Camino A La Reforma

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CAMINO A LA REFORMA Por: Jazmín Patiño Puertos

Ro. 3:28 “Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”

INTRODUCCIÓN: La Edad Media fue un periodo que va desde el año 476 con la caída del Imperio romano
de Occidente hasta el 1492 con el descubrimiento de América, y que coincide con la invención de la
imprenta y los Años de Reforma en Europa.

Pero ¿cuál era el ambiente en la edad media?, el escenario era terrible, lleno de sombras, la sociedad
crecía de manera injusta, la gran mayoría vivía extrema pobreza, y muy pocos eran dueños de grandes
porciones de tierra, la autoridad de la iglesia que estaba en Roma había consolidado su poder, a través
de documentos falsos conocidos como “fraudes píos”. Estos documentos incluían una supuesta
“Donación de Constantino” de numerosos territorios que resultaron ser una falsificación, estaba además
ocupada en conquistar tierras con su ejército templario argumentando que era para “evangelizarlas”;
sin embargo, abusaba de su poder cobrando impuestos a esas tierras conquistadas, los papas se
enriquecían de manera grosera y llevaban una vida llena de excesos y opulencia. Como era de esperarse,
aunque fueran papas, no leían las sagradas escrituras, ni permitían que el pueblo la leyera, para ese
entonces la Biblia solo se leía en latín y nadie podía entenderla puesto que no hablaban esa lengua, eran
muy pocas las personas cultas o letradas podían tener cierto acceso a ella. La iglesia de Roma había
impuesto castigo incluso de muerte para quien se atreviera a traducir la biblia a su propio idioma.
La Iglesia regulaba todos los aspectos de la vida de los creyentes, al punto que incluso los reyes y
emperadores le debían completa sumisión, puesto que ella impartía las leyes y era la entidad más rica y
poderosa de su tiempo. Todo esto degeneró en un clero escandalosamente corrupto y en una institución
altamente burocratizada y deseosa de poder y riqueza.
Y si esto fuera poco, la peste negra azotaba Europa y Asia, hasta ahora la pandemia más devastadora de
la historia de la humanidad, la gente tenía temor a la muerte, se había regado la idea de que esto era un
castigo divino; y todos buscaban refugio en la iglesia; pero como ya dijimos, sus dirigentes no amaban a
Dios ni tenían una relación con el, así que sus reglas y enseñanzas estaban lejos de la voluntad de Dios.
Para calmar el temor de la gente ante la muerte se enseñaba la doctrina de las indulgencias:
• “Las indulgencias” (del latín indulgentia-permit) se habían convertido en un sacramento para
conceder el perdón de los pecados. La concesión del perdón se basaba en la mala interpretación
de Mateo 16:18. A los pecadores arrepentidos se les pedía que mostraran su arrepentimiento
por sus pecados (contrición), que los confesaran a un sacerdote (confesión) y que hicieran una
obra penitencial para expiarlos (satisfacción).

Las indulgencias se concedían por permiso escrito del papa. En ese tiempo era común conceder
indulgencias a los voluntarios que participaban en las cruzadas, también a los peregrinos que visitaran
los santuarios de Roma durante los “años jubilares” (al principio cada cien años y, finalmente, cada
veinticinco).
Como podemos ver la Iglesia de Roma ya era muy diferente a la comunidad cristiana de los primeros 300
años d.C., y abismalmente distinta al modelo bíblico de Iglesia.

Así que en varios países de Europa empezaron a levantarse hombres temerosos de Dios que anehlaban
un cambio:

1. Pedro Valdo
Muchos detalles sobre Pedro Valdo no se saben, incluyendo su nombre, fecha y lugar de nacimiento, en
otros muchos aspectos de su vida. Lo que sí sabemos es que, en 1170 Valdo era un mercader muy rico y
conocido en la ciudad de Lyon, Francia. Tenía una esposa, dos hijas, y muchas propiedades.

Pero hubo un suceso que marcó su vida. Algunos dicen que fue testigo de la muerte repentina de un
amigo, otros dicen que escuchó un canto espiritual de un cantor ambulante. Lo que sea que haya
sucedido, causó en Valdo una conmoción profunda sobre su estado espiritual. Lo primero que decidió
hacer fue leer la Biblia, pero como solo existía la Vulgata latina y su latín era pobre, contrató a dos
académicos para que la tradujeran a su idioma.

Luego buscó consejo espiritual de un sacerdote, quien lo dirigió a Mt. 19:16-22 (historia del joven rico
en los Evangelios) Valdo tomó acción, le dio todo lo que tenía a los pobres y, desde entonces, determinó
vivir en completa dependencia de Dios.

Comenzó a predicar con su Biblia en las calles de Lyon, especialmente a los pobres. Muchos se
convirtieron y, para el año 1175, ya contaba con un grupo de seguidores, que también se deshicieron de
sus posesiones y comenzaron a predicar. La gente comenzó a llamarlos “los pobres de Lyon”. Al crecer
el grupo y convertirse en un movimiento, se esparció por Francia y otras partes de Europa, y fueron
llamados “valdenses”.

Mientras más estudiaba Valdo las Escrituras, más se preocupaba sobre ciertas doctrinas, prácticas y
estructuras de gobierno de la Iglesia. Las autoridades católicas no estaban contentas con la predicación
de este desconocido hombre y terminaron por excomulgarlo. Después de la muerte de Pedro Valdo en
el año 1205, el Movimiento valdense continuó creciendo.

2. John Wycliffe
Nació en el interior de Inglaterra, en una granja de ovejas a 200 millas de Londres. Ingresó a la
Universidad de Oxford en 1346. En pocos años ya era considerado el principal filósofo y teólogo de la
institución. En 1374 se convirtió en rector parroquial de Lutterworth.
Mientras tanto, Roma había exigido apoyo financiero de Inglaterra. John Wycliffe aconsejó que no se le
diera apoyo a la Iglesia, puesto que ya era demasiado rica y que Cristo llamó a sus discípulos a la pobreza,
no a la riqueza. Tales opiniones metieron a Wycliffe en problemas y lo obligaron a responder por cargos
de herejía. Tres meses después, el Papa emitió cinco edictos eclesiásticos contra Wycliffe, en los que fue
acusado de 18 cargos y se le llamó "maestro de los errores".

Pero Wycliffe estaba dispuesto a defender sus puntos de vista. Aunque esto no le agradó a Roma, el
asunto nunca tuvo consecuencias, pues había problemas al interior de la Iglesia y la popularidad de
Wycliffe en Inglaterra era muy grande.

Wycliffe siguió estudiando las Escrituras y escribió más acerca de sus conflictos con la enseñanza oficial
de la iglesia. También empezó a traducir la Biblia al inglés. Murió en 1384 antes de que la traducción se
completara y 43 años después de su muerte, los oficiales ingleses desenterraron su cuerpo, quemaron
sus restos y arrojaron las cenizas al río Swift por considerarlo hereje. Aun así, no pudieron deshacerse
de él pues sus enseñanzas continuaron extendiéndose.

3. Jan Huss
Nació en una familia pobre en el reino de Bohemia alrededor de 1369, entró en el sacerdocio, buscando
prestigio y una mejor vida. Llegó a ser un reconocido predicador, pero pasó mucho de su tiempo
enseñando en la facultad de filosofía de Praga.

Prontamente, empezó a predicar “sermones violentos” en contra de la maldad del clero, lo que lo llevó
a ser reportado al arzobispo. Mientras Huss leía las Escrituras y veía a los papas de su época abusar de
su poder, concluyó que la autoridad papal no era final. Él necesitaba un fundamento más firme que aquel
construido sobre la paja de las opiniones de los hombres, sin importar cuán respetados fueran.

Su entendimiento de la autoridad final de las Escrituras fue encendido en la medida que él leía las obras
condenadas de John Wycliffe. Argumentó firmemente contra las indulgencias, abogó por que se sirviera
tanto el pan como el vino en la comunión, y predicó en el lenguaje común en vez del latín.

Su alianza con las enseñanzas de Wycliffe lo llevó a ser excomulgado. En julio de 1415, lo desnudaron, lo
adornaron con un sombrero de burro pintado con demonios y etiquetado como "archi-hereje". Mientras
tanto, él oraba por sus enemigos. Luego lo llevaron junto a una pila en llamas de sus libros y lo
encadenaron a una estaca. En respuesta a estar encadenado, dijo: "Mi Señor Jesucristo fue atado con
una cadena más dura que esta por mi bien, así que, ¿por qué debería avergonzarme de esta cadena
oxidada?" Le dijeron una vez más que se retractara, pero él se negó, proclamando: "Lo que enseñé con
mis labios ahora lo sellaré con mi sangre". Luego le dijo al verdugo: Vas a asar un ganso (“huss significa
ganso en lengua bohemia), pero dentro de un siglo te encontrarás con un cisne que no podrás ni asar ni
hervir. Se piensa que estas palabras fueron una profecía que se cumplió en Martín Lutero, quien apareció
al cabo de unos cien años, y en cuyo escudo de armas figuraba un cisne.
Dicen que al encenderse la hoguera, Huss exclamó: Jesús, Hijo del Dios viviente, ten misericordia de mí
y se puso a cantar un himno.

4. Girolamo Savonarola
Nació en una familia adinerada en Ferrara, Italia, en 1452. Aunque sus padres querían que estudiara
medicina, él tomó a los 23 años la decisión de unirse a la orden dominicana.

Savonarola llegó a Florencia en 1490 y predicaba a miles en el idioma de las personas y no en latín.
Anunció el amor salvador de Cristo y ofrecía severas críticas a las prácticas inmorales de líderes políticos
y eclesiásticos.
Finalmente fue excomulgado por el papa Alejandro VI, a quien tanto criticó. Fue juzgado y quemado en
la hoguera en 1498.

Estos pre reformadores tenían muchas cosas en común y un mismo espíritu.

Todos condenaron la inmoralidad de la iglesia. Valdo, Wycliffe y Huss condenaron la doctrina de las
indulgencias. Todos condenaron los abusos del papa de Roma y del clero en general. Todos fueron
excomulgados por la iglesia de Roma debido a sus posturas, y dos de ellos, Huss y Savonarola, ardieron
en la hoguera. Ninguno de los cuatro personajes se retractó de sus posiciones. Sus seguidores
posteriormente se unieron al protestantismo. Pero el hecho más relevante es que todos rescataron la
autoridad de las Escrituras y la predicaron en la lengua del pueblo, en un tiempo en el que hacerlo era
muy peligroso.

Sin duda estos personajes influyeron sobre muchas personas, entre ellas sobre un monje agustino de un
pueblecito de Alemania llamado Martín Lutero. Lutero siempre fue un monje dedicado y obediente. En
1508 fue enviado a Wittenberg como profesor y a finales de 1510 partió en un viaje diplomático a Roma.
Estaba muy emocionado y, esperaba encontrar paz allí al visitar lugares sagrados y venerar las supuestas
reliquias del cristianismo. Sin embargo, descubrió los graves abusos de la iglesia y de los sacerdotes. Se
desilusionó por la corrupción y el negocio que existía alrededor de la adoración a las reliquias religiosas,
las cuales incluían la soga con la que Judas se había ahorcado, un pedazo de la zarza ardiente de Moisés,
y las cadenas de Pablo. Peor aún, se decía que las Scala Sancta o ‘escaleras santas’ eran los mismos
escalones que Jesús había pisado cuando salió de la sala de Poncio Pilato, y que Dios perdonaría a los
que subieran por las escaleras de rodillas, besando cada escalón.
Lutero no perdió tiempo en subir los escalones siguiendo las instrucciones, pero cuando llegó a la cima,
pensó “¿Quién sabe si esto es verdad?”.
En 1512, Martín Lutero se graduó como doctor en teología. Sin embargo, empezó a sentir una gran
ansiedad por su pecado y una dependencia constante de la confesión. A pesar de confesarse cada vez
que sentía que había cometido un pecado, su situación espiritual le tenía muy intranquilo. ¿Quién podía
estar seguro de recordar todos sus pecados? Si alguno era olvidado y se quedaba sin perdonar, y si fuera
un pecado mortal, el resultado sería la condena eterna en el infierno.

Un año más tarde, mientras preparaba un curso sobre los Salmos, le llamó la atención la oración del
Salmo 31:1: “Líbrame en tu justicia”. Pero, ¿cómo podía librarle la justicia de Dios? La justicia de Dios
estaba seguramente calculada más bien para condenar al pecador que para salvarlo.

Mientras pensaba en el significado de las palabras, su atención se dirigía cada vez más a la enseñanza de
Pablo en Romanos 1:17 “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está
escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
El dijo:
“Había anhelado mucho entender la Epístola de Pablo a los Romanos, y nada se interponía en el camino,
excepto esa expresión, ‘la justicia de Dios’, porque tomé el significado de esa justicia por la cual Dios es
justo y actúa para castigar... Noche y día reflexioné hasta que... comprendí la verdad de que la justicia
de Dios es esa justicia por la cual, a través de su amor y misericordia, nos justifica por la fe”.

“Entonces sentí que había renacido y que había entrado en el paraíso por las puertas abiertas. Toda la
Escritura tomó un nuevo significado, y mientras que antes ‘la justicia de Dios’ me había llenado de odio,
ahora se convirtió para mí en una dulzura inexpresable de mayor amor. Este pasaje de Pablo se convirtió
para mí en una puerta al cielo”.

Este estudio le llevó a un entendimiento más completo del evangelio, y a cuestionar muchas de las
prácticas que la Iglesia institucional seguía en ese momento.

En 1515, el Papa León X encargó a Alberto de Brandeburgo, un terrateniente que utilizara la orden
dominica para vender indulgencias de San Pedro en sus tierras. Alberto debía una gran suma a Roma por
haberle ayudado a convertirse en el príncipe eclesiástico que gobernaba tres territorios (Maguncia,
Magdeburgo y Halberstadt). Pidió prestado el dinero al banco de los Fugger en Augsburgo, que contrató
a un experimentado vendedor de indulgencias, el dominico Johann Tetzel, para que se encargara del
tráfico de indulgencias; una mitad de los ingresos iba a parar a Alberto y a los Fugger, y la otra mitad a
Roma.
Tetzel era un gran vendedor, ofrecía las indulgencias con este jingle: “En cuanto suena la moneda del
cofre, sale un alma del purgatorio”.
El tema de las indulgencias se había vinculado a la enorme ansiedad que existía con respecto a la muerte
por la peste y el juicio final. Esta ansiedad fue alimentada por la venta de las indulgencias.

Lutero atacó el abuso de la venta de indulgencias en los sermones, en las platicas con sus amigos y
estudiantes.
En algún momento del 31 de octubre de 1517, la víspera de la fiesta de Todos los Santos, a sus 33 años,
Lutero colocó (o envió a alguien a colocarlas) unas tesis en la puerta de la iglesia del castillo de
Wittenberg. La puerta funcionaba como un tablón de anuncios para diversos asuntos académicos y
eclesiásticos. Las tesis fueron escritas en latín e impresas en una hoja por el impresor Johann
Gruenenberg. Lutero hacía una invitación para que la Iglesia de Roma revisara sus prácticas a la luz de la
palabra de Dios, un escrito académico impulsado por su corazón pastoral.

Se enviaron algunas copias de las tesis a amigos y funcionarios de la Iglesia, pero la disputa nunca tuvo
lugar. Alberto de Brandeburgo, arzobispo de Maguncia, envió las tesis a algunos teólogos cuyo juicio le
impulsó a enviar una copia a Roma y exigir que se actuara contra Lutero. En los primeros meses de 1518,
las tesis se habían reimpreso en muchas ciudades, y el nombre de Lutero se había asociado a las
exigencias de un cambio radical en la Iglesia. Se había convertido en noticia de primera plana.

La primer tesis que escribió dice: “Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: 'Arrepentíos', quiso
que toda la vida de los creyentes fuera de arrepentimiento” (llenura del espíritu santo)

En su cátedras Lutero enseñaba también que el bautismo es el único sacramento necesario para la
salvación y subrayaba que lo esencial del cristianismo está solo en la fe (sola fides), solo en la gracia (sola
gratia), solo en Cristo (solus Christus).
Pronto muchos le siguieron porque Lutero criticaba al papado, como lo escribió en su Tesis 87 “¿Por qué
el papa, cuya riqueza es hoy mayor que la del más rico Craso (un rico romano apodado ‘Fats’, que murió
en el año 53 a.C.) no construye esta única basílica de San Pedro con su propio dinero en lugar de hacerlo
con el dinero de los pobres creyentes?”

Las tesis de Lutero sembraron las semillas de un diálogo sobre lo que es esencial para la unidad cristiana,
incluso para la supervivencia, mientras esperamos la segunda venida de Cristo. Pero también fueron la
gota que colmó el vaso, pues pronto fue perseguido y excomulgado, incluso el Rey Carlos V trató de
convenserlo para que se retractara de sus escritos, a lo que Lutero contestó: “Me retractaré solo si me
enseñan que la Biblia dice lo contrario”. Como no podían hacerlo retractarse, y para evitar que nadie lo
matara, su amigo Federico simuló un secuestro. Lutero fue llevado al castillo de Wartburg , donde en tan
solo 11 meses tradujo el NT al alemán en 1522, y para 1534 ya había traducido la biblia completa; esto
fue un gran salto en la historia pues ayudó a unificar el idoma aleman, que hasta antes de su biblia solo
eran más de 20 dialectos circulantes, puso la biblia en manos de toda la gente, invitando así a la lectura
y al abandono del analfabetismo, motivó a los principes lectores a otorgar educación pública y alentó a
que las niñas también tuvieran educación.

Además de haber logrado todos estos cambios extraordinarios en beneficio del pueblo, Lutero describió
varias veces la música como “el mayor don de Dios que a menudo me ha inducido e inspirado a predicar”.
En su opinión, no de los frutos de la alabanza del creyente es la evangelización: Los cristianos cantan y
hablan de lo que Dios ha hecho “para que otros también vengan a oírlo”; así que Lutero escribió un
sinnumero de himnos y fue el motor de grandes compositores como Bach.

En 1525 Lutero contrajo matrimonio con Katharina von Bora, una exmonja que había sido perseguida
junto a otras religiosas por apoyar el movimiento de Reforma.

Fueron padres de seis hijos biológicos y de varios huérfanos, como matrimonio sentaron las bases de lo
que es la casa pastoral (otra innovación de la Reforma), pues se convirtieron en un modelo para las
familias protestantes de esa época.

Los reformadores establecieron firmemente el papel de la esposa como un ministerio muy importante
con bases teológicas y bíblicas, y les dieron una nueva dignidad a las mujeres cristianas al incluir el trabajo
de su hogar en el ministerio del evangelio.
En tiempos de peste, Lutero y su esposa hacían remodelaciones para poder utilizar su casa como
hospital, cuidando a los enfermos con amor y hospitalidad.
En una ocasión Martín Lutero dijo: “No hay compañía, comunión ni relación mejor ni más encantadora,
amigable y amorosa que la de un buen matrimonio”.

Tras la muerte de Lutero en 1546, Katharina describió:

En verdad estoy tan triste que no puedo expresar mi gran dolor a ninguna persona y no sé cómo soy y
siento. No puedo ni comer ni beber, ni dormir. Si hubiera sido dueña de un imperio y lo hubiera perdido,
no me hubiera sentido tan mal como me sentí cuando nuestro querido Señor Dios quitó de mí, y no solo
de mí, sino de todo el mundo, a este hombre querido y digno.

Sin duda Dios hoy Dios nos hace recordar que el ha usado las vidas de hombres ordinarios como Lutero
para hacer cosas extraordinarias, a fin de seguir manifestando su amor a toda la humanidad.
A raíz del movimiento de reforma, los creyentes debemos recordar las grandes verdades del evangelio:
Sola Scriptura: La Palabra de Dios es la máxima autoridad en materia de fe y práctica. Por tanto, nada
que contradiga la revelación de Dios puede regular la vida del creyente (Gálatas 1:6-10; 2 Timoteo 3:16;
2 Pedro 1:3).
Solus Christus: La salvación se encuentra solo en Cristo, excluyendo así todo otro camino para llegar a
Dios (Hechos 4:12).
Sola Gratia: La salvación es un don de Dios. Por tanto, es algo que el pecador recibe de forma inmerecida
basada en los méritos de Cristo alcanzados durante su vida, muerte y resurrección (Efesios 2:8).
Sola Fide: La salvación solo puede ser recibida cuando ponemos nuestra fe en Aquel que murió por
nosotros, excluyendo la posibilidad de que nuestras obras puedan contribuir (Efesios 2:8-9, Romanos
3:28).
Soli Deo Gloria: El propósito de la salvación que recibimos es glorificar a Dios; poner de manifiesto las
excelencias o virtudes de su carácter (Efesios 1:4-6; 1 Pedro 2:9).
El número preciso de solas varía, pero es común una lista de tres o cinco, sola gratia y sola fide fueron
usadas por los reformadores mismos, y fueron puestas juntas sistemáticamente durante el siglo veinte.

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