Revista Andina 26
Revista Andina 26
Revista Andina 26
Alejandro Isla
Julie Taylor
Este artículo reelaborado fue presentado inicialmente como ponencia al VI Coloquio internacional
"Identidad en los Andes" celebrado en octubre de 1994 en San Salvador de Jujuy/Argentina; orga-
nizado por el Centro Bartolomé de las Casas, la Universidad Nacional de Jujuy y CLACSO. Agra-
decemos todos los comentarios y sugerencias que promovió. Asimismo, queremos expresar nuestro
reconocimiento a la National Endowment Far Humanities por el apoyo brindado a esta investigación.
l. Introducción
La reaparición de Bussi
Este trabajo pretende resaltar que el "bussismo" - la tendencia política encabezada por
el general Antonio Domingo Bussi, 2 representada en un partido poi ítico - gobernador de la
provincia de Tucumán (Argentina), durante la última dictadum militar (1976-1983), célebre
por su papel como represor, no es lo que a primera vista parece: una contradicción anómala
dentro de la democracia restaurada.
Entre los cargos principales, al General Bussi se le acusa de torturas reiteradas, ho-
micidio calificado, privaciones ilegítimas de la libertad en aproximadamente 4(X) casos. Y
también encama la herencia del terror de la dictadura militar en una etapa de libertad y
respeto por los derechos civiles. Para nosotros la cultura de violencia y terror3 de aquella
dictadura, ha sido también recreada y potenciada en la etapa democrática. Esta recreación se
basa a la vez en una cultura del terror que no se debe sólo a la represión más reciente (1976-
1983) sino que tiene sus raíces históricas y simbólicas entre los sectores populares del
Noroeste argentino, dentro del marco de culturas locales y de la cultura más amplia argentino-
occidental. Una cultura de terror ha permitido licuar, destruir, o aplastar identidades étn icas
en las culturas subalternas de la región ligadas históricamente a las culturas de los Andes
centrales.
Los mecanismos por los cuales se ha impuesto el terror en Tucumán ilumina el trato
de lo "diferente" en la Argentina, una tradición de exclusión violenta. Si bien estos mecanis-
mos no han sido dirigidos específicamente sobre la población andina argentina, las culturas
subaltemizadas de esta región han sufrido parte del trnto habitual que el Estado nacional
2 En 1995, el general Bussi fue elegido, por fin, gobernador de la Provincia de Tucumán.
3 El tema del "terror, los derechos humanos, el terrorismo de Estado ... " tienen una vigencia absoluta
en la consternada sociedad argentina, al momento de reescribir este artículo, debido a los testimonios
de un oficial de la marina de guerra que participó en uno de los principales centros de detención
clandestina de desaparición de personas, durante la última dictadura militar. El episodio del testimo-
nio amplificó y desenterró el inconcluso tema de "los desaparecidos" y los compromisos de instituciones
y diferentes sectores sociales del país con la represión (Verbitsky 1995; series de artículos en Página
12 de marzo y abril de 1995, programas periodísticos de TV, etc.). Una sombra ominosa pesa sobre
la conciencia de los argentinos, como un trauma no resuelto, que inexorablemente resurge periódi-
camente, como un torrente de lava, en las discusiones familiares, cotidianas y de los medios. En el
terreno académico los antropólogos están prestando cada vez más atención a las relaciones entre el
"terror", el Estado y la cultura Un excelente artículo de comentario y recopilación bibliográfica sobre
estos temas es el de Nagengast (1994); Taussig en su estilo realiza una profunda y sintética reíle!lión
acerca de la "violencia como cotidianeidad" y del "fetichismo estatal" (1992); Feldman realizó una
reflexión sugestiva en tomo de la utilización de la "anestesia cultural" (de Adorno) para "proteger"
a los ciudadadnos (especialmente de EE.UU) de las imágenes de violencia y terror producidas en todo
el mundo. Sobre los problemas de representación de "terror y violencia" en la cultura urbana y en
los medios , también Pence (1994 : 525-547). Sobre derechos humanos, sus organizaciones actuales y
la reciente historia argentina, véase el excelente trabajo de Brysk (1994). Sobre la cultura de los
campos de concentración nazis y las prácticas de la vida cotidiana en el campo, el excelente trabajo
de Pollak, del equipo de Bourdieu. Sobre el diablo y los pactos, Edelman (1994) rediscutc la
bibliografía teórica a la luz de casos en Nicaragua y Costa Rica; también Taussig está revisitando
el tema con un por ahora borrador experimental.
ejerció sobre minorías y etnías diferentes. Además es relevante el hecho de que rasgos de
estas culturas andinas argentinas", como todas las culturas, reflejan elementos de la cultura
dominante o del contexto cultural. Este caso, como la mayoría de las culturas andinas, se
encuentra contextualizado por una cultura de violencia y terror, substrato del capitalismo
hasta hoy en día, en su expresión neolibcral.
El punto focal de este estudio es lo que se percibe como un cambio de la identidad
tucumana por el terror. La provincia de Tucumán nos presenta una paradoja: un Tucumán
contestatario y en proceso de profundizar la democracia obrera y sindical en amplios mo-
vimientos de base se transforma en un Tucumán "bussista", percibido, por lo tanto, como
pasivo, dócil y autoritario. Más aún, un Tucumán altamente luchador, con ampliación de las
bases de participación y representación obrera, habría convivido históricamente con una
cultura del terror ligada a la plantación de caña de azúcar. A través de la historia, Tucumán
se nos presenta con cuadros de distintos grados de terror. Deseamos explorar cómo se vivió
este terror, cómo se extendió dentro de distintas poblaciones, por todo el Noroeste argentino
y cómo se simbolizó y transformó en ficciones.
La provincia de Tucumán, trJdicionalmente concebida como la más peronista de la
Argentina 5 ha mutado notoriamente las identidades políticas y sociales6 y contrasta fuerte-
mente con la de los años 1970 por lo menos en dos aspectos: la protesta social y la respuesta
política. En efecto, si uno analiza los resultados electorales a partir de 1983 se advierte un
incremento explosivo de los partidarios de Bussi7 , en la misma provincia que castigó bajo
4 Utilizamos un criterio operativo-histórico, ya que no contamos con buenas etnograffas históricas sobre
las mismas como para rastrear "rasgos" de culturas de los Andes Centrales. Hablamos de tales por
las que han estado o aun persisten mutiladas y fragmentadas, en los cordones montañosos con su ceja
de vegetación tropical hacia el este, altiplanicies y valles de altura de las provincias de Jujuy, Salta,
Catamarca, Tucumán. También habria que mencionar a Santiago del Estero que conserva un bolsón
de población qui chua-parlante, a diferencia del resto, donde se ha perdido la lengua. O sea constituyen
un territorio que fue dominado por los Incas en su expansión hacia el sur. Pero las culturas compren-
didas en el " Noroeste argentino" presentaban diversidades muy fuertes entre sí; cultivadores, pastores,
cazadores-cultivadores, que además respondían a diferentes tradiciones lingüísticas.
5 En las elecciones durante la primera época de Perón del 46 al 55 siempre ese movimiento sacó más
del 70%. En 1973, en las dos elecciones presidenciales que se celebraron, el Frente Justicialista
obtuvo en la primera el 53% y en la segunda más del 60% de los votos.
6 El 'peronista' en su inicio no fue un partido más; incorpora a la vida política del país a una clase
trabajadora joven que simultáneamente logra su sindicalización, así como otras conquistas sociales.
Liga permanentemente el discurso político y la práctica social. De esta forma amplía la noción y las
prácticas de ciudadanía, relacionando los alcances de la "democracia" en términos de sociedad po-
lítica, al logro de la "justicia social". Estas relaciones fueron materia de muchas elaboraciones de la
militancia y el activismo de la Resistencia (55-73) desperdigadas en revistas, discursos, artículos, etc.
Dicho por James: "El atractivo político fundamental del peronismo reside en su capacidad para
redefinir la noción de ciudadanía dentro de un contexto más amplio, esencialmente social" (1990: 27)
quien se refiere obviamente a sus inicios. Esto construyó una identidad política-social como "clase
trabajadora" mucho más profunda y perdurable que la simple lealtad partidaria
7 El general Bussi fue el continuador del Operativo Independencia en Tucumán. El primero fue el
genernl Vilas. También Bussi fue gobernador en la única provincia argentina en la cual la dictadura
superpuso en la misma persona los roles de gobernador y jefe del comando en operaciones. En las
demás provincias argentinas el gobernador era un militar retirado, quien no tenía mando militar. Esta
su gobierno militar. En aquel año el general no se presentó con ninguna lista y el partido
Bandera Blanca, un partido provincial de cuño conservador, sacó escasos 415 votos. El
triunfo -aunque no abrumador como sugerían las tendencias históricas- fue para el pcronismo
que obtuvo un 51,9 % de los votos, seguido del radicalismo8 con un 37,4 %. En la sigui ente
elección de renovación de diputados en 1985, el radicalismo superó por primera vez en la
historia al peronismo, y ésta debería haber sido una luz de aviso que demostraba que las
antiguas identidades-lealtades partidarias, y en particular la pcronista, podían disolverse. Se
estaba premiando con el voto radical los dos primeros años de Alfonsín y castigando el
pésimo gobierno peronista provincial.
Bandera Blanca vuelve a reaparecer, después de la derrota de 1983, recién en 1987
de la mano de Bussi y entonces sacan 98.453 votos que significó un 18,2 % del total,
obteniendo el cuarto puesto9 • Luego de ese año, Bussi decide separarse de Bandera Blanca
y fundar Fuerza Republicana. Poco después, en 1989, en las elecciones presidenciales y de
legisladores nacionales y provinciales desplaza del segundo lugar al radicalismo con un
26,5 % de los votos. Se preparaba -frente al estupor del resto de la nación que observaba
atentamente el fenómeno- para ganar la gobernación que se disputaría en 1991, en la que
alcanzó un 43, 1% de los votos, derrotado por un margen estrecho por el justicialismo10 • De
esta elección quedó un sabor amargo de fraude entre los bussistas, especialmente en la
población de la capital de la provincia, donde se impuso un candidato de Fuerza Republicana
como Intendente, quien gobierna la ciudad capital hasta el presente.
En 1993, para la elección de diputados, Bussi obtiene un 32,9%, quedando su partido
estabilizado como tendencia y próximo del primero, el partido de Palito, que alcanza un
39,9% de los sufragios. Por fin, en abril de 1994, el general Bussi triunfó rotundamente
-en elecciones de constituyentes para la reforma de la constitución nacional- por más de
30.000 votos sobre el partido justicialista. Pero lo que más exige de nuestra atención, es que
su partido triunfó en los departamentos donde la represión durante la dictadura fue proba-
blemente la más violenta de la Argentina 11 ; y que además "el bussismo" es preponderante
entre los sectores obreros, desocupados y capas medias bajas de la ciudad capital provincial 12 •
condensación de funciones fue explicada por el hecho de que en Tucumán se libraba una "guerra
de guerrillas rurales", en donde se hablaba prácticamente de "frente de batalla". Bussi fue gobernador
durante un año y medio; luego siguió a cargo del Operativo Independencia, manteniendo su presencia
activa en la provincia hasta 1983, fin del período dictatorial 'Proceso de Reorganización Nacional'.
8 El sistema político radical.
9 El peronismo, por la crisis provincial, había ido dividido y tuvieron que llegar a un trabajoso y
cuestionado acuerdo en el colegio electoral para quedarse con la gobernación. Por primera vez Bussi
se sentaba a negociar con sus electores, con los demás partidos de la democracia
10 Encabezado por "Palito" Ortega, un otrora cantante popular y nativo de la provincia, devenido
empresario en Miami, e "invento Fujimori" de Menem como alternativa de gobierno frente al pro-
fundo desprestigio de los políticos en el país y en la provincia en particular. El partido Justicialista
en Tucumán, como frente electoral, llevó el nombre de Frente de la Esperanza, en la campaña de 1991
cuando triunfa "Palito" Ortega
11 Con la excepción de Lules, triunfa en Famaillá, Monteros, Río Chico, Chacligasta y Tafí Viejo,
departamentos del pie de monte del Aconquija. De Lules es oriundo Ortega, y el pueblo guarda un
gran orgullo por haber legado al país y a la provincia su cantante-gobernador.
12 San Miguel de Tucumán, que tiene 690.000 habitantes, expresa su adhesión a Bussi desde las elec-
ciones del 91. Una muestra al azar de 200 hogares de diferentes sec tores sociales fueron entrevistados
¿Cuáles fueron las razones que indujeron a los más golpeados por la represión a votar
por representantes que habían ejercido sobre ellos tanta violencia y tanto horror? Una res-
puesta a esta pregunta la podemos buscar en fuentes que a primera vista parecerán extrañas:
el diabólico Perro Familiar y el Lobisón.
En ese paisaje político de los sectores populares andan dos monstruos míticos, que
surgen más de la cultura del terror, pero que actúan también sobre las prácticas culturales
democráticas. Estos seres nos hablan de relaciones, en una zona amplia, entre el trabajo y
el trabajador, el lucro y la industria, el obrero y su patrón, y el hombre con sus gobiernos y
sus gremios. Son el Perro Familiar y el Lobisón 13 •
"La leyenda más difundida en el Norte es la del llamado perro familiar .. . . Según
esta, es un perro gigantesco que arrastra grandes cadenas mientras despide fuego por
sus ojos y su boca. Este engendro demoníaco era el guardián de la fortuna de los
dueños de ingenios azucareros .... La gente contaba que ese perro se alimentaba de
carne humana, de la de los peones. Peón que tenía problemas con el patrón, peón que
desaparecía "comido por el Familiar". Según algunos, un solo hombre le peleó al
Familiar y le ganó. Lo hizo armado de un puñal de plata en su mano izquierda y una
cruz, del mismo metal, en su mano derecha. Pelearon desde la medianoche hasta que
cantó el gallo. En esos instantes el Familiar, derrotado, reventó y desapareció envuelto
en una nube de azufre" ... "Estos cuentos y leyendas ... servían para darnos a todo el
grupo [de chicos], un cagazo padre ... " (Perrone 1976:38-39).
"El del familiar [del Ingenio "La Esperanza"] era muy sonau hace muchos años,
cuando recién hi caído por aquí. Resulta que los patrones del Ingenio para hacerse más
ricos, habían teníu un contrato con el familiar, que es el diablo, de darle cada año un
pión pa que lo coma. Y dicen que lo cumplían y taban cada día más ricos. Todos los
años dice que desaparecía un pión y nunca se sabía ánde se había ido ni qué si había
hecho. Ahí, en la fábrica, dice que los gringos tenían un cuarto oculto con herramientas
ande vivía el familiar. Entonces mandaban a ese cuarto a un pión para que saque
herramientas. Y siempre tenía que ser uno nuevo, que recién haiga veníu a estos
trabajos. Dicen que el hombre dentraba y no salía más. ¿Quí había síu? Que el
familiar se lo comía." (Vidal de Battini 1980: 803-804).
en marzo de 1993, para comprender las relaciones entre neoliberalismo, prácticas cotidianas, y opi-
nión política local (Selby-Isla, entrevistas NSF-CONICET).
13 La presencia del Lobisón en las leyendas parecería de menor importancia que la del Familiar, y tal
vez esté extinguiéndose. Sin embargo una de las versiones -la citada en tercer lugar- unió ricamente
los dos engendros demoníacos. Al presente estamos trabajando en el análisis de diferentes versiones
contextuadas históricamente.
Existen versiones de estos mitos que juntan a los dos (Familiar y Lobisón), y al hacerlo
comentan sobre la parndoja de un pueblo contestatario y participativo, a la vez que pasivo
y autoritario:
" ... El asunto del 'perro familiar' es así; dice que ellos anda en todo el mundo. Ya a
ver que nosotros los trabajadores no los conocimos a los dirigentes ni de Bolivia ni
del Parnguay; pero ellos sí, los patrones se conocen los de Rusia, de Norteamerica,
del Japón de todos lados. Ellos tenían acuerdo con los zares de Rusia, la familia de
Romanov de Rusia; ellos traen perros grandes, galgo ruso, negro o si no lo teñían de
negro, los largaban de noche con una larga cadena. Como eran perros muy grandes,
otros perritos aullaban. En las noches de plenilunio, los perros siempre le aúllan a la
luna, y más cuando ven a un animal enorme como estos, semejante, que parecía un
toro. Los perros, un griterío bárbaro. Los perritos iban a enfrentar y estos los mataban,
o los matones que iban por detrás los mataban a los perros y después decían que los
perros habían muerto. La cosa es que era así; y bueno la cosa era así.
Ellos, por ejemplo, en todos los fondos que tenían ellos de caña en noche de pleni-
lunio salía un perro a recorrer la estancia y siempre había una víctima; desaparecía un
hombre o lo mataba a un hombre. Resulta que habían hombres muy valientes que se
deciden a descubrir eso y lo esperan al perro en noche de plenilunio, al Perro Familiar
y lo enfrentan.
Por lo visto son testigos de que no desaparecen los obreros porque el perro los come,
sino porque el perro era cuidado por una banda de delincuentes que andaban para atrás
del perro que eran pagados por los patrones, para meter miedo a la gente. Si alguien
le hacía al perro algo, el grupo ese lo levantaba a ese que lo enfrentaba y lo levantaba
al perro muerto, le pegaba balazos con escopeta o a otro lo han apuñaleao. Pero
después no han aparecido ninguno de los dos.
Bueno pero después los anarquistas cuentan de que no era tan así, de que no había
ningún misterio, ni era el diablo sino que era una cosa creada por los hombres estos 14 •
Seres humanos.
Cuando había un caso de esos que desaparecía un hombre los patrones y los capataces
de los ingenios instigaban a la gente de que había que meterle fuego al viejo tal porque
tenía siete hijos, el séptimo hijo ese era Lobisón.
No era lo mismo que el Perro, nada más que como aparecía el Perro Familiar, ellos
dicen que se transformaba en Perro Familiar el séptimo hijo varón. Por más cobarde
que seas vos, vos sos valiente, porque tenés siete hijos parn tirarle la bronca a cual-
quiera, te van a defender. El que no tiene ningún hijo varón no tiene cómo darle al
dueño porque está solo, entendés. O sea que la mayoría de los hombres que tenían
14 " ... Alfredo Guzmán, Clodomirn 1-lileret y el otro Martín Vero ..." dueños históricos de ingenios.
sieLe hijos 15 no se dejaban avasallar sus derechos en el ingenio; que les paguen lo que
se les baje la gana" (Isla: entrevistas, diciembre 1993).
Pero los cañaverales del Noroesle argentino no son el único lugar del mundo donde
semejanLes seres amedrentan obreros. Los Lrabajadores de la industria azucarera de Colombia
hablan de pacLos con el diablo para incrementar riqueza. Semejanzas enLre los pacLos argen-
tinos y colombianos de un lado y las creencias de los mineros bolivianos han sido destacadas
por el anLropólogo Michael Taussig, basándose en su propio u-abajo de campo y el de June
Nash (Taussig 1980; Nash 1979).
"En dos distanles vaslas áreas rumies de Sudamérica, cuando campesinos cultivadores
se transforman en trabajadores asalariados sin tierra, invocan al demonio como parte
consliLutiva del proceso de manLener o incrementar la producción ...El Demonio y el Mal
condimentan la metafísica del modo de producción capilalisla en estas dos regiones.
EnLre los desplazados campesinos negros, quienes son empleados como trabajadores
asalariados por la rápida expansión de las plantaciones de caña de azúcar en el Valle
de Cauca en Colombia, son sólo algunos quienes entran en los paclos secrelos con el
demonio parn lograr incrementar su producción y entonces su salario. Cada paclo es
mencionado como Leniendo funestas consecuencias para el capilal y para la vida
humana, la tierra se volverá esLéril, y los animales no prosperarán y morirán. Así
mismo, la caña de azúcar se tomará infecunda; Lambién es mencionado que el indi-
viduo que hace el pacto morirá premalurnmenle y con sufrimienlos.
15 " ... Bueno la cosa es que en el año 1900, 1890, se hace pesao el crimen en Tucumán, porque ha bía
masacre de gente; no víctima del perro El Familiar, sino porque le decían -a la gente- que lo mataran
al 'perro Familiar'. Porque instigaban a la gente a que el que tenía vario hijo, el séptimo hijo varón
era el diablo, era el Lobisón decían. De noche de plenilunio venía y se transforma en diablo. Y ese
comía gente, hacía desaparecer. [Pero no era así; sino lo que cuentan los anarquistas; la cosa es que
Sáenz Peña, siendo diputado de la Nación y el padre del Presidente, Luis Sáenz Peña, . . . presenta
un proyecto a la cámara de diputados, y nadie le da pelota, pero cuando es presidente él hace la ley
Sáenz Peña del voto universal y secreto, y al mismo tiempo hace la ley de padrinazgo presidencial
porque él veía que en Tucumán era muy grande la creencia de que el diablo existía y que el 7mo.
hijo varón es el hijo diablo; y hace la ley para que el 7mo hijo varón sea bautizado, en un bautizo
público y que el padrino de ese chico sea el presidente de la Nación ... " ... y entonces no sea irreme-
diablemente asesinado.
¿Se podría interpretar que con la ley Saénz Peña ya no era necesaria tanta solidaridad y respaldo físico
de los siete hijos varones, para enfrentar a la patronal?
Si bien impactan las semejanzas de los lazos entre el diablo y la riqueza 16 generada
por la industria en dos países distantes, constatamos también diferencias igualmente fuertes.
Entre los trabajadores azucareros con los que habló Taussig, el peligro de los pactos con el
diablo se daba solan1ente entre los grupos de obreros, mientras que los dueños quedaban
inmunes (Taussig 1980: 110). En la industria azucarera argentina, los pactos no son iniciados
por los trabajadores sino por los propietarios de ingenio, cuyas fortunas pueden gozar de
incrementos o esfumarse vertiginosamente, de la misma manera que sufren los peones co-
lombianos del azúcar. La obra muy conocida de Taussig sugiere una relación entre las
imágenes del Mal de los campesinos que se integran en el proletariado de la industria en
expansión, y la enajenación que perciben como extraña y peligrosa en su nuevo trdbajo
asalariado. Tales elementos parecen estar presentes en las versiones argentinas t.mnbién. Pero
cx ist.e en los rumores corrientes de los ingenios argentinos otro peligro má<;: la clara explo-
tación y represión de la fucr1.a de trabajo. En la figura del Perro éstas se meten en el seno
mi smo de la familia del dueño de la industria. Amenaza no sólo a peones individuales, sino
la solidaridad obrera total, porque ataca preferentemente a los obreros díscolos, según nume-
rosas versiones. Las otras versiones, recogidas en el campo y en las fuentes secundarias,
mencionan que las víctimas son los "parias"; "esa gent.e que no t.enía familia"; con ellos se
alimentaba el Familiar. "Por eso se movía el trapiche", o sea, por la desaparición de los
"díscolos" y de los "parias". El que se enfrenta al Familiar y lo vence, es un obrero "mítico",
un héroe; pero que no deja rastros. Se fue de la localidad, de la región; nunca más volvió.
¿Que logró sacarle una fortuna al patrón? Este le pagó para que "desapareciera". Ambas
alternativas aluden, de manera diferente, al peligro que amenaza al activismo obrero, tanto
como a los trabajadores de base del azúcar: la represión o el soborno.
En posible contraste con las recientes plantaciones ele caña de azúcar ele Colombia (la
industria más temprana de la República), el imaginario popular relaciona, en el caso de las
zonas argentinas del azúcar, a los dueños de la industria con formas de represión que incluyen
muertes horribles y 'desapariciones' ominosas augurando un uso futuro de la 'desaparición'
como instrumento político dentro de una tradición de represión. Como se verá más adelante,
también según el imaginario popular, las etapas de la historia de la represión en la Argentina
son relacionadas entre sí y han configurado una tradición de terror que señaliza hitos en la
memoria colectiva de gran parte de la población del Noroeste argentino.
16 Las diferentes versiones del Familiar tratan de explicar 'la riqueza' y 'la desaparición' de vidas de
obreros con la misma insistencia. La riqueza del patrón abruptamente concebida en el imaginario
popular se debe al pacto demoníaco; la desaparición de persona, , al alimento del Familiar, y por lo
tanto del pacto. En este aspecto el mito opera como una gran metáforn de la succión de vidas obreras
para engordar los 'tesoros' patronales.
En el interior de las versiones que citamos aquí del Perro y el Lobisón, encontrarnos
las dos tradiciones mencionadas al comienzo de este estudio que son centrales a la historia
tucumana y parecerían contradecirse: la de sumisión y docilidad frente a represiones feroces
y la lucha obstinada por emerger con autonomía y reconocimiento en sus expresiones
organizativas. Un bosquejo de las últimas décadas de esta historia nos muestra sus contra-
17 Poeta popular tucumano, murió entre 1965/70. Poema inédito cedido gentilmente por el historiador
Ramón Leoni Pinto.
dicciones internas, además de contrastes enlre la historia y los estereotipos ligados a esta
provincia del Norte argentino tan importante en todos los planos.
A partir del cierre de once ingenios azucareros a mediados de los años 1960, comienza
a propagarse la protesta social en todos los sectores populares de la provincia. Tucumán,
ligada al azúcar pero con un sindicalismo "combativo" fuerte, expresará su protesta por
medio de huelgas, tomas de ingenios y rutas y movilizaciones ma<;ivas18 • La cúpula sindical
de la FOTIA 19 (Federación Obrern de Trabajadores de la Industria del Azúcar, que también
representaba a los obreros transitorios, cortadores de caña) lideró esas luchas desde los
primeros años de lo que se conoce por "Resistencia peronista" 20 , poco después de 1955. O
sea que para 1966 había tenido bastante tiempo parn forjarse en la práctica contestaria y en
las formas de organización social con mayor representatividad de la que exhibían numerosas
organizaciones obreras. Sus dirigentes 21 , de amplia representatividad, bregaron por una ética
sindical de democracia de base; por ligar el dirigente del secretariado general a los reclamos
más pequeños, a la solicitud de cuerpos de delegados y obreros, que se estaban formando en
la experiencia de representación y protesta para renovar los cuadros intermedios y superiores.
18 La producción azucarera con su parte industrial : el ingenio y su parte más agraria: la plantación tiene
una antigüedad de implantación en Tucumán de más de un siglo. Reconoció una dificultad inicial
en relación al disciplinamiento del modelo c lásico de convertir campesinos en obreros: unos, los de
ingenio debían ser "permanentes", estables; mientras que se debía asegurar una gran masa de tran -
sitorios, durante seis meses, como cortadores y peladores de caña Al ingenio no le convenía un a
"proletarización" compl eta de los últimos (véase Rutledge, 1987). Para asegurarse en tonces el fluj o
anual de trabajadores migratorios la patronal debió utilizar di versos procedimientos; en general, todos
coerci tivos : racias, alquiler de latifundios con arrendatarios, peonaje por deudas, etc. Se impidió,
mediante sangrientas represiones, todo tipo de agremiación hasta mediados del siglo que corre; los
procesos laborales estaban caracteri zados por una represión violenta y cotidiana; obviamente acom-
pañados de estructuras rígidamente jerarquizadas entre patrones, técnicos, capataces, diferentes ca-
tegorías laborales de obreros. El tipo de producción caracterizada por una parcial prolctari zacion con
sus dos ciclos: de campo e Ingenio, exigieron de la patronal formas represivas constantes; el
"disciplinamiento", más que una etapa inicial, debió acompañar siempre los ciclos anuales de
cosecha-molienda.
19 Fue creada en 1944 después de largas y masivas luchas en donde lideraron anarquistas y socialistas
(Rosenzvaig 1988); por último, peronistas con una gran autonomía de las conducciones corporativas
como la CGT, así como del Partido Justicialista Fue el primer sindi cato argentino que reali zó una
huelga masiva contra Perón en su primer peíodo presidencial, por mejoras salariales y condiciones
de trabajo (entre otros, Little 1979).
20 Duró 18 años, de 1955 hasta 1973: "el retomo de Perón". Es un período muy rico para el análisis
de las "identidades-lealtades poüticas". Dentro de la Resistencia, existen negociaciones, claudicacio-
nes, colaboración, complicidad, heroísmo, resistencia en el movimiento peronista como conjunto
frente al Otro (enemigos): "los gorilas", como en muchas biografías de sus conspicuos represen-
tantes, líderes y mártires.
21 Atilio Santillán, Benito Romano, Leandro Fote, como muchos otros, fueron dirigentes obreros ejem-
plares que mezclaron su capacidad de negociación, con la misma de lucha, para defender los derechos
de sus representados. Estos como la mayoría de las cúpulas de los sindicatos independientes que
componían la FOTIA, más sus cuerpos de delegados fueron asesinados o "desaparecidos". Los
denunciados y reconocidos por los familiares alcanzan aproximadamente a los 295. Otros quedaron
en el olvido pues s us familias o amigos paralizados por el terror no realizaron denuncia alguna
22 Tenían voz y voto las más variadas tendencias políticas: radicales, peronistas, socialistas, trostki stas,
co muni stas, demócrata cri stianos, etc, tanto en la asamblea de ingenio como en la de federación.
23 No hay ttabajos buenos sobre el período; véase el anónimo "Argentina, Tiempo de violencia" y
Cren zel 1991.
24 La sucesión de gobierno militares: Onganía-Levingston y Lanusse.
25 Contando con el apoyo de Montoneros y ottos gremios a partir de la "Orden de Perón".
26 Por izquierda sacó el 4,8% en marzo de 1973 en contra de la "Orden de Perón".
27 Los 'ºUturunkos" en 1959; Taco Ralo que fue uno de los orígenes de las "Fuerzas Armadas Peronistas"
(FAP) en 1968 y la última la "Compañía de Monte Ramón Rosa Giménez" del "Ejército Revolucio-
nario del Pueblo" (ERP). Las dos primeras fueron peronistas, y la última tuvo un origen trotskista.
28 Donde se desarrolló el Operativo Independencia, especialmente en los departamentos del pie de
monte este del Aconquija: Famaillá, ver nota anterior.
"La industria azucarera, en el mundo todo, fue cimentada a fuerm de sangre.." (Tobías
Rossemberg, 1936).
" ... primero mataremos a los subversivos, luego a sus colaboradores, luego a sus sim-
patizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos" (General Iberico Saint
Jean 1976).
Algunos testimonios:
"La escuelita" queda en el centro del pueblo y es una construcción bastante precaria
por lo que, según los habitantes del pueblo, los movimientos de autos y vehículos
militares constantemente saliendo y entrando eran percibibles día y noche".
"Lo peor, cuenta la misma gente, eran los gritos constantes de los torturados y la
música a todo lo que da, día y noche. Algunos lo sienten todavía, pues "la escuelita"
volvió a su rol original: escuela primaria, parn enseñar a los niños los principios de
la argentinidad ... Otros sienten el olor rancio de la carne quemada y descompuesta por
la electricidad, o los olores nauseabundos de los cuerpos podridos arrojados en los dos
pozos ciegos. Pues allí también 'desaparecían' . . . " (Isla, entrevistas y notas de
campo, 1993!)4).
29 La Escuelita institucionalmente fue el primer campo en el país de los llamados Centros Clandestinos
de Detención; funcionó de febrero de 1975 a abril de 1976, a cargo del general Yilas, quien fuera
trasladado al sur (V Cuerpo de Ejército) donde inauguró otra "escuelita" (Partnoy 1986). Luego fue
trasladado a las instalaciones del viejo ingenio Nueva Bavicra (en frente del acceso a Famaillá) bajo
responsabilidad directa de Bussi. En esa zona funcionaban tres más simultáneamente (CONADEP
1984: 213 a 217).
Los militares lograron, al menos en algunas ciudades y caseríos (se puede presumir
la mayoría) de la Ruta 3830 , extender la tortura y sus efectos al conjunto de la población.
Todos fueron considerados inicialmente sospechosos y colaboradores de la guerrilla, y desfiló
por 'la escuelita' virtualmente toda la población. La 'cámara de tortura', con sus caracterís-
ticas tradicionales, secreta, obscura, húmeda y sin escape, fue extendida al conjunto del
poblado: fue pública, diurna, masiva. El efecto de la extensión de la cámara de tortura se
relaciona con la implantación y génesis de una cultura del terror con su propio espacio de
muerte31 (Taussig 1987) que retomaremos más adelante en las conclusiones de este estudio.
" ... cuando se levantaron a todos los fumigadores; eran un montón de chicos con sus
mochilas repartidos por los campos y entre los cultivos, entre Santa Lucía y el cerro
en las antiguas colonias; entre Santa Lucía y Acheral hacia la 38; entre Santa Lucía
y Famaillá, y quizá por otros lados que no me enteré; eran camiones y camiones de
pibes que se los Llevaron del mismo campo antes que volvieran a sus casas; seguro
para que los padres no alboroten. En los camiones los ataron como bultos y los
llevaron al Central (Departamento de Policía de San Miguel, la capital) y allí los
tortwaron a todos; que no tendrían más de 18 ó 20 años; ¿qué les preguntaban?, si
conocían extremistas, si eran amigos de los sindicalisas y delegados de los ingenios;
de estos tenían una lista completa; y ellos cómo no los iban a conocer si de allí mismo
eran. Y a los que decían que no conocían ni a su mamá, igual los picanearon; los
tuvieron dos o tres días y después los largaron. Se decía que los que torturaban eran
de Buenos Aires y de otras provincias ... " (Isla: entrevistas noviembre de 1993).
30 La Ruta Provincial 38 corre paralela a la cadena montañosa del Aconquija, en cuyas faldas se
encontraban numerosas plantaciones de caña de azúcar y los respectivos ingenios, que dieron origen
a una cadena de pequeños poblados y ciudades. En la zona del Aconquija se instaló la guerrilla rural
del ERP.
31 " ... el espacio de muerte es importante en la creación de significados y conciencia, mucho más en
aquell as sociedades donde la tortura es endémica y donde la cultura del terror florece" (faussig
1987 :4) siempre asociado a un verdadero 'episteme de las tinieblas' (lbídem,133) donde se
transforman víctima y victimarios.
32 Alianza Anticomunista Argentina, organismo paramilitar y parapolicial que dirigía el Ministro de
Bienestar Social del gobierno de Isabel Perón, José López Rega.
" ... Y bueno, casualmente, los 'perros' 35 , yo le he leído ese la Estrella Roja36 , ellos
decían" la Triple A es el perro Familiar de los 70". Los 'perros' decían así que los
encapuchados eran los perros familiares de los 70" (Isla, entrevistas, diciembre de 1993).
" ... en Vialidad -un puesto de Vialidad que queda hacia el cerro, en Las Mesadas ...
pasando Santa Lucía- torturaban y mataban a la gente ... trabajaba el hermano, que
sentía los gritos y un día miró por un agujerito y lo que vio, no quiso mirar más ... No
sólo a los guerrilleros extremistas, chicos lindos blancos, sino a toda la gente tortu-
raban ... Eran como fieras desatadas ... "
" ... en Santa Lucía a las mujeres se las llevaban y se las pasaban todos, después las
tiraban. Las abandonaban en un camino, en una zanja, desnudas, ensangrentadas,
todos sabían lo que había ocurrido, incluyendo los maridos, los padres, los hijos, pero
nadie podía hablar (protestar) porque lo mataban. Ellas mismas no alborotaban, pues
podía succderles de nuevo; a la mujer de Pancho [un dirigente sindical] cuando él
estaba en la cárcel, la levantaron varias veces; él cuenta, hasta el punto que le pegaban,
la maltrataban, nunca que la violaron; esto es lo peor yo creo para los valores machis-
33 Ejército Revolucionario del Pueblo, aparato armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT), guerrilla que desde una raíz trotskista había derivado a una inspiración 'vietnarnila'.
34 En la época " .. .la confusión y el terror eran dos caras de una misma moneda" (Comisión Bicameral
de Tucumán 1991: 92)
35 "Perros" se le decía entre la militancia de los 70, a los miembros del PRT.
36 Periódico del PRT.
37 Un informe del ejército daba cifras exactas: en el momento de auge la guerrilla rural contó con 266
hombres, mientras que en el año y medio que funcionó la Escuelita -uno de los centros para el
secuestro en la zona- pasaron 1507 personas (Andersen 1993: 162).
las: que le hayan violado la mujer o la hija a uno; 'pobrecila' decía "le pegaron Lanto
que al fin cuando salió de la caree! estaba destruida y murió al poco tiempo ... "
" ... Eran una madre e hija que vivían en el camino a Montero desde siempre. Era una
casa de campo. Y vaya a saber por qué la eligieron. Llega una partida de militares, todos
encapuchados; las alan, las violan a las dos, y roban todo. Cargan las cositas en el ca-
mión mismo del ejército. Llegaban encapuchados para hacer estos procedimientos a plena
luz del día. Esa misma noche -fíjese don Alejandro- llegó el capitán a tomarse una cerveza
y conversar conmigo. El capitán que había tenido a su cargo el procedimiento: era un
gordo de ojos saltones; y entonces les manda decir que les devolvía todo porque le había
gustado; fíjese cómo era. Le había gustado la chica, y tuvimos que ir a decir, a llevar el
mensaje. Y la sorpresa más grande fue que a ella Lambién, fíjese, a ella Lambién le había
gustado; fue su hembra durante mucho tiempo ... "
" ...En Sanla Lucía, por ejemplo alaban a los maridos y violaban a las esposas e hijas
delante de ellos. ¡ Las hijas vírgenes delante de sus madres! Luego tuvieron sus hijos".
Lo que fue reconfirmado con otros testimonios y notas; saben que allí hay más de 50
hijos de estas situaciones en un pueblo que el 75 tendría unos 2500 habilantes38 • "El
Corregidor39 miraba las mujeres y chinilas en la calle, en el colegio, y mandaba a
llamar al padre o a la madre; prefería el padre y allí le pedía su esposa o su hija; debía
traérsela, si no lo mataba e igual se la pasaba ... "
" ... la gente en Acheral, en todos esos pueblos no querían salir, no querían abrir las
ventanas, los pueblos parecían cementerios. Se iba a tn1bajar y se volvía y encerraba,
no se veía al vecino ... ; a la noche, si se escuchaban gritos y ruidos próximos, nadie
abría; nadie se enteraba ... Atendían al vecino por una mirilla; vecinos de años se
preguntaban qué quería, nadie hacía entrar al de al lado, porque quizás eslaba sospe-
chado de algo y traía la sospecha a la casa ... luego llegaban y preguntaban ¿así que
vos recibiste a Fulano?, ¿así que andas haciendo reuniones? ¿de qué hablaban? ¿qué
están reuniéndose? .. " (Isla, Notas de campo, 1993/1994)
La sensación al estar en esos pueblos es que ' ...los ojos de los verdugos entraban en
la propia casa, se dormía con ellos, se moría con ellos, no existía el espacio público
y el privado; además que casi todos habían sido torturados. Los ruidos corrientes de
la noche -los insectos, los pájaros nocturnos, los batracios- se habían transformado en
gritos, alaridos, maderas quebradas, estallidos de puertas, de vidrios, quejidos sordos,
ir y venir de motores; de repente frenadas, órdenes, risoladas, en el más lúgubre
silencio ... " (Isla, Notas de campo, 1993/1994).
38 En 1991 (Censo nacional) tenía en la "zona amanzanada" 3997 personas y en el total de la Comu-
na 4888.
39 Diversos testimonios lo señalan como un cargo y el nombre puesto por él mismo; como un alcalde
militar del pueblo, durdllte todo el período que ocupó la dictadura en el pueblo de Santa Lucía. Otros
lo sindican como el apellido de un militar de quien nunca se supo el nombre.
La tortura, como parte del "espacio de muerte" tiene sensaciones físicas asociadas; las
imágenes y sensaciones de los gritos de un torturndo en frente, que "grita como perro
'chiquito' probablemente no se puedan borrar más"<W. La instalación del "espacio de
muerte" quiebra los hilos de sociabilidad. Pero, además, aniquilados los cuerpos de los
delegados y los dirigentes más importantes de los sindicatos de ingenio, quiebrn también la
representatividad; la posibilidad no sólo de protesta o reclamo, sino de comunicar el espacio
laboral y local con el resto de la sociedad:
"Pero esa presencia obligada, sin rejas, en donde uno estaba preso de 'otro' fue
instalada en el conjunto del país. En cambio en esta zona, la densidad fue mayor
porque de repente descubre que 'uno está preso de sí mismo'. ¿Qué puede tener en
la cabeza un tipo que le violaron la esposa o la hija adelante, y al otro día sale a su
trabajo y ve a los violadores en la esquina de la plaza, en la esquina de la Comuna,
yendo a comprar la vianda, mirándolo con soma? ¿Cómo se aguantan situaciones de
humillación y degradación tan brutales? ¿que si la mujer o la hija le 'gustaron'
vuelven a ser violadas, o piden tener relaciones sexuales con sus violadores? Cuando
el envilecimento y la degradación son enonnes, ¿qué es lo que se intercambia? ¿la
vida? ¿se supera alguna vez la visión de la tortura, la escena de la tortllf'd, cuando ha
sido cimentada a diario, cotidianamente, casi como normal por las relaciones socia-
les?"41 (Isla, Notas de campo, 1993/1994 ).
40 Testimonio en el Juicio a las Juntas de un zafrero de Santa Lucía (Diario del Juicio, N 8).
41 Creemos que toda esta experiencia es asimilable a la vida en los campos de concentración o en los
ghettos producidos por los nazis (Botz-Pollak 1982; Bauman, 1994; para citar dos trabajos donde se
baja a los infiernos de la experiencia personal). Para los campos de Argentina la novela de Bonasso
Recuerdo de la Muerte constituye un relato pormenorizado de dos de los principales.
que a veces hasta justificaba la torturn42 • Cuenta el Mayor Jorge Mittelbach que sus protestas
al descubrir la torturn de prisioneros en Tucumán recibieron la respuesta: "Pero si estamos
en la guerrn" (Taylor 1993). En la Zona Caliente, los efectos de la guerrn y la cámara de
tortura se superponían. La total cosificación que se podría sufrir bajo la<; condiciones de
guerra fue expresada recientemente por Bussi mismo en la ocasión de ser cuestionado por no
haber querido entregar el cadáver de un guerrillero, de notorio apellido, a sus padres, también
militares4 3 • "Pero, por favor," respondió el general , "si ese señor era un delincuente sub-
versivo, autor de infinidad de delitos. Andaba por la provincia con la mochila al hombro
como el Che Guevara" (Wormat 1994).
Toda esta vivencia brutal destruyó una identidad social y política que se había forjado
a través de varias décadas, causando su ruptura, pero una ruptura posibilitada, de un lado, por
ciertas continuidades, como los repetidos episodios de represión y terror más los valores que
los engarzaron y, de otro, por ciertas contingencias históricas, como fueron el fracaso del
peronismo partidario después de la vuelta de la democracia en 1983, la reaparición en el gobierno
provincial de funcionarios identificados con la dictadura anterior, y la colabornción de éste y
de numerosas figuras políticas, ambas peronistas y rndicales con el proyecto del General Bussi.
Lamentablemente, la etapa democrática mostró tantas complicidades con la anterior
que generó un caos post-1983 desde la visión de la población. Lo que pareció inicialmente
un corte y el inicio de lo que los politólogos llaman "la transición", en vez de profundizarse
en términos de derechos y un mayor ejercicio de la democracia, en Tucumán, se fue con-
taminando inexorablemente por personajes, valores, prácticas del período anterior. Para la
población fue extremadamente confuso que políticos que habían sufrido en carne propia la
represión militar -y que durante los primeros años del arranque de la democracia testimonia-
ron sobre la desaparición de personas, de familiares- terminarnn haciendo acuerdos con Bussi.
42 Se construyó en el espacio de muerte una lógica de las simetrías y las representaciones perversas. Por
ejemplo, el tipo de discurso del ERP (los partes de guerra, las jerarquías internas, el sistema de
órdenes y disposiciones) terminó siendo idéntico a los de los aparatos de represión, que decían
combatir. En una operación asesinaron a una niña de 6 años, hija de un capitán del Ejército, quien
también fue muerto en la misma operación en San Miguel de Tucumán; dijeron: "fue una equivoca-
ción trágica, pero en la guerra suceden estas cosas". Esto -como muchos otros hechos- fue ampli-
ficado por el Estado en todos los medios, especialmente en Tucumán, mostrando 'la crueldad de los
terroristas ' . Y hasta hoy los personeros de la represión repiten, en relación a los ' desaparecidos', "son
cosas de la guerra"; "en toda guerra se cometen atrocidades", etc. Los aparatos guerrilleros principales
no aceptaban la puntualización teórica-ideológica de que era "su guerra", sino que hablaban en
nombre del "proletariado", de la " clase obrera y el pueblo", cte. Incluyeron en la represión, por su
accionar y concepción ideológica, a enormes sectores de la población, que desaprobaban los métodos
de la guerrilla (y sin embargo mantenían un firme compromiso militante con las agrupaciones sin-
dicales, barriales, etc.), eran neutros o, a principios de los 70, miraron con simpatía algunas acciones,
sin comprometerse directamente en los aparatos armados. Para analizar la continuación de ese
discurso "de guerra" y la "construcción social de sus imágenes" en el país con la democracia, la
construcción de nuevos enemigos ("la delincuencia" a secas, que generalmente incluye a los jóvenes;
antes fue "la delincuencia subversiva") y los efectos sobre vidas humanas de sectores de barriadas y
villas de emergencia, véase Olivera-Tiscomia 1990 y también Gingold 1991.
43 Alzogaray, hijo del general que reprimió el segundo intento de guerrilla rural en Argentina (el Ejército
Guerillero Popular -EGP de raíz guevarista- en la provincia de Salta). Egresado como sociólogo de
la Sorbona, se incorporó en Montoneros a su regreso al país.
"efecto de guerra" que logró instalar; pero la otra gran parte no logra hacer visible una
diferencia entre quienes participaron y colaboraron con la dictadura, con aquellos que vinie-
ron después. Los dos gobiernos peronistas provinciales que siguieron a 1983 fueron osten-
tosamente caóticos y corruptos. Por meses, los sueldos de los empleados estatales no se
pagaron; o se pagaban con bonos locales, que al cambiarlos por mercadería en los comercios
se les reconocía menor valor que el nominal; los negociados se hacían a la luz del día y la
impunidad fue la norma.
Las fronteras entre democracia y dictadura son borrosas hasta la actualidad, empezan-
do por la figura misma del Gobernador Ortega46 , quien apoyó a la dictadurn desde Miami,
y colaboró directamente en el Operativo Independencia. Muchos gestos de la juventud son
interpretados como "liberLinaje"47 , propio de la democracia, que implica caos, exceso, des-
orden, corrupción. La memoria entonces resalta una época de "orden", "respeto", "trabajo",
"eficiencia", "cuidado de la familia". Los efectos de la cultura del terror no permiten pensar
totalidades, ni visualizar matices, vinculados al todo.
Pero aquí no queremos argüir que los efectos de semejante cosificación y represión
imposibilitan la existencia de ciertos lazos o formas políticas que podrían haber pasado a
operar en la clandestinidad. Por el contrario, queremos señalar que la represión dejó profun-
damente desorientada y sin identidad política a una población entera que quedó sin formas
políticas a las cuales podían recurrir, sea abierta o clandestinamente. Como resultado de esta
ruptura, a su vez debida a culturas de coerción/terror, los sectores populares y de clase obrera
se encontraron con su propia identidad despedazada y sin la capacidad de ubicarse en un lado
o el otro. En estas condiciones la idea de identidad social de clase o política, tanto como una
abstrncción de "poder", vienen a ser difíciles o imposibles; esto da lugar a una perspectiva
que por supuesto tiene antecedentes históricos en diferentes formas de la relación peón-
patrón, frecuentemente estereotipada en la literatura de las ciencias sociales.
En el cuadro tucumano de los años setenta se ven resurgir distintos niveles de con-
ciencia de abusos de parte de los dueños de los ingenios, con el resultado de que algunos se
distinguen de otros como "más buenos" -hasta "filántropos" 48 - en contraste con otros "más
malos". Estos matices y discriminaciones vinculados a caracterizaciones globales (pese a todo
"son patrones") que seguro existieron siempre, se agudizan con las depredaciones de las
distintas etapas de represión fuerte, hasta fragmentarse. Tales distinciones pueden potenciar
protestas, tanto como recaídas en un conformismo con encamaciones concretas de poder,
desde el cual se puede conformar a uno, y contestar a otro. Pero no existe una subjetividad
coherente personal y política, sino que necesariamente se produce una fragmentación o
indeterminación de identidad, sostenida por los efectos demoledores de la cultura del terror.
Es decir que, desde una posición muy mutable y confusa, dentro de ese "episteme de
las tinieblas", es muy complejo, pard los actores subordinados, elaborar una percepción
globalizadora del Otro dominador. Existe una extrema dificultad de fijar la percepción del
Nosotros y el Otro en una abstmcción totalizadora. De la misma manera, como secuela de
la época de terror en la "zona caliente" de Tucumán, los tucumanos describen sus experien-
cias con las FuerLas Annadas en ténninos muy contradictorios, muchas veces demostrando
una falta semejante de capacidad totalizadora, al no poder identificar en conjunto "los mili-
tares," las fuerzas conjuntas, o la dictadura.
" ... Yilas era un caballero, cómo trataba, cómo se comportaba con las mujeres; a una
la hacía sentir una dama". -"En cambio otra cosa era Bussi, le decían el Perro, porque
no se iba con vueltas "se tiraba a la garganta, a quien no quería colaborar".
Según otros, "Bussi fue mucho mejor que Yilas, porque este se la agarraba con los
'zurdos'; y para él estos er,m todos los no peronistas". A su vez, se decía que los "federales
sí que eran jodidos, prepotentes; en cambio los militares, unos caballeros"; otros dirían que
" los porteños" eran los peores, pero al mismo tiempo los más codiciados para sus hijas por
"blancos". Estos militares represores "y abusivos" a veces eran identificados como "los
sargentos correntinos", o se los asociaba con la tropa de "collas jujeños", que a su vez no
es la tropa tucumana, ni "un oficial pibe porteño blanco". Se exotiza a un victimario, para
establecer o mantener relaciones humanas con otros victimarios.
Al mismo tiempo, no creen los cuentos de masacres en Tucumán que han llegado,
muchas veces, desde Buenos Aires; si algún familiar o conocido "desapareció" es interpretado
como un caso individual, aislado (Taylor/lsla, notas de campo 1992/93).
Para subrayar el rol del efecto tritunidor del terror sobre identidades que, a su vez, se
derivan de so lidaridades y posiciones sociales y por lo tanto son en sí Otr'dS abstr"dcciones, es
notable la opinión de algunos tucumanos sobre los enfrentamientos del "Perro Familiar" con
momentos de solidificación de una identidad obrera, especialmente con el apoyo de un
movimiento obrero. Ya vimos que metafóricamente el Familiar y su dueño podían sentirse
amenazados por una fuerza solidaria obrera, como sería una mera familia de padre y siete
hijos varones. Los anarquistas de la zona, en el curso de organizar a los obreros del azúcar,
hicieron un esfuerzo especial de mostrar el Perro como invento de los patrones: no era que
no existía "el Perro"; las desapariciones se debían a los patrones o al poder que movilizaban.
A su vez, en su momento, bajo el primer peronismo que había auspiciado las organizaciones
obreras del azúcar, emergió una fuerte confianza en el activismo y la democracia que el
movimiento proporcionó; algunas versiones sostienen que el mito del Perro se esfumó49 • Sin
embargo, hemos visto que el Familiar reapareció con las 'desapariciones' que se comenza-
ban a notar cuando entró en acción la notoria Triple A a partir de 1974. Y más tarde, con
la profundización del terror durante la siguiente década, la identidad obrera nuevamente se
despedazó.
50 El medio más importante para esto fue el sistema de peonaje por deuda, una ficción elaborada sobre
un lazo de deuda de parte de los indios para con los dueños de las empresas.
Por último, pondremos énfasis en una perspectiva que nos permite hablar de tal
fragmentación o indeterminación sin implicar una falta de identidad o de subjetividad. Te-
nemos que tomar en cuenta no sólo las perspectivas más recientes que ven el concepto
occidental de "individuo monolítico" como una ideología o bien, como otro mito más.
Se puede comenzar a entender la relación entre la cultum de terror y una identidad
siempre internamente fragmentada, y hasta contradictoria, si problematizamos lo que se
supone que se está destruyendo teóricamente: la identidad en términos de mito/ideología del
individualismo occidental que exige una visión del sujeto con agencia absoluta y monolítica52 •
Este sujeto visto por ojos occidentales es idealmente dueño de una coherencia absoluta.
O, en los casos menos ideales, sufre de contradicciones internas, que son vistas como rasgos
"incomprensibles" o patológicos de una persona[lidad]. Se presupone, según la "metafísica de
la sustancia" que informa el pensamiento occidental y especialmente su concepto de identidad,
que lo que caracteriza a cada individuo es una esencia única. Esta esencia es vista como una
substancia horrwgénea que se encuentra en algún lugar de la persona, en su personalidad, en
su corazón,en su alma(Butler 1981 y 1993; Kondo 1990; Weedon 1987; etc.). Pero, un cuarto
de siglo de críticas y estudios del "sujeto dominante53 " (L yotard 1979; de Lauretis 1984;
Williams 1979; Steedman 1992; etc.) han dejado a la vista que la creación de un sujeto coherente,
que actúa sin problema alguno sobre su medio ambiente natural y humano, no es un producto
natural de maduración y socializacion por el cual esta esencia tenga su plena realización. Muy
por el contrario, ahora se examina la identidad dotada de coherencia y plena agencia, " ... menos
una presuposición de la experiencia, como una prerrogativa y privilegio de ciertas posiciones
sociales dentro de un universo social" (Butler 1981: 21).
El modo de ser del sujeto occidental se representa, también, reflejando pautas típicas
del pensamiento occidental, en términos de binomios, o sea, es "activo" o "pasivo," "resiste"
o "colabora," es "demócrata" o "totalitario." Estos binomios representan oposiciones muy
violentas, las cuales aun sin una situación de oposición violenta como una "guerra sucia",
hacen extremadamente difícil la percepción de posiciones intermedias. Central y muy rele-
vante a lo que estamos examinando en este estudio, es la oposición entre "uno mismo" y el
"otro", muchas veces identificada a su vez con la oposición entre "orden" y "caos", lo
"comprensible" y lo "incomprensible", lo "indivisible" y lo "fragmentado", lo "coherente" y
lo "contrndictorio".
La coexistencia de los dos términos de un binomio o una transición entre los dos se podría
llegar a entender mejor con términos -o identidades- intemedios, que podrían ser muchos entre
los dos del binomio. En una cultura del terror, exisúría esta gama de posiciones del sujeto en
relaciones de gran inestabilidad. Por el trauma de la tortura, las víctimas quedan con la idea de
su propia agencia confundida que les lleva a preguntar si no será cieno que "algo habrán he-
cho", "algo habré hecho", "algo habremos hecho" (nociones instaladas en el "yo" o en el
"nosotros") para ser "sospechados" y recibir semejante castigo de instituciones con legitimidad
y alto prestigio entre los sectores populares tucumanos, como los "militares" ("ellos").
Es más, la confusión discursiva de víctima-victimario para desplazar responsabilida-
des y culpas, es un tema explicitado en el proceso de la tonura:
"En esencia, el interrogador dice: "yo no lo estoy torturando a usted; usted se está
torturando a sí misrrw. Puedo, sin embargo, intervenir en su nombre y liberarlo de esta
infonunada condición. Pero nuestro éxito depende de su cooperación"54 • Este pro-
cedimiento fue modelado en la práctica psicológica y médica. Su caracter terapéu-
tico perdura y presenta enormes dificultades en los posteriores tratamientos psicofísicos
a los sobrevivientes de la tortura" (Rejali 1994: 75).
53 Master subject.
54 Los subrayados son nuestros.
Trágicamente en este contexto, el castigo del prójimo puede ser visto desde la misma
óptica, produciendo así una traducción de la idea "algo habré hecho" a la noción instalada
en el YO, de que el vecino o el familiar que desaparece, debería también ser culpable: "algo
habrá hecho". Esta perspectiva nos da una nueva interpretación del síndrome tan notorio en
toda la Argentina de "en-algo-habrá-estado-metido". En una cotidianeidad marcada por evi-
dencia<; de la más cruenta violencia, no sólo en la "zona caliente" de Tucumán sino en todas
partes de la Argentina, una población aterrada por un bombardeo de actos violentos y sus
rastros -los cadáveres en las calles, los cuerpos descuartizados y expuestos en las calles
centrales, los tiroteos, las desapariciones repentinas- reproduce estos juicios con su concomi-
tante substrato de culpa "sobre sí mismos" y "sobre otros". La posible culpabilidad incide
en la confusión de su identidad como grupo, como persona ("Grupo de mujeres en la cárcel",
diversos testimonios no publicados).
La culpa instalada (sentirse 'sospechado' y en examen permanente parn demostrar la
inocencia) en el conjunto de una población, no depende sólo de la represión masiva y
extendida sobre un conjunto de víctimas inocentes. Se convierte en un sentimiento de sumi-
sión, psíquica y física, que impregna los cuerpos. Al mismo tiempo puede ser un mecanismo
de defensa psíquico frente a la locura: encontrar un refugio lógico de lo inexplicable: el
castigo que se soporta y entonces la posibilidad del pasaje al plural "algo habremos hecho".
Pero la posibilidad de una culpabilidad instalada en la población reprimida depende
también de un conjunto de valores de la cultura más amplia que comparten las víctimas con
sus victimarios. La culpa, contextualizada así, no es una sensación prirrwrdial, sino una
sensación enmarcada por valores específicos y encuentra su expresión por ellos. Estos
valores son tan centrales en la culrura occidental que tan sólo recientemente se han tomado
como tema de estudio y crítica cultural. Aquí nos podemos detener parn indicar su impor-
tancia para la efectiva transm isión de la culpa: un marco de prácticas e ideologías, vinculadas
con valores que definen el "orden", relacionado a su vez con creencias de "poder jerarquizado
y disciplinario" -"obediencia y respeto"- y del Individuo como repositorio del poder (orden
civil: orden militar, libertad: libertinaje; sobre los "pilares": " la familia", "la patria").
Destacamos un grupo de valores conservadores tr.:1dicionales que hemos recogido en
todos los sectores sociales de la capital de Tucumán, acentuándose en los estratos más bajos
y en los más altos55 • Las diferentes subjetividades de los más variados sectores sociales en
Tucumán fueron construidas a partir de una cultura que ensalzaba el orden y el respeto:
respeto por la autoridad; por el hombre como patriarca frente a la esposa y los hijos; respeto
que se debe a 'los mayores' de parte de los jóvenes. Estos valores conservadores unieron los
victimarios con sus víctimas, en una misma trama.
Habría que remarcar que estos mismos valores están estrechamente relacionados a la
cultura de Occidente. Históricamente en la Argentina estos valores han caracterizado
comportamientos tanto en la izquierda como en la derecha, así es que en el contexto de este
estudio se encuentran tanto entre activistas, militantes de organizaciones populares como
entre los que los han reprimido.
Este cuadro con sus múltiples facetas lleva a un problema etnográfico y, luego, a
preguntas más amplias. ¿Cómo hablar de identidad no sólo bajo el terror, sino también bajo
su secuela? En la Argentina, el terror dejó una cultura dividida e insegura de la definición
de sus propias acciones, efectos que pesan sobre dos generaciones de argenúnos. Lo desgarrador
de las divisiones e incerúdumbres se vislumbra por el silencio marcado que vela el pasado
reciente. Para el analista queda un problema que es central a la antropología en este momen-
to: las condiciones dramáticas de las últimas dos décadas argentinas resaltan una insuficiencia
de vocabulario para la descripción de agencia humana. No es ésta tan sólo una laguna
académica sino que se extiende al idioma común, como ya mencionamos, con sus empobrecidas
disúnciones entre lo "activo" y lo "pasivo", relacionadas a otrdS distincciones como "resistencia"
y "colaboración" (Haraway 1989; Taylor forthcoming; Tyler ms.).
Nos encontramos con la conciencia de que no hay lenguaje para esta situación entre
los que la viven, pero que a la vez no hay un metalenguaje de análisis que nos permita
describir ni la situación, ni el desfase entre ella y el idioma de la población analizada. Se deja
así hasta la agencia individual en duda, con preguntas que quedan dolorosamente abiertas. Si
bien entre muchos analistas culturales se ha reconocido que estas distinciones, tomadas como
absolutas en la cotidianeidad, no reflejan una realidad, tampoco se ha resuelto el problema
de cómo describir acciones humanas en términos de otras distinciones. Más difícil aún,
entonces, es el problema de la descripción de una sociedad entera que, explícitamente,
problematiza sus dudas sobre su identidad: sus modos de acción, los gmdos de su interven-
ción en lo que ha vivido, y el silencio en que ha caído virtualmente toda esta vivcncia56 •
¿Hemos llegado a "la causa" que devela el voto por Bussi? Creemos que no. Hemos
expuesto y descrito varios contextos y textos que según los momentos históricos, sectores
sociales y agentes que enfoquemos, se superponen, se refuerzan, se debilitan, se yuxtaponen;
resplandecen en la memoria u opacan la conciencia.
Alejandro Isla
Casilla 249
4600-Jujuy-Argentina
[email protected]
Julie Taylor
Antropología
Rice University,
Houston, Texas
EE.UU.
56 Si bien las instancias de la juslicia están formalmente cerradas, por las leyes de Obediencia Debida
y Punto Final de Alfonsín y de Indulto de Menem, las impactantes declaraciones como testigo directo
de un oficial de la Marina de Guerra sobre las formas específicas de eliminación de personas que se
usaron, pone sobre la mesa la cuestión de 'la verdad' de lo sucedido.
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COMENTARIOS
en el análisis y lo está tanto desde el momento en
Beatriz Heredia que el problema es formulado como también en la
Departamento de Antropología Social búsqueda de explicaciones tal como están pro-
Museo de Antropología puestas en la conclusión. Es precisamente el análisis
Rio de Janeiro de elementos simbólicos el que da sentido y per-
Brasil mite la explicación del proceso histórico.
Teniendo como objeto un mismo grupo social,
el trabajo analiza dos mitos que imperan en dos
El trabajo de Isla y Taylor representa una im- momentos históricos diferentes. Se trata de que
portante contribución a diferentes niveles. Por un trabajadores que fueron actores sociales importan-
lado con este trabajo la Antropología Social en tes en un proceso de participación política hasta el
Argentina asume una dimensión innovadora, y no año 1976 ven imponerse sobre sí una intervención
me refiero aquí al tema en sí que es también nue- militar que tiene como objetivo apagar ese pasado
vo, sino fundamentalmente a la forma de abordaje: anterior e imponer -vía un sistema político de re-
y esto será retomado posteriormente. presión violenta-, una ruptura con la situación
El trabajo se integra en la línea de trabajos que anterior, intentando destruirlos no sólo físicamen-
analizan las fomrns de violencia simbólica. Aun te sino socialmente, intentando apagar su memoria
cuando la realidad histórica que constituye la base social.
para el análisis se expresó en formas de violencia En el presente trabajo -imperio del milo del
directa frente a la población. Los autores centran su "lobisomen"- el "terror" se constituye en el ele-
perspectiva en la elaboración simbólica de esa mento disciplinario fundamenta, podríamos decir
violencia tal como es elaborada por agentes socia- es el elemento "socializador" en las nuevas formas
les, y como tal este estudio dialoga profundamente de dominación . Esta forma es nueva y por lo tanto
con los autores que en regiones tan diversas como desconocida para los trabajadores de la región. No
Asia o diferentes áreas de América Latina trabaja- obstante este milo es visto y leído por estos traba-
ron con estas formas de violencia simbólica. jadores a partir de su experiencia histórica y el papel
El trabajo de Taylor e bla es una importante con- que los mitos tenían en el pasado, y específicamente
tribución metodológica y lo es por varias razones: el papel que tuvo "El Familiar", en el esquema de
Los autores toman como punto de partida para socialización en el sistema de denominación tra-
la reflexión una aparente contradicción/ruptura dicional en que estaban envueltos.
entre el pasado y el presente de los trabajadores del En este sentido el trabajo pone en evidencia
área cañera de Tucumán, N.O. argentino . Es im- que las situaciones nuevas no se im¡xmen, apagando
portante señalar que si, para un observador de fue- las relaciones anteriormente existentes (experien-
ra, una contradicción puede ser descartada fácil- cia histórica, memoria social), es decir, sobre va-
mente porque su falta de coherencia hace que no se cíos sociales, sino que se imponen en realidades
encuadre a priori en el modelo explicativo a veces sociales preexistentes. Por eso, fenómenos aparen-
pre-establecido, ello al contrario, se constituye, para tes semejantes pueden tener y tienen significados
los autores, en el punto de partida del trabajo. sociales totalmente diferentes.
Lo anterior significa llevar hasta las últimas Dicho en otros términos, la nueva forma de
consecuencias una premisa antropológica básica dominación puede ser una única, pero cuando con-
cual es la de que las contradicciones son apenas frontada a procesos social -históricos diferentes,
aparentes pues existe coherencia a nivel de las re- tendrá y asumirá resullados completamente dis-
presentaciones de los actores sociales, para quie- tintos. Tengo en mente aquí el caso del milo del
nes esas contradicciones tienen significados, que lobisomen. El es conocido en varias otras regio -
precisan ser explicados y no apenas "clasificados" nes, no obstante el significado social que asume en
a partir de construcciones externas a los mismos. el caso analizado es muy diferente. En este senti-
Otra importante contribución del trabajo es la do, es que se hace evidente la especificidad del caso
combinación entre historia y antropología. La his- estudiado .
toria no está presente sólo para localizar temporal- La riqueza del análisis realizado por Isla y
mente (cronológicamente) "el momento inicial en Taylor abre nuevos caminos para nuevas líneas de
que los hechos ocurren" sino que está incorporada trabajo, que aunque exceden a los objetivos que
explícitamente se fijan, están contenidos en el ar- como "díscolos, parias", "esa gente que no tenía
tículo, por eso, en vez de intentar hacer un resu- familia", "peones nuevos".
men, quería destacar apenas algunos aspectos que Si analizamos el significado de cada uno de
consideramos interesantes y que se refieren a la los términos utilizados y continuamos con la re-
relación mitos y estructura social. Nuestra inten- flexión sobre olras situaciones históricas nos parece
ción al hacerlo es intentar continuar un diálogo es- importante destacar el paralelo de cada uno de estos
tablecido por el propio artículo. Haremos un ejer- términos.
cicio teniendo en cuenta otras situaciones históri- Mencionamos que en un sistema como éste el
cas, algunas bien conocidas por nosotros. trabajador "nuevo" es decir, recién llegado al inge-
Sin pretender establecer comparaciones basa- nio debe ser "socializado", o sea, entrenado en las
das en similitudes aparentes que puedan tener sig- normas impuestas por cada propietario. Así cabe
nificados sociales diferentes, cuando se analizan preguntarnos si el trabajador "díscolo" no lo es
sistemas de planlation en casos aparentemente tan también porque aun no está entrenado, es decir no
diferentes como es el caso de la plantation mejica- disciplinado en las normas impuestas por cada
na (Warman, 1976). América Central (Wolf y propietario en particular. Además, tal como ocurre
Minl7~ 1975) en el caso brasilero (Palmeira, 1976, en los otros casos, los trabajadores "nuevos" "so-
Heredia, 1989) o aun al leer los datos provistos los" ocupan un lugar (espacial y social) especial
para el caso de la plantación del NO argentino, dentro de las propiedades.
aunque el autor los interprete de manera diferente- La existencia de jerarquías y diferenciación
(Routledge, 1987) es imposible dejar de estable- entre los trabajadores, que son establecidas por los
cer algunos paralelos. propietarios en el sistema de plantation, se expresa
En el pasado -momento en que dominaba "el inclusive en la distribución espacial de los locales
perro familiar"- la masa de trabajadores estaba de residencia de los trabajadores dentro de estas
ligada a un sistema de dominación específico, el unidades (ingenios) se observa que los trabajado-
sistema de planlation. res nuevos, y solos, tienen su residencia en lugares
En ese sistema, en los casos de sistemas de más visibles "bajo los ojos del propietario", en el
plantation ya mencionados, la socialización de los Espacio próximo a la casa del propietario, y esto es
trabajadores se realiza en el interior de las grandes una constante de ese sistema social. Además no
propiedades: ingenios (parte agócola e industrial) tiene derecho a casa sino a cuartos compartidos,
que constituyen las unidades sociales base del no tiene acceso a cultivo de una parcela de usu-
sistema. fructo individual donde realizar cultivos de subsis-
Aun cuando este sistema suponga la existen- tencia entre otras cosas. Es decir, su relación es
cia de reglas comunes al conjunto de unidades so- vista y vivida como transitoria no teniendo una
ciales, cada trabajador que se incorpora a un nuevo relación más permanente dentro de la propiedad.
ingenio, independiente de su experiencia anterior, Los trabajadores ya socializados en cambio,
precisa ser socializado según las normas de cada porque ya demostraron que están socializados, tie-
propietario en particular, esto es así porque la base nen una relación más estable y residen dispersos
de este sistema es la de las relaciones "personali- en el interior de la propiedad, tienen acceso a una
za-das". Es este carácter de relaciones "personaliza- casa y a área para cultivos de subsistencia.
das" (independientemente de si es o no una rela- Pero hay aun otro aspecto que seóa interesante
ción cara a cara) el que permitiría que los traba- retomar respecto del significado de ser los "hom-
jadores clasificasen a sus patrones -según fuesen bres solos" los más sometidos a los posibles ata-
vistos como más cumplidores de las reglas o ques del familiar. Los hombres solos, en el caso
menos- en "buenos y malos" como señalan Isla y que estudiamos (Heredia, op. cit.), son vistos como
Taylor. sinónimos de "sin familia". En la plantation
Si tratamos de establecer una relación más brasilera, un dicho popular relatado por algunos
directa entre el mito "el familiar" con la estructura informantes que describían su ida a los ingenios
social, tal como es destacado por los autores del para buscar trabajo, revela la importancia de la
trabajo, se observa que "el familiar" no amenazaba familia en este sistema: "El documento del pobre
al conjunto de la sociedad sino apenas a los peones es la familia".
de la plantación canera. Y aun cuando la amenaza Familia en este contexto quiere decir tener hi-
pesase sobre el conjunto de los trabajadores, "el jos. Tenerlos supone ser responsables por su sus-
familiar" atacaba (y por eso amenazaba) tento, y por lo tanto más garantías para el propieta-
específicamente a los trabajadores clasificados rio. Por un lado son los trabajadores que tienen hi-
jos para sustentar los que tienen más posibilidades de violencia simbólica que es introducida en la situa-
adaptarse, disciplinarse. Es responsabilidad del tra- ción de terror significa minar las bases fundamen-
bajador en cuando jefe de familia no sólo sustentar tales de identidad de esos trabajadores lo que, di-
a su familia, sino también supone que tienen la res- cho en otros términos, representa la amenaza de
ponsabilidad de entrenar a sus hijos en el modelo de destrucción en cuanto miembros de una sociedad,
dominación, haciendo posible que sean en el futuro con todo lo que significa en términos de valores y
nuevos trabajadores. De este modo esos trabajadores visión del mundo. Es en este contexto, en el que se
al garantizar la reproducción biológica y social de su minan las bases de identidad social, que el fenó-
familia (como mano de obra entrenada en las reglas) meno de la "culpa" aparece contaminando a todos
garantizan simultáneamente la reproducción del los trabajadores. La culpa no sería nada más y nada
propio ingenio y del sistema social. menos que la expresión de ese terror generalizado
Si el ejercicio es correcto, "el familiar" sería y desestructurador.
realmente un mecanismo central en la socializa- Finalmente quería destacar otro a~pecto de este
ción de este sistema. trabajo que considero importante mencionar, cual
Cuando se compara el mito "el perro familiar" es el de la relación sujeto-objeto. Esta que ha sido
vigente en el pasado con el del "lobisomen" en el una cuestión ya muy debatida por la antropología
presente aparecen claramente algunas diferencias mantiene no obstante, vigencia. Quería señalar que
entre los dos momentos. en ningún momento del trabajo esta relación se
Siguiendo con el ejercicio e intentando rela- confunde, y si esto es condición necesaria para la
cionarlo con el trabajo de Taylor e Isla, "el fami- antropología en términos de forma de conocimien-
liar" tenía un lugar importante como elemento to, repitiendo un dicho popular diría: esto es fácil
disciplinador para los trabajadores de los ingenios. de decir y difícil de aplicar. A veces puede resultar
Pero esa "socialización", seguía reglas, es decir, extremadamente difícil y en este caso lo es espe-
no era hecha en forma indiscriminada y aleatoria cialmente no sólo por la "violencia" del tema, sino
lo que significaba que los trabajadores sabían cla- también y sobre todo por la violencia implicada
ramente lo que no debían hacer para evitar ser para el caso del antropólogo, cuando él mismo ha
objeto de amenaza y represión. Era precisamente sido no sólo un "observador participante", sino una
la existencia de reglas que tornaba a éste en un víctima de esa situación histórica. Dicho en otros
sistema legítimo a los ojos de los trabajadores. Si términos, cuando él es "objeto" de su propio tra-
cumplían con los requisitos y tuviesen una buena bajo. Pero, lo que es especialmente digno de
relación con el patrón y, se mostrasen responsa- mención, es que no obstante todas estas dificulta-
bles ellos tendrían posibilidades de usufructuar de des, y sin miedos de ser clasificado como
ventajas dentro del ingenio y a una relación dura- "academicista", el antropólogo mantiene la distan-
dera dentro del mismo, (derecho a casa, a tierras cia necesaria en el análisis de los datos, porque
para cultivo, sus hijos podrían ser trabajadores de como antropólogo sabe que esta distancia es la que
la propiedad etc.). le permite comprender y explicar situaciones his-
En la época del "terror", época de vigencia del tóricas tan "terroríficas" como la descrita y lo que
"lobisomen", las reglas del pasado fueron viola- le permite evitar correr el riesgo de clasificar a "su
das y rotas y en su lugar se imponen nuevas reglas. objeto de estudio" por sus decisiones políticas y/o
El terror es, en el presente, generalizado e electorales. En este sentido, también este trabajo
indiscriminado, la amenaza paira sobre todos los es una contribución fundamental.
trabajadores y por esto, sin que ellos tengan meca-
nismos para protegerse. No sólo la amenaza sino BIBLIOGRAFIA
también el ataque alcanza al conjunto de trabaja-
dores, alcanza toda la familia es decir a todos sus
miembros: afectando y quebrando las relaciones HEREDIA, Beatriz
sociales de parentesco, amistad, vecindad etc. 1989 Formas de monina¡;ao e espaco so-
Esto es, la reproducción del sistema tiene lu- cial. Marco Zero\CNPQ.
gar a través de reglas desconocidas para aquellos
sobre quienes es ejercida. La violación de los prin- PALMEIRA, Moacir
cipios, que eran la base sobre la cual la sociedad 1976 "Morar. La lógica de plantation tra-
estaba organizada, los somete a una deses- dicional". In: Actes du XLIIeme
tructuración total. La violencia física es una forma Congres International des America-
de violencia, brutal, pero apenas una forma, la nistes, vol. l.
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1987 "Cambio agrario e integración. El de- Los autores consideran, con razón, como "una
sarrollo del capitalismo en Jujuy: contradicción anómala, dentro de la democracia
1550-1960". In: Serie Antropología restaurada" el triunfo del general Antonio Domin-
e Historia, T . l. ECIRA-CICSO, go Bussi en la elección del gobernador de Tucumán,
Tucumán. realizada en octubre de 1995. Estiman, para com-
prender esta involución al autoritarismo, que la
WARMAN, Arturo "cultura de violencia y terror de aquella dictadura,
1976 Y venimos a contradecir. Ediciones ha sido también recreada y potenciada en la etapa
de la Casa Chata. Méjico. democrática". Tesis que extienden con acierto a la
política de violencia y exclusión del "otro", que
WOLF, Eric y MINTZ, Sydney signó y signa nuestra historia, "y que ha permitido
1975 "Haciendas y plantaciones en licuar, destruir o aplastar identidades étnicas en
Mesoamérica y Las Antillas". In: las culturas subalternas de la región".
Florescano org .: Haciendas, Lati- Esta hipótesis, válida para el país, fue adaptada
fundios y plantaciones en América para comprender la historia regional. El terror
Latina. México, CLACSO, siglo XXI. -sostienen- cambió la identidad local: "Un
Tucumán contestatario y en proceso de profundi-
zar la democracia obrera y sindical en amplios
movimientos de base, se transforma en un Tucumán
Ramón A. Leoni Pinto bussista percibido, por lo tanto, como pasivo,
Facultad de Filosofía y Letras dócil y autoritario. Más aún un Tucumán altamen-
Universidad Nacional de Tucumán te luchador, con ampliación en las bases de parti-
(República Argentina) cipación y representación obrera, habría convivido
históricamente con una cultura de terror ligada a la
plantación de la caña de azúcar".
Para señalar la importancia de este ensayo, Se describe y analiza esta última idea, es
con precisión y con justicia, lo analizaré desde dos importante destacarlo, en base a un enfoque de
perspectivas. Una de ellas centrada en el análisis historia comparada, en este caso con la industria
del tema tratado. La otra ubicándolo ene! contexto azucarera colombiana; sus diferencias indican
de la historiografía regional y nacional. cómo se impuso el sistema capitalista en cada uno
En orden a este último punto destaco que no de los lugares y se señalan las contradicciones
existen, en la historia de la historiografía local, interclases que motivan que en Tucumán, por
estudios que tengan las características del que ejemplo, fueran los patrones los que pactaron con
trato, entre ellas destaco: el "demonio"; en colombia fueron los obreros.
a) Se sustituye el registro fáctico por la bús- El perorúsmo, sostienen los autores, "constru-
queda de las razones profundas que motivan yó en Tucumán una identidad política social como
la accion social. clase trabajadora, mucho más profunda y perdu-
rable que la simple lealtad partidaria". Fue, a la
b) El esquema teórico metodológico que es- vez, el espacio donde se expresó por primera vez
tructura las hipótesis formuladas. El esquema y en gran escala la violencia irracional, tanto sea
está fundado, básica y lúcidamente, en la de parte de los guerrilleros como de las instituciones
integración de distintas disciplinas; entre ellas, civiles y castrenses.
la historia, psicología, filosofía, antropología, Afirmados en esta tesis buscan: "explorar
semiótica, sociología de la cultura. El úrúco cómo se vivió este terror, cómo se extendió dentro
antecedente que podría recordar, para negar de las distintas poblaciones, por todo el Noroeste
esta afirmación, sería el trabajo del doctor argentino y cómo se simbolizó y transformó en
Emilio Catalán, sobre el delincuente libertario ficciones", conservadas en este caso, en las leyen-
Bazán Frías 1• das del "Perro Familiar" y del "Lobizón"; y en la
memoria de la cultura popular.
Las versiones de estas leyendas, como su
Catalán, Emilio, Bazán Frías. Un delincuente con- interpretación, es otro de los aportes del ensayo :
vertido en santo milagroso por la superstición con las existentes en la bibliografía y las recogidas
popular, Tucumán, 1936. en entrevistas formulan hipótesis que, así como
abren múltiples interrogantes, también permiten das de edificios, etc .) del ahora gobernador "de-
comprender aspectos de esa sociedad. Como mocrático", porque los tucumanos sólo funcionan
ejemplo cito: el ideal anarquista; la aclimatación con el miedo a Bussi 2 •
del mito en Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero; La historia de una doble irracionalidad cubrió
el tipo de víctima; la función cumplida para incor- al país y a la provincia. La acción y el efecto de
porar mano de obra; la explotación y represión de éstas dos locuras superó a toda lógica que intentara
la fuerza de trabajo. comprenderlas y, también, a las teorías del más
Aquellas versiones, como metáfora de la lúcido analista: es por ello que el período de la mal
coacción ex traeconómica, traman y denuncian no llamada "guerra sucia" fue descrito y comprendi-
sólo las amenazas a peones individuales y la do por la novela antes que por la sociología y la
solidaridad obrera total; también registran el caso historia.
del "obrero mítico" que luego de vencer al demonio Isla y Taylor señalan esta: "insuficiencia de
se va de la localidad: el patrón le paga para que vocabulario" para comprender lo que se vivió.
desaparezca. Son las dos alternativas que debe Estiman que: "Nos encontramos con la conciencia
sortear el movimiento obrero para imponer sus deque no hay lenguaje para esta situación entre los
metas: represión o so bomo; violencia y conupción. que la viven, pero que a la vez no hay un
El períodoclaveenesteestudio se abre en 1955, metalenguaje de análisis que nos permita describir
con el peronismo de la resistencia. Expresado por ni la situación, ni el desfase entre ella y el idioma
la combatividad obrera tucumana y porque su de la población analizada. Se deja así hasta la
territorio fue basedelaguerrillarural: ésta se inició agencia individual en duda, con preguntas que
con los U turunkus y concluyó con la Compañía de quedan dolorosamente abiertas".
Monte Ramón Rosa Giménez, del ERP. Cabe anotar que los autores tocan con acierto
De acuerdo a los autores: la reacción militarse variados temas, sólo me detendré por razones de
centró en Famaillá, en donde superó, rápidamente, espacio en aquellos que a mi ver son las más
a las fuerzas guerrilleras de la zona. Aplicó para importantes : l. La relación que pudo haber entre
ello la tortura y la muerte. "La represión dejó Lobizón y Mario Roberto Santucho, que fue sép-
profundamente desorientada y sin identidad po- timo hijo varón; 2) cuál fue, en verdad, la signi-
lítica a una población entera que quedó sin ficación del peronismo en la estructura del FOTIA,
formas políticas a las cuales podían recurrir". La en la conformación de la "resistencia peronista" y
cultura del terror influyó en esa zona y se extendió en la industria azucarera; 3) qué papel jugó en este
a toda la provincia, para lograr quebrar la identi- proceso la Iglesia católica, pues es sabido que
dad tucumana anterior. existió una relación sincrónica entre los curas
Esta que fue "una fuerza laboral activa y obreros tucumanos (decanato de la FOTIA) y el
contestataria, identificada con organizaciones y liderado por el monseñor Helder Cámara. El cura
actividades democráticas de sindicatos Raúl Sánchez, por ejemplo, pidió en 1967 que se
combativos, se trastocó en una población dócil y apliquen las ideas de la "Carta de los Obispos del
poco solidaria, sin la fuerza ni la organización Tercer Mundo". Afirmó su solidaridad con Cristo
para hacer reclamos en contra de sus victimarios, y denunció los sistemas económicos dominantes:
ni en contra de los que siguieron a éstos en los la Iglesia, afirmaba, debe denunciarlos y combatir
estratos del poder local". El dominio de esta las injusticias que éstos creaban.
geografía cubrió luego, también, a los espíritus, Finalmente estimo importante vincular la in-
"las diferentes subjetividades de los más variados terpretación de lsla-Taylor sobre la historia
sectores sociales en Tucumán fueron construidos tucumana fundada en "símbolos y ficciones" con
a partir de una cultura que ensalzaba el orden y el la dada por los economistas, en especial lo que se
respeto por la autoridad; por el hombre como el refiere a la obtención de mano de obra: la coacción
patriarca frente a la esposa e hijos ; respeto que se extraeconómica ¿qué misión cumplió?, ¿superar
debe a los mayores de parte de los jóvenes. Estos la escasez de fuerza laboral o maximizar el exce-
valores conservadores unieron a los victimarios dente económico? La bibliografía diferenció, en
con sus víctimas en una misma trama".
Tesis que se comprueba a posteriori, con da- 2 Los datos de una encuesta revelan que el 60% cree
tos de una última encuesta y con la constatación que esas medidas de Bussi son necesarias: "los
del hecho de que en Tucumán se apoyan las tucumanos son hijos del rigor". También se opinó
decisiones "efectistas" (cumplir horarios, izar la que: "la gente necesita tener mi edo para poder hacer
bandera para ingresar al trabajo, limpiar las facha- las cosas" (La Gaceta, 12-Xl -1995).
este punto, entre la situación del litoral y la de guerrilla, se describe también el contexto de terror
Tucumán "donde durante décadas rigió la ley de en el que vivieron las poblaciones obreras. Dentro
conchavo y estaba generalizado el sistema de vale de este marco se trata de entender las razones que
y la proveduría patronal, pero se trataba de regio- permitieron el incremento de su popularidad, que
nes marginadas de los centros productivos funda- lo convirtiera en uno de los candidatos más popu-
mentales del país"3 • lares de la campaña electoral del 91 en la provin-
Con prudencia y respeto a la compleja natu- cia, superado por Ramón Palito Ortega hasta las
raleza del problema, los autores no afirman tesis últimas elecciones del año pasado, en las que logró
apodícticas: dejaron abierto el futuro a otras in- vencerlo convirtiéndose en gobernador de
terpretaciones. A nuestro modo de ver se trata de Tucumán.
un ensayo esclarecedor, de útil y provechosa Isla y Taylor utilizan las figuras míticas del
lectura para el especialista y para el ciudadano "perro familiar" y el "lobizón", dos figuras
común. maléficas que aparecen en el contexto laboral de
los ingenios azucareros tucumanos. Más que des-
cribir detalladamente a estos personajes, los auto-
3 Laclau, Ernesto, "Modos de producción, sistemas res presentan versiones recogidas a través de en-
económicos y población excedente: aproximación trevistas y de fuentes escritas. El paralelo con los
histórica a los casos argentino y chileno", Revista pactos del diablo estudiados por Michael Taussig
Latinoamericana de Sociología, Vol. V, Nº 2,julio
1969, pp. 276-315.
en su libro The Devi/ and Comnwdity Fetichism in
South America para los cañeros en el valle del
Cauca de Colombia y por June Nash en su We Eat
the Mines and the Mines Eat Us con respecto a los
Delia Patricia Mathews mineros bolivianos es bastante provocativo, aunque
Universidad de Yale, hace falta profundizar esta comparación a través
EE.UU. de un análisis más riguroso de los mitos, así como
de una mejor contextualización histórica y tem-
poral. Con este propósito, sería oportuno situar
El trabajo de Isla y Taylor constituye un ori- mejor la realidad social de los ingenios azucareros
ginal y sugerente aporte en el estudio de la cultura tucumanos desde sus orígenes, así como las rela-
de terror en una zona periférica de los Andes y ciones sociales, de clase, que se producen en este
también de la nación argentina. En este trabajo y momento, para que este paralelo sea más produc-
utilizando principalmente la obra de Taussig, se tivo y podamos hacer una asociación más signifi-
intenta ilustrar los efectos de la violencia y tortura cativa entre ambos casos. Cuando Jo hacen -por
en la fragmentación de las identidades sociales y ejemplo al determinar por qué el perro familiar está
políticas durante las últimas décadas. presente al interior de la familia del dueño y ataca
Los autores sitúan el trabajo en la provincia de a los más despojados, a los obreros sin familia- no
Tucumán luego de la dictadura militar de 1976- se profundiza ese análisis ni se complementa con
1982, e intentan hacer un estudio retrospectivo de material que permita relacionar estos temas.
la conciencia política obrera ligada al trabajo en Igualmente sucede con las versiones del obrero
los ingenios azucareros. Para los menos conoce- héroe que vence al Familiar, para tratar de com-
dores de la zona sería útil situar al lector presen- prender la temática del vencedor que desaparece
tando un mapa del noroeste argentino y algún porque es sobornado por el patrón, Jo cual es una
material complementario que ilustre algún aspec- ambivalencia sobre quién constituiría el verdadero
to de la vida en los ingenios azucareros, del mo- vencedor.
vimiento sindical o de algunas de las campañas La "desaparición" de obreros en esta temprana
políticas descritas. época republicana (auge del trabajo en los inge-
Isla y Taylor contraponen una cultura política nios del norte) constituye, según los autores, un
activa y contestataria al silenciamiento ocurrido augurio de las desapariciones que ocurrirán duran-
durante el Proceso, que la muestra como una cul- te la dictadura militar, y que marcarán el imagina-
tura pasiva y sumisa y cuyos efectos se mantienen rio popular de la zona. Pero entre un período de
incluso después de la dictadura. A continuación, represión y otro hay también movimientos sindi-
se describe la campaña de Bussi, el general res- cales muy activos y protestas sociales emergentes.
ponsable de la cruel represión de dicha época. Al En este punto, bajo la sección de conciencia histó-
relatar los mecanismos utilizados para combatir la rica y sumisión se hace un recorrido muy general
de la lústoria y política tucumana desde los años región y en particular de la sociedad tucumana, en
50 a nivel de descripción de los discursos utiliza- relación con el contexto capitalino y nacional.
dos por sectores tales como los sindicatos obreros, Otro tema ausente es el del género. Con ex-
federaciones universitarias, etc. Aquí sería nece- cepción de las versiones sobre abusos de los mili-
sario también articular los procesos que se lleva- tares en los pueblos adonde llegaban, el presente
ron a cabo dentro de la provincia, con aquellos que artículo no hace referencia a casos de mujeres que
se daban en otras provincias del país. El contexto participaban en la cultura política obrera o militar.
nacional e internacional es bastante relevante y Sería interesante indagar el rol de las mujeres
podría ser mencionado al menos en notas de pie de obreras antes, durante y después de la represión. El
página. Por ejemplo, los sucesos que provocaron tema de la apropiación del cuerpo como forma de
el cordobazo y otros procesos de la década de los tortura, escarmiento y abuso sin embargo, es bas-
60 se ven reílejados también en el caso tucumano. tante ilustrativo de las estrategias militares
A pesar de ser una sección informativa, el material represoras de la época y la forma de escarmentar
es bastante general y un tanto abstracto, deja de a una población.
lado una visión más individualizada y humana de Isla alude en esta oportunidad a otro libro de
los procesos a través de las voces obreras, univer- Taussig, Shanu:mism, Colonialism and The Wild
sitarias, oficiales y de otros "sectores" que son Man (1987), en donde éste discute el tema de la
presentados colectivamente, asumiéndose su cultura de terror y el espacio de muerte para enten-
homogeneidad. der cómo se produce luego una disrupción y aisla-
La sección siguiente titulada "La Escuelita de miento de la sociedad al sembrar sospecha y des-
Famaillá y la Tortura" constituye un cambio de confianza entre todos. La forma cómo se
enfoque útil y, a nuestro parecer, más efectivo que deshumaniza a las víctimas para justificar el
las secciones anteriores. Se intenta mostrar la ar- genocidio está presente a lo largo de la lústoria de
ticulación entre cultura de terror y los efectos de la construcción del Estado nación argentino, ca-
ruptura que provocan silencio y bloqueo de la racterizado por la exclusión de grupos indígenas. En
memoria colectiva y conciencia social. Basándose esta sección los autores articulan las versiones del
en las entrevistas realizadas por Isla en 1993, los perro familiar en los ingenios norteños en general
relatos son bastante gráficos y muestran el "espa- durante la época republicana y cómo estas repre-
cio de muerte" como contexto en donde se desen- siones reaparecen durante la última dictadura pro-
vuelve la vida de los trabajadores. En este caso, vocando traumas imborrables, ruptura de identida-
los autores combinan los testimonios de la gente des sociales colectivas que se reílejan en la cultura
con las acciones emprendidas por la represión y la política posterior a la dictadura en donde el miedo
forma cómo se presentaban en las noticias diarias, a las ideas "radicales de izquierda" o "foráneas"
moldeando de esta manera la memoria y la iden- (e.g. alusión a Sendero Luminoso) no sólo perdu-
tidad popular tucumana. Todo esto conforma la ran sino que previenen a la población de participar
visión de las sierras tucumanas en el imaginario en algún acto definido como "subversivo".
nacional de los años setenta Durante la guerra sucia El tema de fronteras se menciona, pero prome-
la tortura se explicó como un intento de imponer te un análisis más cuidadoso. Hay muchas fronte-
disciplina, de castigar al enemigo; se llega a dis- ras que estudiar: Isla y Taylor se refieren a los lí-
minuir a las víctimas a un plano infrahumamo que mites entre democracia y dictadura en la narrativa
justifica las prácticas explotadoras del sistema y la popular. También se debe hacer alusión a nocio-
anulación de culturas colectivas clasistas. nes que van ligadas a eso, como las nociones de
Algunas de las entrevistas aluden al "perro orden y trabajo y la de corrupción que provocan
familiar" y es interesante ver que esta figura había una crítica dura a los gobiernos y sistemas latinoa-
sido capturada por la militancia de izquierda en mericanos y mundiales a lo largo de los años 80.
Tucumán. Esta sección sugiere varios temas de La frontera entre lo definido como "bueno" o
interés, algunos de los cuales podrán ser materia "malo" es también un tema central y ligado a cam-
de trabajos futuros. El tema de etnicidad y raza, bios en los contextos sociales e históricos especí-
por ejemplo, no aparece mencionado en este ficos . Las identidades políticas aparecen a veces
artículo aunque a través de las entrevistas pueden como sólidos entes monolíticos y estáticos que no
observarse referencias que aluden a estos factores muestran el proceso configurador de aquélla . Es
con respecto a obreros lugareños, guerrilleros y necesario, '-Tecmos, complementar la visión colec-
militares. Creemos que este es un punto esencial tiva y concretizarla presentando casos individua-
para entender la composición social y étnica de la les y elementos vivos reminiscentes de la concicn-
cia política anterior que está siempre en proceso como Benjamín mencionara, el estado de emer-
de contestación y reformulación. Esto presentaría gencia es más la regla que la excepción, este tra-
un cuadro más dinámico de las etapas histórico- bajo logra situarse en los momentos más determi-
políticas descritas, sin dejar de lado la complejidad nantes de la historia de los movimientos obreros
que supera las simples separaciones entre yo y el argentino y latinoamericano en general y com-
otro; puede, asimismo, ayudar a esclarecer la prender la memoria y los silencios de sus actores
intrigante pregunta de por qué las víctimas votan como fuentes reveladoras de las crueles herra-
por sus victimarios, presentando una visión más mientas de dominación y acallamiento en nombre
complejizada de los discursos de clase y las ten- del orden y progreso de \llla nación.
siones con las prácticas cotidianas, colectivas e in-
dividuales, luego de su fragmentación y ruptura
durante la feroz represión. En este punto tal vez
hubiera sido útil tomar los conceptos de "mimesis"
y "alteridad" para seguir prestando de los estudios Alberto Quevedo
de Taussig. Sin embargo, habría que superar la Dpto. de Ciencias Políticas
drástica oposición entre identidad colectiva e indi- Facultad de Ciencias Sociaks
vidual y ver la formación de identidades colecti- Universidad de Buenos Aires
vas de clase siempre en proceso de consolidación Argentina
a través de una multiplicidad de voces individua-
les, para que así, sin dejar de lado las perspectivas
de los individuos, se pueda tomar en cuenta el El texto que acaban de presentar Alejandro Isla
marco de desigualdad y dominación en el cual se y Julie Taylor se refiere a la formación y transfor-
producen. mación de las identidades políticas en el noroeste
De esta manera, la presentación de las identi- argentino, y por la naturaleza misma del tema, po-
dades se complejiza y también dinamiza, los silen- dríamos decir que se trata de un tipo de análisis
cios se insertan dentro de estos procesos que con- construido desde los bordes de la política. Y ese
fluyen en una conciencia sobre los límites de los es, a mi entender llllO de los valores sobresalientes
textual o que puede ser expresado con palabras. del texto: Su desafío a pensar la política desde su
Este es el mismo dilema que enfrenta Taussig en base cultural. Sobre todo porque no se trata de una
sus obras posteriores en donde todo se cuestiona. visión institucionalista de la acción política, sino
Pero queda por explorar qué puede hacerse luego que más bien se aleja de manera explícita de aque-
para superar estos lúnites o si es que lo que se llas perspectivas que agotan la temática del poder
anuncia es el final del proyecto etnográfico o bien en las redes institucionales que lo sostienen. Diría
su continuación bajo otras circunstancias, en don- más bien que Isla y Taylor recurren a la compleja
de se consideran sus limitaciones, pero sin parali- e intrincada formación de la cultura política para
zar dicha empresa. dar cuenta de un fenómeno "irracional" de lapo-
En términos generales, el artículo de Isla y lítica: la asociación entre orden social y terror, o
Taylor constituye un bienvenido aporte para los dicho de una forma más política, entre consenso y
estudios etnográficos y de la historia reciente del terror.
noroeste argentino. Los autores hacen también una El iluminismo del siglo XVIll nos dejó lllla
importante contribución a los esfuerlOs por articu- herencia que podríamos resumir así: hasta nues-
lar los procesos históricos y sociales de los Andes tros días los regímenes políticos encontraron su
con los de esta región. En términos teóricos las fundamento en Dios, en las mitologías y creencias,
reflexiones presentadas en este trabajo constituyen en el Miedo -según la formula de T. Hobbes- o en
un avance con respecto a temas de memoria, silen- la fuerza de la Espada; pues bien, de ahora en más
cio y terror a través de distintos períodos de la será el resultado del consenso de los hombres que
historia andina y latinoamericana en general. Pen- hacen libre uso de su razón. Es decir, la moderni-
samos que varios temas pueden ser explorados a dad política nació con \llla promesa de aujklarung
partir de las preguntas aquí planteadas y los silen- en el espacio público y de una política con domi-
cios del propio texto. Finalmente consideramos nio racional en lo referido al problema de la legi-
que, con la experiencia de ambos autores se podría timidad del orden político. De este modo, deja-
avanzar mucho en las teorías de Taussig como para ríamos atrás el oscurantismo de la política pre-
hacer una lectura más crítica y diferenciada de lo modema, y daríamos la bienvenida al reino de la
que se dio o no en el caso específico argentino. Si, diosa Razón.
Claro que muchos teóricos vieron en el uso procesista Antonio Bussi, más que en los intentos
indebido de la razón y de las nuevas creencias de de silenciar la memoria política tucumana.
la modernidad, la posibilidad de otras tiranías. ¿Cómo logró esto? En este punto, el trabajo de
Alexis de Tocqueville señalaba la posibilidad Isla y Taylor ingresa en un territorio que si bien
de un nuevo despotismo que llevaba en el vientre reconoce muchos antecedentes, no suele ser dema-
la misma democracia: los hombres modernos po- siado transitado por el análisis político más clásico:
drían elegir perder la libertad si alguien -un nuevo me refiero al componente cultural y mítico que
amo- les garantizaba la igualdad. En palabras de supone la esfera política En un mundo secularizado
La Boetie, Tocqueville nos alertaba de esta incli- y donde las creencias parecían haber abandonado
nación humana por una servidumbre voluntaria, definitivamente la fundamentación política -como
siempre y cuando se democraticen los beneficios señalamos antes- el agotamiento de la racionalidad
de la revolución democrática. Pero fueron los in- clásica para explicar los fenómenos no
tegrantes de la escuela de Frankfurt, ya en el siglo institucionales de lo público nos devuelve a este
XX, los que plantearon con mayor énfasis los terreno rico y todavía fructífero para el análisis. En
estragos de la razón en el espacio público. Pensaban el texto se menciona diversas mitologías populares
que el desarrollo del espíritu científico-técnico de -sobre todo la del Perro Familiar- ligadas a la pro-
la modernidad podía llevar, no a la prometida ducción social del sentido. Lo interesante del mito
ilustración, sino al terror. La experiencia de los elegido por Isla y Taylor reside justamente en el
totalitaristas europeos en la primera mitad de este lugar privilegiado que ocupa en el imaginario
siglo los hizo pensar en una nueva y desoladora norteño y en su capacidad -como todo mito- de
asociación: la razón y el terror. Cuando el mundo asumir diferentes valores en el tiempo y en los
había logrado un poderío industrial hasta ese distintos ámbitos de aparición. Pero el caso del
momento desconocido, y cuando el hombre estaba Perro Familiar tiene una fuerza especial para in-
más cerca de su verdadera emancipación, nacen gresar en los momentos críticos de la última dicta-
los regímenes políticos más atroces que ponen la dura militar: desde sus orígenes, y aun en sus dife-
razón al servicio del miedo: otra vez se hacía rentes versiones, el relato del Familiar está asocia-
presente el espíritu del viejo Hobbes. do con la justificación de la desaparición de per-
Pero el trabajo de Isla y Taylor concibe una sonas, en especial de obreros solitarios, foráneos y
pareja conceptual que no ha sido tratada de mane- rebeldes. En este sentido, el mito se presenta como
ra exhaustiva en el pensamiento político: la unión un terreno muy rico para encontrar los rastros de una
del consenso y el terror. La hipótesis es simple y serie de tradiciones y creencias, como las que ex is-
contundente: el terror tritura identidades políticas ten en el norte argentino, que concurren a explicar
y sociales, al tiempo que construye otras. Claro ciertas conductas políticas de nuestro tiempo.
que esto no sería una gran novedad si no fuera El caso de la provincia de Tucumán, que se
acompañada por una idea positiva de esa cons- encuentra en el centro del análisis de Isla y T aylor,
trucción. Es decir, en este texto el tratamiento del es en este sentido doblemente atractivo y desafiante
tema de las identidades está mucho más ligado a para el análisis político. Por un lado, por los temas
los resultados positivos de la acción del "terror" ya mencionados, pero, por otro, porque visto en
que a los tradicionales resultados de acallamiento perspectiva requiere un tipo de reflexión que no es
de la escena pública que suele producir, o simple- fácilmente equiparable a otras realidades de la
mente de la represión política, social y cultural. Argentina: en Tucumán hay que explicar un cam-
Porque el tema central que plantean los autores bio radical de aquella provincia contestataria y re-
está en la asociación positiva de una gestión de volucionaria de los años 60 y 70 a este territorio
gobierno que se caracterizó por el uso sistemático político e ideológico ganado por una de las expre-
del terror, y el logro del consenso para continuar siones más reaccionarias del actual panorama po-
ese tipo de gestión. Pero no en base a la clausura lítico: el bussismo . Pero si bien son claras las hi-
del pasado, sino sobre los restos de un pasado re- pótesis del trabajo en Jo que se refiere a la etapa de
ciente que aun está vivo. Quiero decir, el enigma la dictadura y aun del actual período democrático,
del General Bussi en Tucumán no se constituye nos queda por dilucidar la otra interrogante, a sa-
-según los autores- por el fenómeno de ber, ¿cómo funcionó -si es que lo hizo- este vín-
"ocultamiento" de las características represivas de culo entre política y mitologías populares en los
su gestión, como por la lectura positiva de la mis- momentos del auge de las luchas sociales? ¿Qué
ma. Es en esa eterna lucha por el sentido del pa- residuos quedan de ese relato que dice que hay so-
sado donde parece haber ganado el ex Gobernador lamente un obrero poderoso que puede vencer al
Familiar? O dicho de otra forma, ¿hay rastros de ancestrales del norte argentino y por otro lado, en
creencias donde el perro Familiar no haya servido el fracaso de imponer en esa sociedad un tipo de
a los patrones y sí a los obreros? . cultura política alternativa que dif:rencia clara-
Finalmente, quisiera destacar un señalamiento mente entre dictadura y democracia. Y en este
que tiene el texto y que me parece sumamente in- sentido tal vez los derechos humanos, de raíz libe-
teresante en lo que se refiere a la comprensión de ral, europea y racionalista, no sean !_os 1:1ás .ade-
la última etapa política en la Argentina. En el tra- cuados para competir en este complejo e mtnnca-
bajo se insinúa -pero no se desarrolla- un tema do territorio cultural.
central para el actual período que se refiere a la
valoración de los valores y procedimientos de la
democracia política, en contraposición con_la
dictadura. Es decir que Isla y Taylor no deJan Guillermo Rochabrún S.
planteada una interrogante central que se refiere. a Pontificia Universidad Católica del Perú
la percepción de la poblaci~n _de Tucui:n.án sobre Lima, Perú
la disconJinuidad entre el regunen pohllco auto-
ritario y el actual proceso democrático. Y esto es
interesante, no solamente porque la pregunta vuelve El laberinto de la Identidad:
a referirse al terreno de la cultura política, sino una contribución a su crítica1
porque está asociada al lugar que ocupa actual-
mente el tema de los derechos humanos en la Ar- ¿Puede la política ser explicada desde la c~l-
gentina y en esa provincia en particular. Diría más, tura y la identidad? Responder tal pregunta reqme-
de esto depende la suerte que corra -en el sentido re precisar de qué aspecto(s) de la política habla-
cultural- la valoración de la violencia ejercida por mos, y con qué comprensión se cuenta d: cultura
el Estado durante la dictadura y que puede ser leída e identidad. En este caso en cuanto a lo prunero se
como "guerra justa" o como violaciones a los trata de las opciones electoral:s, y en _el se~undo
derechos elementales de las personas. Como todos de sedimentos creados a partir del eJerc1c10 del
sabemos, el tema de los Derechos Humanos fue poder y la violencia, tanto en lo que reproducen
central en los primeros años de la transición po- como en cuanto cuestionan dicho poder y dicha
lítica, y actuaron como horizonte ético de la vida violencia. ¿Es viable tal diseño? Sopesar sus posi-
institucional que se abría, al tiempo que fueron un bilidades implica reconstruir la distinta configura-
elemento de legitimidad del naciente gobierno. Pero ción que cada uno de estos fenómenos presenta y
todo esto no asegura una continuidad en su lugar luego examinar la mdole de sus nexos.
simbólico y político en los años posteriores a la Pues bien, las opciones electorales están en la
transición, y mucho menos su integración a los esfera de lo público; también lo está la identi,dad
valores mmimos aceptados por una sociedad. En gremial y de clase: todos ellos son -unos mas y
todo caso, en el nordeste argentino las víctimas y otros menos- espacios racionalistas, ilustrados, o
los victimarios de la última dictadura militar pa- cuando menos parecen serlo. A juzgar por el texto
recen compartir una cultura más amplia que los comentado, en parte esta identidad se constituyó
envuelve y que no se vio afectada de manera en disputa con aquella otra más bien privada,
sustancial por el tema de lo derechos humanos. oscurantista, del temor a lo sobrenatural,
En el caso de Tucumán, Isla y Taylor insinúan reproductora de la dominación. ¿Pero qué tanto ~vo
que el tema de los derechos humanos tuvo alguna que luchar contra ella, y derrotarla?, ¿se constitu-
presencia en los años 82-83, pero que muy pronto yó, propiamente hablando, en esa lucha, de modo
comenzó su retroceso. Es más, nos atrevemos a
decir que del texto mismo surge una pregunta más
radical: ¿el Lema de los derechos humanos retroce- Luego de un inicial escepticismo frente al texto de
dió en los últimos años o simplemente nunca se Isla y Taylor me fui dejando convencer por algunos
asentó en la cultura política tucumana? Si la res- aspectos, para finahnente distanciarme en base ~ lo
que he sentido como una mezcla de opciones teon-
puesta es que nunca logró ganar un terreno impor- cas fonadas, vacíos y ambigüedades. Pero en muy
tante en esta zona, podríamos encontrar allí un pocas ocasiones este ejercicio me ha obli¡¡ado tanto
camino de explicaciones de este triunfo de cierta a precisar, ordenar, e incluso crear mis propios
cultura política autoritaria. Este triunfo podría ex- pensamientos. De todo ello les quedo muy ª!\rade-
plicarse por un perverso juego de pinz_as: por ~ cido; por lo mismo deseo que al procesar mis co-
lado, encuentra a~idero en las trad1c10nes mas mentarios obtengan algún provecho.
de llevar consigo las huellas de la contienda y del ra militar afloraron componentes de éste, ¿qué
contendor? Pareciera más bien que esta esfera, a la centralidad tuvieron?
cual llamaremos ciudadana, se forma en un nuevo Determinar esto es básico para movemos de
espacio, el cual dio un nuevo contenido a la vida manera ordenada en medio de una estructura de
pública, y que en mayor o menor medida va a identidades que no es tan enredada como el caos al
informar también la vida privada. cual conduciría el simple y brutal abandono de la
De esta manera sugerimos la existencia de, al imagen monolítica de la identidad. Estaríamos
menos, una doble dimensión de la identidad. No entonces en condiciones de poder establecer qué
estamos ante una entidad monolítica, pero sí ante incidencia podrían tener las distintas -pero no in-
un espacio claramente estructurado según esta dis- finitas- caras de ésta en lo político. Quisiera ahora
tinción constituyente. La dualidad fundamental analizar este aspecto del tema.
público/privado, el develarniento concreto de su La presencia de Bussi en la escena política
constitución, la diferenciación interna de cada tér- electoral, desde sus inicios hasta su victoria en 1994,
mino en varios ámbitos, así como el carácter de es un proceso que dura nada menos que once años.
los nexos entre todos ellos, puede formar un mar- Ello no puede sino levantar algunas interrogantes
co más preciso que el simple rechazo a la llamada en confrontación con las tesis de los autores: si
imagen "occidental"(?) de un sujeto único y ho- Bussi habría logrado triurtfar en base a una cultura
mogéneo2. Y es que si nos limitamos a esa de(l) terror' que estaría plenamente vigente al ter-
recusación simple y total, ¿con qué nos quedamos?, minar la dictadura militar, ¿por qué no triunfó in-
¿en nombre de qué podemos hacer juicios sobre la mediatamente en 1983, o en todo caso por qué en
realidad, si la alternativa sería un sujeto infinita- ese momento tan sólo obtuvo 415 votos 5 ?
mente multiforme, carente de todo centro y en ¿Quiénes fueron paulaJinamenJe ganados por él y
consecuencia asimilable a cualesquier situación en qué circunstancias?, ¿lo fueron en forma esta-
exterior? (A fin de cuentas, si a esas mujeres vio- ble, o intermitente y errática? Es decir, ¿qué ha
ladas les gustó la violación, ¿en nombre de qué venido significando Bussi en la conciencia ciuda-
afirmar que en ello habría algo "anómalo"?). dana a lo largo de todos estos años, ¿qué tienen en
Pero si una identidad pública ciudadana se ha mente sus electores cuando votan por él?: ¿espe-
constituido, ¿qué consecuencias tiene para el suje- ran acaso que se comporte como lo hizo durante la
to su destrucción, o su-represión sistemática?; dictadura? Debemos suponer que no -aun quien dice
¿puede ella desaparecer sin dejar rastros? Los no conocer la democracia no la está rechazando,
autores la presentan como sumamente débil, pero sino a sus formas falseadas-, pero en tal caso ¿qué
ello puede ser el resultado de una simple opera-
ción intelectual: hacer muy fuerte a la identidad
del terror. En cuanto a este último, hay que exami- parecen plegarse al modelo "occidental", monolítico,
nar qué terror es el que confronta a la identidad de identidad, para luego cuestionarlo, pero sin tener
ciudadana3 : ¿el antiguo terror, o un nuevo terror? entre manos una alternativa teórica. Explorar esto
Por ejemplo, el aislamiento, la desconfianza y el último es una de las metas de mis comentarios.
individualismo que éste impulsó, no eran compo- 4 No es lo mismo hablar de una cultura del terror que
nentes centrales del antiguo. Si durante la dictadu- de una cultura de terror. En el primer caso éste es un
elemento entre otros en una cultura dada; en el se-
gundo es el componente central que organiza y ar-
2 Por "occidental" los autores parecen referirse a una ticula toda la cultura y -obviamente- la vida social
imagen depuradamente iluminista del ser humano. misma. Pero tanto en uno como en otro caso, ¿orga-
Eso es efectivamente occidental, pero más exacta- niza a la cultura, o tan sólo al comportamiento? Si se
mente es moderno -lo cual no es lo mismo. Occi- trata de lo segundo, éste variará en forma muy
dentales son también los románticos, Nietzsche, maleable según las circunstancias (sea a favor o en
Freud, c¡uienes difícilmente harían suya la tesis del contra de ellas); en el caso de lo primero el compor-
monolittsmo de la identidad. tamiento será mucho más estable. El texto es muy
(¿Yen el pensamiento de Isla y Taylor, qué existe impreciso al respecto.
fuera de lo "occidental"?: ¿lo "oriental"?, ¿lo 5 Hay otro término de la "ecuación" que pennanece
"andino"?). intocado en el análisis: ¿quién es este Bussi, que se
3 Respecto a la relación entre "ambas" identidades el siente en condiciones de participar en una contienda
trabajo es sumamente ambiguo. Los autores hablan, electoral a poco de haber sido verdugo de un orden
alternativamente, de "cambio", "ruptura", "confu- anti-democrático?, ¿qué tipo de auto-legitimación le
sión", etc., en el "paso" de la una a la otra. En todo permitió participar? ¿Qué lo llevó a persistir luego
ello -como cuando al inicio hablan de "paradojas" - de obtener nada en el primer ensayo?
lugar tendría una cultura de(I) terror en la explica- En este caso la dictadura militar intentó destruir
ción de la trayectoria electoral de los votantes? el espacio público ciudadano, ya constituido, y
Los autores no parecen haber investigado es- convertirlo en un espacio privado, íntimo y repre-
tos temas, y descansan exclusivamente en una sivo en base a un terror nuevo que no requería ni se
supuesta afinidad entre lo que Bussi representaría apoyaba centralmente en el viejo terror. Pero ello no
y la cultura de(I) terror subyacente. Ahora bien, podía ocurrir tan fácilmente. A diferencia de lo que
ello sólo puede pensarse de esta manera si se desprende del texto, el espacio político ciudadano
obviamos los componentes estrictamente políticos. no era -ni es- tan endeble: para empezar, no des-
Al respecto Isla y Taylor mencionan de paso el apareció, y pudo reconstituirse clausurando por
pobre desempeño del peronismo, de lo cual se completo la presencia de figuras como Bussi (los
desprendería que si sus representantes hubieran 415 votos de 1983). Es el fracaso del peronismo y
satisfecho las expectativas ciudadanas Bussi hoy del radicalismo el que da opción a este personaje,
sólo sería un -mal- recuerdo. ¿Qué lugar darían en quien si bien ejerció el terror, empieza a tener una
ese caso a una cultura del terror en el campo de la presencia electoral sigrtificativa al ser juzgado en los
política de hoy? términos del espacio público ciudadarw.
Para intentar una apreciación sintética sobre el No sería la primera vez que un personaje que-
diseño de esta investigación, creo que no es posi- de resignificado de manera más o menos drástica
ble explicar el comportamiento electoral en condi- a la vuelta de pocos años. En América Latina un
ciones de democracia formal a partir de arquetipos caso notable sería el Gral. Banzer: dictador im-
culturales como los aquí mostrados; a la falta de placable en un tiempo, y hoy una de las columnas
nexos claros entre ambos espacios cabe agregar de la democracia boliviana (prefiero ahorrarme las
que se mueven en tiempos totalmente distintos: comillas en ambos términos). Pero ello es posible
coyuntural el primero, en "largas duraciones" el solamente porque un espacio público ciudadano se
segundo. Pero para manejar los materiales que los ha mantenido, y porque estos personajes son juz-
autores proponen -cuya calidad, pertinencia e in- gados -acertada o equivocadamente- en él.
terés están más allá de toda duda- propongo Aun si persistiera la identidad de una cultura
estructurar la identidad a partir de diversos espa- de terror que alberga a perros familiares y lobizones,
cios, tanto públicos como privados, a descubrir y es poco convincente que las opciones electorales
reconstruir partiendo de la historia concreta. se definan en base a ella.
RESPUESTA
frente a la casa de gobierno provincial, con el ar-
Alejandro Isla gumento de que "estéticamente" no se correspon-
Casilla 249 día con la arquitectura local; el tercer día hizo un
4600-Jujuy Argentina recorrido a las 6 y 30 de la mañana por reparticio-
[email protected] nes hospitalarias dejando cesantes a dos directores
por no estar temprano en su centro de trabajo. En
su discurso de asunción, frente a la crisis presu-
Por fine! domingo 29de octubre de 1995 Bussi puestaria que asola a la mayoría de las provincias
asumió la gobernación de la provincia de Tucumán, argentinas dijo que "había que gobernar con los
con una votación del 46% de los tucumanos. Una dientes apretados"; que se debe relacionar directa-
semana después los periódicos nacionales daban mente a los órdenes cerrados militares y a la
cuenta de la confirmación de los augurios más asunción de que la tarea de gobierno, es tarea de
ominosos que expresamos con Taylor en el artícu- combate. Pero, ¿combate contra quién?
lo y en algunas notas periodísticas posteriores. La más grave de todas la medidas tomadas
Discursos y prácticas se encuadran claramente en (entre las que se cuentan la baja de sueldos en ei
modelos autoritarios de gobierno y por ahora la sector público, reducción de personal y diferimiento
democracia cruje, pero no da señales claras de de un mes de sueldos completo para pagar en cuo-
alarma. El primer lunes de su gestión ordenó tirar tas durante 1996) sin embargo, fue el nombramiento
abajo un monumento que había mandado construir como jefe de policía provincial de Luis Rodríguez
el presidente Menem "Por la paz y por la vida" Quiroga, quien ocupara un cargo similar durante
la gestión de Bussi en la dictadura. Ya en la pri- ban encaminadas al logro de otros derechos ele-
mera semana celebraron la muerte de un delin- mentales como el de ciudadanía, en un país en el
cuente alias "Genio!" en un "enfrentamiento" cual durante 18 años las mayoría, populares fueron
anunciando que era "el primero de una larga lis- proscritas, reprimidos sus activistas, seducida y
ta". sobornada gran parte de su dirigencia; en medio de
Sirva esta breve y periodística puesta al día discursos que alababan a la democracia. Entre los
del mismo artículo, como introducción a la res- sectores populares se desconfiaba profundamente
puesta de los comentaristas, a quienes agradezco de los políticos, de la justicia y de la policía, ob-
su paciencia y esfuerzo intelectual puesto en la viamente. Por otra parte las organizaciones "revo -
crítica del texto. También agrego, que del conte- lucionarias" atrapadas en estrategias de "guerra" o
nido de esta nota, queda relevada de responsabi - insurrección leninistas, maoístas, etc. no erar. el
lidades Julie Taylor con quien hubiera sido im- mejor soporte para extender y profundizar los
posible coordinar una respuesta conjunta a distancia derechos humanos. Las violaciones estatales re -
y recibiendo comentarios sobre la hora. feridas a éstos en el período de la predictadura eran
El respectivo de Quevedo destaca de nuestro explicados como una "cornecuencia natural del
artículo una relación conceptualmente fructífera: régimen burgués o dictatorial", que había que
aquella de consenso y terror. Cómo el terror logra contestar violentamente.
modelar posiciones heterogéneas, diferentes, múl- Pero, para nosotros, la explicación del bussis mo
tiples, que deberían enriquecer la democracia, en es más compleja que el perverso "juego de pinza,"
la pasividad de coTL~ensos homogéneos, rígidos; entre el peso de la tradición y el "fracaso de imponer
que a su vez promueven identidades políticas un tipo de cultura política alternativa que diferencie
unívocas. Y esto desearía relacionarlo con su entre dictadura y democracia" . Salvo que la ültima
aparente opuesto: el terror a los disernos que fuimos proposición implique tanto, como lo que a primera
constatando en la experiencia tuctunana. El pro- vista queda afuera de los brazos de la pinza. Por
fundo malestar que produce el que un hijo tenga ejemplo, los efectos de la hiperinílación a nivel
opinión diferente de los padres; no sólo en el te- nacional sobre la degradación y devaluación del
rreno político, sino en las elecciones sociales, discurso político democrático. Por ejemplo, los
morales y estéticas de usos cotidianos, como por efectos de la corrupción feroz sobre la golpeada y
ejemplo el pelo largo, el aro en la oreja, los jeans aturdida conciencia ciudadana tucumana, de los dos
rotos. Esta misma sernación de vacío, de desorden, primeros gobiernos provinciales justicialistas que
frente a los disensos se capta en las discusiones de devastaron las arca, püblicas.
propuesta~ en los clubes, asociaciones barriales, Un artículo como este no pretende explicar
asambleas de lugareños: cuando se produce el com¡xinamientos electorales, como lo entiende
disenso y no se lo puede integrar en un conserno Rochabrún, compitiendo con los eficaces
general y rígido, se termina en la división de encuestólogos de opinión política. Pretendemos
facciones o en la expulsión de los disidentes. resaltar las relaciones estrechas entre "democracia",
Después de desgastantes y prolongadas reuniones "dictadura", y cultura política; transformaciones de
cuyo fin es corneguir que la minoría ecepte "en identidades políticas bajo el terror y no cambios
acuerdo" total la propuesta mayoritaria. electorales coyunturales. El "terror" aunque aso -
Esto que podemos recoger en el cam¡xi de hoy, ciado directamente con lo físico, con los cuerpos,
no es un invento del 76, podemos postular que también tiene ramificaciones en los campos de
estaba bastante expandido en el conjunto de la disposiciones y valores; se siente terror frente al
sociedad de las provincias del noroeste. Lo que caos, frente a las incenidlllllbres de perder un
puedo defender sin romantizar, es que las prácti- trabajo y no poder obtener otro; el terror a la en-
cas sindicales de la FOTIA predictadura, habían fermedad y la carencia de servicios estatales de
comenzado a basarse en lo que se denominaba protección, de amanecer y que la plata que se ganó
"democracia obrera y sindical" y por lo tanto se el día anterior no alcance ni para el pan y entonces
toleraban todas las opiniones políticas; y además tener que "saquear" o pedir limosna para alimentar
éstas tenían representación en los cuerpos direc- a la familia. Hay diferentes especies de terror que
tivos. Pero estas formas incipientes de democracia se activan y hay causas o contextos de explicación
directa ¿tenían que ver con los derechos hlllllanos?, del bussismo fuera del terror que están marcadas
como termina interrogando el comentario de en el artículo. Agradezco a Leoni Pinto los
Quevedo. Mi respuesta es que en gran parte no; corroborativos datos de las encuestas realizadas
que aquellas luchas y su expresión orgánica esta- recientemente en Tucumán, que cita.
Como antropólogo me resulta imposible en- que votaron por Bussi no son "desmemoriados"
tender esa dualidad que propone Rochabrún entre como dijo el escritor Ernesto Sábato, presidente de
público/democracia y privado/dictadura. Creo que la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre
la dictadura en Argentina, pero podría tomar la Desaparición de Personas, durante el primer go-
ejemplos de otras, tuvo sus grandes escenarios bierno democrático; por el contrario en su gran
públicos de legitimación como el Mundial de mayoría supieron perfectamente por quién votaron
Fútbol del 78, los desfiles militares, las fiestas y por qué. Entrevistas recientes en la capital
patrias y ceremonias religiosas, las reuniones pa- tucumana a sectores asalariados amenazados con la
tronales y exposiciones nacionales (como la Ex- desocupación y el hambre, recordaron que en
posición Anual de la Sociedad Rural) tratando de aquellas épocas se trabajaba "con la bayoneta en la
conservar como maquillaje ciertos rituales de la nuca ..." y las sirenas de los patrulleros las 24 horas,
democracia. Por ejemplo, los miembros de la Jun- "pero había trabajo". Otro de los contextos: la
ta que gobernaba se reunían en el edificio del Par- desocupación, que promovida por el neolibe-
lamento: de allí emanaban estatutos y leyes. La ralismo, alcanza el 25% de la PEA (contando
estructura del Poder Judicial se mantuvo intacta. subocupación estaría por encima del 50%).
Es en la otra punta, creo, que está suficientemente La cuestión de si gustó o no la violación, no es
demostrado que en el espacio privado hogareño lo central de lo que se quiere destacar. Por más que
juegan contradictoriamente intereses estatales, sabemos que "el gustó" es una construcción tam-
personales, familiares. Son los valores que se ejer- bién social, cultural e histórica. Queremos destacar
cen en las prácticas de la vida cotidiana (pública las complicidades pre-existentes, y las dificultades
y privada), más que los que se promulgan en los y confusiones del actor para posicionarse en ese
discursos, los que nos permiten entender movi- campo de concentración sin muros. Sin embargo,
mientos o etapas políticas desde procesos cultura- releyendo el texto coincido con Rochabrún sobre
les. la objeción al "sujeto infinitamente multiforme
Rochabrún debería haber leído sin tanto "es- carente de todo centro" que imposibilita juicios
cepticismo" el principio del artículo. Bussi no parte sobre la realidad. El centro no puede estar nada
con 415 votos en su inicio, sino con el 18.2% del más que en el autor, o en la biografía del autor,
electorado (n=98453 ). Aquella cifra corresponde pues de esta forma llegamos a la ficción pura. El
al partido provincial Bandera Blanca sin Bussi. texto deja ambigüedades o no las resuelve. Pero
Pero, igualmente siguiendo su línea argumental uno tratamos de demostrar la existencia de una cultura
podría preguntarse: ¿y por qué no sacó más, por e identidad política pregolpe con bastante auto-
qué no ganó? Bueno, lo que tratamos de decir es nomía de los aparatos estatales, que por efectos de
que en el fenómeno del autoritarismo confluyen la represión y de su soporte en las formas culturales
varios contextos explicativos. ¿Es tan importante de la vida cotidiana, logran disolverla y
el mito del Familiar en un obrero del surco de la fragmentarla. En esto caben también las observa-
zona de ingenios, que en un profesional de la ciones de Mathews sobre la falta de especificacio-
capital?; obviamente que no, aunque los dos lo nes sobre la vida obrera y sindical en los ingenios
conozcan. ¿ Vivieron "la guerra", o la "hiperin- azucareros de las últimas décadas.
flación" todos los tucumanos por igual?; consi- Otro contexto histórico apenas rozado en el
deramos que no. ¿A todos por igual golpearon las artículo es el de la plantación y los elementos de
políticas estatales de bonos, diferimiento de pagos disciplinamiento en su génesis y que le servirán de
y corrupción generalizada?; creemos que no. Al- acompañamiento. Esto es reclamado en los co-
gunos se enriquecieron. mentarios de Heredia, como de Mathews y Leoni
De allí que nuestro análisis y enfoque teórico Pinto: en esto considero quedamos en deuda. Es-
se aparte de la búsqueda de la "causa". Al respecto tudiando fuentes secundarias del siglo XIX veo un
Rubén Rodó coincidiendo con gran parte de los interesante campo de investigación por las
encuestólogos, en el análisis de los comicios -en La heterogeneidades que presentan las diversas pro-
Gaceta (diario centenario de la provincia) del 3/07/ vincias del noroeste argentino con sus legislacio-
95 con el título "Todo el poder para el general"- nes particulares; pero además los diferentes mo-
atribuye el triunfo simplemente al "voto castigo" delos de captación y captura de mano de obra, que
por el "cansancio de 12 años de gobiernos convivieron y compitieron entre sí.
peronistas". Pero no se pregunta por qué los Esta, con todas las demás carencias que señala
tucumanos se castigan con Bussi, o a quién quieren Mathews (el mapa de ubicación del caso, la des-
castigar con esa elección. El 46% de los tucumanos cripción de las campañas políticas, el tratamiento
de raza, etnicidad, género, clase social, contexto Creo que Taussig, más allá de los aportes teó-
nacional e internacional de las luchas predictadura) ricos en sus obras; de sus desafíos, de sus adver-
daría por lo menos para escribir un voluminoso tencias, de su audacia para tratar estos complejos
ejemplar. Esperemos que en el futuro lo consiga- temas, abre un camino retórico de construcción de
mos. Pero donde creo más pertinente las observa- una nueva etnografía, donde las disconti-nuidades,
ciones realizadas por Mathews es en la morosidad rupturas, empatías que sentimos, percibimos e
en el tratamiento de fronteras como "democracia- intentamos inteligir durante el trabajo etnográfico,
dictadura", " libertad-libertinaje", y la confusión en pueden representarse en su texto. Que por ello debe
la cultura política tucumana que atraviesa clases y ser arduo, por partes laberíntico; poblado de vo-
credos: la diferenciación entre "orden civil y or- ces, silencios, emociones, clivajes.
den militar". Por fin Leoni Pinto en su entusiasta comenta-
La relación que hace Heredia, desde su ex- rio propone otros terrenos que deberíamos tener
periencia en las plantaciones azucareras brasile- presentes para profundizar la cuestión. El rol de la
ñas, entre el "lobisón" y la familia es muy suge- Iglesia "tercermundista" y también las resonancias
rente. "El documento del pobre es la familia" da místicas populares de algunos líderes de la guerri-
como para repensar la relación entre "familia", lla de los 70 como Santucho y el mismo Ramón
"solidaridad", "lo social" y construcción de géne- Rosa Giménez, de quien tenemos narraciones de
ro, ya que en la única versión que obtuvimos y que obreros sobre su vida cotidiana y sobre los episo-
liga Lobisón con Familiar, la patronal incita a dios que rodearon su muerte que lo enarbolan como
destruir aquellas familias extensas cuyo padre un héroe popular, ubicándolo en una frontera entre
engendró siete hijos varones. La unión de estos el bandolerismo justiciero y la política. Por otra,
varones con su padre atemoriza a la patronal; es parte la historia y la cultura de la militancia y de
un grupo que reclama, que pelea; y no el obrero las formaciones guerrilleras de los 70 es otra tarea
solo, paria que termina devorado, o héroe que importante desde la perspectiva que, éstas como
derrota al Familiar, pero que se va y no engendra actores, contribuyeron a la generación de aquello
nada, como sugiere Mathews. Esta temática segu- que en Tucumán se vivió por el conjunto como
ramente merecerá más atención en el futuro. "una guerra".
" Pues basta un ligero análisis de la historia para saber que, aparte de la mediterraneidad
de la nación, que es uno de los más grandes factores en contra de nuestro total
desarrollo, son los gobernantes cholos, con su manera especial de ser y concebir el
progreso quienes han retardado el movimiento de avance en la república, ya no
únicamente bajo el aspecto institucional, sino también en sus factores económicos e
industriales, de tan grande inf1ucncia en el mundo" (Arguedas 1922: 58).
Terminada la Guerra Federal boliviana de 1899 con el triunfo del Partido Liberal
frente al Conservador, se inició un periodo de debates políticos en el que la discusión de lo
nacional conllevaba la discusión del problema indígena. El "qué hacer con el indio", tan
repetido en la prensa y en los ensayos de la época, al encerrar una interrogante general sobre
el diseño de Bolivia como nación, fue también un "qué hacer con el mestizo" 2 ; un qué hacer
Este trabajo fue rea li zado gracias a un Proyecto l+ D (SEC 930780 C02 02) financiado por el Minis-
terio de Educación y Ciene,ia español.
2 Se utilizan las categorías indio y mes tizo-cholo no porque la complejidad social y étnica boliviana
se reduzca a eUas, sino porque en los textos di scursivos empleados se usan tales términ os con la
intención de presentar un universo polari zado entre lo popular y la elite, entre lo mestizo e indi o y
lo blanco, entre lo erróneo y lo correcto, entre lo que destruye la nación y lo que la construye. Si bien
lo indígena no admite variables y pertenece por completo en su calidad de campes ino al grupo
subalterno, lo mestizo ¡xisee escalas que van de sde el pequeño propietario rural al terrateni ente que
debe su status a los excesos e inestabilidad caudillista, desde las autoridades locales, curas, corregi-
dores, subprefec tos, hasta el presiden te de la Repúbli ca, desde el pobre artesano al agitador polí tico.
con sectores populares urbanos agresivos y emergentes, con una población mayoritaria cuyas
posibilidades de movilidad social y de definición de lo político y lo público amenazaban las
tradicionales relaciones de poder.
Dado que el objetivo de este trabajo es ahondar en la comprensión de la lógica interna
del comportamiento de la elite a través de los discursos literarios y políticos que generó sobre
otros sectores sociales, ambas preguntas permiten poner de manifiesto cómo la discusión de
la elite sobre la participación india y mestiza en la vida pública boliviana informaba más de
sus divisiones y competencias internas, que del desenvolvimiento de dichas poblaciones. Se
parte del presupuesto de que si bien la conversión del indígena en trabajador dócil y esfor.lado
era uno de los objetivos fundamentales de la preocupación política por él, el problema del
mestizaje y del destino, funciones y cualidades del mestizo era el tema que subyacía y
articulaba el debate sobre qué hacer con el indio. La insistencia discursiva no sólo en la
imagen contradictoria de éste como víctima y criminal, sino también en responsabilizar de
ello a la población mestiza en su triple versión de autoridad, hacendado y cura, informa,
primero, de cómo se buscó evitar la conversión del indio en mestizo y, segundo, del modo
en que se trató de controlar la capacidad electord.l de éste a través de la invalidación de lo
indio.
Es sobre este último aspecto sobre el que gira el presente estudio, interesado en
reconstruir el imaginario colectivo de la elite a través de los miedos, resentimientos y des-
precios dirigidos a los sectores populares. Bajo el principio de que no existen entre la elite
diferencias partidarias ,sociales o profesionales y que las distinciones ideológicas informan
sólo de un acceso diferenciado al poder, causante de las denuncias de fraude y abuso electoral
por parte de la oposición política, en este texto se van a discutir tres cuestiones. Primero, el
alcance de las presiones internacionales y los modelos políticos en la definición de elite de
Bolivia como nación; segundo, las formas que emplea el grupo privilegiado para descalificar
el voto mestizo; y, tercero, la utopía rural. Tales aspectos están trnbajados a partir de ensayos
y novelas, escritos, entre 1900 y 1950, por autores que, a excepción de Carlos Medinacelli
y Antonio Díaz Villamil, pertenecieron a la llamada "Generación de la Amargura". Su
participación en la política boliviana, tanto en el gobierno como en la oposición, durante las
tres primeras décadas del siglo XX, su interpretación de sí mismos como progresistas e
incluso revolucionarios, y su cercanía o marginación respecto al poder hacen de sus opiniones
políticas y sociales un reflejo de las preocupaciones de la elite en cuanto a clase, al igual que
resultado de sus obsesiones concretas como individuos perteneciente a la elite intelectual.
Dado que son autores con reflexiones y propuestas diferentes y contradictorias no sólo unos
respectos a otros sino también respecto a sí mismos, en este artículo únicamente se recoge
una síntesis de sus coincidencias; esto es, aquellos aspectos que les confieren una lógica de
grupo y los unifican en un proyecto común. En este sentido, es conveniente resaltar el
disgusto que todos ellos expresaron hacia la población mestiza-chola, o mejor dicho, su
negación a que la construcción nacional boliviana se resolviese con una definición del país
como mestizo, tal como ocurrió en otros lugares3 • Este desagrado discursivo por lo cholo,
sintetizado en hacer culpable a esta población de todos los defectos y vicios bolivianos, no
comenzó ni se cerró con ellos, pero sí adquirió a través de sus obras una legitimidad formal
que fue refrendada por la opinión pública. La necesidad de resaltar la continuidad y vigencia
del prejuicio anti-mestizo y sus vinculaciones con los tópicos del caudillismo y el militarismo
explica la inclusión en el artículo tanto de las novelas de Medinacelli y de Díaz Villamil
como de algunos de los ensayos póstumos de Rigoberto Paredes.
La elite boliviana vivía sometida a una doble exigencia referida al destino que quería
darse a sí misma y a la necesidad de que Bolivia fuera reconocida como una nación moderna.
Su desarrollo como clase dependía tanto de la competencia y reconocimiento entablado con
las elites extrnnjeras, como de las cuotas de poder que alcanzase en su propio espacio. Por
un lado, esa situación requería una construcción nacional independiente que reuniese todas
las virtudes de civilización y progreso necesarias para formar parte de los países "adelanta-
dos". Por otro, conllevaba una interpretación de su entorno y de las posibilidades de éste en
función de "ideales europeos"4 , que, al no coincidir con el escenario étnico boliviano (Pa-
redes 1965:107), atrnpaban a la elite en un conflicto de identidades, agudizado por las ba-
rreras culturales. Si la realización de una nación representativa era beneficiosa para su propio
desenvolvimiento grupal, la población de "indios" y "cholos" (Paredes 1965: 182) no lo era
tanto, en la medida en que serían sus características rnciales las que definirían lo boliviano:
"Sin poder decir por eso que se haya roto la monotonía calmosa en que vegetan las
sociedades bolivianas, ni haya cambiado tampoco el extrafio aspecto de sus ciudades,
con su aglomernción de indígenas que al conservar sin merma sus trajes heredados del
coloniaje, con pocas variantes, constituyen una singular sorpresa para los viajeros de
otros paises, que retoman a sus lares llevando el convencimiento absoluto y cabal de
que el elemento indígena es el que todavía predomina en las urbes bolivianas en este
siglo trágicamente ilustrado con la guerra" (Arguedas 1922: 556).
"Siente repugnancia por nuestro país. Me lo ha dicho a gritos y con tremenda fran-
queza y con una cólera incontenible: ¡preferiría ahogar a mi hijo en el vientre antes
de que nazca en esta miserable tierra de indios!" (Díaz Villamil 1967: 187).
El disgusto por esa imagen llevó a la elite a negar o a posponer sus posibilidades
nacionales (Paredes 1906: 236-37). No podía ser reconocida como perteneciente a un país
indígena, porque eso la igualaría a una población que consideraba inferior (Arguedas 1922:
55), desapareciendo, por consiguiente, la lógica de sus privilegios y descendiendo
jerárquicamente respecto a otras elites nacionales, para las que serían simplemente advene-
dizos enriquecidos o clases altas de segunda categoría. Era, por tanto, prioritario demostrar
que Bolivia no era una nación de indios para impedir que fuese reconocida en el exterior a
través de éstos y para reafirmar la validez de la elite boliviana frente a sus homónimas. Para
ello, era básico que el grupo privilegiado encontrase alguna solución (Paredes 1906: 124) que
homogeneizara étnicamente Bolivia hasta convertirla en un país a su medida y gusto, que
pudiese ser visto en el exterior tal como ese grupo consideraba que era la forma correcta de
ser visto, interpretado y aceptado. Entre tanto cualquier acto sospechoso de barbarie o atraso
sería responsabilidad de esa masa salvaje e inferior que obstaculizaba el desenvolvimiento
nacional del país (Paredes 1906: 192-193), impidiendo a la minoría culta y blanca hacerse
cargo de éste e incluso obligándola a desentenderse de la vida política.
A su vez, esa actitud abocada a lo occidental entraba en contradicción con el imperati-
vo de que Bolivia demostrase su independencia colonial, su originalidad e integridad nacionales
a partir de lo que no fuera europeo, esto es, a partir de sus antecedentes indígenas. Como la
"superioridad racial sólo se (iba) formando a base de tradición" (Saavedra 1901), y ésta
provenía irremediablemente del pasado, la solución a tal dilema estuvo en el culto de la
grandeza legendaria y ya perdida de quechuas y aymaras, que se combinó perfectamenta-
mente con la subestimación del indio real, degenerado culturalmente por la presencia espa-
ñola y del que sólo se podían heredar taras (Méndez 1993). La mitificación de los antepa-
sados incas justificó que en el medio literario se rechazara el exotismo extranjero y se
abogase por el rescate de "las cosas de la propia tierra, de nuestro carácter, paisaje, costumbres
y modos de vida" 5 , al tiempo que se suscribían las opiniones de Alberdi acerca de que
difícilmente se podía "realizar la república representativa, es decir, el gobierno de la sensatez,
de la calma, de la disciplina, por hábito y virtud más que por ocasión, de la abnegación y
del desinterés", si no se alteraba "profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro
5 Carta de Alcides Arguedas a Gabriela Mistral, Alta Mar, 10 de julio de 1922 (Arguedas 1979: 289).
Si bien era a través del progreso económico y de la educación moderna como dicha
población iba a acceder a la calidad de ciudadanos (Irurozqui 1992: 195-196), había que ser
muy cautelosos con el modo en que tales medidas se iban a desarrollar. Admitida la ineficacia
de la instrucción pública vigente en la creación de un sentimiento nacional (Paredes 1956:
124-25), un nuevo e incorrecto uso de las escuelas indígenas podría traer peores consecuen-
cias. En lugar de ayudar a que los grupos subalternos asumieran pacíficamente el papel que
la elite les destinaba en su construcción grupal y nacional, esto es, el de trabajadores útiles
y esforzados desinteresados de los avatares de la vida política, estas instituciones podrían
hacerlos adquirir conciencia de su situación y del alcance de sus derechos de participación
y representación públicas. La democratización cultural no sólo dejaría a los indios a merced
de demagogos, sino que inculcaría en ellos impulsos de rebeldía que se traducirían en
sublevaciones contra la mancomunidad criolla-mestiza, con la consiguiente subversión del
orden vigente hasta entonces:
6 Respecto al contenido ambiguo, variable y confuso de este término vease "El pueblo soberano:
incertidumbres y coyunturas del siglo XIX" en Fram¡:ois-Xavier Guerra, Modernidad e independen-
cias. Ensayos sobre las revoluciones hispanas, (México: MAFRE-FCE, 1992), 35 1-381 y México:
Del antiguo régimen a la revolución (México: FCE, 1991).
"Si tal ocurre hoy, ¿qué sucederá mañana cuando el indio preñado de odios y vengan-
zas contra el blanco y el mestizo, asimile y se apodere a medias de la cultura y
civilización de éstos? ... " (Paredes 1956: 97).
Había entonces que educar y reformar pero bajo criterios minuciosos que mantuvieran
la confusión entre el concepto de pueblo depositario de la hegemonía y de pueblo como
conjunto concreto de sujetos que va a ejercer el poder. A la espera de que la población se
transformara en pueblo, la democracia consistiría en el gobierno de una minoría que gozaba
de la representación del pueblo futuro (Guerra 1992: 380). Pero para que esa dirección fuese
legítima era imprescindible explicar las causas que imposibilitaban la participación de todos
los habitantes del país en la vida pública, esto es, las razones que hacían del indio y del cholo
factores de retroceso nacional.
A través de la prensa, las novelas, los ensayos y los discursos parlamentarios, los
intelectuales y políticos dijeron que después de la Guerra de la Independencia, los abusos de
las autoridades mestizas y el empleo del alcohol y de la coca provocaron la miseria y
despoblación en las provincias, víctimas de "la anarquía y la guerra civil, y, por último, del
militarismo" (Paredes 1956: 119, 115 y 130). La leva de hombres, las contribuciones forzosas,
las dilapidaciones, las vociferaciones de los charlatanes y traficantes políticos enviciaron los
hábitos de los provincianos, bastardeando su carácter y haciéndoles "malos y holgazanes".
Esto tuvo varios resultados. Por una parte, los principales vecinos, "las familias acaudaladas
y las personas inteligentes", emigraron a las ciudades "seguras de tener en ellas posición
social espectable, comodidades y porvenir sus descendientes" (Paredes 1906: 80), quedando
en el lugar "los peores elementos sociales" que hacían desaparecer de "los pueblos las
garantías individuales" y obligaban a la juventud a militar y aniquilarse en "los ejércitos
banderizados" (Paredes 1956: 182). Para colmo, la inmigración de europeos cesó también con
la Independencia de las colonias, sin que sus pobladores pudieran ser sustituidos por "ninguna
olla raz.a superior" (Paredes 1956: 80), dejando a las provincias y a los cantones "esquilmados
y reducidos a familias pobres, de escasa o ninguna instrucción", presa fácil "de rencillas
mezquinas que algunas veces se desencadenan en hechos sangrientos" (Paredes 1906: 81).
Por otra parte, los adelantos introducidos por los españoles en la labranza del suelo no se
desarrollaron, con el agravante de que la tranquilidad de que disfrutaban los campesinos
durante la colonia desapareció con las levas y las exacciones de que eran objeto, "cuando los
cuerpos del ejército pasaban por sus lares, obligándoles a satisfacer esa contribución forzosa
y gratuita de víveres, conocida por el nombre de ramas". Como consecuencia de ello, los
indios "quedaban quebrantados en sus intereses y distraídos de sus ocupaciones habituales"
y los dueños de haciendas más preocupados "de la política que de atender sus propiedades"
(Paredes 1956: 199-200).
Esto provocó que el número de colonos disminuyera en casi todos los fundos rústicos
debido a su inmigración constante a la ciudad, "donde encuentran abundante trabajo, fácil y
lucrativo, sin las contingencias ofrecidas por los años escasos y las fiebres palúdicas". Además,
como el ganado correspondiente a los ex-comunarios había sufrido una notable disminución,
"causada por las enfermedades y por las exacciones ejecutadas por las autoridades subalternas
que ejercen mando en las jurisdicciones donde viven, las cuales persiguen con demasiada
insistencia a los indios para que les vendan vacas, corderos y otras especies a precios ínfimos
o les arrebaten sin retribuirles su valor", los terrenos que componían las fincas del Altiplano
estaban esterilizados por la ausencia del estiércol del ganado comunal (Paredes 1911: 139).
En cuanto a lo segundo, a la actitud displicente de los hacendados tradicionales, ésta hizo que
"la ra71l mestiza que ha sucedido a esos laboriosos y emprendedores propietarios" descuidara
y abandonase al aborigen el laboreo de la tierra (Paredes 1911: 205), al que tampoco se podía
atribuir todo el "estado de atrnso o estacionario de la agricultura" acusándolo de ser "refrac-
tario a todo progreso" (Paredes 1956: 205), sobre todo porque los nuevos hacendados mestizos
habían dejado que se apoderase de él un espíritu de indolencia, al impedirle que se enriqueciera
o que obtuviera "frutos abundantísimos, sin pensar en quitarle sus terrenos labrantíos, fértiles
o arrebatarles sus cosechas a precios ínfimos" (Paredes 1911: 134).
A la despoblación de las provincias se añade otro impedimento para el desarrollo
nacional: el sentimiento localista de la población boliviana. La mayor parte de los pueblos
que componían la provincia se encontraban divididos en bandos, que se odiaban
encarnizadamente (Paredes 1906: 83), debido a que sus habitantes, en su mayoría mestizos,
habían heredado "los sentimientos de exclusivismo localista, obsecados y estrechos" que
dominaban al indio. Este poseía "un profundo sentimiento localista, un intenso apego al
terruño", que excluía "en su entendimiento la solidaridad nacional y en su corazón el cariño
a la patria grande", impidiéndole entender la Constitución Política del Estado y darse "cuenta
que pertenece a la República de Bolivia" (Paredes 1956: 106-107). Como "el amor prehistórico
al ayllu con todos sus exclusivismos y caracteres particulares" reaparecía "en el egoísmo
departamental dominante", la "triste condición que fisonomiza al Estado boliviano" sólo
podía cambiar renovando a los "elementos étnicos", esto es, a través de "la inmigración, en
mayor escala, de raws, que al mezclarse con las nuestms, ahogarán seguramente tales egoísmos
e irán poco a poco infundiendo en el alma boliviana sentimientos de verdadero nacionalismo"
(Paredes 1956: 109).
En resumen, a nivel discursivo se concluyó que el militarismo7 , entendido como
caudillismo, favoreció el renacimiento del regionalismo, a la vez que generó "malos mesti-
zos" que, con sus abusos, obligaban tanto a los vecinos acaudalados de las provincias, como
a los indios a desatender sus obligaciones agrarias y a emigrar a la ciudad. El campo se
despoblaba de hacendados capaces y de laboriosa mano de obra, reduciéndose la riqueza
agraria del país y las posibilidades de progreso de éste. En contrapartida, en la ciudad crecía
la población chola, originada por la inmigración india, que por su falta de instrucción era una
víctima fácil de los demagogos. Estos, ansiosos de acceder al poder, buscaban utilizarla como
clientela en sus pleitos políticos. Por ello, la hacían creer "fuente pura de todas las virtudes
y abnegaciones", "despenando en ella la vaga noción de su valor como unidad y el concepto
confuso todavía de su fuerza" (Arguedas 1922: 52 y 512), con lo que era arrastrada "a la fácil
concepción de un igualitarismo bárbaro, difundido por todos los demagogos verbosos y sin
disciplina según la cual un albañil o un carretonero rústico valen o representan idénticas
fuerL.as que un inventor, un sabio o un estudioso" (Arguedas 1922: 512, 52 y 53). El resultado
era la aparición "de un populacho ignorante" que deseaba "hartarse con el robo de los bienes
de los que se decían superiores" (Arguedas 1903: 129) y que carecía de grandes preocupa-
ciones ideales, al estar sólo interesados en alcanzar "brillo social, figuración política y a la
ostentación de títulos o riquezas". A pesar de esas taras, el cholo tenía la característica de
rechazar toda imposición ilegal de las autoridades, pero "los gobernantes, lejos de cultivar
esas buenas cualidades y encausarlas en un sentido que sea beneficioso para el país, hacen
esfuerzos para ahogarlas y envilecer a los que las poseen"; de ahí que un mal caudillo hiciera
"más daño al país que una epidemia mortífera, porque si ésta ataca a los cuerpos, hace aquel
estragos en el alma de los ciudadanos. La corrupción del pueblo boliviano se debe a sus
caudillos" (Arguedas 1922: 52, 188-189).
De lo anterior se desprende que la elite percibía lo popular como un universo inquie-
tante y amenazador habitado por indios y cholos. Los primeros eran objeto de innumerables
abusos que, a la larga, los incapacitaban para desenvolverse como ciudadanos, a no ser que
fueran tutelados por la mancomunidad criolla-mestiza, que a través de la reforma educativa
pretendía devolverles la humanidad y salvarles del estado de barbarie en que se encontraban.
Como los largos períodos de dominación habían doblegado su carácter, "amortiguando las
luces de su inteligencia, educándolo sólo para trabajos mecánicos, labores agrícolas y pastoriles"
(Paredes 1906: 77), la regeneración del indígena debía centrarse en el rescate de sus virtudes
laborales:
La educación del indio se convertía, así, en un bien general y en una necesidad para
la colectividad, ya que sin trabajadores dóciles y esforzados difícilmente se iba a crear riqueza
nacional. De ahí que se dijera que la verdadera y única profesión del indio era y debería ser
la agricultura y que su educación tenía que girar alrededor de ésta, sólo de este modo "se
convertiría muy pronto en fuerza viva, engrandeciéndose la nación de una manera pasmosa,
dejando de ser lo que es hoy, una riqueza negativa" (Salmón Ballivián 1926: 134, 148 y 173).
El objetivo era, entonces, evitar los males que obligaban al indio a trasladarse a la ciudad,
esto es, impedir los abusos de las autoridades provinciales, la conversión del indio en soldado
y el mal ejemplo que le proporcionaba el mestizo. Sin embargo, a pesar de la exaltación de
"las admirables condiciones de sus costumbres, de su naturaleza física y moral , que hacen de
él uno de los factores humanos más ricos y considerables que puede ofrecer la historia"
(Tamayo 1986: 163), el indio era el principal responsable del alraSO boliviano. A consecuen-
cia de la ubicación geográfica de Bolivia, el elemento étnico no se renovó, de manera que
"los elementos dominantes de la raza, indios y cholos fueron desalojando paulatinamente, y
no obstante los prejuicios de casta de las clases superiores, la poca sangre europea que quedó
en los comienzos del siglo" (Arguedas 1988: 81). Al no existir renovación en los grupos
étnicos componentes del país éstos habían ido descendiendo en grado cullural, de tal manera
que se podía afirmar que el origen del fracaso nacional y económico de Bolivia, o mejor, de
su retardada conformación y de sus dificultades en el mercado internacional, residía en la
presencia india. En la medida que se estableció un intercambio con la raza blanca, el indio
la degeneró (Paredes 1992: 57). Se expandió el espíritu sumiso y avasallable de las "turbas"
indígenas, incapaces de guiar por sí mismas sus propias deseos, y Lodo se fue "acholando,
aplebeyándose, ordinarizándose como Lodo se achola y se ordinariza en Bolivia desde hace
muchos lustros, o desde la colonia, en suma, pues, repito igualmente, es el mestizaje el
fenómeno más visible en Bolivia, el más avasallador y el único que explica racionalmente
y de manera satisfactoria su actual retroceso" (Arguedas 1988: 328 y 377).
Esta condena final del mestizo en su múltiples versiones de pequeflo propietario,
hacendado y autoridad local que abusa del indio, de indígena que se traslada a la ciudad y
se hace cholo, de cholo víctima de los demagogos urbanos, de demagogo y de mal caudillo
posibilita que el interrogante sobre qué hacer con el indio se convierta finalmente en qué
hacer con el mestizo. El indio era un problema porque daba una imagen equivocada a Bolivia
y porque generaba mestizos, pero resultaba imprescindible como trabajador, de ahí que
sufriese críticas y alabanzas contradictorias. Mientras no emigrase y permaneciera en su
lugar, esto es, trabajando, sería tolerado e incluso objeto de proyectos de integración nacional.
En contrapanida, la variedad de representaciones del mestizo hacían de éste un elemento de
inestabilidad social, al que no tenía sentido ni ubicar ni tutelar, porque su calidad de no indio
le daba acceso a los privilegios públicos. Como masa electoral necesaria tenía la capacidad
tanto de ayudar a una facción de la elite a subir al poder, como de acceder él mismo a éste.
Ese poder tanto de legitimar un resultado electoral, como de confirmar con ello que Bolivia
era un país escrupulosamente democrático hacía que la elile dependiera de su participación
para continuar como grupo privilegiado y para definir su hegemonía interna Pero como esa
actuación tenía dos direcc iones, una que refrendaba el poder oligárquico, y otra que subra-
yaba la presencia popular activa en la vida pública, la elite se vio obligada a encontrar
mecanismos de control y de invalidación de la participación mestiza8 • Esto se tradujo en una
conduela de exclusión pública encubierta que a la larga perjudicó a la elite, atrapada entre
las fórm ulas de la política moderna y su negación a reconocer los derechos reales que les
compctian a los grupos subalternos en la democracia por ellos querida. Veamos cómo esa
confusión de ideas y términos apareció en la contienda partidaria.
8 "Es preciso pensar en mecanismos como este u otro análogo, para evitar reformas violentas en las que
intervenga la fuerza militar o la oblicuidad de la fuerza bruta popular; recurso que en nuestro concepto
no haría sino producir mayores transtomos perj udicando aún más nuestro pres tigio ante el mundo ci-
vi li 7ado que hace ti empo nos contempl a con irritante mirada de piedad" (Sal món Ba1 li vián 1926: 22).
esa clasificación, los errores políticos no Lenían un carácter institucional sino personal, que
afectaba a Lodos aquellos que favorecían el ascenso popular. Pero, aunque en principio LOdos
ernn culpables, la actitud de la mancomunidad criolla-mestiza recibía un trato más benévolo,
ya que, dada la miseria mornl y física de la plebe boliviana, se comprendían sus escrúpulos
y desinterés a participar en política.
Por supuesto, esto sólo ocurría a nivel de discurso. La vida política real pertenecía a
la elite, que utilizaba la presencia popular tanto para resolver su restructuración interna, como
para adjudicarle las equivocaciones políticas a nivel nacional que se desligasen de ese pro-
ceso. A través de "la insensatez y bajos instintos de la plebe", la oligarquía justificaba la
necesaria y sana exclusión de ésta de la vida pública y el olvido de sus reivindicaciones
sociales 12 • Además, la apreciación negativa de las actitudes colectivas de la población chola
demostraba cómo en Bolivia la raza desvirtuaba la democrncia, impidiendo que esa vía
política fuera la más adecuada para la modernización de un país, que requería ideologías más
restringidas para acceder al progreso y la civilización:
"Es en mi concepto menos absurdo que pretender que la democracia y sus aditamen-
tos puedan dar resultados donde no se los comprende( ... ). Se le da el nombre de Cosa
Pública, interés nacional, derecho ciudadano, deber cívico y otros cien más, igualmen-
te inintclegibles y aparatosos. Todo el mundo tiene que sufrngar bajo pena de no sé
qué, pero ¿por quién? Por el que le conviene al cacique, al subprefecto o por el que
mediante la módica suma de cinco pesos, cuatro reales y una botella de aguardiente
y cuatro mentiras almibaradas, pasa a ser el propietario de su conciencia ciudadana,
de su deber cívico, de su derecho democrático, de su soberanía y de cuanto en nombre
de la democracia posee con título inalienable e imprescriptible" (Pedregal 1924: 164).
12 "Los pueblos tienen vicios políticos arraigados que no los destruyen agitaciones aisladas, y el nues tro
se encuentra embrutecido por servil y rapaz proselitismo, e imposibilitado para comprender los
principios republicanos y practicarlos por propia y perseverante voluntad. ¿Ni cómo suponer que tales
principios tengan cabida en el cerebro embotado de la gran masa de labriegos y menestrales, que
constituye las tres cuartas partes de la población, y la que yace en un estado de ignorancia, pasividad
y atonía intelectual análoga al imbécil?" (Paredes 1992: 134).
nos del bando del gobierno, negándose a los opositores, la ocultación de los libros talonarios
por las autoridades subalternas y el "lokkeo"13 • A su vez, las autoridades para alcanzar el
triunfo de los candidatos, acostumbraban repartir en abundancia a los agentes electorales
papeletas de votación en blanco, timbradas con el sello de la prefectura, iguales a las que
debían emplear las mesas receptoras, para que las distribuyesen entre los sufragantes de
confianza o cohechados inscribiendo previamente el nombre de los candidatos oficiales. El
ciudadano sobornado introducía esta papeleta en la ánfora, y se llevaba consigo la que le daba
oficialmente la mesa receptora, para que le sirviera de constancia ante el candidato o agente
el haber cumplido su instrucción (Paredes 1992: 50-52).
Aunque esos datos estaban referidos a los usos y abusos electorales del Partido Libe-
ral, en otros textos se describen las mismas prácticas pero realizadas por candidatos conser-
vadores o republicanos. Esto evidencia no sólo la generalización, interiorización y legiti-
mación de comportamientos políticos concebidos en la actualidad como discriminatorios o
incorrectos, sino también que lo que estaba en debate en la contienda electoral era el éxito
de una facción de elite y no la imposición de un progrdITia ideológico. La política sostenida
por clientelas era un medio de alcanzar y mantener situaciones de privilegio, un medio de
ascenso y restructuración social y una forma de adecuación entre los intereses del poder
central y las necesidades de los poderes locales. En este sentido, Bolivia no era tanto un país
de archipiélagos políticos regido por micropoderes, como un espacio en donde la comunica-
ción y control gubernamentales resultaban efectivos a través de formas no burocratizadas de
adscripción personal. A través de ellas, el gobierno no sólo arbitraba las diferencias entre los
miembros de la elite y ejercía con eficacia su autoridad hasta las regiones más apartadas del
país, sino que lograba el control de la "representación nacional".
Esta multiplicidad de aspectos se puede observar a través de la novela de Armando
Chirveches, La Candidatura de Rojas (1908). Interesado en retratar la incesante reproducción
de la corrupción política, dicho autor reconstruye en tono de sátira los pasos que da un
individuo para obtener el reconocimiento social necesario que le permita vivir con holgura.
Se trata de un sujeto perteneciente a una familia acomodada pero sin los medios que le
garanticen el disfrute eterno de sus privilegios. La solución es hacerse diputado, ya que ésta
actividad permitía, a quien la ejerciera, el tiempo necesario para dedicarse a lo que quisiese,
al igual que gozar de un emolumento regular, obtener aplausos, llamar la atención pública
y merecer "grandes consideraciones por pasar algunas horas sentado en un sillón forrado con
cuero de Córdoba, en un elegante local en el que abunda el terciopelo de seda entre altas
columnas de doradas comisas, en el que se puede hablar cualquier tontería con aire de sabio"
(Chirveches 1988: 18). Pero para lograr ese cargo político resultaba imprescindible contar en
primer lugar con influencias familiares:
Una segunda condición era escoger el partido donde afiliarse. Aquí sólo existían dos
o¡x:iones, o acogerse al gobierno o marcharse a la oposición. En ningún caso resultaba
ventajoso presentarse como independiente debido a que la circulación de las elites estaba
regulada por un sistema bipartidista que resumía la dicotomía: elite del poder y desposeídos
de la elite (Arguedas 1934: 90). La elección de un partido no dependía de criterios ideoló-
gicos sino de las vacantes. Se era conservador o liberal dependiendo de que los jefes de esos
partidos necesitasen candidatos 14 y de que se tuviera segura la adhesión de gran parte del
vecindario de la provincia que se quería representar en el Congreso. Por esta razón, el
protagonista de la novela, Enrique Rojas y Castilla, opta por la oposición una vez que el
Ministro de Gobierno le ha informado que no puede patrocinar su candidatura porque ya tenía
un compromiso previo. Esta situación manifiesta que "aunque las constituciones sostengan
que ciudadano es el individuo apto parn elegir y ser elegido, en definitiva sólo se elige a
aquellos que son impuestos por las clases directoras, por la aristocmcia del dinero y la
aristocracia del poder" (Chirveches 1988: 16).
Una vez decidido el partido, había que organizar la campaña electoral en la que
convenía "pronunciar muchos discursos, prometer caminos de herradum y caminos carre-
teros, vías ferreas, puentes y calzadas sobre ríos, mejoras en el alumbrado y redes telegráficas
en todos los villorios", al tiempo que la disminución de impuestos dado " ... que prometer
no cuesta mucho" (Chirveches 1988: 56-57). Pero a los electores no sólo había que convencerlos
con promesas, sino con dinero que solía ser desembolsado por los parientes del candidato
que planeaban beneficiarse con su elección. Como Enrique Rojas no era un candidato oficial
sino de la oposición, se daba por supuesta su integridad, se le consideraba "un estadista que
iba hacia el sufragio, esa cúpula grandiosa de la libertad, ese torneo del derecho, con el
corazón abierto de par en par y ofrecía a sus electores ferrocarriles, caminos y telégrafos,
a cambio de sus votos" para reconstruir "la libertad burlada miserablemente por los mandarines
de la provincia" (Chirveches 1988: 78). En esa tarea le ayudaría un periódico llamado La
Voz del Pueblo, a través del cual el candidato podría combatir a su adversario, Manuel María
Garabito.
14 Los políticos se interesaban principalmente por candidatos que tuvieran el favor de "las clases bajas",
que fueran populares entre los artesanos: "Cosas de nuestros caciques. Saben éstos que cuenta con
simpatías entre los artesanos y le han ofrecido la diputación por la ciudad" (Arguedas 1981: 22).
Dado que los familiares de su opositor desempeñaban todos los puestos públicos de
justicia y poder más importantes de la provincia 15, Enrique Rojas se enfrentaba conua el
poder provincial de una familia que había desplegado todo tipo de esuategias para impedir
que el gobierno interviniera en el control de su territorio y de la que, a su vez, se servía éste
para derrocar a sus adversarios políticos. El origen de su hegemonía provenía del período
caudillista gracias a cuya inestabilidad y guerras el fundador de la familia había podido
enriquecerse y adueñarse de la región colocando a todos sus parientes en los puestos que
contribuyeran a ampliar la influencia del grupo familiar. Su conducta fue en todo momento
deshonesta y abusiva, especialmente con la población indígena que se veía degrndada por las
usurpaciones de tierras a la que la somete el clan Garabito. En este juego electoral, su
candidato era, por tanto, el candidato de la facción popular que se dedicaba a obtener votos
repartiendo dinero y alcohol enlre los mestizos 16 • En con1rapartida, Enrique Rojas decía
representar al elemento aristocrático del lugar, es decir, a los grandes propietarios rurnles de
la provincia, depositarios de los valores morales, que llevaban a sus colonos a votar. Sólo en
ese momento era necesario y permitido considerdf a los indios-peones como ciudadanos, cosa
que ocurría si demosuaban escribir dos nombres, el suyo y el del candidato que apoyaban.
De manera que la responsabilidad de la gestión política local dependía de "individuos inca-
paces de votar por oua persona ni de vender su voto, puesto que a duras penas sabían trnzar
el nombre del candidato impuesto por el patrón" y de individuos a los que se compraba con
alcohol, ya que "en Sud América en general y en Bolivia, en particular, el mejor elector es
el alcohol, de suerte que los representantes del pueblo sólo representan, en muchísimos casos,
el fabricado por una casa alemana o por una de Perú". Realizada la votación venía el
escrutinio de los votos que solía realizarse en medio de una atmósfera de altercados donde
se cruzaban injurias enlre los individuos de los grupos contendientes, "alzáronse los bastones,
se arrancaron los revólveres, un tiro fue a deshacer una de las colmenas que con tanto 1rabajo
habían cons1ruido las abejas de la torre de la iglesia y se armó una descomunal batalla de
palos y golpes que habría terminado desas1rosamente" si no hubiera comenzado a llover
(Chirveches 1988: 183, 16 y 188). El resultado final de todo el proceso fue el 1riunfo del
candidato apoyado por el gobierno.
Carlos Medinacelli en La Chaskañawi (1948) es más explicito acerca del modo en que
operaban los agentes electorales y en lo referente al desarrollo de la lucha política el día de
15 Enseguida que comenzó a hacer dinero, incluyó a su familia en los beneficios de sus actividades y
"pronto hubo una aristocracia de Garabitos. Manuel María y José Garabito, militares; Enrique, Patricio
y Manuel, abogados; Justo, cura; y Víctor, holgazán" que "se adueñaron de los destinos públicos" y
sumieron a la provincia en un clima de terror que quedó impune porque la justicia en primera
instancia debía dictarla un miembro del grupo. Este dominio territorial se completó cuando el gobier-
no delegó en Manuel María Garabito su representación.
16 En La Virgen del Lago, Armando Chirveches retrata al mismo tipo de individuos, responsables del
estancamiento, barbarie y amoralidad de las provincias: "excepción hecha de un cacique poseedor de
varios fundos en la península, el cual tenía cierta significación como agente de votos y ganador de
elecciones. Era éste, especie de señor feudal apedillado Madueño, que hacía y deshacía autoridades,
ponía jueces y dictaba su voluntad. Como todos los individuos de su jaez distinguíase por su amorali-
dad. Había engendrado numerosos hijos, otros tantos caciquillos, díscolos y criminaloides" (Chirveches
1920: 165).
las elecciones. La acción transcurre en San Javier de Chirca, un pueblo cercano a Sucre, con
mayoría de simpatizantes libernles 17 , al que llega de La Paz un nuevo subprefecto, Dioscoro
Yañez, "por las trnzas y las mañas, tipo del cholo altoperuano". Se trntaba de un matón de
Achacachi, "pueblo que en aquel entonces iba cobrando celebridad por la ferocidad de sus
habitantes, acérrimos adictos del gobierno de donde este se proveía de autoridades parn
distribuirlas en las provincias más singularizadas de opositores", que había sido expresamente
enviado por el gobierno para las elecciones (Medinacelli 1990: 183). Después de entrnr en
contacto con el representante principal de los intereses republicanos, el diputado y cura18 tata
Pérez 19 , decide con éste que la mejor forma de amedrentar a la oposición es atacando a uno
de sus más notables miembros, don César Alvarez, "un hombre de moral intachable". Después
de la reyerta, "los liberales residentes en San Javier, que eran los caballeros y jóvenes
decentes", en previsión de nuevos abusos, decidieron dirigirse "telegráficamente al Supremo
Gobierno solicitando garantías" y enviar agentes a los cantones parn trner electores, "no con
la espernnza de obtener un triunfo electoral, sino de que el tata Pérez y el Achacachi no se
17 "Este pueblo, señores, como bien sabéis todos vosotros, es un pueblo de antiguas y fumes tradiciones
liberales desde los heroicos tiempos de Camacho .. . Sabido es señores que durante los gobiernos
nefastos de la Oligarquía (los conseJVadores), todo nuestro pueblo fue liberal y sufriendo toda clase
de sacrificios, supo mantenerse firme sin ceder una línea al enemigo. Tan liberales éramos -exclamó
emocionándose paléticamente, lo que le dio a su voz una trémula entonación conmovida- que cuando
el Presidente Pacheco, y también don Aniceto Arce, nos ofrecieron toda clase de ventajas, a cambio
de que apoyáramos sus candidaturas, y éste último hasta nos ofreció cedemos gratis los terrenos de
la banda que eran suyos, para que allí edificásemos de nuevo el pueblo, para libramos así de la
constante amenaza de "la quebrada", respondimos con todo orgullo y dignidad: "Preferimos que nos
arrastre la avenida antes que ser arcistas". ¡Así liberales hemos sido los chirqueños, señores!"
(Medinacelli 1990: 187-88).
18 La presencia del curd cholo como un elemento de gran influencia social que pervierte e indisciplina
a los sectores populares obligándoles a cometer todo tipo de excesos y de infamias criminales (lrurozqui
1994b), tiene su otra contrapartida negativa en el cura blanco que abusa de la confianza de los devotos
aristócratas para minar su patrimonio y favorecer a advenedizos arribistas (ChiIVeches 1988). Esa
coincidencia pese a las diferencias étnicas entre los modelos remite a la discusión sobre el papel de
la iglesia en la sociedad, y sobre todo en la educación, ya que ésta constituye el medio de crear
masivamente ciudadanos.
19 El tata Pérez había sido "criado en una sebosa chichería de Potosí", donde su madre, "a trueque de
innúmeros esfuerws, con ese espíritu de admirable maternismo estoico que tiene la chola, la cual
puede pasar por todos los sacrificios, incluso el de que su propio hijo le niegue como madre, con tal
que su hijo ascienda en rango social y prospere, había obtenido enviarlo al Seminario de Sucre". Una
vez ordenado clérigo, Pérez retomó a Potosí, donde pretendió introducirse en "la buena sociedad",
pero no alcanzó su intento porque allí "todos lo conocían como el hijo de la Polvorita, una chichera
camorrera y pendenciera". Desde entonces "comenzó a germinar en su alma todo ese caos de malas
pasiones y el resentimiento con que de por vida ven al señorío privilegiado y poltrón los cholos
doctorados". Anduvo por muchos curatos "politiqueando siempre y corrompiendo a la plebe y a las
imillas", a los que conquistaba "con el intuitivo conocimiento que de la psicología de ellos poseía,
dada la identidad espiritual que les unía a ellos, lo que hizo que el tata Pérez se creyese dotado de
gran talento político". Después alcanzó el curato de "primera clase" de San Javier de Chirca, donde
desarrolló "obcecada oposición al gobierno" hasta que éste se derrumbó después del golpe de Estado
Republicano en 1921. Gracias al apoyo de "la chusma" y de los méritos conquistados ante los
miembros de la Junta de Gobierno fue elegido diputado de la provincia y consiguió que "los cargos
de mayor importancia de la provincia fueran concedidos a gente inepta e irresponsable" (Medinacelli
1990: 190-191).
salieran con las suyas". Al tiempo, acusaron al subprefecto y al cura de traer la intranquilidad
al pueblo y encender "la fogata de los antiguos, crónicos, indesarraigables odios políticos, tan
inflamables en un pueblo de Bolivia cuya existencia toda está asentada sobre el odio". Al
dedicarse a envalentonar a la chalada y al hacerle concebir toda clase de ilusiones "y que ellos
tenían todos los derechos, sin recordarles ninguno de sus deberes", habían ahondado "en el
secular odio de clases". Como resultado, "el cholo antes sumiso, comenzó a rebelarse y ahora
son ellos los que se creen llamados a ocupar todos los puestos que, por derecho propio y
competencia, antes eran legítimo patrimonio de la clase intelectual que, como la única preparada
para ello, es la que debe administrar el país" (Medinacelli 1990: 185-189).
Por su parte, los cholos republicanos20 , que seguían al cura Pérez "con la docilidad
de una piara a su pastor", se reunieron en la ca<;a del "pastero" que servía de club político21 ,
donde fueron paternalmente alabados por el diputado:
"Ha llegado el momento de que ustedes, los valientes obreros republicanos, hagan
sentir el peso de su fuerza a los bandidos liberales. que por tantos años han abusado
del poder, robando a la nación y explotando al pobre pueblo trabajador y honrado ...
El señor Presidente de la República, que es mi amigo personal íntimo y a quien yo
le doy consejos, ... me ha dicho que a ustedes les dará todo lo que pidan, ¡con tal de
que seaís obedientes y llevéis en el corazón la imagen de nuestro querido padre don
Bautista!. .. la causa del Partido Republicano es la causa de los hombres honrados y
trabajadores, es la causa del pueblo, es la causa de la patria, es la causa de la huma-
nidad, es la causa de Dios" (Medinacelli 1990: 192-93).
20 "Eran como cincuenta los obreros, carpinteros que hacían una mesa al año, zapateros remendones,
herreros, sastres y pollereros, greñudos, rotosos y malolientes" (Medinacelli 1990: 90).
21 Con frecuencia, los clubes políticos se organizaban en chicherías. En la puerta, "y a guisa de centi-
nelas, dos hombres de mala catadura que por sus trazas desastradas parecían gentes de tribunales,
invitaban con gesto prometedor y palabra insinuante, a entrar al interior a todo el que por delante
pasase". Allí era corriente ver a los diputados "bebiendo con los cholos, llamándolos por sus nombres,
estrechando sus manos sudorosas". En los rincones se situaban varios hombres que miraban a los
concurrentes sin acudir a la cantina ni mezclarse con el grueso del público como prueba de su
disconformidad en opiniones, (Arguedas 1981: 180-181).
22 "Es preciso que nos presentemos en San Javier por lo menos con veinte electores, para que nos
guarden las espaldas y "El achacachi" vea que los liberales somos la mayoría El Hipólito ha debido
mandar también a Chilcara y si vienen los de Charaya más, no sería raro que todavía les ganemos
la elección. Yo creo que en Yiñapampa encontraremos una buena peonada" (Medinacelli 1990: 204).
envalentonar más y van a querer estar siempre encima de nosotros" (Medinacelli 1990: 197).
Pese a ese intenlü, los republicanos mantenían la ventaja. Disponían de dos mil bolivianos
que el tata Pérez había traído de La Paz para que las chicherías y cantinas de Chirca diesen
a los republicanos la bebida y comida que pidieran, y eran mayoría gracias a la acción
desplegada por los corregidores de los cantones, que enviaban electores para votar por quien
ellos decían, a cambio de que se les abonara dos bolivianos por su bestia y otros dos por
elector. Pero el éxilü de los candidalüs no sólo residía en el dinero y el cohecho, sino también
y principalmente en la lealtad, en saber "portarse con sus adherentes", en recompensar los
esfuerzos tanto de los votantes como de los agentes eleclürales que trabajaban "hasta matarse,
de día y de noche, recorriendo talleres y chicherías". Para éstos no se trataba de meterse en
política sin más, sino de saber a qué pared arrimarse:
"No había uno sólo de ellos que no estuviera bien colocado. ¿A quién debía su carrera
Covarrubias, ese pobre muchacho, que no hallaba acomodo ni siquiera como
descargador de una tienda de comercio? Al General Reyes. ¿Quién había librado de
la cárcel a Yidal, para enviarlo nada menos que de Secretario de Legación? El General
Reyes. ¿Quién mantenía en sus destinos a tantos otros, a pesar de las chillas de los
periódicos? El Geneml Reyes. Esto era lo que no querían comprender muchos obs-
tinados" (Canelas 1965: 93).
"Eran unos míseros peones de Mollepata y "La Granja" que apenas si sabían dibujar sus apellidos.
Iban a la capital de la provincia sin saber a qué iban: iban porque sus patrones así lo habían orde-
nado", (Mcdinacelli 1990: 209).
de los ricos partidarios, miraba a la turba triste y al parecer desdeñoso", mientras a su lado
circulaban airosos los grupos de jinetes que recibían las coronas y ramilletes de flores ofre-
cidas desde los balcones al político (Arguedas 1981: 57-59).
Llegado el día de las elecciones en la localidad de San Javier de Chirca, la superio-
ridad de los republicanos se hizo evidente. Si bien ambos contendientes acordaron desarrollar
estrategias agresivas, los saavedristas pegarían una paliza al primer liberal que fuese a votar
para impedir que los otros entraran en la plaza, mientras los Liberales entnuían en ésta en
grupo y a caballo, el triunfo final fue para los republicanos. Estos, tras un enfrentamiento
campal con los liberd.les, desalojaron de las Mesas Electorales a los escrutadores sospechosos
de ecuanimidad bajo el beneplácito de la policía y ultrajaron a quienes se atrevieron a votar
por sus opositores 23 • Terminado el recuento de votos, el tata Pércz pronunció otra vez un
discurso sobre el ejercicio sagrado y legítimo de la ciudadanía, al que sucedió una gran
borrachera (Medinacelli 1990: 212-219).
En Los Cívicos (1918) de Gustavo A. Navarro (Tristán Maroff), la narración del día
de las elecciones posee mayor dramatismo al centrarse en la brutalidad de los partidarios del
gobierno, "en el matonaje alebronante y semibárbaro". Tras la entrada a la plaza de los
gendarmes a caballo24, llegaron los jurados con "silueta de bandoleros y cretinos", capitanea-
dos por su presidente, "un cholo de tez roja, de ojillos oblicuos, la boca bribona y cinco pelos
por bigote". A estos les sucedió "una turba que hurreaba a su partido", seguida de otras más
que "en el paroxismo de la pasión y el alcohol, atacaron al grupo contrnrio y saciaron su furor" .
Por una bocacalle apareció un piquete de soldados, "la bayoneta calada, má.<; ebrios de furor
que los civiles" que, en vez de imponer la paz, "mojaron sus puntas con la sangre ciudadana".
Derrotados así los opositores, "los astrosos que habían atacado a ciudadanos tímidos e inde-
fensos, daban uno, dos, tres hasta diez y veinte sufragios ante las mesas receptoras por el
candidato Peña", lo mismo hacían los soldados que, "arma al brazo, ponían su firma temblorosa
al pie de veinte votos" a cambio de un billete por cada sufragio y "un vaso de licor que sor-
bían con deleite". A ellos les seguían los presos que sabían escribir, sacados para sufragar hasta
diez veces de la cárcel por el alcaide, "de carnes cholas con olor de presidio y de alcohol", a
cambio de una rebaja de la pena. Terminada la votación, el diputado, "esmirriado, con la es-
palda torcida, el perfil de un simio, retorcido sobre sí mismo", con ojos que encerraban "una
23 "Y es de entonces, es de esas luchas angurriosas y egoístas, que ha surgido la organización de esas
cuadrillas de gente maleante, sin dignidad, sin espíritu cívico y sin conciencia, conocidas entonces con
el nombre de mazorcas y que tiene por principal y única misión atemorizar con actos de fuerza bruta
a los electores, sembrar el terror en el campo del plebiscito, alejar de él a los ciudadanos conscientes
a fuena de hechos delictuosos que quedan impunes .. ., es de entonces que al peso honrado de la
convicción política, se ha opuesto el brazo gañán de los pueblerinos cholos que amparados por los
policías, pasan como trombas de reses bravas por las plazas públicas donde se realiza la ficción legal
del sufragio" (Arguedas 1922: 460).
24 "Nada se había corrompido tanto como la policía. Era un antro abominable donde todos los crímenes ,
desde el estupro, el filicidio, el robo a mano armada, la tortura cobarde, el asalto en cuadrilla, se
habían dado cita, recubriéndose con las togas de la ley. Todos los hombres feroces de provincias,
cuatreros y matadores, viciosos y cínicos por instinto recíproco convivían allí, en unión compalit:ra
y regalona sin más trabajo que martirizar, cuando caían ciudadanos opositores en sus manos con los
tormentos más horribles (...). En días de farsa electoral se multiplicaba el servicio, necesario era ganar
las elecciones" (Navarro 1918: 43).
malicia plebeya y una perversidad prestigiosa", era aclamado intensamente por las turbas y
salía al balcón para saludar a sus súbditos. El "pueblo" ya no estaba, "había huido muy lejos,
unos a sus casas temblorosos, custodiados por sus mujeres, ante el lloro de ellas y de sus cria-
turas; otros, los más valientes, allá, en el fondo de los calabozos, desmayados, con el cuerpo
hecho retazos, confundidos entre montones de escoria y barro". Por la noche continuaban los
abusos y los ultrajes, como los "de diez embozados, la cara india, los modales de salvaje,
recubiertos de capotes militares" contra algunos obreros borrachos que se atrevían a dar vivas
al candidato vencido. Era el triunfo de la "barbarocracia y la canallacmcia" que habían sido
impuestas por un presidente liberal, en cuya cara "se adivinaba al mestiw, (... ) al engendro
fatal de negro africano, pervertido y sátiro, hablador y tirano, con la pasividad del indio, esclavo
y vil" (Navarro 1918: 31-33, 70, 35-36, 34, 40, 29).
El triunfo de "la chalada" no siempre era de carácter electoral ni se obtenía mediante
la exaltación de los malos hábitos de los electores; en él intervenían muchas veces las mismas
elites que, en sus ansias por encumbrarse y alcanzar más prebendas, aceptaban el matrimonio
de sus hijos con mestizos enriquecidos dedicados a la política. Esta actitud tan poco escrupulosa
respecto a la raza dificultaba la conversión de Bolivia en una nación civilizada que no fuese
conocida en el exterior como un país de indios. Almando Chirveches abordó las responsabi-
lidades étnicas de los padres en dos novelas, Celeste (1905) y La Virgen del Lago (1920),
con soluciones diferentes. En una triunfa "el cholo" y en la otra se impone el amor. Ambas
namm un romance entre una joven muy bella y un muchacho de grandes virtudes morales
y de noble origen, aunque sin grandes recursos económicos, en el que se interfiere un mestizo
rico dispuesto a contraer matrimonio con la protagonista. Si bien los dos enamorados "blancos"
poseen las mismas camcterísticas físicas en ambas narraciones, los dos pretendientes mestizos
no. En Celeste, don Práxedcs Urcullo es un tipo con rasgos antropológicos que "hubiénmle
hecho clasificar por un psiquiatra moderno como a criminal nato o como loco moml".
Senador vitalicio y dueño de una cuantiosa fortuna "era el producto de un bastardo ayuntamiento
de raza<;, tenía sangre de conquistador, sangre de indio y sangre de esclavo" (Chirveches
1976: 53 y 56). En La Virgen del Lago, Abelardo Topa es elegante y adolece "de esa vanidad
hiperestesiada de los mestizos, de susceptibilidad morbosa e innata desconfianza", a pesar de
conservar "ciertas cualidades de su raza: el espíritu práctico, el disimulo, la reserva, el arte
de empicar bien su dinero y el hábito de velar por sus intereses" (Chirveches 1920 : 145).
Pese a la lógica, es el primer pretendiente mestizo el que accede al matrimonio gracias a su
nombramiento como ministro, mientras que el otro tiene que resignarse a ver cómo la pareja
enamorada se ca<;a. La diferencia entre ambos casos reside no sólo en la madurez de la
muchacha, sino también en la conducta de sus padres. En Celeste éstos son plutocráticos,
frívolos y egoístas:
"ella no se preocuparía de la especie. Es algo que los padres no tienen en cuenta para
casar a sus hijos. Y sin embargo, ¿qué herencias vergonzosas aportarían a la vida los
descendientes de ese mestizo de cabello rubio ceniciento por un raro capricho, pero
cuyas facciones innobles, cuyo cabello ordinario indicaban inequívocamente sangre
mezclada y oscuridad de origen? Era un hijo del montón, como esos chiquillos
desconocidos que llaman papá al primero que pasa por la calle. ¿Y el amor? Otra
premisa que apenas consideran los padres" (Chirveches 1976: 41).
"cuando te cases hazlo con un hombre bien nacido, que no sea ni un quidam ni un
bribón; pero prefiere casarte con un bribón o un quidam a hacerlo con un indio. No
destruyas, no eches a perder tu raza" (Chirveches 1920: 108).
3. La utopía rural
ser olvidado mediante el ejercicio de placeres honesLOs y sencillos como son los que reporta
la naturaleza:
"Me iré a BellavisLa a barrer Loda la basura que ha quedado en mi espíritu y regene-
rarme en contacto con la tierra, los árboles y las aguas corrientes" (Canelas
1965: 296).
En LOdos los ejemplos, la vida en el campo asume para los personajes de las novelas
los valores de la vida sencilla, llena de sinceridad e inocencia, conLrapuesta a una vida urbana
carncLerizada por la mentirn, el fraude y la insidia. El medio rural les rescata de la frivolidad
del medio político y de los convencionalismos sociales, les ofrece escapar de la coacción de
la sociedad mestiza, sin perder sus privilegios y superioridad que les distinguen del resto de
individuos incivilizados. Pero la índole ilusoria de esa utopía campesina se basaba, en última
instancia, en que si bien sus representantes querían llevar una existencia campestre sana y
pura, deseaban, a la vez, conservar y participar en Lodos los refinamientos del traLO humano
que imponían las nuevas relaciones de poder y la modernización que éstas conllevaban. Ese
hecho explica por qué la idealización de la vida agraria se conciliaba basLanLe bien con el
desprecio a los campesinos-indígenas y con una cierta aversión a la vida del campo, La! como
era en realidad. El paisaje de la sierra, "huraño y salvaje", era bueno para que sobre él viviese
y procrearn el indio, "que es un hijo de la gleba", pero no para que se desarrolla'-C un espíritu
refinado y superior al que correspondía el medio urbano (Medinacelli 1990: 252). En el caso
de que eso sucediese, que un individuo del grupo privilegiado accediese a vivir en el espacio
reservado parn los indígena<; y se fascinase por lo primitivo, la razón radicaba en su debilidad,
en su carencia de valor para vivir y asumir los privilegios y deberes en la jerarquía social que
le imponía su origen 21 • En consecuencia, el incumplimienLO con la normativa interna de su
clase conllevaba su descenso y la de los suyos en la escala social y, por Lanlo, su cholificación:
"mi hijo ha de ser un buen chacarero como ésLOs y no "un doctor" inútil como yo" (Medinacelli
1990: 255). A cambio de cierta tranquilidad26 , el individuo quedaba desamparado social-
mente y al margen de la vida pública; lo que no siempre era definitivo si su huida al campo
25 "pero yo aquí sumido en esta Tebaida, sin más sociedad que estos indios vueltos al "fclanismo" y una
mujer que sólo sabe despertarme los apetitos de la carne, pero sin satisfacer ninguno de los del
espíritu, mi tortura es mayor porque aquí me siento más sólo, sólo conmigo mismo, sólo con mi dolor
incomprensible por los demás" (Mcdinacelli 1990: 252).
26 "En las llamadas entre nosotros ciudades, todo es malo, desde el agua potable hasta la moral pública
y privada. Tampoco la provincia es buena: es el típico burgo mestizo"; lo menos malo es el campo.
Por Jo menos ahí vive uno lejos del mundanal ruido y franci scanamente fraternizando con la hermana
agua, el hermano árbol" (Medinacelli 1990: 260).
se debía a un exceso de escnípulos ante la corrupción de la vida ciudadana, cada vez más
más contaminada por las pasiones y deseos de los cholos emergentes. El que no les cortejaba,
se mezclaba con ellos y accedía a sus peticiones no tenía futuro profesional. O se decidía "a
penetrar en los juzgados malolientes, frecuentados por gente zaparrastrosa, por citadores que
tenían trazas de patibuleros, por escribanos mugrientos, palidecidos por el hambre, por jueces
barrigudos, de caras amoratadas por la chicha, por mujeres de mal vivir, a quienes cortejaban
los empleados de las oficinas" (Canelas 1965: 79), o renunciaba a su carrera, que fue lo que
le sucedió a Raúl Salinas en Aguas Estancadas (1907). Incapaz de trnbajar "con gentes de
baja estofa" en las "oficinas públicas, asidero de las clases serviles y hambreadas, que
formaban el sé-quito de los caudillos" y de representar judicialmente a los artesanos, por
considerar sus causas una inmoralidad, el personaje no tiene otra salida que retirarse al
campo, convencido de que si no se educa a las nuevas generaciones para la vida laboriosa,
"el pueblo marcha a la corrupción y a la decrepitud" (Canelas 1965: 50-57). Y así ocurría
cuando los "cholos politiqueros", comerciantes "en robos y señoras viudas" compraban las
haciendas de las últimas familias "patricias", impidiendo que el campo fuese el último refugio
de la honestidad (Navarro 1918: 85, 169, 172 y 186).
El miedo sentido por el conjunto de las fracciones de la elite, ante la competencia que
ella misma generaba y ante una masiva y activa presencia urbana de los mestizos-cholos,
contribuyó no sólo a la idealización de un terrateniente paternal en armonía con los trabaja-
dores, el trabajo y la naturaleza, sino también a la exaltación de las virtudes campesinas, de
la imagen idealizada del campesino y de la vida rural. El indio y el campo eran imaginados
de lejos, contrapuestos a los vicios y las taras de una ciudad cada vez más mestiza, más
pervertida, más ajena a patrones aristocráticos, más local, a la que le pertenecían miseria
física y moral. Debido a esa contraposición, la carencia indígena fue vista como ancestral y
aislada, dispersa y relativamente inofensiva frente a la miseria vergonzosa, colectiva, ame-
nazadora del mestizo urbano. La salubridad del campo, la salud física y la salud moral del
indio hacían de la pobreza campesina una virtud evangélica y patriótica que engendrnba otras
virtudes como eran la simplicidad, la modestia, la sobriedad, la resignación frente a un
mestizo amoral e irresponsable, sujeto al exceso y a la violencia27 • Tal polarización se
concretaba en una rivalidad intra-elites entre los detentadores del poder y los aspirantes al
27 En La niña de sus ojos (1946), se relata la historia de inadaptación de una joven chola educada por
sus padres en el mejor colegio de La Paz para "sacarla gente". A pesar de sus virtudes morales,
belleza, inteligencia y sensibilidad es rechazada por su origen "plebeyo" en el medio social para el
que ha sido adiestrada, con el agravante de que esa misma ed ucación también le impide acomodarse
a los hábitos y al espacio en el que viven sus padres. Ante la imposibilidad de dejar de ser chola y
ante su repugnancia a comportarse y vivir como tal, la única solución que se le ofrece es retirarse a
la puna como maestra en una comunidad indígena El contacto con la naturaleza y los indios y el
trabajo de educación y transformación que realiza con ellos la redimen de su origen y le permiten
reencontrar el amor. Pero dada la naturaleza aristocrática del enamorado, este sentimiento es sólo
posible de realizarse si él renuncia a las ventajas sociales de la ciudad y de su clase y permanece en
el Altiplano desempeñando labores de civilización. El campo salva a la protagonista de la maldad y
envidias urbanas y de lo cholo, dándole la oportunidad de un matrimonio con un miembro del grupo
social para el que había sido educada, siempre que ambos renuncien a ese medio y al ascenso social
que conlleva y se dediquen a "redimir al indígena": "Quédate, Joaquín mío!¿no se te ha ocurrido que
puedes ser aquí compañero y ayuda en esta bella obra?" (Díaz Villamil 1946: 12 y 270).
mismo, que hizo de las virtudes potenciales de la familia indio-campesina un reflejo de las
virtudes de las familias tradicionales, y de los vicios de los cholos una revelación de la
inmomlidad de las contiaelites en ascenso cuyo deterioro e inferioridad moral estaban disimu-
ladas trns la fachada brillante y elegante de la ciudad y de la agitación mundana. El discurso
que tuvieron algunos sectores de la elite acerca de las virtudes de la tierra y de las virtudes
que ésta prestaba al campesino constituyó, así, una forma de celebración de sus propios
méritos denunciando la inmoralidad de las nuevas fracciones de la elite que luchaban por
imponerse, la ilegitimidad de su poder y la forma perversa en que lo ejercían (Foucault 1981:
68-71). De ahí el discurso referente a que no existirían indios peligrosos con a"J)iraciones a
mestizos y con ambiciones públicas, desinteresados del trabajo y del progreso nacional, si no
hubieran malos gobernantes o aspirantes a serlo que se potenciasen a sí mismos favoreciendo
el quiebre del orden tradicional.
La función de la vida campestre era también actuar como contrapartida del fracaso
electoral para preservar el patrimonio social y moral del terrateniente. Se trataba de no quedar
fuera de la redistribución de privilegios. Ante el peligro de no lograr una integración con
éxito, se imponía un fuerte desprecio y crítica hacia esos grupos sociales que surgían y se
asimilaban a las nuevas circunstancias. Se denigraba la situación política por parte de aquellos
que estaban excluidos de ella y consideraban que sus antecedentes de clase les daban pleno
derecho para diseñarla. En este sentido, el rechazo de Chirveches y Canelas a lo mestizo-
cholo no significó que ese grupo social estuviese realmente imponiéndose en la configuración
del Estado, sino que otros sectores de la elite lograron convertirse en hegemónicos dentro de
su clase grncias a esa participación chola. La elite vencida no tenía, entonces, otra opción que
acusar a la vencedora de mostiar un comportamiento desleal, es decir, aparentemente
antioligárquico y favorable al ascenso popular.
El enfrentamiento intra-elites no poseyó un carácter frontal, sino que dependió de un
sujeto ajeno a ellas al que consideraba como culpable. Los elegidos para esta función fueron
el indio y el mestizo. El primero con su incapacidad impedía el progreso y el segundo lo
corrompía. Esto sin olvidar que, en ningún caso, ellos actuaban en el conflicto al margen de
sí mismos, eran actores con voz pero sin voluntad con los que se agredía una y otra vez al
grupo dominante. La dicotomía de la elite entre la afmnación de un nuevo orden y la
negación de cambios sociales estructurales fue sólo una resistencia a admitir que una parte
de sí misma tenía que sacrificarse ante la necesidad de una remodelación que, considerada
a largo plazo, confirmase las condiciones de desarrollo y conservación del grupo privilegiado.
Debido a esto el terrateniente idealizó el medio rural porque representaba el espacio de su
poder, un espac io amenazado por una nueva normativa de progreso dentro de la elite que le
obligaba a participar en política si no quería dejar de ser parte del poder local. Con esto no
se quiere decir que los hacendados no interviniesen antes en la vida pública, sino que el
campo, a medida que se afianzó una política estatal centralizadora, fue convirtiéndose en un
espacio más codiciado y disputado, sobre todo al constituir el poder local una plataforma de
captura del poder nacional. Los competidores por ocupar un lugar en el medio rural eran cada
vez más y eso conllevaba una generalización del uso de medidas coercitivas y de captación
de adeptos que antes era un coto limitado. Así, cuando Chirveches presentaba los abusos de
la familia Gambito no criticaba sus técnicas de extorsión, sino que lamentaba de que éstas
se hubiesen colectivizado y pudieran ser utilizadas por grupos que arrinconasen a los tradi-
cionales detentadores del control rural28 • Y al igual que hizo Medinacelli, los ridiculizó por
no saber adecuarse con éxito a las nuevas circunstancias.
La rivalidad entre representantes políticos era la contienda entre los antiguos detentadores
de los privilegios y ahora excluidos de la acción política y aquellos otros que habían sabido
servirse de los sectores subalternos para imponer sus condiciones de dominación. Se trataba
de un ejemplo de la lucha de competición de los grupos elitistas por las oportunidades de
poder. La reivindicación de lo indio, expresada como ataque a la degeneración mestiza, fue
parte de lo mismo ya que constituyó una forma de invalidar la base de poder de la elite
hegemónica, de deslegitimarla a través de su irresponsabilidad:
" .. .indios opulentos fueron robados y victimados de la manera más cruel. Los asesinos
que habían penetrado a las casas de éstos, armados hasta los dientes, marcháronse con
el dinero del labrador indígena, ahorrado durante muchísimos años de trabajo, real por
real, dejando a los hombres muertos y a las mujeres horriblemente ultrajadas"
(Chirveches 1988: 96).
"La sociedad es escoria, espuma. Las familias patricias son precisamente las que no
están en sociedad. Basta un apellido extranjero, algunos miles, mucha frivolidad;
¡entiendes!, ¡y la política!, hija, influye bastante también" (Navarro 1918: 202).
Conclusiones
Este es un estudio sobre el alcance y trascendencia de los discursos que la elite realizó
sobre otros grupos sociales. Las referencias políticas e interpretaciones sociales que se hacen
de lo "mestizo" e "indio" deben entenderse en un contexto imaginado, que informa más del
tipo de problemática que afectaba a la elite que de las intenciones y circunstancias vividas
por los sectores populares. Las preguntas que subyacen en los textos comentados, acerca de
cuáles serían los medios para librar a la sociedad boliviana del elemento nocivo a su bienestar
presente y a su prosperidad futura, ¿corregir la condición del cholo por la educación y las
influencias benéficas, o propender a una nueva evolución etnológica, ya que es rehacio e
incorregible?, fueron resultado del proceso de reconversión interna a que estaba sometida la
28 El jefe del clan Garabito, "un corpulento mocetón de barba rala y cobriza", fue hijo natural de una
mujer de pueblo y nació en el Altiplano paceño. Después de una niñez llena de "privaciones y
raterías" sienta plaza en el ejército como tamborilero. A eso sucede un ascenso rápido al que ayudó
su carácter: " ... su moral era la de su madre, una mujerzuela, y la de la gente de tropa de aquellos
tiempos en que todo era permitido a los liberales: robar, saquear, matar y después del combate,
ultrajar a las mujeres en el yermo altiplano y desflorar indias, cuando el jefe ordenaba el rebusque"
(Chirveches 1988: 94).
elile. Los imperativos que generó ese hecho la llevó a que sus propósitos de modernización
del país respondieran más a un universo democrático grecolatino, dividido en patricios y
plebeyos, que a una república representativa en el sentido contemporáneo del término. Esta
interpretación de la democracia explica la contradicción que caracteri:zaba el comportamiento
del grupo privilegiado. Para su fonalecimiento futuro necesitaba una renovación de sí misma
que incluyese también a los sectores populares, pero que no significara la ruptura de su
equilibrio, dominio y cohesión grupal. Como la generalización de la ciudadanía afectaba
directamente a esto último, era necesario encontrar fórmulas que, permitiendo formalmente
la igualdad entre individuos, asegurasen su desigualdad respecto al poder y a los privilegios
que de él se desprendían. La raza y su degeneración fueron una de ellas, que no sólo sirvió
para disminuir discursivamenle la capacidad de muchos electores, sino también para cues-
tionar la legitimidad de las elites encumbradas a partir de éstos. El contenido racial de las
preguntas sobre qué hacer con el indio y el mestizo significó, entonces, una forma de man-
tener y fortalecer hipotéticas diferencias entre los distintos actores sociales. Reconocer la
igualdad étnica era igual a consentir la erosión de los privilegios de clase del grupo privi-
legiado, y aún más de la fracción del mismo en decadencia. De ahí que esta última se
esforzase en demostrar un origen "patricio", que impidiera su despla:zamiento del ámbito
político, mediante contradictorios discursos raciales en los que a la vez se exaltaba y denigraba
lo popular (Knigth 1990: 76; Jacobsen 1993: 4). Tal actitud no sólo reportó beneficios para
ella, sino también para toda la elile en el poder, que debido a su fragilidad, contribuyó en
conjunto a fonalecer la segregación como medida de preservar su identidad y privilegios
inviolables. Sin embargo, la discriminación no fue únicamente asunto suyo; los sectores
subalternos, inmersos en la misma lógica señorial del poder, fueron contrarios a la homoge-
neidad étnica en la medida que disminuía sus logros de ascenso. Los problemas de estatus
y preeminencia de las elites, tanto en descenso como en alza, permearon, así, el juicio de toda
la sociedad, haciéndola cada vez más reacia a asumirse nacionalmente como mestiza o india.
Esta problemática interna de la elite se relacionaba, a su vez, con otra que afectaba
a su autoimagen y que la remitía a teóricas obligaciones respecto a la construcción de su
identidad de clase y su identidad nacional. Esa preocupación resumía la contradicción a que
estaba sometida. Por un lado, se encontraba imbuida en un proyecto de redefinición interna
que la obligaba a subordinar su comportamiento político al logro de su continuidad como
grupo de poder. Por otro, las exigencias de inserción al espacio y mercado internacionales,
a través de la construcción de un Estado-nación, originaban un choque entre lo que la elite
decía ser y representar y la Bolivia real, que no correspondía a los modelos de ciudadanía
asumidos por esa elite como correctos y aceptables. Tales aspectos hicieron que la vida
pública boliviana se caracteri:zase por un esfuerzo de definición constante en función de lo
étnico. Esto, aunque tampoco reportó ningún resultado concreto en términos raciales, porque
hacerlo implicaba reconocer como legítimas las ambiciones populares al poder, reforzó los
discursos patemalistas y la consideración de la mayoría de los bolivianos como "menores de
edad". Al tiempo y debido a la generalización de las nociones democráticas, su exclusión
política se disfrazó de inclusión gracias a las prácticas clientelares, garantes de una participa-
ción pública ciudadana no representativa.
A partir de lo anterior puede decirse que las elecciones revelan cuatro aspectos de las
necesidades de las eliles bolivianas. Primero, fueron el escenario donde se hizo evidente la
dependencia del grupo privilegiado respecto a los grupos populares, ya que necesitaba de
ellos para alcan:zar su definición interna y establecer cuál de las fracciones de elite debía
resultar hegemónica. Pero la legitimidad del sistema partidario no sólo le exigía votantes que
respaldasen candidaturas de elite, sino también la admisión de esos votantes como ciudadanos
con plenos derechos de participación y representación. Y ahí estaba el problema. Por un lado,
requerían de apoyo popular en su enfrentamiento interno y, por otro, necesitaban que ese
apoyo no adquiriera conciencia de su poder, lo tiranizase con exigencias de extensión de los
privilegios y se convirtiera en su competidor. La necesidad de evitarlo explicó por qué, al
tiempo que en los discursos de elite existía una continua valoración del voto artesano y una
exaltación de sus virtudes como trabajador, aparecía también la denuncia de su inmadurez
política a causa de su origen étnico. Con esto, no sólo se disminuía y denigraba la importancia
de su presencia pública, sino que también se la hacía responsable del incorrecto funciona-
miento del régimen de partidos políticos, siendo esta descalificación extensible al grupo de
elite que ganaba a través del voto mestizo. Es decir, infravalorar la actuación política de éste
equivalió a fortalecer una de las contradicciones políticas de la elite. Se ponía en duda la
legitimidad de acceso al gobierno de los triunfadores en las urnas, pero se disculpaba su
futura y posible mala actuación por la falta de instrucción de quienes les votaron. Estos, en
su mayoría artesanos mestizos urbanos y peones de hacienda, al carecer de las cualidades de
verdaderos ciudadanos por su naturaleza racial, eran los culpables de que el sistema partidario
reprodujese los males del caudillismo y, por tanto, los causantes de la imposibilidad de
Bolivia como nación "civilizada".
Segundo, informan de que la elite valoró las revoluciones y los cambios políticos y
sociales acaecidos en Europa y Estados Unidos en la medida en que procedían de los centros
de poder político y económico; lo que significó que apoyaban el uso de elecciones libres
porque su empleo se ejercía en países con exito internacional. Mientras crecía la admiración
hacia ello, aumentaba el deseo de la elite de participar en ese sistema debido a que con ello
demostraban el mismo rango de elite que las extranjeras, su pertenencia a la civilización
europea y el derecho a ser tomados en cuenta internacionalmente como nación. Aunque hubo
políticos disidentes, la mayoría consideró perfectamente aceptables los principios liberales y,
en consecuencia, defendió que las libertades individuales debían ser respetadas, que la prensa
tenía que estar abierta a todas las opiniones y que las elecciones no sólo debían ocurrir
formalmente sino ser libres y reconocer los derechos de la minoría.
Aparte de que con las elecciones las elites bolivianas podían definirse a sí mismas
como parte del mundo civilizado, existía una consideración más pragmática para su uso. Tal
como señala Richard Graham para el caso brasileño, las elecciones conllevaban una legitimi-
dad que podía garantizar el orden, el control de toda la sociedad por unos pocos y una
disminución de la hostilidad que provocaba tal hecho. Asimismo constituían la prueba de la
coherencia y la fuerza del sistema político (Graham 1990: 79). Esto es, demostraban las
contradicciones de la elite en cuanto a la libertad y el orden, pero probaban la coexistencia
del autoritarismo con la libertad. Y era el sistema de clientelas el que hacía posible la
reconciliación entre victoria, orden y legalidad tanto porque la seguridad en las promesas del
patrón generaba leales seguidores que demostraban fidelidad con su voto, como porque la
victoria electoral demostraba la autoridad local y permitía cumplir con los compromisos
adquiridos por el patrón con el cliente.
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"¿Cómo te soñaste?" es una pregunta cortés, entre los aymara del altiplano boliviano,
que demuestra un interés fonnal sobre el descanso nocturno; en apariencia el motivo de la
pregunta no va más allá de dicha fonnalidad, algo semejante al acostumbrado "¿qué tal has
donnido?"; sin embargo, su relevancia resulta, cuando menos, especialmente sutil. La calidad
del sueño, fonnalmente expresada a través de sus imágenes, es considerada fuente predictiva
de acontecimientos personales o colectivos que guardan una continuidad significativa entre
la realidad consciente y la observada en la duennevela.
El desencanto, la contrdriedad o el alivio que la identificación onírica de ciertas
visiones, escenas e imágenes, unas placenteras otras de pesadilla, produce, desde la conciencia,
en el entorno cultural europeo u occidental, contrasta con las emociones diversas y los
diferentes caracteres alusivos a la realidad consciente que los sueños procuran entre los
diferentes grupos étnicos indígenas americanos. Así lo señala Bárbara Tedlock (1992) entre
otros especialistas cultivadores de lo que, por su complejidad y riqueza de perspectivas,
pudiera definirse como antropología del sueño o bien género onírico antropológico. En este
sentido, la consideración del sueño y el papel que le otorgan los diferentes grupos étnicos
americanos en el entramado de sus manifestaciones sociales y culturales resulta, cuando
menos, multifonne, heterogéneo y dispar.
El sueño, entre los aymara, constituye una fuente de infonnación suplementaria; se
comenta en el seno de la familia, considerando todos aquellos atributos sensibles que resultan
relevantes en su significación. De esta fonna los sueños se discuten y clasifican según los
caracteres considerados pertinentes. Las fonnas oníricas y su interpretación pasan, por tanto,
a través del tamiz selectivo que la<; apreciaciones culturales establecen.
3 El término "residente" se aplica a los campesinos que, afectados por el pronunciado éxodo rural,
sufrido por el altiplano paceño a lo largo de la última década, acuden a los núcleos urbanos, parti-
cularmente a La Paz, en busca de mejores oportunidades. CIPCA ha recogido en varias publicaciones
(Albó, et al, 1981; 1982; 1983; 1987) parte de la problemática de acceso a la ciudad y las situaciones
adaptativa~ que los "residentes" deben afrontar.
4 Algunos "maestros" pronostican, en la hoja de coca, el aprobado o suspenso en los examenes de los
estudiantes.
5 Sobre los kallawayas , médicos naturistas y especialistas rituales procedentes de la Provincia Bautista
Saavedra, que se han caracterizado por el ejercicio itinerante de su profesión, existe una amplia biblio-
grafía. Oblitas (1978); Bastien (1978); Girault (1987;1988); y actualmente Rosing (1990; 1991 ; 1992;
1993a; 1993b) recogen en sus estudios diversos aspectos de la farmacopea y el ritual empleado por los
kallawayas. La notoriedad alcanzada por estos trabajos intelectuales sobre el quehacer del kallawaya
han contribuido a fomentar el "mito" del kallawaya como expresión de un "saber antiguo" en las elites
paceñas y que los propios interesados explotan convenientemente desde la asociación SOBO METRA
(Sociedad Boliviana de Medicina Tradicional) (Yulpiani 1993: 389-422; Salcedo 1986).
6 Ch 'amakani significa, "dueño de la oscuridad" y corresponde al maestro ceremonial de mayor
significación en el altiplano aymara debido a su privilegiada capacidad para hablar con los diferentes
seres tutelares. El ch 'amakani habla, incorporando diferentes voces, en recintos oscuros y cerrados,
sin ningún tipo de claridad, convocando a los seres que lo secundan y a los personajes sospechosos
de causar el daño que ocasiona la consulta del paciente. Esta facultad de comunicar con los seres
tutelares aymaras le otorga un gran prestigio y respeto, no exento de temor.
Cannelo Condori cuenta, en las próximas páginas, su propio sueño de iniciación; eso
sí, en un castellano particular, tal vez algo pesado para el lector, lo cual hace perder parte de
su naturaleza onírica gramatical, cuya formulación originaria presenta rnsgos can1cterísticos,
que la versión castellana deforma7 • Sin embargo, en tanto en cuanto sueño "contado",
presenta los caracteres formales del cuento narrativo aymara y demás condicionantes expre-
sivos de la tradición oral andina, destacando la riqueza productiva de imágenes que el "maestro"
recuerda en la conversación y esgrime corno justificante de su poder (Aníbarro 1976; Fourtané
1993a: 259ss; Morote 1988).
En realidad este artículo surge corno desagravio personal a mi incontestable incapa-
cidad de soñar. Es decir, de "ver" las imágenes pertinentes que podían, de forma unívoca,
mostrarme el "saber" de los "maestros" ceremoniales ayrnara.
Anclado en la urdimbre metodológica y conceptual del "ver para creer" me sentía
incapaz de abordar el plano de conocimiento revelado e intelectualmente reconocido, por
parte de los ayrnara, que los sueños y sus visiones ofrecen. El estrnto conceptual del "ver para
saber" que los goznes del sueño permiten libcrnr, se incrustaba con fijeza en las puertas de
mi entendimiento, impidiendo cualquier indicio de apertura.
Estas son las imágenes que escuché de Cannelo, tal y corno me fueron contadas.
J. El sueño
Cannelo Condori Calsina fue juramentado corno yatiri por su propio suegro. A pesar
de su espectacular comienzo, cuando apenas era un muchacho, curando el "susto''8 a uno de
los campesinos jornaleros de Yungas que formaban en la partida de trabajadores eventuales
donde se encontraba, Cannelo no lograba grandes progresos con la hoja de coca y lo que es
peor, carecía del correspondiente permiso, autorización o "licencia" ritual para ejercer corno
"maestro".
"Mi padre sabía pues esto manejar, pero corno era chango, sé estar viendo. Por eso
pues quince años, casi ... catorce yo he hecho estas cositas aprender. Entonces cómo
hace así yo estoy viendo, cómo "pasa"9 , entonces estoy viendo, mirando. En Yungas
he hecho eso pero. En Yungas han llegado entonces ese jovencito que había ... ¡ese me
ha hecho sonar a mí! Cuando han llegado aquí, entonces este siempre es cargamento
7 Las posibilidades de expresión espacio-temporales así como los recursos lingüísticos característicos
del aymara en la referencia a sucesos de conocimiento directo o indirecto y a las acciones inclusivas
o exclusivas del narrador aportaría mayor riqueza etnográfica al documento de Carmelo (Hardman et
al 1988).
8 El susto es una dolencia frecuente en diversas regiones de América Latina Consiste en la pérdida del
alma (de alguna de sus manifestaciones, como el ajayu en el caso aymara) debido a una fuerte
impresión, accidente o acontecimiento imprevisto. Es frecuente en los niños de corta edad y puede
afectar igualmente a las personas tímidas y apocopadas (Rubel 1986).
9 La ofrenda compleja, denominada mesa, se quema finalmente como fórmula ritual establecida para
que el sacrificio sea recibido por parte de los seres tutelares a los que se destina De esta forma, la
mesa "pasa"; es aceptada, siempre que se queme satisfactoriamente.
Ahorn, poquilo a poquilo, pero me ha hecho volver loco, loco siempre medio loco.
Porque le he hecho la burla, para... eslo. Porque le he hecho la burla ... ¡como no esLaba
auLorizado! pues ... ¡medio loco me ha hecho volver! 11 • A lo menos así, ¡noches, puchaaa!
me hace exigir, gmve, pensando ... ¡pucha! enlonces, yendo fuem quiero ir a pasear a
los cerros.
Enlonces, una noche he ido siempre, he caminado. Como una mujer ha vcni<lo pues así,
una mujercita blanquii.a; enLOnces "esLaremos caminando", diciendo. he 1(1,) p,..-, . Ade-
lante esa mujer, pues, alrás he ido pues 12 • Esa mujer en adelante e~Laba, yu ~swl1a.. de su
aLrás he ido. ¡Ya pues!, engaño, mpLan, como esle, digamos engaño del, este... ¡demo-
nio!, demonio, pero yo no sé ver, por esle digamos siquiera del gloria, del ángel. De-
monio es pues, me ha engañado siempre. Toda la loma me rui llevado ¡pula, che! Noche,
pero así, oscuro. No me he dado cuenta ¡tranquilo me he ido pues! Fregado un poquilo.
10 El enfado del padre de Carmelo está justificado. Su hijo ha actuado como "maestro" sin el corres-
pondiente permiso o "licencia" ceremonial que lo invista del poder necesario para iniciarse. El éxito
de su cura "ilegal" es sancionado con el castigo que recibe, ya que desde yungas, una vez popula-
rizado su éxito, se presentaron varios jornaleros en la casa de su padre en el altiplano, solicitando
atenciones ceremoniales por parte de su hijo.
ll Cualquier persona, a su gusto, no puede ser yatiri. Es preciso una selección especial que le rev ela al
candidato sus posibilidades para adquirir el correspondiente permiso. Existen diferentes formas de
manifestar la competencia de una persona como candidato a "maestro". Alguien puede ser "golpea-
do" sucesivas veces por el rayo, lo que produce su "muerte" y posterior "retorno" a la vida investido
de poder (Huanca 1990: 56-57; Tschopik 1968: 195; Ochoa 1974: 1-6). En este caso, el candidato
presenta diversas heridas o marcas que atestiguan la elección de que ha sido objeto, confirniada por
la localización de una piedra del rayo o "gloria bala" como testimonio del acontecimiento (Albó
1971-74: 0171). Otros candidatos nacen de fornia sorprendente como los qalluni, de pie, o los ispa,
los gemelos que proceden de un nacimiento múltiple. El poder multiplicador de las criaturas proviene
igualmente del rayo (Albó 1992: 95). Otros nacen con defectos congénitos, o adquieren deforniacio-
nes y discapacidades ostensibles a lo largo de su vida. Es así que los ciegos, mancos, cojos, tullidos
y aduncos tienen grandes posibilidades de hacerse "maestros" y curanderos. El "maestro" Gregorio
Condori Tallacahua considera que, haciéndoles "maestros", Dios les compensa de sus limitaciones.
Aquellos enfermos desahuciados que consiguen sanar mediante una cura personalizada y sorpren-
dente son candidatos a "maestros" ceremoniales, igual que los aleccionados en sueños y los hij os de
yatiris célebres, animados frecuentemente por la propia comunidad. Por último, en el contexto urbano,
la necesidad económica justifica la aparición de "nuevos maestros" generalmente considerados como
farsantes por sus "colegas" rurales. Todos estos factores de selección de los maestros rituales andinos
ya eran considerados por los cronistas y extirpadores de idolatrías (Arriaga 1968: 207;Cobo 1964,
11: 224).
12 La imagen supone una inversión del orden habitual de marcha entre los campesinos aymaras, ya que
los varones acostumbran a caminar delante de sus mujeres. En este caso, la mujer detenta un estatus
superior al del varón. Es una mujer "blanca" y por tanto representante de la autoridad y el poder. El
aspirante a " maestro" carnina detrás de la mujer blanca, como muestra del complejo entramado social
que en la Bolivia contemporánea liga a blancos, mestizos e indios en una densa trama iconográfica
en tomo al poder, el estatus y la autoridad.
No hay que hacerle la burla. Ya pues, que he andado pues así, entonces me he ido ...
después, ¡ya pues! como medio loco, medio borracho... así pues, cuando tomo así,
alcoholsito ... ¡pucha!, me friega pues totalmente hasta hacer este... la lengua, así no
más me arde. Ese rato ya no puedo hablar nada pues. Mudo me ha dejado pues.
Entonces, mayor te respeto yo a ti ¿qué hago entonces? Mi mamá sabe estar haciendo
"samo" 13 , con brasos (braseros) sabe estar haciendo "samito" (sahumito), recién ya no
más. Mudo me ha dejado pues. En Yungas me ha dado autorización 14 • Ya ... ¡quiero
siempre! recién, ya, notificando autorizaciones, me han autorizado, recién totalmente,
voluntariamente yo me he trabajado pues ... de ahí... De ahí, ¡un suei'io... ya! de ahí me
ha revelado ¡puchaaa! ... cosas, cosas ... siempre, cuando tenía autorización siempre15
Yo he invitado platito, igualito, así, biensito así. Ya poco a poco me ha ido revelando,
revelando. Ya pues, una autorización me he sacado; de ahí, ya más peor... ¡puchaaa!
preguntas, ¡grave preguntas! Ya es ... como examen".
Cannelo era yatiri, pero carecía de aphiilla 16 • Comenzó a darle a la bebida, desatendió
sus obligaciones y anduvo "como loco" un tiempo hasta que, una noche, se descubrió a sí
mismo rezando desnudo en lo alto de un cerro, pidiendo disculpas a Dios y manifestándole
su deseo de "trabajar" con la coca Regresó a su casa, temblando y al meterse en el catre
quedó profundamente dormido. Aquella noche, Carmelo tuvo un suei'io extraordinario.
Desde las "esquinas" de su cuarto17 se le aparecieron los apóstoles ("apustulis"), vestidos
con sus habituales galas blancas, llamándole. Un padrecito le preguntó qué hacía en ese lugar
y cual era su interés. "Quiero trabajar" le contestó Carmelo sin vacilar. "¿Seguro quieres
13 "Samo", sahumerio. La situación de Carmelo se complica y cae enfermo, al estar tentado por la mujer
y acudir de noche a los cerros, sin autorización, sin la sanción ritual pertinente. Su madre prepara
sahumerios con los que trata de sanarle.
14 El lugar donde Carmelo infringe las normas, al curar a un paciente sin la correspondiente autorización,
ha sido el causante de su mal. Por esta rdzón debe realizar su ofrenda y prestar el juramento co-
rrespondiente en dicho lugar. Los parajes y lugares del altiplano son objeto de consideración en la
religiosidad popular aymara Todo el altiplano bulle de vida; los seres tutelares aymaras, significados
de forma peculiar en el paisaje, en forma de cerros (achachilas), collados (apachitas), tumbas antiguas
(chullpas), parajes "tocados" por el rayo (calvarios) e incluso el propio hogar campesino (kunturmamani)
están "vivos" y los humanos establecen los convenientes acuerdos de manutención recíproca, ali-
mentándoles con ofrendas a cambio de protección, producción y salud (Albó 1992; 93; Femández
1994a; Kessel & Condori 1992; Kessel 1993: 205-210).
15 Una vez legalizada la situación de Carmelo, obteniendo el permiso o licencia que precisaba del lugar
sagrado que lo inviste de poder y no antes, es objeto de las revelaciones oníricas pertinentes.
16 Los aphiillas son las entidades religiosas o seres tutelares que secundan al "maestro" en sus consultas
a oscuras. Son los que hablan a través del juego de voces del "maestro", dirigiendo la sesión.
Esclarecen los hechos, ordenan los acontecimientos, diagnostican lo sucedido y proponen al "mucha-
cho" (el especialista) tanto el tratamiento conveniente, como el precio completo de la sesión. Los
aphiillas constituyen el valor más prestigioso del ch'amakani. Se colocan sobre los hombros causán-
dole una enorme fatiga que se reconoce en la voz entrecortada del "maestro". Cada uno de ellos posee
voz y carácter peculiares que se manifiestan en el trato distinto que dispensan al "maestro".
17 No resulta vana la señalización de las "esquinas" de la casa como el lugar donde Carmelo sitúa la
aparición de los "apóstoles". Los márgenes y límites de la casa aymara presentan un tratamiento
ceremonial particular en las diferentes fases constructivas (Palacios 1982:38). Las esquinas "sostie-
nen" el entramado arquitectónico de la casa, así como las vigas del techo "sujetan" la calamina o los
trabajar? ¿No te vas a hacer la burla? "No, padrecito, seguro". Cannelo y el sacerdote
caminaron juntos un trecho de un camino desconocido, en el que sorpresivamente se encon-
traban, hasta llegar a una encrucijada de la cual partían dos caminos paralelos. El de la
derecha, angosto, negro, sucio, "como un basural"; el de la izquierda, blanco, repleto de
flores, alegre y agradable18 •
"Dos caminos siempre hay; un camino blanco, un camino, medio oscuro. Ese camino
pero, no es muy largo sólo unos cuarenta centímetros, no más, así no más. El otro
casi ... digamos, medio metro, camino blanco también 19 • Dos caminos no más es. Igual
digamos el Illampu 20 así también cerro blanquito, el otro también cerro negro, oscuro.
Dos cerritos, cerritos no más".
Carmelo debe elegir uno de los dos y sólo uno, tal y como le indica el sacerdote. "¿A
cual lado quieres? ¿Este lacio, o sino en este lado? Ese cerro negrito, lado es de los demonios.
¿En ese lado quieres?" Curiosamente el padre insiste, con terquedad, en la conveniencia del
camino negro porque ¡harta plata! puede conseguir el "maestro" ejerciendo en ese lado o es-
pecialidad. Insiste en la dificultad que el ejercicio del camino blanco conlleva, al ser sagradü21 •
"De su camino blanco yo quería ser siempre, yo le digo pues. "¡No! ¡qué vas a
cumplir! No puedes cumplir; difícil es cumplir, me ha dicho pues". El padre decide,
a pesar de las protestas y el rechazo de Carmelo, mostrarle el camino negro. La senda
oscurn y lóbrega, culmina en la cumbre de un cerro, igualmente negro, "como quemado".
En dicho cerro hay gente aprendiendo a preparar braseros y ch'iyarn misas, (mesas
negras) 22 • Sin duda se trata de gente maligna, brujos; Cannelo se asusta tanto que
amarros de paja y totora que constituyen el techo. Las "esquinas" del hogar son objeto de frecuente
atención ceremonial para que no cedan y los inquilinos se libren de la amenaza de ser "devorados"
por kunturmamani, en caso de derribo.
18 El motivo iconográfico de los "dos caminos" resulta frecuente entre los evangélicos. Camielo Condori
vi ve en las proximidades de una de las iglesias evangélicas de la localidad, (existen dos, pero con
escasa aceptación por parte de los campesinos) y al parecer estuvo un corto tiempo vinculado por
implicación de algunos parientes. Sobre la dinámica de los grupos evangélicos en La Paz y sus
formas diversas de relación con el bagage cultural aymara de muchos de sus feligreses ver
Strobele-Gregor (1989).
19 Existe un gusto particular en las sociedades andinas por el concepto de "escala" y el empleo de
"miniaturas" en sus diferentes manifestaciones rituales y culturales como modelo reducido, imitativo
y manejable de la realidad.
20 El Illampu es uno de los nevados más importantes de la Cordillera Real andina. Es considerado uno
de los principales achachilas otorgadores de bienes, como refleja la presencia del término "illa", en su
etimología Las illas son los seres encargados de la reproducción de los ganados (Femández 1994 b).
21 Esta circunstancia remarca el compromiso de servicio que adquiere el especialista del "camino blan-
co". Aspecto que contrasta con el valor "profesionalizado" del "maestro" urbano y que constituye uno
de los factores que le hacen sospechoso de fraude.
22 Las "mesas negras" son ofrendas complejas constituidas con ingredientes vegetales secos y duros , mi-
nerales y restos orgánicos animales; se utilizan tanto para hacer daño a las personas, como para " lim-
piar" al afectado y devolver el mal a su causante (Rosing 1990; Berg 1985: 51). Constituye el recurso
culinario pertinente para complacer a los saxras, los distintos seres malignos que pueblan el altiplano.
decide bajar del cerro para volver a la encrucijada. "¿Qué ha pasado hijo?", pregunta
el sacerdote. "No quiero trabajar el camino negro", responde gimoteando Carmelo.
Ambos emprenden finalmente el recorrido por el camino blanco a pesar de la negativa
inicial del sacerdote. Alcanzan la cumbre de un cerro igualmente blanco en cuya cima
diversas personas aprenden a preparar mesas y braseros de incienso23 • Allí están
arrodillados pues gentes ¡bien! ¡puro blanquitos! que están las gentes, que están
alcanzando los "samas" (sahumerios) del brasitos (braseros) están alcanzando".
Uno de los que prepardll las ofrendas de incienso para su presentación, alecciona a
Carmelo en la forma correcta en que debe hacerlo. AJ poco ralo, Carmelo penetra en el
interior de una iglesia que corona el cerro, en cuyo interior se encuentran los apóstoles
quienes le inquieren el motivo de su visita24 •
"Quiero trabajar este camino", responde. "¿Seguro quieres trabajar este camino? ¿No
Le vas a hacer la burla?", "No Señor, no", responde con seguridad. Carmelo se sienta
en una pequeña silla, al lado de los apóstoles que están celebrando un banquete25 •
Utilizando un "papel", "como cuero de vaca", anotan con el dedo, los datos personales
de Carmelo Condori. "Como una placa ha sacado pues, como una placa me ha sacado,
aquí me ha colocado (en la frente), me ha marcado una cruz". Sí, crucitos (cruces) me
ha marcado''26. "Ahora sí que has venido bien. Con esta marca, entonces estás ya
marcado. Si esta marca ... si es que fallas, si te limpias... " "No señor, voy a cumplir".
"¿Vas a cumplir?, le preguntan, "Sí, voy a cumplir", contesta Carmelo. "Este es
23 El incienso constituye la ofrenda predilecta de los partidarios de "gloria". Esta "gloria" personificada
unas veces y en otras ocasiones, considerada como "lugar", incluye a santos, vírgenes, ángeles,
calvarios, elementos del ritual eucarístico (cálices, cruces) y, al mismo tiempo, diversos fenómenos
atmosféricos, como el rayo, y cuerpos celestes, sol, estrellas y luna Todos integran "la parte de
Gloria" y atestiguan el carácter sacro del servicio que el "camino blanco" implica La ofrenda es
presentada, a los diferentes seres tutelares destinatarios. Algunos "maestros" e mplean braseros que
elevan para "alcanzar" correctamente la ofrenda al tiempo que recomiendan, ante los seres tutelares,
las solicitudes de sus clientes.
24 La presencia de la iglesia en la cumbre del cerro donde los "maestros" ceremoniales son aleccionados,
coincide con el plan de extirpación de idolatrias llevado a cabo en los Andes durante los primeros
tiempos de la Colonia Cruces, santuarios e iglesias eran colocados en los habituales centros de culto
popular (Arriaga 1968 [1621]:267-268). Por otra parte, la iconografía eclesiástica en el sueño de
Carrnelo otorga un papel preponderante a los clérigos y gente "de iglesia" que coincide, a mi entender,
con el grado de seducción y pertinencia ritual que el "padresito" conserva en el altiplano. Su carácter
sagrado y la farniliarización con el ritual de la "misa" le otorgan un poder simbólico de gran relevancia,
como se demuestra en las persistentes solicitudes, en las parroquias rurales, para bendecir productos
de la cosecha, animales, automóviles o enfermos. Ser aleccionado por "gente de iglesia" resulta
apropiado para el reconocimiento prestigioso de Carmelo Condori.
25 La implicación del motivo iconográfico de la "última cena", parece claro, especialmente por la
"especialización" de Carmelo en el "camino blanco" y disdpulo, por tanto, del "Señor", cuyos
"apóstoles", le han convocado al comienzo del sueño y aparecen ahora responsabilizados en su
instrucción.
26 Los yatiri y otros especialistas rituales muestran, con relativo orgullo, las marcas y señales que
acreditan la elección de que han sido objeto para ejercer como "maestros" ceremoniales.
Todo "maestro" debe eslar en condiciones de enseñar su marca a los pacientes que
lo soliciten. Poseer una marca o signo corporal que atribuir como LeStimonio de elección
"sobrenatural", refuerza el prestigio y capacidad del "maestro" así como la confianz.a de los
clientes. Las "señales" más frecuentes consideradas por los "maestros" incluyen, como es
lógico, toda una variada gama de cicatrices, cuanto más especlaculares mejor, así como
marcas en forma de cruz o "estrella" en las líneas de las manos, cruces en el cuero cabelludo
y duplicación de órganos (cuatro pechos, seis dedos... etc), fenómeno atribuido a la virtud
multiplicadora del rayo.
"Así un camino yeguito en ahí me ha pregunlado esito28 • Entonces ... "¿cómo es?", me
pregunla. Ese rato, no podía dar la respuesla".
El pobre Carmelo no entendía nada de lo que esLaba sucediendo, ni cuáles eran las
intenciones de aquellos "apóstoles" engalanados de blanco. Cual no sería su sorpresa cuando
uno de aquellos "caballeros" que participaba en el banquete le reclama: "Cannelo ¡venid!;
a ver... ¿qué habéis aprendido?" "¿Qué significa este camino?", le pregunla el caballero
señalándole unas cuantas hojas alineadas del total de la maraña que configuraban la "página"
seleccionada de tan peculiar libro. Como Cannelo Condori desconocía la respuesla, aquel
caballero de blanco le recordó la dificullad y el sacrificio que implicaba ejercer en el camino
blanco, dudando seriamente de su competencia y capacidad. El pobre Cannelo quedó muy
apesadumbrado por su manifiesla ignorancia.
27 Inamama, K'intu mama. Denominación aplicada a la hoja de coca por parte de Camielo Condori. Las
dos hermanitas (lnamarna, k 'intumama) son hijas del poderoso cerro Uchumachi, en las proximidades
de Coroico (Prov. Nord yungas del Departamento de La Paz), padre y dueño de la hoja de coca. En
los valles Yungas se localiza parte de la producción cocalera más importante del país destinada,
mayoritariamente, al consumo tradicional (Carter & Mamani 1986: 17).
28 Los "caminos" son los diferentes recorridos que forman las hojas de coca sobre el tari, (tapete
ceremonial empleado en las consultas de coca para "ver" la suerte). Camino en forma de "Y",
encrucijada.
"Entonces me ha indicado, "este se llama así", me ha indicado, este cuando están ro-
jas... entonces avisan, al revés de cabeza, semilla ha estado ahí. "Este va a ser la cabe-
za de primero, siempre este. Este es la cabeza. Este son sus pies. Este es la cabeza, este
sus pies"29 • Entonces me ha indicado, este así como estaba como revés de cabeza,
entonces ... ¿cuál es la cabeza?, me dijo. "Este es la cabeza", le digo. "No sabes", me
ha dicho. "Esto es entonces la pie". "No sabes", me ha dicho. Entonces ya, otra vez
hemos regresado". "Entonces ahora me ha dicho ... ¿esto qué es?, me ha dicho. Yo le
dije, "entonces este si que cabeza". "Nooo". "Entonces como ha venido así como un
madrecita30 así... "¿Qué estás viendo?", me dijo. Entonces sé estar viendo, estudiando
esto ¿no? "A ver, entonces ... ¿Cuál es su cabeza?, ¿cuál su pie? ¿cuál sus manos?", me
dijo. Le digo entonces, "señorita, (gimiendo) este es su pie, estas sus manos". Así no
más; no me ha dado respuesta. Entonces, la madrecita me ha dicho, "esto te indico,
conque antes sabrás, "¿cómo caminas?", me dijo. "Así, con el pie, me camino".
"Entonces ... ¿para qué significa, entonces? Este será como un piesito. A ver... ¿dónde
están sus cuerpos?, me ha dicho. ¿Sus cuerpos?, yo no puedo dar parte".
29 La hoja de coca posee la virtud de mostrar una referencia anatómica que el especialsita analiza en
busca de las circunstancias etiológicas que pueden haber ocasionado la patología del paciente. Un
diagnóstico eficaz necesita de un ojo diestro en las caracteristicas iconográficas de la hoja.
30 Los diferentes "ayudantes" con que Carrnelo Condori cuenta en su sueño de iniciación son "gentes
de iglesia". La presencia de una "madresita", una monja, en el episcxlio, concuerda no ya sólo con
su carácter de "especialista" en las cosas de Dios, sino que adquiere el carácter opuesto a la mujer
que pretende engañarlo al comienzo de la narración y concuerda con las apreciaciones etnográficas
recogidas, en lo que respecta al reconocimiento, consideración y competencia otorgados a las mujeres
yatiri (Colque 1988:14-16).
31 La estrecha ligazón existente entre los avatares del alma y la enfermedad, manifestada en los di versos
mcxlelos de alteración del cuerpo, constituye una lógica razonable en los términos expuestos por
Carmelo. Si el cuerpo humano se identifica con la variada gama de entidades anímicas que consti-
tuyen el alma, cabe pensar que las alteraciones graves del cuerpo se deben no ya sólo a las circuntancias
sufridas por esas diferentes entidades, sino que la actuación terapéutica del "maestro" debe ir orien-
tada prioritariamente al tratamiento de las almas, para sanar en consecuencia, el cuerpo de los
dolientes. Este tipo de urdimbre conceptual y terapéutica entre alma y cuerpo, vigente entre los
aymara, constituye una de las carencias más notorias atribuidas a los médicos y doctores que no
entienden las enfermedades "de la gente", preocupándose, tan sólo por el cuerpo. La versión del
pecado del alma como fundamento lógico de un estado de postración del cuerpo está recogido en
las consideraciones del medioevo sobre la enfermedad y la muerte (Martínez 1983: 113 ss).
32 La insistencia en resaltar la importancia de la anatonúa simbólica de la hoja, fundamental para
diagnosticar todo tipo de enfermedades y sucesos perjudiciales para los clientes, está plenamente
justificada La redundancia de este tramo del sueño, pese a su aparente pesadez, testimonia la difi-
cultad del aprendizaje y su calidad de rnzonamiento.
hago?". "La cabeza está aquí, aquí está la cabeza". "¿Tienes cabeza?" "Sí tengo
cabez.a" 33 • "¡Ah! ", entonces, aquí está. Recién, muchas prácticas me ha hecho".
"Este que vas a hacer, vas a doblar algo que vas a pisar ... ¡a usted va a hacer! es algo
sagrado; esto a vos te va a cargar con enfennedad, cualquier cosa. Entonces este (la
hoja de coca) tienes que cuidar como un flor. "Nunca, nunca tienes que pisotear", me
ha dicho pues. Bien, en caso ahora, este que me cuide, entonces, cuando ya va a estar
con sus ropas usadas ¿qué hago?, le digo. "Cuando esa hoja ya tiene que estar ya
cambiarme entonces". "Ahora que voy a cambiar nuevas; estas hojitas que están
húmedas, rotas ... ¿qué hago?".
"Esas ya tienes que pijchar, me ha dicho. Hay que pijchar", así me ha indicado34 •
¡Pucha!, grave es pues. Cada noche pero, me ha revelado cosas, ¡graves preguntas
pues!, no es una no más siempre. Casi dos meses me ha preguntado siempre. Examen,
examen ... y ¡duraba! "
Finalmente pasó por el lugar del banquete un caballero resplandeciente, por supuesto
blanco, montando una lustrosa cabalgadura igualmente blanca35 • Con su espada reluciente
golpeó sobre el libro abierto que sostenía Carrnelo, preguntando qué era aquello que señalaba
la punta de su acero. Carmelo Condori dio su respuesta, un tanto atemorizado, pero su recelo
desapareció al contemplar el gesto afinnativo de tan resplandeciente personaje: "¡ Bien, hijo!",
respondió el caballero tocándole la cabeza con la punta de la espada, al tiempo que le
entregaba una hoja de coca. Aquel señor, después del acierto logrado, mostró a Carmelo
incontables fajos de dinero, "así, plata en paquetes ... ¡montones!", comenta el "maestro"
sorprendido por el efecto de aquella visión. El caballero le ofrece todo aquel capital indicán-
dole que nunca le iba a faltar "plata" y que se llevara según su deseo. Así de feliz se las
prometía Cannelo con su plata, pero en cuanto aquel personaje ecuestre desapareció y Carrnelo
regresaba, pleno de gozo, a la encrucijada de la que partió en compañía del sacerdote,
aparentemente eliminado a estas alturas de la secuencia onírica, sufrió un inesperado sobre-
salto. Otro caballero barbado y vestido con las habituales galas blancas le estaba esperando
para increparle su avaricia: "¿A donde vas ¡carajo! con esa plata? ¿Vasa ser tan abusivo con
tus clientes? Esta plata de una persona ¿me lo vas a bajar?"
"¡Sííí!", le digo, "¡Ah! entonces vas a engañar mucho", me dijo. Entonces ya este
plata que entrego a usted totalmente tu mano te entrego esto ... "¿quieres?", me dice.
"¡Sííí!, le digo, corno era interesado en la plata 36 ¡Puchaaa, interesaba!".
"Ajá, entonces este plata interesa a usted, por eso odia a las gentes .... ¡No!, hasta aquí
no más señor", me dijo. ¡Pucha!, que yo no puedo abrir. No hay caso, no hay caso
De ahí me he caminado, de ahí, camino blanco me estoy caminando. Ahí estaba un
camino crusito así, cruz, entonces ahí, un caballero me ha aparecido también. "¿Qué
estás buscando hijo?", "Ahí he venido ... así entonces". "Ajá, entonces ¿qué cosa ha
pasado?". "Un corno padre me ha mostrado la plata, del dinero así que me quería
entregar totalmente, entonces, yo estaba con voluntariamente para recibirme". "¡Nooo!,
hijo", me ha dicho. "No, esa plata, no tienes que recibir así, hijo. La plata tiene que
estar muy sincera", me dijo.
"Entonces ¿qué puedo hacer, caballero?". "Este más bien te indicaré. Este platita, si
de la plata te bajas, ese don sagrado saludo. Entonces, de esta puntita no más tienes
que bajarme, de una esquinita así. Un poquito de la esquinita. Ese no más tienes que
bajar hijo. Totalmente vas a bajar de una persona ... entonces sin nada va a quedarse,
¿de dónde va a sacar?", me dijo.
"¿Qué hago?", "De esta esquinita, bajale entonces", me dijo. "¿Cuánto puede ser?",
le dije. Me lo ha contado así, uno, dos, tres, cuatro, cinco ... seis". ¡Así me lo ha
contado!, significará pues esas cositas los billetes37 • Así me lo ha apuntado. Ya bien,
A partir de entonces Cannelo cuenta siempre con el apoyo de sus "caballeros", San
Felipe, San "Jcromino" (San Jerónimo) y San España quienes acuden a sus invocaciones para
secundarle en las sesiones de consulta, en fonna de ch'amaka, para diagnosticar el origen del
mal que afecta a sus pacientes y procurarles el pertinente tratamiento.
Cannelo Condori ha estado en los "dos cerros" (el blanco y el negro), en los dos
caminos; por eso conoce las fonnas más variadas de relación con los diferentes seres. La
lectura de coca que practica es minuciosa y sistemática, empleando "los dos lados" en la
predicción, tanto el oscuro del haz verdoso como el blanco del envés 38 • Su figura es, en sí
misma, ambigua. Por una parte, adivino y "maestro", habituado al trato con los santos y
achachilas (cerros), pero conocedor, igualmente, de las estrntegias del mal.
" ... ¡Puro blanquito! que están las gentes que están alcanzando los sarnos (sahumerios)
del brasi!Os están alcanzando. Ahí, me presentaron". "¿Sabes?, me dice", (le pregunta
uno de los personajes interesándose por su competencia como "maestro"); "sí, le digo
pues".... "Alzalo" (se refiere al brasero de incienso). Con la mano entonces derecha
he alzado. Me ha rechazado, ¡No, no señor!¡No sabes! Ese plato me ha bajado,
entonces, ahí no más ha colocado. "¡Vaya a aprender!". Entonces así me he regresado
también" 39 •
38 Los yatiris consideran habitualmente uno de los lados de la hoja como positivo (el verdoso del haz,
la cara, su "rostro") y el otro negativo (el blanco del envés, la espalda). La lectura empleada por
Carmelo se complica al considerar "ambos lados"; de hecho obliga a la hoja a indicar con claridad,
en los casos más complejos, volteando las hojas y valorando lo que el lado "oculto", es decir la
espalda (el envés), indica. Esta técnica causa gran desasosiego en los clientes, familiarizados con la
consideración habitual del lado verde, el rostro de la coca, como favorable.
39 Carmelo cuenta las escenas de su experiencia onírica como si de un viaje se tratara, desplazándose
en sueños al "cerro" donde le muestran las técnicas ceremoniales e interrogan sobre la exactitud de
la parafernalia ritual que debe emplear y retornando, luego, a la conciencia para analizar la causa de
sus fracasos .
está oscuro40 • Puro qullu (cerro) quemado es ese cerrito ... ¡puro negro siempre! En ese lado
te conviene, ¿puedes ir en ese lado?".
"Es medio oscuro ... porqué voy a ir?". Grave ... , oscuro, ya no es como íloresado
(florido), ya no es como un claro; puro negro, oscuro siempre es, ¡no, no!. A la tercera
vez he ido .... " (Nueva secuencia del sueño).
"Al tercera vez que he ido... ¡Ahora sí que estás viniendo, tres veces has cumplido
ahora sí que te amparo"41 • Ahora sí que plato me ha entregado, "¡Recíbemelo!", me
he recibido. "Ahora alcánzalo la plato, me dijo, con este inciensito". "¡A ver!, entonces,
ahí échamelo", me ha dicho. Con este mano no más le he echado ... "No sabes car<1jo",
con la izquierda también ¿no?. "No sabes", me dice. "¿Qué hago entonces?".
Este plato, un caballero ha venido, un caballero me dice "trae ese plato", me ha dicho
bien. "Trae ese plato, ahisito colócalo a ver", como una mesa es. ¿Usted cree que va a
saber bien? Entonces todo tienes que practicarte mucho. Trae tu manito (mano). In-
cienso ... ¿está bien aquí?, en el papelito (envoltorio del incienso), me ha rechazado y
me ha hecho echar ahisito, con la mano derecha. En eso me va a recibir, ¡listo! Me han
recibido 42 • Ahora, bajo juramento, me han dicho "¿Vas a cumplir en este
consiensiamiento hasta que te vea ... tienes que ver estos conciencias hasta que el Dios
que te preste tu vida?"43 "Sííí''. "Entonces, en complemento, ¿no vas ha hacer nada?",
"nooo". "Si vas a ir, entonces como en este complemento, en este camino vas a ir ... ¿vas
a cumplir?". "Sí, voy a cumplir este camino que va a ser hasta el final". "Sí en este ca-
mino complemento va a ser hasta finalmente, totalmente, mi cuerpo, mi espíritu te en-
trego ... ¡listo!". " Si te has entregado, si tienes ... muchas gracias, entonces el Dios que
te va a bendecir". "Gracias", le digo, entonces recibí juramento. De ahí he venido".
40 "No saber", es decir, hacer mal o equivocadamente, parece ser un requisito importante para acceder
al lado negro. El no hacer bien siempre resulta dañino para el cliente y constituye un refugio apro-
piado para el fraude. Los que no hacen bien, los que no saben, ineludiblemente pertenecen al lado
negro porque, en cualquier caso, perjudican.
41 El sueño adquiere el formato narrativo y el ritmo lógico característico de los procesos ceremoniales
aymara en los que aparecen frecuentes ciclos de tres tiempos y segmentos ceremoniales desarrollados
en tomo al número "tres" (Femández 1992: 41; Buechler 1980: 108).
42 El "maestro" ha de identificar los usos ceremoniales de sus manos. Los comensales sagrados exigen
un tratamiento exquisito y diferenciado. El correcto uso ceremonial exige el reconocimiento de los
valores asociados a la mano derecha y los propios de la mano izquierda Los seres malignos son
agasajados y sus efectos dañinos devueltos mediantes reiterativos movimientos "hacia la izquierda"
(Rosing 1990), mientras que los seres de la gloria y pachamama reciben las ofrendas con la mano
derecha, como las personas. Los conceptos asociados al dualismo derecha e izquierda, con implicaciones
de género (derecha masculino, izquierda femenino) aparecen en cronistas de Indias como Santa Cruz
(1992: 203) y son frecuentes en los estudios etnográficos contemporáneos (Plan 1980; Mayorga et al
1976; Valderrama & Escalante 1988). La ofrenda tiene que ser bien recibida para que resulte eficaz.
Sólo el buen "maestro", el que sabe, puede suponer que sus mesas son aceptadas convenientemente.
Esta circunstancia sintetiza el talante prestigioso de un "maestro".
43 El deber y la dedicación al servicio, por parte del "maestro" se ha de salvaguardar hasta su muerte. La
persona elegida no puede renunciar a su destino (Huanca 1990: 69).
Los fracasos que Carmelo sufre en el aprendizaje de las técnicas del especialista ritual,
lejos de producirle desaliento y pesadumbre, parecen alimentar de forma progresiva su cu-
riosidad, azuzando las claves precisas de un razonamiento ordenado y moralmente aceptable;
"a los cerros no más quería ir".
El sueño se repite por tres veces hasta que Carmelo supera la prueba después de la
reflexión crítica que el sueño provoca y una vez superado el examen o despejado el enigma
que el procedimiento ritual inadecuado suponía: "Graves preguntas pues; no es una no más
siempre, casi dos meses me ha preguntado siempre... examen, examen ... y duraba". "Porque
toda voluntad he ido pues al lado de este ... tiwusa (Dios), entonces a servir a luriya (Gloria)
del mundo. Tengo voluntad para servir a la luriya del mundo. Yo me he comprometido para
hacer alzar cositas (mesas e incienso). En ese, revelan ya, "así vas a preparar, así, así... ¡cadas
noches!; en cada noche me han enseñado bien. De ahí, por sí no más me he practicado,
poquito, poquito ... ¡ya!; así, así me han dicho. Ya está en mi consienso (conciencia) (el saber).
Ya no he ido ni pregunto a los maestros, ¡nada siempre!, Yo no pregunto"44 •
Finalmente, es preciso considerar la calidad que el yatiri alcanza en el ejercicio de su
saber en base a un compromiso personal, no exento de sacrificio: El padrino ceremonial de
Carmelo durante su presentación al cerro ... "no, no me ha confiado eso. El no más me ha
llevado a Q' apiqi (el cerro), entonces ese chinitu (tari) me ha entregado, después, un pijchu
más me ha hecho llevar, así espermitas (velas), todas las cositas me ha hecho llevar, entonces
ha invitado ... ¡ya! "Ahora, ¡saque la hoja!" me ha dicho; Esta hojita ... ¿cómo dice?. Así...
así... Poquitooo ya un camino me ha mostrado;entonces así, este camino, puede estar bien.
"Más o menos, me ha dicho. De ahí, otrn vez, entonces, este camino ... " ¡ya!, un poquito
tienes que repasarte bien". "Ahora tienes que estudiar no más". Así no más me ha dicho; no
me ha dicho qué cosa vamos a preparar... ¡nada!. Por sí no más me ha enseñado en este...
revelo, ya me ha enseñado para hacer estas cositas (las mesas), ya me ha enseñado".
44 El buen maestro conoce su oficio sin copiar de los otros. Depende de él, en el ejercicio de su crítica
reflexiva y análisis de la información revelada en el sueño, consagrase como buen yatiri. Sí resulta
frecuente que los "maestros" menos favorecidos consulten algunos casos a los de mayor prestigio.
En relación con la ch'iyara misa o mesa negra el "maestro" comenta: "Ch'iyara misa
ya había sido otra revelación pues, ya es otro, otro. Porque ya última me ha reveladü45 •
Revelasionamiento de la misa negra, otro, último. Así han venido, los estos, como las gentes
han venido con sus astas, con sus astas; tres astas tienen. Con sus astas, agarrados con un
cuchillo, así como un palo, agarrado biensito. Tienen su cola Vienen, vienen, así, bien
grandotes, altotes bien así, sus caras con esto hacen tener miedo46 • Vienen a mirar, este lado,
este lado. Entonces viene como un caballero, digamos así, como un digamos, cabeza del
demonio ... del demonio, su cabeza, entonces, un paje, un gorrito así, bien después, así, con
sus bigotes así, grave con los bigotes negros. Caballo del negro, viene pues ese. "Usted
¿quieres trabajar hijo?". "Sí caballero", le digo. "¿Quieres plata?" "¡Si!", le digo. "¿Quieres
oro?", "Si" le digo. "En este camino blanco ¿no puedes ir?". "Quiero irme", le digo. "¡Ha!,
puedes ir no más a ese lado". Ya me he defendido, no quiero con ellos pues trabajar pues
porque no quiero trabajar con esos demonios. "Si usted quieres trabajar conmigo ... entonces
¡vamos! Te regalaré oro, te doy plata ¡todo doy!". "No, en este camino blanco tengo que
cumplirme, irme en este camino ¡hasta el final!". "No, no hijo, te has equivocado. Conmigo
estaremos trabajando. Me han wayikiyado (engañado) pues, me están waikiyando". ¡No!, le
digo. "Entonces andate, hijo ¡listo!".
"Segunda vez, también que ha venido así, como mujercita. También viene con sus
ropas negras, así, bien. "¿Qué estás haciendo aquí?". "Aquí estoy, pidiendo de Dios".
"¡Ha!, ¿usted es de Dios?". "Si, Dios". "No le conozco a Dios ... ¡me voy no más!".
Me ha pasado también, recién. Así me pasa también. Después, unos cuantos ha
regresado también. "Usted, más mejor que seas mi marido", me dijo. "Que seas mi
marido usted. ¿No quieres casarme?". Como una serpiente caminaba así47 • "¿No
quieres casarte conmigo". Le dije entonces, "no, no señora". "¡Ha!, si no quieres
casarte, tu vida no está aquí, no te vas a vivir hasta el final entonces. Sabrás conmigo
hacer la burla", me ha dicho. "No señora, más mejor yo tengo que quedarme en este
camino. Ese camino oscuro, yo lo conozco. Conozco ese camino, le digo". "Si no
quieres, no vives. Unos cuantos años puedes no más vivir, pero vas a morir". "No señora,
45 El aprendizaje del "camino negro" ocupa el último lugar en el saber del "maestro". Por un lado es
utilizado como aparente "disculpa" ante el oyente, sin embargo, constituye parte del conocimiento
más complejo, adquirido sólo "al final", cuando el candidato ya ha adquirido cierta destreza y
conocimiento.
46 En la representación iconográfica del demorúo andino, Supay, intervienen diversos motivos alegóricos.
El diablo importado desde la cristiandad se muestra con atributos característicos de los mestizos e
incluso es celebrado como el retorno de los difuntos (Harris 1983; Taylor 1980). El carácter capri-
choso y voluble del demonio andino es resaltado por varios estudiosos como Paredes (1976), Oblitas
(1978) o la antropóloga Olivia Harris (1988: 25). El "tío" de las minas, estudiado por Tristan Platt
(1988: 31-35) y June Nash (1985: 115ss), aparece como el patrono de los mineros y dueño de las
vetas del mineral. Destaca la celebración del diablo en la Fiesta de la Virgen del Socavón de Oruro.
Aparece representado en las comparsas de "diablada" con unos atributos felírúcos que recuerdan el
estilo "chavín" (Abercrombie 1992).
47 El mal, encarnado en la mujer tentadora, camina como una serpiente. Esta imagen está de nuevo
ligada al pasaje bíblico del Antiguo Testamento en relación con los acontecimientos del "paraíso"
y el engaño de la serpiente.
le digo". "Si usted quieres conmigo casar, nos vamos a casar ¡pucha, carajo! años,
años vas a vivir... ". "Mi conciencia, ya... al lado de Dios he ido, su camino porque
no puedo pasarme, no podemos cambiamos otros, otra conciencia, otro carácter, ya
no, ¡no señor! ", listo. "En caso, entonces sabrás último cuando yo vengo ... como
ventarrón no más voy a venir48 entonces, ese rato ¡me vas a ver!", me dijo. "No, ¿qué
cosa que me hagas? si me va a morir, si me muero tranquilo, no hay problema". Ya
totalmente estoy anulando, estoy rechazando, estoy contra ellos, estoy frenando con
mi palabra. Yo estoy frenando a ellos. Ellos quieren vencerme a mí yo no quiero
hacerme vencer. Entonces, si yo puedo acatarme ... ¡ya pues!, a mi puede obliganne,
puede exigirme ¡cosas! conciencias, para servir a los que están sirviendo a los demo-
nios, que están sirviendo como los maestros. Estás viendo, de ese lado quieren hacer-
me caminar. No quiero caminar pues ahí. En esos casos, me ha revelado también.
"Después, úlúmo con perritos, como digamos tigrecillos, búhos que vienen, los ani-
males silvestres, ese me ha revelado como perros que vienen, por sí vienen, los
animales me han revelado también. Para ch'iyara misa, ellos me han dicho pues
"regalame un platito", me ha dicho. "Plato regálame, estamos de hambre", me ha
dicho49 • "Estamos de hambre", me ha dicho, "estamos de hambre, regálame". "No
tengo plato", le he dicho. "Ahí tienes también plato", me ha dicho. "¿En donde?" le
he dicho. Entonces ese rato me lo colocan, ratito no más, un platito. "Ahí está pues
tu plato", me dijo. Ya me quiere pues engañar. "No, no hay plato". "Aquí está la
plato", me ha mostrado pues.
"Yo quiero este platito". "No te atreves", me ha dicho. "No sé, este plato no lo conoz-
co". " ¿Cómo no vas a conocer este plato? Tienes que conocer. Este plato tienes que
manejarme. Este plato tienes que servirme a mi". Querían morderme a mí, morderme
no má<;. ¡Nooo!, tenía como un cuchillito ya estaba colocado. "Entonces usted quieres
a mí morderme". "Espadita me he sacado ¡a ver! Ese rato ya se ha apartado, se ha re-
corrido atrás no más50 • Por eso hay que manejar siempre cuchillito, llavecita ¡cualquier
cosa! Ya se ha apartado, la plato ahí no más me lo han dejado pues. No han comido
nada. Entonces, ese plato, último finalmente ya he manejado a úlúmo entonces y a ellos
cuando que tienen las enfermedades que tienen algunos que están engañados con los
demonios ¡Ya pues! De ahí lo coloca entonces, lo coloca a su cuerpo entonces ... ¡de-
fiendo! entrego la plato, entonces totalmente me lo ha desamparado51 ".
48 Las entidades religiosas aymaras se manifiestan como "aire", como "ventarrón". Los remolinos de
viento que envuelven a las personas son considerados como sa:xra huayra, "viento maligno" y peligroso
origen de enfermedades (Aguiló 1985: 33-34).
49 La imagen refleja una situación de peligro para el "maestro". Los seres tutelares hambrientos ame-
nazan con "comer gente", ocasionando enfermedades. En este sentido, los malignos saxras resultan
particularmente curiosos, voraces y amenazadores.
50 La "espada" del yatiri, unas simples llaves, o una pequeña navaja. El "maestro" aprende a defenderse
en el sueño y a marúpular los recursos a "escala" pertinentes para desenvolverse en diferentes planos,
el ceremonial y el profano, el onírico y el consciente.
51 Los diablos y demonios capturan las almas de las personas, su ajayu, para devorarlo y así provocar
enfennedades.
Avaricia, lujuria y gula encarnan apetitos moralmente condenables, por parte de los
aymara; adquieren en las imágenes oníricas del sueño forma de tentación que los "malignos"
saxras del "camino negro" utilizan para corromper la voluntad del "maestro". Este supera las
pruebas demostrando un comportamiento propio de "persona", jaqi52 •
"Puro caballos son esos pues, puro caballos, puro caballero así, caballeritos bien
vestidos. En la casa llegan, si no me llevan por el camino. Así, biensito me llevan para
cerro así, saliendo por gradas (andenes), gradas, gradas, así me llevan. Ellos, facilito
no más van caminando así van. A su trasero estoy yendo yo. Ellos están adelante pues.
Entonces vienen, se paran como un caballo, así hacen, entonces "¡que venga el
muchacho a presencia!", me llaman pues. "Venga, venga, venga ¡apúrese ya!". Estoy
sentado a su trasero. Entonces a un cerrito hemos llegado. "¡Bien hijo, aquí hemos
llegado, ahora sí que usted va a estar quedando aquí'', me ha dicho. "Yo voy a ver
cosas ajenas que hay".
Entonces se va con su caballo montado, se escapan los dos. Ahí no más me ha dejado
a mí, en un cerrito. Otro caballero ha venido también. "¿Qué estás haciendo?". "Ahí
he venido con un caballero asiento, un caballero montado he venido". "¡Ah!, pero
¿donde estará? Se ha ido. Ahora ¿qué vas a hacer?". "Aquí estaré esperando". "No
te esperes, más mejor ahora nunca tienes que esperar aquí entonces tienes que ch'allarte
con tu purito, tu vinito no más. 53 Entonces, bien ya tienes que ir tu camino no más,
hijo". Recién me he bajado entonces, recién me ha revelado un caballero ha entrado
por esta la puerta, por la puerta ha entrado un caballero entonces "¿cómo estás mu-
chacho?" me dice.
Aquí me ha tocado con su mano, en pecho, "¿cómo estás?". Yo no podía decir nada
para respuesta, nada porque me ha tapado totalmente; me ha frenado. Cuando ya ha
bajado su mano, recién pues he dicho entonces, así estoy, así. "Entonces, ¿cómo está
tu estudio?", me ha dicho. "Estoy estudiando". "¿En tu cabeza, ¿cómo está?" "En mi
52 El términojaqi se aplica a las personas "maduras". Aquellas que desempeñan cargos en la comunidad
y que se insertan en las redes del parentesco ceremonial o compadrazgo. Sólo los jaqi son conside-
rados mujeres y hombres de pleno derecho en la comunidad cuando consiguen, tras el matrimonio,
confirmar su estado con la celebración de la utachaña, la ceremonia del techado de su nuevo hogar.
53 El "maestro" se ve forzado a utilizar la ch'alla para descender del cerro. Convidando a los seres
tutelares con una ch'alla correcta, en todas las direcciones del espacio, el "maestro" garantiza la
complacencia del entorno ecológico que lo rodea y su propia seguridad. La lectura de coca y la ch'alla
de trago, constituyen las principales manifestaciones ceremoniales, junto a la elaboración de ofrendas,
que un "maestro" debe dominar en su relación con los seres tutelares aymaras.
V. Palimpsesto
El sueño de Carmelo Condori, establecido en diferentes etapas oníricas sucesivas,
muestra retazos de imágenes grabadas durante el sueño que se sobreimpresionan en la rea-
lidad de su ejercicio ceremonial. La riqueza y extensión del testimonio de Carmelo permite
adentrarnos con más profundidad y detalle en los caracteres de un sueño, suficientemente
expresivo como para sorprender, cautivar y culturalmente "sancionar" la calidad y el prestigio
del "maestro" implicado.
El aprendizaje ceremonial en los cerros forma parte de las tradiciones religiosas de
culto vemacular andino como se refleja en diversas crónicas de tiempos de la Colonia a las
que ya me he referido. Los cerros y las huacas veneradas en las cumbres eran perseguidos
por los extirpadores de idolatrias quienes sustituían los ídolos que coronaban los lugares de
especial significación sagrada por santuarios y cruces cristianas que, en la actualidad, pro-
mueven cultos vemaculares y peregrinaciones de especial relevancia (Albó 1974).
No resulta extraño que los actuales sabios y "maestros" aymaras sean investidos de
poder en los lugares sagrados del altiplano, tradicionalmente cerros de especial valoración
popular así como diferentes santuarios y accidentes geográficos.
Carmelo es aleccionado en dos cerros. Visita el cerro negro, quemado, donde los
layqas realizan sus maleficios e igualmente el cerro blanco, lugar de "gloria" donde aprende
a recomendar incienso y otras artes ceremoniales propias de sus servidores. Tal vez el pasado
protestante de Carmelo Condori, quien todavía hoy vive cerca de una pequeña iglesia evangélica
con apenas cuatro familias de fieles, tenga algo que ver en el planteamiento formal de los dos
caminos como la paradoja que se presenta ante cualquier aspirante a "maestro": El camino
blanco, y el camino negro; el bien y el mal, si bien invirtiendo el significado del mensaje
evangélico, por cuanto el camino del mal es, desde la perspectiva andina, identificado
iconográficamente con la inmundicia, los desechos, la basura, la impurez.a, el color negro, la
estrechez y, sin embargo, económicamente rentable no sólo por la vinculación de las entida-
des que protagonizan el camino negro, los demonios, a la consecución de riquezas, sino por
la sanción social existente sobre los emolumentos del layqa y el poder crematístico que los
demonios ofrecen: "El tío tiene plata, Dios no tiene", me comentaba un residente de Alto
Villa Victoria, en El Alto de La Paz señalando un desvencijado crucifijo que adorna la pared
de su casa. Por su parte, el camino blanco, camino del bien, es considerado, sin embargo,
santo, amplio, limpio, confortable y estéticamente seductor, bello, a pesar de la pobreza que
implica y lo difícil de su cumplimiento. En este sentido, el valor otorgado al color y la
fonnulación sensible de su carácter, bueno o malo, está incorporado dentro de las categorías
andinas, invirtiendo el sentido de la moraleja evangélica (camino del mal ancho, apacible,
confortable y cómodo, frente al camino dificultoso, estrecho y pendiente de la gloria).
Por otra parte, la visita a lugares de poder que los especialistas rituales conocen con
precisión, cerros, quebradas, santuarios y apachitas, enseñan e intensifican la calidad y efi-
cacia de los "maestros" quienes frecuentan los viajes a dichos lugares y aluden a ellos como
reclamo y escaparate de su prestigio.
Las decisiones que Carmelo Condori toma durante las escenas oníricas y el encuentro
con personajes de índole diversa se producen en las encrucijadas de los caminos, lugares
donde habitualmente los "maestros" efectúan el despacho de ofrendas así como el contacto
con seres tutelares diversos a quienes se dedica una ch'alla de protección. Las encrucijadas
de los pasos montañosos, denominadas apachitas, suelen presentar promontorios de piedras
a los que rinden culto los viajeros con la intención de proteger su itinerario de las vicisitudes
negativas que puedan presentarse (Girault 1988: 391ss).
El ritmo narrativo de ciertas escenas se caracteriza por un rechazo, una negativa o
fracaso parcial que se repite hasta tres veces.
Este tipo de tono ceremonial periódico en torno a un ciclo de tres tiempos que se
supera merced a la mediación de un personaje especializado, masculino o femenino, guarda
un estrecho paralelismo con la fonnalidad ceremonial aymara tal y como resulta colectiva-
mente reconocida en diferentes contextos, como por ejemplo la solicitud de matrimonio o el
compromiso de apadrinaje. El valor y la significación de lo que finalmente se adquiere, en
este caso, el estatus de "maestro", está socialmente sancionado por el rechazo sufrido, durante
el ciclo completo. No es infrecuente que, de hecho, como menciona Hans V. Berg (1985:94),
el ritual aymara incorpore un ciclo completo de tres secuencias ceremoniales para considerar
el proceso cerrado. De hecho, además de la frecuencia en la parafernalia ritual de los yatiri
de ciclos completos de tres, en el ejercicio del propio ceremonial, resulta relativamente
frecuente que el "maestro" recomiende a sus pacientes, según la naturaleza del caso, com-
pletar un ciclo ceremonial entero que incluya el sacrificio del mismo tipo de ofrendas por tres
veces consecutivas; en este caso es preciso respetar el calendario riUJal más apropiado que
el especialista considere oportuno.54.
El ciclo onírico completo consagra la superación de la prueba y el exigente aprendi-
zaje que el "maestro" ha confinnado.
La presencia reiterada de un "ayudante" que colabora con el protagonista en la
superación de las dificultades que se le presentan en situaciones de máxima dificultad, con-
cuerda con la estructura narrativa habitual de los cuentos y mitos andinos (Morote 1988). En
el sueño de Carmelo se trata de personajes habituados al trato con lo sagrado, clérigos y monjas.
54 Cada ser tutelar tiene su día propicio. Los yatiris del Sindicato de "Faro Murillo", en el Alto de La
Paz, respetan la especialidad ceremonial de cada día de la semana. Los lunes y miércoles pachamama;
los martes y viernes para asuntos relacionados con los saxras y para "maldición"; los jueves y sábados
para "gloria", si bien se le puede pagar los tunes; el domingo no aprovechan las ofrendas, es "neutro"
(Aguiló 1985: 104), porque se trata del día reservado a Dios y a la iglesia (Rosing 1992: 100). Et
propio Carmelo Condori es muy exigente con los "horarios" en los convites de las ofrendas. Una mesa
entregada fuera de hora no es bien recibida y resulta ineficaz.
55 Las formas rituales más frecuentes empleadas por el sacerdote católico son utilizadas por los yatiri.
Imposición de manos, bendiciones, plegarias católicas (incluso en latín), imposición de la ofrenda,
himnos ceremoniales (q 'uchus), aspersiones líquidas, sacrificio cruento, repique de campanas ... etc,
constituyen parte de las "herramientas" ceremoniales del yatiri. Carmelo Condori considera que su
trabajo no es distinto del realizado por el sacerdote. La principal diferencia radica en que el padresito
habla con Dios utilizando "el libro", mientras que él puede hacerlo directamente con sus aphiillas.
Pese a todo resulta pertinente diferenciar el poder y las formas rituales empleadas por el yatiri respec-
to a las del sacerdote para no ocasionar situaciones ridículas como las propiciadas por el intento pastoral
de adaptar las misas católi cas del padre a las mesas del yatiri (Me Goum 1977:1-21 ; Kusch 1972).
56 Si bien las elites paceñas acusan al campesinado aymara de beber en exceso, como justificante de su
grado de postración, lo cierto es que está mal considerado el bebedor empedernido que "toma" sin
justificación alguna; problema frecuente en las barriadas urbanas, particularmente durante el
institucionalizado "viernes de soltero". Sin embargo, en las celebraciones festivas familiares y co-
munitarias, dependiendo del grado de implicación que se tenga con los celebrantes (padrinos, cabe-
cillas, etc.), resulta imprescindible participar bebiendo y está socialmente pautado que "hay que
marearse" para agradecer correctamente el desembolso efectuado por los organizadores de la fiesta.
mento, constituye una tentación particulannente peligrosa al estar dirigida contra la estructura
básica del hogar campesino. Los casos de adulterio son reprimidos con particular dureza por
la colectividad y existe una amplísima tradición oral, hoy recogida en forma de cuentos y
moralejas, sobre incestos y adulterios, personificados en la figura del "condenado" (Fourtané
1993b). El ejemplo de la "ley incaica" aplicada a los infractores, resulta por sí misma de
suficiente elocuencia (Guamán Poma 1987: 300, 304).
El problema de los animales está particulannente vinculado a la tradición andina. Son
los animales voraces objeto de consideración demoníaca y sus restos se emplean en la
elaboración de ofrendas destinadas tanto a combatir el mal como a propiciarlo. Se cuenta que
ciertas personas, particulannente los layqas o "brujos", pueden trasformarse en animales,
siendo los perros negros particulannente propicios para dicha función. Por otro lado, los
animales silvestres husmean en las casas campesinas; constituyen una amenaza contra la
intimidad, cualidad celosamente guardada por los campesinos aymara. Los pájaros nocturnos
interrumpen con sus cánticos el pensamiento de los humanos infundiendo el temor y la
confusión. Se burlan de los proyectos de los jaqi, son voraces y particulannente curiosos;
atentan contra la intimidad del hogar campesino y comen en abundancia, provocando el
"susto" o pérdida del alma en los infantes, tímidos y caminantes solitarios.
Avaricia, lujuria y gula constituyen tres graves excesos, moralmente condenados por
las sociedades aymara, que encarnan los apetitos reprobables de los saxras con los que tientan
la honestidad de los humanos (jaqi).
No es de extrañar que, habiendo superado Carmelo con éxito las tres tentaciones, re-
sulte un consumado especialista y consejero en las observaciones moralmente recomendadas
por la comunidad en lo que respecta a las obligaciones colectivas, el gasto festivo, los des-
arreglos conyugales así como el correspondiente servicio culinario a los saxras, cuando asus-
tan a sus pacientes, reclamándoles la liberación de su ajayu como principio terapéutico
inexcusable.
Finalmente, quisiera resaltar la importancia que para un yatiri conlleva el uso espe-
cializado de la ch'alla. La ch'alla posee un valor fundamental como lubricante social en las
celebraciones y asambleas comunitarias.
Una buena ch'alla, así como un pijchu prolongado de coca, resultan imprescindibles
para conseguir el grado de implicación necesaria en el acontecimiento que se festeja Com-
partir la hoja de coca y el trago constituyen normas cordiales de educación que son estipuladas
por los criterios de urbanidad y cortesía aymara en la configuración del entramado social que
soporta la urdimbre comunitaria. El yatiri debe saber invitar y convidar de igual forma a los
seres tutelares aymaras como si de un avezado anfitrión se tratara, respetando el prestigio y
el orden de preferencia estipulado en la ch'alla y convite ceremonial (Femández 1994a: 158;
Abercrombie 1986: 168-170). En este sentido, el aprendizaje de la ch'alla que Cannelo
practica finalmente al descender del cerro, protege al maestro de las amenazas de los seres
nocturnos y sus malignos deseos depredatorios57 •
57 Los seres tutelares aymara muestran una atracción poderosa por todo Jo humano, incluyendo su
"carne". El temor a ser "comido" por las diferentes entidades protectoras del altiplano resulta frecuen-
te; depende en última instancia de su humor mediatizado por el "hambre" que tengan. Hambre
provocado, en última instancia, por las desatenciones y descuidos humanos (Femández 1994a:156).
58 La importancia del "ojo" del soñador coincide en este aspecto con las apreciaciones de los campesinos
de Ocongate (Perú) sobre el "ojo" del fotografo en lo que se refiere a su capacidad para "ver" y
seleccionar previamente las imágenes que luego serán plasmadas en el negativo (Harvey 1993).
59 Bruce Mannheim (1991) considera que no existen respuestas codificadas o estereotipadas sobre los
sueños entre los quechuas andinos. Sin embargo, he podido comprobar, en conversaciones públicas
sostenidas en festividades y asambleas comunitarias, el grado de coincidencia en lo que a ciertos
augurios se refiere sobre modelos de imágenes popularmente reconocidas y configuradas en los
sueños. Por ejemplo, soñar con perros, constituye un augurio serio o advertencia de robo.
60 La ch 'alla, aspersión ceremonial de líquidos, sobre las ofrendas ocasiona "figuras" que el "maestro"
rela<-'iona con las características del caso que está atendiendo (Femández 1994b: 99).
61 El enfermo precisa "ver" la causa del mal que le aqueja La contemplación del problema y su
identificación constituye parte fundamental de la cura. Tanto es así que los médicos paceños se quejan
de que los campesinos suelen contentarse con los precedimientos tecnológicos que permiten "ver" la
enfermedad en el interior del cuerpo, como las placas radiológicas, rayos X y electrocardiogramas,
despreocupándose luego por el tratamiento a seguir. En este aspecto inciden tanto factores culturales,
la prevalencia de la "visión" frente al "agresivo" tratamiento clínico, como económicos, teniendo en
cuenta que el paciente debe costearse las pruebas y análisis que depare su atención clínica (Rodríguez
1989: 310).
El "maestro" ve, otorga un sentido a las formas que percibe; los pacientes parpadean,
"miran" entre confundidos y expectantes, las técnicas empleadas por el "maestro" requiriendo
del especialista información permanente: "¿cómo es maestro?". Tan sólo él aprecia las imá-
genes que se adecúan al hilo narrativo del problema que los dolientes plantean. El yatiri
produce un contenido formal que se solapa, como si de un guante se tratase, al discurso del
paciente ... hasta que el propio interesado consigue "ver", identificando el sentido de los
acontecimientos experimentados y la lógica de su postración.
La mirada especuladora del especialista debe, sin embargo, guiar la ceguera del pa-
ciente con palabras. El " maestro" tiene que contar lo que "ve" para rasgar la oscuridad que
atenaza a su paciente y encender en su entendimiento las luces que aclaren su ansiedad y
apacigüen temores. Las imágenes y formas del saber interno del "maestro" deben ser "contadas"
al paciente, traducidas de una forma ordenada, cargadas de sentido y coherencia. El poder del
"maestro" se fundamenta en imágenes y palabras convenientes; no le basta con "ver", tiene
que ser un consumado nrurndor cuando ejerce.
Sueños, imágenes, palabms e intelecto constituyen esa amalgama poco definida sobre
lo real y lo virtual, el acontecimiento y la ficción, la profecía y el equívoco cuyo debate en
tomo a los planos de significación en los que se muestrdll y con los que se corresponden,
originan juegos complejos de luces y sombrns que impactan en nuestros sentidos, provocan
sensaciones contradictorias, aturden la conciencia y plasman formas imprecisas e imágenes
dispares .
Tal vez ahom pueda comprender mejor el temor y la ofendida reacción de Modesto
Capcha, compadre paceño y yatiri en las alturas de Faro Murillo, en el Alto de La Paz,
cuando me recriminaba mi tardanza en regresar de un viaje remoto a las lejanas serranías de
la cordillera de Apolobamba. Había soñado que me hundía en las profundidades del Lago
Titicaca y la tensión acumulada durante días estalló de forma virulenta, eso sí estimulada por
el alcohol. Su desazón inconsolable contrastaba con mi incomprensible frialdad: "demasiado
alboroto por un simple sueño". Una vez más, no comprendí la contundencia de la visión que
reflejaban, con toda exactitud, sus palabras.
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La norma escrita
Es imposible hacer un tratado sobre una lengua sin escribirla de manera coherente. Por
eso, aunque no sea su tema, los autores han tenido que tomar postura con relación a una lengua
sobre cuya norma escrita quedan aún muchos cabos sin atar, a pesar ele! largo camino ya
andando hacia el consenso. (pp. 17-19).
Naturalmente, como punto de partida, se utiliza el alfabeto ya más aceptado en textos
oficiales tanto en Perú como en Bolivia (salvo para el uso de h, en Perú, y j, en Bolivia). Nos
parece muy didáctica y delicada la forma en que justifican el uso de sólo tres fonemas vocálicos
a, i, u, conociendo, como conocemos, los estériles y poco académicos cuestionamientos que,
sobre este punto, se han hecho precisamente en el Cusco.
Las controversias más ele fondo podrán surgir más bien en las decisiones a ser tomadas
con relación a la adopción de una determinada forma canónica para la lengua escrita, cuando
son muchas las variantes dialectales en la lengua hablada. En este punto la norma aún no existe
y cada autor tiende a utilizar las variantes más comunes en su propia región. Entonces su
deliberación al escribir se reduce a sólo las variantes existentes en un mismo lugar. Por esta
vía nos acercamos al ideal de una escritura fonémica -escribir como se habla- pero nos apartamos
del otro ideal: una escritura única e interdialectal, que es uno de los graneles logros de las
lenguas internacionales mcxlemas.
Godenzzi y Vengoa han elegido una escritura con la que "buscan dar un paso en el
camino de la estandarización (normalización) de la escritura quechua", que supere la diver-
sidad oral y de cada zona (p.17). No explicitan si su afán se reduce al ámbito cusqueño (del
que sacan tcxlo su material) o si pretenden ir más allá, hacia una escritura en lo posible
intcrdialectal. Al no matizar más, parecería que desearían acercarse algo (sólo algo) a esto
último. En este sentido van mis comentarios.
Para normar la escritura quechua, se han adoptado criterios relativamente conserva-
dores y de índole casi exclusivamente lingüística. Teniendo en cuenta la evolución histórica
del quechua, se tiende a preferir "la forma más antigua ... porque ele ella se derivan las otras",
siempre que siga siendo también de uso actual.
Es un esfuerzo laudable, emprendido con un criterio razonable, pero queda por ver cuán
lejos se podrá llegar al nivel interdialectal. Dudamos que lleguen a aceptarse todas las
uniformizaciones. Por ejemplo, en Bolivia se dice sólo niy 'decir'. ¿Se aceptará ñiy, de uso
común por ejemplo en el Ecuador, aunque haya una base histórica para ello? Los propios
autores han mantenido las glotales p', t', ele. que, como sabemos, sólo están en los dialectos
sureños por influencia aymara. ¿Lo aceptarán los ayacuchanos y los de más al norte? ¿Acep-
Larían los cusqueños y bolivianos su supresión por mucho que sea una introducción tardía y
sólo para el sur?
Debatible es cualquier decisión escrita con relación a los préstamos del castellano, para
los que nuestros dos autores no se animan a dar una única solución. Han quechuizado inhiñiru
(ingeniero), pero mantienen la d de duktur (doctor). En el tan castellanizado quechua de
Cochabamba yo haría lo mismo y hasta quizás me lanzaría a las cinco vocales; pero en aymara,
ya no. Si tuviera que dar una norma, tal vez me inclinaría por la flexibilidad, según el estilo
y el nivel de penetr'dción de cada vocablo en la lengua. En castellano, por ejemplo, ya es-
cribimos fútbol y Nueva York, pero mantenemos Washington y jeep. En un texto literario y
lingüístico, más fácilmente se qucchuiz.ará todo (salvo para marcar lo "forastero"), pero en
un libro técnico podría resultar contraproducente no mantener ciertos nombres tal como se
escriben en los prospectos.
No parece adaptarse al genio fonológico de la lengua quechua (al menos en sus formas
bolivianas) el criterio utilizado en este libro, de introducir una semiconsonante en los diptongos
castellanos -Paskuwal (Pascual), Siliya (Celia), etc. si implica traspaso del acento a la vocal
débil. Al hablar castellano, los quechuas tienden más bien a reducir a diptongos los casos en
que el castellano los destruye: caída es [kayda], escuela [iskuyla]; a veces simplemente se
elimina la vocal débil, como para la vieja moneda real [ral]; e incluso se pueden eliminar
sílabas creando nuevos diptongos en la sílaba acentuada: [uyha] es oveja y [awha] es aguja.
Tienen conciencia nuestros autores de que, en todos estos puntos, sus opciones "no
son las definitivas" y de que éstas vendrán del "fortalecimiento y desarrollo de la misma
lengua" (p. 19). Aunque discrepemos a veces en algunas de sus soluciones, estamos de acuerdo
con su postura y nos alegramos de que el debate se mueva ya a estos niveles, una vez superado
el del alfabeto.
Pero entremos en otros temas más centrales en el libro que nos ocupa.
Es muy oportuno empezar -como hace este libro- por los usos orales de la lengua, que
son los más originarios y genuinos para, de ahí, pasar a todo lo demás. Dentro de ello, me
ha interesado particularmente el tema de las personas. Se sigue el tratamiento tradicional de
tres personas que, al pluralizarse, se desdoblan en cuatro por la posibilidad de incluir o no
al interlocutor en la primera persona: ñoqa-nchis o ñoga-yku, respectivamente.
Parece lo correcto para el quechua. Pero no dejo de lanzar dos retos derivados del
aymara, tal como ha sido analizado por Martha Hardman et. al. (1988).
2 Nótese, con todo, que esta última forma aparece también con la 2• persona plural, qam-kuna y que
el plural inclusivo-chis aparece también con algunos radicales nominales no necesariamente inclusivos,
como en hatuchis 'grandes'.
3 Incluso más que el 'tú', a la que Hardman llega a llamar 1' persona, por ser la que más se marca.
Pero no quiero entrar en clasificaciones ordinales.
4 Cuando yo estaba aprendiendo quechua, hace más de treinta años, la gente a veces se reía de mí porque
"hablaba como niño" o "como patrón", por mi uso deficiente de todos estos códigos de etiqueta
lingüística
Los llamados módulos actanciales (p. 130-140) se tratan en el contexto de los lexemas
y sus propiedades semánticas (capítulo 6). El texto subraya que en una acción verbal caben
hasta cuatro participantes (actantes): el sujeto, el objeto, el destinatario y el cuarto que puede
ser lugar de partida, instrumento, etc. Corresponden de alguna manera a los clásicos sujeto
y complementos directo, indirecto y circunstancial. Los verbos intransitivos sólo aceptan el
primer actante y otros verbos, dos, tres o cuatro. En quechua los verbos modificadores con
-chi-, por ejemplo, introducen un tercer actante instrumental con -wan-. Algunos verbos (que
antes llamábamos 'impersonales') carecerían incluso de actantes: parachkan 'llueve'.
En este punto, me parece que la discusión se enriquecería con el tratamiento conjunto
del rol que en quechua juegan los diversos sufijos que relacionan estos diversos actantes, a
los que se hace referencia en otras partes del texto. No sólo me refiero a la relación entre
la persona sujeto y objeto (wa-, su-, yki, etc.) sino también con otras como el beneficiario
(-ku-, si es la misma que el sujeto, -pu-, si es otra) o el lugar terminal de la acción -mu-, cada
una de ellas con una amplia gama de matices.
Veamos, por ejemplo, las siguientes expresiones muy comunes en el quechua
cochabambino:
(2) Ñuqa-pa chaqra-y ka-pu-wa-n = tiya-pu-wa-n 'yo tengo una parcela' (lit.: de mí
mi parcela me la hay para mí).
(5) Qhun qhun ni-mu-chka-n 'está tronando' (lit. nos está diciendo, hacia nosotros,
qhun qhun).
En las frases (1) y (2) se han usado verbos que a primera vista sólo aceptan un actante
sujeto (ver p. 130), como kay y tiyay 'ser, estar, haber'; y en la (4), entra un verbo impersonal
que parecería no aceptar ninguno (ver p. 134). Pero, en nuestros ejemplos, el uso de sufijos
sugiere relaciones más complejas.
El sufijo -mu-, que relaciona los espacios de la acción, adopta sentidos direccionales
distintos según se afiada a un verbo que ya indique movimiento, que no lo indique, o que
se refiera a un fenómeno natural. En el primer caso, acerca al espacio del hablante: apa-mu-
y ' lleva acá= trae' (ver p. 39). En el segundo, lo aparta, como en nuestra frase (3) o en el
ejemplo (33) de la p. 41: wisch' u-mu-y 'anda a botarlas' y otros. En el tercero, con cualquier
verbo que indique un fenómeno de la naturaleza, acerca y afecta de una manera casi cósmica
(frases 4 y 5). Los ejemplos cusqueños del libro, afíaden aún otra situación distinta, no es-
cuchada en quechua boliviano, en que el polifacético -mu- acerca a un segundo actante. Así,
la frase ñañachanta ñaqcha-mu-chka-n, que los autores traducen 'está peinando a su hermanita'
(p. 153), en Bolivia se interpretaría 'está yendo a peinar a su hermanita'.
Finalmente, nuestras frases (6) y (7) nos muestrdll otro uso combinado de -ku-pu-, que
afíade un carácter terminal a la acción: y la frase (8) ilustra otra situación en que, sin actante
sujeto, hay actante objeto, como ocurría ya en (4) y (5). Pero, en este último ejemplo, in-
troducir -mu- sería tan extrafío como introducir -wa- o -su- en las frases (4) y (5).
En su ya lejana tesis, Garland Bilis (1969) sugería otra interesante relación de paren-
tesco entre -mu- y el caso nominal ilativo -man y entre -pu- y el marcador del caso nominal
benefactivo -paq. Con ejemplos como el (2), arriba mencionado, tal vez entraría también en
consideración el genitivo -pa.
Estos juegos y transformaciones a la vez sintácticas y semánticas pueden ayudarnos
a percibir toda la trama de ese tejido -texto, en su sentido literal- que es el lenguaje y penetrar
aún más hacia las raíces profundas y estructurales de la lengua quechua.
La semántica léxica
El capítulo 5, dedicado a este tema nos ha parecido la parte más débil del libro que
comentamos. Las agrupaciones de vocablos por 'dominios de experiencia' son por una parte
demasiado obvias y, por otra, tal vez demasiado arbitrarias desde el punto de vista de la lengua
misma.
Más útil e iluminador sería, en nuestra opinión, trazar agrupaciones a través del juego
de sentidos, connotaciones, metáforas y asociaciones subyacentes en cada término, de una
manera semejante a lo que hizo Golte (1974) a propósito de la terminología laboral en los
diccionarios coloniales del quechua o Platt (1988), a propósito de la terminología política en
el diccionario aymara colonial de Bertonio.
Por ejemplo, el que unquq warmi 'mujer encinta' esté en el conjunto "ciclo vital" (p.
113) no tiene nada de especial, como tampoco el que la palabra unquq 'enfermo' esté en el
ciclo "medicina" (p. 120). Pero lo que sí resulta iluminador es que en ambos casos se haya
usado la misma palabra unquq: en la estructura semántica del quechua, el embarazo es visto
como la "enfermedad" por antonomasia de la mujer. Después resulta que la partera es mama
(p. 113), término que de suyo significa 'madre' (p. 116) y 'señora' (p. 117). Más adelante,
en el dominio religioso (p. 119), encontramos a la Pacha Mama, que es a la vez tierra, señora,
madre, tiempo y espacio y que allí se asocia a todo un mundo de seres vivos y cósmicos:
los cerros son padres (awki, del aymarn) o jefes (apu) y, de alguna manera, forman pareja
con la Madre Tierra; ésta es la protectora y generndora, a su vez, de todo el espacio y quehacer
agrícola, en el que descubrimos también que un alimento fundamental, las papas, pueden ser
runa 'personas', imilla 'muchachas', etc. y que, como tales son objeto de determinados ritos
y festejos durante la siembra. Y así sucesivamente ...
Pero todas estas asociaciones se nos han escapado al ir quedando desparramadas por
otras clasificaciones preconcebidas, pensadas más desde nosotros que desde la lengua misma.
Nuevamente hay aquí un cabo de hilo que, al seguirlo, nos va conduciendo por todo el tejido
de la lengua y, en este caso, de toda una cosmovisión quechua. Pero para ello hay que dejarse
conducir por la lengua misma, más que por nuestros propios campos semánticos.
Es este un campo resbaladizo y muy expuesto a la subjetividad de cada analista.
Concedido. Pero más arbitrario puede resultar, limitamos a ir llenando de vocablos aquellos
dominios temáticos que nosotros hayamos podido seleccionar de antemano.
La categoría no-marcada
Este tema, que es fundamental para otros lingüistas, desde la célebre escuela de Praga
hasta los diseñadores de lenguajes artificiales en la ciencia informática, sólo es tocado muy
de pasada en este libro.
Una categoría no marcada -o "default"- es la que se da por supuesta, si no se explicita
lo contrnrio con alguna nueva marca, y nos ayuda, por tanto, a comprender el genio semántico
implícito en la gramática de cada lengua Valdría, por tanto, la pena insistir más en este punto,
en un texto como el presente que tanto enfatiza la semántica gramatical.
Por ejemplo, resulta sugerente que el quechua (y el aymara), a diferencia de tantas otras
lenguas, no consideren lo masculino como no-marcado (ver pág. 126-128). Ello tiene su
correlato en una estructurn simbólica que tiende a considerarlo todo por parejas, con un elemento
masculino y otro femenino, para que no sean ch' ulla, carentes de algo que les complementa.
Una de las pocas referencias explícitas del texto a esta temática es a propósito del
"presente" del verbo, del que se dice que "es el tiempo no marcado y que, en determinadas
circunstancias puede referirse tanto al pretérito, al presente progresivo, como al futuro" (p.
42). Pero se podría haber hilado más delgado. En quechua (y aymara) la categoría no marcada
cubre en realidad presente y pasado, es decir, lo que de alguna manera ya es real. Rini, por
ejemplo, es 'voy' o 'he ido', pero difícilmente es 'iré', en contraste con el voy castellano que
más fácilmente indica también una acción aún no realizada Lo mismo ocurre con el subordinador
(adjetivador) verbal -sqa, en contraste con -na (ver p. 184)5 •
Volviendo al tema de las personas, nos intriga aquí indagar por qué la categoría no-
marcada, dentro del sistema de personas, corresponde cabalmente a la 3! persona. En efecto, dicha
persona o no tiene marca o ésta consiste sólo en -n, el sonido ambiental o de relleno eufónico
en quechua6 • El quechua se desmarca aquí del aymara y se parece más al castellano que al inglés.
5 Queda, claro está, el misterio de la segunda persona ri-nki, que es común a este presente no-marcado
('vas, has ido') y al futuro ('irás'), utilizable también como una fonna alternativa de imperativo enérgico
(como en los 10 Mandamientos y en muchas nonnas legales).
6 Como en el morfema vacío -ni- tras consonante (ver pág. 34) o en el radical vacío -na (indirectamente
usado en el ejemplo 29 ima-na ... , de la pág. 59).
En una parte de su texto (p. 137), los autores introducen la distinción de Pottier entre
casos "conceptuales" y "lingüísticos", que mutatis mutandis parece retomar de alguna manera
la vieja distinción de Pike entre lo "ético" y lo "émico".
Pensamos que en otras varias partes del libro se habrían podido introducir distinciones
comparables y no siempre nos ha quedado claro cuándo un determinado tema era tratado a
partir de categorías "conceptuales" o "éticas", propias de la aguda capacidad de disección
por parte del lingüista, y cuándo estábamos frente a categorías "lingüísticas" propias del
quechua o "émicas" en la estructura particular de esta lengua.
La mayoría de los temas se trdtan efectivamente desde la estructura de la lengua. Por
ejemplo, el sistema de personas, de casos, la jerarquización gramatical más los instrumentos
utilizados para ella, la importancia conectora del verbo ñiy en las narraciones y otros muchos
ejemplos.
Pero en algunos casos nos ha parecido que los autores no se dejaban empujar tanto
por la lógica de la lengua sino por sus categorías lingüísticas previas. Lo hemos comentado
a propósito de los dominios semánticos y, en alguna manera, al comentar el tratamiento
-por lo demás, muy sugerente- de los módulos actanciales.
Pero la mencionada impresión nos ha quedado en otros varios detalles. He aquí algunos
otros ejemplos:
Al tratar de los "actos de habla" (capítulo 2), el texto se limita a distinguir entre
asertivos, directivos y expresivos, con sus subdivisiones internas, y a explicar cómo
se explicita cada categoría en quechua. Correcto. Pero, al analizar ese cómo, quedan
preguntas al aire, para comprender la estructura interna del quechua, a partir de se-
mejanzas y asociaciones aún no aclaradas. Por ejemplo, ¿No valdrá la pena profundizar
más en la semántica gramatical del -chu, -chus (e incluso del -chu[s?]-sina desconocido
en Bolivia, p. 167-168) como contrapuestos al "atestiguador" -mi.? Al quechua boli-
viano (que casi ha perdido este último sufijo oracional) le sorprende, por ejemplo, el
uso de -mi con palabras interrogativas (p. 54-55, 59-60, etc.), que en nuestro medio
sólo aceptarían -tcu¡ (o su semejante -sa, en aymara que sí mantiene el atestiguador
-wa). Este uso, totalmente gramatical en el Cusco, ¿traerá algún mensaje adicional
7 Pese a haberse prescindido de otros conectores claves en el lenguaje informático: disyuntivo (o ... o),
condicional (si ... , entonces).
sobre el contenido semántico de -mi? Habrá que ver el común denominador semántico
en todos los usos (como interrogativo, negativo, dubitativo y hasta disyuntivo8 ) de los
primeros y en los de los segundos (como atestiguador pero también en este tipo de
preguntas).
Xavier Albó
CIPCA
Casilla 283
La Paz, Bolivia
8 La combinación -chu -chu, en preguntas y -chus -chus, en respuestas, no exige en el quechua boliviano
enlaces como icha (p. 181).
l. Introducción
Este artículo comenta y analiza el libro Pragmática y Gramática del Quechua Cuzqueño,
de Julio Calvo Pérez, publicado por el Centro Bartolomé de Las Casas en noviembre de
1993. El libro no es fácil y pretendo auxiliar al potencial lector no especializado con algunos
comentarios que acaso le ayuden en la lectura de las dos primera partes y la cuarta. Por lo
mismo, no haré referencias bibliográficas sino en casos necesariamente extremos. Finalmente
dejo a discreción del lector su personal aproximación al extenso estudio de esuucturas gra-
malicales (tercera parte) y sólo me refiero a aspectos de enfoque teórico y pragmática.
Adicionalmente respondo a las preocupaciones del autor, que propone un aporte teórico y
metodológico cuyo objetivo es "poner a prueba métodos teóricos prometedores".
Un detalle que no pasa inadvertido al estudioso de las ciencias sociales es que,
particularmente en la lingüística, los cambios de enfoques y métodos han variado a un ritmo
que puede parecer inexplicable si se los compara con los cambios de su objeto (las lenguas).
Tal cosa no parece ocurrir en las otras áreas del conocimiento. Veamos dos ejemplos:
El primero: más de una vez la física contemporánea, el modelo por excelencia de las
ciencias fácticas, se ha enfrentado a descubrimientos de fenómenos para cuya descripción el
aparato fonnal era todavía insuficiente. En estos casos son los objetos recién descubiertos los
que obligan a repensar el método.
De esta múltiple ventaja surgen libros como el que se comenta, cuya lectura obliga
a tomar en cuenta al mismo tiempo el tratamiento de las estructuras cuanto los fundamentos
epistemológicos que pretenden validar.
Tarea nada fácil. Al comentar el libro de Calvo debemos estar al tanto de la pertinen-
cia de los análisis gramaticales; debemos confrontar nuestra experiencia de la lengua (quechua,
en este caso) con la propuesta interpretativa de los sintagmas que ofrece a modo de ejemplo.
Y al mismo tiempo, debemos observar cuán pertinentes son las construcciones teóricas de las
que se sirve para ensayar los análisis que fonnula.
Por razones que pueden explicarse tanto desde la evaluación de los peculiares intere-
ses del autor cuanto de la necesidad de fonnalizar ciertos conceptos de las ciencias humanas,
Calvo ha hecho frecuente uso de constructos de la topología. Antes de entrar al comentario
del libro desarrollaré algunas ideas simples sobre este tema.
2. Topología
En donde se describen algunas construcciones teóricas sobre espacios
"La topología es la teoóa general de los espacios", podemos decir luego de leer un
diccionario cualquiera. Bueno, pero ¿qué más es la topología?
En 1750 Leonard Euler decidió enfrentar un problema popular fonnulado y repetido
en los bares y las casas de Konisberg: ¿Es posible pasar por los siete puentes de la ciudad
una y sólo una vez por cada uno de ellos? La solución de esta cuestión dio origen a la
topología. En nuestro medio existe un problema equivalente: ¿Es posible trazar la finna del
diablo mediante una sola línea continua? La finna del diablo es el grafo continuo fonnado
por un cuadrado con sus dos diagonales y semicircunferencias adosadas a cada uno de los
lados del cuadrado.
Ahora sabemos que la firma del diablo no la puede hacer ni el diablo: pequefia victoria
de la razón sobre la heuóstica del ensayo-error. Desde entonces podemos fonnalizar adecua-
damente las propiedades de los espacios.
¿Qué es un espacio? Olvidemos por un momento la idea banal de espacio como 'la
tridimensionalidad de mi entorno'. Por lo demás, la física moderna nos ha vacunado definiti-
vamente contra la idea de que el e~-pacio físico es tridimensional. Olvidemos también, momen-
táneamente, que la de dimensión es una cantidad de medida. Asumamos que un espacio es un
conjunto de propiedades que pueden describirse según ciertas funciones. En estas condiciones
podemos decir que el espacio de nuestro departamento son funciones caracteósticas que se
encuentran en él. Nuestro departamento puede ser entendido como una suma de depósitos más
o menos organizados de objetos, o un lugar dentro del cual hay otros lugares para poner los
libros, el computador o las evidencias de nuestro pasado. Un amigo puede decirnos ' mi casa es
exactamente igual a la tuya: desordenada', y estará diciendo algo coherente, puesto que no se
referirá tanto a tarnafios y fonnas, sino a la distribución caótica de las evidencias de nuestra fonna
de vida En este caso, la casa del amigo y nuestro departamento serán isomórficos en tanto puedan
ser explicados por funciones equivalentes. O si se quiere, algo en común tenemos con el amigo
desordenado porque tenemos comportamientos parecidos a los suyos.
a) Banda de Móbius
Una banda de Mobius puede ser representada mediante una tira de papel cerrada en
sus extremos, de modo que el anverso quede adosado al reverso en la frontera de cierre. Un
objeto que se mueva a lo largo de la banda pasará indefinidamente de una cara a la otra sin
"atravesarla". La banda de Mobius es una de las más simples superficies uniláteras. Puede
ser usada para describir procesos en los cuales una cierta entidad asume características
contrarias sin mudar de naturaleza. Otra peculiaridad notable es su insegmentabilidad. Pruebe
Ud. a cortar longitudinalmente una banda de Mobius de papel con unas tijeras, pretendiendo
obtener dos anillos. Verá que es imposible.
b) Botella de Klein
e) Catástrofes
El primer capítulo contiene una aproximación teórica que precisa los motivos del
autor para optar por una tipología lingüística basada en balances entre significado y significante.
Advierta el lector que en ese momento se sugiere una taxonomía basada en la estrategia
comunicativa. Si asignamos a cada uno de los términos de la dicotomía saussureana su
asociado mundo/lenguaje, tenemos una tabla de contingencia del siguiente tipo:
SIGNIFICADO MUNDO
SIGNIFICANTE LENGUAJE
en el que las filas marcan coi mplicantes y las columnas definen complementarios. Es decir:
el significado corresponde al mundo como el significante al lenguaje. Recíprocamente, el
enlaz.amiento del significado con el significante (el clásico signo lingüístico) corresponde al
enlazamiento del mundo con el lenguaje (la comunicación).
De este modelo surge una tipología dual de lenguas. El primer tipo es llamado modelo
Sdo -> Ste, que sugiere una función inyectiva del significado sobre el significante. El
segundo tipo es el recíproco Ste -> Sdo. ¿Son excluyentes ambos modelos? No. Responden
ante todo al concepto de cofunciones y no al de funciones inversas, como puede verse en
cualquier manual de lógica.
Entonces se trata de plantear una tipología lingüística a partir de la relación establecida
entre significado y significante. Desarrollemos estas ideas mediante un ejemplo. La palabra
castellana hijo, en su acepción más simple, tiene dos sernas: [+descendiente directo en pri-
mera generación; +masculino]. Si yo quiero expresar [+descendiente directo en primera
generación; +femenino] tengo dos caminos. El primero es recurrir a la gramática y hacer uso
del flexivo de género, y lograré hija. El segundo es desarrollar un lexema autónomo. Tal es
el caso del par quechua churilususi.
Si optamos por el recurso gramatical estarnos ante un modelo Ste -> Sdo; si por el
de la lexematización autónoma, ante su recíproco, el modelo Sdo-> Ste. En este argumento
se basa la clasificación que Calvo ensaya para sugerir que el quechua pertenece al tipo
Sdo -> Ste. ¿Es consistente este ejercicio?
Es bien sabido que en el quechua se tiene un amplio léxico para denotar relaciones
de parentesco. Tomemos el siguiente cuadro resumido del libro que se comenta:
(Véase p. 36)
y estarnos ante un claro modelo de lexematización allí donde otrds lenguas hubieran preferido
la gramaticalización.
La compleja red de parentesco en las sociedades andinas, estudiadas extensamente por
los antropólogos modernos, tiene lugar en la clasificación de lenguas que venimos comen-
tando. Las sociedades crean las instituciones que necesitan, y la comunidad tradicional del
tipo del ayllu obliga precisiones en el orden parental que exigen un vocabulario amplio y
específico, precisamente por principio de economía: emplea una sola palabra para expresar
el género del sujeto referente, el del sujeto referido y el de la relación parental entre ellos.
Adicionalmente, el principio de economía propone la mayor eficiencia (comunicativa,
en este caso) con la menor cantidad de funciones (lingüísticas o léxicas). Este principio puede
ser descrito mediante diversas metáforas. Calvo emplea una de las leyes de la supcrficie-
contomo, a saber: en el plano, el menor contorno que limita la mayor superficie es la
circunferencia.
Pero, al margen del empleo de teoremas geométricos para describir funciones lingüísticas
(que no seóa sino un cieno estilo de abordar las descripciones), debemos discutir si es
relevante emplearlos. Una formulación descriptiva es tanto más eficiente en tanto más fenó-
menos particulares describe. Cuando se afirma que el quechua tiende al modelo Sdo-> Ste,
¿se está proponiendo en verdad una taxonomía eficiente o sólo se está jugando con la
exquisitez de una nueva nomenclatura?
Al ya comentado fenónemo del parentesco añadamos otros aspectos de la sociedad y
la comunicación que pueden explicarse a partir de la clasificación ensayada por Calvo.
Propongamos algunas preguntas a propósito de las sociedades orales:
¿Por qué la épica es el género de mayor desarrollo en las sociedades orales? ¿es que
la oralidad exige siempre una relación mundo/lenguaje en la que el mundo es prio-
ritario? Cuando las lenguas ágrafas construyan su gramática teórica, y cuando ésta
pase al dominio común de los hablantes y productores de literatura, ¿habrá variaciones
significativas que incrementen el peso del lenguaje sobre el mundo? ¿Por qué las
culturas orales le dan tanta importancia a los lexemas nominales?
Finalmente ¿es imprescindible que una lengua se desarrolle escrita para lograr un
balance más adecuado entre el significante y el significado?
Las respuestas a estas preguntas tienen en común la posibilidad de explicar la peculiar
relación mundo/lenguaje de las lenguas de tradición oral pura o predominante en un modelo
de implicación Sdo -> Ste. Esto ocurre en el quechua actual como ocurrió en el hebreo de
cuatro mil años atrás. Jacob pasa a llamarse Israel porque lucha contra dioses y hombres
(aunque los etimologistas digan que el cambio de nombre se debe a su alianza con Raquel);
Farés es llamado tal porque abre paso a su primogenitura imponiéndose sobre su gemelo en
el útero de Tamar; Penuel es el lugar así nombrado porque Jacob vio ahí a Dios cara a cara.
Cada nombre tiene un significado y cada bautismo es la rotulación del destino del bautizado.
En el quechua notamos igual tendencia. Los nombres de los Jugares son interpretados por la
etimología popular en razón de curiosas historias ficticias o asociaciones arbitrarias que
pretenden dar razón de las palabras desde el espacio objeta! del mundo. Tómese un ejemplo
clá5ico. Felipe Guarnan Poma ensaya una etimología popular frecuente en su época para el
topónimo neocontinental: Las Indias se llaman a'>Í porque se ubican al mediodía: in días.
Ahora bien, estos modelos Sdo-> Ste y Ste-> Sdo y sus correspondientes M(undo)
-> L(enguaje) y L(enguaje)-> M(undo), deben interpretarse en implicaciones dinámicas,
que no estáticas. Por un lado, sugerir M ->Len toda circunstancia (esto es, estáticamente),
es tan absurdo como sugerir que la lengua no tenga estructuras internas y que las variaciones
de M implican necesariamente las de L. Lo opuesto, L -> M en toda circunstancia implicaría
que la lengua impone su modelo al mundo, lo cual es un exceso al que no llegaría el
nominalismo extremo. Un enfoque estático puede sugerir que la estabilidad ocurre cuando se
da una relación biyectiva entre M y L. Pero M <-> L sugiere un modelo de entropía cero,
lo cual no es posible, porque no permite entender los procesos de la comunicación. La
propuesta de Calvo es que las lenguas de tendencia M -> L lo son dentro de ciertos lúnites
funcionales y de eficiencia, de modo que las inestabilidades creadas en dicha implicación
deben compensarse mediante procesos L -> M. Esta propuesta tipológica tiene mayor in-
terés que el de las simples especulaciones, porque describe mecanismos lingüísticos y
comunicacionales que van más allá de la descripción clásica de una lengua.
Los fundamentos gramaticales para que Calvo inscriba al quechua en el tipo de
lenguas Sdo -> Ste son varios: su fonología relativamente sencilla, su notable cantidad de
lexemas referidos a objetos concretos, y la concomitante recurrencia a procesos gramaticales
para lograr la absrracción, la jerarquía de las aglutinaciones según el tipo de sufijos; y en la
gramática del verbo, la riqueza y complejidad de los aspectuales asociada a una estructura
modal relativamente simple.
Los siguientes capítulos del libro desarrollan una premisa de trabajo frecuente en los
nuevos enfoques teóricos: las estructuras de la lengua se corresponden con las esferas del
mundo y las del lenguaje.
Las estructuras del lenguaje son virtuales. En tanto categorías analíticas de comuni-
cación, aluden a la generalidad; pero, en cuanto soportes comunicativos deben referirse a
concreciones. El enunciado virtual no es usado en el diálogo. En la comunicación real se
requiere un referente concreto. Nunca se habla de "piedra". Siempre se alude a "la piedra"
o a "una piedra". He aquí el enunciado general (piedra), reubicado en la enunciación de la
circunstancia (la piedra de la que hablamos, seamos geólogos, agricultores o simples obser-
vadores). Así, pues, el diálogo se realil.a dentro de ciertas coordenadas, asume ciertas topologías
y se soporta en ciertas funciones llamadas deícticas.
~Et~t<; es una palabra griega que se traduce como "demostrativo". La deixis es una
función lingüística que permite la ubicación de los actantes en el diálogo.
La razón por la que el análisis deíctico ha adquirido importancia en los nuevos
métodos está asociada a la teoría de la comunicación. Todo diálogo se desarrolla entre dos
personas. Cada una de ellas es, en el momento de emitir, el centro de referencia. Es decir,
el diálogo ocurre en una cierta topología cuyo inductor es yo.
Es bien conocida la relación entre el yo y la estructuración del espacio: Se crean
categorías como cerca/lejos, aquí/allí, éste/ése y otras. En diferentes ambientes gramaticales,
todas las lenguas desarrollan un sistema de demostrativos capaces de referir el entorno
espacial alrededor de yo.
El quechua cuzqueño desarrolla, como sabemos, un sistema tridimensional de deixis
espacial: kaylchaylhaqay. Esta es una primera y simple visión. El par kaylchay tiene algunas
peculiaridades notables: es un par mínimo, de manera que en él se cumple la ley del mínimo
contorno. De este modo a un costo fonológico muy bajo se obtiene un par de alto rendimiento
comunicativo. Este detalle debe tomarse en cuenta siempre que se observe la deixis de
cualquier lengua. En aimara se tiene el par akaluka, de iguales características. Ahora bien,
algo parecido ocurre con algunas lenguas indoeuropeas clásicas (por ejemplo, el latín y el
griego), aunque con peculiaridades propias de ellas. Sin embargo, no es ésta la oportunidad
para explorar el grecolatino. Sigamos con el quechua.
El sistema tridimensional de la deixis especial quechua tiene, no obstante, una pecu-
liaridad: la partícula cha-, que corresponde al espacio de la segunda persona, participa de la
estructura del de la tercera. Una observación al libro: En ciertas variantes ubicadas dentro del
topos que tradicionalmente se le asigna al Quechua Meridional QIIC, asumido por Calvo
como un área de distribución del cuzqueño, se puede advertir la variante chaqay por haqay,
como ocurre, por ejemplo, en el caillomino. Por lo mismo, el chay puede no implicar una
posición espacial definida: podemos decir chay warmi en la acepción de 'esa mujer' o
'aquella mujer' (de la que te hablaba). El espacio de la tercera persona es un "no espacio",
puesto que se corre1,µmde con la "no persona" del diálogo. Tal es la ra2ón por la cual la
partícula cha- se usa para lexematizar ciertas abstracciones:
Y aquí volvemos al libro para darle razón al autor cuando propone esta idea. Finalmente
abstracción significa separación (de la concreción).
El comentario anterior, restringido a la deixis espacial, nos muestra que ciertas estruc-
turas dependen del entorno del diálogo. Ellas son las estructuras externas. Así se construye
la topología de una lengua. La deixis espacial se corresponderá con la deixis de persona, en
tanto el espacio del diálogo se extiende más allá.
Hay más: en ciertas condiciones, una misma expresión puede ser empleada para
significar ideas opuestas. La oposición puede surgir del cambio de los actantes o de la
inversión de las condiciones del diálogo: el no asertivo -chu puede usarse tanto en pregunta
(que implica inseguridad sobre la aserción) cuanto en la respuesta negativa (que implica
certeza):
¿Warrna hamunchu? '¿Vino el/la niño/a?'
Manan hamunchu 'No vino'
Esta es una de las funciones para cuya descrición Calvo sugiere la banda de Mobius.
Su peculiaridad es que, como ya se dijo, se puede pasar de una cara a la otra del anillo sin
pasar por ninguna discontinuidad. En el caso que nos ocupa, el no a.;;ertivo -chu sirve tanto
para expresar la duda implicada en la pregunta cuanto la seguridad derivada de la negación.
Adviértase que en este caso se está empleando una de las característica de la banda para
describir un fenómeno dialógico, lo cual no quiere decir que todo diálogo tenga que ser
cerr<1do y unilátero.
Un tema frecuentemente debatido en el quechua es el referido a las expresiones de
tiempo, aparentemente inversas a las del español. En otra parte de su libro, Calvo comenta
cómo el pasado quechua se pone "al frente" del hablante y el futuro "a sus espaldas". Creo
que esta aparente inversión del espacio-tiempo debe verse con mucha relatividad. La etimo-
logía del español nos da una pista interesante:
Antes > ante; posterior, postrero > post-.
Este caso nos permite ver que la cuestión en debate no es precisamente una imagen
invertida de tiempos, como la sugiere Calvo, sino una diferencia entre el proceso que origina
el hecho (y aquí el pasado está adelante), y el mismo hecho comparado con otro (y en este
caso, el pasado está atrás). De este modo, la ya clásica discusión de las imágenes del tiempo
que hacen uso de la espacialidad puede resolverse con mayor claridad haciendo uso de los
enfoques liminares.
Las estructurac; que se comentan párrafos arriba son llamadas externas, y comúnmente
no se gramaticalizan. En cambio, las estructuras internas son habitualmente gramaticalizadas.
Veamos algunas de éstas:
Tiempo: Una peculiaridad del quechua es que, por ejemplo, el pasado simple no tiene
marca, y que, compensatoriamente, existe el reportativo (-sqa). Como sabemos, el reportativo
puede ser pasado recentísimo, como en el ejemplo:
llullasqayki, 'yo te mentí (acaso sin quererlo)', que también puede glosarse como 'te
mentiré (en la ocasión propicia)'. Por cierto que la ambigüedad gramatical se resuelve
en el discurso; pero Calvo ensaya aquí una explicación interesante: los extremos de
un pasado muy remoto o no controlado por el hablante y de un futuro inexistente,
aunque postulable, tienen en común su irrealidad factual. La banda de Mobius puede
ser útil para describir el paso de un tiempo a otro sin discontinuidades gramaticales.
Entonces, ¿por qué el futuro tiene marcas gramaticales no propias y recurre a las del
reportativo? Un distribucionalista diría que son dos isomorfos, o que es una ocurrencia
morfológica derivada de los requerimientos fonológicos de la marca de futuro en el quechua.
Sin embargo, la observación de Calvo es legítima cuando sugiere causas pragmáticas o
metalingüísticas, estas últimas atribuibles a las grdllláticas quechuas que nacen desde el
clásico esfuerzo de Domingo de Santo Tomás.
Aspecto: Contraactuando al tiempo, el aspecto permite precisar ciertas formas expre-
sivas y ciertos significados específicos, como el durativo -sha del cuzqueño contemporáneo,
que, en última instancia, va a depender de características semánticas de los verbos, como es
frecuente en otras lenguas.
Es evidente que el aspecto está relacionado con tiempos, modos y personas. Aquí
también el autor hace un enfoque holístico de las estructuras gramaticales y semánticas del
quechua. Como sabemos, la gramática del quechua es altamente regular, de modo que todos
los verbos pueden soportar todas las flexiones posibles; pero existen restricciones de orden
semántico -como en todas las lenguas- que condicionan el uso de unos u otros morfemas,
funciones y expresiones.
Dar nuevos enfoques al clásico tema del aspecto verbal tiene no sólo importancia
teórica, sino también práctica. Dos son los campos de interés aplicativo que pueden ser
inmediatamente favorecidos por estos enfoques: el de la traducción y el de la descripción de
las variaciones regionales del español en zonas con influencia quechua.
Queda, finalmente, el texto como objeto de análisis. Aquí, Calvo clasifica las expre-
siones en dos categorías mayores: las oraciones básicas y los discursos. Se entiende que, en
principio, hay dos tipos de discurso: el dialógico y el expositivo, que tiene sus reglas propias,
sus extensiones y sus funciones comunicativas específicas.
Una característica del diálogo es que participan varios hablantes, haciéndose mutua-
mente complementaciones y explicitaciones ahí donde sea necesario. Recíprocamente, es de
esperarse que, por economía comunicativa, se desarrollen elisiones o estructurns sustitutoras
que asumen implícita la información. Obsérvese el siguiente diálogo:
2 Esla es una traducción literal. La traducción eficientemente comunicativa seria' ¿tiene tu padre maíz?'.
La respuesla, por su parte, debiera ser 'sí, tiene'.
La glosa propuesta es: el zorro dice que el ratón va a comer carne, la zorra que
patatas.
En defensa del autor debemos reconocer que, en casos como el descrito, él percibe
claramente que las elisiones pueden llevar a imprecisiones que sólo el contexto extragrnmatical
puede resolver. Quien conozca quechua puede aceptar legítimas dos posibles traducciones de
la oración (1):
a 'El zorro dice que el ratón se fue a comer carne y que la zorra a comer patatas'
b 'El zorro dice que el rntón se fue a comer carne y la zorra que a comer patatas'
Estos casos son precisamente lo más debatible del libro que se comenta. Pero, su peso
mayor está en los componentes metodológicos que ofrece. Calvo ha querido poner a prueba
métodos prometedores en su libro. Creo que ha logrado sus propósitos con ventaja.
Daniel Arsenault
Recordemos que este balance no es exhaustivo, pero puede constituir una herramienta de referencia válida
para todo investigador interesado en continuar estudios en tomo de la cultura y la sociedad moche. Otra
síntesis reciente sobre el tema también puede ser consultada, la de Uceda y Mujica (1994).
Luego de la Conquista española del Perú, en 1532 de nuestra era, los imponentes
monumentos ceremoniales de los Moche, llamados huacas 2 , que se perfilan aún en nuestros
días en el paisaje de la costa norte peruana, así como los cementerios adyacentes, han sido
el blanco principal de trabajos de excavación, la mayor parte del tiempo clandestinos3 • En
efecto, los primeros europeos estimaron rápidamente que semejantes estructuras arquitectó-
nicas podían esconder importantes tesoros y buscaron por todos los medios sacarlos a la luz
para apropiarse de ellos (Cobo 1892-1895: 234; Duviols 1971:97, 253-256; Moseley 1983a:
180-181).
Por otro lado la búsqueda insaciable del oro4 y otros objetos preciosos, desde hace más
de cuatro siglos, ha alentado la destrucción gradual de los grandes sitios arqueológicos por pillos
locales y extranjeros, comúnmente llamados huaqueros en los Andes (Alva 1988: 512-518, y
1989: 20-23; Moseley 1992: 16-17). Pese a haber contribuido con la irremediable destrucción
del contexto arqueológico de los objetos recuperados (Meggers 1985; Kirkpatrick 1992), estos
2 El término huaca es una palabra quechua que, en el sentido más general, designa todo lugar sagrado
natural o construido por los humanos. Aun si este término es ahora comúnmente utilizado para
designar las grandes estructuras ceremoniales de la costa norte del Perú, lo que restringe el signifi-
cado, el término muchik tüne, que significa lo mismo (Kroeber 1930: 93), quizás hubiera sido más
apropiado.
3 En el siglo XVI, al inicio del régimen colonial, el virrey del Perú, Francisco de Toledo, había
decretado que la excavación de los sitios autóctonos debía hacerse en presencia de un inspector.
Según este decreto, las excavaciones debían además atenerse a diversos reglamentos, tales como la
obligación de retener, de hacer registrar todos los objetos exhumados y de redactar un informe cada
dos meses (Chávez 1981: 162). Nos podemos preguntar en qué medida estos reglamentos fueron
respetados en esa época
4 A lo que se agrega hace algunos decenios la búsqueda de otros tipos de objetos moche, particular-
mente las cerárnicas que incitan tanto la codicia de coleccionistas privados, lo que trajo consigo, a
cambio, una legislación más severa (cf. 1-lcrschcr 1983; también Livingston Azoy Ed., 1985), la
aparición de un verdadero mercado negro de coleccionistas, así como el despliegue de redes clandes-
tinas de intercambio y de venta ligadas, por otro lado, al cáJlel de la droga y a los grupos terroristas
de extrema izquierda en el Perú - Sendero Lurninoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru
(cf. AJexander 1990; Burger 1989: 44; Donnan 1990a; Nagin 1990).
pillajes de los lugares (o huaquerías) han constituido no obstante para diversos museos pe-
ruanos y extranjeros una fuente esencial de aprovisionamiento en objetos moche, permitiéndoles
adquirir, en efecto, directamente o por donaciones o legados, colecciones más o menos im-
ponantes (cf. Hocquenghem, Tamási y Villain-Gandossi Eds. 1987; también Arsenault 1990:
79 y nota 1). Para los investigadores actuales, estos objetos de colección constituyen muy a
menudo documentos imponantes para la comprensión de la sociedad moche, aunque no sea
más que en razón de su contenido iconográfico (Donnan 1990a; Washburn 1987).
El verdadero interés científico por las antigüedades precolombinas del Perú comienza
lentamente a principios del siglo XIX, por una parte con la creación de instituciones de
carácter científico encargadas de recolectar objetos arqueológicos para museos nacionales del
Perú (Chávez 1981: 164) y, por otra parte, con el envío de misiones de exploración por los
Estados Unidos (Squier 1877) y ciertos países europeos (dirigidos más particularmente por
los exploradores Clement Markham y Charles Wiener; cf. Hagen 1979:24-28; Riviale 1987:17-
20). No obstante hay que e~-perar los albores del siglo XX para ver cumplir los primeros
trabajos arqueológicos en los sitios moche, trabajos que fueron sin embargo ejecutados según
métodos de registro sumarios. En efecto es el alemán Max Uhle, uno de los precursores de
la arqueología peruana (cf. Lumbreras 1981: 7-9, 99), quien emprende en el verano austral
de 1899-1900, las primeras excavaciones científicas en el sitio de Moche. Entre otras cosas,
Uhle (1913: 104-109, 114) sacó a la luz el contenido de 37 sepulturas5 y de dos escondites
de objetos en las cercanías de la Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna. Desafortunada-
mente, la falta de una técnica de registro sofisticada, sus notas manuscritas (Uhle 1899-1900)
conservadas en el Phoebe-Apperson-Hearst Museum no brindan información suficiente sobre
el emplazamiento exacto de los objetos moche recolectados al interior de las tumbas (cf.
Donnan y Mackey 1978: 63; Kroeber 1925 y 1944: apéndice C; Lumbreras 1990: 43; Menzel
1977: 37-39, 60). Uhle fue el primero en reconocer la antigüedad y la especificidad culturdi
del estilo cerámico moche, y quien la denominó de ese modo, por oposición a la cultura
posterior chimú (Kroeber 1926: 9-10; Kroeber 1944:56).
Algunos años más tarde, cierto Dr. Huidobro ejecutó la excavación de un cementerio
imponante del sitio de Mocollope, situado en el valle de Chicama (Vélez López 1913: 271).
Desafortunadamente no existe ninguna nota de campo que pueda indicar el procedimiento
seguido y el tenor de los descubrimientos realizados. Sin embargo, el material cerámico que
fue recuperado ahí y cuyos ejemplares acompañan el texto de Vélez López (1913), sugiere
que las esculturas excavadas fueron acondicionadas durante la fase IV de la historia moche.
Como ya lo reporté en la primera parte de este balance (ver el número anterior de la
Revista Andina), Eduard Seler sacó a la luz en 1910, en la Huaca de la Luna de Moche, las
primeras pinturas murales de fabricación moche en la Huaca de la Luna (Kroeber 1926: 71;
Bonavia 1985: 73). Pero son sobre todo los trabajos que siguieron, desde los años 1920,
5 Sólo el material de 34 sepulturas (las sepulturas Nos. 1 a 23, 25 a 30, 32 y 33, en las cercanías de
la Huaca de la Luna y las Nos. 1 a 3 del sitio G, situado en la pendiente norte de Cerro Blanco) está
entrepuesta en el Phoebe-Apperson-Hearst (anc. Robert-Lowie) Museo de Berkeley, California (cf.
Kroeber 1925; Menzel 1977). Sin embargo, ciertos objetos proverúentes de otras tres sepulturas se
hallan actualmente conservadas en el Museo Peabody de la Urúversidad de Harvard, Massachusetts,
mientras que otras habrían terminado finalmente en el Museo Manchester luego de haber sido adqui-
ridas por el Instituto Wellcome de Londres a corrúenws del siglo (cf. Bankes 1984: 19-20).
realizados primero por Rafael Larco Herrera, luego de manera más importante por su hijo,
Rafael Larco Hoyle (1938, 1939, 1945, 1948, 1963), en el curso de los años 1930 y 1940,
los que permitieron mostrar la riqueza y elaboración de ciertos sitios moche localizados en
los valles de Chicama y de Moche. Estas excavaciones, acerca de las cuales no se posee
desafortunadamente sino algunos pocos reportes detallados, permitieron a los Larco adquirir
una rica colección de obras cerámicas, expuestas hoy en día en su mayor parte en el Museo
Rafael Larco Herrera de Lima.
Por su parte, en la misma época, dos americanos participaron en proyectos de reco-
nocimiento en diversos valles de la costa norte peruana, lo que permitió mostrar a la luz un
cierto número de sitios moche, muchos de los cuales ya habían sido blanco de los huaqueros.
Estos arqueólogos son Alfred Kroeber (1926: 7 y 1930: 53) y Wendell C. Bennet (1939). Por
orro lado el arqueólogo alemán Heinrich Ubbelohde-Doering emprendía, en 1937-38, sus
primeras campañas de excavaciones en el sitio de Pacatnamú, localizado en el valle de
Jequetepeque, excavaciones que iba a proseguir en dos etapas, en 1953-54 y en 1962-63 (cf.
Ubbelohde-Doering 1951, 1952, 1959, 1960, 1967 y 1983). Primero asistente de Hans
Disselhoff, luego, más tarde de Wolfgang y Giesela Hecker (Hecker y Hecker 1977 y 1984),
exploró enlTe orras las zonas de inhumación de este cenlTo ceremonial mayor, en las cuales
las sepultllf'dS liberaron material moche. En la misma época, un equipo de arqueólogos del
museo de arqueología de la universidad de Trujillo, dirigida por Max R. Díaz D. ( 1942)
sacaba a la luz una sepultura sofisticada acondicionada en una huaca moche en Magdalena
de Cao, en la parte baja del valle de Chicama.
A mediados de los años 1940, un vasto proyecto fue puesto en pie, el mismo que
marcaría un hito en la historia de la arqueología peruana. El valle de Yirú iba a servir de
escenario para el despliegue de una serie de operaciones conjuntas de carácter multidisciplinario
en el marco de lo que se llamó el Proyecto del Valle Virú (Strong 1947 a y b; Srrong y Evans
1952). En efecto, es en este valle que un equipo de investigadores especializados en diversas
disciplinas hicieron uso de sus recursos comunes en beneficio del conocimiento arqueológico
en una perspectiva regional. Gracias a los esfuerzos concertados de arqueólogos, etnólogos,
geógrafos y orros especialistas, tanto peruanos como americanos, se iba a poder disponer de
un cuadro de conjunto de la ocupación prehistórica e histórica de una reg ión costera, par-
ticularmente con el fin de comprender mejor el hábitat de las comunidades prehistóricas que
se estaban sucediendo desde el período precerárnico y así afinar la cronología existente. El
primer objetivo de este proyecto arqueológico era comprender, por medio de excavaciones
(Strong y Evans 1952), sondeos exploratorios (ibíd.) y colectas de superficie (Ford y Willey
1949; Willey 1953), la natuf"dleza y el desarrollo cultural de las diversas poblaciones que
habían ocupado el valle (SlTong 1948; cf. también Schaedel y Shimada 1982: 360). Durante
la sola y única campaña, efectuada en 1946, se inventariaron más de 300 sitios arqueológi-
CCF,6 (Ford 1974: 165; Willey 1953: 2), pero solamente algunos sitios testimoniaron la ocupación
6 Aparece de golpe que el inventario arqueológico del valle de Virú estuvo lejos de estar completo. Esta
región contiene en efecto tres o cuatro veces más sitios arqueológicos que los que se consideraron
inicialmente por el equipo del Proyecto del Valle Virú. En efecto, a partir de un análisis ulterior de
fotografías aéreas, Gordon Willey estimó que solamente un cuarto de todos los sitios prehispánicos
había sido observado y registrado, lo que sugiere que los trabajos de campo habían sido sobre todo
moche en el valle de Virú, siendo el más importante el de la Huaca de la Cruz. Entre los
testimonio moche7 entonces recolectados, los liberados por la tumba colectiva dicha del
"sacerdote guerrero" (Las sepulturas Nos. 12 a 16 en el análisis de Strong y Evans 1952: 150-
167), en la Huaca de la Cruz, permanecen indudablemente como los más espectaculares.
Es igualmente durante los años 1940 que el historiador americano Paul Kosok (1965)
intenta reconstituir los sistemas prehistóricos de aprovisionamiento de agua y de irrigación
todavía visibles en la costa peruana al hacer el levantamiento cartográfico de veintidós valles
litorales, los cuales han sido determinados en la costa septentrional, a partir de fotografías
aéreas y de explomciones sobre el terreno (cf. igualmente Hadingham 1987: 67-68). Además
en compañía de Richard Schaedel (1951), Kosok buscó evaluar, en el curso de los años 1950,
los resultados del proyecto Virú aplicándolos a los otros valles del litoral peruano (Kosok
1965). Durante este tiempo, en el valle de Jequetepeque, Ubbelóhde-Doering (1959 y 1960)
proseguía sus excavaciones en el sitio de Pacatnamú, mientras que Hans Disselhoff (1959)
excavaba tumbas en el sitio de San José de Moro.
En 1963, de~-pués de los pillajes cada vez más frecuentes que se producían en sitios
vicús, el gobierno peruano invitó al arqueólogo peruano Ramiro Matos Mendieta a inventariar
el valle de Piura con el fin de sacar a la luz sitios todavía intactos (Jiménez Borja 1989: 15;
Jones 1992; Matos Mendieta 1980: 411). Estos sitios vicús iban así a liberar, entre otras
cosas, material moche de las fases 1-11, lo que ponía un poco en cuestión el lugar de origen
de la culturd moche: se admitía hasta entonces que la cuna de esta cultura se encontraba en
los valles de Chicama y Moche.
Por otro lado, a partir de mediados de los años 1960, el género de investigación
arqueológica iniciado por el equipo del Proyecto del Valle Virú que trataba principalmente
el hábitat, la demografía y los modos de subsistencia, iba a incitar a otros arqueólogos a
evaluar mejor el impacto de la expansión territorial moche y las influencias socioculturales
que se originaban en la escala de una región. Así, en la zona fluvial de Nepeña, Donald A.
Proulx (1968) procedió desde 1967 a un estudio del hábitat en el valle, lo que le permitió
estudiar no menos de 37 sitios moche, de los cuales el más importante es sin lugar a dudas
el complejo ceremonial de Pañamarca Hay que submyar el hecho de que una vez constatada
la naturaleza y la importancia de la implantación moche en este valle Proulx pudo reflexionar
sobre las formas de contactos y de intercambios sociales, económicos y políticos entre los
representantes de la sociedad moche y los de la sociedad Recuay, que ocuparon las partes
altas del valle.
en los más grandes sitios, cuyos vestigios eran los más visibles, en detrimento de otros sitios menos
remarcables (Wilson 1988: 4). Por su parte, Moseley (1983a: 441) señala que el estudio del hábitat
prehistórico en Yirú no tuvo suficientemente en cuenta la problemática de los esquemas de subsis-
tencia.
7 Strong y Evans (1952: 11) prefirieron utilizar el térnúno "huancaco" más que aquél más genérico de,
"mochica" para designar el período de ocupación moche en el valle de Yirú, ya que eso correspondía
más a la realidad arqueológica específica del valle que investigaban. Esta designación hace así
referencia al sitio epónimo de Huancaco donde estos arqueólogos pusieron al día una fuerte con-
centración de testimonios moche. Más recientemente, Wilson (1988) procedió de la misma manera
en su estudio del hábitat prehistórico en la parte baja del valle de Santa, designando el período de
ocupación moche en este valle con el término. "guadalupito" (ibíd.: 9).
estos trabajos se hacen esperar todavía (Uceda y Mujica 1994: 19), hay que subra-
yar que el proyecto en su conjunto ha permitido avanzar a muchos jóvenes inves-
tigadores, tanto peruanos como extrdfljeros. Sin embargo, este proyecto ha contri-
buido a mantener, durdflte cerca de dos decenios, la idea, hoy fuertemente puesta
en duda, del surgimiento y florecimiento de un Estado moche unitario que agrupa
varios valles, con un poder central instalado en el sitio epónimo de Moche, definido
entonces como la primera capital de este Estado (cf. Topic 1982).
- El Proyecto del Valle Santa , emprendido por David J. Wilson (1983, 1987 y 1988;
cf. igualmente Shimada 1990b) en el curso de los años 1979 -1980, debía permitir a
este último realizar el estudio más importante de los últimos años en los esquemas de
establecimiento, expansión demográfica, prácticas agrícolas y guerreras, y sobre los
orígenes y desarrollo de las sociedades que habían ocupado el valle en el curso de la
prehistoria De otro lado en la actualidad es el único de los investigadores que con-
centra sus esfuerzos en los valles situados en la parte meridional de lo que se vino a
llamar el territorio moche, ya que él prosiguió investigaciones en el valle de Casma
desde 1989, en el marco del proyecto quinquenal (Shimada y Shimada 1992: 26-28).
Por su parte, Donal A. Proulx, secundado en esa ocasión por su colega Richard
Daggett, continuó durante los años 1970 sus investigaciones en el valle de Nepeña, con el
fin de profundizar su comprensión de la ocupación prehistórica del valle, particularmente con
el objeto de evaluar las relaciones que mantenían las comunidades moche y Recuay (cf.
Proulx 1973, 1982 y 1985; también Daggett 1983 y 1987).
Nuevos proyectos de envergadura regional tomaron forma igualmente en estos últi-
mos años, abordando a su vez problemáticas originales. Así, en el valle de Chicama, Glenn
S. Russell y Banks L. Leonard pusieron en marcha justo al final de los años 1980 un proyecto
de reconocimiento arqueológico en la escala del valle que tiene por objeto estudiar los
esquemas de establecimiento y de comprender el desarrollo sociopolítico complejo que pudo
producirse ahí, particularmente en el curso de la historia moche (Russell y Leonard 1990a y
b; Russell, Leonard y Briceño Rosario 1994). Por otra parte, en las regiones litorales del
extremo norte peruano, Anne-Marie Hocquenghem (1991) y sobre todo Peter Kaulicke
(1987, 1988, 1989-90, 1991a y b, 1992 a y b, 1993, 1994), intentan cada uno a su manera
comprender, entre otras problemáúcas, la naturaleza y extensión de las manifestaciones moche
perceptibles en el valle de Piura en relación con los testimonios de la cultura vicús.
al paleontólogo John W. Verano (1990, 1991 y 1994a) a realizar un estudio detallado de las
características fisiológicas de la población moche inhumada en este lugar. Subrayemos igual-
mente que una pareja de investigadores alemanes, Wolfgang y Gisela Hecker, publicaron
varios artículos y una monografía detallada del sitio de Pacatnamú, haciendo accesible en
particular a los lectores de lengua española los datos inéditos recolectados por Ubbellohde-
Doering (cf. Hecker y Hecker 1982, 1985, 1990, 1991, 1992a y b).
En el mismo valle, en el sitio de La Mina, Alfredo Narváez (1994) procedió al análisis
de las huellas encontradas que aún quedaban en una tumba recientemente saqueada, que sin
embargo ha proveído algunas cerámicas de fabricación moche de fase I o de estilo mixto
Vicús-Moche. Pero este investigador peruano sobre todo pudo intervenir a tiempo con su
equipo para develar lo poco que quedaba de la riqueza de las pinturas que ornamentaban
originalmente los muros de la cámara funeraria, sin duda la de un personaje importante
inhumado en una de las estructuras arquitectónicas de ese sitio.
Pero son sobre todo los descubrimientos sepulcrales espectaculares de los últimos
años, realizados en ciertos valles septentrionales del territorio moche, los que han atraído la
atención de los investigadores y del gran público, sobre la originalidad y complejidad de la
cultura moche. Así, en el valle de Reque, la Huaca Rajada del sitio de Sipán, verdadero
mausoleo, ha brindado tal cantidad de material funerario, particularmente metales forjados,
en tumbas colectivas aún no violadas que los datos recolectados por Walter Alva y su equipo
han incitado a los arqueólogos a revisar sus interpretaciones acerca del tratamiento funerario
de los personajes masculinos de alto rango en la sociedad moche y sobre las prácticas de
sacrificios que les eran asociadas (Alva 1988, 1989, 1990 y 1993; Alva, Fecht, Schauer y
Tcllenbach 1989; cf. también Donnan 1993b; Kirkpatrick 1992; Schuster 1992). En San José
de Moro, sitio del valle de Jequetepeque excavado desde 1991 por el equipo dirigido por Luis
Jaime Castillo y Christopher B. Donnan, son más bien dos mujeres las que fueron inhumadas
de manera elaborada, acompañadas de víctimas y otras ofrendas sacrificadas (Castillo 1993;
Ca<;Lillo y Donnan 1994). Gracias a todos estos descubrimientos, se pudo en consecuencia
formular la hipótesis de que los individuos, cuando estaban vivos, habían jugado el rol de
figurdS emblemáticas de la iconografía religiosa, incluso de ser la encamación venerada de
ellas (cf. Arsenault 1993a, b y c y 1994; Donnan y Castillo 1992 y 1994).
Brevemente, subrayemos que las campañas de excavaciones han sido efectuadas en
sitios moche de la región de Lambayeque-La Leche, tales como Pampa Grande (cf. Anders
1977, 1981; Haas 1985; Shady Solís 1987; Shimada 1978; Shimada y Cavallaro 1985;
Shimada y Shimada 1981) o los del complejo arqueológico de Batán Grande (Craig y Shimada
1986; Shimada 1982, Shimada y Elera 1983; Shimada, Epstein y Craig 1982), así como en
el alto Piura, en una zona llamada Tamarindo (Kaulicke 1994).
Los datos recogidos por los arqueólogos desde el comienzo de los años 1970 permiten
trazar hoy en día un cuadro suficientemente rico de ciertos contextos de la vida social y cultural
de los Moche, tales como la tecnología, el hábitat o los esquemas de subsistencia A cambio,
otras preguntas también importantes, que tocan particularmente la organización sociopolítica,
las redes de intercambios intra e ínter regionales o la ideología, quedan todavía por profundizar
o dilucidar. Eso no quita que algunos campos del conocimiento, antes descuidados o ignorados,
ahora son abordados por los especialistas de la arqueología mochica He aquí un resumen.
8 Entre los otros tipos de conjuntos monumentales asociados o no a los grandes centros moche, se
puede agregar los palacios y las fortalezas (cf. Reindel 1990; Topic 1982; Topic y Topic 1987; Topic
varios decenios, según un principio de organi:zación segmentada del trabajo que, como lo moslIÓ
Michael E. Moseley (1975a) en su estudio de la arquitectura de la Huaca del Sol, exigía la
presencia de grupos especializados (provenientes al parecer de diversas comunidades) con la
función de cumplir ciertas tareas muy específicas (cf. también Franco, Gálvez y Briceño 1994;
Hastings y Moseley 1975; McClelland 1986; Narváez V. 1994; Pérez 1994; Shimada 1978;
Shimada y Cavallaro 1985; Uceda C., Morales G., Canziani A. y Montoya V. 1994).
Ciertos especialistas por su parte han otorgado una atención más particular a los
sectores especializados en algunos sitios. Así, Izumi y Mélody Shimada han mostrado que
tales sectores especializados existían en Pampa Grande, sea para la confección de productos
de consumo ritual, o para la producción de objetos forjados, como los ornamentos en metal
y los textiles (Shimada y Shimada 1981; también Shimada 1978: 588-589; Shimada 1987:
137-138, Anders 1977). Por su parte, David Wilson (1988: 211), en el sitio de Pampa de los
Incas, y sobre todo Glenn Russell, Banks Leonard y Jesús Briceño Rosario (Russell, Banks
y Briceño R. 1994), de Cerro Mayal han extraído lo que consideraron haber sido talleres de
producción cerámica típicamente moche. Sin embargo, sólo el equipo de Russell ha prose-
guido con el estudio sistemático de este tipo de instalación especializada con el fin de
comprender su importancia en la organización socioeconómica de los Moche y de aprender
los modos de fabricación que ahí se ponían en práctica (para este último tema, ver también
Bawden 1994a).
Varias investigaciones han permitido entender que la arquitectura monumental moche
parece haber conocido ciertas transformaciones estructurales (urbanización) e innovaciones
técnicas (por ejemplo, la técnica por llenado de compartimientos o arcones, es decir la técnica
chamber-and-fill; cf. Anders 1981: 396; Haas 1985: 393-394; Shimada y Cavallero 1985:44)
en la fase V, como lo testimonian el establecimiento de los sitios, de los cuales, algunos
estaban fortificados (por ejemplo, Galindo; ver Bawden 1982a), más hacia arriba en los valles
ribereños9 (por ejemplo, Ventanilla y Pampa Grande) y el acondicionamiento de los edificios
de almacenamiento y de redistribución de las mercancías (Anders 1981; Bawden 1982a: 314-
317 y 1983: 221; cf. también Day 1982: 341-343; Mackey 1982: 328; Shimada 1978: 589-
590; Topic 1991 : 237-240). Por otto lado, como lo han demostrado por ejemplo G. Bawden
(1983) e l. Shimada (1978) ciertos tipos de monumentos, como las cercaduras, los tablados
y las depresiones multilaterales, parecen haber aparecido muy tardíamente en la historia de
la arquitectura moche, es decir hacia el final de la fase IV o después.
En otro orden de ideas, algunos edificios públicos raros presentan todavía en nuestros
días elementos de ornamentación que sugieren que la mayoría de las estructuras moche de
y Topic 1978; Uceda 1990; Wilson 1988: 212-213; ver también Bouchard 1988: 56-61; Keatinge
1977; Kubler 1975: 265-267; Lumbreras 1981: 99-102).
9 En el caso de los esquemas de establecimiento, aun cuando los estudios regionales que favorecen
mucho más la comprensión han conocido una disminución manifiesta estos últimos quince años, a
excepción de los trabajos realiw.dos por D.J. Wilson en los valles de Santa (1983, 1987 y 1988) y
de Casma (Shimada y Shimada 1992: 26-28), y por G. Russell, B. Leonard y J. Briceño Rosario
(1994) en el de Chicama. Hay que reconocer que ellos deben proseguir con el objetivo de comprender
mejor la evolución en la distribución de los sitios Moche y con el fin de poder elaborar problemáticas
mejor adaptadas a las condiciones locales, regionales e inter- regionales, llegado el momento (cf.
Canziani A., Uceda y Mujica B. 1994: 496-497).
uso ceremonial y/o administrativo debían ofrecer una apariencia estética alta en colores y
fonnas. Por un lado, en efecto, resulta que la techumbre de los palacios moche era adornada
con ornamentos de prominencias redondas representando, por ejemplo, mazas; tal
ornamentación era hecha en tierra cocida, como lo testimonian los fragmentos encontrados
en Sipán (cf. Alva 1988: 535, y 1989: 39). Por otro lado, sitios como Pañamarca (Proulx
1968: 79, 1982: 84 y 1985: 277-278; también Schaedel 1951: 241), El Castillo (Wilson 1987:
68 y 1988: 211), Moche (Kroeber 1930: 71-72; Mackey y Hastings 1982; Narváez 1994;
Uceda C., Morales G., Canziani A. y Montoya V. 1994), La Mina (Narváez 1994; también
Donnan 1990a), Pampa Grande (Bonavia 1985: 97-99) y Huaca la Mayanga (Donnan 1972)
aún muestran actualmente huellas de pinturas murales (cf. también Bonavia 1974 y 1985,
Bonavia 1990a), mientras que la Huaca Cao Viejo del sitio del Brujo, en el valle de Chicama,
ha liberado recientemente impresionantes frisos polícromos que, hecho inusitado, están la
mayor parte marcados en alto relieve (cf. Fundación Augusto Wiese 1993; Franco, Gálvez
y Briceño 1994; también Morris y Hagen 1993: 81, fig. 70). Estos diversos descubrimientos
nos penniten no solamente comprender mejor las técnicas de decoración arquitectónica de-
sarrolladas por los moche, sino también conocer la importancia que otorgaban las autoridades
a cargo con respecto a ciertos temas, escogidos con fines religiosos, políticos e ideológicos
(cf. Arsenault 1994).
Sería bueno mencionar igualmente la toma de conciencia que los investigadores
manifestaron en adelante frente a la problemática de conservación in situ de los vestigios
puestos a la luz. Como lo reporté líneas arriba, ciertos fenómenos climáticos o geofísicos
traen consigo la degradación e incluso la destrucción pura y simple, de los testimonios
arquitectónicos de la culrura moche, de otro lado a menudo erigidos simplemente en mate-
riales perecibles y frágiles. Para mitigar los problemas de conservación, estos últimos años,
algunos conservadores han puesto en marcha programas para la preservación de obras murales
polícromas aún visibles en ciertos monumentos moche, tales como los de la Huaca de la Luna
de Moche y de la Huaca Cao Viejo del Brujo (cf. Morales G. 1994).
Por otro lado, aun si las estructuras ceremoniales y otros monumentos públicos son
relativamente bien conocidos por los arqueólogos, los elementos de la arquitectura doméstica
moche han recibido al contrario menos atención, al menos hasta estos últimos años 1º. Fe-
lizmente, recientes trabajos penniten conocer la diversidad y complejidad de ella, y revisar
las concepciones habiruales del tema de los barrios domésticos de los grandes centros (Bawden
1993; Morris y Hagen 1993: 82). Algunos arqueólogos han podido observar por otra parte
las diferencias significativas en el acondicionamiento de los sitios urbanos y en la elaboración
interior de las estructuras arquitectónicas domésticas que se encuentran ahí, particulannente
10 Se ha creído por mucho tiempo que la mayoría de los habitantes del territorio moche vivían en
comunidades dispersas fuera de los grandes centros ceremoniales, a lo largo de los valles que pre-
sentan aluviones, principalmente en las partes medianas y bajas de los valles, sea cerca de las riberas
marinas (cf. Bankes 1972; Hardoy 1968: 40-41; Willey 1953), pero las investigaciones llevadas en
el curso de los últimos veinte años en estos grandes centros indican que estos constituían verdaderas
aglomeraciones urbanas, que podían haber agrupado algunos mil es de habitantes, que vivían en
diferentes sectores residem.; ales en la periferie de las imponentes estructuras ceremoniales (cf. Bawden
1982a, 1983: 218 y 1993; Donnan 1983-85; Donnan y Cock Eds. 1986; Haas 1985; Shimada y
Shimada 1981; Schuster 1992: 37; Tapie 1982; Wilson 1988: 198-206).
en los sitios de Moche y Galindo. Estos elementos serían, con el mobiliario que ha sido
recuperado en dichas estructuras, indicios de jerarquización del espacio doméstico basado en
el rango social de sus residentes (cf. Bawden 1993; Tapie 1982; ver también Lavallée y
Lumbreras 1985: 170). Sin embargo, hay que reconocer importantes carencias en muchos
proyectos de investigación arqueológica en Jo que respecta al análisis de los barrios llamados
domésticos cuando se ha tratado de excavar los grandes sitios moche, aun estos últimos años.
Con la aplicación de técnicas más eficaces de recuperación de los testimonios arqueológicos,
hay que esperar que se sabrá corregir rápidamente esta laguna importante en el conocimiento
del acondicionamiento doméstico moche, tanto en los sitios urbanos como rurales.
Conviene finalmente sefialar las investigaciones realizadas sobre los vestigios de obras
arquitectónicas que, por ejemplo, servían para el bienestar o la seguridad de las comunidades
moche, los acondicionamientos hidráulicos, tales como los canales de irrigación, acueductos
y reservorios de agua potable, o los muros de protección (Eling 1986; Farrington 1977, 1978
y 1980; Moseley 1983a: 441; Wilson 1988: 207; cf. también Kosok 1965; Pozorski 1987:
113), o que además alentaban la comunicación, el comercio y otras formas de intercambio.
En este último caso, encontramos en particular estudios sumarios sobre las vías de circulación
terrestre, pero también marítima o riberefia 11 (Beck 1979 y 1991; Kosok 1978, Lavallée 1985;
Lavallée y Lumbreras 1985: 174; Schaedel 1985a; Shirnada 1987; Shimada y Shimada 1992:
18; Tapie y Tapie 1983; Wilson 1988: 219-220, 336-337). Hay que sefialar sin embargo que
queda un trabajo considerable por realizar en el capítulo del descubrimiento y la interpreta-
ción de las vías de comunicación al interior de los valles del territorio moche, así como en
la periferie, si se espera poder responder mejor un día a las preguntas relacionadas por
ejemplo con la elaboración de redes de intercambio (cf. Homborg 1989), a las relaciones
entre comunidades de etnias diferentes al interior de un valle, de un valle al otro y entre las
tierras bajas y las tierras altas (cf. Shaedel 1985a; Shimada 1987; Shimada y Maguifia 1994;
Topic y Tapie 1983), o incluso la existencia de circuitos o senderos de peregrinaje hacia
grandes centros ceremoniales como el de Pacatnamú (Keatinge 1975 y 1977: 242).
11 Según algunos de estos investigadores, los Moche habrían desarrollado o mejorado en el curso de su
historia un sistema complejo de rutas, pero más siguiendo un eje horizontal (uniendo los valles entre
sí) que un eje vertical (uniendo las tierras bajas con las tierras altas), lo que debía favorecer la
comunicación y los intercambios entre las comunidades del litoral. Las interacciones y las tensiones
que parecen haberse acrecentado justo a comienzos de la fase V entre la costa y las tierras altas,
particularmente en la región de Lambayeque, han podido sin embargo alentar el acrecentamiento del
sistema de rutas y su control, según el eje vertical (Beck 1991; Shimada 1987: 135-136; Shimada
y Shimada 1992: 13-19; Topic y Topic 1983).
nes o en las zonas de depósitos de basura (cf. Donnan 1993c y ms.; Donnan y Mackey 1978;
Kaulicke 1992a). La asociación estrecha entre un centro ceremonial y un área de inhumación
es particularmente evidente en Pañamarca (Proulx 1968: 27 y 1985: 58), en Moche (Donnan
y Mackey 1978; Topic 1982: 266-268; Uceda C., Morales G., Canziani A y Montoya V.
1994: 276-290 y 299-303), en Pacatnamú (Donnan 1983-85; Donnan y Cock Eds. 1986;
Hecker y Hecker 1985: 102-108 y 1992a: 39-40, 1992b), en San José de Moro (Donnan y
Castillo 1992 y 1994; Castillo 1993; Castillo y Donnan 1994), en La Mina (Narváez 1994),
en Sipán (Alva 1988, 1989, 1990 y 1993; Alva y Donnan 1993; Donnan 1993a y b; Schuster
1992) y en la Huaca Cholope-Lucia de Batán Grande (Shimada 1981: 426-428). A partir de
los datos provenientes de las sepulturas excavadas cienúficamente, Christopher B. Donnan
(1993c y ms.) ha podido distinguir siete modos distintos de tratamiento y de deposición del
cadáver, yendo del más sofisticado 12 al más simple13 , e identificado los diversos tipos de
ofrendas sepulcrales, donde las ofrendas sacrificadas eran de origen humano, animal o vege-
tal; este investigador también señaló en otra ocasión hasta qué punto las prácticas sepulcrales
moche habían sido sensiblemente las mismas desde la fase I hasta la fase V y de un extremo
al otro del territorio ocupado por comunidades moche.
Por otro lado, los restos óseos recuperados en las excavaciones de sepulturas han
permitido al antropólogo físico John W. Verano proceder a análisis osteológicos para deter-
minar las características fisiológicas y biológicas y las patologías de los individuos fallecidos,
o también para evaluar la composición demográfica14 de los cementerios excavados, parti -
cularmente en Pacatnamú, en Sipán, en San José de Moro y en L'l Mina (cf. Verano 1990,
1991, 1992, 1994a y 1994b).
Es de esperar en el estudio de las prácticas mortuorias de los Moche, que algunos des-
cubrimientos de envergadura, tan espectaculares o complejos como los realiz.ados en Sipán y
en San José de Moro, tengan lugar en el curso de los próximos años parn venir a corroborar
los esquemas sobre los modos funerarios moche ya expuestos por los espccialist2s. Uno de los
aspectos más importantes de esllis prácticas que amerillirá consideración será el tratamiento e
inhumación de las personas sacrificadas, un fenómeno ligado a veces al entierro con gran pompa
de un personaje importante en una comunidad moche dada (cf. Arsenault 1994).
12 Los restos estaban ubicados en un ataúd de madera, que era depositado en un tumba de ladrillos de
adobe, espacioso y provisto de nichos para las ofrendas, al interior de una huaca; en los casos más
elaborados, el muerto era rodeado de múl tiples ofrendas (cerámica, objetos metálicos, textiles, ali-
mentos, etc.) y acompañado de animales y humanos, si n duda sacrificados para esta ocasión.
13 El cuerpo era envuelto únicamente en un lienzo de algodón e inhumado en una simple fosa profunda
en el mismo suelo, ya sea bajo una habitación doméstica, o fuera de los lugares habitables y culti-
vables, al margen de las zonas desérticas. En ciertos casos, se excavaba la fosa sepulcral hasta una
profundidad de cuatro metros. Las ofrendas, si habían, consistían generalmente en algunos recipientes
de comida e instrumentos domésticos (utensilios, material de costura, aparejos para la pesca).
14 En este último caso, la aplicación de nuevos métodos de análisis en biología molecular, que permiten
extraer el ADN de ínfimas cantidades de materias orgánicas de origen humano (cf. Bonnischen y
Schneider 1995), facilitará este trabajo de identificación de las relaci ones genéricas entre individuos
enterrados en un mismo lugar, o entre poblaciones de lugares diferentes . Por otro lado, la experiem,'ia
ya está en curso con el análisis de muestras tomadas de cadáveres exhumados en San José de Moro
(Donnan y Castillo 1994: 421).
Los estudios sobre los recursos naturales utilizados por los Moche
Otro tema de investigación abordado por ciertos especialistas de la arqueología moche
es el que concierne a las cuestiones de explotación, acumulación, almacenamiento, transfor-
mación o consumo de los recursos naturales, sean estos de origen local o extraterritorial. Por
ejemplo, en el campo alimentario, algunos investigadores han puesto en evidencia la gama
de productos vegetales cultivados en esta época (cf. Weir y Eling 1986: 157-158; también
Bonavia 1990b; Lumbreras 1981: 102; Powrsky 1979 y 1982: 178-181). También se ha
demostrado que para cultivar las tierras trabajables siwadas en las partes aluviales de los
valles y para aumentar el rendimiento de la producción agrícola, las comunidades mochica
habían desarrollado un ingenioso sistema de canalización que dirigía las aguas fluviales hacia
las zonas de cultivo y que regulaba el caudal de irrigación (Farrington 1977, 1978 y 1980;
Moselcy 1975b y 1982: 22), mientras que en ciertos valles donde el caudal del río era
insuficiente, se buscaba más bien recurrir a otros planos de agua, como los lagos (Eling
1986), y también a napas freáticas próximas a la superficie (Bolaños 1990: 49). Ciertos
trabajos han mostrado por otro lado que las comunidades moche desarrollaron muy tardía-
mente un sistema de distribución de los cultígenos y otros productos de consumo, ubicado
bajo un control administrativo organizado, que debía a la vez permitir la acumulación
centralizada de excedente y responder a las necesidades de más de una comunidad15 (cf. Anders
1981 ; Bawden 1982a y 1993; Shimada y Shirnada 1981).
La domesticación y el tratamiento dado por los Moche a ciertas especies animales,
con el objeto de consumir la carne o de utilizar ciertos componentes (lana, cuero, huesos,
plumas, etc.), igualmente han sido materia de eswdio por parte de ciertos especialistas (cf.
Cardoza 1990; Pozorsky 1979: 175 y 1982: 180-181; Shimada y Shimada 1985). En el caso
del perro moche (cf. Cordy-Collins 1994), animal doméstico a veces utiliz.ado por los dignatarios
para la caza, es difícil decir si su carne era consumida (cf. sin embargo Shimada y Shimada
1981: 38). Por el contrario se ha probado que el conejillo de indias y la llama formaban parte
de la dieta de los Moche16 (Pozorsky 1979); la llama constituía circunstancialmente un medio
eficaz de transporte de mercaderías (Shimada y Shimada 1985).
realizar estudios profundos sobre el tema. Al menos podemos remitir a los lectores a los autores
siguientes: Sheila Pozorski (1979 y 1982) y Melody Shimada 1988; cf. también Sandweiss (1988);
Shimada y Shimada 1981 ; Ravines 1978; Gálvez, Castañeda y Becerra (1991).
17 Se debe a exploradores europeos, uno británico, T.H. Hutchison (Kubler 1948), y el otro francés, el
capitán Barreyre (Faublée 1954: 149), el descubrimiento, a finales de los años 1860 y comienzos de
los años 1870, de numerosos objetos de manufactura moche, de los cuales algunos representan efigies
de prisioneros, en madera o en tierra cocida, en las islas guaneras ubicadas a lo largo de la costa
peruana. Según Kubler (1948) quien consultó numerosos escritos redactados por 1-lutchison, algunos
de estos objetos provendrían no solamente de las islas Macabí, sino también de las islas Los Lobos,
visibles desde lo ancho del valle de Lambayeque, de las islas Cañete, ubicadas frente al valle de Virú
y, lo que es más sorprendente y problemático, de las islas Chincha, ubicadas cerca de la península
de Paracas, a lo ancho de las costas meridionales peruanas, por tanto, a algunos kilómetros al sur del
territorio moche. Ahora bien, Wolfgang Haberland (1958), después de haber comparado diversos
documentos (fotografías, certificados) conservados en el Museum für Volkerkunde de Hamburgo y
a los cuales Kutscher no pudo tener acceso, piensa más bien que los objetos en cuestión provendrían
únicamente de las islas Macabí, o cuando menos de las islas guaneras (Macabí, Los Lobos y Cañete)
de esta región septentrional. Esta hipótesis me parece plausible, tanto más porque, en mi conocimien-
to, nunca se buscó confirmar por otros estudios de campo, la presencia moche en las islas guaneras
meridionales, las de Chincha en particular; es decir, no existe actualmente ningún testimonio arqueo-
lógico que permitiría acreditar, con fuertes argumentos, las tesis de una ocupación o de una frecuentación
de las islas guaneras meridionales del Perú por los Moche. Sin embargo, aún hoy en día, los arqueólogos
continúan tomando por hecho que los Moche explotaban ahí los recursos naturales y también prac-
ticaban sacrificios y otras formas de ritos (cf. por ejemplo, Jiménez Borja 1989: 26, 36-38; Shimada
1987 : 135). Shimada (1987: 136) propone también la hipótesis de que los Moche disponían de una
verdadera fuerza naval para controlar las islas guaneras, pero este arqueólogo no da ningún argumento
sólido para sostener su proposición.
18 Para conocer la serie de indicios materiales que se utilizan acerca de este tema en arqueología, cf.
Cameiro 1981: 52-54; Demarest 1992; Earle 1991; Gailey y Patterson 1987: 8; Grave y Gillespie
1992: 18; Kristiansen 1991 ; Montmollin 1989; Patterson 1992: 12-13; Yoffee 1993: 69-74.
19 Para un excelente resumen de los modelos de organización sociopolítica propues tos por los especia-
listas de los Moche, cf. Shimada 1994.
20 Según Donnan (1990c: 20), las comunicaciones parecen haber sido más dificiles de mantener entre
las partes norte y sur del territorio moche en razón de la presencia de la Pampa de Paiján. Esta wna
desértica de aproximadamente 60 Km. de largo, situada entre los valles de Jequetepeque y de Chicama,
ha podido en efecto consti tuir una barrera natural más difícil de franquear. Pero uno se puede
preg untar seriamente para saber si sólo obligaciones de este tipo pueden explicar las variaciones
es tilísticas, tanto a nivel arquitectónico provisto de dos regiones en cuestión y que sugieren igualmen-
te la autonomía sociopolítica relativa de la región norte en relación con la del sur (Bawden 1994b;
Castillo y Donnan 1994; Shimada 1994).
Una mejor comprensión de la historia moche desde sus orígenes, de los acontecimien-
tos que han puntualizado el curso y los procesos de cambio social, político, económico e
ideológico que la han caracterizado, pasa necesariamente por la determinación de un marco
cronológico válido región por región. Desde hace poco, ciertos arqueólogos han resaltado los
problemas encontrados para hacer concordar los datos que ellos recogen en los sitios con la
división cronológica existente, que está basada principalmente en la seriación cerámica pro-
puesta por Rafael Larca Hoyle (1948) y enriquecida o validada a continuación por otros
investigadores (e.g. Donnan 1976 y 1979; Donnan 1990b; Klein 1967; Menzel 1977; Strong
y Evans 1952). En efecto, ha aparecido en el hilo de los descubrimientos que la seriación de
la cerámica de uso ceremonial propuesta por Larco Hoyle no podía ser aplicada en todas
partes con el mismo éxito que al interior del territorio moche, y particularmente en ciertas
regiones de la parte septentrional, y que se hacía urgente discutir de manera crítica la variabilidad
de lo que aparecía antes como una homogeneidad del estilo en la cultura material moche (e.g.
Canziani A., Uceda y Mujica B. 1994: 497-499; Castillo y Donnan 1994; Shimada 1994). En
efecto, corno los autores aquí designados, conviene pues mantener una aproximación crítica
frente a la variabilidad observada en las formas y decoraciones cerámicas moche de una
región a la otra del territorio. También habrá que entenderse en el futuro para explicitar y
uniformizar el marco cronológico al cual se hace referencia cuando se abordan cuestiones de
orden diacrónico (acontecimientos, procesos, episodios, etc.). Naturalmente, toda esta voluntad
de pulir el corte cronológico no podrá realizarse sino con un mejor control estratigráfico en
el momento de las excavaciones, determinando mejor las fases de desarrollo arquitectónico
perceptibles en la arquitectura monumental de cada uno de los sitios estudiados, identificando
un mayor número de talleres de producción (cerámica u otro) en cada valle en estudio y
evaluando más escrupulosamente su contenido, y obteniendo más muestras con el fin de
efectuar medidas de datación con métodos siempre más perfeccionados (dendrocronología,
datación por el método del carbono 14 para acelerar las partículas - AMS -, datación por
luminiscencia óptica, etc.). 21
Conclusión
Como he intentado bosquejar en este artículo y en el que lo precedía (Arsenault 1995),
los estudios realizados desde 1970 en arqueología e iconografía moche, cada uno a su
manera, han removido las ideas que hasta muy recientemente se tenían de los Moche y han
obligado a los investigadores a revisar ciertas interpretaciones conocidas a propósito de la
21 A pesar de la cantidad de sitios excavados, hoy en día existen solamente pocas fechas determinadas
por el Carbono 14 (cf. Ravines 1982: 156-158; Shimada 1990a: 223; Topic 1982: 256; Watson 1986;
en cambio, para dataciones propuestas recientemente, cf. Alva 1988: 524-525; Shimada 1985: 363,
16.2, 1990b: 372-379, y 1994; Uceda C., Morales G., Canziani A y Montoya V. 1994: 291, nota 1).
vida social y cultural y del desarrollo histórico de las comunidades moche del Perú. Es
suficiente recordar aquí que ahora sabemos un poco mejor cuáles eran los territorios ocupa-
dos por las comunidades moche, de qué manera las elites podían ejercer su autoridad, cuál
pudo ser la extensión de la esfera de influencia en ciertas porciones de la costa norte, cómo
se alimentaban los Moche o también cómo trataban a sus muertos y de qué manera se
organizaba el trabajo fuera de los contextos domésticos.
Pero miles y miles de documentos quedan aún por explotar; hay otros que conviene
continuar sacando a la luz de acuerdo a un procedimiento científico22 , con el fin de disponer
de datos que serán cuidadosamente tratados y puestos en correlación. En realidad, muchas
preguntas quedan en suspenso o han aflorado apenas, mientras que las ideas recibidas son
actualmente puestas en cuestión. Hay que esperar que los miembros de la comunidad cien-
tífica, arqueólogos e iconólogos como antropólogos físicos y conservadores, que se inclinan
actualmente por el fenómeno moche continúen ajustando los lazos que los unen y colabo-
rando estrechamente en la difusión e intercambio de informaciones. El coloquio internacional
sobre los Moche realizado en Trujillo en abril de 1993 (cf. Uceda y Mujica Eds. 1994) ha
sido ya un paso en buena dirección que debe repetirse con regularidad en el futuro. Es en tal
contexto de estímulo intelectual que se llegará a sacar a la luz las diferentes facetas de la rica
historia de los Moche con mucho más éxito.
Daniel Arsenault,
CELAT, Facultad de Letras,
Universidad Lava!, Québec
GIK 7P4 Canadá
22 Por ejemplo, ciertos valles y quebradas del territorio moche han sido investigados por los arqueólogos
de manera mucho menos intensiva que otros. Por ejemplo, los valles de Zaña, de Chaó y de Casma
no han recibido aún la suficiente atención que merecen, pero a lo mejor las condiciones de preservación
son allí más difíciles que en otra parte (cf. Conklin y Moseley 1988: 148) y los vestigios arquitectónicos
menos importantes en número y calidad (cf. Shimada y Shimada 1992: 19).
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el que corresponde al quechua de Cañari (Ecua- en castellano, se oponen, o les resulta "fastidioso",
dor), Bolivia o Argentina, donde ambas formas al- el uso de grafías como la 'x' y prefieren la 'j' .
ternan. Quizás podrían derivarse consecuencias Taylor aplica esos cambios en textos destinados a
generales de estas mutaciones del chachapoyano. la divulgación entre la población local. También
En dialectos aislados o en extinción, determinadas nos señala ca~os como el de la grafía 'tr' para la
evoluciones fonéticas (síncopas) tenderían a con- africada retroíleja. Esta grafía "oficial" no cuenta
solidarse; evoluciones que en otros dialectos per- con aceptación por parte de los hablantes y es por
manecen circunscritas a fenómenos del habla rá- ello que se prefiere escribir 't' . Un cuarto criterio
pida o alternan con las formas conservadas. sería aquel en el que "predominan la~ preocupa-
El anterior estudio encuentra su complemento ciones pedagógicas y el concepto de la necesaria
en "La descripción sucinta de la morfología del unidad de base de la lengua quechua sobre todo
quechua chachapoyano" que aparece como el cuando se trata de un dialecto de gran difusión (nota
documento quinto acompañado de un cuento so- 7)". Sobre esta última consideración no se men-
bre el oso. Asimismo otras narraciones en el mismo cionan propuestas.
dialecto se ofrecen en el último documento . La forma en que se abordan los problemas de
En el segundo documento, "Breve presenta- la representación gráfica es una prueba de la se-
ción de la morfología del quechua de Ferreñafe", riedad científica del estudio y de la ílexibilidad de
se realiza un tratamiento similar al chachapoyano criterios, tan necesaria en situaciones donde son
en la búsqueda de una representación adecuada del muy frecuentes los empecinamientos caprichosos.
sistema fonológico; aunque de un dialecto en una Son, además, como se decía, un requisito para tratar
situación muy diferente en cuanto a su vigencia so bre la fonología del dialecto en cuestión y,
como lengua. Si bien no se menciona en el docu- consecuentemente, de la morfología.
mento, sabemos, por comunicación personal con De particular interés, resulta la descripción
el autor, que es un dialecto hablado por un grupo morfológica del dialecto quechua de Ferreñafe. La
poblacional significativo, con un sector importan- cla~ificación morfológica que nos propone es bas-
te de población femenina monolingüe: reciente- tan te simple: verbos, tiempo s, postverbo s
mente, hemos tenido oportunidad de conocer que (morfemas de orientación, a~pectuales, imperati-
allí se desarrollan programas de educación bilin- vo, optativo, admonestativo. irreal, gerundio),
güe intercultural . En este segundo documento, el deverbales, nominales, denominales y panículas.
objetivo principal es la morfología del ferreñafano, El estudio analiza minuciosamente los morfemas
para ello, se hizo también necesario dar una breve particulares al dialecto, así como otros que, si bien
reseña sobre su sistema fonológico. Encontramos son compartidos con otros dialectos quechuas, no
que para la representación de los hispanismos se han sido hasta ahora analizados con precisión.
han incluido las grafías 'e' 'o' además de la 'b', 'd', También son sugerentes algunos avances, de tra-
'g', 'f', y sorprendentemente, la 'v' para repre- bajos en realización, que el autor nos plantea: "El
sentar a la bilabial fricativa 6. Por nuestra parte, análisis comparativo de los dialectos quechuas
consideramos que siendo una variación alofónica muestra que probablemente el protoquechua dis-
propia del castellano, es interesante el consignar tinguía dos morfemas aspectuales: un dinámico
su presencia en los hispanismos incorporados al */-ri-/ y un estático */-ya-/ que, combinados con
quechua, aun cuando guardemos reservas en cuanto los morfemas de orientación que acabamos de es-
a su inclusión en el sistema fonológico. Sin em- tudiar, constituían la base para la composición de
bargo, el mismo autor nos señala que ésta es una la mayoría de los morfema~-modificadores de raíz
solución provisoria a fin de representar dicha va- verbal. En composición, */-ri-/ se reduce a /-r-/ y
riación. */-ya-/ a /-y-/. No entraremos aquí en los detalles
Sobre los distintos sistemas gráficos aún que- de esta hipótesis que será el tema de otro artículo
da mucho que discutir, y sigue siendo un tema es- pero es útil considerarla como un punto de referen-
pecialmente candente y controversia) para un a cia para el estudio de las formas actuales" (p.64).
lengua como el quechua que carece de una escri- El tercer documento, "Los dialectos quechuas
tura normada. Además de los dos criterios de es- de Yauyos", versa sobre la compleja situ ación
critura anteriormente mencionados (fonología dialectal que se da en esta zona: "Rasgos arcaicos,
glo bal y etimológica por un lado, y representación la influencia de la lengua general, que predominó
fiel del dialecto hablado, porotro) Taylor trata sobre durante mucho tiempo en esa~ regiones ele frontera
una tercera grafía que ll ama "popular". Los dialectal, y el con lacto interdialectal que, sobre todo
hablantes, que han sido alfabetizados previamente en el caso de Yauyos, modificó las característi cas
corresponde a los siglos XVI y XVill pero no al en productos alimenticios y en textiles ordinarios,
XVII . Es más, "el objetivo de este [libro] será mientras que el tráfico con Filipinas lo abastecía
mostrar cómo las relaciones entre los mercaderes de sedas y lienzos. Agregaba que lodo esto podría
de Lima y Sevilla desembocaron en una abierta ser la ruina del comercio con España y de su do-
rivalidad en la primera mitad del siglo XVII. Y de minio sobre las colonias" (p.20).
ser así, una de las explicaciones más frecuentes de ¿Realmente esto fue así? Es decir, ¿los gran-
por qué se mantuvo el imperio español en Améri- des comerciantes asentados en el Perú fueron
ca debería ser reformulada y enfocada bajo una autosuficientes en medida tal que vivían casi des-
nueva óptica" (p.12). ligados de España? ¿Esto nos debe llevar a enfo-
Como "tipo ideal" a estudiar (siguiendo la es- car "bajo una nueva óptica" el dominio de España
tela de los siempre interesantes trabajos de James sobre América?
Lockhart) la autora decidió escoger el caso del fa- Vayamos por partes. Hay varios hechos seña-
moso banquero Juan de la Cueva. Estudia sus ac- lados por la autora, cruciales para el fortalecimiento
tividades comerciales entre 1608 y 1635, y nos de los "peruleros". Como sabemos, hubo un pro-
advierte que "el espectro de actividades de este ceso inílacionario en Europa en el siglo XVI . Esto
célebre banquero es tan amplio que sobrepasa los hizo que se necesitara más metálico. Por otro lado,
límites de este estudio" (p.13). Juan de la Cueva el valor de la plata en Sevilla disminuyó durante
le servirá para mostrar "cómo las estrategias mer- todo el siglo XVI (p.36). Ahora bien, este proble-
cantiles de los comerciantes de Lima se transfor- ma recién se sentiría en el siglo XVII cuando, según
maron en una amenaza seria para los intereses de la autora, la producción de plata, que siempre au-
los mercaderes agrupados en el Consulado de mentaba y ocultaba este problema, comenzó a dis-
Sevilla" (p.13) minuir (loc.cit). Por ello, los comerciantes se vieron
En la primera parte del libro se brinda un bre- con menos dinero que antes. Se recurre al crédito,
ve resumen de la situación comercial en el Perú generando, a la larga, deudas, falta de liquidez y
del siglo XVII, telón de fondo para entender las quiebras. Mientras, el mercado peruano se
actividades de Cueva. El relato se centra en lo su- sobresaturaba de productos extranjeros de lujo.
cedido con la producción de plata en el Perú co- ¿Cuál fue la consecuencia de esto? "Dentro de
lonial pues, como nos lo recuerda la autora, las este panorama, sólo los que tenían las mejores re-
"exportaciones americanas ( ... ) fueron cubiertas laciones comerciales pudieron sobrevivir y el gran
casi exclusivamente con plata" (p.20). Retoma lo comercio comenzó a quedar, de esta manera, en
dicho por autores como Chaunu y Assadourian, y pocas manos" (p.38). Fue así como aparece el
nos dice que la gran crisis minera en el Perú se da Tribunal del Consulado en Lima, institución que
después de 1650. Y que el descenso de las expor- defendía los intereses comerciales de los grandes
taciones de plata a la península antes de esta fecha mercaderes. Mientras, los comerciantes comenza-
se debió más bien a otros factores: 1) la plata ron a div ersificar sus actividades pero, a la vez, a
comenzó a circular más al interior del virreinato restringir el acceso de otros miembros al sector
del Perú, y 2) España comenzó a perder el control exportador (p.39). Poco a poco se va creando un
del comercio trasatlántico. Ello originó que gran- sector "monopólico" en el mismo virreinato. Por
des remesas de metal no llegaran a España, termi- ello, cuando se sintieron fuertes, decidieron aca-
nando en manos de otras potencias. bar con los intermediarios. Es decir, llegaron in-
Y esto se debió no sólo a que el contrabando cluso a ir a la propia España a negociar sus pro-
y el accionar de los piratas fuese una constante en ductos, pasando por encima del influyente pero
estos años, sino por algo más profundo: la econo- ahora débil Consulado de Sevilla.
mía peruana (a pesar de todos los obstáculos) se A pesar de las oposiciones a la creación del
había diversificado, a tal punto que era casi autosu- Consulado en Lima, éste se convirtió en el instru-
ficiente (p.20). Esto surgió porque España no les pudo mento oficial mediante el cual los grandes merca-
proporcionar a sus colonias todos lo productos que deres regulaban cuestiones como la cantidad de
necesitaban (y de haberlo podido hacer, más bara- mercadería a ingresar al país, cuándo debían partir
to resultaba elaborarlos en las mismas Indias o, las ílotas a México o Panamá, y la manera de
incluso, comprarlos a ingleses u holandeses). obtener valiosos contactos e información (mediante
Por todo ello, en 1590, "el virrey Cañete ad- los cuales sus miembros podían conseguir gran-
vertía al rey que el Perú estaba habitado por es- des beneficios monetarios). Y es que, a pesar de
pañoles nacidos en la colonia y sin vinculaciones todas las oposiciones, bastaba que el Rey revisara
con España, que era virtualmente autosuficiente "los libros de aduana en los cuales se podía ver
comunidad de Huaquirca, situada en el valle y entre ciclo agrario y los rituales celebrados. La
provincia de Antabamba, departamento de etnografía se inicia con la estación seca y se presen-
Apurúnac, sur peruano. Su investigación es pro- tan los rituales que tienen lugar durante este perío-
ducto de dieciocho meses de trabajo de campo que do: celebración de Fiestas Patrias, fiestas religiosas
realizara entre 1981 y 1983 por lo cual, y como él como la de Santiago, la Virgen de la Asunción,
mismo admite, ha de a.11ticiparse que hayan ocurri- Santa Rosa y ceremonias con motivo del retechado
do serias transformaciones en estos últimos doce de las casas y de la limpieza de los canales de riego.
años. Este estudio sirvió de base para su tesis Luego continúa con la época de siembra (donde se
doctoral en el London School of Econornics. Parte insertan descripciones sobre el sistema de riego
de los primeros capítulos fueron ya publicados en el junto con el tema de la muerte y de la vida después
libro de Deborah Poole y C. Paponet titulado Urvuly de la muerte). Más tarde se describe la Fiesta de
Order (1994, Westview Press) y en otras revistas todos los Santos y la Navidad junto a otras activida-
académicas como American Ethnologisl y des agrarias que corresponden a este período y
Comparative Studies of Society and History. finalmente presenta el tiempo de carnaval junto con
El autor centra su atención en el estudio de dos la cosecha. Al terminar la presentación del ciclo
aspectos del ciclo agrario en Huaquirca: trabajo y agrario Gose intenta ligarlo a una comprensión
ritual. Gose define rituales como actos reguladores estructural de la sociedad rural andina que descri-
de las prácticas sociales. Como él mismo afirma, biera en los dos primeros capítulos (p. 225).
utiliza el ritual para describir nociones culturales La descripción de diversas actividades (cele-
que informan la economía política del campesinado bración de las fiestas, sistemas de irrigación, prepa-
andino. Desde un primer momento se refiere a los ración de chicha, etc.) es bastante rica al igual que
residentes de Huaquircacomo campesinos y funda- el análisis en tomo a conceptos de la cosmología
menta esta defmición en términos de las actividades andina desde una perspectiva más estructuralista.
quedesempeñany en términos de lo que él denomi- Sin embargo, este análisis de categorías podría
na "valor cultural". Así, a pesar de su intento de correr el riesgo de presentar una visión bastante
integrar lo simbólico dentro de lo económico y lo estática y un tanto exotizante de las prácticas de los
político, ambas esferas están siempre separadas en residentes de Huaquirca. Creemos no obstante, que
su narrativa. De todos modos, para un antropólogo Gose no llega a exagerar este análisis y por lo tanto
de la perspectiva de economía política, este intento su reflexión es útil. Esta podría haber incorporado
de incorporación de los aspectos culturales consti- las voces de los propios comuneros, y otros habitantes
tuye ya un avance importante (Ortner 1994; del lugar para así sentir que se trata de un relato más
Roseberry 1989). vivo y convincente. Hubiera sido interesante ade-
El libro está organizado en ocho capítulos que más profundizar sus análisis de género para entender
van de una discusión teórica sobre rituales y rela- mejor el rol de hombres y mujeres en las prácticas
ciones de producción y otra sobre nociones de clase laborales y rituales del ciclo agrario.
y etnicidad, ésta última en torno al concepto de Este es un libro fácil de leer, con fotos, mapas y
indianidad (lndianness). En el capítulo 2 describe esquemas gráficos que contribuyen aexponerclara-
el marco geopolítico de la comunidad como tal y mente los temas que trata. Este trabajo será de gran
como distrito y trata de enmarcar las relaciones so- utilidad para científicos sociales, historiadores, arqueó-
ciales dentro de este contexto. Este es un punto bas- logos de los Andes y también para los interesados en
tante innovador que, sin embargo, podría haber pro- temas de rituales y ciclos agrarios en otras culturas.
fundizado. Gose dedica más tiempo a hacer
etnografía de los espacios y mucho menos a la mane- Patricia Mathews .'fo/azar
ra cómo sus habitantes se insertan dentro de dicho
contexto. Cuando habla de los residentes se refiere
a categorías de personas definidas por actividad, o REFERENCIAS
por etnicidad. No hay ningún intento de individua-
lizar o presentar en forma más activa las voces de ORTNER, Sherry
los propios individuos que componen esa sociedad. 1994 ''Theory in Antropology Since The
En cuanto al análisis de estas relaciones, sin embar- Sixties", in: Culture, Power and
go, presenta un convincente panorama sobre las History, A Reader in Contemporary
tensiones de clase entre campesinos y gamonales. Social Theory, N. Dirks, G. Eley y
En los capítulos siguientes, Gose se dedica al Sherry Ortner (Eds.), Princeton
estudio de diferentes rituales, haciendo un paralelo University Press, pp. 372-403.
buena medida en sus anteriores hipótesis sobre este de fuentes y organizar los datos a la luz de
punto. las nuevas tendencias iluministas de la
Con el tiempo, sin embargo, la variante época.
"Chinchaysuyo" fue restringiendo su espacio
taxonómico hasta coincidir con el grueso del lla- * La descripción lingüística del S. XVIII se
mado Quechua I, quedando fuera algunas caracte- orienta hacia la simplificación didáctica tanto
rísticas propias de éste. como a marcar diferencias dialectales más
profundas que las clásicas divisiones duales
Como se ve, el artículo se pretende una histo-
de los estudios anteriores. Diríase que los
ria de la dialectología y una premisa de historia
quechuistas de dieciocho han perdido ya el
regional. La conclusiones son plausibles; pero
impacto de lo extraño en las lenguas ameri-
quedan en duda algunos aspectos de metodología
canas; pero han ganado en precisión, clari-
cuantitativa, de los cuales se podrá opinar cuando
dad y profundidad.
se tengan -si es que se publican- las listas y las
funciones de distribución lexemática que el autor
tuvo que haber empleado para concluir su hi- Esta última conclusión tiene importancia
pótesis. epis temológica: aproximadamente así se desarro -
El artículo de Julio Calvo, Noticias y aporta- llan los estudios de los fenómenos sociales.
ciones lingüísticas sobre el quechua del S. XVIII, El artículo de Godenzzi, Discursos y actos de
tiene por objeto describir algunas líneas de la la rebelión anticolonial, nos sitúa en otras coor-
lingüística quechua del S. XVIII . Para este fin denadas: las características pragmáticas de la do-
propone una hipótesis: la quechuística no decayó cumenta panfletaria producida por la insurrección
en los setecientos como erróneamente se repite, de Tupac Amaru.
haciendo comparaciones entre la obra cimera del ¿Cuál es el panorama sociolingüístico del S.
dominico Santo Tomás y los jesuitas del sur con XVIII? Godenzzi propone algunas características:
las obras menores y los sermonarios septingintos. La sociedad de entonces era diglósica. Mien-
De hecho, rescata al tardío Hervás, autor de una tras el quechua popular se hacía en la privacidad
temprana y consistentísima dialectología del espa- del ayllu y el "quechua culto" se desarrollaba en
cio colonial peruano. los púlpitos y los autos sac,amentales, los memo-
Pero el eje del artículo es una comparación de riales de caciques se redactaban en castellano de
tres textos sobre gramática quechua (el manuscri- "esc'firura impecablemente occidental". La razón
to de Antonio Ricardo, el anónimo de Praga y el que sugiere Godenzzi para explicar por qué los ca-
opúsculo de Nieto Polo en el que describe el ciques no usaban de su lengua materna es la ausen-
quechua de Quito). Son varias las conclusiones del cia de tradición escrita popular (que no culta o
lingüista valenciano; pero las más saltantes se eclesiástica) y el status marginal de las lenguas
sugieren en lo siguiente: aborígenes. Propongo a mi maestro una razón
adicional que explique esta conducta: el trámite
documentario es una institución burocrática occi-
* El manuscrito de Praga es posterior a 1600
dental. Si los clérigos lograron traducir oraciones
(propuesta de fechado de Kaspar Oldrich),
y catecismos, no hicieron otro tanto los adminis-
y se ubica en el segundo tercio del S. XVIll. tradores gubernamentales. A la diglosia evidente
Una casi evidencia está en la ortografía de se añadiría entonces una característica adicional:
la sibilante palatal, <sh>, usada en este
una suerte de especialización no sólo diastrática
incunable. sino también diafásica. El otro detalle es que los
insurrectos podían confiar a la tradición oral la
* Nieto redactó su gramática del ecuatoriano propaganda de su causa entre los indios; pero ya
siguiendo fuentes (el texto de Antonio Ri- no entre los burócratas intermedios y altos de la
cardo, centrado en el cuzqueño, y en el ma- administración colonial. Sin embargo, eso no es
nuscrito de Praga, una simplificación del todo. A contraprueba de lo que digo se puede pro-
anterior). De este modo, las modificaciones poner que la correspondencia entre los jefes
a las fuentes se explican no sólo por la épo- sediciosos se redactaba también en castellano.
ca en la que la gramática de Nieto fue escri- Ahora bien, otro detalle importante, típicamente
ta, sino por un cotejamiento de variedades, diglósico, es la cuestión del lenguaje "culto". Los
puesto que se tuvo que espigar información caciques insurrectos y sus familiares aprendieron a
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mada y la procedencia. La colección Poli Bianchi una doble filiación: por un lado, con el pasado de
cuenta con valiosas y artísticas piezas que abarcan la conquista y colonización que jerarquiza y autoriza
un amplio período cultural: desde las primeras históricamente la empresa; por otro, con el futuro
sociedades agrícolas de la costa norte y surperuana, a través de la actualización de ese pasado en función
o las primeras sociedades organizadas del territorio de un proyecto político, económico, social y cul-
meridional de los Andes, hasta las culturas locales tural que hacia fines del siglo pasado empezaba a
y regionales consolidadas por las innovaciones tomar forma en la Argentina, es decir, la cons-
tecnológicas y la expansión demográfica (Vicús, trucción del Estado-Nación.
Moche, Lima, Nasca y las la Sierra Central y del
Altiplano). Esta selección se cierra con piezas de BIB/17405
los primeros imperios andinos Tiahuanaco y Huari.
Dos apéndices finales sobre cerámica, metalurgia
y metalistería ofrecen un profundo análisis de las COLE, Peter; HERMON, Gabriela; MARTIN,
técnicas empleadas en los Andes precolombinos. Mario Daniel. Language in the Andes. University
of Delaware, Newark, 1994. 400 p.
BIB/17231
Ponencias de la Conferencia Internacional
"Lengua, Política lingüística y Educación en los
CALVO PEREZ, Julio. Introducción a la lengua Andes" organizada por el Programa de Estudios
y cultura quechuas. Universidad de Valencia, Latinoamericanos de la Universidad de Delaware
Valencia, 1995, 82 p. y realizada en 1991. Los trabajos han sido orga-
nizados en tomo a cuatro temas: sociolingüística
Primer título de la Colección "Acá para allá : (actitudes lingüísticas, bilingüismo y educación
lenguas y culturas amerindias" publicada por el bilingüe), sintaxis (descriptiva y teórica), fonología
Departamento de Teoría del Lenguaje de la uni- y enseñanza de lenguas andinas. Anna María
versidad valenciana. Este volumen revisa breve- Escobar, Nancy Homberger, Willem Adelaar,
mente algunas cuestiones culturales que sirven de Sabine Dcdenbach, Simon Van Der Kerke y
marco para una mejor aproximación a la lengua Rodolfo Cerrón Palomino, entre otros, examinan
quechua. Su ubicación, política y dialectología las realidades lingüísticas del quechua, el aymara
actual precede al repaso de su pragmática y gra- y el bilingüismo en Bolivia y Perú.
mática, tras lo cual se da cuenta también de su
literatura oral y escrita, pre y postcolombina. A BIB/17130
modo de síntesis se incluye el análisis de un texto
mínimo : un clásico texto mítico recogido en
Taucabamba (Cuzco) en 1963.
CORONADO, Florencio; MOLLOY, Demetrio .
BIB/17314 Musucc Testamento / Nuevo testamento. Pri-
mera versión católica en Quechua y Castellano.
Conferencia Episcopal Peruana, Editorial
CASTRO BOEOO, Emilio. Estudios sobre la Monterrico, 1994, 896 p.
navegación del Bermejo y la Colonización del
Chaco. Centro de Estudios Indígenas y Coloniales, Esta publicación representa dos versiones del nuevo
San Salvador de Jujuy, 1995. testamento: la versión castellana, hecha a partir del
griego, corresponde a José Cascant Ribelles y sus
Reedición de la obra publicada por única vez colaboradores del Seminario de Abancay; la del
en Buenos Aires en 1872, como resultado de una quechua pertenece a Coronado y Molloy con la
expedición organizada por la Compañía de Nave- colaboración de Doroteo Borda, del mismo se-
gación del Río Bermejo. El relato del padre Cas- minario. Los textos quechua y castellano aparecen
tro Boedo revela una época cuyos episodios prin- en columnas paralelas. No se da ninguna expli-
cipales hablan aún de conquistas y guerras con "el cación sobre el uso del alfabeto quechua, pero
indio", y muestra el hábil manejo de los recursos ciertamente no es el oficial utilizado en los textos
textuales que buscaban comprometer al lector de de educación bilingüe.
la época con los proyectos nacionales de expansión
y control territorial. La obra pretende establecer BIB/s.n.
BIB/17189
KONlG, Hans-Joachirn. En el camino hacia la
Nación : nacionalismo en el proceso de forma-
HURTADO SUAREZ, Wilfredo. Chicha pe- ción del Estado y de la Nación de la Nueva
ruana : música de los nuevos migrantes. Grupo Granada, 1759 a 1856. Banco de la República,
de Investigaciones Económicas ECO, Lima, 1995, Bogotá, 1994, 562 p.
222 p.
Examina las condiciones en que surge y las
Estudio etnográfico que analiza el complejo formas en que se manifiesta el nacionalismo en la
mundo de la música "chicha": encuentro de la Nueva Granada durante las diferentes etapas de la
melodía andina con la percusión afro-colombiana formación del Estado y de la nación: la formación
y las guitarras eléctricas que se complementa con de una conciencia colectiva e identidad
el baile como diversión de masas. Corriente neogranadina en las postrimerías de la época co-
musical, para algunos "horrible", es, para otros, lonial; la idea de patria, ciudadanía y la retórica
elemento que afirma una "identidad chola" de los política durante la primera organización estatal en
migrantes en el Perú, pues expresa la sensibilidad la época de la independencia; nacionalismo, mo-
y la realidad de centenares de miles de peruanos, dernización y desarrollo nacional a mediados del
no sólo de Lima sino también en las ciudades de siglo XIX. Para Konig, el nacionalismo surgió
los Andes y la selva. Para el autor, la música chicha como una respuesta a cambios estructurales en el
con su matriz andina es un fenómeno urbano que ámbito político del Estado y de la economía in-
corresponde a las grandes transformaciones del país fluidos tanto por factores internos como externos;
en los últimos treinta años. El texto incluye un como una reacción a un cambio social y regional
insuficiente (desmembramiento de la Gran Co- PREST A, Ana María (Ed. y comp.). Espacio,
lombia), así como una protesta contra el notorio etnías, frontera: atenuaciones política,¡ en el Sur
déficit de modernización que sufrió el país en del Tawantinsuyu. Ediciones ASUR, Sucre, 1995.
comparación con los estados europeos. 344p.