Horacio

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Horacio. (65-8 a.C.

Datos biográficos.

Quinto Horacio Flaco nace en Venusia (sur de Italia). Su padre era un liberto que
trabajaba como cobrador de apuestas, lo que le permitió cierta bonanza económica.

Horacio recibe en Roma una educación esmerada; también acudió a formarse a


Atenas en el año 45 a. C.

Bruto, el asesino de Julio César llegó también a Atenas; allí se preparó para la
guerra. Horacio luchó como tributo militar al lado de Bruto contra los triunviros en la
batalla de Filipos, desastrosa para Bruto y sus aliados.

Tras esta derrota, amnistiado por los triunviratos, Horacio regresa a Roma: su
padre había muerto y sus propiedades habían sido confiscadas.

Comienza a trabajar como Secretario del Cuestor, el grado más alto de los
funcionarios superiores del Estado. Por ese año 41 a. C. comenzó a escribir los Epodos y
las Sátiras.

Su gran amigo Virgilio lo introdujo en el año 39 a. C. en el “círculo literario” de


Mecenas, influyente ministro de Augusto. Mecenas y Horacio llegaron a ser grandes
amigos.

A través de Mecenas llegó a conocer al propio Augusto: las Odas recogerán


algunas consignas del plan restaurador de Augusto. Con todo, Horacio nunca quiso
renunciar a su independencia.

Sus odas líricas

Epodos

Fueron compuestos desde el año 41 al 30 a. C. (fecha de su publicación).

Epodos es el título que dieron los gramáticos a este libro. Horacio le llamó a esta
obra Iambi (Yambos) – porque se usa el yambo (sílaba breve + sílaba larga) como pie
métrico general y por el propio contenido de estos poemas.

Consta de 17 poemas, que no pertenecen estrictamente a lo que los antiguos


llamaban “lírica”, sino a un género literario denominado “yambo”, cuya finalidad era la
crítica y el ataque.
Por lo tanto, el contenido general es la maldición, la crítica o el ataque contra
alguien o algo, por ejemplo, contra el ajo, contra un liberto enriquecido, contra la brujería,
contra una vieja lasciva, contra las guerras civiles…

El epodo más famoso es el que ocupa el número 2 en el libro: el beatus ille, que
es un elogio de la vida del campo, puesta en boca de un usurero que no tiene la más
mínima intención de hacerse campesino.

Tiene como modelos griegos a los cultivadores de la poesía yámbica, una poesía
agresiva y de ataque: Arquíloco de Paros e Hiponacte de Éfeso.

Como precedentes romanos cuenta con los fescennini versus (“versos fesceninos”)
que eran canciones injuriosas que los soldados cantaban a su general y con el poeta
satírico Lucilio.

Odas

Las odas son mas de cien poemas, agrupados en cuatro libros. Los libros I-III
fueron publicados en el año 23 . C. El libro IV apareció el año 13 a. C.

Horacio llamó a estas composiciones Carmina “poemas o canciones”. El nombre


que le dieron los comentaristas antiguos y que se ha impuesto es el de Odas.

La intención de Horacio era implantar en la literatura latina el género literario


griego de la lírica monódica, es decir, aquella en la cual el poema lo cantaba un solista.
En ese género literario griego destacaron la poetisa Safo de Lesbos y el poeta Alceo,
ambos de finales del siglo VII a. C. y principio del siglo VI a. C.

También se siente la influencia de otros poetas griegos como Píndaro, excelente


poeta del siglo V a. C., autor de epinicios o de poemas que celebran a los altos vencedores.
Se percibe asimismo influencia de los autores de epigramas de época helenística; los
epigramas son composiciones, por lo general breves, que abordan todo tipo de temas,
como el amoroso.

El influjo del poeta romano Catulo también es palpable.

Los temas y motivos que se abordan son variados: el banquete y el vino, el amor,
la amistad, himnos en honor de los dioses y hombres, asuntos patrióticos y políticos,
poemas que reflexionan sobre la propia creación poética, reflexiones de tipo filosófico y
sapiencial…
Horacio recrea con rigor y precisión la métrica que habían empleado en sus
composiciones los poetas Safo y Alceo. Se trata de versos con un número determinado de
sílabas que, a su vez, se agrupan en estrofas. Las odas destacan por su perfección formal.

Otros rasgos de su estilo son su laboriosidad artística, su cuidado por la palabra y


por su colocación en el lugar preciso. El cuidado por la forma del poema se hace patente
en una serie de figuras estilísticas que muestran una muy especial voluntad artística.

Emplea muchísimas palabras coloquiales, que, gracias a una habilidosa


colocación en el poema, adquieren rango poético. Con ellas su obra gana sobriedad
expresiva y objetividad.

Carmen saeculare (Canto de los siglos)

Es un himno dedicado a los dioses protectores de Roma.

Fue escrito a petición del propio emperador Octavio Augusto y fue cantado en la
ceremonia de los Juegos Seculares del año 17 a. C.

En él también se hace mención de la obra poética de Augusto en su vertiente


legislativa, pacificadora y restauradora de las antiguas costumbres.

Sátiras

A su regreso a Roma después de la batalla de Filipo, Horacio ha madurado. Vuelve


lleno de desilusión y con rencor hacia la sociedad. Su puesto de escribano, que no llena
sus aspiraciones, acentúa su malestar. En este clima nacen sus Sátiras.

Son dos libros, con un total de 18 composiciones escritos en hexámetros


dactílicos. Critica defectos humanos como la inconstancia, la imparcialidad, la ambición
y la avaricia, etc. Enfrente coloca la moderación, la vida sencilla, la aspiración a la
felicidad sin ostentaciones inútiles.

Epístolas.

Son dos libros que da a este género un contenido didáctico. Son cartas dirigidas a
sus amigos,
Temas recurrentes (tópicos) en la obra lírica de Horacio.

Horacio consagra una serie de tópicos literarios. Muchos los toma de la poesía
griega, pero él es capaz de imprimirles un sello personal.

Tópicos relacionados con la política, la patria y el estado.

- Dulce et decorum est pro patria mori (Odas III 2, v. 13): “es dulce y
hermoso morir por la patria”. Es un tópico que exalta el sentimiento patriótico
de aquel que lucha por su patria y no huye del combate. Este tópico procede
de elegías griegas que animaban a los hombres al combate.
- Tema de la nave del Estado (Odas I 14): se compara la marcha del Estado,
de las circunstancias políticas con la singladura de una nave. Este tópico ya
aparecía en la poesía de Alceo:

¡Ay nave, que nuevas olas van a llevarte a la mar!

¡Ay! ¿Qué haces? Métete sin vacilar en el puerto.

¿No ves que tu costado ya no tiene remos

y que tu mástil y tus antenas resuenan,

quebrados por el veloz ábrego?

Tópicos de inspiración filosófico – moral o sapiencial

- Beatus ille (Epodo II): tópico que ensalza la vida en el campo y la tranquilidad
que esta reporta, en contraste con la agitación de la gran ciudad.
- Aurea mediocritas (Odas II 10, V. 5): “dorada medianía”, “el término medio
que vale lo que el oro”: se trata del consejo de seguir el camino del medio,
tratando de huir de los extremos. Mantenerse en el justo medio era el ideal de
la virtud, según Aristóteles.
- Vivitur parvo bene (Odas II 16, v. 13): “se vive con bien poco” exaltación de
la vida austera y poco exigente, fuente de paz interior y de tranquilidad; crítica
contra la codicia y el lujo.
- Pallida Mors (Odas I 4): “la pálida Muerte” aparece como un lóbrego
tormento inevitable, fin de los placeres y fin de todas las cosas. Es el destino
universal del hombre.
- Carpe diem (Odaws I 11, v. 8): “aprovecha el momento”. Es la invitación a
disfrutar con intensidad del momento presente, dejando de lado las
incertidumbres del futuro.
Reflexión sobre el hecho literario y la actividad poética:
- Exegi monumentum aere perennius (Odas III 30): “he construido un
monumento más duradero que el bronce”: la obra poética puede ser más
duradera en el tiempo que las cosas materiales, por ello es el medio más eficaz
de inmortalizar personas o cosas.
- Non omnis moriar (Odas III 30): “no moriré por completo”: el poeta es
consciente de que, gracias a su obra, pervivirá en los siglos venideros. La
poesía es capaz de inmortalizarlo.
El paisaje, la naturaleza y las estaciones.
- Locus amoenus “lugar agradable”. En Horacio aparecen espacios naturales
idealizados, como el que se muestra en el epodo 2, el beatus ille.
Es propio de Horacio que el paisaje y la naturaleza que se presentan según las
distintas estaciones se asocien al paso del tiempo. La condición cíclica de las
estaciones contrasta con la breve linealidad de la vida humana.

ANTOLOGIA DE POEMAS DE HORACIO.


Odas I 4: Vuelve el gozo de la primavera,….pero la muerte siempre
amenaza.

Termina el duro invierno con la agradable vuelta de la primavera y del viento favonio.

Las cuerdas arrastran los barcos secos; el ganado no está a gusto en los establos

ni el labrador junto a la lumbre. La canosa helada ya no blanquea los campos.

Venus Citarea ya guía sus coros al salir de la luna,

y las hermosas Gracias, junto con las Ninfas, golpean el suelo con el paso alterno,

mientras el ardiente Vulcano visita las duras fraguas de los cíclopes.

Ahora es el momento de perfumarse la cabeza y ceñirla con el verde mirto

o con las flores que dan las tierras ya mullidas.

Ahora es el momento de hacer sacrificios a Fauno en los bosques sombríos,


ya sea una cordera, si tal cosa pide, o un cabrito, si es lo que prefiere.

La pálida Muerte golpea con su pie justiciero tanto las chozas de los pobres

como las torres de los reyes.

¡Ay, bienaventurado Sestio! La brevedad de la vida nos prohíbe concebir largas


esperanzas.

Pronto te cubrirán la noche, los manes fabulosos y la morada de Plutón, en la que nada
abunda. Cuando allá vayas, ya no te jugarás a los dados la presidencia de los festines,

y pronto hará que se encandilen las muchachas.

Odas I 11: Carpe diem

No preguntes, Leucónoe, -pues no se puede saber-,

qué final no ha marcado a mi y a ti los dioses;

ni consultes los horóscopos de los babilonios.

¡Cuánto mejor es aceptar lo que haya de venir,

tanto si Júpiter te va a conceder algunos inviernos más,

como si va a ser el último este que ahora amansa el mar Tirreno,

con los peñascos que ahora le pone al paso!

Procura ser sabia: bebe tus vinos,

Y reduce las largas esperanzas a un plazo breve.

Mientras hablamos, el tiempo envidioso habrá escapado;

Disfruta el momento, sin fiarte para nada del mañana.

Odas II 10: Aurea mediocritas

Vivirás mejor, Licinio, si no buscas siempre el mar abierto

ni te arrimas demasiado a la orilla insegura por un prudente miedo a la tormenta.

Quien prefiere la dorada medianía se libra, seguro,

De las miserias de una casa arruinada. Y se libra, sobrio,


De un palacio que le valga envidias.

El pino más grande es al que los vientos más azotan,

Más dura es la caída de las torres altas,

Y es en la cima de los montes donde golpea el rayo.

Un espíritu bien prevenido mantiene la esperanza en medio de la desgracia

Y en la prosperidad teme la suerte adversa.

Júpiter hace volver los duros inviernos y él mismo se los lleva.

No porque vayan mal las cosas ha de suceder lo mismo en el futuro.

De vez en cuando Apolo despierta con su cítara a la callada musa,

No siempre tensa el arco.

En los malos tiempos muéstrate fuerte y valiente. Y, prudente,

Debes apocar tus velas cuando un viento favorable las hinche demasiado.

Odas III 30: La poesía hace inmortal al poeta.

He construido un monumento más duradero que el bronce

Y más alto que el sepulcro real de las Pirámides;

Tal que ni la lluvia voraz ni el aquilón desatado podrán derribarlo;

Ni la incontable sucesión de los años, ni el veloz correr de los tiempos.

No moriré yo del todo y gran parte de mí escapará de Libitina.

Sin cesar creceré renovado por la fama que me espera,

Mientras al Capitolio suba el pontífice con la callada virgen.

De mí se dirá -allá por donde violento el Áufido retumba

Y Dauno, escaso de agua, reinó sobre pueblos montaraces-

Que, poderoso a pesar de mi origen humilde,


Fui el primero en llevar el canto eolio a los versos itálicos.

Acepta este orgullo debido a tus méritos,

Y con el laurel de Delfos, Melpómene, cíñeme de buen grado los cabellos.

Odas IV 7: El irreparable paso del tiempo.

Se han disipado las nieves, ya les vuelve la hierba a los campos

Y a los árboles su cabellera. La tierra pasa a una nueva estación

Y los ríos, menguando, fluyen sin rebasar sus orillas.

Una Gracia, desnuda, se atreve a guiar su cortejo,

Unida a las ninfas y a sus hermanas gemelas.

El curso del año y las horas que nos arrebatan el día de vida

Te aconsejan que no esperes que haya nada inmortal.

Los vientos céfiros templan los fríos, el verano sigue a la primavera,

El verano morirá cuando el otoño derrame sus frutos.

Y luego viene de nuevo el inerte invierno.

Pese a todo, el correr de la luna repara los daños del cielo.

En cambio, nosotros, en cuanto caemos donde cayeron el piadoso Eneaws,

El rico Tulo y Anco, no somos más que polvo y sombra.

¿Quién sabe si los dioses del cielo le van a sumar el día de hoy

Una mañana? Lo que gastes en ti mismo y en un amigo escapará

De las ávidas manos de un heredero. Amigo Torcuato, una vez que hayas muerto

Y Minos pronuncie sobre ti su sentencia, aunque sea favorable,

No te devolverán a la vida ni tu linaje, ni tu elocuencia ni tu piedad.

Pues Diana tampoco libra al casto Hipólito de las tinieblas del infierno,

Ni Teseo puede romper las cadenas de la muerte de su querido amigo Pirítoo.


Epodo 2: Beatus ille, elogio (irónico) de la vida campesina.

“Feliz aquel que, alejado de los negocios, como lo hombres de los tiempos antiguos,

Trabaja los campos de su padre con los bueyes, libre de toda usura.

A él no lo despierta, como al soldado, la trompeta fiera ni teme al mar airado.

Y evita el Foro y las puertas soberbias de los ciudadanos poderosos.

Y así, o bien une los altos chopos con los crecidos sarmientos de las vides,

O bien, en un valle apartado, contempla las errantes manadas de mugientes reses;

Y cortando con la podadera las ramas que no sirven, otras más fértiles injerta;

O exprime mieles que guarda en limpias ánforas, o esquila a las débiles ovejas.

Y cuando el otoño asoma por los campos su cabeza, coronada de dulces frutas,

¡cómo goza recogiendo las peras que ha injertado y las uvas que rivalizan con la púrpura,

Para ofrecértelas a ti, Priapo, y a ti, padre Silvano, que guardas los linderos!

Le gusta tenderse o bajo una añosa encina, o sobre un césped bien tupido.

Entretanto, las aguas corren por riberas hondas, se quejan las aves en los bosques,

Y suenan las fuentes al manar sus aguas, invitando a entregarse a dulces sueños ….

¿Quién no se olvida, en medio de todo esto, de las malas preocupaciones que provoca
Roma?

Una vez que dijo todo esto, el usurero Alfio,

Que estaba a punto, a punto de hacerse campesino,

Recogió todo su dinero el día de los idus…

Y ya busca a quien prestárselos en las calendas.

Epodo 7: Contra las guerras civiles.

¿A dónde, a dónde os dirigís, malvados? ¿Por qué vuestras diestras

Empuñan unas espadas que estaban envainadas?

¿es que se ha derramado poca sangre latína por los campos y sobre Neptuno,
Y no para que el romano quemara la soberbia ciudadela de la envidioa Cartago,

Ni para el britano, aún intacto, bajara encadenado por la Vía Sacra,

Sino para que, según es el deseo de los partos,

Esta ciudad pereciera por su propia mano?

Ni lobos ni leones han tenido jamás tal costumbre,

Nunca son fieros salvo frente al extraño.

¿Os impulsa una locura ciega, o una fuerza irresistible o vuestra culpa?

Respondedme. Se callan y una blanca palidez cubre su rostro,

Y sus mentes se quedan conmocionadas y atónitas.

Así es: a los romanos los empujan un destino cruel y aquel crimen

Del asesinato del hermano, desde que por tierra corrió

La sangre del inocente Remo, como una maldición para sus nietos.s

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