V Domingo Del Tiempo Ordinario

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V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Antífona de entrada                                                      Sal 94, 6-7


Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador
nuestro. Porque él es nuestro Dios.
Oración colecta

P ROTEGE, Señor,
con amor continuo a tu familia,
para que, al apoyarse
en la sola esperanza de tu gracia del cielo,
se sienta siempre fortalecida
con tu protección.
Por nuestro Señor Jesucristo
Oración sobre las ofrendas

S EÑORy Dios nuestro,


que has creado estos dones
como remedio eficaz de nuestra debilidad,
concédenos que sean también para nosotros
sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II
V/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.

E N verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación


darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Verbo, hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste
para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de María, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y todos los santos,
proclamamos tu gloria diciendo a una sola voz:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
121. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
122. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y ✠ la Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual,
cuando iba a ser entregado a su pasión,
voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

T
Se inclina un poco.
OMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
124. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:

T
Se inclina un poco.
OMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y
ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
125. Luego dice una de las siguientes fórmulas:
Este es el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
126. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre,
al celebrar ahora
el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
En los domingos, cuando no hay otro Acuerdate, Señor más propio, puede
decirse:
y reunida aquí en el domingo,
día en que Cristo ha vencido a la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal;
y con el papa N.,
con nuestro obispo N.,
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José,
los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Junta las manos.
127. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz. y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
Oración dominical
145. Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las
manos juntas, dice:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

146. Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:


Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Rito de la paz
147. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
«La paz les dejo, mi paz les doy»;
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
148. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos,
añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
149. Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.
Antífona de comunión                                                Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que
hace con los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los
hambrientos los colmó de bienes.
     O bien:                                                       Mt 5, 5-6
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Oración después de la comunión

O H, Dios, que has querido hacernos partícipes


de un mismo pan y de un mismo cáliz,
concédenos vivir de tal modo que,
unidos en Cristo,
fructifiquemos con gozo
para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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