
¿Callando a los testigos?
¿Cómo sabría que ella nos habló?
Una taza humeante se coloca frente a mí, y es solo entonces
cuando recuerdo que el recinto está lleno y he estado perdido en mis
pensamientos en mi escritorio. Josey me sonríe desde donde ha tomado
asiento al otro lado de mi escritorio.
—Entonces, ¿alguna pista? —pregunta, y mi frente se arruga.
Me gustaría compartir esa información con ella.
Ella es luchadora, pero joven e ingenua. Eso no siempre es un
buen augurio para una mujer detective.
—Te traje café —dice, mirando la taza que la vi colocar momentos
antes.
—¿Qué? ¿Quieres una propina? —replico, alcanzando un centavo
del bote que tengo en mi escritorio y tirándoselo.
—No me arrojes dinero —espeta—. No soy una stripper. —Intenta
141 sonar ofendida, pero hay un desafío en su tono.
—¿Estás diciendo que solo te arrojarían monedas si lo fueras? —
Resoplo, y su rostro palidece, girando en ocho tonos de humillación.
Ella necesita una piel más dura para trabajar en una carrera
predominantemente masculina. Antes de Jade, antes de MJ,
simplemente la habría dejado que lo asimilara y aprendiera. Solo
porque sea mujer no la exime de la misma mierda que le damos a
cualquier otro novato por aquí.
El ligero temblor en su mandíbula mientras trata de mantener la
compostura me hace sentir como un idiota, sin embargo. Si Jade
estuviera aquí, sé de hecho que me habría golpeado directamente en las
bolas por no ser suave con ella.
—Josey, solo estoy tomándote el pelo. Gracias por el café, pero no
puedo divulgarte ninguna información. Ahora, si quieres ser útil,
puedes escribir algo de esta mierda para mí.
Le entrego unos papeles, y una pequeña sonrisa se arrastra sobre
su rostro.
Perfecto. Ahora ella va a colgar a mi lado como la peste.
Los novatos siempre tienen demasiado entusiasmo para mí. Me
gusta que mis colegas amoldados, tranquilos, y allí para una bebida no
vocal y conversar después de un día duro si alguna vez lo necesito.
El zumbido del aire acondicionado de arriba me está volviendo
loco, y mi estómago está gruñendo, suplicándome que lo alimente. Me
levanto y rodeo mi escritorio, pero mis pies se detienen cuando mi
esposa, muy embarazada, entra por las puertas. Está vestida con un
traje pantalón, y si no lo supieras, no notarias el bulto escondido debajo
de su chaqueta. Su piel resplandece y ha ganado la cantidad de peso
perfecto que hace que su culo rebote mientras camina. Joder, me pone
duro cada maldita vez que la veo, incluso si solo han pasado horas
desde que la vi por última vez. La gente la saluda con cariño y respeto.
Ella ha estado perdida por aquí. Hubo un tiempo en que no
abandonaría este lugar, y solía burlarme de ella por vivir prácticamente
aquí.
—El embarazo le sienta bien —dice Josey sin aliento detrás de mí.
¿Por qué coño ha dejado su silla solo para mirar a mi esposa?
La miro por encima del hombro y la veo mirar anhelante mientras
Jade habla con el detective Roberts acerca de que MJ comenzará una
clase de movimiento creativo para niños pequeños la próxima semana.
Será bueno para cuando estén listos para comenzar las artes marciales,
como Jade insiste. Creo que ella es un poco demasiado joven, pero Jade
no, y yo no discuto con la mamá osa. Intenté una vez y sufrí a través de
bolas azules durante una semana porque ella me quitó el sexo. Fue una
tortura.
142 —Se parece a Gal Gadot —vuelve a hablar Josey.
—¿Quién? —murmuro.
Josey me da una palmada en el brazo, obligándome a mirarla. Su
boca está abierta y está entrecerrando los ojos. ¿Qué diablos?
—¿Mujer Maravilla? Dios, ¿en qué año estás viviendo, viejo? —
refunfuña.
—No es el año en el que vivo, sabionda, es la realidad. Los únicos
superhéroes que importan son los que trabajan duro sus traseros aquí
atrapando a los malos.
Poniendo los ojos en blanco, me resopla.
—Hola, bebé. —Jade sonríe mientras se acerca. Abro mis brazos y
la arrastro dentro de ellos.
—No esperaba verte aquí hoy —le gruño a su oído, mordisqueando
justo debajo de él, haciendo que su cuerpo se ablande y se curve más
dentro de mí. Se aleja y me da una bofetada en broma, sus ojos se
dirigen a Josey que todavía está parada a mi lado, invadiendo nuestro
espacio como una maldita enredadera.
—Hola. —Jade le sonríe, y Josey casi se derrite en un charco a sus
pies.
¿Qué diablos? ¿Josey tiene una erección por mi esposa?
—¿Recuerdas la Josey de Marcus? —gruño.
Josey da un paso adelante y abraza a una desprevenida Jade,
cuyos brazos se levantan y luego vuelven a caer torpemente.
—Por supuesto —murmura, dándome una mirada de “¿Quién?”
con los ojos abiertos, por encima del hombro de Josey.
—No soy la Josey de Marcus, por cierto. Solo soy Josey. Soltera —
aturulla Josey.
Dándole una mirada entrecerrada, agarro el brazo de Jade y la
llevo a una oficina, gritando por encima del hombro.
—Bueno, ella es la Jade de Dillon. Casada.
Cierro la puerta de la oficina y miro a través del vidrio una vez más
a Josey, quien me sonríe y vuelve a hacer mi papeleo.
—Vine por una razón —me dice Jade, hurgando en un bolso,
todavía no estoy acostumbrado a verla cargarlo. Antes de tener a MJ,
odiaba tener bolsos, pero al ser madre, siempre los llena de toallitas
para bebés, chupones y aperitivos, incluso cuando no tiene a MJ con
ella—. Esto. —Suspira, mordisqueando su labio con sus dientes
superiores.
Desdoblo el pedazo de papel y frunzo el ceño. Es la dirección web
que Elise me dio hace un tiempo, pero no he tenido tiempo de analizar.
—Sabía que algo estaba mal con ella, Dillon.
143 Mis cejas se surcan.
—¿Qué es? —No estoy seguro de querer averiguarlo realmente.
—Es un sitio fetichista.
Oh Dios. Lo último que necesito ver es una chica que todavía
recuerdo en coletas y aparatos ortopédicos mostrando carne o qué
mierda en un sitio retorcido.
—Es peor de lo que estás pensando. —Los ojos de Jade bajan al
suelo.
Jodidamente lo dudo.
—Continúa —insto, la irritación haciendo mi tono áspero—. Solo
dime porque estoy seguro como la mierda de que no voy a mirar.
Suspirando, Jade saca una silla y se sienta en ella. Sus manos
desempolvan pelusa imaginaria en las perneras de sus pantalones.
—Jade, por el amor de Dios, mujer.
Sus ojos se elevan hacia los míos, y el terror parpadea en ellos.
—Muñecas, Dillon.
La palabra muñecas hace que mi sangre se enfríe. Mis manos se
tensan en puños.
—¿Qué?
Se muerde el labio mientras frunce el ceño.
—Ella se viste como una muñeca.
Hijo de puta.
Mierda.
Jesucristo.
Maldita sea.
—Ella no hace actos sexuales. Solo actúa como una muñeca. —Su
voz tiembla—. Es espeluznante y tan parecido…
—No digas su nombre —gruño.
Se mueve nerviosamente en la silla.
—Voy a hablar con ella —le aseguro mientras froto la tensión de mi
cuello—. Veré de dónde viene esta mierda.
Pone su mano sobre la mía.
—Hay alguien que comenta allí. Guardamuñecas es el nombre de
usuario.
—¿Y?
—Él menciona a su “hermano” como si supiera quién es ella y, lo
que es más importante, quién es su hermano. Él embellece los

144 crímenes, Ben…


—No digas su nombre —interrumpo, mi tono de advertencia—. No
merece nunca la gracia de tus labios, bebé.
Envuelve su brazo libre sobre su estómago.
—Me preocupa que si él ha descubierto quién es ella, entonces
podría averiguar dónde vive y las cosas podrían agravarse. Imprimí
todos sus comentarios. Está al borde de la obsesión la forma en que
comenta todas sus fotos y otras cosas.
Deslizo mi mano por su mejilla, empujando su cabello detrás de su
oreja.
—Revisaré lo que me has mostrado.
—Incluso desde la tumba, ese bastardo aún persiste —exhala, una
mezcla de furia y miedo en su voz.
No importa cuánto avancemos, él siempre persistirá. Como un
virus maldito esperando hasta que tu sistema inmune esté caído para
atacar.

Jade se fue para llevar a MJ a ver a mi sobrina, Jasmine, hace más


de una hora, y se llevó mi apetito con ella. Todavía no me atrevo a
ingresar al sitio web, así que me salteo ese paso y voy directamente a la
fuente.
—D —grita Marcus, haciéndome derramar mi taza de café fría por
mi camisa. Perfecto. Camina hacia mí, una mirada de determinación en
su duro rostro. La barba está creciendo en su rostro, haciéndolo un
poco más áspero que de costumbre. Quiero darle mierda porque
normalmente es un niño bonito, pero sé que está pasando por un
infierno en este momento. Me muerdo la lengua solo por esta vez—.
Entonces, tuve una idea.
—Felicidades —refunfuño, pasando algunos pañuelos de papel y
secando la mancha marrón que se extiende como pólvora sobre el
material de mi camisa blanca.
Poniendo los ojos en blanco, me da la declaración tomada de
Scarlet, alias Jinan Anderson.
—Ella dijo que el dueño de The Vault fue quien la entrevistó para el
trabajo, el cual, después de conocerlo, parecía bastante fuera de lo
normal. Eso generalmente lo hace un gerente de bar.
—De acuerdo. ¿Cuál es tu punto?
Él me da otra hoja de papel.
—¿Qué es esto?
145 —Es un formulario de solicitud —dice con una sonrisa.
Levanto una ceja, esperando que dé más detalles.
—Es para The Vault. Yo digo que enviemos a alguien. Un
desconocido para obtener detalles concretos.
Dirige sus ojos a Josey, quien está sacando la suciedad de sus
uñas con un imperdible.
—Joder, no.
—Venga. Es un plan perfecto.
—No.
—D. —Intenta con sus ojos de cachorro rompecorazones que
funcionan con chicas, pero debería conocerme mejor que eso. No caigo
por sus tácticas estúpidas.
—Ella ni siquiera es una detective —gruño.
—Exactamente. Es perfecto.
Mi teléfono de escritorio suena, y Marcus se inclina para levantar
el auricular.
—Bueno. Sep. No. Espéranos —le dice a la persona que llama,
luego cuelga la línea. Su atención se dirige a mí—. Un cuerpo en el
centro. Un niño se cayó, saltó o fue empujado desde la ventana de un
segundo piso.
—¿Y?
—Y Mills dijo que querrás estar allí.
¿Qué demonios significa eso?
—Bien, pero te vas a quedar aquí con Josey. No la necesito
hurgando en otra escena del crimen. Y, Marcus —grito—, ustedes dos
no tendrán más ideas no brillantes hasta que regrese.

146
Novela

Elizabeth
Una sonrisa inclina mis labios ante los aromas que llenan el aire.
Coloco la tapa sobre la olla y le doy a la ensalada una última mezcla.
Prepararme me llevó años. Aunque el maestro no quería que yo tuviera
problemas, sentí la necesidad de aceptar quien soy... como él me llama.
Me pongo mi mejor maquillaje de muñecas y un bonito vestido, blanco,
que combina con las bragas que llevo puestas. Mis calcetines me
cubren las rodillas y los simples Mary Jane resplandecen por su brillo.

147 Mis pies me llevan de vuelta al nuevo regalo que me estaba


esperando en el porche cuando volví de comprar. Otra preciosa muñeca.
Aunque ninguna es tan increíble como la primera que me dio. Es mi
favorita. Mi estómago da volteretas ante la idea de preguntarle al
maestro si él es quien me escribe bajo el nombre de usuario
Guardamuñecas y me envía los regalos. Tiene más sentido, la razón por
la cual las cosas avanzaron tan rápido de conocernos. Realmente, esto
había estado creciendo por un tiempo. Pero entonces eso significa que
me buscó. Buscó y me encontró. Se incrustó a sí mismo en mi vida.
Una emoción de aprecio brota a través de mí.
Un mensaje de texto alerta desde mi celular en el mostrador,
ganando mi atención.
Maestro: Estaré allí pronto. Prepárate.
Mi corazón salta, y me reviso una vez más en el espejo. La manija
de la puerta se abre, y mi emoción es palpable en el aire a mi alrededor.
Cuando la puerta de madera se abre, mi corazón se hunde. Elise entra
campantemente, acompañada de amigos, muchos de ellos. Me mira de
arriba abajo, luego me agarra del codo antes de llevarme a la habitación
de atrás, fuera de la vista de las personas que aún se amontonan en la
casa.
Liberándome, ella mira de arriba abajo mi cuerpo una vez más.
—¡Esto tiene que parar! Mírate. Te ves como una niña porno —
chilla.
¿Qué diablos es una niña porno?
—Soy una muñeca —aclaro.
—No, Beth, eres una persona, una dañada después de enterarse de
nuestro hermano enfermo y retorcido y su fetiche de muñecas.
—Esto no se trata de eso —miento. En verdad, ahí es exactamente
donde comenzó esta fijación profundamente arraigada.
—¿No tienes respeto por la gente que mató? ¿A las mujeres que
robó? Jade, ¿por el amor de Dios? —grita, y la vergüenza me envuelve.
Esto no es así. Ellas no tenían elección. Esto no es por nuestro
hermano muerto. Esto... esto es por mí.
Y maestro.
—¿Por qué siquiera estás aquí? ¿No deberías estar en los
dormitorios? —espeto, la irritación llevándose la euforia de momentos
antes.
Ella se estremece por la fuerza de mi tono.
—Sabes que estoy tratando de evitar al tipo que estaba viendo. Irá
allí buscándome, solo necesito algo de tiempo.
—Bueno, podrías haber preguntado —digo insolentemente. Ella va
148 a arruinar todo, como de costumbre.
—Esta es mi casa también —argumenta—. Solo me gusta alojarme
en los dormitorios. Y, de hecho, le pregunté a mamá.
Por supuesto, la pequeña y perfecta Elise le preguntó a mamá.
—¿Quiénes son todas esas personas?
—Voy a tener una pequeña fiesta. Mamá no estará en casa hasta el
domingo. Ella dijo que estaba bien. Necesito esto, Beth. No seas una
mocosa.
¿Yo? ¿Necesito no ser la mocosa? Quiero gritarle con todas mis
fuerzas.
—Y, Beth —llama, deteniéndose en la puerta—, Jason está
invitado, así que sé amable.
—Jódete, Elise —chillo, la ira, la frustración y el dolor colisionando
dentro de mí. ¿Cómo puede mi hermana empujar tan duramente el
tema del estúpido, feo y manos errantes, Jason Caradepito?
Su boca cuelga abierta como una muñeca inflable esperando la
polla de algún viejo bicho raro. Una risita se escapa de mis labios ante
la idea, y corro a pasarla para agarrar mi celular. Necesito suplicar al
maestro que me saque de aquí. De ella. De todos.
Cuando la puerta de entrada se abre de nuevo y Dillon se queda
allí mirando con expresión sombría, mi corazón se hunde, mi estómago
se anuda al pensar en lo que debe haber causado la expresión en su
rostro normalmente perfecto.
—¿Qué es? —digo, esperando malas noticias, esperándolo.
Frunce el ceño y cierra la puerta, con los ojos mirando hacia la
ahora bulliciosa cocina.
—¿Tienes una cena?
Mi cena especial. Arruinada. Maldita Elise.
Elise niega con la cabeza y lo conduce a la habitación de atrás. Yo
sigo detrás de ellos y cierro la puerta.
—¿Qué es, D? Me estás asustando.
—Acabo de llegar del centro de la ciudad —dice, con la voz tensa—.
Creemos en un suicidio.
Oh Dios. ¿Quien? ¿Por qué estás aquí, maldición?
—Lo siento, Elise —dice—. Es un chico con el que te he visto andar
antes. Jason Bronson.
Su jadeo resuena en el silencio. Dillon me mira, pero no tengo
nada que ofrecerle. Odiaba a Jason. No le deseaba la muerte, pero no
me siento diferente por él porque está muerto. Estoy impávida ante las
noticias. No siento nada.
149 —¿Por qué? —pregunta ella, conmoción sacudiendo su voz.
—Quién sabe, cariño. Por lo general, es una multitud de cosas que
podrían remediarse fácilmente si la persona hubiera recibido la ayuda
que claramente necesitaba. Nadie tiene la culpa aquí —afirma, sus ojos
centrados en mí, fijándome en el lugar en el que estoy parada.
—¿Eso es todo? —pregunto, desesperada por irme para poder
llamar al maestro.
—Elizabeth. —Jadea Elise, sus ojos llenos de lágrimas me juzgan.
—Él era tu amigo, no el mío —le informo.
—¡Eres tan cruel! ¿Quién eres? —grita, viniendo hacia mí con la
mano extendida. El golpe ocurre rápido, punzante como llamas en mi
mejilla, haciendo que mi rostro se sacuda bruscamente a un lado del
impacto.
¡Perra!
La rabia ruge dentro de mi cabeza como un león violentamente
hambriento, rogándome que me suelte y le arranque la garganta. Estoy
cansada de ella, tan jodidamente cansada. Mi temperamento se dispara
con una intensidad incontenible y la necesidad de tirar de su estúpido
cabello falso me consume, pero Dillon la encierra en sus anchos brazos
antes de que yo pueda reaccionar. Corta mis planes ardientes con una
simple acción de protección. Él piensa que me está protegiendo de ella.
La verdad es, sin embargo, que ella necesita protección de mí.
—Mírala —grita Elise, disgusto en su tono—. Esta cosa
espeluznante de muñeca. Está fuera de control. Alguien me tomó fotos
el otro día, y es porque piensan que soy esto... esto...
—¿Esto qué? —le grito de vuelta a su estallido malcriado.
—Este asesino loco amante de las muñecas —me escupe.
—Es suficiente —grita Dillon, y ella deja de retorcerse en su agarre
mientras llora en su pecho. ¿Quién es la mocosa, realmente?—. Quiero
hablar contigo, Beth—sobre todo esto. Pero no esta noche. Creo que tal
vez una de ustedes debería venir a casa conmigo para dar a la otra
espacio por la noche.
Tengo diecinueve años por el amor de Dios, y por mucho que
aprecie que cuide de mí —de nosotras— él no es nuestro padre.
—No —declaro, amargura en mi tono. Tengo un lugar donde puedo
ir. Agarrando mi celular, subo corriendo las escaleras.

150
Novedoso

Benny
Estacionando el carro a algunas cuadras, camino hacia su casa.
Solo estoy entrando en el camino para cruzar cuando veo a un grupo de
personas caminando por el camino y entrando.
¿Qué diablos?
Ella no dijo nada acerca de que había más que solo ella y yo.
Le envío un mensaje de texto, pero no recibo respuesta. La rabia
me quema la columna vertebral.
151 ¿Está jugando conmigo? No, ella no lo haría.
¡Honk-honk!
La luz inunda mis piernas y me ciega cuando el fuerte sonido de la
bocina casi me ensordece. Sosteniendo mi mano para cubrir mis ojos de
la intrusión de luz, salgo de la carretera para que el auto pueda pasar, y
me escondo al lado de un árbol alto. Mis ojos permanecen en la casa,
mirando, esperando que responda, así no tengo que ir y hacer una
escena. El coche que casi me atropella se detiene frente a la casa, y
entonces reconozco a quién pertenece.
Maldito Dillon.
¿Qué demonios pasa con él casi descubriendo que todavía tengo
latidos en mi corazón?
La exasperación me inunda. ¿Por qué está aquí? ¿Tiene una
erección por otra de mis muñecas? ¿Por qué no he matado a ese imbécil
asqueroso hijo de puta todavía?
No está allí por mucho tiempo, y pronto, se va solo. La luz del
dormitorio de la habitación de mi muñeca se enciende, y se acerca a la
ventana, empujándola de par en par e inhalando. Ella sostiene su mano
en su oreja y mi celular se ilumina con su número un segundo después.
—¿Muñeca? —digo.
—Maestro, mi hermana lo arruinó todo. La odio. Odio este lugar.
Lo siento, ¿pero puedo ir a ti? —Sorbe por la nariz, y mi alma duele por
sostenerla.
¿Dónde diablos puedo llevarla que sea discreto y seguro? La
sorpresa de Tanner parpadea en mi mente, y suspiro.
—Te estoy esperando. Empaca una bolsa. Sal y camina dos
cuadras. Verás un Mustang negro esperando. Mantén la cabeza baja —
la instruyo.
Mi cuerpo vibra de anticipación. Apenas puedo quedarme quieto
mientras la espero. Cuando la veo corriendo por la calle, sin ser
jodidamente discreta con su mochila colgando de su agarre, tengo
ganas de agarrarla y meterla en el asiento trasero para que no cause
una escena. Pero en el momento en que veo su rostro, resaltado por mis
luces delanteras, me duele el pecho. Su bonito maquillaje está
arruinado. El rímel negro se desliza por sus mejillas sonrosadas, su
nariz es de color rojo brillante, y sus jugosos labios rosados se separan
mientras llora. Su vestido blanco rebota mientras corre, mostrando sus
muslos lechosos por encima de sus medias hasta las rodillas. Tiene
tetas pequeñas, pero incluso esas son tan seductoras como la mierda
mientras corre.
Corre, corre, corre, Muñeca, directo a mis brazos esperando.
Tan pronto como se acerca, se estrella contra mí, su pequeño
152 cuerpo casi me tira. Nunca me he encontrado con tanta necesidad y
emoción abrumadora. Mi corazón martilla en mi pecho mientras recojo
su ligera figura en mis brazos. Beso la parte superior de su cabeza e
inhalo su dulce aroma. Casi como un niño, llora contra mi pecho,
apretándome como si tuviera miedo de que la deje ir.
Nunca la voy a dejar ir.
—Shhh —arrullo, acariciando su cabello. Mi polla está viva y dura
como mierda mientras presiona contra su estómago. Ella no parece
desalentada por eso, sin embargo. Mantiene su férreo control sobre
mí—. Vamos a llevarte al auto, y puedes decirme qué pasó.
La guío hacia el lado del pasajero —porque soy muy caballeroso
cuando se trata de Bethany— y abro la puerta. Tan bonita como estaría
empujada en el asiento trasero con su vestido levantado hasta sus
caderas, la ayudo a entrar en la parte delantera y tiro su mochila al
suelo entre sus piernas. Cuando le pongo su cinturón de seguridad por
ella, sus brillantes ojos se encuentran con los míos.
Adoración.
Necesidad.
Alivio.
Calor.
La mirada en sus ojos es una caricatura de emociones, todas ellas
girando en torno a su deseo por mí. Le limpio su rostro manchado de
máscara por las lágrimas y beso su nariz de botón antes de cerrarla y
saltar al lado del conductor. El motor es ruidoso, disparando mientras
acelero por la carretera. Debería ser más discreto, pero no puedo
evitarlo. Pierdo la maldita cabeza cuando Bethany está en mi espacio.
Su olor.
Los tristes sonidos procedentes de sus labios.
La forma en que su mente parece estar llenando el auto con
palabras no pronunciadas que casi puedo saborear.
Estirándome, le doy un apretón en el muslo antes de tomar su
mano. Ella lo agarra con fuerza, desesperadamente, haciendo que mi
polla se tense contra mis vaqueros. Quiero su mano envuelta alrededor
de mi polla, pero esto tendrá que ser suficiente, por ahora.
—Odio a mi hermana. —Se ahoga—. Es una perra egoísta,
criticona y malcriada.
—Adelante, muñeca. Déjalo salir. —Le guiño.
Su sonrisa es tímida, pero reservada solo para mí.
—A ella nunca le importa lo que quiero. Esta noche, todo lo que
quería era tener una cena perfecta contigo.
Llevo su mano a mi boca y beso sus nudillos. ¿Cómo no puedo?
153 —Te daré todo lo que quieras y más —le aseguro, mordiendo su
nudillo antes de calmar el aguijón con mis labios. Esta vez, descanso
nuestras manos unidad en mi regazo.
Ella habla sobre cuánto odia a su hermana, y me hace odiarla
también. Si le complaciera, cortaría la garganta del coño a los pies de
Bethany. Ella puede chapotear en el charco de sangre, ensuciando sus
brillantes zapatos, y mi polla se endurecería ante los chillidos saliendo
de sus labios.
A su debido tiempo.
Por ahora, lo más urgente es llevar a Bethany a casa, a donde
pertenece. A salvo de miradas indiscretas y hermanas malvadas. Lejos
de putos como Dillon que se insertan demasiado jodidamente mucho en
su vida.
El viaje es largo, y después de un tiempo, se queda dormida. Pobre
estaba tan emocional, que se agotó. Necesitará su descanso para más
tarde.
Me alegra que duerma durante el último tramo del viaje. Ella
continúa durmiendo incluso después de que apago el coche. Sus ojos se
agitan cuando abro la puerta y la tiro en mis brazos, pero la beso en la
nariz, y ella se relaja. Se necesita un poco de movimientos, pero me las
arreglo para abrir la puerta del búnker. Cuando me fui antes, me
aseguré de dejar el aire acondicionado. El espacio se ha enfriado, y me
preocupa que pueda estar helada en su vestido con volantes. Mientras
la acuesto en la cama, finalmente se despierta. Su estómago se queja, y
yo me río.
—¿Por qué no te relajas y te prepararé algo de comer? —sugiero.
Frunce el ceño.
—Te hice la cena más deliciosa. Estoy tan decepcionada.
Sentándome a su lado, acuno su mejilla con mi palma.
—Te compraré todos los ingredientes que necesitas para volver a
hacerlo mañana por la noche. Lo prometo. Ahora, ponte cómoda.
Ella asiente, sus ojos adquiriendo una calidad soñadora, la misma
mirada que me dio después de tener sexo telefónico. Mi polla se sacude
en mis vaqueros, pero lo ignoro por el momento. Mi preciosa muñeca
nueva está hambrienta. Saliendo de la habitación, entro en la cocina,
sorprendido de encontrar el refrigerador lleno de cosas que Tanner sabe
que me gustan. Si él estuviera aquí, le diría mi aprobación. Tendré que
mencionarlo más tarde.
No soy muy buen cocinero, pero me las arreglo para preparar una
cena rápida, huevos revueltos, algunas croquetas de papas y un poco
de compota de manzana. Le sirvo un vaso gigante de leche que casi se
derrama, pero lo detengo justo a tiempo. Espero que las cosas sigan así
y nunca tendré que privarla de comida al entrenarla.
154 No, esta es Bethany. Ella no intentará correr.
Correr.
Correr.
Correr.
Ella quiere quedarse.
Mía.
Mía.
Mía.
Agarrando una de las dos bandejas metidas entre el estante y el
gabinete, coloco su cena encima y miro el arreglo. Decidiendo que falta
algo, mis ojos recorren el odioso jarrón de rosas negras que Tanner dejó
en la mesa de la cocina como un regalo bienvenido a casa, y me acerco
a él, tirando de la rosa más grande del montón. El dolor pica mi palma
cuando las espinas me cortan, pero todo lo que puedo hacer es sonreír.
Haré que esto sea bueno para ella.
Muy jodidamente bueno.
Colocando la rosa en la bandeja, la llevo a nuestra habitación.
Bethany está sentada delicadamente en la cama, usando un espejo
compacto para terminar de limpiar el maquillaje manchado. Cuando
nuestros ojos se encuentran, me muestra una sonrisa. Tan pronto como
ve la bandeja que coloco en la cama, su sonrisa se ensancha.
—Oh, gracias —chilla, sus mejillas poniéndose rosadas—. Esto es
tan bonito.
Me siento a su lado y tomo su mano. Un jadeo se le escapa cuando
mi sangre se frota contra su palma.
—Estás sangrando —dice con voz ronca. Llevando mi mano a sus
labios, presiona besos en la carne pinchada, y estoy hipnotizado por la
forma en que sus labios carnosos se vuelven carmesí con mi sangre.
Quiero pintar todo su cuerpo con ella, luego follarla hasta que me
muera.
—Está bien. —Mi voz es ronca y mi polla está palpitando contra
mis vaqueros.
Ella frunce el ceño mientras de mala gana retiro mi mano de su
agarre y levanto la cuchara. Recojo algunos huevos y le hago un gesto
con la cabeza.
—Abre, Muñeca.
Sus labios sangrientos se separan sin discusión. Ella es
jodidamente perfecta. Jodidamente mía. La alimento con los huevos.
Bocado tras bocado. Luego las croquetas de papa. Nuestros ojos nunca
155 se dejan el uno al otro.
—Tengo sed —dice, y levanto el vaso de leche. Lo bebe con avidez,
un pequeño riachuelo escapando de la comisura de su boca y colgando
de su mandíbula. Inclinándome hacia adelante, lo lamo de ella, como
un gato a un cuenco de leche tibia. Cuando me alejo, ella me da el vaso
medio vacío, sus ojos parpadean con llamas de deseo. Poniéndolo de
nuevo en la bandeja, empiezo a darle de comer con cuchara la compota
de manzana. Una gota cae sobre la ligera hinchazón de sus pechos
sobre la parte superior de su vestido, y tiro la cuchara al plato,
deslizando mis manos sobre sus costillas. En el momento en que me
inclino, su respiración se detiene.
Ella está excitada.
Tan malditamente excitada.
Como si estuviera a punto de darle todo lo que siempre quiso en
esta vida.
Prácticamente puedo sentir sus latidos atronadores bailando en
cadencia con los míos.
Su necesidad —su deseo maldito por mí— es irresistible.
Lamo la dulce salpicadura de compota de manzana, pero en el
momento en que la saboreo, no puedo alejarme. Chupo la carne hasta
que se le escapa un gemido suplicante.
—¿Sigues con hambre?
—N-no —dice rápidamente, y me alejo de ella, mostrándole una
sonrisa ardiente.
—Ponte cómoda. Volveré en un momento.
Recogiendo los restos, entro a la cocina con un propósito, deposito
la bandeja y agarro la cuerda que Tanner me compró antes de regresar
a mi Bethany. Cuando entro en el espacio, ella ya se ha quitado los
zapatos y está jugueteando con sus medias hasta las rodillas mientras
está parada al lado de la cama.
—Déjalos —ordeno, dejando caer la cuerda en un montón a mis
pies.
Sus mejillas arden brillantemente y asiente.
—¿Ahora qué?
Me acerco a ella, admirando la forma en que su vestido blanco está
manchado con mi sangre en un lado de sus costillas.
—Sácate tus bragas.
Ella arranca sus ojos color avellana de los míos. Tan tímida, mi
muñeca perfecta. Pero también es obediente. Sus manos se deslizan
bajo su vestido y comienza a empujar la tela por sus muslos. Antes de
que pueda llegar muy lejos, me arrodillo frente a ella y me hago cargo.

156 En el momento en que huelo su excitación, empiezo a perder el


control. Destellos de mi Bethany de todos esos años parpadean en mi
mente. Cuando habíamos sido curiosos y estado enamorados. Antes de
que todo fuera arruinado por mi madre.
La Bethany que está frente a mí es alguien más hermoso. Más
perfecto. No es manipuladora ni demasiado fuerte para su propio bien.
Esta muñeca es suave, flexible, mía.
—¿Quieres que me quite el vestido? —Su voz es un susurro
tembloroso.
Miro hacia arriba, con una caliente sonrisa en los labios.
—Me gusta mucho este vestido en ti, Muñeca. Cuando te folle,
quiero ser capaz de empuñarlo en mi puño.
Sus mejillas se tornan rojas y deja escapar un sonido ahogado.
—Esto es real. Esto está ocurriendo.
Poniéndome en pie, me levanto sobre ella. Ella es joven, tan joven,
pero no soy un pervertido. Sé que es una mujer a pesar de sus vestidos
con volantes y sus bragas de encaje.
—Estoy nerviosa —chilla.
Deslizo mis dedos en su sedoso cabello castaño oscuro e inclino su
cabeza hacia atrás para que me mire con amplios ojos avellana.
—¿Quieres que me ponga la peluca?
¿Qué?
—La traje conmigo en mi mochila. —Hace un gesto hacia la bolsa
desechada en el suelo.
—Entonces, ¿sabes que he visto el sitio web? —pregunto, mi voz
ronca por la necesidad.
Sus hombros se levantan en un encogimiento de hombros.
—Pensé que era una gran probabilidad.
La incertidumbre parpadea en su mirada. Tendré que jodidamente
arreglar eso.
—Nunca uses esa peluca de nuevo. Quémala —gruño antes de
presionar mis labios con los suyos. En el momento en que deja escapar
un gemido, devoro su boca carnosa. Ella me agarra la camiseta, sus
respiraciones saliendo agudas y pesadas mientras la consumo.
Deslizando mi mano entre nosotros, la muevo debajo de su vestido y la
deslizo hacia su coño.
Ella prácticamente gotea de necesidad.
Bethany me quiere.
Arrastrando mi dedo a lo largo de su grieta, dejo que se quede en

157 su clítoris. Ella suelta un gemido necesitado, y sus caderas se inclinan


hacia adelante, buscando mi toque. Descanso mi pie en el borde de la
cama, luego doblo su pierna sobre la mía, la abro hacia mí y la expongo
debajo del vestido. Entonces, me sumerjo debajo de la tela, en una
búsqueda de su centro resbaladizo. Su coño intacto no se abre como las
putas a las que estoy acostumbrado. Incluso abierta para mí, todavía
está tan apretada como antes, solo confirmado cuando empujo un dedo
dentro de ella.
—Oh Dios. —Se ahoga.
—Shhh —murmuro contra sus labios—. Solo necesito sentirte,
todo de ti.
Sus gemidos cantan a mi polla, y se empuja a ella, suplicando
atención. Froto mi pulgar sobre su clítoris, disfrutando de la forma en
que mece sus caderas en un movimiento circular para perseguir mi
toque. Estoy tan concentrado en complacerla, gruño cuando su mano
toca mi polla a través de mis vaqueros.
Me aparto un poco para mirarla, mi mirada endurecida se
encuentra con sus ojos curiosos e inseguros. Incluso tímidos. Ella no se
parece en nada a las atrevidas prostitutas. Bethany quiere
complacerme, pero parece que no sabe cómo... o tal vez teme que no me
guste. Gruño, mi mirada provocándola, haciéndole saber que en verdad
jodidamente me gusta.
Quiero ser rudo. Lastimarla para reclamarla. Seguir mis instintos.
Liberar al monstruo dentro. Pero sé que tengo que ser diferente con ella.
Es diferente de cualquier persona antes que ella.
—Eres mía, Muñeca —le recuerdo, no queriendo que ella alguna
jodida vez lo olvide.
—Tuya —está de acuerdo, su voz entrecortada—. Quiero que seas
tú. Perder mi virginidad contigo.
—No estás perdiendo nada —gruño, presionando otro dedo en su
apretado cuerpo—. Lo estoy tomando de ti. Me pertenece.
Su coño se empapa aún más con excitación, mis palabras crípticas
excitándola aún más. Con cada empuje de mis dedos dentro de ella y
un círculo de mi pulgar sobre su clítoris, ella comienza a perder el
control. Se aferra a mi camisa con una mano y torpemente acaricia mi
polla a través de mis vaqueros con la otra. No es suficiente. Quiero
entrar en ella.
—Ven, Muñeca. Te necesito tan jodidamente tanto, y no puedo
esperar para siempre.
Ella gime e inclina su cabeza hacia un lado, mostrando su
garganta pálida y esbelta hacia mí. Como un vampiro en busca de su
cena, me sumerjo, mordiendo su carne. Ella grita, y saboreo el sabor
metálico de la sangre en mi lengua. En lugar de llorar o gritarme, ella se
viene.
158 Santa mierda, realmente se viene.
Su cuerpo tiembla violentamente, su pequeño coño se cierra con
fuerza alrededor de mis dedos en un agarre mortal. Continúo frotándola
incluso cuando su orgasmo disminuye. Su rodilla, la única pierna en la
que está parada, cede, pero la atrapo. Bajando mi pierna, le doy un
pequeño empujón, y ella cae de espaldas en la cama, mirándome con
asombro.
—Me mordiste.
—Eres hermosa sangrando.
Ante esto, ella sonríe. Jodidamente me sonríe. Maldita sea, es
perfecta.
Llegando detrás de mi cuello, agarro un puñado de mi camiseta y
la tiro sobre mi cabeza en un movimiento rápido. Su mirada recorre mi
carne tatuada, y se muerde el labio inferior. Desde que conocí a Tanner,
él me introdujo al mundo de levantar y mantener mi cuerpo en forma.
Siempre he sido naturalmente delgado y musculoso, pero ahora estoy
hecho de piedra. Cada músculo es más fuerte que antes. Puedo aplastar
una garganta con solo mi puño.
—Esto es mucho mejor en persona —dice.
Mientras observo cómo gotea la sangre del pequeño mordisco que
le di, no puedo evitar estar de acuerdo. En persona, puedo olerla.
Jodidamente probarla. Todo mi cuerpo tiembla con las mismas
sensaciones que siento cuando quiero matar a alguien. Todo
consumidor. Intoxicante. Fuera de control. Excepto, que no es su vida
la que quiero destruir, es su coño. Quiero hacerla añicos por dentro y
dejar mi marca en cada parte de ella. Mirando hacia atrás, me siento
estúpido cuando considero mi nivel de dedicación a Jade. Apenas puedo
pensar en ella en estos días sin que mi propio monstruo se burle de mí.
Yo era más joven y ciego entonces. Pensé que ella era el mejor
reemplazo para Bethany, lo más cerca que jamás llegaría, pero estaba
malditamente equivocado. Debería haber sabido que el destino me
traería a mi verdadera Bethany. Mi muñeca perfecta
Ahora, todo lo que puedo ver es a Bethany.
Ella es tan perfecta, todos los intentos anteriores se sienten
fracasos enormes.
Me abalanzo sobre ella con un gruñido, y nuestros dientes chocan
dolorosamente. Le estoy rasgando el vestido, pero no quiero que se lo
quite. Mi mente batalla con mil escenarios. Hay tanto que quiero
hacerle, me está enloqueciendo.
—Maestro —dice, sus palmas ahuecando mis mejillas—. Quédate
conmigo. Quiero tu atención en mí. —Su pedido es más bien una
súplica desesperada. Quiere ser amada por mí tanto que no puede
aguantar. Mis ojos se clavan en los de ella mientras empujo su vestido
159 hasta sus caderas.
—Me estás volviendo loco —admito, mis palabras son un susurro
conmocionado.
Su sonrisa ilumina toda la maldita habitación. Busco a tientas mi
cinturón y vaqueros. En el momento en que mi polla está en mi agarre,
la miro fijamente.
—No puedo ir despacio o suave o gentil. Quiero hacerte
jodidamente daño. —Mi mandíbula se aprieta, y odio mi naturaleza
brutalmente honesta.
Sus ojos color avellana se oscurecen.
—Me gustó cuando me mordiste. No soy una muñeca de porcelana,
maestro. Soy tu muñeca No puedes romperme. —El desafío en su voz
hace que la punta de mi pene llore de necesidad. Con un rugido, me
burlo de su apertura que está resbaladiza de deseo.
Tantas muñecas que he roto. Arruinado. Matado. Pero no esta.
Esta las supera a todas. La mantendré para siempre.
Mía.
Mía.
Mía.
—No sabes lo que estás pidiendo. —Mi tono es mortal.
—¡No. puedes. Lastimar. Meeeeeee! —grita la última palabra
mientras me conduzco en su apretado agujero en un fuerte empuje. Sus
uñas se clavan en mis hombros y las lágrimas se escapan de sus ojos.
Mis dedos encuentran su mandíbula, y la agarro hasta el punto que sé
que voy a dejar un moretón en su piel perfecta. Sus ojos se cierran con
fuerza y tiembla.
—Mírame. —Respiro contra sus labios temblorosos.
Sus ojos se abren ante la orden.
—Eres hermosa y nunca he estado con una mujer que se haya
sentido tan bien como tú. —Sus rasgos se suavizan ante mis palabras.
Dulce muñequita Bethany. Ella ama sus cumplidos—. Tu coño está
mojado y tan malditamente apretado alrededor de mi polla palpitante.
Lo guardaste solo para mí, ¿verdad? Me sentiste. Mirando y esperando.
Siempre estaba viniendo por ti... era solo cuestión de tiempo antes de
encontrarte.
—Bésame —suplica en un hipo—. Por favor.
Soltando mi agarre en su mandíbula, deslizo mi palma a su pecho
sobre su vestido. Nuestras bocas se encuentran, y ni siquiera puedo
besarla suavemente. Necesito probar más de ella. Ella gime cuando mis
dientes perforan su labio inferior, pero no se queja. Sus dedos se
deslizan hacia mi cabeza rapada, y rasca sus uñas a través de él. Siento
que ha tenido tiempo de sobra para ajustarse al tamaño de mi polla, así
160 que empujo con fuerza dentro de ella mientras nos besamos
frenéticamente.
La follo desnudo porque ella es mía.
La follo duro porque ella es mía.
La follo hasta el punto del dolor porque ella es mía.
Su cuerpo está tenso debajo de mí, así que busco su clítoris. Me
gusta cuando su cuerpo gotea con necesidad de mí. Cuando se pone
resbaladiza entre los labios de su dulce coño.
—Oh Dios —grita—. Eso se siente... eso se siente... mejor. —Jadea.
No, Muñeca, se siente jodidamente increíble.
Pronto, su cuerpo se estremece incontrolablemente y su coño
ordeña mi polla mientras lucha entre el dolor y el placer. Me pierdo
dentro de mi Bethany. Mi propia corrida viene con un rugido, mi semilla
chorreando profundamente dentro de mi muñeca. La cubro con mi
esencia masculina y la poseo.
—Mi nombre es Beth —susurra contra mi oído.
Lamo su cuello ensangrentado y sonrío.
—Lo sé.
Neotérico

Elizabeth
Mi cuerpo entero está en llamas. Los músculos gritando en
protesta. La carne ardiendo por mordeduras y fricción. Mi cerebro gira
tan rápido que el humo se filtra de él. Es él. Maestro o Monstruo o
cualquiera que sea su nombre realmente. Él es intenso, y creo que está
obsesionado conmigo. El pensamiento hace que mis labios se curven.
Apartándose, me mira con una mirada curiosa. Es como si
estuviera buscando algo en mis ojos. Vacilación, ¿tal vez?

161 ¿Arrepentimiento? Bueno, no encontrará esas cosas. Estoy consumida


por él. Nunca me había sentido tan eufórica, querida y venerada en toda
mi vida. Claro, tengo groupies, por así decirlo, en mi sitio fetiche, pero
esto es diferente.
Esto, puedo sentirlo todo el camino hasta los dedos de mis pies.
Me duele el corazón y mi cerebro sangra.
Lo que está revolviéndose en mis venas es peligroso. Para él o para
mí, no estoy segura.
—Ahora que he estado dentro de ti y probado tus labios, no voy a
ser capaz de parar. No pararé. —Su tono es casi frío, una amenaza
envuelta en una sombría advertencia. Me estremezco.
—Nadie te está pidiendo que te detengas —le digo valientemente.
Sus ojos marrones se estrechan hacia mí.
—Quiero quitarte el vestido y verte toda.
Me muerdo mi labio dolorido y asiento. Todo se siente magullado y
usado, pero ya estoy emocionada de que me tome de nuevo. Su semen
se escapa de mí, y me gusta cómo se siente. Mi corazón golpea mi
pecho. No usamos un condón. Me hace desear no haber estado
tomando la píldora. Solo para tener la posibilidad de estar vinculados
por algo más que solo esta abrumadora conexión. Sacudo el estúpido
pensamiento de mi cabeza tan pronto como se manifiesta.
Elise tiene razón, estoy enferma.
Estos no son pensamientos lógicos.
Sin embargo... no puedo evitar que zumben en mi cerebro.
Ciertamente no puedo dejar de decirlas.
—Quiero estar contigo así siempre —susurro, la vergüenza
cubriendo mi voz.
Frunce el ceño, y sé que lo he arruinado. Estoy muy ansiosa.
Demasiado obsesionada. Demasiado drogada de su atención completa.
Borracha de su posesividad.
—¿Quieres quedarte aquí? —Sus cejas oscuras se arquean, y eso
hace que mis muslos tiemblen de necesidad.
—Lo hago.
Quiero quedarme con él. Para siempre. Para no volver a sentirme
sola nunca más.
Los dos nos ponemos rígidos ante mi elección de palabra, pero no
puedo evitar hojear una fantasía femenina que no tiene cabida en una
situación en la que me acosté con un hombre que ni siquiera conozco.
Realmente lo conoces.
Estoy confundida, pero todo se siente tan claro cuando lo miro. Es
como si estuviera viendo por primera vez mi vida.
162 Se sienta y luego se desliza fuera de la cama. De cerca, me doy
cuenta de que sus hermosos tatuajes cubren cicatrices moteadas. ¿Qué
causó tal daño? ¿Un accidente automovilístico, tal vez? Quiero
preguntarle, pero decido que podemos hablar más tarde. En este
momento, quiero que más de él me toque y pruebe.
Elise me habló de sexo una vez. Dijo que la primera vez es horrible
y duele. Tenía razón sobre la última parte, pero no encontré nada
horrible en el dolor. Te hace sentir vivo. Te ancla al momento para que
puedas recordarlo, revivirlo una y otra vez.
El resto de su ropa es quitada mientras me devora con su mirada.
Levanto las manos en el aire, esperando a que me desnude. El gruñido
en su garganta es de aprobación. Una vez que el vestido se ha ido, bebe
mis pechos desnudos. Las muñecas no usan sostenes.
—No vas a ir a ningún lado —me dice simplemente, su mandíbula
apretada de una manera casi furiosa.
Asiento y veo la cuerda en la esquina.
—¿Vas a atarme?
Más calor inunda mi sexo A él debe gustarle esa idea. Su polla aún
húmeda y flácida vuelve a la vida, y no puedo creer que esa gran cosa
estuvo dentro de mí. Estoy en llamas desde donde me tomó, pero ansío
más de la quemadura.
—Recuéstate. Cierra tus ojos. Cántame una canción —gruñe.
Hago lo que dice, cantando la canción infantil que parece tanto
gustarle. Mi voz no es la mejor, pero la canto extra cuidadosamente, así
que toco las notas y mi voz no se agrieta. Quiero que le guste la
canción. El fuerte golpeteo de sus pies descalzos indica que se pasea.
Levantando mis pestañas ligeramente para echar un vistazo a través de
ellas, mi corazón tartamudea. Está tirando de su cabello, mirando el
desorden saturado en el interior de mis muslos.
Extendiendo la mano, agarra su cinturón antes de caminar
campantemente a la cama.
—Abre más las piernas —grita—. No pares de cantar.
Mi cuerpo tiembla de inquietud. ¿Puedo manejar lo que él es?
Thwack.
Oh Dios.
Ay.
Thwack.
Dolor. Dolor caliente y abrasador se enciende sobre mi sexo
expuesto.

163 —Lo siento. —Casi solloza cuando me golpea de nuevo.


Un pequeño grito se rasga de mi pecho, y se necesita toda la fuerza
de voluntad en el mundo para no cerrar completamente las piernas y
esconderme de él. Para decirle que no.
No lo haré, sin embargo. No puedo
El ruido sordo de él cayendo de rodillas y golpeándose en la cabeza
me duele el alma. Mis pensamientos se dirigen a las cicatrices
escondidas debajo del monstruo entintado sobre su piel. Tal vez fue
maltratado y dañado. Todos estamos dañados en algún punto a lo largo
de la línea. No es algo malo.
—Deja que tu oscuridad emane, maestro —digo ahogadamente,
animándolo—. Sumérgeme en él. Ahógame. Puedo soportarlo.
Mis palabras son como sostener una llama en su fusible. Mis ojos
se aprietan juntos mientras él deja de respirar. Sus manos parecen
adorar mi piel mientras ata mis tobillos y los ata a cada extremo de la
cama. No tengo idea de a qué los está atando —¿tal vez el armazón de la
cama debajo?— pero no me importa. Me encanta el hecho de que mi
coño todavía está mojado por su clímax y el escozor del cinturón.
No me rompí. No me desvanecí. No le dije que no.
Él me está manteniendo. Él realmente me está manteniendo.
Luego, ata mis muñecas, pero no las ata a nada. Las apoyo sobre
mi cabeza sobre la almohada, esperando que mis senos se vean bien
para él. No me atrevo a abrir los ojos para mirar. Vuelvo a cantar su
canción, las palabras muriendo en mi garganta.
Su boca está sobre mí.
Oh. Mi. Dios.
Mis ojos se abren de golpe, y miro conmocionada mientras él lame
mi sexo, lamiendo el dolor con su lengua suave pero poderosa. Sus ojos
oscuros se clavan en los míos, inmovilizándome con solo una mirada.
Poseyéndome. Haciendo promesas que no entiendo pero quiero hacerlo.
La magia que crea con su lengua está fuera de este mundo, aliviando la
quemadura de momentos anteriores. Curándome. Lloro y suplico,
superada con sensaciones que nunca antes había alcanzado. Me hace
sentir hormigueos en mi espina dorsal y el agujero que violó con su
polla palpita y se contrae. Tan fácilmente. Ni siquiera lo entiendo. No
quiero entenderlo. Todo lo que sé es que lo amo. Amo todo sobre este
nuevo y misterioso hombre en mi vida.
El dolor.
El placer.
El pequeño destello de luz en su siempre creciente oscuridad.
Todavía estoy temblando por mi orgasmo cuando él sale de la cama
y desaparece. Momentos después, vuelve empuñando un cuchillo
164 grande.
—¿Q-qué es eso? —susurro. Debería preocuparme por él
haciéndome pedazos y comiéndome o algo así, no por lo delicioso que se
ve con un brillo malvado en sus ojos. No debería estar preguntándome
si me volverá a follar.
—Quiero tu sangre. —Sus ojos marrones son chocolate derretido,
caliente y delicioso.
—¿Toda ella?
Él se ríe, sorprendentemente juvenil, y mi sexo se aprieta.
—No, Muñeca. Solo la quiero. En ti. En mí. Quiero ser dueño de
eso. Poseer todo de ti. Haré todo lo malo bueno otra vez.
Sus palabras me hacen derretir.
—¿Vas a cortarme?
—Voy a marcarte para que todos sepa que eres mía —afirma, su
voz posesiva.
Un lloriqueo se me escapa.
—Quiero que sepan que soy tuya. —Ni siquiera sé quiénes son,
pero es verdad.
—Cierra los ojos —murmura mientras se sube a la cama entre mis
piernas abiertas.
Cerrándolos, soy recompensada con una caricia de adoración sobre
mi estómago. Estoy esperando la picadura del cuchillo, pero en vez de
eso, vuelve a meter su polla dentro de mí. Es cuidadoso y gentil, y hace
que lágrimas broten bajo mis párpados cerrados. ¿Qué está mal
conmigo? ¿Cómo puedo enamorarme tan fuerte y rápido por alguien
que ni siquiera me ha dicho su nombre?
Nada, decido. Nada está mal conmigo. Estoy feliz, y eso es todo lo
que importa. He estado buscando la felicidad por tanto tiempo como
puedo recordar, y esta es la primera vez que me sentí que pertenezco a
este mundo.
—Mi pene pertenece a ti. Voy a follarte todo el tiempo —me dice,
sus palabras cortantes y ásperas. Está de rodillas, levantando mi
trasero para descansar en la parte superior de sus muslos.
Cada parte de mí allá abajo duele y ruega misericordia, pero no
quiero que me recompense con eso. Quiero dolor. Para sentirlo. Para
que él me deje con el dolor persistente, así sé a quién pertenezco.
—Voy a ser dueño de todos tus agujeros. Tu culo apretado y tu
maldita boca perfecta.
Gimoteo y sonrío.
—Quiero eso. Me gusta cómo te sientes estirándome hasta el punto
165 en que duele.
Mueve la palma de su mano contra mi clítoris, y yo gimo, no estoy
segura sí es de placer o de agonía.
—Quédate quieta, mantén tus bonitos ojos cerrados, y déjame
hacerte sangrar.
El primer corte es chocante, doloroso como el infierno, un pequeño
fuego lamiendo la piel. Ahogo algunas lágrimas cuando su asalto
comienza justo a la izquierda sobre mi coño. Los movimientos lentos
son tortuosos. Un riachuelo de sangre se desliza por mis costillas y me
hace cosquillas. Lágrimas caen de mis ojos, y muerdo fuertemente mi
labio para evitar sollozar.
Él me está marcando.
No quiero que se detenga.
Quiero que me haga suya.
Elise seguramente pensaría que estoy loca ahora.
¿Lo estoy?
De repente soy distraída de mis pensamientos y del dolor. Con su
polla dura como una roca dentro de mí y el placer de dibujar a mano en
mí, es fácil ignorar los pinchazos de dolor tallándose en mi estómago. Él
es cuidadoso y lo hace con gran cuidado, puedo decir. No demasiado
profundo y con movimientos constantes.
—Eres mi muñeca. Mi todo. Mi Bethany —murmura.
Estoy mareada por sus palabras y su asalto sobre mí. Mi corazón
tiembla con desilusión al ser llamado el nombre incorrecto. Durante un
momento breve y celoso, me pregunto si le hace esto a otras chicas, o
simplemente me malentendió cuando le dije mi verdadero nombre.
—Mía —gruñe, la palabra es dicha tan brutalmente, es tan afilada
como su cuchilla.
Su cuerpo cubre el mío y nuestra piel se desliza una contra la otra.
Mi sangre está resbaladiza entre nosotros. Me quejo cuando él pasa la
mano por mi maltratado estómago y vuelve a masajear mi clítoris, esta
vez con los dedos. Todo es demasiado intenso, pero no lo suficiente. Me
está follando y me hace daño y solo necesito más.
—Maestro —suplico—. Necesito…
La punta de la hoja se clava en mi garganta donde me mordió.
Pica, pero nada como mi estómago. Me gusta la quemadura. Me
encuentro buscándolo. Inclinándome a él.
—No, Muñeca —respira contra mi boca mientras golpea
brutalmente en mí—, demasiado. Esto no es para dejar una cicatriz en
tu carne perfecta y pálida.

166 Él saca el cuchillo, y yo me quejo, pero luego su boca está sobre


mí, reemplazando la cuchilla, su lengua probando la hendidura en mi
carne mientras busca mi sangre. Estoy mareada y aturdida y
enamorada. Pellizca mi clítoris, luego lo tuerce tan fuerte, que casi me
desmayo por el dolor placentero. Duele. Se siente bien. No es suficiente.
Con un chillido de mis labios, se entierra tan profundamente
dentro de mí, que no sé si alguna vez no será parte de mí. Mi cuerpo se
mueve bruscamente debajo de él, en lo alto de las endorfinas
deslizándose a través de mí. Esto señala su propia liberación, y una vez
más está viniéndose profundamente dentro de mí. Me encuentro
deseando que la puerta de la salida se atasque y que quede atrapada
aquí con él. Para que me llene con su semen hasta que nos sofoquemos
mutuamente de amor. Si no tomo mis píldoras, estaremos atados por
una creación de amor. Estoy perdiendo el sentido de la realidad, pero
no me importa. Él me está arrastrando a la oscuridad, y lo estoy
dejando. Engulléndolo todo, con la esperanza de ahogarme en él.
Oscuridad. Hermoso abismo oscuro.
Despertándome de un sobresalto, miro a mi alrededor, pero él ya
no está en la habitación. Gasa blanca está envuelta alrededor de mi
estómago y ya no estoy atada por mis tobillos o muñecas. En cambio, la
cuerda cuelga pesada alrededor de mi garganta. Toco mi cuello dolorido,
notando que estoy vendada allí también. La cama es un desastre
sangriento, y está seca y descascarada. Debo haber estado dormida
durante horas. El pensamiento me hace sonreír. Salgo de la cama y me
maravilla el hecho de que un extremo de la cuerda está atada a una
pata de la cama. Parece que hay mucha holgura para permitirme
explorar. En piernas temblorosas, salgo de la habitación y por el pasillo,
encontrándolo sentado en la mesa de la cocina mirando una laptop.
—Hola —grazno.
Su mirada oscura se cierra de golpe con la mía y me mira con
aprecio. Envía corrientes de emoción a través de mí.
—Hola.
—¿Por qué te fuiste? —Mi tono tiene un toque de dolor.
Parándose, se dirige a mí, con su delicioso cuerpo desnudo excepto
vaqueros bajos. Mi boca se hace agua por una probada. Soy atraída por
sus poderosos brazos, y me acuna, lloviendo besos por la parte superior
de mi cabeza.
—Eres la cosa más bella que jamás he tenido el placer de ver. Y
ahora que me he dado un banquete contigo en más formas de las que
puedo contar. Solo me da hambre de más —gruñe. Sus palmas vagan
por mi trasero desnudo, y me agarra allí—. ¿Cómo te sientes? Perdiste
un poco de sangre.
—Me siento un poco mareada —admito, la derrota en mi voz.
167 Él se ríe, y vibra en mi pecho.
—No pareces tan molesta, Bethany. Te traeré algo dulce para
reanimarte.
Él es muy adorable al respecto, que ni siquiera lo corrijo. La verdad
es que está lo suficientemente cerca. Me gusta ese nombre. Me ayuda a
sentarme en una silla y luego comienza a hurgar en la cocina. Admiro
su trasero mientras se mueve por el espacio. Mi piel está fría y tiemblo,
pero me gusta estar en exhibición para él. Finalmente localiza una soda
y la vierte en un vaso. Una vez que lo deja enfrente de mí, abre un
paquete de galletas de avena.
—Estos son mis favoritos —le digo con una amplia sonrisa—.
Gracias.
Sus ojos marrones brillan con una emoción que quiero ver más.
Adoración. Amor. Deseo. Querer. Tanto parpadea en su cálida mirada.
Quiero que todos estén destinados a mí, siempre.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunto.
Sus rasgos se oscurecen, y de inmediato me castigo por arruinar el
momento.
—A su tiempo, Muñeca.
Me muerdo el labio inferior, decepcionada cuando vuelve a
sentarse ante la laptop. Su atención se ha ido de mí, y pica. Lo quiero
de vuelta.
—Me gusta cuando me llamas Bethany.
Sus ojos se vuelven de golpe hacia los míos.
—Me gusta cuando usas esa cuerda alrededor de tu garganta
sangrienta como un collar. Tan. Jodidamente. Hermosa.
Me derrito bajo su alabanza.
—¿Pone tu polla dura?
Sus ojos marrones son calor líquido mientras me mira fijamente.
—Joder, sí, lo hace.
—Bien.
Cuando comienza a girar nuevamente a su pantalla, tengo este
impulso abrumador de distraerlo. Me levanto de mi asiento y tomo su
mano.
—Necesito que me lastimes un poco más. Me gusta. —Sé que este
tipo de palabras lo provocan, y eso es exactamente lo que deseo hacer.
Empuñando la cuerda, la tuerce alrededor de su muñeca, luego
tira tan fuerte que casi me caigo en su regazo.
—¿Lastimarte dónde?

168 —En todas partes.


—A su tiempo —gruñe, sus ojos absorbiendo cada corte y
hematoma marcado en mi piel por su mano—. Me gustas desnuda, pero
prefiero que mis muñecas se vean bonitas en sus vestidos.
—¿Muñecas, como en plural? —susurro, mis cejas chocando
juntas.
—Solo tú, Bethany —me asegura—. Solo estás tú.
Juvenil

Benny
—¿Muñecas, como en plural? —se queja, su rostro
desmoronándose.
—Solo tú, Bethany. Solo estás tú.
Por ahora. Aún no le hablo de mi enojado muñeco llamado Tanner.
Todavía no he decidido qué hacer con él.
—Tengo algo para ti.

169 Sus ojos se abren, y se muerde el labio inferior, haciendo una


mueca cuando la pequeña marca se abre y una cereza de sangre brota.
Ataco como un animal sediento de sangre, desesperado por chuparla.
Debato inclinarla sobre la mesa y meter mi polla dentro de ella, pero mi
celular ha estado zumbando sin parar en mi bolsillo desde que se sentó
en mi regazo. Es una distracción y me molesta hasta la cúspide de la
locura.
—Contesta tu teléfono —dice, riendo contra mis labios—, pero
primero dime dónde está mi regalo.
Sonrío y asiento hacia el tocador robado. Rebotando de mi regazo,
se apresura a mirarlo. Dentro del cajón, encontrará unas braguitas que
hice a mano solo para ella.
Quito mi atención de su perfecta, espalda sin defectos, mi polla
endureciéndose ante la perspectiva de tener un lienzo en blanco para
decorar. Cuando comenzó a cantar en el dormitorio hace unas horas,
mi mente tropezó con recuerdos caóticos del pasado.
Los jugos entre sus muslos me gritaban para regañar y castigar a
la muñeca sucia.
Fue ella no opuso resistencia, se mantuvo abierta a la disciplina,
aceptando quién soy, lo que me trajo de vuelta del viejo yo.
Mi teléfono comienza a zumbar de nuevo, y lo saco de mi bolsillo,
gruñendo por la línea.
—¿Qué?
—Monstruo —saluda Tanner, su voz suave e imperturbable—.
Pensé que después de tu noche activa estarías de mejor humor. ¿Cómo
te está funcionando la nueva casa? Bien... Ya veo, maestro.
Thud.
Thud.
Thud.
No puedo hablar. Pensar. Respirar.
Mis ojos escanean la habitación, buscando en cada esquina las
cámaras que deben estar instaladas aquí.
Hijo de puta.
Coño espía de mierda
Ira como una entidad furiosa por sí misma muta y grita bajo mi
piel que se siente estirada demasiado apretada sobre los huesos debajo.
Su risa oscura penetra en mis oídos.
—Deja de mirar, Monstruo. Las cámaras están en todas partes y
por tu propia seguridad.

170 Para sus jodidos ojos vigilantes, mejor dicho.


—Tu nueva muñeca es bastante exquisita —alaba—. Disfruté
viéndote con ella. Me divierte que te guste que ella diga mi nombre
cuando estás dentro de ella. Oh, maestro…
Lanzo el celular a la pared, sorprendiendo a Bethany cuando
explota y cae al suelo como una lluvia de vidrio irregular.
—¿Quién era? —susurra-grita en mi dirección, sosteniendo su
mano en su pecho.
Corriendo hacia ella, cubro su cuerpo con el mío.
—No importa. Vístete. —Le señalo su vestido desgarrado y raído,
mi pecho agitado por la ira—. Ahora.
—¿Por qué?
—Nos estamos yendo. Te llevaré a casa. Tengo cosas que hacer.
—Pero no quiero... —Lágrimas brotan de sus grandes ojos color
avellana.
Levanto mi mano para detener su flujo.
—Necesitas saber que lo que te digo no debe debatirse. Soy tu
maestro, y harás lo que te diga.
Ella asiente, pero las lágrimas rebosando sus pestañas se escapan.
—Volveré por ti —prometo, mi voz suavizándose. Esta muñeca
necesita la seguridad adicional—. Solo necesito ordenar algunas cosas
primero, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.

El viaje en coche de vuelta para dejar a Bethany en casa es


silencioso. Todos mis planes van a tener que cambiar. Esta intrusión no
puede ser tolerada. No me mantendrán como una mascota para sus
juegos y placer. Jodidamente no está sucediendo.
Son las cuatro de la mañana cuando llego a su casa. Las luces
están apagadas, una manta de oscuridad cubriendo la casa.
—¿Quieres entrar? —Su voz es dócil y suave.
—No puedo, Muñeca.
Ella juguetea con sus dedos, bajando los ojos a su regazo.
—¿Hice algo malo?
Un suspiro pasa junto a mis labios.
—No —aplaco, poniendo mi mano bajo su brazo y jalándola por el

171 asiento hacia mi regazo. Ella se acurruca contra mí como un conejito y


tararea satisfecha. Cerrando mis ojos, solo la abrazo.
El calor me sofoca y el pánico se apodera de mi pecho cuando me
despierto. La luz del sol entra por las ventanas, cegándome. Sudor
cubre cada centímetro de mi cuerpo, goteando como si hubiera sido
bañado completamente en un baño. El aire es espeso y apestoso como
un sauna, y estoy jadeando mientras trato de inhalarlo. Tan pronto
como hago un balance de lo que me rodea, me doy cuenta de dónde
estoy. En mi maldito auto. Mi ritmo cardíaco se acelera. Maldita sea.
Nos quedamos dormidos a plena vista. Cualquiera podría habernos
visto. Tan jodidamente estúpido. Bethany se revuelve en mi regazo y
abre los ojos perezosamente.
Al bajar todas las ventanas, enciendo el aire acondicionado y
verifico la hora.
Nueve y media.
Joder. Joder. Joder.
Mi mente gira en torno a lo descuidado que fui. Si alguien nos vio y
llamó a la policía... No puedo terminar eso sin querer volverme loco
como mierda.
—Tienes que irte ahora —le digo, despegando su sudoroso cuerpo
del mío.
Sus ojos escanean el área y un bostezo pasa por sus labios.
—Bien. Gracias por mi nuevo regalo. Ese tocador es hermoso.
Traeré tus otros regalos conmigo la próxima vez para ponerlos en la
parte superior. —No está segura de sus palabras, me prueba para ver si
tengo la intención de llevarla allí de nuevo.
—¿La muñeca?
Ella busca mi rostro en confusión.
—Todas ellas —afirma con vacilación.
¿De qué demonios está hablando de todas ellas? Acabo de darle
una. Fue una que encontré en línea, una que vendí en el pasado.
—Te di una. Una muy especial hecha a mano con cabello castaño
sedoso como el tuyo. —Lo sé porque lo hice—. La peluca fue cosida a
mano con cabello humano donado. —Bueno, no exactamente la verdad,
pero las personas muertas ya no necesitan su cabello, así que me gusta
pensar en ello como una donación—. ¿Tienes más muñecas?
Sus cejas se fruncen juntas y su labio inferior sobresale.
—¿El resto no son de ti?
Está irritando mi ya desgastada paciencia.
—Muñeca, ¿de qué diablos estás hablando? ¿Qué quieres decir con
el resto?
172 Ella se mueve en su asiento antes de contestar.
—Alguien me ha estado dejando regalos. Pensé que todos debieron
haber sido tuyos.
—¿Cómo no sabes quién te los está dando? —Mi tono es duro,
acusador.
—Porque simplemente aparecen en la casa. —Al igual que la
muñeca que le regalé.
Hijo de puta. Si esta mierda es Tanner jugando más juegos, voy a
perder todo el control con él. Él me está provocando para matarlo.
—Tengo un chico en mi sitio fetiche que siempre está en línea y
comentando —dice—. Tal vez sea él.
—Ya no haces esa mierda —le digo, mi tono severo—. Eres mi
muñeca. Solo para mis ojos. —Espero cualquier actitud, pero no hay
ninguna. Solo un asentimiento en conformidad—. ¿Recuerdas el
nombre del usuario?
Sus manos se sumergen en su mochila y saca su teléfono. Con
rápidos movimientos de los pulgares, abre el sitio y me pasa el teléfono.
Amplia la pantalla, cerniéndose sobre el usuario.
Guardamuñecas
A unos metros de distancia, se abre la puerta de su casa. La
maldita Kami sale y corre hacia un mini Cooper rosa brillante.
—Esa es la mejor amiga de Elise —susurra, y se deja caer en su
asiento.
Oh, sé quién es ella.
Su estúpido coche femenino se aleja, y me reprendo mentalmente
por haber perdido la oportunidad de obtener una buena y antigua
venganza.
Todo vendrá a su debido tiempo.
—¿Debería preocuparme por la persona que me envía cosas? Él
sabe dónde vivo. Ha estado en mi habitación.
Mi atención regresa a mi preciosa muñequita y ahueco su mejilla.
—Me encargaré de él.
Ella no pregunta qué implicará eso, y me hace quererla más.
—Ve a descansar un poco. Volveré por ti más tarde.

Cuando llego a The Vault, Tanner ya está preparado para mí. Lo


encuentro sentado en la oficina que se me asignó con las manos en alto

173 en señal de rendición.


—Lame esas heridas, Monstruo. No estoy tratando contigo
hinchando tu pecho por algo tan pequeño como tener vigilancia
instalada. Tienes que avanzar hacia al siglo veintiuno —me lanza su
mierda reservada, mostrándome su mano de juego.
Tan explicativo. Tan defensivo. Tan patético.
Sacudió la jaula del monstruo y se cagó cuando la cadena se
rompió de su correa.
Le sonrío, manteniendo mi mano cerca de mi pecho. Confundiendo
al pobre bastardo.
—Me alegra que hayas disfrutado el espectáculo. —Me encojo de
hombros, moviéndome hacia él y empujando sus pies de su posición
apoyada sobre mi escritorio al piso.
Su fachada indiferente se resbala, y hay un brillo cauteloso en sus
ojos. Se pone de pie, y tomo el asiento que mantuvo caliente para mí.
Ha estado sentado aquí esperando un rato.
Poder. Lo tengo yo, no él.
Me arroja algo y lo atrapo antes de que pueda golpearme en el
rostro.
Mi tolerancia a sus juegos y su necesidad de dominio sobre mí está
disminuyendo. No mucho, me digo.
—¿Qué es? —exijo.
Él sonríe y se encoge de hombros. El personaje, una vez relajado y
unido, que siempre usaba como una segunda piel a mi alrededor, se
desliza más y más.
—¿Dónde está la diversión en eso? Ábrelo. Disfruta. Pronto tendré
una cita, así que me pondré en camino. —Con eso, se aleja, cerrando la
puerta mientras lo hace.
Sus citas son entrevistas de trabajo. Por alguna razón, le gusta ser
el primer entrevistando cualquiera que atraviese las puertas de su club.
La discreción es un componente clave que cualquier empleado debe
poseer cuando trabaja para Tanner. Su club se ha mantenido por
debajo del radar de la ley hasta el momento por una razón. Es muy
particular acerca de a quién le permite trabajar para él, y el sueldo
generoso refleja por qué sus empleados son tan leales. Sus métodos en
última instancia, mantienen a su clientela feliz con el conocimiento de
que sus identidades y fetiches se mantienen bien cerrados detrás de los
labios del propio propietario.
He visto a Tanner en acción. Tiene una forma de desconcertar
incluso al mejor de nosotros, desenredando nuestros lazos y
deshaciendo las capas de a una por vez.
174 A veces, el entrevistado ni siquiera llega a la silla antes de que él
les diga que no.
Le gusta el poder, y gobierna su imperio como un verdadero líder
debería, pero cometió un error.
Yo.
Nadie me posee. Soy el dueño de mi propia historia y su maestro.
Él simplemente aún no lo sabe.
Lo hará.
Pronto.
Rasgando el gran sobre que me arrojó, lo inclino y un teléfono
celular cae.
¿Reemplazo del mío? Él trabaja rápido.
Recogiéndolo, estudio el pequeño dispositivo. No hay nada más que
un video almacenado en la memoria.
¿Más juegos, Tanner?
Al hacer clic en reproducir, mi intestino se aprieta.
Es un cuarto de baño de algún tipo y un viejo puto desnudo está
siendo pateado hasta la mierda por lo que parece ser un conjunto
diferente de piernas.
—Levántalo hacia la cámara —ordena alguien y suena pies
arrastrándose antes de que la cara rota y golpeada del hombre que una
vez llamé papá ocupe toda la pantalla—. Suéltalo —demanda la voz
nuevamente, y él cae al suelo con un golpe. La cámara gira, y el torso
de uno de los hombres viene detrás de él, agarrando un puñado de su
cabello y tirando de su cabeza hacia atrás.
—Extiéndelo para mí —gruñe alguien más, luego mete su polla en
la boca de mi padre mientras el otro hombre que lo sostiene se mete en
su culo.
Lo asaltan mientras se sacude y hace gárgaras. No sé por qué
diablos necesitaría ver esto o cuál es el propósito de esto. Muevo mi
dedo sobre el botón de finalizar cuando el que tiene su polla empujada
en la garganta de mi querido papi se retira y comienza a apuñalarlo
repetidamente en el cuello con lo que parece un destornillador.
Él era mío para matar. ¿Por qué demonios haría Tanner esto? ¿Por
qué ahora, sin siquiera consultarme primero?
Por poder.
Una muestra de su reinado sobre mí, mi monstruo interno me
advierte, rugiéndome.
Ya tengo planeado su castigo por espiar a mi muñeca, pero la
intensa necesidad de gritar en su rostro rebota dentro de mí, golpeando
175 cada terminación nerviosa.
Arghhh.
Lanzo el celular al otro lado de la habitación y estalla en mil
pedazos contra la pared, como el mío cuando recibí su llamada anoche.
Rodeando mi escritorio, salgo por la puerta y salgo corriendo por el
pasillo. Ignoro a Lucy parada frente a la oficina de entrevistas de Tanner
y me dirijo directamente. También ignoro a la morena que tiene sentada
frente a su escritorio. Sus ojos brillan salvajemente desde el otro lado de
la habitación mientras acecho hacia su escritorio.
—No es un buen momento, Monstruo —gruñe, levantándose y
acercándose pecho a pecho conmigo. Los dos respiramos con dificultad
como dos dragones esperando para tomar vuelo y quemar todo lo que
está debajo de nosotros hasta cenizas.
—¿Qué demonios fue eso? —exijo con un gruñido.
—No es el momento, Monstruo. —Sus ojos se clavaron en los míos,
tratando de transmitir cualquier mierda que estaba pensando.
Bueno, adivina qué, imbécil, no soy un lector de mentes.
—No soy tu puto Monstruo —bramo, la furia formando mis
palabras—. Quiero saber qué demonios estabas pensando —agrego,
esperando que la visitante sentada frígida en la silla corra hacia la
salida para no quedar atrapada en el infierno a punto de engullir la
habitación.
—¿Qué estaba pensando yo? —Se ríe, sin humor. Inclinándose,
pesca algo de un maletín sentado debajo del escritorio.
Golpea un sobre en mi pecho, el que había enviado días antes para
mi padre presumiendo de mi nueva muñeca.
Hijo de puta.
Debería haber sabido que Tanner tendría ojos allí. Los tiene en
todas partes.
—Hice lo que tenía que hacerse para evitar que tu verdad fuera
revelada. Piensa... —Deja de hablar a medio pensamiento y se da vuelta
para mirar a la don nadie que todavía está sentada frente a nosotros—.
Fuera —ordena, y ella salta a sus pies, corriendo hacia la puerta.
Volviéndose hacia mí, me pincha el pecho con el dedo.
—¿Crees que simplemente se hubiera sentado ante esa
información? ¿No llamaría a nadie como a jodido Dillon Scott? ¿Sabes
que fueron esas chicas que utilizaron contra él para que hablara? Él las
amaba, no permitiría que te quedaras con ella.
Mi cabeza nada con esta información. No estaba pensando
correctamente cuando envié la carta. Pero fue a mis espaldas para
176 matarlo sin preguntarme. Un movimiento de poder que tomó para
mantenerme en línea. Para recordarme quién es el rey de este
submundo oscuro en el que me metió y me mantuvo a salvo dentro.
¿Soy realmente libre?
¿Seguro?
¿Mi propio monstruo?
Si alguien siempre está tirando de las cuerdas, entonces no.
Un pesado puño golpea la puerta, despertando el interés de
Tanner.
—¿Qué? —suelta entre dientes apretados. He sacudido a la bestia.
Bien.
Lucy se apresura a entrar, su largo y ondulado cabello rubio
colgando suelto delante de las grandes tetas que se derraman sobre la
parte superior de la camiseta sin mangas de cuero rojo.
—Kami ha vuelto.
Alivio afloja su mandíbula y él asiente una confirmación antes de
girarse sobre sus talones y salir, pero no sin antes mirarme con recelo.
—Tengo a Luke siguiendo a la mujer por la que casi derramaste tu
identidad. Puede que tengas que limpiar eso —espeta.
—No se dijo nada que ella pudiera o descifraría como algo.
Él es jodidamente paranoico. Nadie sabe que estoy vivo. Dudo que
alguna mujer al azar siquiera haya oído hablar de los asesinatos de las
muñecas, y mucho menos pensar que podría ser él. Él es exagerado, y
no tengo tiempo para perseguir algún idiota solo porque me dice que
son una amenaza. En realidad, solo odia que ella haya visto a dos
bestias enfrentarse cabeza a cabeza y que él no haya sido el vencedor.
Muestra debilidad cuando está conmigo.
—Voy a pasar un tiempo con Kami, y no voy a ser molestado —
muerde, dejándome en su paso.
Sí... bueno, jódete.
Que se joda Kami.
Que se jodan los dos.

—He tenido suficiente. Quiero esconderme contigo para siempre.


¿Por qué no podemos irnos? —pregunta, su voz un leve gemido en el
otro extremo de la línea.
Ella tendrá que aprender su lugar conmigo. Esta mierda de labios
177 haciendo puchero solo funciona cuando está frente a mí y puedo
morder el labio ofensivo.
—La gente te buscará —explico con un gruñido—. No aceptarán
que solo te levantaste y fuiste sin razón. Hay gente cuidando de ti, como
ese detective. Él te encontraría o intentaría de todos modos.
Ella guarda silencio durante unos minutos antes de que su tenue
voz gruña por la línea.
—Tienes razón. Elise sería como un perro con un hueso volviendo
loco a todo el mundo.
Ella no cuestiona el hecho de que sé que tiene un amigo detective,
lo que me agrada. Ya está aprendiendo la dinámica de Muñeca y su
maestro. La alejaré de todo, pero cuanto menos sepa que le cuente a su
hermana por accidente, mejor.
—Descansa un poco, muñequita —le digo, mi tono oscuro y
prometedor—. Vas a necesitar toda tu energía para más tarde.
Termino la llamada y tiro el nuevo teléfono celular en el escritorio.
Hice que Lucy lo tomara de uno de los chicos del bar. Mis dedos tocan
la laptop que Tanner dejó abierta cuando hizo su dramática salida.
Estará demasiado atrapado en Kami ahora mismo como para pensar en
ello.
Quiero ver cómo luce su interior.
Su sangre decorando mis manos y mi cuchillo favorito.
Hay un archivo bloqueado para todas sus cámaras, pero uno ya
está abierto, por lo que la contraseña no es necesaria. Hago clic en la
imagen pequeña y se expande para ajustarse a la pantalla completa, las
celdas que me hizo para llevar a mis muñecas. Hago clic en las flechas y
aparecen más ángulos de la cámara. Están por todas partes. Iba a
mirar mi muñeca en mi cama y en la celda. Algunas cosas son
sagradas. Sólo para mí.
Entrando en las operaciones, elimino todas las vistas de la cámara,
menos una, y luego le cambio el nombre para que coincida con otro
archivo que tiene allí. Sonrío. Fui destrozado desde una edad temprana,
Tanner. No puedo ser domado o recogido y moldeado por la mano de
alguien más. El monstruo ya mató a su maestro hace años. Nunca
puede ser amarrado por otro.
Dejando su oficina, voy al bar.
—Whiskey solo —le digo al tipo sirviendo.
Un cuerpo cálido me roza, y me vuelvo para decirle a quien sea que
se vaya a la mierda, pero una severa mirada de Lucy me saluda, sus
labios rosados apretados en una línea firme.
—Cassian está en camino de la guerra. —Sus ojos azules se
178 estrechan—. Te está buscando.
—¿Ya terminó con su pequeña mascota? —digo furiosamente,
echando hacia atrás todo el vaso colocado frente a mí.
El líquido ámbar me recuerda al hombre que ahora me busca.
Déjalo mirar. Déjalo que venga a mí.
—Pensé que tú eras su mascota —replica, disgusto entrelazando
sus palabras.
Moviéndome demasiado rápido para ella para alcanzar el cuchillo
con el que siempre está jugueteando, mi mano se cierra alrededor de su
delgada garganta mientras la apoyo contra una columna.
—¿Qué dijiste?
Ella no lucha contra el agarre. Sus ojos están ardiendo mientras se
asfixia. —K-Kami tuvo que irse. Elise la llamó llorando por el estado de
su hermana.
La libero, y ella jadea, frotando donde estaban mis manos.
—¿Qué quieres decir con el estado de su hermana?
—Aparentemente su nuevo novio la maltrató, pero ella no está
hablando.
Elise, siempre la reina del drama.
Y solo me hizo un favor sin siquiera saberlo.
—Benjamin —brama Tanner, ganando más que solo mi atención.
Descuidado de él.
Salgo del bar sin decir una palabra más a Lucy y sigo a Tanner
hasta su oficina. Cierra de golpe su laptop y los vellos se paran de golpe
sobre mi cuerpo, haciéndome hiperactivo. El toque de energía nerviosa
baila sobre mi caja torácica mientras espero ver si se ha dado cuenta de
la jugada que acabo de implementar con su computadora. La ira irradia
de él como si fuera radioactivo y estuviera a punto de explotar.
—Luke llamó —finalmente habla, y me relajo. Él no lo ha visto
—¿Y?
Luke es el lacayo que tiene la mierda de seguir a las personas y
revisarlas. El chico también es realmente bueno para hackear
computadoras.
—Esa mujer a la que entrevisté cuando entraste y tuviste tu
berrinche.
Dejo que su insulto se una a la colección de mierda que Tanner ha
hecho para fastidiarme y pagará más tarde.
—Escúpelo —gruño.
—No —advierte, alzando un dedo hacia mí—. Esto es serio. Fue
recogida de la ciudad por Marcus James, el compañero de Dillon Scott.
179 Mi comportamiento sabiondo disminuye.
Mierda.
Hijo de puta.
Mierda. Joder.
—¿Un policía? Entonces, ¿ella es una de ellas?
Su mandíbula se contrae.
—Parece que sí. Luke está ejecutando su archivo ahora, pero esto
no augura nada bueno.
Chasqueo mi cuello y lo miro.
—No hay forma de que ella me reconozca o incluso me tenga en su
radar. Dillon me mató. No tiene motivos para pensar lo contrario.
—Es mejor que eso sea cierto —gruñe—. Estoy esperando que mi
informante en la comisaría me llame con cualquier información. Ella
tendrá que ser tratada, Benjamin.
Sí, no todos. No hay duda de que esta es la razón por la que fue
enviada aquí en primer lugar. Probablemente por Dillon “Oler a un
Criminal” Scott. Tanner elimina a cualquier persona que sea una
amenaza para él, incluso una menor. A pesar de que solo hace que
parezca más culpable de ocultar mierda, tratará con ella de inmediato.
—Tengo una reunión para recoger el segundo envío de la compra
de Law. Quiero que la trates antes de que regrese. Te reenviaré toda la
información que necesites. ¿Necesitas otro celular? —Él me frunce el
ceño.
—No, Lucy me consiguió uno. Obtén el número de ella. —Y con
eso, salgo pitando de allí.
Tengo trabajo que hacer.
Diversión que tener.
Venganza que infligir
Muñecas que castigar.

180
Fresco

Dillon
Jade ha estado sufriendo de falsas alarmas de parto, algo llamado
Braxton Hicks o alguna mierda. Todo lo que sé es que no he pegado un
ojo preocupándome por ella y mi hijo por nacer. Dejarla esta mañana
después de que me acusara de ser controlador fue lo último que quería
hacer, y el mensaje de texto de mi mamá diciéndome que ha llegado a la
casa por el día me trae una sonrisa a los labios. Jade no se atrevería a
acusar a mi madre de ser controlador, así que adivina ¿quién llamó
refuerzos tan pronto como salí de la casa?
181 Entro en la comisaría, y mi estómago se desploma cuando Marcus
viene disparándose hacia mí, una mirada tensa me perfora. Su cabello
oscuro, normalmente peinado hacia atrás, que lo hace lucir como una
de esas idiotas celebridades en la televisión, le cuelga en sus ojos. Él no
está controlado en absoluto. El pánico parpadea en sus ojos grises.
—Ni siquiera he tomado café —le advierto.
—Josey hizo algo estúpido, y sin permiso. —Lanza una mirada
mordaz por encima del hombro a una encogida Josey, que se esconde
detrás de una taza, una taza de jodido café, apuesto.
Pasando junto a él y directo hacia ella, le quito la taza de la mano y
señalo hacia la puerta.
—Vete a casa.
Ella palidece, luego pone los ojos en blanco.
—Ni siquiera has escuchado lo que hice aún.
—No necesito hacerlo. Esta seguirá siendo mi reacción una vez que
haya escuchado.
—Bien —resopla—. Pero lo hice bien, y puedes darme las gracias
cuando te des cuenta. —Se desliza una chaqueta en su camino pasando
el escritorio de Marcus y atraviesa las puertas dobles hacia la salida.
—Lo siento. No tenía idea de que ella haría cualquier cosa sin
autorización. —Suspira, pasándose una mano por su oscuro cabello. Al
menos ahora sé cómo se estropeó en primer lugar.
—Te ves como una mierda —le digo, bebiendo la bebida que
confisqué. Es amargo y da en el clavo perfectamente.
Su mandíbula desaliñada se aprieta, y me lanza una mirada de
dolor.
—Lisa sigue ignorando mis llamadas y hace días que no vuelve a
su casa. —El hijo de puta parece destrozado y me siento mal por él.
—¿Qué hay de su trabajo? —sugiero—. Solo pasa por allí.
—Ella está en la escuela —admite, sus mejillas ruborizándose de
vergüenza—. Pensé que te lo había dicho.
—Me dijiste que tenía veinticinco —gruño.
—Oh, los tiene —dice rápidamente en defensa—. Viajó un poco, así
que comenzó su carrera tarde.
Ya estoy aburrido.
—Entonces, ¿qué hizo Josey? —pregunto ahora que estoy con
cafeína.
—Ella fue a The Vault. —Se encoge.
Cristo.
182 —Ella dijo que un tipo llamado Tanner la entrevistó y tuvo una
discusión con un tipo que llamó Monstruo justo enfrente de ella.
¿Quién carajos es Tanner?
—De todos modos, ella dijo que tomó algunas fotos discretas para
que podamos ver si nuestro Cassian Harris es su tipo Tanner.
¿Quién llama a alguien Monstruo?
—Scott —grita Graham de tecnología desde su oficina, haciendo un
ven aquí con la mano.
¿Por qué los técnicos son tan jodidamente raros? Demasiado
inteligente para su propio bien debe ser duro en sus habilidades
sociales.
—Consigue las fotos —le grito a Marcus, quien se pone
directamente en el teléfono, diciéndole a Josey que envíe las imágenes
por correo electrónico.
—¿Qué tienes para mí? —pregunto a Graham, tomando asiento en
el extremo de su escritorio.
—¿La dirección IP que querías que rastreara?
—Sí. —Asiento, queriendo que continúe. Necesitaba tranquilizar a
mi esposa y rastrear al pervertido obsesionado con la pequeña Beth.
—Se rastrea a una computadora utilizada allí. —Mueve su dedo
sobre la pantalla de su computadora.
De ninguna jodida manera.
Compruebo para asegurarme de que estoy viendo bien.
The Vault.
¡Cristo!
Mi celular vibra, y la saco de mi bolsillo. El nombre de Elise
aparece en la pantalla.
—Hola, niña.
—Dillon, ¿puedes reunirte conmigo en algún lugar, no en la casa?
Estoy tan preocupada por Beth y por mi amiga Kami, que se suponía
que iba a venir, pero no fue así. No sé qué hacer —dice Elise
rápidamente—. No quiero preocupar a mamá cuando tiene tanto trabajo
y…
—Elise, cálmate —interrumpo—. Te veré en Rosa's Coffee House en
la esquina de Main y Third.
Ella deja escapar un suspiro de alivio.
—De acuerdo. Gracias.
—¿Veinte minutos?
—Hasta entonces. Adiós.
183 Maldita sea, estas mujeres en mi vida me van a tener en una
tumba temprana a este ritmo.
—Marcus, vámonos.

—¿Quieres decirme a dónde vamos? —pregunta mi compañero,


frotándose los ojos con una mano. Él está tenso como un hijo de puta.
Este amigo necesita poner su vida amorosa en orden. Inmediatamente.
—Necesito entrar y ver a Elise, luego vamos a ver al Sr. Harris en
The Vault.
Su cabeza se yergue y se mueve en su asiento.
—¿Tienes algo?
Saco mi celular de mi bolsillo y se lo paso.
—Mira la primera imagen en la sección de imagen.
Tomando el teléfono, él juguetea.
—Lindo, pero no lo entiendo. —Da vuelta la pantalla, mostrándome
a MJ con los tacones de Jade y arrastrando su bolso gigante.
Frunciendo el ceño, agarro el teléfono. Una vez que estaciono frente a la
cafetería, deslizo la pantalla y se la devuelvo con el nombre de usuario y
algunos de los comentarios que Guardamuñecas hizo en una de las
fotos de Beth.
—El usuario es de The Vault —le digo—. ¿Qué tan jodido es eso?
Todos los caminos llevan a este tipo Harris. Tiene que haber una razón
para eso.
Salgo y camino unos pocos metros hacia la cafetería, deteniéndome
cuando me doy cuenta que Marcus todavía está en el coche mirando mi
teléfono.
Puta madre. Si se está excitando con la imagen de la pequeña Beth,
voy a golpearlo en la basura.
La puerta del auto se abre justo cuando Elise sale de la cafetería
con dos tazas para llevar. Ella me ve y sonríe.
—¿Esto es una broma? —grita Marcus, sosteniendo el teléfono
celular.
Los cafés en las manos de Elise caen sobre el concreto y el jodido
líquido caliente salpica mi pierna, haciéndome gritar sorprendido.
Mis ojos se arrastran desde el desastre en el suelo hasta Elise, que
tiene sus manos sobre su boca. Sigo su mirada hacia un sorprendido
Marcus.
—¿Qué está pasando? —pregunto cautelosamente.
184 —¿No debería ser esa mi pregunta? —pregunta Marcus, incrédulo,
furia haciendo que su voz tiemble—. ¿Qué diablos es esto? ¿Y cómo
conoces a Lisa? —Todavía sostiene mi celular y habla conmigo, pero
mira a Elise.
Estoy tan jodidamente confundido, siento que acabo de caer en la
dimensión desconocida y ningún hijo de puta tiene sentido.
—Lo si-siento mucho, M-Marcus —tartamudea Elise, lágrimas
brotando en sus ojos color avellana.
Miro entre los dos.
—Marcus, esta es Elise, como en Elise y Elizabeth, las gemelas de
Stanton. —Quiero sacudirlo para que comience a tener sentido.
Su boca se abre, luego se cierra. Con el rostro arrugado por el
dolor, se dobla, luego se levanta y se da vuelta, maldiciendo.
—Alguien mejor que empiece a hablar —gruño.
—Te mentí. Cuando te vi y no me reconociste... estaba herida, pero
luego emocionada. Me enamoré de ti desde que tenía diez años —
tartamudea ella, agitando sus manos animadamente.
—¿Cómo pudiste no reconocerla? —pregunto, estupefacto.
Sus manos van a sus caderas mientras la mira con niebla en sus
ojos. Negando con la cabeza, me mira.
—Las gemelas tenían alrededor de trece años cuando las vi por
última vez, y cuando digo que las vi, quiero decir brevemente, de paso
en la comisaria. —Sus ojos se ensanchan, como si acabara de darse
cuenta de algo—. Oh Dios. ¿Cuántos años tienes realmente? Oh Dios,
Lisa.
¿Lisa?
De ninguna jodida manera. Marcus y Elise. Él podría ser su padre
si la hubiera tenido cuando era joven. La escuela secundaria tal vez,
pero aun así. Joder, ¿cómo podría él no saber?
—Tengo diecinueve. Legal. No te haría eso —le asegura, y me siento
enfermo por la desagradable imagen de Marcus y la pequeña Elise
relampagueando en mi mente. Jade va a perder su mierda por esto. Ella
ama a Marcus y estaba tan feliz de que finalmente siguiera adelante. No
he tenido el corazón para decirle que había problemas en el paraíso.
—No puedo jodidamente lidiar con esto. Esto es una mierda —
espeta, sus ojos grises se vuelven duros con furia—. Te has pasado de
la raya tanto aquí, ni siquiera tengo palabras para ti en este momento.
Un sollozo escapa de su garganta.
—Estaré en el auto —me gruñe antes de cerrar la puerta de golpe.
Perfecto.

185 Un barista asoma la cabeza por la puerta y mira la figura


fracturada de Elise.
—Voy a limpiar esto. ¿Quiere que los reemplacen?
—No, gracias, cariño —grito mientras guio a Elise lejos del desastre
y la llevo por la acera lejos de los ojos penetrantes de Marcus—. Ni
siquiera sé por dónde empezar con esto, Elise.
—Lo siento. Lo terminé porque quería que te conociera y supe que
había ido demasiado lejos. —Hipa, emitiendo un resoplido.
—Demasiado lejos habría sido al principio cuando le dijiste
mentiras mezquinas para engañarlo. —Me pellizco el puente de la nariz
con frustración.
—¿Estás enojado conmigo también?
Jodidas niñas. Cuando MJ sea adolescente, no está permitida a
salir de mi vista. Esta mierda es demasiado. Las chicas son pequeñas
retorcidas mierdas.
—No estoy feliz —gruño—. Vete a casa, Elise. Voy a pasar después
del trabajo y podemos hablar entonces. Todos nosotros.
Ella asiente, y le doy un abrazo y un beso rápido en la parte
superior de la cabeza antes de dejarla para que se arregle sola. Al abrir
la puerta del coche, me desplomo en el asiento y me quedo en silencio
por unos minutos. Marcus me pasa el celular de vuelta y niega con la
cabeza.
—¿Cómo puedo ser tan jodidamente estúpido? ¿Tan ciego?
Me encojo de hombros y dejo escapar un suspiro.
—Este es un territorio nuevo para mí, hombre. No sé en qué estaba
pensando, y realmente no sé cómo me siento al respecto, solo que es
jodidamente extraño.
Él traga y me lanza una mirada dolorida.
—Me siento como un pervertido. Ella es solo una niña. Veinticinco
era un problema, pero pensé que valía la pena, ¿sabes? Y ahora... joder
—gruñe mientras golpea los puños en el tablero—. Tengo veinte años
más que ella por el amor de Dios.
—Una vez que la conmoción haya pasado, puedes repetir las cosas
y pensar racionalmente. Ella te engañó, Marcus. No tienes la culpa.
Su mandíbula se aprieta mientras mira por la ventana, desechando
cualquier otra cosa que tenga que decir al respecto.

Llegamos a The Vault y Marcus todavía no es él mismo. Lo recogí


hace un rato después de un descanso de tres horas de almuerzo, para

186 que aclare su cabeza, lo que me dio la oportunidad de ver cómo estaban
Jade y MJ, y de hecho almorzar con ellas por una vez. Quería decirle a
Marcus que se tomara el resto del día libre, pero necesito su cabeza fría
para cuando entremos. Cassian Harris se mete debajo de mi piel y me
da ganas de estrangularlo hasta que toda esa actitud sarcástica caiga
directamente de su puto trasero.
—¿Puedes esperar aquí? —pregunta una mujer joven. Su rostro
está tenso y de un rojo brillante. Está nerviosa y fuera de su pecera—.
¿Dónde está Lucy? —susurra a otro empleado, que se encoge de
hombros
—No lo sé. No regresará hasta más tarde —le dice.
Ella mira hacia el techo, luego saca una radio de un clip en su
cadera.
—¿Qué habitación es la que dijo? —pregunta por la línea.
Marcus resopla y lanza su mirada de ella hacia el tipo que pasa
junto a nosotros con una bandeja de bebidas.
—Oye, amigo, ¿has visto a Monstruo? —pregunta Marcus, y por su
tono y vacilación, sé que se siente como un idiota por usar el nombre de
Monstruo.
El chico mira hacia la puerta detrás de mí, luego hacia Marcus.
—No creo que haya regresado todavía. Lo siento, ¿quién eres tú?
—Nadie —respondo por él—. Vete, niño.
El chico me examina, luego vuelve a Marcus antes de exhalar y
desaparecer por el pasillo.
Muevo mis ojos hacia la chica que camina de un lado a otro a unos
metros de distancia hablando animadamente por la radio. Probando la
manija de la puerta detrás de mí, le sonrío a Marcus cuando cede bajo
mi mano. Abriéndolo un poco, me deslizo dentro y observo la decoración
simple, el escritorio mediocre. No hay fotos personales. Mis ojos caen a
un celular destrozado en el suelo. Extiendo la mano y meto la tarjeta
SIM en mi bolsillo antes de que Marcus estuviera parado en la entrada,
llamándome para que saliera.
No llego más allá del umbral antes de que la mujer esté parada allí,
estrechando sus ojos en mí.
—Esa no es la oficina correcta —muerde.
—Mi culpa. —Sonrío.
—Sí, claro.
Nos lleva más lejos por el pasillo hasta otra habitación, una oficina
distinta de la que hablamos por primera vez con Cassian, distribuida
más o menos igual, solo que un espacio mucho más grande.
—Caballeros, ¿qué puedo hacer por ustedes? —pregunta,
levantándose de su silla y haciendo un gesto para que tomemos asiento.
187 Una vez que estamos sentados, vuelve a sentarse en su propia silla.
Su enfoque se debate entre nosotros y una laptop frente a él. Estoy
a punto de abrir la boca cuando su cuerpo se pone rígido. Con manos
temblorosas, acerca la pantalla a su rostro y se levanta de golpe,
pasándonos corriendo como un demonio de Tasmania.
—¿Qué fue todo eso? —Marcus hace la pregunta corriendo por mi
cabeza.
Levantándome, rodeo el escritorio, mirando la pantalla para ver
qué lo asustó. Una mujer yace desnuda y cubierta de sangre dentro de
lo que parece una celda de vidrio. Salgo disparado detrás de él,
buscando. Un alboroto me lleva a su ubicación. Él ruge desde el interior
de otra habitación y entra estrellándose contra la puerta. Echo un
vistazo a una caja de cristal vacía a través del espacio que se achica al
cerrar la puerta.
—¿Qué demonios es eso en tu computadora? —gruño mientras
pasa disparado junto a mí. Agarrándolo por las solapas de su chaqueta,
lo detengo antes de que pueda pasarme. Su cuerpo es sólido en mi
agarre. Es pesado y no es fácil de manipular para moverse donde lo
quiero.
—Suéltame ahora mismo, antes de que te arrepientas de haber
respirado mi aire —dice furioso, la mirada que cubre sus facciones lo
transforman. Ni siquiera parece humano.
—No te irás hasta que tenga respuestas —le advierto.
—Entonces, arrésteme, detective, o quíteme las manos de encima.
Lo libero, y él sacude sus hombros antes de tirar de la parte
inferior de su chaqueta para enderezarlo. Él está fuera de la vista antes
de que pueda seguirlo.
—D —dice Marcus, y es sombrío como la mierda.
—¿Qué?
—La casa de Josey. Han forzado la entrada y ella no está allí. Hay
signos de una lucha —me dice, el color de su rostro se vuelve blanco.
—Mira las imágenes que envió por correo electrónico —espeto,
corriendo para salir de este maldito lugar.
En el camino al coche, ya estoy jugueteando con mi teléfono
celular, sacando mi tarjeta SIM e insertando la que recuperé de la
oficina, esperando que tenga algo lo suficientemente sustancial como
para llevar a Cassian a la estación.
Necesito interrogarlo. Para romperlo. Para descubrir por qué su
nombre sigue apareciendo junto con su maldito club en todo el lugar
últimamente.
—Está vacío —gruño, cerrando la puerta del coche. Abro los
mensajes. Nada. Contactos. Vacío. Imágenes. Un video
188 Hago clic en él y casi vomito mis tripas.
¿Cómo diablos no nos han informado esto?
Agarrando el celular de Marcus de su mano, marcó el número de la
prisión y paso a través de cuatro departamentos diferentes antes de
llegar finalmente al correcto. ¿Pasando mucho la jodida pelota, idiotas?
—Quiero el estado de un recluso. Steve Stanton. Inmediatamente.
La mujer en la línea hace un sonido de frustración.
—Lo siento, detective Scott. Stanton ya no es un prisionero aquí.
Los detalles han sido enviados por fax a su departamento.
Termino la llamada y quiero arrojar la maldita cosa. La pantalla de
correo electrónico aparece cuando Marcus miraba sus correos
electrónicos y las imágenes me miraban desde su pequeño centro. El
ácido arde por mis venas.
No.
No.
Imposible.
No.
Ampliando la imagen, puedo oír débilmente a Marcus en el fondo
diciendo mi nombre.
El maldito mundo se inclina sobre su eje.
No.
No.
No.
Estoy soñando. Estoy atrapado en una jodida pesadilla que resurge
una y otra vez.
Ojos marrones, ojos que nunca olvidaré.
Benny.
Él es diferente, pero lo mismo. Un nuevo corte de cabello. Barba
desaliñada en su rostro. Tatuajes
No.
No.
No.
Monstruo. El video de Stanton en un teléfono de su oficina. Todas
las conexiones de vuelta a The Vault.
Monstruo es el maldito Benny.
¿Cómo?
—Llama a Elise. Dile que saque a Beth de la casa y que vaya a la
189 estación —ordeno, mis palabras suenan distantes a mis oídos.
—¿Qué demonios está pasando? —brama.
—Es él. Es Benny —tartamudeo, soltando el teléfono y
encendiendo el automóvil—. Necesito llegar a Jade.
Él ya está en el teléfono gritando órdenes.
—Elise, trae a tu hermana y encuéntrame en la estación. —
Maldice—. No, maldita sea, hazlo ahora. —Una pausa—. ¿Qué quieres
decir? Bien, envíale un mensaje de texto para que se reúna contigo.
Él me mira, el miedo, la confusión y la alarma escritas en todo su
rostro coinciden con los míos.
—Elise no está en casa. Va a llamar a Beth.
Mierda.
Arrebato su celular y marco su número. Simplemente suena.
Escribo un mensaje rápido.
Yo: Tu nuevo novio es Benny. Él es tu puto hermano y
peligroso. Sal de la casa ahora. Enviaré una unidad para
encontrarte.
—Llama a algunos uniformados a la casa de Elizabeth —indico a
Marcus mientras me dirijo a mi casa. Preparo el freno antes de tirarlo
en punto muerto y correr desde el coche a la calzada, irrumpiendo a
través de nuestra puerta que no está cerrada.
Jade piensa que es seguro.
Que ella siempre estará a salvo.
Nosotros lo matamos
Pero... no lo hicimos.
Mierda.
—Dillon —chilla Jade, regañándome por irrumpir y asustarla.
Recojo a MJ mientras se tambalea hacia mí y agarro a Jade, tirando de
ella contra mi pecho.
Ella viene de buena gana, sintiendo mi necesidad, mi urgencia por
sentirla, olerla.
—Me estás asustando, bebé. ¿Qué es? —dice contra mí. No quiero
decirle. Arruinarla. Romperla. Pero no puedo mentirle. Su mundo está a
punto de derrumbarse a su alrededor, y no estoy seguro de poder
encontrarla y traerla de regreso del estruendo—. Dillon —insiste, su voz
quebrándose.
Mierda. Lo siento mucho bebé.
—Es Benny.

190
Sin probar

Benny alias Benjamin alias Monstruo


Le envío el enlace a Tanner y sonrío a una Kami ahora
ensangrentada. La señal le dirá que está en su oficina, pero no lo está.
Está aquí en el búnker que construyó para mí y lleno de putas cámaras
espías. La perra fue fácil de tomar. Ella puede ser una luchadora, pero
es pequeña, y he tenido mucha práctica con los luchadores.
A mi muñeca sucia le gustaba presionar mis botones y pelear.
Mi mente vaga a cuando Kami se dio cuenta de lo que estaba
191 sucediendo y quién la tenía. Su maldita peor pesadilla.
—Déjame salir de aquí. Ahora —grita, golpeando su puño contra la
pared transparente.
—No —me burlo de ella.
—Cassian no permitirá que esto suceda. Soy suya.
Resoplo en respuesta.
—Bueno, él es mío, y fue travieso.
Ella patea y grita un poco, y saboreo su furia. Su fuerza mengua con
su arrebato, y la expresión de sus ojos cuando acepta las palabras
amenazadoras sobre que su Cassian no la mantendrán a salvo de mí...
Me preparo mientras abro la puerta de la celda y entro. Ella se
precipita hacia mí, con los brazos preparados para un combate de
boxeo. Es una pena que no sea rival para mí. Aterrizo un brutal golpe
contra un lado de su cabeza, noqueando su culo flaco. Su cuerpo se
desploma en el suelo como carne preparada para un cuchillo de
carnicero.
Despojándola de toda su ropa, observo su cuerpo lleno de
cicatrices, tanto frescas como viejas. Moretones en una variedad de
colores hacen que su piel parezca una colcha de retazos. Ella gime, sus
ojos revoloteando abiertos. La confusión surca sus cejas antes de que el
recuerdo haga que sus pupilas se expandan en advertencia.
Su pie se estira para patearme.
Buen intento, perra.
Agarro su pie y lo tuerzo hasta que escucho un chasquido de
huesos. Su grito es de otro mundo mientras grita de dolor. La perra
tonta trata de alejarse de mí, pero ahora es una maldita coja. Con un
tobillo destrozado, arrastra la parte inútil suya detrás de ella mientras
se arrastra. Sus movimientos son lentos y llenos de dolor. Voy a hacerlo
para que nunca pueda escapar. Cogiendo su otro pie, lo tuerzo también,
el crujido y el estallido bajo su carne hacen que mi corazón se acelere
de alegría. Ella llora tan fuerte que vomita en el interior de su celda.
Con dos tobillos rotos, ya no podrá patear. Y si sigue actuando como
una zorra viciosa, también le romperé las muñecas.
Al ver la rabia y el odio en mis ojos, se encoge lejos de mí. Esta
perra era valiente como la mierda cuando su precioso Tanner la estaba
siguiendo como un perrito perdido. Ella no es rival para mí o mi furia.
Estos dos imbéciles jodieron conmigo.
Ahora, voy a joder con ellos.
—¿Q-qué v-vas a hacer? —exige a través de sus lágrimas, su lucha
aún rebosante justo debajo de la superficie. Quiero que toda la lucha
dentro de ella sea destruida. Lo arrancaré de ella pieza por pieza.
—¿Crees que voy a violarte, sucia zorra? ¿Violar tu culo usado? —
192 pregunto con asombro.
Su mirada se oscurece.
—Que te jodan
La atrapo por el cuello y la aprieto. Ella me agarra, pero tres golpes
duros contra la pared de la celda la hacen caer floja en mi agarre.
Libero su garganta y contemplo su inútil cuerpo. La sangre de la parte
posterior de su cabeza mancha el plexiglás. Sacando mi cuchillo de mi
cinturón, lo arrastro por el interior de su muslo hasta que despierta. El
corte no es profundo, pero es suficiente para extraer sangre y recordarle
la gravedad de su situación.
Sus ojos están muy abiertos mientras intenta retirarse de mí. No
hay a dónde ir, Muñeca Tonta. Unto mi palma izquierda a lo largo de su
muslo ensangrentado, y ella me maldice antes de enloquecer una puta
vez más. La giro en mi agarre y la clavo al piso boca abajo.
—Has perdido —gruño contra la concha de su oreja mientras se
menea.
—Él te matará. —Se ahoga—. ¡Que te jodan!
Ante esto, me río y meto mi rodilla entre sus muslos. Ella grita y se
retuerce. Con mi mano en la cuchilla cerca de la base, burlo su coño
con la empuñadura.
—¿Qué es eso, Muñeca Tonta? ¿Quieres que te folle?
La perra es luchadora como alguna vez fue mi bonita muñeca
sucia. Aguanta una pelea infernal, pero todo la abandona en el
momento en que empujo el mango del cuchillo en su sucio agujero. Un
sonido estrangulado fluye de ella, saturando mi alma con satisfacción.
—Así es como se siente la derrota —digo contra su cabello
mientras la follo brutalmente con el mango. La cuchilla se clava en mi
palma, sin duda cortando mi mano, pero disfruto con el dolor. Su
cuerpo se desploma una vez más.
Muñeca Tonta se desmayó directamente al carajo.
No es tan ruda ahora.
Con un gruñido de irritación, arranco el cuchillo de su coño y la
miro. La sangre de su muslo está en todas partes, y ahora rebosa de su
coño usado. Sonrío, sabiendo que va a enloquecer a Tanner
preguntándose si puse mi polla dentro de ella.
Mi polla es para Bethany, pero él no necesita saber eso.
Extendiendo la mano, paso mi dedo por su muslo a través de su
sangre. Cuando saco la lengua y lamo el líquido metálico, frunzo el
ceño. Ella no tiene un sabor delicioso como la mierda como mi nueva
muñeca bonita. Bethany es dulce, pero pecaminosa. Decadente.
Perfecta.
193 Esta perra tonta sabe como todo el resto.
Sabiendo que Tanner ya habrá averiguado el cambio de cámara y
se dirigirá hacia aquí, cierro la celda de la Muñeca Tonta y regreso
afuera para recoger a mi otra muñeca que me espera en el maletero. No
puedo esperar a ver la expresión de Tanner cuando vea a su preciosa
chica en las nuevas celdas que creó y la sorpresa una vez que se dé
cuenta de que tendrá que vivir a su lado. Muñeco Enojado se pondrá
definitivamente furioso. Me río a carcajadas, imaginando su rostro rojo
de rabia.
Después de drogar a Kami y tirarla al maletero antes, fui por la
chica policía. Ella fue fácil de tomar. Demasiado fácil para un policía. La
tiré con Kami, pero ella todavía estaba inconsciente cuando llegué a mi
búnker, lo que hizo que fuera más fácil tener a la perra luchadora sin
tener que preocuparme por la mujer policía también.
Muñeca Policía se mueve cuando abro el maletero, pero no lo
suficiente como para causar problemas. Levantándola, la llevo a la celda
de la derecha, dejando vacía la del medio. La dejó en el suelo y debato
cómo repartirla para divertirme, pero es más un “jódete” si ella está viva
cuando él llegue.
Miro mi reloj y giro mis hombros. Tanner estará aquí pronto. Puedo
sentirlo. Esto es todo. El momento de mostrarles quién es el verdadero
jugador poderoso está aquí.
Me coloco en posición justo fuera de la puerta de la celda detrás de
uno de los estantes alineados con productos enlatados y espero.
Rápidamente, envío un mensaje a mi muñeca, diciéndole que nos
iremos esta noche y que esté lista. Ella no responde de inmediato, y
espero que sea porque está dormida y estará bien descansada y lista
para más de mi amor. Pensé que iba a tener que improvisar con ella,
pero ella no es como las demás. Ella no necesita estar encerrada. Es
leal. Perfecta. Mía. Y puede permanecer fuera de su celda todo el tiempo
si se queda así.
Mi corazón comienza a acelerarse cuando escucho la apertura del
pestillo seguido de pasos y gritos por Kami. Él realmente jodidamente
ama a esa perra. Espero que le guste mirarla ahora que me he salido
con la mía con ella. Se lo merece. Él cruzó una línea.
¿Te gustan los juegos?
¿Te gusta mirar?
No se da cuenta de que me escondo en su frenética búsqueda y se
detiene en las celdas. Su puño se estrella contra el que tiene a su Kami
extendida en el suelo, pero no es rival para el grueso cristal.
—Kami. —Su voz se rompe, y el orgullo me inunda como la cálida
luz del sol. Él trata de abrir la puerta con su llave, pero lucha. Idiota
debería haber sabido que lo primero que haría sería cambiar las
194 cerraduras. Moviéndome detrás de él, lo empujo a sus espaldas. Está
tan distraído con su miseria, que cae, desprevenido, y tropieza con la
celda abierta del medio. La comprensión lo golpea con el sonido de la
puerta cerrándose y la cerradura encajando en su lugar, mi rostro
mirándolo a través de la pared opaca.
—Puedes ver a tu preciosa Kami todo lo que quieras ahora. —
Sonrío.
Él golpea su puño cerrado contra la pared de unión, pero, una vez
más, es impotente en contra de ella.
—No hagas esto, Benjamin. Te di todo. —Respira pesadamente,
cerrando los ojos.
—Pero no fue gratis, ¿verdad? Para ti fue todo un juego, y tiene un
costo.
Él aprieta su mandíbula.
—¿Por qué lastimar a Kami? ¿La…?
—¿Violaste? —Una sonrisa curva mis labios—. Ella era el precio.
Tu deuda. ¿Pensaste que podrías jugar con mi muñeca y yo lo
permitiría? Me conoces mejor que eso —me burlo.
—¡Te ayudé con ella! —grita, su máscara de control
desvaneciéndose.
—¿Al espiarme? ¿Jodidamente interfiriendo? ¿Qué hay de los
regalos y las notas? ¿Los repugnantes comentarios en su página?
¿Pensaste que no sabría que fuiste tú? —grito—. Tuve a tu propio
hombre, Luke, rastreando la dirección IP. —Marchando, recupero el
iPad de la mesa y lo golpeo contra la celda—. Se remonta al club. ¡A ti!
Su rostro se contorsiona, luego todas las líneas se diluyen, y la fría
helada mirada que me da hace que mi interior se solidifique.
—Eso no es mío, Monstruo.

195
Ahora

Elizabeth
—Mamá volverá temprano a casa después de su viaje —dice furiosa
Elise, con lágrimas calientes derramándose por sus mejillas rojas.
No estaré aquí.
Estaré con él.
Cuando hablé con él por teléfono antes, me prometió que no
tendría que esperar mucho.

196 —Bien por ella —espeto.


Esto hace llorar a mi hermana aún más.
—H-has caído hasta el fondo, Beth. Primero fue el sitio web, luego
todo lo de vestirse como una muñeca en público, ¿y ahora? Ahora,
tienes un novio sádico que abusa de ti. Necesitas ayuda.
—¿Estás embarazada o algo así? —siseo furiosa—. Todo lo que
haces es jodidamente llorar estos días.
Sus ojos avellana se ensanchan con horror. Llámalo intuición
gemela, pero tengo la sensación de haber dado en el clavo. Justo como
ella de alguna manera descubrió que mi novio es un sádico.
Distraídamente, paso un dedo por el vendaje en mi garganta que no
deja de filtrar sangre por la gasa. Cuando mamá llegue a casa, tendré
que hacer que lo suture para mí.
—Te has vuelto cruel. —Solloza.
La miro boquiabierta.
—¿Yo? Tú siempre has sido cruel. Tal vez finalmente me crecieron
agallas y quería dejar de vivir en tu estúpida sombra.
Ella se estremece, como si la hubiera golpeado. Si ella mantiene
esta mierda, la golpearé. No puedo verla llorar más. Entrando como una
tormenta en mi habitación, empiezo a arrojar cosas a mi maleta con
ruedas rosa. Ahora que sé que las otras muñecas no vinieron del
maestro, no las quiero. Empaco el hermoso cabello castaño sedoso en el
equipaje, pero abandono el resto. Además, tiro mi cuaderno, mis
muchos vestidos hechos a mano y mi maquillaje. Lo que no empaco son
mis píldoras anticonceptivas. No las quiero más. Los sollozos de Elise
penetran en el aire a mi alrededor, y me detengo a escuchar. Parece que
está hablando con alguien por teléfono. Probablemente, chismeándole a
Dillon sobre mí. Mi teléfono zumba y gimo. Espero a Dillon, pero
encuentra un mensaje de Jade.
Jade: Pensé que tal vez solo tú y yo podríamos ir a almorzar un
día antes de que llegue el bebé. Charla de chicas. Dillon se pone en
modo papá y sé que puede ser molesto. Me encantaría verte e
invitarte a un lugar especial.
Amo a Jade. Realmente lo hago. Pero veo directamente a través de
esto. Ellos están viniendo hacia mí desde todos los extremos. Un tipo de
intervención. No me interesa.
Yo: Claro. Suena divertido.
Prefiero mentir que decirle que no volveré. Nunca. Pronto, maestro
estará aquí por mí, y vamos a estar juntos en su búnker lejos del
mundo crítico. Haremos el amor y seré todo suya. Para siempre.
Finalmente, escucho el portazo de la puerta delantera y el motor de
Elise se enciende en el camino de entrada. Tan pronto como ella se va,
dejo escapar un suspiro de alivio.
197 Arrastro mi maleta hacia abajo y la coloco cerca de la puerta,
queriendo estar lista para partir en el momento en que entre a la
entrada.
Me sobresalto cuando suena el timbre, pero medio segundo
después, una sonrisa tira de mis labios mientras me alisto el vestido y
me preparo para verlo. Cuando abro la puerta, me entristece que
todavía no esté aquí.
—¿Elizabeth Stanton? —pregunta una bonita mujer rubia.
—Esa soy yo. —Frunzo el ceño confundida—. ¿Te conozco?
Sus ojos azules se iluminan y sonríe.
—Soy amiga de Monstruo. Está un poco ocupado con algunos
amigos y me pidió que te busque por él. ¿Estás lista? —Hace un gesto
hacia mi maleta en la entrada.
Aprensión me inunda.
—Um... si. No me dijo que alguien vendría a buscarme. —Extraigo
mi teléfono para enviarle un mensaje de texto, pero ella me detiene con
una sonrisa.
—Conoces a los hombres. No pueden planear una mierda. No te
preocupes —susurra, sus ojos azules parpadean con diversión—. Sé
todo sobre tus secretos, Nueva Muñeca Bonita. Y tus secretos están a
salvo conmigo.
—Oh —murmuro.
Cuando ella se estira por mí, me estremezco y ella simplemente se
ríe.
—Déjame echar un vistazo a esto, preciosa. Se ve desagradable. —
Me quedo quieta mientras quita el vendaje de mi cuello. Sus ojos se
oscurecen, y lame sus labios voluptuosos de una manera hambrienta—.
Este corte necesita atenderse. —Hunde su dedo en el agujero y grito—.
Es profundo.
Mis manos tiemblan cuando me alejo un paso de ella. Sangre
caliente corre por el costado de mi cuello, goteando en mi escote. Tan
pronto como mi teléfono comienza a zumbar, leo el mensaje, esperando
que maestro me diga que está en camino. Lo que veo me confunde. Me
quedo boquiabierta conmocionada.
Dillon: Tu nuevo novio es Benny. Él es tu puto hermano y
peligroso. Sal de la casa ahora. Enviaré una unidad para
encontrarte.
¿Benny?
Benny murió. Se quemó en el...
Mi mente corre más rápido que la estampida que mi corazón está
198 haciendo en mi pecho.
¿Las cicatrices debajo del tatuaje del monstruo?
No son de un accidente automovilístico.
Son quemaduras. El monstruo esconde cicatrices de quemaduras.
Oh Dios mío.
Mi hermano.
¿Maestro es Benny?
Parpadeo varias veces conmocionada, esperando que llegue el
disgusto. La ira. El dolor. Pero no siento nada de eso.
¿Me he acostado con mi hermano? Debería hacerme sentir mal...
¿verdad?
Lágrimas me pican los ojos, pero el anhelo en mi corazón no
disminuye. Todo se ha vuelto demasiado complicado y confuso en un
abrir y cerrar de ojos. Si maestro, eh... Benny, estuviera aquí, me diría
que me calmara. Él había prometido hacerse cargo de todo. Hacer que
todo tenga sentido. Su boca se presionaría contra la mía, y me
consumiría como antes. Sería natural y hermoso.
Almas gemelas.
Supongo que, en el fondo, si soy verdaderamente sincera conmigo
misma, esto no me sorprende. Debería, pero en cuanto supe que él
existía, sentí un cambio dentro de mí. Una emergencia. Mi alma
comprendiendo que el hermano que nunca conocí era mucho más que
eso. Reconocí los ojos. Entendí que su obsesión conmigo había sido algo
más profundo de lo que podía comprender. Todos los indicios
apuntaban así. Pero ellos me dijeron que él murió. Tal vez necesitaba
decirme a mí misma eso, o tal vez él realmente murió, en cierto sentido.
Y como yo, él fue revivido.
Está vivo.
Y él es mi maestro. Él es mío y yo soy suya.
Estamos destinados a estar juntos.
Mi corazón se eleva.
—Vamos, preciosa —dice la mujer, con voz dura—. Se está
acabando el tiempo.
Mi teléfono vuelve a sonar.
Maestro: Nos iremos esta noche. Estate lista.
La forma en que sus ojos se clavan en mi celular y su mandíbula
se flexiona, tiene temor acumulándose en el fondo de mi vientre. Mis
ojos se posan en la bonita rubia frente a mí que ahora juguetea con un
cuchillo que parece demasiado afilado. ¿Por qué ella necesitaría eso?
Cuando maestro, eh... Benny, tenía el cuchillo, no tenía miedo.

199 Confiaba en él. ¿Pero esta chica? Tengo el impulso de salir corriendo.
Ahora.
—No lo pienses —espeta, la dulce fachada burbujeante se ha ido—.
Entra al auto o haré un agujero del tamaño de Texas en medio de tu
pecho y arrastraré tu corazón palpitante dentro de mi codiciosa manita.
Trago mi miedo mientras las lágrimas brotan. Él no la envió.
—¿Q-quién eres?
Ella me muestra una bonita sonrisa, demasiado bonita para ser
una psicópata amenazando con cortar mi corazón.
—Puedes llamarme Guardamuñecas. —Mi pulso se desliza ante
sus palabras. Ella es la acosadora. La comentarista. El destello de rubio
en los árboles cuando miré por mi ventana. La persona que trajo todas
las otras muñecas y estaba dentro de mi habitación. Dios mío... la
mujer de la librería que me echó café encima—. Mis amigos me llaman
Lucy.
Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, mi teléfono es
arrebatado de mi mano, golpeando el piso del porche, y Lucy me
arrastra por el cabello hacia el vehículo esperando.
Oh Dios.
Oh Dios.
Benny, ven a salvar a tu muñeca antes de que sea demasiado
tarde...
Continuará en..
Pretty Broken Dolls

¡Próximamente!

200
(Pretty Little Dolls #4)

El último libro de la serie Pretty Little


Dolls.

Traición e ira, una picadura


supurante.
Monstruo vs maestro. ¿Quién será el
rey?
Dañado y desesperado, una solución
201 que deben encontrar, para traer de vuelta a
la muñeca que es única en su clase.
Deslealtad y fracaso no serán
perdonados.
En busca de venganza, el monstruo es
accionado.
Hambriento por su afecto, nuestro
maestro ha esperado. Estas vidas rotas de
muñecas ya han sido predestinadas.
La tormenta está sobre nosotros, el
caos está lloviendo, ahora que los grandes
jugadores han llegado a la ciudad.
¿Quién saldrá a respirar con su premio a su lado? ¿Y quién será el
daño colateral durante el viaje?
Ker Dukey

Todos mis libros tienden a ser


romance oscuro, al borde de su asiento, la
angustia llena al lector.
Mi consejo para mis lectores al iniciar
uno de mis títulos... es prepararse para lo
inesperado.
Siempre he tenido pasión por la
narración, ya sea a través de las letras o
cuentos para dormir con mis hermanas
adolescentes.
También solíamos hacer
representaciones para interpretar
historias.

202 Quise convertirme en actriz desde


temprana edad para poder vivir muchos
papeles, pero por desgracia aprendí desde
el principio que mi mente era demasiado
activa... (Yo terminaría queriendo cambiar
el guión).
Veía películas o programas de televisión y pensaba en maneras en
que podían haber mejorado la historia si tomaran otra dirección, así que
pensé que era mejor que yo contara la mía.
Mi mamá siempre tenía un libro en su mano cuando yo era joven y
me transmitió su amor por la lectura, inspirándome a aventurarme a
escribir el mío.
Tiendo a tener un borde muy oscuro en mi escritura.
No todas las historias de amor son hechas de luz; algunas se crean en
la oscuridad, pero son tan poderosas y dignas de ser contadas.
Cuando no estoy perdida en el mundo de los personajes me encanta
pasar tiempo con mi familia.
Soy una mamá y eso está en primer lugar en mi vida, pero cuando
tengo tiempo libre me encanta asistir a conciertos de música o sesiones de
lectura con mi hermana menor.
K Webster

Es autora de docenas de libros


románticos en muchos géneros
diferentes incluyendo romance
contemporáneo, romance histórico,
romance paranormal, y romance erótico.
Cuando no pasa tiempo con su marido
desde hace doce años y sus dos hijos
adorables, se encuentra en las redes
sociales conectándose con sus lectores.
Sus otras pasiones además de
escribir incluyen lectura y diseño
gráfico. Ella siempre se puede encontrar
en frente de su computadora
persiguiendo su siguiente idea. Espera

203 el día en que pueda ver uno de sus


títulos en la pantalla grande.

Puedes encontrarla fácilmente


como K Webster en Facebook, Twitter,
Instagram, Pinterest y Goodreads!
204

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