Pretty New Doll (Saga Pretty Little Dolls)
Pretty New Doll (Saga Pretty Little Dolls)
Pretty New Doll (Saga Pretty Little Dolls)
2
Moderadoras: Mir & Cjuli2516zc
Traductoras Corrección
Mir
Cjili2516zc
Nanis
6
Para todas las pequeñas muñequitas que están enfermas,
enfermas, enfermas,
Que exigieron que Benny viniera rápido, rápido, rápido,
K & K tomaron la indirecta y comenzaron a tramar, tramar,
tramar,
Y llegó esta historia genial, genial, genial.
Poniendo los dedos en el teclado, escribieron, escribieron,
escribieron, con la esperanza de que su historia esté a la altura de la
publicidad, publicidad, publicidad.
Así que corre pequeña muñequita a tu cama, cama, cama,
Y no salgas hasta que la historia esté terminada, terminada,
7 terminada.
“Conozco la diferencia entre el bien y el mal, pero simplemente me
gusta cómo se siente el mal. Es un impulso, una urgencia más intensa
que nada más.”
~Benny
8
~Nuevo~
Benny
La tirantez de la piel en mi hombro derecho tira, restringiendo mis
movimientos. El dolor fantasma que zumba haciendo consciente
heridas pasadas estalla, cuando me inclino para tomar una brizna de
hierba, de la posición en la que he estado durante las últimas cuatro
horas.
A unos metros de mi antigua casa, nuestra antigua casa, me
quedo, esperando, sabiendo, deseando.
10 Aficionados.
18 Ploc.
Ploc.
Mis ojos se abren, y me inclino hacia adelante. El agua gira a mi
alrededor, salpicando.
Estoy en una bañera.
—Cálmate —ordena una voz. Es el mismo tono que en la llamada.
Hay autoridad en su actitud, y me encuentro calmándome y
absorbiendo mi nuevo entorno. Azulejos oscuros cubren las paredes
hasta el techo. Una gran pared de espejo domina el espacio. Estoy
sentado desnudo dentro de una gran bañera en una esquina. El agua
está turbia y fresca al tacto.
Mis ojos son atraídos por el hombre que está parado sobre mí,
estudiándome.
Es alto y lleva traje y corbata. Un sofisticado hijo de puta.
¿Me va a llevar en una maldita cita?
¿Qué demonios?
¿Quién es este tipo?
El dolor se irradia por toda mi espalda y me roba el aliento.
El hombre, Tanner, sigue simplemente mirándome.
Su cabello es oscuro y grueso, ni largo ni corto, y está apartado
hacia atrás fuera de su rostro. Sus ojos se ven como el color de las llamas
de las que acabo de escapar.
Sus labios gruesos se doblan en una sonrisa.
—No pensé que alguna vez te conocería —anuncia, como si supiera
quién y qué soy—. Tu padre ha acumulado bastantes favores
adeudados.
Él mira fijamente con un sutil asentimiento de su cabeza, sin saber
aún que mi padre no puede ofrecer más de esos “favores”… no desde
donde está ahora.
¿Eso evitaría que me ayudara si lo supiera?
A la mierda. Es irrelevante. Pronto me iré encontrando mi propio
camino como siempre lo he hecho.
—El médico debería regresar en cualquier momento —me asegura—.
Ella vendará tus quemaduras. La bala de tu hombro ya ha sido
removida, y ha hecho lo mejor para evitar cicatrices, pero algo es
inevitable, me temo. Espero que no seas un hombre vanidoso.
Sus pestañas bajan cuando su cabeza se inclina hacia un lado.
Curiosos ojos ámbar penetran los míos.
—¿Por qué me estás mirando fijamente? —gruño, sintiéndome más
expuesto que nunca antes… y no tiene nada que ver con estar desnudo.
19 No me está mirando de la forma que lo haces con alguien a quien
quieres follar. Es algo más... me pregunto, ¿tal vez? Moviéndose sobre
sus pies, se baja para sentarse al lado de la bañera y sumerge su mano
en el agua, dejando que el líquido corra entre sus dedos.
—Te estoy admirando. Eres bastante extraordinario y estoy
deseando ayudarte a aprovechar todo tu potencial. Ya no estás solo. —
Su voz sostiene una garantía a la que no estoy acostumbrado—. Vamos a
ser buenos amigos, Benny.
23
~Desconocido~
Benny
Pasando a través de las puertas del club, hago un gesto con la
cabeza al gorila. Todos me conocen como el amigo de Tanner aquí en
The Vault. Si eres amigo de Tanner, a nadie le importa una mierda. Una
rubia con una sonrisa sensual me bate las pestañas cuando paso a su
lado, pero no estoy interesado. No está ofreciendo nada que yo quiera
comprar, y no se da cuenta de la suerte que tiene.
Mis gustos son únicos.
24 Peculiares.
Anómalos, como siempre dice Tanner. Lo que sea que eso
signifique.
En cualquier caso, Blondie, con sus grandes tetas falsas y su
atuendo de puta, no es mi tipo. Tal vez si estuviera de humor para
estrangular su culo. Pero no lo estoy. Estoy de humor para apartar los
pensamientos de mi muñeca sucia sosteniendo otra vida dentro de ella
que no es mía. Para apartar la ira, el dolor, el disgusto.
Caminando altivamente a través del club, me dirijo directamente a
la sala VIP que Tanner siempre parece tenerla reservada. Nunca le he
preguntado porque nuestra relación no es así, pero creo que es dueño
de este club entre muchos más. Después que me encontró, me trajo
aquí. Me dijo que este lugar era mi patio de recreo. Para pedir, y recibir.
Sin embargo he estado pidiendo y parece que no puede entregar lo
que quiero.
Eso es porque la quiero a ella.
Y nada en este mundo es gratis.
La ira burbujea en mi pecho una vez más cuando recuerdos de la
bonita muñeca que dejé alejarse hierven a fuego lento. No pasa un día
en el que no me obsesione con ella. A veces, me imagino un escenario
en el que ella y su muñequita bebé son mías. Una familia, si quieren.
Pero la realidad se filtra, arruinando mi maldita fantasía.
Estar en el mundo exterior me ha cambiado. Me hicieron conocer
reglas que nunca me importaron ni acepté, pero manteniendo mi perfil
bajo es como al final obtendré lo que quiero. Entonces, por ahora, la
mayoría de las veces obedezco. La paciencia es clave para no reaccionar
en el momento y hacer algo estúpido que me matará o encerrará con
Papi Querido.
No puedo atraparla.
Aún no.
Puedo ser psicótico, pero no soy estúpido. El detective Mierda por
Cerebro tiene un ojo constante en ambas. Debo planear y prepararme.
—Benjamín. —Una voz profunda y familiar retumba cuando
traspaso la cortina de terciopelo carmesí que conduce a la lujosa sala
VIP en la que sin duda está holgazaneando. La primera vez que Tanner
había cometido el error de llamarme por mi apodo, Benny, vio el fuego
en mis ojos y antes de que pudiera hablar, él hizo oídos sordos,
llamándome Benjamín a partir de entonces. No fue dicho, pero en mi
momento más débil, fue como si hubiera visto dentro de mi mente
mientras yo estaba sentado en esa bañera fría.
“Eres un hombre nuevo, Benjamín. Más fuerte y más poderoso, en
control. Has derrotado a la muerte; fuiste arrancado del útero en el que
viviste todos esos años. Esa casa te estaba sofocando. Manteniéndote
25 prisionero. El hombre que eres se está convirtiendo en la bestia que
estabas destinado a ser. Libre de su jaula y de sus grilletes, él puede
vagar y alimentarse como lo crea conveniente. Benny está muerto.
Benjamín ha ascendido”.
Había estado listo para cortarle la garganta al espeluznante hijo de
puta, pero, por supuesto, se adelantó a eso también. Es como si Tanner
siempre estuviera tres pasos por delante de mí. Cuando paré de pensar
en formas de asesinarlo, él comenzó a educarme. Ya no más escondido
en la seguridad de mi hogar, era vulnerable a muchas amenazas
invisibles. Él mostró cómo vivir como el monstruo que soy; a plena
vista.
Tanner tiene muchos amigos en las altas esferas quienes quieren
algo que sólo él puede entregar, ¿y cuando llegue el momento en que él
necesite algo a cambio?
Ojo por ojo, dice siempre Tanner con una sonrisa maliciosa y un
destello en el ojo.
Sin embargo, no tiene mucha gente con la que pase tiempo
excluyéndome.
Somos lobos solitarios que se cruzaron bajo una luna nueva y se
formó un vínculo que nunca pensé posible.
Tengo un amigo.
—Ven, mi amigo —instruye, empujando a una morena bastante
desnuda fuera de su regazo. Ella sale de la sala VIP sin decir una
palabra más. Él está usando un traje, juro que es su maldita armadura,
y sostiene un vaso de líquido oscuro en su agarre flojo, sus ojos dorados
normalmente ardientes estaban atenuados por la mierda que sea que
hubiera tomado esta noche.
Entrando en la habitación, tomo el lujoso sillón frente a él, y hay
un vaso de bourbon esperándome junto a él. Tanner siempre parece
saber cuándo estoy viniendo.
—¿Cómo estuvo Amy? —pregunta, y sorbe su licor, con una ceja
levantada en pregunta.
Me estremezco al pensar en Amy, otro de los regalos de Tanner.
Sus regalos nunca son los que quiero. Parecen tener algunos de mis
criterios, pero nunca suficientes. Ni una sola vez me trajo una mujer
que cumpla con todo en mi lista.
Eso es porque mi bonita muñequita es la única que podría.
Y creo que él lo sabe. Ella saciaba las más profundas de mis
ansias.
—Por el gesto asesino en tu rostro, supongo que no fue
satisfactoria. —Sonríe—. ¿Hmmm? ¿Te decepcionó?
26 Aprieto la mandíbula y paso la palma de la mano por mi cuero
cabelludo rapado. No estoy seguro de cómo me siento con esta nueva
apariencia, pero Tanner dice que es imprescindible; cambiar mi
apariencia cada seis meses más o menos. Y por alguna maldita razón,
confío en este tipo. Él no me ha fallado todavía.
—Podrías decir eso —gruño.
Él se ríe y deja su vaso.
—No podemos aceptar eso, ¿verdad? ¿Qué estuvo mal esta vez?
¿No era lo suficientemente joven? ¿El cabello no era lo suficientemente
oscuro? ¿El coño no era lo suficientemente apretado?
Las tres jodidas cosas.
Y no era mi muñequita sucia.
Bonita muñequita.
Pienso en lo hermosa que era Amy cuando se desangró por todo el
suelo del bosque.
—Ella simplemente no era... suficiente —admito con un bufido.
—¿Qué hiciste con el cuerpo? ¿Hiciste un gran desastre como la
última vez?
Esta vez, soy yo el que está sonriendo con suficiencia. Así que, me
ha tenido que ayudar a salir de unos cuantos aprietos cuando perdí la
cabeza.
—Me encargué de ella. Tumba poco profunda, pero no irá a ningún
sitio.
La dejé como un gran jódete para mi muñeca sucia y su hombre
guardián. El sitio al que ella va a llorarme es el cementerio de
muñequitas rotas.
¿Y se llaman a sí mismos detectives?
Bueno, que se jodan los dos.
Recostándose en su silla, entorna los ojos hacia mí.
—Sabes que me encantan los retos. Por eso... —su mano se eleva
en el aire y hace tres chasquidos—, tengo una sorpresa para ti.
Una música infantil comienza a reproducirse, como la que se
escucha de un joyero o en un carnaval, y se abre el telón. Una joven
entra a la habitación y mi polla inmediatamente se endurece en mis
vaqueros.
Ella es pequeña... justo como me gustan.
Tetas pequeñas.
Vestido corto de color rosa.
27 Los jodidos labios más rechonchos que he visto en mi vida, pero
maldita sea, al menos son reales.
Grandes ojos azules, pero están muy juntos.
Curvo mi labio con disgusto. Los ojos están mal. Mi polla se encoge
ante la vista. Sin embargo, ella se acerca a mí tímidamente, sus dedos
tirando del dobladillo de su corto vestido.
—Siéntate en el regazo de Monstruo —ordena Tanner, con voz
glacial. Todo el mundo, incluyéndome, se rinde a él cuando usa ese
tono. Esta chica, asiente en acuerdo.
—Sí, maestro.
Monstruo y maestro.
Tanner dice que somos únicos. Nadie es como nosotros. Somos un
equipo. Tomó un poco de tiempo confiar en él, pero ahora le creo.
La chica duda, pero se sienta a horcajadas sobre mis muslos. Sus
palmas rozan el frente de mi camiseta ajustada hasta mis hombros.
—Cierra los ojos —espeto, mi propia voz más áspera que la de
Tanner.
Ella se pone rígida pero obedece. Buena muñeca. Dejo que mis
manos vaguen por su pequeño culo antes de deslizar su vestido sobre
sus caderas. Cuando mis manos se deslizan, encuentro que está
desnuda debajo. La irritación florece dentro de mí. Las buenas muñecas
usan bragas de encaje. No son putas como Blondie allá afuera.
—¿Dónde están tus bragas? —demando, mi palma golpeando su
culo lo suficientemente fuerte para hacerla gritar.
Ella mueve la cabeza sobre su hombro para mirar a Tanner. Él
simplemente se encoge de hombros y hace señas para que se voltee de
nuevo.
—No me mires a mí, muñequita. Él es el único tirando de tus hilos
aquí.
Los ojos de Tanner se oscurecen cuando ve el miedo florecer en los
de ella.
Ella debe sentir al diablo dentro de mí, susurrándole todas las
formas de cortarla, de prolongar el sangrado, de deleitarse con sus
lágrimas. Sus ojos encuentran los míos otra vez, y la angustia baila en
el océano azul claro en ellos. Su terror hace que mi pene se ponga duro
de nuevo. Tal vez pueda funcionar con esto.
—Chúpame la polla, muñeca —digo furioso cuando la empujo al
suelo. El golpe cuando su cuerpo cae en una pila a mis pies aumenta
mi excitación.
Mi necesidad de lastimar ha crecido con mi rabia y dolor a través
28 de los años. El hombre que ellos mataron tenía un fetiche, ahora lo sé.
Pero el hombre que crearon de las cenizas tiene una necesidad: Un
impulso oscuro y profundamente arraigado que sólo puede saciarse
alimentando su hambre.
La muñeca entra en acción: Las prostitutas siempre lo hacen
cuando hay dinero involucrado; y con entusiasmo me desabrocha los
vaqueros mientras se arrodilla frente a mí. Con su cabeza inclinada y el
cabello oscuro cubriendo su rostro, casi podría pasar por mi bonita
muñequita. Mi polla duele por alivio. Agarro el costado de su cabello,
ignorando su grito de sorpresa, y tiro de ella hacia mi polla, que ya se
sacude en su mano.
Puedo sentir los ojos de Tanner sobre nosotros. Sus ojos están en
todas partes. Siempre observando. Siempre criticando. Siempre
ayudándome cuando la mierda llega a ser demasiada. No estoy seguro
de por qué se hizo amigo mío, pero no puedo decir que me moleste. Es
bueno tener alguien que me entiende.
La bonita muñeca falsa comienza a chupar mi gruesa polla como si
lo hubiera hecho miles de veces. Quizás ella lo haya hecho. Tanner
tiene putas disponibles para el frente del club; la mierda aburrida que
utiliza como fachada para lo que realmente ofrece. Tienes que estar en
su radar para saber cómo solicitar el lado más oscuro de su mundo.
Una vez, un hombre vino y preguntó por Robert. Tanner lo saludó, y
más tarde, le pregunté por qué el hombre lo había llamado Robert, ya
que ese no es su nombre. Él me dijo, que él es Tanner. Para ese
hombre, es Robert. Para Lucy, su gerente de bar, es Cassian. Quién
mierda sabe cuál es el nombre real, si es que tiene alguno, y eso es lo
que lo mantiene a salvo. Anónimo.
La mamada de mi polla devuelve mi atención a la muñeca
amorosa. Su terror se ha ido hace mucho tiempo mientras intenta
obtener placer de mí. Tan jodidamente entusiasta. Me irrita en lugar de
excitarme y mi polla comienza a ablandarse.
Cuando sus ojos azules se elevan, mirándome con interrogación
porque mi polla se está volviendo más flácida a cada segundo, pierdo
jodidamente el control.
—Eres una muñeca inútil —espeto, y mi mano agarra su garganta.
Tiro de su pequeño cuerpo hacia mi regazo, mi agarre se vuelve mortal
mientras la estúpida perra araña mi muñeca.
Tanner, siempre el amigo leal, no dice una palabra en señal de
protesta. Me observa, su mirada se estrecha y una media sonrisa se
dibuja en sus labios.
El rostro de la muñeca inútil se vuelve rosa, luego roja, hasta que
es un hermoso púrpura oscuro mientras jadea desesperadamente por
aire. Ella debería haber preguntado qué quería en lugar de ser una puta
hambrienta de dinero. Esta es la primera que ha tenido siquiera una
29 fina porción de potencial.
Cuando libero su cuello, las lágrimas se acumulan y caen del mar
de sus ojos. Sosteniendo su garganta, resuella, tratando de tomar aire.
—Bastardo —escupe; su tono es venenoso.
La pequeña muñeca errónea tiene bolas.
Pero las mías son mucho más grandes.
Empujándola de nuevo sobre sus rodillas, agarro su cabeza,
instando mi polla de vuelta en su boca. Empujo tan profundamente,
que ella se ahoga, tiene arcadas y lucha para liberarse. Cuando sus
dientes se aprietan, sonrío. Pequeña perra.
Forzándola hacia atrás, me levanto sobre sus hombros y rodeo con
una mano su pequeño cuello mientras uso la otra para apoyar mi
posición encima de ella.
Apretando su cuello, golpeo mi polla por su garganta. Su cuerpo se
sacude y tiembla debajo de mí, su boca trata de abrirse más para
respirar profundamente, evitando morderme.
Muriendo.
Follo su cara con todo el poder que puedo reunir, empujando mis
caderas y apretando su cuello hasta que un crujido cede bajo mi mano.
Su cuerpo se vuelve flojo ante el aplastamiento de su tráquea, y con
ello, mi liberación aprieta mis bolas. El calor se construye,
extendiéndose a través de mi ingle por mi espalda mientras salgo de su
boca y franjas de esperma pintan sus ojos muertos abiertos de par en
par.
Levantándome para ponerme de pie, la agarro por debajo de los
brazos y la levanto sin esfuerzo. Su cuerpo se hunde en mi agarre, y es
la primera vez que se ve como una verdadera muñeca. Estúpida
muñeca muerta, como todo el resto.
Jodidamente disgustado por ella, la arrojo lejos de mí, y su cabeza
golpea la esquina de la mesa de café con un nauseabundo pum. Rueda
sobre suelo con el rostro primero, y yo miro fijamente, obsesionado con
la forma en que la sangre florece de una herida en la parte posterior de
su cráneo. No bombea como lo haría si todavía estuviera respirando. Es
más como una filtración, como una botella de kétchup que es derribada
sin tapa.
Ahora, eso…
Eso me pone la polla dura.
Sentado a horcajadas sobre su forma inmóvil, unto la palma de mi
mano a través de la parte posterior de su cabeza, y luego acaricio mi
pene usando su sangre perfecta como lubricante.
40
~Intacto~
Dillon
He visto muchas escenas del crimen, he sido parte de un par, pero
ninguna ha hecho que se me forme bilis en la garganta como esta antes.
¿Es eso una jodida polla lo que estoy mirando?
¿A quién diablos enojó este pobre y descuartizado hijo de puta?
—¿Qué tenemos? —Alzo mi barbilla hacia un uniformado que no
conozco.
Él me ofrece un cubre bocas, y lo agarro para taparme la nariz.
41 —Homicidio —suelta a borbotones.
No me digas, Sherlock. Nadie puede hacerse esto solo o asegurar
que fue un accidente.
—Lo siento, se resbaló y aterrizó en mi cuchillo mientras estaba
haciendo shish kababs. No me di cuenta de que no era pollo hasta que
estuvo hecho pedazos.
Maldito idiota.
Le doy mi mirada entrecerrada, que generalmente hace que los
policías uniformados presten atención, pero él simplemente se queda
allí boqueando como un pez fuera de agua.
—¿Y?
—No hay señales de entrada forzada —dice lentamente—. Así que,
supongo que él conocía al asesino.
—No se te paga por asumir, y estás pisando toda mi escena del
crimen. —Señalo la carne ensangrentada en su zapato.
Lanzando una mirada a sus pies, sus ojos se abren y su cuerpo se
sacude, luego está corriendo hacia un basurero y vaciando el contenido
de su estómago. La pieza de carne, que parece una oreja, todavía está
pegada a la suela de su zapato.
—Deja de moverte —bramo.
—Que alguien meta la oreja en una bolsa —grita Marcus, negando
mientras camina tranquilo hasta donde estoy parado—. La vecina no
escuchó nada. Dijo que el nombre del tipo es Maximus Law. Es dueño
de un club del centro llamado Rebel's Reds.
Conozco el lugar. Es una mierda para que los jodidos sádicos se
masturben.
—¿Competencia? —Suelto. Los propietarios de clubes,
especialmente en las escenas más sórdidas, se aventuraban en el
mundo criminal y podía volverse competitivo.
—Era una gran cantidad de rencor si lo es. —Marcus arruga la
nariz.
—Esto no fue sólo una advertencia o mensaje —afirmo—. Alguien
disfrutó desmembrando el cuerpo. Prolongando la muerte. Hay sangre
cubriendo cada centímetro de este lugar.
—¿Eso es su...? —Marcus se detiene, mirando el miembro en el
piso.
—Sí —digo—. Vamos a encontrar la línea de tiempo que conduzca
a la muerte y empecemos desde ahí.
Sacudiendo la mirada perturbada de su rostro, él asiente.
46 Law, pero está más preocupado de que lo ingresemos, así que nos
salimos con la nuestra sin necesidad de una orden.
Sigo a Marcus por una puerta detrás de la barra. Las paredes por
el pasillo hacia la oficina están pintadas de un rojo intenso con
imágenes de antiguos cantantes clásicos que las adornan. Hay un juego
de puertas dobles a la derecha, y Marcus las empuja, asomando la
cabeza.
—¿Qué carajos? —murmura mientras entra tan campante.
Lo sigo detrás y me detengo. Jaulas para perros, jodidas jaulas
para perros con mujeres desnudas dentro. Cuento ocho. Marcus
inmediatamente se apresura e intenta abrirlas, pero están aseguradas
con candados. Recuerdos de Jade y ese jodido enfermo me vienen a la
mente, y mi ira se acumula, traqueteando bajo la piel.
—Repórtalo —gruño antes de darme la vuelta y salir sigilosamente
de la habitación.
Mientras vuelvo al bar, miro a mi alrededor. Morris no está en
ninguna parte. Empujo más allá del jodido gigante en la puerta, y corro
hacia mi coche, abro el maletero y hurgo por mi cortacadenas. Mientras
estoy caminando de regreso a través de las puertas del club, el tipo
grande abre su estúpida boca.
—Se les paga, cerdo. No se rompen las leyes.
Qué tonto hijo de puta.
Aprieto mi mano y la balanceo, dándole un golpe en el riñón. Él se
dobla de dolor, y tomando su cabeza sudada y carnosa, levanto mi
rodilla para saludarla. Él rebota, colapsando hacia el piso. Su tamaño
podría valer algo para un cliente del club, pero yo me encuentro con
pedazos de mierda como él todos los días.
—Brutalidad policial —se queja, sosteniendo su nariz rota.
—Tropezaste —gruño.
Marcus está llamando por teléfono pidiendo refuerzos cuando entro
a la oficina, y todas las chicas están acurrucadas contra las puertas de
sus jaulas. Rompo los candados uno por uno, y cada chica, tímida y
cautelosa, se arrastra hacia afuera.
Un par de ellas se ven realmente jóvenes. Lo más probable es que
aún estén en la adolescencia.
—Está bien. Están a salvo. —Las calmo mostrando mi insignia—.
¿Pueden decirme qué están haciendo aquí?
Los ojos muy abiertos de una chica rubia me miran. Sus brazos
cubren sus tetas y está cruzando las piernas, no es la postura habitual
de una prostituta, lo que sólo tensa el golpe en mi pecho. Estas mujeres
no están aquí voluntariamente. Tal vez ese hijo de puta de Law sí se
merecía lo que obtuvo.
47 —YA zaplatil za azartnyye igry moyego ottsa1 —escupe la niña
frente a mí.
¿Qué es eso? ¿Ruso?
—No hablo ruso —le digo.
—Hombre me compró —ofrece dócilmente con un fuerte acento.
Y esta investigación acaba de volverse mucho más complicada.
—Ponte al teléfono. Consigue un traductor y a Seguridad Nacional.
—Estoy en eso.
—Y, Marcus —continúo mientras me mira por encima de su
hombro—, clausura este maldito lugar.
Benny
Él era un gritón.
Eso me irritó.
El miedo es mucho más emocionante cuando está en silencio, en
sus ojos y en el temblor de su carne. La chica fue inesperada, y su
miedo era perfecto. Se quedó parada congelada, hasta que verme
destrozando a quien quiera que fuera ese hombre para ella, se volvió
demasiado, haciendo que se desmayara. Su forma amontonada fue un
57
~A la moda~
Elizabeth
Me gusta ser observada.
Es una enfermedad. Una perversión. Un enamoramiento con la
atención.
Esta aflicción no es algo que comenzó al nacer o algún tonto
problema psicológico transmitido por mi retorcido padre. El problema
que sufro es únicamente debido al hecho de que soy inferior en todo
cuando se trata de mi hermana gemela, Elise, y yo.
Benny
La imagen que los medios usaron mientras intentaban atraparlo y
una con nuestro papá cuando él era pequeño son las únicas que tenían.
La representación del artista de él es espeluznante. Algo sobre los ojos
oscuros y vacíos. A veces, miro la imagen, dispuesta a que cobre vida
sólo para poder hacerle algunas preguntas a mi hermano. También hay
recortes de noticias pegados a las páginas, y mi corazón ralentiza a
medida que paso la página y miro fijamente a las llamas que dibujé a
mano alrededor de una lápida sepulcral, recordando el día que supe de
Benjamín cuando Elise me informó en su muerte.
64
Hace casi tres años..
Elise todavía va a clases y actúa como si la vida fuera normal
cuando en la fría realidad, la vida —la nuestra, al menos— es todo lo
contrario. Los ojos me siguen cuando cruzo el patio y dejo caer mi bolsa
debajo del árbol gigante que ofrece refugio del calor dominante. Mi piel
protesta al sol, literalmente. Se pone roja y enojada cuando está
expuesta. Mi tez pálida siempre ha sido algo que me ha gustado... hasta
que comencé la secundaria y los chicos se burlaban de mí.
Vampiro.
Botella de leche.
Y los estudiantes más cultos iban con la chica Geisha, como si eso
fuera un insulto. La piel pálida es una industria multimillonaria en Asia.
Soy apartada de mi meditación cuando una chica que conozco como
Perrafalsa Uno se sienta cerca de mí. Sus amigas, Perrafalsa Dos y Tres,
están a su lado como sus guardaespaldas personales.
Sostengo mi mano sobre mis ojos para bloquear el sol y mirar sus
rasgos perfectos. Ojos azules, cabello rubio que se encrespa alrededor de
su bonito rostro en forma ovalada, labio inferior regordete con un labio
superior delgado. Sonríe, luego habla, entregándome un iPad que no me
había dado cuenta que llevaba.
—Entonces, ¿sabes dónde está tu hermano? Así como, ¿él te envió
mensajes para dejarte saber que está bien?
Oh Dios, ella piensa que soy otra persona. Mi boca se abre, pero las
palabras no se forman.
Levantando la mano, la agita frente a mi rostro.
—Hola, tierra a... —Mira a su amiga, que encoge sus hombros y
gesticula:
—¿Beck?
—... Beck —imita, volteándose para mirarme.
Mi mirada ceñuda pasa desapercibida cuando vuelve a mirarme
fijamente.
—Es Beth. Elizabeth —replico.
—Como sea. —Pone los ojos en blanco y toca la pantalla ahora en mi
regazo.
Mis ojos caen a la página que me está mostrando.
El jefe de la policía asesino, Steve Stanton, encubrió crímenes
atroces de su hijo que todavía está en libertad. Ahora etiquetado
65 como EL ASESINO DE MUÑECAS por la prensa, Benjamín Stanton
está siendo buscado por la policía por los asesinatos de
numerosas mujeres y el secuestro y encarcelamiento de una
detective.
Esto es lo que sabemos...
Benjamín es el único hijo del vergonzoso violador y asesino,
Steve Stanton, concebido con su primera esposa, Patricia Stanton.
Se cree que ella es una de las víctimas cuyos restos se
encontraban entre los recuperados de una propiedad
perteneciente a Steve Stanton. Como fabricante de muñecas de
oficio, Patricia moldeó la fascinación y obsesión de su hijo por las
muñecas de porcelana.
Antes de que pueda leer más, el iPad es arrebatado de mi agarre y
Perrafalsa Uno me está sonriendo.
—Entonces... ¿se contactó?
¿Habla en serio?
—¿Por qué?
Ella se encoge de hombros y sus amigas se ríen.
—Es un poco sexy.
—Esto no es verdad. —Negué—. No tengo un hermano.
—Esta es una fuente legítima, Becka. Ella bloguea en línea, pero su
fuente es alguien de dentro.
—Es Beth, y no me importa quién sea su fuente.
—Ella dice que vestía a sus víctimas y las follaba, y si no eran
buenas, las mataba.
Más risitas suenan de sus amigas.
—Creo que yo podría ser una gran muñeca —dice ella.
Está loca.
—Entonces, ¿quieres ser violada y asesinada?
Si lo que dice es cierto, ¿eso es lo que quiere que le pase?
—Él no me mataría, tonta. Sería la muñeca perfecta para él.
—Puede ser asqueroso a la vista —dice una de sus amigas.
Lanzando su cabello sobre su hombro, Perrafalsa Uno fulmina con la
mirada a su amiga honesta y se indigna.
—Te lo dije, Kate. Vi el boceto filtrado antes de que lo quitaran y él
es muy sexy.
—Oh, sí, lo olvidé —se retracta su amiga.
—Nada de esto es relevante —digo entre dientes—. No tengo un
66 hermano. Un asesino en la familia es suficiente. Gracias de cualquier
forma. Si alguna vez lo encuentro, me aseguraré de enviarlo en tu
dirección.
Me levanto, agarrando mi mochila, y consigo dar unos diez pasos
antes de que grite:
—¿Conoces mi dirección?
Idiota.
Mis palmas sudan y mi corazón se acelera. Necesito encontrar a
Elise. Necesito llamar a Jade o a Dillon, o a ambos.
Localizo a Elise en el baño de chicas cerrando su lápiz labial recién
aplicado y cepillando su cabello.
—Wendy Hudson acaba de hablar conmigo —escupo.
Bajando su pincel, los ojos de Elise chocan con los míos en el espejo.
—¿Pensó que eras yo? —pregunta, sus ojos recorriendo mi atuendo.
—No. Quería información sobre nuestro hermano.
El rostro de Elise palidece y gira para mirarme.
Oh Dios mío. Es verdad.
—¿Qué dijo?
—¿Que importa eso? ¿Por qué no te ves sorprendida ante la mención
de un jodido hermano?
Ella cubre mi boca con su mano y mira alrededor del baño vacío.
—Mamá lo mencionó por accidente, y le pregunté por eso. Ella
confesó que nuestro padre tenía una familia antes que nosotras.
—¿Una familia o un hijo? —Mi estómago se retuerce y se revuelve.
—Sólo un hijo, creo. —Se encoge de hombros como si hablara del
clima o algo de menor importancia.
—¿Y él también es un asesino? —susurro, envolviendo mis brazos
alrededor de mi cintura.
—Mamá dijo que estaba arruinado por dos padres trastornados, que
su estado mental habría sido fragmentado desde una edad temprana. Él
es un producto de su ambiente.
Oh Dios mío.
La confusión dentro de mis emociones lucha por tener espacio dentro
de mi cabeza.
¿Tengo un hermano?
No, tienes otro asesino.
¿Un hermano dañado?
No, un asesino trastornado.
67 ¿Lo dejaron solo todo este tiempo?
¿O quería que lo dejaran solo para matar?
¿Nuestro padre lo abandonó?
¿Para criarnos?
¿Cómo era su madre?
¿Y si ella también fuera nuestra madre, seríamos como él?
¿Por qué se convirtió en este... este asesino?
—¿Y él está ahí fuera? —pregunto.
Sus manos caen sobre mis hombros, con una mirada estoica en su
rostro.
—No, no te asustes. Esto no puede ir más lejos, Beth.
En lugar de responder, espero a que continúe.
—Dillon le dijo a mamá que dejara de preocuparse por él ahí fuera.
Él está muerto. Murió en un incendio, pero no fue reportado, por lo que
sólo unas pocas personas lo saben.
Mis pies comienzan a moverse a pesar de que ella grita mi nombre.
—Beth... ¿Beth?
Paso a Wendy en el pasillo y me doy la vuelta para agarrarla del
brazo. Su boca se abre y gime mientras la arrastro hacia los casilleros.
Escaneando los pasillos, ella susurra:
—Sólo porque te hablé fuera, eso no significa que puedas acercarte a
mí en los pasillos.
¿En serio?
—Quiero saber el nombre de la persona que dirige ese blog.
Sus brazos se doblan sobre sus pechos perfectamente formados,
empujándolos más hacia afuera del cuello en V de su suéter de
cachemira. Sonriendo con suficiencia, tira de su cabello sobre su hombro
y mueve la barbilla.
—Entonces, ¿es verdad?
—Wendy —siseo.
—Es un blog anónimo para que no pueda ser atacada ni castigada
por lo que escribe.
—¿Nombre?
—¿Qué te hace pensar que lo sé?
—Wendy.
—Puedes tener su correo electrónico, pero puede que no responda.
71
~Último~
Benny
Miro fijamente la pantalla con asombro. Tanner se ha ido a hacer
Dios sabe qué, diciendo que volvería con la cena, así que me tomo el
momento para mirarla.
Nueva muñeca bonita.
El impulso de ir a ver a mi Bethany era abrumador, pero cuando
Tanner está prestándote atención, no lo apartas para tus propias
necesidades. Después de follarnos y matar a Dina, bebimos whisky y
74 Cierro los ojos y repito su voz una y otra vez para estar seguro,
pero sé que lo estoy. Sabía que había una razón por la que estaba tan
atraído por esta nueva muñeca.
Bethany.
Bethany.
Bethany.
Ella la llamó Elizabeth. Elizabeth es mi Bethany.
Mierda.
—Aquí tienes —murmura Tanner, arrojándome un trapo para
limpiarme.
Muevo la cabeza hacia él, un poco sorprendido de verlo. Había
estado tan envuelto en lo que estaba haciendo, que no lo escuché
entrar.
—Es ella —escupo mientras limpio el semen de mi pecho y me
pongo de pie. Su mirada cae a mi polla flácida, y sus labios se contraen.
Nunca sé lo que está pasando más allá de sus ojos ámbar.
Él tira de su corbata un poco y me atraviesa con una mirada
aburrida.
—Lo sé.
Agarrando mis vaqueros del suelo, me los pongo. Una vez que los
tengo abrochados, doblo mis voluminosos brazos sobre mi pecho
tatuado y lo miro.
—¿Qué mierda quieres decir con que lo sabes?
¿Está jugando?
¿Cree que soy un esclavo de su mente jodida?
Su mirada dura se suaviza y frunce el ceño mientras se sienta en
el borde de mi cama.
—Lo he sabido todo el tiempo. No es difícil encontrar la dirección IP
de alguien. He conocido su ubicación desde el momento en que la vi por
primera vez.
La traición corta mi pecho como un cuchillo. Mi mandíbula se
aprieta y mis fosas nasales se ensanchan.
—Será mejor que esto sea bueno, Tanner. Continúa.
Su mandíbula se aprieta, y la rabia hirviendo que siempre acecha
dentro de él parpadea en sus ojos.
—Descubrí que era ella, tu Bethany. Conocía a Stanton muy bien,
Benjamín, así que sabía que tenía una esposa. —Deja escapar un
suspiro de frustración. El hecho de que no esté tan tranquilo como de
costumbre hace que me pregunte qué diablos está pasando con él.
—¿Por qué no me dijiste, maldita sea? —dije furioso.
78 No.
Es.
Todo.
—Necesito saber todo —repito, mi voz baja y mortal—. Necesito que
dejes de darme esta versión diluida y me cuentes cada pequeño detalle
sobre ella.
—Eso es todo —desafía.
Esta perra...
Agarrándola por su pequeña garganta, la aprieto con fuerza. Estoy
a punto de golpearla contra los estantes detrás de ella cuando su brazo
se levanta y cae, golpeando mi brazo con un poder excepcional,
forzando mi brazo a que la suelte. Estoy tan sorprendido por este giro
de los acontecimientos, que no me preparo para que me empuje hacia
atrás con dos manos sobre mis hombros, seguido de un movimiento de
su pierna, su rodilla chocando contra mi intestino, robándome el
aliento.
Hija de puta.
Una luchadora.
Esto será divertido.
Escupo al piso el ácido que forzó en mi garganta y camino hacia
ella. Una sonrisa adorna sus labios, destacando el bello rostro que
tiene, que tenía para cuando termine con ella. Antes de acercarme,
Tanner me tira con fuerza, y yo tropiezo, perdiendo el equilibrio. Me
empuja al duro suelo con poco esfuerzo y me derriba como un puto
psicópata.
Tanner siempre es elegante, divertido y relajado. A veces, la
oscuridad acecha, pero nunca lo veo perder su mierda. Nunca. La furia
que brilla en sus ojos es impactante.
—No. Toques. A. Mi. Socia. —Sus puños tiran de mi camisa
mientras escupe sus palabras—. ¿Entiendes, amigo? —La gruesa vena
en su cuello late con cada una de las respiraciones desiguales que
toma.
—Lo entiendo, amigo —digo furioso, mi propia ira todavía muy en
la superficie—. Ahora, sal de encima.
¿Qué demonios?
¿Desde cuándo me ha puesto una correa?
¿Tiene a alguien fuera de los límites?
Mis pensamientos se confunden, y lucho por encontrar un terreno
más estable una vez más. El rojo sangra un poco de su carne, y una
sonrisa tira de sus labios. Golpea mi mejilla juguetonamente antes de
pararse y ofrecerme su mano. Una vez que estoy de vuelta de pie, miro
79 a Kami. Esta chica tiene que irse. Tanner es protector con ella, y no me
gusta. Él me enjauló frente a ella, mostró poder sobre mí, y se mostró a
favor de ella.
Tanner me protege a mí.
Y él es mío.
Mi muñeco maestro personal cosechando con la mano de la
muerte.
La rubia tonta con el cabello rosa es simplemente una distracción:
Un giro en mis planes. He trabajado duro para convertirme en el
favorito de Tanner. No necesito que nadie me tire de mi pedestal.
Y porque juego un juego mejor que el par de tetas en la habitación,
me paro lo suficientemente cerca de la espalda de Tanner que el calor
de mi cuerpo se mezcla con el suyo, descanso mi frente en su hombro, y
dejo escapar un suspiro de dolor.
—Sólo la necesito —explico, mis palabras sólo para él.
Su postura rígida se relaja, y estoy eufórico por la facilidad con la
que puedo adentrarme en Tanner. Hace que mi polla se ponga dura.
Con un pequeño empujón de mis caderas, presiono mi erección contra
él, recordándole que todavía somos el equipo. No esta perra. Tanner y
yo. Maestro y Monstruo. Déjame matarla para ti, le transmito con mis
acciones.
—Kami —dice, con la voz tensa—. No seas tímida. Necesitamos
detalles. Todos ellos.
La miro por encima del hombro y sus fosas nasales se ensanchan.
Entonces, la perra estaba intentando enfurecerme a propósito. Tal vez
le guste Tanner de una manera que él nunca podrá corresponder
completamente. Juego con ella como juego con él.
—Si estoy en el camino de que chupes su polla, entonces por
supuesto, chúpalo todo —digo en un tono frío, insinuando que es una
puta—. Pero esta mierda es importante y necesito respuestas. —Mi
propia polla todavía está dura, especialmente cuando lo imagino
embistiendo su polla en su garganta hasta que ella se sofoca. Presiono
descaradamente contra el culo de Tanner mientras mantengo la mirada
de la perra. El desafío parpadeando en sus ojos azules es todo lo que
necesito saber sobre ella.
Ella lo desea jodidamente demasiado.
Ponte en la fila, puta. Él es mío, y ni siquiera tengo que follarlo.
—En realidad —gruñe Tanner mientras se aleja de mí—. ¿Por qué
no se la chupas a mi querido amigo aquí? Él es el que tiene la dolorosa
erección.
Mierda.
Elizabeth
Un golpeteo en la puerta delantera me despierta del sueño. Me
pliego en mi cama y escucho, tratando de descifrar si era real o estoy
soñando.
Pum.
Pum.
Pum.
Mi corazón se acelera mientras agarro mi celular y busco el
81 contacto de Dillon, deteniendo mi pulgar sobre el botón de llamada.
Podría ser cualquier cosa. No seas paranoica.
Tomando pasos tentativos por las escaleras, cada sombra me
acecha y cada chirrido de las tablas del suelo me revuelve el estómago
nervioso.
—¿Quién está allí? —grito, pero no recibo respuesta. Colocando el
teléfono en la mesa lateral, enciendo la lámpara y agarro uno de los
paraguas con un pico de metal al final de la canasta junto a la puerta
de entrada. Dolerá si lo embisto lo suficientemente fuerte.
Espío a través de la mirilla, pero sólo veo la calle distorsionada y
extrañamente dividida.
Quitando el cerrojo de la puerta, la abro, con el paraguas
levantado, lista para vencer al molesto con un palo impermeable
cubierto de flores rosadas. Elise tenía que tener siempre todo rosado y
florido. ¿Se imaginan si realmente tuviera que usarlo?
—¿Cómo murió?
—Con un paraguas de flores rosadas en el pecho.
Me estoy riendo en mi cabeza por mi exagerada paranoia, la noche
vacía y oscura es lo único que me saluda. Debe haber sido el viento.
—¿Qué estás haciendo?
Un grito se me escapa, y me vuelvo, golpeando con el palo a una
Elise de aspecto desordenado.
—¿Qué demonios? —chilla, mi pecho está agitado por la impresión.
Creo que acaba de quitarme diez años de mi expectativa de vida.
—¿Qué estás haciendo aquí? —gruño cuando el viento empuja a
través de la puerta abierta, soplando mi cabello contra mi rostro.
Cuando mi respiración se controla, reconozco su apariencia. Su
cabello está desaliñado y sobresaliendo por toda su cabeza, y su piel
está hinchada y roja debajo de las vetas negras que manchan sus
mejillas.
—Tuve que romper con mi novio —dice sorbiendo por la nariz,
frotando su brazo donde la golpeé.
—¿Novio?
Sacudiendo la cabeza, camina hacia el sofá y se arroja sobre los
cojines.
—Es una larga historia y todo es un desastre.
Arrugo la frente.
—¿Quieres hablar de eso?
—¿Por qué? ¿Así puedes regodearte de que no soy la persona
82 perfecta que crees que soy? —escupe, entrecerrando sus ojos hacia mí.
—Nadie es perfecto, Elise —le informo.
Ella resopla.
—Bueno, tú ciertamente no lo eres.
Cruzando mis brazos sobre mi pecho, la fulmino con la mirada.
—¿Qué significa eso?
Ella suelta una risa que no tiene ningún sentido del humor.
—Oh, vamos, Beth —se burla, un ligero bamboleo en su voz hace
que me pregunte si ha estado bebiendo—. ¿Qué demonios estabas
haciendo antes? ¿Estabas con esa ropa otra vez? ¿Sabes lo jodida que
es tu obsesión? —Mi sangre se hiela porque en más de una ocasión, mi
hermana ha entrado de repente y me vio usando mis trajes elegantes y
maquillaje. Es privado y odio que ella lo sepa.
—No es una obsesión —siseo—. Es una forma de sentirme
conectada con él. Con la vida. Sentir más que el vacío dentro de mi
pecho. La vida siempre ha sido fácil para ti, pero no todos tienen las
experiencias que tú tienes.
Ella se levanta y niega con la cabeza.
—¿Así que es mi culpa que no sea un bicho raro deprimido como
tú?
—Dime cómo te sientes realmente —me burlo—, perra santurrona.
Sus ojos vagan detrás de mí y palidece.
—¿Qué diablos es eso? —Ella señala a la puerta aún abierta, y me
giro, siguiendo su mirada. Hay un paquete en la entrada, envuelto en
papel marrón. Estrecho mis ojos, tratando de distinguir las palabras
decoradas en el frente.
Una muñeca bonita para otra muñeca bonita...
Dirigiéndome al paquete, lo recupero, cierro la puerta, bloqueo el
pestillo, y corro a mi habitación.
—Elizabeth, ¿qué demonios es eso? —grita Elise, pero ya he tenido
suficiente de ella por esta noche.
Desenvuelvo el papel, la excitación y el miedo luchan por el control
dentro de mí. Una muñeca de porcelana me mira. Con detalles
perfectos. Cabello rizado con un pequeño sombrero colocado en la parte
superior. La artesanía en la ropa es excepcional. Mis ojos se mueven de
vuelta a la caja, buscando una nota. No encuentro ninguna, pero
todavía me siento obligada a agradecer al proveedor del regalo a pesar
de que vino a mi casa. El miedo no es el vencedor aquí, el aprecio
prevalece.
Alguien me nota.
Benny
Tanner está ocupado. ¿Haciendo qué? Me importa una mierda. Me
da un jodido respiro. Mi furia todavía hierve bajo la superficie después
del giro de los acontecimientos con Kami. Tres años he estado a su lado,
haciendo su trabajo sucio y sintiendo un vínculo del que no sabía que
era capaz, sin embargo, él es más enigmático que una tienda de Victoria
Secret.
Me he estado muriendo por ver lo que mi Bethany ha estado
haciendo. Anoche, tomó lo último de mi control no arrebatarla
87 directamente de su puerta y arrastrarla a mi coche. Ella había estado
jodidamente exquisita en el camisón de seda que apenas cubría su culo.
Fue surrealista que abriera la puerta y pudiera verla en carne y hueso
directamente en mi línea de visión. Quería tirar las bragas de encaje por
sus muslos y frotar mi polla a lo largo de la raja de su culo. Sentir su
piel pura contra la mía.
Tomar.
Tomar.
Jodidamente tomar.
Ella me pertenece. Predestinado. Una reencarnación.
Pero soy más sabio, por Tanner.
Hago movimientos inteligentes, por Tanner.
Valió la pena la espera. La maldita paciencia. Contenerme cuando
todo lo que quería hacer era agarrar, agarrar, agarrar.
Ella se acicaló.
Sólo para mí.
E hizo un video en vivo.
Sólo para mí.
Recibí la notificación en mi teléfono y vi que mi dulce Bethany, mi
jodida nueva muñeca bonita, miró directamente a la cámara,
directamente a mi puta alma, y me habló. Me lanzó un beso que
aterrizó justo en la punta de mi polla. Con prisa, saqué mi polla y me
masturbé, volviendo a reproducir su video y una y otra vez hasta que
disparé mi carga por toda su impresionante rostro en la pantalla.
Y la mejor noticia, según Tanner: tiene una gemela. La había visto
por mí mismo, aunque silenciado por la oscuridad y Bethany
bloqueando mi visión completa de ella. La chica era un desastre
lloriqueante. Ver a las dos chicas Bethany discutir era fascinante como
la mierda. Un espejismo. Demasiado perfecto para ser real. El dolor que
nunca se detiene de latir en mi pecho se intensificó hasta convertirse en
un rugido estremecedor.
Dos.
Dos.
Dos.
Mías.
Kami, incluso cuando se vio obligada a divulgar detalles bajo la
autoritaria mirada de Tanner, aún se contuvo. Un día, le cortaré la
lengua de su garganta y la pisaré con mi bota. Si no quiere hablar, me
aseguraré de que no pueda hablar. Sin embargo, lo que sí me dijo,
calentó mi alma.
88 Elizabeth es una nerd de los libros. Tranquila. Tímida. Detallada y
organizada. Infantil. Inocente.
Elise es una chica popular. Ruidosa. Salidora. Voluble y
desorganizada. Mujer. No tan inocente.
Dos lados de una única moneda brillante.
Quiero ambos lados.
Las quiero a las dos, maldita sea.
Kami balbuceó sobre mierda. Ella tenía mucha información sobre
Elise. Lo que le gusta, lo que no le gusta, comidas favoritas, música: Lo
catalogué todo, pero cuando lo comparé con mi lista para Elizabeth, era
muy deficiente. Eso me molestó. Me hizo desear descubrir esas cosas
solo.
Cuando noté que las dos chicas se iban juntas esta mañana, las
seguí a una peculiar librería antigua. Elise entró con unos irritantes
mechones rubios en su cabello que no había notado antes, mientras
que Elizabeth siguió mansamente detrás. Elise usaba vaqueros llenos
de agujeros y un suéter con los hombros al descubierto que revelaba
demasiada piel. Elizabeth llevaba un sencillo vestido blanco, modesto y
de manga larga. Puro. Las medias hasta las rodillas eran un buen
toque. La diadema de color rosa pálido en su hermoso cabello oscuro
era un toque aún más agradable. Los zapatos de vestir negros sin
costuras en sus pies me endurecieron la polla.
Entrar en la tienda fue difícil debido a la estúpida campana de
mierda en la puerta, pero finalmente logré empujarme detrás de una
mujer con tres niños ruidosos. La gente estaba tan concentrada en el
niño que lloraba, que no se fijaron en mí al entrar. La mujer se retiró de
la tienda rápidamente después de muchas miradas molestas de los
clientes.
Ahora, estoy buscando a Elizabeth, pero es a Elise a quien
encuentro primero. Echo un vistazo entre la fila superior de libros en
un estante. Su culo se estremece mientras hace un gesto hacia el
tablero del menú, flirteando con el barista masculino. Quiero
estrangular al idiota por la intensa mirada que le está dando. Mis ojos
escanean el área, buscando a Elizabeth.
—Acaban de romperle el corazón, así que ve con gentileza. —La voz
es dulce, familiar, y me giro para enfrentar mi obsesión.
Nueva Muñeca Bonita.
Bethany.
Mía.
Ella es jodidamente cautivadora. Me quedo mirándola
boquiabierto, sin querer pestañear y verla desaparecer. Ella muerde su
grueso labio inferior que suplica ser succionado mientras su mirada
89 viaja hasta mi cuello, y luego mi pecho. Un rubor se arrastra a través de
su garganta mientras inspecciona los nuevos tatuajes que cubren viejas
cicatrices. Tanner pensó que los tatuajes ayudarían a cambiar mi
apariencia. Yo creo que él simplemente se empalma con los tatuajes.
Parpadeando para apartar su aturdimiento, ella me saluda con la
mano, y mis ojos se fijan en sus finos dedos, las uñas pintadas de un
dulce rosa chicle.
—Hola. Ella es mi hermana. —Y yo soy tu hermano.
Quiero agarrarla por su pequeña mandíbula y llevarla a mi boca.
Quiero inhalarla, chuparla, lamerla y follarla.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Bien. De acuerdo. —El rubor se extiende por sus mejillas, y se da
vuelta para irse.
No tan rápido, Nueva Muñeca Bonita.
Estiro mi mano, enganchando la de ella.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Auch. —Su cuerpo se estremece ante mi toque, y la libero, luego
silenciosamente maldigo cuando me doy cuenta de que se ha clavado mi
llavero. Su sangre, radiante y jodidamente brillante, florece como una
rosa en su piel pura.
La deseo. La deseo. Jodidamente la deseo.
—Lo siento. —Mi voz tiembla, y sueno como un jodido idiota, pero
no me importa. Mi sueño está delante de mí, una imagen de la
inocencia y la perfección personificada.
Sus fosas nasales se dilatan y su boca se abre. Los ojos color
avellana parpadean con lujuria. Con curiosidad. Con intriga. Con
interés. Los ojos de mi dulce, dulce muñeca son tan malditamente
expresivos. Me hace preguntarme cómo se verán cuando la tenga
clavada debajo de mí mientras conduzco mi polla dentro de su coño
intacto. Una mirada tímida y acalorada de esta chica y sé que es virgen.
Que ella esperó sólo por mí. Ella quiere que la tome. Quiere que empuje
sus braguitas con volantes hacia un lado y la haga gritar. Sus ojos
prácticamente ruegan por ello. Así es como debería haber sido todos
esos años atrás. Una fresca capa de odio se arrastra sobre mi piel por
mi padre y mi madre.
Alcanzándola, le agarro la pequeña mano. Está fría al tacto, y
quiero besarla hasta que su carne arda con calor. Como si estuviera
bajo mi maldito hechizo, ella me observa mientras llevo su dedo flaco a
mi boca. Beso el pequeño pimpollo de sangre y el fuego arde en mi
interior, un hambre como nunca antes me araña desde dentro.
100
~Virgen~
Dillon
No hay suficiente café en el mundo que me mantenga alerta hoy.
—¿Noche dura? —resopla Marcus, tirándose en mi silla,
obligándome a fruncir el ceño y sentarme en la esquina de mi escritorio.
Le echo un vistazo rápido a su traje elegante y pongo los ojos en blanco.
¿Se postulará para el congreso o alguna mierda?
—Jade está en su etapa del embarazo cuando está sexy como el
pecado —murmuro, y sus cejas se levantan casi hasta su cabello.
105 La puerta se abre y entra una chica joven con pantalones caqui y
una camiseta sin mangas. Es menuda con cabello rosado, y sus ojos
son enormes y expresivos. Inmediatamente camina hacia donde Harris
está sentado y se arrastra hacia su regazo, mirándonos.
Jodidamente espeluznante.
—¿Puede confirmar su paradero el jueves diecinueve? —pregunta
Marcus, esperando atrapar a Harris al no preguntarle directamente si
estaba con él.
—¿Quién mierda eres tú? —Ella ladea la frente, y su actitud hace
que la risa burbujee en mi pecho. Me recuerda a Jade cuando
comenzamos a trabajar juntos.
Marcus retrocede, disparando su mirada hacia mí. No le gustan las
mujeres descaradas y boconas. Prefiere que una chica actúe como tal.
Harris envuelve una mano por su cintura, sus dedos atraviesan el
borde de sus pantalones y desaparecen más allá de su pelvis. Ella jadea
cuando toca su coño, y Marcus se mueve en su asiento, poniéndose
incómodo. Harris es un jugador de poder. Cree que esto nos socavará y
nos hará querer irnos, pero es un tonto si piensa que no conozco estas
tácticas.
—¿Dónde estaba yo, Kami? No seas tímida —bromea.
—Él estaba conmigo.
Sacando la mano de sus pantalones, la empuja de su regazo antes
de darle un azote en el culo y hacerle gestos para que se vaya.
—Necesitamos su nombre y un testimonio que confirme su
coartada en el registro. Sólo una formalidad —le informa Marcus, sus
ojos entrecerrándose aún más.
—Espero que tengan más que eso para justificar que estén aquí —
afirma Harris en un tono aburrido.
—Simplemente estamos siguiendo todas las pistas y descartando
posibles sospechosos —gruño con una sonrisa en el rostro.
—Bueno, detective Scott, soy un hombre de negocios, no un
asesino. Si el Sr. Law estaba traficando mujeres, es más que probable
que un trato saliera mal. Es un negocio difícil, y no uno en el que quiera
incursionar.
Me pongo de pie, y Marcus sigue mi ejemplo, ofreciendo su mano a
Harris.
—Gracias por su tiempo.
—Me alegra ayudarlos de cualquier manera que pueda.
Cuando nos vamos, Marcus saca un pañuelo de su bolsillo y
comienza a frotarse la mano con él, frunciendo el ceño. Quiero burlarme
de él por tener un pañuelo de anciano, pero está teniendo un colapso.
106 —No pensé cuando ofrecí el apretón de manos... —Se estremece,
negando.
—Es sólo coño, Marcus. No es un virus.
—¿Cómo demonios sé qué pueda tener? —dice bruscamente—.
Claramente trabaja aquí. Sólo Dios sabe cuántos hombres deja que la
manejen así.
Mientras volvemos al auto, hago un gesto con la cabeza hacia su
pañuelo de vagina.
—No traerás eso al auto.
—Es de mi abuelo —refunfuña—. Tiene ochenta y ocho. No puedo
tirarlo. —Frunce el ceño y se lo guarda en el bolsillo.
Sonrío.
—Eso es más coño de lo que ha tenido en mucho tiempo.
—Vete a la mierda, hombre. —Se abrocha el cinturón de seguridad
y me mira.
—Entonces, esto fue un fiasco.
Mis ojos escanean la enorme estructura del club. Es enorme, y ni
siquiera miramos dentro. Algo está mal con ese maldito. La opulencia y
ser dueño de este tipo de negocios puede volver a un hombre muy
arrogante, y espero que eso sea todo. Mi intuición, sin embargo, me dice
que hay mucho más de él y que no es la última vez que lo veremos.
Ha sido un día largo y pesado y todavía no tenemos nada para
seguir. Pasé toda la tarde investigando a Cassian Harris y a cualquier
persona con la que estuviera asociado. Cuanto más cavo, más
desconfiado me vuelvo que no haya nada sobre este tipo. Ningún
pasado. Ningún vínculo con nadie. Su título está en documentos en
algunas propiedades más, pero eso es todo. Incluso al preguntar a
informantes y personas sobre la escena, el nombre de Cassian era
desconocido. Dirigía un imperio, pero nadie lo conocía. La gente daba
nombres diferentes para quien creían que era dueño de su club, pero
nadie confirmaba o podría confirmar si este era el mismo tipo con el que
habíamos hablado. Alguien que es anónimo y usa diferentes nombres
siempre tiene algo que ocultar. Y ese hijo de puta no está saliendo de mi
radar tan fácilmente.
Mi celular vibra contra mi pierna y un mensaje de texto de Jade
ilumina la pantalla.
Benny
Tanner entra en la oficina que me deja usar, el vapor casi sale de
sus orejas. Es tan raro verlo perder su actitud fría habitual.
—Estoy esperando una llamada, luego tendré un trabajo para ti
esta noche —gruñe.
Mis pensamientos van hacia Dillon y verlo en el monitor de video
en el lobby. Cuando lo vi por primera vez, mi ritmo cardíaco se aceleró,
casi saliendo de mi pecho. Mi mano fue directamente hacia mi fiel
108 cuchillo, y tuve que desear que mis erráticos pensamientos se calmaran
así no marchaba allí fuera y convertía el lobby de Tanner en un baño de
sangre.
Ver a Dillon trajo a la realidad el hecho de que, últimamente, mis
pensamientos no se desviaban hacia mi muñeca sucia. Ni una vez ella
se había deslizado en mi mente. En cambio, Bethany había ocupado
todo el espacio. Ella se acurrucó bajo mi piel y me purificaba; lavaba el
impulso de recuperar mi muñequita sucia. Ella siempre me
pertenecerá. Todavía la amo y me la llevaría, pero ella ya no está donde
yace cada pensamiento de vigilia. Mi corazón se siente libre del agarre
que una vez tuvo sobre mí. Ella era tan especial y perfecta, pero me
lastimó al huir y forzó mi mano demasiadas veces. No creo que alguna
vez olvide la deuda que me debe. Su traición tiene un precio, y ella
tendrá que pagarlo. Pero por ahora... por ahora, no voy a quitarle la
vida. La dejaré hasta que llegue el momento. Voy a tomar a mi dulce
Bethany y a dejar fuera el mundo, encerrándonos, juntos.
—¿Benjamin? ¿Oíste una palabra de lo que dije?
No.
—Sí. Tienes un trabajo para mí.
—Tu padre siempre fue genial de tener como aliado, pero él no es
mi único hombre dentro. Mi informante me advirtió que alguien me vio
en Rebel's Reds y le contó todo a los detectives en el caso. Él me está
consiguiendo el nombre y la dirección de la hija de puta de boca floja
que trajo a los detectives hasta mí. Maldito. Infierno. —Su mandíbula se
aprieta y sus fosas nasales se dilatan—. ¿Y, Benjamín? —Le doy mi
atención, disfrutando de la furia que se eleva de él y me cubre—. Quiero
su lengua. Haz que duela. Esto no es por placer.
—Anotado.
112 Mierda.
Mierda.
Sabiendo que me dejará sin más remedio que tener que matarlo y
llevarme a Bethany ahora, sin ningún plan completamente establecido
para ella todavía, no me doy vuelta.
—Te llamaré —susurro contra su oreja antes de irme, de vuelta
hacia donde dejé mi coche.
—¿No vas a presentarte? —grita a la parte posterior de mi cabeza,
pero sigo caminando, esperando que él no me siga—. ¡Oye! —grita a mi
forma en retirada—. ¿Qué pasa con eso? —Lo escucho decir, pero es
apagado con la distancia. Él no me está siguiendo, y no lo jodí todo
cambiando el plan. Las reglas. Las reglas de Tanner.
Elizabeth
Estoy zumbando.
Volando en una nube.
Ese beso. Oh. Mi. Dios. Fue todo. Nunca antes me habían besado
tan intensamente, como si fuera la persona más importante del planeta.
Sus ojos marrones brillaban con deseo, deseo que quería lamer y
quemar mi piel. Dillon, Dios lo perdone, realmente arruinó mi momento
mágico.
116 Mi charla con Dillon fue un borrón. Ni siquiera recuerdo lo que
dijo. Algo sobre comprobar para evitar que Jade se preocupe por mí
dando vueltas sola por la casa de nuevo. Afortunadamente para mí,
mamá no tardó mucho en ir tras él. Él conversó con ella un rato
mientras yo solo fingía escuchar. En realidad, no escuché ni una
palabra. Estaba aturdida. Revisé desesperadamente mi teléfono cada
tres segundos, y Dillon me miró con los ojos estrechados. Sabía que
sentía curiosidad por mi nuevo galán, pero yo no divulgaba nada.
Una chica nunca besa y cuenta. Y esto se sentía muy especial.
Quería mantenerlo solo para mí. Como si que yo hablara al respecto, la
gente juzgaría y amortiguaría esta agitación arremolinándose a través
de mis terminaciones nerviosas. He leído sobre personas que tienen una
conexión y ese amor instantáneo que obtienes en algunas novelas
románticas. Siempre fui consciente de que era ficción, solo se
rumoreaba que era posible. Pero si el hormigueo subiendo por mi
espina dorsal y el zumbido de lo que se siente como el calentamiento de
la electricidad y descarga a través de todo mi sistema nervioso no es la
prueba de tales conexiones, no sé lo que es.
Después de una larga ducha caliente donde mis pensamientos
reprodujeron el beso una y otra vez, me encerré en mi habitación. No
tengo llamadas perdidas o mensajes de texto. La decepción surge a
través de mí. Con un suspiro, abro la ventana de mi habitación y me
asomo. El aire cálido se mueve a mi alrededor, y mi bata se abre,
mostrando mis pechos a los árboles oscuros que flanquean nuestra
propiedad. Mordiéndome el labio, tiro de mi bata a mi alrededor.
Todavía estoy buscando en la oscuridad cuando mi teléfono suena.
Corriendo hacia él, me siento en la cama.
Elise: Realmente lastimaste los sentimientos de Jason
corriendo así. Es un buen chico al que realmente le gustas.
Desearía que le dieras una oportunidad.
Decepción seguida por una irritación extrema me invade mientras
tipeo mi respuesta.
Yo: Él no es mi tipo.
Elise: ¿Cuál ES tu tipo?
Cierro los ojos, recordando mi beso de antes. La forma en que me
consumió de una manera que Jason nunca sería capaz de hacer.
Yo: Alto. Cabello oscuro. Musculoso. Tatuajes. Guapo. Maduro.
Alguien que me besa como si fuera su todo.
Los tres puntos se mueven mientras ella responde. Casi puedo
sentir que ella pone los ojos en blanco.
Elise: Buena suerte. Chicos como ese no existen.
Quiero decirle que sí lo hacen, que esta noche besé uno, pero
117 decido no hacerlo. Elise solo me aguara la fiesta. Manchará mi
momento con su “hermana mayor” y su sabelotodo.
Yo: Todavía no estoy interesada en Jason. Nunca lo estaré, así
que olvídalo. Noches.
Mi mirada se dirige a mi escritorio y mis ojos saltan fuera de mi
cabeza cuando veo una nueva muñeca sentada junto a las otras dos. Él
ha estado en mi habitación. Dillon enloquecería su mierda si supiera...
que es exactamente la razón por lo que nunca se puede enterar. Calor
me inunda. La nueva muñeca que está en mi habitación debería
asustarme, pero en cambio, lo encuentro dulce. Tres muñecas de mi
acosador. Mi acosador de la librería. Al menos, espero que sea él.
Ella no responde por un largo tiempo. Cuando mi teléfono vuelva a
sonar, espero ver a Elise enviando mensajes de texto, pero es un
número que no reconozco. Mi corazón revolotea como una mariposa
sobrevolando una flor que tan desesperadamente quiere aterrizar.
Desconocido: Desearía que nuestro beso no hubiera terminado.
El calor arde en mi piel como si hubiera pisado un fuego ardiente.
Camino de regreso a la ventana y miro hacia los árboles. Mis ojos se
esfuerzan mientras busco movimiento. Creo que veo algo blanco, pero
mi mente probablemente me está engañando. Derrotada, me vuelvo a
sentar en mi cama.
Yo: Me gustó demasiado. ¿Cuál es tu nombre?
Desconocido: Mis amigos me llaman Monstruo.
Frunzo el ceño. Él está lejos de ser un monstruo. Es como uno de
esos ángeles guardianes calientes sobre los que lees en novelas
románticas. Alfa y gigante y fuerte. Apuesto a más no poder. Su
protección ondula de él en ondas. Tal vez es un juego con su nombre, o
tal vez fue un niño feo que creció para ser perfecto, dando un gran
jódete a los que no le dieron una oportunidad por ser diferente.
Encuentro belleza en lo diferente.
Yo: ¿Cómo puedo llamarte?
Quiero separarme de los que él llama amigos. Quiero mi propio
nombre especial para él, uno solo para nosotros.
Desconocido: ¿No somos amigos?
Yo: Esperaba más...
Desconocido: La próxima vez que nos veamos, te lo diré para
que sepas cómo llamarme cuando gimotees mi nombre.
Si no estaba avergonzada antes, sin duda lo estoy ahora. Imágenes
de nosotros desnudos, revolcándonos en una cama, hacen que un
gemido bajo ondee de mí. No quiero que él sepa lo inexperimentada que
soy o el efecto que el mensaje tuvo sobre mí, así que trato de mantener
118 la calma.
Yo: ¿Me estás mirando?
Desconocido: Desearía estarlo. Lamentablemente, estoy solo
con solo mi imaginación.
Frunzo el ceño porque el destello blanco que vi fue definitivamente
un producto de mi imaginación.
Yo: ¿Puede imaginarme gimiendo, maestro?
Enviar. Oh, Dios.
Yo: Maestro*
Maldita sea.
Yo: ¡Monstruo! ¡Monstruo! Oh Dios, la autocorrección acaba de
matarme.
Quiero acurrucarme en una pelota y esconderme en mi edredón.
Mi corazón martillea como un caballo salvaje tratando de ser
domesticado dentro de mi pecho.
Desconocido: Quiero hablar contigo.
Acabo de guardar su número en mi teléfono cuando suena en mi
mano. “Monstruo” parpadea en la pantalla, y casi lo dejo caer en mi
prisa para responder.
—¿Hola? —chillo, mi voz ligeramente temblorosa.
—Hola, Muñeca. —Su voz es profunda, ronca, áspera. Hace cosas a
mi interior. Los enciende en llamas. Los pone boca abajo. Envía
corrientes de electricidad que surgen a través de ellos.
Todavía estoy avergonzada de haber tipeado “Muñeca” cuando
agregué mi número en lugar de mi nombre, pero no puedo evitar
preguntarme, basado en sus comentarios, si fue él quien me regaló las
muñecas. También di el nombre de Muñeca porque no estaba
exactamente lista para decirle mi nombre y me gustó la idea de
esconderme bajo mi personaje de muñeca. Parecía apropiado en el
momento. Ahora... no estoy tan segura. Me hace sentir como una niña.
Él es mucho mayor que yo, y ahora me pregunto si me ve como esta
tonta y joven chica. La decepción en mí misma me hace estremecer.
—Hola, Monstruo.
Ambos estamos callados por un momento, y me siento incómodo.
Mis inseguridades están parpadeando como un letrero de neón.
—Um, yo... —Me apago.
—Llámame maestro, muñequita. Me gustan los sonidos de tu
respiración.
121 —Ponme en ese Facetime que hacen estos teléfonos. —Su orden es
caliente y no deja margen para discusión. Y no quiero discutir. Quiero
verlo. Con impaciencia, aplasto el botón, y en cuestión de segundos, su
hermoso rostro me está mirando.
Pero él está enojado.
Ceñudo.
Enfurecido
Arrugo la frente.
—Estás enojado.
Él muerde el interior de su labio, y no puedo evitar lamer el mío en
respuesta.
—No estoy enojado —me asegura, su mandíbula hace tictac de una
manera enojada—. Muéstrame el resto.
Me hago la tonta.
—¿Q-qué?
Su mirada se suaviza, y él sonríe. La sonrisa que ilumina su rostro
le da una cualidad juvenil que calienta mi corazón.
—Soy como un adicto, Muñeca. No puedes darme una pequeña
calada y no esperar que anhele más. Quiero una sobredosis de ti. Lo
necesito. Drógame, hermosa.
Estoy perdida en la forma en que me suplica estas cosas sucias.
Me encuentro tironeando de la cuerda de mi bata, exponiendo mi
pecho. No puedo, sin embargo, encontrar el valor para mostrarlo.
¿Qué pasa si no le gusta lo que ve?
¿Qué pasa si mis senos son demasiado pequeños?
¿Qué pasa si él cuelga?
—Por favor. —Otra vez con la súplica que enciende mi corazón.
Cerrando mis ojos, arrastro el teléfono hacia abajo, revelando mis
pechos. El aliento de su respiración me dice que le gusta lo que ve. Mi
propia respiración es irregular y desigual.
—Más, Muñeca.
Me encuentro con su mirada una vez más en la pantalla. El
hambre y la oscuridad parpadean en sus ojos. Me excita tanto, que
apenas puedo soportarlo.
—Mu-muéstrame tú —desafío, mi voz ronca por la necesidad. He
escuchado historias de horror de chicas haciendo cosas como esta y
quemándose, pero la expresión en su rostro, la necesidad en su voz, el
dolor abrumador que se apodera de todo mi ser, me dice que esto es
más. Estas son dos almas alcanzándose el uno al otro. Al igual que la
gravedad, estamos siendo atraídos el uno por el otro.
122 Él se ríe.
—¿Estamos negociando?
Me lamo los labios y asiento.
—Sí. Es lo justo.
—Te muestro mi polla, ¿y me mostrarás tu perfecto coño?
Un jadeo audible brota de mis labios antes de que pueda
controlarlo. Mis palabras permanecen alojadas en mi garganta mientras
lo veo conmocionada. Me refería como su pecho desnudo o algo así.
Pero ahora que él está ofreciendo su polla, tengo curiosidad por eso. ¿Es
largo? ¿Grueso? ¿Venoso? ¿Perforado? No hemos hablado sobre su
edad, pero es obvio que es mucho mayor que yo, y con su aspecto,
probablemente ha estado con muchas mujeres. No quiero que piense
que soy una niña ingenua. Quiero que me vea como un ser sexual,
alguien capaz de mantenerse al día con él.
—Está bien —digo, los nervios danzando en mi interior.
Un gruñido.
—Eres una buena chica, Muñeca.
Su alabanza me envuelve como la luz del sol. Caliente. Brillante.
Vigorizante. Quiero absorberlo y acostarme debajo de él todo el día. Tira
el teléfono hacia abajo, y yo puedo mirar el ventilador de techo en su
habitación mientras él se mueve. Entonces, escucho los resortes del
colchón chirriar. Cuando vuelve a agarrar el teléfono, puedo ver su
pecho y cuello tatuados. El calor inunda el sur y dejo escapar un
pequeño maullido. El tatuaje en su cuello sigue por encima de su
hombro, a través de su pectoral, y por el costado, las garras de la bestia
cavando en el área de las costillas. ¿Es por eso que lo llaman Monstruo?
Por el tatuaje de eso, ¿una bestia rabiosa que se mueve como él? La
brutalidad mezclada con su belleza es un contraste impresionante.
—Estoy lista —susurro.
—Bien —dice—, porque ahora que he comenzado contigo no puedo
parar.
Ni siquiera puedo procesar sus palabras. Simplemente estoy
perdida en este momento travieso con él. Cuando la pantalla comienza
a descender por su pecho bellamente tallado, no puedo evitar quedarme
boquiabierta. Nunca he visto a un hombre así de esculpido a la
perfección en la vida real. Está construido como un modelo. Cincelado e
impecable. Pero hay algo oscuro en él. Como un bello modelo criminal.
Algo familiar también, como si nuestras almas se conocieran. Todavía
estoy anhelando sus abdominales cuando veo un vistazo de la raíz de
su polla.
Grueso y venoso, tal como lo había imaginado. El vello oscuro que
lo rodea está recortado. Mi boca se hace agua. Sé que mis ojos están
amplios con asombro. Debería temerle, estar intimidada tal vez, pero el
123 poder que poseo para ponerlo tan duro —tan deseoso y codicioso de
verme— me vuelve loca. Él está dispuesto a compartirse. Tan
vulnerable. Tan sorprendente. Tan mío.
—Más —lloriqueo, queriendo ver toda la cosa.
Su rostro se muestra de nuevo, y tan sexy como es su rostro
barbudo, quiero ver su polla.
—Muéstrame tu coño. ¿Está mojado?
Dejo escapar un sonido ahogado.
—No lo sé.
—Muéstrame. —Su tono es feroz y exigente.
Cedo a sus palabras. Jesús, realmente cedo a ellas.
Mi pantalla se arrastra a lo largo de mi cuerpo, y cuando llego a mi
coño desnudo, sostengo la cámara quieta. Los gemidos de él hacen
palpitar mi núcleo.
—¿Estás mojada? —pregunta de nuevo, su voz gutural y ronca.
—Muéstrame lo que quiero ver —negocio—, y te mostraré.
Inclino la pantalla para poder verlo, y lo que veo me hace gimotear.
Su fuerte mano tiene toda su gruesa polla en su mano. Está duro como
la piedra. La cabeza brilla con pre-semen. Se acaricia lentamente, y me
encuentro obsesionada con la forma en que las venas de su antebrazo
se abultan con el movimiento.
—Eres tan grande —susurro.
—Muéstrame tu dulce coño, Muñeca.
Sus palabras son como gasolina en las llamas parpadeando dentro
de mí. Arrastrando la pantalla hacia abajo, le muestro como me lo pidió.
—Más. Separa las piernas y muéstrame cuán mojada estás —
gruñe. Su respiración es ruidosa mientras continúa acariciándose.
Dejo caer los muslos separados, sintiéndome completamente
tímida pero también traviesa, sexy, femenina, lo obedezco. Estoy a
punto de traer el teléfono de nuevo hacia arriba para que pueda ver su
polla de nuevo cuando grita una orden.
—Dedos. Dentro. Ahora, Muñeca.
La forma en que dice las palabras me marea. Esto es sucio y
retorcido. Apenas lo conozco. Diablos, ni siquiera sé su nombre. Sin
embargo, aquí estoy, mostrándole partes de mí que nadie ha visto
antes, tocado antes. Deslizando mi mano libre hacia abajo, empujo mi
dedo en mi abertura resbaladiza.
—Más. Pon más dedos dentro de mi bonito coño. Quiero que estés
saturada de necesidad. —Está prácticamente gruñendo sus palabras,
perdiendo el control. Al igual que los hilos que lo detienen se rompen.
124 ¡Pop! ¡Pop! ¡Pop! Me siento poderosa sabiendo que tengo tal control
sobre un hombre. Este hombre.
Empujo otro dedo adentro.
—Un tercero —sisea.
—Es demasiado apretado —susurro—. Quema.
—Pon tres dedos en tu agujero, Muñeca. Hazlo ahora. Mi polla va a
jodidamente quemar realmente cuando la empuje dentro de ti, así que
necesito que te pongas bien y lista.
Me quejo ante sus palabras. Él quiere follarme. Monstruo quiere
follarme. Estoy zumbando con la necesidad y la emoción. Perder mi
virginidad con el hombre más sexy que he conocido se siente como un
sueño. Una fantasía hecha realidad.
Empujando el tercer dedo, grito. Duele. No entiendo cómo encajará
su polla gigante allí.
—Joder —gruñe—. Maldita sea, eres tan perfecta.
Sonrió bajo su alabanza.
—Gracias.
—Toma tus dedos resbaladizos y toca tu clítoris. Quiero oírte
gemir, Muñeca, mientras miro dentro de tu abierto y tembloroso agujero
—dice con voz ronca. Su voz está rota y desesperada. Una vez más, el
poder surge a través de mí.
Deslizando mis dedos de mi sexo dolorido, empiezo a masajear mi
clítoris. Es difícil sostener el teléfono con una mano mientras me
masturbo con la otra, pero hago todo lo posible por él. Mis ojos se
agitan cerrados, y me pierdo en el momento, imaginándolo encima de
mí. Dominándome. Mordisqueándome la garganta y golpeando dentro
de mí. No pasa mucho tiempo antes de que esté perdiendo la cabeza a
un orgasmo solo posible gracias a él. Mis orgasmos nunca se sienten
tan bien. No agarran mi alma por el cuello y la sacuden.
—Maestro —grito, mi cuerpo entero se sacude de placer. Mi coño
se contrae, palpitando con mi corazón acelerado.
—Déjame ver tu rostro —gruñe.
Levanto la pantalla hacia donde estoy mirando su polla de nuevo,
mirando directamente a la punta mientras se masturba. Pronto, gruñe,
y su semen sale disparado contra la pantalla. Es la cosa más erótica
que he visto en mi vida.
Mis ojos se agitan cerrados mientras limpia su teléfono. Ahora que
estoy satisfecha, apoyo el teléfono contra la almohada y me acurruco de
costado. La somnolencia me rodea con sus garras, amenazando con
arrastrarme hacia abajo.
—Eres tan hermosa. Cántame una canción, Muñeca.
126
Único
Benny
—Vístete —gruñe Tanner—. Nos vamos en diez.
Me froto el sueño de los ojos y aprieto los dientes. Mi plan era
levantarme y descubrir una forma de ver a Bethany. Estoy irritado que
Tanner me hace ir a un encargo de mierda al amanecer antes de que
tenga la oportunidad de hablar con ella.
Mientras tomo una ducha rápida y me cepillo los dientes, no puedo
evitar recordar todas las suaves y pálidas curvas de su cuerpo. Nunca
127 había visto algo tan hermoso antes. Perdí la cabeza un poco anoche.
Exigí cosas de ella antes de que pudiera controlarme.
Pero mi nueva muñeca bonita obedeció mis órdenes.
Me mostró su carne perfecta y se hizo venir.
Nunca esperé que fuera tan flexible. Es como si hubiera sido hecha
solo para mí, una pareja que finalmente se ha unido.
Estoy jodidamente obsesionado con ella.
Me visto con unos oscuros vaqueros agujereados y una ajustada
camiseta negra de Metallica antes de meter mis pies en unas botas. Una
vez que salgo de mi habitación, encuentro a Tanner apoyado contra la
pared junto a la puerta, con dos cafés de Starbucks en sus manos. Sus
ojos ambarinos están tranquilos y relajados. La tensión que he sentido
por él últimamente ha disminuido.
Eso me enoja.
La dinámica entre Tanner y yo ha cambiado. Kami tiene la culpa,
solo lo sé. Si pudiera averiguar cómo cortarle la garganta y esconder el
cuerpo sin que Tanner lo descubriera, lo haría. Todavía puedo. Voy a
pensar en ello.
Estamos en silencio mientras caminamos hacia su Escalade negro.
Conduce unos buenos diez minutos antes de hablar.
—Supongo que el encargo fue bien —dice, con los ojos en el
camino.
Tanto ha sucedido entre entonces y ahora, que toma un momento
para que mi mente se ponga al día.
—Sep. La perra gritó como un cerdo atrapado cuando corté su
lengua. —Miro por la ventana lateral para que no vea la mentira escrita
en mi rostro.
—Hmmm. ¿Y el otro hombre fue solo una víctima?
—Eliminar los testigos. Primera regla del Club Tanner.
Él resopla, y yo sonrío.
—Tengo un regalo para ti, Benjamin. Algo que has trabajado duro
para merecer —dice, orgullo en su tono.
Mis hombros se relajan y me apoyo contra el cuero.
—Si es otra muñeca, no me interesa.
—Mejor —me asegura—. Mucho mejor.
Conducimos y conducimos. Pierdo la noción del tiempo, pero
estamos al menos una hora fuera de la ciudad cuando da vuelta en un
camino de tierra bordeado de árboles gruesos a cada lado. Los nervios
se encienden dentro de mí.
128 ¿Me está llevando aquí para matarme?
Él puede jodidamente intentarlo. Otros lo han intentado y han
fallado.
Nah, si Tanner me quisiera muerto, habría tratado de cortar mi
garganta en mi cama mientras dormía y que sus limpiadores se
encargaran de mi cuerpo.
El camino de tierra continúa por bastante tiempo. La anticipación
se acumula dentro de mí. Estoy zumbando y no puedo decir si es el
café, lo que está por venir o ambos. Finalmente llegamos a una casa
rodante. Es cutre y vieja. La decepción se filtra a través de mí. Esperaba
algo más agradable.
—No hagas pucheros, Benjamin. Esa no es tu sorpresa.
Aprieto los dientes, pero asiento. Estaciona el Escalade y sale. En
su traje, se ve fuera de lugar contra el telón de fondo selvático. Lo sigo
alrededor del remolque hasta la parte trasera. Cuando veo una
superficie elevada de concreto con una puerta incorporada, mi emoción
retumba a través de mí una vez más.
—¿Qué es? —cuestiono.
Él me arroja una llave en un llavero de calavera.
—Compruébalo, Monstruo. Es todo tuyo. —Su sonrisa es lobuna,
pero no pierdo el pequeño destello de incertidumbre en sus ojos. Quiere
que me guste lo que sea que sea. Ya lo hago.
Abro el candado y lo desengancho de la puerta, lo arrojo al césped
y abro la puerta oxidada. Cruje en señal de protesta, y estoy
impresionado de encontrar escalones en lugar de una escalera
descendiendo a la tierra.
—¿Qué diablos es esto? —Me maravillo en voz alta.
—Un búnker. Compré esta propiedad de un tipo que estaba seguro
de que el apocalipsis estaba llegando. El viejo estaba preparado como
mierda —me dice. Como estaba mi papá—. Murió, y ahora es mío. Tuyo.
Es mi regalo para ti.
Le sonrío por encima de mi hombro antes de bajar trotando las
escaleras que van al menos a seis metros de la tierra. Él me sigue,
presionando un interruptor en la pared. El búnker se ilumina, y tan
pronto como estoy dentro, estoy impresionado. No es un refugio para
tormentas o un lugar para almacenar basura. Es un hogar. Alguien
tenía planes de vivir aquí abajo si la mierda se complicaba. Está
construido en habitaciones. Una real sala de estar y una cocina son a lo
que recurro primero. Sofá. Sillón reclinable. Refrigerador. Mesa. Las
obras. Como un niño en Navidad, exploro el espacio gigante. Las
conservas, el agua y otros suministros se alinean en estantes en cada
129 esquina. Descubro un dormitorio con una cama doble. La habitación es
espaciosa, y mi polla se retuerce cuando considero a Bethany desnuda
en la colcha.
—Me encanta —gruño—. Es tan jodidamente increíble.
—Ni siquiera hemos llegado a la mejor parte —me dice—. Por aquí.
Me pasa arrastrando los pies, luego camina a grandes zancadas
por un largo pasillo. Al final, empuja a través de una puerta. Cuando
entro detrás de él, sonrío. No es exactamente como lo hubiera hecho,
pero ciertamente funciona. Uno al lado del otro hay tres celdas
resistentes, muy parecidas en las que estaba follando a Kami. Están
hechas de plexiglás o algo así, grueso y aparentemente impenetrable.
Cada celda está equipada con un candado pesado y pequeños círculos
en la parte superior para la circulación del aire. Dentro de cada una hay
una manta doblada, un cuenco para perros y un cubo para orinar. La
habitación alrededor de las celdas está embaldosada del suelo al techo y
la luz halógena parpadea y zumba. En el centro de la gran habitación
hay un desagüe. Si las cosas se ponen feas, una manguera rápida sería
todo lo que se necesitaría para limpiarlo.
—¿Qué piensas? —pregunta, con una amplia sonrisa en su
rostro—. Esta es la parte que yo hice solo para ti.
Quiero preguntarle si cree que le gustará su celda, pero no lo hago.
Un día, cuando él esté metido a salvo dentro y yo esté destripando a
Kami frente a él, preguntaré entonces.
—Es perfecto. Voy a buscarla ahora —le digo mientras empiezo a
pasarlo.
Él agarra mi bíceps y niega con la cabeza.
—Desacelera, asesino. No puedes simplemente abordar a la chica.
Necesitamos un plan. Ese no es el plan.
—Tengo un plan —espeto—. Voy a llevarla a una cita. Entonces, la
traeré de vuelta aquí. Ella vendrá voluntariamente. Bethany me quiere.
Sus ojos ambarinos se estrechan mientras me estudia.
—¿Desde cuándo?
Me congelo y aprieto la mandíbula.
—Tal vez si no estuvieras tan ocupado con Kami, yo hubiera tenido
la oportunidad de decírtelo.
Nuestros ojos se encuentran en un acalorado desafío.
—Dime qué me perdí. —Su tono es suave pero frío.
—La besé. Me topé con ella y la besé. —Una sonrisa tira de mis
labios. No le digo que tuvimos sexo telefónico o que la estaba acosando
en la librería. No le digo sobre su muñeca de regalo, o el hecho de que
130 siento que ella sabe que es de mi parte. Ciertamente no le digo que casi
conseguí mi culo atrapado por Dillon Jodido Scott.
—Extraño.
Levanto una ceja.
—¿Por qué es tan extraño?
—Parece vago, es todo.
Al encontrar su mirada, lo miro directo a los ojos.
—Me encontré con ella ayer. Cuando levantó la vista, había
atracción allí. Le pregunté si podía llevarla a casa. Ella sintió la
conexión, Tanner. Lo vi en sus ojos. Así que la acompañé a casa, besé
su bonita boca y conseguí su número.
Su boca se crispa en una sonrisa.
—Qué adorable.
Le doy un empujón.
—Vete a la mierda. Ella es diferente. El momento fue intenso.
—Apuesto a que lo fue.
Ignorándolo, continúo merodeando el espacio y explorando. Es tan
malditamente perfecto, ni siquiera puedo asimilarlo.
Finalmente él deja el búnker, y me tomo el tiempo para llamar a
Bethany.
—¿Hola? —Su tono es suave y sexy como la mierda.
—Buenos días, preciosa.
Ella suspira, y el sonido despierta mi polla.
—Buenos días. No esperaba una llamada de alarma. —Hay una
sonrisa en su voz, una sonrisa que quiero quitar con un beso.
—Vas a escuchar mi voz todas las mañanas —le digo. Pronto, la
despertaré con mi polla profundamente dentro de ella y mis dientes
raspando a lo largo de su garganta.
Ella se ríe entre dientes, y me hace preguntarme cómo se sentiría
con mi polla metida en su garganta. ¿Vibraría? ¿Podría venirme de su
dulce risa?
—Mi madre se ha ido durante tres días a un seminario que acaba
de surgir. Tuvimos que cancelar nuestras pedicuras y todo. De todos
modos, Elise siempre sale los viernes por la noche. Pensé... —Se calla,
su voz volviéndose insegura—. Pensé que tal vez podrías venir. Soy una
buena cocinera. Podría prepararte la cena y...
Yo podría alimentar a mi polla contigo para el postre.
—¿Sí? —Mi voz es ronca por la necesidad.
131 o…
—Podríamos ver lo que sucede después de eso. Mirar una película
—¿Follar?
Ella chilla.
—Maestro.
—¿Sí, mi linda muñeca?
Un suspiro.
Sus suspiros hablan directamente a mi polla.
—Soy virgen. No estoy segura si... quiero decir... quiero...
Pensé que lo era, pero oírla confirmar que se ha guardado para mí
es música para mis oídos. Ella esperó y solo conocerá a mi polla y mi
amor. Eso jodidamente me hace cosas.
—¿Ir despacio? —Casi me ahogo.
Sobre mi maldito cadáver.
—Tal vez.
Ella ni siquiera puede decir la palabra sin mentir. Mi muñeca
quiere esto tanto como yo. Ella quiere que la tome y la mantenga. Para
follarla y amarla.
—Voy a hacer mi mejor esfuerzo —miento—. Y no he tenido una
comida casera en años. —No es una mentira—. Mayormente, solo
quiero verte. —Verdad.
—Quiero verte también. ¿Siete está bien? —pregunta—. Quería
tener tiempo suficiente para comprar algo bonito para ponerme.
No quiero que use nada nuevo. Quiero que use algo que ella haya
hecho.
—Estoy seguro de que tienes algo adorable en tu armario. No
compres nada. Sorpréndeme con algo simple. Mi color favorito es
blanco. —Puro, como la nieve. Intacto, como el coño virgen de mi
Bethany. Y cuando su inocencia gotee de sus labios entre sus muslos,
arruinaremos el vestido perfecto, y será hermoso.
—¿Estás seguro?
—Absolutamente —le aseguro—. Está saliendo de todos modos.
—¡Maestro! —grita, luego se ríe—. Lento. ¿Recuerdas?
Oh, recuerdo, simplemente no me importa una mierda.
—Por supuesto, Muñeca.
Finalmente colgamos, y encuentro a Tanner observándome, sus
cejas levantadas en sorpresa.
—¿Necesitarás mi ayuda para traerla aquí? —pregunta.
132 Le lanzo una sonrisa torcida.
—No, pero necesito algo de cuerda. ¿Puedes conseguir eso para
mí?
—¿Pensé que ibas a atraerla aquí? Ella te quiere, ¿verdad? —
desafía.
—Necesito la cuerda para mantenerla aquí. En mi cama. Mi dulce
Bethany no va a ir a ninguna parte.
Él se ríe, y suena diabólico.
—Ahí está mi Monstruo. Te traeré tu cuerda.
El día sigue y sigue. Para pasar el tiempo, una vez que Tanner me
dejó, caminé a un apartado postal y le envié a mi padre una linda carta
jódete con una foto de mi nueva muñeca como un extra, solo para
hostigar al viejo coño, sabiendo que la tengo y no hay nada que él
pueda hacer al respecto. Es gracioso cómo vuelve el karma.
Entro en una tienda de antigüedades cerca del club, encontrando
todo tipo de tonterías. La tienda está muerta aparte de alguien
hurgando en la parte de atrás. Viejas baratijas. Muebles antiguos.
Libros polvorientos. En la esquina trasera, descubro un tocador
envejecido. Pequeño, como si estuviera diseñado para una niña.
Perfecto para que mi muñeca ponga su muñeca. El espejo está intacto,
los bordes están tallados ornamentalmente y tiene un solo cajón debajo
de ella, pero está muy por encima de mi presupuesto. Probablemente
podría pedirle dinero a Tanner, pero luego sabría que estaba comprando
un regalo para mi nueva muñeca bonita. Tendré que ordenar esto por
mi cuenta. Todavía admiro la pieza cuando una anciana me grita desde
una escalera.
—¿Necesita ayuda, joven?
—¿Qué tan firme estás con este tocador? No tengo trescientos
dólares —admito.
Endereza algunos libros en el estante y les quita el polvo con su
trapo.
—Estoy en el negocio para ganar dinero, no para regalarlo.
Sí, perra, bueno, yo estoy en el negocio de asegurarme de que tengo
suficiente dinero para mantener a mi nueva muñeca bonita, no gastarla
en tu actitud sobrevalorada.
Aprieto los dientes.
—Te daré dos. Eso es todo lo que tengo conmigo.
133 Mentiras. Pero ella tendrá suerte si lo consigue.
—Tres. —Se mete el trapo en el cinturón—. Si no puede pagar esta
tienda, por favor vaya a Walmart.
Su actitud insolente me molesta. Acercándome a la escalera, la
fulmino con la mirada.
—Dos.
Ella baja su cabeza y frunce el ceño, sus labios arrugados
presionándose juntos.
—Tres.
Vieja perra obstinada.
Agarro la base de la escalera.
—Dos.
—¡Tres… ahhh!
En un solo momento de furia ante la actitud de esta tonta bruja, le
doy un fuerte tirón a la escalera. Perdiendo el equilibrio, ella se estrella
contra el piso de cemento, su cabeza golpeando la superficie con un
fuerte ruido. Miro fascinado mientras la sangre se acumula en torno a
ella. Nunca se vuelve viejo.
Me sacudo mi aturdimiento. Bueno... joder. No quería hacer eso.
Arrebatando el trapo sucio de su cinturón, limpio la escalera donde la
toqué y luego la guardo en mi bolsillo. Levanto el tocador y salgo por la
parte trasera del edificio. Tarda más tiempo en ir detrás de los edificios
porque tengo que acuñar el tocador con los contenedores de basura y
mierda, pero al final, lo llevo a casa. Más tarde, lo llevaré a su hogar
permanente.
Por un momento, me preocupa atraer a la policía tan cerca de The
Vault, pero supongo que lo verán como un accidente. La antigua tienda
de antigüedades ni siquiera tenía una caja registradora de
computadora. Todo era viejo, estoy seguro de que no tenían cámaras de
seguridad. La anciana se cayó de la escalera y se abrió la cabeza. Caso
abierto y cerrado. Ellos no sospecharán nada.
134 Muñeca: En realidad, es dulce que quieras que cocine para ti.
Yo: Nada dulce está pasando por mi cabeza ahora mismo. ¿Ya
son las siete?
Muñeca: Tan impaciente. Estoy comprando los ingredientes
mientras hablamos.
Quiero decirle que lo sé porque estoy dos pasillos detrás
siguiéndola, pero me abstengo.
Yo: Te compré un regalo.
Oigo un chillido de emoción en la tienda de comestibles, y me hace
sonreír como un jodido idiota.
Muñeca: ¡¿De verdad?! Eso es tan dulce. ¿Qué es?
Yo: Es una sorpresa.
Muñeca: Odio las sorpresas.
Casi puedo imaginar sus labios haciendo pucheros. Pronto, tendré
esos labios envueltos alrededor de mi polla. Ella aprenderá a amar las
sorpresas... Tengo unas cuantas.
Yo: Te encantará este.
Mirando a la vuelta de la esquina, estoy encantado de verla
mirando su teléfono, sus mejillas de un rojo brillante. El vestido que
usa para mí es blanco y de encaje. Inocente, pero corto. Las medias
hasta la rodilla son tan sexy como la mierda. Se ve como una niña
pequeña en el cuerpo de una mujer. Mi pene está dolorosamente duro
en mis vaqueros.
Muñeca: ¿Qué piensas de pastel de chocolate? El mío es para
morirse.
Yo: Mi boca está haciéndose agua...
Muñeca: Maestro malo.
Ella sonríe mientras comienza a empujar su carrito hacia el pasillo
de panadería. Miro por ese pasillo cuando un hijo de puta alto y
desgarbado grita su nombre.
—¿Elizabeth? ¿Eres tú? Casi no te reconocí. Santa mierda, ese
atuendo es sexy —gime. Pasa sus dedos por su cabello rubio y le lanza
una sonrisa coqueta. Él no está solo. Un par de otros chicos mueven las
cejas detrás de él antes de llevar una caja de cerveza al mostrador,
gritando que lo verán en casa de Randy.
Un gruñido posesivo retumba en mi garganta.
—Jason —muerde ella en un tono frío mientras saca una lata de
leche condensada—. Es bueno verte, pero estoy apurada. Tengo una
cita.
135 Mi pecho se aprieta ante sus palabras, pero el hijo de puta no se
amilana.
—Podría hacerte compañía hasta tu cita. Me enojó que no te
quedaras para la película anoche —dice, con un falso tono triste. El
niño estúpido está luciendo una erección débil en sus vaqueros. Una
erección por mi muñeca.
—No estoy interesada —corta—. Ahora, si me disculpas. —
Comienza a pasarlo, pero él agarra su codo lo suficientemente fuerte
como para hacerla gritar.
Aprieto los dientes y aprieto el teléfono con tanta fuerza que me
temo que podría romperse. Quiero ir a alejarlo de ella, pero no puedo
interferir donde sé que hay cámaras. La gorra de béisbol en mi cabeza
oculta mi apariencia ahora, pero si masacro a esa estúpida mierda en el
pasillo de panadería, podría levantar alguna sospecha.
—Podríamos pasar el rato en mi coche después de esto. Tú. Yo.
Este vestido —murmura mientras levanta la parte de atrás.
Este imbécil necesita morir. Empiezo a caminar por el pasillo, ya
no preocupándome que me atrapen, cuando escucho un enfermizo
crack.
Jason gruñe y se tambalea mientras ella se apresura por el pasillo
lejos de él. Cuando nuestros ojos se encuentran, él me mira fijamente
confundido mientras se quita la sangre de la frente. La lata de leche
condensada que ella tenía rodando en sus pies.
Mi dulce y luchadora muñeca acaba de patear el culo de este
huevón.
Nunca he estado tan orgulloso en mi vida.
Con una sonrisa burlona, lo abandono y me escabullo por donde
ella está mirando. Una vez que estoy instalado en mi auto, miro
mientras ella sale con dos bolsas en sus brazos. Quiero seguirla tan
jodidamente tanto. Para asegurarme de que llegue a casa a salvo.
Quiero decir, joder, ese vestido detendrá el tráfico o la secuestrará o
alguna mierda, y nadie se llevará a mi muñeca, nadie más que yo.
Pero tengo asuntos más urgentes que atender.
Mi polla se sacude.
Ignoro ese asunto también.
Volviendo mi mirada a la tienda, espero que Jason emerja.
Caminando hacia su brillante Mustang rojo, se sube, y lo sigo todo el
camino hasta un apartamento. Él está ajeno al mundo que lo rodea
mientras intenta detener el sangrado en su cabeza.
Oh, hijo, vas a sangrar muchísimo más que eso por tocar a mi
muñeca.
136 Acecho detrás de él mientras sube las escaleras y abre la puerta de
un departamento, deslizándome antes de que la puerta se cierre detrás
de él. El imbécil tiene tanta prisa por llegar al baño, que ni siquiera se
da cuenta de que yo lo sigo. Soy cauteloso en caso de que este no sea su
departamento y otros estén dentro, pero está silencioso hasta que lo
oigo maldecir. Entonces, la ducha comienza. Me deslizo en una
habitación y me siento en el escritorio. Con un movimiento rápido del
mouse, la computadora se reactiva y lo que veo me molesta como la
mierda.
Ella.
Mi Bethany.
Fotos.
Tantas fotos.
Este tiene que ser su departamento.
La mayoría son de ella y Elise, probablemente robadas de
Facebook, pero otros son las que tomó sin que ella se diera cuenta. En
la oscuridad en el cine. Ella mirando la pantalla con el ceño fruncido en
su rostro. Fotos de su mano en su muslo. Tantas fotos oscuras y
granuladas de sus muslos. Hijo de puta.
Las elimino todas. No quiero que él tenga fotos suyas para que
otros las vean cuando estén revisando sus pertenencias. Una vez que
estoy seguro de que ella ha sido eliminada de su vida, entro como una
tormenta a su baño. La cortina de la ducha está ligeramente abierta, y
el perdedor está masturbando su mediocre pene, sin duda recordando a
Bethany con su bonito vestido. La furia surge a través de mí.
—Ella es mía —gruño cuando abro la cortina.
Los ojos del imbécil están amplios mientras chilla de sorpresa.
Agarrándolo por la mandíbula, lo saco de la ducha y se resbala, pero mi
brutal agarre le impide romperse el culo.
—¿Crees que puedes tocar lo que es mío y no ser castigado? —
siseo, con cuidado de mantener la voz baja, sabiendo que los vecinos
están en todas partes.
—N-No. N-no tengo n-ni idea de qu-qué estás hablando —
balbucea.
Le doy un rodillazo en las bolas, y él llora como una perra, y luego
grita cuando lo empujo a su habitación.
—Ponte tu maldita ropa antes de que te despelleje la polla y la
engrape en tu frente.
—¿N-no vas a vi-violarme y matarme? —pregunta atónito.
Fenómeno.
Dillon
—¿El mismo tipo? —pregunta Marcus, mirando al tipo muerto con
un corte de cinco centímetros en la garganta. Estamos de vuelta en
Rebel's Reds, donde recibimos la llamada sobre un homicidio en las
primeras horas de la mañana. Todavía estoy enojado con este lugar
reabierto tan pronto. Aparentemente, el Sr. Law no era dueño del
edificio. Simplemente administraba el club y sus negocios de tráfico no
se realizaban a través de las cuentas comerciales. Por lo tanto,
legalmente, no pudimos evitar que el propietario moviera a un nuevo
139 gerente y mantuviera el lugar como estaba.
In-jodidamente-creíble.
Ahora son las siete a.m. y nos queda una escena del crimen que,
de acuerdo con la hora estimada de la muerte, es de alrededor de diez
horas atrás.
—¿Coincidencia? —agrega Marcus.
No creo en las coincidencias en nuestra línea de trabajo. Este lugar
iba a ser mi primera parada hoy para interrogar a Scarlet, el testigo
ocular que colocó a Harris aquí el día del asesinato de Law. No esperaba
estar aquí por otro homicidio. Este es diferente. Un corte, muerte
rápida, sin otras lesiones. Hay huellas de botas en el charco de sangre
alrededor de su cabeza, que es de la persona que lo encontró o el
asesino.
Si es del asesino, no hay forma de que sea el mismo tipo que
cometió el asesinato de Law. No habría sido tan cuidadoso en una
escena solo para ser tan imprudente en otra.
—Ya sé lo que estás pensando, pero tal vez este tipo fue un
accidente. ¿Tal vez estuvo aquí por alguien más, o trabaja aquí y este
hombre lo descubrió o lo amenazó? —Marcus lanza teorías.
—Quiero que la basura se peine por si el asesino arrojó el arma
homicida —gruño mis órdenes—. Quiero todo lo que hay que saber
sobre la víctima, y nadie se va hasta que tengamos todas las
declaraciones de los empleados. Quiero una lista de todos los
empleados que trabajaron anoche.
Mis ojos nunca abandonan el cuerpo mientras busco y analizo
cada centímetro de él y la escena que lo rodea. Obtener un primer
vistazo es tan importante. Las escenas del crimen se alteran tan
fácilmente, y algo pequeño que se pasa por alto al comienzo de la
investigación puede cambiar las reglas del juego cuando se trata de
encontrar las pistas que nos llevan al sospechoso. Justo a la derecha de
la víctima hay una pequeña acumulación de sangre con algunos goteos
a su alrededor. Los goteos no conducen a donde cayó la víctima.
—Marcus —llamo, distrayéndolo de hablar con uno de los
empleados.
Señalo la sangre separada. Sus ojos grises acerados escanean el
pequeño charco de sangre y el patrón del aerosol.
—¿Segunda víctima? —murmura, expresando mis pensamientos
en voz alta mientras un chillido asustado suena detrás de nosotros. La
tapa de uno de los contenedores de basura se cierra de golpe y una
pálida Josey sostiene una mano sobre su boca, sacudiendo su cabeza.
Ella es amiga de la familia de Marcus y está en entrenamiento para ser
detective. Marcus insistió en que viniera con nosotros, pero le advirtió
que no tocara nada. Como si ella escuchara. Esta es la tercera vez que
140 sale con nosotros, y la jodida última, si tengo algo que ver con eso.
Ella sigue moviendo la cabeza, señalando el contenedor de basura.
Está claro que no va a ser capaz de hablar, así que con un bufido,
Marcus se mueve hacia el contenedor de basura y voltea la tapa.
—Mierda —refunfuña, alejándose. Apoya su nariz en la curva de su
brazo como para bloquear el olor. Mi compañero usa trajes como si
fuera un personaje de Mad Men o alguna mierda, pero en este
momento, no se ve tan bien preparado mientras prácticamente sale
despavorido del contenedor de basura.
Tomando los pocos pasos y una respiración profunda, me preparo
para lo que podría estar allí. Las moscas revolotean y zumban, y
mezcladas entre las bolsas de basura y los restos de comida que la
gente ha tirado, hay una mujer pelirroja.
Scarlet.
Mierda.
146
Novela
Elizabeth
Una sonrisa inclina mis labios ante los aromas que llenan el aire.
Coloco la tapa sobre la olla y le doy a la ensalada una última mezcla.
Prepararme me llevó años. Aunque el maestro no quería que yo tuviera
problemas, sentí la necesidad de aceptar quien soy... como él me llama.
Me pongo mi mejor maquillaje de muñecas y un bonito vestido, blanco,
que combina con las bragas que llevo puestas. Mis calcetines me
cubren las rodillas y los simples Mary Jane resplandecen por su brillo.
150
Novedoso
Benny
Estacionando el carro a algunas cuadras, camino hacia su casa.
Solo estoy entrando en el camino para cruzar cuando veo a un grupo de
personas caminando por el camino y entrando.
¿Qué diablos?
Ella no dijo nada acerca de que había más que solo ella y yo.
Le envío un mensaje de texto, pero no recibo respuesta. La rabia
me quema la columna vertebral.
151 ¿Está jugando conmigo? No, ella no lo haría.
¡Honk-honk!
La luz inunda mis piernas y me ciega cuando el fuerte sonido de la
bocina casi me ensordece. Sosteniendo mi mano para cubrir mis ojos de
la intrusión de luz, salgo de la carretera para que el auto pueda pasar, y
me escondo al lado de un árbol alto. Mis ojos permanecen en la casa,
mirando, esperando que responda, así no tengo que ir y hacer una
escena. El coche que casi me atropella se detiene frente a la casa, y
entonces reconozco a quién pertenece.
Maldito Dillon.
¿Qué demonios pasa con él casi descubriendo que todavía tengo
latidos en mi corazón?
La exasperación me inunda. ¿Por qué está aquí? ¿Tiene una
erección por otra de mis muñecas? ¿Por qué no he matado a ese imbécil
asqueroso hijo de puta todavía?
No está allí por mucho tiempo, y pronto, se va solo. La luz del
dormitorio de la habitación de mi muñeca se enciende, y se acerca a la
ventana, empujándola de par en par e inhalando. Ella sostiene su mano
en su oreja y mi celular se ilumina con su número un segundo después.
—¿Muñeca? —digo.
—Maestro, mi hermana lo arruinó todo. La odio. Odio este lugar.
Lo siento, ¿pero puedo ir a ti? —Sorbe por la nariz, y mi alma duele por
sostenerla.
¿Dónde diablos puedo llevarla que sea discreto y seguro? La
sorpresa de Tanner parpadea en mi mente, y suspiro.
—Te estoy esperando. Empaca una bolsa. Sal y camina dos
cuadras. Verás un Mustang negro esperando. Mantén la cabeza baja —
la instruyo.
Mi cuerpo vibra de anticipación. Apenas puedo quedarme quieto
mientras la espero. Cuando la veo corriendo por la calle, sin ser
jodidamente discreta con su mochila colgando de su agarre, tengo
ganas de agarrarla y meterla en el asiento trasero para que no cause
una escena. Pero en el momento en que veo su rostro, resaltado por mis
luces delanteras, me duele el pecho. Su bonito maquillaje está
arruinado. El rímel negro se desliza por sus mejillas sonrosadas, su
nariz es de color rojo brillante, y sus jugosos labios rosados se separan
mientras llora. Su vestido blanco rebota mientras corre, mostrando sus
muslos lechosos por encima de sus medias hasta las rodillas. Tiene
tetas pequeñas, pero incluso esas son tan seductoras como la mierda
mientras corre.
Corre, corre, corre, Muñeca, directo a mis brazos esperando.
Tan pronto como se acerca, se estrella contra mí, su pequeño
152 cuerpo casi me tira. Nunca me he encontrado con tanta necesidad y
emoción abrumadora. Mi corazón martilla en mi pecho mientras recojo
su ligera figura en mis brazos. Beso la parte superior de su cabeza e
inhalo su dulce aroma. Casi como un niño, llora contra mi pecho,
apretándome como si tuviera miedo de que la deje ir.
Nunca la voy a dejar ir.
—Shhh —arrullo, acariciando su cabello. Mi polla está viva y dura
como mierda mientras presiona contra su estómago. Ella no parece
desalentada por eso, sin embargo. Mantiene su férreo control sobre
mí—. Vamos a llevarte al auto, y puedes decirme qué pasó.
La guío hacia el lado del pasajero —porque soy muy caballeroso
cuando se trata de Bethany— y abro la puerta. Tan bonita como estaría
empujada en el asiento trasero con su vestido levantado hasta sus
caderas, la ayudo a entrar en la parte delantera y tiro su mochila al
suelo entre sus piernas. Cuando le pongo su cinturón de seguridad por
ella, sus brillantes ojos se encuentran con los míos.
Adoración.
Necesidad.
Alivio.
Calor.
La mirada en sus ojos es una caricatura de emociones, todas ellas
girando en torno a su deseo por mí. Le limpio su rostro manchado de
máscara por las lágrimas y beso su nariz de botón antes de cerrarla y
saltar al lado del conductor. El motor es ruidoso, disparando mientras
acelero por la carretera. Debería ser más discreto, pero no puedo
evitarlo. Pierdo la maldita cabeza cuando Bethany está en mi espacio.
Su olor.
Los tristes sonidos procedentes de sus labios.
La forma en que su mente parece estar llenando el auto con
palabras no pronunciadas que casi puedo saborear.
Estirándome, le doy un apretón en el muslo antes de tomar su
mano. Ella lo agarra con fuerza, desesperadamente, haciendo que mi
polla se tense contra mis vaqueros. Quiero su mano envuelta alrededor
de mi polla, pero esto tendrá que ser suficiente, por ahora.
—Odio a mi hermana. —Se ahoga—. Es una perra egoísta,
criticona y malcriada.
—Adelante, muñeca. Déjalo salir. —Le guiño.
Su sonrisa es tímida, pero reservada solo para mí.
—A ella nunca le importa lo que quiero. Esta noche, todo lo que
quería era tener una cena perfecta contigo.
Llevo su mano a mi boca y beso sus nudillos. ¿Cómo no puedo?
153 —Te daré todo lo que quieras y más —le aseguro, mordiendo su
nudillo antes de calmar el aguijón con mis labios. Esta vez, descanso
nuestras manos unidad en mi regazo.
Ella habla sobre cuánto odia a su hermana, y me hace odiarla
también. Si le complaciera, cortaría la garganta del coño a los pies de
Bethany. Ella puede chapotear en el charco de sangre, ensuciando sus
brillantes zapatos, y mi polla se endurecería ante los chillidos saliendo
de sus labios.
A su debido tiempo.
Por ahora, lo más urgente es llevar a Bethany a casa, a donde
pertenece. A salvo de miradas indiscretas y hermanas malvadas. Lejos
de putos como Dillon que se insertan demasiado jodidamente mucho en
su vida.
El viaje es largo, y después de un tiempo, se queda dormida. Pobre
estaba tan emocional, que se agotó. Necesitará su descanso para más
tarde.
Me alegra que duerma durante el último tramo del viaje. Ella
continúa durmiendo incluso después de que apago el coche. Sus ojos se
agitan cuando abro la puerta y la tiro en mis brazos, pero la beso en la
nariz, y ella se relaja. Se necesita un poco de movimientos, pero me las
arreglo para abrir la puerta del búnker. Cuando me fui antes, me
aseguré de dejar el aire acondicionado. El espacio se ha enfriado, y me
preocupa que pueda estar helada en su vestido con volantes. Mientras
la acuesto en la cama, finalmente se despierta. Su estómago se queja, y
yo me río.
—¿Por qué no te relajas y te prepararé algo de comer? —sugiero.
Frunce el ceño.
—Te hice la cena más deliciosa. Estoy tan decepcionada.
Sentándome a su lado, acuno su mejilla con mi palma.
—Te compraré todos los ingredientes que necesitas para volver a
hacerlo mañana por la noche. Lo prometo. Ahora, ponte cómoda.
Ella asiente, sus ojos adquiriendo una calidad soñadora, la misma
mirada que me dio después de tener sexo telefónico. Mi polla se sacude
en mis vaqueros, pero lo ignoro por el momento. Mi preciosa muñeca
nueva está hambrienta. Saliendo de la habitación, entro en la cocina,
sorprendido de encontrar el refrigerador lleno de cosas que Tanner sabe
que me gustan. Si él estuviera aquí, le diría mi aprobación. Tendré que
mencionarlo más tarde.
No soy muy buen cocinero, pero me las arreglo para preparar una
cena rápida, huevos revueltos, algunas croquetas de papas y un poco
de compota de manzana. Le sirvo un vaso gigante de leche que casi se
derrama, pero lo detengo justo a tiempo. Espero que las cosas sigan así
y nunca tendré que privarla de comida al entrenarla.
154 No, esta es Bethany. Ella no intentará correr.
Correr.
Correr.
Correr.
Ella quiere quedarse.
Mía.
Mía.
Mía.
Agarrando una de las dos bandejas metidas entre el estante y el
gabinete, coloco su cena encima y miro el arreglo. Decidiendo que falta
algo, mis ojos recorren el odioso jarrón de rosas negras que Tanner dejó
en la mesa de la cocina como un regalo bienvenido a casa, y me acerco
a él, tirando de la rosa más grande del montón. El dolor pica mi palma
cuando las espinas me cortan, pero todo lo que puedo hacer es sonreír.
Haré que esto sea bueno para ella.
Muy jodidamente bueno.
Colocando la rosa en la bandeja, la llevo a nuestra habitación.
Bethany está sentada delicadamente en la cama, usando un espejo
compacto para terminar de limpiar el maquillaje manchado. Cuando
nuestros ojos se encuentran, me muestra una sonrisa. Tan pronto como
ve la bandeja que coloco en la cama, su sonrisa se ensancha.
—Oh, gracias —chilla, sus mejillas poniéndose rosadas—. Esto es
tan bonito.
Me siento a su lado y tomo su mano. Un jadeo se le escapa cuando
mi sangre se frota contra su palma.
—Estás sangrando —dice con voz ronca. Llevando mi mano a sus
labios, presiona besos en la carne pinchada, y estoy hipnotizado por la
forma en que sus labios carnosos se vuelven carmesí con mi sangre.
Quiero pintar todo su cuerpo con ella, luego follarla hasta que me
muera.
—Está bien. —Mi voz es ronca y mi polla está palpitando contra
mis vaqueros.
Ella frunce el ceño mientras de mala gana retiro mi mano de su
agarre y levanto la cuchara. Recojo algunos huevos y le hago un gesto
con la cabeza.
—Abre, Muñeca.
Sus labios sangrientos se separan sin discusión. Ella es
jodidamente perfecta. Jodidamente mía. La alimento con los huevos.
Bocado tras bocado. Luego las croquetas de papa. Nuestros ojos nunca
155 se dejan el uno al otro.
—Tengo sed —dice, y levanto el vaso de leche. Lo bebe con avidez,
un pequeño riachuelo escapando de la comisura de su boca y colgando
de su mandíbula. Inclinándome hacia adelante, lo lamo de ella, como
un gato a un cuenco de leche tibia. Cuando me alejo, ella me da el vaso
medio vacío, sus ojos parpadean con llamas de deseo. Poniéndolo de
nuevo en la bandeja, empiezo a darle de comer con cuchara la compota
de manzana. Una gota cae sobre la ligera hinchazón de sus pechos
sobre la parte superior de su vestido, y tiro la cuchara al plato,
deslizando mis manos sobre sus costillas. En el momento en que me
inclino, su respiración se detiene.
Ella está excitada.
Tan malditamente excitada.
Como si estuviera a punto de darle todo lo que siempre quiso en
esta vida.
Prácticamente puedo sentir sus latidos atronadores bailando en
cadencia con los míos.
Su necesidad —su deseo maldito por mí— es irresistible.
Lamo la dulce salpicadura de compota de manzana, pero en el
momento en que la saboreo, no puedo alejarme. Chupo la carne hasta
que se le escapa un gemido suplicante.
—¿Sigues con hambre?
—N-no —dice rápidamente, y me alejo de ella, mostrándole una
sonrisa ardiente.
—Ponte cómoda. Volveré en un momento.
Recogiendo los restos, entro a la cocina con un propósito, deposito
la bandeja y agarro la cuerda que Tanner me compró antes de regresar
a mi Bethany. Cuando entro en el espacio, ella ya se ha quitado los
zapatos y está jugueteando con sus medias hasta las rodillas mientras
está parada al lado de la cama.
—Déjalos —ordeno, dejando caer la cuerda en un montón a mis
pies.
Sus mejillas arden brillantemente y asiente.
—¿Ahora qué?
Me acerco a ella, admirando la forma en que su vestido blanco está
manchado con mi sangre en un lado de sus costillas.
—Sácate tus bragas.
Ella arranca sus ojos color avellana de los míos. Tan tímida, mi
muñeca perfecta. Pero también es obediente. Sus manos se deslizan
bajo su vestido y comienza a empujar la tela por sus muslos. Antes de
que pueda llegar muy lejos, me arrodillo frente a ella y me hago cargo.
Elizabeth
Mi cuerpo entero está en llamas. Los músculos gritando en
protesta. La carne ardiendo por mordeduras y fricción. Mi cerebro gira
tan rápido que el humo se filtra de él. Es él. Maestro o Monstruo o
cualquiera que sea su nombre realmente. Él es intenso, y creo que está
obsesionado conmigo. El pensamiento hace que mis labios se curven.
Apartándose, me mira con una mirada curiosa. Es como si
estuviera buscando algo en mis ojos. Vacilación, ¿tal vez?
Benny
—¿Muñecas, como en plural? —se queja, su rostro
desmoronándose.
—Solo tú, Bethany. Solo estás tú.
Por ahora. Aún no le hablo de mi enojado muñeco llamado Tanner.
Todavía no he decidido qué hacer con él.
—Tengo algo para ti.
180
Fresco
Dillon
Jade ha estado sufriendo de falsas alarmas de parto, algo llamado
Braxton Hicks o alguna mierda. Todo lo que sé es que no he pegado un
ojo preocupándome por ella y mi hijo por nacer. Dejarla esta mañana
después de que me acusara de ser controlador fue lo último que quería
hacer, y el mensaje de texto de mi mamá diciéndome que ha llegado a la
casa por el día me trae una sonrisa a los labios. Jade no se atrevería a
acusar a mi madre de ser controlador, así que adivina ¿quién llamó
refuerzos tan pronto como salí de la casa?
181 Entro en la comisaría, y mi estómago se desploma cuando Marcus
viene disparándose hacia mí, una mirada tensa me perfora. Su cabello
oscuro, normalmente peinado hacia atrás, que lo hace lucir como una
de esas idiotas celebridades en la televisión, le cuelga en sus ojos. Él no
está controlado en absoluto. El pánico parpadea en sus ojos grises.
—Ni siquiera he tomado café —le advierto.
—Josey hizo algo estúpido, y sin permiso. —Lanza una mirada
mordaz por encima del hombro a una encogida Josey, que se esconde
detrás de una taza, una taza de jodido café, apuesto.
Pasando junto a él y directo hacia ella, le quito la taza de la mano y
señalo hacia la puerta.
—Vete a casa.
Ella palidece, luego pone los ojos en blanco.
—Ni siquiera has escuchado lo que hice aún.
—No necesito hacerlo. Esta seguirá siendo mi reacción una vez que
haya escuchado.
—Bien —resopla—. Pero lo hice bien, y puedes darme las gracias
cuando te des cuenta. —Se desliza una chaqueta en su camino pasando
el escritorio de Marcus y atraviesa las puertas dobles hacia la salida.
—Lo siento. No tenía idea de que ella haría cualquier cosa sin
autorización. —Suspira, pasándose una mano por su oscuro cabello. Al
menos ahora sé cómo se estropeó en primer lugar.
—Te ves como una mierda —le digo, bebiendo la bebida que
confisqué. Es amargo y da en el clavo perfectamente.
Su mandíbula desaliñada se aprieta, y me lanza una mirada de
dolor.
—Lisa sigue ignorando mis llamadas y hace días que no vuelve a
su casa. —El hijo de puta parece destrozado y me siento mal por él.
—¿Qué hay de su trabajo? —sugiero—. Solo pasa por allí.
—Ella está en la escuela —admite, sus mejillas ruborizándose de
vergüenza—. Pensé que te lo había dicho.
—Me dijiste que tenía veinticinco —gruño.
—Oh, los tiene —dice rápidamente en defensa—. Viajó un poco, así
que comenzó su carrera tarde.
Ya estoy aburrido.
—Entonces, ¿qué hizo Josey? —pregunto ahora que estoy con
cafeína.
—Ella fue a The Vault. —Se encoge.
Cristo.
182 —Ella dijo que un tipo llamado Tanner la entrevistó y tuvo una
discusión con un tipo que llamó Monstruo justo enfrente de ella.
¿Quién carajos es Tanner?
—De todos modos, ella dijo que tomó algunas fotos discretas para
que podamos ver si nuestro Cassian Harris es su tipo Tanner.
¿Quién llama a alguien Monstruo?
—Scott —grita Graham de tecnología desde su oficina, haciendo un
ven aquí con la mano.
¿Por qué los técnicos son tan jodidamente raros? Demasiado
inteligente para su propio bien debe ser duro en sus habilidades
sociales.
—Consigue las fotos —le grito a Marcus, quien se pone
directamente en el teléfono, diciéndole a Josey que envíe las imágenes
por correo electrónico.
—¿Qué tienes para mí? —pregunto a Graham, tomando asiento en
el extremo de su escritorio.
—¿La dirección IP que querías que rastreara?
—Sí. —Asiento, queriendo que continúe. Necesitaba tranquilizar a
mi esposa y rastrear al pervertido obsesionado con la pequeña Beth.
—Se rastrea a una computadora utilizada allí. —Mueve su dedo
sobre la pantalla de su computadora.
De ninguna jodida manera.
Compruebo para asegurarme de que estoy viendo bien.
The Vault.
¡Cristo!
Mi celular vibra, y la saco de mi bolsillo. El nombre de Elise
aparece en la pantalla.
—Hola, niña.
—Dillon, ¿puedes reunirte conmigo en algún lugar, no en la casa?
Estoy tan preocupada por Beth y por mi amiga Kami, que se suponía
que iba a venir, pero no fue así. No sé qué hacer —dice Elise
rápidamente—. No quiero preocupar a mamá cuando tiene tanto trabajo
y…
—Elise, cálmate —interrumpo—. Te veré en Rosa's Coffee House en
la esquina de Main y Third.
Ella deja escapar un suspiro de alivio.
—De acuerdo. Gracias.
—¿Veinte minutos?
—Hasta entonces. Adiós.
183 Maldita sea, estas mujeres en mi vida me van a tener en una
tumba temprana a este ritmo.
—Marcus, vámonos.
186 que aclare su cabeza, lo que me dio la oportunidad de ver cómo estaban
Jade y MJ, y de hecho almorzar con ellas por una vez. Quería decirle a
Marcus que se tomara el resto del día libre, pero necesito su cabeza fría
para cuando entremos. Cassian Harris se mete debajo de mi piel y me
da ganas de estrangularlo hasta que toda esa actitud sarcástica caiga
directamente de su puto trasero.
—¿Puedes esperar aquí? —pregunta una mujer joven. Su rostro
está tenso y de un rojo brillante. Está nerviosa y fuera de su pecera—.
¿Dónde está Lucy? —susurra a otro empleado, que se encoge de
hombros
—No lo sé. No regresará hasta más tarde —le dice.
Ella mira hacia el techo, luego saca una radio de un clip en su
cadera.
—¿Qué habitación es la que dijo? —pregunta por la línea.
Marcus resopla y lanza su mirada de ella hacia el tipo que pasa
junto a nosotros con una bandeja de bebidas.
—Oye, amigo, ¿has visto a Monstruo? —pregunta Marcus, y por su
tono y vacilación, sé que se siente como un idiota por usar el nombre de
Monstruo.
El chico mira hacia la puerta detrás de mí, luego hacia Marcus.
—No creo que haya regresado todavía. Lo siento, ¿quién eres tú?
—Nadie —respondo por él—. Vete, niño.
El chico me examina, luego vuelve a Marcus antes de exhalar y
desaparecer por el pasillo.
Muevo mis ojos hacia la chica que camina de un lado a otro a unos
metros de distancia hablando animadamente por la radio. Probando la
manija de la puerta detrás de mí, le sonrío a Marcus cuando cede bajo
mi mano. Abriéndolo un poco, me deslizo dentro y observo la decoración
simple, el escritorio mediocre. No hay fotos personales. Mis ojos caen a
un celular destrozado en el suelo. Extiendo la mano y meto la tarjeta
SIM en mi bolsillo antes de que Marcus estuviera parado en la entrada,
llamándome para que saliera.
No llego más allá del umbral antes de que la mujer esté parada allí,
estrechando sus ojos en mí.
—Esa no es la oficina correcta —muerde.
—Mi culpa. —Sonrío.
—Sí, claro.
Nos lleva más lejos por el pasillo hasta otra habitación, una oficina
distinta de la que hablamos por primera vez con Cassian, distribuida
más o menos igual, solo que un espacio mucho más grande.
—Caballeros, ¿qué puedo hacer por ustedes? —pregunta,
levantándose de su silla y haciendo un gesto para que tomemos asiento.
187 Una vez que estamos sentados, vuelve a sentarse en su propia silla.
Su enfoque se debate entre nosotros y una laptop frente a él. Estoy
a punto de abrir la boca cuando su cuerpo se pone rígido. Con manos
temblorosas, acerca la pantalla a su rostro y se levanta de golpe,
pasándonos corriendo como un demonio de Tasmania.
—¿Qué fue todo eso? —Marcus hace la pregunta corriendo por mi
cabeza.
Levantándome, rodeo el escritorio, mirando la pantalla para ver
qué lo asustó. Una mujer yace desnuda y cubierta de sangre dentro de
lo que parece una celda de vidrio. Salgo disparado detrás de él,
buscando. Un alboroto me lleva a su ubicación. Él ruge desde el interior
de otra habitación y entra estrellándose contra la puerta. Echo un
vistazo a una caja de cristal vacía a través del espacio que se achica al
cerrar la puerta.
—¿Qué demonios es eso en tu computadora? —gruño mientras
pasa disparado junto a mí. Agarrándolo por las solapas de su chaqueta,
lo detengo antes de que pueda pasarme. Su cuerpo es sólido en mi
agarre. Es pesado y no es fácil de manipular para moverse donde lo
quiero.
—Suéltame ahora mismo, antes de que te arrepientas de haber
respirado mi aire —dice furioso, la mirada que cubre sus facciones lo
transforman. Ni siquiera parece humano.
—No te irás hasta que tenga respuestas —le advierto.
—Entonces, arrésteme, detective, o quíteme las manos de encima.
Lo libero, y él sacude sus hombros antes de tirar de la parte
inferior de su chaqueta para enderezarlo. Él está fuera de la vista antes
de que pueda seguirlo.
—D —dice Marcus, y es sombrío como la mierda.
—¿Qué?
—La casa de Josey. Han forzado la entrada y ella no está allí. Hay
signos de una lucha —me dice, el color de su rostro se vuelve blanco.
—Mira las imágenes que envió por correo electrónico —espeto,
corriendo para salir de este maldito lugar.
En el camino al coche, ya estoy jugueteando con mi teléfono
celular, sacando mi tarjeta SIM e insertando la que recuperé de la
oficina, esperando que tenga algo lo suficientemente sustancial como
para llevar a Cassian a la estación.
Necesito interrogarlo. Para romperlo. Para descubrir por qué su
nombre sigue apareciendo junto con su maldito club en todo el lugar
últimamente.
—Está vacío —gruño, cerrando la puerta del coche. Abro los
mensajes. Nada. Contactos. Vacío. Imágenes. Un video
188 Hago clic en él y casi vomito mis tripas.
¿Cómo diablos no nos han informado esto?
Agarrando el celular de Marcus de su mano, marcó el número de la
prisión y paso a través de cuatro departamentos diferentes antes de
llegar finalmente al correcto. ¿Pasando mucho la jodida pelota, idiotas?
—Quiero el estado de un recluso. Steve Stanton. Inmediatamente.
La mujer en la línea hace un sonido de frustración.
—Lo siento, detective Scott. Stanton ya no es un prisionero aquí.
Los detalles han sido enviados por fax a su departamento.
Termino la llamada y quiero arrojar la maldita cosa. La pantalla de
correo electrónico aparece cuando Marcus miraba sus correos
electrónicos y las imágenes me miraban desde su pequeño centro. El
ácido arde por mis venas.
No.
No.
Imposible.
No.
Ampliando la imagen, puedo oír débilmente a Marcus en el fondo
diciendo mi nombre.
El maldito mundo se inclina sobre su eje.
No.
No.
No.
Estoy soñando. Estoy atrapado en una jodida pesadilla que resurge
una y otra vez.
Ojos marrones, ojos que nunca olvidaré.
Benny.
Él es diferente, pero lo mismo. Un nuevo corte de cabello. Barba
desaliñada en su rostro. Tatuajes
No.
No.
No.
Monstruo. El video de Stanton en un teléfono de su oficina. Todas
las conexiones de vuelta a The Vault.
Monstruo es el maldito Benny.
¿Cómo?
—Llama a Elise. Dile que saque a Beth de la casa y que vaya a la
189 estación —ordeno, mis palabras suenan distantes a mis oídos.
—¿Qué demonios está pasando? —brama.
—Es él. Es Benny —tartamudeo, soltando el teléfono y
encendiendo el automóvil—. Necesito llegar a Jade.
Él ya está en el teléfono gritando órdenes.
—Elise, trae a tu hermana y encuéntrame en la estación. —
Maldice—. No, maldita sea, hazlo ahora. —Una pausa—. ¿Qué quieres
decir? Bien, envíale un mensaje de texto para que se reúna contigo.
Él me mira, el miedo, la confusión y la alarma escritas en todo su
rostro coinciden con los míos.
—Elise no está en casa. Va a llamar a Beth.
Mierda.
Arrebato su celular y marco su número. Simplemente suena.
Escribo un mensaje rápido.
Yo: Tu nuevo novio es Benny. Él es tu puto hermano y
peligroso. Sal de la casa ahora. Enviaré una unidad para
encontrarte.
—Llama a algunos uniformados a la casa de Elizabeth —indico a
Marcus mientras me dirijo a mi casa. Preparo el freno antes de tirarlo
en punto muerto y correr desde el coche a la calzada, irrumpiendo a
través de nuestra puerta que no está cerrada.
Jade piensa que es seguro.
Que ella siempre estará a salvo.
Nosotros lo matamos
Pero... no lo hicimos.
Mierda.
—Dillon —chilla Jade, regañándome por irrumpir y asustarla.
Recojo a MJ mientras se tambalea hacia mí y agarro a Jade, tirando de
ella contra mi pecho.
Ella viene de buena gana, sintiendo mi necesidad, mi urgencia por
sentirla, olerla.
—Me estás asustando, bebé. ¿Qué es? —dice contra mí. No quiero
decirle. Arruinarla. Romperla. Pero no puedo mentirle. Su mundo está a
punto de derrumbarse a su alrededor, y no estoy seguro de poder
encontrarla y traerla de regreso del estruendo—. Dillon —insiste, su voz
quebrándose.
Mierda. Lo siento mucho bebé.
—Es Benny.
190
Sin probar
195
Ahora
Elizabeth
—Mamá volverá temprano a casa después de su viaje —dice furiosa
Elise, con lágrimas calientes derramándose por sus mejillas rojas.
No estaré aquí.
Estaré con él.
Cuando hablé con él por teléfono antes, me prometió que no
tendría que esperar mucho.
199 Confiaba en él. ¿Pero esta chica? Tengo el impulso de salir corriendo.
Ahora.
—No lo pienses —espeta, la dulce fachada burbujeante se ha ido—.
Entra al auto o haré un agujero del tamaño de Texas en medio de tu
pecho y arrastraré tu corazón palpitante dentro de mi codiciosa manita.
Trago mi miedo mientras las lágrimas brotan. Él no la envió.
—¿Q-quién eres?
Ella me muestra una bonita sonrisa, demasiado bonita para ser
una psicópata amenazando con cortar mi corazón.
—Puedes llamarme Guardamuñecas. —Mi pulso se desliza ante
sus palabras. Ella es la acosadora. La comentarista. El destello de rubio
en los árboles cuando miré por mi ventana. La persona que trajo todas
las otras muñecas y estaba dentro de mi habitación. Dios mío... la
mujer de la librería que me echó café encima—. Mis amigos me llaman
Lucy.
Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, mi teléfono es
arrebatado de mi mano, golpeando el piso del porche, y Lucy me
arrastra por el cabello hacia el vehículo esperando.
Oh Dios.
Oh Dios.
Benny, ven a salvar a tu muñeca antes de que sea demasiado
tarde...
Continuará en..
Pretty Broken Dolls
¡Próximamente!
200
(Pretty Little Dolls #4)