Lucas 15
Lucas 15
Lucas 15
Lucas 15:3-32
respuesta de Jesús a los Fariseos era a través de parábolas, habitualmente
identificada como 3 parábolas; la de la oveja perdida, la de la moneda perdida
y la del hijo pródigo, que son como 3 partes de una parábola extensa, como 3
fotografías en un mismo marco, o como un tríptico.
Vamos a leer los versículos 3 al 7, que exponen la
Parábola de la oveja perdida
"Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, si
tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el
desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la
pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y
vecinos, y les dice: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se
había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que
se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento."
Esta es la primera figura del tríptico. Este se relaciona con un tipo de persona,
la oveja esta perdida y se da cuenta de su situación pero no sabe como
regresar, así muchas personas están perdidas y no saben como encontrar el
camino buscan alternativas a través de sacrificios para que su situación se
revierta. El pastor de esta parábola es el gran Pastor, Jesucristo. Nosotros
somos las ovejas. El tenía 100 ovejas y una de ellas se perdió. Francamente,
comenzar con 100 ovejas y terminar con 99, era un porcentaje bastante
bueno. Sin embargo, este Pastor no se conformaba con solo 99 ovejas. Cuando
una de ellas se perdió, salió a buscarla. Cuando la encontró, la puso sobre Sus
hombros, que era el lugar y símbolo de la fuerza. Él era y es capaz de salvar
para siempre Cuando el pastor comenzó con 100 ovejas, llegará al final con
esas 100 ovejas. Esta parábola es una figura del Señor Jesucristo que busca a
aquellos que le pertenecen.
Leamos ahora los versículos 8 al 10, que explican la
Parábola de la moneda perdida
"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la
lámpara, barre la casa y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la
encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Gozaos conmigo, porque
he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante
de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente."
Esta es la segunda figura del tríptico. La moneda era una dracma, moneda
griega de plata, que solo se menciona aquí en el Nuevo Testamento y que
equivalía aproximadamente a la paga de un día.. simboliza a las personas
insensibles si vemos una moneda no se da cuenta que esta perdida, no sabe
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sí mismo. Todo lo que había recibido, le había sido facilitado por su padre. No
lo había obtenido por su capacidad, por ser más inteligente o por haber
trabajado duramente. El dinero que se llevaba se debía a que tenía un padre
muy generoso. Y así fue que el muchacho se marchó a un país lejano.
Ahora la escena cambia y tenemos que colocar otra imagen, que se encuentra
en un país distante. Este joven supo lo que la gente entiende por "pasarlo
bien". Teniendo dinero, recorrió todos los lugares de diversión y tuvo amigos
dispuestos a acompañarle en todo momento. Por un tiempo, vivió a tope todos
los placeres del pecado. El Señor no nos dio detalles de lo que hizo, pero
podemos imaginarlos. Y así fue su vida mientras le duró el dinero. Sin
embargo, un día se dio cuenta de que el capital se había consumido. Leamos el
versículo 14:
"Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia
y comenzó él a pasar necesidad."
Poco tiempo después el pecado rápidamente arruinó todo, el irse a un lugar
distante indica el deseo del hombre de estar lejos del padre, el pecado aparta
de todo y hace que se encondan en el trabajo ,los vicios placeres
No solo se encontró él en una mala situación financiera sino que el país estaba
atravesando una gran crisis económica. Y en el país donde el pensó que los
pastos eran más verdes, vio como éstos se secaban. La gente sufría de
hambre y él no supo qué hacer. Lo cierto es que no se atrevió a regresar a su
casa. No debía haber tenido temor de volver, pero lo tuvo. Y este muchacho ya
no podía caer más bajo. En su desesperación y en un principio no se habrá
imaginado que llegaría hacer lo que ningún judío habría hecho a menos que
tocase fondo. Empezó a buscar trabajo e intentó recurrir a aquellos amigos que
parecían dispuestos a prestarle ayuda en los momentos difíciles. Aquellos que
él había invitado a banquetes, corriendo con todos los gastos de las
diversiones compartidas. Les manifestó que lo estaba pasando muy mal y les
pidió si le podían sacar del apuro o conseguirle un trabajo. Y después de
recorrer toda su lista de amigos, fue encontrando todas las puertas cerradas y
el rechazo de todos, llegando a la conclusión de que no tenía amigos
verdaderos en ese país lejano.
Continuemos leyendo los versículos 15 y 16:
"Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo
envió a su hacienda para que apacentara cerdos. Deseaba llenar su vientre de
las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba."
Imagino que algún día terminó vagando por las afueras de la ciudad y vio a un
hombre criando cerdos en un lugar fácilmente identificable por el olor
nauseabundo que despedía. Y le pidió trabajo. Supongo que el hombre le
habrá respondido. "Esta bien, pero yo no puedo pagarle. Ud. ya sabe las
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dificultades que estamos pasando. Pero, si Ud. puede con los cerdos, al menos
podría comer aquí". Cuando el Señor dijo que el joven deseaba llenar su
estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba, los
israelitas que le escuchaban, tanto Fariseos como recaudadores que aquel día
estaban escuchando esta parábola, no habrán podido evitar una mueca de
repugnancia, porque un hebreo no podía caer más bajo que eso. Porque, para
empezar, como judío no podía tener nada que ver con los cerdos, de cuyo
contacto quedaba excluido por la ley de Moisés. Pero rebajarse a estar viviendo
con ellos, era horrible e inconcebible. Esta es la figura que pintamos ahora, ya
en colores muy oscuros. Realmente, había tocado fondo.
Alguien diría inmediatamente. "Este es un pecador que se va a salvar". Pero
esta no es la imagen que refleja esta historia. Este no era un pecador que
necesitaba la salvación. Cuando este joven estaba en su hogar viviendo con su
padre y disfrutando de aquella relación familiar de compañerismo, era un hijo
en la casa y no había ninguna duda de ello. Cuando se fue al país lejano y
estuvo allí despilfarrando su dinero, era aún el hijo. Esa realidad nunca se
cuestionó. Y cuando cayó tan bajo que llegó a tocar fondo y estuvo viviendo
entre los cerdos, era el mismo hijo, aunque si tú o yo hubiéramos estado a
cierta distancia mirando al grupo de cerdos, no lo hubiéramos podido
diferenciar de uno de ellos. En esta historia que el Señor contó nunca hubo
dudas acerca de si este joven era o no el hijo extraviado de la casa de su
padre. Fue el hijo, durante toda aquella aventura.
Sin embargo, debemos entender cual es el énfasis principal de la historia. La
parábola no explica cómo un pecador se salva, pero revela el corazón de un
Padre que, no sólo salvará a un pecador, sino que también recogerá en su
hogar a un hijo que pecó.
Después de la imagen oscura de esta historia, es hora de que veamos algunos
colores brillantes que el Señor incluyó en esta historiael joven, allí en la
pocilga, fuera de toda relación con su padre, el Señor comenzó a pintar los
planos coloridos y brillantes. Leamos el versículo 17:
"Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!"
Observemos la frase "volvió en sí". El pecado produce un efecto terrible en
nosotros. Nos hace ver el mundo desde un punto de vista falso. Nos hace
vernos a nosotros mismos bajo una luz errónea. Nos hace ver los placeres de
este mundo en una perspectiva equivocada y cuando estamos bajo la
influencia del pecado no vemos correctamente. Leamos los versículos 18 y 19:
"Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros."
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Hay muchos cristianos que están viviendo en un país lejano como el de esta
parábola. Han sido bendecidos con todas las bendiciones espirituales, pero
están viviendo en la pobreza, porque no han tomado posesión de esas
bendiciones. Dios dice: "Son todas vuestras; todo lo que yo tengo os
pertenece, tomadlo" Nuestro Padre celestial es rico en bendiciones espirituales
que nos pertenecen a nosotros. Pero Él no nos las va a imponer. Nosotros
tenemos que extender nuestras manos y tomarlas.
Alguien dijo que había un tercer hijo en la parábola del hijo pródigo. Hemos
visto al hijo más joven, que quebrantó el corazón de su padre, y al hijo mayor
que no tenía con él una relación de comunión. El tercer Hijo era el que
pronunció la parábola, Jesucristo, el Hijo de Dios. El es el hijo ideal, sin
pecado. El vino a un país lejano, no para evadirse sino para cumplir la voluntad
de Su Padre. No tuvo una vida de desenfreno sino de servicio, sacrificio y
muerte. No era un hijo pródigo, sino el príncipe de Paz, que derramó Su sangre
por los pecados del mundo. No fue un hijo obstinado sino dispuesto
voluntariamente para el sacrificio. Y dijo, en Juan 1:12: Mas a todos los que le
recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios.
Si tú eres el hijo que se fue al país distante, puedes regresar al Padre
confesándole tus pecados. O quizás seas como el hermano mayor, que estaba
fuera de una relación íntima con su padre. No tenía amor ni interés por su
hermano. Pensó que estaba sirviendo a Dios, porque no había quebrantado las
normas, como su hermano. Pero nunca había disfrutado de una fiesta con sus
amigos. El Padre le había dicho: "Todas mis cosas son tuyas". ¡Qué maravilloso
en tener un padre así!