Tesis de Licenciatura LOS OFICIOS EN SAN

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES

DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA

“LOS OFICIOS EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS,


CHIAPAS, A TRAVÉS DE LA LENTE DE VICENTE KRAMSKY
(1960-1970).”

T E S I S
QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO
DE LICENCIADA EN HISTORIA
CON LÍNEA DE FORMACIÓN EN GESTIÓN DEL PATRIMONIO
CULTURAL
P R E S E N T A :
GABRIELA LEONOR TORRES FREYERMUTH

Director: Ariel Arnal

México, D.F. Enero de 2013


A la memoria de Vicente Kramsky, “el mago de la lente”.

ii
“Emprendo una tarea que comprende la difusión del estado de Chiapas. Una
actividad como una expresión del compromiso contraído con mi pueblo y
estado natal, tiende a la difusión de los valores y atractivos turísticos, tanto de
paisajes naturales como la creación del hombre y habitantes (antiguos) y sus
descendientes, para trasmitirle a los demás nativos y extranjeros que están
ávidos de conocer”.

Vicente Kramsky

iii
AGRADECIMIENTOS

Agradezco profundamente a mi asesor Ariel Arnal, quien con su conocimiento


del campo, y siempre con una sonrisa me apoyó y entusiasmó a lo largo de
esta investigación logrando que la realización de la tesis se convirtiera también
en algo placentero.

A mis lectores, Dra. Graciela de Garay y Dr. Alberto del Castillo, por haber
revisado este texto en incontables ocasiones y por sus acertadas
observaciones.

A la Mtra. Alicia Salmerón por ser una guía en estos cuatro años y medio, y
quien además de acompañarnos a lo largo de la licenciatura siempre tuvo el
entusiasmo para ayudarme en la investigación. También a la Dra. Lourdes
Roca, por asesorarme durante mi proyecto de tesis.

Expreso mi profundo agradecimiento a Francisca Espinosa, Emilia Kramsky y


Marina, quienes tuvieron la confianza para abrirme las puertas del “Archivo
Vicente Kramsky”, permitiéndome consultar ese rico acervo y utilizar algunas
de las fotografías para este documento. Gracias por su disposición y amistad.

Agradezco la generosidad de Justus Fenner, Jorge Paniagua, Víctor Esponda,


Francisca Espinosa, Carlos Martínez Zea y Jorge Molina, quienes a partir de su
memoria lograron la reconstrucción de la vida del fotógrafo y de la historia de
un oficio. Asimismo, el apoyo del personal de la Biblioteca del Instituto de
Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas, en especial a
María Elena Fernández-Galán.

Agradezco a la coordinadora de la Licenciatura en Historia del Instituto Mora,


Dra. Cecilia Noriega Elío, por su apoyo en este último año.

De igual forma mi agradecimiento para el personal de servicios escolares:


Aurea Castellanos, Lorena Navarro, Martha Rodríguez y Lucy Tirso por su
disposición y ayuda para realizar todos los trámites de titulación. Un profundo
agradecimiento al personal de la biblioteca Ernesto de la Torre Villar del
Instituto Mora:, Miguel Ángel Jurado, Pedro Esquivel, Irma Osorio, Germán

iv
Mejía y Fernando Alvarado por su extraordinaria disposición y amabilidad al
facilitarme la búsqueda de materiales y libros necesarios para la elaboración de
la tesis.

A mi amiga Alexandra Rodríguez Medina, compañera de estudios, por


apoyarme con su amistad, cariño y buen humor a lo largo de la licenciatura y
durante la elaboración de esta tesis.

A mis amigas y amigos: Mariana, Verónica, Priscila, Agustín, Rubén, Mauricio,


Rigoberto, Juan y Manuel, que tuvieron que escuchar el nombre de Vicente
Kramsky y los oficios en incontables ocasiones durante el último año y medio, y
a mis amigas de la infancia, quienes aún en la distancia están siempre
conmigo: Itzel, Viviana, Miriam y Ámbar.

Agradezco a mi familia, a mi hermana y mejor amiga Úrsula, quien además de


sugerirme el tema de estudio me apoyó a lo largo de la realización de esta
tesis, alentándome y asesorándome cuando me surgía alguna duda.

A mi hermano Alec por haber sido un referente positivo en mi vida, y a mi prima


Julieta, con quien compartí siempre mis inquietudes respecto a la tesis,
escuchándome y apoyándome con su sonrisa y afecto.

Agradezco enormemente a mi madre y a mi padre, por haberme apoyado a lo


largo de toda mi vida, tanto profesional como emocionalmente, y por leer con
entusiasmo cada línea de esta investigación, realizando comentarios para su
mejora.

A mi novio Thomas, por formar parte de mi vida demostrándome su amor


incondicional durante este período.

Por último, quiero expresar mi agradecimiento al Instituto de Investigaciones


Dr. José María Luis Mora por la formación académica que me ha brindado a lo
largo de los últimos cuatro años y medio.

v
Las dos partes de la tesis para optar por el título, de acuerdo con el programa
de Licenciatura en Historia del Instituto Mora son las siguientes:

I. Una disertación escrita inédita con la calidad de un artículo publicable en


una revista de investigación básica. Esta disertación deberá tener una
extensión mínima de 50 cuartillas a doble espacio, sin contar la
bibliografía ni, en su caso, los anexos (por otra parte, tampoco se espera
que exceda las 80 cuartillas)
II. La “traducción” o “conversión” de los conocimientos alcanzados a algún
lenguaje apropiado para la docencia, la divulgación o la gestión del
patrimonio, según la línea de formación cursada por el alumno.

vi
ÍNDICE

Lista de ilustraciones........................................................................................ viii


Presentación ...................................................................................................... 1
Introducción........................................................................................................ 5
1.- Introducción a la fotografía.......................................................................... 14
1.1.- Un vistazo a la fotografía nacional y regional ..................................................... 17
2.- Vicente Kramsky: Un fotógrafo local ........................................................... 23
3.- Una ciudad con olor a tierra ........................................................................ 32
3.1.- Los oficios, los barrios y la lente de Kramsky..................................................... 37
3.2.- Fotografiando los oficios ............................................................................................... 42
4.- La serie de los artesanos locales ................................................................ 45
5.- Un caso específico: La pirotecnia en el San Cristóbal de los años sesenta 52
5.1.- “Yo nací con el oficio de los pirotécnicos” La pirotecnia: una tradición
heredada ......................................................................................................................................... 53
5.2.- La “galera” ........................................................................................................................... 55
5.3 “Jugando con fuego” Elaboración ............................................................................... 58
“Todavía conservo las piedras donde se molía la pólvora” .............................. 60
5.4 ¡Tiempo de lanzar cohetes! ............................................................................................ 63
Conclusiones.................................................................................................... 65
Referencias y bibliografía ................................................................................. 68

vii
Lista de ilustraciones

Imagen 1. Familia Kramsky en “El Tívoli”………………………………….…......23


Imagen 2. Vicente Kramsky posando con su cámara…………………………...25
Imagen 3. Kramsky, V., Día de feria en el parque central……………………....28
Imagen 4. Vicente Kramsky sobre la iglesia de Santa Lucía…………………...31
Imagen 5. Kramsky, V., Calle Real de Guadalupe…………………………........32
Imagen 6. Kramsky, V., Hombre alfarero………………………………...…….....37
Imagen 7. Kramsky, V., Niña decorando cajas de madera…………………......39
Imagen 8. Kramsky, V., Hombre tallando cajitas de madera……………......….43
Imagen 9. Kramsky, V., Iglesia de mexicanos……………………………….......45
Imagen 10. Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera…………………..46
Imagen 11. Kramsky, V., Mujer Martínez envarillando cohetes……………..…47
Imagen 12. Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera…………………..48
Imagen 13. Kramsky, V., Pirotécnicos……………………..……………………...49
Imagen 14. Kramsky, V., Niño alfarero………………………………..…………..50
Imagen 15. Kramsky, V., Carlos Martínez Zea recogiendo carrizos…………...55
Imagen 16. Kramsky, V., Francisco Martínez López “haciendo ixtle”………....58
Imagen 17. Kramsky, V., Niño desconocido y Carlos Martínez Zea liando…...59
Imagen 18. Kramsky, V., Francisco Martínez López cargando el carrizo……..60
Imagen 19. Kramsky, V., José Martínez López cebando la bomba………..….61
Imagen 20. Kramsky, V., Familia Martínez Zea envarillando…….……..……...62
Imagen 21. Kramsky, V., Cohetes listos para su venta……………………........63

viii
Presentación

El presente trabajo surge como respuesta al primer acercamiento que tuve con
el Archivo Kramsky en el año 2011. Cuando conocí este acervo fotográfico me
encontré con una infinidad de negativos que me asombraron a primera vista:
desvelaban la arquitectura de la ciudad en los años sesenta, la sociedad, los
pueblos indígenas, las fiestas y los paisajes de Chiapas; fotografías que
recreaban un espacio y tiempo determinado.

Entre toda esa gama de imágenes descubrí material fotográfico que daba
cuenta de actividades sobre las que personalmente nunca había reflexionado:
eran las fotografías de hombres y mujeres que hace cinco décadas realizaban
oficios en cada barrio de la ciudad.

¿Quiénes eran aquellas personas? ¿Qué hacían? ¿Dónde aprendieron el


oficio? ¿A qué barrio pertenecían? Ante tales interrogantes y la sorpresa que
aquellas fotografías provocaron en mí, decidí tomar como tema de estudio a
Vicente Kramsky y a la serie fotográfica de los oficios en San Cristóbal de Las
Casas durante los años sesenta, específicamente el de la pirotecnia. La
finalidad era recuperar, a través de la historia visual, una tradición
prácticamente extinguida en esta ciudad, haciendo de esta manera una
representación del pasado de uno de los oficios practicados durante la
segunda mitad del siglo XX, y a la par, revisar la historia del fotógrafo detrás de
la lente. De igual manera me interesé en conocer cuál era el significado del ser
cohetero en ese periodo, y entender cómo una fotografía puede ser detonante
de la memoria y a partir de ello reconstruir una historia, la historia de este
oficio.

¿Por qué Vicente Kramsky, y por qué específicamente esta serie fotográfica?

Vicente Kramsky (1928-2010), originario de San Cristóbal de Las Casas fue,


durante la segunda mitad del siglo XX uno de los fotógrafos más importantes
de la ciudad. Desde muy joven se dedicó al arte de la fotografía, capturando a
lo largo de su vida alrededor de 50 mil imágenes en color y blanco y negro. Su
obra comprende desde fotografías de su ciudad natal, que logran recrear la

1
vida social y religiosa de San Cristóbal, hasta imágenes de las zonas naturales
y sitios arqueológicos del estado de Chiapas.

Siendo un fotógrafo autodidacta, las fotografías de Vicente Kramsky no sólo


lograron plasmar las bellezas naturales, la diversidad étnica, las costumbres,
las fiestas religiosas, los fenómenos sociales del estado, y los desastres
naturales que afectaron a la ciudad como las inundaciones y la caída de las
cenizas de la erupción del volcán Chichonal.

La obra de este fotógrafo nos permite también entender de qué forma él mismo
observaba los lugares y a la gente que retrataba, los momentos vividos. De
esta forma, a través de su trabajo fotográfico podemos obtener la visión del
mundo del artista. Las imágenes de Kramsky constituyen un testimonio
invaluable de cómo un hombre de su época veía la riqueza histórica y social de
Chiapas.

Sin embargo, entre todas las fotografías, la serie de los oficios sobresale y
adquiere importancia debido a que la práctica de la mayoría de estas
actividades ha desaparecido, y actualmente se sabe de ellas a través de pocos
testimonios de aquellos que las llevaban a cabo y desde luego, a partir de la
serie fotográfica que Kramsky realizó. Los oficios conformaron el quehacer
diario de una parte de la población y caracterizaban a cada barrio; es por ello
que a través de la historia oral y la historia visual se intentó rescatar este
pasado en gran parte desconocido hoy para la población local, especialmente
la historia del oficio de los coheteros del barrio de San Antonio.

Para el desarrollo del presente estudio, el trabajo ha sido dividido en cinco


apartados y una breve introducción.

La introducción tiene como objetivo dar a conocer al lector qué se ha escrito


sobre este tema, quiénes lo han abordado y de qué manera. Para ello se hace
un balance historiográfico de la historia de la fotografía en México y
particularmente en Chiapas; así como de San Cristóbal, los oficios y la
pirotecnia, igualmente se realizó una revisión documental sobre Vicente
Kramsky, así como las obras que dotan a este trabajo metodológicamente.

2
Por otra parte, se exponen las fuentes que se utilizaron para la elaboración de
la investigación: relato e imagen, así como el marco metodológico que se
empleó para abordarlas (historia oral e historia visual).

El primer apartado, titulado “Introducción a la fotografía” tiene como finalidad


mostrar la forma en la que el uso de la fotografía se ha modificado a través del
tiempo hasta convertirse en documento histórico. Dentro de este apartado
también se intenta introducir al lector al contexto de la fotografía nacional y
regional durante el siglo XX. Para ello se revisa someramente la labor de los
fotógrafos más representativos en México durante este periodo, así como de
las mujeres fotógrafas que se desempeñaron en San Cristóbal, a la par que
Kramsky, durante los años sesenta.

El segundo apartado: “Vicente Kramsky: un fotógrafo local”, pretende ser un


esbozo biógrafo del fotógrafo así como un análisis de su obra a partir de los
testimonios de su esposa Francisca Espinosa y de uno de sus mejores amigos,
el historiador Justus Fenner.

Posteriormente, “Una ciudad con olor a tierra” muestra el contexto general en el


que se elaboró la serie fotográfica de los artesanos locales que Kramsky
retrató, así como el espacio en donde se practicaban los oficios: el San
Cristóbal de los años sesenta. Al mismo tiempo se pretende mostrar por qué
Kramsky se interesó en fotografiar los oficios y cuál era su opinión de los
artesanos locales.

El cuarto y quinto apartado se centran en el análisis de las fotografías. Primero


se presenta una perspectiva general en base a tres oficios (pirotecnia,
elaboración de cajas de maderas y alfarería), para posteriormente elaborar un
análisis más profundo del oficio de la pirotecnia, enriqueciendo la historia visual
con la historia oral.

Es necesario aclarar que el objetivo de esta investigación no consistió


solamente en rescatar la historia de los oficios –especialmente el de la
pirotecnia- sino que trató de desarrollar una doble historia: por un lado, la de
un sector marginado de la población en aquella época, y por el otro, la del
fotógrafo que los retrató, para de esta forma recuperar del pasado a los

3
artesanos en San Cristóbal de Las Casas, y la figura de uno de los personajes
más reconocidos en el ámbito cultural de la ciudad, permitiéndoles entrar al
mundo de lo escrito de la historia.1

1
Burke, Historia, 2006, p. V.
2
Debroise, Olivier, Fuga mexicana un recorrido por la fotografía en México, Barcelona, Gustavo Gili,
4
Introducción

La fotografía en México ha sido abordada desde diferentes perspectivas.


Algunos autores abarcan la historia fotográfica a través de textos que analizan
la trayectoria de un conjunto de fotógrafos, y no de uno solo. Por ejemplo, Fuga
mexicana, un recorrido por la fotografía en México de Olivier Debroise, tiene
como objetivo presentar un estudio sobre la fotografía en nuestro país, desde
1840 hasta la última década del siglo XX.2 A través de este libro podemos
conocer quiénes son algunos de los fotógrafos mexicanos reconocidos
nacionalmente, sin embargo Vicente Kramsky no figura entre ellos. Es
necesario mencionar que Debroise fue el último autor que hizo el intento de
mostrar de manera panorámica el desarrollo de la práctica fotográfica en
nuestro país.

Otros investigadores han dedicado múltiples estudios de historia visual al


análisis y obra de un fotógrafo o un tema en particular. Tal es el caso de John
Mraz, quien realizó una investigación sobre uno de los fotógrafos más
representativos del siglo XX: Nacho López.3 De igual forma, Alberto del Castillo
Troncoso publicó un trabajo sobre el fotoperiodista Rodrigo Moya,4 quien a
través de su lente testimonió las protestas y rebeliones de maestros y
ferrocarrileros en el siglo XX, “construyendo una visión personal de su entorno
que permitió a los lectores de la época visualizar distintos aspectos de la
realidad nacional […] que clamaba un México moderno y monolítico”.5 Ariel
Arnal, por su parte, nos muestra el “tipo fotográfico zapatista” que la prensa
capitalina publicó entre los años 1910-1915 en su libro “Atila de tinta y plata”.6

De manera más específica, el estudio de la fotografía en Chiapas se desarrolla


a través de trabajos en los que se exponen imágenes que giran en torno a un
tema, ejemplo de ello es el libro Vidas Ceremoniales, editado por Casa de las
Imágenes.7 Esta obra tiene como objetivo mostrar las fotografías de José Ángel

2
Debroise, Olivier, Fuga mexicana un recorrido por la fotografía en México, Barcelona, Gustavo Gili,
2005.
3
Mraz, John, Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta, México, Océano,1999.
4
Del Castillo, Alberto, Rodrigo Moya, México, Círculo de Arte, 2006.
5
Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 10
6
Arnal, Ariel, Atila de tinta y plata, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010.
7
José Ángel Rodríguez Vidas ceremoniales, México, Casa de las Imágenes, 1991.

5
Rodríguez relacionadas con lo ceremonial: se hizo entonces una selección de
tomas de este fotógrafo y se presentó un libro puramente iconográfico, donde
la vida del artista, así como el análisis de las fotografías no figuran. De igual
forma, el libro de Gertrude Duby titulado Imágenes Lacandonas es uno de los
libros importantes sobre fotografía chiapaneca.8 En esta obra se menciona la
biografía de esta fotógrafa suiza y se exponen algunas de sus fotografías más
relevantes, mostrándonos los rostros de la población que habita la selva
lacandona.

En cuanto a San Cristóbal de Las Casas, la historia misma de la ciudad se ha


abordado desde siempre de la manera tradicional, dejando de lado fuentes de
gran utilidad como la fotografía. La mayoría de los libros de historia sobre esta
ciudad utilizan la imagen como mera ilustración o un auxiliar visual, rara vez
como objeto de estudio.

Se puede afirmar que la historia fotográfica, tanto de Chiapas como de San


Cristóbal, continúa siendo prácticamente inexplorada. Justus Fenner afirma en
su artículo “Bosquejo de la historia de la fotografía en San Cristóbal de las
Casas, Chiapas”,9 que “la historia fotográfica en este estado [Chiapas] sigue
estando virgen y a la espera de un investigador”.10 Bajo esta premisa, Fenner
elabora un artículo que pretende mostrar quiénes fueron los primeros
fotógrafos en llegar a la ciudad y de qué manera cada uno de ellos fue
contribuyendo a crear la historia fotográfica de San Cristóbal, Vicente Kramsky
es uno de los fotógrafos mencionados.

Por otra parte, los estudios historiográficos sobre San Cristóbal han sido
escasos. La mayoría de las obras históricas acerca de la ciudad corresponden
a la época colonial, y se puede afirmar que para el periodo a estudiar existen
pocos trabajos que realmente contribuyan a recuperar la memoria histórica;
entre ellos es necesario mencionar el libro de Andrés Aubry: San Cristóbal de
las Casas, su historia urbana, demográfica y monumental 1528-1990,11 el cual

8
Duby, Gertrude, Imágenes lacandonas, México, Chiapas, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes,
1999.
9
Fenner, Justus, “Bosquejo de la historia de la fotografía en San Cristóbal de las Casas, Chiapas” en La
ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, Tuxtla Gutiérrez, CONECULTA, 2007.
10
Fenner, “Bosquejo” , 2007, p. 95.
11
Aubry, Andrés, San Cristóbal de las Casas, su historia urbana, demográfica y monumental 1528-1990,
Chiapas, Fray Bartolomé de las Casas, 2008,

6
logra reconstruir la historia urbana de la ciudad a través de tres grandes
temas: la ciudad misma, su gente y el arte de sus monumentos. De igual forma,
el libro La ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, reúne una
serie de artículos de varios especialistas que pretenden analizar la ciudad
desde las ciencias sociales a través de distintos enfoques.12

En cuanto a la historia de los oficios en San Cristóbal, ésta ha sido recreada a


partir de la historia de los barrios. Entre las publicaciones que se ocupan del
tema, se encuentran las de Juan Pedro Viqueira, Jan de Vos13 y alguna
información sustraída de guías de viajeros. Esta historia se remite a la creación
de cada barrio, la mayoría fundados por indígenas de Guatemala y del centro
del país que arribaron con los conquistadores desde el siglo XVI. Algunos de
estos barrios fueron adoptando el nombre de los grupos indígenas que los
habitaron y desde tiempos coloniales comenzaron a crear entre ellos una
división del trabajo a partir de la práctica de diferentes oficios.

Puede decirse que todos los textos que se han escrito sobre los barrios de San
Cristóbal vinculan a éstos con el desarrollo de los oficios y sus artesanías:
desde su creación y su apogeo hasta su paulatina desaparición.

Teniendo en cuenta que esta investigación se centró específicamente en el


oficio de la pirotecnia, cabe mencionar que solamente se puede identificar un
trabajo que se ha realizado sobre el tema y que forma parte de la labor que
desarrolló la Universidad de Harvard en Chiapas durante los años setenta. El
artículo, titulado “The coheteros of San Cristobal” del autor Goldberg Harvey se
refiere a este oficio y menciona su origen en la familia Martínez. 14 Se tuvo
acceso a esta información a partir de un resumen que presenta el trabajo de
campo de la universidad, ya que el artículo no se encuentra en la ciudad de
San Cristóbal ni en las bibliotecas del país.

Por último, centrándonos en el fotógrafo a estudiar, podemos afirmar que no


existen libros que hagan referencia a Vicente Kramsky, sin embargo el artículo
que Justus Fenner elabora dedica un apartado a la importancia que Kramsky
12
Camacho, Dolores y Arturo Lomelí, La ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, Tuxtla
Gutiérrez, CONECULTA, 2007.
13
De Vos, Jan, San Cristóbal ciudad colonial, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986.
14
Apud. . Vogt, Evon Z, Fieldwork among the maya, Reflections on the Harvard Chiapas Project,
University of New Mexico press, Albuquerque 1994.

7
tuvo para la sociedad de San Cristóbal, “por haber contribuido, a través de su
profesión de fotógrafo social, a documentar la vida cotidiana de la ciudad”.15

Más información sobre Kramsky puede localizarse sobre todo a través de


fuentes hemerográficas, especialmente en periódicos del estado de Chiapas
como El Planeta y Cuarto poder, así como de la misma ciudad, como El sol de
San Cristóbal, La foja coleta y Real Jovel.

En cuanto a los libros que dotan de marco teórico a esta investigación, no hay
que olvidar que la fotografía es una de las fuentes que en los últimos años ha
ganado espacio en el estudio histórico. En cuanto a metodología, existen
diferentes autores que tratan de mostrar de qué manera la fotografía puede
utilizarse como documento, ejemplo de ello es el libro Imágenes e investigación
social, coordinado por Fernando Aguayo y Lourdes Roca.16 En esta obra se
muestra una serie de trabajos sobre la utilización de la imagen como fuente de
investigación desde diferentes disciplinas, así como la metodología. Visto y no
Visto,17 de Peter Burke resulta una herramienta necesaria para elaborar este
tipo de investigaciones ya que, a través de un análisis elaborado de grabados,
pinturas, dibujos y fotografías de todas las épocas, el autor demuestra que las
imágenes no fungen directamente como testimonios objetivos de su tiempo,
sino del contexto social que las produjo, por ello es necesario contextualizar las
imágenes y tratar de comprender lo que el fotógrafo trataba de reflejar en cada
una de ellas.

En cuanto a la metodología de la Historia Oral, es necesario mencionar el libro


coordinado por Graciela de Garay La historia con micrófono,18 en el que, a
través de pequeños textos de investigadores familiarizados con el tema, se
introduce al lector a esta disciplina y se le explica desde su origen hasta los
métodos y problemas que pueden presentarse al llevarla a cabo.

Haciendo un balance historiográfico, podemos percatarnos de que existen


pocos trabajos, para el caso de Chiapas y específicamente de San Cristóbal de
Las Casas, que logren mostrar la visión específica de un fotógrafo hacia un
15
Fenner, “Bosquejo” 2007, p. 45.
16
Aguayo, Fernando y Lourdes Roca (coords.) Imágenes e investigación social, México, Instituto Mora,
2005.
17
Burke, Peter, Visto y no visto: el uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2001.
18
De Garay, Graciela (coord.), La historia con micrófono, México, Instituto Dr. José María Luis Mora, 1994

8
tema en particular, y prácticamente ninguno dedicado a Vicente Kramsky; de
igual manera, notamos que hay escasos trabajos que aborden la historia de los
oficios -específicamente la pirotecnia-. Se requiere de una mayor cantidad de
investigaciones que recuperen el quehacer de fotógrafos locales, no solamente
por su carácter estético sino por el valor histórico que brindan al contribuir con
la historia fotográfica local o regional.

Fuentes

Las fuentes utilizadas para la elaboración de este estudio fueron principalmente


el relato y la imagen.

Empleando la metodología de la Historia Oral, en principio se realizaron seis


entrevistas durante el periodo enero-julio del año 2012. Para recuperar la
historia de vida de Vicente Kramsky se entrevistó a Francisca Espinosa, su
esposa y compañera de toda la vida; Justus Fenner, entrañable amigo; Jorge
Paniagua, cronista de la ciudad; así mismo se obtuvo información valiosa a
partir de largas pláticas sostenidas con Emilia Kramsky, hija del fotógrafo y
actual responsable del archivo Kramsky.

Para la historia de los oficios en la ciudad y el contexto de San Cristóbal en los


años sesenta, conté con la valiosa ayuda de Víctor Esponda y Jorge Paniagua
quienes me retrataron a partir de sus recuerdos cómo era la ciudad en los
años sesenta: las calles, el transporte, cómo empleaba la gente el tiempo libre,
así como una minuciosa descripción de los oficios que en ese entonces se
practicaban en la ciudad.

En el caso específico de la pirotecnia, se recuperaron los testimonios de Jorge


Molina, cohetero tradicional de la ciudad, y de Carlos Martínez Zea, quien
siendo niño aparece en la serie fotográfica de los pirotécnicos.

En cuanto a la imagen, esta investigación se apoyó principalmente en las 120


fotografías que conforman la serie de los oficios (en positivos y negativos con
formato de 6x7). Pese a que no todas las imágenes mostraban un panorama
general del oficio realizado se hizo una primera selección de tres de ellos
(alfarería, pirotecnia y fabricación de cajas de madera) con un conjunto de 46

9
fotografías. Estas imágenes fueron utilizadas para realizar un análisis general
de los oficios y la manera en la que Kramsky retrató a los artesanos locales.

En segundo término, para realizar un estudio más profundo fue conveniente


analizar por separado la serie sobre pirotecnia, compuesta por 17 fotografías.
Se eligió éste oficio por ser el que cuenta con mayor número de imágenes y el
que muestra de una manera más completa el proceso de trabajo y el lugar
donde se llevaba a cabo el oficio.

Todas las fotografías utilizadas forman parte del archivo particular de la familia
Kramsky, ubicado en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. El
Archivo Kramsky contiene alrededor de 50 000 fotografías, sin contar las que
pertenecen al álbum familiar. El material está constituido por placas de 4x5
pulgadas, negativos en blanco y negro de 6x7 y 6x9, transparencias y muy
poco material impreso. Actualmente solamente 10% de estas imágenes ha sido
digitalizado, y muchas imágenes presentan un estado delicado ya que las
condiciones ambientales y las de su actual resguardo han contribuido a su
deterioro.

Igualmente, se revisaron cuatro de los ocho diarios de Vicente Kramsky, que


forman parte del archivo, lo que permitió rescatar a partir de sus escritos la
opinión que tenía sobre los artesanos locales.

Metodología

Marc Bloch definió a la historia como “conocimiento mediante huellas”, en este


sentido el relato así como la imagen funcionan como testimonios que dan
cuenta de una información sobre el pasado.

Inserta en la historia cultural, esta investigación tomó como herramientas de


análisis la historia visual y la historia oral para conseguir lo que finalmente se
presenta.

Pese a que durante un largo periodo lo que hoy conocemos como historia
cultural estuvo a cargo de antropólogos y follkloristas, se puede afirmar que es

10
hasta la década de los sesenta que el estudio de la “cultura popular”19 entró en
el ámbito de la Historia.

La historia cultural surge entonces, como bien afirma Peter Burke, en respuesta
a la exclusión que se había hecho de la gente corriente.20 La historia que
previamente se había centrado en los aspectos políticos y económicos, la
historia de los grandes acontecimientos y los grandes hombres, decidió voltear
su mirada hacia la “cultura”, hacia los de abajo. Se sumaron entonces los
estudios de las mentalidades, el imaginario, la familia, el cuerpo, las mujeres.21
Esta situación obligó a los historiadores a ampliar el universo de sus fuentes; y
de esta forma es que nace, como señala Ivett García, el concepto de “vestigio”
que correspondía al uso del relato y a las representaciones visuales, que no
solamente contenían valiosa información sino que a veces eran las únicas
fuentes existente.22

Surge entonces una historia conocida como la de las “representaciones”, con


pretensión de leer entre líneas lo que previamente se había ignorado. Es
importante definir el término “representación” ya que con éste no nos referimos
a una descripción específica del objeto representado. Un mismo
acontecimiento puede ser visto desde distintas perspectivas y es a partir de
esas representaciones que se genera la construcción social de la realidad.23

Es entonces, a través de las representaciones, que los historiadores culturales


han pretendido, a partir de temas de la sociedad, más incluyentes que
excluyentes, volver la historia más accesible para el gran público. Esto no
implica que sea la única y más importante forma de hacer historia sino que la
historia cultural, junto con la social, económica y política, forman entre todas la
apodada por los franceses historia total.24

19
Concepto que surge con el Folklorismo creado por la burguesía para rescatar tradiciones que
comienzan a perderse con la Revolución Industrial. Se reinventan símbolos a través de los cuales la
mayoría de la población se puede identificar. Es necesario tener en cuenta que la cultura popular es
tradicional y estática, cambiante y adaptable.
20
El inicio de esta corriente historiográfica se da con la “Nouvelle Histoire” en Francia, a través de la cual,
estudiosos como Jacques Le Goff pretendían realizar una “historia total”. La historia cultural puede
estudiar todos los aspectos de la vida cotidiana, es decir, todo lo historiable fuera de los ámbitos
económicos y políticos.
21
Novelo, Estudiando, 2011, p. 69.
22
Novelo, Estudiando, 2011, p. 69.
23
Burke, Historia, 2006, p. 100.
24
Burke, Historia, 2006, p. 153.

11
Teniendo como marco metodológico la historia cultural, para realizar esta
investigación me apoyé en la historia oral y la historia visual. Abordándolas en
un inicio de forma separada y al final conjuntamente.

Si bien la fuente oral no se ha caracterizado por ser la fuente preferida para


hacer historia, podemos decir que es durante los años sesenta y setenta que
comenzó un acercamiento a este tipo de fuente de parte de un grupo de
historiadores, interesados en aproximarse a partir del relato a los sectores
marginales.

Es entonces que se pretendió recuperar, a partir de las palabras de aquellos


que hacen memoria de su vida, una recreación de la realidad pasada. Se trata
de dotar de esta forma de palabra a los desposeídos y marginados, como lo
son los artesanos locales de los años sesenta en San Cristóbal de Las Casas,
quienes tienen como única posibilidad de marcar su pasado su propia voz. La
historia oral “cita testigos de las clases bajas y propicia una reconstrucción del
pasado más realista y más justa, una alternativa a la interpretación
establecida”.25

Sin embargo, esta reconstrucción del pasado no pudo haber sido lograda
solamente a partir de la voz de los actores (o de las personas cercanas a
ellos), sino que se recurrió también al uso de la fotografía como fuente principal
para la investigación y como detonante de la memoria.

Por ello, para la realización de esta investigación se realizó la búsqueda de


informantes a través de la imagen fotográfica. La fotografía no solamente fue
un medio para encontrar a aquellos personajes retratados en la imagen sino un
vehículo para despertar en ellos, a través de su memoria, recuerdos que nos
dieran una representación de su realidad pasada. Es en ese momento que “la
fotografía cumple su función como símbolo de un acontecimiento ya pasado
que permite al individuo actuar, rememorando, más allá de la imagen
fotográfica”.26

Aunque los antropólogos fueron los primeros en utilizar la imagen como


documento, lo cierto es que actualmente los historiadores usan la fotografía
25
Thompson, La voz, 1988. p. 14.
26
Arnal, Ariel, “Apología”, 1998, p. 4.

12
como una fuente de significados no solamente históricos sino también
simbólicos y culturales.27

Pérez Montfort concibe a la imagen como un instrumento de estudio, capaz de


generar conocimiento. Es entonces cuando el valor de la imagen y de su
registro como documentos nos dan información relevante, subrayando el valor
del vestigio visual.28

Aunque la imagen –en nuestro caso específico la fotografía- no puede ser


considerada reflejo de una sociedad, debe ser entendida como representación.
Para Roger Chartier, la representación es la muestra de una ausencia: “es el
instrumento de un conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente al
sustituirlo por una “imagen” capaz de volverlo a la memoria y de pintarlo tal
cual es”.29

En este sentido, las fotografías de los oficios en los años sesenta, y


especialmente la serie de los pirotécnicos, pueden funcionar para crear una
representación del pasado de ese oficio en la ciudad de San Cristóbal.

De esta forma, testimonio e imagen van de la mano y recuperan, a partir de las


entrevistas, una historia social fiable del pasado cercano.

27
Novelo, Estudiando, 2011, p. 31.
28
Novelo, Estudiando, 2011, p. 19.
29
Chartier, Mundo, 1992, p. 57.

13
1.- Introducción a la fotografía

"Somos lo que recordamos. La memoria es nuestro hogar nómada. Como las


plantas o las aves emigrantes, los recuerdos tienen la estrategia de la luz.” 30
Manuel Rivas
La creación de la fotografía posibilitó el acceder a un conocimiento más
preciso y amplio de otras realidades. A partir del invento del daguerrotipo31 se
lograron “fijar imágenes de manera permanente sobre una placa sensible a la
luz”,32 permitiendo que las leyes de la física intervinieran, y dejaran de lado la
tradición occidental de la imagen “hecha por la mano del hombre”.33

Roland Barthes entiende la fotografía como “una totalidad que permite la


comunicación universal, cercana al sistema del lenguaje”.34 De la cual surge,
como afirma Michel Frizot, la teoría del índex de la fotografía, que plantea “una
relación causal entre una realidad ausente, “lo que ha sido”, y el efecto, o la
huella certificada que constituye la imagen fotográfica”.35

En consecuencia, una de las características de la fotografía radica en su


capacidad testimonial: “poder de atestiguar dicha presencia”.36 Esta nueva
manera de capturar la “realidad” generó una ruptura con las anteriores formas
de crear imágenes, haciendo desaparecer la continuidad que se había logrado
con el dibujo, la pintura y las estampas.37

“Nunca puedo negar en la fotografía que la cosa ha estado ahí…el


noema de la Fotografía será entonces, esto ha sido” señala Roland Barthes.38
Lo novedoso de la fotografía radicaría en su capacidad de dar cuenta de un
espacio y tiempo determinado. Boris Kossoy la define como “informaciones

30
Rivas, Manuel, “Somos lo que soñamos ser”, en “la literatura como vicio. La magia de la palabra.
Cuentos, microrrelatos y fragmentos [en línea], 3 de febrero de 2010,
http://buenfindesemana.wordpress.com/2011/05/13/somos-lo-que-sonamos-ser-manuel-rivas/>.
[Consulta: 14 de marzo de 2012]
31
Inventado en 1839-1850 por Jacques Mande Daguerre, era una forma de registro fotográfico cuyo
sensibilizador era el yoduro de plata sobre una placa de cobre plateada. Se revelaba con vapores de
mercurio, agua con sal y se fijaba la imagen con hiposulfito de sodio
32
Frizot, Imaginario, 2009, p. 20.
33
Lemagny, Historia, 1986, p. 15.
34
Frizot, Imaginario, 2009, p. 9.
35
Frizot, Imaginario, 2009, p. 9.
36
Frizot, Imaginario, 2009, p. 72.
37
Frizot, Imaginario, 2009, p. 36.
38
Barthes, Chambre, 1980, p. 119.

14
acerca de aquél preciso fragmento de espacio/tiempo retratado”,39 capaz no
sólo de arrojar información valiosa permeada dentro de sí misma, sino
mostrando el reflejo de una sociedad, extraviada en el tiempo, en que aquellas
imágenes tuvieron su origen.40

La fotografía comenzó a adquirir importancia y de ser considerada un


arte se convirtió en el testigo de un tiempo, capaz de conectarnos con nuestra
historia. Es entonces cuando se volteó la mirada a la imagen y comenzó a ser
estudiada como una fuente de información para las ciencias sociales, la historia
incluida.

Si bien la imagen nunca ha sido una fuente principal para el estudio de


la historia, debido a la inclinación que se ha tenido por el documento escrito,
Samaran afirma que “Hay que tomar la palabra “documento” en el sentido más
amplio, documento escrito, ilustrado, transmitido por el sonido, la imagen o de
cualquier otra manera”.41 En este sentido la fotografía es un documento capaz
de difundir conocimiento y conservar la memoria.

El emplear la fotografía como documento histórico, ha generado un


debate en torno a si es o no una copia fiel de la realidad. Autores como Tomás
Pérez Vejo señalan que la imagen es “constructora de una realidad y no reflejo
de ella”.42 Por otro lado, historiadores como Boris Kossoy aseveran que el
documento visual es “un fragmento determinado de la realidad registrado
fotográficamente”.43 En este sentido Philippe Dubois, retomando diferentes
discursos, señala que con el estudio de este tipo de imagen hay que “tener en
cuenta no sólo el parecido con la realidad sino el proceso de producción” y
comprender que la fotografía entendida como huella solamente marca el
principio del conjunto del proceso fotográfico.44 Para Jacques Le Goff la imagen
debe ser estudiada como documento y monumento, que implica comprender a
la fotografía como “una marca de una materialidad pasada”, así como la

39
Koosoy, Fotografía, 2001, p. 32.
40
Koosoy, Fotografía, 2001, p. 22.
41
Koosoy, Fotografía, 2001, p. 22.
42
Mauad, “Fotografía”, 2005, p. 50.
43
Koosoy, Fotografía, 2001, p. 40.
44
Dubois, 1986, p. 49.

15
manera en la que una sociedad plasmó en una imagen su presente para ser
conocida en un futuro.45

La fotografía, en el siglo XIX comenzó a emplearse con fines ilustrativos,


sustituyendo al dibujo en las revistas y poco a poco ganando poder dentro de
los medios de comunicación.

A partir de la revolución tecnológica, la cámara ha fungido como un


elemento principal para documentar el acontecimiento. Los fotógrafos se han
trasladado a los lugares donde pueden retratar eventos de interés mundial
como las guerras, hambrunas, desastres ecológicos o celebraciones,
convirtiendo a la fotografía en el acontecimiento mismo.46

En este contexto, la imagen juega un papel fundamental ya que “la


fotografía no solo sirvió para dar cuenta de un suceso, sino que permitió la
denuncia de las atrocidades humanas que se realizaban”.47

La fotografía comienza a transformar poco a poco el papel que había


tenido y al ser capaz de mostrar el acontecimiento se empieza a emplear como
el documento histórico antes descrito.

45
Mauad, “Fotografía”, 2005, p. 465.
46
Frizot, Imaginario, 2009, p. 73.
47
Frizot, Michel, Imaginario, 2009, p. 37.

16
1.1.- Un vistazo a la fotografía nacional y regional

La primera vez que se habló públicamente de la fotografía en México fue el 26


de febrero de 1840, en el periódico El cosmopolita.48 Aunque se tenía noticia
de este nuevo invento, fue hasta que llegaron los fotógrafos extranjeros con un
dispositivo capaz de reflejar imágenes sustraídas de la propia realidad, que la
fotografía despertó el entusiasmo entre la población.49

El tema favorito a retratar fue el paisaje, que desde un inicio cautivó a


los fotógrafos que se internaron en territorio mexicano. De esta forma, a través
de la lente, los artistas comenzaron a capturar espacios magníficos, diferentes
a los conocidos en Europa, y a partir de la placa metálica pudieron congelar el
recuerdo de aquellos excepcionales lugares.50

Aunque no es el propósito de este trabajo realizar una investigación


sobre los fotógrafos nacionales e internacionales que trabajaron en nuestro
país durante el siglo XX, es importante saber cómo se desempeñaban los
fotógrafos a la par de Kramsky; quiénes eran, qué fotografiaban y por qué,
para contextualizar a nuestro personaje no sólo históricamente sino dentro de
su propio ámbito.

En este sentido, el presente apartado pretende abordar a los fotógrafos


sociales, regionales y chiapanecos.

Iniciando con los sociales, entre las mujeres fotógrafas de la época


destaca Lola Álvarez Bravo, quien registró con su cámara a artistas, escritores
y pintores, retratándolos en su propio contexto. De igual forma, la activista Tina
Modotti se dedicó a la fotografía social, interesándose en la sociedad de la
posguerra; capturando las calles, la gente, las manifestaciones políticas,
transformó a la fotografía en algo más que una obra de arte. Además de ello,
durante un periodo se encargó de ilustrar numerosas páginas de la revista
Mexican Folkways.

48
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15.
49
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15.
50
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15.

17
En cuanto a los fotógrafos, es necesario mencionar a Manuel Álvarez
Bravo, quien al ser influenciado por Hugo Brehme y la italiana Tina Modotti se
puso a la altura de los fotógrafos internacionales. En 1930 inicia con la
fotografía documental cuando Modotti le deja su trabajo en la revista Mexican
Folkways. En el cine tuvo participaciones importantes realizando fotografías
fijas, tal es el caso del célebre film de Einsenstein “¡Que viva México!”. A través
de sus imágenes pretendió ir más allá de lo que la simple vista revela, por tal
razón grandes autores como Octavio Paz y Xavier Villaurutia entienden que su
trabajo fotográfico merece la consideración de verdadera obra poética.51

Muchos otros fotógrafos decidieron salir a las calles y con la cámara en


mano retratar la ciudad y a la gente que transitaba en ella. Entre ellos destaca
Héctor García, “bautizado” por Carlos Monsiváis como "el fotógrafo de la
Ciudad". García retrató durante gran parte de su vida a celebridades de la
“farándula” como María Félix, Tin Tan, Agustín Lara, Libertad Lamarque, Pedro
Infante, y Jorge Negrete, entre otros, aunque su vocación como fotógrafo se
ve más bién reflejada en las imágenes que obtuvo en las calles. Foto-reportero
de revistas como Mañana, Siempre, Time, Life, Cruceiros y Novedades, sus
imágenes revelan de una manera excepcional a la población mexicana durante
la segunda mitad del siglo XX.

Ignacio López Bocanegra, fue junto con Héctor García uno de los
fotógrafos más reconocidos durante el siglo XX. Nacho López, como es mejor
conocido, deambulaba por las calles de la ciudad retratando a su gente y los
acontecimientos cotidianos. Además de habernos legado “Foto ensayos”, sus
imágenes enriquecieron enormemente la historia visual urbana ya que
muestran a la ciudad de México y las personas que entonces la habitaban.52

Entre los fotoperiodistas también debe mencionarse a Rodrigo Moya,


quien capturó con la lente tanto las honras fúnebres de Diego Rivera y
Francisco Goitia, grandes maestros de la pintura, como el movimiento
magisterial de finales de los cincuenta en todas sus fases. Sus fotografías son

51
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 37.
52
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 45.

18
valiosas ya que dejaron testimonio visual de la represión que el régimen ejerció
contra los maestros que se manifestaban repudiando la corrupción sindical.53
En cuanto a su participación en las revistas Sucesos y Siempre!, Moya dio
cubertura a varios acontecimientos latinoamericanos, dejando entrever a partir
de sus imágenes otra historia, diferente a la que se contaba.54

Centrándonos en la Revolución Mexicana, siendo este “el movimiento


social más fotografiado de su tiempo”,55 es necesario mencionar a algunos de
los fotógrafos aficionados y profesionales que se acercaron a la guerra en
todas sus facetas y que nos dejaron miles de fotografías que recuperan la
memoria visual de uno de los sucesos históricos más importante de nuestra
historia nacional. Entre ellos podemos mencionar a Pedro A. Guerra, quien
retrató a Francisco I. Madero durante su gira por el sureste del país en 1909;
Sara Castrejón, única mexicana que fotografió la Revolución; Aurelio Escobar
Castellanos y Antonio Oscañas, quienes capturaron escenas de la batalla de
Ciudad Juárez; Manuel Ramos, que es recordado por las fotografías tomadas
en la decena trágica, al igual que Samuel Tinoco, Abraham Lupercio, Hugo
Brehme y Agustín Casasola.

En cuanto a los fotógrafos regionales, durante el siglo XX podemos mencionar


principalmente a Romualdo García, de Guanajuato, Constantino Jiménez
Sotelo, de Oaxaca y “Los Salmerón” de Guerrero.

Romualdo García (1852-1930), proveniente de Guanajuato se dedicó al


trabajo de estudio, y por el cual fue considerado uno de los fotógrafos
mexicanos más famosos de la época. La vida local se ve reflejada en sus
imágenes, y en las que no dejaba entrever barreras sociales: ricos y pobres,
indígenas o mestizos, todos entraban al estudio de Romualdo y posaban entre
las mismas cuatro paredes, rodeados de los mismos elementos que creaban la
ambientación del retrato.56 Llegó a participar en varios concursos
internacionales, sobre todo en las exposiciones universales de París,
obteniendo de esta forma renombre internacional. Sus retratos muestran

53
Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 14.
54
Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 26.
55
Villela, “La fotografía”, 2009, p. 81.
56
Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 26.

19
costumbres, tipos y clases sociales de Guanajuato, testimonio de una
formación social y una época.57

Al sur del país, en Juchitán, Oaxaca, Constantino Jiménez Sotelo fue


otro de los fotógrafos reconocidos en el periodo. Sus imágenes más famosas
son las que muestran a las mujeres indígenas retratadas con la indumentaria
de la región istmeña; al igual que con García, al estudio de Constantino
acudían indios y gente de clases sociales diversas para ser fotografiadas.

Conocidos como “Los Salmerón”, esta familia de fotógrafos


encabezados por Protasio Salmerón, ha capturado a lo largo de cuatro
generaciones fotografías que nos permiten reconocer “pautas de vida,
momentos de desarrollo, costumbres, lugares, patrones morales y estéticos,
personajes y acontecimientos de la sociedad”.58 Las fotografías de la familia
reconstruyen la historia local de Chilapa, así como la regional del estado de
Guerrero.

Ahora bien, centrándonos en nuestro objeto de estudio: Chiapas y


principalmente San Cristóbal de Las Casas, es necesario mencionar a dos
fotógrafas que si bien no eran originarias ni del estado ni del país, se
desempeñaron en el oficio a la par que Vicente Kramsky, y se dedicaron a
capturar, a través de la lente, la ciudad de San Cristóbal en los años sesenta:
Gertrudi Duby y Marcey Jacobson.

Gertrude Duby, proveniente de Suiza, llega a San Cristóbal de Las


Casas en 1943. Su arribo coincide con la primera expedición indigenista estatal
del gobierno y es así que tiene su primer acercamiento con la cultura
lacandona. Aunque nunca se tituló de antropóloga, permaneció en contacto
con el mundo indígena durante cuarenta años. Atraída por la diversidad
biológica y cultural del estado, Duby decidió viajar a pie o a caballo por los
pueblos de Chiapas y fotografiar todo lo que observaba: “Mi intención era
conservar estas imágenes no sólo en mi memoria, sino plasmarlas para que
otros las pudieran disfrutar”.59

57
Canales, Claudia, Romualdo, 1998, p.27.
58
Villela, Samuel, Salmerón, p. 14.
59
Duby, Gertrude, Imágenes, p. 19.

20
A través de la fotografía se introdujo en el mundo lacandón, llegando a
conocer de esta forma sus problemas, inquietudes y las condiciones de vida de
estos grupos. Muestra de ello son las 55 mil imágenes de los paisajes de
Chiapas y de sus pueblos originarios. De igual forma, su marido, el arqueólogo
Franz Blöm compartió con ella la inquietud por las comunidades indígenas y la
biodiversidad de Chiapas. Blöm tomó de igual forma numerosas fotografías
aunque las suyas eran principalmente de los sitios arqueológicos que
estudiaba, pudiéndose definir como fotografía de registro.

También la estadunidense Marcey Jacobson fue muy reconocida en San


Cristóbal de Las Casas. Aunque visita por primera vez el estado en 1941, es
hasta 1956 que se instala permanentemente en la ciudad y que comienza a
documentar la vida cotidiana, las festividades y sobre todo la identidad de los
pueblos indígenas del estado. Armada de una cámara Rolleiflex, Marcey
capturó a través de la lente las calles de San Cristóbal, las pequeñas
comunidades del estado, los desastres naturales, pero sobre todo los rostros
de sus habitantes.60 Su trabajo se traduce en 14 mil negativos de las décadas
de los sesenta y ochenta:

Además de la belleza y colorido del lugar y su gente, sus tomas a


menudo reflejan las tensiones y el dolor causado por la pobreza, la
marginación y el conflicto entre los mundos rural y urbano, entre la
tradición y la supuesta modernidad, entre la dignidad y la
61
discriminación.

Su trabajo puede considerarse como una denuncia de las condiciones


inhumanas en las que se encontraba la población indígena hasta antes del
levantamiento zapatista de 1994; muestra de ello es el libro The burden of time,
compuesto por 75 fotografías que plasman la penuria y el dolor de las personas
enfermas y sin hogar.62

Durante el siglo XX, los fotógrafos nacionales se interesaron en retratar


a la sociedad, capturando la vida cotidiana, los rostros y cambios sociales que
se gestaban. Algunos se inclinaron por fotografiar eventos importantes como la
60
Carlos Paul, Periódico La Jornada, viernes 17 de agosto de 2009, p.3.
61
Carlos Paul, Periódico La Jornada, viernes 17 de agosto de 2009, p.3.
62
Marcey Jacobson, The Burder of time, California, Stanford University Press, 2001

21
Revolución Mexicana, y otros por congelar en el celuloide a personalidades
como artistas, escritores e intelectuales reconocidos de la época. Varios de
estos fotógrafos proyectaron sus imágenes al público a través de publicaciones
y revistas. Otros más trataban de transmitir su mensaje propiamente a través
de sus fotografías.

Mientras tanto, al sur del país y especialmente en la ciudad de San


Cristóbal de Las Casas, predominaba el interés en fotografiar a los pueblos
indígenas para visibilizarlos y realizar, a través de la imagen, una denuncia de
las duras condiciones en las que esta población se veía obligada a subsistir.

Dentro de este contexto surge la figura de Vicente Kramsky, que aunque


también se interesó en fotografiar a los indígenas de Chiapas, su obra fue más
allá de retratar a los pueblos originarios. Kramsky se convierte durante los años
sesenta en el documentalista de San Cristóbal de Las Casas y de Chiapas,
viajando por todo el estado y retratando sus paisajes, los sitios arqueológicos,
sus ciudades y su gente. Es por su trascendencia, que dedicaremos el
presente estudio a este fotógrafo y a su obra, especialmente a la serie de los
artesanos locales. No solamente se intentará recuperar la historia de un sector
de la población a partir de la fotografía, sino también el quehacer de uno de los
fotógrafos más representativos de la ciudad.

22
2.- Vicente Kramsky: Un fotógrafo local

Vicente Kramsky nació en San Cristóbal de Las Casas en 1929, en el seno de


una familia de origen alemán cuya historia en México se remonta al siglo XIX.
Su abuelo, Vicente Kramsky Bittner arribó en 1870 a México en el contexto de
la invitación que el gobierno extendió a países extranjeros para poblar el país.

Imagen 1 Autor desconocido, Familia Kramsky en “El Tívoli”, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1900, AVK

Con la idea de probar suerte, el abuelo Kramsky llega a la ciudad de


San Cristóbal de Las Casas y conoce a Emilia Ramos Bourdois, con la que se
casó y fundó la fábrica de zapatos La Sultana, la cual llegó a ser reconocida en
toda la región y cuyo éxito comercial invistió a la familia de gran prestigio y

23
destacada posición social. Muestra de la bonanza familiar de entonces fue la
adquisición de la casa de campo conocida con el nombre de “El Tívoli”.63

La pareja Kramsky Ramos tuvo seis hijos, recibiendo cada uno desde
pequeños lecciones de piano, canto y pintura, no habiendo necesidad de que
asistieran a la escuela, ya que todo lo aprendieron en casa. Sin embargo, a la
muerte de Emilia y posteriormente de Vicente, la fábrica no fue bien
administrada por sus hijos y el negoció se vino abajo. La casa fue vendida y la
fortuna que los Kramsky Ramos habían acumulado pasó a formar parte del
pasado.64

La mayoría de los hijos decidieron abandonar la ciudad y trasladarse a


la capital del país, el único que permaneció en San Cristóbal fue Rodolfo
Kramsky, quien trabajó durante algún tiempo en el Banco Nacional y se casó
con Guadalupe Coello Paniagua con quien procreó seis hijos: el fotógrafo fue
uno de ellos.

Vicente Kramsky vivió durante toda su infancia en San Cristóbal de Las


Casas y estudió hasta la secundaria, en la que durante esa época se impartían
alrededor de dieciséis materias, y de las cuales se interesó especialmente por
el dibujo, la pintura y la geografía, disciplinas que poco a poco lo irían formando
como artista.65

Su primer trabajo fue en el cine Las Casas donde inicialmente se


encargaba de vender boletos en taquilla y proporcionar la propaganda de las
películas que se exhibían. Sin embargo, su pasión por lo artístico lo llevó
posteriormente a ocuparse en el diseño e ilustración de los carteles que
promocionaban los filmes.

63
La imagen 1 muestra el retrato familiar de la familia Kramsky Bourdois, a principios del siglo XX, en la
casa de campo antes mencionada. Llama la atención que dentro de la fotografía se incluyera a personas
indígenas a lado de la familia, ya que durante este periodo la población indígena representaba la clase
más subordinada de la sociedad, existiendo incluso una prohibición municipal que les impedía transitar
por el parque central. Es probable que la familia Kramsky decidiera que sus trabajadores fueran
retratados junto a ellos ya que, como señala Emilia Kramsky, tenían otra percepción de esta población.
Siendo ajenos al racismo de la cultura coleta, los trataban con respeto y los consideraban parte de la
familia, de tal manera que eran invitados a aparecer en las fotografías familiares.
64
Entrevista a Francisca Espinosa realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de
enero de 2012.
65
Entrevista a Francisca Espinosa realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de
enero de 2012.

24
A principios de los años cincuenta, la enfermedad de uno de sus
hermanos obligó a que él y toda la familia se trasladaran a la capital del país.
Después de residir un año en la ciudad de México, Vicente Kramsky decidió
volver a San Cristóbal, donde en 1951 contrajo matrimonio con Francisca
Espinosa, con la que tuvo nueve hijos. A su retorno recuperó su trabajo en el
cine con la ayuda de su esposa, quien expendía los boletos en taquilla
mientras él iluminaba los carteles.

Unos años después, al descubrir la fotografía como su verdadera pasión, se


formó como fotógrafo autodidacta e inició su oficio con una cámara Kodak
Retinet 127.

Todo empezó como un


juego en el que los retratados
fueron sus amigos: “tomaba las
fotos del boxeador en pose frente
al cine Zebadúa, o del “sindicato”,
un grupo de cinco personas al
que él pertenecía”.66

Imagen 2 Autor desconocido, Vicente Kramsky posando con


su cámara, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960,
AVK

El trabajo de Vicente Kramsky estuvo marcado a lo largo de su vida por


dos líneas: la primera fue la fotografía “de sociales”, que desarrolló al principio,
para posteriormente incursionar en una línea personal -de registro- dictada por
sus pasiones e intereses y que dieron continuidad al trabajo realizado por José
Antonio Crocker, quien además de ser fotógrafo social fue el documentalista de
la ciudad antes de Kramsky.

En los años cincuenta, Kramsky comenzó a registrar los eventos más


importantes de la ciudad como bodas, bautizos, o primeras comuniones,
mediante fotografías instantáneas que su esposa Francisca se encargaba de
66
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.

25
vender. Así se convirtió con el paso del tiempo en el fotógrafo social de la
ciudad, con lo cual acumuló el capital necesario para adquirir sustancias
reveladoras y el equipo fotográfico que le permitió montar su primer estudio,
localizado a pocas cuadras del centro de la ciudad.67

Poco a poco, la fotografía fue ganando espacio durante esa época en la


vida cotidiana de San Cristóbal; las personas asistían entusiasmadas, inclusive
con sus mascotas, al estudio de Kramsky para obtener una imagen impresa en
papel. Para tomar las fotografías, Vicente utilizó diversos tipos de cámaras, y
adquirió desde la capital los insumos para el revelado que él mismo realizaba.

Sin embargo, ¿qué orilló a Kramsky a convertirse en fotógrafo? Aunque


nadie de su familia tuvo relación con la fotografía, lo cierto es que durante gran
parte de su vida estuvo en contacto con las imágenes. Justus Fenner relata
que durante una temporada Kramsky vivió en casa de una tía y el recuerdo
más vívido de Vicente sobre este periodo fue haber visto la casa llena de
tarjetas con pequeñas fotografías. Se trataba de retratos de indígenas
reclutados (“enganchados”) para el trabajo en las fincas cafetaleras del
Soconusco. Las numerosas fotografías fueron reunidas y quemadas por su tía
frente a él, acontecimiento que lo marcó.

Posteriormente, su trabajo en el cine Las Casas le dio acceso a las


fotografías que se utilizaban para elaborar carteles. Formó parte de este
negocio y durante los años cincuenta tuvo relación con el que había sido
durante un largo periodo el fotógrafo social de San Cristóbal: José Antonio
Crocker. El contacto con imágenes fotográficas en diferentes contextos hizo
que Kramsky adquiriera un interés especial que orientaría su vocación.68

En los años sesenta, ya con mayor experiencia, Kramsky se convirtió en


“el fotógrafo” por excelencia de la ciudad: “tuvo un don para eso, realmente él

67
Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de
enero de 2012.
68
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.

26
de alguna u otra manera descubrió una capacidad que no sabía que tenía y la
desarrolló magníficamente”.69

Decidió dejar el estudio en manos de su esposa y dedicarse a viajar por


el estado para registrar fotográficamente las riquezas chiapanecas, lo que
representaría la segunda línea que marcaría su profesión. “Kramsky era un
hombre muy inquieto, le gustaba salir y captar testimonios, fotografiaba todo lo
que consideraba digno de retratar.”70 Inicialmente capturó imágenes de las
zonas arqueológicas de Palenque, Toniná y Bonampak, y su impulso
excursionista lo llevó a lugares desconocidos, que a través de la fotografía se
daban a la luz pública.

Retrató paisajes característicos del estado como Agua Azul, Misolhá,


Montebello y el Cañón del Sumidero, y se empeñó en fotografiar ciudades
importantes del estado como Tuxtla Gutiérrez, Chiapa de Corzo, Comitán,
Venustiano Carranza y Teopisca.

Fue de los primeros en Chiapas en desarrollar una especie de


antropología visual, al capturar imágenes de pueblos indígenas como San Juan
Chamula, Huixtán, Amatenango del Valle, Chenalhó, Oxchuc y Cancuc. Esto
significa que no sólo retrató a los indígenas de la cabecera urbana, sino que se
trasladó a las comunidades indígenas para registrarlas, convirtiendo estas
fotografías en verdaderas joyas y una de las tantas líneas en donde puso su
sello.71

69
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.
70
Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de
2012.
71
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.

27
Imagen 3 Kramsky, V., Día de feria en el parque central, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Su obra más representativa se centró en San Cristóbal de Las Casas, siendo


ésta la ciudad más fotografiada. Las imágenes muestran la arquitectura, los
oficios y la vida social de la población sancristobalense. Entre la gama de
imágenes, resaltan las fotografías de la feria que se instalaba durante los años
sesenta en el parque central, llenando de luces el corazón de la ciudad
(imagen núm. 3).

También retrató sucesos y siniestros importantes que repercutieron en la


vida de los habitantes de San Cristóbal como las inundaciones, y la caída de
las cenizas de la erupción del volcán Chichonal, en abril de 1982.

La geografía cautivó su interés y por tal razón elaboró mapas turísticos


de Chiapas, Palenque y de la región de los Altos. “Los únicos mapas que tu

28
podías encontrar aquí eran hechos por él y estaban en venta sólo en su
tienda”.72

Realizó también una guía turística para visitar el sitio arqueológico de


Palenque, e inició otras más sobre la ciudad de San Cristóbal que han
permanecido como indispensables borradores hasta la actualidad.

Debido a las pocas redes de comunicación y a las escasas cámaras


fotográficas existentes entonces en Chiapas, la fotografía de Kramsky comenzó
a difundirse a través de tarjetas postales, las cuales han dado la vuelta al
mundo: “Está en la primera línea de quienes han llevado las imágenes de este
pueblo mágico por el mundo; no hay país que no tenga postales suyas”.73 La
tarjeta ilustrada sirvió para mostrar la existencia de un lugar exótico, una
especie de realismo fantástico. Durante un largo periodo Kramsky fue el único
productor de tarjetas postales, mismas que se vendían en todas las ciudades
del estado de Chiapas “las fotos que tú comprabas siempre eran de él”.74 La
elaboración de postales favoreció al fotógrafo ya que además de su valor
comercial sirvió para impulsar el turismo. De esta forma, a través de las
imágenes plasmadas en ellas hacía lo que más le gustaba: tomar fotos, difundir
su estado y vivir de ello.

Kramsky se convirtió en una institución ya que fungía como la puerta de


entrada al estado, y de esta forma fue adquiriendo la simpatía de los foráneos,
informándoles “sobre a dónde ir, qué ver, cómo llegar. Él era casi como lo que
hoy es la oficina de turismo”.75

Definido por su esposa como un hombre “pensante, comprensivo,


aventurero y bohemio” Kramsky se caracterizó también por tener un “espíritu
juguetón” al que hace referencia su amigo Justus Fenner:

Él era un experimentalista: le gustaba jugar y distorsionar la realidad


para descubrir otra (realidad) paralela. Experimentaba con filtros, jugaba
72
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.
73
Manuel Burguete Estrada, “Muere Vicente Kramski, pionero en difundir la riqueza natural de Chiapas”,
La Jornada, 2 de julio de 2010.
74
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.
75
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.

29
con sombras. Si bien la fotografía le servía como medio de
sobrevivencia siempre la practicaba como una diversión, era algo que
realmente le fascinaba. Esto es algo muy notorio en él, en su
personalidad y obra. Que aparte de lo que servía de venta siempre
estaba dispuesto en hacer cualquier cosa con la fotografía que a él le
divirtiera. Eso lo llevó a experimentar posteriormente con el video,
abriéndose siempre al mundo, jugando siempre con la imagen sin darle
la seriedad que otros le daban a su trabajo.76

Su obra es definida por Francisca Espinosa como “única, algo suyo que
realizó a pulso […] por el bienestar de Chiapas, principalmente por San
Cristóbal”.77

Vicente Kramsky fue conocido como el “mago de la lente” y durante la


segunda mitad del siglo XX fungió como el fotógrafo local por antonomasia ya
que retrató a su gente, su arquitectura y su paisaje. “Se dedicó a registrar con
su lente, con esa retina del tiempo, momentos culturales; todos los usos, las
costumbres, los hábitos, las tradiciones”.78 Además de ello, se le reconoce por
haber explorado por primera vez -en 1947-, las grutas de Rancho Nuevo, las
cuales se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la
región. Este lugar será considerado su lugar favorito debido a que representa
“un espacio diferente, alejado de todo lo que conocía”.79

Fue amante de la novela latinoamericana y el cine de ciencia ficción,


admiraba a artistas como Van Gogh y Woody Allen. Fue también un melómano
capaz de apreciar tanto la música clásica como la popular de los chiapanecos
Hermanos Domínguez. Un hombre apasionado, estudioso, dedicado, amante
de la geografía, del cine y de la BBC de Londres y de Radio Holanda.80

76
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.
77
Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de
enero de 2012.
78
Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 15 de julio
2012.
79
Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de
enero de 2012.
80
Alejandro Díaz López, “Vicente Kramsky: un hombre único, un cronista gráfico de Chiapas. Un coleto
distinguido”, Aspectos, no. 6, octubre 2011.

30
Imagen 4, Vicente Kramsky sobre la iglesia de Santa Lucía San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Hombre de pocas palabras, Vicente Kramsky gozó de la naturaleza y de


su pueblo a través de la fotografía. Nunca aceptó reconocimiento de nadie,
aunque actualmente todos los sancristobalenses lo recuerdan como aquél que
logró capturar imágenes de la ciudad a lo largo de más de 50 años, imágenes
que detienen el tiempo y trasladan al espectador a otra época, distinta a la
realidad actual.

Ahora que conocemos un poco sobre la vida del fotógrafo es necesario


preguntarnos ¿cuál es el contexto en el que se desarrolló? ¿qué caracterizaba
a San Cristóbal de Las Casas en este periodo? El siguiente apartado tiene
como finalidad introducirnos al contexto espacio-temporal al que dieron vida las
fotografías de Kramsky.

31
3.- Una ciudad con olor a tierra

San Cristóbal de Las Casas, conocida como “capital cultural de Chiapas” y


reconocida a nivel nacional como “pueblo mágico” se encuentra ubicada en la
parte central de Chiapas, en la región conocida como los Altos, rodeada de
municipios cuya población indígena es mayor del 90%.81 Su clima templado
propicia la existencia de una variada flora y fauna que durante un largo periodo
contribuyó al desarrollo de los diferentes oficios que se realizaban en la ciudad.

Se caracteriza por su multiculturalidad y plurilingüismo, ya que es un


polo de atracción en el que habitan indígenas migrantes expulsados desde los
años sesenta de los municipios de la región, profesionistas de otras partes del
país, extranjeros que han arribado desde la década de los cincuenta, y la
población originaria.

Imagen 5 Kramsky, V., Calle Real de Guadalupe, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

81
Fábregas, “Mendicidad”, 1960, p. 438.

32
Al voltear la mirada al pasado vemos que San Cristóbal se caracterizó
durante la primera mitad del siglo XX por ser una ciudad tranquila y austera;
como se muestra en la fotografía superior, las viviendas estaban construidas
de tejamanil y adobe, la mayoría de las calles aún conservaban el olor a tierra,
y transitaban sobre ellas arrieros y animales de carga.82

El poco desarrollo de esta localidad obedecía principalmente a las


escasas vías de comunicación: los precarios caminos que solamente
comunicaban a la provincia con poblados cercanos, convirtieron a San
Cristóbal en una ciudad prácticamente aislada.

Los establecimientos industriales con los que la ciudad contaba durante


este periodo estaban dedicados a la producción de alimentos, la industria
textil, corte y manufactura de trabajos en madera, curtiduría y acabado de
pieles y cueros.83

En cuanto a la explotación agrícola y las manufacturas, ejemplo de ellos


son el trigo, pan, azúcar, ron, fruta y frutas en conserva, café, cacao, maíz,
frijol, añil, algodón, lana y textiles.84

San Cristóbal se desempeñó en este periodo como una ciudad


autosuficiente; donde la especialización de cada uno de los barrios adquirirá un
papel relevante en el desarrollo de la localidad. Además de ello, el lugar
geográfico que ocupa le permitió el acceso a las materias primas necesarias
para la práctica de cada oficio, ya fuera en la misma provincia o en los
poblados cercanos.

Con el paso del tiempo la ciudad comenzó a transformarse y a partir de


la construcción de la carretera panamericana, en 1957, San Cristóbal abrió sus
puertas a las vías de comunicación y se convirtió en otra ciudad: “tenía
carretera (terracería), ‘guayines’ para el transporte público, calles urbanizadas
a la moda del XIX, y con el café del Soconusco, la llegada de una nueva

82
Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 53.
83
Jiménez, José, Cristóbal, 1970, p. 17.
84
Rus, Diana, Mujeres, 1997, p. 21.

33
riqueza” poco a poco la localidad comenzó a contar con servicios como
drenaje, correos, telefonía y energía eléctrica.85

Pese a ello, antropólogos como Fábregas Puig definen al San Cristóbal


de este periodo como una ciudad pre-industrial, donde la electricidad se
utilizaba solamente para la operación de algunos aparatos e iluminación, y la
infraestructura estaba compuesta por calles estrechas y edificios bajos; la
escasez de instituciones de asistencia social también fue una constante en
este periodo.86

La ciudad distaba mucho de lo que es hoy en día, por sus calles


transitaban escasos automóviles. El sitio de Taxis de los hermanos Ramos era
el más famoso, y generalmente se reclamaban sus servicios cuando se tenía
que viajar fuera de la ciudad, sustituyendo de esta forma al transporte aéreo en
avioneta, que antes de las carreteras era el medio de transporte por
excelencia.87

Para el transporte colectivo existían camiones conocidos como


“veinteros”, que eran los autobuses que la población utilizaba para desplazarse
hacia los barrios alejados como La Quinta y La Garita, sin embargo la gente
prefería caminar, “todo lo encontrabas a unas cuantas cuadras o en el
mercado”.88

Las calles de entonces son evocadas por las vías peatonales de la


actualidad, donde los pobladores caminaban y encontraban en su andar
pequeños puestos donde los indígenas comerciaban frutas y verduras.

Durante los años sesenta, los indígenas llegaban desde sus pueblos a
vender sus productos a la ciudad, en ocasiones iban de casa en casa
ofreciendo sus hortalizas, legumbres o inclusive leña y tejamanil.
Posteriormente se ubicaron en el mercado municipal ubicado en el barrio de

85
Aubry, Andrés, Cristóbal, 1991, p. 88.
86
Puig, Fábregas, “Mendicidad”, 2000 p. 143.
87
Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de
2012
88
Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de
2012

34
La Merced, donde diariamente se daban cita pobladores de comunidades
circunvecinas que traían productos específicos, como la sal de Ixtapa.89

La apertura de las vías de comunicación unieron a San Cristóbal con los


centros más importantes del estado así como con la capital, para finales de los
sesenta las materias primas comenzaron a adquirirse en el exterior, y la ciudad
poco a poco dejó a un lado su precaria autosuficiencia.90

Estas transformaciones afectaron a los oficios de cada barrio debido a


que la adquisición de materias primas del exterior, como el plástico y diferentes
textiles, cambiaron la manufactura de los productos, volviéndolos más
accesibles y baratos. Esto hizo que muchos oficios se transformaran y otros
desaparecieran por completo. En el caso de la alfarería, las vasijas de barro
pasaron a considerarse artesanías en lugar de objetos prácticos para la vida
cotidiana.

Además de la apertura de vías de comunicación, este periodo también


se caracterizó por el crecimiento poblacional que tuvo la ciudad, duplicando la
cantidad de habitantes de 1940, llegando a 23 843 en 1960.91

Los años sesenta se pueden definir como un periodo de cambios, tanto


por la apertura de las vías de comunicación como por los desarrollos
tecnológicos que irrumpieron en la ciudad como la radio y la televisión, que
paulatinamente comenzaron a formar parte de la vida cotidiana de la población
sancristobalense.92

Esta fue también una década en la que se desarrollaron varios


escritores mexicanos que tuvieron como tema de estudio la población indígena.

Entre ellos podemos mencionar a Ricardo Pozas, quien centró la


mayoría de sus obras en los indígenas de México. Por otra parte, Guillermo
Bonfil Batalla y Gonzalo Aguirre Beltrán escribieron sobre la política indigenista
en México, y abarcaron temas como las culturas populares.

89
Jiménez, José, Cristóbal, p. 25.
90
Jiménez, José, Guía, 1994, p. 19.
91
Aubry, Andrés, Cristóbal, 1991, p. 84
92
Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 60.

35
Sin embargo, entre todos los literatos de la época es necesario hacer
referencia a una de las escritoras más reconocidas en la literatura
latinoamericana: Rosario Castellanos.

Aunque nació en la Ciudad de México, Rosario siempre se consideró


chiapaneca; es de esta forma que el interés que tuvo por los indígenas
proviene sin duda alguna del contacto que tuvo con ellos desde niña: “por las
calles empedradas miraba a los indios de Chactajal con sus cargamentos de
maíz, frijol, cecina y marquetas de panal”.93

Además del contacto diario que tenía con las comunidades originarias,
Rosario contó desde pequeña con una compañera de juegos indígena llamada
María Escandón, su cargadora.

Su deuda con los indígenas se refleja cuando ingresa al Instituto


Indigenista y crea el “Teatro Petul”, en donde los profesores bilingües
tradujeron las obras a sus respectivos dialectos, y Rosario iba con ellos a las
comunidades para representarlas.

Sus obras literarias más reconocidas son Balún Canán, Ciudad Real,
Los convidados de agosto, Oficio de tinieblas, Álbum de familias, Juicios
sumarios, El mar y sus pescaditos, entre otros. En la mayoría de los cuentos y
en sus poemas, Rosario dialoga con los oficios aldeanos, las lavanderas del
Girjalva, las escogedoras de café en el Soconusco, las tejedoras de
Zinacantán.

Interesada en su estado, sus indígenas, su gente, Rosario Castellanos


es hoy en día una de las escritoras latinoamericanas más reconocidas y es por
tal razón que no puede dejar de ser mencionada.

Con esta mirada panorámica a “una ciudad con olor a tierra”, podemos
percatarnos de que es poco lo que se sabe de San Cristóbal durante los años
sesenta, sin embargo algunos relatos de extranjeros, la literatura del periodo,
las pláticas con los pobladores y las fotografías que aún se conservan nos
dejan entrever cómo fue esta ciudad en el pasado.

93
Poniatowska, “Rostro”, 1990, p.4.

36
3.1.- Los oficios, los barrios y la lente de Kramsky

Los oficios en San Cristóbal forman parte de una tradición casi tan antigua
como la creación de los barrios de la ciudad; resulta casi imposible comprender
los oficios separados de la historia de sus barrios, que trazados desde la
Colonia pretendieron establecer una separación espacial entre españoles,
localizados en el centro de la ciudad, y los indios, instalados en la periferia.94

Los barrios comenzaron a fundarse con la llegada de los conquistadores


al Valle de Jovel. Los primeros fueron los de Mexicanos y Tlaxcala que se
poblaron, como sus nombres lo indican, de indios mexicas y tlaxcaltecas de la
región central, en 1528. Posteriormente se fundaron el barrio de El Cerrillo, al
norte de la traza española, y San Felipe Ecatepec. En 1577 se crearon los de
San Antonio y San Diego, al sur de la
ciudad, y el barrio de Cuxtitali,
“asentado en las faldas de los cerros,
al noreste de la traza española, un
poco más retirada de ésta que los
demás barrios”.95 Entre el siglo XVIII
y XIX se fundaron los barrios de La
Merced, El Calvario y Guadalupe.

Trayendo los españoles


consigo la tradición de la creación de
oficios por barrios establecida en la
Edad Media, cada barrio de San
Cristóbal, desde su inicio, comenzó a
adquirir una especialización propia y
sus integrantes se distinguieron por
el oficio que realizaban.96 Es de esta
Imagen 6 Kramsky, V., Hombre alfarero, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,
manera que los indios de Cuxtitali ca 1960, AVK

eran conocidos por ser matanceros

94
Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 44.
95
Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 40.
96
Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 15 de julio
2012.

37
y comerciantes, en particular de carne de cerdo y sus derivados,97 el barrio de
San Felipe se caracterizó por proporcionar mulas, arrieros y tamemes a los
viajeros y a los mercaderes, y el de San Ramón por la habilidad de sus
pobladores para la alfarería, el curtido de pieles y la cerámica.98 Estos oficios,
que se comenzaron a desarrollar en cada barrio dependían de la procedencia
de sus pobladores, era parte de su cultura y una vez asentados comenzaron a
practicarlos por la necesidad de trabajo.99 De esta forma, cada actividad
caracterizó a cada espacio y permeó a cada barrio, generando una identidad
cultural en cada uno de los pobladores.100

Además de formar parte de la vida diaria, la realización de los oficios


trajo consigo la disponibilidad de productos que ayudaban a resolver asuntos
prácticos en la vida social, y que con el paso del tiempo -en los años setenta-
se convirtieron en artesanías, definidas por Darío Echeverri como:

El arte creativo y estético que se aprende y se reproduce de generación


en generación, se constituye en un ámbito privilegiado e importante para
el reencuentro familiar y sociocultural de hombres y mujeres que
comparten escenarios de trabajo, según roles y funciones que requieren
saberes específicos, y experiencias que van acuñando conciencia y
mentalidad, según las épocas y los contextos.101

De acuerdo a las fotografías de Kramsky, para los años sesenta se


pueden identificar al menos dieciséis oficios en la ciudad, entre los cuales
podemos mencionar a los hilanderos, alfareros, herreros, santeros, hojalateros,
matanceros, carpinteros, decoradores de cajas de madera, tinteros, panaderos,
tintoreros, veleras, confiteros y coheteros.

Los oficios forman parte de una tradición que sobrevivió por siglos y que
se practicaron hasta la segunda mitad del siglo XX; sin embargo, los cambios
que trajo consigo la apertura de las vías de comunicación en los años sesenta

97
Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 41.
98
Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 42
99
Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de
2012
100
Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 68.
101
Echeverri, Darío, “Memoria individual, memoria colectiva y memoria histórica. Lo secreto y lo
escondido en la narración y el recuerdo, 15 de enero de 2004,
<http://www.encolombia.com/educacion/unicentral4799tem-memoria.htm>. [Consulta: 4 de abril de 2012].

38
hizo que cada uno de los oficios fuera modificándose. Algunos se mantuvieron,
otros sufrieron innovaciones, y otros más se extinguieron por completo. En la
actualidad, muchos de los practicados desde la colonia han desaparecido y
queda de ellos solamente el recuerdo en los descendientes de quienes los
realizaban.

En este contexto surge la mirada de Vicente Kramsky, fotógrafo no sólo


interesado en capturar la riqueza arquitectónica e histórica del estado de
Chiapas, sino también en conservar, a través de la fotografía, a la ciudad de
San Cristóbal y a los artesanos locales.

Cuando Kramsky se interesó en retratar los oficios de la ciudad ya era


un fotógrafo reconocido y establecido. La fotografía de estudio y la venta de
postales le permitían adquirir ingresos para vivir cómodamente, y por ello
comenzó a fotografiar lo que le interesaba por el solo gusto de hacerlo, no
necesariamente por adquirir ganancias económicas, sino satisfacción personal.

Las fotografías de los


artesanos formaron parte de una
serie que realizó en una etapa de su
vida en la que dejó a un lado la
fotografía comercial y se fue por lo
que le dictaba su propio interés.102

En ese tiempo, todo


antropólogo o estudioso que quisiera
revelar su material fotográfico debía
acudir a Vicente Kramsky, ya que era
el único que contaba con el equipo
necesario para esta tarea. Así, su
profesión creció junto con las
actividades del entonces Instituto
Imagen 7 Kramsky, V., Niña decorando cajas de madera, San
Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK Nacional Indigenista103 (INI) que llegó
a San Cristóbal de Las Casas en

102
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.

39
1956.

El INI tenía como objetivo diseñar e instrumentar la política


gubernamental con y hacia los pueblos indígenas de México. Dentro de las
líneas de trabajo se encontraba la investigación y promoción cultural de los
pueblos, y es por ello que la institución se encargó de documentar a través de
la fotografía, la vida en las comunidades indígenas.

Es de esta manera que se crea el Archivo Fotográfico del Centro


Coordinador Tzeltal-Tzotzil como parte del trabajo antropológico del INI, siendo
el primero en su tipo a nivel nacional.

Los fotógrafos fueron principalmente antropólogos reconocidos como


Gonzalo Aguirre Beltrán, Julio de la Fuente, Agustín Romano Delgado y
Ricardo Posas.104 El único fotógrafo profesional contratado fue Don Vicente
Resino, quien se encargó de registrar los testimonios de la vida y costumbres
de las comunidades indígenas de Chiapas. Este hombre, junto con el pintor
Carlos Jurado que también colaboró con el INI, fueron grandes amigos de
Vicente Kramsky.

El trabajo de campo realizado durante los años cincuenta y sesenta,


arrojó a la luz alrededor de 4 970 fotografías en blanco y negro; 4 mil negativos
y 4 mil contactos.105 Las imágenes muestran los avances de los primeros
proyectos del INI como educación, salud, caminos y agricultura.

Se retrató principalmente la región de los altos de Chiapas,


especialmente las cabeceras municipales indígenas como Zinacantán,
Tenejapa, Chanal y Chamula, dejando descartada la ciudad de San Cristóbal
de Las Casas.

Si bien el trabajo que el INI realizó en Chiapas probablemente influyó y


estimuló el trabajo fotográfico de Vicente Kramsky, en el caso de los oficios,
Kramsky tuvo en la mira a un sector de la población chiapaneca que no era de
interés para los antropólogos, puesto que no era población indígena.
103
Actualmente Comisión nacional para el desarrollo de los pueblos indígenas (CDI)
104
La mayoría de estas fotografías se encuentran resguardadas en la Fototeca “Nacho López”, que forma
parte de los acervos de la CDI.
105
Entrevista a Armando Ruiz Rosales, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 22 de
septiembre 2012.

40
Esto nos da una visión diferente de Kramsky como fotógrafo, no sólo
interesado en registrar a los pueblos originarios, sino como un hombre con
sensibilidad social, capaz de capturar a los marginados urbanos, más mestizos
que indígenas.

Kramsky, definido como un hombre ávido de conocimiento, se interesó


no solamente en las cosas que ocurrían en la calle, sino en las que estaban
“tras bambalinas”. Logró, gracias a su curiosidad, buscar, rascar, preguntar y
meter su nariz en todos lados.106 En este sentido, los artesanos formaban parte
de lo invisible y de un quehacer con posibilidad de perderse. Aunque no
estuviera consciente de hacerlo, fotografió a los artesanos y se volvió
documentalista de algo que años después se desvanecería casi por completo.

Él decía que algún día se iban a acabar, que tenía que tomar fotografías
de los herreros del Cerrillo, de los que hacían juguetes de madera en
Guadalupe, de los alfareros de San Ramón, y de los que
confeccionaban enaguas para las indígenas en Mexicanos. Kramsky
decía: tomaremos fotografías hasta del relampagueo de los fuegos
artificiales, es decir, de los pirotécnicos en cada fiesta.107

La opinión que tenía este fotógrafo acerca de los artesanos puede ser
rescatada a partir de uno de sus diarios, donde escribe:

El arte es, por sobre todas las cosas, la expresión más real y auténtica
del ser humano. La artesanía, en consecuencia, no puede ser sino la
expresión más profunda de un pueblo. Y el artesano cada vez que une
su habilidad manual, las tradiciones de sus antepasados y su innata
creatividad, está mostrando el alma de su propia cultura.108

Los artesanos fueron para Kramsky personas a las que respetó durante
toda su vida. Es posible que tal admiración se debiera a que él mismo se
consideraba un artesano: alguien que experimentaba y creaba arte a partir de
la fotografía.

106
Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de
2012.
107
Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, julio 2012.
108
Kramsky, Vicente, Apuntes, ca 1960.

41
Durante el periodo en que Kramsky capturó la serie de los artesanos
locales, la fotografía servía como medio de subsistencia para él y su familia.
Las imágenes que vendía eran aquellas plasmadas en postales que mostraban
las riquezas naturales, artísticas e históricas del estado de Chiapas: los
paisajes, los pueblos indígenas, las ciudades o las ruinas arqueológicas. La
serie de los oficios jamás fue considerada para su comercialización ya que no
formaban parte del referente estético de la población sancristobalense o
foránea. Aunado a ello, existía entonces una fuerte discriminación hacía
algunos de estos artesanos, como los pirotécnicos.

Aunque no haya sido con una intencionalidad racional, como bien afirma
Justus Fenner, lo cierto es que la serie fotográfica de Kramsky sobre los
oficios; así como miles de fotografías que se encuentran en el Archivo Kramsky
forman parte del patrimonio cultural de San Cristóbal y representan una fuente
invaluable de conocimiento histórico que vale la pena rescatar.

3.2.- Fotografiando los oficios

Respecto a cómo consiguió capturar la serie fotográfica de los artesanos, no


hay que olvidar que Vicente Kramsky se distinguió por ser un hombre con
facilidad para convencer a la gente y ganarse su confianza. Un fotógrafo
interesado en conocer a los artesanos, y que para lograrlo decidió introducirse
en la vida de estos hombres y mujeres. Además de ello, Vicente era un hombre
respetuoso, con amistades en cada barrio y conocido como “el fotógrafo”, un
hombre digno de respeto por parte de la población de San Cristóbal.109

109
Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, julio, 2012.

42
Jorge Molina aún
recuerda a Kramsky como “un
hombre muy famoso”, que
fotografió a la familia Martínez
porque su casa se encontraba
a “ras de la calle”: “La casa no
estaba bardeada, por lo que
desde afuera se podía mirar
qué estaba ocurriendo
adentro”.110

Kramsky llegaba al
taller preguntando si podía
Imagen 8 Kramsky, V., Hombre tallando cajitas de madera, San Cristóbal observar cómo se elaboraban
de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK
las artesanías y comenzaba a
fotografiar. Una vez con la cámara en mano los artesanos continuaban su
trabajo, como si Kramksy fuera una extensión del espacio donde se
encontraban.

El intercambio con el fotógrafo consistía en darle a los artesanos copias


de las fotografías que tomaba y en ocasiones una retribución económica.
Carlos Hernández, que siendo niño aparece en las fotografías de los
pirotécnicos de San Antonio, recuerda que Vicente Kramsky se sentaba con
ellos a tomar pozol y convivía con la familia: “Cuando tomó una de esas
fotografías en donde estoy liando, nos dijo que qué simpáticos y qué
trabajadores, que éramos unos grandes artistas”.111

La serie dedicada a los artesanos en los años sesenta está conformada


por 120 fotografías, negativos y positivos que retratan el quehacer artesanal de
al menos dieciséis oficios. El análisis de estas fotografías, que compete a este
estudio se encuentra dividido en dos partes: una general en la que se tomaron
tres oficios (pirotecnia, elaboración de cajas de madera y alfarería) para así
explicar la constitución de tal serie haciendo uso de la historia visual. En la
110
Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de
2012.
111
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.

43
segunda parte se elabora un análisis más profundo solamente del oficio de la
pirotecnia, complementando la historia visual con la historia oral, cual
testimonio laboral.

44
4.- La serie de los artesanos locales

El estilo que Kramsky utilizó para documentar los oficios va de lo general a lo


particular. Por ello, el elemento inicial y que enmarcaba la serie fotográfica era
la iglesia del barrio.

 La iglesia funciona
como “portada” de su ensayo
fotográfico. De esta manera
Kramsky nos remite a un
punto identitario, capaz de
indicar la pertenencia de la
serie fotográfica.

Imagen 9 Kramsky, V., Iglesia de mexicanos, San Cristóbal de Las


Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

La fotografía núm. 9 fue tomada en plano general, siendo ésta una toma de
la plaza del barrio. Al centro de la imagen aparece la iglesia, y el kiosco, a la
izquierda. Vicente Kramksy tenía toda la intención de que a partir de estos dos
elementos se ubicara el espacio en el que fue realizada la fotografía; de esta
manera inmediatamente se relaciona la serie del oficio con la iglesia y por
ende, con el barrio en el que se practicaba.

En la mayoría de las fotografías de las iglesias que Kramsky retrató no


aparece persona alguna, siendo éste un recurso intencional. Kramsky se valió
de la luz natural; las sombras que se reflejan al centro de la imagen sugieren
que la fotografía fue tomada después del mediodía.

45
 La siguiente toma que Kramsky realizaba era del taller: tomado en plano
general, ubica quiénes eran los que participaban en el oficio y en dónde
se llevaba a cabo el trabajo en cuestión.

Imagen 10 Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

A partir de la composición de la fotografía, en la imagen núm.10,


Kramksy nos muestra los elementos que hacen posible esta parte del quehacer
artesanal. Observamos en el centro de la imagen a la mujer, quien es en este
caso la que realiza la actividad, rodeada de los materiales e instrumentos
necesarios para la decoración de las cajas de madera.

En primer plano se observa, de lado izquierdo de la imagen, una serie


de recipientes y frascos que contienen los pigmentos que se utilizaban para
decorar las cajas. Frente a la mujer, de lado derecho de la imagen una pila de
cajas que la artesana comienza a decorar y por último, en tercer plano sobre
un estante de madera, las cajas una vez terminadas. De esta forma, Kramsky
nos muestra no solamente el espacio donde se realiza el oficio sino la
metodología que los artesanos utilizaban para realizar su trabajo. Así, aunque

46
a primera vista pareciera que el taller era un espacio que se encontraba
desordenado lo cierto es que existía un orden que los artesanos seguían para
realizar la actividad artesanal.

A partir de la imagen podemos identificar que eran las mujeres las que
se encargaba de la decoración, mientras que en otras fotografías de la misma
serie se observan hombres que se dedicaban a cortar la madera y unir las
piezas para construir las cajas (ver imagen núm. 8).

Kramsky, a partir de su documentación da cuenta de la dinámica


intergeneracional de este oficio. En la imagen núm. 11 podemos identificar en
un papel central a la mujer adulta, y en un segundo plano, al niño que también
participa en las tareas artesanales. La crianza de los niños se desarrolla en el
taller (imagen núm. 10), de esta manera, los niños se familiarizan con el oficio
desde lactantes.

Imagen 11 Kramsky, V., Mujer Martínez envarillando cohetes, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

47
En la imagen núm. 11 se observa parte del taller de los pirotécnicos. En
primer plano de lado derecho de la imagen se observa una mujer sentada de
perfil a la cámara, que envarilla los cohetes, y en segundo plano de lado
izquierdo de la fotografía a un niño que observa a la cámara sonriendo.

La mirada del niño muestra la interacción directa con el fotógrafo y una


sensación de familiaridad con el retratista (identificada a partir de la sonrisa y la
actitud relajada). Por otra parte, la mujer sentada de perfil se encuentra
concentrada en su labor. A partir de su mirada, la gesticulación de la boca, y la
ausencia de tensión, se puede afirmar que la fotografía fue tomada en un
ambiente de confianza.

En cuanto a la iluminación, se observa de lado izquierdo de la imagen una


sombra que sugiere el uso de luz artificial. En este sentido podemos deducir
que las fotografías de Kramsky fueron previamente planificadas: no solamente
trató de realizar una fotografía de registro sino también una imagen con una
intencionalidad y de calidad, lograda en la mayoría de los casos.

 Por último, el encuadre de las


tomas se va cerrando cada vez
más hasta llegar a un
acercamiento que muestra las
manos de la artesana, y el
producto del trabajo a detalle.

Imagen 12 Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera, San


Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

En la fotografía núm. 12 el fotógrafo logra mostrar, con un medio plano, cuál


es el resultado del oficio. De una manera sencilla reúne en una toma los
elementos necesarios para lograr el producto artesanal: el mandil, las manos,
el pincel, y un frasco con pintura. El conjunto de ellos crea una caja de madera
con un motivo preciso (que puede tener algún significado). Para realizar esta

48
toma, Kramsky hace uso del flash que se centra principalmente en la caja de
madera. Podemos decir que la mujer está posando por la posición en la que
sujeta el pincel, así como por la manera en la que sostiene la caja.

A partir de este breve análisis, podemos decir que este estilo tan particular
de Kramsky habla de la necesidad que tenía de explicar el contexto espacial
donde ocurría la creación artística. A partir del tipo de toma y el encuadre que
daba a las fotografías, Kramsky muestra su estructura mental, la manera en la
que veía la realidad. Sus fotos nos remiten a las secuencias cinematográficas
en las que el espectador es introducido al relato mediante tomas generales,
llegando luego a las particulares.

El capturar
imágenes desde el
exterior hacia el
interior es otro
recurso frecuente
en el estilo de este
fotógrafo, a partir
del cual, Kramsky
da la sensación de
haberse introducido
al interior del taller
desde el patio. De
esta forma muestra
de modo específico

Imagen 13 Kramsky, V., Pirotécnicos, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK lo que a partir del
plano general no se podía visualizar, construyendo (o reconstruyendo) una
narración de algún modo “cubista”, en el que se hacen visibles las diferentes
caras del quehacer artesanal.

La actitud de los artesanos frente a la cámara es relajada, salvo en algunos


casos en los que se observa la pose de algunos niños. Sin embargo, la

49
mayoría de los artesanos se muestra de manera natural: no miran hacia la
cámara y parecen estar realizando su labor como en un día cualquiera, actitud
que revela la familiaridad que llegó a tener Kramsky con los artesanos. De
cualquier modo, la aparente naturalidad, no implica que la escena no haya sido
preparada.

La división del trabajo se hace presente en toda la serie. Se trabajaba en


familia, pero las tareas se dividían de acuerdo a la edad y el sexo. Por las
fotografías podemos suponer que las mujeres realizan las actividades menos
riesgosas y pesadas y, según la sociedad tradicional, más acorde con su
género: en el caso de la elaboración de cajas de madera los hombres son los
encargados de cortar la madera y unir las piezas mientras las mujeres se
dedican específicamente al diseño del decorado. En algunos otros oficios,
como la alfarería, el trabajo es realizado solamente por varones.

Los niños se encuentran


presentes en todos los
oficios, por lo que es de
suponer que formaban parte
de la fuerza de trabajo, ya
sea que laboraran en sus
horas libres o que no
asistieran a la escuela para
trabajar con su familia.

El espacio de trabajo se
conforma por el exterior y el
interior del taller,
generalmente construido de
madera. La casa, localizada
a un lado del taller nos
remite a viviendas humildes,
Imagen 14 Kramsky, V., Niño alfarero, San Cristóbal de Las Casas,
Chiapas, ca 1960, AVK
de adobe y tejamanil con
patios de tierra.

50
Los materiales empleados para realizar el oficio eran generalmente de
origen vegetal, y otros instrumentos eran objetos que la mayoría de las veces
las familias tenían a la mano, como piedras que eran aprovechadas por los
pirotécnicos para moler la pólvora. Así mismo, encontramos que las fotografías
nos reflejan la pertenencia a una clase social económicamente baja: la
vestimenta, el lugar donde se desarrolla el oficio y la falta de calzado de la
mayoría de los niños de las imágenes son reflejo de tal circunstancia.

En toda imagen existe una intención detrás. Sin embargo una vez disparado
el obturador se crean aspectos que escapan a la intención del propio fotógrafo.
En este sentido Kramsky, aunque estaba interesado en capturar el oficio
mismo, muestra elementos en sus fotografías que fueron retratados sin
proponérselo; aún así conforman una fuente importante de información.
Ejemplo de ello es el perro (de la serie de pirotecnia) que nos remiten a un
ámbito familiar; las lámparas con la imagen de la virgen de Guadalupe que en
ocasiones se encuentra en los talleres nos hablan de una clara religiosidad
popular; los calendarios o almanaques pegados nos remiten al estilo en que se
adornaban los talleres, y la presencia de aparatos como la radio, nos trasladan
al lugar de trabajo y a los “programas” que la familia escuchaba al practicar el
oficio.

51
5.- Un caso específico: La pirotecnia en el San Cristóbal de los años
sesenta

La memoria es el presente del pasado,


capaz de recorrer y remontar el tiempo.

Paul Ricoeur.

La memoria representa, para la ciencia de la psicología, la capacidad mental


de conservar y evocar cuanto se ha vivido.112 Es cuestión de reflexionar un
poco sobre cuántas veces un olor o un sonido nos ha recordado una etapa de
nuestra vida, y así, con el sólo hecho de poner en práctica nuestros sentidos
hemos sido capaces de trasladarnos a un lugar, evento y espacio
determinados.

La memoria es un detonante que nos brinda la capacidad de


aparentemente transportarnos en el tiempo, revivir un momento y hacerlo
nuestro en el presente a partir de un olor, un sonido o una imagen: “la
fotografía es nuevamente ese botón que activa nuestra memoria y nos permite
recrear y actualizar nuestro pasado”.113

Así, la imagen posee esa característica capaz de insertar a la persona


que aparece en una fotografía cincuenta años atrás. Haciéndole recordar el
olor de la pólvora o el sonido de la radio mientras trabajaba.

En este sentido, lo que se pretende en este apartado es enriquecer la


historia visual con la historia oral a partir del testimonio de dos personajes
clave. Por un lado la voz de Jorge Molina, un viejo cohetero tradicional de San
Cristóbal, y por otra la de Carlos Martínez Zea, uno de los niños que fue
retratado en la serie fotográfica de los pirotécnicos de los años sesenta en el
barrio de San Antonio.

112
Real Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=memoria> [Consulta: 1 de mayo de
2012].
113
Arnal, Ariel, “Apología”, 1998, p. 5.

52
Jorge Molina, descendiente de una familia de una tradición artesanal
desde hace 150 años, aprendió el oficio de la pirotecnia desde pequeño.
Actualmente es el único cohetero tradicional en San Cristóbal de Las Casas.
Ha participado en innumerables concursos nacionales e internacionales,
conservando la original elaboración de los fuegos pirotécnicos.

Por otro lado, Carlos Martínez Zea también aprendió el oficio desde
pequeño, sin embargo a los 12 años, al hacer conciencia de todos los peligros
que conllevaba la pirotecnia, decidió alejarse de su familia para “dejar de ser
cohetero”. El mismo año conoció a un dentista de la ciudad con el que
comenzó a trabajar en las labores de limpieza y quien posteriormente se
convirtió en su tutor; éste hombre tendrá un papel clave en su vida ya que será
quién le enseñe la profesión de mecánico dental que actualmente practica.

5.1.- “Yo nací con el oficio de los pirotécnicos”


La pirotecnia: una tradición heredada

El significado de ser cohetero se ha transformado con el paso del tiempo, sin


embargo podemos afirmar que la pirotecnia ayer y hoy sigue siendo
considerada un arte. Al voltear la mirada al pasado me pregunto ¿qué
implicaba ser un cohetero en los años sesenta?, ¿cuál es la historia detrás de
las personas de las fotografías? El presente apartado tratará de dar respuesta
a éstas y más interrogantes que se pueden generar en torno al tema.

Florescano describe los oficios como “herencias familiares que se van


traspasando de generación a generación, y que normalmente permanecen en
un núcleo familiar que conserva el conocimiento necesario para desempeñar
los oficios transmitidos.”114

La pirotecnia ha sido una tradición al menos por doscientos años en las


familias del barrio de San Antonio. Los niños, desde temprana edad, ayudaban
a sus padres en la elaboración de los cohetes: “Yo empecé a trabajar de cinco
años con mi papá -porque no nos dejaban jugar - que ¡pásame esta cosa!, que

114
Florescano, Enrique, Patrimonio, 1993, p. 50.

53
¡ayúdame a hacer esto!- y otras cosas muy fáciles. Ahí va uno metiéndose
poco a poco”115

Así, la enseñanza se daba a través de la transmisión oral, corporal y


gestual;116 a partir de la cual los niños se iban familiarizando con las técnicas, y
las distintas etapas del trabajo artesanal aunque no las practicaran en su
totalidad.

No hay que olvidar que la pirotecnia representaba el principal sustento


económico para las familias del barrio de San Antonio, por lo cual era
necesario que tanto hombres como mujeres, niñas y niños aprendieran el
oficio: “Todos participábamos por igual. En una forma u otra ahí era como
desde pequeños íbamos viendo lo que hacían los papás e íbamos
aprendiendo”.117

La mayoría de las familias que se dedicaban a la cohetería eran de muy


bajos recursos: el dinero que recibían apenas les alcanzaba para la
alimentación de la familia, no tenían casa propia, no contaban con servicios
básicos, eran analfabetas y los niños generalmente andaban descalzos.

El adquirir tan poco dinero hacía que las familias de coheteros


trabajaran todo el día, manchando su ropa de lodo y tierra. El aspecto sucio
sumado a la pobreza los volvía motivo de discriminación. “En mi tiempo la
cuestión de la pirotecnia era muy discriminada. Escuchaba que decían: -¡no te
metas con ese cohetero!-, ya estaba uno “fichado”. Era el “demonio” por ser
pobre y estar chorreado. Por eso no quería ser cohetero”118

La necesidad del trabajo en familia y la pobreza determinaban que los


hijos de los coheteros no asistieran a la escuela, y que aquellos que quisieran
acceder a la educación tuvieran que dejar su casa.

Era recurrente que los niños se apartaran de su familia para dedicarse a


otra cosa, no solamente por la discriminación, sino por el peligro del oficio:
115
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
116
Bonfil, Paloma, Tradición, 2001, p. 52.
117
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
118
Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de
2012.

54
presenciaban incendios, quemaduras, lesiones de las manos y caídas que
generaban en ellos un sentimiento de inseguridad: “Un día me salí cuando
empezó a rayar la primera luz del día. Le dije: -mamá ya me voy antes de que
se levante mi papá-. Pero -¿por qué te vas hijo?-. - ¡Ya no quiero estar aquí!,
yo me voy madre, y cuando consiga dinero, yo te voy a ayudar-”.119

En otros casos, la necesidad obligó a que los niños continuaran el oficio


aunque no lo desearan: - “Yo era muy pobre, desgraciadamente no tuve el
apoyo que necesitaba, se murió mi papá y me quedé en esto-.”120

Ya sea por el miedo al oficio o por la discriminación de la que eran


objeto, los niños de la generación de los sesenta querían dejar la cohetería y
romper con una tradición que había existido en su familia al menos por dos
siglos. En algunos casos lo lograron y en otros se vieron obligados a continuar
al ser la pirotecnia la única opción para sobrevivir, como fue el caso de Jorge
Molina.

5.2.- La “galera”

Imagen 15 Kramsky, V., Carlos Martínez Zea recogiendo carrizos, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

119
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
120
Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de
2012.

55
La galera, lugar de trabajo del “cohetero”, se encontraba a un costado
de la casa donde habitaba la familia. Las viviendas, al igual que los talleres
eran lugares rústicos. Generalmente estaban construidas de tejamanil y adobe,
materiales muy utilizados en San Cristóbal. Contaban con dos cuartos: cocina,
y habitación para albergar a familias de cuatro a seis personas, que dormían
sobre camas de madera en el mejor de los casos.

La ropa se colgaba en lazos sostenidos de la pared o en clavos a


manera de percheros tal como actualmente se puede observar en las zonas
indígenas de los Altos de Chiapas: “cuando empecé a conocer unos centavos,
conocí los ganchos de madera, de alambre, las perchas”.121

El taller era construido de madera y la mayoría de los procesos de


elaboración se realizaban en el patio para tratar de aminorar el riesgo de un
incendio. El sonido de la radio inundaba el lugar y generaba un ambiente
familiar a partir de la convivencia diaria de sus integrantes.

Los talleres, cubiertos de calendarios y que decoraban las muros en los


hogares de los artesanos, también servían para anotar algunos pedidos: “esa
costumbre tenían porque como llegaban clientes de cohetes ahí marcaban qué
día iban a entregar, qué día iban a ir a trabajar”.122

El trabajo se caracterizaba por ser en familia:

Se trabaja sin horarios rígidos, al ritmo personal, sin mayores


apuraciones que las que provoca la lluvia o la necesidad de conseguir
dinero (…) la técnica misma impide a la ampliación de la producción, ya
que se requiere de una calificación que es producto de muchos años de
aprendizaje y experiencia, precisamente con los instrumentos de trabajo,
que sólo son una extensión de la mano diestra del artesano.123

En la cohetería existía una diversidad de actividades que cada uno de


los integrantes de la familia debía conocer, el pirotécnico es un comodín: “está
allá, está aquí y hace de todo. Todo debe saber, no sólo una cosa porque si no,
121
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
122
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
123
Florescano, Enrique, Patrimonio, 1993, p. 42.

56
no está completo”.124 Sin embargo, entre los miembros de la familia había
especialistas en una actividad dependiendo de su género y su edad. La
especialización ayudaba a generar una mayor productividad y a reducir los
tiempos en la elaboración de los fuegos.

Se procedía a la asignación de ciertos roles desde que los niños eran


pequeños y se relacionaban con el trabajo de los padres, formando parte del
quehacer diario de los distintos oficios. Las niñas aprendían de la hermana
mayor, la madre o la abuela, y el niño del padre, tío o del abuelo.

Aún así, el trabajo pirotécnico era pesado y las jornadas eran largas:
“trabajábamos desde que Dios nos daba la luz del día (5 de la mañana), sin
probar café o un bocado, y ya se venía a almorzar por ahí las diez u once de la
mañana y después seguía uno trabajando”.125

El mayor peligro que podía percibir un joven o un niño eran los


incendios, ya que al utilizar materiales inflamables como la pólvora, dentro de
lugares de madera y tejamanil, era probable que con una chispa de fuego que
se generara el lugar ardiera con gran facilidad.

Era muy peligroso, a mí me daba miedo, yo sufrí cuatro quemazones. La


última quemazón que sufrimos quedamos sin nada, únicamente con la
ropa de encima. Se incendió el lugar, acabó todo lo que está viendo en
la foto (imagen núm. 5). Lo que es toda la galera, en donde se
elaboraban los cohetes, y la casa. Se acabó totalmente… todo,
quedamos únicamente con lo de encima. Mi mamá sufrió quemaduras
de primer grado, yo de tercer grado y quedé sin cabello. Ya tendría yo
como unos 12 años al menos.126

Por tal razón no cualquiera podía dedicarse a la pirotecnia, debían ser


personas que desde pequeñas estuvieran familiarizadas con el oficio y que
tuvieran conocimiento de cómo prevenir estos graves accidentes que les

124
Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de
2012.
125
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
126
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.

57
costaban, a veces la vida, o los dejaba sin un techo para dormir y por
consiguiente donde trabajar.

5.3 “Jugando con fuego”


Elaboración

“Me acuerdo
del nombre de
esta perra que
trajeron de
Salto de Agua
en avioneta.
Por eso se le
puso el
nombre de
“salteña”, era
la mascota de
la casa”127

Imagen 16 Kramsky, V., Francisco Martínez López "haciendo ixtle" cargando el carrizo, San Cristóbal
de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Hacer ixtle128 representaba el primer paso para la elaboración de cohetes. Para


iniciar el proceso era necesario conseguir manojos de henequén, 129 que
vendían por libras o arrobas los campesinos proveniente de Soyaló, Ixtapa,
San Lucas o Bochil, todos pueblos vecinos.

Para que el henequén se volviera un hilo lo majaban y después se


proseguía a carmenarlo.130 Posteriormente se enrollaba tal como se observa en

127
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
128
Los pirotécnicos tradicionales denominaba “ixtle” al cordón de henequén y no al de maguey (que
corresponde a la definición correcta)
129
Planta amarilidácea, especie de pita, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=henequ∞E9n> [Consulta: 1 de mayo de
2012.]
130
Entendido como desenredar, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=carmenar> [Consulta: 1 de mayo de
2012.]

58
la imagen núm. 16: el hombre sostenía el henequén carmenado, mientras el
niño lo iba enrollando en un instrumento conocido como taravía.

Imagen 17 Kramsky, V., Niño desconocido y Carlos Martínez Zea liando, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960,
AVK

Una vez convertido el henequén en ixtle, se enceraba con una pasta elaborada
con petróleo y trementina131 que permitía que la fibra se endureciera.

“Aquí yo ya trabajaba con el doctor -porque ya tenía zapatos- […] era


una de esas veces cuando mis papás iban a pedirle permiso (al doctor) para
que les ayudara con los cohetes”. Este procedimiento lo hacían los niños desde
los siete u ocho años, con la ayuda de un adulto tal como Carlos Martínez Zea
lo evocó al ver la fotografía.

131
Jugo casi líquido, pegajoso, odorífero y de sabor picante, que fluye de los pinos, abetos, alerces y
terebintos. Se emplea principalmente como disolvente en la industria de pinturas y barnices., ver en Real
Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=trementina> [Consulta: 1 de mayo de
2012.]

59
El siguiente paso consistía en preparar el carrizo, el cual tenía que ser
cortado a la medida exacta para poderle introducir la pólvora. Debido a que la
planta aún no estaba madura era necesario ponerla a secar al sol durante
algunas horas (imagen núm. 15).

Una vez encerado el ixtle con trementina, era enrollado en una banca
especial conocida como escaño (imagen núm. 17). Posteriormente se
comenzaban a liar132 los mejores carrizos y la bomba, que será la que dote de
sonido al cohete.

A continuación, el carrizo – ya liado- era introducido en un dispositivo


denominado “chamuscador”, para completar el secado y eliminar las hebras
sueltas del ixtle.

“Todavía
conservo
las piedras
donde se
molía la
pólvora”133

Imagen 18 Kramsky, V., Francisco Martínez López cargando el carrizo, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,
ca 1960, AVK

“Cargar”, junto con “cebar la bomba” constituían los pasos más


peligrosos del proceso. Con anterioridad se tenía que haber producido la

132
Envolver algo, sujetándolo, por lo común, con papeles, cuerda, cinta, ver en Real Academia Española
[en línea], España, 2012, <http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=liar> [Consulta:
1 de mayo de 2012.]
133
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.

60
pólvora, para la cual se necesitaba el madrón: “Nosotros teníamos que ir al
monte a conseguir la leña de madrón para hacer la fogata, y sacar el carbón
que nos iba a servir”,134 una vez listo el carbón se le añadía azufre y salitre, y
se molían todos los minerales sobre una piedra.135

Para “cargar”, previamente se tenía que haber taqueado el carrizo con


tierra colorada, que la familia Martínez desde temprano iba a buscar a una
parte del cementerio. La pólvora debía ser humedecida con un poco de agua
para que se asentara y para evitar que al cargarla estallara. Era colocada justo
encima de la tierra que se había taqueado previamente (imagen núm.18). El
procedimiento consistía en ir introduciendo la pólvora en pequeñas cantidades,
comprimiéndola con instrumentos de hierro de distintos calibres que eran
almacenados en los recipientes de madera.

En cuanto a “la
bomba”, que será la que
dotará de sonido y
propulsión al cohete, se
preparaba con los mismos
elementos minerales que la
pólvora, más clorato de
potasio. Cebar136 la bomba
era el paso previo al fin de
la elaboración del cohete.

Una vez que “la bomba” ha


sido previamente sellada al
ser liada con el ixtle, debe
Imagen 19 Kramsky, V., José Martínez López cebando la bomba, San ser taladrada para poder
Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK
incorporar el “cebo” o
“mecha”137 con ayuda de la lezna138 (imagen núm. 19)

134
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
135
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.
136
Poner el cebo o materia explosiva en armas de fuego o artefactos destinados a explosionar, ver en
Real Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cebar> [Consulta: 1 de mayo de 2012.]

61
Esta tarea era muy peligrosa y por lo tanto la tenía que realizar alguien
con mucha experiencia, ya que en caso de no tenerla “al dar un golpe por
alguna desesperación, tronaba, con lo cual se provocaba los incendios, o sea
las quemazones.”139

El señor Martínez recuerda cómo en una ocasión el señor de la


fotografía (imagen núm. 19) que era su tío, al estar cebando la bomba, le
explotó y perdió parte de una mano.

Imagen 20 Kramsky, V., Familia Martínez Zea envarillando, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

137
Porción de materia explosiva que se coloca en determinados puntos de las armas de fuego, los
proyectiles huecos, los torpedos y los barrenos, para producir, al inflamarse, la explosión de la carga, ver
en Real Academia Española [en línea], España, 2012,
<http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cebo> [Consulta: 1 de mayo de 2012.]
138
Instrumento que se compone de un hierro con punta muy fina y un mango de madera, que usan los
zapateros y otros artesanos para agujerear, coser y pespuntar, ver en Real Academia Española [en línea],
España, 2012, <http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=lezna> [Consulta: 1 de
mayo de 2012.]
139
Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de
abril de 2012.

62
La parte final se conocía como “amarrar el cohete” o envarillar, que
consistía en unir la bomba y el carrizo a la varilla de madera (imagen núm. 20).

De esta forma se colocaba el carrizo “cargado” de pólvora – el cual


serviría para que el cohete se elevara- y posteriormente estallara la bomba –la
cual generaba la explosión y el estruendo.

Al estar juntas todas las partes del cohete se realizaba la “enmanojada”,


que consistía en hacer hatos de doce cohetes; de esta manera podían ser
vendidos por docenas o por gruesas, compuestas de doce docenas.

Los productos terminados y listos para la venta se conformaban


principalmente por cohetes, “morteros” y “toritos” de petate, elaborados
siempre por encargo (imagen n.º 21).

5.4 ¡Tiempo de lanzar


cohetes!

La vida de San Cristóbal se


caracterizó en el pasado e
inclusive en la actualidad por
las fiestas que
periódicamente se llevan a
cabo en los barrios. En
estas celebraciones, -
herencia de siglos- nunca
pueden faltar los fuegos
artificiales que alumbran el
Imagen 21 Kramsky, V., Cohetes listos para su venta, San Cristóbal de Las cielo oscuro de esta ciudad,
Casas, Chiapas, ca 1960, AVK
y que a través del sonido
llaman a los pobladores a celebrar.

Sin embargo, San Cristóbal durante los años sesenta se caracterizaba


por un régimen de lluvias permanente durante todo el año, y el mal tiempo
podía presentarse con una semana completa de precipitación pluvial. La
elaboración de los cohetes dependía del estado del tiempo. La pólvora debía

63
secarse al igual que el carrizo, así que en caso de que el clima no fuera el
propicio todo el proceso de elaboración se veía retrasado.

Una vez terminados, los cohetes eran vendidos a los indígenas o a los
caseros140 para sus fiestas religiosas que se realizaban para cada santo en
San Cristóbal, y en los pueblos indígenas de la región. Por tal razón, las
familias de pirotécnicos tenían trabajo durante todo el año, aunque las
ganancias eran exiguas.

Cuando los cohetes eran vendidos a los indígenas generalmente ellos


se encargaban de lanzarlos, en caso de hacer un compromiso con los barrios
de San Cristóbal el cohetero tenía que asistir a la fiesta y quemarlos, tal como
ahora se hace. Cuando se trataba de “castillos” o “morteros”, el pirotécnico
estaba obligado a armarlos y quemarlos en el lugar de la fiesta. Para entregar
los pedidos, los coheteros se transportaban a caballo, a pie, o inclusive en
avionetas.

A partir de 1994, con el levantamiento zapatista, la situación de la


pirotecnia cambió drásticamente en la ciudad. La pólvora se volvió motivo de
mucho control y las autoridades comenzaron a exigir una serie de permisos
para la fabricación de cohetes y los talleres fueron ubicados obligatoriamente
en las afueras de la ciudad.

Esto determinó que muy pocos coheteros pudieran sobrevivir a las


nuevas normativas ya que no hay que olvidar que eran familias pobres,
analfabetas, y con pocas relaciones con las instituciones. Para continuar
siendo coheteros se requerían ciertos conocimientos y contactos, leer y escribir
para entender las normativas, y cumplir con los requisitos que se generaron
después de 1994.

Es por esto que no sólo la pirotecnia cambió totalmente, sino también el


monto de las ganancias y el rostro de quienes se dedican a esta profesión.

140
El casero es el jefe de la familia del barrio que, de acuerdo a la “promesa” que haya realizado,
albergará en su casa al santo del barrio entre cada celebración (periodo que puede ser de un año a varios
años) y organizará el festejo como “jefe de la fiesta”. De la casa del casero se inicia la quema de la
“cuerda” de cohetes contratada para la fiesta.

64
Conclusiones

La fotografía es sin lugar a dudas un documento histórico, capaz de


difundir conocimiento y conservar la memoria. Después de algún tiempo los
estudiosos dirigieron su mirada hacia ella y notaron que podía ser estudiada
como una marca de una materialidad pasada, y una manera de entender lo que
una sociedad determinada plasmó en una imagen dentro de su presente para
ser conocida en un futuro.141 Se vio en la fotografía no solamente una forma de
hacer arte, sino también una manera de conectarnos con nuestra historia.

La historia es una de las muchas disciplinas que rescata imágenes para


reconstruir un acontecimiento del pasado. En el presente estudio, las
fotografías de Vicente Kramsky sobre los artesanos locales en los años
sesenta constituyeron la fuente principal para recrear la vida cotidiana de este
sector de la población, especialmente del oficio de la pirotecnia.

Vicente Kramsky fungió como el fotógrafo social de San Cristóbal de Las


Casas durante el siglo XX. A lo largo de su vida no sólo retrató las bellezas
naturales de Chiapas sino que fijó en la retina del tiempo la vida cotidiana de
los habitantes. Además, se interesó en retratar más allá de lo que un fotógrafo
común hubiese hecho. Se convirtió en un antecedente de la antropología visual
en el estado, volteando la mirada hacia estos artesanos en un periodo en el
que eran invisibles. Le dio rostro a este sector de la sociedad cuando nadie lo
había hecho. A través de la lente capturó el quehacer diario de estos
trabajadores, preservando así su huella en la historia local.

Sin embargo ¿es posible reconstruir el pasado usando solamente


imágenes? En voz de Gabriel García Márquez “La vida no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”; aunque una
fotografía representa una importante fuente de conocimiento histórico, en
ocasiones es necesario ir más allá de la información que la propia imagen
pueda proporcionar, como la voz de los actores. Los testimonios de los dos
coheteros, y sobre todo el de Carlos Martínez Zea, resultan imprescindibles
para reconstruir una historia. Comprendemos así que la imagen es útil como

141
Aguayo, Fernando y Lourdes Roca (coord.), “Imágenes”, pp. 267

65
detonador de la memoria, tanto de los protagonistas como de la nuestra en
calidad de testigos.

La historia visual se refuerza y vigoriza con la historia oral,


complementándola y reconstruyendo el día a día de este sector prácticamente
olvidado. La imagen y el testimonio nos llevan a conocer lo que implicaba el ser
cohetero en este periodo, cómo vivían, cuáles eran sus temores, sus
inquietudes o sus proyectos de vida.

Esta investigación no solo nos permitió entender el significado de ser


cohetero en un periodo de la historia de San Cristóbal, sino comprender la
manera en la que una fotografía puede servir como componente de la memoria
histórica.

El relato ayudó de esta forma a “tener la fuente más directa y […]


conocer esas partes oscuras que ni los documentos ni las estadísticas
permiten dilucidar”,142 logrando de esta forma “trascender los espacios
impenetrables de la vida que otras ciencias sociales, con sus sofisticados
instrumentos de análisis, intentan descifrar en las almas de los hombres y de la
sociedad“.143

A partir de la historia oral se recuperó la figura de Vicente Kramsky, “el


mago de la lente” de San Cristóbal de las Casas, así como la percepción que
tenía este fotógrafo de los artesanos locales, a partir de uno de sus diarios.

La serie de Kramsky logró reconstruir la historia de uno de los niños de


las fotografías, recordándonos que existen historias personales detrás de cada
imagen. Nos mostró la nostalgia que una fotografía puede provocar con el paso
del tiempo y más importante aún, nos ayudó a reescribir la historia de un oficio
de San Cristóbal del que no se ha escrito nada, mostrándonos una
representación del pasado de la pirotecnia en la ciudad, y enriqueciendo la
historia local y fotográfica marcando la pauta para abordar más ampliamente
este tema en el futuro.

142
De Garay, Historia, 1994, p. 11
143
De Garay, Historia, 1994, p. 11

66
Aunque el uso de la imagen sirvió para la elaboración de una
investigación histórica, es necesario enfatizar que esta fuente abre la
posibilidad al trabajo interdisciplinario pues su análisis permite interpretar
procesos desde diferentes perspectivas.

En el caso específico de San Cristóbal, las fotografías del Archivo


Kramsky son el único registro que muestra cómo era la arquitectura de la
ciudad durante la segunda mitad del siglo XX, resultando así un auxiliar valioso
para los arquitectos de la conservación y restauradores.

Espero que en esta investigación, relato e imagen, hayan hecho visible


lo invisible y abran nuevas interrogantes y nuevos temas de estudio a ser
explorados por otros interesados que se vean también atrapados por las
maravillas fotográficas Chiapas, y sobre todo de San Cristóbal de Las Casas,
pueblo mágico.

67
Referencias y bibliografía

-Archivos

AVK Archivo Vicente Kramsky

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