Que Son Ciencias Sociales
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Que Son Ciencias Sociales
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ICCS Módulo I: El conocimiento social 1.2. Qué son las ciencias sociales
quienes podemos asignar a los objetos o cosas un significado peculiar, específico. Pensemos en
otro ejemplo. Tengo frente a mí una flor: se trata de una variedad de color rojo, con pétalos
muy suaves y delicados y un tallo largo y de un verde intenso, con espinas. Se trata de una rosa.
Los seres humanos somos capaces de asignarle un sentido específico a ese objeto: sabemos
que cuando un hombre regala una rosa a una mujer es posible que haya una intención
romántica por detrás.
Todo lo dicho anteriormente, en consecuencia, nos conduce a una primera afirmación
que debemos considerar como punto de partida para pensar lo específico del conocimiento
científico en Ciencias Sociales: los seres humanos somos los únicos sujetos capaces de asignar
significaciones o sentidos a las cosas que forman parte del mundo objetivo.
Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. La complejidad radica en particular en que los
sentidos o significaciones que los seres humanos asignan a las cosas no siempre son los
mismos. Si bien todos los seres humanos somos similares, también somos muy distintos. Es
necesario reflexionar brevemente sobre ciertas características específicas del mundo humano
(o del mundo social).
Para ello, vamos a formular una serie de afirmaciones (también conocidas como
presupuestos sociológicos y explicarlas con claridad, con el propósito de aclarar de qué
modo y por qué los seres humanos asignamos distintos significados o sentidos a las cosas.
El primer presupuesto sociológico consiste en considerar a todos los seres humanos
(tanto varones como mujeres) como seres sociales. Esto quiere decir que los seres humanos
necesitamos de otros seres humanos para la supervivencia. No es posible que un hombre
subsista de manera aislada. Piénsese en un bebé recién nacido. Sin dudas, necesita de la
asistencia de su madre y de su padre para vivir. Si dejáramos a este bebé solo para que pudiera
subsistir, seguramente moriría en poco tiempo. Lo mismo sucede con el hombre en una edad
adulta. Todos nosotros necesitamos de otros para la supervivencia. Esa necesidad del otro se
hace manifiesta en que de manera constante los humanos nos relacionamos con otros
humanos. Es decir, interactuamos con otras personas de manera regular y constante.Aquí
aparece, pues, el segundo presupuesto sociológico: todos los seres humanos tienen una
tendencia a la sociabilidad, es decir, a mantener relaciones sociales con otros seres humanos.
Cada vez que hablamos con un amigo, compramos algo en un negocio, o pagamos nuestros
impuestos, en todos los casos existe una interacción social con otro (o muchos otros) seres
humanos. La tendencia a la sociabilidad, pues, se pone en acto cada vez que interactuamos con
otros seres humanos. Sin embargo, ¿cómo es posible que suceda eso? Es decir, ¿cómo es
posible interactuar regularmente con muchos otros seres humanos a los cuales, en la mayoría
de los casos, no conocemos? Ello es posible porquelos seres humanos que pertenecemos a un
mismo grupo compartimos un conjunto de valores, normas, ideas y creencias comunes.Este es,
en consecuencia, el tercer presupuesto sociológico: todos los seres humanos son capaces de
interactuar dado que comparten un conjunto de elementos socio-culturales comunes que
habilitan la posibilidad de la comunicación y el intercambio simbólico. Esto parece difícil de
comprender, pero no lo es tanto. Los seres humanos somos capaces de compartir significados
sobre las cosas del mundo, y justamente el hecho de que compartamos tales significados es lo
que permite que podamos interactuar. Por ejemplo, si estoy en una parada de colectivo y
deseo que el autobús se detenga, seguramente estiraré el brazo. Ese hecho (el estirar el brazo)
es un signo compartido por todos nosotros, que sabemos que ese es el modo de manifestar
nuestro deseo de que el colectivo pare. Esos significados son transmitidos, aprendidos y
compartidos durante toda nuestra vida. El proceso de transmisión de tales elementos socio-
culturales se llama socialización. Sin embargo, nótese algo importante. Si quisiéramos detener
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un colectivo en otro lugar del mundo, por ejemplo en Berlín, no sería necesario estirar el brazo.
Es más, seguramente los alemanes que nos vieran hacer ese gesto no entenderían qué es lo
que pretendemos hacer. Esto se debe a que cada grupo humano genera y conforma un
conjunto peculiar de elementos socio-culturales comunes. A eso se lo llama de manera general
cultura.
Ahora bien, teniendo en cuenta los tres presupuestos sociológicos fundamentales
analizados previamente, es posible avanzar en la cuestión primordial: los seres humanos
somos, en consecuencia, creadores de cultura. Es decir, en esos procesos de interacción que
llevamos a cabo cotidianamente no sólo transmitimos significados y sentidos sobre todo lo que
nos rodea, sino que también producimos nuevos significados y sentidos. En consecuencia, de
manera permanente no sólo asignamos sentidos, sino que también los interpretamos. De este
modo, lo que resulta peculiar del ser humano con relación a cualquier otra cosa del mundo es
su capacidad para darle un sentido o significado a todas las demás cosas, incluso a los propios
seres humanos. Eso es distintivo del ser humano: su condición de ser simbólico. De tal modo, si
pensamos que las distintas ciencias estudian distintos objetos, ya podemos afirmar con certeza
algo: las ciencias sociales son aquellas que tienen como objeto primordial al hombre (entendido
como ser simbólico).
Existe una amplia polémica respecto de si las ciencias sociales deben ser llamadas así, o
su mejor denominación debiera ser la de ciencias humanas . No es un debate que sea
necesario profundizar aquí. Sin embargo, sí puede resultar valioso reflexionar sobre lo que un
sociólogo de origen polaco, llamado ZygmuntBauman, explica como la unidad del mundo
humano .
Bauman explica que el mundo humano es uno solo, si bien en general cuando se lo
pretende conocer y estudiar, el científico lo fracciona o divide en partes. El mundo humano
es sumamente complejo. Pensemos en un ejemplo muy sencillo para reflexionar sobre la
complejidad de ese mundo. Imaginemos una interacción entre dos sujetos: el señor Pérez que
quiere comprar manzanas y el señor Gómez que quiere vendérselas. Esa interacción la vemos
de manera usual todos los días, cuando vamos a una verdulería a hacer las compras. No
pareciera ser algo demasiado complejo. Sin embargo, el científico que pretenda conocer más
sobre eso que está observando, podría hacerse muchas preguntas y muy distintas entre sí. Por
ejemplo, ¿por qué al señor Pérez le gustan las manzanas? O también ¿por qué el precio de las
manzanas ha aumentado tanto durante los últimos meses? También podría preguntarse ¿por
qué el señor Gómez es verdulero y no paracaidista? O bien ¿por qué en este lugar se comen
manzanas pero no otras frutas? Muchas preguntas para algo tan sencillo como comprar
manzanas. Y cada una de ellas puede tener una respuesta específica, porque cada una de ellas
refiere a aspectos distintos de esa interacción social. La primera pregunta refiere a los aspectos
psicológicos que motivan al señor Pérez a querer comprar manzanas. En cambio, la segunda
refiere a los condicionantes individuales y estructurales del proceso de intercambio económico.
La tercera podría responderse a partir de pensar los roles que desempeñan y las posiciones que
ocupan las personas en una sociedad. La última pregunta podría ser respondida a partir de las
creencias e ideas propias de esa colectividad de personas. Es decir, intentar responder a todas
esas preguntas al mismo tiempo desde una posición científica sería, seguramente, muy difícil.
Sin embargo, señala Bauman, lo que hacen los científicos sociales es fraccionar la unidad del
mundo humano y dividirse los distintos aspectos del conocimiento del mismo. De tal modo,
cada ciencia social hay muchas, como veremos más adelante se reserva una sección o
porción de ese mundo humano para considerarlo como un objeto específico de conocimiento
para sí. Aparece una división social del conocimiento o, como lo llama Bauman, una división
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social del trabajo científico para conocer la complejidad del mundo humano. Revisemos un
extracto del texto de Bauman que nos ofrece mayor claridad para explicar esto:
casos se trata de un hombre, un ser humano que es capaz de darle significados o sentidos a las
cosas de acuerdo a lo que hemos analizado en la sección . . . . Para resumir, mientras en
las ciencias naturales se dice que existe una independencia entre sujeto que conoce y objeto
que es conocido, en el campo de la ciencias sociales tal independencia no existe (en ambos
casos, tanto el sujeto como el objeto es un sujeto simbólico . Así, puede ser problemático
tanto que el investigador pertenezca a la sociedad que estudia como que no lo haga. Pues, si es
miembro de esa sociedad y, por ello, comparta el entramado de significados de la misma, su
mirada estará teñida por ese complejo de sentidos. Si, en cambio, es ajeno a esa sociedad y no
comparte esa red de sentidos, su mirada puede, por ajena, no comprender cabalmente lo que
ocurre en ella. Hay un problema adicional al que suele denominarse efecto bucle o rulo ,
que consiste en que la labor investigativa del científico social puede tener el efecto de alterar
esos comportamientos sociales que estudia, cosa que, en general, no ocurre en el ámbito de las
ciencias naturales.
Respecto del modo de conocer científicamente: en tanto que existen diferencias
respecto del objeto de estudio que tienen las ciencias naturales y las ciencias sociales, también
es esperable que existan diferencias con relación al modo de conocer científicamente a tales
objetos. La cuestión puede resultar algo compleja, aunque intentaremos simplificarla del modo
que resulte más claro.
Como señalamos antes . . la expresión el método científico es un poco engañosa,
pues hay una interesante cantidad y variedad de estrategias en el ámbito de las ciencias
fácticas. No obstante, en las ciencias naturales se puede observar una cierta homogeneidad
metodológica, que es a lo que se refiere normalmente quien habla de el método científico .
En general, el científico natural realiza su investigación a través de estos procesos básicos: la
observación, la experimentación, la elaboración de hipótesis y la contrastación o evaluación
experimental de esas hipótesis. Es cierto que el método de la física no es idéntico al de la
biología (dado que los aspectos de los objetos a los que refieren son algo distintos). Sin
embargo, y a pesar de sus diferencias, lo más frecuente es que en el campo de las ciencias
naturales se lleven a cabo estos procesos: se observa el objeto (para conocer sus propiedades o
relaciones); se experimenta con él (para saber, por ejemplo, si en otras condiciones tales
propiedades o relaciones se mantienen); se elaboran hipótesis para explicar lo observado, y se
contrastan esas hipótesis (para comprobar si son correctas) mediante nuevos experimentos y
observaciones.
En cambio, en las ciencias sociales la cuestión es algo más compleja. Como veremos más
adelante, en ciencias sociales no existe un método o modo de conocer científicamente que sea
predominante o cuente con un consenso mayoritario, sino que existen múltiples métodos,
todos ellos legítimos o válidos, e incluso aceptados por la comunidad científica. Si bien es cierto
que en ciencias sociales algunos métodos son privilegiados por encima de otros, lo que resulta
verdadero es que no hay un único modo aceptado para poder conocer científicamente el
objeto de estudio de las ciencias sociales (sea cual sea la ciencia social sobre la que hablemos).
En este sentido, es posible afirmar según Vasilachis de Gialdino (2003) que las ciencias sociales
son plurimetodológicas , es decir, que se valen de muchos métodos distintos para poder
conocer sus objetos de conocimiento. Hablaremos más sobre esta pluralidad de métodos más
adelante.
Esta variedad metodológica se observa en la existencia de diversos enfoques
epistemológicos o paradigmas en el ámbito de las ciencias sociales. Vamos a aclarar estos
conceptos.
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comprensivista (algunos también lo llaman hermenéutico). Veamos brevemente cómo son cada
uno de ellos.
El enfoque empírico-naturalista o positivista, señalan Klimovsky e Hidalgo, se caracteriza
por considerar que no existen diferencias tan notables entre las ciencias naturales y las ciencias
sociales. Por ello, este paradigma considera que es posible considerar el objeto de estudio de
las ciencias sociales de igual modo que como es tenido en cuenta por las ciencias naturales. Se
funda en la concepción que aparece ya en el siglo XIX, cuando el campo de las ciencias sociales
se encontraba en un desarrollo muy importante, especialmente de la mano de la Sociología y la
Antropología. Para esos científicos sociales, la sociedad (fuese la sociedad industrial del siglo
XIX o sociedades primitivas o exóticas) podía ser considerada una cosa , es decir, algo que
era objeto de observación, de experimentación y de contrastación. El primer científico que
formuló de manera tajante esto fue un sociólogo francés llamado Auguste Comte. Si bien
muchas de las cosas que proponía este pensador ya no se encuentran vigentes, lo cierto es que
aún el día de hoy muchos científicos sociales estudian a la sociedad de manera bastante similar
a la que proponía Comte. En el paradigma naturalista se acostumbra cuantificar los fenómenos
sociales, y se considera que es posible encontrar las causas que originan los fenómenos. Incluso
se entiende que, si el científico es capaz de identificar tales causas, probablemente también
podrá manipularlas con el objetivo de modificar sus efectos. En resumen, en el paradigma
naturalista se formulan leyes que asumen la forma causa-efecto, y en general pretenden ser
universales (es decir, aplicables a todo tiempo y lugar). Recordemos el ejemplo de la ley que
dice que todos los metales se dilatan al calor. Sobre esto se hablará más adelante en esta
misma sección.
Por otro lado, el enfoque crítico o radical considera que existen elementos
determinantes de la vida social que no resultan directamente observables, pero que
determinan con enorme fuerza el modo en que se conforma la sociedad. Esos elementos
condicionantes se encuentran velados y ocultos, y expresan relaciones desiguales de poder.
Por tal motivo, los representantes de este paradigma entienden que la vida social está
caracterizada por el conflicto o la lucha de intereses opuestos. La vida social es, en
consecuencia, injusta, dado que asume la forma que aquellos que tienen mayores cuotas de
poder pretenden o esperan. Este paradigma se origina a mediados del siglo XIX y es heredero
del aporte fundamental a la teoría social que realizará un pensador alemán llamado Karl Marx.
Por tal motivo, algunos científicos también lo llaman enfoque marxista. Según Marx, la
sociedad de su época se caracterizaba por una lucha desigual entre los burgueses o capitalistas
y los obreros o proletarios. Esa lucha, a la que llamaba lucha de clases , determinaba la forma
que asumía la sociedad en otras esferas o ámbitos, como la política, social o cultural. Aún el día
de hoy, muchos científicos sociales trabajan desde este enfoque y discuten los problemas
sociales a partir de estas nociones.
Por último, existe el enfoque interpretativo o comprensivista. Este paradigma, algo más
nuevo que los dos anteriores (aparece a principios del siglo XX) considera que todos los
fenómenos sociales se originan en los procesos de interacción social que, como ya hemos visto
previamente, se encuentran con sentidos o significados asignados subjetivamente por los
actores sociales. Por este motivo, los representantes de este enfoque consideran que no es
posible utilizar las herramientas o los métodos que propone el enfoque naturalista, dado que el
sentido de una acción no es directamente observable (como si fuese una cosa). Los científicos
que adhieren a este enfoque consideran que resulta primordial para conocer los fenómenos
sociales interpretar o comprender el sentido que los seres humanos asignan a sus conductas, y
por ello consideran que existe una diferencia fundamental con los modos de conocer del
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enfoque positivista. Al mismo tiempo, entienden que no es posible asumir que el significado de
una acción sea el mismo para todo tiempo y lugar, porque tales sentidos, como ya hemos visto
previamente, se encuentran condicionados por la cultura de una sociedad. De este modo,
loscomprensivistas no consideran que es posible formular leyes invariables (sobre esto se
trabajará más adelante con mayor precisión).
Para resumir, entonces, con relación a las diferencias existentes entre ciencias naturales
y ciencias sociales respecto del enfoque epistemológico o paradigma, podemos afirmar que en
ciencias naturales existe un único paradigma vigente, bajo el cual el conjunto de la comunidad
científica organiza y rige su quehacer; en cambio, en el campo de las ciencias sociales existen
múltiples paradigmas (nosotros hemos revisado tan sólo tres, pero para algunos especialistas
existen más todos ellos válidos y en uso .
Respecto del tipo de leyes que pretenden formular: una de las características del
conocimiento científico es su pretensión de formular leyes, es decir, de poder expresar que
determinados fenómenos se darán de determinado modo o a partir de ciertas causas. Esta
pretensión legalista del conocimiento científico se funda, a su vez, en la expectativa de la
predicción (si sabemos que bajo ciertas condiciones suceden determinados efectos, somos
capaces de predecir que en otra ocasión, en condiciones idénticas o similares tales efectos
seguramente sucederán del mismo modo). Sin embargo, el tipo de leyes que pretenden
formularse en las ciencias naturales y en las ciencias sociales son distintas.
En ciencias naturales las leyes científicas pretenden generalmente tener un carácter
universal. Esto quiere decir que, dadas ciertas condiciones, siempre que se hagan presentes
aquellos fenómenos que operan como causa, seguramente el fenómeno que es efecto de tales
causas sucederá. De manera más sencilla, las leyes universales operan siempre, y en virtud de
ello, ofrecen un enorme poder predictivo a las ciencias naturales. Veamos un ejemplo para que
resulte más claro. Piénsese en la ley de gravitación universal, por medio de la cual sabemos que
todos los cuerpos se atraen con una fuerza que está en función de su tamaño y distancia, y que
por eso todos los objetos sobre el planeta son atraídos hacia el centro gravitacional de la Tierra,
lo que produce la apariencia de que las cosas se caen al suelo. No importa cuál sea la cosa que
dejemos caer (una piedra, una manzana, e incluso ¡una persona!): sabemos con seguridad que
si un cuerpo que se encuentra suspendido en el aire lo soltamos, seguramente caerá al piso.
La ley de gravitación universal, formulada por el gran físico Isaac Newton, es una ley universal.
En el campo de las ciencias naturales, las leyes que se formulan asumen esta característica
primordial y distintiva.
En cambio, las cosas son algo distintas en el campo de las ciencias sociales. Se afirma que
no es posible formular leyes universales frente a los fenómenos sociales, en principio porque
tales fenómenos son multicausales (es decir, tienen muchas causas) y sería virtualmente
imposible incorporar todas las causas que operan en un fenómeno social en un diseño
experimental (sobre este tema, trabajaremos más adelante). La cuestión es algo más compleja,
porque es posible afirmar que los fenómenos naturales también cuentan con esta
característica, aunque no ahondaremos en esa problemática. Lo que sí podemos afirmar es que
las ciencias sociales pretenden formular leyes llamadas probabilísticas o estocásticas. Las leyes
probabilísticas expresan regularidades de hecho , es decir, manifiestan que, dadas ciertas
condiciones, si opera un fenómeno como causa, es probable (aunque no certero) que se sigan
ciertos otros fenómenos como consecuencias. Esto tiene consecuencias notables con relación a
la capacidad de predicción que tienen las ciencias sociales. Veamos un ejemplo para que
resulte más claro: en el campo de la historia y la ciencia política (ambas ciencias sociales)
mucho se ha discutido y estudiado para desarrollar modelos que pudieran explicar el
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surgimiento de procesos revolucionarios. Incluso han existido pensadores que han tratado de
explicar que porqué se produjeron las grandes revoluciones (como ser la francesa o la rusa). Sin
embargo, al estudiar en profundidad ambos procesos históricos, han llegado a la conclusión
que los mismos tienen elementos que son peculiaresy de los que no es posible concluir que,
siempre que aparezcan, se producirá una revolución. Piénsese en la Revolución Francesa:
condiciones similares a las existentes en Francia en el siglo XVIII se presentaron en otros países,
y sin embargo, sólo en Francia se produjo la revolución del modo en que se produjo. Para
resumir, se afirma pues, que en ciencias sociales se formulan leyes probabilísticas y que tal tipo
de leyes se vincula a una característica muy específica que tienen los fenómenos sociales: la
contingencia, esto es, los fenómenos no ocurren de manera necesaria, incluso frente a las
mismas supuestas causas que produjeron un fenómeno en el pasado, éste puede siempre no
ocurrir.
sería virtualmente imposible. Piénsese en un simple hecho de la vida cotidiana, tal como el
almuerzo. Todos nosotros sabemos (en nuestra cultura) que para comer generalmente
apoyamos la comida servida en platos (y no sobre hojas) sobre una mesa (y no sobre el piso).
También sabemos que nos sentamos en sillas (y no sobre una piedra) y que utilizamos cubiertos
(y no las manos) para llevarnos la comida a la boca. Incluso sabemos que si tenemos sed
podemos abrir el grifo y saldrá agua (y no gaseosa) o que no es adecuado escupir frente a otro
(aunque en otras culturas eso sí es aceptable). Es decir, para cada acto de la vida cotidiana
nosotros sabemos muchas cosas, y si no las supiéramos, probablemente nuestra vida sería
mucho más complicada (podríamos decir incluso imposible). De modo tal que podemos afirmar
que el conocimiento de sentido común resulta fundamental para el desarrollo de la vida de las
personas, y sin él, seríamos incapaces de actuar e interactuar con otros.
Claro está, este conocimiento de sentido común no es transmitido de manera ordenada y
sistemática. Es el resultado de un proceso social de suma complejidad llamado proceso de
socialización. Ahora bien, también es cierto que el sentido común se nutre de un conocimiento
más sistemático y ordenado. Veremos más adelante como funciona esto. Este conocimiento de
sentido común es el que nos permite desarrollar actividades sencillas, tales como comer, pero
también es el que opera cada vez que pretendemos conocer otros fenómenos sociales más
complejos, tal como el ejemplo previo de la pobreza. Pues bien, todos los agentes sociales
contamos con esta forma de conocimiento y la aplicamos constantemente en el decurso de
nuestra vida cotidiana. Sin embargo, veremos a continuación que esta forma de conocimiento
no es la utilizada por el científico social. El científico social, en tanto que pretender conocer un
fenómeno específico bajo estudio, debe someterse a un conjunto de condiciones específicas
para poder alcanzar un conocimiento científico de tal fenómeno. Es decir, el modo de conocer
del científico social es distinto al modo de conocer que tenemos todos los agentes sociales, a
pesar que el objeto que pretende ser conocido sea el mismo. Veamos a continuación en qué se
diferencian el conocimiento científico del conocimiento de sentido común.
ZygmuntBauman, sociólogo polaco, al pensar sobre estas diferencias, propone al menos
cuatro criterios de comparación (y diferenciación) entre ambas formas de conocimiento. Este
cuadro resume estas diferencias: