La Ética Juridica, Enfoque en El Derecho Penal
La Ética Juridica, Enfoque en El Derecho Penal
La Ética Juridica, Enfoque en El Derecho Penal
La ética jurídica es un conjunto de principios y valores que rigen la conducta de las personas
en el ámbito laboral y legal. Estos principios y valores se basan en la responsabilidad social,
la honestidad, la transparencia y el respeto a las leyes y normas que rigen el trabajo.
En el ejercicio del derecho penal, la ética laboral adquiere una gran importancia ya que el
derecho penal tiene como objetivo proteger los bienes jurídicos fundamentales de la sociedad,
tales como la vida, la integridad física, la libertad, la propiedad y el honor. Por tanto, el
respeto a la ética laboral es esencial para garantizar el cumplimiento de estos bienes jurídicos
y evitar la comisión de delitos.
Un profesional del derecho penal debe tener una ética laboral sólida y estar comprometido
con la justicia y la verdad. Debe trabajar con integridad y honestidad, y ser respetuoso con la
norma y los derechos de los demás. Debe ser responsable y comprometido con su trabajo y
estar dispuesto a asumir las consecuencias de sus actos. Además, un profesional del derecho
penal debe ser justo y equitativo en su trabajo. Debe tratar a todas las personas de manera
igualitaria y no dejarse influir por prejuicios o discriminación. Debe ser imparcial y basar sus
decisiones en los hechos y la ley, no en sus propias opiniones o intereses personales.
Es importante tener en cuenta que el derecho penal es una rama del derecho que tiene un gran
impacto en la sociedad y en las vidas de las personas. Un profesional del derecho penal debe
ser consciente de esto y actuar con responsabilidad y ética en todo momento. Debe ser un
defensor de la justicia y trabajar para proteger a la sociedad de las conductas delictivas,
además de garantizar el debido proceso para todo aquel que sea acusado.
En el ámbito laboral, es común encontrar situaciones en las que se ponen en juego los
principios éticos de las personas. Por ejemplo, en muchas ocasiones se pueden presentar
tentaciones para obtener beneficios personales a través de la corrupción o el engaño, o se
pueden encontrar presiones para realizar actos ilegales o injustos en beneficio de terceros. En
estos casos, es esencial que las personas actúen de manera ética y cumplan con sus
responsabilidades y obligaciones, incluso si esto significa enfrentar dificultades o tomar
decisiones difíciles.
Para superar estos desafíos, es esencial que un profesional del derecho penal tenga una ética
laboral sólida y comprometida. Debe ser capaz de resistir las tentaciones y presiones y
mantenerse fiel a sus valores y principios. Debe tener la fortaleza y la determinación para
tomar decisiones difíciles y actuar en consecuencia, incluso si esto significa enfrentar críticas
o consecuencias desagradables.
La presunción de inocencia
La presunción de inocencia es un principio fundamental del derecho penal que establece que
toda persona acusada de un delito es considerada inocente hasta que se demuestre su
culpabilidad por vía judicial y más allá de toda duda razonable. Este principio es esencial
para proteger los derechos de las personas y garantizar la justicia en el sistema penal.
“En todo juicio el imputado se medirá contra el poder del Estado, ya que es el Estado
mismo el órgano que sostiene la acusación frente a un ciudadano común y corriente.
Este simple hecho ya pone en desventaja al procesado, frente al poderío que
representa su contraparte. Es por eso, que el ciudadano debe llegar al juicio arropado
de una serie de derechos que sirva de contrapeso a ese poderío y que al tiempo le
permita una especie de coraza para poder competir con más o menos igualdad frente a
la acusación.” (Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2015)
Este dilema ético se manifiesta de varias maneras en el ejercicio del derecho penal. Por
ejemplo, puede ser difícil para los fiscales probar la culpabilidad de un acusado más allá de
toda duda razonable, lo que puede llevar a la liberación de sospechosos que podrían ser
peligrosos para la sociedad. Por otro lado, también puede haber casos en los que una persona
es considerada culpable sin pruebas suficientes, lo que viola su derecho a un juicio justo y a
la presunción de inocencia.
Para resolver este dilema ético, es esencial que se cumplan estrictamente los procedimientos
legales y se respeten los derechos de las personas acusadas de delitos, especialmente el
debido proceso. Esto incluye garantizar que se les proporcione un abogado de defensa, que se
les informe de sus derechos y que se les someta a un juicio justo y equitativo. También es
importante que se respete el principio de la presunción de inocencia durante todo el proceso
penal, incluso cuando se sospeche de la culpabilidad de una persona.
Además, es esencial que se tomen en cuenta tanto los derechos de las personas acusadas
como los derechos de las víctimas y de la sociedad en general. Esto significa equilibrar la
protección de los derechos de las personas con la necesidad de proteger a la sociedad de la
delincuencia y hacer justicia a las víctimas de delitos.
El caso Courvoisier es un famoso caso de la historia del derecho suizo que involucra a
François Benjamin Courvoisier, un joven criado y mayordomo que fue condenado y
ejecutado por el asesinato de su empleador, Lord William Russell, en 1840.
El caso se convirtió en una de las causas célebres más conocidas de la época debido a la falta
de pruebas concluyentes en contra de Courvoisier y a la creencia popular de que había sido
víctima de una conspiración. A pesar de esto, Courvoisier fue condenado y ejecutado en el
Patíbulo de Newgate el 15 de julio de 1840.
Hugo Omar Seleme dice: “El Estado legítimo no es sólo aquel que tiene permitido el
ejercicio de la coacción, entendiendo por esto que sus ciudadanos no tienen derecho a no ser
coaccionados. El Estado legítimo, en ciertas circunstancias, tiene el deber de coaccionar.
Específicamente, el Estado tiene la obligación moral de castigar al culpable de un delito y de
no castigar al inocente” (Seleme, 2012)
Uno de los principales desafíos a los que se enfrentan los abogados defensores al defender a
un culpable es cómo hacerlo de manera ética y coherente con sus valores y principios.
Algunos argumentan que es su deber profesional defender a todos sus clientes con igualdad
de oportunidades y sin discriminación, mientras que otros argumentan que es necesario tener
en cuenta el impacto de la defensa en la sociedad y en las víctimas del delito.
Ser un buen abogado significa tener una serie de cualidades y habilidades que le permiten
desempeñarse de manera eficiente y ética en el ejercicio de su profesión. Algunas de estas
cualidades y habilidades incluyen:
Fuentes: