05 Psicologia Criminal Gestion 2022
05 Psicologia Criminal Gestion 2022
05 Psicologia Criminal Gestion 2022
POLICÍA BOLIVIANA
DIRECCIÓN NACIONAL DE INSTRUCCIÓN Y ENSEÑANZA
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
TEXTO DE CONSULTA
EXÁMENES DE ASCENSO - 2022
SUBTENIENTE A TENIENTE
PSICOLOGÍA CRIMINAL
PROGRAMA DE EXÁMENES
DE ASCENSO
SUBTENIENTE A TENIENTE
PSICOLOGÍA CRIMINAL
TEXTO SISTEMATIZADO
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
UNIPOL 2022
TEMARIO
ÍNDICE
TEMA N°1
ORIGENES DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL
1.1. La frenología
1.2. Las doctrinas de Lombroso
1.3. Teorías sobre la personalidad de criminal de Eysneck
1.3.1.Extraversion
1.3.2.Neuroticismo
1.3.3.Psicoticismo
1.4. Paradigmas actuales en la psicología Criminal
1.4.1. La psicología evolucionista
1.4.2. La genética del comportamiento
1.4.3. El Paradigma del control social/Autocontrol
a. La teoría del sociólogo Travis Hirschi
b.Teoria de bajo autocontrol
1.4.5. El paradigma de la Criminología del desarrollo - Terrie Moffitt
1.4.6. El paradigma del delincuente racional
TEMA N°2
PSICOLOGIA CRIMINAL
2.1. Concepto de Psicología
2.2. Concepto de Psicología Criminal
2.3. Ámbitos de Actuación
2.3.1. Análisis criminal
2.3.1. Perfilacion criminal
2.3.1. Entrevistas a implicados en el delito
2.3.1. Valoración para ser juzgado
2.3.1. Valoración del estado de la victima
2.3.1. Prevención
TEMA N°3
PSICOLOGIA APLICADA A LA INVESTIGACION CRIMINAL
3.1. Concepto de investigación Criminal
3.2. Fases de la Investigación Criminal
3.2.1. Fase Criminalística
3.2.2. Fase Criminal
3.2.3. Fase pericial o forense
3.3. Perfil Psicológico
3.3.1. Definición Conceptual
3.3.2. Principios
3.3.3. Objetivos
a. Ofrecer al sistema de justicia información sobre las características psicosociales más
probables del agresor
b. Ofrecer al sistema de justicia una evaluación psicológica de las pertenencias encontradas
en posesión del agresor
c. Ofrecer a las fuerzas de seguridad estrategias efectivas en la entrevista de sospechosos
3.3.4. Fuentes de los perfiles
a. Perfil criminal inductivo
b. Perfil criminal deductivo
3.3.5. Modelos teóricos
TEMA N°4
PSICOPATOLOGIA CRIMINAL
ENFERMEDADES MENTALES CON INCIDENCIA EN LA ACTIVIDAD DELICTIVA
4.1. Enfermedad mental y normalidad
4.2. Trastornos disociativos
4.2.1. Trastorno de identidad disociativo
4.2.2. Amnesia psicógena o disociativa
4.2.3. Fuga psicógena o disociativa
4.2.4. Trastornos de despersonalización
4.2.5. Estados de trance y posesión
4.3. Esquizofrenia
4.4. Psicosis delirantes
4.4.1. La personalidad paranoide
4.4.2. Tipos de Delirio
a. Delirio de reivindicación
b. Delirio de persecución
c. Delirio celotipico
d. Delirio erotomaniaco
e. Delirio de grandeza
4.4.3. Psicosis de asociación
TEMA N° 5
MOTIVACION CRIMINAL
5.1. Procesos motivacionales
5.2. Definición y principales conceptos motivacionales
5.3. Aspectos generales de la motivación delictiva
5.3.1. Teoría de «asociación diferencial» de Edwin O. Sutherland
5.3.2. Teorías sobre «la motivación delictiva» de Donald R. Cressey
5.3.3. Teoría de la anonimia de E. Durkheim
5.4. Motivación delictiva en las agresiones sexuales
5.4.1. La motivación sexual
5.4.2. Disfunciones sexuales
5.4.3. Clasificación de Violadores
a. Violador sádico
b. Violador depredador
c. Violador motivado para cometer una agresión
5.4.4. Clasificación de agresores sexuales de menores
a. Abusador pedófilo obsesivo
b. Abusador pedófilo regresivo
5.5. Motivación delictiva en homicidios
5.5.1. Motivaciones básicas
a. Venganza y justificación
b. Control y poder
c. Extasis - Alivio
5.5.2. El Asesino serial
a. Fases del ciclo de actuaciones del asesino serial
1.Fase aurea
2. Fase de pesca
3. Fase de seducción
4. Fase de captura
5. Fase del asesinato
6. Fase fetichista
7. Fase depresiva
b. Motivaciones del asesino serial
5.6. Motivación delictiva en casos de violencia de género
5.6.1. La violencia
5.6.2. Perfiles de agresor
a. Agresor psicopático
b. Agresor hipocondriaco
c. Agresor Cíclico/ emocionalmente inestable
5.6.3. Otras características del agresor
TEMA N°6
LOS MALOS TRATOS
ACTUACION CON LAS VICTIMAS E INTERVENCION POLICIAL
6.1. La familia, su la problemática interna y la repercusión en la sociedad
6.2. La violencia contra la mujer en el ámbito familiar
6.3. Origen y mantenimiento de la violencia
6.3.1. Teorías del mantenimiento
a. La Teoría del Ciclo de la Violencia
b. Teoría de la Indefensión Aprendida
6.4. Consecuencias de la violencia domestica
6.4.1. En la mujer
6.4.2. En los menores
6.5. Manifestaciones de la violencia
6.6. La victima
6.7. El maltratador
TEMA N°7
VICTIMIZACIÓN CRIMINAL
7.1. Definición de víctima
7.2. Tipologías de las víctimas
7.2.1. Víctimas no participantes
7.2.2. Víctimas participantes
7.2.3. Victimas especialmente vulnerables
7.2.4. Víctimas Familiares
7.2.5. Víctimas simbólicas
7.2.6. Víctimas colectivas
7.2.7. Victimas falsas
7.3. ¿Qué es la victimización?
7.3.1. Concepto
7.3.2. ¿Cuáles son las consecuencias de la Victimización?
7.3.3. ¿Qué es la victimización Criminal
7.3.4. Formas de Victimización
a. Victimización primaria
b. Victimización secundaria
c. Victimización terciaria
7.3.5. ¿Cuáles son las secuelas emocionales?
7.4. Perfil de la víctima
7.4.1. Los rasgos físicos
7.4.2. Estado marital y relaciones afectivas
7.4.3. Estilo de vida
7.4.4. Ocupación
7.4.5. Educación
7.4.6. Datos del vecindario
7.4.7. Historia médica
7.4.8. Historia psicosexual
7.4.9. Historia judicial
7.4.10. Últimas actividades
7.5. Teoría Traumagénica
7.5.1. Sexualización traumática
7.5.2. Sensación de traición
7.5.3. Estigmatización
7.5.4. Pérdida de control y sus consecuencias clínicas
TEMA N°8
REDES SOCIALES Y CIBERDELITOS
8.1. ¿Qué son las redes sociales?
8.2. ¿Para que sirven las redes sociales?
8.3. Ventajas de las redes sociales
8.3.1. Comunicación inmediata
8.3.2. Oportunidades laborales
8.3.3. Entretenimiento
8.3.4. Denuncia social: Las redes sociales sirven para sacar a la luz situaciones que en
8.3.5. Compartir conocimientos
8.3.6. Mejora la visibilidad de la marca
8.3.7. Difusión de contenidos de la empresa
8.3.8. Medir las acciones de marketing
8.4. Aspectos negativos de las redes sociales
8.5. ¿qué son los ciberdelitos?
8.6. ¿cuáles son los ciberdelitos más comunes?
8.6.1. Revenge porn o porno vengativo
8.6.2. Grooming
8.6.3. Pharming
8.6.4. Phishing
8.5. Cómo influyen los delitos informáticos
8.6. Perfil criminal actual del ciberdelincuente
TEMA N° 9
EL MODUS OPERANDI Y EL MODUS APPARENDI
9.1. El modus operandi
9.1.1. Definición, características y riesgo en el modus operandi
9.1.2. ¿qué es el modus operandi?
9.1.3. Características psicológicas del modus operandi
9.1.4. Objetivos del modus operandi
9.1.5. Tipología del modus operandi
9.2. El modus apparendi
9.2.1. Definición modus apparendi
9.2.2. Componentes del modus apparendi: firma, ritual, escenificación y sello
a. Componentes del modus apparendi: Firma
b. Componentes del modus apparendi: Ritual
c. Componentes del modus apparendi: Escenificación
d. Componentes del modus apparendi: Sello Personal
e. Componentes del modus apparendi: Sintomatología
TEMA N° 1
Lo interesante de comenzar con esta perspectiva histórica, más allá del hecho de mirar
hacia el pasado, va a ser descubrir cómo esas transformaciones han sido acumulativas,
es decir, cada una de las formas con la que las sociedades han identificado, juzgado al
culpable y explicado su desviación, nunca se extinguieron por completo, jamás perdieron
cierta vigencia. De alguna forma, han prevalecido o, en cierto modo, han condicionado
las identificaciones, juicios y explicaciones posteriores. Vamos a mirar al pasado, en
fin, para poder entender mejor el presente. Desde esta perspectiva, el punto de partida
no podía ser otro que una época en la que el perfil moral de un individuo tenía su
correlato en las facciones de su rostro o en la morfología de su cráneo. Ser feo, digámoslo
sin contemplaciones, te convertía automáticamente en sospechoso. (San Julian Guillen &
Vozmediano Sanz, 2018)
1.1. La frenología
Es esta una doctrina que afirma la estricta localización de todas las funciones psicológicas
en distintos centros cerebrales, y la posibilidad de conocer y diagnosticar su grado de
desarrollo a través el examen del cráneo de los individuos sometidos a un estudio.
Tuvo una época de esplendor en la primera mitad del siglo XIX, y ha sido muchas
veces considerada como una autentica preformación de los que sería luego la psicología.
Desde el primer momento, admitió la existencia de una serie de cualidades psicológicas,
entre las que se hallaban varias de las que supuestamente causaban las conductas
delictivas y violentas.
El médico alemán Franz Joseph Gall (1758 - 1828) es el fundador de este movimiento,
que pronto contara con el apoyo de su discípulo Gaspar Spurzheim (1776-1832), y de
numerosos discípulos. Hay aquí una completa “psicología de facultades” combinada con
una anatomofisiología cerebral rudimentaria, pero manejada con audacia por Gall y sus
discípulos. Estos en efecto, van a difundir por Europa luego por America, la doctrina
que, según ellos, hace posible conocer la personalidad de los individuos, sus tendencias
más hondas, y por lo mismo predecir y explicar sus conductas. Dentro de sus actividades
se incluyó en lugar preferente el conocimiento y diagnóstico de las personalidades
psicopáticas y patológicas, y ocuparon mucho tiempo realizando exámenes de cráneos de
individuos con biografías criminales, condenados a sufrir largas penas en cárceles y
presidios.
La frenología guarda estrecha relación con las doctrinas que iba a mantener con gran
éxito popular el médico italiano Cesare Lombroso, en la segunda mitad del siglo XIX.
Lombroso creyó encontrar un tipo humano particular, el “criminal nato”, que describió
en El hombre delincuente (1876) y que daría una explicación cumplida de la conducta
criminal. Era un resultado de ciertos procesos degenerativos, a consecuencia de los
cuales transgredía la ley, desarrollaba una conducta criminal; era, además, reconocible
gracias a ciertos rasgos físicos. De acuerdo con esta ideas, atavismo y enfermedad se
unían para generar tales individuos, de una enorme peligrosidad social nacida de causas
puramente biológicas. Entre sus rasgos característicos incluiría la microcefalea, las
alteraciones en la estructura cortical, su gran masa corporal, asimetrías craneales y
faciales, y una gran insensibilidad al dolor, entre otros (Maristany, 1973).
Lombroso halló en torno suyo un grupo de discípulos capaces de desarrollar sus ideas de
una antropología criminal. Entre ellos se encuentra Enrico Ferri y Raffaele Garofalo
(Bernaldo de Quiros, 1908; Ferri, 1809). La índole naturalmente peligrosa del
delincuente propicio una visión estrictamente defensiva del sistema jurídico y de las
penas, para proteger la ciudad. Al mismo tiempo, promoverá el
estudio de los rasgos y factores que generan tan amenazadora personalidad; de ahí el
enorme desarrollo de la criminología en las últimas décadas del siglo.
Según el autor, las tres variables se correlacionan con la conducta antisocial de forma
positiva, aunque en investigaciones posteriores se descubrió diferencias en la
importancia de estas correlaciones. El mismo Eysenck en 1997, concluyo que las tres
dimensiones, era el Psicoticismo la dimensión que aparecía más claramente relacionada
con la delincuencia “psicopatía primaria”, mientras que Extraversión y Neuroticismo
estarían relacionadas con la “psicopatía secundaria”. Eysenck ya indico que, a nivel
empírico, el grado de correlación entre las tres dimensiones y la conducta delictiva
podía variar en función al sexo, el tipo de muestra y la edad, entre otras variables.
Para Eysenck, los individuos difieren en sus rasgos debido a diferencias genéticas,
aunque no descartó las influencias ambientales y situacionales en la personalidad, como
las interacciones familiares en la infancia. Por lo que se basa en un enfoque
Lo que propone el autor es que cada persona nace con una estructura específica a nivel
cerebral, que causa discrepancias en la actividad psicofisiológica y, por tanto, provoca
que el individuo desarrolle diferencias en el mecanismo psicológico, determinando un
tipo específico de personalidad. (Garcia-Allen, ob.cit.)
Para los evolucionistas el delito es normal porque les permite sobrevivir. El crimen
no se transmite, pero si los deseos homicidas (situaciones de celos, propiedad
sexual, etc). Estas teorías precisan que serán las reglas sociales las que restrinjan la
violencia.
Uno de los pioneros en aplicar el paradigma evolucionista al crimen y delito fue
Michel Ghiglier. A través de su obra, El lado oscuro del hombre, propone un
persuasivo enfoque biológico del comportamiento humano y reorienta el viejo
debate sobre el predominio de los instintos naturales o la educación, de la genética
o el entorno, y de la cultura o la biología.
Este paradigma cuenta con dos teorías: Teoría del sociólogo Travis Hirschi
y la Teoría de bajo autocontrol.
a) La teoría del sociólogo Travis Hirschi: También conocida como la teoría de los
vínculos sociales fue desarrollada partiendo del criterio de que el individuo no
actúe delincuencialmente, radica en los nexos que el mismo establece con la
sociedad, lazos cuya ruptura significarían una sensible pérdida para la persona.
Cuando se carece de esos vínculos o los mismos de debilitan desaparece el arraigo
social que funciona como muro detentivo del actuar criminal. La necesidad de
autopercibirse y ser reconocido como integrante pleno y respetado de los diversos
grupos sociales de pertenencia actúa como elemento conductual controlador,
según esta posición teórica.
A través de la teoría del desarrollo de Terrie Moffitt, se han formulado algunos de los
conceptos más relevantes de este modelo explicativo:
Esta corriente afirma que “los factores relevantes para la criminalidad son distintos según
la edad de las personas”, Se siguen criterios como “la fase de la vida” del delincuente: las
personas experimentan a lo largo de la vida nuevas experiencias y procesos biológicos
típicos de cada etapa: se trata de propuestas dinámicas (opuestas a la estática
simpatizan con el enfoque de los factores de riesgo): se
analizan factores que incrementan el riesgo estadístico de que se delinca. Llaman la
atención acerca de que la mayoría de quienes cometen delitos abandonan su carrera
delictiva cuando termina la adolescencia:
Para este autor las causas del delito en ambos casos son distintas
Para prevenir los delitos habría que obrar, por consiguiente, de modo que el sujeto
condenado, estimando los costos y beneficios del delito, calculara que tal acción no le
resulta provechosa: lo que le llevaría a concluir que debería abstenerse de cometerla en
el futuro. Esta es la filosofía de la prevención especial.
para causar temor en el delincuente, de tal forma que el delito se haga temer más que
desear, como lo diría este autor: “una pena insuficiente es un mal sin beneficio alguno”.
Según este modelo teórico, una forma de reducir el delito seria aumentar los costos
de su realización, por ello desde esta teoría se propuso aumentar la severidad de las
penas. Estudios han puesto de manifiesto que la severidad de la sanción tiene
repercusiones irrelevantes, mientras que, por el contrario, la certeza de pena puede
influir en la reducción de la delincuencia. (Guardiola, 2021)
TEMA N° 2
PSICOLOGÍA CRIMINAL
2.3.1. Análisis criminal: Esta es una de las principales razones por las que
se debe incluir la psicología en el ámbito criminológico, dado que en un
delito pueden intervenir muchas personas, tanto el que lo comete como la
víctima y cómplices. Así pues, la psicología criminal analiza los comportamientos
del delincuente en diferentes situaciones específicas, de manera que compara los
datos que se obtengan con las bases de datos. En caso de que se encuentren
coincidencias, como las armas utilizadas, el tipo de víctima (como en los casos de
asesinos seriales), el modus operandi, el lugar geográfico y demás aspectos que
permiten tener una base para guiar
la investigación.
2.3.2. Perfilación criminal: Esta es una técnica de investigación que ayuda a los
investigadores a colocarse en la mente del criminal, permitiendo identificar sus
características de personalidad y comportamiento, analizando el crimen
y la escena del mismo.
Frecuentes interrupciones.
Todo esto puede dar como resultado una información más vaga e
imprecisa, poco útil para la investigación.
2.3.4. Valoración para ser juzgado: Una de las competencias del psicólogo
criminal es valorar si el acusado es apto para ser juzgado. Se deberá valorar
si el individuo es capaz de entender la comisión del delito del que se le acusa, y
si tenía plenas facultades para entenderlo en el momento en el que lo hizo, si
2.3.6. Prevención: La psicología criminal tiene una finalidad preventiva, dado que
conocer el delito contribuye, también, a evitarlo interviniendo sobre los grupos
más propensos a realizarlo. Así pues, esta disciplina, conociendo los factores
biopsicosociales que presentan una relación con la aparición y con el desarrollo
de la delincuencia para poder llegar a reducir la criminalidad mediante
programas de prevención. Se pretende mejorar el conocimiento del delito y su
prevención.
TEMA N°3
La investigación criminal tiene como objetivo final, la aplicación de justicia en las causas
criminales, respondiendo a las preguntas imprescindibles: del como, cuando y quien
pudo haberlo cometido.
3.2.2. Fase Criminal. Es una fase más activa, en base a los datos recogidos en la
investigación Criminalística, estudia las conductas, realiza perfiles, tiene como
finalidad el descubrir los componentes externos de la escena de hechos, con el
objeto de individualizar o identificar al presunto actor y en ocasiones
aprehenderlo.
3.2.3. Fase pericial o forense. Fase ejecutiva. Realiza una actividad probatoria,
en orden a demostrar que dicho presunto delincuente es el culpable en base a las
pruebas periciales. Lo que algunos llaman criminalística de laboratorio.
En España Garrido, Stangeland y Redondo (2001) lo definen como «aquella (técnica) que
proporciona información derivada del escenario del crimen para ayudar a la
investigación policial en la captura de un agresor desconocido. Ese análisis del crimen se
centra en dos aspectos fundamentales: la escena del crimen y la víctima».
Posteriormente y de forma más precisa, Tapias-Saldaña y cois. (2004) lo han definido
como «una técnica de investigación judicial que consiste en inferir aspectos psicosociales
del agresor en base a un análisis psicológico, criminalístico y forense de sus crímenes,
con el fin de identificar un tipo de persona (no a una persona en particular) para
orientar la investigación y la captura. Al perfilar hay ciertos aspectos de la víctima o
de la escena del crimen que pueden ser observados y de los cuales se pueden extraer
inferencias psicológicas, a esto es a lo que se le denominó evidencia psicológica y es una
estrategia clave para lograr generar un perfil».
Es decir que de acuerdo a estos aportes, el perfil criminal es «una técnica psicológica que,
basada en los aspectos psicosociales del comportamiento humano establece a partir
de la escena del crimen, las características sociales y psicológicas de la víctima y los
3.3.2. Principios
Un perfil psicológico criminal se fundamenta en los siguientes principios (adaptado de
Soria, 2002):
Existen ciertos autores (Turvey, 1998) que establecen una diferenciación básica
entre dos tipos de metodologías: la metodología inductiva y la deductiva.
De acuerdo con el autor, las ventajas de utilizar este tipo de perfil criminal se
deben a que es una herramienta muy fácil de utilizar, para la cual no se necesita
un conocimiento especializado en ciencias forenses ni entrenamiento en el
ámbito de la investigación del comportamiento criminal. Asimismo, el proceso
de generar perfiles criminales inductivos requiere un período relativamente
El uso de la técnica fue esporádica, no fue hasta 1978 cuando la Unidad de Ciencias del
Comportamiento (BSU) del FBI estableció el Psychological Profiling Program («Programa
de Perfiles Psicológicos»); consistente en la realización de entrevistas a tipos de
criminales específicos de Estados Unidos, recogiendo información acerca de sus
características, motivaciones, actitudes y comportamientos, para analizarla y
sistematizarla posteriormente (Ressler y Schactman, 1992). En 1981, Pierce Brooks, un
Otro paso muy importante para la técnica fue la estructuración de la escena del crimen
en dos grandes tipologías; para ello se realizaron entrevistas en profundidad a 36
asesinos en serie convictos, casi todos con una motivación sexual, y que llevaron al
FBI a la creación de la dicotomía crímenes organizados/crímenes desorganizados,
dicotomía propuesta por Hazehvood y Douglas en 1980 (Wood-worth y Porter, 2001).
Dicha distinción pasó a ser la división fundamental que permitía separar los crímenes en
dos tipos de motivaciones psicológicas (Ressler ySchactman, 1992).
Organizado Desorganizado
Su abordaje también ha sido llamado statistical profiling, debido al peso tan importante
de los principios metodológicos y científicos en sus trabajos. A diferencia de los
expertos del FBI, sus puntos de vista no proceden de años de experiencia en casos
criminales, sino del análisis de los resultados obtenidos mediante estudios controlados.
Aunque tanto el FBI como Canter comparten la creencia de que es posible predecir
ciertas características del criminal en base a su conducta durante el crimen, este último
no intenta encuadrar a los criminales dentro de rígidas tipologías (Ainsworth, 2001).
importante y útil para entender las acciones de una persona. Desde su perspectiva es
mucho más importante prestar atención a la conducta observable del criminal que a las
causas generadoras (Canter y Alison, 2000).
El modelo de Canter utiliza las mismas fuentes de información que el del FBI (examen y
fotografías de la escena del crimen, información sobre la víctima, etc.) y tiene algunos
puntos en común, pero contextualiza la información recogida dentro de las teorías y
principios psicológicos y el conocimiento empírico; una propuesta teórica siempre debe
ir seguida de una comprobación empírica (Woodworth y Porter, 2001).
Según Canter y Alison (2000), tres son los principios psicológicos fundamentales en la
investigación criminal:
investigando, mientras que con las alejadas del mismo son más infrecuentes e
inespecíficas.
Canter y sus colegas han identificado cinco características predecibles del criminal en
relación con su conducta (Ainsworth, 2001):
La denominación VERA proviene del acrónimo de los cuatro pilares en los que descansa
la técnica: Víctima, Escena del delito, Reconstrucción del delito y Autor, referida
respectivamente a la recopilación de todos los datos posibles acerca de la víctima o
víctimas, al análisis pormenorizado de la escena o escenas del delito, a la reconstrucción
posible del hecho a partir de la información disponible y a los datos existentes acerca del
autor o autores de los hechos.
El método VERA se puede aplicar tanto a casos únicos, en los que un único hecho
permanece sin esclarecer, y no se espera que se repita la agresión en otro momento
o lugar, como a casos seriales, en los que se considera que un mismo autor o autores ha
cometido dos o más hechos presuntamente relacionados o puede seguir cometiéndolos
en el futuro. Indudablemente, los casos seriados conllevan un acopio de más
información, ya que encontramos en ellos más conductas, más escenas del delito, etc.,
lo que supone la posibilidad de detectar patrones regulares de comportamiento que
pueden resultar muy útiles al analista para establecer el perfil de agresor o agresores en
serie. A más casos, más posibilidades de detectar; si es posible, patrones, que por sí
mismos supondrán una ventaja para el analista a la hora de inferir a partir de ellos
características peculiares del agresor, lo que redundará en una más rápida identificación.
En el análisis del caso único las circunstancias del mismo pueden haber modulado el
comportamiento de los individuos intervinientes, por lo que es más dificil interpretar
que las conductas del agresor que se analizan suponen cierta estabilidad en cuanto a su
modo habitual de obrar, aunque sea para cometer delitos. Sin embargo, en las
agresiones seriales cometidas por un mismo individuo, esa regularidad
comportamental es más fácil de detectar a pesar de las circunstancias siempre únicas de
cada agresión. En cualquier caso, tanto si es único como si es serial, el análisis de cada
caso se hace individual y exhaustivamente, aunque, en el caso de los casos seriales,
después del análisis concreto de cada caso procederá un análisis en común de todos ellos.
1. Recopilación de datos.
2. Realización de inferencias.
3. Elaboración de hipótesis.
4. Redacción y entrega del informe.
En definitiva, el método VERA descansa en la premisa de que no hay acto del agresor que
no esté motivado; que cada acto por sí solo ha de ser investigado; que diferentes
agresores muestran conductas similares pero que están motivadas por razones
diferentes; que, debido a la complejidad de la conducta humana, a la interacción de unos
individuos con otros y a las influencias ambientales, no habrá jamás dos casos iguales. Un
mismo autor puede presentar diferentes motivos para cometer diferentes actos o en un
mismo acto presentar diversas motivaciones.
Por tanto, no hay dos delincuentes iguales. Cada uno es producto de su propia historia
personal, de sus experiencias y emociones, de su biología y su psicología, del azar que
configuró sus vicisitudes, las decisiones que tomó, etc. Cada delincuente tiene el potencial
para crear escenas del delito a su modo, así como para satisfacer sus propias necesidades
emocionales. Hay, indudablemente, similitudes entre diferentes agresores, pero el
método VERA pretende destacar, a partir no solo de las analogías sino también de
las diferencias, el significado criminal de cada una de las conductas de los delincuentes
que es capaz de identificar y analizar. Así, el método VERA establece un perfil psicológico
del autor del delito violento que permite a los policías encargados de la investigación
restringir las alternativas de búsqueda de sospechosos para una más pronta
identificación y detención, con la consiguiente prevención de delitos y sus
correspondientes víctimas.
3.4.1. HOMICIDIOS/ASESINATOS
a. Personalidad y desarrollo psicosocial de los asesinos en serie
El término «asesino en serie» fue utilizado por primera vez en la prensa americana en
1986 por el agente del FBI Robert Ressler, quien denominó así a este tipo de criminales,
debido a que le recordaba a las series televisivas de su infancia. El FBI atribuye la
clasificación de asesino en serie sólo a aquellas personas que han producido tres
muertes en intervalos separados de tiempo (Cyriax, 1996).
En el asesinato en serie suele haber un sólo asesino que mata a una sola persona
cada vez.
controlada, con pocas o ninguna pista. La víctima suele ser torturada y violada
antes de la muerte, es frecuente el asesinato por estrangulamiento, aunque
también con armas cortantes, pues lo relevante no es tanto el acto sexual como la
violencia ejercida como elemento activador fisiológico y de estimulación positiva.
Dentro de los asesinos hedonísticos, Holmes (1989) diferencia el asesino sádico
(lust murderer) del asesino emocional (íhrill murderer\ el primero suele mutilar
el cadáver y realizar actos necrofílicos con él, algo no habitual en el segundo.
Mair (1993) informa de una edad media de 35 años en el caso de los pederastas
extrafamiliares. Otros estudios consideran que la edad ronda los 40 años. Los
abusadores de mayor edad (en tomo a los 50 años) prefieren los niños menores de 10
años, y los más jóvenes prefieren adolescentes de 12 a 15 años (Revitch y Weis, 1962,
citados en Soria y Hernández, 1994).
Los agresores infantiles son de todas las clases sociales, aunque los que tienen más
recursos económicos con más frecuencia acceden a los menores en redes de prostitución
infantil o mediante viajes a países donde se practica el turismo sexual; suelen estar
adaptados socialmente y es infrecuente encontrar otras psicopatologías diferentes a su
desviación sexual, cuando existen, las más usuales son los deterioros cerebrales, las
deficiencias intelectuales y el alcoholismo. Muchos tienen otras conductas sexuales
integradas, así están casados o tienen algún tipo de pareja sexual, no es infrecuente que
se casen con una mujer con el objetivo de acceder a los hijos menores de edad (Soria y
Hernández, 1994). Raramente hieren o dañan físicamente al niño y utilizan, en la
mayoría de los casos, una aproximación seductora (Holmes, 1991). A pesar de esta
aparente vida social ajustada, Abel y cois. (1986), citados en Soria y Hernández (1994),
encontraron un déficit de asertividad y de la capacidad para expresar a otros las propias
emociones y deseos en un 45% de abusadores infantiles. Otros autores han encontrado
evidencias de ansiedad heterosexual, miedo a la evaluación negativa e ineptitud en
sus interacciones con mujeres (Finkelhor, 1986; Segal y Marshall, 1985; Overholser y
Beck, 1986; citados en Blackbum, 1993)
Los agresores incestuosos generalmente son padres, en segundo lugar, tíos y, más
excepcionalmente, madres, sin estar demostrada la relación con una psicopatología,
aunque puede haber casos de alcoholismo, pedofilia, etc. (Soria y Hernández, 1994).
Existe una serie de características familiares (relación marital deteriorada, familia
numerosa, aislamiento social, excesiva cohesión familiar, comunicación familiar
disfuncional, etc.) y personales (conducta violenta, autoconcepto disminuido,
autoritarismo, déficit asertivo, etc.) que aumentan la probabilidad de ocurrencia de
agresión sexual intrafamiliar (Stiht, William y Rosen, 1990, citados en Soria y Hernández,
1994). Generalmente, los agresores sexuales intrafamiliares no son pedófilos, es decir, no
tienen una preferencia sexual por los niños (Blackburn, 1993). El padre incestuoso
generalmente pasa más tiempo con la víctima que con los otros hijos y le da más afecto,
puede incluso prohibirle tener amigos y/o novios.
una capacidad de empatía muy limitada, presentan un buen ajuste social, tienen buenos
amigos y provienen de un entorno familiar y educativo adecuado. Poseen una buena
imagen, son inteligentes, con un trabajo estable y viven en un ambiente familiar normal.
Es bastante probable que tengan antecedentes delictivos por robo, aunque no por
delitos sexuales poco importantes. A pesar de este aparente «buen entorno familiar»,
el 76% explicaron haber sufrido abusos sexuales en su infancia o adolescencia, algo que
también es habitual en violadores no seriales (Soria y Hernández, 1994).
Garrido diferencia entre aquellos violadores que tienen una conducta delictiva amplia,
donde la violación es un delito más en su estilo de vida antisocial (este tipo de violadores
frecuentemente forman parte de una subcultura violenta) y aquellos que sólo presentan
este tipo de conducta desviada. En violadores en serie, la gratificación y el refuerzo
obtenido mediante la violación es muy poderosa, lo que crea casi una adicción (Garrido
y cois., 1994).
Los violadores de esta categoría pueden ser subdivididos según su meta principal
sea la «aserción» o la «reafirmación»:
2. Violador- odio. En este tipo de violación, el agresor expresa ira, rabia, desprecio y
odio por su víctima golpeándola, asaltándola sexualmente y obligándola a realizar
actos adicionales de tipo degradante. Utiliza más fuerza de la necesaria para
someterla. El ataque sexual es sólo una parte de los actos de violencia física. A
menudo se acerca a su víctima por sorpresa y la golpea, rompe su ropa y usa un
lenguaje vulgar y abusivo.
Este violador puede mostrar mucha cólera y desprecio hacia las mujeres, a quienes
ve como objetos desagradables. El acto sexual es visto hasta cierto punto como
De acuerdo con Muller (2000), los criminales organizados tienden a ser inteligentes,
pero presentan una historia de bajos logros, con una educación y trabajos de tipo
esporádicos. A menudo se encuentran casados y son socialmente aptos, pero
generalmente presentan una personalidad de tipo antisocial. Su víctima es, a menudo,
una extraña, generalmente de sexo femenino, y puede buscar un tipo particular de
víctima o simplemente una víctima por conveniencia, que se encuentre en el lugar y
momento equivocado. Usualmente, torturará a su víctima, la matará lentamente, de una
manera dolorosa con la cual el sujeto ha fantaseado previamente. El cuerpo de la
víctima generalmente será ocultado por el criminal, a menudo también transportado
desde el lugar donde la mató a otro lugar, y puede existir desmembramiento de la víctima
en los casos en los que el criminal tenga conocimientos forenses, con la finalidad de
evitar la identificación.
Davis (1999) agrega que este tipo de criminal personaliza a la víctima, controla la
conversación, demanda la sumisión de la víctima y los actos agresivos los comete antes
de su muerte.
Muller (1999) establece que los criminales desorganizados normalmente tienen una
inteligencia baja, muestran algún tipo de severa perturbación psiquiátrica y, por ello,
es probable que hayan estado en contacto con las instituciones de salud mental. El
criminal desorganizado funciona inadecuadamente a nivel social: escasas relaciones
sociales, excepto con la familia, y puede ser sexualmente incompetente (en caso de que
tenga algún tipo de experiencia sexual). El ataque de la víctima puede ser brutal y es
posible que su cara se encuentre severamente golpeada en un intento por deshumanizar
a la víctima, o bien la víctima puede haber sido obligada a usar una venda en los ojos o
una máscara. En caso de que la víctima sea agredida sexualmente, generalmente será
post-mortem, con mutilación de la cara, genitales y senos. El cuerpo de la víctima
generalmente será dejado en la escena del crimen. Sin embargo, en caso de que el cuerpo
sea movido, usualmente será con la finalidad de guardarlo como un recuerdo y no para
ocultar evidencia.
Cuando aparece una escena del crimen que incluye aspectos de la organizada y la
desorganizada se denomina mixta y puede indicar la presencia de dos criminales, de uno
sólo, que planeó el crimen y luego abandonó el propósito por circunstancias imprevistas,
o también que el criminal arregló la escena del crimen para ofrecer una apariencia
distinta. Todos los crímenes poseen aspectos de uno u otro tipo, pero claramente un tipo
predomina sobre el otro.
Otro aspecto importante es la posible existencia de más de una escena del crimen,
especialmente en los crímenes planificados. En un intento de clasificación, Jiménez
(2004) establece tres grandes tipos:
La existencia de más de una escena del crimen refleja una mayor organización,
peligrosidad, edad y carrera delictiva (Tapias-Saldaña y cois., 2004; Jiménez,
2004).
TEMA N° 4
PSICOPATOLOGÍA CRIMINAL
ENFERMEDADES MENTALES CON INCIDENCIA EN LA ACTIVIDAD
DELICTIVA
Ahora bien, ¿qué es lo anormal en la forma de pensar y actuar de una persona? Parece
coherente pensar que el enfermo mental sería aquel que con su conducta sobrepasa los
límites del criterio de normalidad establecido en un tiempo y en una sociedad
determinados. Sin embargo, esto nos lleva a considerar la siguiente cuestión: ¿qué
debemos entender por criterio de normalidad? Puesto que tiene una triple vertiente:
En primer lugar debemos tener en cuenta que la peligrosidad del enfermo mental casi
siempre ofrece indicios reveladores de la alta probabilidad de comisión de algún delito,
viniendo determinada principalmente por una grave alteración del juicio y por la
pérdida del control de impulsos.
La actuación policial con enfermos mentales debe basarse en estos tres aspectos:
4.3. ESQUIZOFRENIA
Los síntomas son las agudas perturbaciones del pensamiento, la percepción y la emoción,
que afectan a las relaciones con los demás, unidos a un sentimiento perturbado sobre
uno mismo y a una pérdida del sentido de la realidad que deteriora la adaptación
social. Características comunes de estos trastornos son la desorganización del
pensamiento y el lenguaje, alteraciones perceptivas, emocionales, y motoras.
Incomprensibilidad e imprevisibilidad
Violencia: delitos casi siempre de sangre y muy graves
Indiferencia afectiva: sin arrepentimiento
Reincidencia
Soledad (actúan solos)
Inutilidad: el crimen no es útil salvo para el enfermo en cuanto que puede
eliminar sus padecimientos a través de su realización
A pesar de lo anterior, no debemos criminalizar al enfermo esquizofrénico, puesto que
la inmensa mayoría de ellos son pacíficos (baste saber que estadísticamente, el riesgo
de suicidio en estos enfermos es 100 veces mayor que el de homicidio).
El origen del delito está en la idea delirante cuando se acompaña de exaltación emocional
amenazante, y sus actos se caracterizan por tener íntima relación con el delirio,
premeditación, falta de alevosía y de arrepentimiento. Al cometer el delito no busca
la impunidad, sino que están convencidos de haber llevado a cabo un acto justo, por lo
que no opondrán resistencia a la detención.
De forma resumida, podemos decir que los psicóticos son auténticos enfermos mentales,
siendo su trastorno de etiología psíquica u orgánica. Característicos del mismo son:
Esto tiene importantes implicaciones en casos de crímenes violentos sobre todo a nivel
judicial, puesto que si tradicionalmente el psicótico diagnosticado es considerado
inimputable al encajar su enfermedad dentro de las eximentes previstas por el Código
Penal, la jurisprudencia viene considerando justamente lo contrario
a. Concepto de psicopatía
Buena prueba de la incógnita científica que todavía hoy supone el psicópata es el hecho
de que, para empezar, ni siquiera existe consenso acerca del concepto. La ciencia empezó
a interesarse por la cuestión hace más de doscientos años, y desde entonces, han sido
muchas las definiciones o acepciones que del término se han ofrecido, dependiendo
del campo científico e incluso ideológico desde el que se han formulado. Se menciona
la siguiente definición: “Trastorno psíquico que se caracteriza por deficiencia de control
En cierto modo, esta es una reformulación de la definición del concepto de “locura moral”
que ofreció a mediados del siglo XIX el psiquiatra inglés Pritchard, quien siguiendo los
pasos de Philippe Pinel fue uno de los pioneros en el estudio de este fenómeno, junto con
Kraepelin (que introdujo el término “personalidad psicopática” por primera vez en 1903)
y Kurt Schneider, cuya tipología de personalidades psicopáticas es ya clásica.
Mentiroso y manipulador: Son auténticos maestros del arte del engaño, con una
especial habilidad para detectar los puntos débiles de los demás y aprovecharse
de ellos.
II. No todos los psicópatas son criminales violentos. Tampoco debemos pensar
que aquellos psicópatas que han caído en la delincuencia son necesariamente
violentos: muchos de ellos son típicos “delincuentes de cuello blanco”. Pero sí es
cierto que aquellos que encuentran en la violencia una eficaz herramienta para
obtener sus deseos conforman el terrorífico grupo de los criminales más crueles
y peligrosos, nutriendo abundantemente las categorías de homicidas, asesinos y
violadores en serie, maltratadores domésticos.
Es la conducta de este grupo la que nos interesa estudiar. Deseamos saber no solo
como se manifiesta, también las causas que la provocan, como nos defendemos de ella y
como puede prevenirse.
Antes de continuar conviene aclarar que no debe confundirse la violencia del psicópata
criminal con otras manifestaciones violentas e incluso estilos de vida puramente
criminales y violentos, producto de la asunción de normas culturales basadas en la
crueldad y el crimen, coincidentes en cierto modo con el comportamiento psicopático,
pero cuyos autores carecen de éste. Hay personas capaces de cometer crímenes atroces
y de asesinar a sangre fría, y no son necesariamente psicópatas.
La familia con un padre, marido o hijo psicópata y violento vive en un infierno con muros
invisibles del que resulta muy difícil escapar. Estas personas han de soportar día
tras día, durante largos años, todo tipo de vejaciones, humillaciones, abusos físicos y
psíquicos que muchas veces terminan con una dramática muerte en ocasiones
tristemente anunciada.
Utiliza su agudo sentido de detección de los puntos débiles del prójimo para seleccionar
la víctima con la disposición anímica idónea, se convierten en novios encantadores,
cariñosos y atentos que despliegan todos sus encantos para subyugarla y a los que se
puede disculpar su carácter posesivo porque éste es fruto del amor, piensan
ingenuamente muchas mujeres. Pero una vez que la presa está capturada, generalmente
con el cepo del matrimonio, la bestia pronto se desenmascara mostrando su verdadero
rostro. Si no lo ha conseguido todavía, iniciará su estrategia de “acoso y derribo” para
conseguir una completa dependencia psicológica de su víctima tejiendo una sutil red de
aislamiento social que frustre cualquier intento y posibilidad de huida, cortando los lazos
de la mujer primero con sus amigos y finalmente con su propia familia, a la que en
ocasiones consigue incluso poner de su propio lado.
Algunos de los crímenes absurdos que saltan a los medios de comunicación son
puramente impulsivos, propios de psicópatas primarios incapaces de controlar su
agresividad ante la existencia de estímulos que provoquen en ellos reacciones negativas.
De este modo, el incidente más pequeño (una discusión de tráfico, un comentario
contrario a su línea de pensamiento, incluso un gesto o una mirada malinterpretados)
puede generar una respuesta tremendamente violenta.
Otra de las manifestaciones de la violencia psicopática, quizá la más grave y, sin duda la
más compleja, es el asesinato y la agresión sexual en serie. Este tipo de crímenes son
cometidos por dos grupos de delincuentes: psicópatas y psicóticos, cuya diferencia todos
conocemos ya. Pero de los asesinos en serie conocidos, los psicópatas conforman el grupo
más nutrido y peligroso, tanto cualitativa como cuantitativamente: el 70 % de ellos. Y si
coinciden en una misma persona la psicopatía y alguna desviación sexual, aparece la
combinación más letal. Sus conductas criminales manifestadas en los asesinatos
cometidos son aparentemente paradójicas: por una parte, cumplen a la perfección casi
todas las características enumeradas anteriormente de violencia psicopática. Por otro,
reflejan comportamientos impropios del trastorno. El más significativo es sin duda su
capacidad para planificar y organizar sus delitos. Tanto es así que al asesino en serie
psicópata se le identifica precisamente por eso como “organizado”, ya que del análisis de
su modus operandi se desprende una cierta preparación previa del crimen: suele ir
convenientemente preparado para ejecutar el delito (muchos de ellos portan el
denominado murder o rape kit), intenta borrar sus rastros, anticipa en sus fantasías las
acciones que llevará a cabo con la víctima, etc.
Las motivaciones para el crimen en serie son todavía oscuras; aún existen muchas
sombras en la investigación de estas conductas. Pero lo que sí parece evidente es que no
tienen un único componente o móvil puramente sexual. Hay, al menos, otros dos de
capital importancia y que son típicos del psicópata: la necesidad de sentir poder y control
sobre sus víctimas y la sensación de vitalidad. Estas tres motivaciones están en íntima
conexión con rasgos de la personalidad psicopática que ya hemos mencionado.
Recordemos su exacerbado hedonismo: necesitan satisfacer sus impulsos sexuales (sean
cuales sean) y lo hacen, utilizando para ello los medios e instrumentos necesarios. En
ocasiones, los actos de algunos asesinos en serie parecen tan esperpénticos y surrealistas
que cuesta trabajo creer que los hayan cometido personas en su sano juicio, pero así es.
El asesino en serie es con seguridad un tipo especial de psicópata que en muchos casos
tiene, además de un grado muy elevado del trastorno, una capacidad de autocontrol
superior a la del resto de psicópatas y una increíble capacidad de adaptación al medio.
Esto les permite conseguir sus fines una y otra vez, esquivando a veces durante muchos
años a la policía, y les convierte en auténticos “parásitos sociales”, una plaga
prácticamente indestructible con los medios de contención actuales; lo que sin duda
alguna le vuelve especialmente letal y peligroso para la estructura social.
No solo resulta que los tratamientos aplicados a los psicópatas han resultado ineficaces
para su rehabilitación. Un estudio llevado a cabo por Rice, Harris y Cormier (1992)
indica que algunos tratamientos pueden resultar contraproducentes para ellos,
habiéndose determinado una tasa de reincidencia en psicópatas violentos dos veces
superior en los tratados respecto a los no tratados en el programa utilizado como
referencia.
El principal obstáculo en el tratamiento y rehabilitación del psicópata es el carácter
egosintónico de su trastorno: recordemos que no sienten su trastorno como algo malo,
se encuentran cómodos siendo tal y como son, y en consecuencia no ven motivo alguno
para cambiar. Si aceptan voluntariamente someterse a ellos es como siempre por su
particular pragmatismo, habitualmente la consecución de beneficios penitenciarios o de
cualquier otro tipo.
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE 62
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN 2022 SUBTENIENTE A TENIENTE
Por si fuera poco, son capaces de aprender todos aquellos conocimientos que les pueden
ser útiles de los programas a los que se someten. Los asesinos en serie psicópatas han
demostrado en innumerables ocasiones su habilidad para engañar a la psiquiatría
burlando todas aquellas pruebas que suelen ser utilizadas para su evaluación
psiquiátrica: test de IQ de Stanford-Binet, test de Roscharch, T.A.T., M.M.P.I., entre otros.
Si nos detenemos un poco en este perfil, nos daremos cuenta que es muy fácil descartar
a alguien con él como sospechoso de un brutal crimen. Sin embargo, son capaces de
desarrollar y manifestar una violencia extrema.
¿Pero en qué debemos buscar la motivación de los crímenes del asesino sádico? Al
contrario de lo que pudiera pensarse, no en la consecución del placer sexual mediante
la causación del dolor y la humillación de la víctima, sino conseguir la liberación de la
tensión a través del asesinato. Para entender esto mejor debemos saber que las
fantasías son sucesos mentales de producción voluntaria que suelen ser activadas
como válvula de escape a la tensión y fuertes estados emocionales negativos.
TEMA N° 5
MOTIVACIÓN CRIMINAL
5.1. Procesos motivacionales
históricas más claras que ha habido con relación a estos aspectos se han ido uniendo
en el tiempo entre sí, formando nuevas categorías menos estáticas y que
proporcionaban una comprensión mejor de los conceptos (Madsen, 1973):
McDougall (1908). Fue el primero que habló de instinto para explicar la conducta
motivada. Generó toda una corriente biológica centrada en el estudio del
comportamiento de los animales (Etología), de la cual Konrad Lorenz fue uno
de los mayores exponentes. Éste definió el instinto como «un patrón de
conducta heredado, específico y estereotipado, que se descarga ante ciertos
elementos específicos del ambiente».
Hull (1943). Habló del impulso para explicar la conducta motivada y lo definió
como un «estado del organismo, generalmente aversivo o desagradable, que
activa o energiza el comportamiento». A diferencia del instinto, el impulso tiene
E De
autorealización
D De
autoestima
C De
afiliación
B De
seguridad
A
Fisiologicas
una actuación concreta para liberar esa tensión y ese malestar. Aun así, una agresión
sexual consigue liberar esa tensión
puntualmente, pero no elimina para siempre ese malestar o tensión. Todo esto lo
veremos más extensamente en el apartado dedicado a la motivación en agresores
sexuales.
En esa misma línea, todos los conceptos esenciales que hemos visto en cuanto a la
motivación humana coinciden (en gran parte y en función de la circunstancia) con la
decisión individual de un delincuente a actuar y las motivaciones que le llevan a ello.
Tanto el impulso, el instinto, la activación fisiológica ante estímulos, los pensamientos,
cogniciones, conductas, etc. se dan en todos los tipos de motivación humana. Entonces,
¿qué es lo que hace diferentes a los unos de los otros? Ésta no es una respuesta única,
pero en gran parte se refiere a los procesos cognitivos asociados a unos actos que
son reevaluados mediante los mismos procesos cognitivos distorsionados.
Mujer Hombre
Problemas de deseo – Exceso. – Exceso.
/ interés sexual – Déficit. – Déficit.
Problemas en la – Falta de excitación general (lubricación, etc.). – Problema para generar
excitación sexual erección.
– Problema de mantenimiento de
erección.
Problemas referidos – Dificultad en alcanzar el orgasmo. – Ausencia de evacuación.
al orgasmo – Falta de orgasmo. – Eyaculación precoz/retardada.
Otros – Dispareunia (dolor durante el acto sexual) y
Orgasmo prematuro/retardado. – Dispareunia (dolor durante el
vaginismo. acto sexual).
– Fobias sexuales. – Fobias sexuales.
Tabla 10.1. Principales disfunciones sexuales (Labrador, 1994)
Urra (2003) define a los agresores sexuales de forma genérica como «seres con
inmadurez psicosexual, que agranden para autoafirmar un Yo inseguro, y que se
caracterizan por poseer un alto grado de hedonismo y muy baja resonancia emocional».
Además, considera que suelen «ser delincuentes en otras áreas, que son proclives a todo
tipo de violencia contra las mujeres y que emplean todo aquello que les sirve para
racionalizar el asalto como elemento facilitador del mismo». En la misma línea lo definen
García Andrade (1996) y Pérez (2002).
Según Cáceres (2001), se han establecido diferentes criterios para generar una tipología
de agresores sexuales, pero todos deben tener en cuenta los siguientes componentes:
a. Violador sádico. El más peligroso, ya que quiere llevar a cabo sus fantasías
sexuales y agresivas. Su personalidad es antisocial y busca el daño en la víctima.
Su violencia va en aumento, luego puede llegar al asesinato.
Cantón y Cortés (2004) consideran que los agresores sexuales presentan ciertas
características comunes, así como que existen diferentes tipologías de acto abusivo por
parte de los agresores, y aunque hay diferentes investigaciones al respecto, los
resultados sobre estas tipologías son muy diferentes entre ellas; también consideran
que el agresor sexual de menores suele ser un conocido de este niño, siendo un alto
porcentaje de estos agresores miembros de la misma familia (García Andrade, 1996).
De hecho, al tipo de vínculo que se establece entre un abusador y sus víctimas
menores de edad, Barudy (1998) lo llama «pedofilización».
El propio Barudy (1998) considera que los agresores sexuales de menores presentan
características comunes a nivel familiar e histórico personal:
Esta falta de empatía y de culpabilidad propia del abusador primario es analizada por
Geer et al. (2000), que consideran que «el desarrollo de la conducta prosocial está
vinculada a la respuesta empática», y a la inversa. En este sentido, citan una gran
cantidad de investigaciones relacionadas con el estudio de la empatía. De esas
investigaciones, muchas están realizadas con escalas destinadas a medir la empatía en
poblaciones de agresores sexuales y son comparadas con grupos controles de
ciudadanos que no presentan ese tipo de conductas. Los resultados de varias de esas
investigaciones no ofrecieron diferencias significativas entre agresores y no agresores,
aunque estos resultados cambiaban cuando antes de los cuestionarios se les habían
proyectado imágenes o audios relacionados con las agresiones sexuales. En esos casos
el grupo control obtenía puntuaciones superiores al grupo experimental.
Marshall y Marshall (2000) consideran, a nivel histórico y personal del individuo, que los
orígenes de la agresión sexual (sea del tipo que sea) se encuentran en la infancia del
menor y en sus relaciones con sus padres. Incluyen otras variables que son comunes
en los agresores sexuales, como una ratio de masturbación superior al resto de los
adolescentes y con fantasías que suelen contener más componentes de poder y de
desviación que las de sus iguales. Así, consideran que se «crea una disposición para ser
agresivos y que será liberada sólo cuando sus coartaciones sociales sean desinhibidas y
tenga la oportunidad de hacerlo». En resumen, ellos piensan que las experiencias
infantiles de tipo negativo (abuso, negligencia, desestructuración familiar, etc.)
establecen una vulnerabilidad en el menor, caracterizada por una baja autoestima, deseo
En ese sentido, hay que considerar que, conductualmente, «la reincidencia tiende a
producirse si la experiencia fue gratificante para el agresor y no recibió sanción. Además
se produce un proceso de desensibilización, lo que permite al agresor una cada vez
mayor exhibición de violencia ante las/s víctima/s» (Urra, 2003).
sociales o morales del entorno cultural en el que se dé, no implica que no exista o que
no deba ser estudiada.
Los asesinos en serie son sujetos con una predisposición biológica al comportamiento
antisocial. Su perfil psicológico, incluyendo psicopatologías, determinará la forma en
que perciban la realidad, la sientan y, sobre todo, las motivaciones y necesidades que
presenten. Así, y en términos neurobiológicos,
«nuestro grado de impulsividad depende, en parte, del nivel de serotonina en el cerebro
(nivel que puede verse disminuido por el consumo de alcohol); y nuestra agresividad,
del nivel de testosterona en circulación, que se puede aumentar con esteroides» (Raine,
1999).
Los asesinos, sobre todo si son seriales, hacen aquello que satisface sus necesidades y
utilizan la violencia para conseguirlo. Como vemos, esta premisa cuadra con los
procesos básicos de motivación en humanos. Así, con la violencia como mecanismo de
actuación, «el modo y los medios empleados en una serie de asesinatos puede darnos
pistas cruciales sobre el móvil de los mismos» (Skrapec,
2000). Diferentes sentimientos pueden quedar plasmados en la escena de un crimen
que nos digan algo de la motivación de ese sujeto y cuál era su estado de ánimo en el
momento de cometer los delitos. Por ejemplo, una escena del crimen basada en la ira
del agresor estará desorganizada, con rasgos impulsivos y violentos, o una escena
sadista intentará provocar sentimientos de miedo o sorpresa en aquel que lo vea, etc.
Además, también considera que hay tres motivaciones básicas que impulsan a un
homicida a cometer este tipo de delitos. Estas motivaciones no difieren de las que
cualquier persona podría presentar, pero sí su intensidad.
5.5.1. Motivaciones básicas
Las tres motivaciones básicas son:
a. Venganza y justificación. Es el aspecto predominante en las declaraciones.
Consideran que el hecho de hacer daño a otras personas es la consecuencia del
maltrato injustificado que creen haber sufrido en su vida. Así, castigan a sus
victimas por algo que ellas han hecho o alguien que se les parezca (de su grupo
sexual, edad, etc.).
b. Control y poder. Esta sensación de poder, aunque sea fugaz, crea un estado de
bienestar muy potente en el agresor. Además, esa satisfacción personal se
convierte en «adictiva», pues refuerza conductas agresivas para repetir esa
experiencia.
que no les resulta difícil convencer a una mujer para que suba a su coche. Otros
seducen con la promesa de dinero, trabajo o un lugar para pasar la noche.
7. La fase depresiva. Después del crimen, el asesino serial experimenta una etapa
depresiva, equivalente a la tristeza pos-coital. La crisis puede ser tan profunda
como para intentar suicidarse. Sin embargo, la respuesta más frecuente es un
renovado deseo de matar.
La mejor forma de conocer las motivaciones de los homicidas seriales es hablar con
ellos. Sckrapec (1999), en un estudio, se basó en narraciones personales de homicidas
seriales condenados y logró identificar que sus motivaciones se centraban en la
sensación de máximo poder/control y vitalidad durante la comisión del acto, en el cual
alcanzaban la sensación de clímax por controlar a otro, se autopercibían como
omnipotentes, con poder sobre la vida y la muerte. Aunque fuera una sensación fugaz,
era innegable y esto les aliviaba de su frecuente sensación de debilidad,
insatisfacción, de sinsentido y aburrimiento. Además, los asesinatos les hacía sentirse
vivos, experimentar un éxtasis eufórico, el desfogue de una ira violenta que les producía
gran placer. La sexualidad se asocia a la vitalidad, luego a un estado de calma y por último
de alivio, pero esas sensaciones no eran duraderas y después de cada asesinato se volvían
más inquietos y se agitaban más fácilmente. Las entrevistas con estos homicidas
revelaron que tienen unas motivaciones similares a las de otras personas, sin
embargo, su necesidad de control, poder y vitalidad les lleva mucho más allá de las
fronteras que nos retienen a los demás.
Se ha hablado de que los homicidas seriales forman parte de las personalidades de tipo
antisocial (Hare, 1999; Lykken, 2000), que presentan una distorsión de la autoestima.
Específicamente los psicópatas se han asociado a una exagerada autovalía, autoestima
tan elevada que tiene que ser irreal, que se relaciona con egocentrismo, hedonismo y
megalomanía, por eso a algunos homicidas seriales les gusta confesar y llamar la
atención; forma parte de su motivación y de su proceso autoafirmativo individual.
En cuanto a las bases de la conducta humana que son aplicables a los homicidas, podemos
considerar que se adecuan casi todas, aunque, como ya hemos comentado, están
moduladas por sus cogniciones y conductas. En ese sentido, las conductas de
aprendizaje basadas en las teorías de autores como Thorndike o Pavlov son muy
significativas de apreciación en homicidas. Tanto las teorías del modelado (aprender o
mejorar una conducta por imitación), del aprendizaje vicario (observar una conducta
para aprender de ella), las técnicas del ensayo-error, por las que los asesinos
«perfeccionan» sus conductas, bien sea con motivación de no ser descubiertos o por
mejorar más sus acciones homicidas, como, por otro lado, los procesos de reforzamiento
y de condicionamiento de la conducta (p. ej., si a un asesino le estimula positivamente
una conducta sadista, tendrá tendencia a repetirla y hacer que forme parte de su modus
operandi) refrendan la teoría de que un asesino puede llegar a aprender y modelar su
conducta.
Otro de los factores esenciales y que está ligado con las cogniciones de los sujetos
son las autojustificaciones. Bandura afirma que una forma de reforzar las
autojustificaciones opera por medio de la desconsideración o la falsa representación de
las consecuencias de la acción. Cuando las personas deciden realizar actividades que son
perjudiciales para los demás, ya sea por motivos de provecho personal o por móviles
sociales, evitan enfrentarse o minimizan el daño que causan: «no le hice daño, la alivie del
dolor que implica vivir». Recuerdan con facilidad la información que recibieron
previamente sobre los beneficios potenciales del comportamiento, pero son menos
capaces de recordar sus efectos perjudiciales.
En cuanto a los niveles de inteligencia de los asesinos, las pruebas no son concluyentes,
aunque puede ser debido a que no sea un factor esencial de su motivación delictiva. Así
mismo, existen diferentes motivaciones para matar y distintas estrategias para ello que
pueden ser más o menos «inteligentes». Este criterio no significa que los psicópatas
tengan un CI medio más elevado, sino que existen dos razones para pensar que tienen
capacidad intelectual, la primera es que sus actitudes son más organizadas (siguiendo
al tipología propuesta por Ressler, 2003) y la segunda es que tienen tendencia a
desplegar todos sus recursos ante situaciones de mucha tensión.
En relación con el nivel de sensibilidad ante el rechazo de la víctima después del episodio
violento, creemos que este será bajo para el agresor psicopático y, en el otro extremo, se
situaría el agresor cíclico.
Diversos son los trastornos psicológicos que, según distintos autores, pueden propiciar
la violencia doméstica: psicosis o trastornos de conducta, ambos combinados con el
consumo abusivo de alcohol (Echeburúa, 2000), paranoia, describiendo como delirio
más frecuente el celotípico (Dutton, 1995), la depresión (Hammond y Carole, 1997),
el trastorno antisocial, paranoico y narcisista (Echeburúa, 2000), y el trastorno
límite de la personalidad (Dutton, 1995).
Los homicidas no violentos presentan un nivel de autoestima más bajo que los
violentos. En el caso de los maltratadores los actos violentos son un reflejo de su
poder y les permite mantener y reforzar continuamente su nivel de autoestima.
Los homicidas incrementan la agresión especialmente al no aceptar la
separación. Los maltratadores debido al consumo de drogas. En el primer caso
la agresividad se incrementa cuando hay un riesgo de pérdida de la mujer y en
el segundo se atribuye a una causalidad externa y que el sujeto no puede
controlar.
La utilización de un arma blanca en vez de la fuerza física es una característica
del grupo homicida. Sin duda, la utilización de un arma no tiene una función
coaccionadora sobre la víctima, sino asegurar la finalidad del acto criminal.
Los homicidas no violentos practican deportes, los maltratadores son
observadores, así como ven películas violentas. Los hobbies en los dos grupos
cumplen la función de activación fisiológica, pero mientras los primeros son
activos, los segundos son pasivos.
Los violentos presentan el abuso de sustancias como principal psicopatología,
los homicidas, la depresión.
Sin duda, el miedo a la pérdida de la mujer reafirma los sentimientos de celos,
que aparece como característica principal en maltratadores.
Los homicidas no logran el ideal de mujer. Por el contrario, los maltratadores no
llegan a su ideal de posesión de mujer. En el primer caso se produciría una
insatisfacción continuada por la relación de pareja, en el segundo una percepción
continuada de ausencia de capacidad de control sobre la mujer.
Los homicidas utilizan la racionalización como mecanismo de defensa básico.
Por el contrario, los maltratadores utilizan la minimización. Estos dos factores
son una consecuencia de un nivel intelectual más elevado. Además, los
primeros necesitan explicarse los sucesos por reencontrar su equilibrio
psicológico, pero los segundos tienen que reducir la gravedad de los hechos por
mantener su autoestima elevada.
TEMA N°6
LOS MALOS TRATOS
Uno de los cambios más visibles ha sido la disminución de nacimientos. Hace ya algunos
años el tener hijos era una de las finalidades fundamentales del matrimonio; hoy día
por una parte las necesidades económicas o simplemente el conseguir una posición
acomodada, unido a la utilización del aborto y de los métodos anticonceptivos
para el control de la natalidad, y por otra el lícito desarrollo de la propia
personalidad ha hecho que la mujer abandone la maternidad como la principal
alternativa en su vida, y cuando así no sucede los hijos son entregados en guarderías o
similares donde éstos crecen lejos del entorno familiar y del apego de sus progenitores.
muy limitadas basándolo todo en un aumento del castigo y una perspectiva solo desde el
punto de enfoque feminista.
Se entiende a la Familia como “aquel grupo formado por dos o más miembros que
conviven o han convivido de forma permanente o regular, habitual o eventual, en un
mismo hogar; ligados por vínculos de parentesco y/o afectividad, con el objetivo de
ofrecerse protección, tanto económica como de apoyo y cuidado”.
De este modo, la familia –nuclear o extensa– cumpliendo uno de sus principales roles –la
socialización de los niños y niñas así como el intercambio de afectos– se convierte en la
célula básica de la sociedad donde, a veces, aparecen situaciones de interacción violenta
que dificultan su desarrollo y evolución. Por otro lado, aún admitiendo las desigualdades
obvias e inevitables por la naturaleza biológica de los componentes del grupo familiar,
como son las que existen entre los padres e hijos y que resultaría absurdo pasar por alto,
debemos velar por que en la familia se introduzcan los valores democráticos de igualdad
de derechos y de respeto a la diversidad de opciones y opiniones que pueden mantener
cada uno de sus miembros, sin que ello suponga relegar o desvirtuar la importancia y la
responsabilidad que ejerce la familia en su función de control social.
Uno de los orígenes puede tener su base en la teoría sociológica de que el maltrato
a la mujer es, y ha sido, algo común en la sociedad, existiendo una “cultura de la
violencia”, que forma parte de la distribución del poder, y en la que el hombre posee el
papel dominante en la división de los roles sexuales, y que la ejerce para seguir
manteniendo esa posición.
a) La Teoría del Ciclo de la Violencia. Descrita en 1984 por L.E. Walker, está
basada en la teoría del refuerzo conductual y consta de tres fases:
1. En la primera fase, de acumulación o formación de la tensión, las agresiones
son leves y los altercados poco frecuentes en los que la mujer puede exhibir
estrategias para calmar la agresividad de la pareja. Durante esta fase pueden
producirse malos tratos leves, como empujones, maltrato verbal y psicológico
que, en apariencia, pueden considerarse aislados, y que la mujer tiende a
minimizar para aplacar la violencia de su pareja. Sin embargo, los inevitables
conflictos cotidianos van generando un aumento de la tensión en el hombre
que va experimentando cambios repentinos en su estado de ánimo,
aumentando su irritabilidad y reaccionando negativamente ante cualquier
frustración de sus deseos por nimios que estos sean.
Esta actitud puede llegar a ser muy convincente ya que en ese momento
el agresor puede estar expresando un verdadero deseo y puede hacer llegar
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE 95
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN 2022 SUBTENIENTE A TENIENTE
2) Por otra el mantenimiento en esa situación. Esto puede estar motivado por:
6.4.1.En la mujer
En la mujer, los malos tratos físicos o psíquicos pueden llevarla a sufrir toda clase de
daños, incluida la muerte.
Los malos tratos psicológicos, que pueden ir unidos o separados de los físicos, constituyen
un ataque emocional con el que se busca destruir o disminuir características muy
importantes de la personalidad del ser humano por motivaciones diferentes y variadas
(control, dominio, sumisión).
b) El aislamiento personal y social. Puede ser utilizado no solo como medida para
mantener el control sobre la mujer, sino también como medio para conseguir su
sumisión, obediencia y dependencia. Este aislamiento no se concreta sobre los
amigos y conocidos sino, por desgracia, se produce también frente a familiares
cercanos (padres, hermanos), e incluso frente a los hijos, que constituyen los
apoyos más fundamentales con los que cuenta el ser humano.
Todas estas actuaciones tienen para la mujer otra consecuencia muy importante
y es el menoscabo de su salud. Cualquier mujer sometida a todos y cada uno de
los tratamientos ante referidos, o a alguno de ellos, tienen grandes posibilidades
de desarrollar determinadas enfermedades físicas, e incluso psicológicas, que no
solo la debilitarán en su salud física, sino que la harán mantenerse en un estado
de ansiedad permanente con grave riesgo para su salud psicológica.
Bien sean también sujetos de violencia, o tan solo convivan con ella, se pueden producir
determinadas consecuencias en su desarrollo evolutivo y pueden aparecer déficits
tanto en el ámbito conductual, físico o emocional. Todos estos cambios pueden ser
considerados como indicadores de maltrato.
6.6. LA VÍCTIMA
Algunos factores que incluyen en la decisión de las mujeres que optan por continuar en
relaciones abusivas, a pesar del riesgo que tienen de sufrir lesiones o incluso de morir,
o que piden ayuda sin la intención de romper con sus parejas, son:
La pregunta más lógica sería ¿por qué no le abandona?, y creo que a esa respuesta
ya hemos dado cumplida respuesta en las páginas anteriores, pero podríamos aportar
la teoría de la pérdida de la capacidad de reacción y la posibilidad de elegir, por la
que el mantenimiento de la mujer en esta situación de violencia hace que ésta cada vez
esté más condicionada por situaciones y actitudes (matrimonio, ilusión por un posible
cambio, hijos, problemas económicos, amenazas, miedos, etc.) que limitan su posibilidad
de ser capaz de elegir libremente, lo que hará que pierda la claridad de análisis y no sepa
distinguir entre situaciones buenas y malas, optando normalmente por esta última, que
será la de mantenerse en esa situación de peligro constante.
Podríamos, por último, dar un perfil de la víctima que tendría las siguientes
características:
Mayoritariamente mujeres.
Entre 20-45 años.
Con rígidas estructuras de pensamiento.
Con una cierta aceptación de la violencia.
Tienen una baja autoestima.
Asumen sentimientos de culpabilidad.
Con grandes dosis de inseguridad (personal-económica).
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE 109
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN 2022 SUBTENIENTE A TENIENTE
6.7. EL MALTRATADOR
Como dijimos anteriormente en relación a las víctimas, también es difícil establecer
un perfil o personalidad que caracterice al agresor, si bien se pueden establecer algunas
características que están asociadas, más o menos constantemente, con el maltratador en
el ámbito familiar y que, en determinadas situaciones, pueden dar lugar a la agresión.
De acuerdo con Echeburúa (1996) el hombre violento “es una persona de valores
tradicionales que ha internalizado profundamente un ideal de hombre como modelo
incuestionable a seguir. Este ideal de hombre ha sido internalizado a través de un
proceso social en el que ciertos comportamientos son reforzados, otros reprimidos y
una serie de reglas transmitidas. Entre las características de este ideal están la
fortaleza, la autosuficiencia, la racionalidad y el control del entorno que le rodea. Estas
cualidades son consideradas como masculinas y superiores, en contraposición con las
cualidades típicamente femeninas, justamente opuestas e inferiores”.
Las Teorías del Aprendizaje Social, en las que todos los autores coinciden, “consideran el
desarrollo del individuo como el conjunto acumulativo de las experiencias de aprendizaje
que se integran a lo largo del tiempo para conformar su personalidad”, es por ello por lo
que los niños que en su infancia vivieron un clima de violencia tenderán a ser adultos
violentos con mayor posibilidad que aquellos que vivieron en ambientes no violentos. Los
niños aprenden como la violencia es un recurso eficaz y aceptable no solo para hacer
frente a las frustraciones del hogar, sino para obtener resultados que no pueden
alcanzarse por otros medios, en tanto que las niñas aprenden a aceptarla y a convivir con
ella.
a) Los dominantes, aquellos que ejercen las conductas más violentas tanto dentro
sino el deseo de ser servido y de conseguir de la víctima todo aquello que le haga
más fácil la vida (sexo, dinero, alojamiento, tranquilidad), y,
c) Los dependientes, que tienden a ser depresivos, posesivos y celosos, ejerciendo
Mayoritariamente hombres.
Generalmente proceden de ambientes desestructurados.
Con una edad entre 25-55 años.
Casados o con unión de hecho.
Rigidez de valores tradicionales.
Inseguridad y baja autoestima.
Baja emocionalidad y bajo control de impulsos.
Nivel educativo bajo-medio.}
Actividad laboral baja o poco calificada.
Sin antecedentes penales o, en su caso, primarios.
Familia adquirida disfuncional.
Nivel económico medio-bajo.
No asumen sus responsabilidades, y,
Con déficits en afrontamiento y/o habilidades sociales.
TEMA N° 7
VICTIMIZACIÓN CRIMINAL
7.1. Definición de victima
Existen varias definiciones de victima, como: aquella persona que ha sido víctima de
un delito y que ha generado un trauma. Persona que se expone u ofrece a un grave
riesgo en obsequio de otra. Persona que padece daño por culpa ajena o por causa
fortuita; para Vicente Garrido, “La víctima es la última persona en presenciar el
crimen, si logra sobrevivir, la información que puede proporcionar es muy relevante,
si fallece los hechos de la escena del crimen los que deben narrar la historia”.
Victimización se entiende como un proceso por el que una persona sufre las
consecuencias de un hecho traumático. En este sentido se debe tomar en cuenta
dos elementos, en primer lugar los factores que actúan en el momento del
suceso traumático, en segundo lugar el impacto del trauma en la
víctima y como va asumiendo la experiencia traumática.
Una persona que ha sido víctima de algún tipo de delito puede sufrir otros daños
colaterales tanto del suceso traumante como del entorno. A continuación se explica
este proceso de victimización.
7.4.Perfil de la víctima
7.4.1. Los rasgos físicos: La edad es algo importante para los asesinos, algunos pueden
elegir bajo ciertas características físicas pude ser: jóvenes universitarias, con el pelo
largo y raya en el medio, morenas. Otros asesinos las eligen ancianas o
prostitutas.
7.4.3.Estilo de vida: Las personas tienen una rutina, hábitos es predecible su estilo de
vida, el conocer su rutina nos orienta sobre las personas conocidas por la víctima y
sobre los posibles lugares donde frecuentaba, también los cambios de rutina
deben ser explorados y averiguar que paso.
7.4.5. Educación: Los lugares donde estudiaba la víctima nos ayudan para determinar
el grupo de sus relaciones sociales, laborales y afectivamente, también nos brinda
información de su inteligencia.
7.4.6. Datos del vecindario: El conocer donde vivía la víctima nos brinda
información sobre las actividades de la zona y de los peligros. También el conocer la
etnia de la zona puede informar sobre conductas racistas.
7.4.10.Últimas actividades: Que actividades realizó la víctima poco antes del ataque que
pudiera poner al agresor en guardia, el reconstruir las últimas horas o días ayuda a
comprender la posible razón por la que esa persona llegue a convertirse en
víctima.
Esta teoría plantea que no todo abuso sexual infantil es idéntico, el abuso sexual
infantil es traumático en función de una serie de factores que según el psicólogo
Finkelhor establece cuatro áreas:
TEMA N° 8
REDES SOCIALES Y CIBERDELITOS
8.1. ¿QUÉ SON LAS REDES SOCIALES?
Las redes sociales son plataformas digitales formadas por comunidades de individuos
con intereses, actividades o relaciones en común (Como amistad, parentesco, trabajo).
Las redes sociales permiten el contacto entre personas y funcionan como un medio para
comunicarse e intercambiar información.
Mantener o establecer contacto. Las redes permiten a todas las personas que poseen
acceso a Internet crearse un usuario en la red y conectarse con otros alrededor del
planeta que también estén adheridos a esa red social. Permiten comunicarse con amigos,
familiares, hacer nuevas amistades, buscar pareja, establecer relaciones laborales o
profesionales.
Informarse. El gran caudal de información que circula en las redes sociales permite
a los usuarios mantenerse informados sobre acontecimientos importantes o temáticas
de interés. La mayoría de las redes permiten crear un usuario y personalizar el tipo de
información que se mostrará en la red.
Entretenerse. Las redes sociales crean comunidades de usuarios con intereses similares
sobre determinadas temáticas. Estas redes funcionan como una gran fuente de
entretenimiento y distensión.
Vender/comprar. Muchas redes sociales se han erigido como canales para la compra y
venta de bienes o servicios. En plataformas como Instagram o Facebook, el usuario
puede seguir a los negocios, comercios o trabajadores independientes que sean de su
agrado y establecer con ellos relaciones comerciales.
Las redes sociales tienen una serie de ventajas o beneficios, lo que les ha permitido
consolidarse como uno de los protagonistas indiscutidos dentro de la web.
8.3.1. Comunicación inmediata: Las empresas pueden publicar, por ejemplo, sus
contenidos de manera instantánea y ver poco después las reacciones de los usuarios.
8.3.2. Oportunidades laborales: La redes sociales pueden servir como trampolín para
ofrecer una carta de presentación atractiva. Esto, en vista que las compañías en la
actualidad suelen investigar los perfiles de los candidatos para conocer más acerca
de ellos.
8.3.3. Entretenimiento: Ofrecen información accesible a tiempo real y a la carta. Se
puede elegir a quién seguir para mantenerse informado.
8.3.4. Denuncia social: Las redes sociales sirven para sacar a la luz situaciones que en
algunos medios tradicionales pueden pasar desapercibidas. Además, los usuarios se
suelen unir ante estas causas, dándoles mayor visibilidad.
8.3.5. Compartir conocimientos: Los cibernautas pueden agruparse para intercambiar
información más detallada de lo que les interesa. Cuando se trata de acciones formativas
o intereses comunes, esta opción es de gran ayuda.
8.3.6. Mejora la visibilidad de la marca: La imagen es muy importante para las
empresas. A través de Internet, los negocios pueden traspasar barreras y crear una
marca reconocible en cualquier lugar del mundo.
8.3.7. Difusión de contenidos de la empresa: Los contenidos son una parte esencial
de la estrategia de negocio porque aumentan las visitas a la página de la firma y, por
ende, también se incrementan los potenciales clientes.
8.3.8. Medir las acciones de marketing: Se realiza una intervención, por ejemplo, una
campaña de publicidad, y casi de manera inmediata se van conociendo las reacciones de
los usuarios hacia esa acción.
Nos referimos a ciberdelitos cuando se cometen acciones perpetradas por las personas y
que se cometen mediante un soporte informático (o telemático), que atentan contra las
libertades, bienes o derechos de las personas. Estas actividades han obligado a las
autoridades a crear una regulación específica dentro del marco legislativo.
8.6.4.Phishing es el tipo de estafa por internet más conocido hoy en día. Su nombre
deriva de un juego de palabras con el término pescar en inglés (fish), dado que la víctima
“muerde el anzuelo”. Consiste del envío de falsos correos electrónicos y mensajería
online mediante chats y aplicaciones móviles que dirigen usuarios a un sitio web falso,
con el fin de obtener su información personal como claves de acceso y otros datos para
robar cuentas bancarias.
a ser vulnerada. Este tipo de acceso a la privacidad de una persona puede afectar no solo
su vida financiera sino también su vida personal.
El uso de dispositivos cada vez es más común, ya que todas las personas buscan
comunicarse entre sí, enviar información es algo inevitable sobre todo en aquellos casos
en que las distancias son más largas. Cualquier tipo de información que se envié por
medios electrónicos puede ser alcanzada por un ciberdelincuente, el cual no busca
siempre un beneficio económico con su actividad delictiva, sino que en algunos casos
solo busca poner a prueba su inteligencia.
Muy pocas personas son conscientes de la influencia que tienen los delitos informáticos
en la actualidad y por esto no tienen mecanismos de defensa, control sobre la
información que comparten a través de los medios electrónicos.
dinero, el lo que se conoce como el “Hacking by dollar” el ataque informático para hacer
caja.
Los ataques en la actualidad se van afinando, y cada vez el éxito es mayor en menor
tiempo, porque sofistican sus medios de ataque. Así el ramson (ciberescate) ha
pasado de encriptar archivos, para cuya liberación se exige el rescate en bitcoins, a
bloquear los accesos o el disco duro de sus víctimas o estudian específicamente
objetivos más pudientes como aquellos usuarios titulares de tarjetas platino, por
ejemplo, de modo que, discriminando, alcanzan mejores resultados en sus ataques.
La tendencia más dañina de los últimos tiempos está siendo, sin embargo, el ataque en
manada o grupo a terceras personas particulares en busca, masiva, de su sexo,
patrimonio o atacando la intimidad ajena.
Por primera vez en la Historia, sus autores ya no son personas con escasos recursos y
casi nula formación, sino todo lo contrario, pues como se ha comprobado ya no es
infrecuente encontrar entre ellos informáticos, físicos, matemáticos, ingenieros, etc.
El perfil más detectable entre quienes acaban siendo detenidos y condenados en los
tribunales es el usuario de la informática ya que al final uno es bueno en lo que se ejercita
mucho, aunque no se sea experto ni programador pues la cantidad de horas que muchos
usuarios informáticos pasan trasteando por Internet, les convierte en expertos que,
al final, acaban delinquiendo con aquello con lo que están familiarizados.
TEMA N° 9
EL MODUS OPERANDI Y EL MODUS APPARENDI
El modus operandi tiene un valor relativo a la hora de relacionar casos cometidos por un
mismo autor, ya que la variabilidad que presenta es debida al aprendizaje que realiza el
autor del delito para perfeccionar su técnica delictiva, con el objeto de maximizar los
beneficios y minimizar el riesgo de ser detenido. Teóricamente todos los autores de un
mismo tipo delictivo deberían emplear similares modus operandi si estos son exitosos,
pero este argumento lo desarrollaremos posteriormente.
El modus operandi refleja la naturaleza del hecho delictivo y se refiere a una serie de
actos que se pueden agrupar en el modo de acometer a la víctima o al objeto principal de
su delito; en las acciones propias para cometer el hecho; en el modo en que abandona
a la víctima, en su caso; y en el método de huida del lugar del crimen.
Modus operandi (MO): comprende todos los comportamientos que son necesarios para
que un delincuente en particular perpetre con éxito un delito. Es la «forma de proceder»,
como los comportamientos llevados a cabo por el delincuente para elegir la víctima más
propicia y llevar a buen término la acción delictiva sin ser identificado y, por supuesto,
detenido.
Del mismo modo, nos informará de su nivel de inteligencia el modo en el que el agresor
soluciona o trata de solucionar los obstáculos imprevistos que surgen durante la
comisión del delito. Hay que tener en cuenta que normalmente el hecho no sucede en la
realidad exactamente como el delincuente había planeado. La realidad, gracias al azar,
se caracteriza por los imprevistos, que le dan su forma definitiva. Así, la comisión de
un hecho delictivo se convierte en un proceso continuo de toma de decisiones, de
acciones y reacciones, de causas y consecuencias. Precisamente, el modo de gestionar
esos imprevistos por parte del agresor nos informa de su nivel de inteligencia. El modo
más fiable de medir esta característica psicológica es mediante la resolución de
problemas, y cometer un delito está lleno de problemas que solucionar, algunos
previstos y otros no.
En la misma línea que la inteligencia, otra característica que se puede inferir del modus
operandi es la pericia del agresor para cometer el delito. Gracias a su nivel de
inteligencia el agresor puede haber preparado diferentes alternativas para solucionar
los problemas que le surgirán durante la comisión del hecho. Sin embargo, una cosa es
planear una acción o secuencia de acciones y otra bien distinta es tener la habilidad
práctica para llevarla a cabo. En este caso hablamos de destrezas, de una habilidad
ejecutiva para llevar a cabo acciones concretas.
A su vez, la pericia nos informa del nivel de conocimientos del individuo en una ciencia
concreta, así como de su experiencia para llevarlos a la práctica de un modo eficaz. La
pericia y la experiencia combinadas pueden ser inferidas a partir de las herramientas
empleadas por el agresor, así como de la cantidad de tiempo que le ha requerido llevar a
cabo la acción delictiva. De ello se deriva incluso la hipótesis de que el delincuente tenga
una determinada formación profesional, ya que mediante las conductas se demuestran
esos niveles de conocimientos, pericia y experiencia, que quedan reflejados en el modo
en el que el individuo cometió el delito, sea esta la profesión que sea, desde cerrajero a
ingeniero informático.
Como vemos, el modus operandi puede dar bastantes pistas sobre algunas
características personales del autor del delito. Ya que el modus operandi se compone
de acciones, vemos cómo, en definitiva, analizar este concepto supone realizar un
análisis de conducta criminal, basándose, como se indicó anteriormente, en los
indicios físicos que quedaron de la comisión delictiva.
Asegurar el éxito del delito.- Cualquier conducta cuyo objetivo sea superar los
posibles obstáculos y dificultades con los que se puede encontrar el agresor para
lograr su objetivo delictivo, asegurando así la comisión exitosa de su acción, debe
ser considerada modus operandi. Por ejemplo, si el agresor busca robar a la
víctima probablemente use un arma o la amenace, si lo que busca es violar a
la víctima probable mente use elementos para evitar que pida ayuda o para
someterla y evitar que huya.
que pueda desvincular su identidad tanto del lugar como del hecho y no ser
aprehendido cuando se conozca la comisión delictiva.
Donde el Modus Operandi de bajo riesgo “…evidencia una gran planificación, gran
habilidad y óptimos actos de precaución antes, durante y después del acto criminal.
El momento, lugar y victima son seleccionados con gran habilidad para favorecer sus
intereses. (Ejemplo: Escoger victimas desconocidas puede considerarse una conducta de
un MO de bajo riesgo)”.
La firma es una conducta propia del ritual, ya que, además, satisface alguna necesidad
psicológica o emocional del perpetrador, como es que quede claro que él es el autor del
delito y no otra persona, pero su única intención, por los motivos que sea, es la de dejar
constancia de que la autoría es suya. Si no se puede apreciar esta motivación tan
concreta, no deberíamos hablar de firma, sino, simplemente, de ritual, conducta que,
junto con las del modus operandi, conformarán su sello personal.
caso de ser identificado o de que él mismo, por el medio que sea, así lo difunda. Repito, si
no se reclama la autoría, de modo expreso o tácito, no hablaremos de firma, sino de ritual,
un ritual que, juntamente con el modus operandi, conformarán su sello personal, ese
modo global de actuar que le distingue del resto de delincuentes.
Ritual hace referencia a rito, siendo este, según el Diccionario de la Real Academia
de la Lengua Española, costumbre o ceremonia. Es fácil pensar que el concepto de ritual
solo tiene lugar cuando se producen casos en serie. Quizá sea debido a su concepción
como costumbre o hábito, que, inevitablemente, lleva a pensar en repeticiones a lo largo
del tiempo, en un patrón de conductas que podemos encontrar en una serie de hechos
cometidos por un mismo individuo.
También puede darse el caso de que, a pesar de que el agresor desee realizar esas
conductas rituales, porque quiere satisfacer sus necesidades psicológicas y emocionales,
la dinámica de actos del delito concreto se lo impida, es decir, puede que no cuente con
tiempo suficiente para llevarlas a cabo; que circunstancias ajenas a él como la presencia
de testigos no se lo permitan; que en ese momento en cuestión sus necesidades
psicológicas o emocionales no sean tan perentorias; o, simplemente, por su propia actitud
precautoria.
c) Unos procesos motivacionales que son los impulsos que llevan al agresor a querer
convertir su fantasía en realidad. Los procesos cognitivos y emocionales son
insuficientes si se quiere plasmar en la realidad la fantasía creada. Deben ir
acompañados de la motivación precisa para hacerla realidad. Aparece entonces
el impulso para convertirla en realidad, todo ello con el objetivo último de
experimentar en la realidad una satisfacción psicológica y emocional superior a
la anticipada en la íntima fantasía.
La conjunción de las conductas del agresor que conforman un estilo propio de comisión
delictiva, de tal modo que le diferencia de otros delincuentes, es lo que denominaremos
sello personal. Los actos realizados por las personas configuran su idiosincrasia y esta
es concebida por ella misma y por las demás personas como una unidad. Esta
afirmación es también válida en el ámbito criminal. Al hablar de sello personal
hablamos de un estilo propio del agresor y que, en cierta medida, le diferencia del resto,
el concepto está integrado en toda una dinámica de actos.
En definitiva, cuando hablamos de sello personal nos referimos al modo en que el autor
de un delito actuó, conjugando sus comportamientos de modus operandi y, en su caso,
de ritual. Ningún acto se realiza de modo aislado. Todos los comportamientos, incluidos
los delictivos, están relacionados y son antecedentes y consecuencias unos de otros.
Con el fin de aclarar y acotar conceptos se propone como categoría genérica un nuevo
epígrafe que denominaremos modus apparendi y que englobaría el ritual, la firma, la
escenificación y la sintomatología.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS